Sermón: Hechos 2:41-47 Las Marcas de un Cristiano Saludable (parte 2)

Hechos 2:41-47 “41 Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. 42 Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. 43 Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. 44 Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; 45 y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. 46 Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, 47 alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos”.

 

            Uno de los énfasis en nuestra cultura lo es el cuidado de la salud. Cientos de revistas y aplicaciones para teléfonos inteligentes están diseñadas en proveer ayuda para cuidar nuestra salud física. Y yo diría que todos estamos de acuerdo en que es necesario que nos ocupemos en cuidarnos. En buscar preservar la buena salud que tengamos y en mejorar nuestra salud si ésta ha decaído.

            De eso es que estamos hablando aquí. Nosotros tenemos un hombre interior. Poseemos un alma en vital unión con el Señor Jesús. Y esa alma hay que alimentarla correctamente. El bienestar de nuestra alma guarda relación con el servicio que le debemos a Dios como nuestro Dios y nuestro Padre salvador en Cristo Jesús. Nuestra paz, nuestra alegría en tiempos difíciles, nuestra fortaleza y nuestra santificación están inseparablemente conectada con nuestra salud espiritual.  La misión de la iglesia, tu testimonio cristiano ante el mundo y ante tu familia dependen de la salud espiritual de cada uno de nosotros. La glorificación de Dios se da en el contexto de llevar mucho fruto. Y este fruto es producto de una vida cristiana saludable en íntima comunión con Cristo y en la dependencia del Espíritu Santo.

            El domingo pasado comenzamos a estudiar este tema. Y vimos que según Hechos 2:41-42 las marcas de una vida cristiana saludable y que son a la vez las marcas de un miembro saludable de la iglesia de Cristo son que éste: 1. Posee una recepción correcta del evangelio. 2. Persevera en el estudio de la doctrina bíblica. 3. Posee una sana participación de la vida familiar eclesiástica. 4. Participa consistente y responsablemente de los servicios de la iglesia. 5. Está involucrado a la tarea evangelística.

            El domingo pasado solo pudimos cubrir los primeros dos puntos. Y en aquel momento dijimos que solo un genuino creyente, verdaderamente regenerado, sanamente convertido es el único que puede vivir la vida cristiana que agrada a Dios. “Porque sin fe, es decir, [sin fe salvadora] es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:6). Nada de lo que hace el no creyente es hecho para la gloria de Dios. La vida de Dios no existe en su corazón. No hace las cosas espirituales por amor a Dios porque el amor a Dios no mora en su corazón. Así que lo primero que tiene que hacer una persona así es preguntarse: ¿he recibido el evangelio de una manera correcta? ¿Realmente me he arrepentido de mi vida pasada? ¿He recibido a Cristo como el Rey y Amo de mi vida? ¿Descanso para la salvación en los méritos de Cristo sola y exclusivamente?

            La segunda mara que estudiamos fue que un creyente saludable procura recibir y estudiar la doctrina cristiana hasta el punto de ser un maestro de esa Palabra. Obviamente no al nivel pastoral. Obviamente hablamos, como habla el libro de hebreos, de aquellos que llevan tiempo en la fe cristiana. Ahora bien, seas tú un recién convertido en tu juventud o en tu ancianidad, la meta es la misma: es crecer constantemente en el estudio de la Palabra de una manera significativa; de una manera cabal, según tus capacidades intelectuales. Hacer nuestra la resolución #28 del famoso ministro puritano Jonathan Edwards: Resolución #28: “Estoy resuelto a estudiar las Escrituras tan firmemente, constantemente y con frecuencia, al punto de que pueda encontrar y plenamente percibir, que estoy creciendo en el conocimiento de ella”. Hermanos, esta es la voluntad de Dios para tu vida. Y esta es también la obra del Espíritu Santo en tu vida. Dios como buen Padre que es desea que nosotros sus hijos crezcamos y maduremos en la fe. Les hablo a ustedes padres que comparten ese mismo deseo por sus hijos: verlos crecer, madurar física y mentalmente, no para mí sino para Dios. Y procurar darle buena alimentación, preverle tiempo de ejercicio y re creación pero también tiempo de estudios y de diversas tareas para enseñarles a que se dirijan al hombre y mujer que deben ser. Y los jóvenes deben desean ir creciendo y madurando para que se conviertan en hombres y mujeres de provecho, buenos cristianos para Dios y la iglesia, pero también buenos ciudadanos, buenos padres fundando todas sus decisiones en la Palabra de Dios.  

            Ahora bien, cuáles son las otras tres marcas de un cristiano saludable según Hechos 2:41-41. La tercera marca de un cristiano saludable que es la misma para un miembro saludable de la iglesia de Cristo lo es: que posee una sana participación de la vida familiar eclesiástica.  

III. Posee una sana participación de la vida familiar eclesiástica

            V. 42 “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros”. Ya vimos que en el versículo 41 los que recibieron la Palabra del evangelio predicada por el apóstol Pedro se unieron a la iglesia. ¿Cómo lo hicieron? Lo hicieron por medio del bautismo. Fue algo inmediato. Unirse la iglesia por medio de la membresía no es una opción para un cristiano. Es el deber de todo cristiano hacerlo. Y es también el fruto natural de la obra del Espíritu Santo en el corazón de todo genuino creyente. ¿Por qué digo esto? Porque este es el fruto de Pentecostés. Lucas aquí describe a la iglesia llena del Espíritu Santo.   Y tal devoción a la enseñanza de los apóstoles e incorporación a la membresía de la iglesia visible es la obra del Espíritu Santo. Por eso nos dice que “y se añadieron aquel día como tres mil personas”. ¿Se añadieron a qué?  Se añadieron al número de los discípulos. Se añadieron a la comunidad de la iglesia. A la congregación de los 120, que eran en ese momento la iglesia.

            El bautismo da inicio al discipulado cristiano a cargo de los líderes de la iglesia. Eso lo podemos ver en la Gran Comisión en Mateo 28:19-20. La iglesia ha sido comisionada a hacer discípulos, seguidores y estudiantes de todo lo que Cristo ordenó. El bautismo marca el inicio del discipulado cristiano y la solemne admisión de la persona bautizada a la iglesia visible de Cristo. Es el testimonio de lo que Dios ha hecho para salvarnos por medio de la sangre de Jesús. Pero también es el testimonio de su entrega a Dios por medio de Jesucristo para caminar una vida nueva.

            Pero ellos no solo se hicieron miembros de la iglesia por medio del bautismo, sino que entraron a la vida misma de la iglesia.  Ellos perseveraban, se adherían en cuerpo y en alma, con todo lo que tenían a la vida familiar eclesiástica. Ellos se veían como lo que eran: la familia de Dios. No de nombre sino de hecho y en verdad. Ellos no asistían de una manera desconectada. Ellos vivían como una nueva familia: cuyo Padre es el mismo para todos y cuyo Salvador Jesús es su hermano mayor. Y todos se trataban como hermanos. Abrían sus vidas y su corazón para compartir con ellos. Eran una verdadera familia. Ellos perseveraban en la comunión, en el griego en la koinonía, en la unión en conjunto unos con otros, como fruto de su koinonía con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Ellos daban y recibían. Abrían sus casas, compartían sus necesidades.

            Mira cómo se describe la vida de la iglesia. V. 44 “44 Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; 45 y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno”. No estamos diciendo que la comunidad de bienes es lo que debemos practicar en la iglesia. Eso fue algo especial, obra del Espíritu Santo. Pero sí podemos ver en la realidad práctica lo que es la comunión de los santos. Ellos compartían todos juntos. No había grupitos en donde nadie sino unos pocos cabían. Había una unidad real. Compartían sus cosas. No había un individualismo. Ni la práctica de que estoy cerca físicamente pero lejos en mi amor por mis hermanos. Velaban por las necesidades de los demás hermanos. Daban de su dinero para satisfacer las necesidades de los hermanos. Se preocupaban por cada uno de ellos. Velaban por las viudas. Velaban por los huérfanos. Lloraban con los que lloraban y reían juntos con los que reían. Conversaban constantemente. Todo parte de la comunión de los santos.

            Un creyente saludable espiritualmente tiene una sana participación de la vida de la iglesia. El sabe que la voluntad de Dios es salvar a una iglesia o no meramente individuos. Que Cristo dio su vida por la iglesia. Que la iglesia es la familia de Dios. Que hay una unidad en el Espíritu que debemos fomentar y cuidar. Que todos somos hermanos unos de otros y de cada uno. Que todos somos miembros los uno de los otros. Que debemos amar, ayudar y cuidar a cada uno de nosotros porque Jesús ama, sostiene y cuida a cada uno porque somos sus ovejas. Por eso la obra de salvación implica que Dios nos une a un cuerpo. Que nos lleva a conocernos y amarnos a quienes tal vez jamás hubiéramos conocido y jamás nos hubiéramos movido a amarnos. El creyente saludable busca maneras no solo de estar presente sino de darse totalmente a sus hermanos porque Cristo se dio totalmente por cada uno de nosotros.

            Pero eso no es todo. La cuarta marca de un cristiano saludable y que es a la vez la marca de un miembro saludable de la iglesia es que participa consistente y responsablemente de los servicios de la iglesia.

IV. Participa consistente y responsablemente de los servicios de la iglesia

            V. 42 “42 Y perseveraban… en el partimiento del pan y en las oraciones”. Así que no solo un creyente saludable es dado a oír la predicación y enseñanza apostólica de parte de los ministros del evangelio, y procuraban aprender cabalmente todo lo que Dios nos enseña en la Palabra sino que también abrían su casa, su corazón y su vida a la vida de los hermanos.

            También perseveraban en el partimiento del pan. ¿Qué significa esto? Algunos entienden que se refiere a los ágapes o a las celebraciones o comidas que realizaban en común los cristianos. Y mencionan el ejemplo en el versículo 46 donde dice: “y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón,”. De esto ser así entonces es otro ejemplo de la koinonía o comunión los unos con los otros.

            Hay otros que entienden que a frase se refiera a la Santa Cena. Y yo entiendo que esa explicación hace más sentido. ¿Por qué? Porque Lucas está enumerando las actividades que se realizaban en los servicios de la iglesia. Allí predominaba la predicación, la comunión de los santos y las oraciones. Además, la frase se usa en la Biblia para referirse a la celebración de la Santa Cena según el ejemplo de Jesús en Mateo 26:26 “Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo”.  Y que esa frase se usó para referirse a la Santa Cena. Lo tenemos mencionado por Pablo en 1 Corintios 10:16 “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?”.

            Así que la iglesia perseveraba en la celebración de la Santa Cena. Y de las oraciones. La palabra oraciones es en plural denotando los diversos cultos de oraciones realizados por la iglesia. El libro de Hechos menciona más de 10 de esas reuniones por la iglesia. La iglesia era una iglesia de oración. Toda la iglesia se reunía como un cuerpo para orar los unos por los otros.

            Ahora bien. Si te das cuenta la iglesia era una iglesia de adoración. La celebración de la Santa Cena y las oraciones nos enseña que la iglesia era una dedicada a adoración en el templo y por las casas. En otras palabras, había adoración formal e informal. Ellos no rechazaron la iglesia como institución. No dijeron ya tenemos la necesario: el Espíritu Santo y la Biblia y nada más. No. Ellos se reunían cada día en el templo. Ellos se reunían a ciertas horas para orar como hacían los judíos. Tenías ciertas horas fijas para la oración. Y ellos suplementaron las reuniones del templo con reuniones espontáneas en sus hogares. V. 46 “46 Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón,”. Si te das cuenta las reuniones en los hogares era parte esencial de la vida de la iglesia primitiva.

            Así que un cristiano saludable es uno que está activo en los servicios de la iglesia. Participa consistente y responsablemente de los servicios de la iglesia. Ordena sus prioridades de su vida alrededor de la adoración a Dios en la casa de Dios. Ordena su tiempo para participar de los servicios de la iglesia. Procura estar presente en los cultos de oración. Procura estar presente toda vez que se da la Santa Cena. Para él la iglesia no es algo meramente de los domingos. Para él la iglesia es primeramente la comunión de los santos. Comunión primeramente con Dios en Cristo Jesús y por su gracia. Pero comunión también unos con otros. Es venir a aprender para poder enseñar y compartir con los demás hermanos. Es dar mi vida a mis hermanos. Auxiliarle en sus necesidades. Participar de sus vidas como hermanos. Es ser celosos en la participación de los medios de gracia. Si te das cuenta la iglesia es una en donde los medios de gracia: palabra, sacramentos y la oración son el fundamento para la edificación de la iglesia. Y no hace falta nada más.

            Pero también no es un creyente de domingos solamente. Se reúne con sus hermanos creyentes en sus casas para compartir y adorar a Dios. Y eso no era una carga sino motivo de gozo. Dice: “y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón”.

            La quinta marca de un cristiano saludable lo es su participación activa en la evangelización de los perdidos.

V. Es activo en la evangelización de los perdidos

            V. 47 “Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos”. O literalmente los que iban siendo salvados. Ahora bien, Lucas nos dice algo súper importante. Dios es el gran evangelista. Porque es El quien por medio de su Palabra y Espíritu atrae eficazmente a la fe. Pero hay algo importante que señalar. Dios obra a través de medios. Y el medio que Dios siempre utiliza para la salvación de pecadores lo es el testimonio de la iglesia. Los creyentes no se limitaron a venir a la iglesia para aprender, celebrar la Santa Cena y orar solamente. Ellos daban testimonio de la verdad. Ellos vivían la verdad y tal vida atraía a los inconversos. La iglesia predicaba el evangelio a los no creyentes. La iglesia oraba para Dios abriera puerta mientras se hacían milagros y prodigios por parte de los apóstoles. La iglesia era una iglesia misionera, una iglesia evangelística.

            Así que un creyente saludable espiritualmente participa activamente en la tarea evangelística. Ora por las almas que se pierden. Habla acerca de su fe. Invita a la iglesia. Regala biblias. Confiesa a Cristo delante de los hombres. Y esto por amor al amor salvador de Dios en Cristo Jesús. Porque ama a los pecadores. Y así como alguien les habló del evangelio y fue el medio para su salvación, de igual manera desea que otros se salven y no se pierdan en el infierno.  

            Ahora bien. A la luz de esta Palabra, cómo está tu vida espiritual. ¿Cuán saludable está tu vida espiritual? ¿Estás perseverando en estudiar con miras a dominar la Palabra de Dios? ¿Has abierto tu corazón a la vida de la iglesia? ¿Has procurado hablar y hacer amistad con otros hermanos o son siempre los mismos? ¿Participas activa y consistentemente de los cultos de oración de la iglesia? ¿Cuán importante es la celebración de la Santa Cena? ¿Cuán consistentemente eres en asistir a la iglesia? ¿Es adorar a Dios la prioridad número uno de tu vida por encima de lo demás? ¿Por quienes estas orando por su conversión? ¿Qué más puedes hacer por las almas que se pierden? 

            Este es el momento para auto-examinarnos. Este es el momento para pedir perdón a Dios por nuestras faltas. Pero tampoco es el momento para enorgullecernos. Quiera Dios que todos nosotros amemos como Cristo, hacer la voluntad de nuestro Padre. Que anhelemos siempre estar a solas con El en oración. Y ser como Jesús que siempre estaba presente cada día de culto en la reunión del pueblo de Dios. Y esto para la gloria de Dios y el estado espiritual de nuestra alma.