Sermón: Mateo 5:9 Benditos los Pacificadores

Mateo 5:9 “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.”

 

            Nuestra sociedad se caracteriza cada día más por la violencia, una actitud de pelea, mayor agresividad, mayor intolerancia hacia los errores de los demás. Las cortes están llenas de demandas y litigios por cualquier cosa. ¿Cuál es la causa? La causa lo es el pecado. Los es el orgullo, la soberbia, el concepto equivocado que yo tengo derecho de atropellar a quien me hace algo que no me guste. No hay mansedumbre en nuestra sociedad. No hay pacificadores. En una sociedad violenta los pacificadores son una rareza.  

            Pero Jesús pronuncia una bendición sobre los pacificadores. ¿Quiénes son los pacificadores? ¿Por qué debemos ser pacificadores? Y ¿cuál es la bendición que disfrutarán?

I. ¿Quiénes son los pacificadores?

                        1. No son los tranquilos, los calmados ni los apacibles. Eso debemos ser en Cristo Jesús. Cada día debemos cultivar una actitud afable, cariñosa, tranquila. No debemos vengarnos por nosotros mismos. Ni debemos devolver mal por mal sino vencer el mal con el bien. En otras palabras, debemos ser mansos y crecer en mansedumbre. Pero Jesús no habla aquí de ellos.

            ¿Quiénes entonces son ellos?

                        2. Son los que hacen y buscan hacer la paz entre aquellos que están en discordia. Fíjate que Jesús nos habla de los pacificadores: los que hacen la paz. No los que están en paz porque no tienen problemas sino los que buscan hacer la paz entre aquellos que están enemistados o en discordia. Ellos son los bienaventurados a que se refiere Jesús aquí.  Esto es algo que a Dios le agrada. Como dice el Salmo 34:14 “Apártate del mal, y haz el bien; Busca la paz, y síguela.”

            B. ¿Cómo lo hacemos?

                        1. Creciendo en mansedumbre. No podemos ser pacificadores si no somos mansos. Y no podemos ser mansos si no somos humildes. Esto es algo de lo cual debemos crecer con la mansedumbre de Cristo. Jesús no devolvió mal por mal no solo para darnos ejemplo sino para mostrarnos su amor salvador. Nosotros como pecadores hemos ofendido a Dios. Pero ni Dios Padre ni Cristo Jesús nos pagan con mal por el mal que le hemos hecho. El provee salvación en Jesús para los que le hemos ofendido. Y su mansedumbre se vio cuando sufrió insultos y maltratos calladamente por nosotros. Así que crezcamos con la mansedumbre de Cristo. Esa es la sabiduría que proviene de Dios. Santiago 3:17 “Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.”

                        2.  Siendo nosotros pacificadores con los nuestros: hijos, esposas o esposos, hermanos, padres, iglesia. Esto implica que los creyentes no podemos ser indiferentes. Un creyente no puede ser indiferente a lo que pasa a su alrededor. Un creyente no puede asumir esa actitud. No podemos asumir la actitud de que porque yo no tiré el papel en el piso yo no lo voy a recoger. De la misma manera con respecto a los conflictos. No debemos decir: yo allí no me meto porque a mí no me han dado vela en ese entierro. Claro está, no debemos meternos desconsideradamente. No debemos meternos si lo que vamos a hacer es más daño que bien. No todos son buenos en esto, pero todos debemos cultivar el ser cada día mejores pacificadores.

            Debemos desarrollar actitudes en nosotros mismos que nos lleven a ser pacificadores entre nosotros mismos. Si alguien nos ha ofendido y viene a disculparse debemos estar dispuestos a la reconciliación. Y no asumir la actitud de que no me hables, no voy a resolver. También debemos cultivar la humildad de ir a la persona que hemos ofendido y pedirle perdón con sinceridad. Muchos de los problemas interpersonales se deben al orgullo. Al orgullo de no querer aceptar que lo hicimos mal y siempre buscamos una excusa para justificarnos. Tal vez no lo hicimos todo mal pero lo debimos hacer mejor. Y otras veces el orgullo es de tal manera que no queremos reconciliarnos con el otro por lo que nos hizo. Mira el ejemplo de Abraham en Génesis 13:8 “Entonces Abram dijo a Lot: No haya ahora altercado entre nosotros dos, entre mis pastores y los tuyos, porque somos hermanos.” Tenemos en Abraham un gran pacificador. ¿Por qué? Lot era su hermano (lit. sobrino) por parte de padre. Y nosotros porque todos somos hermanos unos de otros por adopción en Cristo Jesús. Dios nos hizo hermanos, unos de otros. Y los hermanos son llamados a amarse y a perdonarse como Dios nos perdonó en Cristo Jesús.

            Eso no debe ser así en aquellos que por la misericordia de Dios hemos alcanzado la reconciliación por Cristo Jesús. Hermanos, la iglesia es la iglesia de los reconciliados con Dios. Y nos llama a reconciliarnos con los hermanos en la fe. Y buscar la paz entre nosotros y la reconciliación entre nosotros mismos.  

                        3. Ayudando a hacer la paz entre los amigos, hermanos, el prójimo. Un ejemplo lo vemos en Moisés en Hechos 7:26 “Y al día siguiente, se presentó a unos de ellos que reñían, y los ponía en paz, diciendo: Varones, hermanos sois, ¿por qué os maltratáis el uno al otro?”

                        4. Sembrando el evangelio entre los pecadores. Efesios 6:15 “y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.” El evangelio es el evangelio de la paz. Por medio del mismo los pecadores son reconciliados con Dios.

            De los pacificadores Jesús proclama una bendición.

II. ¿Por qué debemos ser pacificadores?

            En un sentido todo creyente es un pacificador porque se ha reconciliado con Dios. La gracia de la reconciliación está en nosotros. Pero es algo que debemos y podemos cultivar más.

            ¿Por qué?

                        1. Por Dios es el Dios de paz. En Cristo Jesús Dios ofrece su paz, su reconciliación a todos los pecadores. 1 Tesalonicenses 5:23 “Y el Dios de paz os santifique”. Y Dios es el Dios de paz El busca que sus hijos amen la paz y la busquen de todos los hombres.

            Pero con una condición. ¿Cuál?

            Que no sea a cuenta de la verdad. No es una paz que sacrifica la verdad sino una paz basada en la verdad de Dios en amor. Sin la verdad no hay amor. El amor que nos habla la Biblia no es un amor definido por el hombre sino el amor definido por Dios mismos porque Dios es amor. 1 Juan 4:10.

            Y esta paz basada en la verdad muchas veces traerá la guerra. Por eso Jesús dijo en Mateo 10:34-36 “34 No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. 35 Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; 36 y los enemigos del hombre serán los de su casa.”

            Cuando esto ocurre la culpa no es nuestra ni de Dios ni del evangelio. La culpa lo es el pecado. Que no se somete a la voluntad de Dios. Y nuestra fidelidad al Dios que ha sido fiel con nosotros todos los días no llevará a decir: ahora no, después. O ahora no sin nunca. Un ejemplo: de una petición de ser padrino de un bautismo.

            ¿Por qué debemos ser pacificadores?

                        2. Porque Cristo es el gran pacificador. Colosenses 1:20 “y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.” Él es el Príncipe de Paz. Y como el Gran pacificador El nos llama a que cultivemos y practiquemos con su gracia la gracia de ser pacificadores.

III. ¿Cuál es la bendición que disfrutarán?

            1. Serán llamados hijos de Dios. ¿Por quién?

                        a. Ocurrirá por los hombres. El mundo y los hermanos verán que ese creyentes verdaderamente hijo de Dios. Todo creyente es hijo de Dios. Pero cuando somos pacificadores demostramos lo sincera que es nuestra fe.

                        b. Por Dios mismo. Oh, los hombres podrán decir mil cosas de nosotros. Pero la aprobación que nos basta es la de Dios mismo. El nos llama sus hijos y si El lo dice no hay más que hablar.

            Significa que nosotros hemos entrado en la misma esfera de acción de Dios mismo. Con esto nos hacemos colaboradores con Dios. Somos en un sentido: el Cuerpo de Paz del Señor. Y aunque ahora mismo somos hijos de Dios, 1 Juan 3:1; en el día del juicio final nuestra gloriosa adopción será públicamente declarada.

            ¿Quiénes son los pacificadores? Los que buscan hacer la paz entre los que están en discordia. ¿Porqué debemos cultivar el ser pacificadores? Porque Dios nos ha reconciliado consigo mismo. El nos dio bien por mal y nos llama a que proclamemos el evangelio de la paz entre los pecadores y busquemos la paz con todos los hombres sin sacrificar la verdad. Y así demostraremos que somos hijos de Dios. El mismo lo declarará al mundo entero en el juicio final.