Sermón: Hechos 2:41-42 Las Marcas de un Cristiano Saludable Espiritualmente

Hechos 2:41-42 “41 Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. 42 Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones”.

 

            Yo siempre he dicho que hay por lo menos tres cosas importantes que hacer para mantenerse saludable físicamente: comer bien (saludablemente), hacer ejercicio y visitar al médico por lo menos una vez al año para un chequeo general.

            Lo mismo sucede en la vida cristiana. Todos debemos auto evaluarnos constantemente para ver cómo va nuestra vida cristiana. Y preguntarnos cómo yo estoy en mi relación con Dios, en mi relación con Jesús y en mi dependencia del Espíritu Santo. Y si mi caminar es digno de mi llamado.

            Fíjate que Pablo le dice a la iglesia de los corintios, a cada uno de ellos, miembros de esa iglesia, que se evalúen y se pregunten si son realmente cristianos. En 2 Corintios 13:5 “5 Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?”. Dice: examinaos. Haz un examen de ti mismo: de tu corazón, de tus motivos, de tu fe misma en el Señor Jesús, de la sinceridad de tu fe. Y probaos, es decir, concluye si la evidencia del examen pasa o no la prueba. Pregúntate: ¿Jesús está en mí? ¿Es El mi Dios y Señor, mi Profeta, mi Sacerdote, mi Rey? En otras palabras, Pablo desea que nos preguntemos si somos realmente convertidos. Eso Pablo le ordenó a la iglesia de los corintios.

            Y yo les hago esta pregunta: ¿Cómo tú estás espiritualmente? ¿Cuán sana está tu vida espiritual? La única manera de contestar a esta pregunta es colocándonos ante los rayos X de la Palabra de Dios. Es como cuando vamos al médico y le decimos que nos sentimos bien pero cuando nos examina nos dice: amigo, tienes la presión alta y le decimos: de veras yo no siento nada (y nos dice el médico por eso la llaman el enemigo silencioso). Y nos dice: tienes los triglicéridos altos, la azúcar está en pre-diabetis, etc. No lo sabíamos a menos que fuéramos a los laboratorios. Pues la Palabra de Dios es nuestro laboratorio espiritual. Y ésta nos ayudará a evaluarnos según los estándares de Dios y no del mundo ni de nuestra imaginación y criterios. Aquí los criterios que cuentan son únicamente los de Dios. Y al hacerlo nos ayudará a contestarnos ¿cuáles son las marcas de un cristiano saludable espiritualmente hablando? Y que son a la misma vez las marcas de un miembro saludable de la iglesia de Cristo. No podemos separar los uno de los otro. No lo podemos hacer. Un cristiano saludable será un miembro saludable de la iglesia. Deficiencias en nuestro caminar en la iglesia es fruto y consecuencia de nuestra deficiencia espiritual.

            Y del pasaje podemos ver por lo menos 4 puntos. Y estos son: 1. En su recepción correcta del evangelio. 2. En la perseverancia de la recepción y estudio de la doctrina bíblica. 3. En la participación de la vida familiar eclesiástica. 4. En la participación consistente y responsable de los servicios de la iglesia. Hoy solamente veremos dos de estos puntos.

            Así que, ¿cuáles son las marcas de un cristiano saludable espiritualmente hablando? Esta se refleja en primer lugar…

I. En su recepción correcta del evangelio

            Hermanos míos, es imposible vivir la vida cristiana que Dios demanda si no hemos recibido correctamente el evangelio de salvación. Un muerto espiritual no puede actuar espiritualmente. Si no hay vida física no hay actividad cerebral, emocional, ni voluntaria. Solo los vivos pueden hacer estas cosas.

            De igual manera solo los que han recibido correctamente el evangelio de salvación son los únicos que pueden vivir la vida cristiana que Dios requiere de sus hijos. Regeneración y nuevo nacimiento es un prerrequisito indispensable. Por eso dice Lucas en Hechos 2:41 “41 Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas”. Los que recibieron su palabra. ¿Cuál palabra? La palabra del evangelio predicada por el apóstol Pedro en el día de Pentecostés. La palabra que declaraba que Jesús había sido entregado a la muerte por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, Hechos 2:23. Que su misión no fue por casualidad, sino que Jesús fue predestinado para dar su vida en rescate por muchos. Que Dios por medio de Jesús hizo milagros y portentos confirmando su ministerio de salvación. Que otra prueba de gozar del favor de Dios es que Dios lo levantó de entre los muertos. Que Dios lo levantó para que se sentara en el trono de David. Que su misión conllevó subir a los cielos y derramar el Espíritu Santo a su iglesia. Y aquel a quien ellos habían crucificado y por tanto son culpables de su muerte: Dios le ha hecho Señor y Cristo.

            En otras palabras, un creyente genuino es uno que recibe correctamente la palabra del evangelio, es decir, a Cristo Jesús como el Señor y el Cristo de su vida. Y no meramente dice que es cristiano, sino que lo es en verdad. Porque Cristo Jesús es su Salvador, su Dios, su Señor, su Amo, su Cabeza, su Esposo, su Rey, el alma de su vida, el gozo de su vivir. Y descansa en el sacrificio de Cristo y en su santidad para la justificación y el perdón de sus pecados. Y ha entrado en un pacto de fe y arrepentimiento, pero también en un pacto de obediencia y de servicio a Cristo. Lo vemos en Génesis 17:7-9 “7 Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti. 8 Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos. 9 Dijo de nuevo Dios a Abraham: En cuanto a ti, guardarás mi pacto, tú y tu descendencia después de ti por sus generaciones”. No solo Dios entró en pacto con Abraham, sino que además Dios requirió de Abraham que guardara su pacto y que procurara que sus hijos, nietos y demás descendientes lo guardaran.  Y lo vemos en el pasaje de Hechos cuando los que recibieron la palabra fueron bautizados y se unieron a la iglesia. Hermanos, la fe salvadora es una fe obediente. Por eso Calvino dijo comentando en Hechos 2:41 “aquí tenemos una declaración de la naturaleza y fuerza de la fe en la prontitud y en la alegre y voluntaria recepción de la Palabra. La fe debe comenzar con una disposición y deseo de obedecer”.

            Hermanos, este es el primer paso y sin este asegurado es imposible vivir la vida cristiana que Dios espera de cada uno de nosotros. Si es ese tu caso, si no has recibido correctamente el evangelio, te digo que jamás podrás vivir una vida cristiana saludable porque no existe vida espiritual en tu alma. Cristo no mora en tu corazón. Entonces no conoces lo que es la morada del Espíritu Santo en tu vida. Ni sabrás jamás lo que es la herencia de los santos en luz. No hay vida eterna en ti. Y aunque tal vez puedas parecerte a un cristiano, hablar como cristiano, caminar en muchas cosas como cristiano, realmente no lo eres. Eres como un cuadro hermoso que no tiene vida dentro de sí.

            Así que lo primero que necesitas tener presente es preguntarte: ¿He recibido el evangelio correctamente? ¿Soy genuinamente convertido? ¿Soy un cuadro más o hay vida espiritual en mi vida? ¿Poseo las marcas en mi vida de un genuino creyente? ¿Oigo la voz de mi Buen Pastor, le conozco y sigo sus Palabras fielmente?

            La segunda marca de un cristiano saludable espiritualmente hablando lo es:

II. En la perseverancia de la recepción y estudio de la doctrina bíblica

            Mira cómo se ve esto en el pasaje en la vida de la iglesia primitiva. V. 42 “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles”.

            Perseveraban significa según el Diccionario Vine: “ser firmes. Denota persistir firmemente en una cosa, y dando cuidado constante a ella”. Es ser constante. Es adherirse a algo. Es ocuparse constantemente de algo. Se utiliza de perseverar en la oración en Hechos 1:14 y Colosenses 4:2. Ellos recibieron y perseveraron en el estudio de la doctrina de los apóstoles o la enseñanza de los apóstoles. La iglesia primitiva era una iglesia apostólica. Fieles a la enseñanza doctrinal de los apóstoles.

            En otras palabras, un creyente saludable espiritualmente tiene una adicción por la Palabra. Hay hambre espiritual por esa Palabra. Desea como niño recién nacido esa Palabra. Persevera en estudiarla y no solo en leerla. El procura ir en dirección a ser un maestro de la Palabra de Dios. Sí, hermanos. En el sentido de ser un verdadero conocedor de toda la Palabra de Dios. No meramente conocer algo de la Palabra, sino que nos esforzamos en buscar ser maestros de la Palabra. Y esto es para todo creyente y no solo para los líderes. Por ejemplo, esa la amonestación que le da el autor de los hebreos a esos hermanos. Veamos Hebreos 5:11-12 “1 Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír. 12 Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido”. El autor tiene una queja con esos hermanos. No habla aquí de los líderes sino de la iglesia en su totalidad, de cada cristiano en particular. Y les dice: yo no puedo continuar hablando sobre este tema (del oficio sacerdotal de Cristo según el orden de Melquisedec) porque es difícil y ustedes se han hecho tardos para oír (lentos en aprender). ¿Por qué? Porque, aunque llevan mucho tiempo en el evangelio aún siguen siendo niños, en necesidad de leche y no de alimento sólido. Se supone que ellos ya debían ser maestros, didaskalos, la misma palabra usada de Jesús como el maestro. Debiendo ser maestros todavía son niños. Tú meta es ser maestro de la Palabra de Dios. Es decir, conocerla de tal manera que puedas decir yo tengo un conocimiento cabal de esa Palabra en su totalidad. Un conocimiento cabal del mensaje, de las doctrinas bíblicas, de los autores de la Biblia, de la historia de la Biblia. Un conocimiento cabal del AT y del NT. Y de la “historia salutis”, de la historia de la salvación.

            Un creyente saludable espiritualmente hace por sí mismo un estudio de la Palabra. Se pregunta cuanto yo sé del AT. ¿Yo sé quién era Sofonías? ¿Sé yo cuál es el mensaje principal del libro de Crónicas? ¿Puedo ver a Cristo en el AT?

            Tú meta es ser un maestro de la Palabra. Un conocedor profundo de esa Palabra.  No serlo después de años en la fe revela una deficiencia espiritual. Ese hermano estaría revejío espiritualmente hablando.

            El creyente que está saludable espiritualmente no solo sabe que es su deber estudiar la Palabra de Dios. Lo hace no solo porque es su deber sino también porque es su placer y deleite. Allí busca ver a Cristo Jesús en cada página de las Escrituras. Él sabe que toda la revelación tiene un solo mensaje: la salvación en Cristo Jesús. Y busca ver en cada libro de la Biblia cómo Cristo es revelado allí. Porque en última instancia: la biblia es la revelación de Jesucristo. Allí busca leer las Pde su Esposo. Y responde a esa Palabra como Dios espera: creyendo en sus promesas, obedeciendo sus mandamientos y temiendo a sus juicios.

            Hermanos, en esta era de tanta tecnología y de muchos buenos libros que salen a diario, no hay excusa para ser maestros de la Palabra. Cómprate una buena Biblia de estudio. Un buen diccionario. Compra comentarios bíblicos buenos. Hay comentarios técnicos, intermedios y comentarios generales muy buenos. Estos te ayudan a entender profundamente la Palabra de Dios. Por ejemplo, la serie de comentarios Romanos para ti, Jueces para ti, etc. Es una buena colección confiable para estudio. Hay una colección de libros en audio que te pueden ayudar.

            También puedes tomar notas del sermón expositivo de esta iglesia. Y entonces durante la semana puede estudiar el pasaje, meditar en él, buscar los pasajes citados e incluso reunirte con algún hermano para discutir el sermón predicado.

            Y no solo eso. El fin es conocer a Dios más y más. Como dijo John Milton: “el fin de todo aprendizaje es conocer a Dios y de este conocimiento amarle e imitarle”. Honrarle al honrar su hermosa Palabra. Es recibir a Cristo más y más por medio de esa Palabra. ¿Sabes por qué no nos parecemos más a Jesús? Porque su Palabra no es estudiada ni vivida como Dios espera de nosotros. Es ser hacedores y no solo oidores de esa Palabra. ¿Eres tú solo un oidor de esa Palabra o un hacedor de la misma?

            Tú meta es ser maestro de la Palabra. Es alimentarte de una buena dieta de toda la Palabra de Dios. Y no solo de los mismos libros y los mismos pasajes. Y aunque algunos los libros devocionales que hay son buenos jamás podrán darte todo el alimento que necesitas para crecer en todas las áreas de tu vida. Jamás. Solo las Escrituras decía John Flavel: “nos enseñan la mejor manera de vivir, la forma mas noble de sufrir y la forma mas consolable de morir”.

            Y yo te pregunto: ¿eres ya maestro de la Palabra de Dios? ¿Eres ya como dice el autor de hebreos “experto” en la palabra de justicia? ¿Eres maduro en el conocimiento de esa Palabra? ¿La estudias a diario? ¿Luchas contra la dejadez del estudio de la Palabra?  ¿Estás perseverando en la doctrina de los apóstoles? Hermanos, que la resolución de Jonathan Edwards sea hecha tuya y mía. Resolución #28: “Estoy resuelto a estudiar las Escrituras tan firmemente, constantemente y con frecuencia, al punto de que pueda encontrar y plenamente percibir, que estoy creciendo en el conocimiento de ella”. Esa actitud es la de un creyente saludable espiritualmente hablando.

            ¿Cuáles son las dos primeras marcas de un creyente saludable que son a la vez las marcas de un miembro saludable de la iglesia? La primera es un recibir correctamente el mensaje del evangelio. Es aceptar, recibir y descansar en Cristo solo para justificación, santificación y vida eterna en virtud del pacto de gracia. Y la segunda es dedicarnos totalmente y con firmeza en progresar en la recepción y estudio de la Biblia hasta el punto de ser maestros de la Palabra. Y de esa manera demostrarle a nuestro Dios en el poder del Espíritu Santo y por amor Cristo, yo “prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. Filipenses 3:14. Hasta que llegue “a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;”. Efesios 4:13. Y mi vida sea verdaderamente un trofeo de la gracia de Dios en Cristo Jesús. Amén.