Sermones

Sermón: Efesios 5:15-17 Entendiendo nuestros tiempos

Efesios 5:15-17 “15 Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, 16 aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. 17 Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.”

             Hay un dicho popular que dice: cuando estés en Roma haz lo que hacen los romanos. Hay otra manera de decir este refrán: a donde fueres, haz lo que vieres. ¿Cuál es el mensaje de este dicho? El mensaje es ajústate a tu entorno. Haz lo que todo el mundo hace.

            ¿Qué podemos decir al respecto? Tal refrán es uno soberano disparate en la mayoría de los casos, claro está. Todo el contexto del capítulo 5 de Efesios nos dice todo lo contrario. Nosotros los hijos de luz debemos caminar como hijos de luz, aunque el mundo camine en tinieblas. Así lo dice el versículo 8 “8 Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz”.  Nosotros éramos por naturaleza tinieblas. Pero Dios es su gracia nos salvó. Nos hizo sus hijos. Y así como El es luz y Jesús es la luz del mundo, el Espíritu Santo nos hizo luz en el Señor. Y como somos luz en el Señor debemos andar como hijos de luz en esta generación que nos ha tocado vivir. Pero para poder andar como hijos de luz en esta generación necesitamos entender y discernir los tiempos en que vivimos.

            Hermanos, la vida cristiana se vive con entendimiento. Dios, decía John Owen, nos ha creado con una trinidad de facultades: la mente, la voluntad y las emociones. Y de esas tres es la mente el motor rector nuestro. Es a través de la mente que Dios llega al corazón y a los afectos. Por eso la vida cristiana se vive entendiendo los tiempos en que vivimos. De eso trata el pasaje que tenemos aquí en Efesios. Para poder discernir y entender los tiempos que nos ha tocado vivir: ¿qué cosas yo debo tener presente? Tres cosas básicas: (1) los días son malos (2) debemos andar como sabios (3) debemos conocer la voluntad de Dios.

            En primer lugar, los días que nos ha tocado vivir son días malos.

I. Los días son malos

            El versículo 16 nos dice: “aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.” Lo interesante del caso es que Pablo dice esto de sus propios días. Y qué es lo que caracterizaba sus días. Él nos lo dice en los versículos 3-5 “3 Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos; 4 ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias. 5 Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios.” Eso es lo que caracteriza los días de Pablo. Y no tenemos que mirar muy lejos para decir que esto mismo caracteriza nuestros días.

            Hermanos, la maldad se ha multiplicado en nuestros días. Y no podemos taparnos los ojos y pensar que no es así. Ni tampoco podemos nosotros aceptar como bueno lo que Dios mismo llama malo. Y uno de los retos que tenemos es que tan común es la maldad e impiedad en nuestros días que nosotros perdamos la capacidad de discernir entre la verdad y el error. Que tanto está dando la gota en la piedra que le haga un hoyo. En otras palabras, que nosotros veamos tales conductas pecaminosas como si fuera algo normal. Como si fuera de poca importancia. Y como si la Palabra de Dios fuera anticuada y obsoleta para nuestros tiempos.

            Hay algo importante que debemos tener presente para poder entender el mundo moderno en que vivimos. Y es contestar a ¿qué se debe que estemos hoy día como estamos? ¿Acaso el cristianismo no había impactado positivamente en el pasado a la sociedad en que vivimos? La respuesta es que sí. Pero lamentablemente esos tiempos han pasado. La influencia de la iglesia y junto con ello la influencia de la verdad de Dios y del evangelio de Cristo han ido perdiendo fuerza. La iglesia ha dejado en gran parta de ser la luz del mundo y la sal de la tierra en Cristo Jesús. Y esto ha provocado un cambio de mentalidad. ¿Cuál es ese cambio? Ese cambio es la abolición de la Verdad según Dios. El mundo no solo se ha rebelado en contra de la Verdad de Dios con respecto al evangelio sino que ha rechazado la Verdad de Dios en todas las áreas del saber. Para el mundo no existe la Verdad y punto. Para el mundo no hay Verdad absoluta sino valorizaciones. Y esto ha llegado a tal manera que toda racionalidad está siendo destruida a pasos agigantados. Al punto de decir: 2+2 no siempre es 4.

            En el pasado cuando tú decías algo como verdadero su opuesto era considerado falso. Ya ese mismo criterio o pensamiento no es así. Para el mundo ya no existen gente buena o gente mala, solo existen gentes. Para el mundo el aborto tiene olor a libertad. Ya no hablamos de héroes y villanos sino de anti-héroes, es decir: “justicieros” que toman la justicia en sus manos, violando todas las leyes para poder traer “justicia”, que no es otra cosa que venganza enmascarada como justicia.

            Se está destruyendo la Verdad en todas las áreas de la vida. Y se dice tú tienes el poder de crear tu propia realidad, incluso en biología. Si naces hombre pero te siente mujer puedes cambiar tu fisionomía para hacerte mujer. Y no solo eso sino que pretenden que todos los consideren como personas que saben experiencialmente lo que menstruar. Y procuran que su certificado de nacimiento diga que nacieron mujer en vez de hombre.

            ¿Qué podemos decir al respecto? Podemos decir lo que dijo Pablo en 1 Corintios 1:19-20 “19 Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, Y desecharé el entendimiento de los entendidos. 20 ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo?”  Y la respuesta es Sí. Dios ha entregado este mundo a la locura por haber rechazado la Verdad de Dios. Y la consecuencia es que no solo el ser humano está perdido en sus delitos y pecados sino también está perdiéndose en su humanidad y en su racionalidad. Lo absurdo y la irracionalidad es ahora la verdad absoluta.  

            En virtud de todo esto Pablo nos dice: aprovecha bien el tiempo. La palabra aprovechar significa: rescatar por compra. Es la misma palabra que se utiliza para hablar de que los creyentes hemos sido comprados con la sangre preciosa de Jesús. Y la palabra tiempo significa: oportunidades. En otras palabras en medio de este mundo que nos ha tocado vivir debemos aprovechar, rescatar toda oportunidad para hacer bien. Debemos aprovechar toda oportunidad para hablar la Verdad de Dios. Para amar al mundo que se pierde en pecado. Para ser celosos de buenas obras. Pero también para fortalecer nuestras almas en el Señor. Para vestirnos cada día con la armadura de Dios. Para fortalecer y establecer las gracias salvadoras: de la fe, la esperanza y el amor.  Para tener presente que Dios nos llama a vivir por fe y no por vista. Que estamos en medio de la batalla de nuestra fe. Y como soldados no podemos eludir entrar en la batalla espiritual a la cual Dios mismos nos ha llamado.

            Por eso Pablo nos dice: que por causa del mal en que vivimos nosotros debemos andar como sabios.  

II. Andando como sabios

            V. 15 “15 Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios,” Ahora bien, el adverbio diligencia significa: “con precisión, con exactitud. En estricta conformidad a un estándar o norma con miras a una cuidadosa atención, acertada, y cuidadosamente”. Ok. Además tenemos el adverbio con diligencia que está en medio de dos verbos. Y tiene dos posibles traducciones: (1) mirad con diligencia cómo andéis; o (2) mirad que andéis con diligencia o precisión o exactitud. ¿Cuál es la mejor traducción? Yo diría que irrespectivamente cuál de las dos es la mejor traducción el énfasis del versículo es en caminar con cuidado, caminar con exactitud y precisión y mirad cómo estamos caminando y cómo Dios espera de nosotros que caminemos.

            ¿Cómo Dios espera que caminemos? El nos lo dice: Debemos andar como sabios y no como necios. ¿Qué es andar como sabio? Según Proverbios el sabio es el que reconoce la realidad en que vive y se adapta a esa realidad. Por eso en Proverbios 6 se nos llama a ir y ver la hormiga.  Mira Proverbios 6:6-8 “Ve a la hormiga, oh perezoso, Mira sus caminos, y sé sabio; 7 La cual no teniendo capitán, Ni gobernador, ni señor, 8 Prepara en el verano su comida, Y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento.” Ella reconoce su realidad: en el verano es el tiempo de recoger comida porque llegará el invierno en donde no habrá comida. Ella entiende esa realidad y se adapta a ella.  De igual manera, el sabio es el que reconoce su realidad y se adapta a la misma y al final no es destruido.

            ¿En el contexto del pasaje cuál es esa realidad? La realidad es que hay un Dios en este mundo al cual daremos cuenta de todo lo que hacemos. Y también  que nosotros somos hijos de Dios y como tal debemos andar imitando a Dios como hijos amados (V.1). Andar en amor sacrificial como Cristo mismos nos amó, (V. 2). No participar de las obras de las tinieblas sino reprenderlas (V. 7). Caminar en el fruto del Espíritu en toda bondad, justicia y verdad, (V. 9). Todo esto no es otra cosa que adornar el evangelio de Jesucristo. Y te pregunto a ti. ¿Estas caminando como sabio o como necio? ¿Estás consciente de la realidad en que vives y conoces cómo Dios espera que vivas?  

            Por último, Pablo nos dice cuál es la guía y el mapa que debemos usar para poder andar como sabios. Ese mapa y guía es: conocer la voluntad del Señor.

III. Conociendo la voluntad de Dios

            V. 17 “17 Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.” Aquí Pablo reprende a la iglesia de los efesios y les dice: por tanto, es decir, por todo lo anterior no seáis insensatos. Y la palabra insensato significa según el diccionario Vine: “la carencia de la percepción razonable de la realidad de las cosas naturales y espirituales”. Y ser entendidos significa según BDAG: “es asir intelectualmente de algo que reta nuestro pensamiento y práctica. Y se traduce: entender o comprender.” En otras palabras hermanos, Dios nos ha dado su Palabra para que puedas caminar en medio de esta generación perversa. Y este regalo maravilloso de su Palabra El te la ha dado como parte de nuestra relación pactual con Él. En su gracia y misericordia Él te ha dado la luz de Cristo. La Biblia es la revelación de Cristo. Pero nuestro deber en el pacto es no ser insensatos: no ser ignorantes de la Palabra de Dios. Debemos asir intelectualmente la Palabra de Dios. Debemos procurar con diligencia conocerla, entenderla para poder practicarla. Ella es la Verdad. Y ella nos revela la voluntad del Señor, de Jesús.

            La palabra voluntad aquí significa su deseo. Debemos vivir bajo los deseos de Dios y no bajo nuestros deseos. Debemos someter nuestra voluntad a la voluntad de Cristo. Debemos seguir detrás de los pensamientos de Dios caminando en cada paso que El nos ha marcado en Palabra para que los pisemos.

            Así que, ¿cómo debemos vivir en medio de la generación perversa en que vivimos?  Debemos vivir reconociendo que los tiempos son malos. Que el mundo no solo ha rechazado la Verdad del evangelio de Jesús sino toda Verdad de Dios en todas las áreas de la vida. Debemos aprovechar toda oportunidad para hacer bien, enseñar la Verdad de Dios y vivir como sabios. Es decir, vivir imitando a Dios como hijos amados, andando como lo que somos hijos de luz en el Señor. No procurando hacer nuestra voluntad ni los deseos nuestros sino los deseos de nuestro Señor y Salvador, el Señor Jesús. Amén.

 

 

Sermón: Mateo 8:23-27 Jesús es el Dios de la naturaleza (La Prueba de la fe)

Mateo 8:23-27 “23 Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron. 24 Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía. 25 Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! 26 Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza. 27 Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?”

            Yo no sé si a ti a veces te ha dado el deseo de salir por ahí con el carro a la deriva, es decir, hasta dónde la “carretera” nos lleve. Salir por ahí sin rumbo explorando cosas nuevas, comer en cualquier lugar que encontremos, quedándonos a dormir en donde nos coja la noche. A veces como que deseamos hacer lago y no sabemos qué hacer o a dónde ir pero nos gustaría hacer algo distinto a lo de siempre. A veces yo he tenido ese sueño “loco”. Solo que hay dos cosas importantes que me lo impiden: el tiempo y el dinero.

            En esto yo pienso que a veces vemos la vida que nos rodea como algo que está a la deriva. Como si la vida que vivimos y las cosas que pasan en el mundo y alrededor nuestro suceden al azar. Pero hermanos, si Dios se ha revelado como un Ser racional que actúa en base a un plan todo abarcador y soberano, entonces no es lógico pensar así. Todo lo que sucede en este mundo es la historia del plan de Dios. Y todo lo que sucede en nuestras vidas es parte de lo que Dios ha determinado que suceda con un propósito que solo El sabe a ciencia cierta. Pero hay algo que sí podemos entender y tener claro: Todo lo que sucede es parte del entrenamiento que Dios ha desarrollado para fortalecer nuestra fe.

            Y es eso mismo lo que vemos aquí en la perícopa, o porción bíblica, de Mateo 8:23-27, Jesús calma la tempestad. Todo lo que pasa en tu vida Dios lo ha diseñado para fortalecer tu fe. Así que en este pasaje hay por lo menos tres cosas: La prueba de la fe, lo débil de la fe y la fortaleza de la fe. Veamos en primer lugar: la prueba de la fe.

I. La Prueba de la fe

            V. 23-24 “23 Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron. 24 Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía.” El versículo 23 continúa el hecho de que Jesús iba a cruzar el Mar de Galilea hacia el lado este que hemos visto en el versículo 18. El suceso de Jesús calmar el mar aparece en los evangelios sinópticos esto es Mateo, Marcos y Lucas. Todos son complementarios siendo Mateo el más breve.

            Jesús entra en la barca y sus discípulos le siguen. Marcos nos dice que otras barcas, o barcos de pesca de aproximadamente 27 pies de largo y 7 pies y medio de años, acompañaban la barca en donde Jesús estaba. Los discípulos aquí son los 12 apóstoles y tal vez alguno que otro seguidor. Y en medio del Mar se desata una tormenta tan grande que las olas cubrían la barca, al punto de que comenzaba a hundirse. En Marcos 4:37 se nos dice que la barca “ya se anegaba”. Y Lucas 8:23 decía adicional “y peligraban”.

            Pero Jesús estaba allí mismo en medio de todo esto. Y nos dice Mateo que Jesús estaba profundamente dormido. Dice: “pero él dormía”. El verbo se encuentra en el imperfecto es decir es una acción continua en el pasado. El continuaban durmiendo sería una mejor traducción. Es decir, todo este revolú llevaba un tiempo ocurriendo. Posiblemente se desató el viento, las olas comenzaron a mover la barca, el movimiento del barco y el viento y las olas se siguen intensificando y en medio de todo esto Jesús permanece dormido. No cabe la menor duda que cuando Jesús se durmió El descansaba en los brazos de Dios. Dormía exhausto, pero dormía tranquilo; dormía en paz. Él podía decir el Salmo 4:8 “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado.” ¿Por qué podía dormir así? Podía dormir así porque Jesús tenía la confianza de que su Padre velaba sus sueños. Porque Él es su Hijo amado en quien Dios tiene complacencia. Y si esto es así podemos decir que esto que está sucediendo es parte del plan de Dios para probar la fe de sus hijos, de los discípulos.

            Hermanos, Dios revela muchas veces: que no podían tocar a Jesús porque su hora no había llegado. En una ocasión iban a lanzar a Jesús por un precipicio. Y nos dice Lucas 4:30 “30 Mas él pasó por en medio de ellos, y se fue.” Así que lo que tenemos aquí no fue algo que ocurrió por la casualidad. No hay casualidades en este mundo. Lo será para nosotros pero no para Dios quien ha preordenado todo lo que sucede y todas las acciones de los hombres.

            Podemos decir entonces que todo lo que nos sucede es una prueba de nuestra fe. Dios nos prueba constantemente por varias razones. A veces nos prueba para que veamos cuán fieles somos a Dios de veras. Mira el caso de David cuan infiel fue a Dios, a su esposa, al reino que Dios le había dado, al oficio que Dios lo puso. Él nos prueba para purificar nuestra fe. Así nos enseña Pedro. 1 Pedro 1:6-7 “6 En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, 7 para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo,”

            Así que hermanos si esto es así entonces todo lo que está pasando en el mundo y en Puerto Rico con los temblores, las tormentas y el Covid-19 no es otra cosa que una prueba de fe que Dios nos ha mandado. Para que veas con tus propios ojos cuán fiel eres a Dios, cuán comprometido eres a su causa y para enseñarnos de una vez y por todas cuán débil puede ser nuestra fe a veces sin nosotros saberlo. Es más creyéndonos fuertes descubrimos en medio de la prueba que no siempre es así. A veces tenemos una fe débil. Así que vemos en segundo lugar a una fe débil.

II. Lo Débil de la fe

            V. 25-26 “25 Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! 26 Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza.” Los discípulos llevan un rato tratando de bregar con el asunto de la tormenta. Y no habían despertado a Jesús posiblemente pensando que en cualquier momento se iba a despertar con la conmoción y saldría a salvarlos. Pero cuando vieron que el tiempo pasaba y que la barca comenzaba a hundirse se llenaron de pánico. Tal vez pensaron que era necesario que Jesús estuviera despierto para que El pudiera salvarles. ¡Cuán lejos están de la verdad! Hermanos, nuestro Dios no duerme ni se fatiga como dice Isaías 40:28 “¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance.” Pero a veces se nos olvida esa gran verdad que nos llena de consuelo. Y cuando vemos que las cosas no se resuelven al momento creemos que Dios duerme y que hay que despertarlo.

            Entonces los discípulos procuran despertar a Jesús y le dicen: “¡Señor, sálvanos, que perecemos!”. Y Jesús les dice: ¿Por qué teméis? No hay razón para temer. ¿Por qué están asustados? Cualquiera diría que es una pregunta de indiferencia. Estamos en peligro. La posibilidad de morir es una real. ¿No nos asustamos cuando algo así sucede? ¿No nos asustamos cuando anuncian que un huracán viene para PR? Después de María ya estamos asustados cuando se nos dice que ya ha comenzado la temporada de huracanes. Y es normal que así sea.

            Pero Jesús les reprende con amor. ¿Por qué les reprende? V. 26 “Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe?”. Aquí hay una reprensión amorosa de parte de Jesús. Y aunque amorosa no deja de ser una represión. ¿Cuál es la causa? Jesús les dice: su poca fe. Su poca confianza en Dios. Su poca confianza de que Dios tiene control de todo. No es que tuvieran temor en sí mismo. Todas estas cosas producen temor en nosotros. Es que su temor fue más allá del correcto. Cuando vieron que la situación no se arreglaba inmediatamente pensaron que si Dios existe no se preocupa de nosotros. Miremos Marcos 4:38 “Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?”. ¿No te importa lo que está sucediendo? Tal actitud demuestra que su miedo estaba fuera de proporción. ¿Por qué esto? Por su poca fe. A veces Dios permite estas cosas para enseñarnos a pensar con cordura sobre nosotros mismos. Y esto lo podemos ver con respecto al Covid-19. Hay muchos hermanos en la fe que su temor es exagerado. ¿Qué esto es algo serio? No lo puedo negar. Que la prensa, los médicos y otros lo han sacado de proporción no cabe la menor duda.

            Y yo te pregunto ¿Cómo te sientes con respecto al mismo? ¿En medio de todo lo que nos está pasando en dónde tú estás parado? Esta misma pregunta le hizo Jesús a los discípulos según Lucas 8:25 “Y les dijo: ¿Dónde está vuestra fe?”. Por qué estás amedrentado les dice en Marcos. Yo estoy con vosotros. Nada pasa al azar. ¿En quién pones tu fe?  Los discípulos demostraron que en medio de la prueba su fe era una débil. Jesús deseaba que ellos pensaran de sí mismo correctamente. Hay muchos de nosotros que nos creemos que somos fuertes. Y hay veces que somos fuertes para una cosas pero cuando viene la prueba allí nos caemos.

            Ten siempre esto presente. Muchas veces Dios espera hasta el último momento en el cual a veces se piensa que ya no hay esperanzas para así mostrar la grandeza de su poder. Pero hermanos, Dios tiene control de la naturaleza. Y Jesús es Dios. Porque como Dios es el creador de la naturaleza y solo El la controla, la dirige, la somete. Jesús reprende los vientos y al mar, ambas cosas. Y hubo una gran calma. Así como hubo una gran tormenta. Y gran susto o temor, Jesús trajo a ellos, al mar, a los vientos una gran calma.

            En todo esto Jesús prueba su deidad. El no solo sanó inmediatamente la salud de aquellos que estaban al borde de la muerte y les restablece sus fuerzas inmediatamente, El calma los vientos y el mar inmediatamente con la Palabra de su poder. Mateo 8:26b “Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza”. Marcos 3:39 “39 Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza.” Es Jesús, es Dios, es el Espíritu Santo el único que puede producir una gran calma en medio de las pruebas. ¿A quién vas a acudir? ¿En quién pones tu fe?

            Todo esto sucedió para fortalecerles su fe en Dios.

III. La fortaleza de la fe.

            V. 27 “27 Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?” ¿Qué nos enseña Jesús aquí? Nos enseña que cuando entendemos quién es Jesús realmente en sí mismo y lo que El es para nosotros nuestra fe se va fortaleciendo. En otras palabras, nuestra fe se fortalece cuando entendemos y creemos que Jesús, nuestro Salvador y Dios no es cualquier persona. ¿Qué hombre es este? ¿Qué clase de hombre es este? NO hay nadie como El en el mundo ni en el universo. No hay parámetros para compararlo. No hay profeta, maestro ni nadie como Él. No hay comparación. Eso es lo que Dios busca con nosotros que aprendamos de una vez para siempre que no hay absolutamente nadie como nuestro Dios. Que el Rey que vino a salvarnos es incomparable. Solo El puede salvarnos del pecado porque solo Él hace que “los vientos y el mar le obedezcan”. El es el Dios de la naturaleza porque El es el creador de la naturaleza. No hay una madre naturaleza. Hay un Padre de la naturaleza y ese es el Dios Trino y uno.

            Pero hay algo más que podemos ver en este pasaje me enseñó D. Martyn Lloyd Jones. Aquí podemos ver la naturaleza de la fe verdadera. La fe verdadera aunque  a veces es débil siempre corre a los pies de Jesús.

            Y yo diría algo más. La fe verdadera puede ser débil o fuerte. Pero si es verdadera ha sido implantada por Dios Espíritu Santo derivando su gracia de la unión con Cristo por medio de la fe. Y por tanto, es una fe victoriosa. Es una fe que vence al mundo.

            ¿Cómo está tu fe en estos momentos? ¿En medio de todo esto está tu fe débil? ¿Está tu fe firme? Ruégale a Dios cada día: Señor auméntame la fe. Ayúdame a serte fiel en medio de esta prueba y de todas ellas. Ayúdame a pensar de mí con cordura. Ayúdame a creer que aunque parezca que estás dormido siempre estás conmigo. Reconócelo como el Dios de la naturaleza. Cree que Dios ha preordenado todo lo que sucede según su infalible presciencia. Y por tu fe en el incomparable Jesús tú Salvador y Rey y ten paz. Amén.  

Sermón: Mateo 8:18-22 Lo que cuesta seguir a Cristo

Mateo 8:18-22 “18 Viéndose Jesús rodeado de mucha gente, mandó pasar al otro lado. 19 Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. 20 Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza. 21 Otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre. 22 Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos.”

             Posiblemente tú conoces de alguien que por causa de la necesidad de tener un empleo decide enlistarse en el ejército. O tal vez el glamor de vestirse de soldado, los beneficios económicos y de educación han movido a muchos a enfilarse en la línea del ejército. Entran al mismo con una idea equivocada de lo que es ser soldado. Y cuando ven que conlleva largas horas de trabajo arduo, una disciplina rígida, una separación de su familia, un convertirse prácticamente en propiedad del ejército, entonces comienzan a aprender en dónde el grillo tiene la manteca.

            De alguno de ellos yo he escuchado que no bien han entrado ya están pensando en cómo salirse del mismo. E incluso algunos han llamado a sus padres llorando para ver cómo pueden lograr conseguir a alguien que logre sacarlos del ejército luego de haber firmado. Estos se enlistaron en las filas sin haber considerado lo que cuesta ser soldado.

            De esto habla nuestro Señor Jesús en esta perícopa del evangelio de Mateo.

            Aquí vemos a dos personas que han respondido favorablemente a la predica y las enseñanzas de Jesús. Habiendo oído las enseñanzas de Jesús, habiendo sido expuesto al evangelio de la gracia de Dios, viendo la autoridad de Jesús en sus enseñanzas y habiendo visto u oído de los milagros de sanidad de Jesús han decido “seguir” a Jesús. Es más ya uno de ellos, el segundo, era un discípulo o uno que ya había comenzado a seguir a Jesús. No necesariamente implica uno dentro del círculo de los 12 sino uno que ya ha comenzado a ir detrás de Jesús.

            ¿Cómo reaccionó Jesús? ¿Cómo reaccionamos nosotros si alguien nos dice que desea hacerse miembro de Jesús es la verdad? ¿Cómo reaccionan muchas iglesias ante tal situación? Muchas iglesias reaccionan con mucha alegría y rápidamente lo recibe como miembro de sus iglesias. ¿Pero es así como Jesús reaccionó? Jesús reaccionó hablándoles claro acerca de lo que cuesta seguirle. ¡Cuán importante para la iglesia y para cada uno de nosotros es considerar lo que cuesta seguir a Cristo! Jesús nos dice: cuesta el negarnos a nosotros mismos y cuesta el poner a Cristo primero sobre todo lo demás. Veamos.

I. Negarse a uno mismo

            V. 18 “18 Viéndose Jesús rodeado de mucha gente, mandó pasar al otro lado.” Jesús se encuentra en el lado oeste del Mar de Galilea (el cual no es realmente un Mar sino un lago). Y viéndose rodeado de mucha gente, mandó pasar al otro lado o el lado oriental del Mar de Galilea. ¿Y nos preguntamos por qué hace esto Jesús? La gente le rodea. La gente le busca. ¿No debió Jesús aprovechar ese momento para seguir evangelizando y sanar a todos los enfermos que le trajeran? ¿Acaso Jesús no era un excelente evangelista? Claro que sí. Pero hermanos, no olvidemos que aunque Jesús es Dios sobre todas las cosas, El es también hombre. Y esto implicbaa que El también se cansaba. Y por tanto necesitaba tiempo a solas para descansar y para poder orar a Dios tranquilamente.

            Pero antes de partir al otro lado nos dice Mateo en el V. 19 “19 Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas.” Lo primero que deseo que vean es la persona que hace esa promesa. El es un escriba. Y esto significa que es una persona verdaderamente culta. Los escribas pertenecían a una clase de profesores y educadores quienes eran expertos en la Tora, es decir, en la ley de Moisés. Su vida era una dedicada a sus estudios y a enseñar. Era una vida intelectual. Pero este escriba y maestro llama a Jesús: maestro. Reconoce la superioridad de Jesús como maestro. Y le hace una promesa. Fíjate que no le pregunta a Jesús si puede ser su discípulo, sino que inmediatamente le promete: seguirle a dondequiera que Jesús fuera.

            ¿Y cómo reacciona Jesús? Jesús no cuestiona su sinceridad. El hombre aparenta ser sincero. Pero Jesús le dice: V. 20 “20 Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza.” Jesús le contesta diciéndole que lo que pide incluye un sacrificio. El escriba no entendía que seguir a Jesús implica abnegación, sacrificio, servicio y sufrimiento. Y le dijo Jesús: Yo no tengo un techo en dónde resguardarme. Mi condición en un sentido es peor que las zorras y las aves. Ellas tienen guarida y nido y yo no tengo ninguno.

            Es más, esa fue la realidad de toda su vida y ministerio. Judea lo rechaza (Juan 5:18), Galilea lo expulsa (Juan 6:66), en Gadara le ruegan que se vaya de sus contornos (Mateo 8:34), en Samaria no quieren darle hospedaje (Lucas 9:53), y el mundo mismo no lo quiere aunque sí quieren a Barrabas (Mateo 27:23), y los cielos mismos lo desamparan (Mateo 27:46). Eso es lo que significa la frase el Hijo del hombre. Yo soy el Dios encarnado pero me encuentro en mi estado de humillación. Por tanto, considera lo que implica seguirme. Conlleva negarnos a nosotros mismo. Conlleva cierto grado de dificultad e incomodidad. Conlleva estar a la merced de la caridad de la gente. En otras palabras, seguir a Jesús implica abnegación y sacrificio. Sí hay bendiciones por seguir a Jesús. Hay riquezas espirituales. Pero siempre el camino es tortuoso y difícil. El camino que lleva a los cielos lo es a través del camino de la vía dolorosa.

            Hermanos, ser cristiano no es nada fácil. No es seguir mi vida como siempre pero que ahora digo que soy cristiano. No. Conlleva reconocer que nuestra vida sin Cristo no era vida realmente. Conlleva no vivir según vive el mundo ni seguir a la carne sino conlleva andar en el Espíritu, no satisfaciendo los deseos de la carne. Conlleva vivir en castidad antes del matrimonio, durante el matrimonio y después del matrimonio si eres viuda(o) o te has divorciado.  Conlleva hacer morir lo terrenal en nosotros: el orgullo, la vanidad, la soberbia, la carnalidad y apartarnos y luchar contra todo pecado sea grande o pequeño. Conlleva rechazar la pornografía y la práctica de convivir con mi novio(a). Y conlleva dejar la comodidad personal. Eso era lo que no entendía el escriba. El pensaba seguir a Jesús pero pensando que podía seguir viviendo una vida tranquila, cómoda. Una vida respetable delante de la sociedad. Continuar viviendo una vida meramente intelectual en su seguir a Jesús. Y Jesús le dice: la vida cristiana no es así. La vida cristiana no es una vida cómoda. Si a mí me odiaron a ti también de odiaran. Y si a mí me llamaron Belcebú, príncipe de los demonios, a ustedes también. Por eso Pablo nos habló claro en 2 Timoteo 3:12 “12 Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución;” Yo sé que no todo es negativo. Disfrutaremos del amor de Dios, de su cuidado paternal, de su provisión , de su perdón, de su presencia consoladora, de la comunión de los santos, de la comunión con los ángeles, con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, de la justificación, de la santificación, de la adopción como hijos, y de la vida eterna, etc. Pero nunca es una vida sencilla. Siempre, siempre habrá que segarnos a nosotros mismos y tomar la cruz diariamente.

            ¿Y te pregunto a ti? Tú que dices ser cristiano: ¿te estás negando por seguir a Cristo? ¿Estás tomando tu cruz todos los días? En otras palabras, está muriendo todos los días por seguir a Cristo. ¿O estás viviendo la vida cristiana cómoda? Jesús nos dice: que tal vida cómoda no es la vida cristiana. Seguir a Cristo cuesta el negarnos a nosotros mismos. Pero no solo eso, cuesta algo más nos dice Jesús.

II. Preferir a Jesús sobre todo lo demás

            V. 21 “21 Otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre.” Ya mencionamos que en este contexto ser discípulo no significa pertenecer al círculo íntimo de los seguidores de Jesús.

            Y antes de pasar al otro lado este “discípulo” le pone una condición a Jesús. Le llama Señor, lo cual implica un respeto a la persona o el reconocimiento que Jesús es Dueño soberano de todo. Y le pide permiso para primero ir a enterrar a su padre. A simple vista la petición parece una sensata. Es el deber de los hijos honrar a sus padres al ocuparse de enterrarlos una vez fallezcan. Como los judíos no “embalsamaban” como los egipcios era costumbre enterar a los muertos lo más rápido posible. Lo vemos claramente en el caso de Lázaro. Cuando Jesús llega ya hacía cuatro días que había muerto. Y lo vemos claramente en el caso de Ananías y Zafira. En Hechos 5:5-6 “5 Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron. 6 Y levantándose los jóvenes, lo envolvieron, y sacándolo, lo sepultaron.” V. 9-10 “9 Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti. 10 Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró; y cuando entraron los jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto a su marido.”

            Si te das cuenta al pedirle permiso de ir primero a enterrar a mi padre, se presume con esas palabras que su padre aún no ha muerto. Es posible que esté a punto de morir. Y también es posible que le falte algo de tiempo. Suena una petición razonable. Es el deber de los hijos honrar a sus padres.

            Pero qué le dijo Jesús. V. 22 “22 Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos.” ¡Wao! Increíble. ¿Qué quiere decir: deja que los muertos entierren a sus muertos? La idea es deja que los que están espiritualmente muertos sean los que se encarguen de entrar a los que están físicamente muertos. ¿Fue Jesús insensible? ¿Está Jesús pidiendo algo irrazonable? No. La palabra clave para entender este versículo es el adverbio: “primero” [en el griego es proton]. Significa primero, en primer lugar. Y Jesús le dice: No. Nadie puede tener el primer lugar sobre tu vida y sobre tu corazón.

            El creyente verdadero es uno que reconoce que Jesús es lo primero en su vida. Para él o para ella Jesús es lo primero. Y esto por encima de su propia familia, sus bienes e incluso sobre su propia vida. Posteriormente Jesús lo va a decir explícitamente para que no haya dudas de sus palabras. Busquemos Lucas 14:25-27 “25 Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: 26 Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27 Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.” No es que no amemos a nuestros padres, ni que no amemos a nuestros cónyuges e hijos, ni que no cuidemos de nuestra vida. Si no que nada debe competir con el Señor Jesucristo. Jesús es el número uno en la vida de cada genuino creyente. Mi amor supremo lo es Jesús. Nuestro amor por Jesús debe siempre ser lo primero por encima de nuestro amor por nuestros esposas(os), hijos(as), hermanos(as) y aun también por encima de nuestra propia vida. Es decir, serle fiel a Jesús es más importante que mi propia vida. Y si por serle fiel tengo que morir: ¡Así sea!

            Hermanos, Dios nos escogió para sí. El nos rescató para hacernos sus hijos. Para que El sea nuestro Padre principal. Y nos ha dado su Espíritu Santo para hacernos moral y espiritualmente como El es. Nuestros padres y nuestra familia deben ser escalones que nos lleven a amar supremamente a Dios. No es que no los amemos. Es que los amemos pero que amemos primero y más a nuestro Creador y Redentor: el Dios trino y uno.

            ¿Qué es ser un creyente verdadero? Un creyente verdadero nos dice Jesús es uno que reconoce que Jesús es lo más maravilloso en su vida. Que El es su misma vida. Que ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. El es el todo. Tenerlo todo y no tenerle a El es realmente no tener nada. El creyente vive para Él. Vive agradecido del amor perdonador de Dios en Cristo Jesús. Mi vida El la define. Mi vida El la moldea. Temerle a El y buscar a gradarle en todo es el gozo del creyente. Y conlleva una vida de servicio, de sufrimiento, de negaciones y de darle la prioridad a El sobre todo lo demás. Eso es lo que Jesús nos enseña aquí. Seguir a Jesús es maravilloso. No hay nada en este mundo ni nadie en este mundo que satisfaga ni llene nuestro corazón y alma que el Señor Jesús. El es el único que perdona todos, todos nuestros pecados. El único que puede morar verdaderamente en nosotros. Consolarnos como nadie lo puede hacer. Salvarnos de la ira misma de Dios y darnos la vida eterna: llena de gozo, paz, felicidad. Pero conlleva negarnos a nosotros mismos y ponerle a El primero sobre todas las cosas. ¿Es esa tu fe? ¿Es eso lo que caracteriza tu vida? ¿Examinémonos y veamos si estamos en la fe? Amén.

 

Sermón: Mateo 8:1-17 Jesús el único sanador

Mateo 8:1-17 “Cuando descendió Jesús del monte, le seguía mucha gente. 2 Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. 3 Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció. 4 Entonces Jesús le dijo: Mira, no lo digas a nadie; sino ve, muéstrate al sacerdote, y presenta la ofrenda que ordenó Moisés, para testimonio a ellos. 5 Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, 6 y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. 7 Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. 8 Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. 9 Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. 10 Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe. 11 Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos; 12 mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. 13 Entonces Jesús dijo al centurión: Ve, y como creíste, te sea hecho. Y su criado fue sanado en aquella misma hora. 14 Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de éste postrada en cama, con fiebre. 15 Y Tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía. 16 Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos; 17 para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.”

 

            El evangelio según San Mateo procura enseñarnos acerca del Rey Jesús. Es el evangelio del reino en donde Cristo es Rey supremo. Y Mateo procura darnos detalles para que podamos ver en Jesús a la simiente de la mujer que vino a aplastar la cabeza de Satanás y a su simiente.

            Vimos desde el principio cómo Mateo procura identificarnos al Mesías. Jesús es hijo de David e hijo de Abraham. El es el heredero al trono de David y El es de la simiente de Abraham el padre de la fe. Su nacimiento no fue cualquier cosa. El nació de una virgen en cumplimiento de la profecía de Isaías 7:14. El nació en Belén de Judea como se profetizó que ocurriría según Miqueas 5:2. Él fue tentado en el desierto como lo fue el pueblo de Israel. Pero a diferencia de ellos El venció la tentación. El comenzó su ministerio llamado a los hombres al arrepentimiento y a la fe en El.

            Luego Mateo nos presenta el primero de los 5 grandes discursos de Jesús que aparecen en este evangelio. Y vimos el Sermón del Monte, en dónde Jesús nos enseña el carácter de vida que deben poseer todos aquellos que pertenecen al reino de Dios. Es interesante el énfasis de Jesús. El da mayor énfasis al carácter del cristiano que a las habilidades del cristiano. Y nos enseña que la vida del cristiano es una vida transformada. El vino a salvar. El vino a transformar las vidas que han sido destruidas por el pecado. Y todos quedaron impactados por las palabras de Jesús porque “29 …les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.” (Mateo 7:29)

            Ahora Mateo interrumpe la enseñanza de Jesús y le dedica tiempo a una serie de milagros que Jesús hizo. El orden de esta narrativa es un orden temático y no cronológico. Es decir, cuando comparamos lo que Mateo tiene aquí con los otros evangelios sinópticos (Marcos y Lucas) vemos que Mateo coloca los hechos de Jesús según el énfasis temático que desea señalar aunque no sigue el orden cronológico que vemos en los demás evangelios.

            ¿Cuál es el énfasis de Mateo aquí? El busca enfatizar la autoridad de Jesús sobre todas las cosas. Más específicamente: el poder de Jesús, la misericordia de Jesús y la relación entre su sacrificio y la redención. De esas tres cosas vamos a exponer hoy.

            Miremos la autoridad de Jesús sobre todas las cosas reveladas por el poder de Jesús.            

I. El poder de Jesús

            Cuando vemos la historia aquí y no hemos perdido la sensibilidad a lo que aquí se nos narra acerca de Jesús, nuestra reacción debe ser: ¡Wao! ¡Increíble! ¡Impresionante! Esto está fuera de liga.

            Tres cosas entre muchas podemos señalar.

            1. Su poder se demostró en que sanó inmediatamente. Este es uno de los énfasis del pasaje. V. 3 “3 Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció.” V. 13 “13 Entonces Jesús dijo al centurión: Ve, y como creíste, te sea hecho. Y su criado fue sanado en aquella misma hora.” V. 15 “15 Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía.” No solamente la persona quedó sana inmediatamente sino que también recobraron inmediatamente su fuerzas. Por lo menos lo vemos en el caso de la suegra de Pedro. Tan pronto tocó su mano, y la fiebre la dejó, se levantó y les servía. Sí, hermanos, el primer “Papa” tenía esposa. Así como los demás apóstoles.

            2. Su poder se demostró en que sus métodos variaban. El sanó de cerca al leproso y sanó de cerca a la suegra de Pedro. Pero El sanó de lejos al criado o joven esclavo del centurión. El no necesitaba estar cerca para que pudiera sanar a los enfermos. Hermanos, esto no es magia. Es el poder mismo de Dios quien lo sana. Eso mismo reconoce el centurión. Cuando el centurión le dice a Jesús acerca de su criado Jesús le dice: V.7-8 “Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. 8 Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará.” El poder de Jesús no tiene límites. Si El es Dios como enseñan las Escrituras y como todo esto evidencia, entonces El no necesita seguir un mismo método para sanar. Porque el poder de sanar procede de Él. No pongas tu mirada en el método sino en Jesús quien sana por su propio poder porque El es Dios. Dios no siempre hace las cosas de la misma manera. El es libre en su obrar. El es soberano al actuar. El actúa según le place. Y nosotros no debemos encajonar a Dios.  

            3. Su poder se demostró en que Jesús sana todo tipo de enfermedades. Hay algo que no debemos perder de perspectiva. El leproso que viene a Jesús para que lo sane, su enfermedad estaba en un estado avanzado. Dice Lucas 5:12ª “Sucedió que estando él en una de las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra”. Cuando eso sucede significa que la enfermedad ha avanzado de tal manera que su condición es irrevocable. Él está al borde de la muerte. Aún así él no pierde las esperanzas y va a Jesús. Lo mismo vemos en el caso del criado. Mateo nos dice que el criado V. 6 “está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado.” Esta parálisis debió haber sido algo inmediato. No sabemos si fue que se cayó o se enfermó al punto de parálisis. Sí sabemos que el joven vivía un infierno: era “gravemente atormentado”. Y más específicamente nos dice Lucas 7:2 que “estaba enfermo y a punto de morir.” Ya el joven estaba a la entrada de la muerte. Y de la suegra de Pedro se nos dice en Lucas 4:38 “La suegra de Simón tenía una gran fiebre”. Indicando que la condición era seria. Y a todos ellos los sana por el poder de su Palabra. No importa la condición o la enfermedad sea lepra, parálisis, fiebre, covid-19, etc.; no hay nada difícil para Dios. No importa que según los hombres y la ciencia el estado es irrevocable o irreversible, para Dios nada es imposible. No limites el poder de Dios. No pierdas tu fe en el Señor. Sigue luchando hasta el fin. Sigue clamando hasta el fin. Pero clama como clamó el leproso, 8:2 “Señor, si quieres, puedes limpiarme.” Y decir: Yo sé que tú puedes pero no se haga mi voluntad sino la tuya. Ve con una actitud humilde ante Dios. Y ve con fe en el poder sin límites de nuestro Dios.  

            Pero en todos estos milagros no solo se enfatiza la deidad y la autoridad de Jesús por medio de los milagros que hizo sino se enfatiza también su misericordia.

II. La misericordia de Jesús

            Vemos la misericordia de Jesús de varias maneras.

            1. La vemos en su deseo de sanar. El leproso se acerca a Jesús y le habla humildemente. Marcos nos dice que “hincó la rodilla”, Lucas “se postró con el rostro en tierra” y Mateo se “postró ante El”.   El no vino demandando: Jesús tienes que sanarme. Yo no merezco lo que estoy sufriendo. Yo no he hecho nada malo. Así que sáname. No. El vino y le dice: “Señor, si quieres, puedes limpiarme.” Y qué le dijo Jesús: “Quiero; sé limpio.”

            Lo mismo vemos en el caso del criado del centurión. El centurión no le pidió que lo sanara. Jesús dedujo que si le contaba lo que le pasaba al joven el centurión deseaba que lo sanara. Y antes que le pidiera sánalo, Jesús ya había dispuesto en su corazón sanarlo. Él se adelanta a nuestras peticiones. Es cierto que el centurión vino rogándole pero antes que le pidiera que lo sanara Jesús le dice en Mateo 8:7 “7 Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré.”

            2. La misericordia de Jesús no solo la vemos en su disposición de sanar cuando le rogaron y le pidieron. Lo interesante del caso es que en el caso de la suegra de Pedro Mateo no menciona que le pidieran que la sanara. Curiosamente Pedro no le pidió a Jesús que sanara a su suegra. Interesante. Es una broma. Y aunque en Lucas 4:38 se nos dice que todos rogaron por ella “y le rogaron por ella.” Lo que Mateo desea que tú y yo tengamos claro es que Jesús conoce nuestros corazones y nuestras peticiones aun antes de que le pidamos. Por eso no menciona el ruego de los discípulos. A Aquel que es la misericordia misma encarnada no necesita que le tuerzan el brazo para ser misericordioso.

            3. Pero hay algo que deseo que no perdamos de perspectiva. La misericordia de Jesús se ve en su compasión a los que son menospreciados en la sociedad. ¿Qué era un leproso en aquella sociedad? Era uno menospreciado por la sociedad. Su enfermedad era extremadamente contagiosa. Tenían que tapar su boca si hablaban. Tenían que guardar distanciamiento social de todos, incluso su familia. Tenía que anunciar que era leproso si alguien se acercaba. No podía ir al templo porque la ley ceremonial le prohibía hacerlo, estaba inmundo. No podía acercarse a nadie y si se acercaba buscando ayuda, ya que no podía trabajar, la gente salía huyendo. Incluso los líderes religiosos salían corriendo, enrollándose la ropa para que ésta no tuviere contacto con el leproso. Eran considerados la escoria. En cambio, cuando se acerca a Jesús El no huye. Porque Jesús tiene compasión del sufrimiento humano. Ese es el Salvador del mundo. Ese es el Salvador de todos los que creen en El.

            Y en el caso del centurión tenemos aquí a un gentil. Y ustedes saben que los fariseos consideraban a los gentiles como malditos. Como gentes contaminadas y si tenían contactos con ellos inmediatamente iban a lavarse las manos para limpiarse de toda contaminación. Para colmo este hombre era un centurión, un soldado romano a cargo de un batallón de alrededor de 100 hombres a cargo de hacer cualquier cosa que el imperio romano demandara. El pertenecía al pueblo opresor. El representaba al imperio romano que tenía “esclavizado” al pueblo judío. ¿Y qué hace Jesús? Él no le dice: “quién eres tú para pedirme ayuda cuando tu pueblo, los romanos, nos han esclavizados, nos han quitado la libertad como pueblo. Imponen leyes sobre nosotros. Tenemos que pagar impuestos al pueblo opresor.” Ni Jesús le da una bofetada, ni le insulta. Ni piensa: cuando vaya a su casa se la voy a desbaratar.” No. Jesús le dice: “Yo iré y le sanaré”. El estaba dispuesto no solo a ir a la casa de un gentil sino a entrar a la casa del gentil “opresor” y mostrar misericordia a ese joven esclavo que estaba a punto de morir. Aprendan de Jesús el movimiento de “Black Lives Matters”.

            Lo vemos también al sanar la suegra de Pedro. ¿Por qué lo decimos? Porque en la cultura judía las mujeres eran despreciadas. En contra de la enseñanza del AT que nos enseña que hombres y mujeres son igualmente dignos porque ambos han sido creados a la imagen de Dios. Y por tanto ninguno es superior al otro aunque haya diferencias biológicas y emocionales. El pueblo judío despreciaba a las mujeres. Pero no Jesús. Aun antes de que le pidieran que la sanara Jesús va la toca, Lucas nos dice que Jesús “reprende a la fiebre” y ella queda totalmente sana.  Jesús es el Dios de misericordia.

            Es por eso que podemos ir donde El y podemos poner toda nuestras cargas ante El. Y podemos esperar recibir su compasión y misericordia, sostén en medio de toda prueba. Ve a Jesús. Corre hacia Él.

            Y por último hermanos. Mateo nos enseña cuál es la relación entre el sacrificio de Jesús y la redención.

III. El sacrificio de Jesús y la redención

            ¿Por qué hablamos de esto? Por varias razones.

            1. Porque luego de haber sanado a la suegra de Pedro nos dice Mateo en el V. 16 “16 Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos;” A todos los sanó con la Palabra. El leproso, el centurión y la suegra de Pedro fueron sanados por la Palabra que proviene de los labios de Jesús. Solo la Palabra de Dios sana no solo el cuerpo sino principalmente el alma. Solo esa Palabra da vida. Solo esa Palabra transforma las vidas. ¿Es esa tu convicción? ¿Cuando lees la Palabra te acercas a ella con la convicción del poder de esa Palabra? ¿Cuando vienes a la iglesia a adorar a Dios vienes con la convicción del poder sanador de esa Palabra? ¿No es tu deseo que aquí se predique y se enseña constantemente esa Palabra y como dice Pablo la sana doctrina? Solo Jesús tiene Palabras de vida eterna.

            2. Porque Mateo nos dice que toda esta obra de sanidad es V. 17 “17 para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.” La referencia es a Isaías 53:4 que en Isaías no nos habla de “enfermedades físicas” sino a la “enfermedad” del pecado que el sacrificio del Siervo Sufriente solo puede quitar. ¿Qué quiso decir Mateo con esa cita? Que el único que puede limpiarnos del pecado que nos mata y nos destruye es el mismo que puede limpiarnos de nuestras enfermedades. Es decir, Cristo vino no solo a sacarnos del estado de pecado sino también del estado de miseria producto del pecado. Si solo Jesús puede sanar el cuerpo solo Jesús puede sanar el alma. Y su obra de redención incluye no solo la sanidad del alma sino también la sanidad del cuerpo. Porque es solo por su muerte que El venció el pecado y es solo por su resurrección que El venció la muerte. Y todos los que estamos unidos a El por una fe verdadera hemos vencido por El y en El el pecado y la muerte.  

            Por tanto Jesús es el único Sanador. Él nos sana del pecado. El sana nuestra alma. Tal vez en ti hay amarguras, hay resentimiento fruto de alguna traición, menosprecio, te han herido, te ha rechazado, el pecado te ha ensuciado feamente o te sientes perdido, inseguro. A ti te digo ve a Jesús: Él es tu Sanador. Amén.

Sermón: Salmo 42 Espera en Dios

Salmo 42:5 “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. 2 Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios? 3 Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios? 4 Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí; De cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios, Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta. 5 ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío. 6 Dios mío, mi alma está abatida en mí; Me acordaré, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán, Y de los hermonitas, desde el monte de Mizar. 7 Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas; Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí. 8 Pero de día mandará Jehová su misericordia, Y de noche su cántico estará conmigo, Y mi oración al Dios de mi vida. 9 Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo? 10 Como quien hiere mis huesos, mis enemigos me afrentan, Diciéndome cada día: ¿Dónde está tu Dios? 11 ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.”

 

            Una de las característica del libro de los Salmos es la abundancia de Salmos de Lamentos que aparecen allí. Es como si la vida de creyente se caracterizara en muchas ocasiones con momento de dolor, ansiedad y depresión.  Y es eso mismo lo que vemos aquí en el Salmo 42.

            Interesantemente el Salmo 42 y 43 era originalmente uno solo Salmo. Lo sabemos por varias razones. El tema es el mismo. Hay un estribillo o un versículo que se repite tres veces entre los dos salmos. ¿Por qué te abates oh alma mía y te turbas dentro de mí? se repite en el 42:5; 42:11 y 43:5. Ambos son Salmos de Lamentos y en este libro segundo de los salmos prácticamente todos tienen títulos excepto el 43.

            ¿Cuál es el trasfondo de este salmo? ¿A qué se debe que el salmista está llorando? El salmista, posiblemente un levita de los descendientes de Coré, llora porque no puede estar en Jerusalén adorando a Dios en el templo. Una crisis ha provocado que este adorador de Jehová no pueda estar en la asamblea de los santos para dar gloria y alabanza a Jehová. Su anhelo es estar allí. Y su ausencia ha provocado en su vida un sentido de vacío, ansiedad y depresión. Hay una sed de Dios en su vida. Hay un clamor de angustia semejante al que emite un ciervo con sed que anhela las corrientes de agua. Él dice: “Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo”. Anhelo su cercanía. Deseo experimentar de nuevo su presencia. Deseo la comunión no de un dios muerto sino del Dios vivo. Del Dios con quien puedo conversar. Que me escucha y me entiende. Del Dios que responde. Que realmente puede cambiar las cosas. De un Dios real y no imaginario.

            Hermanos y amigos, en tiempos de crisis nuestra alma se angustia. Nos llenamos de ansiedad, a veces nos deprimimos. Y nuestra alma busca ansiosamente algo que refresque la sed de nuestra alma. Que calme nuestras ansiedades. Que nos saque de este estado de depresión provocado por la crisis.    

            ¿Quién de ustedes no se siente como el salmista? Estamos en un tiempo de crisis. Vemos en las noticias y nos llenamos de ansiedad, de temor, nos sentimos asustados con los número del covi-19. Nos sentimos alarmados de la abierta oposición a Dios y al cristianismo. Nos frustramos, nos deprimimos y hasta a veces rabiamos al ver el libertinaje, la inmoralidad, la corrupción que hay en todas partes y no solo en el gobierno. Tal parece que nadie es fiel, no hay integridad, no hay compromiso de parte de muchos en las iglesias, hay una ortodoxia muerta en algunos casos. Iglesias justifican y promueven el pecado directa e indirectamente. Hay una carrera por la gobernación y la presidencia y cuando uno mira a los candidatos de los partidos en ambos países uno dice: esto es más de lo mismo. Se perpetúan los puestos de gobierno. Y muchos que aspiran a un puesto político son los menos cualificados al mismo pero son lo que más se mueven y hacen sentir su voz en el partido. ¿Y quién no se indigna de todo eso?

            En medio de todo esto algunos han elevado a la categoría de dios a la ciencia. Ella es la que nos va a salvar. Pero son los mismos científicos y médicos los que nos tienen del tingo al tango: usa mascarilla, no uses mascarillas a menos que estés contagiado, no, usa mascarilla aunque no estés contagiado. Deben tener cuidado las personas mayores, los jóvenes y los niños no tienen grandes problemas. Pero después resulta que sí tienen problemas. No se contagian los animales con esto.  Pero hay dos tigres en NJ contagiados. Y uno de los primeros perros contagiados murió recientemente.

            El desempleo se ha disparado. Los que solicitan no reciben lo solicitado porque hay un punto controvertible: y nos les dicen qué y qué pueden hacer. Y las filas para buscar un turno eran kilométricas. Y luego te dicen que los chavos se acabaron. Y después que van a ver una nueva ayuda económica. Pero cómo así si la primera no llegó.

            Entonces aparecen las teoría de conspiración. Que si esto es culpa de China; o del billonario Bill Gates. Que si la cura del covid-19 es darse un palo de baking soda, con limón, respirar vapor de agua hervida. Otros más sofisticados dicen: el consumo de la medicina anti-malaria la hidroxicloroquina (plaquenil). Unos doctores dicen que funciona. Y adivina qué: otros doctores dicen que no funciona.

            Y para colmo de males llegó la temporada de huracanes. E Isaías venía pa’ encima, y aunque no nos atravesó ha dejado mucha lluvia, zonas inundadas, áreas sin electricidad y sin saber cuándo reciben la preciada luz.  

            Y para nosotros los cristianos la cereza en el tope del mantecado lo es el no poder asistir con plena libertad a la casa de Dios en medio del pueblo de Dios mis amados hermanos.

            Y en medio de todo esto quién no se siente turbado, confundido, asustado, frustrado con lo que está pasando en el mundo y en nuestro país.

            Hermanos grandes calamidades tienden a producir esto mismo en cada persona. Así como te sientes así mismo se sintió el salmista en medio de la crisis que le tocó vivir.

            Ahora bien, cómo reaccionó el salmista y cómo procuró trabajar con su vida en medio de la crisis que le tocó vivir. Y cómo nosotros debemos trabajar con nuestra vida en medio de nuestra crisis particular.

I. Sus primeras reacciones

            ¿Cuál fue su primera reacción? Su primera reacción fue el preguntarse ¿cuándo pasará todo esto? V. 2 “¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?”. Cuando podré regresar a la casa de Dios para adorarle como antes hacía. Lo mismo hacemos nosotros. ¿Cuándo terminará esto de la pandemia? ¿Cuándo regresaremos a la normalidad? ¿Cuándo dejaremos de usar las mascarillas y dejar de estar asustado de lo que tocamos y de si podemos salir de nuestras casas libremente? ¿Te has preguntado eso?

            Su segunda reacción fue: sentarse a llorar todo el día. V. 3 “Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche,”. Lo que dominaba su mente era pensar en su sufrimiento, en la crisis que le había tocado vivir. Eso dominaba su mente y lo llevaba a la depresión y a llorar en todo momento. Hermanos, nosotros también estamos “llorando”. Nuestro tema de conversación principal es el Covid-19. Los problemas de la economía, el desempleo, las restricciones, los contagios, las muertes. Y lloramos el no poder salir como antes. Lloramos la pérdida de nuestras libertades. Todo esto es nuestro tema de conversación.

            Su tercera reacción fue: recordar los buenos tiempos del pasado. V. 4 “4 Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí; De cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios, Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta.” El recordaba de la libertad y el privilegio que tenía de poder estar en la casa de Dios para adorar a Dios libremente. Y de cómo como levita él ayudaba con su presencia y dirección conducía a los otros peregrinos a adorar a Dios en las tres fiestas anuales judías: la pascua, pentecostés y los tabernáculos. Y lo mismo hacemos nosotros. Te acuerdas cuándo íbamos al cine. Cuando no teníamos que hacer filas para entrar a los supermercados o a Marshals. Podíamos ir a la barbería sin hacer cita y sentarnos a esperar un turno vacío. No teníamos que usar hand sanitizer, ni alcohol, ni mascarillas, ni fase shiled. Íbamos libremente a las playas, podíamos irnos de viaje con más libertad.

II. ¿Cómo trabajó con sus crisis?

            Lo primero que el salmista hace para luchar con la crisis de la depresión es amonestarse a sí mismo. Eso es lo que tú o yo debemos hacer. Sacúdete esa actitud de depresión. Deja de cogerte pena. V. 5 “¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí?”. ¿Por qué sigues deprimida, oh alma? ¿Por qué persistes en seguir turbada en seguir deprimida? Sí, sé que estás triste. Sí, sé que te has deprimido. Pero para ya. Para eso ya. ¿Por qué te turbas? Es decir: por qué sigues en ese estado. Sí, es normal que te sientas triste y deprimida. A todos nos pasa. Pero no es correcto que permanezcas en ese estado de depresión.

            Hermanos, hay algunos que les gusta sentirse deprimidos. Hay algunos que les gusta que le cojan pena. Y siempre están en todo momento cabizbajos. Nada les sale bien. Siempre hay dolor en su corazón como si eso les gustara y les diera razón de vivir. El salmista dice: sacude esa actitud. Deja ya esa conducta. Tienes que predicarte a ti mismo. Tienes que hablar con tu alma y decirla basta ya. Levántate del letargo. Levántate de la cama. Lávate la cara. Ten nuevos bríos.

            Y nos dice más. Hermanos, esto no es sicología del mundo. Fíjate que el llamado no es a decir como decía Walter Mercado: dios está en ti, tú eres dios. Tal basura no es lo que enseña la Escritura. El salmista nos dice: deja de estar turbada y abatida. Quita tu mirada de ti y ponla en Dios. V. 5b “Espera en Dios”.   

            ¿Qué quiere decir con esperar en Dios? Esperar en Dios es confiar y creer que Dios cumplirá todos sus promesas para mí. Todo lo que Dios me ha prometido para mí en el pacto de gracia sin lugar a dudas se cumplirá. Y esta confianza y fe descansa en lo que Jesús hizo. Fíjate lo que dice Pablo acerca de las promesas de Dios en Cristo Jesús. 2 Corintios 1:20 “porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.” Y no solo eso. El salmista confía en que Dios le concederá su petición cuando es conforme a Su voluntad. V. 5c “Espera en Dios; porque aún he de alabarle”.

            Conlleva también esperar el tiempo de Dios de contestar nuestras peticiones con la convicción de que Dios contestará. Salmo 38:15 “Porque en ti, oh Jehová, he esperado; Tú responderás, Jehová Dios mío.”

            Y no olvidar que solo Jehová es nuestra salvación y que no estamos solos porque Jehová es nuestro Dios. “Salvación mía y Dios mío.”. Aquí bien importante. Esa espera no es la espera del mundo. El mundo espera en el hombre: en la ayuda de Trump, la de Wanda, la de OMS, la de la farmacéutica Moderna con la vacuna. Ni es tampoco la famosa frase boricua: la espera que desespera. Hermanos, ¿quién es tu Salvador? Solo Jehová. El es el Salvador de todo: no solo del pecado sino de toda crisis, de toda aflicción, de toda tribulación.

            Así que en dondequiera que estemos. En el lugar que estemos y en medio de cualquier circunstancia en que estemos: sea que esté aquí, en el hospital, en otro país, en otro pueblo, en salud o en enfermedad, solo o acompañado el salmista jamás se olvida de su Dios. Cuando estamos turbados y abatidos la tendencia nuestra es a olvidarnos de Dios. Tal vez no al principio. Muchas veces al principio clamamos a Dios pero cuando no vemos la respuesta que deseamos no olvidamos de Él. Pero el salmista nos dice: no te olvides de Dios. V. 6 “6 Dios mío, mi alma está abatida en mí; Me acordaré, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán, Y de los hermonitas, desde el monte de Mizar.” Me acordaré que eres mi Dios. Que tu amor por mí jamás cambia. Que estás conmigo en todas partes.

            ¿Qué más hace el salmista? El reconoce que todo el caos que hay en el mundo y en mi vida está en la manos de Dios. V. 7b “Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.” Las ondas y las olas del mar son en la Biblia un símbolo de caos, de destrucción. Pero el salmista toma consuelo en saber que “todas son tus ondas y toda son tus olas”. Son las ondas y las olas de Dios. Las cosas no suceden al azar. Las cosas no suceden porque suceden. Porque tienen que pasar. Y pasan porque en este universo no tiene quien lo gobierne. Eso no es así. Amós 3:4-6 “4 ¿Rugirá el león en la selva sin haber presa? ¿Dará el leoncillo su rugido desde su guarida, si no apresare? 5 ¿Caerá el ave en lazo sobre la tierra, sin haber cazador? ¿Se levantará el lazo de la tierra, si no ha atrapado algo? 6 ¿Se tocará la trompeta en la ciudad, y no se alborotará el pueblo? ¿Habrá algún mal en la ciudad, el cual Jehová no haya hecho?” Hermanos, Dios no nos creó y luego se olvidó de nosotros. El no solo nos creó. El cuida de nosotros. El dirige todas las cosas incluso las cosas terribles que pasan en tu vida y en la mía. Eso no significa que podamos entenderlas pero sí nos da consuelo el saber que mi Dios y mi Salvador controla todo y dirige todo al fin que El se ha propuesto. ¿Así piensas tú? ¿Trae paz a tu vida la doctrina de la providencia divina?

            Pero el salmista no solo eleva su mente a Dios quien está detrás de todas las cosas sino él sabe que Dios es un Dios de misericordia. Y no solo eso. Dios nos da su misericordia. V. 8 “8 Pero de día mandará Jehová su misericordia, Y de noche su cántico estará conmigo, Y mi oración al Dios de mi vida.” Dios no dejará que al mal venza. El confía en Dios. Y sabe que recibirá de Dios misericordia. Y por eso en la noche le cantará salmos a Jehová y continuará orando a Dios.  

            ¿Qué más hace el salmista? El salmista le trae sus quejas a Dios mismo. V. 9 “9 Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo?”. ¡Wao! ¿Qué derecho tenemos nosotros de traerle a Dios nuestras quejas? Nosotros perdimos todo derecho de acercarnos a Dios por nuestro pecado. Pero por Cristo Jesús tienes derecho de acercarte ante el trono mismo de Dios y traerle tus cargas a Él. Pero trae tus quejas a Dios con fe. Tráele tus quejas con la convicción de que Dios no es tu enemigo. El es tu Roca: tu protector, tu defensor.

            Y por último, recuerda que la vida cristiana tiene sus altas y sus bajas. A veces estamos en las altas, otras en las bajas Y luego regresamos a las altas. ¿Y qué debemos hacer cuando esto nos suceda de nuevo?  Hacer lo que hizo el salmista. Volvió hacer exactamente lo mismo. No buscó nuevos métodos. No buscó nuevas revelaciones. No buscó los nuevos profetas que te dan “nuevos métodos” que funcionan. El hizo lo que había antes aprendido y hecho. V. 11 “11 ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.”

            En este mundo de pecado siempre habrán crisis. Y estas nos abruman y nos llenan de ansiedad y depresión. Nuestra fe es débil. ¿En esos momentos qué vas a hacer? Predicante a ti mismo. Tu sabes que Dios tiene el control de todo. Espera en El. Confía en El. Esta crisis es Su crisis. Persevera en la fe. Su misericordia jamás te faltará. Tráele tus quejas a Aquel que es tu Roca. Todo esto se lo debes a Cristo quien nos ha reconciliado con Dios y nos ha dado acceso al Padre. Descansa en El.

Sermón: Mateo 6:22-24 Llenos de luz y un solo Señor

Mateo 6:22-24 “La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; 23 pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas? 24 Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.”

 

            Decía Aristóteles que de todos los 5 sentidos que tenemos el más importante es el de la vista. Por medio de la vista se nos abre el mundo. Y decía que la vista es la puerta del alma.

            ¡Qué don más hermoso que el don de la vista! Si nuestros ojos están bien entonces podemos apreciar todos los detalles de las cosas que nos rodean. Podremos caminar con seguridad y sin tropezar. Pero cuando nuestros ojos no ven bien caminamos por ahí inseguros, tropezando y muchas veces nos caeremos.

            Jesús utiliza esa verdad de la vida para ilustrarnos la importante de que nos examinemos y nos preguntemos cómo están nuestros ojos. Porque hay ojos sanos y hay ojos que están enfermos. Y lo más triste es que hay ojo completamente ciegos. Veamos cómo Jesús distingue lo que es un ojo bueno de un ojo malo. Y cómo eso en última instancia se relaciona sobre quién es el Señor de tu vida.

            En primer lugar, veamos lo que significa tener un ojo bueno.  

I. Un ojo bueno

            Lo primero que hace Jesús es describir la función del ojo. El ojo es la lámpara del cuerpo. Bueno no absolutamente porque el ojo no es la fuente de la luz pero ella captura la luz y así puede ver claramente y en ese sentido es como una lámpara. Y si es la lámpara del cuerpo entonces es lo que trae luz a nuestro cuerpo. Jesús habla aquí en sentido metafórico. Aunque usa lenguaje físico la enseñanza es espiritual.

            Ahora bien, si tu ojo es bueno, está sano, entonces todo tu cuerpo se beneficia y estará lleno de luz.

            Pero nos preguntamos. ¿Qué es un ojo sano? Un ojo sano es uno que pone su mirada en Dios y es dirigido por la Palabra y la voluntad de Dios. Es un ojo que sabe quién es él y qué Dios espera de él. Es un ojo que tiene su norte claro y sabe hacia dónde debe ir. E uno que tiene sus prioridades en orden y procura vivir y ser dirigido por la mente sujeta a la Palabra de Dios y no por los sentimientos, las emociones o los deseos de la carne.

            Lamentablemente hermanos y amigos, se dice que, por encima de la crisis mundial del coronavirus, hay una crisis mayor que está destruyendo y matando al mundo. Es una crisis que lleva más de 60 años destruyendo. ¿Sabes cuál es? Es la crisis de la identidad. En siglos anteriores y por la influencia del cristianismo el mundo occidental sabía quiénes eran ellos: ellos creían que eran criaturas hechas a la imagen de Dios, varón y hembra nos creó. El es quien nos creó y por tanto es El quien  define lo que somos.  Pero con el rechazo de la Biblia como la Palabra de Dios y el rechazo mismo de la existencia y/o intervención de Dios en el mundo, el mundo ha decidido definirse a sí mismo. Y ha llegado a conclusión de que ellos mismos son los que se definen sin referencia alguna a Dios.  Y algunos dicen: somos criaturas, otros: somos animales, otros: somos moléculas, otros: somos un accidente de la evolución, somos primates, somos seres sin propósito y sin valor, somos hombres, somos mujeres, ni somos hombres ni mujeres, no tenemos géneros, o definimos nuestro género o nuestro género es cambiante según me sienta durante el día (me levanté sintiendo mujer, pero a la media hora me siento hombre, durante el día me siento que soy un pedazo de carne que camina sin rumbo ni propósito, etc.). No en balde hay tanto problema de salud mental en el mundo.

            Tristemente, nos pasa lo mismo a los cristianos. Influenciados por el mundo nosotros hemos caído en la misma crisis. ¿Quién soy yo? ¿Cuál es mi propósito en la vida? Algunos piensan que yo soy el hijo de un Rey y por tanto con derecho a recibir ahora, de ese Rey, todas las riquezas que El me ha prometido. Promesa que para ellos son principalmente físicas y económicas. Otros, que el propósito de Dios para mi vida es que yo sea feliz siempre. Otros, que después que tú seas sincero, amable, cariñoso y “ames al Señor Jesús” es lo importante aunque seas homosexual. Otros piensan que porque soy salvo por la gracia de Dios y es El quien me santifica solo tengo que dejar que Dios haga la obra, yo solo soy recibidor de su gracia y cuando esa gracia venga a mí entonces yo caminaré en los caminos de Dios.

            Pero Jesús nos dice: No. ¿Tienes tú un ojo bueno? Un ojo bueno es uno que pone su mirada en Dios. Sabe quién es él y sabe lo que Dios espera de él. ¿Quiénes somos nosotros? Nosotros somos hijos de Dios y siervos del Señor Jesucristo. Y nuestro norte es amarle más y más y servirle cada día con todas nuestras fuerzas y buscar que otros también amen al Señor Jesús y vivan para Él. Ese es un ojo bueno. Ese es el ojo que hace que todo nuestro cuerpo esté lleno de luz. Y si lleno de luz entonces caminará sin tropezar, caminará rectamente por los caminos que Dios mismo ha trazado para él. Como dice Pablo en Efesios 2:10 “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”

            Pero lamentablemente hay otro ojo. Hay un ojo que no es bueno. Y es descrito por Jesús como un ojo malo.

II. Un ojo malo

            V. 23 “pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas.” Si tu ojo es maligno, es malo, está enfermo, entonces inevitablemente todo tu cuerpo, es decir, toda tu vida estará en tinieblas. Palabras fuertes de Jesús. A nadie le gusta que le digan que está equivocado. Y Jesús nos dice que todos aquellos que tienen ojos malos, es decir, ojos que no miran a Dios, ni le aman, ni le adoran, ni viven para El ni dirigen su vida por la Palabra de Dios, todos ellos están en tinieblas aunque crean que tienen luz. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

            Con esto mismo confrontó Jesús a los fariseos quienes crían que tenían ojos buenos. En Juan 8:12 “Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.” Jesús es la luz del mundo y solo los que le siguen, los que creen y confían en Jesús como su Dios y Salvador no andarán en tinieblas sino que tendrán la luz de la vida en ellos. Todos los demás, los que no me siguen, ni creen ni confían en mi ni me reciben como Señor y Redentor andan en tinieblas. Y Jesús demuestra que Él es la luz del mundo al sanar a un ciego de nacimiento. Y a todo esto qué respondieron los fariseos en Juan 9:40-41 “¿Acaso nosotros somos también ciegos? 41 Jesús les respondió: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; mas ahora, porque decís: Vemos, vuestro pecado permanece.”

            Así que un ojo malo es uno que no tiene la luz de Jesús en su vida porque no ha creído ni confiado en El y por tanto todo su cuerpo, toda su vida anda en tinieblas.

            Jesús dice además “Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?” ¿Qué nos enseña Jesús aquí. Jesús nos llama a que nos examinemos y nos preguntemos qué clase de luz hay en nosotros. >Tenemos luz verdadera o nuestra luz es tinieblas? Porque si la luz que realmente hay en ti es tinieblas, entonces en donde no hay nada de luz las tinieblas son peores.

            Yo te pregunto, ¿cuál es tu ojo?  ¿Tienes un ojo bueno o tienes un ojo malo? ¿Sabes quién eres tú? ¿Tienes claro cuáles son tus prioridades en la vida? ¿Vives para Dios? ¿Vives para adorar a Dios y vivir para Él? ¿Eres dirigido por la Palabra de Dios?

            Ahora bien, Jesús no solo nos dice que nuestra vida debe estar marcada con el reconocimiento de quiénes somos nosotros y cuál es el propósito de nuestra vida como cristianos sino también reconocer que de tras de todo esto es el hecho de que solo podemos tener un solo Señor.

III. Un solo Señor

            V. 24 “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.” Jesús nos habla de una imposibilidad. Ninguno, nadie, es imposible servir a dos señores.

            El verbo servir servir aquí en el griego es importante. Servir aquí significa servir como esclavo no como empleado. No podemos servir a Dios y servir a las riquezas. Es el uno o el otro. O el norte de mi vida es Dios o lo son el buscar hacerme rico. Ambos no pueden subsistir en el creyente. O amamos a Dios o amamos al mundo. Es el uno o el otro. No podemos tener aquí lo mejor de dos mundos. Jesús dice: ninguno puede hacerlo. No te engañes.

            Pero aquí hay un principio importante que señalar. Y es que el creyente tiene a Dios como su Amo y lo ha escogido para servirle exclusivamente a Él. Nosotros somos discípulos de Cristo. Esa es la gran comisión, la de hacer discípulos en todas las naciones. Y el discipulado no es part-time. No podemos ser discípulos parciales. Y decirle a Dios: Sí, Señor Dios yo te sirvo con parte de mis cosas. Te sirvo con parte de mi tiempo, parte de mi dinero, parte de mi devoción, parte de mi compromiso, para de mi entrega. Jesús no. Somos llamados a amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con toda nuestra mente y con todas nuestras fuerzas (Marcos 12:30).

            Muchos pueden tener dos o tres trabajos y así tener dos o tres patronos. Pero solo lo pueden hacer si sus otros trabajos son a tiempo parcial. Y cuando uno exige más tiempo tenemos que escoger y dejar uno y quedarnos con dos o con uno solo. En cambio, Dios demanda todo: todo nuestro tiempo, dinero, compromiso, todo. En todo momento, en toda circunstancia, en todo lugar sea que estemos solos o rodeados de gente, el creyente debe demostrar que tiene a Dios como su Señor y Amo.

            Pero alguien pudiera decir: no estoy de acuerdo. La relación entre Dios y nosotros no es la relación de Amo y propiedad sino de Padre a hijo. Y yo pregunto ¿por qué no? Sería incompatible si Dios fuera un Padre amoroso y un Amo tirano y cruel. Pero ese no es el caso. El Dios que nos ha adoptado no es otro que el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Él es nuestro Padre y nosotros somos sus siervos. Así como Jesús es el Hijo de Dios pero también el Siervo de Dios. Isaías 42, 49, 50, 52-53 nos describen al Mesías como el Siervo de Dios. Y Jesús mismo nos dice que El vino no a hacer su voluntad sino la voluntad del que lo envió (Juan 6:38). ¿Por qué? Porque para Jesús era su deleite amar al Padre que lo ha amado tanto. Y al escuchar su Palabra y obedecerla Jesús sabía que ese era el camino que debía recorrer y así alegrar a su Padre amoroso.

            Y con esto finalizo. ¿Es Jesús el Señor, Amo y Dueño de tu vida? Yo espero que sí. Así que en estos tiempos del corona virus Jesús nos llama a considerar quiénes somos nosotros, cómo estamos dirigiendo nuestras vidas, cuáles son nuestras prioridades. Y todo esto testificará quién es el Señor de nuestras vidas: si Dios o el mundo y sus riquezas.

Sermón: Proverbios 31:10-31 La Mujer Virtuosa

Proverbios 31:10-31

             Hoy celebramos el Día de las Madres de una manera distinta. Por causa del toque de queda muchos se han visto privados de visitar a sus madres con la misma libertad que normalmente se hace. Pero aunque esto es así no queremos pasar desapercibido que hoy se celebra en PR y en otras partes del mundo el Día de las Madres. Claro está, por encima de ello hoy es el Día del Señor. Y reunidos queremos honrar a las madres y considerar el carácter de una madre y esposa según delineada en la Biblia, la cual es digna de honor.

            Creo que ésta es la primera vez que voy a predicar sobre todo este pasaje. Y del mismo podemos ver por lo menos tres cosas importante del carácter de esta mujer. Y podemos decir que todo esto se resume en que ella es una mujer, madre y esposa dedicada. ¿Dedicada en qué? Dedicada en tres áreas: en la familia, a su casa y a su Señor. Veamos:

I. Dedicada a su familia

            Lo primero que menciona el pasaje es lo raro que es una mujer así. Ella es de gran valor. Tan valiosa es ella que su valor sobrepasa a las piedras preciosas. Fíjate cómo lo dice: “su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas”. Su valor para la familia, para la iglesia y para la sociedad no es igual al valor de las piedras preciosas. Su valor sobrepasa largamente a todas ellas juntas.

            Ahora bien. ¿En qué consiste su gran valor? Ella es una mujer dedicada. ¿Dedicada a qué? Dedicada a su familia. Y lo primero que menciona es que ella es dedicada a su esposo. Ella vive de tal manera que su esposo confía plenamente en ella. V. 11 “El corazón de su marido está en ella confiado”. El no tiene temor de que hable con otros hombres porque él sabe que tiene a su lado a una mujer fiel. Y si hay problemas en el matrimonio él sabe que ella no saldrá corriendo a otros brazos sino que buscará con él cómo resolver el mismo. ¿Por qué? Porque ella es una mujer virtuosa. Y además, V. 12 Ella “Le da ella bien y no mal Todos los días de su vida.”  Y aunque su esposo tiene muchas faltas ella no se pasa pregonando las mismas a los demás.

            El carácter de ella es de tal manera que todos hablan bien de él por causa de ella. V. 23 “Su marido es conocido en las puertas, Cuando se sienta con los ancianos de la tierra.” Sentarse en las puertas era sinónimo de ser un líder en la sociedad. E indica que el carácter dedicado y consagrado de ella provoca que hablen bien de él. Y digan: este hombre debe ser un hombre excelente al tener una mujer tan noble, casta, y ejemplar.

            Ella es dedicada no solo a su familia y a su esposo, sino que ella es dedicada también a sus hijos. Ella está pendiente de sus hijos y los miembros de su familia. V. 15 “Se levanta aun de noche Y da comida a su familia Y ración a sus criadas.” La noche no evita que ella siga atenta a todo lo que sucede en la familia. Ella está pendiente no solo de las necesidades inmediatas sino también de las futuras. V. 21 “No tiene temor de la nieve por su familia, Porque toda su familia está vestida de ropas dobles.”

            No en balde sus hijos y su esposo la alaban. V. 28 “Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; Y su marido también la alaba:” Ellos la honran con sus palabras. No se quedan cayados ni piensan: yo no le digo que la amo porque ella lo sabe. No. Ellos le dicen que la aman, que la valoran, que ella es la mejor mamá y esposa que hayan conocido. Y esta honra no se limita a las palabras de vez en cuando o una vez al año. No. Ellos la honran de hecho y en verdad en todo momento: hablándole con respeto, ayudándola, cuidando de ella.

            En segundo lugar, esta mujer virtuosa no solo es dedicada a su familia sino también a su casa.

II. Dedicada a su casa

            Ella no tiene complejo de inferioridad ni de que su vida no se ha realizado porque se ha dedicado a su casa y a su familia.

            ¿Qué más podemos decir de ella? Ella es una mujer trabajadora. V. 13 “Busca lana y lino, Y con voluntad trabaja con sus manos.” Ella no está en la casa viendo telenovelas todo el día. No. Ella es hacendosa. V. 14 “Es como nave de mercader; Trae su pan de lejos.”

            Ella es sabia en el manejo del dinero y sabe cómo invertir. V. 16-19 “Se levanta aun de noche Y da comida a su familia Y ración a sus criadas. 17 Considera la heredad, y la compra, Y planta viña del fruto de sus manos. 18 Ciñe de fuerza sus lomos, Y esfuerza sus brazos. 19 Ve que van bien sus negocios; Su lámpara no se apaga de noche.” Es una excelente administradora. V. 27 “Considera los caminos de su casa, Y no come el pan de balde.” Ella está pendiente de todo en los negocios y en su casa. Y sabe que dará cuenta de su mayordomía.

            Y nos preguntamos: ¿De dónde saca sus fuerzas? Ella es trabajadora, hacendosa, fajona. ¿de dónde saca sus fuerzas? Te diré de dónde. De ser una mujer dedicada a su Señor y Salvador.

III. Dedicada a su Señor

            Para ella su Señor y Salvador Jesús es lo número 1 en su vida. Ella sabe que por encima de su belleza exterior vale más su belleza interior. No que no cuide de su apariencia porque ella está pendiente de cómo se viste. Ella saca tiempo para satisfacer sus necesidades. Pero ella sabe V. 30 Que “Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.” Por tanto su fortaleza sale de su temor a Jehová. Ella vive para agradar y servir a su Dios. Su fortaleza sale de su amor y comunión con su Redentor. Ella sabe que su fortaleza para monumental tarea de ser madre, esposa, trabajadora y ser misericordiosa con todos no sale sino de Dios. El centro de su vida no es ella sino Dios. Por tanto, ella saca tiempo para estar a solas con Dios, medita en la Palabra de Dios, orar a Dios, luchar con su pecado porque sin la gracia de Dios ella nada puede hacer.

            De aquí que ella procura cultivar un corazón. Y que el adorno por excelencia es, como dice 1 Pedro 3:4 “el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.”

            Ella adorna también sus palabras. Ella es una mujer sabia y dulce en su hablar. V. 26 “Abre su boca con sabiduría, Y la ley de clemencia está en su lengua.” Así que todos, incluso su esposo puede buscar de ella sabiduría. Ella es respetuosa al hablar a todos e incluso a su marido.

            Hay algo importante que no podemos dejar de señalar. Ella no solo piensa en su casa sino piensa también en los demás, en especial los necesitados. V. 20 “Alarga su mano al pobre, Y extiende sus manos al menesteroso.” Ella no es individualista pensado que cada cual se salve como pueda. No. Ella es servicial y es desprendida: alarga su mano al pobre y extiende su mano, es decir, ella da a manos llena.

            Pero quién puede llegar a esos estándares que se mencionan. El pasaje lo dice: la mujer que teme a Jehová. No lo logrará a la perfección. Pero si ella teme verdaderamente al Señor procurará por su gracia dirigirse a esa meta que no es otra que ser semejante a Jesús.

            Por todo lo anterior nos dice Salomón: ella es digna de ser honrada por sí misma. Ella no es un apéndice de su marido. Por todo lo anterior ella es digna de ser honrada. ¿De qué manera? Es digna de ser públicamente alabada. V. 31 “Dadle del fruto de sus manos, Y alábenla en las puertas sus hechos.” Su vida y labor no deben ser menospreciadas sino todo lo contrario. Una mujer piadosa es un bendición y un arma poderosa en la familia, en la iglesia y en la sociedad. Por tanto, deben ser alabadas es decir, respetadas, reconocidas, valoradas, amadas, protegidas, obedecidas. Te pregunto a ti ¿cuidas, amas, respetas, proteges a tu madre? ¿lo haces durante todo el año o solo en el Día de las Madres? ¿Y si es anciana cuidas de ella voluntariamente o porque la corte te obliga?

            Hermanos, la gracia de Dios nos ha hecho nuevos hijos e hijas de Dios. Somos nosotros los debemos dar cátedra de cómo cuidar a nuestras madres y respetar a nuestras suegras. Quiera Dios que nosotros aprendamos cada día a honrarlas y no pensar que son una carga sino una gran bendición para nosotros.

Sermón: Habacuc 2:4 El justo vive por la fe

Habacuc 2:4 “He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá.”

             Amada iglesia, durante mi adolescencia yo veía mucho la lucha libre. Yo era fanático de Carlitos Colón, el Invader #1 entre otros. Era un deleite ver las acrobacias que esos luchadores hacían en el cuadrilátero. Es una lucha cuerpo a cuerpo con picadas de ojos, la yeguita voladora, la dormilona, etc. Era un entretenimiento pero también era un reto de fe. Cuando el campeón estaba perdiendo, cuando habíamos perdido las esperanzas de victoria de la nada le salían fuerzas al luchador y vencía contra todo lo que pensamos era imposible lograr.

            En un sentido eso es lo que tenemos aquí en el libro de Habacuc. El profeta tiene una lucha en su interior. Hay una lucha entre lo que él cree y lo que él ve que sucede en el mundo. Hay una lucha entre lo que él cree acerca del carácter de Dios por las Escrituras y lo que Habacuc ve está sucediendo en medio de ellos. Hay una lucha entre la fe y la vista, entre la fe y los hechos. ¿Cómo confiar en Dios en medio de todo lo que Dios va a hacer y hará? A veces las cosas que ocurren en nuestra vida y en el mundo retan nuestra fe. Dios pone a prueba nuestra fe más preciada que el oro. En medio de todo lo que está pasando el PR y en el mundo: los problemas de la economía, el covid-19 y los temblores ¿cuál debe ser la actitud y conducta del creyente? De eso trata el pasaje bíblico que tenemos presente.

            Tenemos aquí un contraste. Habacuc contrasta el carácter y la actitud de dos personas ante los sucesos de la vida. Veamos en primer lugar el carácter y conducta de los incrédulos.

I. El carácter y la conducta de los incrédulos

            Lo primero que podemos ver es que Habacuc nos dice que hay dos y solo dos tipos de personas o almas en el mundo. Hay almas rectas y por implicación hay almas no rectas. Cuando dice: “He aquí que aquel cuya” da a entender que no todos son almas rectas. Este es un veredicto de parte de Dios mismo.

            Hermanos, no todos son creyentes. No es de todos la fe. No todos son salvos. Ni todos van a ir a morar en los cielos con Dios. Hay creyentes y hay incrédulos. Hay justos y hay injustos. Hay santos y hay impíos. Hay almas rectas y hay almas que no son rectas.

            Yo sé que hoy día se enseña que lo único que hay que hacer para ir a los cielos es morirse. Pero esa no es la enseñanza de la Biblia y este pasaje lo corrobora. Por tanto, hay justos y hay injustos según ellos hayan rendido su corazón al Señor Jesucristo.

            Ahora bien, cómo podemos distinguir el uno del otro. Habacuc nos dice por su carácter. ¿Cuál es la característica del alma no recta? Habacuc nos dice: el alma no recta, “se enorgullece”. El no creyente es orgulloso. No se postra delante de Dios ni reconoce que Dios es o que El es digno de fe, confianza y obediencia. Ni reconoce a Jesús como el único Salvador y como el Rey Medianero a quien Dios ha puesto como cabeza sobre todas las cosas sobre su Iglesia.  

            Y cuando ve el tumulto que está sucediendo en el mundo en vez de arrodillarse ante Dios y pedirle perdón o suplicarle su misericordia no lo hace. No ora a Dios porque cree que es autosuficiente en sí mismo para tener que pedirle a Dios. El o ella cree que tiene la sabiduría suficiente, poder en sus manos suficiente para vencer todo caos y superar toda crisis. No es totalmente incrédulo porque pone su fe en el poder del ser humano para superarse. Pone su fe en la ciencia y proclama que la salvación se encuentra en la ciencia o en nosotros mismos. Dicen ellos: Lo que el mundo necesita para salvarse es una buena educación, una mejor distribución del dinero, un mejor acceso a la tecnología, y ser libres de todos los tabúes que el cristianismo ha impuesto en la sociedad.

            El alma que no es recta se caracteriza por buscar su salvación en sí mismo y no en Dios. Y por tanto, no viven para Dios, ni le sirven ni le adoran ni buscan de El la guía de sus vidas. Y si le oran lo hacen buscando la ayuda de Dios pero no buscando a Dios mismo.

            Pero todo eso es edificar sobre la arena. Es poner la fe en un dios que no salva. Y lo triste del caso es que Dios dice: esa alma no es recta para conmigo. Yo no me agrado de esa vida.

            En cambio, Habacuc nos dice que hay otra persona en el mundo. Hay otros en el mundo cuya alma es recta. Veamos el carácter y la conducta del justo.

II. El carácter y la conducta del justo

            Si te das cuenta hay un contraste aquí. A diferencia del alma que no es recta, Habacuc nos habla del que es justo. Y la idea es que el justo posee un alma recta.

            Ahora bien, quién es esa persona. Habacuc nos dice por sus frutos lo conoceréis. ¿Cuál es el carácter y conducta del alma recta? Nos dice Habacuc: él vive por su fe: “el justo por su fe vivirá”. El justo es el que ha creído que Dios es y que El gobierna el mundo. No es arrogante. Él se postra delante de Dios y le dice: que tú oh Dios deseas que yo haga. Reconoce que Dios ha puesto a Cristo como el Rey de este mundo. Y por tanto busca honrar, amar y obedecer al Rey Jesús. Busca de El su protección. Le ora no solo porque tiene que hacerlo sino porque es un deleite hablar con Dios. Pone todas sus cargas ante El. Pone la seguridad de su vida en las manos de Dios. No cree que él tiene el poder para salvarse a sí mismo ni que el ser humano tiene el poder de hacerlo. Usa la ciencia, se educa, es generoso con el necesitado pero no pone su salvación en el hombre ni en sus obras. ¿Por qué? Porque “el justo por su fe vivirá”.  El sabe que Dios es su Protector, su Defensor. Y la salvación de la humanidad se encuentra solo en Dios por medio de Cristo Jesús.

            De aquí que el justo sabe que la verdadera sabiduría se encuentra en Jesús. Y sabe que vivir por la Palabra de Dios es lo más sabio, lógico y recto. Y que aunque las cosas del mundo parezcan otra cosa El confía plenamente en Dios. Por tanto, él camina por fe y no por vista. Aunque sus ojos le dicen: hay caos en el mundo, parece que todo va a la deriva, el mundo parece un barco sin timón; él sabe que no es así. El sabe que Jehová reina y esto le trae paz. ¿Por qué? Porque él sabe que Dios es su Padre. Y que Dios tiene las riendas del timón del mundo en sus manos.

            El sabe que él es justo no por sí mismo sino por la misericordia de Dios. ¿Cómo así? Porque sabe que solo Dios es su Salvador. De lo contrario sería él mismo quien se salvara. Pero él sabe que en su carne no hay nada bueno. Que sus mejores obras están lejísimo de la perfección que Dios demanda, por que Dios es perfecto y solo acepta perfección. Como dijo Jesús en Mateo 5:45 “Sed vosotros perfectos como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. Y sabe que su fidelidad a Dios es fruto de la gracia de Dios en él.

            Quisiera hermanos hacer un par de aplicaciones prácticas adicionales al pasaje.

III. Aplicaciones prácticas

            Si te das cuenta Dios nos llama a vivir con una fe que abraza incondicionalmente la voluntad de Dios. Busca Habacuc 3:16-18 “Oí, y se conmovieron mis entrañas; A la voz temblaron mis labios; Pudrición entró en mis huesos, y dentro de mí me estremecí; Si bien estaré quieto en el día de la angustia, Cuando suba al pueblo el que lo invadirá con sus tropas. 17 Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; 18 Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación.” Podemos decir como dijo Job en Job 13:15 “He aquí, aunque él me matare, en él esperaré”.

            Hermanos, no dudemos de la sabiduría de Dios. No dudemos de su presencia en medio de nuestro. Ni dudemos de su poder y soberanía sobre todas las cosas. Nuestra fe debe siempre descansar en Dios y no en los hombres ni en las circunstancias.

            Yo sé que hay lucha entre lo que vemos y lo que creemos acerca de Dios. Pero Dios nos llama a perseverar. Y perseverar no es otra cosa que vivir en obediencia a Dios descansando en Él y sus promesas y en su obra de Redención. Dios nos llama a serle fiel. Sigue adelante. Vive por fe. Corre la carrera que tienes por delante pero poniendo tus ojos en Jesús el autor y consumador de la fe.

            Y no te olvides de esta gran verdad. Que aunque nuestra fe puede menguar Dios jamás permitirá que ésta se apague en ti. ¿Por qué? Porque nuestra salvación y nuestra fe descansa, no en nuestras obras, sino en la obra de Cristo Jesús en la cruz. Por eso Pablo dice en Filipenses 1:6 “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo;” Amén.

Sermón: Filipenses 4:8 Una mente positiva en medio del caos

Filipenses 4:8 “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.”

            Todo lo que oímos por la radio, vemos en la televisión o la internet, todo lo que nos llega en los medios de comunicación no es otra cosa que el tema del momento: el coronavirus. Una buena parte de las noticias se centra en el avance del mismo, que estamos en la semana pico de contagio, que los recursos médicos de protección se han acabado, la cantidad de personas contagiadas y la cantidad de personas que han fallecido por el covid-19. Otras noticias se centran en el posible descalabro en la economía, la cantidad de personas que han solicitado el desempleo, los patronos que han tenido que cerrar sus negocios porque no pueden abrir y no tienen los recursos económicos para pagar la nómina de sus empleados, etc.

            En noticias más alentadoras, nosotros que somos parte de los EUA escuchamos de la aprobación de los 2 trillones de dólares para ayudar a la economía, el dinero asignado en PR para ayudar a los desempleados, los intentos de crear una vacuna que combata el virus, etc.

            Cada una de esas noticias traen una carga, aun las noticias alentadoras. El dinero asignado me llegará, será suficiente para los gastos reales, etc.

            Además se suma a todo esto nuestra propia dinámica diaria. El pensar: se me está acabando la compra (salgo hoy o mañana); tengo que ir a la farmacia, tengo que ayudar a mis padres, los estudios de mis hijos, etc. Todas estas cosas contribuyen a que nuestra mente esté saturada de pensamientos que nos llenan de ansiedad y de tensión.

            Hermanos, la mente es poderosa. Una mente sin frenos y sin controles puede ser una arma negativa en nuestras vidas.

            ¿Cuál debe ser nuestra reacción en medio de todo esto? El pasaje que hemos citado nos enseña cuál debe ser nuestra actitud como pueblo de Dios ante todo este bombardeo de noticias y pensamientos que llegan a nuestra mente. Esto mismo les estaba pasando a los hermanos de la iglesia a los Filipenses. Tenían una mente saturada de problemas y preocupaciones. ¿Cuáles? Pablo estaba en la cárcel. El necesita ayuda económica y nadie se la está proveyendo. Algunos buscan hacer sufrir al apóstol predicando a Cristo por envidia y contienda. Hay animosidad entre los hermanos. Hay amenazas de persecución y algunos se siente intimidados por eso.  En medio de todo esto los hermanos de filipenses se sienten cargados, llenos de tensión entre ellos mismos.

            ¿Cuál es la solución al respecto? Pablo les dice: debemos cultivar una mente positiva. Dice él: “en esto pensad”. En medio de todas estas noticias que nos cargan y nos llenan de ansiedad Dios nos llama a desarrollar una mente verdaderamente positiva. Es más, tenemos que decir que solo los cristianos pueden justificar el tener una mente positiva en medio del caos. ¿Por qué? Porque para nosotros el mundo es gobernado por Dios y no por el azar, ni el destino, ni la fortuna, ni en última instancia por las leyes de la naturaleza.

            Ahora bien. Hoy procuraremos contestar la siguiente pregunta. ¿Cómo podemos desarrollar una mente positiva en medio del caos y la ansiedad? ¿Qué nos dice Pablo en Filipenses 4:8? Veamos.


I. Disciplina tu mente

            Fíjate que el verbo principal del pasaje lo es: “en esto pensad”. Y este verbo está en el modo imperativo, es decir, esto es un mandato. Pablo nos quiere decir que en medio de todas las cosas que nos producen ansiedad en la vida no solo debemos ir a Dios en oración, ruego y adoración sino entrenar nuestra mente a pensar de una manera distinta a lo que por naturaleza estamos acostumbrados a hacer.

            Hermanos y amigos por naturaleza nuestra mente está inclinada a todo lo negativo. Pablo mismo nos dice que los no creyentes “andan en la vanidad de su mente, 18 teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón” (Efesios 4:17-18). Este es nuestro retrato antes de ser creyentes. El no creyente no tiene la vida de Dios en su corazón y por tanto su corazón está endurecido y este corazón endurecido vicia la mente. Andan en la vanidad es decir en la futilidad, lo vacío, piensan en cosas sin valor. El no creyente no conoce a Dios salvadoramente. Por eso Cristo viene a revelarnos a Dios, quitando nuestra mente entenebrecida y nos revela al Padre de una manera salvadora. Juan 1:18 “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.” 1 Juan 5:20 “Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna.” Jesús abrió los ojos de nuestro entendimiento, nos iluminó por su Espíritu Santo para poder conocer y entender al verdadero Dios y la vida eterna. Además nos dio la mente de Cristo. 1 Corintios 2:16 “Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.”

            Pero aunque esto es así Pablo nos dice: “en esto pensad”. El hecho de que conoces a Dios salvadoramente y tienes la mente de Cristo en la Biblia no te inmuniza totalmente de pensar negativamente de las cosas que pasan en la vida y así estar ansioso. Nuestro deber es dirigir nuestros pensamientos, entrenar nuestra mente, disciplinar la misma y seguir los pensamientos de Dios según Dios mismo. “En esto pensad”.   Dirige tu mente a esto que te voy a decir. Ordena tus pensamientos en esto que te voy a enseñar. Entrena tu mente a pensar distinto. Disciplina tu mente a meditar en las cosas que son moral y espiritualmente excelente.

II. ¿En qué debo pensar?

            Lo primero que deseo que vean es que estas seis virtudes que Pablo enumera no lo copió de ningún sitio y así procura incorporarlo en la fe cristiana. No fue que Pablo leyó en los libro de los griegos o los romanos estos principios y se copió de ellos. Rechazamos esa idea por varias razones. (1) el carácter cristiano de estas virtudes se ve porque son dados dentro del contexto del versículo 7 que le precede y que nos habla de la paz de Dios y del versículo 9 que le sigue y que nos habla del Dios de paz. El contexto es netamente cristiano. (2) todas estas virtudes fueron modeladas por Pablo y por otros que imitaron a Pablo. V. 9 “Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced”. Anteriormente Pablo había dicho en Filipenses 3:17 “Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros.” Pablo no solo le dijo lo que deben pensar sobre algo sino que se lo ilustró con su conducta de tal manera que ellos vieron el ejemplo de lo que Pablo estaba diciendo. (3) el significado de estas virtudes deben ser interpretados a la luz del uso que Pablo le da a esas palabras en todas sus cartas.

            ¿Cómo podemos tener una mente positiva en medio del caos? Pablo nos dice: piensa en esto.

(1) medita en todo lo que es verdadero. Rechaza todo lo que es falso. El criterio siempre es la verdad de Dios dada en la Biblia. Dios es un Dios de verdad. Dios es real. Él es fiel. Y por tanto debemos meditar en todo aquello que es verdadero, confiable, real: sea en las ciencias, en las noticias, sea que provenga de cualquier lugar. ¿Por qué? Porque toda verdad es verdad de Dios. No dejes que el sensacionalismo, la información no oficial te lleve a creer y abrazar lo falso.

(2) medita en todo lo honesto. La palabra honesto en el griego es [semna] y es usada solo por Pablo aquí y cuando discute los requisitos de los que ejercen un oficio público en la iglesia. Por ejemplo 1 Timoteo 3:8 “Los diáconos asimismo deben ser honestos, sin doblez”. Ellos deben vivir de tal manera que sean dignos de respeto, de buena reputación, dignidad y venerables. Hermanos, hay mucha porquería, muchas cosas sin valor alguno, que no edifican, que en vez de ser digno es indigno en los medios de comunicación. Medita en lo que es digno de consumir tu tiempo. Desecha todo lo frívolo, todo lo deshonesto.

(3) medita en todo lo que es justo. Lo justo es lo que es conforme a los estándares de Dios. Es lo que Dios mismo aprueba.  Hermanos, Dios nos creó a su imagen y semejanza y por tanto cada persona es digna en sí misma. Decir que los ancianos o los abuelos no deben ser tratados del coronavirus porque ya cumplieron su cuota o vida y debemos dar paso a los jóvenes y que pueden salvarse es contrario a los estándares divinos.  

(4) medita en todo lo puro. Lo puro es lo que es libre de impurezas. Es lo casto y lo virginal. Todo lo es inocente, puro sin manchas. No pierdas el tiempo escuchando las barbaridades que se escuchan en la prensa donde se da culto al pecado y se justifica toda la maldad. Nada de eso edifica. Todo eso nos carga de dolor y frustración. Y nos contamina. Llena tu mente en lo que es puro y santo. Hermanos, Dios nos ha dado una nueva mente no es para que la ensuciemos con la basura pornográfica que vemos y oímos. Sé santo con lo que ves en la televisión. Todas esa suciedad contrista el Espíritu Santo. Daña nuestra conciencia y nos llena de ansiedad.

(5) medita en todo lo que es amable. Significa todo lo que es querido, amado, aceptable, agradable. Hay mucha agresividad en el ambiente. Lo único bueno es lo que yo hago. Hay mucha politiquería en el ambiente que nos hace menospreciar al que no piensa como yo. Cuidado con eso.

(6) medita en todo lo es de buen nombre. La palabra significa bien hablado, de buen reporte, buena fama, laudable.  

            Pablo luego nos da una clausula zafacón. Ejerce discernimiento en todo lo que escuchas. Y “si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”. En otras palabras, todo aquello que promueva la excelencia moral y espiritual nuestra en conformidad a la Biblia, en eso también debemos meditar.

            ¿Qué nos quiere enseñar Pablo aquí? Nos quiere enseñar que Dios nos ha dado una nueva mente al hacernos una nueva criatura. El nos ha revelado su mente al darnos su Palabra. Dios desea que vivas una vida nueva pero esa vida nueva jamás se puede vivir si estamos en ansiedad en todo momento. Y la ansiedad se da por medio de todo lo que llegue a nuestras mentes. Y todo lo que llega a nuestras mentes pasa a nuestro corazón. Por eso es necesario que filtres todo lo que llega a tu mente por los medios sociales. Y procura llenar tu mente en vez de pensamientos negativos que solo tratan de lo mal que están las cosas, del caos que hay, de los resultados nefastos que va traer el coronavirus, llénala de todo lo que verdadero, honesto, puro, justo, amable y de buen nombre. Llena tu mente de la verdad de Dios: estudia la Palabra de Dios, lee libros cristianos buenos, estudia la doctrina, lee libros clásicos que estimulen tu mente, lee en vez de oír ya que al leer aprendes a escribir y así aprendes a hablar, medita en los cielos porque ese es tu hogar y te recordarás que allí no tendrás ansias jamás porque allí habita todo lo verdadero, lo puro, lo honesto, lo de bueno nombre, etc.

            No te olvides de esta gran verdad. Proverbios 23:7a “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él.”  Nosotros somos lo que pensamos. Disciplina tu mente a lo positivo y en medio del caos, practica lo que has aprendido y el Dios de paz estará contigo siempre.

Sermón: Mateo 6:13b El reino, poder y gloria pertenecen a Dios

Mateo 6:13b “porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.” 

            Amada iglesia, hoy finalizamos nuestra serie de sermones en la cual expusimos la oración del Señor conocida como el Padre nuestro. Verdaderamente ha sido un viaje edificante. Hemos visto que en esta oración Jesús no solo nos ha enseñado cómo confeccionar nuestras oraciones y así orar correctamente sino que Jesús nos ayuda a pensar correctamente. Nos ayuda a poner en orden nuestros pensamientos al poner en un orden correcto nuestras peticiones. Dios siempre debe ir primero en nuestros pensamientos y en nuestra. Lo primero en nuestras vidas debe ser la gloria de Dios o su santificación, su reino y su voluntad. Y esto por encima de nuestras necesidades físicas, por encima de nuestro perdón y pro encima de nuestra protección. No que estas cosas no sean importantes. Lo son para nosotros y lo son para Dios. Pero Dios debe tener la prioridad y la precedencia en todas las cosas de nuestra vida.

            Ahora bien, dijimos que la oración del Padre nuestro consta de tres partes: una introducción, seis peticiones y una conclusión. Hoy expondremos la conclusión del Padre nuestro. Pero antes de exponer el mensaje es necesario hacer una clarificación. Necesitamos aclarar algo y luego expondremos brevemente sus frases.

I. Clarificación

            Hermanos y amigos. En muchas biblias modernas esta conclusión del Padre nuestro, la cual es una doxología, no aparece allí. Y la pregunta es obligatoria. ¿Por qué? Bueno los eruditos que estudian los manuscritos antiguos del NT han descubierto lo siguiente. El pasaje paralelo en Lucas capítulo 11 no la tiene. La conclusión sí aparece en una gran parte de los manuscritos de Mateo. Aparece incluso, en una forma abreviada, en libro de la Didaché, llamado la enseñanza de los 12 apóstoles escrita, según se entiende, a principios del siglo 2.  Pero según los eruditos, la conclusión no aparece en los manuscritos más antiguos de Mateo. Aunque se reconoce que el uso de esta conclusión es antiquísimo y su uso fue amplio en muchas de las regiones del imperio romano en el cristianismo desde el segundo siglo.     

            ¿Qué debemos pensar sobre esto? ¿Cómo se explicar la presencia de esta conclusión en el evangelio de Mateo si no aparece en Lucas ni en los manuscritos más antiguos de Mateo?

            Hay varias posible y/o plausibles contestaciones al respecto:

            1. Algunos entienden que aunque no aparece en los manuscritos más antiguos, debió haber estado en el original ya que era común en las oraciones judías terminar con una conclusión o doxología.

            2. Era común en la adoración judía la práctica de responder audiblemente con Amén a las oraciones públicas. Por ejemplo si buscamos en 1 Crónicas 16:36 “Bendito sea Jehová Dios de Israel, De eternidad a eternidad. Y dijo todo el pueblo, Amén, y alabó a Jehová.” Otro ejemplo lo tenemos en Nehemías 8:6 “Bendijo entonces Esdras a Jehová, Dios grande. Y todo el pueblo respondió: ¡Amén! ¡Amén! alzando sus manos; y se humillaron y adoraron a Jehová inclinados a tierra.” Y aparentemente la iglesia primitiva en el NT lo practica también. Por ejemplo en 1 Corintios 14:16 “Porque si bendices sólo con el espíritu, el que ocupa lugar de simple oyente, ¿cómo dirá el Amén a tu acción de gracias? pues no sabe lo que has dicho.” Así que la ausencia del Amén en los manuscritos más antiguos es inexplicable.

            3. Algunos expertos que han estudiado la forma de la adoración de la iglesia en los primeros siglos entienden que la oración del Padre nuestro fue incluida en la adoración de la iglesia desde casi el principio. Y la costumbre era que el pueblo recitaba toda la oración con la excepción de la doxología la cual era pronunciada por el ministro. Eso es posible y plausible pero no es absolutamente seguro.

            4. Otros eruditos entienden que tomando todos los argumentos anteriores concluyen que la ausencia de tal conclusión o doxología en todos los manuscritos antiguos en el pasaje paralelo de Lucas capítulo 11 y la ausencia en los manuscritos más antiguos de Mateo, aunque no en todos los manuscritos antiguos, justifica la conclusión que esta doxología no es original de Mateo. Yo entiendo que esa es la conclusión correcta.  

            Pero entonces de dónde salió la misma. Bueno, no se sabe quién la compuso, pero se entiende que fue escrita siguiendo el modelo de 1 Crónicas 29:11-13 “Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos. 12 Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos. 13 Ahora pues, Dios nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre.”

            Ahora bien. ¿Es esta doxología palabra de Dios? ¿Es material inspirado?

            Aunque la doxología no es original en Mateo ni en Lucas esto no significa que no tiene un valor e importancia en sí misma ya que todo lo que dice es correcto a la luz de las Escrituras. Dice la ESV Study Bible: “No hay nada incorrecto teológicamente en esta conclusión, ni es inapropiado incluirla en nuestras oraciones públicas”. Dice el erudito Craig Blomberg (NAC): “Aunque ausente en los manuscritos provee una conclusión adecuada, y nadie debe hacer campaña en la iglesia para eliminarla. Los cristianos regular y correctamente decimos muchas cosas en la oración que no son citas directas de los escritos originales.” D.A. Carson (EBC): “La doxología en sí misma es profundamente teológica y adecuada al contexto y no cabe la duda de que fue considerada adecuada por los que vieron en las últimas tres peticiones una alusión indirecta a la Trinidad: la creación por el Padre y su providencia de darnos pan; la expiación del Hijo que asegura nuestro perdón y el poder de la morada del Espíritu que nos provee seguridad y triunfo”.

            Tomando todo lo anterior en consideración creo que estamos listo para ver cuál es el mensaje que nos comunica esta conclusión.

II. La Doxología

            Lo primero que podemos decir es que esta doxología termina con un Amén. Y esta sola palabra es súper importante. Es usada aquí para finalizar la oración pero Jesús la usaba constantemente no como una expresión final sino al principio de una afirmación. Yo sé que tú has escuchado la frase: De cierto, de cierto os digo. En el original griego dice: Amén, amén.

            Ahora bien, qué significa la palabra Amén y porque digo que es una palabra súper importante. Significa así sea. Testifica nuestro deseo y convicción de que creemos lo que pedimos. No es una petición de que estas cosas sean así. Si no que reconocemos que ellas son así y sucederán como Dios ha dicho y prometido.

            Y por tanto al concluir nuestras oraciones con Amén nosotros testificamos que descansamos en Dios.  El llamado es a no preocuparte por el futuro si somos hijos de Dios. Constantemente vienen a nuestras mentes si esto que está sucediendo en nuestras vidas y en el mundo está bajo el control de Dios. Cuando estamos ansiosos por lo que pasa en el mundo es porque esperamos resolver la crisis que venga en nuestra vida por nuestro propio poder, por nuestra propia astucia y vemos que el problema es mayor de lo que nosotros podemos controlar y nos llenamos de ansiedad.

            Pero Dios nos dice: di Amén. Cree en Mí. Confía que el reino del mundo es su reino y El no lo deja abandonado. Nada se escapa de las manos a Dios.  Muchos reyes vieron como su reino, su autoridad y el control de sus países se les escapaban de las manos como el agua en una cubeta rota. Y no podían hacer nada para evitarlo. Solo se sentaron a ver cómo ocurría. Y muchas veces salieron corriendo de su propio país porque fueron desterrados de allí. Pero esto jamás ha pasado con Dios y jamás podrá pasar. Eso es lo que testificamos cuando decimos Amén. Confesamos con nuestra boca lo que creemos en nuestro corazón que de Dios es el reino y que El tiene el poder de cumplir sus Palabras y sus promesas. Y nada ni nadie tiene el derecho de cuestionar lo que Él hace ni el poder de frenar Su voluntad. Él es soberano. Y El lo hace todo para su gloria.

            Todos hemos pedido a Dios que frene el avance del coronavirus. Deseamos que no haya más contagios y que Dios, en su misericordia, preserve las vidas. Nosotros creemos que Dios lo puede hacer. Es más, El es capaz de hacer mucho más de lo nosotros pedimos o nos imaginamos. Pero sobre esto debemos pedir a Dios que nos cambie a nosotros. ¿Por qué? Porque no sabemos cuándo todo lo que Dios ha planificado en su decreto eterno ocurrirá. Y en medio de toda esta ansiedad le pedimos a Dios que nos cambie. Por encima de Él cambiar las circunstancias le pedimos que nos cambie. Que cambie nuestra forma de pensar y nuestra forma de dirigir nuestras emociones. Eso es lo que Pablo nos enseña en Filipenses 4:6-7 “Por nada estéis afanosos [ansioso], sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” La palabra afanosos significa “estar ansioso acerca de, tener un cuidado que perturba”. Nada debe perturbarnos. ¿Cuál es la solución para no estar ansioso? Ora, ruega, adora a Dios. Al orar, rogar y adorar te enfocas en Dios. Cuando quitas tu mirada de Dios te desenfocas. Ves todo borroso. No ves bien, no analizas bien las cosas. ¿Por qué? Porque estas desenfocado. Por eso Pablo dice: pon tu mirada en Dios.

            Hermanos, nosotros hemos resucitados con Cristo. Y El está sentado a la diestra de Dios Padre. Y es allí donde debemos fijar nuestra mirada. Cuando pones tu mirada en Cristo Jesús como el Rey que ha recibido toda autoridad en los cielos y en la tierra tienes paz y seguridad. Mira a Pedro caminando sobre el mar. Cuando puso su mirada sobre Jesús pudo caminar sobre el mar turbulento. Quitó su mirada: se hundió.

            ¿Cuál es la promesa en Filipenses 4? Dios nos promete paz. Fíjate que la paz que promete es interior no exterior. La paz de Dios controlará nuestros corazones y nuestros pensamientos. La palabra guardar es un “término militar, que significa confinar guardando, mantener bajo vigilancia, como con una guarnición”. Conlleva la idea de sitiar, rodear para evitar todo posible lugar de escape. Oh, hermanos, qué bendición es esta. ¿Sabes por qué? Porque cuando las cosas que nos producen ansiedad vienen nuestro corazón se nos quiere salir y nuestra mente piensa en mil cosas y no descansa. Aquí hay una promesa: Dios nos dará una paz que guardará nuestros corazones y mentes para que no estemos en ansiedad. Pero hay algo más. El guardará nuestros corazones y mentes en Cristo Jesús.  ¿Por qué en Cristo Jesús? Al decir “en Cristo”, la idea es posicional. Esa paz se encuentra en El. La posee por estar en El. No es que El te la da y tú la posees separado de Cristo. No. Jamás. Es en Cristo es allí donde la hallarás. Es en Cristo porque es de Cristo que procede. Es en Cristo porque siempre reside en El, El es la fuente de paz inagotable de la cual puedes beber y beber por siempre.   

            En medio de la crisis del coronavirus testifiquemos que de Dios es el reino, el poder y la gloria por siempre. Amén.

             

 

 

Sermón: Mateo 6:13 Tentaciones y el maligno

Mateo 6:13 “Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal”

              Hoy llegamos a la sexta petición de esta oración conocida como el Padre nuestro. Hemos visto lo amplia que es la misma. Y en esto hemos visto que Dios es la fuente que satisface todas nuestras necesidades. El es el gran proveedor que nos da pan y está al tanto de todas y cada una de nuestras necesidades. El es el Dios de perdón quien toma la iniciativa en perdonar y produce en nosotros un corazón perdonador. Y ahora vamos a ver que Dios es el gran protector. Combinadas estas tres debemos decir que sin lugar a duda Dios es el gran consolador. El provee, El perdona, El protege. Todo lo que nosotros necesitamos en la vida debemos buscarlo de Dios y en Dios, es decir, en obediencia a su voluntad.

            Cuando uno considera con detalles y mira de cerca esta sexta petición inevitablemente encontraremos que es más compleja de lo que nos imaginábamos. Las palabras de Jesús son profundas. A simple vista podría traer confusión. Así que lo primero que deseo es aclarar el terreno quitando aquellas matas que nos puedan impedir ver lo que Jesús desea que veamos en el pasaje.

            En primer lugar, qué quiere decir Jesús con tentaciones. La palabra que la RVR60 traduce como tentaciones es en el griego [periasmós] que según el contexto del pasaje puede traducirse como pruebas o como tentaciones. Según la Biblia Dios nos prueba. Por ejemplo, la Biblia nos dice que Dios probó el corazón de Abraham. Los vemos en Hebreos 11:17 “Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac”. Fue Dios mismo quien le dijo a Abraham que ofreciera a Isaac. Tenemos el ejemplo gráfico en la vida de Job. En Job 1:11-12 “Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia. 12 Dijo Jehová a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió Satanás de delante de Jehová.” Detrás de todas las cosas terribles que le ocurrieron a Job Dios estaba probándolo. Nada ocurre, absolutamente nada, fuera del gobierno providencial de nuestro Dios que es santo, sabio y bueno.

            Pero, por qué Dios nos prueba. Dios prueba nuestra fidelidad a Él. Así Dios le dijo al pueblo de Israel. En Deuteronomio 8:2 “Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos.” Aquí Dios específicamente nos dice que la prueba fue para “saber lo que había en tu corazón”. No que Dios no lo supiera sino para que el pueblo de Israel supiera lo que había en el corazón de ellos. Dios usa las pruebas para descubrir quiénes son los verdaderos cristianos y quiénes no.

            Dios nos prueba también para purificarnos. Proverbios 17:3 “El crisol para la plata, y la hornaza para el oro; Pero Jehová prueba los corazones.” Tanto el crisol y el horno derriten los metales para limpiarlos. Dios nos prueba por medio del horno de la prueba para limpiar nuestra escoria del pecado que todavía hay en nosotros. Y esto es bueno. ¿Por qué? Porque la purificación incrementa el valor del oro y de la plata. Mientras más puros más valen. De la misma manera Dios nos purifica y así nos hace más valiosos y útiles para el reino de los cielos. Él nos santifica y nos fortalece por medio de la prueba. Por eso Santiago nos dice que tengamos sumo gozo cuando seamos afligidos por diversas pruebas. ¿Por qué? Santiago 1:3-4 “sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. 4 Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.”

            Hermanos, Dios tiene muchas razones y propósito para probar nuestra fe en El. Y si Dios nos envía pruebas, entonces la sexta petición no puede ser: Dios no me envíes pruebas a mi vida. No puede ser eso el significado porque sería una contradicción.

            Pero la palabra [periasmós], como dijimos, puede ser traducida también por tentación. ¿Qué es una tentación? Una tentación es todo solicitar, motivar e incitar a cometer pecado. ¿Puede Dios hacer esto? La duda ofende. Claro que no. Nos dice Santiago 1:13 “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie;” Así que cuando le pedimos a Dios Padre en la sexta petición: no nos metas en tentación, la idea no puede ser: te pedimos Dios que no nos tientes a pecar. ¿Por qué? Porque sería totalmente absurdo hacer tal petición. Dios jamás nos motivará, nos solicitará o nos incitará a pecar. ¿Por qué no? Porque Dios es santo. El “no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie;”

            Entonces qué significa esta sexta petición. Por lo menos tres cosas.

I. Le suplicamos que ordene todas las cosas para nuestro bien

             ¿Qué queremos decir con esto? Reconocemos que no tenemos control de las cosas. Todos nosotros nos acostamos por la noche y no sabemos si nos levantaremos o nos despertaremos. Nosotros nos esforzamos en ganar el pan nuestro de cada día. Pero aun así el que da el crecimiento es Dios. Como dice el dicho popular: El hombre propone pero Dios dispone. Eso concuerda con Proverbios 16:1 “Del hombre son las disposiciones del corazón; Mas de Jehová es la respuesta de la lengua.”

            En medio de toda esa realidad y del hecho de que podemos ser presos a la tiranía de las circunstancia de la vida. Le pedimos a Dios que en su misericordia, en su amor y cuidado por nosotros ordene todas las cosas para nuestro bien. Y que nos ayude a reconocer y a aceptar que nosotros no sabemos manejar muchas veces las circunstancias de la vida. Y por eso le pedimos a Dios que nos ayude a que no seamos destruidos por ellas.  La enseñanza la tenemos en la oración de Agur en Proverbios 30:8b-9 “No me des pobreza ni riquezas; Mantenme del pan necesario; 9 No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, Y blasfeme el nombre de mi Dios.” Nosotros no sabemos cómo bregar con las riquezas ni con la pobreza. Por causa de nuestra fragilidad e ignorancia ambas circunstancias pueden destruirnos: negar que todo lo que tengo proviene de Dios: “¿Quién es Jehová?”, o que niegue la bondad y el cuidado de Dios sobre mí: “Y blasfeme el nombre de mi Dios”. Como eso es una realidad y así de débiles somos nosotros le suplicamos a Dios que en su misericordia ordene todas las cosas para nuestro bien. Y nos capacite a poder para poder resistir.

            Si tenemos alguna duda miremos lo que está pasando con el coronavirus. Mucha gente se ha vuelto loca. Mira que peleando por el papel de inodoro. La inseguridad de la gente. El pánico que se ha creado y mucha culpa del mismo lo tienen las redes sociales: los periodistas, los expertos en Facebook entre otros. El coronavirus está bajo el control de nuestro Dios. Debemos ser precavidos. Pero no debemos llegar al pánico porque Jehová reina. Y Dios Padre “sometió todas las cosas bajo sus pies [los de Cristo], y lo dio [a Cristo] por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia,” Efesios 1:22. Es decir hermanos, todas las cosas del mundo, todo lo que sucede en el mundo está subordinado y controlado para el bienestar de la iglesia. Por eso le suplicamos a Dios que controle todas las cosas para nuestro bien.

            Eso es lo mismo que pide Jesús diariamente por cada uno de sus hermanos. En su oración sacerdotal intercesora Jesús pide al Padre en Juan 17:15 “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.” Que pidamos: Señor yo sé que pruebas vendrán a mí, yo sé que no tengo control de las circunstancias de mi vida y que muchas veces no sé manejar incluso las cosas buenas que me das, por eso te ruego que lo ordenes todo sabiamente para mi salvación.

            ¿Qué significa esta sexta petición en segundo lugar?

II. Le suplicamos que nos de fuerzas para no pecar

            Nosotros somos atacados por todas partes. Somos atacados por el mundo y también por nuestra propia carne. Somos tentados por el mundo y la carne a pecar contra Dios, a desobedecerle, a no serle fiel. Y aparte de eso, nosotros mismos no somos lo suficientemente cuidadosos en no meternos en la tentación sino que somos prestos a ir detrás de ella. No somos dados a resistirlas, o a apartarnos de las mismas como José se apartó y salió huyendo cuando la esposa de Potifar quería que durmiera con ella. No vigilamos nuestro corazón, ni nuestra mente ni nuestras emociones para reaccionar rápidamente frente a las tentaciones. Nosotros mismos somos como los apóstoles. Jesús les dijo en Mateo 26:41 “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.” ¿Velaron y oraron? No. Se durmieron. Jesús les había dicho: “velad conmigo”. Pero no velaron ni una sola hora.

            Viendo lo dado que somos a caer a las tentaciones, le suplicamos a Dios que nos ayude a reconocer y a aceptar que somos prestos a caer con facilidad. Y le suplicamos nos dé su gracia y fortaleza para poder resistir la tentación y no pecar contra Dios. Que reconozca también que Dios nos da la salida para poder resistir. 1 Corintios 10:12-13 dice “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. 13 No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.” ¿Qué nos quiere decir? Nuestra firmeza no es permanente, por tanto tenemos que cuidarla. Hay que estar pendiente de no caer. Segundo, toda tentación o prueba es a nivel humano. Dios no nos da una prueba por encima de nuestra capacidad humana. Tercero, toda tentación puede ser resistida exitosamente por la gracia de Dios. Cuarto, Dios siempre nos da una salida para escapar o soportar la prueba. En otras palabras, cuando caemos es porque escogemos pecar.

            Por eso le suplicamos a Dios Padre que en su misericordia nos de las fuerzas necesarias para poder resistir y no pecar contra Él. Nuestra oración debe ser la con las palabras del Salmo 119:133 “Ordena mis pasos con tu palabra, Y ninguna iniquidad se enseñoree de mí.”

            Pero hay algo importante también. Le suplicamos que si caemos en pecado por nuestra negligencia, nuestras carnalidades, etc. podamos levantarnos, regresar al camino y ser sanados de veras. Salmo 51:12 “Vuélveme el gozo de tu salvación, Y espíritu noble me sustente.” Y que aprendamos de nuestras caídas a ser más vigilantes a las tentaciones.

            ¿Qué significa esta sexta petición en tercer lugar?

III. Le suplicamos que nos de las fuerzas para resistir a Satanás

            ¿De dónde sale Satanás en esa petición? Cuando Jesús dice “mas líbranos del mal”, la palabra mal en el griego puede ser neutra y traducirla “mal” como lo traduce la RVR60, o puede ser masculina y ser traducida por maligno. Yo entiendo que sin ser dogmático la mejor elección es traducirla como maligno y así entonces la referencia es a Satanás. ¿Por qué esa elección? Por dos razones: el contexto de la oración es resistir la tentación y sabemos que Satanás está detrás de muchas de nuestras tentaciones. Así pues hace sentido traducirlo maligno. En segundo lugar, en el capítulo 4 tenemos la tentación de Jesús la cual nos recuerda la tentación de Adán. Adán en su estado de santidad sucumbió a las tentaciones de Satanás pero Jesús las resistió.

            Por tanto Jesús desea que nunca olvidemos que sin su gracia, sin su fuerza, no podemos vencer a Satanás. De aquí le pedimos a Dios que nos dé su fuerza para poder resistir.

            Nuestro deber es: sed sobrios, velad y resistid al diablo. 1 Pedro 5:8-9.  “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; 9 al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.” ¿Cómo lo resistimos? No huyéndole. Es curioso. En persecuciones Dios nos dice que podemos huir de ellas sin negar nuestra fe. O aceptar la voluntad de Dios y ser mártires. Pero con respecto a Satanás el llamado no es a huir. Ni tampoco el llamado es a tenerle terror. El llamado es ser sobrios, a no subestimar a Satanás. Y a velar. El nos tienta de veras a desobedecer a Dios. Pero también él es el gran calumniador. ¿Por qué decimos esto? Porque eso es lo que significa la palabra diablo. La palabra diablo significa acusador. Él nos acusa delante de Dios. Y nos acusa en nuestra conciencia. Y nos dice: “y eso que eres cristiano”; “si fueras cristiano verdadero no habrías hecho lo que hiciste”. Por eso somos también llamados a resistir firmes es la fe.  Resistiendo la tentación bajo el poder de la fuerza de Jesús. El espera de ti que clames: Señor sálvame, ayúdame a resistir. Sin olvidar que el que está en ti, el Espíritu Santo, es mayor que Satanás. Y que la fe que nos ha dado es poderosa y vence no solo al mundo sino a todos sus enemigos porque es la fe que es de Dios. Es su gracia, es su fe, la que vence al mundo. 1 Juan 5:4 “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.” Fíjate que no dice: todo el que es nacido, sino todo lo que es nacido de Dios. ¿Qué es lo nacido de Dios? Nuestra fe, implantada por Dios en la regeneración o nuevo nacimiento. La fe que Dios nos ha dado es poderosa. Descansa, oh cristiano, en lo que Dios ha hecho por ti por medio de Cristo en el Espíritu Santo.

            En todo esto hermanos, Jesús nos quiere enseñar cuán frágiles, débiles y vulnerables somos nosotros en medio de las tentaciones y las pruebas. Y nuestra absoluta dependencia en Dios para vencer las mismas y evitar pecar. Pero su poder es suficiente para preservarnos, sostenernos y sanarnos si caemos. Por eso siempre pidamos: “no nos metas en tentación, mas líbranos del mal”.

           

 

Sermón: Mateo 6:12b, 14-15 Perdónanos como perdonamos (parte 2)

Mateo 6:12b, 14-15 “12 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. 14 Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; 15 mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.”

 

            ¿Quién no ha sufrido maltrato de parte de alguien? Me imagino que tanto tú como yo hemos sufrido de manos de otras personas. A lo mejor te han hecho “bullying” en la escuela. Alguien querido a ti te ha hecho mal. Alguien amado te ha traicionado. La persona que le has hecho bien ha hablado mal de ti. La persona a quien has ayudado y le has dado todo te ha dado una “puñalada”. Puede ser la traición de un esposo a su esposa o viceversa. La traición de un hijo a un padre o viceversa. La ofensa de un amigo a su amigo. O inclusive el daño hecho por alguien desconocido.

            Cuando esto sucede la reacción normal es a frustrarnos, a enojarnos grandemente con esa persona, a guardar rencor o a vengarnos. Y a preguntarnos cómo esa persona pudo hacerme hecho esto. Mira todo lo que yo he hecho por esa persona y así me paga. ¿Qué yo le hecho para que me trate así? ¿Cómo es posible que me haya hecho esto o aquello? La persona menos esperada me ha hecho esto. Lo que me ha hecho me ha destruido. Lo que ha hecho me ha llevado a una profunda tristeza. O a un gran enojo hacia esa persona.

            Hermanos y amigos, yo me imagino que tú te puedes identificar con estas palabras. A la luz de esa realidad que a todos nos pasa en la vida. ¿Qué Dios espera de nosotros? El espera que perdonemos las deudas de los demás.

            Jesús nos dice en la oración del Padre nuestro: cuando te acerques a pedir perdón por tus deudas para con Dios debes venir con un corazón perdonador de las deudas de los demás.

I. Un corazón perdonado es un corazón perdonador

            Lo primero que debemos tener presente es lo que no significa la segunda cláusula. Fíjate que dice “Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Algunos piensan que eso significa que nosotros nos ganamos el perdón de Dios al perdonar a los demás. Pero eso no es lo que enseña el pasaje. Si lo analizamos a la luz de la analogía de la fe, es decir, si comparamos las enseñanzas de la Biblia con la Biblia misma veremos que esa no es la enseñanza. ¿Qué queremos decir? Decimos que la Biblia misma nos enseña que la salvación es por gracia y no por obras. Es por la obra de Cristo en nuestro lugar, no por nuestras obras a favor nuestro. El pasaje clave ustedes lo conocen. Efesios 2:8-9 “Porque por gracia sois salvos… no por obras para que nadie se gloríe”. Así que nada de lo que hagamos puede comprar el perdón de Dios hacia nosotros.

            Entonces cuál es la idea detrás de esta cláusula. Cuando oremos pidiéndole a Dios perdón por nuestros pecados, por nuestras deudas, debemos venir como aquellos que reconocemos que como Dios ha perdonado nuestros muchos pecados nosotros buscamos perdonar los pecados de los que nos ofenden. Un corazón que ha sido perdonado por Dios es un corazón que perdona los pecados que otros han hecho contra él. Dios nos dice en Efesios 4:32 “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” Es cierto que el contexto del pasaje es la iglesia. Que el llamado es a ser benigno y misericordioso a mi hermano en la fe. Pero el principio es el mismo. La base para perdonar a mi hermano en la fe es la misma base para perdonar a los que nos ofenden: así como Dios nos perdonó en Cristo así debemos perdonar los pecados de los que nos ofenden.

            No voy a negar hermanos que esto no es fácil. No voy a negar que es más fácil decirlo que hacerlo. Y habrá momentos en nuestra vida donde diremos: “yo no puedo perdonarlo, lo que me hizo me duele tanto que no puedo perdonarlo.” O en rabia diremos: “jamás lo voy a perdonar. Lo que me hizo no merece perdón”.

            Pero en esto hermanos debemos mirar lo que Dios ha hecho con nosotros. Nosotros hemos pecado contra Dios. Nosotros seguimos pecando contra Dios. No ha habido un día en el cual tú y yo no pequemos contra Dios. Y aún así Dios te ha perdonado. Si Dios nos ha perdonado tanto cómo no debo yo perdonar lo poco que ha pecado contra mí mi prójimo.

            A lo mejor tú dice: tienes toda la razón. Eso es lo que Dios ha hecho por mí. Él me ha perdonado de todos mis pecados por amor a su nombre, de pura gracia, por su misericordia, pero yo no puedo perdonar porque yo no soy Dios.

            ¿Qué dice la Biblia? La Biblia nos dice que Dios ha derramado su perdón en ti. El ha implantado un corazón perdonador en ti. En ti habita el Espíritu Santo y El está activo en ti. El produce en tu vida el fruto del Espíritu. El produce en ti: “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza (dominio propio)”. Si eres salvo, genuinamente convertido, Dios ha implantado en ti un corazón perdonador. Un corazón agradecido de que Dios se ha dignado a perdonar a un vil pecador como yo. Si esto no está en tu mente es que no has visto claramente tus pecados. Tus pecados son más grandes de lo que piensas. Aún así Dios te ha perdonado. Y te da la gracia de perdonar por su Espíritu Santo.

            En medio de todo esto tú sabes también a quién acudir. El Señor Jesús fue un hombre experimentado en quebranto. El sufrió también la traición. Fue traicionado por Judas Iscariote uno que mojaba su pan en el plato de Jesús. Eso implica cercanía. Fue traicionado por Pedro. Lo negó tres veces incluso bajo maldición. Sus discípulos lo dejaron solo en el momento mismo de la muerte. Sus hermanos de padre y madre no creían en El. Tuvo un juicio injusto porque Pilato sabía que era inocente pero por congraciarse con el pueblo lo mató a matar. Aún así en el momento de la muerte Jesús dijo: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.  ¡Oh, gloria a Dios por ese corazón perdonador de Jesús! Es por su amor perdonador, por su misericordia que no somos consumidos. Por tanto, es de Jesús que debes buscar la gracia del perdón para que puedas perdonar. Muchas veces no podemos. Otras no queremos. Jesús nos dice si has recibido el perdón de Dios El te ha dado un corazón perdonador. Ven a pedir perdón con tal corazón.  

            Pero Jesús nos dice algo súper importante, en segundo lugar…

II. El perdonar a otros es evidencia de haber sido perdonado por Dios

            Fíjate cómo Jesús lo dice en los versículo 14-15 “14 Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; 15 mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”. Aquí hay un punto importante. Jesús dice que si no tenemos un corazón perdonador Dios tampoco perdonará nuestros pecados. “si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”. Escúchame bien. El perdonar a otros es la condición indispensable para que recibamos nosotros el perdón de nuestros pecados. Dios nos dice: que El no perdonará nuestros pecados si nosotros no perdonamos los pecados de los que pecan contra nosotros.

            Hermanos y amigos, la salvación es por gracia, por la misericordia de Dios. Pero Dios no la da sino a los que tienen fe en El. La da por medio de la fe. De la misma manera, el perdón de Dios es de pura gracia basada en la obra sacrificial de Jesús. Pero Dios no otorga el perdón sino a aquellos que perdonan a su prójimo. Esa es una condición indispensable para recibir el perdón.

            El pasaje bíblico que mejor explica esto lo es Mateo 18:21-35 Vamos a buscarlo. “Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? 22 Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete. 23 Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos. 24 Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. 25 A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda. 26 Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. 27 El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda. 28 Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes. 29 Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. 30 Mas él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda. 31 Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado. 32 Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. 33 ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? 34 Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. 35 Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.”

            Así como la fe es un don de Dios de igual manera lo es un corazón perdonador. Esa es la evidencia de haber sido perdonados por Dios.

            Pero hay algo importante que no debemos dejar pasar por alto. Jesús nos dice que “mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.” Dios nos llama a perdonar de todo corazón. ¿Y qué es perdonar de todo corazón? Es perdonar de veras. No es decir yo te perdono y nada más. Es perdonar verdaderamente. Es perdonar como Dios perdona. ¿Y cómo Dios perdona? Isaías 43:25 “Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados.” Una vez perdonados nuestros pecados Dios no se acuerda de ellos. No los recuerda. No los trae de nuevo a la memoria. Ni se lo recuerda a la persona que nos ofendió. Ni se pasa diciéndole a todo el mundo lo que ocurrió en el pasado. Así debemos perdonar.

            Hermanos yo sé que no es fácil. Yo sé que habrá una lucha por perdonar. Un creyente genuino tiene esa lucha. La ofensa le duele y a veces cree que no podrá perdonar. Y vendrán constantemente los recuerdos de lo que hizo que serán como un gusano que corroe. Y tendrán que decirle a tu mente y a tu corazón. NO. NO. Yo he perdonado. No pienses más en esto. El creyente genuino tiene esa lucha. Pero él quiere perdonar. El busca hacerlo. El sabe que no tiene otra alternativa que no sea perdonar. Al final perdonará por amor a Dios. Porque sabe que ese es su deber para con Dios. Y porque la gracia que está en él es más fuerte que su pecado.

            ¿Qué Jesús nos quiere enseñar? No quiere enseñar que cuando vayamos a pedirle perdón a Dios vayamos con un corazón perdonador de aquellos que han pecado contra nosotros. No hacerlo es no haber recibido el perdón salvador de Dios. Quiera Dios que busquemos la fortaleza que solo Dios puede dar para que podamos cumplir su voluntad y perdonar de todo corazón.