Sermón: Mateo 4:23-25 Enseñando, Predicando y Sanando

Mateo 4:23-25 “23 Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. 24 Y se difundió su fama por toda Siria; y le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos; y los sanó. 25 Y le siguió mucha gente de Galilea, de Decápolis, de Jerusalén, de Judea y del otro lado del Jordán.”

 

            ¿Algunos de ustedes han leído el cuento de Hansel y Gretel, llamado a veces en español: Juanito y Margarita? En el cuento Hansel deja migajas de pan en el bosque para que lo guiara a él y a su hermana de regreso a su casa, pero no pudieron encontrar el camino porque los pájaros del bosque se comieron las migajas de pan.

            Algo similar pero más profundo podemos ver aquí. Dondequiera que Jesús iba dejaba rastros confirmando su misión divina con milagros los cuales eran emblemas del poder sanador de su doctrina y de las influencias del Espíritu que acompañaban a la misma.

            Mateo nos habla acerca del ministerio de Jesús en Galilea. Estos son los años de su fama que duran alrededor de 16 meses. ¿En qué consistió su ministerio? En tres cosas: enseñar, predicar y sanar. Veamos.

I. Enseñando y predicando

            En el versículo 23 tenemos la descripción que Mateo nos da del ministerio de Jesús. El vino para enseñar y a predicar. ¿Por qué? Porque el pecado ha afectado la totalidad de nuestro ser: nuestra voluntad, nuestras emociones y nuestra mente. La obra de reparación que Cristo vino a hacer lo es por medio de la transformación de todo nuestro ser. Y el medio principal lo es por medio de la mente. Esto no es pensamiento positivo. Esto es una restauración por el poder omnipotente de Dios. No es sabiduría de los hombres sino sabiduría de Dios.

            Ahora bien Jesús vino a enseñar. ¿A enseñar qué? El vino a revelar al Padre. El vino a enseñar sobre el reino de los cielos. A revelar la voluntad de Dios. A revelar el plan de la salvación. Y a enseñarnos todo lo que sea necesario conocer para vivir para agradar a Dios. Por tanto su ministerio de enseñanza es medular a la obra de salvación y santificación. Y nos dice Mateo que Jesús enseñaba en las sinagogas. ¿Por qué allí? Porque ese el lugar de culto público. Y era la costumbre de Jesús estar allí cada día de reposo, como nos enseña Lucas 4:16 “en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre” o práctica.

            ¿De dónde vienen las sinagogas? La palabra sinagoga significa congregación. Las sinagogas tuvieron su origen durante la cautividad babilónica cuando el pueblo no podía adorar en el templo ni ofrecer sacrificios. Estas fueron creadas para mantener la adoración moral o espiritual centradas en el estudio de la Torah o la ley de Dios. Durante el NT tales reuniones incluían la lectura de las Escrituras por calendario, oraciones leídas, el recitar el credo, la predicación (homilía), cantar y la bendición sacerdotal. Se podía levantar una sinagoga si en el lugar contaba con diez hombres. Ese era su núcleo básico.

            ¿Por qué Mateo habla de las sinagogas de ellos? ¿Acaso Jesús no era judío? Al decir las sinagogas de ellos Mateo pone una distancia entre Jesús y el judaísmo. Jesús era judío pero el cristianismo es algo distinto del judaísmo. Por eso no debemos sentirnos que estamos equivocados y lejos de la verdad cuando vemos que nosotros no seguimos las prácticas modernas de judaizar en algunas iglesias evangélicas. Nosotros somos una iglesia cristiana no judía. Somos algo distinto aunque relacionados con el judaísmo no somos lo mismo.

            Ahora bien, Jesús vino a enseñar y nosotros a aprender de Él. Un discípulo es uno que se somete a que su mente sea cambiada por las palabras de Jesús. Nuestra mente necesita cambio. Necesitamos ser enseñados para poder ser sanados. La palabra es el medio de santificación. Pero no va a haber cambio a menos que la creamos, la obedezcamos, oremos por ella y nos la apliquemos. Ese es nuestro deber.

            Jesús vino también a predicar, a predicar el evangelio del reino, es decir, las buenas nuevas del reino a los que no conocen el evangelio. Las buenas nuevas no es Dios te ama y tiene un plan maravilloso para tu vida. Ese no es el mensaje. Las buenas nuevas o el evangelio comienza con una declaración del pecado del hombre y la ira de Dios. Claro está, lo hermoso de la Palabra de Dios y del sistema de doctrina que enseña la Biblia es que en última instancia puedes comenzar en cualquier punto. Y si has entendido bien te debe llevar a los tres elementos básicos de ese mensaje: somos pecadores, solo Cristo salva, tienes el deber de creer y arrepentirse de sus pecados hoy. Y explicarle qué es creer, qué es arrepentirse, qué es recibir a Cristo como Señor y Salvador.

            Jesús vino a enseñar y a predicar. El vino para darnos a conocer la verdad acerca de nosotros mismos, de la realidad del pecado en el mundo y en nuestra vida y de acerca de cómo podemos ser salvos de nuestro peor enemigo: el pecado. Y lo maravilloso de Cristo es que él no se quedó sentado en la sinagoga esperando que todos vengan a Él. No. El salió de las cuatro pared. El no esperó que vinieran a Él. El fue a buscar y salvar lo que se había perdido. Por eso nos dice Mateo que Jesús recorrió toda Galilea. Mira la misericordia de Jesús. Él sabe nuestra condición. Él sabe cuáles son nuestras necesidades y Él se adelanta a ellas. ¿Por qué recorrió toda Galilea? El salió y recorrió toda Galilea por amor y compasión a los que se pierden y a los que sufren. Dejándonos con esto ejemplo. ¿Cómo así? Debemos ir a los lugares cercanos a uno para hablar la Palabra de Dios. Posteriormente Jesús le dará a la iglesia la comisión de predicar el evangelio en Jerusalén, en Samaria y hasta lo último de la tierra. Aplicado hoy día sería: mi familia inmediata (mis hijos, esposa, esposo, los que viven bajo mi techo, mi hermanos, primos, mis vecinos, mis compañeros de trabajo, la comunidad alrededor de la iglesia, etc.). Ve por amor a las almas perdidas, ve por compasión a los que sufren y lleva contigo el evangelio del reino.

II. Sanar

            V. 23c-24.  Jesús vino sanando toda enfermedad y dolencia. Cada una de estas actividades evidenciaba que el reino se había acerado.

            El versículo 23 es un resumen del ministerio de Jesús: enseñar, predicar y sanar. El versículo 24 es explicación de lo que significa sanar toda enfermedad y dolencia. Y el versículo 25 es el alcance de la fama que tuvo Jesús. Aquí tenemos el ministerio de Jesús en su momento de gloria o fama. El cual no durará mucho.

            Hermanos, Jesús vino a sanar toda enfermedad y dolencia. Su obra de sanidad era una ilustración del poder del evangelio, del poder sanador de su Palabra, del poder sanador de su obra de salvación. Jesús vino a revertir los efectos de la caída. El no solo vino a tratar con la culpa del pecado sino también con la miseria del pecado. Sus actos de milagro fueron parte de su ministerio de compasión a la humanidad caída.

            Pero fueron hecho también para confirmar que Jesús es un enviado de Dios, un profeta de Dios y por tanto tienen que oír su mensaje. Confirman que Jesús es el Profeta enviado por Dios. Lo dijo así Nicodemo en Juan 3:2 “Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.” Juan 5:36 “Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio para que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado.”

            Y revelan algo más. Revelan el poder de Jesús como el único salvador del mundo. Hermanos, tales milagros de sanidad nos enseñan algo grande: solo Jesús puede sanar las enfermedades de nuestra alma. Las enfermedades del cuerpo son un mensaje: el mundo yace bajo la maldición fruto del pecado. Así como la fiebre da un mensaje: aquí hay algo que no está bien. Tales enfermedades físicas dan un mensaje: aquí hay algo malo: estamos bajo la maldición de Dios. Nuestra alma está enferma. ¿Enferma de qué? Enferma del pecado. ¿Quién puede curar tal enfermedad mortal? Solo Jesús. Solo El tiene poder sin límite. Lo vemos porque El sanó inmediatamente toda enfermedad. El sanó toda clase de enfermedades. Y Mateo las enumera para que no halla duda al respecto.

            Y nos dice que Jesús sanó diversas enfermedades. Por ejemplo: sanó dolencias o males. La palabra en griego es kakos: males. Es sinónimos de enfermedades. Como cuando decimos me siento mal, kakos. Sanó a los atormentados. ¿Qué significa? La palabra en griego es [βάσανος,] dolor severo, posiblemente crónico, intenso y angustiante. Esa persona vive atormentada por ese dolor. No la deja vivir. Sanó a endemoniados. Poseídos por demonios. Posteriormente hablaremos más sobre esto. Pero no olvidemos, Satanás es un ser real y él puede habitar en una persona. Jesús los sanó. Sacó los demonios de esas personas. Sanó a lunáticos. Lit. azotados por la luna. La idea es de enfermedades mentales. Posiblemente epilépticos. O los que padecen de convulsiones. En Mateo 17:15 se usa la misma palabra y la descripción de lo que ocurrió es evidencia de epilepsia. Sanó a paralíticos, sea incapacidad muscular y esqueletal.

            Y nos dice Mateo que todos ellos fueron sanados. Jesús es nuestro sanador. El sana enfermedades físicas, emocionales o espirituales. La autoridad de Jesús no tiene límites ya que sanó a muchos de todo tipo de enfermedades y condiciones.

            Mira su misericordia y su poder. El vino y sanó totalmente, no parcial mente sino totalmente.  El sanó gratuitamente. Él fue a buscar a los necesitados. Él fue, él salió. El buscó. El sanó a todos sin importar su raza, condición económica o social. El es el Salvador del mundo.  ¿Y nosotros saldremos de las cuatro paredes? ¿Haremos llevar esa palabra por medio de libros, sermones, tratados, testimonios, biblias? ¿Oraremos por la conversión de nuestros hijos, cónyuges, familiares, vecinos, amigos? ¿Les traeremos la palabra a ellos? ¿Iremos a ellos o haremos algo distinto a lo que Jesús hizo: nos sentaremos a esperar que lleguen? Espero que no.

III. Fama

            Mateo nos dice que la fama de Jesús se extendió por Siria, la parte norte de Palestina, un área pagana. Y también nos dice en el V. 25 que se extendió por Decápolis. ¿Decápolis? Se llaman así porque son 10 ciudades o pueblos al este de Galilea. Y su fama se extendió “al otro lado del Jordán”, es decir, a la Transjordania, a la parte este del río Jordán, y en tiempos bíblicos llamada Perea. Lo que está al oeste del Jordán se llama la Cisjordania. Allí está Jerusalén, Belén. etc.

            Nos dice Mateo que “Y le siguió mucha gente”. Pero no todos los que lo siguieron eran verdaderos discípulos. Muchos responden al evangelio por muchas razones. Muchos porque buscaban liberación de alguna aflicción del cuerpo o de la mente, pero no del pecado. Lo mismo sucede en nuestros días. Muchos vienen a las iglesias buscando liberación de sus problemas, de sus necesidades, pero no quieren admitir que su problema mayor es el pecado. Ese es nuestro problema principal y nadie absolutamente nadie puede sanarnos de él excepto Jesús.

            Hermanos, Jesús para enseñar y predicar acerca del evangelio. La iglesia que sigue a Cristo se esmerará en enseñar y predicar. Y saldrá de las cuatro paredes para proclamar que solo Jesús sana de toda clase de pecado: sea alcoholismo, fornicación, idolatría, odio, envidia, egoísmo, egocentrismo, maldad, adulterio, homosexualismos, soledad. Como dijo Jesús en Juan 4:13-14 “Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; 14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.”