Sermones

Sermón: Hebreos 4:14-16 El hermoso corazón de Jesús

Hebreos 4:14-16 “14 Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. 15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. 16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”.

 

            Es parte de la vida que los polluelos que uno ha criado dejen el nido. Nosotros hemos comenzado a experimentar esa nueva etapa de la vida. Y como todo padre uno se pregunta sin se mantendrán en contacto con nosotros. Si por el hecho de estar en otro país o pueblo y el hecho de estar tan ocupados con sus nuevas experiencias sacarán tiempo para acordarse de nosotros, los padres.

            Yo me imagino que en un sentido eso fue lo que pensaría el padre del hijo pródigo. Cuando ese muchacho salió de su casa no tenía la mínima intensión de regresar. Salió de allí y no miró para atrás. Su enfoque era vivir en los placeres del mundo: en bebe latas, en mujeres, en fiestas. Él vivía perdidamente, pródigamente. Y me imagino que no se preocupó de llamar ni de preguntarse cómo estará mi padre y mi hermano, mi familia.

            Cuando alguien querido a uno se va de nosotros la pregunta y el temor siempre están presente: se acordará de nosotros, se enfriará su amor por nosotros, perderemos el contacto, etc. Esos mismos temores estuvieron en la mente y en el corazón de los discípulos cuando Jesús les dijo que su hora había llegado para que El regresara al Padre. Y esto les llenó de temor y ansiedad. Y esos mismos temores tenían los creyentes hebreos a quienes el escritor de esta carta les dice: “14 Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. 15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”. Mira la preocupación de los hebreos y que por lo visto es común a los creyentes, a nosotros. Hay varias cosas aquí. Por un lado, los creyentes sufren de tentaciones, en el contexto: la tentación de apartarse del evangelio. La tentación y el temor de no ser lo suficientemente fuertes para soportar la persecución que padecían. Y la posibilidad de apartarse y negar su fe. Y la realidad de que algunos de entre ellos ya se han apartado. Por eso el versículo 14 habla de “retengamos nuestra profesión”. Hermanos, las aflicciones, persecuciones y demás pruebas se convierten en tentaciones para apartarnos del evangelio. Debemos estar alertas ante esa realidad.

            Lo segundo que podemos ver es la realidad de que Jesús no está con nosotros físicamente. Como dice el versículo 14 nuestro sumo sacerdote “traspasó los cielos”. Ya no está con nosotros físicamente. Y esto es importante. ¿Sabes por qué? Porque Él era la misma fuente de consuelo para sus discípulos. Si los acusaban, Jesús salía en su defensa. Si tenían dudas sobre qué hacer Jesús dirigía y corregía sus dudas y pensamientos. Su presencia física era consuelo para ellos porque le veían, le oía hablar, sentían su presencia, lo conocían en su misma presencia. Pero eso ha cambiado.  Jesús no está físicamente con nosotros. Y nosotros la iglesia del siglo XXI jamás hemos experimentado la presencia física de Jesús.

            Y lo tercero que podemos ver es cómo esa separación y esa realidad de que Jesús está en los cielos en un cuerpo glorificado, en un ambiente totalmente diferente de lo que vivió hace dos mil años atrás, con la compañía de los ángeles, las almas de los justos hechas perfectas en santidad, nos podría llevar a pensar que Jesús, aunque se compadece de nosotros ya no lo hace de la misma manera ni con la misma intensidad que antes. ¿Se ha perdido algo de la intensidad de esa identificación entre Jesús y sus hermanos? Esa es la preocupación. Y en un sentido todos nosotros hemos experimentado en nuestros corazones algo de este temor.

            A lo cual el autor de hebreos nos dice: no pienses así. ¿Por qué? Porque esa no es la realidad. Nosotros tenemos un sumo sacerdote que ha traspasado los cielos. El es Jesús el Hijo de Dios. Tenemos a alguien en los mismos cielos, delante mismo del trono de Dios. Es más sentado a la diestra de Dios Padre. Y quien además intercede por nosotros. De esto podemos ver por lo menos tres cosas: 1. El amor compasivo de Jesús o su hermoso corazón por nosotros. 2. La confianza que esto debe producir 3. La retención de nuestra profesión.

I. El amor compasivo de Jesús o su hermoso corazón por nosotros

            Ese es hermanos el ancla de estos versículos. Fíjate que nos habla de un sumo sacerdote compasivo. ¿Compasivo por quienes? Por nosotros. El autor habla en primera persona plural constantemente. El nos dice: teniendo, tenemos, nuestras, acerquémonos. ¿Y compasivo de qué? De nuestras debilidades. Sí, hermanos, nosotros somos débiles. ¡Cuán frágiles somos! Cuán fácil es que nuestro corazón se agite. Cuán fácil es desmotivarnos. Pero Jesús es compasivo sobre nosotros en medio de nuestros problemas, de nuestras locuras y nuestros pecados. Aún nuestros pecados despiertan la compasión de Jesús por nosotros.  

            Jesús ha traspasado los cielos. Pero no ha dejado de ser compasivo por nosotros. ¿Cómo lo sabemos? Nos dice Thomas Goodwin: porque Jesús lo demostró cuando antes de irse les revela su corazón a sus discípulos para que tengan paz.

            Miremos Juan 13:1 “1 Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin”. Fíjate que sabiendo Jesús que su hora había llegado para regresar al Padre. Esto es algo que Jesús deseaba. Lo sabemos porque El más adelante lo dice en la oración sacerdotal en Juan 17:5 “5 Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese”. Pero Jesús nos dice algo más en Juan 13:1. Aunque El sabe que su hora ha llegado para regresar al Padre su mente estaba concentrada, fija, no en las glorias del cielo, sino en aquellos que había amado; “como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin”. Su mente y su corazón estaban fijos en los suyos. Lo cual denota dice Thomas Goodwin la más grande cercanía, aprecio e intimidad fundada en que los creyentes le pertenecen a Él.  Nosotros somos de El y El es de nosotros.

            ¿Qué es lo que está diciendo Jesús? Aunque yo subo a los cielos llevo conmigo mi mismo amor que he tenido con ustedes mientras estaba en la tierra. Aunque esté en la gloria de los cielos, con el Padre y el Espíritu Santo, en medio de todos los deleites que hay allí, mi amor por ustedes no ha cambiado lo más mínimo sino todo lo contrario. ¿Cómo así? Porque ahora mi amor por ustedes ha tenido, en la humanidad de Jesús, una perfección ya que poseo un cuerpo y alma glorificada. Ha sido ampliado, solidificado, fortalecido realmente.

            Desde el capítulo 13 al 16 de Juan, Jesús no hace ninguna otra cosa que abrir su corazón amoroso a sus discípulos para sostenerlos en medio de la prueba de su separación. Lo hace cuando les lava los pies a ellos. Juan 13:3-5 “3 sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba, 4 se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. 5 Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido”. Es como si Jesús les dijera: yo vine para servirles, para salvarles de sus pecados, y esta expresión de amor que hago con ustedes es una muestra más de lo que haré por ustedes cuando esté en la gloria de mi Padre. Y a todos los que vienen a mí cuando esté en la gloria lavaré todos sus pecados. Ellos ya están todos limpios solo tienen que lavarse los pies (Juan 13:10). Pero también les enseñó con el lavatorio de los pies a amarse los unos a los otros, a servirse los unos a los otros y a perdonarse los unos a los otros, que es lo que significa además lavarles los pies. Juan 13:14 “14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros”.

            Su amor y compasión por los suyos lo reveló también en Juan 14:3 “3 Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”. Dice Thomas Goodwin: “El habla como le habla el novio a su prometida. Y con esto les dice: la verdad es que yo no puedo vivir sin ustedes y por tanto no estaré “tranquilo” hasta que ustedes lleguen aquí, y nunca más nos separaremos. Los cielos no pueden retenerme, ni la compañía de mi Padre; si tengo alguna gloria ustedes serán parte de ella”. 

            Esa es una muestra del corazón compasivo de nuestro Señor Jesús por nosotros. Aunque El ha subido a los cielos su amor y compasión por nosotros no ha cambiado sino todo lo contrario. En su naturaleza humana su amor ha tenido una perfección por nosotros. El sabe lo que sufrimos. El sabe con un corazón perfecto en amor nuestras luchas, nuestras lágrimas, nuestros dolores, nuestras frustraciones, nuestras locuras y nuestros pecados. Y cada uno de ellos lo mueve a mayor compasión por nosotros. Y máximo cuando El “fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”. Él fue tentado por Satanás a abandonar el camino de la cruz, a escoger una profesión cristiana más suave que no sea dolorosa ni difícil. Pero El venció y derrotó a Satanás por amor a nosotros. 

            Y esto debe producir en nosotros confianza.

II. La confianza que esto debe producir

            Hebreos 4:16 “16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”. Todos nosotros somos testigos contra nosotros mismos de las malas decisiones que hemos tomado, de las palabras que no debimos haber dicho, de los pecados que hemos cometido, de las locuras que hemos hecho, de la frialdad de nuestros corazones. Y cuando somos sensibles a los mismos podría haber temor en nosotros de acercarnos a Dios. Cuando uno falla y peca a veces no nos atrevemos a darle la cara a esa persona. Nos sentimos avergonzados, decepcionados con nosotros mismos. Y la tendencia es a alejarnos de esa persona.

            Cuanto más es así cuando tenemos convicción de pecados y no nos atrevemos a acercarnos a Dios mismo. Así hicieron Adán y Eva. Cuando Dios les llamó en el frío de la tarde ellos se escondieron de Él.

            Pero que nos dice aquí el autor de hebreos. Mira el corazón compasivo de Jesús. El se compadece de nuestras debilidades, de nuestros sufrimientos y tribulaciones y de nuestros pecados mismos. Y hay algo súper importante que no debes perder de vista. El amor compasivo de Jesús revela el amor compasivo del Padre por ti. ¿Cómo así? En el versículo 14 se nos dice que Jesús es un gran sumo sacerdote. ¿Quién lo escogió a tal oficio? Fue el Padre. Fue El quien lo escogió para que fuera sumo sacerdote para nosotros. Y todo lo que Jesús hizo para salvarnos fue en obediencia a la voluntad del Padre. Pero no solo eso. El es llamado Jesús el Hijo de Dios. El es el Hijo del Padre. El es engendrado del Padre desde la eternidad. Y como El es la imagen perfecta de su Padre, el Hijo lleva el mismo amor del Padre por nosotros en su corazón. Y además El es llamado aquí Jesús. Fue el Espíritu Santo quien unió la persona divina a la naturaleza humana en su encarnación. Y esto revela el amor del Espíritu Santo por ti. Fue el Espíritu Santo quien capacitó a Jesús para poder ser un perfecto Salvador. El recibió el Espíritu Santo sin medida. Y esto para ejercer su oficio de Redentor para nosotros. En otras palabras, el amor compasivo de Jesús revela el amor compasivo de la Trinidad misma por cada uno de nosotros. 

            Por tanto, nos dice el autor de hebreos: mira a Jesús y acércate al trono de la gracia. Acércate a Dios mismos por medio de Jesús. Pero acércate con confianza de que vas a ser recibido y escuchado y perdonado. Acércate con franqueza. A Dios no podemos engañar. La palabra confianza en griego es [παῤῥησία] que viene de pas: todo; resía, hablar. Díselo todo a Dios.  Que no te quede nada en el corazón. El desea escuchar tu corazón que dice: Señor ayúdame que me ahogo, ya no puedo más. Dile cómo te sientes. Ten valor de hablarle de corazón a corazón.

            Así que el corazón compasivo de Jesús nos debe llevar a acercarnos a Dios con confianza sin temor a ser rechazado. Nos debe llevar a una vida de oración. Con la seguridad que en Dios hallaremos lo que no hallamos entre los hombres cuando fallamos: misericordia y gracia para el oportuno socorro. Misericordia porque vivimos en un mundo lleno de miseria y sufrimiento. Y gracia que nos sostiene y fortalece para seguir adelante sobre toda oposición.

            Y todo esto nos dice el autor de hebreos nos debe estimular a retener nuestra profesión de fe.

III. La retención de nuestra profesión

            V. 14 “retengamos nuestra profesión.” La palabra retengamos significa asir algo, como cuando agarramos a alguien y no lo queremos soltar. Significa aferrarse, prenderlo. Y la palabra profesión significa “una misma palabra o confesión”. ¿Cuál es la idea?  El tener a Jesús el Hijo de Dios en los cielos intercediendo por nosotros nos debe producir una plena confianza para seguir firmes en nuestra fe como cristianos.

            El saber que el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es por nosotros debe ser el incentivo más poderoso para vivir en santidad. Porque sabemos que Jesús no descansará hasta ver que seamos libres de nuestros pecados. Y estos pecados le mueven a mayor compasión aun cuando El los odia.

            No olvidemos hermanos que cada prueba, tentación y miseria que podamos sufrir Jesús ya la sufrió y su corazón, que recuerda tales sufrimientos, lo mueve a liberarnos de tal aflicción.

            Si tan grande es ese amor por nosotros piensa entonces cuanto le duele a Jesús cuando pecamos y desobedecemos. Herimos su amoroso corazón cuando pecamos.

            Entonces hermanos retengamos nuestra profesión. Sigamos adelante con un corazón obediente. Sigamos creyendo con convicción las verdades que hemos aprendido. No dejemos que el mundo dicte lo que debemos creer. Yo sé que todos los días escuchamos lo que el mundo piensa. Y tanto está dando en nuestros oídos que lo podemos asimilar sin pensarlo bien. Y terminamos diciendo: qué culpa tienen los homosexuales de haber nacido así. ¿Acaso las mujeres no son dueñas de sus propios cuerpos y deben tener libertad para abortar? Si yo amo a mi pareja sinceramente y él me ama a mí, no es necesario firmar un papel que diga que estamos casados. Y hermanos podemos seguir multiplicando la mentalidad del mundo y concluir como me han dicho: yo quiero estar del lado correcto de la historia. Oh hermanos, lo importante es estar del lado correcto de la eternidad. Hay un cielo y hay un infierno de fuego. ¿De qué lados vamos a estar?

            Retengamos nuestra profesión. Para los cristianos hebreos como para nosotros significa no dejar de congregarnos. No importa si hay persecución. No importa si nos tratan como ciudadanos de segunda clase. Somos llamados a adorar a Dios pública como privadamente. Y esto como un testimonio de que, aunque hay muchas cosas importantes en mi vida lo más importante es Dios y su adoración. Conocerle, amarle, adorarle, es lo más importante que todo lo demás. Porque para eso he sido creado y salvado.

            Sí que hermanos conociendo del amor compasivo de Cristo por nosotros en los cielos acerquémonos con confianza ante Dios. Abramos nuestro corazón a El como El lo abrió a nosotros en Cristo Jesús y seamos fiel a nuestra fe. No dejemos de perseverar porque su misericordia y gracia nos acompañan en el oportuno socorro.

Sermón: Jeremías 6:16 Las Sendas Antiguas de los Puritanos ingleses

Jeremías 6:16 “16 Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos”.

 

            Cuando uno lee pasajes como éste uno se maravilla no solo del contenido del mensaje sino de la manera en la cual Dios lo comunica. ¿Qué quiero decir con esto? Con esto quiero decir que Dios trabaja con nosotros de diferentes maneras. Así como un padre trabaja de diversas maneras con sus hijos cuando desean que hagan algo en particular. Por ejemplo, el padre tiene la autoridad de ordenarle a un hijo: quiero que recojas tu cuarto que tienes un verdadero reguero. El padre puede incluso amenazar a su hijo si no cumple la orden. Pero un padre puede también acercarse a un hijo y decirle: sabes qué: me gustaría que me hicieras un favor: podrías recoger el cuarto. 

            Dios trata con nosotros de la misma manera. En este pasaje lo podemos ver claramente. Dios tiene autoridad sobre su pueblo para decirles: este es tu deber y Dios lo hace muchas veces. Y nosotros debemos obedecer porque Dios lo dice y punto. Muchas veces Dios hace eso: nos pide que obedezcamos por el solo hecho de que El lo ordena. Y eso está perfectamente bien. Dios es nuestro creador y Él es soberano y por tanto tiene derecho y autoridad para imponer leyes sobre nosotros y ordenarnos que las cumplamos. En otras veces Dios amenaza a su pueblo. En otras les da razones basados en la historia de la salvación. Y les recuerda que Dios los libró de la esclavitud en Egipto y de otros males. Y en el NT a veces Dios nos motiva a obedecer al decirnos que Su Espíritu mora en nosotros. Como lo dice Pablo en Gálatas 5:25 “25 Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu”. Y nos trata de una manera tierna.

            Así lo hace aquí. Dios le habla a un pueblo rebelde. Les habla por medio del profeta Jeremías quien vivió durante la caída de Jerusalén y vio y vivió toda la tragedia.  El vivió para los años 600 A.C. Y en el contexto del pasaje Dios está amenazando al pueblo de Judá lo que les sucederá por su desobediencia. Pero en medio de esas amenazas El revela que su corazón está dispuesto a perdonarles. Lo podemos ver en el versículo 8 “8 Corrígete, Jerusalén, para que no se aparte mi alma de ti, para que no te convierta en desierto, en tierra inhabitada”. Y en el versículo 16 les da un consejo. Fíjate que, aunque Dios puede ordenarles cualquier cosa que El desee, El les habla como dándoles un buen consejo. Y la imagen detrás es la de un viajero que está perdido tratando de ver por dónde debe ir. ¿Cuál es la ruta correcta a seguir? Y les dice: no sigas adelante, para por el momento, mira las alternativas, las diversas rutas a seguir. ¿Cuál es la ruta correcta? Dios les aconseja: “preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él,”. Pregunta por los caminos del pasado. Allí encontrarás muchas cosas buenas y que te serán de bien y de guía. Fíjate que el pasaje reconoce que no todas las cosas del pasado necesariamente eran buenas. A veces podríamos pensar que el pasado fue perfecto y lo correcto es repetir absolutamente el pasado. Pero eso no es lo que dice el pasaje.  “Pregunta por las sendas antiguas”: pregunta acerca de cómo nuestros padres espirituales del pasado pensaron, actuaron y vivieron según la Palabra de Dios, según la ley de Moisés. Y analiza cuál es lo bueno que hicieron. Cuál es el mejor curso de acción. Y entonces anda por ese camino. Pero no debemos pensar que l criterio para determinar el camino es lo que yo crea que es el camino. No es así. Ya Dios les había revelado a ellos por medio de la ley y de los profetas cuál es el camino que deben seguir. Por eso Dios les amenaza, V. 19 “porque no escucharon mis palabras, y aborrecieron mi ley”. 

            Y Dios les da un motivo para así hacerlo: “y hallaréis descanso para vuestra alma”. Entonces disfrutarás del favor de Jehová. Gustarás de la bondad de Dios. Y verás que Dios será un santuario para ti: un lugar de refugio. Y disfrutarás de la compañía de Dios. Aquí hay una gran verdad para nosotros: solo hay paz para nosotros cuando obedecemos la Palabra de Dios.

            Fíjate que el consejo es mira el pasado, aprende de él. No temas imitar lo bueno del pasado y desechar lo malo. Camina en esas cosas buenas y recibirás bendición. Aprende lo bueno del pasado para que vivas el presente y sepas cómo prepararte para el futuro.

            De eso queremos predicar en el día de hoy. Este mes es el mes en el cual recordamos la Reforma Protestante. Y deseo que miremos lo que hicieron nuestros padres espirituales del pasado. Para que aprendamos de las cosas buenas que hicieron. Desechemos los errores que cometieron y podamos dirigirnos al futuro.

            Pero esta vez no pienso tratar de los Reformadores magisteriales. No vamos a tocar ni a Lutero, ni a Calvino ni a Knox. Hoy solo deseo introducirles a nuestros padres espirituales que dieron forma a nuestra doctrina. ¿De quiénes hablo? De nuestros padres espirituales que nos dejaron los estándares de Westminster, que son la base doctrinal de nuestra denominación y de esta iglesia. Quisiera introducirles a los ministros puritanos ingleses del siglo XVII, quienes redactaron nuestra confesión de fe. Conocer sus vidas, aprender de su fe e incluso aprender de sus errores. Y deseo que lo veamos en tres partes. 1. ¿Quiénes eran los ministros puritanos ingleses del siglo XVII?  2. ¿Qué logros cosecharon? Y 3. ¿Qué principios espirituales nos pueden enseñar hoy día?  

I. ¿Quiénes eran los ministros puritanos ingleses del siglo XVII?

            Los débiles comienzos de la Reforma de la iglesia de Inglaterra se dieron durante el reinado de Enrique VIII. El rey de Inglaterra y la iglesia anglicana se separan de la iglesia Romana porque el papa no le concede a Enrique el divorcio de su esposa Catalina de Aragón de España. Y aunque Enrique VIII siempre fue y murió católico romano tal separación de Roma favoreció indirectamente, sin Enrique proponérselo, el avance de la teología de la Reforma.

            A la muerte de Enrique (1547) le sucede su hijo Eduardo VI quien fue educado y criado protestante. Así las cosas. Y durante su breve reinado de 6 años, ya que muere a la edad de 16 años, la Reforma en la iglesia anglicana se mueve a grandes pasos bajo la dirección del Arzobispo de Canterberry, Thomas Cranmer, quien era protestante.

            A la muerte de Eduardo VI (1553) le sucede su media hermana hija de Enrique VII con Catalina de Aragón. Y ella era católica romana a le enésima potencia. Restaura el catolicismo en Inglaterra y comienza una persecución severa contra los ministros protestantes en la iglesia anglicana. Ordena a la hoguera a más de 300 ministros incluido Thomas Cranmer. Tan violenta era María Tudor que la llamaron: María la sanguinaria o en inglés Bloody Mary. Otros ministros ingleses logran escapar y viajan a Ginebra, a Suiza y a Holanda. Y allí disfrutan no solo de paz, sino que ven con sus propios ojos lo que ellos llamaron después: el ejemplo de las mejores iglesias reformadas, bíblicas según el modelo del NT. 

            Cuando muere María la sanguinaria (1558) asume al trono de Inglaterra otra media hermana llamada Elizabeth I, la reina virgen ya que nunca se casó. Ella era protestante. Y durante su reinado la Reforma en Inglaterra regresa con paso firme. Muchos de los ministros ingleses que habían huido al continente europeo regresan a Inglaterra. Pero para su sorpresa y tristeza la Reforma en Inglaterra, según ellos la veían, se había quedado a mitad. Había muchos ministros sin educación teológica, pobre piedad en las cosas espirituales, ninguna disciplina eclesiástica y muchos residuos del catolicismo romano en la adoración y en la forma de gobierno eclesiástico. Y ellos procuraron purificar a la iglesia de Inglaterra de tales males. Por tal intento de reforma fueron llamados en forma de burla por los ministros anglicanos: puritanos.

            ¿Quiénes eran ellos? Ellos eran ministros que recibieron una de las mejores educaciones teológicas del momento. La mayoría de ellos estudiaron en Oxford y en Cambridge. Ellos eran verdaderamente pastores que se dieron la tarea no solo de enseñar la teología de la reforma según la aprendieron de los reformadores sino se dieron la tarea de estudiar cómo Dios obra en el corazón de su pueblo para santificarlos. Su meta era ayudar a cada creyente a glorificar a Dios en todas las áreas de su vida: como carpinteros, toneleros, maestros, esposos, esposas, hijos, padres, amas de casa, etc. Ellos eran grandes soñadores que deseaban ver no solo a la iglesia de Inglaterra purificada según la Palabra de Dios sino ver a una sociedad transformada por el poder de Dios a través del testimonio de cada creyente. Soñaban que cada familia fuera una pequeña iglesia en donde todos los días se leyera la Biblia, se orara, se cantaran los salmos y se catequizaran a cada miembro de la familia. Deseaban descubrir a la luz de la Biblia cuáles son las diversas artimañas que usa Satanás para desviarnos del camino de la verdad. Qué es lo que implica a profundidad el vestirnos de toda la armadura de Dios. Y cuando digo profundidad digo que el ministro puritano William Gurnall escribió un libro de sobre más de mil páginas explicando lo que significa cada una de las partes de la armadura de Dios, y cómo aplicarla para toda situación de lucha espiritual. En fin, ellos eran verdaderos médicos del alma, calvinistas robustos, sabios evangelistas, poderosos en las Escrituras y grandes en la piedad y santidad.

            No eran perfectos. A veces perdían la paciencia cuando no lograban convencer. Algunos tenían tendencias polarizantes: solo existen dos grupos: nosotros y los demás. Y no eran 100% homogéneos. La mayoría eran presbiterianos. Pero había también anglicanos puritanos, unos pocos congregacionalistas y otros más pequeños bautistas e incluso hubo un ministro puritano arminiano. Pero la mayoría eran reformados. Es de esos ministros que queremos hablarles. Algunos de sus nombres son: John Owen, Thomas Goodwin, Thomas Watson, Ezekiel Hopkins, Richard Baxter, Jeremiah Burroughs, etc. entre alrededor de 2 mil ministros.  

            Ellos fueron grandes luchadores. Y aunque no lograron la mayoría de lo que se propusieron sí cosecharon grandes logros. ¿Cuáles son algunos de ellos? Veremos.

II. ¿Qué logros cosecharon?

            Ellos nos dejaron mucha riqueza espiritual. Entre las cosas que hemos heredado de ellos podemos señalar:

1. Los estándares de Westminster. Esa es nuestra confesión de fe. Más de 100 ministros participaron de la creación de la misma. Y quienes trabajaron por espacio de 6 años durante la guerra civil inglesa. Y nos dejaron posiblemente la mejor confesión reformada jamás escrita. Y una de las mejores confesiones modernas de gran autoridad. Abrazada por presbiterianos, congregacionalistas y bautistas reformados hasta el día de hoy como un testimonio de la unidad dentro de la diversidad en el campo reformado. ¿Quién no puede quedarse anonadado con la precisión, profundidad y biblicismo de las preguntas y respuestas del Catecismo Menor diseñado para educar a los niños y a los nuevos en la fe? Por ejemplo, la pregunta y respuesta #1 ¿Cuá es el fin principal del hombre? El fin principal del hombre es glorificar a Dios y disfrutar de El para siempre. Y la pregunta y respuesta #4, ¿Qué es Dios? Dios es un espíritu, infinito eterno es inmutable en su ser: poder, sabiduría, santidad, justicia, verdad y bondad. Y qué de la pregunta y respuesta #21 ¿Quién es el Redentor de los escogidos de Dios? El único Redentor de los escogidos de Dios es el Señor Jesucristo, quien siendo el Hijo eterno de Dios se hizo hombre. Y así era y sigue siendo para siempre Dios y hombre en dos naturalezas distintas y una sola persona. Y podríamos seguir multiplicando ejemplos.  

2. Libertades religiosas. Aunque la mayoría de ellos sufrieron destierros por sus convicciones cuando la iglesia de Inglaterra por causas políticas se volvió anglo-católica y arminiana, sus luchas políticas produjeron el Acta de Tolerancia de 1689. En el mismo se reconocía la libertad religiosa en Inglaterra para los diversos grupos de protestantes. Nosotros somos herederos de tales libertades a través de la Carta de Derechos americana y puertorriqueña. Pero esas libertades se adquirieron por medio de las guerras de religión.

3.  Una increíble literatura evangelística, pastoral y de vida práctica posiblemente jamás superada por ninguna generación de cristianos ni antes ni después de ellos. Sus escritos son leídos con gran avidez por muchos hoy día. Al punto que RC Sproul consideraba sus escritos como proféticos para hoy día. Paul Washer dice: Es con la más grande urgencia que motivo a los jóvenes cristianos a leer los puritanos. John Piper: los puritanos fueron las sequoias (Redwoods) teológicas y devocionales del mundo occidental. Los mejores cirujanos del alma. Kevin Deyoung: Siempre he encontrado sus escritos edificantes y profundamente espirituales. No encontrarás mejores médicos del alma.

            De los escritos de ellos y del ejemplo de sus vidas hay mucho que podemos aprender. La iglesia de Cristo se ha empobrecido muchos al no estudiar los escritos de estos Redwoods espirituales. ¿Qué nos pueden enseñar?

III. ¿Qué principios espirituales nos pueden enseñar? 

            Hay varias sendas antiguas que los puritanos ingleses nos pueden ayudar según la Palabra de Dios. ¿Cuáles son algunas de esas sendas antiguas?

1. Una visión holística de la vida cristiana.

            ¿Qué significa eso? Significa que la vida cristiana es un todo. No debemos separar ninguna área de nuestra vida del poder santificador de Dios. Yo he conocido personas que son excelentes en su trabajo. Que son excelentes en cómo manejar problemas con compañeros del trabajo y que saben cómo ganárselos con paciencia, con dulzura, etc. Pero no aplican tales principios en el hogar. Entonces son muy rudos e impacientes con la familia.

            Los ministros puritanos nos pueden ayudar a ver en la práctica lo que es una visión holística, toda integrada de la vida cristiana. Toda nuestra vida le pertenece a Dios. No hay área de nuestra vida en la cuál Dios no diga es mía porque “El la compró con la sangre de Cristo” (1 Corintios 6:20). Y debemos procurar en la vida práctica lo que Pablo nos enseña en 1 Corintios 10:31 “31 Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios”. No hay nada trivial en nuestra vida fuera del poder santificador de Dios.

2. La total suficiencia de las Escrituras.

            Los puritanos ingleses eran maestros de la Palabra de Dios. La leían, la estudiaban, la memorizaban, meditaban en ella y buscaban la dirección del Espíritu Santo por medio de ella. Si había alguna duda sobre qué hacer por ejemplo en cómo corregir a un niño rebelde, ellos iban a la Palabra de Dios a buscar dirección en la fuente misma de la sabiduría: la divina. Y por tanto sabían que el libro de Proverbios fue dado como una guía para vivir la vida del pacto según la revelación de Dios. Iban a los pasajes claves sobre la crianza de sus hijos y buscaban la dirección de Dios allí. Y se preguntaban: por qué mi hijo está tan rebelde. Efesios 6:4 nos dice: “4 Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor”. Y ellos se auto-examinaban y se preguntaban: Dios me dice que no provoque a ira a mis hijos. Es posible que yo, como padre, haya provocado a ira a mis hijos. ¿Cómo se provoca a ira a los hijos? Pablo nos dice cuando no les damos la disciplina y amonestación que Dios aprueba. Tal vez he sido muy suave o tal vez muy fuerte con ellos. O le he modelado una vida cristiana contradictoria (digo una cosa y hago otra), etc. Y este autoexamen es con miras a ver nuestras fallas para corregirlas en la dependencia y sabiduría de Cristo. Porque es en El que están escondidos “todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento”. (Colosenses 2:3).

3. Un sentido de la grandeza, hermosura, exaltación del gran Dios Trino y uno que adoramos.

            ¿Qué querían decir con esto? El único Dios que satisface, salva y trae verdadera paz a nuestras vidas es el Dios verdadero tal y como El se ha revelado sin domesticarlo. En la revelación completa de la Biblia allí podemos encontrar lo verdaderamente grande, hermoso, paciente, todo poderoso, cercano, incomprensible, lleno de gracia y verdad que es Jehová Dios de los ejércitos. Y los puritanos ingleses no descansaban en escudriñar las Escrituras y presentar con lujo de detalles la aseidad de Dios. El es único en su clase. Y no hay Ser más excelso y maravilloso que Dios. Qué pasaje más maravilloso que Romanos 11:33-36 “33 ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! 34 Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? 35 ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? 36 Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén”. Y este otro. Salmo 34:18-20 “18 Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; Y salva a los contritos de espíritu. 19 Muchas son las aflicciones del justo, Pero de todas ellas le librará Jehová. 20 El guarda todos sus huesos; Ni uno de ellos será quebrantado”.

4. La hermosura y perfección de la Persona de Cristo y de su Obra de salvación.

            Los puritanos ingleses nos pueden ayudar a quedar cada día más enamorados del Señor Jesús. De su gloria, sus perfecciones, su hermoso amor por las almas de sus hermanos aquí en la tierra. Thomas Goodwin, ministro puritano congregacionalista dijo: “Si yo subiera a los cielos y entrara que Cristo no está allí, saldría de allí inmediatamente, porque el cielo sería el infierno para mí sin Cristo”.  

5. El sentido de ver todas las cosas desde la perspectiva de la eternidad.

            ¿Qué querían decir con esto? Querían decir que lo importante no es quien prospera aquí en la tierra sino quien prospera en los cielos. Los tesoros que debemos hacer no son los de la tierra sino los de los cielos porque allí mora Cristo. Toda decisión en nuestra vida debe ser hecha con el pensamiento cómo ésta decisión es beneficiosa para mi salvación. Ese trabajo me acerca más a Dios o me aleja de Dios. Esa pareja que se gusta de mí me acercará más a Dios porque caminará conmigo y en una misma fe y sintonía o me alejará más de Dios. Esa casa que deseo comprar será casa de Dios y puerta a los cielos en donde Dios será adorado, en donde su Palabra será céntrica, en donde los hermanos serán siempre recibidos y un lugar cerca de mi iglesia o de una iglesia bíblica la cual no es necesariamente la iglesia más cerca de mí. Y todo ese análisis y meditación las tomaban saturadas de muchas oración y a veces acompañada de ayuno.

            Para finalizar. Alguien pudiera preguntarse, pero, estudiar los escritos y las vidas de los ministros puritanos ingleses no es poner nuestra mirada en los hombres y no en Cristo solamente. Y la respuesta es solo los podemos imitar en todo y en cuanto ellos sean imitadores de Cristo. Pablo dijo en 1 Corintios 11:1 “1 Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo”. Y Pablo habla bien de los tesalonicenses porque “6 …vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu Santo,”. (1 Tesalonicenses 1:6).

            El llamado de nosotros en nuestros días de tanta confusión doctrinal, teológica y ética es detengámonos, miremos y preguntemos por las sendas antiguas. Miremos y estudiemos cómo nuestros padres espirituales entendieron y aplicaron la Palabra de Dios. Y veremos que nuestros padres espirituales: los ministros puritanos ingleses pueden ser una guía no perfecta pero rica de sabiduría espiritual que tanto la iglesia de Cristo: tú y yo necesitamos desesperadamente. Preparen sus mentes y corazones para aprender.  

Sermón: Mateo 12:46-50 El privilegio de ser familia de Jesús

Mateo 12:46-50 “46 Mientras él aún hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, y le querían hablar. 47 Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar. 48 Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? 49 Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. 50 Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre”.

 

            Una de las cosas que a mí me gusta hacer es recordar cómo eran las cosas del pasado. ¿Se acuerdan de la maquinilla? Obviamente nuestros hijos modernos no saben del dolor de cabeza al hacer los proyectos a maquinilla. Ellos nacieron en la era de las computadoras. El dolor de cabeza cuando casi a punto de terminar cometiste un error y tienes que taparlo con un papelito o “white out” y nunca queda presentable. ¿Se acuerdan cuando no había celulares y nadie se moría por eso? Ya hemos salido de esa época, pero nuestros hijos no pueden imaginarse esos tiempos. Para ellos las cosas han sido como lo son hoy día.

            Y nosotros también pudiéramos pensar, en la vida espiritual, que las cosas de ahora siempre han sido así. Lejos de la verdad. Hubo un tiempo en el pasado en el cual nosotros nos llamábamos lo-ammi y lo-ruhama. Lo-ammi (no pueblo mío) y lo-ruhama (no compadecida). Esos eran nuestros nombres delante de Dios. Ese era nuestro estatus antes de ser cristianos. Pero Dios nos ha dado un nuevo nombre. De ese cambio nos habla Jesús en este pasaje. Y lo veremos en tres puntos. 1. Fuera de la familia de Dios. 2. Dentro de la familia de Dios. 3. Viviendo como familia de Dios.

 

I. Fuera de la familia de Dios

            Miremos el contexto del pasaje V. 46-48 “46 Mientras él aún hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, y le querían hablar. 47 Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar. 48 Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?”. Lo primero que deseo que vean es que Jesús se haya en una casa. Hay gente reunida con él escuchando sus palabras. Mira cómo lo dice: “Mientras él aún hablaba a la gente,”. ¿Qué sucede entonces? Sucede que María y sus hermanos vienen a donde estaba Jesús y envían a alguien para que le de aviso a Jesús de que ellos están allí y desean verle.

            La escena es interesante hermanos. Piensa por un momento. Jesús ha estado enseñando la Palabra de Dios. Ya lleva tiempo haciéndolo y en ninguna de las veces se ve o se menciona o se insinúa que ellos han estado presentes. Mientras Jesús enseña a la multitud ni su madre ni sus hermanos han estado presente apoyando y aprendiendo de labios del maestro. Ellos están afuera mientras sus discípulos están adentro. ¿Por qué?

            Antes de contestar a esta pregunta tenemos otra que contestar brevemente. ¿Quiénes son esos hermanos? La iglesia católica romana dice que eran primos de Jesús o hijos de José, pero no hijos de María. La iglesia romana postula como dogma la Perpetua virginidad de María. ¿Qué podemos decir al respecto? Podemos decir varias cosas. En primer lugar, el contexto mismo nos lleva a concluir que el término hermano, aunque sabemos que se usa en la Biblia para referirse a parientes lejanos o cercanos, se refiere naturalmente a hermanos en sentido biológico. Nada en el contexto demanda que lo interpretemos distinto al sentido natural y normal de esa palabra. En segundo lugar, Mateo mismo nos enseña que luego de dar a luz María ella vivió una vida matrimonial normal en donde la sexualidad es parte esencial del matrimonio. En Mateo 1:25 se dice “25 Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS”. En tercer lugar, en ningún lugar en la Biblia se enseña que el estado de virginidad es más noble o santo que el estado matrimonial. Y, por último, de ser hermanos mayores de Jesús por parte de José entonces técnicamente Jesús no podría ser heredero del trono de David porque Jesús no sería el primogénito de José, según lo requiere la sucesión hereditaria.

            Ahora bien, regresando a lo que tenemos presente es el hecho de que ni María ni sus hermanos han estado presentes ni apoyando el ministerio de Jesús. ¿Por qué? Juan nos dice en Juan 7:2-5 “Estaba cerca la fiesta de los judíos, la de los tabernáculos; 3 y le dijeron sus hermanos: Sal de aquí, y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces. 4 Porque ninguno que procura darse a conocer hace algo en secreto. Si estas cosas haces, manifiéstate al mundo. 5 Porque ni aun sus hermanos creían en él”. Y en el pasaje paralelo de Mateo, Marcos nos dice algo con respecto a lo que pensaba su familia acerca de Jesús. Y posiblemente nos ayuda a entender el por qué María y los hermanos de Jesús querían hablar con él. En Marcos 3:20-21 nos dice “20 Y se agolpó de nuevo la gente, de modo que ellos ni aun podían comer pan. 21 Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera de sí”. Los suyos se refiere a la familia biológica de Jesús. No dice explícitamente María, aunque no la excluye.  Aparentemente la familia de Jesús había escuchado lo que estaban diciendo de Jesús los fariseos, los ancianos de Israel y demás líderes y llegaron a preocuparse de Jesús. Tal vez concluyeron que Jesús se estaba pasando de la raya y fueron a hablar con él. E hicieron algo incorrecto: interrumpieron la enseñanza de Jesús. Tal vez querían hablar con él aparte y preguntarle que les aclarara lo que están escuchando acerca de él. Pero esto podía esperar un mejor tiempo. Ninguno de ellos tenía el derecho de interrumpir la misión de Jesús.

            Si te das cuenta los hermanos de sangre de Jesús no creían en él. No eran sus seguidores. Y esto nos enseña una gran verdad: la salvación no se adquiere por nacimiento, ni por la sangre sino por medio de la fe en el Hijo de Dios. Los lazos de sangre y carne no nos hacen familia de Dios. No por tener hijos o nietos automáticamente nacen cristianos. La salvación no viene por la naturaleza sino por la gracia de Dios.

            Lo irónico de la vida es el hecho de que viviendo con Jesús y siendo su familia en la carne no eran su familia en el Espíritu. Estaban fuera de la familia de Dios, aunque convivían con el Hijo de Dios. Conocían de Jesús, pero no conocían a Jesús. Hermanos, por naturaleza nosotros somos lo-ammi, no pueblo de Dios. Es un error terrible que promueve la iglesia católica y algunos grupos evangélicos el decir que todos somos hijos de Dios. No es así. Todos somos criaturas de Dios. Pero no todos somos hijos de Dios. Jesús mismo nos dice en Juan 1:11-12 “11 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. 12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;”.   

            Pero, aunque por naturaleza nacimos fuera de la familia de Dios por la gracia de Dios en Cristo Jesús hemos sido adoptados y estamos dentro de su familia.            

II. Dentro de la familia de Dios

            V.48-49 “48 ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? 49 Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos”. Oh hermanos, qué gran honor y privilegio es ser madre, hermanas y hermanos de Jesús. Jesús nos enseña que por la fe en él y solo por la fe Dios nos adopta como sus hijos. Y entramos a ser parte de la familia de Dios.

            Oh hermanos, no nos olvidemos que este privilegio solo lo tienes tú y nadie más. Nadie goza de ese honor de ser de la familia de Dios excepto los cristianos. Nadie goza de todos los privilegios de ser familia de Dios excepto los que han rendido su corazón a Cristo totalmente. El privilegio de ser familia de Dios es una de las coronas sino tal vez la corona mayor que Dios nos ha dado.

            Pero hay algo sumamente importante que Jesús desea que entendamos. Al señalar a sus discípulos como su madre y sus hermanos, Jesús nos enseña que los lazos de la familia de la fe son no solo más profundos, sino que transcienden hasta la misma eternidad. Solo la familia de la fe permanece para siempre. Todos los demás lazos terminan en la muerte, pero no los lazos de la familia de la fe. Algún día mi esposa dejará de ser mi esposa, pero nunca dejará de ser mi hermana en la fe.

            La iglesia es una familia que permanece para siempre. Nadie debe sentirse solo, porque todos nosotros somos hermanos, hermanas y madres los uno de los otros. Esta es una de las glorias del evangelio: de aquellos que no éramos pueblo de Dios por la sangre de Cristo hemos sido adoptados en la familia de Dios. Y de aquellos que no merecíamos recibir compasión por nuestro pecado Dios por su gracia en Cristo ha derramado su compasión y nos ha salvado. No ha adentrado a su familia. Nos ha hecho uno de sus hijos. Todos somos hijos por la fe sin importar la raza, la nacionalidad, la condición económica, ni la educación.

            Y ahora que somos hijos de Dios, familia de Dios por la fe en Cristo Jesús qué nos queda sino vivir como lo que somos: la familia de Dios.

III. Viviendo como familia de Dios

            V. 50 “50 Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre”. Todos los creyentes son la familia de Dios. Todos y cada uno de ellos. Y nos dice Jesús cómo podemos conocer a quienes son de la familia de Dios. Estos son los que con sinceridad hacen la voluntad de Dios Padre que está en los cielos.

            En las palabras de Jesús está incluida la fe. No es que para convertirnos en la familia de Dios debemos hacer la voluntad de Dios como si la base para convertirnos en familia de Dios, sus hijos, descansa en nuestras obras. Esa no es la idea. El énfasis de Jesús no es en la fe, aunque está incluida, sino que el énfasis lo es en la evidencia de una fe genuina. Esa fe genuina la reconocemos por ser una fe obediente. La Biblia lo enseña muchas veces. Juan 15:14 “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando”. Lucas 8:21 “21 Él entonces respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la hacen”. En otras palabras, nadie tiene el derecho de considerarse hijo de Dios, familia de Dios, a menos que con sinceridad busque cumplir todos los mandamientos de Dios. Esa es la evidencia de haber nacido de Dios. Esa es la evidencia de ser hijos adoptivos de Dios: el buscar obedecer todos sus mandamientos.

            Y que honor tan grande el ser familia de Dios.

            Dos aplicaciones finales hermanos:

1. Aunque los hermanos de Jesús no creían en él mientras él vivía luego de la resurrección ellos creyeron en Jesús. Lo sabemos porque los vemos en el culto de oración que la iglesia hacia antes de Pentecostés. Hermanos, nunca perdamos la esperanza en nuestros familiares que no conocen al Señor. Continuemos orando por ellos. Sigamos hablándoles de Cristo y de la necesidad que tienen de convertirse al Señor. Dios puede hacer todavía la obra aunque parezca ser imposible.

2. No te olvides quien eres por la fe en Jesús. Eres de la familia de Dios. Eres su madre o hermana o hermano. Eres del círculo íntimo de Jesús. No te avergüences de decir que eres de Cristo. No te avergüences de vivir como seguidores de Cristo. ¿Sabes por qué? Porque él no se avergüenza ni se avergonzará jamás de llamarte su hermano. Como dice Hebreos 2:11 “11 Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos,”. Por tanto, se fiel al amor que tu hermano ha derramado por ti. Él es tu hermano mayor busca de él consejo. El es tu hermano mayor, imítalo. Él es tu hermano mayor que ha derramado su sangre para limpiarte de todos tus pecados. Corresponde a su gracia en obedecer celosamente a los mandamientos de nuestro Padre que está en los cielos. ¿Cómo va tu vida de obediencia? ¿Cuán celoso eres en buscar obedecer todos los mandamientos de Dios? Nadie puede decir yo soy de Cristo, yo soy de la familia de Dios y heredero de los cielos a menos que lo demuestre en obediencia a la voluntad de Dios. ¿Medita en esto?

Sermón: Mateo 12:43-45 El peligro de una conversión a media

Mateo 12:43-45 “43 Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla. 44 Entonces dice: Volveré a mi casa de donde salí; y cuando llega, la halla desocupada, barrida y adornada. 45 Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero. Así también acontecerá a esta mala generación”.

 

            Tenemos ante nosotros una parábola de labios del Señor Jesús. Pero esa parábola está basada en realidades. Jesús nos enseña por medio de las parábolas principios espirituales. Y un principio espiritual que Jesús nos enseña aquí es la realidad de la existencia de Satanás y su obra en controlar y poseer las vidas de seres humanos. Satanás, el príncipe de los demonios, es un ser real. El tienta, acusa y posee las vidas de seres humanos. El anda como un león rugiente a quien devorar. Los creyentes pueden ser atacados por demonios. Los no creyentes pueden ser poseídos por demonios. Y porque eso es cierto y es una realidad Jesús utiliza esa realidad para enseñarnos verdades espirituales.

            ¿Qué tenemos aquí? Tenemos una advertencia de parte de Jesús. Él nos habla acerca de un peligro real. Esto no es algo imaginario. Esto no es un cuento de hadas. Esto no es fantasía. Nos habla de algo sumamente triste. Nos habla de una posesión. No habla de una reposesión. Y nos habla de un estado peor. Así que sus palabras son sumamente serias. Y así debe ser tomada por todos aquellos que leen o escuchan esta parábola. Hay tres cosas que podemos ver y aprender de esta perícopa, de esta pequeña porción de la Palabra de Dios. Jesús nos habla de una terrible tragedia, de un terrible remedio para enseñarnos de una gloriosa salvación.

            Veamos cada uno de ellos. En primer lugar: una terrible tragedia.

I. Una terrible tragedia

            V. 43 “43 Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla”. ¿Por qué Jesús está hablando sobre posesiones demoníacas? Bueno si ustedes recuerdan Jesús había sanado a un hombre poseído de un demonio que provocaba que ese hombre fuera ciego y mudo. Y tan pronto Jesús lo libera de la posesión el hombre ve y oye. Lo vimos en el versículo 22. Y esto provocó advertencia del peligro de blasfemar contra el Espíritu Santo.

            Así que Jesús aquí nos cuenta esta parábola en la cual Jesús compara a la nación judía o a esa generación que vivía en ese momento como a un hombre poseído por Satanás.

            ¿Cuál es la idea detrás de todo esto? La idea es que todos nosotros por venir a este mundo con una naturaleza corrupta somos esclavos de Satanás. No que cada ser humano está poseído por Satanás o alguno de sus demonios, sino que todos nosotros desde que venimos a este mundo somos esclavos de Satanás. Así lo describe la Biblia. Por ejemplo si buscamos en Efesios 2:1-3 “1 Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, 2 en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, 3 entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás”. Antes de que Cristo nos diera vida estábamos muertos en nuestros pecados y delitos. Y en ese estado de vida caminábamos. Vivíamos en el camino del pecado. Seguíamos la corriente del mundo. Éramos como peces arrastrados voluntariamente por la corriente del mundo. Y esta vida de pecado era en conformidad al príncipe de la potestad del aire. Este es un título de Satanás. Y todos nosotros vivimos en un tiempo haciendo los deseos de nuestra carne y de los deseos de nuestros pensamientos pecaminosos y éramos por tanto hijos de ira. Herederos de la ira de Dios.

            Esa es la vida de todo ser humano que viene a este mundo. Esa es la vida de todo aquel que nace en este mundo. Nuestra vida antes de Cristo era como uno que estaba poseído por Satanás. Por uno poseído por un espíritu inmundo. Un espíritu sucio que lo que busca es robar, matar y destruir. Y busca que los seres humanos se revuelquen en la suciedad del pecado. ¡Que terrible tragedia!

            Y aunque no todos los seres humanos son poseídos físicamente por Satanás todo nosotros somos esclavos de Satanás. Esa es una de las condiciones de haber caído en el estado de pecado y de miseria que hemos caído en Adán al pecar contra Dios. Ese es el estado del mundo. Esa es la condición de la sociedad en que vivimos. Esa es la condición de todos aquellos que no tienen a Cristo morando en su corazón.

            Pero aquí hay algo que sucede. Aparentemente esta persona, así poseída, logra que ese espíritu inmundo lo abandone. Ese espíritu “sale del hombre”. Y nos dice que ese espíritu “anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla”. Aquí hermanos, debemos tener cuidado y no estirar demasiado la parábola para que diga cosas que no son. La idea es que el demonio solo haya paz dentro del hombre. Solo haya paz cuando busca destruir. Pero ese espíritu ha salido. Ha habido un remedio. Pero si te das cuenta por la parábola ese remedio resultó uno terrible. Este es nuestro segundo punto. Un terrible remedio.

II. Un terrible remedio

            V. 44-45 “44 Entonces dice: Volveré a mi casa de donde salí; y cuando llega, la halla desocupada, barrida y adornada. 45 Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero”. ¿Qué es lo que ha ocurrido? El pasaje no nos da todos los detalles. Recuerda que es una parábola. Nos dice que la vida de ese hombre y que era la casa de Satanás ha sido barrida, ha sido adornada pero no ha sido ocupada. Está desocupada.

            ¿Cómo ocurre esto? Esto ocurre cuando hay reformas y cambios en la vida de una persona, pero esos cambios no son completos. Ha habido una “conversión” parcial. Los judíos han recibido la ley de Dios. Ellos eran custodios de los oráculos de Dios. Nos dice Pablo en Romanos 9:4-5 que de ellos son “la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas; 5 de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén”. Y esto provocó cierta reforma, ciertos cambios. La casa fue barrida, adornada, pero seguía desocupada. ¿Por qué? Porque Cristo no moraba allí por su Espíritu.

            Eso mismo ocurre con muchos de los que escuchan el evangelio. Muchos escuchan el evangelio y hacen cambios drásticos en sus vidas. Algunos dejan de fumar, de beber, se separan de sus amantes, etc. Hacen cambios enormes en sus vidas. Y procuran adornarlas. Muchos se unen a las iglesias, o comienzan a practicar un deporte. Ponen en orden su trabajo. Le dedican más tiempo a sus familias. Se apartan de ciertos pecados que saben que los pueden destruir. Pero tales cambios y reformas se basan en el temor a perder el control o su familia, o el trabajo, o la reputación, o temor a sus padres, etc.

            Lo mismo ha ocurrido con hijos de padres creyentes. Han escuchado el evangelio desde niño o por muchos años. Y en virtud de tales enseñanzas han ordenado sus vidas. Son buenos muchachos, trabajadores, personas de la casa, no dan mucho que hacer ni causan muchos problemas. Aprender a hablar como cristianos Aprenden a conducirse como cristianos.

            Pero Jesús nos advierte. Si eso es todo el cambio que hay en tu vida. Si todo lo que hay en tu vida es una conversión a media. Si luego de escuchar el mensaje del evangelio no ha habido una profunda, radical y total conversión tu vida, entonces, lo que va a ocurrir es semejante a la morada de ocho demonios terribles morando en tu vida. Y entonces nos dice Jesús “y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero”. ¿Por qué peor? Porque toda aquella reforma, todos aquellos cambios, toda aquella conducta corregida no fue producto de la obra de santificación. No fue hecha en el poder del Espíritu Santo. Fue una restricción auto impuesta en la cual no ha habido gozo. No ha habido deleite en la santificación. Porque no hay santificación en sus vidas. Hay restricción y como no es por amor a Dios tal restricción es una cárcel para esa hora. Y luego que esa persona se canse y si hastíe entonces ocurre lo peor. Muchos se entregan a pecados mayores que los anteriores. Otros se hacen insensibles al mensaje del evangelio. ¿Por qué? Porque esa casa barrida y adornada no fue ocupada por Jesús por medio del Espíritu Santo.

            El apóstol Pedro habla exactamente de esto mismo en su carta. En 2 Pedro 2:20-22 “20 Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero. 21 Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. 22 Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno”.

            Eso les ocurrirá a aquellos que han tenido una conversión parcial. A aquellos que han dado su manos y pies al evangelio, es decir, hacen cosas por el evangelio: ayudan, sirven, pero no han dado su corazón a Cristo.

            Y Jesús les advierte a los judíos de esto mismo cuando les dice: V. 45 “Así también acontecerá a esta mala generación”. Entonces sus reformas se transformarán en un odio al Señor Jesús que los llevará a pedir su muerte.

            Pero no todo queda ahí. Esta parábola nos enseña también acerca del poder del evangelio, del poder salvador de Cristo Jesús. Y nos habla acerca de una gloriosa salvación.   

III. Una gloriosa salvación

            Esta parábola nos lleva inevitablemente a los versículos del 28-30 “28 Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios. 29 Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa. 30 El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama”.

            Hermanos, nosotros por naturaleza éramos como hombres y mujeres poseídos por Satanás. Éramos esclavos de los delites. Éramos esclavos de Satanás y éramos esclavos del pecado. Pero Jesús nos convirtió por medio de su Espíritu Santo. Y es como si Jesús clamara en las palabras de Marcos 9:25 “yo te mando, sal de él, y no entres más en él”. Jesús es más fuerte que Satanás. Con su obra en la cruz El pagó por nuestro rescate. Y por la obra del Espíritu de Cristo El nos ha hecho nuevas criaturas. Ahora somos templo de Dios porque el Espíritu Santo mora en nosotros. Ahora tenemos deleite en hacer la voluntad de Dios. Ahora deseamos ser cada día más santos. Ahora es nuestro gozo adorar a Dios. Ahora podemos hacer morir lo terrenal en nosotros porque Dios produce en nosotros el querer como el hacer por su buena voluntad. Ahora nos apartamos del pecado porque amamos la santidad.

            Ahora bien, ¿Qué nos quiere enseñar Jesús con todo esto? Nos quiere enseñar que no podemos estar a medias con Jesús. O abrazamos su evangelio con todo el corazón y con todas nuestras fuerzas. O “hubiera sido [mejor] no haber conocido el camino de la justicia”. Jesús dijo: “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama”. No hay lugar para términos medios. Dios se quejó de su pueblo en Oseas 7:8 cuando dijo: “Efraín fue torta no volteada”. Fue una torta que no se puede comer porque no fue totalmente cocinada. Una media conversión no salva a nadie. Una reforma sin regeneración no te lleva a los cielos. ¿En cuál estado espiritual te encuentras?

Sermón: Hechos 2:41-47 Las Marcas de un Cristiano Saludable (parte 2)

Hechos 2:41-47 “41 Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. 42 Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. 43 Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. 44 Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; 45 y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. 46 Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, 47 alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos”.

 

            Uno de los énfasis en nuestra cultura lo es el cuidado de la salud. Cientos de revistas y aplicaciones para teléfonos inteligentes están diseñadas en proveer ayuda para cuidar nuestra salud física. Y yo diría que todos estamos de acuerdo en que es necesario que nos ocupemos en cuidarnos. En buscar preservar la buena salud que tengamos y en mejorar nuestra salud si ésta ha decaído.

            De eso es que estamos hablando aquí. Nosotros tenemos un hombre interior. Poseemos un alma en vital unión con el Señor Jesús. Y esa alma hay que alimentarla correctamente. El bienestar de nuestra alma guarda relación con el servicio que le debemos a Dios como nuestro Dios y nuestro Padre salvador en Cristo Jesús. Nuestra paz, nuestra alegría en tiempos difíciles, nuestra fortaleza y nuestra santificación están inseparablemente conectada con nuestra salud espiritual.  La misión de la iglesia, tu testimonio cristiano ante el mundo y ante tu familia dependen de la salud espiritual de cada uno de nosotros. La glorificación de Dios se da en el contexto de llevar mucho fruto. Y este fruto es producto de una vida cristiana saludable en íntima comunión con Cristo y en la dependencia del Espíritu Santo.

            El domingo pasado comenzamos a estudiar este tema. Y vimos que según Hechos 2:41-42 las marcas de una vida cristiana saludable y que son a la vez las marcas de un miembro saludable de la iglesia de Cristo son que éste: 1. Posee una recepción correcta del evangelio. 2. Persevera en el estudio de la doctrina bíblica. 3. Posee una sana participación de la vida familiar eclesiástica. 4. Participa consistente y responsablemente de los servicios de la iglesia. 5. Está involucrado a la tarea evangelística.

            El domingo pasado solo pudimos cubrir los primeros dos puntos. Y en aquel momento dijimos que solo un genuino creyente, verdaderamente regenerado, sanamente convertido es el único que puede vivir la vida cristiana que agrada a Dios. “Porque sin fe, es decir, [sin fe salvadora] es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:6). Nada de lo que hace el no creyente es hecho para la gloria de Dios. La vida de Dios no existe en su corazón. No hace las cosas espirituales por amor a Dios porque el amor a Dios no mora en su corazón. Así que lo primero que tiene que hacer una persona así es preguntarse: ¿he recibido el evangelio de una manera correcta? ¿Realmente me he arrepentido de mi vida pasada? ¿He recibido a Cristo como el Rey y Amo de mi vida? ¿Descanso para la salvación en los méritos de Cristo sola y exclusivamente?

            La segunda mara que estudiamos fue que un creyente saludable procura recibir y estudiar la doctrina cristiana hasta el punto de ser un maestro de esa Palabra. Obviamente no al nivel pastoral. Obviamente hablamos, como habla el libro de hebreos, de aquellos que llevan tiempo en la fe cristiana. Ahora bien, seas tú un recién convertido en tu juventud o en tu ancianidad, la meta es la misma: es crecer constantemente en el estudio de la Palabra de una manera significativa; de una manera cabal, según tus capacidades intelectuales. Hacer nuestra la resolución #28 del famoso ministro puritano Jonathan Edwards: Resolución #28: “Estoy resuelto a estudiar las Escrituras tan firmemente, constantemente y con frecuencia, al punto de que pueda encontrar y plenamente percibir, que estoy creciendo en el conocimiento de ella”. Hermanos, esta es la voluntad de Dios para tu vida. Y esta es también la obra del Espíritu Santo en tu vida. Dios como buen Padre que es desea que nosotros sus hijos crezcamos y maduremos en la fe. Les hablo a ustedes padres que comparten ese mismo deseo por sus hijos: verlos crecer, madurar física y mentalmente, no para mí sino para Dios. Y procurar darle buena alimentación, preverle tiempo de ejercicio y re creación pero también tiempo de estudios y de diversas tareas para enseñarles a que se dirijan al hombre y mujer que deben ser. Y los jóvenes deben desean ir creciendo y madurando para que se conviertan en hombres y mujeres de provecho, buenos cristianos para Dios y la iglesia, pero también buenos ciudadanos, buenos padres fundando todas sus decisiones en la Palabra de Dios.  

            Ahora bien, cuáles son las otras tres marcas de un cristiano saludable según Hechos 2:41-41. La tercera marca de un cristiano saludable que es la misma para un miembro saludable de la iglesia de Cristo lo es: que posee una sana participación de la vida familiar eclesiástica.  

III. Posee una sana participación de la vida familiar eclesiástica

            V. 42 “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros”. Ya vimos que en el versículo 41 los que recibieron la Palabra del evangelio predicada por el apóstol Pedro se unieron a la iglesia. ¿Cómo lo hicieron? Lo hicieron por medio del bautismo. Fue algo inmediato. Unirse la iglesia por medio de la membresía no es una opción para un cristiano. Es el deber de todo cristiano hacerlo. Y es también el fruto natural de la obra del Espíritu Santo en el corazón de todo genuino creyente. ¿Por qué digo esto? Porque este es el fruto de Pentecostés. Lucas aquí describe a la iglesia llena del Espíritu Santo.   Y tal devoción a la enseñanza de los apóstoles e incorporación a la membresía de la iglesia visible es la obra del Espíritu Santo. Por eso nos dice que “y se añadieron aquel día como tres mil personas”. ¿Se añadieron a qué?  Se añadieron al número de los discípulos. Se añadieron a la comunidad de la iglesia. A la congregación de los 120, que eran en ese momento la iglesia.

            El bautismo da inicio al discipulado cristiano a cargo de los líderes de la iglesia. Eso lo podemos ver en la Gran Comisión en Mateo 28:19-20. La iglesia ha sido comisionada a hacer discípulos, seguidores y estudiantes de todo lo que Cristo ordenó. El bautismo marca el inicio del discipulado cristiano y la solemne admisión de la persona bautizada a la iglesia visible de Cristo. Es el testimonio de lo que Dios ha hecho para salvarnos por medio de la sangre de Jesús. Pero también es el testimonio de su entrega a Dios por medio de Jesucristo para caminar una vida nueva.

            Pero ellos no solo se hicieron miembros de la iglesia por medio del bautismo, sino que entraron a la vida misma de la iglesia.  Ellos perseveraban, se adherían en cuerpo y en alma, con todo lo que tenían a la vida familiar eclesiástica. Ellos se veían como lo que eran: la familia de Dios. No de nombre sino de hecho y en verdad. Ellos no asistían de una manera desconectada. Ellos vivían como una nueva familia: cuyo Padre es el mismo para todos y cuyo Salvador Jesús es su hermano mayor. Y todos se trataban como hermanos. Abrían sus vidas y su corazón para compartir con ellos. Eran una verdadera familia. Ellos perseveraban en la comunión, en el griego en la koinonía, en la unión en conjunto unos con otros, como fruto de su koinonía con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Ellos daban y recibían. Abrían sus casas, compartían sus necesidades.

            Mira cómo se describe la vida de la iglesia. V. 44 “44 Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; 45 y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno”. No estamos diciendo que la comunidad de bienes es lo que debemos practicar en la iglesia. Eso fue algo especial, obra del Espíritu Santo. Pero sí podemos ver en la realidad práctica lo que es la comunión de los santos. Ellos compartían todos juntos. No había grupitos en donde nadie sino unos pocos cabían. Había una unidad real. Compartían sus cosas. No había un individualismo. Ni la práctica de que estoy cerca físicamente pero lejos en mi amor por mis hermanos. Velaban por las necesidades de los demás hermanos. Daban de su dinero para satisfacer las necesidades de los hermanos. Se preocupaban por cada uno de ellos. Velaban por las viudas. Velaban por los huérfanos. Lloraban con los que lloraban y reían juntos con los que reían. Conversaban constantemente. Todo parte de la comunión de los santos.

            Un creyente saludable espiritualmente tiene una sana participación de la vida de la iglesia. El sabe que la voluntad de Dios es salvar a una iglesia o no meramente individuos. Que Cristo dio su vida por la iglesia. Que la iglesia es la familia de Dios. Que hay una unidad en el Espíritu que debemos fomentar y cuidar. Que todos somos hermanos unos de otros y de cada uno. Que todos somos miembros los uno de los otros. Que debemos amar, ayudar y cuidar a cada uno de nosotros porque Jesús ama, sostiene y cuida a cada uno porque somos sus ovejas. Por eso la obra de salvación implica que Dios nos une a un cuerpo. Que nos lleva a conocernos y amarnos a quienes tal vez jamás hubiéramos conocido y jamás nos hubiéramos movido a amarnos. El creyente saludable busca maneras no solo de estar presente sino de darse totalmente a sus hermanos porque Cristo se dio totalmente por cada uno de nosotros.

            Pero eso no es todo. La cuarta marca de un cristiano saludable y que es a la vez la marca de un miembro saludable de la iglesia es que participa consistente y responsablemente de los servicios de la iglesia.

IV. Participa consistente y responsablemente de los servicios de la iglesia

            V. 42 “42 Y perseveraban… en el partimiento del pan y en las oraciones”. Así que no solo un creyente saludable es dado a oír la predicación y enseñanza apostólica de parte de los ministros del evangelio, y procuraban aprender cabalmente todo lo que Dios nos enseña en la Palabra sino que también abrían su casa, su corazón y su vida a la vida de los hermanos.

            También perseveraban en el partimiento del pan. ¿Qué significa esto? Algunos entienden que se refiere a los ágapes o a las celebraciones o comidas que realizaban en común los cristianos. Y mencionan el ejemplo en el versículo 46 donde dice: “y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón,”. De esto ser así entonces es otro ejemplo de la koinonía o comunión los unos con los otros.

            Hay otros que entienden que a frase se refiera a la Santa Cena. Y yo entiendo que esa explicación hace más sentido. ¿Por qué? Porque Lucas está enumerando las actividades que se realizaban en los servicios de la iglesia. Allí predominaba la predicación, la comunión de los santos y las oraciones. Además, la frase se usa en la Biblia para referirse a la celebración de la Santa Cena según el ejemplo de Jesús en Mateo 26:26 “Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo”.  Y que esa frase se usó para referirse a la Santa Cena. Lo tenemos mencionado por Pablo en 1 Corintios 10:16 “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?”.

            Así que la iglesia perseveraba en la celebración de la Santa Cena. Y de las oraciones. La palabra oraciones es en plural denotando los diversos cultos de oraciones realizados por la iglesia. El libro de Hechos menciona más de 10 de esas reuniones por la iglesia. La iglesia era una iglesia de oración. Toda la iglesia se reunía como un cuerpo para orar los unos por los otros.

            Ahora bien. Si te das cuenta la iglesia era una iglesia de adoración. La celebración de la Santa Cena y las oraciones nos enseña que la iglesia era una dedicada a adoración en el templo y por las casas. En otras palabras, había adoración formal e informal. Ellos no rechazaron la iglesia como institución. No dijeron ya tenemos la necesario: el Espíritu Santo y la Biblia y nada más. No. Ellos se reunían cada día en el templo. Ellos se reunían a ciertas horas para orar como hacían los judíos. Tenías ciertas horas fijas para la oración. Y ellos suplementaron las reuniones del templo con reuniones espontáneas en sus hogares. V. 46 “46 Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón,”. Si te das cuenta las reuniones en los hogares era parte esencial de la vida de la iglesia primitiva.

            Así que un cristiano saludable es uno que está activo en los servicios de la iglesia. Participa consistente y responsablemente de los servicios de la iglesia. Ordena sus prioridades de su vida alrededor de la adoración a Dios en la casa de Dios. Ordena su tiempo para participar de los servicios de la iglesia. Procura estar presente en los cultos de oración. Procura estar presente toda vez que se da la Santa Cena. Para él la iglesia no es algo meramente de los domingos. Para él la iglesia es primeramente la comunión de los santos. Comunión primeramente con Dios en Cristo Jesús y por su gracia. Pero comunión también unos con otros. Es venir a aprender para poder enseñar y compartir con los demás hermanos. Es dar mi vida a mis hermanos. Auxiliarle en sus necesidades. Participar de sus vidas como hermanos. Es ser celosos en la participación de los medios de gracia. Si te das cuenta la iglesia es una en donde los medios de gracia: palabra, sacramentos y la oración son el fundamento para la edificación de la iglesia. Y no hace falta nada más.

            Pero también no es un creyente de domingos solamente. Se reúne con sus hermanos creyentes en sus casas para compartir y adorar a Dios. Y eso no era una carga sino motivo de gozo. Dice: “y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón”.

            La quinta marca de un cristiano saludable lo es su participación activa en la evangelización de los perdidos.

V. Es activo en la evangelización de los perdidos

            V. 47 “Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos”. O literalmente los que iban siendo salvados. Ahora bien, Lucas nos dice algo súper importante. Dios es el gran evangelista. Porque es El quien por medio de su Palabra y Espíritu atrae eficazmente a la fe. Pero hay algo importante que señalar. Dios obra a través de medios. Y el medio que Dios siempre utiliza para la salvación de pecadores lo es el testimonio de la iglesia. Los creyentes no se limitaron a venir a la iglesia para aprender, celebrar la Santa Cena y orar solamente. Ellos daban testimonio de la verdad. Ellos vivían la verdad y tal vida atraía a los inconversos. La iglesia predicaba el evangelio a los no creyentes. La iglesia oraba para Dios abriera puerta mientras se hacían milagros y prodigios por parte de los apóstoles. La iglesia era una iglesia misionera, una iglesia evangelística.

            Así que un creyente saludable espiritualmente participa activamente en la tarea evangelística. Ora por las almas que se pierden. Habla acerca de su fe. Invita a la iglesia. Regala biblias. Confiesa a Cristo delante de los hombres. Y esto por amor al amor salvador de Dios en Cristo Jesús. Porque ama a los pecadores. Y así como alguien les habló del evangelio y fue el medio para su salvación, de igual manera desea que otros se salven y no se pierdan en el infierno.  

            Ahora bien. A la luz de esta Palabra, cómo está tu vida espiritual. ¿Cuán saludable está tu vida espiritual? ¿Estás perseverando en estudiar con miras a dominar la Palabra de Dios? ¿Has abierto tu corazón a la vida de la iglesia? ¿Has procurado hablar y hacer amistad con otros hermanos o son siempre los mismos? ¿Participas activa y consistentemente de los cultos de oración de la iglesia? ¿Cuán importante es la celebración de la Santa Cena? ¿Cuán consistentemente eres en asistir a la iglesia? ¿Es adorar a Dios la prioridad número uno de tu vida por encima de lo demás? ¿Por quienes estas orando por su conversión? ¿Qué más puedes hacer por las almas que se pierden? 

            Este es el momento para auto-examinarnos. Este es el momento para pedir perdón a Dios por nuestras faltas. Pero tampoco es el momento para enorgullecernos. Quiera Dios que todos nosotros amemos como Cristo, hacer la voluntad de nuestro Padre. Que anhelemos siempre estar a solas con El en oración. Y ser como Jesús que siempre estaba presente cada día de culto en la reunión del pueblo de Dios. Y esto para la gloria de Dios y el estado espiritual de nuestra alma.

 

Sermón: Hechos 2:41-42 Las Marcas de un Cristiano Saludable Espiritualmente

Hechos 2:41-42 “41 Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. 42 Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones”.

 

            Yo siempre he dicho que hay por lo menos tres cosas importantes que hacer para mantenerse saludable físicamente: comer bien (saludablemente), hacer ejercicio y visitar al médico por lo menos una vez al año para un chequeo general.

            Lo mismo sucede en la vida cristiana. Todos debemos auto evaluarnos constantemente para ver cómo va nuestra vida cristiana. Y preguntarnos cómo yo estoy en mi relación con Dios, en mi relación con Jesús y en mi dependencia del Espíritu Santo. Y si mi caminar es digno de mi llamado.

            Fíjate que Pablo le dice a la iglesia de los corintios, a cada uno de ellos, miembros de esa iglesia, que se evalúen y se pregunten si son realmente cristianos. En 2 Corintios 13:5 “5 Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?”. Dice: examinaos. Haz un examen de ti mismo: de tu corazón, de tus motivos, de tu fe misma en el Señor Jesús, de la sinceridad de tu fe. Y probaos, es decir, concluye si la evidencia del examen pasa o no la prueba. Pregúntate: ¿Jesús está en mí? ¿Es El mi Dios y Señor, mi Profeta, mi Sacerdote, mi Rey? En otras palabras, Pablo desea que nos preguntemos si somos realmente convertidos. Eso Pablo le ordenó a la iglesia de los corintios.

            Y yo les hago esta pregunta: ¿Cómo tú estás espiritualmente? ¿Cuán sana está tu vida espiritual? La única manera de contestar a esta pregunta es colocándonos ante los rayos X de la Palabra de Dios. Es como cuando vamos al médico y le decimos que nos sentimos bien pero cuando nos examina nos dice: amigo, tienes la presión alta y le decimos: de veras yo no siento nada (y nos dice el médico por eso la llaman el enemigo silencioso). Y nos dice: tienes los triglicéridos altos, la azúcar está en pre-diabetis, etc. No lo sabíamos a menos que fuéramos a los laboratorios. Pues la Palabra de Dios es nuestro laboratorio espiritual. Y ésta nos ayudará a evaluarnos según los estándares de Dios y no del mundo ni de nuestra imaginación y criterios. Aquí los criterios que cuentan son únicamente los de Dios. Y al hacerlo nos ayudará a contestarnos ¿cuáles son las marcas de un cristiano saludable espiritualmente hablando? Y que son a la misma vez las marcas de un miembro saludable de la iglesia de Cristo. No podemos separar los uno de los otro. No lo podemos hacer. Un cristiano saludable será un miembro saludable de la iglesia. Deficiencias en nuestro caminar en la iglesia es fruto y consecuencia de nuestra deficiencia espiritual.

            Y del pasaje podemos ver por lo menos 4 puntos. Y estos son: 1. En su recepción correcta del evangelio. 2. En la perseverancia de la recepción y estudio de la doctrina bíblica. 3. En la participación de la vida familiar eclesiástica. 4. En la participación consistente y responsable de los servicios de la iglesia. Hoy solamente veremos dos de estos puntos.

            Así que, ¿cuáles son las marcas de un cristiano saludable espiritualmente hablando? Esta se refleja en primer lugar…

I. En su recepción correcta del evangelio

            Hermanos míos, es imposible vivir la vida cristiana que Dios demanda si no hemos recibido correctamente el evangelio de salvación. Un muerto espiritual no puede actuar espiritualmente. Si no hay vida física no hay actividad cerebral, emocional, ni voluntaria. Solo los vivos pueden hacer estas cosas.

            De igual manera solo los que han recibido correctamente el evangelio de salvación son los únicos que pueden vivir la vida cristiana que Dios requiere de sus hijos. Regeneración y nuevo nacimiento es un prerrequisito indispensable. Por eso dice Lucas en Hechos 2:41 “41 Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas”. Los que recibieron su palabra. ¿Cuál palabra? La palabra del evangelio predicada por el apóstol Pedro en el día de Pentecostés. La palabra que declaraba que Jesús había sido entregado a la muerte por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, Hechos 2:23. Que su misión no fue por casualidad, sino que Jesús fue predestinado para dar su vida en rescate por muchos. Que Dios por medio de Jesús hizo milagros y portentos confirmando su ministerio de salvación. Que otra prueba de gozar del favor de Dios es que Dios lo levantó de entre los muertos. Que Dios lo levantó para que se sentara en el trono de David. Que su misión conllevó subir a los cielos y derramar el Espíritu Santo a su iglesia. Y aquel a quien ellos habían crucificado y por tanto son culpables de su muerte: Dios le ha hecho Señor y Cristo.

            En otras palabras, un creyente genuino es uno que recibe correctamente la palabra del evangelio, es decir, a Cristo Jesús como el Señor y el Cristo de su vida. Y no meramente dice que es cristiano, sino que lo es en verdad. Porque Cristo Jesús es su Salvador, su Dios, su Señor, su Amo, su Cabeza, su Esposo, su Rey, el alma de su vida, el gozo de su vivir. Y descansa en el sacrificio de Cristo y en su santidad para la justificación y el perdón de sus pecados. Y ha entrado en un pacto de fe y arrepentimiento, pero también en un pacto de obediencia y de servicio a Cristo. Lo vemos en Génesis 17:7-9 “7 Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti. 8 Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos. 9 Dijo de nuevo Dios a Abraham: En cuanto a ti, guardarás mi pacto, tú y tu descendencia después de ti por sus generaciones”. No solo Dios entró en pacto con Abraham, sino que además Dios requirió de Abraham que guardara su pacto y que procurara que sus hijos, nietos y demás descendientes lo guardaran.  Y lo vemos en el pasaje de Hechos cuando los que recibieron la palabra fueron bautizados y se unieron a la iglesia. Hermanos, la fe salvadora es una fe obediente. Por eso Calvino dijo comentando en Hechos 2:41 “aquí tenemos una declaración de la naturaleza y fuerza de la fe en la prontitud y en la alegre y voluntaria recepción de la Palabra. La fe debe comenzar con una disposición y deseo de obedecer”.

            Hermanos, este es el primer paso y sin este asegurado es imposible vivir la vida cristiana que Dios espera de cada uno de nosotros. Si es ese tu caso, si no has recibido correctamente el evangelio, te digo que jamás podrás vivir una vida cristiana saludable porque no existe vida espiritual en tu alma. Cristo no mora en tu corazón. Entonces no conoces lo que es la morada del Espíritu Santo en tu vida. Ni sabrás jamás lo que es la herencia de los santos en luz. No hay vida eterna en ti. Y aunque tal vez puedas parecerte a un cristiano, hablar como cristiano, caminar en muchas cosas como cristiano, realmente no lo eres. Eres como un cuadro hermoso que no tiene vida dentro de sí.

            Así que lo primero que necesitas tener presente es preguntarte: ¿He recibido el evangelio correctamente? ¿Soy genuinamente convertido? ¿Soy un cuadro más o hay vida espiritual en mi vida? ¿Poseo las marcas en mi vida de un genuino creyente? ¿Oigo la voz de mi Buen Pastor, le conozco y sigo sus Palabras fielmente?

            La segunda marca de un cristiano saludable espiritualmente hablando lo es:

II. En la perseverancia de la recepción y estudio de la doctrina bíblica

            Mira cómo se ve esto en el pasaje en la vida de la iglesia primitiva. V. 42 “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles”.

            Perseveraban significa según el Diccionario Vine: “ser firmes. Denota persistir firmemente en una cosa, y dando cuidado constante a ella”. Es ser constante. Es adherirse a algo. Es ocuparse constantemente de algo. Se utiliza de perseverar en la oración en Hechos 1:14 y Colosenses 4:2. Ellos recibieron y perseveraron en el estudio de la doctrina de los apóstoles o la enseñanza de los apóstoles. La iglesia primitiva era una iglesia apostólica. Fieles a la enseñanza doctrinal de los apóstoles.

            En otras palabras, un creyente saludable espiritualmente tiene una adicción por la Palabra. Hay hambre espiritual por esa Palabra. Desea como niño recién nacido esa Palabra. Persevera en estudiarla y no solo en leerla. El procura ir en dirección a ser un maestro de la Palabra de Dios. Sí, hermanos. En el sentido de ser un verdadero conocedor de toda la Palabra de Dios. No meramente conocer algo de la Palabra, sino que nos esforzamos en buscar ser maestros de la Palabra. Y esto es para todo creyente y no solo para los líderes. Por ejemplo, esa la amonestación que le da el autor de los hebreos a esos hermanos. Veamos Hebreos 5:11-12 “1 Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír. 12 Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido”. El autor tiene una queja con esos hermanos. No habla aquí de los líderes sino de la iglesia en su totalidad, de cada cristiano en particular. Y les dice: yo no puedo continuar hablando sobre este tema (del oficio sacerdotal de Cristo según el orden de Melquisedec) porque es difícil y ustedes se han hecho tardos para oír (lentos en aprender). ¿Por qué? Porque, aunque llevan mucho tiempo en el evangelio aún siguen siendo niños, en necesidad de leche y no de alimento sólido. Se supone que ellos ya debían ser maestros, didaskalos, la misma palabra usada de Jesús como el maestro. Debiendo ser maestros todavía son niños. Tú meta es ser maestro de la Palabra de Dios. Es decir, conocerla de tal manera que puedas decir yo tengo un conocimiento cabal de esa Palabra en su totalidad. Un conocimiento cabal del mensaje, de las doctrinas bíblicas, de los autores de la Biblia, de la historia de la Biblia. Un conocimiento cabal del AT y del NT. Y de la “historia salutis”, de la historia de la salvación.

            Un creyente saludable espiritualmente hace por sí mismo un estudio de la Palabra. Se pregunta cuanto yo sé del AT. ¿Yo sé quién era Sofonías? ¿Sé yo cuál es el mensaje principal del libro de Crónicas? ¿Puedo ver a Cristo en el AT?

            Tú meta es ser un maestro de la Palabra. Un conocedor profundo de esa Palabra.  No serlo después de años en la fe revela una deficiencia espiritual. Ese hermano estaría revejío espiritualmente hablando.

            El creyente que está saludable espiritualmente no solo sabe que es su deber estudiar la Palabra de Dios. Lo hace no solo porque es su deber sino también porque es su placer y deleite. Allí busca ver a Cristo Jesús en cada página de las Escrituras. Él sabe que toda la revelación tiene un solo mensaje: la salvación en Cristo Jesús. Y busca ver en cada libro de la Biblia cómo Cristo es revelado allí. Porque en última instancia: la biblia es la revelación de Jesucristo. Allí busca leer las Pde su Esposo. Y responde a esa Palabra como Dios espera: creyendo en sus promesas, obedeciendo sus mandamientos y temiendo a sus juicios.

            Hermanos, en esta era de tanta tecnología y de muchos buenos libros que salen a diario, no hay excusa para ser maestros de la Palabra. Cómprate una buena Biblia de estudio. Un buen diccionario. Compra comentarios bíblicos buenos. Hay comentarios técnicos, intermedios y comentarios generales muy buenos. Estos te ayudan a entender profundamente la Palabra de Dios. Por ejemplo, la serie de comentarios Romanos para ti, Jueces para ti, etc. Es una buena colección confiable para estudio. Hay una colección de libros en audio que te pueden ayudar.

            También puedes tomar notas del sermón expositivo de esta iglesia. Y entonces durante la semana puede estudiar el pasaje, meditar en él, buscar los pasajes citados e incluso reunirte con algún hermano para discutir el sermón predicado.

            Y no solo eso. El fin es conocer a Dios más y más. Como dijo John Milton: “el fin de todo aprendizaje es conocer a Dios y de este conocimiento amarle e imitarle”. Honrarle al honrar su hermosa Palabra. Es recibir a Cristo más y más por medio de esa Palabra. ¿Sabes por qué no nos parecemos más a Jesús? Porque su Palabra no es estudiada ni vivida como Dios espera de nosotros. Es ser hacedores y no solo oidores de esa Palabra. ¿Eres tú solo un oidor de esa Palabra o un hacedor de la misma?

            Tú meta es ser maestro de la Palabra. Es alimentarte de una buena dieta de toda la Palabra de Dios. Y no solo de los mismos libros y los mismos pasajes. Y aunque algunos los libros devocionales que hay son buenos jamás podrán darte todo el alimento que necesitas para crecer en todas las áreas de tu vida. Jamás. Solo las Escrituras decía John Flavel: “nos enseñan la mejor manera de vivir, la forma mas noble de sufrir y la forma mas consolable de morir”.

            Y yo te pregunto: ¿eres ya maestro de la Palabra de Dios? ¿Eres ya como dice el autor de hebreos “experto” en la palabra de justicia? ¿Eres maduro en el conocimiento de esa Palabra? ¿La estudias a diario? ¿Luchas contra la dejadez del estudio de la Palabra?  ¿Estás perseverando en la doctrina de los apóstoles? Hermanos, que la resolución de Jonathan Edwards sea hecha tuya y mía. Resolución #28: “Estoy resuelto a estudiar las Escrituras tan firmemente, constantemente y con frecuencia, al punto de que pueda encontrar y plenamente percibir, que estoy creciendo en el conocimiento de ella”. Esa actitud es la de un creyente saludable espiritualmente hablando.

            ¿Cuáles son las dos primeras marcas de un creyente saludable que son a la vez las marcas de un miembro saludable de la iglesia? La primera es un recibir correctamente el mensaje del evangelio. Es aceptar, recibir y descansar en Cristo solo para justificación, santificación y vida eterna en virtud del pacto de gracia. Y la segunda es dedicarnos totalmente y con firmeza en progresar en la recepción y estudio de la Biblia hasta el punto de ser maestros de la Palabra. Y de esa manera demostrarle a nuestro Dios en el poder del Espíritu Santo y por amor Cristo, yo “prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. Filipenses 3:14. Hasta que llegue “a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;”. Efesios 4:13. Y mi vida sea verdaderamente un trofeo de la gracia de Dios en Cristo Jesús. Amén.


 

 

Sermón: Mateo 12:33-37 Por sus frutos los conoceréis

Mateo 12:33-37 “33 O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo; porque por el fruto se conoce el árbol. 34 ¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. 35 El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. 36 Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. 37 Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado”.

 

            Hay un dicho popular en Puerto Rico que dice: dime con quién andas y te diré quién eres. ¿Cuál es la idea? La idea es que con quien te asocias dice algo de tus gustos y preferencias, de la clase de persona que posiblemente eres. Obviamente ese dicho no es absoluto y tiene sus fallas. Pero expresa una gran verdad bíblica: “33 No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres” (1 Corintios 15:33).  

            Y del pasaje que tenemos presente se podría sacar un dicho que diga: Dime cómo hablas y te diré quién eres. ¿Por qué? Dice Jesús en el versículo 34 “Porque de la abundancia del corazón habla la boca”. Dicho de otra manera: nuestras palabras revelan nuestro carácter. Y esto a su vez revela la necesidad de un cambio radical de nuestro corazón. Veamos cómo Jesús nos enseña esta gran verdad.

I. Nuestra verdadera naturaleza se revela por nuestros frutos

            V. 33 “33 O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo; porque por el fruto se conoce el árbol”. El contexto del pasaje es el mismo del tema anterior: la blasfemia contra el Espíritu Santo. Jesús continúa hablando y argumentando contra los fariseos. Y aquí les da una parábola. Y les dice que el fruto y el árbol van juntos. Y además: ustedes reconocen que he hecho algo bueno pero dicen que ese bien que he hecho al sanar al endemoniado ciego y mudo fue hecho por el poder de Satanás mismo. Jesús les dice que eso es absurdo. Ustedes están diciendo: hizo algo bueno pero El es una persona mala. ¿Cómo es eso posible? Y les dice: “33 O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo;” “O soy bueno porque hice bien o soy malo y por tanto haré el mal. Pero lo que hice fue bueno: sané a uno poseído por Satanás. Soy el único en el mundo que puede hacerlo. Lo libré de su esclavitud”. Por tanto, la conclusión a la cual deben llegar es: Jesús es bueno y esto evidencia que Él es el Hijo de David. Él es el Mesías. Solo Él es el Salvador del mundo porque nadie, absolutamente nadie puede hacer lo que Jesús hace. Y demuestra lo santo y puro que El es. ¿Por qué esa conclusión? “porque por el fruto se conoce el árbol”. El fruto es lo que hacemos y éste revela nuestra naturaleza. Revela nuestro hombre interior. Revela lo que hay en nuestro corazón. Revela quiénes somos realmente. No hay mejores rayos X en el mundo que lo que hacemos, pensamos y decimos. Esa es la mejor tabla de contenido del libro que es nuestro corazón. Nuestra naturaleza es revelada por nuestros frutos, por lo que hacemos.   

            Entonces Jesús aplica tal parábola a la oposición que los fariseos han levantado contra El y los insultos que los fariseos le profirieron. Y les dice que nuestras palabras revelan el estado de nuestro corazón.

II. Nuestras palabras revelan el estado de nuestro corazón

            V. 34 “34 ¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca”. Jesús aplica lo dicho a los fariseos. Y les dice: sus insultos y la blasfemia que dijeron contra el Espíritu Santo es evidencia de que su corazón es malo. Y les dice: “¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos?”. Ustedes no pueden esperar hablar lo bueno, a favor de Dios, a favor de mí, que soy enviado por Dios mismos, porque son malos. Ustedes no son otra cosa que una “¡Generación de víboras!”.

            Esta no es la primera vez que esa frase ocurre en la Biblia. Ya Juan el Bautista la había usado en contra de los fariseos y saduceos cuando fueron a espiarlo mientras bautizaba en el Jordán. Pero allí en Mateo 3:7 cuando usa esa frase “7 Al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les decía: ¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera?”, Juan el Bautista la usa para decirles acerca de su herencia familiar. En cambio, aquí Jesús lo usa para hablarles de su naturaleza semejantes a la de las víboras, es decir, venenosas. En otras palabras, Jesús les dice sus insultos y blasfemias demuestran que su naturaleza es venenosa como la de las serpientes. Ellos poseen un corazón corrupto.

            Ese, hermanos, es el testimonio de toda la palabra de Dios al describir la naturaleza humana. Por naturaleza los seres humanos, tú y yo, venimos a este mundo con un corazón corrupto. Por eso David podía decir en el Salmo 51:5 “5 He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre”. Hemos sido formados en maldad. Como si la maldad fuera la materia de la cual hemos sido hechos. Por eso el salmista dice en el Salmo 58:3 “3 Se apartaron los impíos desde la matriz; Se descarriaron hablando mentira desde que nacieron”. De aquí que el problema del ser humano lo es de adentro del corazón. Jeremías 17:9 “9 Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”. No es que la sociedad corrompe al ser humano, sino que el corrupto ser humano corrompe la sociedad. Y demuestra que la sociedad es corrupta porque somos corruptos. Esa es nuestra naturaleza.

            Jesús dice: “porque de la abundancia del corazón habla la boca”. La palabra abundancia aquí significa excedente, en inglés es el surplus. Tenemos tanto que excedemos la demanda. Tenemos de más. En otras palabras, en un corazón donde abunda el orgullo se manifestarán palabras orgullosas de muchas maneras. En donde predomina el enojo y la ira se manifestará en expresiones de ira. En donde abunda la lujuria se manifestará en expresiones vulgares y sucias toda vez que pueda. Tal vez cuando está en compañía de otros se controla, pero cuando está en compañía de sus seres queridos revela claramente lo que abunda en el corazón. Es en esos momentos que nosotros revelamos lo que realmente somos.

            Entonces Jesús añade: V. 35 “35 El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas”. La palabra tesoro aquí es [thesaurós] que significa almacén o tesorería y de ahí sale el término tesauro, ese tesoro abundante de palabras. Dice John MacArthur: “El corazón de una persona es donde atesora sus pensamientos, ambiciones, deseos, amores, actitudes y lealtades. Es la reserva de la cual la boca extrae sus expresiones”. Por eso nuestras palabras revelan el estado de nuestro corazón.

            Y ¿que revelan del estado de nuestra sociedad? Lo que oyes por todas partes son maldiciones, palabras soeces, lenguaje vulgar, insultos, palabras agresivas, mentiras, chismes. Todo ello revela el estado espiritual de la sociedad y revela el estado espiritual de los miembros de la sociedad. Y por tanto de la necesidad de un cambio radical de vida. Un cambio que solo Cristo puede lograr. Solo Dios puede cambiar nuestro corazón corrupto. Esto no es algo que se logra por mejor educación ni por mejorar la economía: subir los salarios de las personas, ni mejores trabajos, etc. Cosas que no son malas en sí mismas pero que no cambian el corazón caído del ser humano. Tampoco se logra por la sicología, ni por terapias, ni por mensajes positivistas, ni por practicar una religión con sinceridad sino por la obra omnipotente de Dios Espíritu Santo. Jesús le dijo a Nicodemo en Juan 3:3 “3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”.

            Luego Jesús nos habla de la seriedad del asunto. Los frutos revelan el tipo de árbol que es. Si el árbol es bueno su fruto es bueno, si el árbol está podrido su fruto es podrido. Nuestras palabras revelan el estado de nuestro corazón. Pero ahora Jesús nos dice algo más. Nos dice que no hay palabras insignificantes. Ya que seremos juzgados por nuestras palabras.

III. Seremos juzgados por nuestras palabras

            V. 36 36 “Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio”. Al final todos compareceremos antes el trono blanco de Dios. Todo el mundo: sean creyentes, ateos, de cualquier religión en el mundo, todos compareceremos a ser juzgados por el Juez justo de toda la tierra: el omnisciente Jehová. Y cada palabra ociosa que ha salido de nuestra boca “de ella darán cuenta en el día del juicio”. Todas nuestras palabras serán pesadas. Pero Jesús dice específicamente toda palabra ociosa. La palabra ociosa significa que no trabaja, que es inútil, que no produce fruto, que no edifica. No solo que es mala en sí misma, sino que no edifica a los que la oyeren. Diccionario BDAG: “es una palabra descuidad que por no tener valor es mejor que no se hubiera dicho”. De ella daremos cuenta.

            Y nos dice algo más que es espeluznante. V. 37 “Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado”. Aquí Jesús nos enseña algo importante. La palabra justificado es un término legal, forense, lenguaje de las cortes. Justificado es el opuesto a ser condenado. No significa hace justo sino declarar que alguien es justo según la ley. En otras palabras, seremos absueltos de condenación o seremos condenados por nuestras palabras. No es que seremos justificados por las obras. Si no que nuestras palabras revelarán el estado de nuestro corazón. Si nuestro corazón es uno que ha sido purificado por le fe en el Señor Jesús o si nuestro corazón jamás fue purificado por la fe. Si por la gracia de Dios nuestro corazón ha sido hecho de nuevo por la santificación del Espíritu Santo o no. No hay palabras insignificantes en este mundo.

IV. Aplicaciones prácticas

1. Dios por su gracia regeneradora nos ha hecho buenos árboles y por tanto debemos producir buenos frutos. Frutos de obediencia a Dios. Frutos de amor y paciencia y dominio propio. Frutos de buenas palabras que salgan de nuestra boca. Ahora bien, ese fruto no sale naturalmente sino por la gracia de Dios. Por medio de lágrimas, confesión de pecados, vigilar nuestras emociones, suplicar la gracia santificadora: Dios dame la lengua de Jesús.

2. Aprendemos que para tener una lengua que edifique a los que nos oyen tenemos que trabajar con nuestro corazón. Por eso dice Proverbios 4:23 “23 Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida”. El corazón es la esencia de lo que somos. Si lo cuidamos evitando lo que lo contamine, alimentándolo de lo que edifica (la comunión con Dios en oración, meditación de la Palabra, servicio a Dios, confesión de pecados, etc.) entonces nuestras palabras saldrán para edificación. “Porque de la abundancia del corazón habla la boca”.

3. Dice Santiago que nosotros ofendemos muchas veces con la lengua. Santiago 3:2Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo”. Y también dice en Santiago 3:9-10Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así”. Y también dice Efesios 4:29 “29 Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca…”. Lo que debe caracterizar nuestra vida debe ser Colosenses 4:6Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno”. Debemos estar atentos y oírnos a nosotros mismos cómo hablamos. Y cuando veamos que nuestras palabras no han sido dignas del Señor Jesús, de nuestra fe en El, de nuestro deseo de agradarle en todo, entonces acércate a Dios en arrepentimiento. Pídele la lengua de Jesús y que tus palabras sean el lenguaje de Canaán. Y si has ofendido a alguien de palabra ve donde él o ella y pídele perdón. Porque los golpes se sanan con el tiempo, pero las palabras penetran hasta partir el alma. Solo Jesús puede sanar tu alma para que tus palabras sean “buenas para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes” Efesios 4:29.

           

Sermón: Mateo 12:22-32 La Blasfemía contra el Espíritu Santo

Mateo 12:22-32 “22 Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo; y le sanó, de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba. 23 Y toda la gente estaba atónita, y decía: ¿Será éste aquel Hijo de David? 24 Mas los fariseos, al oírlo, decían: Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios. 25 Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá. 26 Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino? 27 Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces. 28 Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios. 29 Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa. 30 El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama. 31 Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. 32 A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero”.

 

            La oposición al Señor Jesús ha seguido creciendo. Tan seria es la oposición que Jesús les advierte que pueden estar cometiendo el pecado imperdonable. Jesús nos dice que hay pecados que son perdonables. Obviamente si hay genuino arrepentimiento. Pero hay también un pecado que es imperdonable.  Que Dios mismo ha dicho que jamás será perdonado ni en esta vida ni en la vida venidera.

            ¿Cuál es ese pecado imperdonable? Jesús lo llama la blasfemia contra el Espíritu Santo. ¿Qué es ese pecado? ¿Quiénes son los que lo han cometido? ¿Algún amigo mío, o familiar: sea hijo(a) o cónyuge ha sido culpable de cometer ese pecado? ¿He cometido yo ese pecado? De eso vamos a predicar en el día de hoy. Veremos tres puntos. 1. ¿Cuál es el contexto del pasaje que propicia tal conversación? 2. ¿Qué es la blasfemia contra el Espíritu Santo? 3. ¿Quiénes pueden cometerlo?

I. ¿Cuál es el contexto del pasaje que propicia tal conversación?

            Mateo no nos dice cuándo ocurrió el incidente. Solo se limita a decir: “entonces”. V. 22-23 22 Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo; y le sanó, de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba. 23 Y toda la gente estaba atónita, y decía: ¿Será éste aquel Hijo de David? Si te das cuenta Mateo va a toda prisa en su narración. La obra de sanidad él la discute de una manera bien corta porque él está interesado en cubrir el tema de la blasfemia contra el Espíritu Santo. Este es un tema sumamente importante. Verdaderamente serio.

            Ahora bien, el contexto es el siguiente. Le traen a Jesús a un endemoniado, a una persona poseída por un demonio. Y aparentemente el demonio provocó que esta persona estuviera ciega y muda. Había afectado dos de los 5 sentidos. Y de una manera sencilla nos dice Mateo que Jesús le sanó. No nos dice cómo lo hizo. Pero sí nos dice dos cosas importantes. Una, que la obra de sanidad fue completa y perfecta. “le sanó, de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba”.  Y aunque Mateo no nos dice cómo lo hizo, lo que hizo fue algo grande, fue verdaderamente impresionante. Lo sabemos por la reacción de la gente. “Toda la gente estaba atónita”. No lo podían creer. Era algo tan grande que se dieron cuenta que era algo sobrenatural. Al punto de preguntarse: “¿será éste aquel Hijo de David?”. ¿Será aquel Hijo de David que Dios había prometido en el AT y cuyo reino no tendría fin? En otras palabras: ¿será éste el Mesías prometido?

            A lo cual respondieron los fariseos. V. 24 “24 Mas los fariseos, al oírlo, decían: Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios”. Fíjate que hay un contraste. “Toda la gente… mas los fariseos”. Viendo lo que había ocurrido. Viendo que Jesús realmente había sacado un demonio del cuerpo de esa persona. Viendo el milagro con sus propios ojos. Y reconociendo que eso era así y no fantasía. Dicen: “Este” [y la palabra éste es en forma de desprecio] no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios”. Ya habíamos visto esa palabra. La palabra Beelzebú es una palabra filistea. Está compuesta de Beel que proviene de la palabra: Baal que significa Señor. Y la palabra zebú proviene de la palabra moscas. Así que Beelzebú significa literalmente el Señor de las moscas. Y es sinónimo de Satanás mismo. En otras palabras, los fariseos, aunque vieron el milagro y no lo podían refutar ni negar, dijeron con profunda convicción que Jesús expulsó el demonio por el poder mismo de Satanás.

            A lo cual Jesús les contesta con dos puntos. V. 25-26 “25 Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá. 26 Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino?”. Piensen por un momento lo absurdo de lo que dicen. Si yo hago este milagro de expulsar el demonio por el poder mismo de Satanás entonces Satanás está divido contra sí mismo. Satanás está peleando contra sí mismo. “Todo reino dividido contra sí mismo es asolado” y la palabra asolado aquí significa totalmente destruido. Y si Satanás echa fuera a Satanás su reino no podrá permanecer, sino que Satanás se está destruyendo a sí mismo. Satanás se disparó a sí mismo en el pie. Eso es absurdo.

            Y el segundo punto es V. 27 “27 Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces”. ¿Quiénes son vuestros hijos aquí? Por los hijos se refiere a los discípulos de los fariseos. En el AT se habla de los hijos de los profetas en el libro de Samuel para indicar a los discípulos de los profetas. Aquellos que seguían y aprendían de los profetas el ministerio profético. Era el seminario del AT. Aquí Jesús reconoce que los fariseos tenían unos discípulos que practicaban el exorcizar demonios. Y les dice: “27 Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces”.

            Entonces Jesús concluye. V.28-29 “28 Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios. 29 Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa”. Jesús les dice: este milagro fue hecho por mí en el poder del Espíritu Santo. Y esto demuestra lo que yo he predicado: el reino de Dios ha llegado a vosotros. El reino de Dios no es algo totalmente futuro. Ha llegado con la venida del Hijo de Dios. El reino de Dios es donde Jesús es recibido como Rey y Señor. Nosotros somos el reino de Dios o de Cristo porque Dios nos ha hecho creer el evangelio y recibir a Cristo como nuestro Dios y Señor y Rey y el todo de nuestra vida. Y yo he sanado a este hombre porque Satanás no puede contra mí. Aunque Satanás es el hombre fuerte yo pude echarlo fuera de este hombre porque yo soy más fuerte que él. Yo le he atado y he saqueado su casa, es rescatado a los que estaban presos por Satanás.

            Y les dice más: V. 3030 El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama”. En esto no hay neutralidad. El que no es conmigo, ni apoya mi obra, ni sigue mis caminos, ni se opone al reino de Satanás, ni me recibe como lo que soy el Rey Salvador “contra mí es”. “y el que conmigo no recoge, desparrama”. El simbolismo es del mundo animal. Los animales tienden a desparramarse por el terreno. Si alguien los ve y no los recoge es culpable de desparramarlos. Como se dice en P.R., el que calla otorga. El que no es con Jesús está en contra de Jesús. O somos seguidores de Jesús o somos seguidores de Satanás. O somos hijos de Dios o somos hijos de Satanás. No hay término medio. Así son los reclamos de Jesús. Y te pregunto ¿a qué bando perteneces? ¿Es Cristo Jesús tu Señor? Si no le sigues estás en contra de Él.

            Ese es el contexto del pasaje que propicia tal conversación. Entonces Jesús les hace una advertencia. Y les habla del hecho de que hay un pecado imperdonable. ¿Qué es ese pecado imperdonable?

II. ¿Qué es la blasfemia contra el Espíritu Santo?

            Mira lo que dice Jesús. V. 31-32 “31 Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. 32 A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero”.  ¿Cuáles son sus características? Vamos a enumerarlas:

1.                 Es un pecado que no es fruto de la ignorancia. Por ignorancia uno puede cometer grandes y terribles pecados. Como por ejemplo ser un blasfemo e injuriador contra la iglesia de Cristo. Pablo fue un blasfemo y perseguidor de la iglesia. Pero Dios tuvo misericordia de él porque fue hecho por ignorancia. 1 Timoteo 1:13 “13 habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad”. Pero incluso blasfemar contra el Hijo del Hombre, blasfemar contra Jesús tiene perdón si hay genuino arrepentimiento. En Hechos 3:14-15, 17 “14 Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida, 15 y matasteis al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos. 17 Mas ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes”. Por eso Jesús cuando estaba colgado en la cruz su primera palabra fue: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). No dejan de ser pecadores. Su muerte fue un acto de pecado. Pero fue por ignorancia. No vieron en Jesús al Hijo de Dios y Salvador. Vieron en El a un engañador y blasfemo. Ese no es el caso aquí. Así que no es un pecado cometido por ignorancia o debilidad. Por eso dice Jesús, V. 32ª “A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado”. Le será perdonado si hay genuino arrepentimiento.

2.                 Es un pecado realizado con convicción contra la obra del Espíritu Santo. Los fariseos habían visto el milagro. Sabían que no lo podían negar ni contradecir. Sabían que su oposición era absurda. Que inclusive sus hijos o discípulos procuraban hacer lo mismo que hizo Jesús. Sabían que la única explicación era que fue hecho por Dios mismo. Aun así, declararon que fue obra de Satanás. Se opusieron con convicción en contra de la obra del Espíritu Santo. Con la convicción de que sabían que no era cierto lo que decían. Pero no les importó decir la gran mentira, aunque sabían que mentían.

3.                 Es un pecado que no se limita a blasfemar con las palabras, sino que lo acompaña una rebelión, odio y oposición contumaz de la verdad. Lo vemos claramente en la carta de los Hebreos 6:4-6 “4 Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, 5 y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, 6 y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio”. Aquí se habla de una profunda convicción de la verdad. Se habla de aquellos que a todas luces parecen ser cristianos. Recibieron la palabra de Dios con gozo. Fueron bautizados. Se hicieron miembros de la iglesia. Posiblemente recibieron algunos dones del Espíritu Santo. Pero recayeron. Se apartaron de la fe con rebelión y contumacia. Tal situación endurece su corazón de tal manera que jamás podrán arrepentirse. Y esto como un juicio de Dios por su pecado.

            Ese es el pecado imperdonable. Es imperdonable porque Dios ha dicho que jamás será perdonado quien cometa tal pecado. Ni en este mundo ni en el venidero. O como lo dice Marcos 3:29 “29 pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno”.

            Ahora bien. Se levanta una pregunta. ¿Quiénes pueden cometerlo?

III. ¿Quiénes pueden cometerlo?

            Desde el punto de vista humano todos los que han escuchado el evangelio del Señor Jesús pueden cometer la blasfemia contra el Espíritu Santo. Todos nosotros por causa del pecado remanente en nosotros podríamos, dejados a nosotros mismos, cometer este pecado. Nuestros hijos podrían cometer este pecado. Nuestros cónyuges podrían cometerlo también. Algunos de nuestros familiares podrían cometerlo y posiblemente hemos conocido a alguien cercano a nosotros que lo haya cometido o que esté a punto de cometerlo.

            Pero desde el punto de vista de la gracia de Dios sobre nosotros y en virtud del pacto de gracia, un genuino creyente jamás lo cometerá. ¿Por qué no?

1. Porque Jesús vino para destruir las obras de Satanás por nosotros y para nosotros. Esto no es por casualidad sino intencional. Su obra de salvación incluye la destrucción del reino de Satanás al cual pertenecemos por naturaleza. Dice Hebreos 2:14 “14 Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo”. Cristo vino a destruir con su muerte y resurrección el pecado y el reino de Satanás. Cristo Jesús es más poderoso que Satanás. Él es el único que puede atar al hombre fuerte porque Él es Dios hecho carne. Tú, oh creyente, jamás podrás vencer a Satanás por ti mismo. Por tus propias fuerzas. Pero fortalecido con el poder de su fuerza y vestido con la armadura de Dios podrás vencer a Satanás. Podrás resistir sus tentaciones. Podrás resistir a Satanás y huirá de ti. Porque lo has vencido en Cristo Jesús.

2. Un genuino creyente jamás podrá cometer ese pecado porque la gracia de Dios lo sostiene. Eso es lo que entiendo yo dice el apóstol Juan en 1 Juan 5:18 “18 Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca”. Si eres de Cristo en espíritu y en verdad Dios te preserva hasta el fin. El lo prometió. Jesús dijo en Juan 10:27-29 “27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, 28 y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. 29 Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre”. Ese es el amor de Dios por ti en Cristo Jesús.

            Por eso da gracias al Padre “13 el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo,”. Colosenses 1:13. Y esto por pura gracia sin nosotros merecerlo. Si eres genuino creyente duerme tranquilo que Cristo cuida de ti.   

Sermón: Mateo 12:9-14 Hagamos bien en el día de reposo 

Mateo 12:9-14 “9 Pasando de allí, vino a la sinagoga de ellos. 10 Y he aquí había allí uno que tenía seca una mano; y preguntaron a Jesús, para poder acusarle: ¿Es lícito sanar en el día de reposo? 11 Él les dijo: ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si ésta cayere en un hoyo en día de reposo, no le eche mano, y la levante? 12 Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Por consiguiente, es lícito hacer el bien en los días de reposo. 13 Entonces dijo a aquel hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y le fue restaurada sana como la otra. 14 Y salidos los fariseos, tuvieron consejo contra Jesús para destruirle”.  

 

Jesús es el Señor del día de reposo. Y con ese énfasis quisiera que viéramos 

las enseñanzas del pasaje de hoy. Jesús es el Señor del día de reposo. El es quien lo instituyó. Y es El quien nos enseña que el cuarto mandamiento de la ley moral de Dios sigue vigente para el día de hoy. Y ese cuarto mandamiento nos enseña que por medio de la fe en Jesús es que nosotros entramos en el reposo de Jehová. Cada domingo, que es el día de reposo para la iglesia del NT, nos recuerda que Cristo venció la muerte. Y que nosotros la hemos vencido en El. Que aunque todos moriremos, porque la paga del pecado es muerte, lo cierto es que para el creyente la muerte es la puerta al reino de los cielos. Y allí, en los cielos, comenzamos a disfrutar del reposo eterno de los santos. Allí nos espera Jesús, los ángeles de Dios y las almas de los justos hechas perfectas en santidad.  

Como Señor del día de reposo Jesús nos enseña que la ley moral y nuestro amor al prójimo, por amor a Dios, tiene precedencia sobre la ley ceremonial. Que aunque la ley ceremonial fue instituida por Dios mismo no fue hecha para destruir la misericordia y la compasión al necesitado. Y en este pasaje Jesús nos enseña algo más sobre cuál es la manera correcta de guardar el día de reposo. Y aquí podemos ver tres cosas importantes: 1. Una pregunta engañosa. 2. Una respuesta correcta. 3. Una obra gloriosa. Veamos cada uno de ellos.  

I. Una pregunta engañosa 

 V. 9-10 “9 Pasando de allí, vino a la sinagoga de ellos. 10 Y he aquí había allí uno que tenía seca una mano; y preguntaron a Jesús, para poder acusarle: ¿Es lícito sanar en el día de reposo?”. Luego de pasar por medio de los sembradíos Jesús llega a la sinagoga de ellos, de los fariseos. Y allí se encuentra una persona que tenía “seca una mano”. Lucas nos indica que es la mano derecha. Acuérdate que Lucas era médico y es común que Lucas nos dé ciertos detalles relacionados con la medicina. ¿Qué es una mano seca? Es una mano paralizada y que por causa de no poder usarla ha perdido masa muscular. Y esto implica que lleva tiempo con ese problema. Esto no es algo que ocurre de un día para otro. Tenemos aquí una condición seria de mucho tiempo.  

Ahora bien, los fariseos, buscando que Jesús fallara o pecara según las leyes rabínicas y así poder acusarle contra el gobierno o contra el sanedrín, la corte judía, le hacen esta pregunta: “¿Es lícito sanar en el día de reposo?”. Fíjate que ellos no están interesados realmente en aprender. Para ellos el único interés no es el bien de la persona con una condición de salud seria. Su interés es destruir a Jesús. A aquel que en dondequiera que iba procuraba hacer bien.  

La pregunta es interesante por esta razón. Las leyes rabínicas decían que una persona podía recibir “sanidad” o atención médica en el día de reposo únicamente si la vida de la persona estaba en peligro. Pero ese no es el caso aquí. No era una condición de vida o muerte. Era una condición incapacitante pero no totalmente. El podía trabajar con una sola mano. Para los fariseos si no era de vida o muerte la persona afectaba debía esperar al otro día para recibir asistencia médica.  

Pero nos dice Lucas 6:8 “8 Mas él conocía los pensamientos de ellos; y dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate, y ponte en medio. Y él, levantándose, se puso en pie”. Jesús quien como Dios conocía los pensamientos de ellos sabía que la intención de ellos era destruirle. Aún así no reusó contestar la pregunta.  

Hermanos, el mundo está pendiente de lo que hacemos. Y no te extrañes que su interés sea, en algunas ocasiones, el buscar una excusa para hablar mal de cristianismo. Y nosotros reconociendo que somos pecadores a veces pensamos que lo mejor es ni siquiera decir que somos cristianos. Pero esa no debe ser la respuesta. Dios nos ha salvado en Cristo Jesús para que representemos su nombre. Para que les enseñamos que su obra de salvación produce un nuevo hombre que verdaderamente ama a Dios y a la criatura en la correcta proporción y balance. Y que tenemos el llamado ineludible de “ser celosos de buenas obras” porque somos un nuevo pueblo lavados con la sangre de Cristo. Por tanto, nunca nos echemos para atrás ni nos acobardemos cuando veamos que el mundo desea vernos caer. La gracia de Dios es suficiente para sostenernos. Y si nos caemos, nuestro Dios no nos desecha. Pidámosle perdón, enmendemos nuestros errores y sigamos adelante con el favor de Dios.   

Ahora bien. Los fariseos deseaban buscar un error o pecado en Jesús para poder acusarle. La pregunta no es en amor ni interés del necesitado. Jesús conociendo los pensamientos de ellos le da una respuesta correcta. 

II. Una respuesta correcta 

¿Cuál es la respuesta? Jesús les hace unas preguntas. En otras palabras, Jesús responde a su pregunta con varias preguntas. V. 11-12 “11 El les dijo: ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si ésta cayere en un hoyo en día de reposo, no le eche mano, y la levante? 12 Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja?”. Marcos nos dice algo más. En Marcos 3:3-4 “3 Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte en medio. 4 Y les dijo: ¿Es lícito en los días de reposo hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla? Pero ellos callaban”. Hermanos no hay una contradicción aquí. Jesús pudo haber hecho más preguntas y cada evangelista usa lo necesario para su escrito.  

Jesús les dice: ¿quién de ustedes si su oveja no se cae en un hoyo no es movido a misericordia y compasión por la oveja y procura hacer lo posible por sacarla de allí? ¿Y lo hacen sin importar que sea el día de reposo? Es posible que Jesús haya visto algo así. Y luego dice algo súper importante para nuestros días. V. 12 “¿cuánto más vale un hombre que una oveja?”. Si estamos dispuestos a rescatar una oveja cuanto más a un hombre que vale más que una oveja. ¡Oh hermanos, cuánto ciega el pecado a los hombres! Hoy día se trata a los animales como si ellos valieran lo mismo que una persona. Y en algunos casos más que una persona. Metemos preso a una persona por matar un carey. Pero sustentamos el aborto con dinero del pueblo. Como decía R.C. Sproul: “hoy día el lugar más peligroso para un ser humano lo es en el vientre de una madre”. Pero Jesús nos dice que nosotros valemos más que las ovejas, más que cualquier animal que existe en este mundo porque solo nosotros hemos sido creados a la imagen de Dios. Lo triste del caso es que hemos llegado como sociedad al punto de destruir a la misma humanidad. Y le hemos quitado de su dignidad como creación de Dios. Hemos comparado al ser humano a los monos, a los mosquitos, a la harina. E incluso se ha exaltado a la criatura por encima del Creador. Cuando hacemos esto perdemos el valor del ser humano y lo degradamos peor que los mismos animales. Y esto nos lleva a perder compasión del dolor humano desde una perspectiva correcta. Pero Jesús nos enseña a poner las cosas en orden. A cuidar a los animales, a reconocer que son criaturas de Dios, pero son inferiores al hombre. Pero también a preocuparnos por nuestro prójimo y a amarle como nos amamos a nosotros mismos. A tener más misericordia por la vida humana que por la vida animal. Y a no colar el mosquito y dejar pasar el camello. 

Nos dice Marcos algo adicional. En Marcos 3:5ª “5 Entonces, mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones,”. Jesús se enojó. ¿Cuál fue la causa del enojo? La tristeza que le produjo la dureza del corazón de ellos. La causa lo fue el pecado. Sí hermanos, enojarnos en sí mismo no es pecado. Jesús se enojó y El nunca pecó. Pablo nos dice en Efesios 4:26 “26 Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo,”. No es pecado el enojo si es dirigido a la causa correcta: el pecado. Nuestro enojo no puede llegar al punto de dejar de amar a nuestro prójimo y hacerles bien. Y de perdonar sus ofensas. 

Entonces Jesús, nos dice Marcos y Lucas, pone al hombre de la mano derecha seca y qué hace. Hace una obra gloriosa.  

III. Una obra gloriosa 

Mateo 12:13 “13 Entonces dijo a aquel hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y le fue restaurada sana como la otra”. Jesús solo dice: “extiende tu mano”. No hace nada más. No le pone barro. No hace una oración. Solo “extiende tu mano”. Hermanos, Jesús nos enseña con eso que su obra de sanidad no es magia sino poder divino. Porque la mano le fue restaurada sana como la otra.  

Jesús con su milagro probó que era el mensajero de Dios. Probó que Dios estaba con Él. Y por tanto, que todo lo que dijo sobre el reposo es cierto porque El goza de la aprobación de Dios. Que Él es Señor del día de reposo. Por eso cuando vieron esto los fariseos, en vez de ver la obra de Dios y alabarle por su misericordia y poder, nos dice Lucas 6:11 “11 Y ellos se llenaron de furor, y hablaban entre sí qué podrían hacer contra Jesús”. Y Marcos nos dice en Marcos 3:6 “6 Y salidos los fariseos, tomaron consejo con los herodianos contra él para destruirle”. Los herodianos eran hombres de influencia, un partido político, que apoyaban el reinado de la familia de Herodes sobre Palestina. Siempre se presentan asociados con los fariseos. El dicho es cierto: el enemigo de mi enemigo es mi amigo.  

¿Qué nos enseña Jesús de todo esto? Jesús mismo nos aplica toda esta enseñanza y nos instruye en cómo guardar el cuarto mandamiento. V. 12b “Por consiguiente, es lícito hacer el bien en los días de reposo”.  

Hermanos y amigos, el domingo es el día de reposo cristiano. La resurrección de Cristo ha cambiado el día de reposo del séptimo día al primer día de la semana. Y es el día que Dios ha designado para que sea el día en que nos reunamos como iglesia para adorarle. Descansamos de un día de trabajo secular para que podamos venir a la casa de Dios para adorar a aquel que nos ha creado y ha salvado de nuestros pecados. Para adorar a aquel que nuestra alma ama. Es un día centrado en la adoración a Dios.  

Pero Jesús nos dice: es un día en cual no solo podemos hacer bien sino debemos hacer bien a los demás. El día de reposo nos debe enseñar que el día no se centra en nosotros. Es el día del Señor. Pero es un día en el cual debemos hacer bien. No sé si te has dado cuenta al leer los evangelios de cómo Jesús sanó muchas veces en el día de reposo. Para recordarnos acerca de tener misericordia y compasión. Así como Dios ha tenido misericordia y compasión de nosotros. No te olvides el pecado no solo nos ha introducido en un estado de pecado sino también en un estado de miseria y sufrimiento. Y al procurar traer alivio al que sufre nosotros ilustramos la obra de salvación de Jesús. El vino para sanarnos de nuestros pecados. El vino para pagar por nuestra culpa. El vino paraa limpiarnos de nuestros pecados. En misericordia vino a dar su vida para rescatarnos. Y cuando visitamos a los enfermos en ese día del Señor, el domingo, o procuramos servir a los necesitados, buscar el cómo hacer bien a los que sufren, estamos nosotros enseñándoles con nuestras buenas obras que habrá un día en que Dios nos librará de todas nuestras angustias a todos los que creen en Jesús. Que Dios no solo se ocupa de nuestra alma sino también de nuestros cuerpos.   

Esto es algo en que la iglesia ha perdido su norte. El cuarto mandamiento nos debe enseñar a no vivir en una burbuja separados del mundo. Sí es el día de adoración y culto y no debemos descuidarlo como algunos tienen por costumbre. Pero Jesús nos enseña más. Es el día por excelencia para ser bien por el más excelente bien que Dios nos ha dado: la salvación de nuestras almas. Aprovecha: visita los enfermos, llama a los que están solos, consuela a los enlutados, socorre al necesitado. Es lícito hacer bien en el día de reposo. Entonces qué esperas. Sal de la burbuja y no pienses solo en ti.   

Sermón: Mateo 11:25-30 Soberanía y responsabilidad

Mateo 11:25-30 “25 En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. 26 Sí, Padre, porque así te agradó. 27 Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. 28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. 29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; 30 porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”.

 

            Hemos llegado a una porción bíblica de las más queridas por la iglesia. Por lo menos en lo que respecta a los versículos 28-30. En esos versículos tenemos una increíble invitación a la salvación y al descanso de parte de los labios del Señor Jesús. Estos dos últimos versículos no tiene paralelo en los demás evangelistas. Pero su enseñanza en de la mayor importancia. Ya que Jesús en una manera tan sencilla nos ha revelado un caudal de enseñanza maravillosa.

            Pero no podemos entender correctamente esos tres versículos finales de este capítulo si no lo colocamos en el contexto de lo que vimos anteriormente.

            En los versículos anterior vimos de parte del Señor Jesús unas palabras fuertísimas. Capernaum, Betsaida y Corazín habían visto al Señor Jesús caminar en medio de ellos. Y además escucharon su mensaje de salvación y vieron sus milagros. ¿Y cuál fue su reacción? La mayoría de ellos no se arrepintieron de sus pecados. Esto es increíble. Dios mismo encarnado caminó entre medio de ellos. Dios mismo encarnado les habló como un amigo le habla a otro amigo. Dios encarnado sanó leprosos, resucitó muertos, curó enfermedades, liberó a aquellos que estaban poseídos por Satanás. Y nadie negó que todos sus milagros eran ciertos y verdaderos. Y aun así la mayoría no se convirtió a Él. La mayoría no dijo: verdaderamente he aquí el Hijo de Dios. Ni vieron sus ternura, ni su misericordia, ni el hecho que El no vino a condenar al mundo sino a que el mundo fuera salvo por Él. Así de terrible es el pecado. El pecado ciega los ojos y la mente porque cauteriza el corazón del hombre. El ser humano no puede ver la luz de la gloria de Cristo porque está ciego espiritualmente.

            Entonces Jesús declara algo fuerte: que el castigo será mayor sobre los que escucharon el evangelio y no se arrepintieron que sobre las naciones que nunca escucharon el evangelio. V. 22 y 24. ¿Por qué es así? Porque rechazaron la voz misma de Dios. Rechazaron el mensaje de salvación de labios mismo de Dios. Han rechazado la invitación a salvación. Si Jesús fuera meramente un hombre como cualquiera de nosotros tal amenaza fuera sin impacto. Pero cuando tal amenaza proviene de labios mismo del Dios encarnado entonces la cosa cambia.

            Oh hermano y amigo. Si has escuchado el mensaje de salvación de que somos pecadores y por tanto Dios está airado contra nosotros. Y aun en su misericordia Dios ha provisto un camino de salvación totalmente gratuito en la persona y obra del Señor Jesús. Y no te has arrepentido de todos tus pecados y no has recibido a Cristo como tu Señor y Salvador y no te has rendido a sus pies. A ti te dijo tu castigo será mayor en el infierno. Y tú hijo de padres cristiano que has sido criado en la iglesia si realmente no te has convertido y Cristo no es tu Dios y sus Palabras son lo más importante para tu vida y vives para agradarle, servirle, adorarle, conocerle más y más, tu castigo será mayor en el infierno que el castigo de aquellos que nunca conocieron el evangelio como tú lo conoces.

            Ahora bien hermanos. Se levanta una pregunta. ¿A qué se debe todo esto? ¿Por qué esto sucede así? ¿Hay alguna explicación? Jesús nos dice que sí.  Y la contestación que da Jesús mismo es increíble. Para poder entender esto nos dice Jesús necesitamos, como discípulos suyos, entender dos cosas medulares: la soberanía de Dios y la responsabilidad humana.  Así que veremos hoy la soberanía de Dios en la salvación y la responsabilidad humana en la salvación.

I. La soberanía de Dios en la salvación

            V. 25-26 “25 En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. 26 Sí, Padre, porque así te agradó”. Lo primero que yo deseo que vean es que Jesús nos quiere enseñar a nosotros quienes somos sus discípulos lo mismo que les enseñó a sus apóstoles. ¿Qué cosa? Que Dios es soberano en la salvación de pecadores.

            Hermanos, conocer sobre la soberanía de Dios en la salvación de pecadores es parte del discipulado cristiano. Esto no es una doctrina únicamente para los maduros en la fe. Conocer y estudiar la soberanía de Dios es parte fundamental de la instrucción cristiana. Todos nosotros debemos ser conocedores del hecho de que Dios es soberano no solo sobre el mundo y las cosas materiales sino también sobre la salvación de cada alma que se convierte en este mundo. ¿Conoces de la doctrina como se te ha enseñado? ¿La has abrazado como Cristo mismo la ha abrazado?   

            ¿Cómo Jesús la enseña en este pasaje? Fíjate que Jesús comienza diciendo: “En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo”. Mateo no nos dice en qué tiempo en particular. Si te das cuenta es muy vago. No nos da detalles. Pero el pasaje paralelo en Lucas 10:21-22 se da en el contexto del reporte de los 70 misioneros enviados por Jesús a evangelizar. Así que se da en un contexto evangelístico. Y yo creo que eso es cómo debemos verlo aquí. Mateo nos dice que luego de que Jesús anunciara el castigo a los que escucharon y vieron y no se arrepintieron Jesús procura explicarnos el por qué es así.

            Y qué es lo primero que Jesús hace: el adora al Padre. Mira cómo lo narra Lucas 10:21 “21 En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra,”. Mateo 11:25 “25 En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra”. Aquí Jesús nos enseña algo muy importante. La doctrina bíblica de la soberanía de Dios en la salvación de pecadores debe ser motivo de adoración. Si esta no te lleva a postrarte delante de Dios y confesar: “oh Dios, tú eres Dios, tú eres Rey, tú eres Señor, todo lo que existe es tuyo y tú tienes todo el derecho de hacer lo que tú quieras con lo tuyo y mi alma se regocija en esto”. Es que no has entendido la doctrina. Así que lo primero que Jesús hace cuando ve que muchos no se han arrepentido ante su mensaje es adorar al Padre.

            Y no solo eso: Jesús confiesa que el Padre es soberano. “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra”. Es decir, yo Padre reconozco que tú eres Señor, que significa Dueño, Propietario, Rey del cielo y de la tierra. El es Rey, Dueño y Señor absoluto de todo lo que existe. Como dice el Salmo 24:1 “1 De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan”. Ese es el concepto de Dios que debemos tener nos dice Jesús. Y por tanto Dios tiene el derecho de hacer lo que quiera con lo suyo.

            Y nos dice algo más que es chocante: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños”. Aquí Jesús reconoce hermanos, que Dios Padre tiene la libertad de revelar su salvación a unos y no revelarla a otros. A unos el Padre les “escondió estas cosas”. ¿Cuáles? Las que pertenecen a la salvación; ese es el contexto. Y a otros se las reveló. He ahí el misterio de la doctrina de la elección soberana. Pablo dice en Romanos 9:15 “15 Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca”. Dios es libre en tener misericordia de quien El quiera y de compadecerse de quién quiera. Por eso dijo Jesús en Mateo 13:10-11 “10 Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? 11 El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado”.

            Pero alguien pudiera preguntar eso es producto del pecado del pueblo. ¿Qué contesta Jesús? Jesús atribuye todo esto a la soberana voluntad de Dios Padre. V. 26 “26 Sí, Padre, porque así te agradó”. A ti Padre te agradó revelar tu gracia salvadora a los niños, es decir, a los que por tu gracia suavizadora has hechos recipientes de tu mensaje sean estos niños, jóvenes o adultos. Sean estos eruditos, o sin educación. A aquellos que por tu gracia reconocen que dependen totalmente de ti. Que sin ti no son nada. Y la has escondido de aquellos pecadores que se creen que por su sabiduría y astucia no necesitan de ti ni de tu salvación.

            Pero nos dice algo más Jesús. Nos dice que esta salvación depende absolutamente de la libre soberanía del Hijo de revelar al Padre a quien el Hijo quiera. V. 27 “27 Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar”. Todas las cosas referente a la salvación le han sido entregadas por su Padre. En la eternidad tu nombre fue grabado por el Padre en el corazón del Hijo, metafóricamente. El Padre ama salvar. El Padre tu misericordia de los pecadores que vio como caídos y envió a su Hijo para que muriera por ellos. Hay armonía en el plan de salvación entre las personas de la Trinidad.

            Y así como el Padre es soberano en ocultar y revelar estas cosas según su libre voluntad de igual manera tiene libertad el Hijo al Padre y su salvación “aquel a quien el Hijo lo quiera revelar”.

            Hermanos, Dios es soberano en la salvación de pecadores. Dios no es un monigote que podemos nosotros manipular a nuestro antojo. El no es un dios que tiene que pedirle permiso a alguien porque todo es de Él. Nosotros todos somos pecadores y no merecemos nada bueno de parte de Dios excepto su ira y condenación. “Porque todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios”, Romanos 3:23. Y el pecado nos había cegado espiritualmente. Nosotros también no podíamos ver la gloria de Dios en el rostro del Señor Jesús. Nosotros también no creíamos, ni le amábamos. Y por causa del pecado jamás íbamos a venir a Jesús para tuviéramos vida.

            Pero Dios en su misericordia puso su amor sobre ti desde antes de la fundación del mundo. Y Jesús vino con la encomienda de dar su vida en rescate de ellos. El como el Buen Pastor vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.

            No te olvides que no eres tú quien buscas a Dios sino que es Dios quien te busca a ti. Todo lo que eres como cristiano, como hijo de Dios, como heredero del reino de cielos se lo debes al amor electivo de Dios Padre y al sacrificio perfecto de Cristo y al poder omnipotente del Espíritu Santo llamándote irresistiblemente. Y esto de pura gracia.

            Es esta verdad la que Jesús nos dice: debe producir en nuestras vidas un sentido de asombro ante la grandeza de Dios. Debe producir un sentido de humildad de que cómo es posible que Dios me escogiera para ser su hijo a un vil pecador como yo.

            Pero entonces se levanta una pregunta. Si Dios es soberano en la salvación de pecadores. ¿Qué pito yo tomo en este asunto? Jesús nos enseña acerca de la responsabilidad humana en la salvación de pecadores.

II. La responsabilidad humana en la salvación

            V. 28 “28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. Jesús nos dice que aunque Dios es soberano en la salvación de pecadores el hombre es responsable ante el mensaje de salvación.

            Hermanos, no te asombres cuando muchos no quieren escuchar nuestro mensaje. Todo está en las manos de Dios y bajo su control.

            ¿Qué debemos hacer cuando eso pasaje? Hacer lo que Jesús hizo. Llamó con amor y misericordia a los pecadores así mismo. Y les dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. El llamado es universal. Como dice Pablo en Hecho 17:30 “manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan”.

            Aquí Jesús nos enseña hermanos que el pecado produce un sentido de trabajo y de peso o carga. Por causa del pecado todos estamos trabajados y cargados. Todo el sufrimiento del mundo es fruto del pecado de Adán y Eva. Cuando Jesús dice: trabajados y cargados lo que hace Jesús es que veas la realidad del pecado en el mundo y en nuestras vidas a través de la realidad de la miseria que hay en el mundo. Todos sentimos fatiga. Todos nos sentimos afanados, angustiados, llenos de ansiedad, llenos de temores. Con frustraciones a todos lados. Frustraciones económicas, de salud, del caos en la sociedad, de soledad, de inseguridad, etc. Todo eso revela que hay pecado en el mundo y que nosotros también somos pecadores.

            Pero aquí Jesús nos revela que para todo trabajo y carga El es nuestro descanso. Todos los que vienen a El en fe y en arrepentimiento, con todos sus trabajos y cargas, con todas sus frustraciones y luchas y con todos sus pecados Él les dará descanso. Quitará de nuestras espaldas el peso de la culpa del pecado. Quitará nuestra ansiedad de las enfermedades al saber que El puede sanarnos ahora y que al final, en la resurrección nos espera resucitar con un cuerpo glorioso, inmoral y libres de pecado. Que el temor de Jehová absorbe todos los temores porque nuestro Dios es soberano absolutamente sobre todo.

            Pero hay algo más. Esta oferta de salvación requiere no solo venir a El sino también: V. 29-30 “29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; 30 porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”. Conlleva llevar sobre nosotros el yugo de Cristo. Aceptar que El es el Dueño de nuestras vidas. Que su autoridad sobre nosotros es absoluta. Que vivimos para Él. Y que su Palabra es la verdad absoluta sobre nuestras vidas.

            Pero no te asustes porque su yugo es fácil y ligera es su carga. Servirle a El nos libera. Tenerle como Señor y Salvador nos lleva a vivir en alegría, en paz, en seguridad. Y podemos disfrutar de la seguridad del amor de Dios, del gozo en el Espíritu Santo, de la seguridad de la vida eterna, de la compañía de los demás creyentes, de la protección de los ángeles. El saber que todos nuestros pasos son ordenado por Dios para nuestro bien. Que tenemos en Jesús no solo un Salvador sino un Rey que nos defiende, que nos hace obedientes, que nos regresa al camino recto cuando nos apartamos, que su Espíritu Santo nos da vida y fortaleza en el creer. Que Jesús es nuestro hermano mayor que ha ido al frente de nosotros marcándonos cuáles son las pisadas que debemos pisar. En fin hermanos, venir a Cristo dará paz a nuestras almas cual el mundo no puede dar. Ven a Cristo. Ven ahora y descansa en El.

Sermón: Mateo 10:34-39 Lo que cuesta seguir a Cristo

Mateo 10:34-39 “34 No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. 35 Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; 36 y los enemigos del hombre serán los de su casa. 37 El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; 38 y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. 39 El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará.”

 

            Sabes qué, una de las cosas que a mí no me gusta es que no me hablen claro. A veces cuando uno habla con un vendedor sea de comida o cualquier otra cosa ellos se limitan a decir los esencial sin entrar en detalles para así asegurar una venta. Y luego cuando uno compra el producto y comienza a usarlo o a espulgarlo uno descubre que no es lo que uno esperaba. Cuando esto ocurre es inevitable que uno se frustre o se decepcione.

            En esto como en otras cosas Jesús es distinto a los vendedores que hemos ilustrado. Jesús hablaba claro. Tú sabías a ciencia cierta con quién hablabas y lo que El desea de nosotros.

            Lamentablemente algunos con deseos que ganar almas para Cristo ocultan el costo del discipulado. Ocultan lo que implica seguir a Cristo. ¿Con qué propósito? Para que nadie se engañe. Para que nadie diga: me han engañado, yo no sabía lo difícil que era ser cristiano. Yo no sabía lo que implicaba recibir a Cristo como mi Profeta, Sacerdote y Rey. Por eso Jesús les dice aquí en este pasaje a los apóstoles y a nosotros lo que implica y lo que cuesta ser cristianos. Sí, hay bendiciones. Sí, recibimos la vida eterna. Disfrutamos de tener a Dios como Padre y de su cuidado paternal. Sabemos que Dios ordena todas las cosas para nuestro bien porque amamos a Dios. Pero también incluye un costo de seguir a Cristo. Y de eso trata el pasaje de Mateo 10:34-39. ¿Cuál es el costo de seguir a Cristo? Nos va a costar: 1. La ruptura de lazos familiares. 2. Reorganizar los afectos familiares. 3. Perder la vida para hallarla.

¿Cuál es el costo de seguir a Cristo?

I. La ruptura de lazos familiares

            V. 34-36 “34 No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. 35 Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; 36 y los enemigos del hombre serán los de su casa.”

            Hermanos amados, es increíble que Jesús diga esas palabras. ¿Sabes por qué? Porque desde el AT Dios había revelado que el Mesías sería un “Príncipe de paz, Isaías 9:6. Y dice más Isaías 9:7 “Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite”. Además cuando los ángeles que anunciaron a los pastores que guardaban las vigilias de la noche recibieron la noticia en Lucas 2:14 “14 ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!”. En cambio Jesús nos dice aquí: “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada”. ¿Cómo podemos entender esto?

            Lo que Jesús nos está enseñando es aunque el evangelio anuncia la paz y logra la reconciliación entre Dios y los hombres no siempre el mundo aceptará esa oferta de paz y reconciliación. Muchos rechazan el evangelio.

            Y Jesús dice más: y no te asombres si también tu propia familia te rechaza a ti. En otras palabras, el efecto que produce el evangelio por causa del pecado del ser humano es inevitablemente que muchos lazos familiares se rompan. No porque nosotros deseamos romperlos. No porque Dios desea romperlos. Si no porque aún nuestra propia familia muchos nos rechazarán por nosotros seguir a Cristo. Por eso Jesús nos dice que El no vino para traer paz solamente a la tierra, sino también mi evangelio es como una espada que divide incluso lo lazos más importantes en la familia. Al punto nos dice Jesús en el V. 36 “36 y los enemigos del hombre serán los de su casa.” Y los enemigos del hombre, de cualquier hombre y mujer cristiana serán tristemente los de su casa.

            De esta triste realidad muchos cristianos pueden testificar. Algunos diciendo que desde que se hicieron cristianos sus padres no quieren saber de él. Piensan que les han lavado el cerebro. Y tal ve alguno de nosotros podemos testificar de cómo muchos en nuestra propia familia nos sacan el cuerpo. Y dicen: “bueno, podemos ir para tal sitio si no va fulano de tal”. Y algunos hacen actividades familiares sin notificarnos. E incluso he sabido de hermanos que han acusado a su hermano en el departamento de la familia por la manera en la cual educan y disciplinan en el temor del Señor a sus sobrinos.

            Así que Jesús nos dice: seguirme cuesta. Tú quieres ser mi discípulo, tú quieres el perdón de pecados en base a mi sacrificio, tú deseas ser limpio de tus pecados, y convertirte en hijo de Dios y disfrutar de todos los privilegios y de todas las libertades que ellos disfrutan. Entonces, entiende que ser mi discípulo te costará la pérdida de lazos familiares. Muchos de ellos se cortarán. ¿Estás dispuesto a soportarlo? No es que es algo que tú busques a hacer. Ningún cristiano debe buscar romper lazos familiares. Pero por seguir a Cristo fielmente, como debe ser, en obediencia a sus mandamientos, viviendo para Él, producirá tal ruptura de tu familia hacia ti.

            Pero eso no es todo. El costo de seguir a Cristo conlleva también, se segundo lugar, reorganizar los afectos familiares.

II. Reorganizar los afectos familiares

            V. 37 “37 El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí;” Hermanos, nadie debe pensar que Dios no nos llama a amar a nuestros padres ni a nuestras madres ni a nuestros hijos o hijas. Es todo lo contrario. Es más la última profecía del AT y la primera profecía del NT hablan acerca de cómo la salvación que Cristo trae al mundo produce un cambio de corazón y reconciliación entre los padres y los hijos. Dice Malaquías 4:5-6 “5 He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. 6 El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición”. La transformación que Jesús produce en nosotros por su Espíritu Santo es amor, respecto, fidelidad, dedicación y cuidado hacia nuestros padres, madres, hijos e hijas.

            Pero Jesús nos dice: a veces el amor a los padres, madres, hijos e hijas entrará en competencia con mi amor. Cuando esto suceda no te olvides que tu amor por ellos no puede ser mayor que tu amor por mí. Este es el primero y grande mandamiento. Dice Marcos 12:30-31 “30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. 31 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos”.

            ¿Sabes qué? Nosotros debemos amar a nuestros padres grandemente. Todos deben ser amados. Y muchos son verdaderamente dignos de amar. Nos han traído al mundo. Nos han cuidado. Nos han mimado. Han estado con nosotros en las buenas y en las malas. Se han desvivido por nosotros. ¿Cómo no debemos amarlos intensamente?

            Pero Dios Padre sobre pasa la grandeza, amor, bondad y cuidado que nuestros mejor padres terrenales pueden darnos. El nos cuidad 24/7. El ordena todas las cosas para nuestro bien. El no solo nos dio la vida sino que la sostiene cada segundo. Cada palpitar de nuestro corazón se la debemos a Dios. Y sobre todo aunque merecíamos la muerte eterna en el infierno, El envió a su Hijo unigénito para sufrir en pago por nuestros pecados. Para que todos y cada uno de ellos fueran perdonados gratuitamente.  Si grandes son algunos de nuestros padres más grande es el Padre que está en los cielos, Padre de nuestro Señor Jesucristo.

            Y Jesús nos dice algo más. El que ama a su padre, madre, hijo o hija más que a mí “no es digno de mí”. Lucas 14:26 lo pone más fuerte: “26 Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo.” Y si no podemos ser discípulos de Cristo porque hemos puesto a nuestra familia en primer lugar antes que a Cristo, no seremos salvos.

            Así que hermano, seguir a Cristo cuesta. Nos costará a veces decirle a nuestros padres e hijos: lo lamento, hacer lo que me pide van en contra de lo que Jesús manda, va en contra de mi fe, de mi amor por Jesús, va en contra de mi compromiso de vivir y seguir a Jesús en las buenas y en las malas.

            Pero eso no es todo. ¿Cuál es el costo de seguir a Cristo? Nos costará el perder la vida para hallarla.


III. Perder la vida para hallarla

            V. 38-39 “38 y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. 39 El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará”. ¿Qué significa tomar la cruz? Aunque todavía Jesús no había anunciado su muerte y los apóstoles ni se imaginaban que Jesús moriría crucificado. Para los discípulos era común relacionar el llevar la cruz con la muerte. La crucifixión en aquella época era común. Así que lo que Jesús desea que tengamos presente es que el que no esté dispuesto a seguirme incluso hasta la muerte, si se nos requiere, no es digno de mí. Y esto no solo para los ministros sino para todo cristiano.

            Y no solo eso. El versículo 39 tiene dos partes:

1. El que pierda la vida en martirio la hallará en la resurrección de los muertos. No por haberla merecido, lejos esté de nosotros ese pensamiento. Si no como promesa de Dios a los que sean llamados a sellar su fe con su sangre. Y…

2. El que pierda su vida al hacerla morir cada día al negarnos a nosotros mismos por seguir a Cristo también recibiremos la recompensa de la vida. Mateo 19:29 “29 Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.”

            Que podemos decir de todo esto. Lamentablemente hay muchos en las iglesias que creen que seguir a Cristo no debe costar nada. Y cuando se encuentran con la realidad se apartan del evangelio. O procuran buscar una iglesia en donde no les recuerden el costo.

            Pero hermanos amados en el Señor, la vida cristiana es la vida más hermosa que podemos tener en este mundo. Es la única que nos sostiene en tiempos de prueba y nos capacita para superar con una mente sana toda prueba. ¿Cómo así? Porque Como dice Hebreos 12:5b-6 “No te desampararé, ni te dejaré; 6 de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré Lo que me pueda hacer el hombre”.

            Pero esas bendiciones y gracia de parte de Dios implican unas responsabilidades y conlleva un costo. Si no estás dispuesto a pagar el costo, tristemente y con dolor en el alma te digo: no eres digno de Jesús. Quiera Dios que cada uno de nosotros cuente el costo de seguir a Cristo y no vivamos engañados.  

Sermón: Hechos 4:19 El Deber de la Desobediencia Civil (parte 2)

Hechos 4:19 “19 Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios;”

        Amada iglesia en el estudio de este pasaje que comenzamos el domingo pasado señalamos que podemos ver por los menos tres cosas importantes del mismo: 1. Que es nuestro deber obedecer las autoridades superiores. 2. Que en algunas circunstancias es nuestro deber desobedecer las autoridades superiores y 3. ¿Cómo Jesús, los apóstoles y la iglesia primitiva lo hicieron?

            El domingo pasado estudiamos la primera. Y allí recordamos que es el deber de todo ser humano y de todo creyente obedecer a las autoridades superiores, es decir, el Magistrado civil o el gobierno. La base de esto descansa en que es Dios quien instituye el gobierno. La autoridad que posee el gobierno no deriva del pueblo sino de Dios mismos. Claro está, reconocemos que la forma que ese gobierno adquiere varia de nación a nación y que esa forma debe su origen a la creación del pueblo. Eso lo vemos claramente tanto en el gobierno de los EE. UU. como en el gobierno de Puerto Rico. Por eso el apóstol Pedro 1 Pedro 2:13-14 (diciendo esencialmente lo mismo que dice Pablo en Romanos 13) nos dice “13 Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, 14 ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien.” En un sentido el gobierno es una institución humana. La forma en que se crea varia de nación a nación pero su autoridad última descansa en Dios quien lo creó.

            Así que de Hechos 4:19 podemos ver que es justo delante de Dios obedecer a las autoridades superiores. Aunque estas autoridades sean impías, aunque lo que legislen sea difícil, molestoso y oneroso (como cuando legislan que tenemos que pagar impuestos), aún así somos llamados a obedecer a las autoridades superiores. Pero su autoridad es delegada por Dios mismos y él tiene la responsabilidad de dar cuentas ante Dios de su autoridad delegada. Somos llamados a obedecer.

            ¿Pero cuando el gobierno no solo ordena leyes difíciles, molestosas y onerosas sino que traspasa sus límites establecidos por Dios cuál es nuestro deber? ¿Debemos siempre obedecer? ¿Cuándo sí y cuándo no?

            A la luz de Hechos 4:19 hay algunas circunstancias en que es el deber del cristiano desobedecer al estado.  

II. En algunas circunstancias es nuestro deber desobedecer las autoridades superiores

            Mira como lo dice Pedro: En lo que piden, en lo que se nos ordena de que “en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús.”, dice Pedro “No es justo obedecer a ustedes antes que a Dios”. Es decir, aunque somos llamados a obedecer a las autoridades superiores, al gobierno civil, o todos aquellos que estén en autoridad sobre nosotros, nuestra obediencia es primeramente a Dios.  Si te das cuenta tales palabras significan que nuestra obediencia a Dios está por encima de la obediencia a los hombres. Y en el contexto significa que no podemos obedecerles si nos prohíben algo que Dios nos ha ordenado. Y si nos prohíben hacer algo que Dios nos ha ordenado no nos queda otro remedio que desobedecer tal orden humana. Por eso cuando se les prohibió predicar acerca de Jesús y de la resurrección ellos dijeron V. 20 “20 porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.” Y aunque Dios nos llama a obedecer a las autoridades civiles también Dios nos llama a desobedecerlas cuando ellas nos ordenan a no hacer lo que Dios manda o a hacer lo que Dios prohíbe. Esta es la base de la desobediencia civil bíblica.

            Fíjate que Pedro da a entender que tal desobediencia no es opcional para el cristiano. Al decir en el V. 20no podemos dejar” está diciendo: esto no es una opción para nosotros. Si tu me dices que debo pagar por el gasto de agua que se consuma en la iglesia, o de luz o impuestos de la propiedad al Crim, con eso no hay problema alguno. Pero no nos puedes prohibir predicar lo que hemos visto y oído, si nos prohíbes predicar la Palabra te tenemos que decir que no podemos hacer eso: “no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.” No es una opción para nosotros porque no es justo delante de Dios que los obedezcamos a ustedes antes que a Dios.

            ¿Cómo reaccionó el sanedrín? V. 21 “Ellos entonces les amenazaron y les soltaron, no hallando ningún modo de castigarles, por causa del pueblo”. El sanedrín esperaba que los apóstoles se acobardaran y cumplieran la orden que les dieron. ¿Cumplieron los apóstoles? Claro que no. En Hechos capítulo 5 se nos narra que cuando los apóstoles son nuevamente apresados y Dios los saca de la cárcel milagrosamente y regresan a enseñar en el templo el jefe de la guardia los busca pero esta vez los trae al sanedrín sin violencia y el sumo sacerdote les dice en Hechos 5:28 “28 ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre.” ¿Cómo respondieron los apóstoles a la interrogación? V. 29 “29 Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.” Los apóstoles desobedecieron la orden de no predicar el evangelio. ¿Por qué? Porque para ellos como para cualquier cristiano Dios está por encima de todos. Y cuando hay un conflicto de obediencias el cristiano sabe que debe obedecer a Dios antes que a los hombres. Y si es necesario debe desobedecer a las autoridades civiles, es decir, al gobierno. Tal desobediencia al estado, al gobierno civil, es obediencia a Dios.

            Y esto nos recuerda que nuestro amor supremo lo es a Dios antes que a cualquier criatura. Dice Marcos 12:30-31 “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. 31 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.” El cristiano no puede sino amar a Dios sobre todas las cosas. Yo le amo porque Él me ha amado primero “y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.” (1 Juan 4:10).  

            ¿Pero tal desobediencia nos podría llevar a la cárcel u otro castigo incluyendo multas? La respuesta es que eso es posible.  Los apóstoles sufrieron cárceles por su desobediencia civil. Fueron perseguidos. Algunos fueron asesinados.  

            Ellos supieron cómo hacerlo.

III. ¿Cómo Jesús, los apóstoles y la iglesia primitiva lo hicieron?

            Jesús, los apóstoles y la iglesia primitiva practicaron la desobediencia civil. ¿Cómo lo hicieron?

            A. ¿Cómo lo hizo la iglesia primitiva?

            Cuando los romanos conquistaban a los pueblos no les prohibían que estos siguieran adorando a sus dioses.  Los cristianos en la iglesia primitiva no fueron perseguidos por ser meramente cristianos y creer que Jesús es Dios y que la salvación es por gracia y no por obras. A los romanos no les molestaba ni les importaba eso. En el imperio romanos tú podías creer prácticamente cualquier religión sin prácticamente tener problemas. Pero el estado requería de todos sus súbditos, alguna que otra vez, ofrecieran incienso al emperador romano como un dios. Y tenían que proclamar Kyrios Cesar (César es el Señor). ¡Eso es todo! Para un cristiano es: ¡imposible tal declaración! Y por no hacerlo fueron llevados al circo para ser despedazados por las fieras. Nerón los guindaba de postes y los encendía en fuego para alumbrar sus jardines de noche. La iglesia primitiva practicó la desobediencia civil. Para ellos obedecer a Dios es más importante que su misma vida. Ellos hicieron suyos las palabras de Jesús en Lucas 14:26 “26 Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo.” Un creyente aborrece su vida, es decir, ama a Jesús por encima de su propia vida.

            Pero no solo la iglesia primitiva practicó la desobediencia civil  sino también Pablo además de Pedro. Veamos.

            B.  Los apóstoles  ejemplificados por Pablo

                        1. Hechos 23:1-7 “1 Entonces Pablo, mirando fijamente al concilio, dijo: Varones hermanos, yo con toda buena conciencia he vivido delante de Dios hasta el día de hoy. 2 El sumo sacerdote Ananías ordenó entonces a los que estaban junto a él, que le golpeasen en la boca. 3 Entonces Pablo le dijo: ¡Dios te golpeará a ti, pared blanqueada! ¿Estás tú sentado para juzgarme conforme a la ley, y quebrantando la ley me mandas golpear? 4 Los que estaban presentes dijeron: ¿Al sumo sacerdote de Dios injurias? 5 Pablo dijo: No sabía, hermanos, que era el sumo sacerdote; pues escrito está: No maldecirás a un príncipe de tu pueblo. 6 Entonces Pablo, notando que una parte era de saduceos y otra de fariseos, alzó la voz en el concilio: Varones hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo; acerca de la esperanza y de la resurrección de los muertos se me juzga. 7 Cuando dijo esto, se produjo disensión entre los fariseos y los saduceos, y la asamblea se dividió.” No olvidemos que Pablo está detenido ilegalmente. A él se le violaron sus derechos como ciudadano romano. La autoridad es legal pero el procedimiento es ilegal. Pablo estaba nuevamente ante el sanedrín, la corte o concilio judío. Y cuando comienza a presentar su defensa el sumo sacerdote le ordena a los que estaban junto a él que le dieran en la boca. A lo cual Pablo responde V. 3 “3 Entonces Pablo le dijo: ¡Dios te golpeará a ti, pared blanqueada! ¿Estás tú sentado para juzgarme conforme a la ley, y quebrantando la ley me mandas golpear?” ¿Qué principios podemos ver aquí?

                                    a. todos tenemos derecho a defendernos en las cortes.

                                    b. las cortes están sujetas a la ley de Dios. Ellos deben actuar en conformidad a la ley y no estar por encima de la ley. La ley tiene autoridad sobre las cortes, el gobierno y el estado. Ningún gobierno tiene la autoridad de estar por encima de la ley. La ley es rey y no el gobierno es rey.

                                    c. es nuestro deber como cristianos respetar a las autoridades superiores. V. 5 “escrito está: No maldecirás a un príncipe de tu pueblo.” Esto es una cita de la ley civil del AT en Éxodos 22:28 que establece el principio de honrar y respetar a aquellos que están en autoridad sobre nosotros.

                                    d. en nuestra defensa debemos tener una estrategia. Es decir, debemos y podemos defendernos con toda estrategia y astucia: divide y conquista. V. 6-7 “6 Entonces Pablo, notando que una parte era de saduceos y otra de fariseos, alzó la voz en el concilio: Varones hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo; acerca de la esperanza y de la resurrección de los muertos se me juzga. 7 Cuando dijo esto, se produjo disensión entre los fariseos y los saduceos, y la asamblea se dividió”.  

            2.  Hechos 25:10-12 “10 Pablo dijo: Ante el tribunal de César estoy, donde debo ser juzgado. A los judíos no les he hecho ningún agravio, como tú sabes muy bien. 11 Porque si algún agravio, o cosa alguna digna de muerte he hecho, no rehúso morir; pero si nada hay de las cosas de que éstos me acusan, nadie puede entregarme a ellos. A César apelo. 12 Entonces Festo, habiendo hablado con el consejo, respondió: A César has apelado; a César irás.” Pablo tenía una doble ciudadanía: era judío y era ciudadano romano también. Al igual que nosotros para bien o para mal. Vemos aquí cómo Pablo utiliza su derecho como ciudadano romano para la protección de las leyes. El procurador romano Festo estaba violando la ley romana al detener a Pablo por dos años sin juicio por congraciarse con los judíos; esto fuerza a Pablo a apelar al César. Así que para Pablo el gobierno no es un mal necesario como diría San Agustín o Abraham Kuyper sino una institución humana establecida por Dios para preservar el orden, la ley y la justicia.

            C. Y qué podemos decir de Jesús.

                        1. Jesús mismo enseña que el pueblo judío tenía que obedecer las autoridades eclesiásticas de la época, pero con una condición. Mateo 23:2-4 “2 En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. 3 Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen. 4 Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.”

                        2. Jesús ante Pilatos en Juan 19:9-11 “9 Y entró otra vez en el pretorio, y dijo a Jesús: ¿De dónde eres tú? Mas Jesús no le dio respuesta. 10 Entonces le dijo Pilato: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte? 11 Respondió Jesús: Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene.” Jesús le dice a Pilato que su autoridad sobre Él fue delegada “si no te fuese dada de arriba”. Así mismo dijo Pablo. Pero lo interesante del caso es el silencio de Jesús ante la autoridad de Pilato. ¿Por qué no contestó? Jesús no contestó porque su caso ya había sido ventilado. Pilato no había encontrado nada digno de muerte en Jesús. V. 6b “Tomadle vosotros, y crucificadle; porque yo no hallo delito en él.” Aún así Jesús se sometió a un procedimiento ilegal y vicioso para nuestra salvación.

            Así que Dios nos llama a obedecer a las autoridades superiores, es decir, al estado. Pero hay momento en cuanto desobedecer es un deber. Para ello debemos recordar que nuestro amor y obediencia a Dios es supremo sobre todas las cosas y sobre toda institución humana. Para nosotros Dios es primero y agradarle a Él es más grande que agradarnos a nosotros mismos. Obedecer a Dios va por encima de obedecer a los hombres.

            Lamentablemente el gobierno en nuestros días se está atribuyendo poderes que van por encima de los que Dios les ha delegado. ¿Qué podemos hacer nosotros al respecto?

            1. Debemos orar por el gobierno. 1 Timoteo 2:1-2.  

            2. Debemos demostrarles que somos ciudadanos ejemplares que obedecemos la leyes aunque sean onerosas y difíciles de cumplir. Como aquellos que pagamos nuestros impuestos. Tito 3:1 “1 Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra.” Al decir: recuérdales Pablo nos enseña que por causa del pecado y una equivocada creencia acerca del Señorío de Cristo ha llevado a la iglesia a menospreciar a las autoridades superiores. Por eso Pablo les recuerda que el hecho de que sean cristianos no les libra de obedecer al gobierno.

            3. Debemos influenciar al gobierno. Somos llamados a ser la luz del mundo y la sal de la tierra. Debemos alumbrar a todos y debemos sazonar a todos con la Verdad del evangelio y de toda Verdad dada por Dios en todas las áreas de la vida. No seamos como decía Bruce Lee en su supuesta filosofía de vida: seamos agua. Jesús nos dice se sal y se luz. Busca estar salado con la sal del evangelio.

            4. Debemos seguir predicando el evangelio porque solo el evangelio cambia las vidas. Pero para ello necesitamos recuperar nuestra plena confianza de la Palabra de Dios. Debemos creer en su inerrancia, en su infalibilidad, en su inspiración verbal y plenaria. Y debemos vivir como ciudadanos del reino de los cielos.

            5. Pedro pudo decir lo que dijo sabes por qué porque él estaba lleno del Espíritu Santo. Hechos 4:8. Esa llenura es el fruto de la comunión con Cristo en donde dejamos que la Palabra de Dios more ricamente en nuestros corazones y nos moldee según su voluntad. Esa es la base para poder ser fieles a Dios por encima de la autoridad de los hombres.

            Y por último, 6. No debemos temer a los hombres. Ellos solo pueden tomar nuestro cuerpo por un poco de tiempo pero jamás para siempre. Porque Cristo compró nuestro cuerpo y nuestra alma con su preciosa sangre. Mi cuerpo y mi alma están unidos a El espiritual pero realmente. Y yo soy de Él y Él es mío para siempre. Amén.

 

Sermón: Hechos 4:19 El Deber de la Desobediencia Civil

Hechos 4:19 “19 Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios;”

            Aquí en Puerto Rico sabemos que es nuestro deber no solo como ciudadanos sino como cristianos el obedecer a las autoridades superiores, es decir, el gobierno. Pero pregunto yo: ¿Es ese deber absoluto? ¿Puede el creyente por alguna circunstancia meritoria desobedecer al estado? ¿Qué nos enseña la Biblia al respecto? De eso mismo trata el versículo bíblico que hemos leído.

            Pero antes de ver lo que nos enseña el pasaje debemos ver cuál es el contexto de pasaje. El contexto tiene su origen en la sanidad que Pedro y Juan le hicieron a un hombre cojo de nacimiento. Y a la predicación de Pedro acerca de Jesús y la resurrección. La acusación de Pedro de que las autoridades judías se habían unido con los romanos para matar al Santo y al Justo prefiriendo en su lugar a un homicida, sin lugar a dudas una referencia clara a Barrabás, exacerbó los ánimos de las autoridades judías. Ellos por envidia y resentidos de que se predicara al pueblo en el recinto del templo ordenan al capitán de la guardia del templo que arreste Pedro y a Juan y como era tarde en la noche los pone en la cárcel. Esto es dirigido por el sanedrín que es la corte judía o concilio. Ellos tienen autoridad para tratar asuntos relacionados con el judaísmo. Y tienen autoridad de poner a alguien en la cárcel.

            Al día siguiente reunido el concilio con Pedro y Juan y la presencia del excojo le preguntan V. 7 “¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto?”. En otras palabras, quién les dio la autoridad para hacer lo que están haciendo. A lo cual contestan en el V. 10-12 “en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano. 11 Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. 12 Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” Es como si dijeran: “Nosotros: Juan y yo actuamos bajo la autoridad y en el nombre del Señor Jesucristo, en el único nombre en el cual podemos ser salvos. Bajo tal poder y autoridad se ha hecho este milagro”.

            Lo triste del caso es la reacción de tales autoridades. Ya que viendo que un milagro se había hecho y no lo podían refutar, en vez de humildemente sentarse a escuchar con fe lo que los apóstoles les tenían que decir, actuaron irracional y absurdamente. Mira los V. 14-18 “Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba en pie con ellos, no podían decir nada en contra. 15 Entonces les ordenaron que saliesen del concilio; y conferenciaban entre sí, 16 diciendo: ¿Qué haremos con estos hombres? Porque de cierto, señal manifiesta [NVI: “milagro evidente”] ha sido hecha por ellos, notoria a todos los que moran en Jerusalén, y no lo podemos negar. 17 Sin embargo, para que no se divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno en este nombre. 18 Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús.” Se les amenazó y se les dio una orden prohibiéndoles que predicaran a hombre alguno las buenas nuevas del evangelio del Señor Jesús.

            A lo cual respondieron: “Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios;”

            De este pasaje podemos ver por lo menos tres cosas: 1. Es nuestro deber obedecer las autoridades superiores. 2. Que en algunas circunstancias es nuestro deber desobedecer las autoridades superiores y 3. ¿Cómo Jesús, los apóstoles y la iglesia primitiva lo hicieron? Hoy solo vamos a exponer el primer punto: es nuestro deber obedecer a las autoridades superiores. Veamos.

I. Es nuestro deber obedecer a las autoridades superiores

            Mira cómo lo dice Pedro: “es justo delante de Dios obedecer a vosotros”. Es el deber de todo cristiano y de toda persona el obedecer las autoridades superiores. ¿Por qué? ¿Por qué el gobierno tiene su origen en un contrato social con el pueblo? ¿Por qué el gobierno deriva sus poder del poder de los gobernados? No. Es nuestro deber obedecer a las autoridades superiores porque mismo Dios las ha instituido. Mira Romanos 13:1-6 “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. 2 De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. 3 Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; 4 porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. 5 Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia. 6 Pues por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo.” Este es uno de los pasajes más importante con respecto a la teoría política según la Biblia. Y aquí hay varias cosas aquí que son importantes.

            1. El gobierno debe su origen y creación a Dios mismo. Dice: “no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas.” Hermanos, el estado no es un invento de los hombres sino que debe su origen a Dios mismo. Y es Dios mismo quien nos ordena someternos a tales autoridades.

            Pero hay varias cosas importantes que debemos tener presente:

                        a.  la autoridad del gobierno es delegada por Dios mismo. Esto implica que el gobierno tiene una responsabilidad ante Dios quien es el que delega tal responsabilidad. El estado es “ministro” de Dios, es decir, es servidor de Cristo quien es el Rey de reyes y Señor de señores. La autoridad del estado emana de Dios y no de los hombres.

                        b. Ninguna forma de gobierno debe procurar ser absolutista ya que su autoridad es delegada por Dios quien es el único que retiene todos los poderes en sí mismo.

                        c. Ningún gobierno tiene la libertad de gobernar separado de la autoridad divina. La separación de la iglesia y el estado no es separación del estado de Dios mismo. El estado no puede ni debe buscar separarse de Dios mismo quien fue quien lo creó y le dio la autoridad que posee.

                        d.  Ningún estado en el mundo tiene la libertad de crear leyes contrarias a la voluntad de Dios. Hacer tales leyes es rebelarse contra Dios y el resultado será que actuará tiránicamente, yéndose más allá de sus poderes delegados por Dios mismo.

            Ahora bien, continuando con el tema de la obediencia al estado, decimos del pasaje de Romanos 13:1-7, que…

            2. Esa obediencia al estado no descansa últimamente en el hecho de que el estado tiene la autoridad de castigar la desobediencia sino también por el hecho de que nuestra conciencia está atada al mandamiento de Dios de obedecerles. V. 55 Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia.

            3. Nuestro deber de obedecer al estado no depende de si nos gusta o no sus leyes. Pueden haber leyes difíciles, molestosas y onerosas aun así es nuestro deber obedecerlas. Mira lo que dice Pablo:  V. 66 Pues por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo”. ¿A quién le gusta pagar la dolorosa? Pero aunque es una ley molestosa y onerosa somo llamados a someternos porque Dios ha instituido el gobierno civil y nos llama a que nos sometamos a su autoridad.

            4. Es nuestro deber obedecer al estado aun cuando el mismo sea uno idolátrico, impío e inmoral como lo era el imperio romano. Es a ese gobierno tiránico que Pablo nos dice: sométase toda alma a las autoridades superiores.

            Todo esto está muy bien. ¿Pero cuando el gobierno no solo ordena leyes difíciles, molestosas y onerosas sino que traspasa sus límites establecidos por Dios cuál es nuestro deber? ¿Debemos siempre obedecer? ¿Cuándo sí y cuándo no?

            A la luz de Hechos 4:19 hay algunas circunstancias en que es el deber del cristiano desobedecer al estado.  De eso hablaremos el próximo día.

Aplicaciones prácticas:

1. A la luz de la Palabra de Dios es nuestro deber honrar al gobierno. Y verlo no como un mal necesario sino como dice Pablo: “un servidor de Dios para tu bien”, V. 4.

2. Y por tanto es nuestro deber el orar constantemente por el gobierno. La tarea de gobernar una nación no es tarea fácil. Y el gobierno tiende muchas a veces a asumir poderes que no les corresponden. Y orar para que el gobierno no estorbe la obra de la iglesia en predicar el evangelio y no perseguir a la iglesia. Por eso Pablo ordena a la iglesia en 1 Timoteo 2:1-4 “1 Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; 2 por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. 3 Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, 4 el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.” ¿Cuántas veces oras por el gobierno? ¿Cuántas veces oras por la conversión de los gobernantes? Sí hermanos Dios puede salvar a los políticos del país. El quiere que todos los hombres, es decir, toda clase de hombres incluyendo a los políticos del país sea salvos y vengan al conocimiento de la verdad. Tal vez lo que estamos cosechando hoy día es fruto de nuestra falta de oración.

3. No pongas tu fe no en los hombres sino en el Señor Jesús. Solo Él gobierna con perfecta justicia, verdad y misericordia. Solo Él puede escuchar como nadie una causa justa y hacer justicia y juicio entre los hombres en esta era o en la era venidera. En toda búsqueda de justicia Él es el primer juez que debes procurar. Él es el verdadero siervo de Dios para tu bien. Pero Él requiere que te sometas a su Señorío. Ya que Él es el Salvador y libertador de los que se rinden a su nombre. Ven al Señor Jesús solo Él es el Rey de reyes y Señor de señores. Amén.