Sermón: Mateo 6:9a El Padre Nuestro: El Prefacio

Mateo 6:9 “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos…”  

            En nuestro estudio de la vez pasada vimos que Jesús dirige a sus discípulos a lo que no deben hacer cuando van a orar.  Cuando vamos a orar Jesús nos dice que debemos evitar toda vanagloria: nosotros oramos a Dios y no a los hombres. No es momento para hacerles ver a nadie lo súper piadosos que somos, lo súper santos que somos. Cuando oramos oramos para Dios buscando tener comunión con Él.  Tan poco debemos ir con la mentalidad de manipular a Dios. Ni debemos orar a Dios en incredulidad. El sabe nuestras necesidades aun antes de que se las pidamos. Ya El tiene preparado de ante mano la respuesta y la provisión para cada una de nuestras necesidades.

            Luego de decirnos lo que no debemos hacer Jesús entonces procura enseñarnos cómo orar a Dios correctamente. Y en estos versículos tenemos lo que se ha sido llamado históricamente el Padre Nuestro o la Oración del Señor.

            El Padre Nuestro se divide en tres partes. ¿Cuáles son? Tenemos en primer lugar el Prefacio, luego vienen seis peticiones y finaliza con una conclusión. Las primeras tres peticiones guardan referencia primaria a la gloria de Dios. Las otras tres a nuestra salvación y a nuestra necesidades. Pero hay algo importante que tener presente. Todas y cada una de ellas se centran en la gloria de Dios. Porque aunque en una de ellas le pedimos a Dios que nos dé el pan diario para nuestra vida aun esa petición lo es si esto redunda en su gloria. A veces Dios aguanta el darnos el pan que pedimos por razones sabias que Él tiene y como parte de su plan para nosotros. Él sabe mejor que nosotros cuál es la porción que nos beneficia. Y cuándo es el mejor momento para dárnosla. A veces El nos da las cosas a cuenta gota, no porque Él no pueda dárnoslas todas de un cantazo, sino porque como Dios sabio que dirige nuestras vidas a veces dispensa su medicina poco a poco para nuestra sanidad. Llevándonos a espera siempre en El.

            Hoy nos vamos a concentrar en el prefacio.

I. El Prefacio

            ¿Cuál es el prefacio del Padre Nuestro? El prefacio es Padre nuestro que estás en los cielos.

            Ahora bien, lo primero que deseo que vean es que el Padre Nuestro es un modelo de oración. ¿Cómo lo sabemos? V. 9 “Vosotros, pues, oraréis así”. O como lo traduce LBLA: “Vosotros, pues, orad de esta manera”. Ella es la oración modelo. Jesús en su misericordia, deseando que nosotros pudiéramos orar correctamente para que nuestras oraciones lleguen a los cielos nos da en el Padre Nuestro el modelo que deseamos usar como guía cuando oramos. En otras palabras, hermanos cuando oramos a Dios debemos incluir los elementos esenciales de la oración modelo. ¿Cuáles son ellos? Debemos incluir adoración a Dios, peticiones, confesión de pecados, acción de gracias e intercesión por otros y no solo por nosotros mismos. Jesús nos enseña con esto que nuestras oraciones no deben ser egoístas: pedir solo para nosotros. Debemos pedir por los demás miembros de la familia de Dios, ya que Dios no solo es mío sino nuestro, es decir, del pueblo de Dios también. Por eso Jesús nos enseña a orar Padre nuestro y no Padre mío. ¿En tus oraciones estás orando por los hermanos de la fe? ¿Incluyes oraciones por las demás iglesias? ¿Oras por tu pastor y ancianos, líderes de la iglesia? ¿O solo oras por ti y los tuyos? Jesús nos dice cuando ores, ora de esta manera.

            En segundo lugar, el Padre Nuestro no solo es una oración modelo. Ella es también una forma de oración. ¿Qué queremos decir con eso? Queremos decir que Jesús no solo la dio como modelo sino también como una oración misma ya preparada de ante mano que podemos nosotros hacer o recitar. ¿Cómo lo sabemos que es así? Jesús nos dice en Lucas 11:2 “Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.” No solo oraréis así sino también cuando oréis decid: Padre nuestro. Claro está hermanos, Dios mira el corazón y no solo las palabras. Así que cuando recitemos el Padre Nuestro no nos olvidemos que debemos hacerlo con entendimiento, es decir, debemos haber entendido el significado de cada una de las palabras. Esto no es hacerlo al papagayo. Es con entendimiento. Además haciendo nuestras cada una de esas peticiones y súplicas. Orando también con fe, es decir, ora con el alma y no solo con la mente. Ora con tu corazón.

            Lo tercero que deseo que vean es la manera propia de acercarnos a Dios en oración. Jesús nos dice que cuando oremos debemos hacerlo con reverencia. No nos acercamos a uno de nuestros pares, nos acercamos a Dios mismo, nos acercamos al Padre. Y esto debe evocar reverencia y respeto. Hay que mantener en un sentido una cierta distancia. Él es el Creador y nosotros somos la criatura. Esa distinción jamás debemos perderla de vista. Por tanto no es propio ni correcto acercarnos a Dios en la oración y llamarle chuito como yo he escuchado decir a verdaderos hermanos en la fe.  O decirle: Oye pana mío. Yo sé que algunos dicen que su relación con Dios es personal e íntima y El y yo tenemos una relación de entera confianza. Hermanos, tener confianza no significa olvidar quiénes somos nosotros y quién es Dios. La palabra Padre debe imprimir en nosotros entre otras cosas un sentido de respeto ante su presencia. Él y nosotros no somos iguales. El está en los cielos y nosotros en la tierra.

            Jesús nos dice además que cuando oremos debemos acerquémonos a Dios con confianza. El es no solo Padre, El es nuestro Padre. Y la palabra Padre aquí aplica al Dios trino y uno. El Dios trino y uno es nuestro Padre y no solo la primera persona de la Trinidad. Y el hecho de que es Padre debe evocar en nosotros un sentido de confianza, amor y seguridad. El es infinito en bondad en sí mismo. Y gracias a Jesús, por su obra de redención, Él es ahora nuestro Padre. Y nosotros somos hijos adoptivos de Dios. Cristo es nuestro hermano mayor.

            El hecho de que Dios es nuestro Padre nos debe llevar a no olvidar que El es un Padre perfecto. Solo hay un Padre perfecto en este mundo y ese es el Dios Trino y uno: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Jesús dijo en Mateo 5:48 “vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” Con esto Dios se presenta como la misma fuente de amor y misericordia. Un amor y misericordia mayor que cualquiera de nuestros padres terrenales. Y si nuestros padres terrenales dejaran de comportarse como tal sabemos que Dios nunca dejará de sernos así ya que Él no puede negarse a sí mismo.  Salmo 27:10 “Aunque mi padre y mi madre me dejaran, Con todo, Jehová me recogerá.” Isaías 49:15 “¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti.”

            Y si nosotros que somos padres pecadores les damos cosas buenas a nuestros hijos, cuánto más nuestro Padre. Lucas 11:13 “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”.

            En quinto lugar, Jesús nos dice que cuando oremos no nos olvides que Dios es nuestro Padre que está en los cielos. ¿Qué quiere decir eso? Cuando oramos no nos acercamos a un padre terrenal: débil, frágil, limitado, incapaz de hacer muchas de las cosas que pedimos o necesitamos. Cuando oramos nos acercamos al Padre que está en los cielos: al Dios soberano, todo poderoso, Rey y Señor del Universo, al Dios del cual nada es difícil, al Dios que llama las cosas que no son como si fueren, al Dios que resucita a los muertos. Esa es la idea detrás de la frase: que está en los cielos. Mira varios ejemplos. Salmo 2:4 “El que mora en los cielos se reirá; El Señor se burlará de ellos.” Los enemigos de Dios se levantan contra El pero el que mora en los cielos se burlará de ellos. Tú quieres pelear contra mí: Tú me haces reír. Nadie puede contra Dios. Salmo 115:3 “Nuestro Dios está en los cielos; Todo lo que quiso ha hecho.” Todo lo que Dios se propone hacer El lo hace y nada ni nadie puede detener su brazo. Por tanto, no limites el poder de Dios como si El solo pudiera hacer algo: mírate de lejos y tener compasión de ti y nada más. Verte de lejos con los brazos cruzados. O con los brazos y la cara de qué puedo yo hacer, tengo las manos atadas. No así nuestro Padre celestial. El somete todas las cosas debajo de los pies de Cristo para tu bien.

            Ese es tu Padre que está en los cielos. Por tanto acércate a El con un corazón de hijo. Admira a tu Padre. Confía en El. Imítalo. Obedécelo. Búscalo. Pon todo en sus manos.  

            Así que lo primero que desea Jesús que aprendas es a descansar en fe en tu Padre celestial. Porque si nuestra oración no está bañada de fe no va para ningún lado.

            Con esto finalizo. Hay una palabra de precaución. Solo pueden llamar a Dios Padre los que están reconciliados con Él. Nadie tiene el derecho de llamar a Dios Padre excepto sus hijos. Si no eres creyente, y creyente no es sinónimo de ser miembros de la iglesia, no tienes derecho de llamarlo tu Padre. Porque es solo por adopción que El es nuestro Padre. Y somos adoptados hijos de Dios por medio de la fe en el Señor Jesucristo. El nos revela la clase de Padre maravilloso que Dios es. Este es un privilegio para los que le aman y no le odian. Si no eres creyentes tú odias a Dios. Por eso no puedes llamarlo tu Padre. Solo por fe en Jesús. Al recibirle con el Rey de tu vida, tu Salvador y rendirte a sus pies para vivir para Él es que recibirás el poder de ser llamado hijo de Dios. Ven a Cristo y así conocerás y experimentarás el amor de Dios como Padre.    

 

 

Sermón: Mateo 6:1-4 Que tu izquierda no sepa lo que hace tu derecha

Mateo 6:1-4 “Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. 2 Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 3 Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, 4 para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.”

 

            Un joven predicador estaba ansioso de subirse al púlpito para poder predicar un excelente sermón que había escrito. Se había fajado mucho. Había hecho bien su trabajo y estaba orgulloso de todo lo que había preparado y escrito. Este sermón me quedó bueno de verdad. Este sermón, decía, va a hacer historia en la iglesia. Muchos los van a oír porque es al aire libre.

            Entonces llegó el momento de la predicación y lo llamaron para que subiera al púlpito. Se levanta con ánimo, su cabeza en alto, contento de que llegó el momento de demostrar todo lo que había aprendido en el seminario. Y cuando iba a subir al podio vino un viento y le arrebató el papel en el cual había escrito el sermón, cuyo papel se perdió.  Su sermón no fue lo que esperaba ser. Luego de terminar su parte bajó del podio cabizbajo y se sentó en medio de la congregación.

            Y alguien dijo: si hubiera subido al podio como bajó, con la actitud humilde en la cual bajó, la cosa hubiese sido diferente.

            Jesús en este pasaje nos da una precaución a una iglesia ansiosa y celosa de hacer el bien. Nos da precaución a una iglesia deseosa de demostrar que su justicia es superior a la justicia de los escribas y los fariseos. A una iglesia alegre de ser una luz puesta en un candelero que alumbra a todos los que están en la casa. A una iglesia que reconoce su llamado de ser una ciudad asentada sobre una montaña de tal manera que el mundo entero pueda verla. Sí hermanos, Dios nos ha puesto para que brillemos. Dios te ha puesto para que todos te vean. Y al verte vean la obra de la gracia en Cristo Jesús.

            Ahora bien. Aunque la iglesia es ansiosa de servir a los demás Jesús le da una precaución. Al hacerlo debes tener en consideración que hay una actitud incorrecta de hacerlo y una actitud correcta de hacerlo.

I. La actitud incorrecta de hacer bien

            V. 6 “Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.” Lo primero que deseo que vean es que aquí hay una precaución. Fíjate que Jesús no prohíbe hacer nuestra justicia delante de los hombres. Es más él nos dice que es inevitable porque esa es la voluntad de Dios. Él nos ha puesto como una ciudad asentada en una montaña para que todos nos vean. Nosotros somos una luz puesta en el candelero que alumbra a todos en la casa. Y dice Mateo 5:16 “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras,”. Hermanos, nosotros somos la obra de Dios en el mundo. Dios nos ha perdonado en Cristo. Y su Espíritu nos sigue santificando cada día más. Y El busca exhibir su gloria por medio de nuestras vidas. Pero aunque esto es así, Jesús nos da una advertencia. Esa justicia, esa santidad de vida, ese vivir las bienaventuranzas y en este pasaje el hacer bien a los demás, el hacer buenas obras a nuestro prójimo, no deben ser hechas con el propósito de buscar nuestra gloria: no debe ser con el propósito “de ser vistos de ellos”, “para ser alabados por los hombres”. El creyente jamás debe ser vanaglorioso. Nada de lo que haga debe ser para que otros digan: Wao! qué tremendo es fulano de tal, sino cuán glorioso es Dios quien produce tal transformación en la vida de fulano. ¡Cuán glorioso es Cristo al hacer tal obra de salvación! ¡Cuán glorioso es el Espíritu Santo al hacer tal obra de santificación! O como dijo Jesús en Mateo 5:16b “para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” Dios produce esa buenas obras en nosotros para que ellas le glorifiquen solo a El porque en última instancia Dios es el autor de ellas. Como dice Efesios 2:10 “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”

            El llamado de Jesús es a la humildad, en el propósito de dar limosnas, de orar y de ayunar, es decir, en todos nuestras actividades religiosas. Todos estos temas están entrelazados. Pero los hipócritas no buscan la gloria de Dios al hacer obras de caridad sino su propia gloria. Lo mismo hizo el pueblo de Israel ayunando no para la gloria de Dios sino para su propia gloria. Zacarías 7:5-6 “Habla a todo el pueblo del país, y a los sacerdotes, diciendo: Cuando ayunasteis y llorasteis en el quinto y en el séptimo mes estos setenta años, ¿habéis ayunado para mí? 6 Y cuando coméis y bebéis, ¿no coméis y bebéis para vosotros mismos?”.

            Si nos vanagloriamos no tenderemos recompensa de Dios por nuestras buenas obras. “de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.” Hay una recompensa de parte de Dios por nuestras buenas obras. Pero para que sea clasificada una buena obra un requisito importante es que sean hechas palabra la gloria de Dios. Nuestro Padre jamás recompensará nuestras “buenas obras” que no busquen exaltarlo.

            Ahora bien, en el V. 2 Jesús nos da una ilustración de lo que nos quiere decir. El ejemplo lo es con dar limosnas, con ayudar a los pobres o a los necesitados. Tanto en el A como en el NT Dios nos llama a cuidar de los necesitados. Nos llama a tener misericordia y compasión con el que sufre. Y a dar de gracia lo que por gracia hemos recibido. Nos llama a ser misericordiosos. Y nos recuerda que son bienaventurados los misericordiosos y ellos alcanzarán misericordia. Y que cuando lo hagas no llames la atención. No hagas algarabía: toques trompetas para ser alabado por los hombres. Si lo haces la única alabanza que podrás tener será de los hombres pero no de Dios, que es lo más importante.

            Así que hermanos Jesús nos enseña que hay una manera incorrecta de hacer bien. Hay una manera incorrecta de ser luz en este mundo. Y la actitud del corazón, el fin y propósito de hacerlo debe ser uno correcto. ¿cuál es la manera correcta de hacer bien?

II. La actitud correcta de hacer bien

            V. 3 “Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha,”. Al dar limosna, o el hacer algún favor, hacer algún bien, hacer alguna buena obra, debemos hacerlo con tal discreción, con tal anonimato que ni siquiera la mano izquierda no sepa lo que ha hecho la derecha.  La ilustración es interesante ya que casi siempre hacemos las cosas con ambas manos. Y la discreción que nos llama Jesús es de tal manera que no solo sea secreta a otros sino a uno mismo. ¿Cómo así? Luego de hacerla olvidarnos de ella y no decir dentro de nosotros: O que tremendo yo soy, así es que deben hacer los otros. Yo marqué el paso para que otros me sigan. Jesús dice: No. Que la izquierda no sepa lo que hace la derecha.

            Ahora bien, hay dos cosas importantes. Jesús reconoce que sus discípulos son misericordiosos y que son dadivosos. Jesús dice V.2 “cuando, pues, des”. Y lo repite en versículo 3Mas cuando tú des limosna”. Él no dice: si algún día dieras al necesitado. No, “mas cuando tú des limosna”.  Así que una marca de un hijo de Dios es que tiene compasión de los demás y es desprendido y da de su dinero, da de su ayuda, da de lo suyo. ¿Es esa tu marca? Y que nosotros como cristianos debemos ayudarnos unos a otros y ayudar a los necesitados no solo en medio nuestro sino en la sociedad. Hubo un tiempo cuando la iglesia se derramaba en servir a los necesitados. Y en esos tiempos la iglesia construía orfanatos, construía escuelas para proveer educación a los pobres. La escuela dominical fue un proyecto para proveer educación a los niños que participaban de la revolución industrial. Niños que trabajaban desde los cuatro años y que muchas veces trabajaban hasta 16 horas. Jamás podían estudiar. Y la iglesia creó la escuela dominical para esos niños. Jesús nos enseña que debemos ser creyentes dadivosos, desprendidos a los necesitados y no solo pensar en nosotros mismos. A veces pienso que los creyentes están centrados en sí mismos que se nos olvida que hay otros afuera que sufren. Y que debemos de alguna manera aliviar sus cargas.

            Ahora bien. Nos dice algo adicional el versículo V. 4 “para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.” De tal manera debe ser hecho que sea hecho en secreto, es decir, sin buscar ser visto por nadie para ganar gloria. Es imposible que sea totalmente en secreto. Alguien se va a enterar. Pero esto es una circunstancia de la vida inevitable. Pero lo que sí es posible es hacerlo sin fanfarria sin llamar la atención a nuestra persona ni a lo que hacemos. Entonces, y solo entonces, si lo hacemos así por respeto a la gloria de Dios, por lo que Él ha hecho por nosotros, y lo hacemos desinteresadamente, Dios nos recompensará. No al buscar exaltarnos, sino a bendecirnos. Al darnos una buena conciencia y el de gozarnos con la alegría de los que reciben tu expresión de amor al dar.

            La frase “en público” tanto aquí como en los versículo 6 y 18 no aparecen en los manuscritos más antiguos. Y aunque no aparece en los manuscritos más antiguos la enseñanza de toda la Biblia es que Dios recompensa en el ahora y en la eternidad. Hermanos, no limitemos ni necesariamente pensemos en el presente como si todo nuestra felicidad y bendiciones las recibiremos aquí. En el juicio final seremos reconocidos públicamente y recibiremos públicamente la recompensa de la vida eterna además de recompensas de obras.

            Pero hay un punto importante. ¿Cómo podemos hacerlo sin traer esta condenación sobre nosotros? Pablo nos contesta a esta pregunta en 2 Corintios 8:5 con la ofrenda de los Macedonios a la iglesia de Jerusalén. ¿Cómo lo lograron? Dice 2 Corintios 8:5 “Y no como lo esperábamos, sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios;” Ellos se dieron primeramente al Señor: Señor todo lo que yo tengo es tuyo, incluso yo no me pertenezco a mí mismo, nada es mío. Y luego de darse al Señor se dieron a ellos por la voluntad de Dios, es decir, Señor damos de lo que tenemos porque tú nos llamas a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Y a no amar de palabra sino de hecho y en verdad. Así como tu amor no fue solo un sentimiento en ti sino uno que te impulsó a dar a tu Hijo unigénito para que todo aquel que en él cree, no se pierda, ms tenga vida eterna.

            ¿Qué nos enseña Jesús aquí? Nos enseña que Por el hecho de que Dios nos ha hecho sus hijos nosotros debemos ser desprendido con nuestro dinero. Dar a los necesitados no buscando nuestra gloria sino siempre y exclusivamente la gloria de nuestro Padre que está en los cielos. Da generosamente y da alegremente y da para la gloria de Dios. Esa es su voluntad para ti.

Sermón: Proverbios 29:25 El que Confía en Jehová está Seguro

Proverbios 29:25 “El temor del hombre pondrá lazo; Mas el que confía en Jehová será exaltado.”

 

            Hace más de 30 años atrás se acuerdo que mi suegra nos dijo que había ocurrido una tragedia. Cuando escuché esa palabra lo primero que pensé fue que alguien había tenido un accidente aparatoso. O que alguien había fallecido trágicamente.

            Al poco tiempo descubrimos que unos pillos le habían robado el carro a mi cuñado de donde lo había estacionado. Era un carro que había adquirido con sacrificio.

            Hermanos y amigos, nadie está exento de sufrir aflicciones y tribulaciones en esta vida. Ni por ser hijos de Dios, hijos del Gran Rey y Creador del universo estamos libres e inmunes de padecer cosas terribles. Pero a la luz de este pasaje y de toda la Palabra de Dios inspirada, podemos decir que el creyente está libre de tragedias. Sí hermanos; esto es lo que enseña toda la Biblia desde Génesis hasta Apocalipsis. El que confía en Jehová está libre de tragedias.

            Pero me dirás, hermano pastor, usted se acaba de contradecir. ¿Cómo usted puede decir que ningún hijo de Dios está exento de padecer tribulaciones pero está libre de padecer tragedias? ¿No es esto una contradicción?

            Bueno lo primero que debemos hacer es definir qué es una tragedia a la luz de la Biblia. No vamos a definir tragedia según lo define el Diccionario de la Real Academia Española. No porque creamos que es una mala definición sin porque es una definición que no toma en consideración la Biblia. Nuestra definición está basada en el hecho de que Dios gobierna los cielos y la tierra. Es una definición tomando en cuenta la perspectiva de la eternidad. La tragedia decía Jonathan Edwards: es todo lo bueno y lo malo que le sucede a los impíos. Escucha bien. Todo lo bueno y todo lo malo que le ocurre al impíos eso y solo eso es tragedia. Generalmente pensamos que la tragedia solo tiene que ver con las cosas malas. pero a la luz de la eternidad, a la luz del juicio final, la tragedia incluye las cosas buenas que le ocurren a los impíos ya que estas incrementan el castigo que sufrirán en el infierno. Eso es lo que enseña toda la Biblia y este pasaje breve del libro de Proverbios.

            Vamos a ver el pasaje un poco más de cerca. Lo primero que voy a decir de este pasaje es que me voy a concentrar únicamente en la segunda oración del mismo. Y aunque esta segunda oración está coordinada con la primera, lo cierto es que cada una establece un principio general que se puede tomar aislado e independiente si se interpreta correctamente. El libro de Proverbios tiene muchos dichos inspirados por Dios que muchas veces no están relacionados con los versículos anteriores ni posteriores. Pero al hacerlo tomamos en cuenta el contexto no solo del libro de Proverbios sino también de toda la Biblia para que nos guie en la correcta interpretación.

            Dice la segunda oración de Proverbios 29:25 “mas el que confía en Jehová será exaltado”. Ahora bien, la palabra “exaltado” en hebreo es un término militar que connota la idea de ser puesto en un lugar a salvo y seguro, tal como poner algo sobre una pared alta o sobre una montaña. Y la idea es que el que confía en Jehová está libre, es inalcanzable y les da el sentido de seguridad y de estar a salvo.

            Por eso otra posible traducción que captura la idea del pasaje es la que da LBLA cuando traduce: “pero el que confía en el Señor estará seguro”.  O como lo traduce la BJ: “el que confía en Yahveh está seguro”. O como lo traduce la ESV: “but whoever trusts in the Lord is safe”.

            Ahora bien, En primer lugar.

I. ¿De quién está hablando el pasaje?

            El pasaje está hablando de todo aquel. De toda aquella persona sin distinción de posición social sea de la clase alta o de la clase baja. Sin importar la edad sea joven o viejo. Sin importar posición económica sea rico o pobre.

            Y esto es importante, ¿sabes por qué? Porque nuestra tendencia es a pensar que esta promesa de estar seguros solo aplica a u grupo en particular. No, están seguros los ricos porque ellos tienen el capital para tener esa seguridad. Ellos tienen las comodidades y el respaldo del billete apara estar seguros. O pensamos que esto aplica a los jóvenes solamente. Ellos tiene toda la fuerza, la salud, toda la energía y la vida por delante y en ese sentido están seguros; por los menos por muchos años.

            Pero el pasaje no dice eso. Todo aquel que confía en Jehová está seguro, está protegido, está a salvo. No es una promesa para un grupo social, económico o de edad que este pasaje promete. La promesa es para todo aquel que confía en Jehová.

            Ahora bien. En segundo lugar.

II. ¿Qué es confiar en Jehová?

            Si te das cuenta el pasaje sí pone un límite: “el que confía en Jehová”. Es para todo aquel, Sí. Pero hay una condición: “es para el que confía en Jehová”. Solo él, solo ella está seguro. Oh, hermanos, “no echemos las perlas a los cerdos” como dijo Jesús en Mateo 7:6. Ese es uno de los problemas de las iglesias evangélicas que toman de las promesas que son solo para los creyentes y distribuyen para todo el mundo.

            ¿Qué es confiar en Jehová? Pero antes de explicar esto debemos contestar: ¿qué no es confiar en Jehová.

            No es meramente desear que Dios nos libre de algún mal como un mero deseo aunque realmente no confiamos plenamente en El porque no descansamos en El. Una persona podría pensar que confía en Jehová cuando realmente no es cierto. ¿Cómo lo sabemos si realmente confiamos en Jehová? Lo sabemos porque no produce paz en esa vida. Si ponemos todas nuestras cargas en Jehová: “la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento guardarás vuestros pensamientos y vuestros corazones en Cristo Jesús”. Filipenses 4:6-7.

            Ni tampoco es desear que Dios nos libre de algún mal cuando a la vez no le amamos, ni le servimos, ni le adoramos ni El es nuestro Dios ni Salvador.

            Ahora bien, qué es confiar en Dios?

            Cuando confiamos en Dios realmente entonces no solo le amamos sino también reconocemos que El es todo suficiente y todo poderoso y no necesitamos nada más. Nuestra confianza descansa en El en vez de cualquier otra cosa. Muchas veces somos como los israelitas que confiaban en Dios y en Baal para que le diera una ayudita a Jehová. Y a veces nosotros podemos igual confianza en Jehová y en los médicos, en Jehová y en las medicinas, en Jehová y nuestra astucia o inteligencia, nuestras habilidades, etc. Y no es que rechacemos esas cosas que en sí mismas no son malas, pero nuestra confianza debe ser totalmente en Jehová y no en las otras cosas; porque las otras cosas no son nada, absolutamente nada sin la bendición de Dios.

            Cuando realmente confiamos en Dios creemos en su misericordia, creemos en sus promesas y a la verdad de su Palabra más que a nada. Y nos entregamos en sus brazos porque creemos que “todo aquel que confía en Jehová está seguro”, porque Dios lo ha dicho y para mí eso lo es todo. Dios tiene la última palabra en todo en Cristo Jesús. Sea Dios verás y todo hombre mentiroso.

            En tercer lugar.

III. ¿Qué significa e implica estar seguros?

            Estar seguros implica estar protegido. E implica que por ser hijo e hija de Dios Él nos ha puesto en un lugar alto de tal manera que ningún mal nos dañará. No que no vendrán “males” sobre nosotros sino que no nos dañarán. Sí hermanos, que ningún mal: sea enfermedades, sean problemas económicos o de trabajo, sean problemas matrimoniales, problemas con los hijos, problemas en la escuela, problemas con los compañeros de clase, problemas con la vejez: ninguno de ellos nos dañará. Por eso dijimos al principio que estrictamente hablando no hay tragedia para el creyente. Todo lo bueno y lo malo que le sucede al no creyente es una tragedia.

            Pero nosotros estamos seguros: nada nos dañará. ¿Cómo así? “Porque absolutamente todas las cosas obran para bien a aquellos que aman a Dios, a los que conforme a su propósito han sido llamados”. Romanos 8:28.

            O sí hermanos, vendrán “males” sobre los creyentes pero ninguno de ellos nos dañará. Ni siquiera la muerte. Jesús al salvarnos nos ha puesto en un lugar alto, en un lugar inalcanzable de todo mal que nos fuera hacer daño. El dijo en Mateo 10:28 “Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.” Podrán tocar el cuerpo pero jamás podrán tocar el alma. Jamás podrán quitarnos nuestra salvación ni nuestro galardón. Jamás podrán quitarnos nuestro estatus de ser hijos de Dios y coherederos con Cristo porque ellos es permanente para cada creyente por la sangre preciosa de Jesús.

            Por eso Pablo nos dice que aunque no seremos librados de la muerte ninguno de nosotros, la muerte ha perdido su aguijón. 1 Corintios 15:55-57 “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? 56 ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. 57 Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.” Por la muerte y resurrección de Jesús por nosotros los creyentes, tenemos la victoria sobre la muerte, sobre el sepulcro porque Cristo le dio la muerte a la muerte cuando él murió y resucitó. De aquí que la muerte para el creyente es la entrada a la vida. Es la entrada a la vida eterna: llena de paz, de alegría, de santidad. Es llegar al hogar. ¿Y quién no quiere llegar al hogar luego de varios día de estar afuera o un día entero afuera? Allí están los que me aman, allí yo estoy seguro, allí yo tengo paz.

            Continuamos hermanos. El que confía en Jehová está seguro de todo mal. ¿En qué sentido? En el sentido que todo mal cuando viene a nosotros viene con un propósito: el caso de Job. Puede venir como una disciplina por nuestros pecados pasados o presentes. Pero cada uno de ellos si confiamos en Jehová de todo corazón, son enviados para “que participemos de su santidad”, Hebreos 12:10. Son los medios que Dios utiliza para limpiar nuestra suciedad y probar nuestra fe “más preciosa que el oro”, 1 Pedro 1:7.

            El que confía en Jehová está seguro porque ha sido librado del peor mal que puede venir al ser humano: “ser lanzado al infierno de fuego”. Cristo Jesús nos ha librado de la ira venidera. Y nos ha librado de la maldición de la ley habiendo El asumido nuestra maldición y clavándola en la cruz.

            En fin hermanos. Los que confían de verás en Jehová están seguros. Hermanos estamos protegidos, estamos a salvo gracias no a nuestros éxitos, ni a nuestra justicia, ni a nuestra bondad, buenas obras, dignidad, sino solo por Jesucristo. Estás protegido, estás seguro. Has sido puesto sobre una montaña y nada ni nadie puede dañarte. ¿Es esa tu fe? ¿Es esa tu seguridad? ¿Crees a esa promesa? ¿Descansas en el Dios de esa promesa? Si tienes dificultad en creer esa promesa pídele a Dios que te aumente la fe para que confíes en Jehová de todo corazón y creas que realmente, por Cristo Jesús, estás seguro. Amén.  

Sermón: Mateo 5:43-48 Amando a nuestros enemigos

Mateo 5:43-48 “43 Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. 44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; 45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. 46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? 47 Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? 48 Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.”

 

            Todo genuino creyente ama a Dios. Y el anhelo de su vida es ser como El. No hay nadie tan maravilloso como nuestro Dios. Su carácter es digno de imitar y de amar.

            En todo lo que hemos visto del Sermón del Monte Jesús ha procurado enseñarnos lo que es vivir como hijos de Dios. El estándar de nuestra vida no es la práctica del mundo. El estándar de vida lo es Dios mismo. Es más, su carácter aprendido por su revelación.

            Pero como nosotros hemos nacido en el mundo y hemos heredado una manera de vivir vana según el mundo Jesús nos enseña cuál es la manera correcta de vivir como hijos de Dios. Y El procura corregir y señalar cuál es la conducta y actitud correcta de vida de sus discípulos. Y la contrasta con el mundo. Así que vamos a estudiar cuál es la práctica del mundo en relación a los enemigos. Cuál es la práctica cristiana. Y cuál es el estándar que debe dirigir nuestra conducta.   

I. La práctica del mundo

            Lo primero que Jesús hace es señalar cuál es la enseñanza de la época. Cómo pensaban los judíos según los rabinos y escribas les instruían.

            V. 43 “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo.” Aquí Jesús no está citando ningún pasaje del AT sino la enseñanza de los rabinos de la época. Y la primera parte de la cita está basada en Levíticos 19:18 que dice “No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová.” Esto fue lo que Dios reveló. Esta es su Palabra. Este es un mandamiento de Dios. Pero si te das cuenta la práctica de la calle dejaba la parte que dice “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. ¡Qué conveniente!

            Ahora bien. A ese mandamiento los judíos añadieron lo siguiente: aborrecerás a tu enemigo. Hay dos puntos aquí. Nadie tiene el derecho de quitar ni de añadir a las Palabras de Dios. Su Palabra es pura, purificada siete veces, es decir, perfectamente pura, inmaculadamente pura. Y su Palabra es una completa revelación. Y si completa y perfecta no debemos quitarle y no hay necesidad de añadirle más. Hermanos, cuando le añadimos o le quitamos a la Palabra de pecamos contra Dios. Nada bueno sacamos de eso.

            El segundo punto Dios nunca ha llamado a sus hijos a aborrecer al enemigo. ¿Qué significa aborrecer? Aborrecer en el griego es la palabra [miseo] que odiar, menospreciar, ser indiferente. Implica una mala voluntad activa que se manifiesta en palabras, conducta y/o un espíritu perseguidor. En este contexto es el opuesto a amar.  

            Para los judíos su prójimo era el otro judío. Era incluso el prosélito que había sido bautizado y circuncidado pero no era hijo de Abraham. Pero para ellos el prójimo no incluía a los gentiles, a los no judíos o a los que no sean prosélitos. Y aún no incluía a los publicanos quienes eran los recaudadores de impuestos y a quienes ellos veían como traidores trabajando para el Impero romano.

            Y no solo eso. Jesús nos dice que el mundo solo ama a los suyos. El mundo solo ama los que los aman. Y también el mundo saluda solo a sus hermanos.

            Lo triste del caso es que nosotros hacemos eso mismo. Nuestra naturaleza pecaminosa nos llama a amar solo a los que nos aman. Rechazamos, los aborrecemos en el sentido de no desearles bien ni buscar su bien ni orar por ellos. No los bendecimos, ni oramos por ellos, le pedimos a Dios que haga justicia sobre nosotros pero esa justicia es pedirle que los castigue. Les deseamos mal. Y sin no les deseamos mal no les deseamos ningún bien. No oramos por ellos para su bien. Saludamos a los que nos desean bien. A los demás les pasamos de largo. Si ellos nos buscan le sacamos el cuerpo no queremos hablar con ellos o no queremos atenderlos. Les tratamos con indiferencia y menosprecio. Para nosotros están muertos.

            Y la práctica en nuestra cultura boricua en menospreciar a los de otras nacionalidades. En nuestra cultura se menosprecia a los dominicanos y a los haitianos. Como en Santo Domingo se menosprecia a los haitianos. Y en Estados Unidos muchos menosprecian a los latinos y a los negros.

            Esa es la práctica del mundo. Pero Jesús nos enseña que el estándar de vida del creyente no es lo que el mundo hace, piensa y actúa. ¿Cuál es nuestra práctica?

II. La práctica cristiana

            V. 44 “Pero yo os digo”. Jesús habla nuevamente con autoridad divina. Esto es lo que dicen los hombres, pero esto es lo que yo como Dios les digo que hagan. Si te das cuenta Jesús indirectamente declara su deidad para hablar con absoluta autoridad sobre los hombres. Ustedes creyentes deben vivir así porque Yo os lo digo. Hermanos, solo Dios tiene tal autoridad sobre los hombres. Al asumir tal autoridad Jesús declara que El es Dios.

            ¿Cuál es mandamiento? “Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos”. Nadie había dicho estas palabras tan directas en todo el mundo. El primero en enseñar que debemos considerar a todo ser humano como nuestro prójimo lo es Jesús. El AT lo enseñó indirectamente, pero Jesús directamente. Dice Éxodos 23:4-5 “4 Si encontrares el buey de tu enemigo o su asno extraviado, vuelve a llevárselo. 5 Si vieres el asno del que te aborrece caído debajo de su carga, ¿le dejarás sin ayuda? Antes bien le ayudarás a levantarlo.” He ahí el principio de hacerle bien incluso a nuestro enemigo. Pero Jesús va más allá. Y El espera que tú y yo seguidores de Jesús, por su gracia, vayamos más allá.

            Jesús nos llama a amar a todo ser humano. A considerar a todo ser humano como nuestro hermano por razón de creación natural. Todos descendemos de Adán y Eva. Como Pablo nos dice en Hechos 17:26 “Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación;” Todos salimos de una misma familia y tenemos una misma sangre. Por tanto todo ser humano es nuestro prójimo, al cual debemos amar.

            ¿Cómo yo lo hago?

            1. “Bendiciendo a los que nos maldicen”. Cuando te maldigan no le devuelvas con maldición: “Tú eres un perro muerto, más perro muerto eres tú que yo.” Cuando dice bendecid a los que os maldicen no necesariamente tenemos que echarles flores al momento. Nuestro deber no es hablar pestes de nuestro prójimo. Es responderle con amor y respeto aunque ellos no lo hagan así con nosotros.

            2. “Haced bien a los que os aborrecen”. A aquellos que no lo merecen, hazle bien. Si necesitan ayuda no se la niegues. Proverbios 25:21-22 citado por Pablo en el NT dice: “Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan, Y si tuviere sed, dale de beber agua; 22 Porque ascuas amontonarás sobre su cabeza, Y Jehová te lo pagará.”

            3. “Orad por los que os ultrajan y os persiguen”. Ora por su bien. Ora por su conversión.

            ¿Por qué debemos hacerlo así? ¿Cuál es la razón de la práctica cristiana?

III. La razón de la práctica cristiana

            V. 45 “para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.” Tres razones nos da Jesús del por qué debemos vivir así.

            1. Para que demuestres con tu conducta que eres “hijos de nuestro Padre que está en los cielos”. Al hacerlo no te conviertes en hijo de Dios sino que demuestras que eres hijo de Dios en verdad. Si eres hijo de Dios en verdad y no solo de palabra, imitarás a tu Padre. El mundo verás que eres hijo de Dios porque imitas a tu Padre celestial. Hermanos, ese es el testimonio evangelístico más importante hoy día.

            Dios mismos nos modela lo que debemos hacer. El “hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.” Aunque los malos y los injustos no lo merecen Dios les hace bien.

            Nuestro Dios es un Dios de amor y así debemos ser nosotros. Es del amor de Dios de cómo Dios ama que nosotros debemos aprender lo que es amar. Nuestro carácter debe ser como el de Dios. Actuar como El actúa. Hacer lo que Él hace. Dios es nuestro estándar de lo que debemos hacer, no nuestras emociones ni sentimientos. Nuestros sentimientos que son afectados por el pecado nos llevan a odiar a nuestro enemigos y a amar a los que nos aman y a saludar a los que nos saludan. Jesús nos dice: ustedes son hijos de Dios y debemos comportarnos como nuestro Padre. ¿Qué Él hace? Él hace bien a todos: sean buenos o malos. Haced bien a todos.

            2. Jesús dice algo más. Dice que nosotros somos llamados a hacer más. V. 46-47 “Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? 47 Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles?” Los estándares de Dios no son como el mundo. Son más grandes que los estándares del mundo. Si eres hijo de Dios quiero que sepas que Dios te llama a hacer más de lo que hace el mundo. El criterio no es ser igual a los demás sino ir por encima de los demás. ¿Qué hacéis demás? Si amas a los que te aman qué hacéis demás. La contestación es nada. Eso es lo que hacen los impíos. Pero nosotros somos llamados a hacer más que ellos porque somos una nueva criatura. Porque Cristo vino a cumplir su ley en nosotros. Porque somos distintos del mundo en ser y en actitudes.

            3. Porque debemos ser perfectos. V. 48 “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.”. Jesús nos dice que somos llamados a una vida de completa conformidad a la voluntad de Dios. El modelo a seguir es el carácter de Dios. Él dijo Deuteronomio 18:13 “Perfecto serás delante de Jehová tu Dios”. Esa es nuestra meta. Ese es nuestro norte. Hace eco a las palabras de Dios a Israel en Levíticos 11:45 “45 Porque yo soy Jehová, que os hago subir de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios: seréis, pues, santos, porque yo soy santo.” Es una vida totalmente integrada a la voluntad de Dios, reflejando su carácter. Conformidad al carácter de Dios es nuestra meta. Y aunque sabemos que mientras estemos aquí esa perfección absoluta jamás llegará, aun así esa es nuestra meta a la cual debemos dirigirnos. Como dijo Pablo en Filipenses 3:12 “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.”

            Así que amada iglesia nuestro estándar de vida no es el mundo ni la práctica del mundo sino el carácter mismo de Dios. Consideremos a todos los seres humanos nuestros hermanos por creación. Y hagamos bien a todos se lo merezcan o no. Porque eso mismo fue lo que hizo Dios al darnos a Cristo. Como dice Pablo en Romanos 5:8, 10 “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. 10 Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.” Si Dios ha hecho esto con nosotros, entonces debemos hacerlo con todos los seres humanos.

Sermón: Jeremías 9:23-24 La Reforma y la Doctrina de Dios

Jeremías 9:23-24 “Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. 24 Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.”

 

            Cuando hablamos de la Reforma Protestante generalmente hablamos de lo que Martín Lutero hizo al clavar las 95 tesis en la puerta de la iglesia del Castillo de Wittenberg en Erfurt, Alemania. Y se habla mucho acerca de la venta de las indulgencias y de cómo Lutero se opuso a la misma porque llevaba a la gente a poner su confianza de perdón en la iglesia y no en Dios mismo y en el evangelio, es decir, en Cristo Jesús.

            El énfasis que se da en todo esto es la doctrina de la justificación por la fe solamente. Sin lugar a duda esta doctrina es el corazón de la Reforma Protestante. Pero hay algo que no debemos perder de perspectiva. No puede haber una doctrina correcta de la justificación por la fe solamente sino tenemos una doctrina correcta acerca de Dios. La teología define la soteriología. En palabras más sencillas nuestra doctrina acerca de quién es Dios y qué es Dios define cómo Dios salva a los pecadores.

            En otras palabras, la Reforma Protestante no solo nos llevó a tener un claro entendimiento del camino de salvación sino también nos ayudó a tener un claro entendimiento de quién es Dios. La Reforma nos ayudó a tener una doctrina correcta acerca de Dios.

            ¡Cuán importante es esto! ¡Cuán importante es tener una doctrina correcta acerca de quién es Dios! Y te pregunto ¿quién es Dios para ti? ¿Cuál es el Dios que tú dices servir? ¿Cómo es el Dios que se ha revelado en la Biblia y que es el único Dios vivo y verdadero? ¿Cuál es el concepto bíblico de Dios?

I. Dios es soberano

            V. 24 El hace “juicio y justicia en la tierra”. O hermanos, el dios que oímos muchas veces por ahí en muchas iglesia y en entre muchos de los profesan ser cristianos y entre el mundo es un dios que da pena. Se vende por ahí a un dios que no es soberano. Sí, muchos cristianos dicen que Dios es soberano. Y lo tienen que decir porque eso es lo que enseña claramente la Biblia. Pero cuando buscamos entender qué es lo que ellos dicen que la soberanía de Dios es: queda bien lejos de lo que la Biblia dice acerca de la soberanía de Dios.

            Hermanos, es Dios quien gobierna esta tierra. Él es quien la creó. Este mundo no se creó por sí mismo. Él es también el Gobernador de este mundo. El mundo no es gobernado por el azar ni por lo ricos en última instancia. Dios es quien gobierna este mundo. El hace juicio y justicia en la tierra. V. 25-26 “He aquí que vienen días, dice Jehová, en que castigaré a todo circuncidado, y a todo incircunciso; 26 a Egipto y a Judá, a Edom y a los hijos de Amón y de Moab, y a todos los arrinconados en el postrer rincón, los que moran en el desierto; porque todas las naciones son incircuncisas, y toda la casa de Israel es incircuncisa de corazón.” En otras palabras: él castiga a los pecadores de todas las naciones. Ninguno de ellos podrá escapar. Y para nosotros sus hijos él nos defiende, nos protege y nos guía. Su pueblo está seguro en sus manos. Y su control y autoridad se extiende absolutamente sobre todo.

            Nuestro Dios es Rey soberano sobre todas las cosas. El hace lo que le place sobre todas las cosas. Dice el Salmo 115:3 “Nuestro Dios está en los cielos; Todo lo que quiso ha hecho.” Su autoridad es incuestionable. Dice Daniel 4:35 “Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?” El no necesita de nada ni de nadie. Hechos 17:24-25 “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, 25 ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas.” Y aunque Dios no nos necesita nosotros lo necesitamos a El cada segundo de nuestra vida. Sin El no somos nada. A El le debemos absolutamente todo, excepto el pecado. A El debemos temer porque El es el único que puede destruir en el infierno. Como Jesús dijo en Mateo 10:28 “Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.”

            Y no solo eso. Dios es soberano en la salvación de pecadores. Muchos que profesan ser cristianos no aceptan esta verdad bíblica. Muchos creen que Dios es soberano cuando se refiere a enviar la lluvia, controlar los vientos, los huracanes, etc. Pero no aceptan que Dios es soberano en la salvación. Pero Jonás dijo en Jonás 2:9 “La salvación es de Jehová”. Solo Dios salva. Y El salva a quien quiere salvar. El salva a quien le place. Fue Jesús mismo quien dijo en Juan 15:16 “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.” Y Juan 6:44 “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.” Y por tanto la salvación de un pecador no depende en última instancia del libre albedrío de esa persona ni de sus buenas obras porque como dice Pablo en Romanos 9:16 “Así que no depende del que quiere [su voluntad], ni del que corre [sus buenas obras o intensiones], sino de Dios que tiene misericordia.” Por eso Dios le dijo a Moisés Romanos 9:15 “Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca.”

            Nuestro Dios tiene la vida y la muerte y la salvación de cada ser humano en sus manos. Él no nos necesita pero tú y yo le necesitamos. Y ninguno de nosotros jamás será feliz sin tener el Dios verdadero como nuestro Dios y Salvador.

            ¿Es ese tu Dios? ¿Es tu Dios digno de ser temido, adorado y reverenciado? ¿O es tu Dios uno digno de pena? Pero nuestro Dios es soberano sobre todas las cosas. Nuestra vida está en sus manos. Y estas son las manos más seguras en las que puedes estar. Para sus hijos El es un León protector, el Vengador que nos defiende, el Padre que nos ama y quien provee para nosotros. El es una Roca alta de refugio contra todo. Nada nos puede alcanzar y si algo nos alcanza es por su voluntad para nuestro bien. Es a Él a quien debemos postrárnos y decir: no se haga mi voluntad sino la tuya.  ¿Es ese tu Dios? Ese es el Dios no domesticado que revela la Biblia.

            ¿Cuál es el otro aspecto de la doctrina de Dios que nos revela este pasaje?

II. Dios es Jehová

            V. 24 “yo soy Jehová”. ¿Qué significa? Que Dios es el Dios del pacto. ¡Cuán importante es esto! ¿Sabes por qué? Porque indica que Dios es el Dios de salvación. Indica que Dios es el Dios que viene a buscar y a salvar lo que se había perdido. Y aunque lo que se perdió no merece su salvación aún así Jehová se da a sí mismo en Cristo Jesús para salvar a los pecadores.

            El es Jehová y esto implica que aquellos a quienes salva El entra en una relación íntima de amistad inquebrantable. El no solo es nuestro Dios soberano sino también nuestro amigo íntimo. Parece una contradicción pero no lo es. Y como tal nosotros participamos de la vida de Dios. ¿Cómo esto se manifiesta en la vida diaria? Se manifiesta en que Dios se nos revela a nosotros. El se da a conocer. El revela su corazón y amor y compasión en la persona de Jesús. El hace que nosotros le conozcamos salvadoramente. El nos revela sus secretos. Nos habla como un amigo habla con su amigo. El camina con nosotros, come con nosotros y bebe con nosotros. Y mora con nosotros bajo un mismo techo. Estamos seguros en sus brazos. De Noé se dijo en Génesis 6:9 “Estas son las generaciones de Noé: Noé, varón justo, era perfecto en sus generaciones; con Dios caminó Noé.” De Abraham se dijo en Isaías 41:8 “Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia de Abraham mi amigo”.

            Que Jehová es el Dios de pacto implica que El nos escogió para sí. El nos escogió para que seamos un pueblo especial. Para que seamos un reino de reyes y sacerdotes para Él. El nos dio un nombre nuevo: hijos de Dios. El hace que nos parezcamos a El cada día y nos hace partícipes de la naturaleza divina. El provee para nosotros. El nos defiende. El nos disciplina cuando pecamos, pero jamás aparta su misericordia de nosotros. Y aunque nuestros padres nos fallen, El jamás, jamás nos fallará. Con El podemos contar en cada momento. De El debemos buscar sabiduría, fortaleza, dirección, salvación, pureza, consolación, etc. Porque El y solo El es infinito en su Ser y perfecciones.

            Pero hay algo muy importante. El que Jehová es el Dios del pacto implica también que nosotros estamos en pacto con El. Y esto implica recordar que por su gracia, poder y regeneración nosotros también lo hemos escogido a El como nuestro Dios. El pacto es mutuo. El nos escogió e hizo que le escogiéramos voluntariamente. Nosotros le hemos escogidos por su gracia. Y esto implica deberes de nuestra parte.

            ¿Cuáles? De eso trata la tercera parte

III. Dios debe ser conocido

            V. 24 “Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme”. Ese es el propósito de nuestra vida. Hemos sido creados para conocer a Dios, amarle, servirle, adorarle y vivir para Él y con Él. La meta de tu vida no es ganar este mundo. O como dice el versículo 23 “Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas.” No es a nosotros la gloria sino la Gloria sea solo para Dios. Nuestra meta no es ganar el mundo sino tener a Dios como a nuestro Dios y vivir nuestra vida sirviendo a Dios con todo lo que El nos da. Siéndoles fiel a El siempre aunque no nos de lo que muchas veces le pedimos. Aunque no tengamos la vida que creemos que es la vida feliz según los ricos de este mundo. La vida feliz se vive en Dios y para Dios. En obediencia a El y en comunión con El apartándonos del pecado.

            ¿Qué implica esa relación pactual con Dios? Implica varias cosas:

1. Conocerle y entenderle. Conocer a Dios no es meramente saber que Dios existe o que El es. No conocemos a Dios a menos que vivamos para Él. A menos que consagremos toda nuestra vida y todo lo que tenemos a Él. El es nuestro Dios. Vivimos por su Palabra y mandamientos y sabiduría y no la nuestra.  Y por tanto vimos para adorarle. Y no hay nada más importante para un cristiano que la adoración a Dios en la iglesia y fuera de la iglesia. De aquí que debemos ser celosos de su adoración: de darle a El la mejor adoración posible con nuestro corazón y con nuestro cuerpo. Por tanto, Dios es el número uno en la vida de todo genuino creyente. Si Dios no es lo primero en tu vida. Si su Palabra y hacer su voluntad no es lo número uno en tu vida, lamentablemente te tengo que decir que no conoces a Dios realmente. El creyente no vive para sí sino para Dios.

2. Separarnos del mundo. Esto es importante. Dios es nuestro esposo. Y esto implica que nosotros como esposas celosas solo tendremos ojos y deseos para nuestro esposo. E implica que lucharemos contra las tentaciones de Satanás y nuestra carne, los deseos pecaminoso que buscan apartarnos de Dios y pecar.

3.  Fe y arrepentimiento. Conlleva vivir una vida de fe. Hermanos, a andamos por fe y no por vista. Conlleva creer en Dios y creerle a Dios. Confiar en sus promesas. Confiar en su perdón. Confiar en amor eterno por nosotros. Confiar en su buena voluntad siempre. Y sobre todo descansar en Cristo para salvación. Yo no me puedo salvar por mí mismo, solo Cristo salva. Es su obra. Es su obediencia, es su sacrificio que paga por mis pecados la base de mi salvación eterna.

            Conlleva también una vida de arrepentimiento. Conlleva el tener presente que ahora que soy salvo la meta de mi vida es crecer en santidad. Conlleva el cuidar nuestro corazón y velar para saber si hay algún pecado que estamos protegiendo, alimentando, coqueteando con él. Examinarnos cada día y ver en qué hemos fallado y confesarlo y buscar el perdón de Dios y su gracia para apartaros de ese pecado.

            ¿Es esa tu doctrina de Dios? Dios se revela como un Dios soberano sobre todas las cosas y sobre todas las naciones. El es soberano incluso en la salvación de pecadores. El determina a quien va a salvar. Pero también Dios es el Dios del pacto: él camina con nosotros, nos abre su corazón para que veamos su amor y misericordia. Y todo esto implica que nosotros lo hemos escogido por su gracia y procuramos vivir para El todos los día de nuestra vida. Todo eso nos lo enseñó la Reforma Protestante. Por eso y mucho más hoy la celebramos.  

Sermón: Mateo 5:38-42 Debemos soportar las injusticias

Mateo 5:38-42 “Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. 39 Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; 40 y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; 41 y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. 42 Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses.”

 

            Hermanos y amigos, tenemos en esta porción del Sermón del Monte el reto mayor que se nos puede dar. Es en esto que la diferencia de mentalidad y vida del cristiano y del mundo se ve más clara que nunca. Y nos demuestra que la vida cristiana que agrada a Dios solamente se puede vivir bajo el poder del Espíritu Santo y nada más. Lo que Jesús requiere aquí de los hijos del reino es algo que solo lo podemos cumplir bajo la gracia santificadora del Espíritu de Dios produciendo en nosotros el fruto del amor por nuestro prójimo.

            Nuestra actitud ante las injusticias de los hombres es diferente a lo que Jesús nos requiere aquí. Pero en esta actitud de santidad es donde nos parecemos más que nada al Señor Jesús. Jesús nos llama a considerar la práctica del mundo. Y él la contrasta con la práctica cristiana. Y veremos cuál fue su misma vivencia a la cual él nos llama a poner por práctica.

            Porque Jesús nos ha hecho nuevas criaturas nosotros debemos soportar en paz las injusticias sin vengarnos ni guardar rencor.

I. La práctica del mundo

            Jesús cita la ley civil del AT. En el AT podemos ver que habían varias leyes. Estaba la ley moral resumida en los diez mandamientos. Estaba la ley ceremonial que establecía la práctica religiosa de los judíos. Y estaba la ley civil que determinaba la justicia social. Jesús cita, aquí, la ley civil. Esta ley es conocida como la “ley del talión” (lex talionis). La frase viene del latín y la palabra “talionis” significa idéntica o semejante. Así que no es un castigo equivalente sino uno idéntico. V. 38 “Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente.” La ley establecía que el castigo debe ser en proporción al delito.  Esta ley se encuentra codificada en varios lugares en el AT. Se menciona específicamente en Éxodos 21:24-25; Levíticos 24:20 y en Deuteronomio 19:21.

            Hay varias cosas importantes que decir sobre esa ley. En primer lugar, fue Dios mismo quien estableció esa ley. Es una aplicación práctica de la ley moral. En segundo lugar, es una ley justa. Es justo que el castigo debe ser en proporción al delito. Es injusto meter a alguien en la cárcel por 10 años por comerse la luz roja. Todos estamos de acuerdo que tal pena sería excesiva. Así que la ley establece un principio de justicia que en todos los pueblos en donde existe el impero de la ley se procura hacer. En tercer lugar, esa ley fue dada no al pueblo para ser aplicado en sus relaciones interpersonales sino a los magistrados, al gobierno y a los jueces. En hacer justicia ellos deben aplicar el castigo de acuerdo a la gravedad del delito.

            Pero para la época en que Jesús vivió la ley se había aplicado, por los rabinos, como una ley que justificaba la vendetta o venganza personal. Y eso lo vemos así hasta el día de hoy. Es más una buena parte de las películas de acción de Hollywood estaban basadas en la venganza personal. Y se vende el pensamiento: “mira lo que me hicieron. Ahora yo se los voy a cobrar. Ellos van a pagar por lo que me hicieron”. Y todos buscan tomar la justicia en sus manos.

            Pero tal práctica estaba en contra de las mismas enseñanzas del AT. Dios había dicho en Levíticos 19:18 “No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová.” Proverbios 20:22 “No digas: Yo me vengaré; Espera a Jehová, y él te salvará.” Proverbios 24:29 “No digas: Como me hizo, así le haré; Daré el pago al hombre según su obra.” Pero la ley del talión fue dada para enseñarnos a no vengarnos cuando nos hacen daño sino a buscar protección de la ley en las cortes. Es un disuasivo a la vendetta. No tomes la justicia en tus manos.    

            Un punto importante. Jesús en ningún momento está en contra de esa ley. Jesús no niega la validez de esa ley. El no elimina el principio de justicia que esa ley establece, sino que Jesús busca rechazar la práctica del mundo por la práctica cristiana de los hijos del reino. Esa práctica de venganza será del mundo pero no es la práctica cristiana. ¿Cuál es la práctica cristiana?

II. La práctica cristiana

            V. 39 “Pero yo os digo: No resistáis al que es malo”. Aquí como en los demás sitios Jesús habla con autoridad divina: “Pero yo os digo”. ¿Qué? No resistáis al que es malo. ¿Cómo así? ¿Está Jesús pidiéndonos que nos dejemos atropellar, maltratar, abusar pasivamente sin hacer nada? ¿Es eso lo que Jesús enseña aquí?

            Aquí hay dos palabras importantes. Una es “resistir” y la otra es “malo”. Resistir es oponerse a algo o a alguien. Fíjate que Jesús no dice que no resistáis lo malo, es decir, el pecado. Ni dice: no resistáis al maligno, es decir, Satanás, sino “no resistáis al malo” es decir a la persona que hace mal.  

            ¿Cuál es la idea? Si tenemos presente las palabras de Jesús que le siguen a este pasaje el de amar a nuestros enemigos entonces tenemos que decir que la idea es que nosotros no debemos resistir a esa persona que nos hace mal con motivos y actos que carezcan amor o falta de amor o ausencia de perdón. NO es que no podamos buscar la protección de la ley. Pero esa protección no debe ser motivada por un sentido de venganza, falta de amor o falta de perdón y sin rencor. La tendencia nuestra es a vengarnos, a guardar rencor a esa persona. Desarrollamos animosidad a esa persona. Dejamos de buscar su bien. La tendencia nuestra es a sacarle el cuerpo, es a sacarla de nuestra vida. Es a apartarnos de esa persona y así menospreciarla. Pero Jesús nos dice que esa no es la actitud de un hijo del reino. No debemos vengarnos cuando nos hacen mal. No debemos pagar mal por el mal. Ni debemos tampoco guardar rencor hacia esa persona que nos maltrata.

            ¿Cómo debemos reaccionar cuando nos maltraten? Jesús nos da cuatro ejemplos de lo que él desea que hagamos y hasta dónde debemos nosotros llegar. Los ejemplos son de alguna persona que busca hacernos daño. Uno que nos golpee en la cara (lo cual es verdaderamente ofensivo); otro que desea llevarnos a la corte y el otro que nos obligue a hacer un servicio involuntario y el otro el de pedirnos dinero abusivamente.

            Para cada uno de ellos Jesús nos enseña cuál es la práctica cristiana: no debemos vengarnos sino que debemos soportar con paciencia y en paz las injusticias de los hombres aunque sean estas constantes. Cuando nos den de bofetadas debemos poner la otra mejilla es decir, debemos demostrar por palabras y hechos que estamos llenos de amor y no rencor hacia esa persona. Y estar preparados para recibir maltratos constantemente. Calvino: debemos estar preparados para recibir injurias con relativa rapidez. Ni tampoco debemos odiar a la persona que busca quitarnos de nuestras posesiones más queridas. Y a aquel que te pida prestado ayúdale según tus fuerza. Da generosamente. Da amorosamente.

            ¡Cuán distinta es la práctica cristiana a la práctica del mundo! ¿Por qué es así? Porque nosotros hemos sido salvados por Jesús. Somos una nueva criatura y como tal debemos estar preparados para soportar en paz las injusticias sin vengarnos ni guardar rencor.

            Eso es lo que Jesús nos enseña. Y eso mismo es lo que vemos en su persona y su obra. Miremos la práctica de Jesús y la de sus siervos.

III. La práctica en Jesús y sus siervos

            Jesús sufrió injusticias toda su vida. No debemos pensar que como Jesús es Dios a él no le afectó las injusticias hechas contra él. El es verdadero Dios de Dios verdadero pero él es verdadero hombre. El es 100% hombre. El tenía carne y huesos. El padeció. El lloró. El suspiró. El murió. Y él sufrió tal contradicción de pecadores. Y él no le pidió al Padre: destruye a mis enemigos. El no pidió al Padre: envíame una legión de ángeles para hacer justicia. El pidió al Padre: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.

            Cuando Juan y Jacobo pidieron que Jesús les permitiera suplicar a Dios que enviara fuego del cielo para castigar a los samaritanos que no quisieron recibirles, que les dice Jesús en Lucas 9:55-56 “55 Entonces volviéndose él, los reprendió, diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois; 56 porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron a otra aldea.”. Si no me reciben aquí me voy para otro sitio, pero no voy a vengarme, no busco destruir sino salvar.

            José fue vendido injustamente a los ismaelitas por sus hermanos, luego lanzado a la cárcel por Potifar injustamente, luego olvidado por el copero cuando fue restablecido a su puesto. Posteriormente luego de revelarse como su hermanos y luego de la muerte de Jacob los hermanos temían por su vida. Pensaron que José guardaba rencor por lo que le hicieron. Y dijeron en Génesis 50:15-18 “15 Viendo los hermanos de José que su padre era muerto, dijeron: Quizá nos aborrecerá José, y nos dará el pago de todo el mal que le hicimos. 16 Y enviaron a decir a José: Tu padre mandó antes de su muerte, diciendo: 17 Así diréis a José: Te ruego que perdones ahora la maldad de tus hermanos y su pecado, porque mal te trataron; por tanto, ahora te rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre. Y José lloró mientras hablaban. 18 Vinieron también sus hermanos y se postraron delante de él, y dijeron: Henos aquí por siervos tuyos.” Pero por la gracia de Dios José les dijo en Génesis 50:19-21 “19 Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? 20 Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo. 21 Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os sustentaré a vosotros y a vuestros hijos. Así los consoló, y les habló al corazón.” Hermanos, esto es lo que Dios hace en nuestros corazones. Porque somos una nueva criatura en Cristo nosotros debemos aprender a soportar las injusticia con paciencia y en paz. No debemos lugar al rencor. No demos lugar al resentimiento. ¿Por qué no? Porque Dios no nos trata así. Cuantas veces tú y yo le fallamos a Dios. Cuantas veces le hemos desobedecido. Cuantas veces nos hemos avergonzado del evangelio. Y Dios nos disciplina, pero lo hace con amor y por amor, para que participemos de su santidad. Pero El no nos guarda rencor. El no trae a la memoria nuestros pecados. Los ha lanzado a lo profundo de la mar para no recordarlos más. Y nos trata como lo que somos para El sus hijos.

            De la misma manera nosotros no debemos guardar rencor hacia aquellos que nos tratan injustamente y son abusivos. No que no podamos defendernos. Ese no es el tema. El tema es el corazón. Vendrán injusticias contra ti. Te harán bullying por ser de Cristo y ser justos, honestos, etc. Y muchas veces pensaremos mal de esas personas y les guardaremos rencor por lo que nos han hecho. Jesús nos dice no. Tú eres mío. Tú eres una nueva criatura. Mi gracia es suficiente para que soportes con paciencia, en paz las injusticia de los hombres. Sé cada día como yo. Esa es tu misión como es la misión del Espíritu Santo hacerte cada día como yo: manso y humilde.  

            Piensa si te quitan algo más vale tu vida que esa cosa material que te han quitado. Más vale tu corazón para dejar que te consuma el rencor y la falta de perdón. Si te ofenden mira que a Jesús ofendieron terriblemente y la soportó pacientemente y en amor para salvarnos. Ninguno de nosotros ha sufrido hasta la sangre. En cambio Jesús sufrió hasta la sangre sin rencor por los que lo mataron para llevarnos a Dios. Es solo su gracia la que puede sanar nuestros rencores y faltas de perdón y capacitarnos para amar a aquellos que buscan nuestro mal.   

            Hermanos, porque Jesús por su gracia nos ha hecho nuevas criaturas nosotros debemos soportar en paz las injusticias que nos hagan los hombres. Ese es el llamado. No guardes rencor. No busques vengarte, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Así dice Jehová.

Sermón: Mateo 5:31-32 Matrimonio, Divorcio y Nuevo Matrimonio (parte 3)

Mateo 5:31-32 “También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio. 32 Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio.”

 

            Hemos estado considerando la parte del Sermón del Monte que trata acerca de divorcio. Con respecto a esto hemos señalado que el énfasis de Jesús no es el divorcio per se. El énfasis de Jesús es sobre lo importante y glorioso que es el matrimonio. ¿Cómo Jesús lo hace? Lo hace al procurar disuadir del divorcio. Jesús procura corregir la doctrina y la práctica de sus tiempos en donde se ve al matrimonio como poca cosa. Para esos tiempos la mentalidad era que un hombre se podía divorciar de su esposa por cualquier causa. Y Jesús les dice que no es así. El establece que la única causal para el divorcio lo es la fornicación o el pecado sexual de uno de los cónyuges. Y si el esposo decide divorciarse de su esposa por otra causa distinta del pecado sexual hace que ella adultere. En esto Jesús hace responsable al esposo de la causal de adulterio si él se divorcia de su esposa por otra causa que no sea el pecado sexual. De esta manera Jesús exalta el matrimonio y disuade la práctica de sus tiempos de considerar el matrimonio poca cosa.

            Con esto Jesús nos enseña que nosotros quienes somos hijos del reino no podemos pensar ni actuar como el mundo piensa. Nosotros somos diferentes porque Dios nos ha salvado de la forma vana y pecaminosa de vivir del mundo. Nosotros somos llamados a valorar el matrimonio y considerarlo como una de las bendiciones más grandes que Dios ha dado a la humanidad.

            Ahora bien. Jesús no toca el tema del matrimonio, ni el tema del divorcio exhaustivamente.  Y adivina qué, ni tampoco el tema del nuevo matrimonio. Como he señalado en los dos sermones anteriores este pasaje es uno difícil y complejo y a veces nos deja con preguntas que no sabemos cómo responder. En esto debemos ser humildes y no decir más de lo que Jesús quiso decir. Nuestro deber como creyentes es declarar lo que Dios ha revelado y callarnos en lo que El no ha revelado. De aquí que la exposición de este tema vaya a ser más corta y compleja de lo que hemos visto hasta ahora.

            En la parte final de este versículo Jesús toca el tema del nuevo matrimonio. ¿Qué nos quiere enseñar Jesús acerca de este tema tan importante, actual y práctico?

I. El nuevo matrimonio es reconocido

            V. 32 “Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio.” Jesús reconoce que una mujer que ha sido repudiada por su esposo por una causa distinta que el adulterio está expuesta a considerar casarse de nuevo. Hemos visto el esposo primero es culpable de que ella adultere si se casa de nuevo porque, aunque están divorciados tanto a los ojos de Dios como de la ley, ellos no están exentos de sus responsabilidades ante Dios porque debieron permanecer casados.

            Y Jesús dice algo más. Dice que el que se casa con la repudiada también comete adulterio. ¿Por qué? Porque ese segundo esposo entró en una relación que no debió entrar ya que el primer esposo y la primera esposa debieron hacer todo lo posible por permanecer unidos.

            Hermanos, todos los matrimonio tienen en mayor o menor grado problemas. Y a menos que el adulterio esté presente y por causa de este no es posible restaurar la relación matrimonial, ningún creyente tiene la libertad de divorciarse de su esposa o su esposo. Ellos tienen la responsabilidad delante de Dios de trabajar con sus pecados. Lo importante de esto es que todo pecado puede ser perdonado. Y que la gracia de Dios está en ti para poder luchar con nuestras actitudes pecaminosas que han sido las que nos han llevado a ese estado triste de considerar el divorcio.

            Ahora bien. ¿Cómo Jesús ve el caso del nuevo matrimonio?

            1. Aunque Jesús no toca el tema es claro por la enseñanza de la Biblia que cuando un cónyuge muere el cónyuge supérstite tiene la libertad de volverse a casar nuevamente con quien quiera, con la excepción que se case en el Señor, es decir, con un creyente genuino. Romanos 7:2 “Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido.”

            2. Para Jesús el nuevo matrimonio de la parte inocente por un divorcio bajo la causal de adulterio no es considerado un matrimonio adulterino. Si la parte inocente en el divorcio por causa de adulterio se casa no comete adulterio. El pecado del adulterio y su divorcio le deja libre para volverse a casar. Sea que la esposa sea la parte inocente o el esposo.

            3. ¿Qué le pasa a la parte culpable en el caso de divorcio por infidelidad? ¿Si él o ella, la parte culpable, decide casarse nuevamente, ese matrimonio es uno adulterino también? Jesús no contesta a esta pregunta. ¿Por qué no? Porque ese no es el énfasis del pasaje. Su énfasis en el sermón es disuadir del divorcio y exaltar el matrimonio. ¿Pero podemos contestar a esa pregunta por las palabras de Jesús? Si tomamos las palabras de Jesús fielmente tal como debemos hacer tendremos que concluir que el segundo matrimonio de la parte culpable, sea hombre o mujer, no es un matrimonio adulterino. ¿Por qué no? Porque el divorcio por causa de adulterio los ha liberado de todo tipo de responsabilidad ante Dios y ante la ley de seguir siendo esposo y esposa.

            Pero entonces, podríamos pensar que sale mejor la parte adúltera que la parte no adúltera. Entonces indirectamente Jesús estaría promoviendo el adulterio en vez de prohibirlo.

            No hermanos, Jesús no promueve el adulterio. Ni nadie debe justificar el adulterio. Pero por razones que no entendemos Jesús no explica con detalles lo que aquí desea enseñar. Para ello es menester tocar toco lo que la Biblia enseña sobre el nuevo matrimonio y eso estaría más allá del propósito del sermón del monte y de esa serie de sermones.

            Baste señalar que Jesús reconoce la realidad del nuevo matrimonio.

II. Jesús nos llama a tomar en serio los votos matrimoniales

            El propósito de Jesús al tocar este tema es reforzar la importancia de tomar en serio nuestros votos matrimoniales. Cuando entramos en el matrimonio hemos dado nuestra palabra de que estaremos con esa persona en las buenas y en las malas. Y una de las cosas que más me preocupa es que lo hacemos sin pensar. Cuando decimos que estaremos unidos hasta que la muerte nos separe hemos prometido hacerlo. Pero muchas veces las cosas se nos van de la mano. El pecado está presente. Y nosotros que somos creyentes no debemos actuar en base al pecado.

            En esto tenemos que decir que nosotros los creyentes no debeos actuar en base a nuestras emociones. La Biblia no nos llama a suprimir nuestras emociones sino a santificarlas. Ellas no son nuestra regla de fe y conducta. Y cuando nos dejamos llevar por las emociones vamos por el mal camino.

            En esto quisiera dirigirlo a las mujeres. Es bien sabido que las mujeres tienden a ser más emotivas que los hombres. Y que muchas veces toman decisiones en base a sus emociones: me siento amada, lo siento cerca de mí o lejos de mí, siento que ya no me ama, etc. Recuerda tus votos. Y recuerda que el criterio para tomar decisiones no son tus emociones. No te olvides que el pecado ha afectado la totalidad de nuestro ser incluso las emociones. Es por eso que ellas tienen que estar sometidas a la palabra de Dios por medio de la oración. Tu guía en la Palabra de Dios y no tus emociones. Pídele a Dios que te ayude a ser fiel a tu esposo hasta que la muerte los separe.

            Con respecto a los hombres hay unas palabras también. Tu también has hecho votos de serle fiel hasta que la muerte los separe. Y ese voto lo has hecho delante de Dios. Se lo juraste a tu esposa y ante Dios. Nunca lo olvides. Y nunca olvides que Dios te llama a vivir con tu esposa de una manera sabia y respetuosa. Debes estar al tanto de sus necesidades y de escuchar sus palabras. No actúes en base a tus emociones tampoco ni actúes sin emociones de una manera calculadora o fría. Ponte en su lugar. Trátala como un vaso frágil porque lo es. Mantén la cercanía. Mantén siempre el amor y es respeto. Pídeles a Dios que te ayude a ser fiel a tu esposa hasta que la muerte los separe.

            Yo creo que ese es el énfasis de Jesús en todo esto. Quiera Dios que nos preserve en fidelidad ante El en primer lugar. Porque si le somos fiel a Dios seremos fiel a nuestro cónyuge. En esto es imposible fallar.   

Sermón: Mateo 5:31-32 Matrimonio, Divorcio y Nuevo Matrimonio (parte 2)

Mateo 5:31-32 “También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio. 32 Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio.”

 

            Hemos visto hasta ahora que en el pasaje de Mateo 5:31-32 Jesús trata de 3 cosas. Trata indirectamente acerca del matrimonio; trata del divorcio y trata del nuevo matrimonio. Señalamos la vez pasada que el énfasis del pasaje no es el divorcio. El énfasis de Jesús es sobre el matrimonio. ¿Cómo lo sabemos? Lo sabemos porque todo lo que Jesús dice aquí es un disuasivo al divorcio. Jesús desea dejarnos claro que bajo su reino sus discípulos no pueden tener una actitud de menosprecio al matrimonio. Si no todo lo contrario. Ellos y nosotros debemos ver el matrimonio como una de las bendiciones más importantes que Dios ha dado a la humanidad. ¿Por qué? Dijimos: por que ha sido instituido por Dios y no los hombres. Porque revela la íntima relación que hay entre Dios y su pueblo. Y porque ha sido instituido para toda la vida.

            Pero aunque todo eso es cierto a la luz de las Escrituras que son la misma Palabra de Dios escrita, hay una realidad. Hay un elemento importante en toda esta ecuación: el pecado. El pecado procura destruir todo lo que es bueno, bello y verdadero. Y aunque el matrimonio es una de las bendiciones más hermosas que Dios ha dado a la humanidad, el pecado puede llevar a que ese matrimonio se destruya. De aquí que Jesús tome tiempo en más de una ocasión para tocar el tema del divorcio. Pero lo toca con miras a disuadir a sus discípulos de considerarlo como poca cosa como era la costumbre de la época. Nosotros también, hermanos, como seguidores de Jesús debemos tener una doctrina bíblica del divorcio. ¿Qué nos enseña Jesús acerca del mismo?

I. La realidad del Divorcio

            V. 31 “También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio.” Detrás de esta oración están las disposiciones de Deuteronomio 24:1-4. La Biblia reconoce la realidad del divorcio. Reconoce la triste realidad que hay esposos que se divorcian. Y el pasaje de Deuteronomio que está detrás de esa oración nos enseña varias cosas importantes:

            1. A diferencia del matrimonio, el divorcio no es instituido por Dios.  Dios instituyó el matrimonio en el jardín del Edén antes de la caída del hombre en pecado. Indicando que es bueno y no es pecaminoso. Pero es el hombre quien instituye el divorcio cuando procura separar lo que Dios ha unido.

            2. Aunque Dios no instituyó el divorcio El proveyó en el AT una ley que protegiera a las mujeres de los abusos de los hombres. Esa es la ley de Deuteronomio 24:1-4. El propósito de esa ley era proteger a la mujer cuando era repudiada por su esposo por cualquier cosa que no sea adulterio. Ella recibía una carta de divorcio. Su esposo se la tenía que poner en su mano personalmente. Y luego la podía despedir de su casa. ¿Por qué ese proceso de tres partes? Con miras a que el esposo no actuara a la ligera.

            3. La ley de Deuteronomio 24:1-4 procuraba también disuadir al esposo de tal práctica. ¿Cómo? Al decirle que si se divorcia de ella dándole la carta de divorcio y ella se casa con otro y este otro la repudia también o muere, la has perdido para siempre. No la puedes recibir luego que ha sido envilecida por su segundo esposo.

            ¿Por qué existe el divorcio? Por la dureza del corazón del hombre. La causa del divorcio lo es el pecado. El pecado que está presente en todos los seres humanos por causa de la Caída de Adán y Eva.

            Hermanos, es cierto que el divorcio es una realidad no solo en el mundo, entre los inconversos, sino también en la iglesia de Cristo. Jesús nos dice que nosotros tenemos que pensar y vivir de otra manera. Nuestra vida debe ser vivida de tal manera que el matrimonio sea honrado, como dice el autor de Hebreos en Hebreos 13:4 “Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla;” La tentación está a la vuelta de la esquina. El pecado está presente en todos nosotros. Y nosotros como seguidores de Jesús tenemos que trabajar con nuestro carácter y nuestros pecados y nuestras malas actitudes que muchas veces destruyen el matrimonio. La gracia de Dios está en ti. El Espíritu Santo obra en tu vida. Y Dios nos revela en su Palabra lo que hay que hacer con el pecado en nosotros: hacerlo morir por el Espíritu. Y Dios nos ha dado los recursos de los ancianos, los hermanos maduros y sobre todo: la palabra de Dios y la oración para poder buscar la dirección y fuerza para lidiar con todos los problemas que se avecinan en el matrimonio. Hay recursos para que estos no terminen en divorcio.

            Busca ayuda a tiempo. No tengas temor. Y nosotros debemos ser una iglesia que no se ponga a juzgar y decir: y eso que es un líder y eso que era un matrimonio ejemplar. Tenemos que ser una iglesia que nos veamos como una familia que se ayuda. Que ayudamos a aquel que tiene problemas. Y en vez de condenar la situación buscar como reparar el mismo. Y no pensar que eso no nos puede pasar a nosotros. Pablo dijo: el que sea estar firme mire que no caiga.

            Pero hay algo más. Jesús no solo reconoce la realidad del divorcio sino que nos enseña la única causal del mismo.

II. La única causal del divorcio

            V. 32 “Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere”. ¿De qué habla Jesús? Jesús está procurando corregir la mentalidad y la práctica de la época. ¿Cuál es esa mentalidad y práctica? La mentalidad y la práctica de repudiar o divorciarse por cualquier causa.

            En esa época habían dos escuelas de pensamiento rabino con respecto a este tema. La escuela de Shammai decía que la única causa para divorciarse de una esposa era por la causal del adulterio. Pero la escuela de Hillel, aparentemente la más aceptada, postulaba que un esposo se podía divorciar de su esposa por cualquier causa. ¿Cuáles? El decía: incluso porque ella quemara la comida o si encontrara a una mujer que le gustara más que su esposa. Si esto es algo parecido a la realidad que vivimos hoy no es pura casualidad.

            Interesantemente los apóstoles tenían esa misma mentalidad. Hablando sobre este mismo tema, aunque Jesús lo amplía un poco, Jesús nos dice en Mateo 19:9-10 “Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera. 10 Le dijeron sus discípulos: Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse.” Y yo digo qué espécimen de seres humanos. Terrible.

            Pero qué Jesús nos dice aquí. Nos dice que nosotros quienes somos hijos del reino por el poder omnipotente de la gracia de Dios no podemos pensar así. El matrimonio es algo serio; es para toda la vida. Y la única causal que podía disolver el pacto de compañerismo lo es la fornicación o pecado sexual. ¿Por qué digo podría? Porque Jesús no ordena el divorcio aún en ese caso.

            Explico con un ejemplo legal. Cuando una persona incumple un contrato, la parte perjudicada tiene mínimo dos opciones: exigir el cumplimiento del contrato o anular el mismo. De la misma manera lo es aquí. Uno de los cónyuges ha cometido el pecado sexual; le ha sido infiel a su cónyuge. Jesús nos dice: esa es la única causal para divorciarse entre los creyentes. Y aún así no es mandatorio el divorcio. El pasaje no lo enseña. Jesús nunca lo enseña. ¿Significa que esa es la única causal según la Biblia? No. Esa no es la única causal según la Biblia. Pero es la única causal que Jesús da al pueblo de Dios. Pablo da una segunda causal. La cual Jesús no toca aquí.

            ¿Por qué Jesús no toca todas las causales? Porque ese no es su énfasis. Su énfasis es disuadir del divorcio. Y decirnos que a diferencia del mundo la única causal de divorcio entre el pueblo de Dios lo es el pecado sexual, la fornicación que da paso el adulterio. Esa es su enseñanza y eso es lo que debemos creer.

            Pero hay algo más. Jesús no solo procura disuadirnos de considerar el divorcio por cualquier causa como hace el mundo sino que les da una segunda razón. ¿Cuál es esa segunda razón?

III. La segunda razón disuasiva

             Veamos nuevamente el V. 32 “Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere”. ¿Quién hace que ella adultere? El esposo que la repudió por cualquier otra causa que no sea por causa del pecado sexual. Tú hombre que repudias a tu esposa por cualquier cosa que no sea fornicación haces que ella adultere. Eres tú culpable de ese pecado. Por actuar así haces que ella adultere. ¿Cuándo ocurriría eso? Cuando ella decide casarse con otro hombre.

            ¿Por qué es esto así? Hermanos, el divorcio de cualquier tipo que sea: sea un divorcio bíblico o no sea un divorcio bíblico, rompe el vínculo matrimonial entre los cónyuges. Todo divorcio rompe realmente: delante de Dios y delante de los hombres la unión matrimonial. Pero aunque esto es así su responsabilidad ante Dios no se rompe. ¿Por qué? Porque ellos debieron estar casados. Aunque el divorcio ha roto la unión matrimonial entre ellos, el mismo no ha roto su responsabilidad hacia Dios. Al ella o él casarse de nuevo por una causal no bíblica incurren en adulterio, que no es otra cosa que traer a un tercero o una tercera en lo que debía ser una relación entre dos.

            Por eso Jesús nos dice cuidado con actuar a la ligera. Valora el matrimonio. Este es para toda la vida. Y no debe ser roto por cualquier razón. Tiene que haber una razón de peso. ¿Cuál? Que uno de los cónyuges haya cometido un pecado sexual. Y que luego de cometido no pueda ser salvado. ¿Por quién o quiénes? O por el cónyuge que no quiere arrepentirse. O por el que aunque perdone entiende que la rotura es irreparable.  

            Hermanos, todo divorcio es por causa del pecado. Pero no todo divorcio es pecaminoso. Y ninguno de ellos: sea un divorcio bíblico o no bíblico es el pecado imperdonable. Dios no condena el divorcio per se. ¿Cómo lo sabemos? Porque Dios mismo se divorció de Israel por su pecado (Jeremías 3:8). Pero El condena lo que lleva al divorcio: el pecado.

            Hay vida después del divorcio. La gracia de Dios es suficiente para consolarte y fortalecerte. De la misma manera que hay gracia suficiente en Cristo Jesús para curarte de todo pecado que te lleve al divorcio. Aquel que lo instituyó desea que permanezcas en él. Su gracia te da la fuerza para superar los conflictos en el matrimonio. ¿Cómo así? Porque Cristo ama a la iglesia. Él ha sido fiel a su pacto con nosotros de amarnos, protegernos, proveer para nosotros, estar siempre con nosotros y sobre todo seguir amándonos y perdonándonos aunque nosotros le hemos fallado mil veces. El sabe lo que es amar a un cónyuge. El ama a la iglesia y te ama a ti que eres parte de la iglesia si eres creyente genuino. Busca de El la gracia del cónyuge perfecto para tu vida matrimonial.  

 

Sermón: Mateo 5:31-32 Matrimonio, Divorcio y Nuevo Matrimonio (parte 1)



Mateo 5:31-32 “También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio. 32 Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio.”

 

            Continuamos nuestra exposición del Sermón del Monte. Anteriormente nos habíamos topado con este pasaje y en aquel momento expusimos el tema de la soltería bíblica. ¿Qué principios deben guiarnos en relación a la soltería según la Palabra de Dios? Esa fue la pregunta que procuramos contestar. Hoy vamos a tocar un poco más de cerca este tema tan doloroso como lo es el tema del divorcio.

            En este pasaje Jesús habla de tres cosas. El habla acerca del matrimonio de forma indirectamente, del divorcio y del nuevo matrimonio. El reto que este pasaje pone sobre nosotros se basa en el hecho de que Jesús no está dando un estudio completo, exhaustivo de estos temas.   Jesús no discute todo lo que se puede discutir sobre ello. Y por tanto, nosotros tampoco vamos a discutir este tema exhaustivamente. Lo que vamos a hacer es poner el énfasis en lo que Jesús pone énfasis.

            Lo primero que deseo que contestemos es el ¿por qué Jesús habla sobre este tema en el Sermón del Monte? Jesús quiere enfatizar el hecho de que nosotros, los cristianos somos diferentes. Estamos en el mundo pero no somos del mundo. Y como tal debemos pensar, actuar y valorar las cosas desde otra forma de pensar. El mundo en el que vivimos no valora el matrimonio como debe ser. La gente se une en matrimonio con una idea equivocada sobre el mismo. Y Jesús nos dice: nosotros los creyentes no debemos pensar así. Nosotros debemos valorar supremamente la bendición del matrimonio. Hermanos, después de la bendición de la salvación, el matrimonio es una de las bendiciones más grandes que Dios ha dado a la humanidad. ¿Es esa tu forma de pensar?

            Yo sé que muchos han tenido experiencias traumáticas en el matrimonio. Algunas experiencias son horribles. Pero el problema no es el matrimonio per se, ya que es una bendición de Dios. El problema es el pecado que está en nosotros que busca destruir todo lo que es bueno y hermoso en esta vida. Así que nosotros los creyentes debemos ver el matrimonio como una de las bendiciones más hermosas que Dios nos ha dado. ¿Por qué debemos verlo así? De eso trata nuestro sermón de hoy? ¿Por qué debemos valorar el matrimonio como una de las bendiciones más hermosas que Dios nos ha dado?

I. El matrimonio ha sido instituido por Dios

            Hermanos, no podemos hablar acerca del divorcio sin antes considerar lo que es el matrimonio. Cuando Jesús dice en el versículo 31 “También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio.” ¿De qué está hablando Jesús? Jesús está citando indirectamente el pasaje de Deuteronomio 24 en donde Moisés permite darle una carta de divorcio a la esposa por parte de su marido. ¿Con qué propósito? Con el propósito de proteger a la esposa divorciada. Moisés les está diciendo: ustedes no pueden divorciarse a lo loco. No pueden venir y dejar a su esposa sin más ni más. ¿Por qué? Porque el que entere de que ella está separada pensará que la dejaste por causa de adulterio. Por tanto, si la abandona por otra causa que no es el adulterio tienes que darle una carta que indique que esa no es la razón por la cual la dejas. Tienen que proteger a la mujer. Pero recuerda si la dejas y ella se casa con otro y el otro la deja también ya tú su primer esposo no puedes regresar con ella. Por tanto, piénsalo bien antes de actuar. No actúes a la ligera. No actúes precipitadamente. Si la dejas la puedes perder para siempre. Esa fue la legislación bajo Moisés.

            Moisés no está instituyendo el divorcio. El reguló la práctica que ya estaba ocurriendo. Y los judíos entendieron que si Moisés ordenada la carta de divorcio entonces el divorcio es mandatorio y es aceptable por Jehová por cualquier causa.

            Jesús reta es forma de pensar. ¿Por qué? Porque esa no es la razón por la cual Dios instituyó el matrimonio. Si hablamos de “darle carta de divorcio” hablamos entonces de un proceso legal. Y si hablamos de un proceso legal entonces tenemos que concluir que el matrimonio implica una relación contractual legal. ¿Por qué? Porque los que no se han casado y viven juntos, si se separan no tienen que darle una carta legal de divorcio. ¿Por qué? Porque no están casados. Cuando se separan cada cual sigue su camino. ¿Qué implica esto? Implica que el matrimonio es una relación contractual legal seria. ¿Por qué seria? Porque Dios lo instituyó.  ¿Cuándo y dónde Dios lo instituyó?

            1. Dios lo instituyó desde la misma creación antes de la Caída. Si buscamos en Génesis 2:18, 22 “Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. 22 Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre.” El matrimonio no es un invento de los hombres. No fue que en un momento de la historia los hombres decidieron inventarlo. Fue Dios mismo el que creó, lo instituyó y es El quien decide con qué propósito y cómo debe funcionar. Aquí Moisés nos dice que Dios lo instituyó antes de la Caída en pecado. El matrimonio no es malo, no es pecaminoso. Es un bien que Dios nos ha dado. Es una unión que Dios establece entre el marido y la mujer. Hermanos, nada bueno nos ha negado nuestro Dios. Su amor por la humanidad es tan grande que El en su sabiduría instituyó una de las más grandes bendiciones que alguien le puede dejar a alguien: el matrimonio.  

            Por tanto, nosotros como creyentes en Cristo, quienes por su gracia hemos sido liberados de la ceguera espiritual que el pecado trae y somo sal de la tierra y luz del mundo debemos ver el matrimonio como Dios lo ve. Dios valora el matrimonio por que El mismo lo ha instituido para nuestro bien. Es un regalo de amor de Dios a la humanidad. Luego de la salvación es uno de los regalos más hermosos, gloriosos que Dios nos ha dado. Así debemos verlo y así debemos valorarlo. Ese es el énfasis de Jesús en este pasaje.

            Y por tanto, no debemos rechazarlo, desvalorarlo, ni buscar separar lo que Dios ha unido.

            La importancia del matrimonio y su valor descansa también en el hecho de que el matrimonio…

            2. Es un reflejo de la íntima relación pactal entre Dios y nosotros. Dios es un Dios de matrimonio. La salvación que Dios nos da no es ponernos un regalo en la mano sino Dios establece una relación íntima de amor, amistad y compañerismo entre El y nosotros. Y esa relación es descrita de varias maneras. Y una de esas manera lo es la relación matrimonial. En el AT Dios se reveló como el esposo de su pueblo Israel. En Jeremías 3:14 “Convertíos, hijos rebeldes, dice Jehová, porque yo soy vuestro esposo; y os tomaré uno de cada ciudad, y dos de cada familia, y os introduciré en Sion;” Y Dios nos da a Jesús como nuestro esposo. 2 Corintios 11:2 “Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo.” Por eso la salvación implica el establecer una relación marital entre Dios y nosotros. Nosotros como cristianos debemos vernos así. Estamos casados con el mejor esposo del mundo, el Señor Jesús. Los demás cónyuges nos podrán fallar, nos pueden maltratar, abandonar, ser infieles pero no Jesús. De El podemos esperar un amor puro, santo, perfecto, fiel y que satisface todas nuestras necesidades. Él es nuestro perfecto Salvador y nuestro perfecto cónyuge.

            Si no eres creyente Jesús no es tu esposo. No conoces de lo que es estar en una relación íntima salvadora, totalmente pura, que llena el alma, que nos llena de paz, alegría, seguridad, perdón, limpieza, santidad y vida eterna. Ven a Jesús con fe y arrepentimiento solo Él puede salvarte y darte esa íntima relación pactal matrimonial de felicidad, fidelidad, pureza, amor protección y santidad.

            Ahora bien hermanos y amigos. ¿Cuál es la esencia del matrimonio?  

II. La esencia del matrimonio es el Compañerismo

            Hermanos, el divorcio es separar lo que Dios ha unido. Es el opuesto a repudiar de los versículos 31 y 32. La palabra repudiar en griego es [apolúoo] significa dejar en libertad, liberar, soltar. La idea es de disolver el vínculo matrimonial de forma legal. El opuesto a repudiar es atar, retener, es permanecer unido en el vínculo marital. Por tanto la esencia del matrimonio implica una unión, un permanecer atados, una comunión o compañerismo que hay entre los cónyuges.

            Ya vimos Génesis 2:18 que nos dice que no es bueno que el hombre esté solo, le haré una ayuda idónea. Dios le proveyó a Adán una compañera para que él no estuviera solo. Por tanto, el compañerismo es de la esencia del matrimonio. Obviamente las relaciones sexuales entre los esposos están incluidas allí. Pero la esencia es el compañerismo como base para el matrimonio.

            Cuando distinto es lo que se ve hoy día. Para muchos la base del matrimonio es las relaciones sexuales. Ese es el fundamento para muchos y eso es lo que promueve la sociedad. Pero cuando pasan los 15 minutos que es lo que queda. Quedan dos perfectos extraños que no saben cómo llevarse el uno al otro. Cada uno tiene sus agendas personales y planes en el futuro que a veces no cuadran con los planes del otro cónyuge.

            Por eso la Biblia nos enseña que la esencia del matrimonio lo es el compañerismo que se da en esa unión.   

            Dice Proverbios 2:17 “La cual abandona al compañero de su juventud, Y se olvida del pacto de su Dios.” Aquí tenemos a la esposa que abandona a su esposo por causa de adulterio. Y nos dice Proverbios que cuando ella hace eso ella abandona al compañero de su juventud. Indicando que la esencia del matrimonio lo es el compañerismo. Pero hay algo más. Abandonar a su esposo es olvidarse del pacto de su Dios. ¿Cuál pacto? El que ella incurrió cuando se casó. Ella pactó con Dios y su esposo de serle su compañera exclusiva y fiel hasta que la muerte los separe.

            Hay otro pasaje que nos enseña que la esencia del matrimonio es el compañerismo o relación y unión íntima.

            En Malaquías 2:14 “Mas diréis: ¿Por qué? Porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto.” En este caso tenemos la infidelidad del esposo. El ha sido desleal a su compañera y mujer de su pacto. Y tenemos aquí la indignación de Dios antes tal acto. Dios odia el divorcio. Porque va en contra de su propósito. ¿Cuál? El de hacernos felices y de mostrarnos la íntima y exclusiva relación que Dios tiene con nosotros.

            Por eso el divorcio es algo que no debe caber en la mente y la vida de los cristianos. Eso es lo que Jesús está diciendo. El mundo se divorcia por cualquier razón. El mundo busca escusas para no trabajar con los problemas en el matrimonio. Muchas veces por la vergüenza del qué dirán no buscan ayuda a tiempo. Y cuando la buscan ese problema está en una situación caótica. Y yo diría que en la mayoría de los casos se puede salvar.

            Nosotros no debemos ser así. Nosotros debemos aplicar la gracia de la mutilación cuando somos tentados al adulterio. Y nosotros debemos tener una alta estima de la increíble bendición de lo que es el matrimonio. Y no verlo como un problema porque el problema no reside en el matrimonio si no en el pecado que mora en los cónyuges. De ambos en no buscar que solo la otra mitad los satisfaga plenamente. Y el de no procurar hacer feliz al otro. Cuando nos olvidamos de eso, de que pactamos el hacer feliz al otro, entonces todo se derrumbará. Pero si te das cuenta es el pecado la causa del divorcio y no la institución divina.

            ¿Qué más nos enseña Jesús con respecto al matrimonio?

III. Que el matrimonio es para toda la vida

            Mira lo que Jesús está diciendo. Y lo dice con autoridad divina, no como los escribas y fariseos que basaban su autoridad en la autoridad de otros hombres. Jesús dice: pero yo os digo. Yo tengo autoridad divina para decir esto. ¿Qué? “Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere”. Jesús indirectamente nos está diciendo: el matrimonio es para toda la vida. Y la única causa para disolverlo, porque viola el pacto matrimonial, lo es la infidelidad marital. Jesús, claro está, no nos está dando un tratado exhaustivo sobre el divorcio. ¿Por qué? Porque ese no es su énfasis. Su énfasis es que veamos lo sagrado que es el matrimonio. Que es algo que no puede ser disuelto por cualquier cosa. Es algo para toda la vida. Es algo glorioso, hermoso, de gran bendición para nosotros.

            Eso es lo principal que Jesús nos quiere enseñar. Y te pregunto ¿Valoras tu matrimonio? ¿Lo consideras como una de las bendiciones más grande la vida? ¿Qué estás haciendo para cultivar esa bendición? ¿Qué estás haciendo para proteger y mantener esa unión hermosa?

            A veces los esposos pierden esa visión de lo glorioso que es el matrimonio. Y las dificultades que se dan entre ellos, las circunstancias de la vida que no se dan como esperaban y soñaban, destruyen esa visión. Jesús te dice: no. Tú eres mi discípulo. Esto es una bendición para ti. Si has perdido esa visión: búscala. Busca amar si has dejado de amar. Regresa a tener una visión correcta de lo que es el matrimonio. Dios desea hacerte feliz en tu matrimonio. Trabaja por él. Pídele a Dios quien es el Dios del pacto y del matrimonio que te ayude a entenderlo. Que su gracia te ayude por su Espíritu Santo a alégrate del mismo y a trabajar el mismo para su gloria. Lucha por tu matrimonio. Hay gracia suficiente para ti. Eso es lo que Jesús desea que entiendas. Reconoce la necesidad de su gracia para poder valorar el matrimonio como Dios lo valora.   

Sermón: 1 Corintios 7:7 La Soltería bíblica

  1 Corintios 7:7 “Quisiera más bien que todos los hombres fuesen como yo; pero cada uno tiene su propio don de Dios, uno a la verdad de un modo, y otro de otro.”

 

            Estamos estudiando el Sermón del Monte. El domingo pasado estuvimos estudiando un tema difícil, el tema del adulterio, Mateo 5:27-30. Luego Jesús habla brevemente acerca del divorcio, Mateo 5:31-32. Si te das cuenta Jesús dedica una porción del Sermón del Monte a hablar acerca del matrimonio. No podemos hablar del adulterio ni del divorcio sin hablar acerca de lo que es el matrimonio. Ni tampoco podemos hablar ampliamente del matrimonio si no hablamos de la soltería. ¿Por qué? Porque el matrimonio presupone que antes había dos personas solteras que ahora se unen en un pacto matrimonial.

            Así teniendo esto presente, deseo tocar el tema de la soltería a la luz de la Biblia. Y preguntarnos ¿qué Dios ha hablado acerca de la soltería? ¿Qué principios bíblicos deben considerar los solteros? De eso trata el sermón de hoy. Y más que un sermón exegético como normalmente hacemos, el sermón de hoy va a ser más temático que otra cosa. Claro está, basado en la exégesis bíblica.  

            Hermanos, reconocemos que hay varias clase de solteros. Están los solteros que nunca se han casado. Los que se han casado y se han divorciados. Y lo que se han casado y son ahora viudos. Yo creo que Pablo hace esa distinción en 1 Corintios 7:8 “Digo, pues, a los solteros y a las viudas, que bueno les fuera quedarse como yo;” Pablo menciona dos: solteros y viudas. Me imagino que él incluye los divorciados en la primera categoría, la categoría de los solteros.

            Ahora bien, lo primero que deseo señalar es que la soltería no es una maldición.

I. La soltería no es una maldición

            La soltería no es una maldición.  Alguien pudiera pensar así. Y muchas veces la sociedad y la iglesia así lo presentan. Pero eso no es cierto.

            ¿Por qué no lo es? No lo es porque Jesús mismo vivió una vida de soltero. Y él no vivió una vida de maldición. En esto como en otras cosas Jesús es el modelo perfecto para nosotros los creyentes.

            Otros piensan que una persona soltera es una persona incompleta. Tampoco eso es cierto. Mira a Jesús. ¿Fue Jesús una persona incompleta por no estar casado? Seguro que no. Él es la perfecta humanidad. Y el estado del matrimonio no completa a una persona. No la perfecciona.

            Pero alguien pudiera decir pero no dice Génesis 2:18 que “no es bueno que el hombre esté solo”. Eso es cierto. Como regla general Dios ha establecido el matrimonio como el estado fundamental de la sociedad y de la iglesia. Y en eso estamos totalmente de acuerdo. Pero ese pasaje no enseña que esto es absoluto. ¿Cómo lo sabemos? Lo sabemos por la vida de Jesús y la vida de los apóstoles. No solo Jesús nunca se casó sino Pablo optó por no casarse aunque tenía la libertad de hacerlo. Miremos 1 Corintios 9:5 “¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana por mujer como también los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas?” Pablo tenía el derecho de estar casado y que su esposa lo acompañara en su ministerio. Dios en ningún momento prohibió a los ministros el casarse. El celibato de los ministros no es ordenado por Dios. Es un invento de los hombre y muy dañino. Es más Pablo lo llama doctrina de demonios, en 1 Timoteo 4:1-3. Pero aquí en Corinto Pablo reconoce su derecho de casarse con una hermana, es decir, con una mujer cristiana, como debe ser. Pero él optó por no casarse. En otras palabras Jesús y Pablo escogieron el ser solteros por causa del reino de los cielos. Hay un dicho popular muy cierto que dice: Mejor es estar solo que mal acompañado. Como Proverbios 21:19 “Mejor es morar en tierra desierta Que con la mujer rencillosa e iracunda.” Comentando sobre este pasaje dice Matthew Henry “It is better to have no company than bad company.” Es mejor no tener compañía que tener mala compañía.

            Y aunque reconocemos que la soltería puede traer problemas no creo que trae más problemas que el estado matrimonial. Y a la luz de la Biblia, la soltería no es una maldición.

            ¿Por qué? Porque hay una razón adicional.

II. La soltería está bajo el control de Dios

            Hermanos y amigos, Dios tiene control de todo en nuestra vida incluso la soltería.

            Una de las cosas que pueden afligir a una persona soltera que desea casarse, es el cuestionar el por qué está soltera aunque desea estar así. Nosotros no sabemos muchas veces el por qué Dios hace lo que hace. Pero nosotros sabemos que nada pasa en nuestra vida sin la voluntad de Dios. Dios es un ser personal y El actúa con un propósito. Y en todos sus actos Dios actúa con sabiduría.

            El nos conoce totalmente. Fue El quien nos formó en el vientre de nuestra madre. Como dice el Salmo 139:13 “Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre.” Y el versículo 16 también: “Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas Que fueron luego formadas, Sin faltar una de ellas.” Hermanos, El formó todo nuestro ser y El conoce mejor que nadie todas nuestras necesidades. Toda nuestra vida está en las manos del Señor y él conoce nuestras necesidades aun antes que se las comuniquemos. Salmo 139:4 “Pues aún no está la palabra en mi lengua, Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda.” Y Jesús dijo Mateo 6:32 “vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.” ¿De qué cosas? De todas nuestras necesidades de la vida. El no solo las conoce. El actúa en nuestro favor. Y El provee según sus riquezas en gloria.

            Hermanos, nada ocurre en nuestra vida por la casualidad. Todo está bajo su control sabio, santo y justo. Y de todas las circunstancias que pasan en nuestra vida: sean buenas o difíciles podemos decir de cada una de ellas lo que Pablo dijo en Romanos 8:28 “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.”

            Al igual el Salmo 84:11 “No quitará el bien a los que andan en integridad.” O como lo traduce LBLA “nada bueno niega a los que andan en integridad”. Comentando sobre este pasaje la Geneva Bible de 1599 dice “De tiempo en tiempo sus bendiciones hacia los suyos serán más y más”.

            Por tanto, si Dios ha determinado esto para ti sabes que hay gracia para ti para sobrellevar este estado con alegría y fortaleza. La gracia de Jesús, quien fue soltero, es suficiente para ti. Es suficiente para sostenerte y para preservarte en castidad para Él, en cuerpo y en alma.

            La Biblia nos enseña algo adicional.  

III. La soltería nos da flexibilidad de servicio

            Jesús nunca se casó y Pablo escogió la soltería como un medio para poder servir al reino con mayor libertad y flexibilidad. 1 Corintios 7:32-35 “Quisiera, pues, que estuvieseis sin congoja. El soltero tiene cuidado de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor; 33 pero el casado tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer. 34 Hay asimismo diferencia entre la casada y la doncella. La doncella tiene cuidado de las cosas del Señor, para ser santa así en cuerpo como en espíritu; pero la casada tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido. 35 Esto lo digo para vuestro provecho; no para tenderos lazo, sino para lo honesto y decente, y para que sin impedimento os acerquéis al Señor.” El soltero tiene mayor libertad de movilidad y servicio en las cosas del Señor. Muchos se van como misioneros y como tal tienen mayor libertad para tomar riesgos que no podrían si estuviesen casados y tuvieren hijos.

            El famoso teólogo presbiteriano John Murray quien fuera profesor de Teología Sistemática en el Seminario Westminster por 33 años, se mantuvo soltero durante todos esos años. Luego de retirado regreso a su tierra natal en Escocia y allí se casó con Valeria Murray. Tenía 69 años cuando se casó por primera vez. El escogió el mantenerse soltero con miras a poder servir en el reino con mayor libertad y flexibilidad.

            Pero esto no fue a lo loco. El recibió el don de ser célibe. De eso habla Pablo en 1 Corintios 7:7. Pablo reconoce que hay dos dones: el don de ser célibe y el don del estado matrimonial. Jesús mismo lo llama un don en Mateo 19:8-11 “Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera. Le dijeron sus discípulos: Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse. Entonces él les dijo: No todos son capaces de recibir esto, sino aquellos a quienes es dado.” Jesús les dice que el matrimonio es para toda la vida y que la única causal de divorcio es el adulterio. Y los apóstoles se asustaron. Y dijeron si esto es así no conviene casarse. Me estoy metiendo en las 99. ¿Qué dice Jesús? No todos son capaces de recibir esto, sino aquellos a quienes es dado. Es un don de Dios el desea no solo de estar casado sino de permanecer casados fielmente hasta que la muerte los separe.

            Unos reciben un don y otros reciben el otro don. Así que no es entrar en la vida célibe sin don sino bajo el don de Dios. Y si no tienes ese don Pablo dice procura casarte.

            Pero es de mucha bendición para el reino de los cielos la soltería. Les da la flexibilidad que una persona casada no puede tener.

            Hay algo más hermanos.

IV. No es pecado el desear casarse

            Hay solteros que han sido hechos solteros por la circunstancias de la vida bajo el control de Dios. Y desean casarse. Eso es bueno. Eso no es pecado. Nadie debe sentirse avergonzado si desea tener esposo o esposa aunque lleven años solteros. Y no hay límite alguno para contraer matrimonio.

            Pero la pregunta es, si ese es tu deseo ¿qué estás haciendo? ¿Estás orando? ¿Solo eso estás haciendo? ¿Sabes que puedes buscar una pareja? No es contrario a la Biblia que busques pareja para ti. Pero busca según los requisitos bíblicos. Que sea un hombre o una mujer cristiana. Que sea una persona madura en la fe. Que esté preparada para resolver los problemas bíblicamente. Que ame sobe todas las cosas a Dios y busque vivir para Dios.

            Para ello puedes buscar en iglesias bíblicas y averiguar si hay hermanos y hermanas que también están buscando pareja. Hay sitios cristianos en las redes sociales que podrías consultar. Nuestra denominación tiene un site dedicado a buscar parejas cristianas a los creyentes reformados. Nada de eso es malo sino todo lo contrario, pero hay que ser sabio. Buscar no es negar la soberanía de Dios sino afirmarla. ¿Cómo así? Es reconocer que Dios es soberano pero nosotros somos responsables. Así como buscamos por un trabajo y a la vez enviamos resumés de la misma manera debemos orar y buscar bajo las premisas correctas.

            Hay mucho más que podemos decir al respecto pero esto no da una idea de que nuestro Dios ha hablado de todo en su Palabra. Y a aquel que desea hacer la voluntad de Dios, la Biblia es sin lugar a duda su mapa y guía infalible. En todo y por todo Jesús no solo es nuestra guía sino también la fuente de toda gracia para vivir como solteros para la gloria de Dios.

Sermón: Mateo 5:27-30 La Gracia de la Mutilación


Mateo 5:27-30 “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. 28 Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. 29 Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. 30 Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.”

 

            Tenemos ante nosotros un tema sombrío. Es un tema difícil, pero es un tema que tenemos que enfrentar. El tema el adulterio. Vamos a ver tres cosas: la realidad del adulterio, la prevención del adulterio y el destino de los adúlteros.

I. La Realidad del Adulterio

            Lo primero que me llama la atención es el hecho de que Jesús toque este tema. Estamos hablando del pueblo de Dios, de sus seguidores. Jesús quiere hacer claro que el adulterio no tiene cabida en aquellos que pertenecen al reino del cual El es Rey y Salvador. Y lo menciona porque Jesús sabe que los creyentes no están inmunes a cometer tal pecado horrible.

            Fíjate lo que Jesús hace. El dice: “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio.” ¿Quién lo dijo? Lo dijo Dios mismo. Esta es la voluntad de Dios. El la reveló. No es un invento de la sociedad. No es creado por una sociedad purista hipócrita. Es la voluntad de Dios no solo para los cristianos sino para toda la humanidad.

            Y el hecho de que Jesús lo toque en el Sermón de Monte lo hace más impactante porque aquí Jesús describe el carácter de justicia que deben vivir los hijos del reino, los hijos de luz.

            Hermanos y amigos el adulterio es una triste realidad. Cada día vemos más casos de adulterio no solo en la sociedad sino también entre el pueblo de Dios, la iglesia. Y eso no debe ser así. Nosotros somos luz en medio de las tinieblas de la inmoralidad. Nosotros somos la sal de la tierra en medio de esta podredumbre moral.

            Ahora bien. Jesús no dirige su atención a un grupo en particular. El no dice a los hombres: oísteis hombres lo que fue dicho: “No cometerás adulterio”. Como si el problema fue únicamente de los hombres. Sabemos que los hombres son los que principalmente lo cometen. Pero estamos viviendo en unos días en donde el adulterio por las mujeres se está igualando a la de los hombres. Esa es la triste realidad el adulterio.  

            Pero Jesús teniendo presente la mentalidad de la época y el hecho de que nuestra justicia debe ser más grande que la de los escribas y fariseos. Enfatiza nuevamente la espiritualidad de la ley de Dios.

            No solo se viola el séptimo mandamiento cuando una persona se acuesta el esposo o la esposa se acuesta con el amante sino adulteramos desde el mismo momento que la codiciamos o lo codiciamos. “Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.”  ¿Por qué Jesús dice esto? ¿Lo dice El con miras a condenar a todo el mundo? Yo no creo que ese es el propósito. Yo creo que el propósito de Jesús al decir esto es para enseñarnos que el origen de este pecado lo es en el corazón. Y por tanto nos llama a cuidar nuestro corazón, nuestros pensamientos, nuestros deseos. Porque es allí donde está el problema. Es allí donde comienza el adulterio. Si la hemos codiciado en el corazón ya hemos adulterado. Al tocar este tema Jesús nos dice: cuidado: tú puedes caer en el mismo. No digas que de esa agua jamás beberás, porque el pecado mora en ti. Esposos y esposas no sean ingenuos. ¡Vigílense unos a otro! Vigílense así mismo.  

            Jesús discute una sola causa del adulterio. La causa lo es el pecado de la codicia. ¿Sabes por qué Jesús no discute más? Porque no hay excusas que justifiquen el adulterio. El ser humano le gusta inventar excusas para justificar su pecado o para minimizarlo. Tal vez con miras a no sentirse tan mal cuando ocurre. Pero Jesús nos dice que no hay excusas para el pecado del adulterio. Las excusas que muchos dan no son válidas. El decir: yo no me siento amada ni deseada, o mi esposo me maltrata, o decir ella no hace nada en la casa (no cocina, no lava, no me plancha la ropa, no me respeta). U otras cosas más sublimes: es que ya no la amo, hemos perdido la chispa, etc. No justifican el pecado horrible del adulterio.

            ¿Por qué no hay justificación? No hay justificación porque un pecado no justifica a otro pecado. El que tú me insultes no me da a mí derecho a insultarte.

            No hay justificación alguna nos dice Jesús porque este pecado es prevenible.  

II. La Prevención del Adulterio

            ¿Cuál es la prevención del adultero? ¿Cómo podemos evitar el mismo? Jesús nos dice con la gracia de la mutilación. V. 29 “Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti”. V. 30 “Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti”. ¿Por qué yo digo la gracia de la mutilación? Porque es una gracia de parte de Jesús el decirnos cómo podemos evitar tal horrible pecado destructor. Eso es gracia, el no dejarnos en ignorancia sobre cómo podemos luchar contra este pecado.

            ¿Cuál es la solución? La solución es mutilación. No mutilación física sino cortar radicalmente con aquello que te puede llevar al adulterio. Si codiciaste a ese hombre corta con él ya. Si codiciaste a esa mujer corta con ella ya. Eso se traduce en no tener amistad con esa persona. ¿Pero es que podemos ser amigos? Jesús dice: No. Si ya has codiciado es imposible que sean amigos. Es totalmente imposible que lo sean. Eso es lo que dice Jesús. Si te invitó a salir no vayas. Si te buscó amistad por Facebook, what’s app, email mensaje de texto, bórralo. Corta toda vía de comunicación. No pases por su casa. No vayas a donde él o ella va. No le rías las gracias. Corta, corta radicalmente. O de lo contrario adulterarás. No es el momento para orar sino para cortar. Puedes orar, pero si no cortas adulterarás.

            Lo radical del mandamiento de Jesús es por el hecho de que la carne es débil. Dice Proverbios 9:17 “Las aguas hurtadas son dulces, Y el pan comido en oculto es sabroso.” ¿Por qué? El pecado llama al pecado. El pecado le gusta el pecado.

            A veces el esposo o la esposa no adulteran por las circunstancias. A veces el deseo está ahí pero no la tentación. A veces la tentación está ahí pero no el deseo. Pero cuando el deseo se encuentra con la tentación allí la Biblia lo llama el día malo. Entonces a esa persona no le importa nada ni nadie. No le importa si destruye su matrimonio, si lleva muchos años casados, si pierde el respeto de su familia, sus hijos, la iglesia. Después de eso viene el lloro y el crujir de diente. Y por un solo pecado perderlo todo cual Adán y Eva.

            Jesús nos dice algo más. Y El habla des destino de los adúlteros.

III. El Destino de los Adúlteros

            V. 29 “mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.” Y lo repite nuevamente en el versículo 30 “mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.” Jesús busca razonar con nosotros. ¿Qué es peor perder un ojo o perder la vida? ¿Perder una mano o perder la vida? La contestación es que es peor perder la vida. ¿Dónde? En el infierno. El destino de los adúlteros es el infierno de fuego. Dice 1 Corintios 6:9 “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones,”.

            Pero no tiene que ser así. El adulterio no es el pecado imperdonable. Es un pecado grande, sí. Es un pecado horrible. Pero hay perdón en Cristo para todo aquel que se arrepienta del mismo y se aparta de él como evidencia de su sinceridad y genuina conversión. 1 Corintios 6:11 “Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.”

            Pero alguien podría pensar o decir; pero es que no se puede o encontrarnos con alguien que diga: yo no puedo. A lo cual le tendremos que decir: no puedes o no quieres.

            Mira la gracia de Dios aquí. Jesús nos ha revelado lo que tenemos que hacer para evitarlo. Y si caemos lo que tenemos que hacer para salirnos. ¿Qué cosa? Corta con esa persona ahora mismo. Corta con todo lo que te lleve a esa persona: corta la amistad, corta con los medios sociales, etc.

            Muchas veces hermanos, Dios nos da la gracia para vencer la tentación antes de que llegue la misma. Pero muchas veces da su gracia al momento mismo de la obediencia. Cuando esa persona corta allí recibe gracia para cortar. Recibe gracia en al mismo momento de obedecer.

            Por último, la manera por excelencia de prevenir el adulterio es buscar vivir en comunión y obediencia a Dios. Si nos mantenemos en una vida de oración, meditación constante de la Palabra, luchamos con el pecado y dedicados a vivir para Dios, para agradarle a El serás preservado. Pero cuando descuidamos nuestra vida de comunión íntima y constante con Dios, caeremos.

Sermón: 1 Corintios 10:16 Los sacramentos son medios eficaces de salvación

1 Corintios 10:16 “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?”

 

            Una de las doctrinas que nosotros como creyentes bíblicos y reformados tenemos que recuperar lo es la doctrina bíblica de que los sacramentos son medios eficaces de salvación. Me he dado cuenta de que muchos creyentes por falta de una sana enseñaza bíblica no tienen un claro entendimiento de la importancia y necesidad de los sacramentos.

            Cuando hablamos de los sacramentos hablamos de las ordenanzas del Bautismo y la Cena del Señor. Quiero recalcar que aunque nosotros los creyentes reformados usamos la palabra sacramento, reconociendo que es la manera más antigua para llamar a las ordenanzas del Bautismo y Cena del Señor, no creemos que sea obligatorio llamarlos de esa manera. Lo hacemos porque ha sido una forma de expresión común en la iglesia cristiana por los siglos. Y originalmente significaba el juramento que hacía el soldado cuando ingresaba al ejército. Posteriormente significó algo sagrado. Y ambas ideas están contenidas en los sacramentos: juramos ser solo del Señor en cuerpo y en alma y es algo sagrado lo que hacemos. Tan sagrado es que tomar la Cena indignamente puede matar literalmente hablando al que así lo hace.  Además aclaramos que nuestra idea de lo que son los sacramentos es totalmente distinta a la idea de los sacramentos en la iglesia católica romana.

            Los sacramentos son medios de gracia. Es decir, son canales utilizados por Dios para impartir y conferir la gracia simbolizada. Y esto es muy importante. La mayoría de las iglesias evangélicas ven a los sacramentos como solamente memoriales o señales que indican que la persona ha hecho una profesión de fe y ahora son parte de la familia de la iglesia. Y eso es muy cierto. Al participar de los sacramentos nosotros declaramos que somos cristianos, que pertenecemos a Cristo, que somos sus discípulos y pertenecemos a la iglesia de Cristo. Pero la Biblia nos enseña que los sacramentos son algo más. Y la importancia de los mismos radica en el hecho de que ellos son primeramente medios de gracia. Son medios eficaces para la salvación. Son canales a través de los cuales Cristo mismo nos comunica, nos hace participes, nos confiere su gracia salvadora. Dios nos confiere su gracia salvadora por medio de los sacramentos. De ahí su gran importancia para nosotros. Permíteme una ilustración. “Los alimentos son nuestra fuente primaria de energía. Sin la misma no podremos sobrevivir. Pero no adquirimos esa energía de los alimentos hasta tanto no los comamos. Es cuando los comemos que nos alimentamos realmente y adquirimos todos los nutrientes para vivir.” De una manera similar, los sacramentos son el medio o canal ordinario y externo que Dios utiliza para impartir la energía y vida espiritual que se haya en Cristo Jesús.  Es por medio de ellos que Dios alimenta nuestra vida espiritual. Es por medio de ellos que nosotros recibimos la vida espiritual que nos lleva a los cielos.

            Esto lo podemos ver en los versículos que hemos escogido para fundamentar nuestra doctrina. En 1 Corintios 10:16 “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?” La referencia lo es a la Santa Cena. La copa de bendición es la copa de vino en la Santa Cena. Y el pan no es otra cosa que pan común en la misma. Y Pablo nos dice que al participar de la Santa Cena nosotros participamos de la sangre y del cuerpo de Cristo.

            Tomar la Cena del Señor no es cualquier cosa. No es una ceremonia vacía ni meramente un ritual que hacemos porque Cristo lo ordenó sino que es un canal utilizado por Cristo para otorgarnos el poder de su muerte y la virtud de su resurrección. Es un medio de gracia. Dios confiere gracia a los que participan con fe en el mismo. Es decir, Dios nos confiere a Cristo mismo y sus beneficios en la Santa Cena. Y a través de participar de la misma dignamente somos alimentados de Cristo Jesús de una manera espiritual.  Hermanos, Cristo Jesús está presente en la Cena del Señor. Su presencia no es física sino espiritual. Pero es una presencia muy real. Porque El está presente a la fe de los creyentes. Nosotros participamos de Cristo toda vez que celebramos la Cena del Señor.

            Doctrina: P. 91 ¿Cómo los sacramentos se hacen los sacramentos medios eficaces de salvación? R. Los sacramentos llegan a ser medio eficaces de salvación, no por alguna virtud que haya en ellos, o en aquel que los administra, sino sólo por la bendición de Cristo, y la obra del Espíritu Santo en aquellos que por la fe los reciben”.

            Los sacramentos son medios eficaces de salvación. Dios lleva a cabo su salvación por el uso de los medios de gracia. De aquí que todas las ordenanzas de Dios en la iglesia son medios a través de los cuales Dios otorga la redención comprada por Cristo. Jesús compró para nosotros el perdón de nuestros pecados. El nos salva de nuestros pecados. Pero El también nos salva de la ira de Dios. Y Dios ha instituido los medios de gracias como los canales ordinarios a través de los cuales Dios derrama la gracia de la redención. Los medios de gracias más importantes lo son: la Palabra de Dios, los sacramentos y la oración.

            Por medio de la predicación de la palabra Dios nos convierte. Ese es el medio primario de evangelismo. Y por medio de los sacramentos somos fortalecidos en la vida espiritual. Nuestra vida espiritual se alimenta por medio de los sacramentos. Son medios eficaces de salvación.

            ¿Cuán importante es esto para nosotros? Los que se alejan de los medios de gracia se alejan del medio que Dios utiliza en nuestra salvación. Dios nos salva ordinariamente a través del uso de los medios de gracia. Dios utiliza los sacramentos como canales para otorgarnos la gracia significada. Menospreciar los sacramentos es poner en peligro nuestra vida espiritual.

            Los sacramentos no poseen dentro de ellos la gracia espiritual. La gracia de Dios no ha sido depositada en ellos. No adquirimos la gracia de Dios porque el poder resida en el pan y en el vino. La gracia se recibe por el Espíritu Santo.  Pero El la otorga ordinariamente en la participación de los sacramentos. Los sacramentos entonces son signos y sellos del pacto de gracia y por el uso correcto de los mismos se nos aplica Cristo y sus beneficios para nuestra salvación.

            Es por eso hermanos que debemos venir a la Cena del Señor con el deseo de alimentarnos de Cristo. Con el deseo de participar de la sangre de Cristo y de su cuerpo.  Debemos suplicar al Espíritu Santo para que Él nos haga receptores, por la fe, del alimento espiritual y así nos haga crecer más y más en Jesús.

            El movimiento carismático procura, según sus métodos, tener una experiencia real de Dios en sus vidas.  El método que utilizan no es bíblico. De igual manera, las iglesias evangélicas inventan un sinnúmero de espectáculos con miras a edificar a los que asisten a esas iglesias. Lamentablemente tenemos que decir que lo que hacen es contrario a lo que Dios revela en su palabra. Dios sabe cuán frágiles somos nosotros. Cuán prestos somos de dudar de que Dios esté a nuestro lado cuando los problemas nos visitan. El sabe que nuestras rodillas son débiles y flaquean. Y el hecho de que Dios es invisible y que muchas veces oramos y aparenta Dios estar sordo nos llena de dudas y buscamos algo que sea real en nuestra experiencia. Por eso Dios instituyó los sacramentos. El los instituyó para sellarnos sus promesas. Para que sean un juramento de su buena voluntad y gracia hacia nosotros. El instituyó los sacramentos para que veamos con los ojos, toquemos con las manos, comamos con la boca lo que El obra en nuestros corazones. Y por medio de los mismos asegurarnos y confirmarnos la salvación comprada por Cristo. Por medio de los sacramentos Dios nos asegura, a nosotros los creyentes, que Cristo es nuestro, que su justicia es nuestra, que Su vida es nuestra vida, que Su sangre es nuestra sangre, y que la herencia de los cielos es nuestra. Y que no estamos solos. Dios nos ha hecho parte de su familia. No hay dos iglesias de Cristo. Hay una sola iglesia de Cristo, la iglesia de los santificados, la iglesia de los redimidos. ¿Necesitamos algo más para nuestro consuelo? Dios se hace real a nuestras vidas por el uso de los sacramentos.

            Pero los sacramentos no nos benefician a menos que nos acerquemos a ellos en fe. Si participamos en fe. Ellos no obran mágicamente por comer de los mismos. Ellos no se hacen eficaces en la vida del creyente por alguna virtud que haya en ellos. Ellos no tienen poder en sí mismos. Hay ejemplos en la Biblia donde vemos a personas participar de los sacramentos y aún así permanecer en “hiel de amargura y en prisión de maldad.” Hechos 8:23. Tampoco se hacen eficaces por quien administra los mismos. La piedad y la santidad del ministro no hacen que los sacramentos sean un medio de santificación para nosotros. La eficacia de los sacramentos radica en dos cosas. En primer lugar, en la bendición de Cristo. Jesús bendijo los sacramentos cuando los instituyó. Y cuando prometió que ellos serían un medio de comunión entre El y los creyentes. Y en segundo lugar, por la obra del Espíritu Santo. Es El quien nos aplica a Cristo. Es El quien hace que la savia de la salvación llegue a nuestro corazón. 

            Pero alguien puede preguntar, pero ¿es que yo no siento nada al participar de los sacramentos?   Bueno hermanos, algunas de las operaciones del Espíritu Santo son más visibles que otras. Y por tanto algunas las podemos percibir claramente y otras no. Pero aunque no los perciba no dejan de ser reales.

            ¿Qué efectos produce en mí, como creyente, la participación de los sacramentos?  Para nosotros como creyentes las gracias operadas en nuestras vidas son:

1.  el acercarnos más a Jesucristo y su justicia. El bautismo simboliza nuestra unión con Cristo. Y la Santa Cena el alimentarnos de Cristo. Por tanto, al participar de los sacramentos podemos experimentar un anhelo mayor de estar cerca de Jesús. Y de ahí un mayor compromiso de serle fiel y de cumplir su voluntad.  Y de que no buscamos gloriarnos en la carne sino en la justicia de Cristo la cual nos es imputada y recibimos por la fe únicamente. Filipenses 3:3 “Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne.”

2. una mayor sensibilidad a lo que es el pecado y cuales son mis deberes y el anhelo de que Dios me libre de este cuerpo de muerte. ¿Por qué decimos esto? Porque todos los que se acercan más a Cristo se alejan más de todo aquello que nos separa de Cristo, el pecado.

            En la Santa Cena recordamos cuanto nos ama el Señor Jesús. El no busca meramente amarnos, El busca unirse con nosotros. El no busca solamente hablarnos acerca de sí al recordar su muerte, El busca abrazarnos en la misma. Consolándonos al decirnos que así como comemos el pan y bebemos la copa en la fe del Señor Jesucristo, de igual manera nos hemos unido a El en un pacto matrimonial para siempre. Un pacto inquebrantable. No hay tormenta de problemas presentes, ni problemas en el mañana, no hay ser en este mundo ni en el mundo angelical que nos pueda separar de su amor por toda la eternidad. Nadie nos condenará porque Cristo murió por nosotros, porque Cristo resucitó por nosotros, porque Cristo está sentado a la diestra de Dios y porque Él vive para siempre para interceder por nosotros. Y a esto solo podemos decir: Aleluya, amén.

           

Sermón: Mateo 5:14-16 Vosotros sois la luz del mundo

Mateo 5:14-16 “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. 15 Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. 16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.

 

            Yo no sé si algunos de ustedes han ido a ver el Faro los Morrillos. Este es el faro de Cabo Rojo. Fue construido en el 1882 con miras a ayudar a los barcos que venían del Caribe atravesar el canal de la Mona hacia el Atlántico. La función del faro es bien sencilla: es dar luz a los barcos en medio de la oscuridad. Es una guía para evitar que los barcos encallen y se hundan.  

            En un sentido eso es lo que tú eres si estás en Cristo Jesús. Eres como un faro que ayuda a disipar las tinieblas. Dios te ha hecho un faro o más bien como dice Jesús: una luz en el mundo. Y este pasaje nos enseña algo muy importante:

            Proposición: Porque Cristo nos ha hecho la luz del mundo nosotros debemos brillar.

I. Cristo nos ha hecho luz del mundo

            V. 14 “Vosotros sois la luz del mundo. Literalmente del griego: “vosotros mismos sois”. Es enfático. Eso es lo que tú eres. No mires a nadie. No mires para el lado. No esperes por alguien más. Eres tú y solo tú la luz del mundo. Solo los creyentes en Cristo son la luz del mundo. Si no eres creyente, si Cristo no es tu Rey y Señor del todo de tu vida no eres luz ni hay luz en ti.

            Pero si eres un hijo de Dios El te ha hecho luz. No lo eres por ti mismo. Tú eres como la Luna que no brilla con luz propia sino la que recibe del sol. Eres luz porque Cristo Jesús, quien es la Luz del mundo ha brillado en tu corazón y vida. Es El quien te ha hecho la luz del mundo porque solo Él es la luz.  Desde el AT Dios ha revelado que el Mesías sería luz de salvación. En Isaías 42:6 “Yo Jehová te he llamado en justicia, y te sostendré por la mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones,”. Y Jesús dijo de sí mismo en Juan 8:12 “Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.” Porque Jesús es la luz del mundo, el que le sigue, le ama, le adora, lo recibe como Señor y Salvador no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. De sí mismo dijo en Juan 9:5 “Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo.”

            Y tú creyente como eres de Cristo Él te ha hecho luz. Claro está, no eres luz por ti mismo. La luz que brillas no es tu luz sino la luz del evangelio enseñado por ti y modelado por ti. No son tus virtudes sino las gracias del Espíritu lo que es la luz. No son tus ideas por más buenas que sean, sino la verdad de Dios revelada en su Palabra: sea gracia o sea ley.

            Ahora bien hermanos. La luz y el mundo son dos cosas distintas. Al decir que somos la luz del mundo lo que implica es que el mundo, el cosmos mismo, está en tinieblas. ¿Entiendes eso? El mundo sin Cristo es un mundo a obscuras. Estas palabras nos recuerdan la misma creación. Cuando Dios creó los cielos y la tierra, la tierra estaba desordenada y vacía. Las tinieblas cubrían la faz del abismo. Pero esas tinieblas solo pueden ser quitadas por Dios. Por el Dios Trino y uno. Fue la obra conjunta de las tres personas de la Trinidad lo que trajo orden y luz al mundo. El Espíritu de Dios se movía sobre las aguas: dándole vida y orden, llenando lo vacío y organizando lo desorganizado. Y Dios dijo: sea la luz y fue la luz. La Palabra de Dios, el cual es Cristo, es la que da luz y vida a este mundo. Dios Padre obró por medio de la Palabra o el Verbo de Dios en el Espíritu y entonces hubo vida, luz, orden, llenura. El mundo sin Cristo es un mundo desordenado y vacío. Eso eras tú. Eso era yo. Vivíamos en tinieblas. Buscábamos satisfacer los deseos de la carne. Nuestra filosofía de vida era la filosofía del mundo y los valores que nos gobernaban eran los valores del mundo contrarios a la voluntad de Dios. No había temor en pecar. No había remordimiento en no adorar a Dios.  El “bien” que hacíamos no era para la gloria de Dios sino para nuestro bien o del prójimo pero jamás motivado por el amor a Dios. Éramos egocéntricos, mundanos, carnales, envidiosos, codiciosos, nuestro dios eran nuestros placeres carnales. Mira el retrato de nuestra vida en Efesios 2:1-3 “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, 2 en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, 3 entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.”

            Pero Cristo nos rescató. “Él nos dio vida”.  Quitó de nosotros las tinieblas. Nos dio luz y vida cuando el evangelio de Jesucristo brilló en nuestros corazones. Y esta obra de salvación es descrita por Pablo como una obra parecida a la obra misma de la creación. 2 Corintios 4:6 “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.”

            Tú más que nadie sabes lo que son las tinieblas. Te recuerdas del huracán María. Cuán triste, frustrado y deprimido estabas por la ausencia de la luz. Y cuanto gozo y celebración tenías cuando llegó la bendita luz. Así mismo debes de estar alegre porque antes eras tinieblas, no que tenías tinieblas, sino que eras tinieblas. Pero la luz del evangelio resplandeció en tu alma. Cristo quien es la luz del mundo se reveló a ti. Y te hizo luz. Eres ahora la luz del mundo.

            Y como eres luz no puedes sino brillar. Este es el segundo punto.

II. Como eres luz tu deber brillar

            Como eres luz, no puedes sino brillar. Jesús prueba y argumenta su punto dándonos dos ilustraciones.

            La primera. Nos dice Jesús: Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Tú no puedes esconder lo que es visible. Si una ciudad está sita sobre un monte, inevitablemente todo el mundo la verá. No se puede ocultar. Es imposible que seas una luz que no alumbre. Si eres luz no puedes sino alumbrar. Es inevitable. Esto es un argumento lógico de Jesús. El argumento se cae de la mata. No se puede ocultar lo que es visible.

            El segundo argumento de Jesús es otro argumento lógico y de sentido común. En otras palabras, Dios no nos hizo luz para que nos escondamos o ocultemos lo que somos y ocultemos la luz. No. ¿Para qué encendemos una lámpara? Para que dé luz a todos los que están en la casa. Como Dios nos ha hecho luz, nosotros debemos alumbrar en todo lugar, a todos los que nos ven, los que están cerca de nosotros. El propósito de encender una lámpara es la de que alumbre. Así Dios te ha hecho. Eres luz. Esa es tu identidad en Cristo Jesús. Y El te dice sé lo que eres.  Vive como cristiano porque eres cristiano. Como Cristo te ha hecho luz es tu deber brillar. Y te pregunto ¿estás brillando? Es tu deber brillar.

III. Es tu deber brillar

            V. 16, de la misma manera. Outos. Como eso es así: brilla. O la luz de vosotros o vuestra luz brille, “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres” enfrente de o en la presencia de o delante de, los hombres, o los seres humanos, todas las demás personas, con el propósito de que vean las buenas obras. Vivan del tan manera, vivan según las bienaventuranzas, para que los demás vean vuestras buenas obras.

            Yo entiendo que hay una distinción aquí. Una es las buenas obras. Y otra, la luz que permite que se vean las buenas obras. ¿Por qué? Porque muchos, incluso no creyentes, hacen cosas nobles (útiles) para los demás. El impacto no solo es que vean las buenas obras sino que haya una luz que permita que vean las buenas obras. En otras palabras, se dice por ahí que un acto habla más que mil palabras. Pero aquí debe haber un acto respaldado por una vida que vive las bienaventuranzas. Es decir, solo cuando nuestras buenas obras son respaldadas por una vida: humilde, sensible al pecado de uno y del mundo, una vida mansa, pacífica, pura, con hambre y sed de justicia, es que el mundo verá nuestras buenas obras y serán llevados a preguntarse, de ¿dónde tiene éste estas palabras? Y dirán: esa es la vida que yo deseo tener, esa es la felicidad que yo deseo, ese es el Dios que es verdadero. Porque al ver eso reconocerán que no lo somos por nosotros mismos, sino por la gracia de Dios en nosotros. Ellos son tan pecadores como nosotros.  No es por ellos sino porque Cristo los hizo luz. Porque Cristo nos sacó de las tinieblas. Porque Cristo puso orden a nuestras vidas. Porque Cristo llenó nuestro ser. Porque Cristo mora en nosotros por su Espíritu.

            Y darán gloria, alabanza y honor, no a ellos, porque no es por su virtud y poder interior y por ser positivistas que hacen buenas obras. La gloria no es para ellos sino para vuestro Padre, no el que está en la tierra, no a la manera tan excelente en que fuiste criados sino a vuestro Padre que está en los cielos. El único que transforma vuestras vidas.

IV. ¿Cómo nosotros brillamos? ¿Cómo lo hacemos?

            1. Los hacemos en nuestras personas.

            Eso es lo que Jesús nos enseña cuando dice “vosotros sois la luz del mundo”. Eso es lo que eres. Y también cuando enseñó las bienaventuranzas. Dios espera y demanda de nosotros que vivamos como cristianos. Que el mundo vea a Cristo en nosotros. Vea que somos misericordiosos, pacientes, puros, que hablamos la verdad, íntegros, amables, responsables, que nuestro Sí es Sí y nuestro No es No. Que somos puntuales, dedicados, que cedemos el paso, que decimos gracias, abrimos la puerta, que somos sinceros, respetuosos, fieles a nuestras promesas y votos y a nuestra palabra aunque sea perjudicial a nosotros, abnegados, etc. Efesios 5:8 “Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz”.

            2. Lo hacemos con nuestras palabras. En estos días cuán importante y medular es que nosotros hayamos brillado. En medio del caos político nosotros brillamos cuando disipamos la luz verdadera de la voluntad de Dios. Algunos hablaron mal del gobernador y del gobierno en general. Residente dijo: yo no creo en los gobiernos. ¿Es esa la enseñanza bíblica? El gobierno es creado por Dios. La política es parte esencial de la vida de los pueblos. El problema no es el gobierno, el problema es olvidar que los que gobiernan son pecadores. Y por tanto todos tienen que ser monitoreados. Y debemos presumir que van a fallar. Otros comenzaron a insultar al gobernador. Ese es el momento para brillar y decirle a los que se burlan que hay que respetar el oficio del gobernador. No significa que estemos de acuerdo con sus ideas, ideales, políticas, etc. Pero hablar despectivamente de la persona del gobernador, por parte de los cristianos, no es brillar con la luz de la Palabra de Dios. No es lo mismo decir: el gobernador de PR ha tomados decisiones erradas, falsas, abusivas, irracionales, injustas, etc. Y otra cosa es decir: el imbécil, el estúpido, el bruto, etc. gobernador tomó decisiones dictatoriales, etc. No es lo mismo ni se escribe igual. La iglesia tiene un ministerio profético de declarar la voluntad de Dios. Y de iluminar con la verdad en todas las área de la vida.

            Tú alumbras con la luz de la verdad. No tú verdad sino la Verdad de Dios. Ellos deben ver a Cristo en tus ideas y opiniones. Tu opiniones en última instancia no cuentan sino las verdades de Dios reveladas en su Palabra. ¿Es tu idea de la vida uno correcto y bíblico? ¿Es tu idea del matrimonio y las relaciones entre un hombre y una mujer bíblica? ¿es tu idea del trabajo, del dinero, del tiempo, de la iglesia, del diezmo, del servicio a la iglesia, de la disciplina bíblica, de las aflicciones, de las tribulaciones que vienen a tu vida una bíblica, del dolor, del propósito de la vida, etc.? Como dice Filipenses 2:15 “para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo;” Nosotros resplandecemos solo cuando vivimos la verdad y hablamos la verdad.

            Y sobre todo cuando enseñamos el evangelio a los perdidos. Dios te ha hecho luz en Cristo para que lleves la luz del evangelio a los que están en tinieblas.  Esa es la misión de la iglesia. Y tú eres parte de la iglesia. Cuando regalas biblias, tratados, invitas a otros a la iglesia, regalas libros bíblicos, modelas la verdad del evangelio, corriges las ideas erradas de los no creyentes, estás siendo luz para salvación en los que se salvan.

            Y qué gozo da el ser de ayuda a otros para entiendan la verdad. A diferencia de la luz inanimada nosotros somos luz animadas. Y disfrutamos y nos alegramos cuando otros reciben el evangelio o podemos instruir a otros a pensar bíblicamente. Hay una satisfacción que solo lo conocen los que lo han hecho. El gozo de Cristo por ver almas salvadas lo llevó a soportar dolor, traición y la misma muerte. El gozo de ver a otros venir a Cristo por medio de nosotros debe motivarnos a brillar la luz del evangelio en los que perecen.

            3. Debemos brillar con nuestras buenas obras. Aprendamos a darnos a los demás. A dejar de servirnos a nosotros mismos y a los nuestros solamente y sirvamos a los hermanos de la fe. Como Cristo que no vino a ser servido sino a servir a los demás así debemos hacer nosotros ya que somos seguidores e imitadores de Él. Pero también debemos servir a nuestro prójimo. Y esto no una vez al año sino debe ser algo constante. Debemos pensar en cómo yo puedo servir a mi prójimo, a mi comunidad, a mis vecinos, a mi país, a los necesitados.

            Te pregunto, ¿estás brillando con tu vida, con tus palabras con tus obras?

            Hermanos, este es el mensaje de Dios para ti. Porque Cristo nos ha hecho la luz del mundo nosotros debemos brillar (con nuestras personas, con nuestras buenas obras y con nuestras palabras). A El sea la Gloria.

Sermón: Mateo 5:13 Somos la sal de la tierra

Mateo 5:13 “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.”

 

            En medio de toda la conmoción que hemos vivido en las últimas dos semanas y en específico con respecto a la marcha histórica que se dio en la isla forzando al gobernador de Puerto Rico a renunciar, muchos se preguntaron: ¿en dónde estaba la iglesia en esos momentos? Algunos señalaron que la gran ausente de las manifestaciones lo fue la iglesia.

            Y de esto se levanta una pregunta: ¿cuál es la relación que la iglesia o más bien el cristiano tiene con respecto al mundo? ¿En qué consiste esa relación? ¿Debe haber una relación entre los cristianos y el mundo?

            Para cada una de estas preguntas Jesús tiene una contestación en este breve versículo. Quisiera que veamos qué Jesús nos quiere enseñar aquí.

            Hemos terminado las bienaventuranzas. Y se recuerdan, las bienaventuranzas nos enseñan el carácter del cristiano. ¿Cuál es el carácter del cristiano? El cristiano es pobre en espíritu, es decir, él es humilde. El llora por sus pecados sinceramente y por los pecados del mundo. El tiene hambre y sed de justicia. El es manso; es puro de corazón. Es pacificador y es bienaventurado cuando es perseguido por causa de la justicia o por causa de ser seguidor de Cristo.

            Ahora de los versículos 13-16 Jesús entra en un tema nuevo.  En las bienaventuranzas tenemos el carácter del cristiano. Ahora Jesús nos habla de la influencia del cristiano en el mundo. Si te das cuenta, Jesús nos dice que e cristiano no puede vivir enajenado de lo que pasa en el mundo. No debe aislarse del mundo, ni separarse físicamente del mundo como hicieron los ermitaños, anacoretas y los monjes. Dios nos ha puesto en el mundo con un propósito: cuál el de influenciarlo. Fíjate cómo Jesús presenta esta enseñanza y la manera en la cual El lo ilustra.

            Lo primero que deseo que vean es el contraste. Esto es sumamente importante. “Vosotros sois la sal de la tierra”. Aquí hay un contraste. Aquí hay dos cosas distintas. No te olvides que Jesús está hablando en forma metafórica. La metáfora es una comparación indirecta. Nosotros los cristianos somos la sal. Y somos algo distinto a la tierra.

            Ahora bien, ¿qué quiere Jesús enseñar por medio de esta metáfora? La sal en aquellos tiempos como en los nuestros era usada como sazonador y también como preservativo, evitando así la corrupción natural de las cosas. En una época en donde no existía la refrigeración el uso de la sal como preservativo era y es medular. Eso es lo que somos nosotros. Nosotros somos la sal. Somos el medio que Dios utiliza para preservar la tierra.

            Ahora bien, ¿qué significa la tierra? La tierra significa el mundo. Significa el mundo sin Dios y sin Cristo. Un mundo que por causa del pecado no puede hacer otra cosa que podrirse. El mundo sin Cristo es como una carne muerta cuyo resultado natural es podrirse, es descomponerse, es dañarse. Y ella misma es incapaz de evitarlo.

            Lo que hemos vivido esta semana es un claro ejemplo de lo que Jesús enseña aquí. El resultado natural de un gobierno y de líderes del gobierno que no tienen a Cristo, no importa el color del partido, lo es la corrupción. Lo vemos en Puerto Rico, lo vemos en los EE. UU., lo vemos en Cuba, en Santo Domingo, lo vemos en Alemania, en Francia, Japón, en China, en la India, en Canadá, etc. El pecado pudre. Destruye, daña, corrompe y ensucia todo lo puro, todo lo limpio.

            Pero Jesús nos dice: vosotros sois la sal de la tierra. Ustedes son el instrumento y medio que yo utilizo para evitar la corrupción natural de la tierra. “Sin ustedes aquí”, la tierra sería casi el mismísimo infierno.

            ¿Cuál es nuestro deber? Nuestro deber es influenciar el mundo. Nuestro deber es el ser ese preservativo contra la podredumbre natural de un mundo que no tiene a Cristo en su corazón y que no ha experimentado el nuevo nacimiento. Ese es nuestro deber.

            ¿Y cómo lo hacemos? Jesús nos lo dice aquí en parte. En los versículos del 14-16 El amplia la idea. Pero veamos cómo Jesús nos dice que debemos hacer.   

1. Viviendo las bienaventuranzas.

            Si hay algo en lo que la iglesia de Cristo en el siglo 21 ha fallado lo es en vivir a la altura de nuestro llamado. Nuestras vidas muchas veces no se distinguen de las vidas de los no creyentes. Abundan los matrimonios destruidos en las iglesias. Abundan los ministros involucrados en la pornografía. Abundan la mundanalidad en donde es más importante estar en la playa que estar en la casa de Dios los domingos u otros días de la semana. Muchos cristianos han puesto su felicidad en las mismas cosas que el mundo las pone: en las posesiones materiales, en los chinchorreos, en las redes sociales, en los celulares, en la internet. Esos son los nuevos dioses, sin quitar el sexo. Miembros de las iglesias conviviendo. Viendo programas de televisión pornográficos y lo justifican al decir: es que la trama es increíble. No hay amor sacrificial. Los esposo no aman a sus esposas como Cristo amó a la iglesia. Las esposas no se someten a sus esposos. Muchos en los matrimonios no quieren resolver los problemas matrimoniales bíblicamente optando con el divorcio cuando se pudo salvar el mismo.

            Hay orgullo en desmedida. No hay perdón entre los hermanos. Hay críticas destructivas entre ellos. Hay luchas de poder entre los líderes de la iglesia. No hay abnegación. No hay desprendimiento. No hay sacrificio para las cosas de Dios.

            Y esto que estamos viviendo en Puerto Rico nos lo hemos ganado.

            Jesús también nos da una advertencia. Dice: “pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres”. Si la sal pierde su sal no puede ser salada, es inútil, no sirve para nada, sino para pisoteada porque no tiene valor alguno. ¿Cómo podemos entender esto? Para ello es importante conocer algo de la geografía y vida de los habitantes de Israel. En aquellos tiempos la sal se extraía del Mar Muerto o Mar Salado. Pero era sal era una mezcla. Era polvorienta. Y en ese polvo había nitrato de sodio, es decir, sal. Pero esa mezcla se podía separar y el nitrato de sodio perderse y lo que quedaba era un polvo sin valor alguno.

            ¿Cuál es la idea detrás? La idea detrás es que si nosotros perdemos nuestra identidad dejaremos de ejercer nuestro llamado. La iglesia dejaría de ser lo que Dios quiere que ella sea: el medio para frenar la corrupción y podredumbre de un mundo sin Cristo.

            ¿Cómo un creyente puede dejar de ser sal? Cuando en vez de vivir distintos del mundo vivimos como el mundo.

            Pero Jesús nos enseña que solo cuando vivimos las bienaventuranzas es que nosotros influenciamos el mundo al demostrarle que solo la gracia de Dios transforma las vidas y las naciones y todas las cosas. Que solo Cristo salva. Que solo en unión con Él es que seremos nuevas criaturas y caminaremos como nuevas criaturas. Que es en comunión con Dios, en obediencia a la Palabra de Dios, en el uso de los medios de gracia, en luchar contra Satanás, el mundo y nuestra propia carne, es que podremos vivir como escogidos de Dios. Y así ser la sal de mundo.

            ¿Qué vas a hacer ahora? ¿Estás viviendo las bienaventuranzas? ¿Estás coqueteando con el mundo? ¿Estás resistiendo a Satanás? ¿Estás alimentando tu carne y deseos pecaminosos? Solo agarrados a Cristo Jesús como el aliento de nuestra vida, por medio de la fe, es que tendrás las fueras, las ganas, el deseo, el celo y la energía de vivir las bienaventuranzas.

            No te olvides tú eres la sal de la tierra. Eso es lo que eres. Y debes serlo en primer lugar para ti mismo, en tu propia familia, en la iglesia y en dondequiera que estés. De lo contrario todo a tu alrededor se destruirá, se pudrirá. El que tiene oídos para oír que oiga.

 

Sermón: Mateo 5:10-12 Alegres en la Persecución

 

Mateo 5:10-12 “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. 11 Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. 12 Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.”

 

            Desde los inicios del Sermón del Monte hemos podido ver que Jesús quiere dejar claro cuál es el carácter que poseen los hijos del reino. Estas características son la obra de gracia de Dios en ti. Tú posees cada una de ellas si eres realmente convertido. Claro está no la posees en grado superlativo, pero cada una de ellas están en ti porque Dios Espíritu Santo está formando a Cristo en ti.

            Y en su obra de santificación Él está preparando un pueblo para Dios.

            Ahora bien, esto que Dios hace en ti es bueno, es hermoso. Es opuesto a lo que el mundo valora. No dudes de esto. En vez de considerarlo negativo según los estándares del mundo, velo como Dios lo ve. Somos los benditos del mundo. Los ojos de Dios están puestos en ti. Gozas de su favor que es mejor que la vida.

            Pero hay algo importante que debes tener presente. Cuando vivimos en la santidad de la bienaventuranza el mundo lo rechazará. Es inevitable que así sea. El mundo está bajo el maligno. Y el mundo odia todo lo hermoso que tú eres en Cristo Jesús. Y cuando el mundo ve en ti a Cristo, es decir, la humildad, la mansedumbre, el hambre y sed de justicia, que lloras por tus pecados y los del mundo, que eres puro y te purificas en la fe de Jesús y eres pacificador sin comprometer la verdad, el mundo es convicto de su pecado e inevitablemente nos rechazará o nos perseguirá. Jesús dijo en Juan 3:19-20 “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.”

            De aquí que Jesús toque el tema de la persecución en las bienaventuranzas. Jesús establece desde el principio el costo del discipulado. Y en esta bienaventuranza Jesús nos enseñó tres cosas importantes: 1. La realidad de la persecución 2. La actitud ante la persecución 3. La bendición para los perseguidos.

I. La realidad de la persecución

            Lo primero que deseo que veas es que aunque cubrimos tres versículos y la palabra bienaventurados se menciona dos veces, Jesús habla realmente de solo una bienaventuranza. ¿Cómo lo sabemos? Los sabemos porque el tema es el mismo: la persecución, la cual aparece en los tres versículos. Lo sabemos porque si te das cuenta ser perseguidos por causa de Cristo es una forma específica de ser perseguidos por causa de la justicia. Y en tercer lugar porque en todas las bienaventuranzas se indica específicamente cuál es la bendición particular para cada una de ellas. Por ejemplo: bienaventurados los pobres en espíritu porque de ellos es el reino de los cielos, los que lloran porque serán consolados. Y entre los versículos 10-12 solo se menciona la misma bienaventuranza que la primera:  porque de ellos es el reino de los cielos.

            Ahora bien, por qué Jesús menciona dos veces la palabra bienaventurados si solo habla de una sola bienaventuranza. Porque Dios ha prometido una doble porción de su bendición a los que sufren por la fe de Cristo. Ellos son doblemente bendecidos. Así Dios honra a aquellos que le honran.

            Y Jesús nos dice que por ser seguidos de El y vivir a la altura del llamado que Dios nos ha hecho sufriremos persecución. No siempre, ni todos de la misma manera, pero todos de alguna manera experimentaremos persecución.

            Lo vemos desde el mismo inicio, desde Génesis. Dios puso enemistad entre la simiente de la mujer y la simiente de la serpiente, Génesis 3:15. Hay una lucha inevitable entre los hijos de Dios y los hijos de las tinieblas. Lo vemos claramente en la primera familia del mundo. Como Caín mata a su hermano Abel. ¿Por qué lo mató? Dice 1 Juan 3:12 “Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas.” Lo vemos en el caso de Isaac e Ismael, de cómo nos dice Pablo en Gálatas 4:29 “…el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora.”

            Y en el NT la iglesia primitiva sufrió persecución casi desde sus inicios. Los apóstoles fueron varias veces encarcelados. El apóstol Jacobo fue asesinado por orden de Herodes. Las iglesias de Tesalónicas fueron fundadas en medio de persecución. Pedro escribe su carta a una iglesia perseguida. Y la epístola a los Hebreos fue escrita a los hebreos cristianos que sufrían persecución y que estaban considerando regresar al judaísmo para evitar la misma. El NT finaliza con el libro de Apocalipsis en donde tenemos al apóstol Pablo desterrado en la isla de Patmos por causa del evangelio. Y vemos también en Apocalipsis a la iglesia perseguida.

            Así que cuando Jesús dice: bienaventurados los que sufren persecución por causa de la justicia, él tiene en mente a su pueblo. El te tiene en su mente. Todos aquellos que buscan vivir según la justicia de Dios revelada en la Palabra de Dios padecerán persecución.  

            Jesús nos enseña entonces que ser perseguido es una marca de ser seguidor de Jesús. Fue Pablo quien dijo en 2 Timoteo 3:12 “Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución”.

            Ahora bien. Jesús explica sobre quiénes recae esa bendición. Es sobre los que padecen persecución por causa de la justicia. ¿Qué significa? Significa sufrir persecución por procurar vivir bajo los mandamientos de Dios. Es sufrir por procurar hacer lo justo según Dios lo define. De eso mismo habla el apóstol Pedro en 1 Pedro 3:14 “Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois.”

            Hoy día vivimos en una sociedad postmoderna. Una sociedad en donde cada día la influencia del cristianismo se rechaza abierta y agresivamente. Una sociedad cada día más irracional. Un ejemplo lo tenemos en Canadá: por legislación judicial no es crimen la zoofilia: es decir, tener relaciones de tipo sexual con los animales. Tienen ciertas limitaciones, pero eso es repugnante. Esto es la consecuencia natural de un mundo en donde la influencia moral del cristianismo está desapareciendo a pasos agigantados. Esto es algo depravado e irracional. Otro ejemplo: Hoy día no solo se dan las operaciones de cambio de sexo sino para colmo se procura cambiar el certificado de nacimiento original para que diga que nació mujer cuando en realidad nació varón. ¡Cuán absurdo y depravado es esto!

            ¿Cuál debe ser nuestra reacción a esto? Reconocer que somos benditos por Dios. Entender que nada de esto es nuevo. Así hicieron con los profetas: “porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.” Y como el mundo odia a Jesús no te extrañes que el mundo te odie a ti también. No te asombres. No pienses que estás haciendo algo malo cuando eres perseguido por obedecer a Dios sino todo lo contrario. “Bienaventurados sois”. Y Pedro dice más en 1 Pedro 3:14 “Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis,” No te asustes ni te agites ni te descontroles. ¿Por qué? Porque “sois bienaventurados”. Nada ni nadie te puede quitar esa bendición. Y nada de lo que sucede en tu vida está fuera del plan de Dios. Esto es parte de lo que Dios ha decretado para nosotros. Podrán destruir nuestro cuerpo pero jamás tocar nuestra alma. Nada ni nadie puede destruir la obra de Dios en nosotros.

            Y Jesús nos dice más. Nos dice que a veces la persecución se relacionará directamente con Jesús. Y el mundo nos perseguirá físicamente, hablará pestes de nosotros, se burlará de nosotros, nos hará bullying, nos acusarán. Y todo por seguir a Jesús.

            ¿Acaso estas palabras son solo para los cristianos del siglo I? ¡Cuán actuales son estas palabras! Hermanos, seguir a Cristo cuesta. Por eso Jesús dijo: el que quiera ser mi discípulo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.” Tomar la cruz no significa: llevar cosas pesadas y difíciles en la vida. La cruz era el instrumento de muerte. Tomar la cruz significa estar preparados para morir por seguir a Jesús. ¿Estás dispuesto a morir por Jesús? Al decir cada día, significa que debemos estar dispuestos a hacerlo todos los días.

            En vista de todo esto cuál debe ser nuestra actitud.

II. La actitud ante la persecución

            ¿Cuál debe ser nuestra actitud ante esto?

            1. Debemos vernos como benditos. En vez de cogernos pena, debemos considerarnos como los benditos del mundo. Somos bienaventurados cuando nos persiguen por causa de la justicia. Es un honor lo que nos hacen. ¿Por qué? Porque ello da evidencia de que somos cristianos verdaderos. Es de ellos que es el reino de los cielos.  

            Si tú vives como el mundo no sufrirás persecución. Si tu profesas ser cristiano pero vives como el mundo jamás sufrirás persecución. Vivirás en paz con el mundo. Juan 15:19 “Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo”. Pero no vivirás en paz con Dios. Y jamás llegarás al cielo. Porque solamente son bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

            ¿Cuál debe ser nuestra actitud ante esto?

            2. Debemos celebrarlo: gozaos y alegraos. V. 12 “Gozaos y alegraos,”. Regocíjate, deléitate, alégrate. La palabra en el griego es enfática, con gran gozo. En vez de ser una razón para tristeza, frustración, temor y lloro, Jesús nos llama a alegrarnos cuando nos honran con el privilegio de ser perseguidos por ser fieles a Cristo. Y solo cuando somos files a Cristo. Cuando todas las acusaciones contra nosotros sean mentiras. Dios no bendice a los que sufren por su pecaado.

            Esta actitud no es opcional, es un mandato. La palabra en griego es un imperativo. Debemos hacerlo. No es una recomendación. Cuando te maltraten por causa de Cristo, no hay lugar para la tristeza sino para el gozo. Piensa en el honor que Dios te ha concedido. Mira cómo los apóstoles reaccionaron después de haber sido maltratados por causa de Cristo en Hechos 5:41 “Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre.”

            Hermano, esto es algo que tú debes hacer y puedes hacerlo. ¿Cómo es posible? Porque Dios Espíritu Santo mora en ti. Su gracia te sostiene. Y El es la fuente de gozo espiritual en tu vida.

            Pero hay algo más. Jesús nos dice cuál es la causa de ese gozo.

III. La bendición para los perseguidos.

            ¿En qué consiste esa bendición?

            1. En una gran recompensa. “Porque vuestro galardón es grande en los cielos”. Hay una doble porción de bendición de Dios para ti. LBLA: “porque vuestra recompensa en los cielos es grande”. DHH: “porque van a recibir un gran premio en el cielo”. La palabra galardón, recompensa o premio significa realmente “paga”. Dios te va a pagar lo que has sufrido por Él. Y no es cualquier cosa. Es un galardón grande o puede ser traducido “mucho”. Jesús no dice cuál es. Pero nos dice cuándo lo recibiremos: “en los cielos”. No aquí en la tierra. No es que recibiremos una mansión, un BMW, un millón de dólares. Es un galardón reservado para nosotros en los cielos.  Es vida. Es vida eterna.

            2. En un gran honor. Jesús nos pone en el mismo nivel que a los profetas. “porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.” Seremos elevado a la altura de Moisés, de Elías y Eliseo, de Isaías, de Jeremías y los demás profetas. ¡Qué clase de honor!

            3. La seguridad de morar con Dios por siempre. “Porque de ellos es el reino de los cielos”.  Iremos a morar en nuestra casa. El reino de los cielos es nuestro. Allí está nuestro hogar. Y solo allí hallaremos paz.

            Una nota de precaución.

          Jesús nos llama a sufrir por El y por la justicia. Y El mismo nos dio una advertencia en Lucas 6:26 “¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas.” Ten cuidado oh creyente cuando todos hablen siempre bien de ti. Si somos seguidores fieles de Jesús no siempre van a hablar bien de ti. ¿Por qué? Porque el mundo odia a Jesús y por ende a ti también, porque eres de Cristo. Porque el mundo ama el pecado y rechaza la justicia. Y nosotros quienes buscamos hacer lo justo y bueno, como hizo Jesús seremos perseguidos por ello.

            Pero el que está en vosotros es mayor que todos. Y su gracia en Cristo es suficiente para ti. Espera persecución. Pero en medio de ella: alégrate porque grande es el galardón que Dios ha preparado para ti. Hay una doble porción de bendición para tu vida. Y Dios te ha honrado al ser perseguido por la justicia, por Cristo al elevarte al salón de la fama de los héroes de la fe. ¿Qué más podemos decir? Si Dios es por nosotros quién contra nosotros.  

Sermón: Mateo 5:9 Benditos los Pacificadores

Mateo 5:9 “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.”

 

            Nuestra sociedad se caracteriza cada día más por la violencia, una actitud de pelea, mayor agresividad, mayor intolerancia hacia los errores de los demás. Las cortes están llenas de demandas y litigios por cualquier cosa. ¿Cuál es la causa? La causa lo es el pecado. Los es el orgullo, la soberbia, el concepto equivocado que yo tengo derecho de atropellar a quien me hace algo que no me guste. No hay mansedumbre en nuestra sociedad. No hay pacificadores. En una sociedad violenta los pacificadores son una rareza.  

            Pero Jesús pronuncia una bendición sobre los pacificadores. ¿Quiénes son los pacificadores? ¿Por qué debemos ser pacificadores? Y ¿cuál es la bendición que disfrutarán?

I. ¿Quiénes son los pacificadores?

                        1. No son los tranquilos, los calmados ni los apacibles. Eso debemos ser en Cristo Jesús. Cada día debemos cultivar una actitud afable, cariñosa, tranquila. No debemos vengarnos por nosotros mismos. Ni debemos devolver mal por mal sino vencer el mal con el bien. En otras palabras, debemos ser mansos y crecer en mansedumbre. Pero Jesús no habla aquí de ellos.

            ¿Quiénes entonces son ellos?

                        2. Son los que hacen y buscan hacer la paz entre aquellos que están en discordia. Fíjate que Jesús nos habla de los pacificadores: los que hacen la paz. No los que están en paz porque no tienen problemas sino los que buscan hacer la paz entre aquellos que están enemistados o en discordia. Ellos son los bienaventurados a que se refiere Jesús aquí.  Esto es algo que a Dios le agrada. Como dice el Salmo 34:14 “Apártate del mal, y haz el bien; Busca la paz, y síguela.”

            B. ¿Cómo lo hacemos?

                        1. Creciendo en mansedumbre. No podemos ser pacificadores si no somos mansos. Y no podemos ser mansos si no somos humildes. Esto es algo de lo cual debemos crecer con la mansedumbre de Cristo. Jesús no devolvió mal por mal no solo para darnos ejemplo sino para mostrarnos su amor salvador. Nosotros como pecadores hemos ofendido a Dios. Pero ni Dios Padre ni Cristo Jesús nos pagan con mal por el mal que le hemos hecho. El provee salvación en Jesús para los que le hemos ofendido. Y su mansedumbre se vio cuando sufrió insultos y maltratos calladamente por nosotros. Así que crezcamos con la mansedumbre de Cristo. Esa es la sabiduría que proviene de Dios. Santiago 3:17 “Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.”

                        2.  Siendo nosotros pacificadores con los nuestros: hijos, esposas o esposos, hermanos, padres, iglesia. Esto implica que los creyentes no podemos ser indiferentes. Un creyente no puede ser indiferente a lo que pasa a su alrededor. Un creyente no puede asumir esa actitud. No podemos asumir la actitud de que porque yo no tiré el papel en el piso yo no lo voy a recoger. De la misma manera con respecto a los conflictos. No debemos decir: yo allí no me meto porque a mí no me han dado vela en ese entierro. Claro está, no debemos meternos desconsideradamente. No debemos meternos si lo que vamos a hacer es más daño que bien. No todos son buenos en esto, pero todos debemos cultivar el ser cada día mejores pacificadores.

            Debemos desarrollar actitudes en nosotros mismos que nos lleven a ser pacificadores entre nosotros mismos. Si alguien nos ha ofendido y viene a disculparse debemos estar dispuestos a la reconciliación. Y no asumir la actitud de que no me hables, no voy a resolver. También debemos cultivar la humildad de ir a la persona que hemos ofendido y pedirle perdón con sinceridad. Muchos de los problemas interpersonales se deben al orgullo. Al orgullo de no querer aceptar que lo hicimos mal y siempre buscamos una excusa para justificarnos. Tal vez no lo hicimos todo mal pero lo debimos hacer mejor. Y otras veces el orgullo es de tal manera que no queremos reconciliarnos con el otro por lo que nos hizo. Mira el ejemplo de Abraham en Génesis 13:8 “Entonces Abram dijo a Lot: No haya ahora altercado entre nosotros dos, entre mis pastores y los tuyos, porque somos hermanos.” Tenemos en Abraham un gran pacificador. ¿Por qué? Lot era su hermano (lit. sobrino) por parte de padre. Y nosotros porque todos somos hermanos unos de otros por adopción en Cristo Jesús. Dios nos hizo hermanos, unos de otros. Y los hermanos son llamados a amarse y a perdonarse como Dios nos perdonó en Cristo Jesús.

            Eso no debe ser así en aquellos que por la misericordia de Dios hemos alcanzado la reconciliación por Cristo Jesús. Hermanos, la iglesia es la iglesia de los reconciliados con Dios. Y nos llama a reconciliarnos con los hermanos en la fe. Y buscar la paz entre nosotros y la reconciliación entre nosotros mismos.  

                        3. Ayudando a hacer la paz entre los amigos, hermanos, el prójimo. Un ejemplo lo vemos en Moisés en Hechos 7:26 “Y al día siguiente, se presentó a unos de ellos que reñían, y los ponía en paz, diciendo: Varones, hermanos sois, ¿por qué os maltratáis el uno al otro?”

                        4. Sembrando el evangelio entre los pecadores. Efesios 6:15 “y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.” El evangelio es el evangelio de la paz. Por medio del mismo los pecadores son reconciliados con Dios.

            De los pacificadores Jesús proclama una bendición.

II. ¿Por qué debemos ser pacificadores?

            En un sentido todo creyente es un pacificador porque se ha reconciliado con Dios. La gracia de la reconciliación está en nosotros. Pero es algo que debemos y podemos cultivar más.

            ¿Por qué?

                        1. Por Dios es el Dios de paz. En Cristo Jesús Dios ofrece su paz, su reconciliación a todos los pecadores. 1 Tesalonicenses 5:23 “Y el Dios de paz os santifique”. Y Dios es el Dios de paz El busca que sus hijos amen la paz y la busquen de todos los hombres.

            Pero con una condición. ¿Cuál?

            Que no sea a cuenta de la verdad. No es una paz que sacrifica la verdad sino una paz basada en la verdad de Dios en amor. Sin la verdad no hay amor. El amor que nos habla la Biblia no es un amor definido por el hombre sino el amor definido por Dios mismos porque Dios es amor. 1 Juan 4:10.

            Y esta paz basada en la verdad muchas veces traerá la guerra. Por eso Jesús dijo en Mateo 10:34-36 “34 No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. 35 Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; 36 y los enemigos del hombre serán los de su casa.”

            Cuando esto ocurre la culpa no es nuestra ni de Dios ni del evangelio. La culpa lo es el pecado. Que no se somete a la voluntad de Dios. Y nuestra fidelidad al Dios que ha sido fiel con nosotros todos los días no llevará a decir: ahora no, después. O ahora no sin nunca. Un ejemplo: de una petición de ser padrino de un bautismo.

            ¿Por qué debemos ser pacificadores?

                        2. Porque Cristo es el gran pacificador. Colosenses 1:20 “y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.” Él es el Príncipe de Paz. Y como el Gran pacificador El nos llama a que cultivemos y practiquemos con su gracia la gracia de ser pacificadores.

III. ¿Cuál es la bendición que disfrutarán?

            1. Serán llamados hijos de Dios. ¿Por quién?

                        a. Ocurrirá por los hombres. El mundo y los hermanos verán que ese creyentes verdaderamente hijo de Dios. Todo creyente es hijo de Dios. Pero cuando somos pacificadores demostramos lo sincera que es nuestra fe.

                        b. Por Dios mismo. Oh, los hombres podrán decir mil cosas de nosotros. Pero la aprobación que nos basta es la de Dios mismo. El nos llama sus hijos y si El lo dice no hay más que hablar.

            Significa que nosotros hemos entrado en la misma esfera de acción de Dios mismo. Con esto nos hacemos colaboradores con Dios. Somos en un sentido: el Cuerpo de Paz del Señor. Y aunque ahora mismo somos hijos de Dios, 1 Juan 3:1; en el día del juicio final nuestra gloriosa adopción será públicamente declarada.

            ¿Quiénes son los pacificadores? Los que buscan hacer la paz entre los que están en discordia. ¿Porqué debemos cultivar el ser pacificadores? Porque Dios nos ha reconciliado consigo mismo. El nos dio bien por mal y nos llama a que proclamemos el evangelio de la paz entre los pecadores y busquemos la paz con todos los hombres sin sacrificar la verdad. Y así demostraremos que somos hijos de Dios. El mismo lo declarará al mundo entero en el juicio final.

           

             

                         

 

             

Sermón: Mateo 4:23-25 Enseñando, Predicando y Sanando

Mateo 4:23-25 “23 Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. 24 Y se difundió su fama por toda Siria; y le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos; y los sanó. 25 Y le siguió mucha gente de Galilea, de Decápolis, de Jerusalén, de Judea y del otro lado del Jordán.”

 

            ¿Algunos de ustedes han leído el cuento de Hansel y Gretel, llamado a veces en español: Juanito y Margarita? En el cuento Hansel deja migajas de pan en el bosque para que lo guiara a él y a su hermana de regreso a su casa, pero no pudieron encontrar el camino porque los pájaros del bosque se comieron las migajas de pan.

            Algo similar pero más profundo podemos ver aquí. Dondequiera que Jesús iba dejaba rastros confirmando su misión divina con milagros los cuales eran emblemas del poder sanador de su doctrina y de las influencias del Espíritu que acompañaban a la misma.

            Mateo nos habla acerca del ministerio de Jesús en Galilea. Estos son los años de su fama que duran alrededor de 16 meses. ¿En qué consistió su ministerio? En tres cosas: enseñar, predicar y sanar. Veamos.

I. Enseñando y predicando

            En el versículo 23 tenemos la descripción que Mateo nos da del ministerio de Jesús. El vino para enseñar y a predicar. ¿Por qué? Porque el pecado ha afectado la totalidad de nuestro ser: nuestra voluntad, nuestras emociones y nuestra mente. La obra de reparación que Cristo vino a hacer lo es por medio de la transformación de todo nuestro ser. Y el medio principal lo es por medio de la mente. Esto no es pensamiento positivo. Esto es una restauración por el poder omnipotente de Dios. No es sabiduría de los hombres sino sabiduría de Dios.

            Ahora bien Jesús vino a enseñar. ¿A enseñar qué? El vino a revelar al Padre. El vino a enseñar sobre el reino de los cielos. A revelar la voluntad de Dios. A revelar el plan de la salvación. Y a enseñarnos todo lo que sea necesario conocer para vivir para agradar a Dios. Por tanto su ministerio de enseñanza es medular a la obra de salvación y santificación. Y nos dice Mateo que Jesús enseñaba en las sinagogas. ¿Por qué allí? Porque ese el lugar de culto público. Y era la costumbre de Jesús estar allí cada día de reposo, como nos enseña Lucas 4:16 “en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre” o práctica.

            ¿De dónde vienen las sinagogas? La palabra sinagoga significa congregación. Las sinagogas tuvieron su origen durante la cautividad babilónica cuando el pueblo no podía adorar en el templo ni ofrecer sacrificios. Estas fueron creadas para mantener la adoración moral o espiritual centradas en el estudio de la Torah o la ley de Dios. Durante el NT tales reuniones incluían la lectura de las Escrituras por calendario, oraciones leídas, el recitar el credo, la predicación (homilía), cantar y la bendición sacerdotal. Se podía levantar una sinagoga si en el lugar contaba con diez hombres. Ese era su núcleo básico.

            ¿Por qué Mateo habla de las sinagogas de ellos? ¿Acaso Jesús no era judío? Al decir las sinagogas de ellos Mateo pone una distancia entre Jesús y el judaísmo. Jesús era judío pero el cristianismo es algo distinto del judaísmo. Por eso no debemos sentirnos que estamos equivocados y lejos de la verdad cuando vemos que nosotros no seguimos las prácticas modernas de judaizar en algunas iglesias evangélicas. Nosotros somos una iglesia cristiana no judía. Somos algo distinto aunque relacionados con el judaísmo no somos lo mismo.

            Ahora bien, Jesús vino a enseñar y nosotros a aprender de Él. Un discípulo es uno que se somete a que su mente sea cambiada por las palabras de Jesús. Nuestra mente necesita cambio. Necesitamos ser enseñados para poder ser sanados. La palabra es el medio de santificación. Pero no va a haber cambio a menos que la creamos, la obedezcamos, oremos por ella y nos la apliquemos. Ese es nuestro deber.

            Jesús vino también a predicar, a predicar el evangelio del reino, es decir, las buenas nuevas del reino a los que no conocen el evangelio. Las buenas nuevas no es Dios te ama y tiene un plan maravilloso para tu vida. Ese no es el mensaje. Las buenas nuevas o el evangelio comienza con una declaración del pecado del hombre y la ira de Dios. Claro está, lo hermoso de la Palabra de Dios y del sistema de doctrina que enseña la Biblia es que en última instancia puedes comenzar en cualquier punto. Y si has entendido bien te debe llevar a los tres elementos básicos de ese mensaje: somos pecadores, solo Cristo salva, tienes el deber de creer y arrepentirse de sus pecados hoy. Y explicarle qué es creer, qué es arrepentirse, qué es recibir a Cristo como Señor y Salvador.

            Jesús vino a enseñar y a predicar. El vino para darnos a conocer la verdad acerca de nosotros mismos, de la realidad del pecado en el mundo y en nuestra vida y de acerca de cómo podemos ser salvos de nuestro peor enemigo: el pecado. Y lo maravilloso de Cristo es que él no se quedó sentado en la sinagoga esperando que todos vengan a Él. No. El salió de las cuatro pared. El no esperó que vinieran a Él. El fue a buscar y salvar lo que se había perdido. Por eso nos dice Mateo que Jesús recorrió toda Galilea. Mira la misericordia de Jesús. Él sabe nuestra condición. Él sabe cuáles son nuestras necesidades y Él se adelanta a ellas. ¿Por qué recorrió toda Galilea? El salió y recorrió toda Galilea por amor y compasión a los que se pierden y a los que sufren. Dejándonos con esto ejemplo. ¿Cómo así? Debemos ir a los lugares cercanos a uno para hablar la Palabra de Dios. Posteriormente Jesús le dará a la iglesia la comisión de predicar el evangelio en Jerusalén, en Samaria y hasta lo último de la tierra. Aplicado hoy día sería: mi familia inmediata (mis hijos, esposa, esposo, los que viven bajo mi techo, mi hermanos, primos, mis vecinos, mis compañeros de trabajo, la comunidad alrededor de la iglesia, etc.). Ve por amor a las almas perdidas, ve por compasión a los que sufren y lleva contigo el evangelio del reino.

II. Sanar

            V. 23c-24.  Jesús vino sanando toda enfermedad y dolencia. Cada una de estas actividades evidenciaba que el reino se había acerado.

            El versículo 23 es un resumen del ministerio de Jesús: enseñar, predicar y sanar. El versículo 24 es explicación de lo que significa sanar toda enfermedad y dolencia. Y el versículo 25 es el alcance de la fama que tuvo Jesús. Aquí tenemos el ministerio de Jesús en su momento de gloria o fama. El cual no durará mucho.

            Hermanos, Jesús vino a sanar toda enfermedad y dolencia. Su obra de sanidad era una ilustración del poder del evangelio, del poder sanador de su Palabra, del poder sanador de su obra de salvación. Jesús vino a revertir los efectos de la caída. El no solo vino a tratar con la culpa del pecado sino también con la miseria del pecado. Sus actos de milagro fueron parte de su ministerio de compasión a la humanidad caída.

            Pero fueron hecho también para confirmar que Jesús es un enviado de Dios, un profeta de Dios y por tanto tienen que oír su mensaje. Confirman que Jesús es el Profeta enviado por Dios. Lo dijo así Nicodemo en Juan 3:2 “Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.” Juan 5:36 “Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio para que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado.”

            Y revelan algo más. Revelan el poder de Jesús como el único salvador del mundo. Hermanos, tales milagros de sanidad nos enseñan algo grande: solo Jesús puede sanar las enfermedades de nuestra alma. Las enfermedades del cuerpo son un mensaje: el mundo yace bajo la maldición fruto del pecado. Así como la fiebre da un mensaje: aquí hay algo que no está bien. Tales enfermedades físicas dan un mensaje: aquí hay algo malo: estamos bajo la maldición de Dios. Nuestra alma está enferma. ¿Enferma de qué? Enferma del pecado. ¿Quién puede curar tal enfermedad mortal? Solo Jesús. Solo El tiene poder sin límite. Lo vemos porque El sanó inmediatamente toda enfermedad. El sanó toda clase de enfermedades. Y Mateo las enumera para que no halla duda al respecto.

            Y nos dice que Jesús sanó diversas enfermedades. Por ejemplo: sanó dolencias o males. La palabra en griego es kakos: males. Es sinónimos de enfermedades. Como cuando decimos me siento mal, kakos. Sanó a los atormentados. ¿Qué significa? La palabra en griego es [βάσανος,] dolor severo, posiblemente crónico, intenso y angustiante. Esa persona vive atormentada por ese dolor. No la deja vivir. Sanó a endemoniados. Poseídos por demonios. Posteriormente hablaremos más sobre esto. Pero no olvidemos, Satanás es un ser real y él puede habitar en una persona. Jesús los sanó. Sacó los demonios de esas personas. Sanó a lunáticos. Lit. azotados por la luna. La idea es de enfermedades mentales. Posiblemente epilépticos. O los que padecen de convulsiones. En Mateo 17:15 se usa la misma palabra y la descripción de lo que ocurrió es evidencia de epilepsia. Sanó a paralíticos, sea incapacidad muscular y esqueletal.

            Y nos dice Mateo que todos ellos fueron sanados. Jesús es nuestro sanador. El sana enfermedades físicas, emocionales o espirituales. La autoridad de Jesús no tiene límites ya que sanó a muchos de todo tipo de enfermedades y condiciones.

            Mira su misericordia y su poder. El vino y sanó totalmente, no parcial mente sino totalmente.  El sanó gratuitamente. Él fue a buscar a los necesitados. Él fue, él salió. El buscó. El sanó a todos sin importar su raza, condición económica o social. El es el Salvador del mundo.  ¿Y nosotros saldremos de las cuatro paredes? ¿Haremos llevar esa palabra por medio de libros, sermones, tratados, testimonios, biblias? ¿Oraremos por la conversión de nuestros hijos, cónyuges, familiares, vecinos, amigos? ¿Les traeremos la palabra a ellos? ¿Iremos a ellos o haremos algo distinto a lo que Jesús hizo: nos sentaremos a esperar que lleguen? Espero que no.

III. Fama

            Mateo nos dice que la fama de Jesús se extendió por Siria, la parte norte de Palestina, un área pagana. Y también nos dice en el V. 25 que se extendió por Decápolis. ¿Decápolis? Se llaman así porque son 10 ciudades o pueblos al este de Galilea. Y su fama se extendió “al otro lado del Jordán”, es decir, a la Transjordania, a la parte este del río Jordán, y en tiempos bíblicos llamada Perea. Lo que está al oeste del Jordán se llama la Cisjordania. Allí está Jerusalén, Belén. etc.

            Nos dice Mateo que “Y le siguió mucha gente”. Pero no todos los que lo siguieron eran verdaderos discípulos. Muchos responden al evangelio por muchas razones. Muchos porque buscaban liberación de alguna aflicción del cuerpo o de la mente, pero no del pecado. Lo mismo sucede en nuestros días. Muchos vienen a las iglesias buscando liberación de sus problemas, de sus necesidades, pero no quieren admitir que su problema mayor es el pecado. Ese es nuestro problema principal y nadie absolutamente nadie puede sanarnos de él excepto Jesús.

            Hermanos, Jesús para enseñar y predicar acerca del evangelio. La iglesia que sigue a Cristo se esmerará en enseñar y predicar. Y saldrá de las cuatro paredes para proclamar que solo Jesús sana de toda clase de pecado: sea alcoholismo, fornicación, idolatría, odio, envidia, egoísmo, egocentrismo, maldad, adulterio, homosexualismos, soledad. Como dijo Jesús en Juan 4:13-14 “Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; 14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.”

Sermón: Mateo 4:18-22 Pescadores de Hombres

Mateo 4:18-22 “Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. 19 Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres. 20 Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron. 21 Pasando de allí, vio a otros dos hermanos, Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en la barca con Zebedeo su padre, que remendaban sus redes; y los llamó. 22 Y ellos, dejando al instante la barca y a su padre, le siguieron.”

 

            Yo he conocido a personas que son apasionadas por la pesca. Ellos se desviven por la misma. Yo nunca he pescado. La pesca no es algo fácil. Se requiere mucha paciencia, arduo trabajo y muchas veces se trabaja mucho y se logra poco o nada.

            En los tiempos bíblicos la región de Galilea era una rica en la pesca. Se habla de que habían 20 áreas dedicadas a la misma. La red que mayormente usaban era la que es circular de 20 a 25 pies a la cual amarraban plomo en los extremos para que al lanzarla al lago se desplegara y se hundiera atrapando a los peses en el camino.

            En el pasaje que tenemos Jesús ha iniciado su gran ministerio en Galilea. Y de las primeras cosas que Jesús hace es escoger a aquellos que no solo van a ser sus discípulos sino también aquellos que van a llevar a todas partes el mensaje de salvación. Jesús vino a establecer el reino de Dios aquí en la tierra. ¿Cómo lo iba a hacer? No lo iba a hacer solo. Cómo lo hace. Jesús, el Rey, expande su reino por medio de discípulos totalmente comprometidos con él. A ellos él llama. Y ellos responden sin demora a su llamado.

            Veamos en primer lugar el llamado.

I. Llamado

            Mientras Jesús caminaba junto al mar de Galilea, llamado en la Biblia el mar de Cineret y el de Tiberias, el cual no es un mar sino un lago de aproximadamente 13 millas por 7, vio a dos pares de hermanos, a Simón llamado Pedro y a Andrés su hermano y a Jacobo hijo de Zebedeo y a Juan su hermano. Simón y Andrés echaban la red al mar porque eran pescadores. Y Jacobo y Juan remendaban sus redes, porque eran pescadores y las estaban arreglando luego haber pescado. Y ambos grupos de hermanos Jesús los llamó. Y les dijo: “Venid en pos de mí”. ¿Qué quiso decir Jesús con estas palabras? Lo primero que debemos entender es que éste no es un llamado general a la fe en Cristo. Ya estos hermanos conocían a Jesús posiblemente un año antes y habían sido convertidos. En Juan 1:40-42 se nos dice lo siguiente: “Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan, y habían seguido a Jesús. 41 Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo). 42 Y le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro)”. Y aunque conocían a Jesús ellos habían continuado con su modo de vida el cual era ser pescadores de profesión. ¿Entonces qué tenemos aquí en Mateo 4:19? El llamado de Jesús a estos discípulos lo es al ministerio de la Palabra, en este caso al apostolado y no solo al discipulado. ¿Por qué Jesús llama a algunos a ser apóstoles? Jesús, el Rey, ha comenzado a predicar el evangelio del reino. Él ha comenzado a llamar a los pecadores al arrepentimiento. El reino de los cielos se ha acercado con la venida de Jesús. La salvación ha llegado con la venida de Jesús y la respuesta correcta es arrepentirnos de nuestros pecados. Jesús vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. Esa es la voluntad de Dios. Ese es el plan eterno de Dios realizado en la historia. Pero para llevar a cabo ese ministerio de expandir su reino Jesús escoge sus primeros discípulos y los hace ministros de la Palabra, apóstoles, para que ellos sean el medio primordial para la salvación de pecadores.

            De este pasaje aprendemos que no todos son llamados a ser pescadores de hombres como ministros de la Palabra. El contexto del pasaje es el llamado que Jesús hace a ciertos discípulos a los cuales hace apóstoles. No todos fueron llamados a ser apóstoles sino dentro de los discípulos a solo 12 de ellos.

            Hermanos, todo ministro de la Palabra ha sido llamado a ser pescadores de hombres. Han sido llamados a ser el medio principal para llamar a los pecadores a la conversión y salvación. De aquí hermanos cuán importante es ese ministerio. No es un ministerio inventado por los hombres. Fue Jesús mismo quien escogió a sus discípulos y los hizo ministros. Lo mismo pasa ahora. Jesús llama a algunos para ser sus ministros para la salvación de pecadores. Por eso Jesús les dice: “Y os haré pescadores de hombres”. Hermanos, solo Jesús hace ministros de la Palabra. Jesús es quien llama a algunos al ministerio de la Palabra. Es El quien les capacita con dones y gracias que los capaciten a servir. Y Él lo hace porque como Rey El expande su reino por medio de sus discípulos y especialmente por medio de sus ministros. Jamás despreciemos tal ministerio que es un ministerio que revela el deseo de Jesús de salvar pecadores.

            Hermanos, el ministerio existe para evangelizar y discipular a los convertidos. Jesús les llamó para ser pescadores de hombres, es decir, para que se dediquen a evangelizar.  El ministerio existe para la gloria de Dios, para que Dios sea adorado aquí en la tierra y luego en los cielos. Pero tal adoración no existe sin adoradores. Y nadie es adorador sino solo los convertidos. Por eso el ministerio existe para el ser medio para que Dios sea adorado aquí en la tierra por medio de los pecadores que son salvados. Jesús extiende su reino por medio de sus discípulos que Él llama a la salvación. Y especialmente extiende su reino por medio de sus ministros.

            Vemos que Jesús nos enseña que la manera correcta de llevar a cabo este ministerio es seguir a Jesús. “Venid en pos de mí”. Lit.: “Sigue detrás de mí”. Y para ello debemos preguntarnos: ¿Mi pastor sigue a Jesús en su ministerio? ¿Lleva a cabo su llamado en imitación a Jesús?

            Hay algo más. Jesús les dice que le sigan, y esto implica discipulado. ¿Qué es un discípulo? Un discípulo es un seguidor de Jesús. Uno que se dedica en cuerpo y en alma a aprender a vivir, a pensar, y a hablar como Jesús habló.  Un discípulo es un creyente. No se puede ser creyente sin ser discípulo de Cristo. Todo ministro es un discípulo y un creyente. Y todo creyente es discípulo aunque no sea ministro de la Palabra. Pero no se puede ser creyente sin ser discípulo. Ha diferencia de los demás rabís o filósofos que los discípulos escogen su maestro, es Jesús quien escoge sus discípulos. Es El quien los llama así. Y es a ellos que El les da el privilegio de conocerle salvadoramente. Y ellos son sus discípulos. Ellos tienen la responsabilidad de aprender de Cristo. ¿Qué cosa? Todo lo que Cristo ha revelado en el Antiguo y Nuevo Testamento. O como Jesús dijo: ellos deben guardar todo lo que Jesús les ordenó que aprendieran. Como dice Mateo 28:19 “enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado”.

            Y estos que Jesús llama responden al llamado de Cristo. ¿Cuál fue su respuesta?

II. Respuesta

            ¿Cuál fue su respuesta? Total dedicación al ministerio. V. 20 “Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron.” Seguir a Cristo como ministro requiere total dedicación al ministerio. Para ellos conllevó el dejar su profesión segura y embarcarse en un trabajo arduo e inseguro. Conllevó cambiar totalmente su modo de vida para seguir el llamado de Jesús.

            Pero hay algo más. El llamado de Jesús va por encima de trabajo secular y deberes familiares. V. 22 “Y ellos, dejando al instante la barca y a su padre, le siguieron.” Jacobo y Juan no solo dejaron al instante, con prontitud, sin demora, la barca, es decir, su profesión como pescadores sino dejaron también a su padre, a su familia con miras a seguir a Jesús. Fidelidad a Jesús requiere que lo pongamos a El por encima de nuestras relaciones personales. Claro está, ellos no lo hicieron alocadamente. Ellos no abandonaron a su padre y que Dios reparta suerte. Su padre Zebedeo pertenecía a la clase media baja porque nos dice Marcos 1:20 que Zebedeo tenía empleados bajo su cargo, “Y luego los llamó; y dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, le siguieron.”

            Hermanos, Jesús expande su reino por medio de discípulos totalmente comprometidos.

            Iglesia de Cristo mira el amor de Jesús en su deseo de salvar a pecadores. Antes de ser cristiano tú eras como un pez en el agua. El agua era tu ambiente. Pero era un agua de pecado. Y cual pez nadabas en esa corriente de pecado. Y cual pez tu destino era ser pescado para ser matado y consumido, para ser destruido. Pero Jesús en su misericordia vino a pescarte. Pero no para matarte sino para darte vida. Y su misericordia sobre este mundo se ve que El llama todavía a discípulos como ministros para ser el medio por el cual los pecadores son pescados, son llevados al reino de Dios.


III. Aplicación

            Jesús llama a cada uno de los creyentes a ser su discípulo. Discípulo y creyente son sinónimos en la Biblia. No se puede ser creyente sin ser discípulo. Tú eres un discípulo de Cristo y como discípulo Jesús te llama a un total compromiso con la extensión del reino. ¿Por qué? Porque Jesús extiende su reino por medio de discípulos totalmente comprometidos. Si tú no estás totalmente comprometido con extender el reino de Jesús estás faltando a Jesús. Porque Jesús llama a todo discípulo a un total compromiso con extender su reino. Esto no es solo de los ministros de la Palabra.

            Antes de que Andrés fuera un apóstol él llevó a su hermano Pedro a los pies de Jesús. Ya lo vimos en Juan 1:41 “Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo).” De igual manera la mujer samaritana cuando Jesús se revela como el Mesías nos dice Juan 4:28-30 “Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: 29 Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo? 30 Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él.” Cuando Cornelio mandó a buscar a Pedro para que le hablara el mensaje de salvación que un ángel le había dicho ¿Qué hizo? Fue diligente y mandó a buscar a toda su familia y amigos para que oyeran el evangelio de parte del apóstol Pedro.  Hechos 10:24 “Al otro día entraron en Cesarea. Y Cornelio los estaba esperando, habiendo convocado a sus parientes y amigos más íntimos.” Podemos seguir multiplicando pasaje tras pasaje probando que Jesús extiende su reino por medio de discípulos totalmente comprometidos con el reino.

            Por tanto hermanos, qué estás haciendo para extender el reino de Jesús. Jesús vino por amor a ti y dio su vida para salvarte. ¿Salvarte de qué? De la ira de Dios, de una justa condenación. Y él llama a discípulos como ministros para ser el medio principal para pescar a pecadores. Pero tú también tienes una responsabilidad de extender su reino. Da por gracia lo que por gracia has recibido. Esa es también tu responsabilidad. Sé como Andrés, sé como la mujer Samaritana, sé como Cornelio. Muestra el mismo amor salvador de Cristo a los perdidos que están cerca de ti. Jesús tuvo compasión de ti cuando estabas perdido. Es hora de que muestres esa misma compasión por los que se pierden sin Cristo.

            Pero alguien me dirá: ¿yo no sé como hacerlo? Ni los apóstoles tampoco. Por eso Jesús les dijo yo os haré pescadores de hombres. Jesús les proveyó entrenamiento. Jesús los preparó para la tarea. Él les discipuló. Hermanos, esta iglesia provee preparación al mismo de muchas maneras. Cada vez que vienes a la iglesia eres expuesto a la enseñanza del evangelio por medio de la predicación, el estudio bíblico y la escuela dominical. Y esto te prepara para entender mejor el evangelio para poderlo compartir. El Espíritu Santo está en ti que te capacita para entender y amar a Jesús y su evangelio. Pero aparte de eso hay un ministerio de evangelismo en la iglesia que te capacita cómo hacerlo. ¿Qué vas a hacer al respecto? Honra a Jesús, demuéstrale tu amor y agradecimiento al ser un discípulo totalmente comprometido con expandir el reino de Jesús porque ese el medio que El utiliza. Nosotros somos el medio para salvación. No seas hallado falto para con Jesús. Nunca es tarde para poner por obra la voluntad de Dios.

            Quiera Dios que podamos como creyentes hacer nuestras las palabras de Proverbios 11:30 “El fruto del justo es árbol de vida; Y el que gana almas es sabio.” No solo sabio. Es fiel a Jesús.

Sermón: Hechos 6:1-7 La Importancia del Oficio Diaconal

Hechos 6:1-7En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria. 2 Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. 3 Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. 4 Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra. 5 Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía; 6 a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos. 7 Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe.”

 

            La Biblia nos enseña que Dios cuida de toda su creación. Que su bondad y misericordia se extienden a todas sus criaturas. Él hace salir su sol sobre justos e injustos. Pero la creación revela que hay miserias en este mundo: hambruna, pobreza, enfermedades, etc. Y esto aún dentro de la iglesia, entre el pueblo de Dios. Nuestro Dios demuestra su cuidado y amor por nosotros y su misericordia por medio de muchas maneras. Una de ellas lo es el ministerio diaconal. Esto hace del mismo un oficio súper importante en la iglesia.

            Pero ¿en qué consiste la importancia del oficio diaconal? De nuestro pasaje podemos decir que su importancia se basa en cuatro cosas:

I. La Naturaleza de su oficio

            1. Preservar la paz y la unidad en la iglesia

            Hubo un conflicto en la iglesia. Hermanos, no hay iglesia libre de problemas y de quejas. ¡Y esta es una iglesia dirija por los apóstoles! ¿Cuál es el conflicto? Al principio del nacimiento de la iglesia de Jerusalén todos los hermanos vendieron sus propiedades y las donaron a la iglesia. Los apóstoles estaban encargados de administrar y distribuir a los miembros de la iglesia tales bienes según sus necesidades. Pero qué pasó. La situación se agravó. ¿Por qué?  La iglesia ha crecido grandemente. Y las cosas se salieron de control. Entonces V. 1 “hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria.” Los judíos de habla griega o prosélitos de habla griega (gentiles que aspiraban a judaizar) estaban murmurando, quejándose y criticando contra los judíos de habla hebrea. ¿Por qué? Las viudas de los judíos de habla griega no estaban recibiendo adecuadamente la distribución diaria, es decir, la comida diaria, o el dinero diario que necesitaban. Así que hay conflicto. Hay desunión. Y aunque Jesús vino a traer unión y reconciliarnos no solo con Dios sino unos con otros la murmuración y las quejas siempre están presentes en todas las iglesia.

            Es en ese contexto que Dios dirige a la elección de los primeros diáconos en la iglesia. Así que la importancia del oficio diaconal se desprende de que son un instrumento de Dios para preservar la unidad de la iglesia.

            2. Servir a los necesitados

            Podríamos decir que éste es de la esencia del ministerio. Ellos fueron escogidos de entre la iglesia para servir a los necesitados dentro de la iglesia. Ellos iban a ayudar “la distribución diaria.” Iban V. 2 a “servir a las mesas”. Es un trabajo arduo, amplio, difícil pero súper importante.

            Hermanos, el pecado ha traído miserias en este mundo. Siempre tendremos necesitados, siempre tendremos pobres, siempre tendremos enfermos en medio nuestro. Y todos ellos deben ser atendidos. Dios instituyó el oficio diaconal para ser un medio, a través de la iglesia, de demostrar la compasión de Jesús sobre los que sufren, los necesitados. Desde el AT Dios proveyó para ellos. Levíticos 23:22 “Cuando segareis la mies de vuestra tierra, no segaréis hasta el último rincón de ella, ni espigarás tu siega; para el pobre y para el extranjero la dejarás. Yo Jehová vuestro Dios.” Y el ministerio de Jesús incluyó proveer para ellos. Jesús enseñó a sus discípulos a ser desprendidos hacia el necesitado. Mateo 5:42 “Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses.” Lucas 3:11 “Y respondiendo, les dijo: El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo.” Así que la importancia del oficio diaconal se ve en que demuestra de forma visible y palpable la compasión de Dios por todos los que sufren.

            Pero hay algo más. La importancia del oficio diaconal lo vemos también porque ellos:

            3. Sirven al Ministerio de la Palabra

                        Los apóstoles dijeron que tales necesidades deben ser suplidas, pero no a costa del descuido de lo más necesario: la predicación de la Palabra. V. 2 “Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas.” V. 4 “Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra.” Así que el ministerio diaconal existe para que los ministros se dediquen al ministerio de la Palabra y la oración. ¡Cuán importante es esto! Los diáconos son una ayuda indispensable para que los pastores puedan tener más tiempo disponible para dedicarse de lleno al ministerio de la enseñanza, la predicación de la Palabra y una vida de oración.

            No solo la importancia del oficio diaconal se ve de la naturaleza de su oficio sino también del carácter piadoso que deben poseer los que aspiran al mismo.

II. El carácter piadoso

            El hecho de que los diáconos no son pastores no significa que la piedad o santidad de vida no sea importante. ¡Su carácter piadoso es medular! Por eso Lucas nos dice que los que son seleccionados a tal oficio deben poseer los siguientes requisitos.

            1. piedad externa:

                        ¿Qué significa? a. varones de buen testimonio. Deben ser hombres en primer lugar, varones. Y deben tener buen testimonio tanto dentro como fuera de la iglesia. Ellos representan a la iglesia. Ellos demuestran el amor de Dios y de la iglesia hacia los que sufren y tienen necesidades. Y por tanto no pueden ser personas de mala reputación con la comunidad.

            Y también deben poseer piedad interna. ¿En qué consiste? V. 3 “llenos del Espíritu Santo y de sabiduría” ¿Qué significa? Según Efesios 5:18-19 ser llenos del Espíritu Santo es estar bajo el control del Espíritu de Dios. Y solamente estamos bajo el control del Espíritu Santo cuando nuestra vida es controlada por la Palabra de Dios. Cuando vemos el fruto del Espíritu Santo en esa persona. Y vemos el carácter de Cristo en sus vidas. Son confiables, honestos, compasivos, tiernos, que se identifican con el que sufre, discretos, serviciales, que gobiernen bien sus casas. En fin que reúnan en ellos los requisitos que Pablo enumera en 1 Timoteo 3:8-13. Y que haya en ellos sabiduría, que posean las destrezas necesarias para poder llevar a cabo su ministerio.

            La importancia del ministerio diaconal lo podemos ver también en la solemnidad de su ordenación.

III. La solemnidad de su ordenación

            Luego de que fueron seleccionados 7 hombres al oficio de diácono y todos ellos judíos de habla griega, nos dice el V. 6 “a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos.” Estos diáconos fueron ordenados por los ministros de la Palabra, los apóstoles. Y se dio una ceremonia de ordenación. Los apóstoles oraron, sin lugar a dudas pidiéndole a Dios que los bendiga y les capacite para el trabajo al cual han sido llamados. Y luego les impusieron las manos como señal de ordenación y consagración simbolizando que recibían las gracias del Espíritu para llevar a cabo tan importante y difícil oficio. Ellos fueron separados a parte para el mismo. Con esto vemos la solemnidad y la importancia del oficio diaconal. No es cualquier cosa. Es un don de Jesús para la iglesia el oficio diaconal.

            La importancia del oficio diaconal lo que vemos también en la cosecha espiritual que se dio en conexión con tal elección.

IV. La cosecha espiritual

            V. 7 “Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe.” ¿Qué tiene que ver este versículo 7 con los primeros seis versículos? Hermanos, la conjunción griega “kai” que se traduce como “y” conecta el versículo 7 con lo anterior. La ayuda que proporcionan los diáconos al ministerio pastoral de la iglesia es instrumento para el crecimiento de la iglesia. Hermanos, la iglesia creció gracias a que los diáconos liberaron a los ministros de tales tareas necesarias para que ellos pudieran dedicarse a la oración y a la Palabra.

Aplicación:

1. Iglesia el oficio diaconal es un don de Jesús para ti. Es nuestra responsabilidad reconocer a tales hombres como dones de Dios. Ellos están a cargo del ministerio de misericordia en la iglesia. Es un reto grande. Es un trabajo arduo. Requiere de la iglesia que su oficio sea reconocido y honrado por todos nosotros.

2. Siendo una trabajo arduo, sensitivo en cuanto cubre las finanzas de la iglesia, en cuanto involucra el bienestar económico, social, emocional y físico de los miembros de la iglesia requiere que toda la iglesia ore constantemente por ellos. Así como la oración acompañó su ordenación de igual manera la iglesia debe acompañar a tales oficiales públicos apoyándolos por medio de la oración.  

            Así que la importancia del oficio diaconal lo vemos en la naturaleza de su oficio, en el carácter piadoso de los que son así escogidos, en la solemnidad de su ordenación y en la bendición que trae sobre la iglesia el mismo.