Sermón: Santiago 5:19-20 Cuidándonos unos a otros

Santiago 5:19-20 “Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, 20 sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados.”

 

            Hermanos, no hace mucho prediqué 26 sermones sobre toda la epístola de Santiago la cual finaliza con estos dos versículos que hemos leído. Es mi convicción que el deber que aquí se ordena a la iglesia es algo en el cual nosotros tenemos que mejorar. Este no es el mismo sermón que prediqué anteriormente sino que es uno completamente nuevo.

            ¿Qué debemos hacer cuando alguien en medio nuestro se aparta de la verdad? ¿Cuál es nuestro deber al respecto? De eso trata el sermón.

            Y lo primero que Santiago nos quiere enseñar es que para poder cumplir cabalmente con este deber debemos vernos en primer lugar como una familia.

I. Una familia

            Mira como comienza el versículo V. 19 Hermanos. No siempre Santiago utiliza esa expresión. Cuando lo hace lo hace para expresar su amor por ellos y su sentido de hermandad. Esto que vamos a hablar es un tema que enfatiza la hermandad de la iglesia. Lo que vamos a poner en práctica no es otra cosa que el amor fraternal que debe predominar en nosotros. Si nosotros somos hermanos, si nosotros tenemos a Dios por Padre, entonces esto es lo que debemos hacer los unos por los otros. Debemos vernos como una familia. Debemos vernos no como personas separadas ni desconocidos, sino como hermanos unos de otros. Como aquellos que tenemos un común Padre, poseemos como si fuera una misma sangre, un mismo corazón. Hay un vínculo que ha sido formado sobre nosotros por Dios mismo. El nos ha hecho el ser una familia de muchos hermanos y hermanas. Así que esto de que vamos a hablar es lo que nosotros como hermanos debemos hacer los unos por los otros. Los hermanos se comportan de esta manera. Y si Dios te ha hecho nuestro hermano por medio de la fe en Jesucristo y por medio de haberte salvado y adoptado en la familia de Dios de esta manera debemos actuar en todo momento. Pero especialmente cuando uno entre nosotros se aparta de la verdad.

            ¿Es así como te ves a ti mismo en esta iglesia? ¿Es así como tratamos a nuestros hermanos? Yo sé que son nuestros hermanos, pero los tratamos así. ¿Los hago sentirse como mi hermano? ¿Le demuestro mi amor, mi interés? ¿Tomo la iniciativa en hacerlo? Yo sé que sí. Esta es una iglesia que se caracteriza por el amor. Pero hay lago más que aprende. Hay algo más que poner en obra entre nosotros.

            Así que lo primero que debemos tener presente al trabajar con el caso que Santiago trata es que nosotros debemos vernos como hermanos unos de otros. Hermanos cuya hermandad trasciende la carne y la sangre. Incluso en muchos casos vas más allá que la vida presente.

            Lo segundo que nos da Santiago es una palabra de precaución.

II. Una precaución

            “si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad”. ¿Qué tenemos aquí? Tenemos a un hermano o hermana que se ha extraviado, se ha desviado, se ha apartado de la verdad del evangelio, de algún aspecto del evangelio. No sabemos qué específicamente es la verdad detrás del caso. Santiago presenta un caso hipotético basado en la realidad. Sabemos que muchos han venido a la iglesia y ya no están con nosotros. Sabemos incluso de líderes que se han apartado de la verdad.

            Esa verdad puede ser alguna doctrina fundamental como la Trinidad, la Deidad de Cristo, la Deidad del Espíritu Santo, la justificación por la fe solamente, la doctrina bíblica de la santificación. No sabemos si es una doctrina fundamental de la fe del cristianismo o de los deberes del cristianismo: es decir, ha dejado de buscar de Dios, se ha ausentado de la iglesia, ha dejado de perseverar, de buscar de Dios, de servir en la iglesia, o ha abrasado un estilo de vida pecaminoso. El pasaje no lo dice. Pero es posible que sea algo serio ya que Santiago habla de hacer regresar al pecador. Pero no lo sabemos a ciencia cierta. 

            Hay algo importante que señalar. Santiago nos enseña que el extraviarse de la verdad es algo que ocurre en la iglesia de Cristo. “si alguno entre vosotros”.  Y escúchenme bien: nadie está exento de extraviarse de la verdad. Aún los líderes más consagrados y dedicados se han aparatado de la verdad. La historia de la iglesia está llena de ejemplos de creyentes que se han extraviado, se han apartado de la verdad. Han dejado de perseverar, han dejado de negarse así mismos, han quitado su mano del arado, han dejado de pelear la buena batalla. Y es posible que algunos de los que están aquí hoy mañana no estén. Ninguno de nosotros puede decir: eso nunca me va a suceder. Eso le podría pasar a fulano, a fulana, a perencejo, pero no a mí. Eso me recuerda a Jesús con el apóstol Pedro en Mateo 26:34 “Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.” Y qué le contestó Pedro V. 35 “35 Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo.

            ¿Qué lo llevó a desviarse de la verdad? El pasaje no nos dice. Pero no es difícil si tomamos la carta de Santiago como guía y toda la Biblia para ver algunas causas por las cuales uno que ha profesado su fe en Jesús se ha extraviado como oveja descarriada de la verdad. Por ejemplo:

            1. Mateo 13:20-21 “Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; 21 pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.” ¿Cuál fue la causa de su no perseverar? El sufrir aflicciones o persecuciones. Las aflicciones sin Dios, sin poner nuestra mirada en El y buscar de Él la fortaleza nos llevan a apartarnos de la verdad. Aquí vemos a uno que recibió con gozo la palabra, pero no tiene raíz, la palabra no ha sido sembrada con profundidad en su corazón. Acepta el mensaje y se goza del mismo porque es el glorioso evangelio de Cristo. Pero, aunque se ha gozado del mismo éste no ha penetrado a su alma. No ha creado raíces que cimienten su fe. No tiene una fe estable, bien arraigada. Su fe no ha sido cimentada sobre la roca. Y cuando eso pasa cuando viene la aflicción o la persecución por ser cristianos se aparta del camino. Su fe es de corta duración.

            La iglesia a la cual Santiago le escribe era una iglesia perseguida. Estaba dispersa por la persecución y allí en el exilio las cosas no eran fáciles. Tenían muchas y diversas aflicciones como Santiago menciona en el capítulo 1. Así que las aflicciones si no son puestas en las manos de Dios y nos enfrentamos a ellas vestido de toda la armadura de Dios pueden ser causa de que algunos de nosotros nos apartemos de la fe.

            2. 1 Timoteo 1:19-20 “manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos, 20 de los cuales son Himeneo y Alejandro, a quienes entregué a Satanás para que aprendan a no blasfemar.” Tenemos aquí a unos líderes de la iglesia que se extraviaron en la fe, o como dice Pablo “naufragaron en cuanto a la fe”. El barco de su fe se hundió. ¿Cuál fue la causa? Ellos se apartaron de la verdadera doctrina bíblica y no mantuvieron su fe ni tampoco una buena conciencia, es decir, dejaron de luchar contra el pecado, no lo confesaron, sino que lo dejaron como si nada. Dejaron que el pecado se apoderara de ellos. Posiblemente no escucharon a su conciencia que les decía: eso está mal pero se empeñaron en no hacerle caso y terminaron naufragando en la fe. Tuvieron dudas sobre su fe y en vez de trabajar con ella dejaron que la incredulidad los dominara. Y el resultado en el caso de estos líderes fue la excomulgación de la iglesia. Fueron excomulgados. O como lo dice Pablo “a quienes entregué a Satanás para que aprendan a no blasfemar.”

            Cosas así no suceden de la noche a la mañana. Algunos hermanos antes de apartarse de la fe descuidaron su vida espiritual, dejaron de estudiar la Biblia, consistentemente, dejaron de orar fielmente, dejaron de negarse así mismo, comenzaron a ser inconstantes en su asistencia a la iglesia, etc. Poco a poco se fueron deslizando. Todos aquellos que entre nosotros que por las razones que sean han descuidad su vida espiritual son candidatos a extraviarse de la verdad.

            3. En última instancia la causa lo es el pecado. Santiago 5:20 “sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino”. Hermanos y amigos la última razón por la cual un hermano se ha extraviado de la verdad lo es el pecado. No busques mayor explicación porque no hay otra que dar. “Él amó más el mundo que las cosas de Dios, pecado. Dejó de buscar de Dios, pecado. Dejó de luchar contra las tentaciones, pecado. Puso su trabajo primero antes que el reino de Dios, pecado.”

            Y lo triste del caso es que el pecado nunca viene solo, siempre viene acompañado. El daño es como una gangrena que aunque comenzó en el dedo más chiquito del pie sigue creciendo y creciendo hasta que daña el pie, la pierna, el torso, los órganos internos, etc. Por tanto, afecta su vida, su matrimonio, sus hijos, etc. 

            Te pregunto a ti, ¿cómo estás cuidando tu alma? ¿Qué estás haciendo para preservar tu alma y mantenerte en el camino correcto? ¿Cómo luchas contra el pecado, el desánimo, la pereza, el error doctrinal, las tentaciones, el amor al mundo?

            Hermanos, si esto está pasando en medio nuestro cuál debe ser entonces nuestro deber.

III. Un deber

            Nuestro deber es buscar al que se ha extraviado. Dice Santiago: “y alguno le hace volver,”. Ese alguno es cualquier hermano en la iglesia. Fíjate lo que dice Santiago el procurar hacer que un hermano regrese al camino de Dios no es exclusivo de los pastores y ancianos de la iglesia. Es tú responsabilidad también. Si algún miembro de la iglesia sea designado por el pastor o la sesión de la iglesia o movido por amor a su hermano lo hace volver ha salvado una vida. No tenemos que hacer una reunión para poner por obra este deber. Ni los ancianos necesitan reunirse para hacerlo. Hay una tarea que los ancianos hacen en conjunto, pero hay tareas que se pueden hacer individualmente como ancianos. Pero el énfasis del pasaje lo es la congregación, “y alguno le hace volver,”

            Oh hermanos, en esto yo creo que todos debemos crecer. Hay hermanos y hermanas que no están en medio nuestro. Hay hermanos y hermanas que están jugando con fuego y que son candidatos o candidatas a naufragar de la fe. Y nosotros somos hermanos unos de otros.

            ¿Qué vas a hacer cuando eso ocurre? No pienses eso es solo para los pastores y ancianos de la iglesia. No pienses de esa manera porque eso no es bíblico. Todos somos llamados a cuidarnos unos de los otros. Todos somos llamados a motivarnos al amor y a las buenas obras. Dice Hebreos 10:24-25 “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; 25 no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.” Seamos considerados unos a otros dice el autor de Hebreos. Valorémonos unos a otros. Amémonos unos a otros. Y estimulémonos al amor y a las buenas obras. Motivémonos a amarnos unos a otros, a tolerarnos unos a otros, a ser pacientes lo unos con los otros, a servirnos unos a otros y a servir a los hermanos, y a los no creyentes. No nos cansemos de así hacerlo. Y cuando alguien persista en faltar a la iglesia es nuestro deber exhortarnos a no hacerlo más. Llama a tu hermano y dile te extrañamos en la iglesia, en el culto de los jueves, en la actividad de la iglesia, etc. Meramente con decirle eso lo estás amonestado y exhortando con amor. Porque esa persona, ese hermano, sabrá: no estuve en la iglesia y debí haber estado.

            Debemos cuidarnos unos a otros. Y hacer todo lo posible porque nuestro hermano regrese al camino de la verdad. Hay que orar, sí. Pero hay que llamar, visitar, motivar, exhortar y amonestar a ese hermano. Esa es la iglesia que yo deseo estar. Una iglesia en donde los hermanos me amen de tal manera que no solo se preocupen de mí sino también se ocupen de cuidarme, inclusive de amonestarme en amor. Dice Romanos 15:14 “Pero estoy seguro de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de bondad, llenos de todo conocimiento, de tal manera que podéis amonestaros los unos a los otros.” Somos llamados a amonestarnos unos a otros. Dos requisitos para hacerlo bien: estar llenos de bondad y de todo conocimiento, es decir, sabiduría. Con amor y con mucha paciencia, pero con sabiduría.

            Si te das cuenta la perseverancia de los santos se da en el contexto de la iglesia. Necesito la iglesia porque es el medio que Dios utiliza para mantenerme en el camino de la verdad. Es allí donde Dios envía vida eterna. Por eso la comunión de los santos en la iglesia es buena y deliciosa. Salmo 133:1, 3 “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es Habitar los hermanos juntos en armonía! 3. Porque allí envía Jehová bendición, Y vida eterna.” ¿Cuánto amas tú a la iglesia? Y amar a la iglesia no es decir: yo la amo, es estar presente, apoyarla económicamente, ayudar en la limpieza, es sentarte a aprender, es usar los dones que Dios te ha dado en la iglesia, etc.             

            Lo interesante del caso presente es que Dios nos da varias razones o motivos para cumplir este deber. ¿Cuáles son?

IV. Motivos para cumplir este deber

            V. 20salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados”. El motivo en primer lugar es salvar de muerte un alma. Hermanos, el que se aparta de la verdad está matando su alma. Fuera de Cristo no hay sino muerte. Solo en Cristo hay vida, vida eterna. Y aquel que se extravía de la verdad no está viviendo, realmente no se está dando la buena vida, sino todo lo contrario, está matando su alma.  Todos los que estaban fuera del arca de Noé perecieron en el diluvio universal. De igual manera todo el que no está en Cristo con una fe verdadera y sincera, es decir, una fe que se entrega en alma y cuerpo totalmente a Cristo para vivir para El no verá la vida eterna, sino la muerte eterna en el infierno.

            Así que Dios nos da un motivo excelente: el de ser el instrumento en las manos de Dios para salvar de la muerte. Hermano Dios te ha puesto a ti como guardián de tu hermano. Y te ha dado el privilegio de ser, en un sentido semejante a Dios, un “salvador” del alma de mi hermano extraviado. ¡Qué enorme privilegio! ¡Qué gran bendición!

            Pero hay algo más nos dice Santiago: “y cubrirá multitud de pecados”. La fe verdadera trae pleno perdón del hermano errado. Sus pecados son cubiertos para nunca verlos jamás. El amor que es de Dios nos debe llevar a perdonar a ese hermano totalmente. Nada debe estorbar el que lo recibamos con amor, con alegría y ser restablecido a la plena comunión de la iglesia. Y recibirá como el hijo pródigo un nuevo vestido, una sortija en su mano y mataremos el becerro más gordo, que significa plena restauración a la comunión con Dios y con la iglesia. Y también en el día del juicio final sus pecados habrán sido cubiertos por la sangre de Cristo.

            Pero detrás de esos motivos hay uno mayor. ¿Sabes cuál es? El de dar por gracia lo que por gracias has recibido. Tú y yo estuvimos un tiempo extraviados. Antes de ser convertidos vivíamos lejos de la verdad. Y Dios utilizó a un siervo o a una sierva de Dios para traerte al camino de la verdad. Y me imagino que estás agradecido a Dios y a ese instrumento en las manos de Dios para darme vida. ¿Cómo yo no debo hacer lo mismo? Y así como hicieron conmigo yo deseo hacer con los demás.

            Jesús como el Buen Pastor deja a las 99 ovejas que están seguras en el aprisco y va a buscar a la única oveja que se extravió. Dejándonos con esto ejemplo que cada oveja del rebaño es importante. Y debemos hacer todo lo posible por buscar a esa oveja.

            Esa misma actitud motivó al rey David a prometerle a Dios que ayudaría a rescatar a los extraviados. En el Salmo 51:13 “Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, Y los pecadores se convertirán a ti.” El contexto de este Salmo es la confesión de pecado de David por sus pecados contra Urías heteo y el adulterio contra Betsabé. Y él le pide a Dios que lo restaure nuevamente, restaure su vigor espiritual que había perdido, que lo purifique y él promete en cambio ser instrumento para enseñar a los transgresores a los que se han extraviado del camino a regresar a él.  

            Hermanos, Dios nos llama a cada uno de nosotros a hacer todo el esfuerzo posible en buscar al hermano que se ha extraviado de la verdad. ¿Qué has hecho con esa hermana o ese hermano que ya no está con nosotros? ¿Lo has llamado? ¿Lo has visitado? ¿Le has exhortado? Eso es lo que los hermanos estamos llamados a hacer.

            Yo sé que vivimos vidas ajetreadas. Pero no debemos dejar que esas cosas nos aparten de cumplir la voluntad de Dios. De ser hacedores de la Palabra y no tan solo oidores. De amar en hecho y en verdad. Ese es el verdadero amor cuando nos cuidamos unos a otros.  Ese es el amor del cual Cristo vino a enseñarnos: a amarnos unos a otros como Él nos amó y dio su vida en rescate por nosotros.

 

Sermón: Hageo 2:20-23 Ten paz porque Cristo vendrá a trastornar el mundo

Hageo 2:20-23 “Vino por segunda vez palabra de Jehová a Hageo, a los veinticuatro días del mismo mes, diciendo: 21 Habla a Zorobabel gobernador de Judá, diciendo: Yo haré temblar los cielos y la tierra; 22 y trastornaré el trono de los reinos, y destruiré la fuerza de los reinos de las naciones; trastornaré los carros y los que en ellos suben, y vendrán abajo los caballos y sus jinetes, cada cual por la espada de su hermano 23 En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, te tomaré, oh Zorobabel hijo de Salatiel, siervo mío, dice Jehová, y te pondré como anillo de sellar; porque yo te escogí, dice Jehová de los ejércitos.”

 

            Recientemente los EE. UU. en unión con Gran Bretaña y Francia bombardearon la ciudad de Douma con miras a destruir los arsenales químicos de Siria. Inmediatamente Rusia pidió una reunión de emergencia con el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para que condenaran tal acción contra una nación soberana. Cuando estas cosas ocurren el mundo entero se siente conmovido, se siente con temor por la posibilidad del comienzo de la tercera guerra mundial. Acontecimientos así trastornan los pueblos y crean ansiedad.

            El  mismo trastorno ocurrió la semana pasada cuando se fue la electricidad en todo Puerto Rico. Y las noticias indicaban que la recuperación sería entre 24 a 36 horas. Y todo Puerto Rico se conmovió por el hecho. Las gasolineras se llenaron de gente buscando llenar los tanques de los carros. A punto fue la conmoción que algunas gasolineras se quedaron sin gasolina.

            Así que los rumores de guerra, las noticias que anuncian caos trastornan a los pueblos.

            Lo interesante del caso es que la noticia más importante del mundo no parece en nuestros tiempos trastornar a los pueblos y menos a las naciones. Si hay algo que históricamente trastornó el mundo lo fue la venida de Cristo. El evangelio de Cristo vino a trastornar el mundo. Vino a poner al revés todo lo que existía y existe. Vino a traer espada, a poner en conflicto a padres e hijos. Mira cómo Jesús mismo lo dijo en Mateo 10:34-36 “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. 35 Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; 36 y los enemigos del hombre serán los de su casa.” Por el hecho de quién es Cristo y por el hecho de lo que vino a hacer y lo que El hace en las vidas de sus discípulos era inevitable que el mundo hubiese sido trastornado por su venida.   

            Eso es lo que nos enseña Hageo en este cuarto y último sermón. Veamos lo que nos enseña sobre Cristo y su venida.

            El último sermón de Hageo se da el mismo día del sermón anterior. Nos dice el V. 20 “Vino por segunda vez palabra de Jehová a Hageo, a los veinticuatro días del mismo mes, diciendo:” Los veinticuatro días del mes mismo mes, es decir, del mes noveno, lo es el 18 de diciembre de 520 A.C. Si nos dejamos llevar por estas fechas tenemos que concluir que el ministerio profético de Hageo duró solo cuatro meses. No se sabe más de él, ni de su ministerio ni de su vida. Algunos eruditos consideran que Hageo debió haber muerto al poco tiempo después de finalizar su ministerio profético. Pero realmente no sabeos a ciencia cierta.

            Pero lo interesante de este sermón es a quién se lo dirige. Este cuatro sermón no se lo dirige a Josué ni al pueblo de Israel. Este mensaje es enviado para Zorobabel solamente. V. 21a “Habla a Zorobabel gobernador de Judá”. Lo repite de nuevo en el versículo 23a “En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, te tomaré, oh Zorobabel hijo de Salatiel”. ¿Por qué es dirigido a Zorobabel solamente? Es dirigido solo a Zorobabel no por sí mismo solamente sino también por aquel que desciende de Zorobabel. No nos olvidemos que Zorobabel es descendiente del rey David. Y por tanto la línea mesiánica sigue por medio de Zorobabel hacia el Cristo. Tanto Mateo como Lucas incluyen a Zorobabel en el linaje de Jesús el Cristo. Dice Mateo 1:12 “Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, y Salatiel a Zorobabel.” Y Lucas 3:27 “hijo de Joana, hijo de Resa, hijo de Zorobabel, hijo de Salatiel, hijo de Neri,”

            Pero, aunque se dirige a Zorobabel por el hecho de que por él el Cristo nacería también hay un mensaje al pueblo de Israel por medio de Zorobabel. ¿Cuál es? Ten paz, confía en mí. Aunque el mundo piense que eres pequeño, indefenso, débil en ti mismo tu vives bajo mi cuidado y protección.

            A ti te digo que Yo voy a hacer algo grande en el mundo. Yo voy a trastornar el mundo. Yo voy, como dice el versículo 21b a “hacer temblar los cielos y la tierra”.  Lo que Yo voy a hacer tiene un alcance cósmico. Yo haré temblar a todo el planeta Tierra.

            Pero no solo eso yo voy V. 22 “y trastornaré el trono de los reinos, y destruiré la fuerza de los reinos de las naciones; trastornaré los carros y los que en ellos suben, y vendrán abajo los caballos y sus jinetes, cada cual por la espada de su hermano.” La palabra trastornar en hebreo es “hāp̱aḵ” y significa trastornar, poner las cosas al revés, derrocar, destruir. Implica la idea de conmoción, de cataclismo. Dios trastornará a todas las naciones, destruiré sus riquezas, trastornará el ejército de ellos, al punto de que se matarán entre ellos mismos “cada cual por la espada de su hermano”.

            Zorobabel, esto Yo lo haré por mi mano. La mayoría de los verbos están en primera persona: Yo haré temblar, Yo trastornaré, Yo destruiré. Es Dios mismo quien lo va a hacer. Por tanto, Zorobabel ten paz. Confía en que las conmociones del mundo Yo soy el que las hago. Lo mismo le dijo Dios al pueblo de Israel por medio de Isaías cuando dirigió al rey Ciro a dejar salir de Babilonia a Israel. En Isaías 45:6-7 “para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay más que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo, 7 que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto.”

            Hermanos, nada ni nadie puede impedir que Dios lleve a cabo sus propósitos con sus Iglesia. El mundo se podrá levantar contra la Iglesia de Cristo y aún esa oposición es parte del plan soberano de Dios. El jamás es vencido. El nunca ha perdido una batalla y menos la guerra. Porque todo lo que sucede ha sido planificado por Dios para su gloria y el bien de su Iglesia. Hermanos, nunca tomemos una actitud derrotista ante la oposición del mundo. Nunca pensemos que todo está perdido, que no hay nada o no hay mucho que hacer. Todo lo contrario. El mundo se levantará contra Dios y contra su Ungido, pero Dios se ríe de todo eso. Y aun cuando los impíos se oponen a la voluntad de Dios cumplen la voluntad de Dios según sus decretos y planes.

            Lo mismo debemos pensar en nuestras vidas. Para nosotros los creyentes, en última instancia no hay derrota. El número de los elegidos nunca será disminuido. Todos vendrán al redil y tendrán un Pastor. Y aún cuando las cosas salen mal en nuestras vidas es ese el momento de ver la voluntad de Dios en permitir males a nuestra vida incluso en permitir nuestro pecado para educarnos. Sí hermanos, Dios siempre se glorifica en todo. El se glorifica con nosotros, en nosotros o sobre nosotros. Por eso cuando veamos males sobre nosotros Dios los envía para que le busquemos con más devoción, para que aprendamos a no confiar en la carne sino en su Espíritu. Y cuando Dios permite nuestros pecados que nos llevan a la vergüenza, a la pérdida, al deshonor, aprendamos a ser humildes y reconocer que no hay nada bueno en el pecado y que todo lo que bueno que hay en nosotros o viene a nosotros se lo debemos todo a Jesús.

            Así que Dios nos dice como le dijo a Zorobabel ten paz. Te he anunciado lo que voy a hacer para que estés tranquilo y descanses en mí.

            Y esta conmoción en el mundo entero, en todas las naciones se debe a que Yo te pondré, a ti Zorobabel, o más bien a un hijo tuyo según la carne, “como anillo de sellar”. ¿Qué significa eso? El anillo de sellar era el anillo que usaban los reyes o personas de la alta sociedad para sellar sus decretos y contratos. Y es símbolo de autoridad, de poder y de ser propietario.

            Dios le está diciendo a Zorobabel: Yo voy a restaurar por medio de ti el linaje de David. Es algo que Yo haré. Tú no tienes que hacer nada para que esto se logre. Es algo que yo hago. Espera en mí.

            Y en tu simiente Yo voy a trastornar el mundo. Yo voy a hacer una obra que nadie puede hacer: terminar con el pecado por medio del Cristo. El mundo no va a ser el mismo lugar que antes. Porque el evangelio de Jesús pondrá al mundo al revés. Salvará a los pecadores de sus pecados. El pecado no reinará en sus vidas aunque a veces lo parezca. Las vidas serán transformadas: de vidas centradas en sí mismas a vidas centradas en Dios. De hombres y mujeres cuya conducta es ejemplar. Donde se honra la Palabra, se honra la institución de la familia, se honra santidad de la vida, se honra a todas las razas, se honra el cuerpo humano, se honran las artes y todos los dones y talentos y hallazgos científicos. Se valora cada ser humano y se protegen a los débiles: sean niños o ancianos o discapacitados. Se honran los idiomas, las nacionalidades. En fin se honra todo lo que Dios ha creado con todas las diversidades que existen restauradas por el poder de la muerte y resurrección de Cristo.

Aplicaciones:

1. Nunca tengas una actitud derrotista sobre la Iglesia, sobre el mundo, sobre tu vida. Hablo a los cristianos. Dice el Salmo 115:3 “Nuestro Dios está en los cielos;
Todo lo que quiso ha hecho.”
Su plan para la Iglesia es perfecto. Su plan para tu vida o cristiano es perfecto. Ve a todos en todas las conmociones en el mundo y ten paz.

2. Cristo vino a trastornar el mundo a poner el mundo al revés o más bien a poner en orden lo que estaba torcido por el pecado. El pode orden en tu vida al salvarte de la ira de Dios por tu pecado. Tu vida debe reflejar una vida trasformada por Cristo. Tu vida personal, tu familia, tu trabajo y la forma que ves la vida debe ser una según el orden de la trasformación de Dios.  El mundo ve el poder del evangelio en tu vida. El mundo ve lo que Dios hace en las vidas, en las familias, en los principios que rigen nuestras vidas. No puedes ser sino cartas abiertas al mundo de lo que Dios hace en ti por medio de Jesús y su Espíritu Santo. Esa vida bendita solo tú la posees. El fruto de paz y orden es para ti si vives para Dios.

            Ten paz porque Cristo vino a trastornar el mundo y lo sigue haciendo en el mundo, en la Iglesia y en tu vida. Confía en El y vive para Él.

Sermón: Hageo 2:10-19 Santificados para la Obra de Dios

Hageo 2:10-1910 A los veinticuatro días del noveno mes, en el segundo año de Darío, vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo, diciendo: 11 Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Pregunta ahora a los sacerdotes acerca de la ley, diciendo: 12 Si alguno llevare carne santificada en la falda de su ropa, y con el vuelo de ella tocare pan, o vianda, o vino, o aceite, o cualquier otra comida, ¿será santificada? Y respondieron los sacerdotes y dijeron: No. 13 Y dijo Hageo: Si un inmundo a causa de cuerpo muerto tocare alguna cosa de estas, ¿será inmunda? Y respondieron los sacerdotes, y dijeron: Inmunda será. 14 Y respondió Hageo y dijo: Así es este pueblo y esta gente delante de mí, dice Jehová; y asimismo toda obra de sus manos; y todo lo que aquí ofrecen es inmundo. 15 Ahora, pues, meditad en vuestro corazón desde este día en adelante, antes que pongan piedra sobre piedra en el templo de Jehová. 16 Antes que sucediesen estas cosas, venían al montón de veinte efas, y había diez; venían al lagar para sacar cincuenta cántaros, y había veinte. 17 Os herí con viento solano, con tizoncillo y con granizo en toda obra de vuestras manos; mas no os convertisteis a mí, dice Jehová. 18 Meditad, pues, en vuestro corazón, desde este día en adelante, desde el día veinticuatro del noveno mes, desde el día que se echó el cimiento del templo de Jehová; meditad, pues, en vuestro corazón. 19 ¿No está aún la simiente en el granero? Ni la vid, ni la higuera, ni el granado, ni el árbol de olivo ha florecido todavía; mas desde este día os bendeciré.”

 

            De nuestro estudio del libro del profeta Hageo vemos cómo Dios nos enseña cuál es la manera correcta de servirle. Hemos visto que Dios espera que nosotros le demos la prioridad número uno todo lo que tiene que ver con su reino. No es que no cuides tu casa. No es que no proveas para los tuyos. Todo eso es válido. Pero por encima de todo eso la prioridad número uno debe ser “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia y todas las demás cosas os serán añadidas.” Servir a Dios en su iglesia, trabajar para su reino, como maestros, diáconos, ancianos, pastores, líderes, pero también estar involucrados en todo lo que tiene que ver por el bienestar y el adelanto del reino de Dios, sea en evangelismo directo, o directo al invitar a otros, etc. eso debe ocupar lo principal de nuestro tiempo, trabajo, dinero. Dios demanda precedencia y prioridad sobre todo.

            Hemos visto también que Dios espera que le adoremos cuando escuchemos su Palabra predicada. Es Dios quien nos habla por medio de su siervo. Es su palabra misma la que escuchamos cuando la predicación es fiel a la revelación bíblica. No necesitamos nuevos profetas para conocer la voluntad de Dios porque esta se encuentra en las páginas de la Biblia. La Biblia es la voz de Dios dada por escrito. Y cuando esta Palabra es fielmente predicada debe ser recibida. ¿Cómo? Nos dice Hageo con un corazón obediente, con un corazón que ve la voz de Dios detrás del mensaje, con un corazón creyente, humilde, que reconoce el gran privilegio de que Dios nos hable.

            Y vimos también en el último sermón de Hageo 2:1-9 que Dios espera de nosotros que trabajemos en su reino, en su obra con esfuerzo y dedicación descansando en sus promesas mirando al futuro. La tarea de trabajar en el reino nos fue encomendada. Y qué gran privilegio es. Es tu trabajo y es tu vocación. Y Dios espera que te esfuerces en esa obra. Que dés lo máximo y no lo mínimo en la obra del Señor. El no la encomendó a ángeles sino que la encomendó a la iglesia de Cristo. Es nuestra responsabilidad.

            Ahora bien, qué tenemos aquí en los versículos del 10-19 de Hageo capítulo 2. Lo primero que podemos ver en nuevamente la fecha del mensaje profético. V. 10 “A los veinticuatro días del noveno mes, en el segundo año de Darío, vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo, diciendo:” Aquí tenemos el tercer sermón profético que Dios envió por medio del profeta Hageo. La fecha el día 24 del mes noveno, es decir, el 18 de diciembre de 520 A.C. El primer mensaje ocurrió hace cuatro meses atrás en el mes de agosto. Y este tercero ocurre a dos meses después del segundo sermón en octubre.

            Pero antes de darle el mensaje al pueblo de Israel, Hageo consulta con los sacerdotes. Le presenta un caso hipotético para que ellos resuelvan según la ley ceremonial prescrita por Dios. ¿Cuál es el caso hipotético o la pregunta hipotética? V. 12 “Si alguno llevare carne santificada en la falda de su ropa, y con el vuelo de ella tocare pan, o vianda, o vino, o aceite, o cualquier otra comida, ¿será santificada? Y respondieron los sacerdotes y dijeron: No.” ¿Puede la carne que ha sido consagrada en el altar santificar cualquier otra comida? La respuesta es no. La pureza ritual no trasmite físicamente. La santidad ceremonial no se transmite. ¿Pero si la santidad ritual no se transmite ocurre lo mismo con la contaminación ritual? V. 13 “Y dijo Hageo: Si un inmundo a causa de cuerpo muerto tocare alguna cosa de estas, ¿será inmunda? Y respondieron los sacerdotes, y dijeron: Inmunda será.” Si una persona se ha contaminado con muerto y por tanto es inmundo según la ley ceremonial, ¿su inmundicia contamina las demás cosas? La respuesta es sí. La contaminación ritual sí se transmite.

            Entonces Hageo aplica el principio al pueblo de Israel. V. 14 “Y respondió Hageo y dijo: Así es este pueblo y esta gente delante de mí, dice Jehová; y asimismo toda obra de sus manos; y todo lo que aquí ofrecen es inmundo.” Este pueblo y esta gente están contaminados. Y por tanto, toda la obra de sus manos está inmunda. ¿Cómo se han contaminado? Se han contaminado por la actitud negativa que han tenido por las cosas de Dios. Se han contaminado al tener prioridades equivocadas: todo para mí y poco para Dios. Se han contaminado al promover actitudes derrotistas sobre la obra del Señor: es que no es tan gloriosa, tan grande como tiempos antiguos. Se han contaminado porque no se han esforzado en la obra del Señor, en trabajar por su reino con dedicación, esfuerzo, industria. Por pensar: es un fastidio hacer la obra del Señor con tantas cosas que tengo que hacer. Yo no sé para qué hacemos esto si somos pocos, si esto no se compara con lo que hacen otras iglesias. No hay nada más que hacer aquí.

            Hermanos, nuestras actitudes y conductas afectan la adoración a Dios. Si nosotros hacemos las cosas del reino con un corazón molesto, incómodo, irritados, sin fe en lo que hacemos, tal servicio y adoración son rechazados por Dios. Si venimos a la iglesia por venir y no porque deseamos venir estamos fallando ante Dios. Si nuestro cuerpo está aquí pero no nuestro corazón estamos fallando ante Dios. Si no nos esforzamos a servir a Dios nuestra adoración falla ante Dios. Dios dice en 1 Samuel 15:22 “Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros.” E Isaías 29:13 “Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado”. Hermanos, Dios espera que le sirvamos de corazón, por amor, con un deseo de honrarle y servirle. Debemos deleitarnos en el servicio del Señor. Hacerlo con pasión, con dedicación. De lo contrario nada de lo que hagamos le agradará a Dios.

            ¿Cuál es la solución a este problema? V. 15 “Ahora, pues, meditad en vuestro corazón desde este día en adelante, antes que pongan piedra sobre piedra en el templo de Jehová.” Reflexiona sobre lo que hemos dicho y hecho, y cambia tu actitud antes de poner manos a la obra. “antes que pongan piedra sobre piedra en el templo de Jehová.” Porque no es suficiente hacer la obra hay que hacerla con un corazón recto. Con una actitud correcta de honrar a Dios, de adorarle con un corazón obediente. Fidelidad del corazón y no solo de los brazos. Dios pide fidelidad de la cabeza, el corazón y las manos. El pueblo está contaminado porque ellos se han apartado de Dios. El mero hecho de reconstruir el Templo no los santifica a menos que incluya un cambio de corazón y vida. Dios desea que le sirvamos de corazón. No es obediencia ni amor cuando le decimos a nuestro hijo bota la basura y la coge de mala gana y la restrilla en el dron. Ni cuando le decimos a la hija recoge la cama y nos dice: ¡ya voy, ya voy!  y la recoge de mala gana. De igual manera cuando hacemos las cosas de la iglesia de su reino pero no con un corazón humilde, por amor y deseo de adorar a Dios con un corazón alegre, no le agrada a Dios lo que hacemos. La solución: arrepiéntete de tus pecados. Tan sencillo como eso. Reconoce que has fallado. Confiesa: oh Padre mis prioridades han sido las equivocadas, no he tenido una actitud correcta ante la predicación de tu Palabra, no me he esforzado en tu obra. Y si he hecho algo lo que he hecho para cumplir no por amor a Dios, no por deseo de honrarte, tal vez por vanagloria, para que me admiren y no para que tú recibas gloria.

            Ahora bien. Dios desea que mediten en su vida y conducta antes de reiniciar la reconstrucción del Templo. V. 16 “16 Antes que sucediesen estas cosas, venían al montón de veinte efas, y había diez; venían al lagar para sacar cincuenta cántaros, y había veinte.” Antes de todo esto veían que sus cultivos no prosperaban: buscaban veinte efas y solo encontraban diez; iban a buscar cincuenta cántaros de vino y solo recogían 20. ¿Por qué todo esto? Porque yo los castigaba por su desobediencia. Dios enviaba esto para llevarles a recapacitar. ¿Por qué nos viene esto? ¿Será porque estamos pecando? Dios envía esos males para llevarnos a reflexionar en nuestras vidas y preguntarnos: ¿estamos siendo fieles a Dios, hay algún pecado que estamos atesorando? A veces las cosas nos salen mal y no nos sentamos a preguntarnos y a auto-examinar nuestras vidas. Cuando vienen males a nuestra vida debemos preguntarnos si estamos en desobediencia a Dios. Claro está, no toda aflicción viene por causa de la desobediencia. El caso de Job es un ejemplo. Pero eso no significa que muchas de nuestras aflicciones son producto de nuestra desobediencia. Y Dios nos envía males para forzarnos a reflexionar y llevarnos a confesar nuestros pecados y a apartarnos de ellos.

            V. 17 “Os herí con viento solano, con tizoncillo y con granizo en toda obra de vuestras manos; mas no os convertisteis a mí, dice Jehová.” El viento solano es el siroco, un viento del este que seca todo lo que encuentra a su paso. Tizoncillo es un hongo negro en el cereal. Y granizo ustedes saben lo que es. Dios les dio en donde más le duele: en el bolsillo. Su trabajo arduo no prosperó como esperaban y por tanto su entrada económica se disminuía. ¿Con qué propósito? Para que se conviertan a Jehová. Pero no lo hicieron. Hay hermanos en las iglesias donde vemos que viven en desobediencia a Dios y vemos que todo le sale mal y no quieren aprender que la razón de todo esto es su pecado de desobediencia. Y mientras sigan pecando: mientras Dios no sea lo primero en sus vidas, mientras no vivamos consagrando todo lo nuestro a Dios jamás tendrán paz en sus vidas. Se esforzarán en resolver sus problemas pero no lo lograrán porque no tienen la bendición de Dios. Trabajan y no ganan. ¿Por qué? ¿Porque no se esfuerzan? No. Me imagino que los israelitas se fajaban: esperaban 50 cántaros de vino, es decir, trabajaron para cincuenta cántaros, pero como no tenían la bendición de Dios por su desobediencia solo recogieron 20, menos de la mitad. Hermanos, solo la bendición de Dios es la que prospera. Pero Dios bendice la obediencia no la desobediencia.

            Hermanos, no recibimos la bendición de Dios para nuestras vidas mientras no pongamos el reino de Dios, su iglesia, como la prioridad número uno en nuestras vidas. No busquemos excusas delante de Dios. El que siempre tiene excusas delante de Dios sabe que tiene un abogado y cliente por tonto. No excusemos nuestro pecado. El que excusa su pecado jamás prosperará. Pero el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia. Proverbios 28:13 “El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.”

            Entonces Dios nuevamente llama al pueblo a reflexionar. V. 18 Reflexiona en esto. No dejes pasar este momento para reflexionar y arreglar tu vida.

            Pero Dios es un Dios de misericordia. V. 19 “¿No está aún la simiente en el granero? Ni la vid, ni la higuera, ni el granado, ni el árbol de olivo ha florecido todavía; mas desde este día os bendeciré.” Él les da una promesa si hacen lo que Él les dice: si se arrepienten y sirven a Dios con todo su corazón.

            Todavía “Ni la vid, ni la higuera, ni el granado, ni el árbol de olivo ha florecido”. Aún no están en el granero. Es diciembre y por tanto el producto está sembrado y solo nos queda esperar cual va a ser el resultado de la cosecha. Pero Dios les promete: “mas desde este día os bendeciré.” Aunque ustedes han sido desobedientes, aunque ustedes están inmundos por su corazón desobediente e incrédulo, si hoy escuchan mi Palabra y se arrepienten, desde hoy mismo verán mi bendición. RSB: “La gracia de Dios vence por encima del pecado y la contaminación del pueblo. Aunque Dios los disciplina al final la misericordia triunfa sobre el juicio”. Hermanos, Dios está presto a bendecir a todo corazón que se arrepiente. Y desde ese mismo momento comienza a recibir la bendición de Dios. Dios nos les dice cuando yo vea terminado el Templo entonces os bendeciré. No. Desde hoy. Desde el día mismo en que te arrepentiste comienzas a recibir mi bendición. “mas desde este día os bendeciré.”

            ¿Acaso eso no es lo que Dios siempre hace? ¿Acaso eso no es lo que Dios siempre ha hecho con nosotros? Aunque nosotros éramos inmundos delante de Dios por nuestro pecado, Dios proveyó salvación por medio de Cristo. “[Y] Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” 2 Corintios 5:21.  Y desde el mismo momento de nuestro arrepentimiento creyente ya tenemos vida eterna. Desde ese mismo momento hemos pasado de muerte a vida. Desde ese mismo momento somos justificados delante de Dios libres de culpa para siempre y herederos de Dios y coherederos con Cristo. Así dice la Escritura. Juan 5:24 “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.” Juan 6:54 “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”

            Hermanos, Dios no solo espera que le demos a El la prioridad número uno en nuestras vidas por encima de nuestras necesidades básicas de supervivencia: comida, bebida y vestido. También espera que obedezcamos a su Palabra. Que le sirvamos con esfuerzo y dedicación. Pero que lo hagamos con amor. Demuéstrale a Dios cuanto lo amas. Un amor que solo existe en el corazón no es amor verdadero. Un amor que no actúa, ni sufre, ni padece no es el amor que proviene de Dios. Dice 1 Corintios 13:4-5, 7 “El amor es sufrido, es benigno, no busca lo suyo, Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.”

            Sirve a Dios con esfuerzo, con pasión, en obediencia y por amor, agradecidos del amor de Dios por ti en Cristo Jesús.

Sermón: Hageo 2:1-9 Esfuérzate en la obra del Señor

Hageo 2:1-9 “En el mes séptimo, a los veintiún días del mes, vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo, diciendo: 2 Habla ahora a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, y al resto del pueblo, diciendo: 3 ¿Quién ha quedado entre vosotros que haya visto esta casa en su gloria primera, y cómo la veis ahora? ¿No es ella como nada delante de vuestros ojos? 4 Pues ahora, Zorobabel, esfuérzate, dice Jehová; esfuérzate también, Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote; y cobrad ánimo, pueblo todo de la tierra, dice Jehová, y trabajad; porque yo estoy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos. 5 Según el pacto que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto, así mi Espíritu estará en medio de vosotros, no temáis. 6 Porque así dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca; 7 y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos. 8 Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos. 9 La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos.”

 

            Me gustaría refrescarles la memoria con respecto a lo que hemos estudiado hasta ahora sobre el libro del profeta Hageo. Vimos que Dios levantó al profeta Hageo para enviar un mensaje al pueblo de Israel el 29 de agosto de 520 A.C. ¿Cuál era el mensaje? Tus prioridades están equivocadas. Ustedes salieron de Babilonia con un propósito el de reconstruir el Templo de Jehová, pero luego de 18 años, mi Templo está en ruinas, está desolado. La oposición a la construcción del Templo por sus vecinos, los oficiales persas llevaron a desmotivar al pueblo. Y les llevó a cambiar sus prioridades. La reconstrucción del Templo seguía parada. En cambio, las casas de ellos estaban artesonadas, bien construidas, no le falta ninguna de las comodidades. El llamado fue a reanudar la obra del Señor. Hay que poner en prioridad las cosas del reino de Dios. Como Jesús dijo en Mateo 6:33 “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia y todas las demás cosas os serán añadidas”.

            ¿Cómo reaccionó el pueblo al mensaje de Hageo? Increíblemente el pueblo reaccionó favorablemente. Decimos increíblemente porque Hageo fue uno de esos procos profetas que tuvieron el privilegio de que sus palabras fueron bien recibidas. La mayoría de los profetas sufrieron persecución, destierro y martirio por traer el mensaje de Dios. Pero el pueblo recibió la palabra predicada con un corazón obediente, con un corazón que veía a Dios detrás de las palabras del predicador, con un deseo de obedecer. Y todo esto fue fruto de que Jehová despertó el espíritu del gobernador Zorobabel, el espíritu de Josué sumo sacerdote y el espíritu del pueblo.

            Como resultado de esto la reconstrucción del Templo se reanuda para el 21 de septiembre de 520. Y sabemos que ellos fueron fieles ya que el Templo se terminó de reconstruir en cuatro años.

            Pero antes de ver terminado la reconstrucción, el capítulo 2 comienza dándonos una idea de lo que estaba sucediendo casi inmediatamente el pueblo comenzó la reconstrucción.  No habían pasado un mes cuando el pueblo comienza a desanimarse nuevamente. Y Dios nuevamente envía a Hageo con un segundo mensaje.

            V. 1-3 “En el mes séptimo, a los veintiún días del mes, vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo, diciendo: 2 Habla ahora a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, y al resto del pueblo, diciendo: 3 ¿Quién ha quedado entre vosotros que haya visto esta casa en su gloria primera, y cómo la veis ahora? ¿No es ella como nada delante de vuestros ojos?” El mensaje tiene fecha: el mes séptimo, a los veintiún días del mes, es decir, el 17 de octubre de 520 A.C. Esa fecha es importante porque es el último día de la celebración de la fiesta de los tabernáculos, en la cual conmemoran que Dios los cuidó durante su travesía por el desierto, pero también es la fecha en la cual se terminó la construcción del primer Templo bajo Salomón.

            Hageo habla de parte de Jehová a los líderes y al pueblo. El pueblo estaba decepcionado. No se ha hecho mucho y por lo visto la obra no tiene comparación con la obra de Salomón. Algunos de los ancianos que habían visto el Templo de Salomón hace 66 años atrás desanimaron a los hermanos. Lo que tenemos ahora es nada en comparación con su gloria primera. Para ellos el segundo Templo era nada. No es bonita, no es hermosa ni gloriosa como cuando Salomón. Esa es la opinión y observación del pueblo. El pueblo está desanimado.

            En medio de todo esto Dios envía un mensaje de consuelo, un mensaje motivador. ¿Cuál es ese mensaje? Esfuérzate en la obra del Señor, descansando en sus promesas mirando al futuro.

 

I. Esfuérzate en la obra del Señor

            V. 4 “Pues ahora, Zorobabel, esfuérzate, dice Jehová; esfuérzate también, Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote; y cobrad ánimo, pueblo todo de la tierra, dice Jehová, y trabajad”. Dios les dio una tarea: reconstruyan mi Templo. Ese era su deber. Pon mi reino, mi casa, mis negocios en prioridad. Oh hermanos, que hermoso es nuestro Dios. Que gran privilegio Dios nos da de trabajar en la obra del Señor. No solo es nuestro deber es un gran privilegio.

            Ahora bien, esa es nuestra tarea. Pero por encima de ser nuestra tarea, trabajar en el reino es la obra del Señor. Y esa tarea nos ha sido delegada por Dios. El mandato es dado a la iglesia. Dios no les dice: “Yo sé que la tarea es enorme, yo sé que ustedes son pocos, pero no se preocupen yo les voy a enviar una legión de ángeles para que hagan la obra por ustedes”. No. Esfuérzate Zorobabel, esfuérzate Josué, esfuérzate pueblo de Dios. Somos nosotros los llamados a trabajar por el Señor. Es nuestro deber. Es nuestro privilegio. Es nuestra bendición.

            Y yo te pregunto, ¿te estás esforzando en la obra del Señor. ¿Estás trabajando con ahínco, con dedicación? Dios nos llama a trabajar por la obra del Señor con esfuerzo, con valentía, con fuerza. Esto es algo que Dios repite una y otra vez en la Biblia. A Josué Dios les dijo por medio de Moisés en Deuteronomio 21:33 “Y dio orden a Josué hijo de Nun, y dijo: Esfuérzate y anímate, pues tú introducirás a los hijos de Israel en la tierra que les juré, y yo estaré contigo.” Se lo vuelve a repetir después de la muerte de Moisés y antes de pasar el Jordán. Josué 1:9 “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.” Lo mismo le dijo David a Salomón en 1 Crónicas 28:20 “Dijo además David a Salomón su hijo: Anímate y esfuérzate, y manos a la obra; no temas, ni desmayes, porque Jehová Dios, mi Dios, estará contigo; él no te dejará ni te desamparará, hasta que acabes toda la obra para el servicio de la casa de Jehová.” Lo mismo dice Pablo a la iglesia de los Corintos en 1 Corintios 16:13 “Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos.”

Y lo mismo se lo dice Pablo a Timoteo en su calidad como ministro en 2 Timoteo 2:1 “Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús.”

            ¿Te estás esforzando en la obra del Señor? Mira a Jesús que para El hacer la obra que le encomendó su Padre era su deleite y acabar la obra puesta sobre Él. Se levantaba temprano para orar siendo aún oscuro, trabajada hasta el agotamiento al punto que cuando se durmió en la barca ni siquiera una tormenta lo podía despertar. Y llevó a los discípulos a quejarse en Marcos 8:38 “Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?”

            Pero Dios sabe lo frágil que somos, lo fácil es que nos desanimemos. Cuando vemos que la tarea es grande y que nosotros somos pocos nuestra tendencia es a desanimarnos. Y comenzamos a soñar y a recordar la época pasada y pesamos que esa era la época dorada, la época perfecta. ¡O si nuestra iglesia fuera como la iglesia primitiva en donde todas las cosas estaban mejor que ahora! O soñamos la era de la Reforma en donde vemos como la Reforma se extiende por toda Europa occidental y trasforma el mundo de la época. O soñamos la época del Gran Avivamiento en los EE. UU. y Gran Bretaña y preguntamos dónde están los George Whitefield y los Jonathan Edwards de nuestra época.

            Por eso Dios le dice al pueblo por medio de Hageo: Esfuérzate en la obra del Señor, sin olvidar algo importante. ¿Qué es?

II. Descansando en sus promesas

            V. 4b “Esfuérzateporque yo estoy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos.” La base y fundamento para poder hacer la obra del Señor lo es descansar en sus promesas. Tengan ánimo, esfuércense, sean valientes porque yo estoy con vosotros. Pongan su mirada en el lugar correcto. ¿Qué es lo que hace glorioso el Templo: el oro, la plata, las piedras preciosas: o el hecho de la presencia de Jehová? Es el hecho de la presencia de Jehová lo que hace glorioso el Templo. No es la gloria externa sino la gloria interna lo que deben mirar.

            La gloria de la Iglesia de Cristo no descansa en lo grande de sus catedrales, ni en el número de sus miembros, ni en las riquezas materiales que posee. La gloria de la Iglesia descansa en que Dios habita en medio nuestro por medio de su Palabra y Espíritu. Y Dios ha prometido no solo salvar a su pueblo sino también vivir en medio de ellos. Esa es la meta de la obra de redención. Por eso el versículo 4 debemos conectarlo con el versículo 5 y ver que Dios cumple su Palabra. V. 4b-5 “Esfuérzateporque yo estoy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos. Según el pacto que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto, así mi Espíritu estará en medio de vosotros, no temáis.” Dios habita prometido estar con el pueblo de Israel cuando salieran de Egipto. Éxodos 29:45-46 “Y habitaré entre los hijos de Israel, y seré su Dios. 46 Y conocerán que yo soy Jehová su Dios, que los saqué de la tierra de Egipto, para habitar en medio de ellos. Yo Jehová su Dios.” Dios prometió estar con ellos y habitar en medio de ellos y El cumple su palabra. Pero fíjate lo interesante de lo que dice aquí Dios por medio de Hageo. “Según el pacto que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto”. Dios dice: yo hice pacto con ustedes mismos cuando hice pacto con sus padres. Hermanos, Dios promete ser el Dios nuestro y el Dios de nuestra simiente. Nuestros hijos están en pacto con Dios en virtud de que nosotros los padres hemos entrado en pacto con Dios. Por eso los bautizamos.

            ¿Cómo sabemos que Dios está con nosotros? Porque creemos en sus promesas. El ha prometido estar con nosotros. Y no solo eso. Él ha prometido darnos la fuerza y los ánimos para hacer su obra. Por eso dice: “así mi Espíritu estará en medio de vosotros, no temáis.” ¿Qué quiere decir mi Espíritu estará en medio de vosotros? No solo su presencia sino también su gracia para animarnos, fortalecernos, impulsarnos. La valentía y el esfuerzo nuestro descansa en el poder del Espíritu Santo, por tanto, esforcémonos en hacer la obra del Señor, pero en total dependencia del Espíritu de Dios. Es su gracia el fundamento de nuestra obediencia. Como hijos agradecidos esforcémonos en servir. 

            Ahora bien. Hasta ahora hemos visto que el mensaje de Hageo ha sido: esfuérzate en la obra del Señor descansando en sus promesas. Pero falta algo importante. ¿Cuál es? Esfuérzate en la obra del Señor descansando en sus promesas, mirando al futuro.

III. Mirando al futuro

            V. 6-9 “6 Porque así dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca; 7 y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos. 8 Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos. 9 La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos.” Fíjate que Dios habla en tres tiempos en el pasaje: presenta, pasado y futuro. Al principio quiere que miren al presente: esfuérzate para hacer la obra del Señor. Mira al pasado: yo estoy con vosotros como les prometí cuando salieron de Egipto. Ahora Dios quiere que vean hacia el futuro.

            Dentro de poco estremeceré a todo el universo “haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca; 7 y haré temblar a todas las naciones,”. Lo que voy a hacer es algo cósmico. ¿Qué será? “Vendrá el Deseado de todas las naciones”. ¿Quién es? El es el Cristo. El es el Deseado de todas las naciones. Todos los seres humanos indirectamente desean un salvador. Todos desean inmortalidad. Todos desean ser librados de las miserias de esta vida. Todos anhelan la salvación. Por eso todas las religiones del mundo prometen salvación. El único problema es que solo el Cristo de la Biblia es el único que salva. Hechos 4:12 “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” Todos buscan salvarse por la razón equivocada: solo de las miserias de esta vida. Buscan salvación de la muerte, de la pobreza, de la tiranía de los gobiernos, de la depresión, de los problemas familiares, de la soledad, etc. Y desean ser salvos con sus pecados. Pero solo Jesús es el Salvador, no solo de todas las miserias de esta vida sino de lo más importante de la culpa del pecado, del poder del pecado y de la ira de Dios sobre los pecadores. Dios envió a su Hijo para comprar una salvación plena, total, perfecta. A ser disfrutada en esta vida. Pero su pleno disfrute y realización lo es cuando venga por segunda vez a buscar a su iglesia.

            Entonces nos dice Hageo V.99 La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos.” La gloria postrera del Templo será mayor que la primera. A El se reunirán todas las naciones y todos los reinos del mundo vendrán a ser del Cristo. Y su iglesia será inmensa como el polvo de la tierra, de toda tribu, nación y lengua. Y habrá paz, verdadera paz, sin necesidad de armas, porque Dios habita en medio de ella.

            Por causa de esto esfuérzate en la obra del Señor descansando en sus promesas mirando hacia el futuro.  

Sermón: Hageo 1:12-15 Recibiendo la Palabra

Hageo 1:12-15 “Y oyó Zorobabel hijo de Salatiel, y Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, y todo el resto del pueblo, la voz de Jehová su Dios, y las palabras del profeta Hageo, como le había enviado Jehová su Dios; y temió el pueblo delante de Jehová. 13 Entonces Hageo, enviado de Jehová, habló por mandato de Jehová al pueblo, diciendo: Yo estoy con vosotros, dice Jehová. 14 Y despertó Jehová el espíritu de Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y el espíritu de Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, y el espíritu de todo el resto del pueblo; y vinieron y trabajaron en la casa de Jehová de los ejércitos, su Dios, 15 en el día veinticuatro del mes sexto, en el segundo año del rey Darío.”

 

            Han pasado alrededor de 20 años desde que un remanente del pueblo de Israel regresara a Jerusalén. Habían regresado porque era la voluntad de Dios. El había movido el corazón de Ciro rey de Persia para que dejara ir al pueblo de Israel que estaba cautivo. El propósito de regresar era con miras a reconstruir el templo de Jehová. El templo simboliza la presencia misma de Jehová. Y el hecho de que los judíos pararan la construcción era un mensaje: no es importante que Dios habite en medio nuestro. A lo cual Dios levantó al profeta Hageo para traerles el mensaje de Jehová: tus prioridades están equivocadas. Dices que no tienes tiempo para reconstruir mi casa, pero veo que sí tienes tiempo para, no solo reconstruir la tuya, sino para llenarla de lujos y comodidades. Mi casa está desierta o en ruina y tu casa está artesonada, llena de todas las comodidades.

            Ese fue el mensaje que Dios trajo al pueblo de Israel en Jerusalén por medio del profeta Hageo. El día que dio el mensaje fue el 29 de agosto de 520 A.C. ¿Cómo reaccionó el pueblo ante ese mensaje? Y tan importante como es esa pregunta es la siguiente, ¿Cuál debe ser nuestra actitud al oír la Palabra de Dios predicada? La Palabra de Dios debe ser recibida. ¿Con qué actitud?

I. Con un corazón obediente

            V. 12a “Y oyó Zorobabel hijo de Salatiel, y Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, y todo el resto del pueblo”. El verbo oír en la Biblia tiene el sentido de obedecer. Como cuando le decimos a nuestros hijos: tú no estás escuchando lo que te estoy diciendo: vota la basura. Por tanto, cuál fue la actitud del pueblo de Dios cuando escuchó la Palabra de Dios predicada por el profeta Hageo: ellos recibieron esa palabra con un corazón obediente. No solo los líderes: Zorobabel y Josué sino también el resto del pueblo. Hermanos debe haber armonía entre el liderazgo y el pueblo de Dios. Los líderes son el ejemplo a seguir y deben ser los primeros en poner la mano en el arado. Pero el mensaje no es solo para ellos sino para toda la iglesia de Cristo y para todos a quien Dios envía su Palabra. 

            Y nos dice Hageo que el pueblo fue rápido en obedecer. V. 15 “en el día veinticuatro del mes sexto, en el segundo año del rey Darío.” Es cierto que se tardaron 23 días calendario en iniciar la obra. El mensaje fue dado el 29 de agosto de 520 y reiniciaron la reconstrucción el 21 de septiembre de 520 A.C. Pero esos 23 días fueron los preparativos para la obra: conseguir los arquitectos, los materiales, asegurar el dinero para la obra. Sabemos que la construcción del templo se hizo en cuatro años. Aunque habían pasado casi veinte años de su regreso a Jerusalén y habían reconstruido el altar de sacrificios la obra no estaba terminada. Pero ahora, con un corazón obediente lo reconstruyeron en 4 años. Fueron prestos en obedecer.

            Hermanos, Dios toma nota de nuestra actitud ante su Palabra de cuán prestos somos en obedecer su Palabra. Nuestra actitud ante su Palabra predicada debe ser de recibirla con un corazón obediente, poniéndola por práctica inmediatamente.

             ¿Con qué actitud debe ser recibida su Palabra?

II. Con un corazón que teme a Dios

            V. 12b “y temió el pueblo delante de Jehová.” Ellos no solo obedecieron la Palabra de Dios sino que recibieron esa palabra con un corazón que teme a Dios. ¿Qué es temer a Dios? Temerle es reverenciarle, respetarle, es honrarle y es evitar todo aquello que ofenda a Dios.

            Hermanos, nosotros podemos ofender a Dios. El es ofendido cuando no obedecemos su Palabra. Por eso el Salmo 112:1 conecta el temor de Jehová con la obediencia a su Palabra. Salmo 112:1 “Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, Y en sus mandamientos se deleita en gran manera.” Deleitarse no es decir meramente qué lindo, qué bellos, qué sabios son los mandamientos de Dios. Deleitarse es regocijarse en obedecerlos. EBC: “El hijo de Dios quien ama a Dios desea hacer la voluntad de Dios aquí en la tierra.” Él sabe que el propósito de Dios en enviar su mensaje es que aprendamos a temerle a Él únicamente. Por eso Eclesiastés 12:13 “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.”

            Y esa es la característica distintiva de las iglesias de Cristo. Hechos 9:31 “Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo.”

            Juan Carlos Ryle lo dijo bien cuando dijo: “No hagas nada que tú no quieras que Dios vea. No digas nada que tú no quieras que Dios oiga. No escribas nada que tú no quieras que Dios lea. No vayas a ningún lugar que tú no quieras que Dios te encuentre. No leas ningún libro que tú no quieras que Dios te diga: déjame verlo”.

            ¿Con qué actitud debe ser recibida su Palabra?

III. Con un corazón que ve a Dios detrás de su Palabra

            V. 12 “Y oyó Zorobabel hijo de Salatiel, y Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, y todo el resto del pueblo, la voz de Jehová su Dios, y las palabras del profeta Hageo, como le había enviado Jehová su Dios”. Detrás de las palabras fielmente expuestas debemos ver la voz de Dios. Él es el único que tiene autoridad final sobre nosotros. Es a El que le daremos cuenta de todo lo que oímos.

            Oh hermanos, cuando escuchamos la Palabra de Dios predicada, si ésta es fielmente expuesta, debemos recibirla como lo que es: la Palabra de Dios para ti. Debemos recibirla como si Dios mismos hubiera descendido del cielo y te estuviera hablando cara a cara. Comentando sobre este pasaje dijo Juan Calvino: “La gloria de Dios brilla de tal manera en su palabra que debemos ser movidos por ella, así que cuando Él nos habla por su siervo es como si Él se acercara a nosotros cara a cara.”

            Esa fue la actitud correcta y santa que hizo la iglesia de los tesalonicenses cuando oyeron el mensaje del apóstol Pablo. Busquemos 1 Tesalonicense 2:13 “Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.”

            ¿Es esa nuestra actitud ante su Palabra predicada? ¿Es su Palabra predicada solo un lindo consejo? ¿O es la Palabra de Dios en verdad? ¿Con cuánta reverencia y prontitud debemos recibirla?

            No se necesita probar que es la Palabra de Dios con un milagro: Hageo no hizo ninguno.  Ya esta Palabra ha sido confirmada con diversos milagros en la época apostólica. No necesita ningún otro. Solo ver que sea fielmente predicada, aunque no nos guste lo que se dice.

            ¿Con qué actitud debe ser recibida su Palabra?

IV. Con un corazón que confía en las promesas de Dios

            V. 13 “Entonces Hageo, enviado de Jehová, habló por mandato de Jehová al pueblo, diciendo: Yo estoy con vosotros, dice Jehová.” Luego de que el pueblo responde al mensaje en obediencia, Dios envía nuevamente a Hageo con unas palabras de consuelo: “Yo estoy con vosotros, dice Jehová.” Hermanos, Dios es el Dios de toda consolación. El no solo nos da sus mandamientos sino también promete su presencia en medio nuestro. Constantemente en las Escrituras vemos la promesa Emanuel, Dios con nosotros. ¿Por qué temer a nuestros enemigos si Dios siempre está con nosotros?  Si por Cristo Jesús hemos sido reconciliados con Dios para nunca jamás ser sus enemigos. ¿Cómo es posible que dudemos de su presencia en medio de nuestros? Pero todos somos así. Somos tan débiles que necesitamos constantemente que se nos recuerde que nada en el mundo nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús. Sabiendo que somos polvo Dios envía nuevamente a Hageo para consolar al pueblo. Y decirles que aunque Dios los regañó no significa que los ha rechazado. El padre que ama a su hijo lo disciplina, lo regaña. Así hace Dios. Su regaño nos debe siempre recordar: mi Padre me ama y su disciplina es para mí: amor.

            Y Dios nos dice eso mismo a nosotros en las palabras de Isaías 41:10 “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.”

            ¿Con qué actitud debe ser recibida su Palabra?

V. Con un corazón que reconoce que las fuerzas son de El

            V. 14 “Y despertó Jehová el espíritu de Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y el espíritu de Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, y el espíritu de todo el resto del pueblo; y vinieron y trabajaron en la casa de Jehová de los ejércitos, su Dios,”. El espíritu dormido del pueblo fue despertado por Dios mismo. Es cierto que ellos obedecieron. Es cierto que fueron ellos los que pusieron manos a la obra. Pero jamás hubieran obedecido si Dios no despertaba su corazón. Hermanos, es Dios quien produce el querer como el hacer por su buena voluntad dice Filipenses 2:12-13.  No solo la salvación es de pura gracia, el todo de la vida cristiana es de pura gracia.

            Cada momento, cada segundo de nuestra vida depende de la energía vivificadora de Dios Espíritu Santo. Muchas veces en nuestra vida nos sentiremos que no tenemos fuerzas, que lo hemos dado todo, que no sabemos cómo podemos obedecer a Dios y cumplir con nuestros deberes en la iglesia, en la familia, en nuestra vida. Todo genuino creyente experimenta esto en su vida. ¿Cómo yo puedo seguir adelante si no tengo fuerzas? La respuesta la da Hageo: es Dios quien nos da nuevas fuerzas. Es su Espíritu quien despierta en nosotros el sentido del deber. Su gracia y poder están prestos a sostenerte. No tienes fuerzas búscalas en Aquel que es todopoderoso. Fortalécete en el Señor y en el poder de su fuerza. Efesios 6:10.

            Hay algo importante que señalar que esa fortaleza depende de cómo recibimos su Palabra. Busquemos 1 Juan 2:14 “Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno.” ¿Quiénes son los padres, los jóvenes y los hijitos en el contexto? Ellos son todo lo que compone cada congregación. Hay padres, es decir, personas bien mayores quienes por su edad y experiencias tienen un grado alto de madurez. Los jóvenes son los adultos más jóvenes en la congregación. Y los hijitos son los niños en la iglesia que como niños están aprendiendo, pero todavía no tienen la madurez de los jóvenes y los padres.  Los padres en la iglesia son fuertes y los jóvenes también, pero con una condición: no por la fortaleza física que todavía poseen sino si la palabra de Dios permanece en vosotros. Si ella permanece, si ella es creía de todo corazón, si es obedecida de corazón entonces somos fuertes en el Señor. Tú eres más fuerte de lo que te imaginas. Solo si la palabra de Dios mora en ti.

            ¿Cómo debe ser recibida la Palabra de Dios predicada? Debe ser recibida con un corazón obediente, que teme a Dios, que ve a Dios detrás de esa Palabra predicada, que cree en las promesas de Dios y que reconoce que las fuerzas son de Él. ¿Cuál es la actitud que te define a ti?

 

Sermón: Hageo 1:1-11 ¿Cuál es tu prioridad?

Hageo 1:1-11 “En el año segundo del rey Darío, en el mes sexto, en el primer día del mes, vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, diciendo: 2 Así ha hablado Jehová de los ejércitos, diciendo: Este pueblo dice: No ha llegado aún el tiempo, el tiempo de que la casa de Jehová sea reedificada. 3 Entonces vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo, diciendo: 4 ¿Es para vosotros tiempo, para vosotros, de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está desierta? 5 Pues así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad bien sobre vuestros caminos. 6 Sembráis mucho, y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto. 7 Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad sobre vuestros caminos. 8  Subid al monte, y traed madera, y reedificad la casa; y pondré en ella mi voluntad, y seré glorificado, ha dicho Jehová. 9 Buscáis mucho, y halláis poco; y encerráis en casa, y yo lo disiparé en un soplo. ¿Por qué? dice Jehová de los ejércitos. Por cuanto mi casa está desierta, y cada uno de vosotros corre a su propia casa. 10 Por eso se detuvo de los cielos sobre vosotros la lluvia, y la tierra detuvo sus frutos. 11  Y llamé la sequía sobre esta tierra, y sobre los montes, sobre el trigo, sobre el vino, sobre el aceite, sobre todo lo que la tierra produce, sobre los hombres y sobre las bestias, y sobre todo trabajo de manos.”

 

            Es la convicción de la sesión de esta iglesia y de su pastor que este libro del profeta Hageo es importante para la vida de esta iglesia. Ya hemos estudiado este profeta cuando estuvimos estudiando los profetas del AT. Hoy damos inicio a una pequeña serie de sermones acerca de este libro importante. Será pequeño en cantidad de capítulos y versículos, pero es grande en contenido. Veamos los primeros tres versículos para entender el contexto del libro.

            V.1 “En el año segundo del rey Darío, en el mes sexto, en el primer día del mes”. Hageo es uno de los profetas menores. Y estos se le llama así por el hecho de lo poco que escriben. Hageo solo consta de dos capítulos si los comparamos por ejemplo con Isaías que contiene 66 capítulos. Lo interesante de estas palabras de inicio es que Hageo nos da la fecha exacta del comienzo de su profecía dada en forma de cuatro sermones. Y nos dice que su mensaje profético se dio “En el año segundo del rey Darío, en el mes sexto, en el primer día del mes”. Este rey Darío de Persia es Darío Hyptases quien reinó Persia entre los años del 522-486 A.C.  Por tanto, si es el segundo año estamos hablando del año 520 A.C. El mes sexto en el calendario babilónico lo es agosto y el mes primero lo es el 29. Así que Hageo ubica su profecía en el 29 de agosto de 520 A.C. Y esto es importante par poder entender la profecía de Hageo. Significa que si el rey Ciro de Persia dejó ir a los cautivos de Babilonia en el 538 A.C. entonces han pasado casi veinte años desde que los judíos han llegado a Israel. ¿Para qué regresaron? El libro de Esdras nos dice en Esdras 1:1-3 “En el primer año de Ciro rey de Persia, para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, despertó Jehová el espíritu de Ciro rey de Persia, el cual hizo pregonar de palabra y también por escrito por todo su reino, diciendo: 2 Así ha dicho Ciro rey de Persia: Jehová el Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá. 3 Quien haya entre vosotros de su pueblo, sea Dios con él, y suba a Jerusalén que está en Judá, y edifique la casa a Jehová Dios de Israel (él es el Dios), la cual está en Jerusalén.” Dios movió el corazón de un rey pagano para que dejara ir a los judíos a Jerusalén para que “edifiquen la casa a Jehová Dios de Israel”. Su misión principal es la de reconstruir el templo de Salomón que Nabucodonosor había destruido. Pero han pasado veinte años y eso no ha ocurrido.

            El proyecto se inició y se construyó el altar de sacrificios. Pero al poco tiempo la obra se detuvo. ¿Por qué? Porque los samaritanos y otros pueblos se opusieron al proyecto. El pueblo se desanimó y abandonaron la tarea de reconstruir el templo.

            Entonces nos dice el versículo 1 “vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo”. ¿Quién es Hageo? Aparte de lo que leemos en este su libro y lo que aparece en el libro de Esdras no sabemos nada más. Hageo no menciona como otros profetas su tribu, ni su padre, ni su profesión. Sabemos que es uno de los profetas de la restauración, uno de los profetas pos-exílicos. Pero lo importante no es el vaso de barro sino su contenido. Ha Dios le ha placido poner su tesoro en vasos de barro para que la gloria sea solo suya.

            Nos dice además este versículo primero a quién fue dirigida este primer sermón de cuatro.  “vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, diciendo:” El mensaje es dirigido en primer lugar a los líderes del pueblo de Israel: a Zorobabel quien era gobernador de Judá nombrado por el rey, y quien era descendiente del rey David. Es dirigido también a Josué quien era el sumo sacerdote y quien era descendiente del sacerdote Zadoc, nombrado por Salomón.  ¿Por qué a ellos? Porque ellos, como líderes del pueblo son responsables, en primer lugar, de poner por práctica la palabra de Dios y buscar que el pueblo de Dios obedezca a esa palabra. Pero el mensaje no se limita a ellos. El mensaje es para la iglesia de Dios. Este mensaje es para ti.

            ¿Cuál es el contenido de este primer sermón de Hageo? El contenido lo es desde los versículos 2-11. ¿Qué dice Dios?

            V. 2 “Así ha hablado Jehová de los ejércitos, diciendo: Este pueblo dice: No ha llegado aún el tiempo, el tiempo de que la casa de Jehová sea reedificada.”    Dios se queja de las actitudes de su pueblo. El pueblo de Israel dice que todavía no ha llegado el tiempo, el momento adecuado, el momento perfecto para que cumplamos la voluntad de Dios de reconstruir el templo. Oh hermanos. El tiempo de obedecer a Dios es ahora, no es mañana, ni pasado. Es ahora el momento de servir a Dios. Todo tiempo es el tiempo perfecto para obedecer a Dios. Hermanos, Dios no aprueba cuando obedecemos con el freno puesto. O cuando somos lentos en obedecer. Por eso en la oración del Padre nuestro Jesús nos dice que debemos orar: “Sea hecha tu voluntad en la tierra como en los cielos”. ¿Y cómo se hace la voluntad de Dios en los cielos? Con rapidez, con prontitud. Por eso los ángeles son descritos con alas que indican lo veloz que son en cumplir con la voluntad de Dios.

            Hermanos, Dios nos llama a ser celosos de su palabra, a ser celosos en obedecer. A no dejar para mañana lo que debes hacer hoy. A demostrarle a Dios que El no nos ha redimido en vano. En ver que es un gran privilegio el servir a tan maravilloso Dios que nos salvó para sí.

            El profeta Hageo nos dice que no veas la reprensión del Señor como algo negativo sino todo lo contrario. Dios reprende la dejadez de su pueblo para estimularlos al deber. Y esto es también un acto de misericordia. Dios no nos deja andar sueltos como cabetes. El nos dice cuál es su voluntad.

            ¿Cuál es entonces su voluntad?

            V. 3-4 “Entonces vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo, diciendo: 4 ¿Es para vosotros tiempo, para vosotros, de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está desierta?” La voluntad de Dios es: ponme a mí como tu prioridad número uno. Dios les dice: ustedes no tienen tiempo para mí, pero yo veo que si tienen tiempo para vosotros. No tienen tiempo para reconstruir mi casa, pero sí tienen tiempo no solo para construir las suyas sino para decorarlas a esplendidez. Yo no “puedo” habitar en mi casa, pero ustedes habitan en “casas artesonadas”. “Mi casa está desierta”, o en ruinas, pero sus casas están bien construidas. Ustedes dicen que no tienen tiempo que siempre están ocupados, pero yo veo que sí tienen tiempo para ustedes.

            Pero Jehová les dice: tus prioridades están equivocadas. No hay tiempo para reedificar mi casa, pero sí hay tiempo para construir las tuyas. No hay tiempo para empañetar mi casa de adoración, pero si hay tiempo para hacerlo para tu casa. Mi casa está desierta y la tuya bien construida “casa artesonada”, es decir, con todas las comodidades: pintada, la grama recortada, con varios televisores, con la nevera que necesitas, con el abanico que lograste conseguir, sellaste el techo, compraste un nuevo acondicionador de aire, la silla que querías, etc., pero para mí, para mi casa no has sacado tiempo.

            Hermanos, en esto los felicito. Felicito a toda la iglesia porque se ha pintado el templo, se compraron sillas nuevas, se limpió el estacionamiento, se compraron baños nuevos, se le compró al pastor una silla nueva, se compraron dos carpas, se compró una nevera nueva, tenemos una nueva estufa, se compraron dos acondicionadores nuevos. Todo eso era necesario hacerlo. Y los felicito porque procuraron adornar el templo. Sigan así. No dejen que este santuario se nos caiga encima. Hay que estar encima de él todo el tiempo. Pero todavía hay cosas que hacer. La obra no se ha terminado.

            Y la obra de edificar la casa de Dios no se limita ni consiste únicamente en pintar la iglesia, comprar sillas, etc. Ni es la prioridad número uno tampoco. La iglesia es el pueblo del Señor. La iglesia son las ovejas de Cristo, por quienes él dio su vida para rescatarlas. La iglesia somos nosotros. Y por tanto la tarea principal de la iglesia es la de discipular a los creyentes. Es la de edificarnos unos a otros. Jesús lo dijo así en la Gran Comisión en Mateo 28:19-20 “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.”
Dios no nos llama a hacer meros convertidos sino a hacer discípulos. Y esos discípulos tienen que ser discipulados hasta que partan de esta vida. Hay que enseñarles que guarden todas las cosas que Cristo ha mandado. Y eso es mucho trabajo. Hay mucho que hacer porque hay mucho que aprender. Y hay mucho que poner en práctica.

            Nuestra prioridad número uno debe ser edificar la iglesia de Cristo. Cada uno de nosotros está llamado a edificar a su hermano. No solo los pastores tienen esa responsabilidad. Todos somos responsables en edificar la iglesia de Cristo. Busquemos 1 Tesalonicenses 5:9-11 “Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, 10 quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él. 11 Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis.” Porque Dios nos ha escogido para salvación por medio de Jesucristo quien murió por nosotros para que ya sea que estemos vivos o muramos siempre estará con nosotros, entonces, por la salvación que nos ha dado y la unión permanente que tenemos con Cristo, animaos unos a otros y edificaos unos a otros.

¿Cómo yo lo hago?

            Yo como miembro de la iglesia de Cristo lo hago de varias maneras:

1. con nuestra presencia en todos los cultos de la iglesia. Cada culto ha sido diseñado para tu edificación. Y la presencia de todos los hermanos nos anima. De igual manera su ausencia nos desanima. Pero Dios nos llama a animarnos unos a otros como agradecimiento de que Dios no nos ha puesto para ira, es decir, para ir al infierno. ¿Cuán agradecido estás de que Dios no te haya puesto para ir al infierno? Dios no te ha puesto para ira no porque lo bueno que tu eres, lo honrado que eres, la buena madre que eres, el buen ser humano que eres. No porque nos lo merecemos sino por su libre voluntad. El no estaba obligado a hacerlo. Tenía todas las razones del mundo para no hacerlo. Pero te escogió por que le agradó hacerlo así. Romanos 9:16 “Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.”

            Los cultos de los jueves dan pena. Allí es el lugar perfecto para cumplir la voluntad de Cristo cuando él al añadir a la iglesia los que han de ser salvos como dice Hechos 2:47, vemos que la iglesia poseía estas marcas Hechos 2:42 “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.” Y en las oraciones se refiere a los cultos de oraciones. ¿Cómo lo sabemos? Porque Lucas está hablando lo que la iglesia hacía en conjunto. En conjunto: tomaban la Santa Cena (partimiento del pan), compartían juntos (comunión unos con otros), escuchaban sermones (perseveraban en la doctrina de los apóstoles) y se reunían juntos a orar (en las oraciones).

2. En servir como maestros y en enseñar la palabra. ¿Por qué los maestros de la iglesia son los mismos de siempre? ¿Acaso Dios no sigue dando dones a la iglesia? Todo creyente anhela conocer más y más a su Dios que lo ha salvado. Anhela aprender más y más de la palabra. Anhela dar a conocer a Cristo a los pecadores. Pero hoy día vivimos vidas muy cómodas cuando se refiere a la iglesia de Cristo.

            En apoyar la escuela dominical. Hay hermanos que en vez de subir se quedan abajo hablando. Lo mismo hacen los jueves.

3. En pintar, en cuidar, arreglar el templo que Dios nos ha dado. Pero ¿acaso no nos alabaste por ello? Sí los alabo. Pero todavía podemos mejor en esto. El trabajo recayó nuevamente en pocas manos, en pocas manos. Y siempre son los mismos. ¿Pero es que no tengo tiempo? Eso mismo dijeron los judíos en este pasaje y Dios los reprendió por ello. No hay tiempo para mi casa, pero sí para su casa.

            Hermanos, sin que crea que los creyentes se salvan por las buenas obras hay que decir esto. Hay que admirar a Doña Mery. Porque aún con sus dificultades para caminar y moverse ella trabaja físicamente en la casa del Señor. Ella saca tiempo para limpiar las copas cuando se da la Santa Cena. Ella asiste los jueves al culto de oración. Ella ayudó por una semana completa a cocinar cuando vinieron los misioneros en el verano hace dos años atrás. No me vengan a decir que no se puede. Que es difícil, que no tengo tiempo.  Dios nos dice Yo, mi casa, mi reino, mi iglesia, debe ser la prioridad número uno de nuestras vidas.

            Dios les dice algo adicional. El les dice no esperen mi bendición si no lo hacen así. V. 6 “Sembráis mucho, y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto.” V. 9-11 “Buscáis mucho, y halláis poco; y encerráis en casa, y yo lo disiparé en un soplo. ¿Por qué? dice Jehová de los ejércitos. Por cuanto mi casa está desierta, y cada uno de vosotros corre a su propia casa. 10 Por eso se detuvo de los cielos sobre vosotros la lluvia, y la tierra detuvo sus frutos. 11 Y llamé la sequía sobre esta tierra, y sobre los montes, sobre el trigo, sobre el vino, sobre el aceite, sobre todo lo que la tierra produce, sobre los hombres y sobre las bestias, y sobre todo trabajo de manos.” Hermanos, no podemos esperar la bendición en todo lo que hacemos si no le damos a Dios la prioridad número uno en nuestras vidas. Trabajaremos y el dinero se nos escapará como el agua en las manos. Nos esforzaremos en ahorrar y será en vano. Lo poco que ahorramos se van en reparar la nevera, la planta eléctrica, el televisor, el carro, etc. No saldremos del plato.

            ¿Qué Dios espera de nosotros en este mensaje? Que meditemos en nuestros caminos. V. 5 “Pues así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad bien sobre vuestros caminos.” Y lo repite en versículo 7. Cada uno de nosotros debe meditar y preguntarse si Dios, su reino, su iglesia, su servicio es la prioridad número uno de sus vidas. Y debemos preguntarnos que si lo es así en nuestro corazón. Y también si lo es así en lo que hacemos.

            ¿Por qué yo debo darle la prioridad número uno? Porque solo así Dios es honrado. V. 8 “Subid al monte, y traed madera, y reedificad la casa; y pondré en ella mi voluntad, y seré glorificado, ha dicho Jehová.” Dios es honrado cuando El es la prioridad número uno en nuestras vidas. Cuando su reino, su iglesia es la prioridad número uno por encima de la nuestra.

            ¿Es Dios y su iglesia la prioridad número uno en tu vida? Yo espero que sí.

Sermón: Mateo 25:31-40 El Destino de los Convertidos

Mateo 25:31-40 “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, 32 y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. 33 Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. 34 Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. 35  Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; 36 estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. 37 Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? 38 ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? 39 ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? 40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.”

 

            Hermanos y amigos, hemos estado estudiando un tema que es súper importante. El tema que hemos venido predicando lo es la conversión. Decimos que es súper importante porque sin ella nadie entra en el reino de los cielos. Por lo menos en cuanto a los adultos se refiere.

            Todo el mundo necesita ser convertidos a Dios y a Cristo Jesús por el poder del Espíritu Santo. Porque sin ella no hay salvación ni vida eterna.

            Vimos que la conversión es una obra en el corazón de los pecadores. Y ella es fruto del nuevo nacimiento. Jesús mismo dijo en Juan 3:3, 5 “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. V. 5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” El nuevo nacimiento es la causa de la conversión, es la causa de poder ver el reino de Dios y de poder entrar en el reino de Dios.

            Pero hay algunos que no quieren venir a Cristo para tener vida. Rechazan el evangelio. Algunos abiertamente y agresivamente. Otros lo rechazan no de una manera agresiva pero sí al ser indiferentes al llamado del evangelio de creer en Cristo Jesús y ser salvos. Sea que lo rechacen agresivamente o no el destino de ambos será el mismo: el horno de fuego en el infierno. Ese es el destino de todos aquellos que no se convierten de veras.

            Pero hay otros que reciben el evangelio. Hay otros que por la gracia de Dios perciben la ira de Dios sobre ellos por sus pecados, ven lo horrible que es el pecado, reconocen que nada de lo que hagan podrá merecer la salvación y ven la hermosura de la persona y obra de Cristo que les dice: “A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche.” (Isaías 55:1). Y abrazan la salvación plena y libre que Cristo ha adquirido para su pueblo. ¿Cuál es el destino de aquellos que se convierten? A la luz de la Escritura, a la luz de las palabras misma de Jesús lo es: el cielo. 

            Hoy vamos a contestar tres preguntas similares a las del domingo pasado. El domingo pasado predicamos sobre el infierno y contestamos tres preguntas: ¿Qué es el infierno? ¿Quiénes van al infierno? ¿Cómo podemos escapar del infierno?  Hoy vamos a estudiar sobre el cielo: ¿Qué es el cielo? ¿Quiénes van al cielo? ¿Cómo podemos escapar del cielo?

I. ¿Qué es el cielo?

            El cielo es un lugar específico. Es un lugar en donde allí van a morar los justos. Jesús mismo lo describe así en Juan 14:2 “En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.” Jesús habla de un lugar específico cuando dice que es un reino. ¿Qué clase de reino es?

            Es un reino heredado nos dice Jesús. La vida eterna es la recompensa del justo. Somos herederos de Dios y coherederos con Cristo. ¿De qué? De todo, de absolutamente todo. Herederos de este mundo entero. Todo es nuestro nos dice Pablo en 1 Corintios 3:21-23 “Así que, ninguno se gloríe en los hombres; porque todo es vuestro: sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir, todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.” Por eso Jesús dijo en Mateo 5:5 “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.” Por tanto, usemos de este mundo el cual nos pertenece a nosotros. Pero no pongamos nuestro corazón en ellos. Donde está vuestro corazón allí estará vuestro tesoro. Y vuestro tesoro debe estar en los cielos. Por tanto, “19 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; 20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan”. (Mateo 6:19). ¿Dónde está tu corazón en este momento? ¿Qué es lo más ama tu alma?

            Es un reino preparado por Dios mismo desde la eternidad. Desde la eternidad Dios preparó este reino. Desde antes de la fundación del mundo Dios escogió en Cristo Jesús a los herederos de este reino. Antes que le conocieras Dios había puesto su amor sobre ti. Antes de nacer Dios te había escogido para hacerte rey en este reino de su amado Hijo. Y antes de todas las cosas Dios había diseñado la hermosura, la felicidad, el gozo que estará presente en ese reino celestial para los que le aman de veras. Nada sucede por casualidad.

            Es un lugar de honor. V. 33 “Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.” Es cierto que en este pasaje se describe el juicio final. Hay una separación entre las ovejas y los cabritos. La idea es de separación por causa de honor. Estos me pertenecen, los demás están excluidos de este honor, de estos privilegios. Así como Cristo fue exaltado luego de sus sufrimientos aquí en la tierra, los justos serán exaltados a un lugar de honor en los cielos.

            Es un lugar de absoluta bendición. V. 34 “Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre”. Luego de que el juez dé el fallo exculpatorio reconociendo como suyos a los creyentes, El los recibe con todo amor y dulzura. Los invita a venir ante El. A estar cerca de Cristo mismo. Y a entrar en la plena bendición de la vida eterna. ¿En qué consiste esa bendición? Consiste en primer lugar en ver a Dios. Veremos a Dios en el rostro del Señor Jesús. Y esa visión de Dios sea beatífica, es decir, transforma el alma a la imagen de Dios llenándonos de la vida de Dios y llenándonos de Él. En segundo lugar, en absoluta y perfecta felicidad. Apocalipsis 21:4 “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.” En esta vida hay alegría y lloro, y en muchas ocasiones hay más llanto que alegría. Hay muchas decepciones, frustraciones, pero el reino de los cielos ya no habrá más llanto ni dolor sino absoluta y perfecta felicidad. En tercer lugar, no habrá pecado. En los cielos reina de la santidad. No habrá engaño, ni mentira, ni habrá odio, ni envidia, no habrá codicia sino un corazón dispuesto a amar a Dios con todo el corazón y toda el alma. En cuatro lugar, allí veremos a los santos de Dios. Nuestras esposas y esposo creyentes los veremos allí, Nuestros hijos que han abrazo el evangelio allí estarán. Junto con todos los santos del pasado: allí veremos a Moisés, a David, Isaías, a Juan, a Pablo, a los reformadores, etc. Y disfrutaremos de su compañía y anos amaremos por toda la eternidad.

            Hermanos, podríamos seguir hablando sobre cómo la Biblia describe los cielos nuevos y la tierra nueva. Pero realmente no hay manera de describir toda la gloria y la felicidad que acompaña la misma. Pero Pablo dijo algo importante en 1 Corintios 2:9 “Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman.”

II. ¿Quiénes van al cielo?

            Al cielo no van todas las personas. No todos heredan la vida eterna. Pero quiénes la heredan. Jesús nos dice aquí en Mateo 25 que los que van al cielo son las ovejas. Son a las ovejas a quienes Jesús les dice: “Venid, Benditos de mi Padre, heredad el reino preparado desde la fundación del mundo”. ¿Quiénes son las ovejas? Jesús mismo las describe en los versículos 35-36, 40 “35  Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; 36 estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. 40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.” ¿Quiénes son ellos? Son los que aman a Cristo al amar a sus hermanos. “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.” Oh, hermanos, no podemos amar a Cristo si no amamos a nuestros hermanos. Por eso Jesús dice quiénes son esas ovejas. Las ovejas son las que me aman. ¿Y cómo sabemos que amamos a Cristo? Porque buscamos servirle. Él es nuestro Rey y nosotros sus súbditos. Y de El buscamos protección y fortaleza, salvación y vida eterna. Por El amamos a nuestros hermanos y buscamos servirles por amor a Cristo. Y no solo oramos por ellos sino les servimos: los visitamos cuando están enfermos, les damos comida cuando tienen hambre, cubrimos su desnudez, etc. En otras palabras, la fe salvadora se traduce en actos de amor por los hermanos. Por todo el mundo, pero especialmente por los hermanos.

            Las ovejas son aquellos que escuchan la voz del pastor y le siguen. Obediencia es una marca de ser ovejas de Cristo. Y sobre todo de una oveja que escucha la voz de Cristo que dice en Juan 15:12 “Que os améis unos a otros, como yo os he amado.”

            Ah, pero alguien me dirá entonces la salvación es por obras y no por gracia. No es así. Ellos demuestran su amor a Cristo desinteresadamente. Fíjate cómo preguntan: V.  37-3937 Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? 38 ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? 39 ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?” En otras palabras, sirvieron a Cristo sin esperar nada de Él. No es por obras, sino por gracia. No es por lo que yo hago sino por lo que hizo Jesús en su vida, su muerte, su resurrección que los creyentes heredan el reino de los cielos.

            Hermanos, que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha.

            Hermanos, hay un punto teológico que aclarar. Aunque la esencia de la fe salvadora lo es el confiar, el de descansar en Cristo para salvación y vida eterna, el amor a Cristo acompaña a esa fe salvadora. No somos justificados por una fe que ama sino por una fe que descansa en Cristo Jesús, pero al amor acompaña a la fe salvadora. Por eso Pablo puede decir en 1 Corintios 16:22 “El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene.

III. ¿Cómo podemos escapar del cielo?

            Hermanos, hemos hablado de las glorias del reino de los cielos. De ver a Dios, de la perfecta felicidad en los cielos, de la comunión de los santos, de ser reyes, de heredar el mundo, la vida eterna, de ser libres del pecado. Y aunque la salvación es absolutamente gratuita es una oferta gratuita a todos los que escuchan el evangelio, muchos no entran a los cielos.

            Entonces hay algunos que escapan del cielo, huyen de allí, no llegan allí. ¿Sabes cómo un puede escapar el cielo, errar con el blanco de dar en el cielo? Jesús nos dice por ser cabritas. ¿Quiénes son ellos? Son todos los que nacen en este mundo. Venimos a este mundo en un estado de pecado y miseria. Venimos a este mundo bajo condenación. Pecamos porque somos pecadores. Somos por naturaleza hijos de ira. Sin hacer nada vamos directo al precipicio del infierno.

            ¿Quiénes son las cabritas? Son todos los que no vienen a Cristo para tener vida. Son todos los que no se arrepienten de sus pecados ni creen en Cristo como su Señor y Salvador. Son todos aquellos que buscan salvarse por sus buenas obras, por su bondad, por su justicia. Son todos aquellos miembros de la iglesia que han recibido con gozo la palabra de verdad pero no han rendido su corazón a Cristo. Son todos aquellos que no tienen un corazón en los cielos y por ello decimos que sus pensamientos, sude afectos y deseos no están con Dios. Son aquellos que no aman la santidad. Ellos serán excluidos de los cielos. Apocalipsis 21:8 “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.” ¿Quiénes son los cobardes? Los cobardes son aquellos que se apartan de la fe cuando viene la persecución.

Aplicaciones:

1. Medita en la vida futura. Pablo nos dice que el meditar en las glorias venideras es un alivio al sufrimiento presente. Romanos 8:18 “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.” Dios tiene preparado un reino glorioso para ti. Un reino de libertad: del pecado, de toda aflicción, de la misma muerte. V. 21 “porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.” Dios enjugará todas tus lágrimas.

2. No pierdas el cielo por no venir a Cristo. Hay un lugar glorioso esperándote sin vienes a Cristo. Es un lugar glorioso que El ganó con su sangre. El mereció la vida eterna para ti si vienes a Él. Pero ven a Cristo en fe y arrepentimiento. Recíbele como tu Profeta, Sacerdote y Rey. Descansa no en tus obras sino en el poder de Cristo para salvarte. Es Dios quien te distingue no tú a ti mismo. Ven a Él y llegarás a los cielos.

Sermón: Mateo 25:41-46 El Destino de los No Convertidos

Mateo 25:41-46 “Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. 42 Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; 43 fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. 44 Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? 45 Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. 46 E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.”

 

            En los pasados días hemos estado estudiando acerca de lo que es la verdadera y genuina conversión. Hemos visto que la genuina conversión es una obra de Dios sobre el corazón humano. Es fruto del nuevo nacimiento. Y se manifiesta en un aceptar, recibir y descansar sobre Cristo solamente para el perdón de nuestros pecados, para nuestra santificación y para la vida eterna. Dijimos también que la conversión es absolutamente necesaria. Nadie entra en los cielos sino por medio de la conversión. Obviamente, decimos esto con respecto a los adultos.

            Pero, aunque todo esto es así y Dios ofrece su salvación a los pecadores invitándoles a venir a Cristo muchos rechazan esa invitación. Muchos consideran que es un insulto hablarles de Cristo y la religión. Otros no le dan importancia y dicen que si es bueno para ti se alegran, pero ellos no están interesados. Y otros piensan que porque creen que Cristo es el Salvador del mundo y han creído en El son salvos aunque no han rendido su corazón realmente a Cristo.

            De esto se levantan varias preguntas. ¿Qué le sucederá a estas personas que rechazan el evangelio sea porque no les interesa, o porque son hostiles al mismo o porque aunque creen no se han convertido de todo su corazón? La Biblia nos da una respuesta. Es más, Jesús mismo nos da una respuesta a esa pregunta en le pasaje que tenemos presente. Jesús nos dice que ellos irán al fuego eterno. ¿Cuál es el destino de los no convertidos? El destino de los no convertidos lo es el infierno de fuego. Hoy vamos a estudiar este tema súper importante. Y vamos meramente a tocar brevemente lo que es el infierno según la Palabra de Dios. Contestaremos tres preguntas: ¿Qué es el infierno? ¿Quiénes van a parar allí? ¿Cómo yo puedo escapar del mismo?  

I. ¿Qué es el infierno?

            El infierno es un lugar específico. No sabemos dónde es, pero sabemos que es un lugar específico porque es el lugar en donde irán los pecadores. Y es un lugar que ha sido preparado desde antes de la creación y caída del ser humano con Adán.   Por eso Jesús habla del “fuego eterno preparado”. Sí, hermanos, el infierno de fuego es un lugar que ha sido preparado por Dios mismo. Y si hecho por Dios entonces es una obra perfecta. Porque todo lo que Dios hace es perfecto. Y por perfecto queremos decir que cumple perfectamente al propósito de ser creado: ser un lugar de castigo para los no convertidos.

            Es un lugar de separación. Luego de que el Hijo del hombre dé el fallo: culpables. Dará la sentencia: “Apartaos de mí”. El infierno es un lugar de separación. De separación de Dios y de Cristo. “Apartaos de mí”. Y así como tener a Dios es la suprema felicidad, el estar separados de Dios es la suprema infelicidad. En el infierno los pecadores estarán separados del amor de Dios, de la presenciad consoladora de Dios. Estarán separados de Cristo, de los cielos, de los ángeles. Y de la felicidad, paz, consuelo, santidad, y alegría que caracteriza los cielos por el hecho de que Dios está allí. Pero también de todo lo bueno de la vida. Busquemos Lucas 16:25 “Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado.”

            Es un lugar de tormento. Es descrito por Jesús y la Biblia como fuego. La idea detrás del símbolo es extremo dolor y sufrimiento. Todos sabemos o muchos sabemos lo que duele quemarse. Es horrible. Es súper doloroso. Es terrible. Es un lugar de tormento. Es descrito también como un horno de fuego. Como un lloro y un crujir de dientes. Es descrito en Apocalipsis 19:20 como “un lago de fuego que arde con azufre”.

            Por tanto, es un lugar de castigo. V. 46 “E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.” La misericordia no alcanza el infierno.  Lucas 16:24 “Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.” El sufrimiento se agrava por le hecho que quienes van a parar allí: Satanás y sus demonios. “al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.” No solo estarán presentes sino serán también los verdugos. Y los demás que allí lleguen también se unirán al castigo. Como ocurre en la cárcel. Los presos duermen con un solo ojo si logran dormir, porque saben que en cualquier momento pueden ser atacados por los demás presos. No solo eso, su propia conciencia les acusará Marcos 9:44 “donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.” La conciencia es ese gusano que no muere y que les dirá: eres el idiota más grande del mundo: la salvación se te fue ofrecida gratuitamente y la rechazaste: eres una bestia.

            Y si eso fuera poco, lo terrible del infierno es que el lugar en donde la ira se Dios se derrama sin límite por toda la eternidad. “al fuego eterno eterno”.  Por eso en Apocalipsis 19:15 se nos habla de la ira y del furor de Dios sobre los pecadores, “De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.”

II. ¿Quiénes van al infierno?

            Es un lugar donde van los malditos. V. 41 “Apartaos de mí, malditos”.  ¿Quiénes son ellos? Los no convertidos, los no creyentes, los incrédulos, Los que no creen en el evangelio ni obedecen al mismo.

            Pero Jesús dice algo más en Mateo 25:41-46.  Que el infierno de fuego, el castigo eterno está reservado también para los que profesan ser creyentes, pero no lo son con sinceridad. Sus obras testifican que no lo son. ¿Cuáles obras? El no demostrar su amor y cuidado sobre los creyentes quienes representan a Cristo. Mateo 25:42-45 “42 Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; 43 fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. 44 Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? 45 Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis.” Cristo se identifica con su pueblo. Y no amar, cuidar, visitar, consolar, aliviar el dolor a los hermanos creyentes es no amar a Cristo mismo.  Esa es una marca distinta de ser cristianos. Jesús dijo en Juan 13:35 “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” Entonces nos cuidaremos los unos a los otros. Nos visitaremos cuando estemos enfermos, en el hospital, en el home, cuando estén encamados, oraremos unos por otros, los visitaremos en la cárcel cuando van allí por causa del evangelio. Entonces podremos hacer nuestras las palabras del apóstol Juan en 1 Juan 3:18 “Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.”

III. ¿Cómo podemos escapar del infierno?

            Jesús mismo lo contesta en el versículo 46 “E irán… los justos a la vida eterna”. ¿Quieres escapar del infierno? Entonces necesitas ser vestido de la justicia de Cristo. Solo su justicia es la base de nuestra justificación y de la vida eterna. Solamente revestidos de Cristo es que podremos entrar a las bodas del Cordero. No es tu justicia sino la de Cristo. No es tu bondad sino la bondad de Cristo. No son tus buenas obras sino las buenas obras de Cristo el fundamento de nuestra salvación.

            Y solo nos vestimos de Cristo por medio de una genuina conversión. Solo por rendirnos a los pies de Jesús como nuestro Señor y Salvador es que podemos escapar del infierno. Juan 3:36 “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.” ¿Quieres escapar de la ira de Dios? Cree en el Señor Jesucristo. Cree de todo corazón. Conviértete de todo corazón.  Arrepiéntete de todos tus pecados y verás la vida. No digas en tu corazón: tenemos a Abraham como nuestro padre, es decir, soy hijo de padre creyente, soy miembro de la iglesia, yo no me porto mal, no hago mal a nadie. Hermanos, Dios no ha prometido salvar a nadie por ser meramente hijo de padre creyente y no haber hecho suyo las promesas que los padres hicieron en su bautismo. Ni Dios ha prometido salvar a alguien por ser miembro de la iglesia visible sino por creer salvadoramente. Pablo dijo en Romanos 2:28-29 “Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne;
sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios.”
La conversión es algo del corazón y no de la carne. Es confesar con tu boca, Sí, pero es también creer en tu corazón. Romanos 10:9 “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.”

            ¿Qué es el infierno? Es un lugar de castigo, de tormento, en donde la ira de Dios se revela sin la más mínima misericordia. Y allí irán los no convertidos, sean miembros de la iglesia o no lo sean. Y la única manera d escapar del mismo es por medio poseer la justicia de Cristo la cual se recibe por la fe solamente. ¿Quieres escapar del infierno? Ven a Cristo y tendrás vida eterna.

Sermón: Juan 10:27-30 Las Bendiciones de los Convertidos

Juan 10:27-30 “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre uno somos”.

 

            Cuando hay tormenta todo se torna oscuro. Las nubes negras arropan el cielo. La intensa lluvia evita que veamos claramente lo que está aún cerca de nosotros. Y junto con ello se nos olvida de que hay un sol en los cielos que sigue brillando. Que hay un cielo azul que no se ha ido. Y que el verdor de la hierba se nutre del agua de las nubes.

            A veces en nuestra vida sucede lo mismo. Las aflicciones del diario vivir nos hacen pensar que no hay algo más detrás de todo esto. Y podemos perder de perspectiva que hay un Dios detrás del dolor. Un Dios que, lejos de ser indiferente, es un Padre compasivo sobre sus hijos. Y un Dios que nos ha enriquecido con toda bendición espiritual.   

            Hemos estado estudiando sobre lo que es la verdadera conversión. “No todos los que dicen Señor, Señor entrarán en el reino de los cielos, sino los que hacen la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. Mateo 7:21-22. Ni todos los que son miembros de la iglesia visible necesariamente son miembros de la iglesia invisible.  Juntamente con ello hemos visto la necesidad de la conversión. Ella es necesaria para poder entrar en los cielos y ser salvos. No hay salvación sin conversión.

            Hoy vamos a estudiar sobre las bendiciones que poseen los que son convertidos genuinamente. 

            Hermanos, Dios nos ha enriquecido con toda bendición espiritual. Pero esas bendiciones no son para todo el mundo, sino solo para los que verdaderamente se han convertido. Solo ellos disfrutan de tales bendiciones. Solo ellos disfrutan del favor de Dios. Por tanto, hoy vamos a contestar la siguiente pregunta. ¿Cuáles son algunas de las bendiciones que poseen los convertidos?

            Jesús mismo nos contesta a esta pregunta. Y es importante que estemos atentos porque hoy vamos a contar no dinero que se pierde y se gasta sino verdaderas riquezas. Aquellas que sobrepasan las riquezas del mundo. ¿Cuáles son algunas de las bendiciones que poseen los convertidos? ¿Cuáles son algunos de esos privilegios?

I. El escuchar la voz de Cristo

            V. 27 “Mis ovejas oyen mi voz… y me siguen”.  Es cierto que estas palabras nos enseñan una característica distintiva de todo genuino cristiano: todo genuino cristiano oye, es decir, escucha las palabras, los mandamientos de Cristo y ve que son la verdad y no meramente las opiniones de un gran maestro. Para él no son palabras de hombre sino Palabras de Dios. El cree esa palabra y busca vivir esa palabra. Su vida se define por ser guiados en todo momento de su vida por esa palabra. Son palabras de vida. Buscan escuchan con el propósito de obedecer. Y por tanto una evidencia de genuina conversión lo es la obediencia a esas palabras de Cristo.

            Pero, aunque la idea del versículo lo es lo que nos distingue y caracteriza, eso mismo es una bendición de parte de Dios. Nosotros escuchamos porque hemos sido enseñados por Dios. Dice Juan 6:44-45 “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero. Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí.”  Hermanos, por naturaleza somos incapaces de venir a Cristo para salvación. Somos incapaces de hacerlo. Hay una inhabilidad espiritual y moral en nosotros. Venimos a Cristo porque el Padre nos ha atraído eficazmente. El nos ha convertido. Y esa conversión o ese llamamiento eficaz es llamado aquí el ser “enseñados por Dios”. En otras palabras, Dios nos ha dado un oído espiritual para oír la voz de Cristo. Y esto es un gran privilegio.

            Antes de ser convertidos tú y yo estábamos sordos a las cosas de Dios. Escuchábamos su Palabra y no nos conmovía. Escuchábamos sobre el cielo y la vida eterna y era como si estuvieran diciendo: los indios vienen. Pero Dios destapó nuestros oídos sordos. Sordos por el cerumen del pecado. Y ahora escuchamos su voz. Y ahora oímos en ella de su amor y compasión, de su santidad, de su paciencia y su perdón. Y creemos esa palabra. Y nos esforzamos en obedecer esa palabra. Esa palabra nos define, nos controla, nos moldea. Nos deleitamos en escuchar su voz. Deseamos escuchar su voz constantemente. En todo momento su voz está presente en nuestra mente. Queremos conocer más de esa voz. Y no nos cansamos de escucharla predicada. Queremos que se nos predique más y más de esa voz. Porque sabemos que cada vez que escuchamos esas palabras de Cristo le conocemos más, le amaremos más. Sus palabras traen paz a nuestra vida. Nos llenan de alegría. Nos llenan de consuelo. Y nos llevan a conocerle. Antes Dios era un desconocido. Ahora un Padre que me ama y me habla, me consuela con su amor, paz, bondad y dulzura.

            ¡Qué gran privilegio es oír las palabras de Cristo! Ser enseñados por Dios. Pero hay más, muchos más. En segundo lugar…

II. El ser adoptados

            V. 10 “Mis ovejas”.  Todos los creyentes somos ovejas de Cristo. Dios nos ha adoptado como sus hijos.  Solo los genuinos creyentes son hijos de Dios. Juan 1:11-13 “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” Muchos no reciben a Cristo como Señor y Salvador. Pero a los que recibieron a Cristo, es decir, se convirtieron a Él, les dio del derecho, el privilegio de ser hechos hijos de Dios. En este contexto, hijos por regeneración o nuevo nacimiento. Por eso dice que estos hijos de Dios “no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”

            Pero Jesús nos dice algo más. Somos ovejas porque hemos sigo elegidos por el Padre. El nos escogió y nos llevó eficazmente a Cristo. Juan 6:37 “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.” Venimos a Cristo porque hemos sido dados por el Padre a Cristo. Mira lo que dice aquí Jesús. La conversión es fruto de la elección. Por eso Lucas podía decir en Hechos 13:48 “Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.” La causa de nuestra conversión es que hemos sido escogidos para salvación. La elección divina, la predestinación divina es la causa de ser ovejas de Cristo. Por eso Jesús dijo en Juan 10:29 “Mi Padre que me las dio”.  

            Hay algo glorioso que dice Cristo con respecto al oír las palabras de Cristo. Nosotros no son hacemos ovejas por el oír la palabra, sino que oímos la palabra, creemos esa palabra, porque somos ovejas de Cristo. Jesús mismo dijo en Juan 10:26 “pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho.”

            Hermanos qué gran privilegio es haber sido escogidos por Dios para ser ovejas de Cristo. Y ser adoptado como ovejas tiene un enorme privilegio. ¿Sabes cuál? Dios nos ha dado a Jesús como nuestro Buen Pastor. Somos ovejas bajo el cuidado, la dirección del Buen Pastor. De este Buen Pastor que hace todo lo posible e imposible por cuidar, proteger y salvar a sus ovejas. Lo da todo por sus ovejas incluso da su propia vida por ellas. Dios nos ha dado a Cristo y con ello nos ha dado todas las cosas.  

            En tercer lugar…

III. El ser conocidos por Dios

            V. 27 “y yo las conozco”.  Conocer en la Biblia es sinónimo de amor y de una íntima relación. Por ejemplo, Adán conoció a Eva y ella concibió un hijo.

            Así que cuando dice que Jesús nos conoce la idea es que El nos ama y ha establecido una íntima relación con nosotros. Oh hermanos, cuán importante es tener siempre presente que tenemos una relación personal con Dios. El no es una cosa que la tomamos y dejamos a nuestro placer. Que como lata de refresco la dejamos en la mesa y al otro día la buscamos y no pasó nada. Con la conversión se establece una relación personal íntima con Dios: con el padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Y esa relación se cultiva. No olvidemos esa gran verdad.

            Hermanos, Cristo nos conoce, es decir, nos ama. Este amor de que habla el pasaje lo es exclusivo de las ovejas, de los creyentes. Su amor por nosotros es el verdadero amor. Es un amor puro que da y da libre, espontáneamente, desinteresadamente, abundantemente. Es un amor que le lleva a dar su vida por su amada. Que le lleva a dar todo su Ser: alma, cuerpo, vida, salud, tranquilidad. Un amor que está dispuesto a sufrir todo, absolutamente todo por su esposa. Inclusive hacerse El mismo maldición por su amada iglesia. Sufrir totalmente la ira de Dios para que ella no sufra esa ira. Estar dispuesto a ser considerado la escoria del mundo, un farsante, un vividor, quedarse totalmente solo, ser abusado: físicamente, verbalmente, emocionalmente no solo por los que le odiaban sino por aquellos que había amado hasta el fin: sus propios discípulos. Un amor que todo lo da y nada retiene.

            Pero es también un amor que conoce a su amada totalmente. Que conoce su levantarse y su acostarse. Que conoce su dolor, aunque el mundo crea que ríe y que todo está bien. Que conoce cada lágrima, cada suspiro, que conoce lo que es estar desesperado. Y que no se sienta ni es indiferente ni impotente ante tal dolor. Porque El siempre trabaja. Él es Jehová-jireh, El provee para sus hijos. Y El prevé sus necesidades. Y por tanto nos dice que no estemos ansiosos por nuestras necesidades porque “vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.” Mateo 6:32. El sabe y El provee. Tú sabes esto. Tú has experimentado esto en tu vida. ¿No es así? Cuando no veías solución a tu problema, Dios ordena todas las cosas y éstas caen como anillo al dedo.

            ¡Qué hermosas son esas promesas! Y ellas son solo para los genuinos convertidos. Esas perlas les pertenecen solo a ellos.

IV. Nos da la vida eterna

            V. 28 “y yo les doy vida eterna”. ¿Qué quiere decir con vida eterna? ¿Cómo Juan presenta el tema de la vida eterna? Según el evangelio de Juan la vida eterna no solo es una promesa sino una posesión que tenemos ahora. Juan 5:24 “’De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.” Juan lo repite en su epístola. 1 Juan 5:13 “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios”. Al momento de creer y convertirnos somos poseedores de la vida eterna. Y comenzamos a disfrutar de ella desde ahora. Así que en un sentido no es algo futuro sino presente. Y esa vida eterna la poseemos porque hemos poseído a Cristo por la fe. Y en virtud de estar unidos con Él.

            Es vida porque antes estábamos muerto. Y ahora es realmente que vivimos. Solo los convertidos están vivos en este mundo. Ahora realmente vivimos. Porque para nosotros el vivir es Cristo. Y aun la muerte es ganancia no pérdida. Ahora puedo gozar de Dios en todo y gozar de todo en Dios. Ahora la playa no es meramente una playa sino un regalo de Dios para yo disfrutarla y cuidarla como mayordomo que somos de los bienes de Dios. Pero también en lugar en el cual podemos encontrarnos con Dios y disfrutar de Dios en la playa. Esto sí es vida. Esto sí es vivir.

            Es vida eterna porque nunca acabará. Dios nos otorga la inmortalidad. Viviremos para siempre. La muerte ya no tendrá más dominio sobre nosotros.  Seremos total y absolutamente transformados en cuerpo y en alma. Nuestros cuerpos resucitarán en victoria. Un cuerpo caracterizado según lo describe Pablo: incorruptible, con poder, con brillo. Poseeremos un cuerpo en su estado perfecto y óptimo.

            Y no solo eso. Seremos libre de todo pecado. Veremos a Dios. Conoceremos como hemos sido conocidos. Entraremos a nuestro reposo. tendremos absoluta paz, felicidad, alegría, satisfacción, deleite. Todo en Dios, por Dios y para Dios. Será una vida realmente abundante. Juan 10:10 “yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.”.

V. Somos preservados

            V. 28-30 “y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre uno somos.” ¡Qué hermosa promesa! Somos ovejas de Dios. ¿Cuál es la idea detrás? Esto significa lo débiles que somos. Lo fácil que es que nos descarriemos del camino. Lo vulnerable que somos ante nuestros enemigos. Lo fácil que es ser presas de las fauces de Satanás, del engaño del mundo y de los deseos de nuestros pecados. Si fuera por nuestras propias fuerzas cada uno de nosotros nos caemos por el precipicio.

            Pero somos ovejas de Dios. Cristo es el Buen Pastor. Y El garantiza que nunca jamás pereceremos. La vida que Dios nos dio jamás la perderemos. Nadie nos podrá arrebatar de la mano ni de Cristo ni del Padre. Y sin lugar a duda llegaremos a la gloria. ¿Cómo así? Porque es Dios mismos quien nos preserva. ¿Perseverará un creyente hasta el fin? Claro que sí. Eso es lo que enseña aquí Jesús. No perecerán jamás. ¿Por qué llegaran a la gloria? ¿Por su libre albedrío, por sus fuerzas, por sus habilidades? No. Por la preservación del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

            Cuanto consuelo es esta doctrina. Y cuanto debemos luchar por entenderla correctamente, creerla y vivirla. Dios nunca deja las cosas inconclusas. Filipenses 1:6 “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo;”.

            ¿Cuáles son algunas de las bendiciones de los convertidos? Ellos son enseñados por Dios mismo, son adoptados, somos amados íntimamente, se nos da la vida eterna y somos preservados por el pode Dios para alcanzar la vida eterna. Todo esto y mucho más son las cosas que Dios ha preparado para los que le aman. Es tuyo si eres convertido genuinamente. Y si no lo eres: te lo estás perdiendo. No lo pierdas: Ven a Cristo, ríndete a sus pies y vive.

Sermón: Juan 3:1-8 La Necesidad de la Conversión

Juan 3:1-8 “Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. 2 Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. 3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. 4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? 5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. 7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. 8 El viento[b] sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.”

 

            El domingo pasado vimos la diferencia entre la verdadera conversión y la falsa conversión. La verdadera conversión es la obra de Dios en el corazón de los pecadores. Y se traduce en abrazar a Cristo con todo el corazón habiendo visto la ira de Dios y la increíble misericordia de Dios sobre los pecadores. Y no solo sobre los pecadores sino sobre mí mismo. La salvación es personal. Cristo vino salvar a los pecadores que se arrepienten y creen en el evangelio. Yo me he arrepentido sinceramente, Cristo vino a salvarme a mí. La fe salvadora recibe a Cristo como su Profeta, Sacerdote y Rey. Y descansa en él, en su Persona y en su Obra: en su obediencia perfecta a la ley de Dios y en el sacrificio perfecto que Cristo hizo para pagar nuestra deuda con Dios.

            La importancia de saber distinguir entre la verdadera y falsa conversión es súper importante. Y nos da paso a estudiar algo tan importante como lo que ya hemos expuesto. Y esto es la necesidad de la conversión. La conversión es algo necesario para todo ser humano. Todos necesitamos ser convertidos genuinamente. Y las razones que da la Biblia, la Palabra de Dios son de vital importancia. ¿Sabes por qué? Porque hay algunos que no saben o no tiene la idea correcta del por qué alguien necesita ser convertido.

            Por ejemplo, yo he escuchado que algunos hermanos u otras personas han dado unas razones equivocadas del por qué una persona necesita ser convertida. Algunas de esas ideas son:

            1. antes yo era feliz y desde que busqué a Dios ahora soy más feliz. Ahora bien, hermanos, servir a Dios sin lugar a duda produce felicidad en los creyentes. Tenemos ejemplos bíblicos de personas que al convertirse fueron llenas de gran gozo. Es más, los creyentes deberían tener siempre gozo en sus vidas. Pablo decía: “Estad siempre gozosos” 1 Tesalonicenses 5:16. Pero esa no es la razón correcta para una persona buscar de Dios y ser convertida.

            2. busca de Dios para que pongas orden a tu vida. De esto podemos decir que cuando un creyente busca ser dirigido exclusivamente por la Palabra de Dios habrá orden en su vida. El pecado traer desorden y confusión y la santidad orden y paz. Pero esa no es una razón correcta para buscar de Dios.

            3. busca de Dios para salvar a tu hijo, hija, matrimonio, problemas económicos o problemas de salud. Para ello tenemos que decir nuevamente que Dios es un Dios de poder. No hay nada difícil para Dios. Y Dios sana, transforma, restaura matrimonios, restaura relaciones familiares, provee para sus hijos de tal manera que “no hay un justo desamparado ni su descendencia que mendigue pan” Salmo 37:25. Aunque todo esto es cierto esas no son razones correctas del por qué ser convertidos.

            Claro está, Dios utiliza las aflicciones para enseñarnos que debemos buscar de Él. Que hemos vivido de espaldas a Dios. Y que solo en El hay salvación y paz.

            Siendo esto así, se levanta una pregunta, ¿por qué es necesaria la conversión? ¿Por qué todo el mundo necesita ser convertido? ¿Por qué tú necesitas ser convertido si no lo has hecho aún? Jesús mismo nos dice por qué. ¿por qué es necesaria la conversión?

I. Porque sin ella no puedes entrar a los cielos y ser salvo

            V. 5 “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” Jesús está hablando con Nicodemo, el cual era un fariseo y “un principal (líder) entre los judíos”, y quien vino de noche para ver a Jesús. El que sea fariseo es importante porque ellos eran una secta dentro del judaísmo. Y estos fariseos eran los más celosos y estrictos en observar la ley de Dios. Y Jesús le dice en el versículo 3 “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.” Es decir, no por ser estrictos en el cumplimiento de la ley entrarás en el reino de Dios. Necesitas nacer de nuevo. Necesitas que Dios Espíritu Santo te haga nacer. Sin ese nacimiento “no puedes ver el reino de los cielos”, no puedes ver la hermosura de Cristo, no puedes creer en el evangelio. Sin ese nuevo nacimiento no puedes V. 5 “entrar entre en el reino de los cielos”, es decir, convertirte y ser salvo. Mira la lógica de Jesús: el Espíritu Santo es el único que puede hacerte nacer de nuevo, ese nacimiento es necesario para la conversión y esa conversión es necesaria para poder entrar en el reino de Dios y ser salvo.

            Hermanos y amigos, ¿por qué es necesaria la conversión? Porque sin ella no puedes entrar en el reino de los cielos y ser salvo. Solo los convertidos, los que creen en Jesús como su Salvador y Señor y se han arrepentido de todos sus pecados para con Dios, son los que entran a la vida eterna. ¿Por qué alguien debe buscar a Dios? Porque sin El estamos perdidos y solo los que creen reciben la vida eterna. Juan 3:16-18 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”

            Esta es la razón principal y todas las demás razones que mencionaremos se desprenden de esta.

II. Sin la conversión no puedes gozar del favor de Dios

            Es cierto que Dios envía cosas buenas a todos los seres humanos. Jesús mismo dijo en Mateo 5:45 “vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.” Lucas 6:35 “Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos.” Dios envía bienes sobre todos los seres humanos sean ellos ingratos y malos. Pero esto no significa que ellos gozan del favor de Dios. El presidiario come todos los días, va al médico, sale a la cancha, pero no goza del favor del estado. De la misma manera, solo el creyente goza del favor de Dios.

            El no convertido no goza de ese favor. Dios no es su Dios. Por eso dice Efesios que los no creyentes viven sin Dios en este mundo, es decir, sin su favor. Efesios 2:12 “En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.” En otras palabras, nadie puede pensar que Dios se agrada de esa persona porque todas las coas le van bien en sus negocios, en su casa, en el mundo, porque nada de eso significa que gozan del favor de Dios. Porque Dios “es benigno hacia los ingratos y malos”. Ni ningún creyente debe pensar que Dios ha dejado de amarle cuando las cosas no le van bien en este mundo.

            Solo los convertidos gozan del favor de Dios. ¿Cuál es ese favor? El de ser recipientes de Dios mismo. El mora en nosotros y está con nosotros todos los días. El ser recipientes de su amor paternal, el gustar de su bondad, el de conocer la plenitud de las bendiciones del pacto. El de tener una íntima relación de amistad con Dios. Salmo 25:14 “La comunión íntima de Jehová es con los que le temen,
Y a ellos hará conocer su pacto.”

III. Sin la conversión jamás podrás poseer a Cristo

            Es importante entender que hay una conexión entre el nuevo nacimiento, la conversión y el recibir a Jesús como Salvador. Las tres cosas se dan en el contexto de Juan capítulo 3. Sin el nuevo nacimiento no puede haber conversión y la conversión es creer en Cristo para vida eterna. Por eso tenemos que conectar a Juan 3:3-5 con Juan 3:16.  

            Fíjate que hemos dicho poseer a Cristo. Una persona puede creer en Cristo sin poseerle. No toda conversión es una genuina a menos que poseamos a Cristo en nuestro corazón. ¿Cómo lo poseemos? Cuando no solo creemos en él sino que lo recibimos y descansamos en él para vida eterna. Hay muchos que creen en Cristo pero no descansan en él. Creen que Cristo es el Salvador del mundo, pero buscan salvarse por sus obras. Creen que Cristo es el Santo de Dios, pero buscan salvación por su justicia y bondad. Creen que Cristo es el Salvador de la culpa del pecado, pero no del poder del pecado. Creen que Cristo es el Profeta de Dios pero no el Rey de sus vidas. Por eso no poseen a Cristo. Nadie puede tener a Cristo como su Salvador a menos que lo reciban y descansen en él como el único que los puede salvar por Su santidad y el sacrificio perfecto de El en la cruz del Calvario.

IV. Sin la conversión no puedes adorar a Dios correctamente

            Dios acepta la adoración imperfecta de sus hijos porque Él ya ha aceptado sus personas. Y aunque muchas veces fallamos en la adoración a Dios, nuestras mentes divagan, se pierden, se distraen, o nuestro corazón está frío (espiritualmente hablando), Dios en su compasión acepta la sinceridad de nuestra adoración.

            Pero el no convertido no adora a Dios correctamente o apropiadamente. ¿Por qué? Porque ni su corazón ni su mente se han rendido a los pies de Cristo. Podrán adorar de labios, pero no de corazón. Y Dios no acepta una adoración de labios solamente. Isaías 29:13 “Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado;”

            Si no eres convertido no adoras a Dios propiamente. Dios no solo demanda de nosotros una adoración de labios sino más una adoración de corazón. Una adoración de un hombre y una mujer que le amen, le admiren, busquen exaltarle. La adoración bíblica es una adoración espiritual, es decir, impulsada por el Espíritu Santo. Pero el Espíritu Santo no mora sino en los creyentes. La adoración bíblica es una adoración cristiana cuando los adoradores se acercan a Dios descansando en la mediación y en los méritos de Cristo. Cuando nos acercamos a El con un profundo sentido de asombro ante su majestad y pureza, junto con la realidad de nuestra pecaminosidad. Y nos acercamos a El con gratitud y gozo, con alabanza por la inmerecida salvación que El nos ha otorgado por medio de Cristo. Pero un no convertido no puede hacer esto. Su corazón no se ha rendido a Cristo. Jesús no es su Rey, ni descansa en los méritos de Cristo ni se goza de la salvación la cual no posee. Por eso necesita ser convertido para que pueda adorar a Dios correctamente. Hemos sido creados para adorar a Dios. Sin la conversión no cumplimos el propósito de nuestra creación.

            ¿Por qué es necesaria la conversión? Porque sin ella no puedes ser salvo, no gozas de su favor, no posees a Cristo ni puedes adorar a Dios correctamente.

            Ahora te toca preguntarte, ¿Te has convertido a Cristo? ¿Has rendido tu corazón a Él? ¿Amas a Cristo?   ¿Lo has recibido y descansas en El para salvación y vida eterna y no en tus obras, tu justicia, tu bondad? Ven a Cristo. Ven ahora.

Sermón: Joel 2:12-13 ¿Qué es la Conversión?

Joel 2:12-13 “Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento. 13 Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo.”

 

            En el día de hoy todos nosotros nos matriculamos en la escuela de explosivos. Todos vamos a ser entrenados en desmantelar bombas. Una de las cosas que debemos aprender es que no todos los cables que se corten para detener la explosión son los cables verdaderos. Hay cables que desconectan la bomba y hay cables que lo que hacen es acelerar la explosión. Así que más no vale que aprendamos cuáles son los cables correctos no sea que la bomba nos explote en la cara. Por tanto, esta clase es algo seria. Es una clase de vida o muerte. Y es una clase en la cual debemos estar súper atentos no sea que entendamos mal la clase y al final nos explote la bomba en la cara.

            El tema de hoy es la conversión.  Es un tema importantísimo. Es uno de vital importancia no solo para ti sino también para los tuyos. Y nos debe llevar a hacernos varias preguntas: ¿Me he convertido verdaderamente? ¿Son mis hijos, esposo, esposa, padre, madre, hermanos, amigos, familiares, convertidos?

            La Biblia habla sobre la conversión verdadera. Pero también habla de la conversión falsa. Jesús mismo decía lo siguiente cuando explicaba la parábola del sembrador. No toda la semilla cae en buena tierra. Hay una que cae en suelo pedregoso. Y Jesús explica qué significa eso en Lucas 8:13 “Los de sobre la piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan.” Esto es un ejemplo de una falsa conversión. Y como esto es posible cada uno de nosotros debería preguntarse: ¿Es mi conversión una verdadera, genuina o falsa? ¿Cómo yo sé si me he convertido verdaderamente? Siendo esto tan importante para ti y para los nuestros, vamos a predicar sobre lo que es la verdadera conversión y lo que no es la verdadera conversión. Para esto Joel 2:12-13 es medular. Veamos en primer lugar lo que no es la conversión.

I. Lo que no es la Conversión

            1. La palabra de Dios por medio de Joel nos dice que no es un cambio de conducta externa V. 13Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos”. Los judíos, como parte de su cultura, cuando había algo que les afligía, les molestada o era algo terrible, lo manifestaban rasgando su ropa. El rasgar su ropa era supuestamente una forma externa de demostrar su enojo en el corazón. Pero aquí Dios nos dice que la verdadera conversión no es rasgar el vestido y sino “rasgar el corazón”.

            Hay muchos que piensan que convertirse es meramente dejar de hacer las cosas malas. Ya no voy a fumar, ir a los bailes, ir al cine, dejar de ver películas pornográficas, dejar de hablar malo, etc. Pero eso no es la conversión. La conversión verdadera no es dejar de hacer lo malo por dejar de hacer lo malo, sea porque me dicen que eso es malo o porque yo haya llegado a creer que eso es malo. Toda esa forma de actuar no necesariamente es conversión.

            Una persona puede creer que es convertida porque ha dejado de hacerlo malo y ahora hace lo que es bueno. Ahora voy a la iglesia, leo la Biblia, hablo como “cristiano”. Llamo a las mujeres varonas y a los hombres varón. Cuando escucho un sermón digo: me estoy gozando del sermón. Nada de eso es sinónimo de genuina conversión. Toda esa conducta es meramente externa y no es equivalente a ser convertido.

            Si te das cuenta la conversión es algo del corazón, de nuestra alma, de la fibra más profunda que define lo que somos: “Rasgad vuestro corazón”.

            2. No es un cambio parcial V. 12 “convertíos a mí con todo vuestro corazón”. Hay algunos que no se convierte con todo el corazón. Algunos se convierten con los pies solamente: ahora asisten a la iglesia. O se convierten de los ojos solamente: ahora no voy al cine, o no veo películas clasificadas R. O se convierten de los labios solamente: ya no digo malas palabras. O se da una combinación de algunas de ellas.

            Yo me acuerdo cuando adolescente lo estricto que yo era. Cuando iba a jugar baloncesto yo les decía a mis amigos que me iba a ir y llevar mi bola de baloncesto si ellos hablaban malas palabras. Y tan pronto alguien hablaba malo yo me iba. Pero no me motivaba el amor a Dios ni la gracia de Dios. estaba buscando salvarme por las obras y no por la gracia de Dios.

            La conversión verdadera afecta a todo nuestro ser. No hay verdadera conversión si no es una con todo nuestro corazón. Cuando nos rendimos total y absolutamente a Dios para salvación y vida.

            3. No es un cambio producido solo por ver la ira de Dios “Por eso pues, ahora,”. Cuando dice “Por eso pues, ahora” del versículo 12 conecta este versículo con los primeros 11 del capítulo 2. Y al principio de este capítulo Joel nos habla del día de Jehová. Y ese día de Jehová en el contexto inmediato es cuando Dios visite con su ira a las naciones que han perseguido a Israel. Pero en el caso de Joel Dios revela que su ira se derramará incluso sobre su pueblo no convertido verdaderamente. 

            Ese día es un día terrible. Mira cómo es descrito por Joel y otros profetas. Joel 2:2 “Día de tinieblas y de oscuridad, día de nube y de sombra”. V. 11 “grande es el día de Jehová, y muy terrible; ¿quién podrá soportarlo?” Sofonías 1:15 “Día de ira aquel día, día de angustia y de aprieto, día de alboroto y de asolamiento, día de tiniebla y de oscuridad, día de nublado y de entenebrecimiento,” Amós 5:18 “¡Ay de los que desean el día de Jehová! ¿Para qué queréis este día de Jehová? Será de tinieblas, y no de luz;”  

            Hermanos, Dios juzgará a todos los seres humanos. Y todos los que no se hayan convertido a Jesús serán destruidos. Y como esto es cierto Joel dice: V.11-12 “porque grande es el día de Jehová, y muy terrible; ¿quién podrá soportarlo? 12 Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento.” Todo el mundo sabe que hay un infierno. Y como es tan terrible nadie quiere hablar de eso. Y muchos cambian su forma de ser y comportarse porque no quieren ir al infierno. Pero eso no es una genuina conversión. No es un cambio producido por ver la ira de Dios meramente y así evitar el castigo.

            Es cierto que Joel nos dice que el contemplar la realidad de la ira de Dios en el juicio final es un motivo para convertirnos, pero no es el único motivo en le verdadera conversión. Si el terror que infunde el infierno te motiva a buscar de Dios eso es bueno. Es como cuando un doctor le dice al paciente: no puedes regresar a tu casa hoy, tienes que ir inmediatamente al hospital o no verás el día de mañana. El paciente puede decir: pero doctor no me asustes. Si es bueno y necesario para ti, entonces el susto es bueno.  

            Ahora bien, entonces qué es la verdadera conversión.

II. Lo que sí es la Conversión

            1. Es un cambio total del corazón “convertíos a mí con todo vuestro corazón”. Todo nuestro corazón significa todo nuestro ser: nuestra mente, nuestra voluntad, nuestras emociones, nuestros valores, nuestra forma de ver la vida, la esencia de nuestro ser, de lo más profundo de nuestro ser y que nos define lo que somos. Es un cambio total de vida. Tan es así que es llamado en la Biblia “un pasar de muerte o vida”. Es un pasar “del reino de Satanás al reino del Señor Jesucristo”. Ahora El es mi Señor y Dueño y yo le pertenezco a El en cuerpo y alma.

            Mi alma le pertenece porque El la ha redimido. Y ahora hablar de Jesús, pensar en Jesús, consagrarme a Jesús, vivir para El es mi pasión. Mi corazón tiene ahora un solo dueño y ese es Jesús. Es un cambio de 180 grados. Cambia totalmente la dirección de nuestra vida.  

            Y ese cambio es acompañado con dolor y odio por el pecado “con ayuno y lloro y lamento”. Pero es dolor y odio por el pecado como pecado (por lo sucio y odioso que es) y no meramente por el castigo y las consecuencias del pecado (problemas, pérdida de dinero). Yo conocí a una mujer que avergonzada por haber abortado comenzó a ir a la iglesia. Pero su sentido de culpa no era porque el pecado en sí mismo es odioso ya que ofende a Dios sino por la vergüenza de que ella no había sido criada así. La conversión nos lleva a odiar el pecado porque es una ofensa a mi Esposo que me ama y yo deseo agradarle en todo. Y odio lo que El odia al igual que amo lo que El ama.

                        La verdadera conversión conlleva un apartarse del pecado. 1 Juan 3:9 Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. Una vida que no se aparte del pecado no ha conocido a Dios salvadoramente.

            2. Es una conversión hacia Jehová “convertíos a Jehová vuestro Dios”. El no creyente no tiene a Dios como su Dios. Podrá profesar su fe en Dios, podrá hacerse miembro de la iglesia, incluso podrá ser bautizado, pero Dios no reina supremo en su vida. En cambio, en la conversión verdadera el creyente escogerá Dios como su Dios. Ahora Dios es lo más importante en su vida. Y todas las cosas giran alrededor de Dios. Procura con plena resolución de vivir para El y solo para Él. Como dice el Salmo 73:25-26 “¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. 26 Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.”

            3. Es un cambio producto de ver la ira y la misericordia de Dios. La verdadera conversión reconoce la realidad de que Dios es un Dios airado contra el pecado. Y sabe que Dios tiene toda la razón del mundo para castigarlo. El ve que sus pecados merecen castigo. Que su vida es una sucia por causa del pecado. Y está consiente que si no se convierte será condenado. Pero junto con ello ve que Dios es un Dios de perdón. Y por la fe ve la misericordia y compasión de Dios en Cristo a los que se arrepienten. V. 13 “porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo.” Él cree lo que la Palabra de Dios dice acerca de Dios. Ve que Dios ha venido a buscar y a salvar lo que se ha perdido. Que Dios es misericordioso, que El es compasivo. Que Dios se duele del castigo, pero que nunca considerará inocente al impío y pecador. Ve que Dios desea salvar y se goza en salvar. Que no hay pecado horrible que Dios no pueda perdonar. Que en Cristo Jesús Dios ha provisto salvación y perdón para siempre. Que su perdón es pleno y total. Que El nunca se acordará de sus pecados jamás. Y que nos da el privilegio de ser sus hijos y heredar la vida eterna.

            4. Es un cambio producido por la gracia de Dios, su Palabra y Espíritu. Hay algo importante que tener presente. La conversión es nuestra responsabilidad. Somos nosotros los que nos hemos desviados y somos nosotros los responsables en venir a Cristo para tener vida. Pero este venir es la obra de Dios en nosotros por medio de su Palabra y Espíritu. Nadie tiene el poder para convertirse por sí mismo. En última instancia es Dios quien nos convierte. Fue Jesús mismos quien dijo en Juan 6:44 “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.” Cuando Pedro confesó que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente, Jesús dijo, Mateo 16:17 “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.”

            ¿Qué es la conversión entonces? Es un cambio producido en la vida de un creyente por medio de la Palabra y el Espíritu de Dios, cambiando a la persona totalmente en un verdadero adorador de Dios. Es un cambio del corazón al ver no solo la ira de Dios por el pecado sino la misericordia de Dios en Cristo a los que se arrepienten. Es una transformación total y que lleva a abrazar a Dios con toda el alma y a consagrar nuestra vida absolutamente a su voluntad.

Sermón: 1 Juan 2:1-2 Jesucristo, nuestro abogado

1 Juan 2:1 “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. 2 Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.”

 

            Tenemos ante nosotros uno de los pasajes más importantes con respecto a lo que Dios hace para salvarnos. Lo importante radica en el hecho de que nos ayuda a comprender mejor la salvación que es por pura gracia basada en la justicia de Cristo.

            Cuando nosotros enseñamos que la salvación es por la gracia de Dios, por lo que Cristo hizo en la cruz de Calvario y no por nuestras buenas obras, muchos podrían pensar que se está dando a los creyentes una licencia para pecar. Lejos de la verdad. El evangelio de Jesucristo es el evangelio de la salvación, pero también el evangelio del consuelo. Es de salvación para librarnos del pecado y es de consuelo porque es el evangelio de la gracia.

            Juan nos enseña cuál es la relación entre el cristiano y el pecado.

            La obra de salvación es una obra transformadora. Es una obra tan radical y enorme que es llamada una nueva creación. Pero hay algo importante que nunca debemos olvidar: somos transformados en principio. Nuestra total y absoluta transformación vendrá cuando estemos en los cielos. Mientras tanto nosotros tenemos un reto, ¿cómo trabajar con la realidad del pecado en nuestras vidas? ¿Cómo podemos trabajar con el pecado en nuestras vidas de tal manera que no destruyamos la gracia del perdón ni consideremos poca cosa la realidad de lo que es el pecado?

            De eso trata el pasaje que tenemos por delante. Hay un triple llamado aquí con respecto al pecado, la gracia y la acción de gracias. Vamos a ver cada uno de ellos.

 

I. El llamado a no pecar

            El apóstol Juan nos dice que el propósito del evangelio es llevarnos a no pecar. Cristo Jesús vino al mundo para salvarnos, no con nuestros pecados sino, de nuestros pecados.  Y aquí Juan nos dice que el propósito de él escribir esta epístola es para que no pequemos más. “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis”. Fíjate en la ternura con la cual el apóstol Juan se dirige a estos hermanos. En toda la epístola él utiliza esta frase de amor y dulzura. ¿Cuál es el propósito? Recordarles que él les ama.   Que, aunque él usa frases radicales y fuertes en toda la epístola, él lo hace porque les ama y punto.

            Hermanos, Dios nos salva para una vida de santidad y no de pecado. La obra que Dios hace por nosotros y en nosotros nos capacita para vivir una vida de santidad. Ese es nuestro norte.

            Jesús no vino para que nuestros pecados fueran perdonados y nada más. Jesús vino para que nuestra vida se apartara del pecado y se consagrara a Dios. Por tanto, Dios nos llama a no pecar.

            Es nuestro deber como creyentes, bajo el poder del Espíritu Santo, evitar todo tipo de pecado.  Ese es nuestro norte. Ese debe ser la meta de todo creyente. Mira lo que Jesús le dijo a la mujer cogida en adulterio. En Juan 8:11 “vete, y no peques más.” Jesús no le dice: “hija trata de evitar caer en adulterio”. Pero si caes no te preocupes yo estoy contigo. Eso no es el evangelio de Jesucristo. Ella sin lugar a duda se arrepintió de su pecado y fue perdonada por Jesús. Pero luego del perdón hay un llamado a apartarnos de todo pecado, “vete, y no peques más.”

            Lo mismo le enseñó Pablo a Timoteo en 2 Timoteo 2:18 “Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo.” Si invocamos el nombre de Cristo hemos proclamado que le pertenecemos a Él, que hemos dedicado nuestra vida para vivir para Él. Que El es nuestro esposo y que seremos vírgenes santas delante de Jesús. Ese es nuestro voto cuando fuimos bautizados. Y este voto demanda apartarnos de toda iniquidad: sea de pensamiento, palabra y obras.

            Así que es nuestro deber apartarnos de todo pecado.

            Pero también debemos evitar todo aquello que nos lleve a pecar. Si hemos pecado por medio de la internet en algunos websites que hay, entonces evítalos. Apártate de ellos, es más debes considerar apartarte de la internet por un buen tiempo si ella es el medio que te lleva a pecar. Así de radical Dios nos llama a hacer. Busquemos Mateo 5:27-30 “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. 28 Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. 29 Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. 30 Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno”. Fíjate que la cirugía es radical. Debemos cortar con todo aquello que nos lleve a pecar. No pases por la casa de la mujer ajena, no veas los programas o la televisión, no leas las revistas, aléjate de todo aquello que te esclaviza y te lleva a pecar. Si la internet te es ocasión de pecado: sácala y échala de ti. Si la televisión te es ocasión de caer: sácala y échala de ti. Si Facebook te es ocasión de caer: sácalo y échalo de ti. O totalmente o por un tiempo razonable. Muchas de estas cosas no son malas en sí mismo, pero pueden ser instrumentos o medios para pecar y si eso es así en nuestras vidas entonces Dios demanda una separación radical. 

            Si te das cuenta, el cristianismo nos enseña que todos los genuinos cristianos tienen como su meta evitar todo pecado. El desea y buscar vivir en obediencia a Dios. Y él busca vivir una vida que le agrade a Dios. Y tan pronto como descubre que ha estado haciendo algo mal busca con rapidez enmendar sus caminos. Ese deseo hacia la santidad y ese deseo de apartarse de todo pecado ha sido implantado en él. Dios le ha dado un nuevo corazón, una nueva mente, un nuevo deseo, una nueva actitud, una nueva meta. Su corazón ya no es suyo, le pertenece a Cristo. Y no puede sino evitar amarle y buscar agradarle.

            Pero, aunque ese es nuestro norte sabemos que somos pecadores. La perfección solo se logrará en los cielos. ¿Cuál debe ser nuestra reacción ante la triste realidad de que todavía pecamos? Juan nos dice…

II. El llamado a buscar a Cristo

            Fíjate que Juan sabe que todos pecamos todos los días. No hay un día en el cual no pequemos. Pero, si te das cuenta, Juan presenta el pecado como un caso hipotético. ¿Por qué? Porque él no quiere dar la idea de que tenemos libertad para pecar. Nadie tiene libertad para pecar. Nadie tiene libertad para hacer lo malo. Por eso él dice “y si alguno hubiere pecado”. ¿Qué debe hacer?  Debemos tratar con el pecado bíblicamente.

            Sabes qué, el mundo sabe que somos pecadores y nosotros también debemos saberlo. Es decir, ninguno de nosotros debe actuar como si nunca pecara, como si ya no caminara sino flotara. Uno de los grandes problemas con la iglesia es cómo tratamos con nuestro pecado. La tendencia es a esconder el pecado y decir aquí no ha pasado nada. Eso no es correcto. El pecado debe ser reconocido y no ocultado. Debemos ser lo suficientemente honestos y humildes para reconocer nuestros pecados. Dios espera eso. El mundo espera eso y así debe ser. Debemos tener una actitud de no justificar nuestro pecado sino confesarlo y apartarnos de Él.  Y buscar crecer en humildad. El pecado nos hunde, pero nos hunde más cuando lo justificamos y no lo confesamos ni nos apartamos. Y si hemos ofendido a alguien, es nuestro deber pedirle perdón, buscar la reconciliación y estar preparados para asumir las consecuencias del pecado.

            Pero Juan nos dice algo más. Si hemos pecado, Dios ha provisto un remedio para tratar con el mismo: Busca a Jesucristo porque Él es tu abogado.  

            Jesucristo es nuestro abogado. Esto implica varias cosas.

            En primer lugar, Él es nuestro representante. Dios Padre lo escogió para ser nuestro representante. Isaías 42:1 “He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones.” No solo eso. El mismo se identificó como nuestro representante en su bautismo. Mateo 3:15 “Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó.” Jesús en quien no había pecado se sometió al bautismo de arrepentimiento de Juan. El no tenía ningún pecado que confesar. Pero al someterse al ritual del bautismo Jesús se identificaba con los pecadores. El es nuestro representante ante el Padre.

            Y como nuestro abogado El defiende nuestras personas. El defiende nuestro testimonio. Y aunque como pecadores somos acusados: por Satanás, por nuestra conciencia, por nuestro prójimo y por Dios mismo, según consta en el libro de las memorias de Dios, libro de las obras, Cristo Jesús, como nuestro abogado defiende nuestro estatus delante de Dios. ¿Cómo El lo hace?

            Nos dice Juan, intercediendo por nosotros. El es nuestro abogado y por tanto es nuestro abogado defensor. ¿Cómo El presenta su defensa?

            Juan nos dice presentando delante del Padre su propia justicia. “abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.” Jesús presenta su defensa en primer lugar, señalando que Él es el único cualificado para presentarse delante del Juez de toda la tierra.  Un ejemplo: “si yo como abogado me presento en la corte a defender un criminal, yo necesito tener unos requisitos. Y un requisito fundamental es que yo no sea un criminal. Que yo no esté en violación a la ley. De lo contrario tanto mi cliente como yo seremos lanzados a la cárcel”. Ahora bien, ¿quién podrá presentarse delante de Dios y defenderse delante de Dios? Solo el que esté libre de pecados. Ni tú ni yo podemos defendernos de nuestros pecados delante del Juez justo de toda la tierra. De ese Juez que lo ve todo, lo sabe todo y aborrece el más mínimo pecado. Pero hay alguien que hacerlo. ¿Quién? “Jesucristo el justo”. ¿Cómo Jesús presenta su defensa? Presentándose delante del Padre como el único cualificado para defendernos. El único justo en toda la tierra. El único que no tiene pecado. El único digno de delante del Padre. El único que puede abogar nuestra causa. “Jesucristo el justo”.

            Pero no solo eso. Jesús presenta su defensa, en segundo lugar, presentando la eficacia de su sacrificio ante el Padre. V. 2 “Y él es la propiciación por nuestros pecados”. Esa palabra propiciación es sumamente importante. ¿Sabes lo que significa? Significa que Jesús, con el sacrificio de su muerte, apaciguó la ira de Dios sobre nosotros. En su defensa Jesús presenta ante El Padre que la deuda por nuestros pecados ha sido saldada. Que los pecados han sido cubiertos. Que ya no hay más lugar para la ira porque la justicia ha sido satisfecha. Que ahora hay paz entre Dios y nosotros. Que jamás la ira de Dios se encenderá sobre nosotros. Que todos los creyentes estamos vestidos con la ropa de la justicia de Cristo. Que Él y nosotros somos uno. Que nuestra cuenta está llena de los méritos de Cristo. Que el arrepentimiento que tenemos por nuestros pecados es sincero porque El mismo nos lo ha dado. Que la fe que poseemos, aunque débil, ha sido dada por El. Que nuestra promesa de obediencia es sincera, aunque frágil, porque es fruto de su muerte. Así intercede Jesús por nosotros.

            Y esto que Jesús hace, no solo los hace por nosotros quienes hemos creído. Juan nos dice, está salvación lo es para todo aquel en el mundo que cree en Jesucristo. “y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.”

III. El llamado a proclamarlo al mundo

            Es cierto que Juan no habla directamente de ir por todo el mundo y predicar el evangelio en este mismo pasaje. Pero la idea está presente.

            La iglesia tiene la encomienda de decir al mundo, solo Jesucristo el justo es la propiciación para tus pecados. No solo para los judíos sino también para los no judíos, los gentiles. No hay nada que puedas hacer para evitar que la ira de Dios te alcance, sino poner tu fe en Jesús. No hay salvador en el mundo que te reconcilie con Dios excepto al poner tu fe en Señor Jesucristo. No hay santidad, bondad, justicia de nuestra parte que logre apaciguar la ira de Dios solo la justicia de Cristo. Ese es el evangelio.

Aplicaciones:

1. El evangelio transforma las vidas. Su gracia nos capacita para luchar contra el pecado. Por tanto, aquél que vive en pecado o aquel que no busca cambiar su vida de pecado ni es sensible al pecado, no es un genuino creyente. Como tu trabajas con el pecado es evidencia de haber pasado de muerte a vida o evidencia de permanecer en la muerte.

2. A ti creyente que amas a Dios y buscas agradarle con una vida de santidad, Dios te dice Cristo es tu abogado. El defiende tu causa, no presentando tus obras sino las suyas. El no solo te defiende sino también aboga para que Dios derrame sobre ti todos los beneficios de la salvación que El ganó para ti. Él vive para interceder por ti. Jamás ha perdido un caso. El conoce la sinceridad de tu corazón. Sabe que somos frágiles. Y conoce tus lágrimas cuando te has avergonzado por tus pecados. Aun así, El no deja de rogar por ti, de orar por ti. Ni jamás dejará de llamarte su hermano. Confiesa tus pecados, apártate de los mismos, vístete de la justicia de Cristo.

3. Pero algún creyente sincero podría pensar: cómo Dios puede perdonarme. Lo que yo he hecho no merece perdón. Qué decimos al respecto: tienes razón, todo pecado merece en sí mismo la ira de Dios. Pero Dios ama a su pueblo y jamás los desecha. Mira a David. Mira los horrible de sus pecados: adulterio y asesinato. Dios no lo desechó. Su arrepentimiento fue sincero, mira el Salmo 32, 51. Mira a Pedro: negó a su Señor tres veces. Todo pecado es una negación de Jesús como nuestro Señor. Su arrepentimiento fue sincero: lloró amargamente. ¡Y no solo lo perdonó, sino que lo restauró de nuevo al oficio de pastor de su pueblo! ¡Cuán grande es su misericordia!

            Hermanos, Dios no llama a vivir una vida apartada de todo pecado. Hay una realidad en nuestras vidas: el pecado sigue presente. Si pecamos tenemos delante del Padre al único abogado que puede defendernos: a “Jesucristo el justo”. Ve a Él, en fe y arrepentimiento, y alcanza perdón y consuelo para tu vida.

Sermón: Juan 10:34-36 La Inerrancia e Infalibilidad de las Escrituras

Juan 10:34-36 “Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois? 35 Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada), ¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy?”

 

            El domingo pasado estuvimos estudiando tres atributos de las Escrituras: la inspiración, la autoridad y la suficiencia de la Biblia. Vimos que el testimonio de la Biblia sobre sí misma es que ella es la Palabra de Dios. Y que toda ella es inspirada por Dios. Nunca los escritores de la Biblia escribieron por sí mismo. Ellos escribieron según fueron movidos, impulsados y dirigidos por el Espíritu Santo.

            Vimos que si la Biblia es la Palabra de Dios y ella es inspirada Por Dios mismo entonces ella posee suprema autoridad. Es obvio que la Palabra de Dios vaya por encima de las palabras de los hombres por el hecho de que Dios es Dios y nosotros no. El es nuestro creador y nosotros somos sus criaturas. Le debemos todo a Él.  Por tanto, es nuestro deber ver si lo que creemos y cómo vivimos está en acorde con lo que Dios ha enseñado en su Palabra. Por ejemplo, Dios define lo que es el matrimonio. Dios define lo que es el ser humano. Dios explica cómo el universo fue creado. Dios revela cuál es el destino del hombre. Dios revela lo que es la verdadera sexualidad. Dios determina cuáles son los roles de los esposos en el matrimonio. En fin, todo lo que Dios revela es de suprema autoridad sobre nosotros. Vimos también que esto implica que no creer ni obedecer la Palabra de Dios es no creer ni obedecer a Dios mismo.

            También vimos que la Biblia es toda suficiente para darnos el conocimiento de Dios para la salvación, sobre lo que debemos creer y sobre todo lo que tiene que ver con nuestra vida cristiana, de una vida que le agrada a Dios. Y si ella es suficiente no necesitamos ninguna otra guía: no necesitamos entonces el horóscopo, no necesitamos las cartas del Tarot, no necesitamos consultar a los muertos, ni debemos buscar ningún “médium, ni large o extra-large” en nuestras vidas. Ni tampoco necesitamos el modelaje de los “ídolos” de Hollywood.

            Ahora bien, qué podemos decir de todas aquellas historias de la Biblia que a simple vista parecen fantasiosas, inverosímiles, contradictorias y que desafían las leyes de la lógica y la ciencia. Por ejemplo: qué podemos decir de: la historia de un hombre que fue tragado por un gran pez y estuvo en el vientre del mismo, tres días y tres noches, y pudo sobrevivir sin que le faltara oxígeno o muriera por los jugos gástricos del gran pez. Qué podemos decir de los años que poseían los que vivieron antes del diluvio, como por ejemplo de Adán que vivió 930 años, de Set 912 y qué decir de Matusalén que vivió 969 años. ¿Con quién se casó Caín? ¿Cómo podemos explicar que todos descendemos de Adán y Eva y hablamos de tres diferentes razas: blanca, negra y amarilla? ¿Cómo podemos hablar de la resurrección física de una persona realmente muerta por cuatro días? ¿Y qué de aquellos pasajes que aparentan ser “incorrectos”: como uno que dice que somos ovejas de su mano y pueblo de su prado? Entre muchas otras cosas.

            Hermanos, todo esto nos lleva a discutir con ustedes dos atributos adicionales de las Escrituras: la inerrancia e infalibilidad de las Escrituras. Y de ellos nos habla Jesús en este pasaje. Para Jesús las Escrituras son inerrantes.

I. Las Escrituras son inerrantes

            ¿Qué queremos decir con que las Escrituras son inerrantes? Significa que ellas no poseen errores en los escritos originales. Hermanos, si la Biblia es la Palabra de Dios, ella es la misma voz de Dios. Y si Dios se encargó de mover, impulsar y dirigir a los hombres que escribieron la Biblia entonces podemos decir que Dios se encargó que ellos escribieran su Palabra y hace de esta una Palabra inerrante. La Biblia, en sus escritos originales no tiene errores.

            Eso es lo que Jesús enseña en este pasaje. El domingo pasado vimos lo que Pablo enseña de las Escrituras. Hoy vemos lo que Jesús mismo enseñó y creía sobre las Escrituras.

            En este pasaje Jesús buscó defenderse del cargo de blasfemia. Los judíos acusaban a Jesús de blasfemar porque según ellos “tú, siendo hombre, te haces Dios.” Juan 10:33. ¿Cómo Jesús se defiende? Jesús cita la Biblia, cita la ley. En este caso cita un salmo. Cita el Salmo 82:6 que dice: “Yo dije: Vosotros sois dioses”. ¿Cuál es su argumento? El argumento de Jesús es uno de menor a mayor, de menos a más. Así como la Biblia llama dioses a los reyes y jueces porque representan la justicia divina y a ellos vino la Palabra de Dios, entonces no es incorrecto que yo diga que soy Hijo Dios, quien en mí mismo soy la Palabra de Dios y he ido consagrado y enviado por Dios mismo para ser Salvador. Esa es la idea.  

            Jesús basa su argumento en la enseñanza de la Biblia. La Biblia llama dioses a los reyes y jueces quienes legislan y juzgan en el nombre de Dios. Y si la Biblia usa la palabra dioses de la esa manera, entonces es correcto que yo también la use así. ¿Por qué? Jesús dice: Porque “la Escritura no puede ser quebrantada”. Aunque una paráfrasis, la TLA nos da la idea correcta: “Y ella siempre dice la verdad.” Esa es la idea. La Escritura no puede ser quebrantada, la Escritura no puede equivocarse. Ellas no pueden errar, ni enseñar el error.

            Lo que Jesús dice implica que Dios se encargó de preservar su Palabra libre de errores en los escritos originales. Eso es lo que Jesús creía y enseñaba. Y eso es lo que debemos creer porque Jesús es Dios.

            Miremos otro pasaje. Mateo 5:18 “Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.” Ni la letra más pequeña del alfabeto hebreo (la jota o yod) “ni una tilde” (ni un punto) “pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido”.

            Miremos otro más. Lucas 16:17 “Pero más fácil es que pasen el cielo y la tierra, que se frustre una tilde de la ley.” Y también, Mateo 24:35 “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.”

            Y porque la Biblia no posee errores en los escritos originales ella es totalmente confiable. Para Jesús las Escrituras no pueden ser quebrantadas, son inerrantes. Pero también son infalibles.

II. Las Escrituras son infalibles

            ¿Qué significa que son infalibles? Significa que ellas, por no poseer errores, jamás nos llevan al error. Porque son inerrantes, es decir, exentas de error, ellas son infalibles, no pueden errar. Y, por tanto, son seguras, ciertas, indefectibles, totalmente confiables en su enseñanza.

            Jesús confiaba plenamente en la Biblia. Por eso cuando fue tentado por Satanás El se defendía citando las Escrituras. Y cuando fue tentado por los saduceos que no creían que existían los ángeles, los espíritus ni la resurrección, Jesús destruye sus argumentos citando la Biblia. Y les dijo en Mateo 22:29 “Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios.” Mateo 22:31-32 “Pero respecto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios, cuando dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.” Jesús cita Éxodos 3:6.

            Porque Dios movió, impulsó y dirigió a los escritores bíblicos a escribir sus Palabras, la Biblia está exenta de errores ella es inerrante y si es inerrante ella es también infalible, jamás me lleva al error. Por tanto, yo no tengo dudas para poder creer que Jonás sobrevivió en el vientre del gran pez, aunque yo no entienda cómo es eso posible. No hay límite al poder de Dios. No necesito estudiar el sistema estomacal de las ballenas para convencerme de que eso fue así.  Yo confío plenamente en las Escrituras porque ellas son la Palabra de Dios y jamás me llevan al error.

            Yo no tengo temor en disciplinar a mis hijos con la vara o con la correa, con moderación y cuidado, porque Dios me enseña en la Biblia en Proverbios 22:15 “La necedad está ligada en el corazón del muchacho; Mas la vara de la corrección la alejará de él.” Eso no significa que la disciplina corporal es mi primera ni mi única opción. Y que puedo usarla irresponsablemente. Pero si la usamos con moderación, sabiamente, en casos extremos, jamás me llevará al error.

            Esta doctrina implica que es Dios quien define nuestra sexualidad y no yo. Y como El ha determinado que solo existen dos sexos yo no tengo el derecho ni la libertad de decidir que hay 15 o veinte: que hay hombres; que hay mujeres; que hay hombres por la mañana y mujeres por la noche o viceversa; o que hay algunos totalmente indefinidos. Y es Dios quien decide el uso de mi vida sexual: dentro del matrimonio en un pacto público y formal.    

            Y por tanto si yo vivo mi vida dirigida por la Palabra de Dios ella jamás me lleva al error, si no todo lo contrario. Es allí donde viviré en plena libertad, en felicidad, en orden, en paz, agrando a Dios en todo.

            Te pregunto: ¿es esa tu fe? ¿Cuánta confianza tienes en la Palabra de Dios para dirigir tu vida? ¿Vives en obediencia a la Palabra de Dios? ¿Procuras que tu relación matrimonial refleje la relación que Cristo tiene con su iglesia? ¿Te sometes a la Palabra de Dios?

            Quiera Dios que cada uno de nosotros consideremos la Biblia con la plena confianza que Jesús tuvo con ella. Para Jesús la Biblia era inerrante e infalible. ¿Lo es para ti?

Sermón: 2 Timoteo 3:16-17 La Inspiración, Autoridad y Suficiencia de las Escrituras

2 Timoteo 3:16-17 “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”.

 

            El domingo pasado vimos que Dios nos llama a vivir una vida consagrada. Hemos sido comprados por precio. El precio pagado lo fue la sangre preciosa del Señor Jesucristo. Esta consagración de vida incluye el cuerpo físico: nuestros brazos, nuestros pies, nuestra lengua, nuestros ojos, nuestras partes íntimas. Todo lo pertenece a Dios. Dijimos también que Dios nos llama a renovar nuestra mente. Debemos cambiar nuestra forma de pensar. Y el medio para esa renovación intelectual lo es la Palabra de Dios. Debemos leerla, estudiarla, comprenderla en un todo. Debemos conocer cada una de sus partes, cada uno de sus libros y cada mensaje que Dios ha dado con cada uno de esos libros.

            Siendo esto así, nos toca repasar nuestra confianza en la Palabra de Dios. Ella es el medio para nuestra transformación moral y espiritual a la imagen de Jesús.

            Dios nos ha dado su Palabra. Tenemos delante nuestros ojos y al alcance de nuestras manos nada más ni nada menos que la misma Voz de Dios. La Biblia es Vox Dei. Ella es también Verbum Dei, la Palabra escrita de Dios. Y como ella es su Palabra, ésta debe poseer ciertos atributos que la distinguen de todo lo demás. Por tanto, hoy vamos a contestar la siguiente pregunta: ¿cuáles son los atributos o cualidades que poseen las Escrituras como Palabra de Dios? Es imposible contestar esa pregunta completamente en el día de hoy. Por eso solo vamos a limitarnos a tres de ellos: la inspiración, la autoridad y la suficiencia de las Escrituras.

            ¿Cuáles son los atributos o cualidades que poseen las Escrituras como Palabra de Dios?      

I. Ella es inspirada por Dios

            Miremos el versículo 16 “Toda la Escritura es inspirada por Dios”. ¿A qué Escritura se refiere Pablo? El contexto inmediato se refiere a las Escrituras del AT. ¿Cómo lo sabemos? Miremos los versículos 14-15 “Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; 15 y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.” Pablo le dice a Timoteo un joven pastor: persiste, continúa firme en tu fe, en lo que has aprendido y estas persuadido y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras. ¿Cuáles? El AT. Timoteo era hijo de una mujer judía y padre griego. Y su madre y su abuela se encargaron que desde niño Timoteo aprendiera las Sagradas Escrituras. De ellas Pablo dice “Toda la Escritura es inspirada por Dios”. El AT es inspirado por Dios. ¿Pero solo el AT es inspirado por Dios? El contexto inmediato se refiere al AT. Pero cuando tomamos conocimiento de todo el contexto de las epístolas pastorales sabemos que incluye también el NT. Miremos 1 Timoteo 5:17-18 “Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar. 18 Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario.”  Pablo basa el salario de los ancianos en dos pasajes bíblicos o como Pablo dice aquí: “Pues la Escritura dice”. El primer pasaje de la Escritura que cita lo es Deuteronomio 25:4No pondrás bozal al buey que trilla”. Cuando el buey esté trillando, es decir, trabajando en recortar el trigo no le tapes la boca. Déjale que coma de su trabajo, esa es la idea. Pero lo que nos interesa aquí es que Pablo cita otro pasaje para fundamentar el argumento del salario de los ancianos citando, como Escritura Lucas 10:7, que dice: “Digno es el obrero de su salario.” Si te das cuenta para Pablo la frase “toda la Escritura” se refiere tanto al AT como al NT.

            Y no dice Pablo, toda ella es inspirada por Dios. ¿Qué significa la palabra inspirada? La palabra en griego es “theopneustos”, que significa exhalada por Dios. Esto es súper importante. Hermanos, el que “toda la Escritura es exhalada por Dios” implica dos cosas:

            (1) Dios es el autor de las Escrituras. Es cierto, Dios utilizó hombres para que redactaran su mensaje. Pero Dios se encargó que lo que redactaran no fuera otra cosa que su misma Palabra. Miremos 2 Pedro 1:21 “porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.” En este pasaje la palabra traducida “inspirada” es una palabra distinta en el griego. Es la palabra “φερόμενοι”. Y esta puede ser traducida: movida, impulsada o dirigida. La BDHH traduce el pasaje: “porque los profetas nunca hablaron por iniciativa humana; al contrario, eran hombres que hablaban de parte de Dios, dirigidos por el Espíritu Santo.” La NVI traduce: “Porque la profecía no ha tenido su origen en la voluntad humana, sino que los profetas hablaron de parte de Dios, impulsados por el Espíritu Santo.” La Biblia de Jerusalén traduce: “hombres movidos por el Espíritu Santo, han hablado de parte de Dios”. Dios es al autor de las Escrituras. La Biblia es la Palabra de Dios cuyo origen es divino. Fue Dios quien la exhaló. Fue El quien la produjo. No fue que los hombres se dijeron vamos a dejar por escrito lo que nosotros creemos es la voluntad de Dios. No. Fue Dios mismo quien los impulso a escribir. Fue El quien los comisionó para que escribieran sus Palabras. Como traduce la NVI: “la profecía no ha tenido su origen en la voluntad humana”. Ha tenido su origen en Dios. El es el autor de las Escrituras.

            (2) El resultado de la exhalación de Dios es que tenemos en la Biblia una Escritura inspirada. El producto de la obra de Dios es una Biblia inspirada. Fue El quien movió a los santos hombres para que escribieran su misma voz. La Biblia no es en última instancia un escrito humano, sino divino. Ella es en la forma más clara y sencilla de decirlo: La misma voz de Dios.

            ¿Qué otro atributo posee las Escrituras?

II.  Ella posee suprema autoridad

            La Biblia posee suprema autoridad. Esto se desprende de que ella es inspirada por Dios. Si Dios es el autor de las Escrituras y El se aseguró en impulsar a los hombres para que escribieran sus Palabras, El exhaló las Escrituras y ellas son en última instancia divinas y no humanas, o más bien la Palabra de Dios en lenguaje humano. Entonces, concluimos que ellas al ser Palabra de Dios tiene suprema autoridad sobre todo.

            Por tanto, ella de ser creída en todo lo que enseña. Ella debe ser obedecida en todo lo que ordena. Por eso dice la CFW.I.4: “La autoridad de las Santas Escrituras, por la que ellas deben ser creídas y obedecidas, no depende del testimonio de ningún hombre o iglesia, sino exclusivamente del testimonio de Dios (quien en sí mismo es la verdad), el autor de ellas; y deben ser creídas, porque son la Palabra de Dios”.

            No creer el mensaje y la enseñanza de la Biblia es no creer a Dios. De igual manera, desobedecer a las Escrituras es desobedecer a Dios mismo, porque ella es su Palabra. Por eso Pablo elogia a los tesalonicenses porque cuando recibieron el mensaje de los apóstoles lo recibieron como lo que realmente era: el mensaje de Dios mismos. Busquemos 1 Tesalonicenses 2:13 “Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.”

            Hermanos, esto es importante y sumamente serio. Dios nos ha dado su Palabra. Y su palabra es su voluntad revelada para nosotros. Cuando Dios nos dice: confía, es nuestro deber confiar; cuando nos dice: cree, es nuestro deber creer; cuando nos dice: obedece: es nuestro deber obedecer. Cuando leemos la Palabra de Dios o cuando la enseñamos y la predicamos, no es cualquier cosa. No es una tontería. No creer y no obedecer la Palabra de Dios es rebelarnos contra Dios. Y la rebelión contra Dios lleva a la perdición. Torcer la Palabra de Dios, hacer que diga lo que no dijo, es algo serio. Cuan terriblemente serio es predicarla, enseñarla. 2 Pedro 3:15-16 “Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, 16 casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición.” Torcer las Escrituras es para nuestra propia perdición.

            Dios es el autor de las Escrituras, por tanto, ellas poseen suprema autoridad sobre todo: sobre toda idea, sobre todo valor, sobre toda enseñanza, sobre toda filosofía, sobre toda opinión de los hombres.

            Mira a Jesús y su autoridad. Mateo 5:43-45 “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. 44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; 45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.” Por encima de las opiniones de los hombre está la autoridad de Dios.

            ¿Qué otro atributo posee las Escrituras?

III. Ella es suficiente         

            Miremos 2 Timoteo 3:16-17 “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. Ella es útil para enseñar la voluntad de Dios para nuestra salvación, es útil para redargüirnos de pecado, para corregirnos si nos hemos desviado del camino correcto y es útil para instruirnos en justicia, es decir, en el camino de la santidad. Pero alguien pudiera decir: Pablo dice que la Biblia es útil para muchas cosas pero no que es suficiente.

            Miremos el versículo 17:a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. Por el hombre de Dios debemos entender en primer lugar el ministro de la Palabra. Esa es la manera en que Pablo la usa en las cartas pastorales. Y la idea es que la Biblia es suficiente para que el ministro sea capaz de cumplir todos sus deberes ministeriales: “sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. Y si la Biblia es suficiente para el ministro cuanto más lo es para todo creyente.

            Ahora bien, ¿suficiente para qué? No para pasar el examen de matemática, ni el examen de inglés, ni para enseñarte cómo pintar una casa, etc. Suficiente para darte el conocimiento necesario para la salvación, para saber cómo debemos glorificar a Dios, lo que debemos creer y todo lo necesario para vivir la vida celestial que a Dios le agrada y demanda. En todo eso ella es suficiente y no necesitamos nada más. Como dice la CFW.I.6: “El consejo completo de Dios tocante a todas las cosas necesarias para su propia gloria y para la salvación, fe y vida del hombre, está expresamente expuesto en las Escrituras, o se puede deducir de ellas por buena y necesaria consecuencia,”.

            Hermanos, Dios nos ha dado su Palabra y esto es un acto de increíble misericordia. ¿Sabes por qué? Porque el mundo sin la Palabra de Dios está en tinieblas.  No conocen el camino de salvación. No saben cómo agradar a Dios ni cómo glorificarle, ni cómo ordenar sus vidas de tal manera que agrade a Dios. Pero Dios en su misericordia nos ha dado su Palabra. Nos ha traído la luz del evangelio. Nos ha revelado a Cristo. Su ha revelado así mismo. Nos ha dado una porción de su mente. Nos ha revelado su corazón.

            En última instancia, ¿qué es la Biblia para ti? ¿Es un libro cualquiera o es la palabra de Dios?

            Para la iglesia de Cristo, ella tiene su origen en Dios. Posee suprema autoridad. Y es suficiente para capacitarnos para darnos el conocimiento de la salvación, la gloria de Dios, lo que debemos creer y cómo debemos vivir. Espero que esa sea tu convicción.

 

 

Sermón: Romanos 12:1-2 Cambiando Nuestra Forma de Pensar

Romanos 12:1-2 “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. 2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”

 

            Un nuevo año se aproxima. Y esto implica nuevas cosas. No sabemos lo que el nuevo año traerá o más bien lo que Dios nos traerá en el nuevo año. Pero una cosa sí sabemos: “que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 8:38-39).

            No hay mejor manera de enfrentar un nuevo año sino con una nueva mentalidad, con nuevos propósitos, nuevos sueños, nuevos planes. La vida continúa. Lo pasado quedó atrás. Nosotros seguimos hacia adelante hacia “a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:14).

            Y que mejor pasaje para ayudarnos a coordinar nuestros planes futuros que el pasaje que tenemos aquí de Romanos 12:1-2.

            Dios nos ha salvado, hermanos y amigos, para vivir para Él. No somos nuestros. Le pertenecemos en cuerpo y en alma a Dios. Y Él nos llama a vivir una vida consagrada a Él, con una mente transformada totalmente por su voluntad. De eso trata el pasaje de Romanos.

            Mira cómo Pablo desarrolla ese llamado a una vida consagrada a Dios.

            V. 1 “Así que hermanos”. Me gusta más la traducción de la LBLA “Por consiguiente, hermanos”. La palabra en griego es “οὖν” y puede ser traducida: por tanto. Hermanos, en nuestro estudio de la Biblia es importante que miremos cómo comienzan las oraciones de los versículos. A veces encontramos palabras claves que nos ayudan a entender mejor el pasaje. Y una de ellas es este “Así que” o “por consiguiente”. ¿Por qué? Porque esa palabra une el capítulo 12 con todo lo que Pablo ha dicho. Y él nos ha hablado acera del pecado, de la gracia de la justificación, de la santificación de la elección divina, de los planes que Dios tiene con los judíos y los gentiles. ¿Cuál es la idea? Pablo quiere que tú y yo miremos lo que Dios ha hecho para salvarnos. El quiere que sintamos el peso de todo lo que Dios ha hecho con nosotros para darnos vida eterna, para salvarnos. Tú y yo estábamos muertos en nuestros pecados y delitos. Éramos esclavos del pecado. In capaces de salir de ese estado y condición de pecado y miseria. Estábamos destituido de la gloria de Dios. No éramos justos, no buscábamos a Dios. Sepulcro abierto era nuestra garganta. No conocíamos el camino de paz. No nos sujetábamos a la ley de Dios y tampoco podíamos hacerlo. Éramos enemigos de Dios. Éramos débiles para poder salir de ese estado y condición.

            Pero Dios nos salvó. Dios nos perdonó, Él nos justificó por medio de la fe en el Señor Jesucristo. Y nos dio paz de conciencia. Derramó su espíritu Santo sobre nosotros. Nos hizo templo de Dios. No crucificó con Cristo y nos resucitó para una nueva vida. El pecado ya no reina en nosotros. Nos dio su Espíritu Santo y es El quien nos guía. Somos herederos con Cristo. Y esperamos la bienaventuranza de la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

            Y todo es parte de los planes de Dios. El nos escogió desde antes de la fundación del mundo y nos predestinó para ser hechos conforme a la imagen de su Hijo. Todo eso y mucho más Dios ha hecho por nosotros.

            Por consiguiente, hermanos, por todo lo que Dios ha hecho por nosotros y en nosotros, dice Pablo, “os ruego por las misericordias de Dios”, por el hecho de que Dios ha derramado su gran misericordia sobre nosotros, os ruego que sigáis consagrándoos a Dios. Esa es la idea. ¿Por qué decimos que sigáis? Porque ya Pablo había tratado el tema de la santificación en el capítulo 6 de Romanos y ahora continua con ese mismo tema. Hermanos, cuán importante es esto. La base de nuestra obediencia a Dios descansa en la gracia de Dios, en lo que Dios ha hecho por nosotros. El mundo pagano busca hacer las cosas bien para ganar la misericordia de los dioses. Pero en el cristianismo, buscamos obedecer por la misericordia que ya Dios nos ha otorgado. Dios nos salva para obedecer. 1 Pedro 1:2 “elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo”. ¿Acaso no hacemos nosotros lo mismo con nuestros hijos? Nosotros les damos la vida si es necesario. ¿Y qué esperamos? Que obedezcan en agradecimiento por todo lo que hemos hecho por ellos. Así es Dios. El espera que vivamos para El en agradecimiento por sus misericordias.  

            Ahora bien, Dios no llama a una vida consagrada, a una transformación total de nuestra forma de pensar y a un disfrute y deleite de la voluntad de Dios. Veamos cada punto.

I. Consagración

            Fíjate cómo Pablo lo presenta. V. 1 “que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.” Pablo tiene detrás de su mente la adoración en el AT, cuando el creyente traía ante Dios su sacrificio. Y Pablo nos dice, nosotros también debemos presentar un sacrificio. ¿Cuál? El sacrificio de nuestro cuerpo. Esto es importantísimo.

            La santificación y consagración a Dios incluye nuestro cuerpo físico. Cristo vino a salvar a nuestro cuerpo y no solo nuestra alma. 1 Corintios 6:20 “Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo”. ¿Cuál es la idea? Pablo la explica en Romanos 6:13 “ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.” ¿Qué significa? Oh hermanos, muchas veces usamos nuestro cuerpo para el pecado. Usamos nuestra lengua para los chismes, o para ofender a nuestro prójimo, burlarnos de él. Usamos nuestros oídos para escuchar lo que no nos conviene ni edifica. Usamos nuestras manos para hacer daño, para golpear y maltratar. Usamos nuestros ojos para ver lo que no nos conviene como cristianos.  Pero Dios nos llama a presentar nuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo agradable a Dios. A usar nuestro cuerpo de una manera santa, que agrade a Dios.

            Hay cristianos que piensan que tienen libertad en Cristo para hacer cualquier cosa que deseen, o ver cualquier cosa que deseen ver. Eso no es cierto. Hace un tiempo atrás yo puse en el Facebook de la iglesia un artículo hablando sobre el sexo en la serie de HBO “Game of Throne”. Y hubo personas que se indignaron por ello. Hermanos, muchas de las series de televisión hoy día son pornográficas. Y no es sabio ni prudente verlas. Dios nos llama a consagrar nuestro cuerpo porque El lo compró. y El demanda y espera que sus hijos usen su cuerpo como instrumento de justicia no impiedad. Miremos 1 Corintios 6:13 “Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo.” V. 15 “¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo.” Vuestros cuerpos son miembros de Cristo, mi unión con Cristo no solo es una unión espiritual sino también física.

            ¿Cuál es la idea de todo esto? La idea es consagrar mi cuerpo al Señor. Todo mi cuerpo le pertenece a Él. Consagra tu cuerpo, úsalo como instrumento para bien. Haz lo mismo que hizo Job. Job 31:1 “Hice pacto con mis ojos;
¿Cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?”.
El consagró sus ojos a Dios: que no miraría a un virgen para codiciarla. Mis ojos son del Señor: no son para la pornografía. Mi boca es del Señor, no es para ofender. Mis partes íntimas son del Señor, no para usarlas sino cuando me case formalmente con mi esposa.

            La santificación y la consagración conlleva la consagración de nuestra mente. Vimos que conlleva la consagración de nuestro cuerpo físico, pero también la consagración de nuestra mente. V. 1 “que es vuestro culto racional.” La palabra racional es importante. ¿Sabes por qué? Porque Dios espera que le sirvamos también con nuestra mente. Es más, es imposible consagrar nuestro cuerpo a Dios si no hemos usados nuestra mente. ¿Por qué? Porque Dios espera que nuestra adoración no sea mecánica, automática. Esto es importante.

            Dios desea que le amemos no solo con todo nuestro cuerpo sino también con toda nuestra alma.  Marcos 12:30. Dios espera que le sirvamos con nuestra mente y con nuestra voluntad.  ¿Qué implica esto? Implica que le sirvamos con amor y por amor. Servir a Dios no debe ser una carga para nosotros. Debe ser algo que surja espontáneamente. Dios debe estar presente en todos nuestros pensamientos. Todo lo hacemos pensando: ¿le agradará a Dios lo que yo hago? ¿Cómo yo puedo servirle mejor? ¿De qué manera yo puedo estar más involucrado en el servicio a Dios en la iglesia? Tal vez no puedo barrer, pero puedo fregar, traer galletitas para los niños, comprar productos de limpieza, darle pon a alguien, comprar papel de baño, llamar a mi hermano. ¿Por qué? Porque amo a Dios, amo a su iglesia de la cual formo parte.

            Dios nos llama a vivir una vida consagrada. Nuestro cuerpo le pertenece a Dios y también nuestra alma. Somos distintos del mundo por lo que Dios ha hecho en nosotros.  Por eso Dios nos llama a pensar de una manera distinta. Él nos llama a la transformación.  

II. Transformación

            V. 2 “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” Ahora bien. Esta transformación tiene un aspecto negativo y uno positivo. Veamos cada uno.

            El aspecto negativo es separarnos del mundo, “No os conforméis a este siglo”. ¿Qué quiere decir Pablo por siglo? Por siglo Pablo quiere decir la forma de pensar, vivir, actuar y valorar que posee el mundo que no tiene a Dios. Lo podemos llamar la filosofía del mundo o la mentalidad del mundo, los valores del mundo, la forma de pensar del mundo. De un mundo que no tiene a Dios como su Dios y Rey. De un mundo que no obedece a la Palabra de Dios. De un mundo que no busca ser gobernado por Dios. Ese es el siglo del cual Pablo nos dice: “no os conforméis”.

            Esa separación no es una física necesariamente sino moral y espiritual. Cuando digo física me refiero que no significa encerrarnos en nuestras casas y no tener contacto con el mundo externo. De esa mentalidad surgió el monaquismo, lo monasterio, los anacoretas. Esa no es la idea. Dios nos llama a una vida moral y espiritual distinta a la vida que vive el mundo. Nuestra ética es distinta del mundo porque es una ética basada en la Palabra de Dios no en la democracia, sociología, en la estadística, etc.

            Nuestra vida no debe conformarse al mundo. ¿Cómo pensamos acerca del matrimonio? ¿Cómo pensamos acerca de las relaciones sexuales fuera del matrimonio? ¿Cómo pensamos acerca de criar a nuestros hijos? ¿Cómo pensamos acerca del aborto, del homosexualismo? ¿Cómo pensamos acerca de nuestro prójimo? ¿Cómo debemos reaccionar ante el paso del huracán María: solo pensamos en nosotros y nos ocupamos de nosotros y después que todo esté bien pues que cada cual se salve como pueda? ¿A quiénes hemos servido a parte de nosotros mismos y los que nos rodean, nuestros familiares y qué del prójimo?

            Esta trasformación tiene también un aspecto positivo y ese es: renovando nuestra mente. V. 2 “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento”. Hermanos, Dios nos llama a cambiar nuestra forma de pensar. No podemos consagrar nuestro cuerpo ni apartarnos del mundo de una forma correcta a menos que cambiemos nuestra forma de pensar. Tiene que haber una metamorfosis intelectual. Nuestra forma de pensar ha sido afectada por el pecado y necesitamos que esta sea cambiada completamente.

            Pero esa renovación no viene sino por medio de la Palabra de Dios. No viene sino por el estudio consciente, dedicado, arduo, consistente de la Palabra de Dios. No viene sino por el estudio de buenos libros que nos ayudan a entender la Palabra e Dios. No viene sino por exponernos constantemente al ministerio educativo de la iglesia: sea escuela dominical, estudio bíblico los jueves y la predicación de la Palabra.  No viene sino por la constante meditación de la Palabra de Dios. No viene sino por evaluar toda forma de pensar a la luz de la Biblia. pero no podemos evaluar correctamente a menos que conozcamos la Palabra de Dios, a menos que escudriñemos la Palabra de Dios. Ni viene a menos que reconozcamos que ella es la Palabra de Dios y que yo debe someterme en alma y corazón a esa Palabra.  

            Solo podremos “comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” ¿Qué significa eso? Significa que solo cuando nuestra mente es transformada por la Palabra de Dios podremos decir verdaderamente la voluntad de Dios es agradable, es buena para mí, es perfecta, no tengo nada más que buscar. Eso es lo que yo necesito. Eso es lo que necesita el mundo. Que buena es esa Palabra. Lo mejor que me ha sucedido es conocerla y vivirla.

            Hermanos, Dios nos da dado el regalo más grande que alguien puede dar en este mundo: la salvación. Su gran misericordia sobre nosotros ha sido abundante. Dios no ha retenido ninguna bendición para nosotros. ¿Qué pide de nosotros? Que le amemos como nos ha amado. Que consagremos toda nuestra vida a El de una manera consciente, inteligente y voluntaria. Que ese sea tu resolución para este nuevo año: vivir una vida totalmente consagrada para Él. 

Sermón: Lucas 2:25-32 El Nunc Dimittis

Lucas 2:25-32 “Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. 26   Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor. 27 Y movido por el Espíritu, vino al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de la ley, 28 él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo: 29 Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, Conforme a tu palabra; 30 Porque han visto mis ojos tu salvación, 31 La cual has preparado en presencia de todos los pueblos; 32 Luz para revelación a los gentiles, Y gloria de tu pueblo Israel.”

 

            Hemos venido predicando sobre los cánticos navideños que precedieron y siguieron el nacimiento del Señor Jesús. Y así debió ser. Dios merece toda adoración y que manera más hermosa que adorarle por medio de los cánticos. Cuando hay alegría es momento de cantar. Y Dios en su soberana sabiduría nos dio estos hermosos cánticos de adoración en la venida de nuestro glorioso Salvador el Señor Jesucristo.

            En los últimos dos domingos hemos estudiado el Magnificat de María. Hermoso cántico o salmo si me permiten identificarlo de esa manera. Un salmo que no revela lo increíble que era María. Que mujer piadosa. Que mujer poderosa en las Escrituras. Pero sobre todo que increíble privilegio el ser la madre de nuestro Señor, según la carne. El domingo pasado estuvimos estudiando el Benedictus de Zacarías. Y allí vimos cómo Zacarías por encima de darle gracias a Dios por darle un hijo en su vejez él le da gracias a Dios por acordarse de su pueblo y proveer para Israel y el mundo un poderoso Salvador.

            Hoy tenemos ante nosotros el cuarto cántico navideño conocido históricamente como el Nunc Dimittis, por las primeras palabras de ese cántico en Latín: “Nunc Dimittis servum tuum Domine” (Ahora, despide a tu siervo Señor).

            Este cántico fue pronunciado por un hombre llamado Simeón. Nada sabemos de ese hombre fuera de este pasaje de la Biblia. Todo lo que podemos saber de él está contenido en este hermoso pasaje. Y lo que nos dice de él este pasaje es suficiente para tenerle en alta estima.   

            Miremos lo que se dice de él, V. 25 “Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso”. V. 26 “que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor”. Estas palabras no enseñan que él era un hombre viejo. Que sus días habían llegado a sin fin entre nosotros pero que Dios le había prometido que no vería la muerte antes de ver al Ungido del Señor, literalmente del griego al “Cristo del Señor”. La palabra Cristo significa ungido. Pero aparte de ser anciano era todo un verdadero cristiano. El era un hombre justo: dikaios, es decir, íntegro en su trato a su prójimo. Fiel a la segunda tabla de la ley. Todos podían confiar en él. No tenían problema al dejar dinero en la mesa ya que sabían que jamás se lo llevaría. Ningún esposo tendría problema en dejarle a su esposa a su cuidado. Era íntegro en sus palabras: para él el sí es sí y el no es no. Un hombre que respeta a la autoridad sin importar si esa persona es más joven que él o menos inteligente que él, o menos educado. Pero no solo eso. El era un hombre piadoso: eulabes, es decir, devoto, temeroso de Dios, reverente. Y en el contexto del pasaje: un hombre que toma en serio las promesas y la Palabra de Dios. Que confía en todo lo que Dios ha revelado en su Palabra. Que sabe que Dios espera que le sirvamos con sinceridad, con el corazón. Que vivir para Dios es la vida de su alma. El no solo sirve a Dios, él se entrega al servicio de Dios. El no es un cristiano de nombre. Uno de esos que caminan con la Biblia debajo del brazo, pero su vida no demuestra que conocen al Señor.

            Oh hermanos, así debemos ser siempre. Y así debemos envejecer. ¡Qué hermoso es ver a un anciano lleno de canas y lleno de piedad, fiel a Dios íntegro en su conducta ante los hombres y ante Dios!

            Pero el pasaje nos dice algo más. Y ese algo a mí me llena de regocijo. Y espero que a ti también. Nos dice el versículo 25 cuál era su esperanza. V. 25 Simeón “esperaba la consolación de Israel”. La palabra consolación ustedes la conocen:paraklesis”, de donde sale la palabra Parakletos. ¿Quién es el Parakletos? El Espíritu Santo. Simeón esperaba la consolación de Israel. Esperaba que Dios cumpliera su promesa de dar genuino y permanente consuelo a su pueblo. Y es de esa consolación que vamos a hablar hoy. Y vamos a contestar varias preguntas:

I. ¿Quién es la consolación de Israel?

            El cántico de Simeón nos dice que esa consolación nos viene por medio del hijo de María y José. Cuando María y José fueron al templo para circuncidar a Jesús Simeón lo coge en sus brazos y él ve en Jesús el Ungido del Señor. Él es la consolación de Israel. Simeón bendice a Dios V. 30 “Porque han visto mis ojos tu salvación”. Jesús mismo es nuestra salvación.   Es por su muerte y resurrección que nosotros podemos disfrutar de una perfecta consolación.

            Oh hermanos, la tendencia nuestra es buscar consolación sólida y permanente en las cosas del mundo. Dios ha diseñado este mundo con cosas que nos consuelan. Un amigo, un hermano, la hermosura de la creación, una esposa, un esposo, el trabajar, etc. Son cosas que en un sentido producen satisfacción y cierto consuelo. Pero todas estas cosas Dios nos la da para que busquemos en El la fuente de todo consuelo.  Todos estos consuelos son débiles y efímeros. Nuestros amigos se van o parten de este mundo. Las riquezas son inciertas. Pero Dios es permanente. Simeón nos dice que es en el Ungido del Señor, en el Cristo de Dios en todo nosotros debemos buscar toda consolación.

            Jesús puede consolar porque El fue ungido por Dios para traer consolación. Ese es parte de su ministerio. Miremos Isaías 61:1-3 “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; 2 a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; 3 a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.” Según Lucas 4:18-19, las palabras de Isaías se cumplen en Jesús. El fue ungido con el Espíritu Santo para ser nuestro Consolador.

            Y como El fue experimentado en quebranto El puede consolar a todos sus hermanos que sufren. Como Él fue menospreciado incluso por sus discípulos El puede consolar cuando somos menospreciados por los seres más íntimos nuestros. El sabe lo que es sentirse solo, abandonado, rechazado. Y con su presencia y Espíritu dar consuelos a sus hijos.

            Pero el consuelo mayor descansa en el hecho de que solo El nos puede dar el consuelo fruto de su muerte y resurrección. Dice Romanos 5:12 “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;” Qué consuelo es saber que Dios no es nuestro enemigo. Que realmente puedo decir que Dios es mi amigo, que El camina conmigo. Ese privilegio es solo de los creyentes. Nadie disfruta de ese beneficio. Solo gracias a Jesús. Solo gracias al Dios y Padre del Señor Jesucristo. Y solo gracias al Espíritu Santo.

II. ¿En qué consiste esa consolación?

            Consiste en que Jesús traerá V. 32 “Luz para revelación a los gentiles”. Sin Jesús el mundo está en tinieblas. El paganismo, la idolatría, la irracionalidad arropa este mundo que dice ser un mundo intelectual, un mundo avanzado. Nos libra de las cartas del Tarot, de la ouija, del horóscopo, de dar igual o mayor valor a los animales que a los seres humanos, nos libra de la práctica del aborto, de la eutanasia, etc. Jesús trae consigo mismo la verdad porque El es la luz del mundo.

            Consiste en que ella es V. 32 “Y gloria de tu pueblo Israel”. Para el pueblo de Israel significó ser la nación de la cual vendría el Salvador. Un gran privilegio que ninguna nación ha tenido ni tendrá en este mundo.

            Pero lo grande de esa consolación es el hecho de que capacita a un creyente a enfrentar la muerte con paz. Mira a Simeón. Cuando él vio a Jesús y lo tomó en sus brazos él dijo, V. 29-30 “Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, Conforme a tu palabra; 30 Porque han visto mis ojos tu salvación”. Simeón podía enfrentar la muerte en paz por dos razones. En primer lugar, porque él vio que Dios cumple su Palabra. Dios le reveló por el Espíritu Santo que él no moriría hasta que viera al Ungido del Señor. “despides a tu siervo en paz, Conforme a tu palabra”. Y Dios cumplió su Palabra. En segundo lugar, porque Simeón tuvo en sus manos la salvación de Dios. El tuvo en sus manos la seguridad de que Dios salva a su pueblo. De que todo lo que Dios había prometido cumplir para la salvación se estaba cumpliendo con Jesús.

            Lo grande de esa consolación para todos nosotros hoy día es que Cristo ya compró nuestra salvación. Cuando Jesús dijo en la cruz: Consumado es, ya había revelado que no hay que hacer nada más por la salvación de nuestras vidas. No hay nada que hacer para adquirir los cielos: excepto tener fe salvadora en el Señor Jesucristo y arrepentirnos de nuestros pecados para con Dios.

            Lo grande de esa consolación es que nosotros ahora podemos enfrentar la muerte en paz y sin temor. Porque, qué es la muerte sino el paso a una mejor vida. Qué es la muerte sino el reposo de nuestras vidas. Qué es la muerte sino el poder ver a Dios cara a cara. Qué es la muerte sino el experimentar en carne propia la más perfecta felicidad, santidad, paz, amor, gozo, en donde ya no hay más dolor ni tristeza. Y esa paz se acompaña con la seguridad que, así como Dios ha cuidado mi vida El cuidará de cada cabello de los miembros de mi familia. Solo la fe en Cristo nos reviste de esa paz. Solo Cristo da esa paz. ¿Cómo un creyente puede enfrentar la muerte en verdadera paz? ¿No una paz fingida, no una paz basada en la ignorancia sino una paz verdadera, real y que no avergüenza? Porque Jesús es el consolador para el mundo y especialmente para ti y para mí.

            Por eso Dios merece toda alabanza y gloria. Amén.

Sermón: Lucas 1:67-79 El Benedictus

Lucas 1:67-79 “Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo: 68 Bendito el Señor Dios de Israel, Que ha visitado y redimido a su pueblo, 69 Y nos levantó un poderoso Salvador En la casa de David su siervo, 70 Como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio; 71 Salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron; 72 Para hacer misericordia con nuestros padres, Y acordarse de su santo pacto; 73 Del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, Que nos había de conceder 74 Que, librados de nuestros enemigos, Sin temor le serviríamos 75 En santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días. 76 Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; Porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos; 77 Para dar conocimiento de salvación a su pueblo, Para perdón de sus pecados, 78 Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, Con que nos visitó desde lo alto la aurora, 79 Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; Para encaminar nuestros pies por camino de paz.”

 

            Estamos en la época navideña, una época caracterizada por cánticos, jolgorios, parrandas, etc. Es una época para cantar. Y es interesante que el nacimiento de Jesús fue precedido por cánticos o himnos de alabanza. Hay cuatro de ellos en el evangelio de Lucas. El domingo pasado estuvimos estudiando el himno de María llamado el Magnificat, el cual comienza diciendo: “Engrande mi alma al Señor; Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador”. María irrumpe en adoración a Dios por la misericordia que Dios le ha mostrado. Hermanos, sus misericordias sobre nosotros son nuevas cada día. No hay un día en el cual Dios no derrame su bondad sobre nosotros. Por eso, adorar a Dios debe ser algo que fluya diariamente de nuestros labios.

            Hoy continuamos nuestro estudio de los cánticos navideños bíblicos. Y el segundo que tenemos es el himno profético del sacerdote Zacarías conocido históricamente como el Benedictus. Se llama así por la primera palabra de este himno en la traducción de la Biblia al latín conocida como la Vulgata. Y ella comienza diciendo: “Benedictus esto Dominus Deus Israelis”, que significa: Bendito sea el Señor, Dios de Israel.

            Zacarías al igual que María nos recuerda que esta época navideña es una de adoración a Dios. Que por encima de cualquier regalo que podamos recibir hay un regalo que sobrepasa a los demás. Y al entender lo que ese regalo es y significa nos debe llevar también a adorar a Dios. ¿Qué podemos aprender del Benedictus de Zacarías? Por lo menos tres cosas:

I. Dios merece alabanza

            Así comienza este himno profético. V. 68 “Bendito el Señor Dios de Israel”.  Zacarías lleno del Espíritu Santo, es decir, habiendo recibido una unción adicional del Espíritu Santo profetiza o predica acerca de Jesús y de su hijo Juan el bautista. Y lo primero que hace es alabar a Dios por la salvación. Esto es increíble. ¿Por qué? Porque Zacarías acababa de ponerle nombre a su hijo al ser circuncidado. Y lo “lógico” sería adorar a Dios por el privilegio de ser padre aun en la vejez. Pero Zacarías no hace eso. El adora a Dios por la salvación que Dios va a cumplir y que Zacarías ya da por cumplido por medio del Mesías al decir en el versículo 68 “Que ha visitado y redimido a su pueblo”. El habla en tiempo pasado. ¿Por qué? Porque para Zacarías no hay duda alguna de que Dios rescatará a su pueblo. Dios salvará sin lugar a duda a su pueblo. Y esto es materia de adorar a Dios.

            Mira lo que hace Zacarías. Por encima de todo lo demás, por encima del nacimiento del hijo que Dios le ha dado, Zacarías mira a la salvación que Dios ha provisto a su pueblo y adora a Dios.

            Zacarías estuvo mudo por nueve meses y una semana. Y cuando recobra su voz lo primero que hace es alabar a Dios, no por su hijo, sino por la obra de salvación que ya Dios había comenzado a hacer, según era evidente en la vida de Elizabet y María.

            Hermanos, en vez de pensar en sí mismo, él piensa en el reino de Dios, en la obra de salvación. Hermanos, así también debemos pensar. El reino va por encima de nuestros bienes temporales. Debemos ir por encima de nosotros y ver la obra de Dios. No que no veamos que nuestros hijos son una gran bendición de Dios porque lo son. Pero por encima incluso de eso, lo grande es la obra de salvación. Y por eso Dios merece ser adorado. Zacarías por encima del regalo que Dios le dio, él pensó en el regalo del cual se beneficia toda la humanidad, el regalo de la salvación. Y por eso él adora a Dios.

            Hermanos, esta época navideña debe ser una época de adoración a Dios por encima de todo lo demás. Por encima de cualquier regalo, el regalo de la salvación para el mundo entero debe ser el motivo principal para adorar a Dios. ¿Es ese tu sentir? Nuestro deseo constante y oración deben ser: “Venga tu reino”, oh Dios. Padre, que otros conozcan de Cristo. Que nuestros hijos sean instrumentos para dar a conocer el evangelio a los demás. Que yo tenga siempre presente que yo también debo invitar a otros a la iglesia, orar por su conversión, darles libros evangelísticos. En fin, buscar que la Palabra de Cristo llegue a las demás personas. Ese debe ser nuestro deseo constante.   

            Así que Zacarías comienza su himno profético alabando a Dios.  ¿Por qué?

II. Porque Dios ha visitado a su pueblo

            V. 68 “Bendito el Señor Dios de Israel, Que ha visitado y redimido a su pueblo,”. El pueblo de Dios ha tenido el privilegio de que Dios le visite nuevamente. Y aunque Dios puede visitar a un pueblo para juzgarlo por sus pecados, Zacarías nos dice que Dios los ha visitado para redimirlos, para rescatarlos.

            Esto es algo importante, hermanos. Por 400 años no había voz profética en Israel. Dios no había levantado un profeta por cuatro siglos. Así como Zacarías estuvo mudo por 9 meses Dios estuvo callado por 400 años. “El pueblo pudo haber pensado: Dios se olvidó de nosotros. El nos ha desechado. Ya no hay salvación ni esperanza para nosotros”. Pero luego de 400 años de silencio profético Dios envía un ángel a Zacarías con la promesa de un hijo. Y en voz profética Zacarías dice: “Bendito el Señor Dios de Israel, Que ha visitado y redimido a su pueblo,” Hermanos, no hay salvación a menos que Dios esté en medio nuestro. Podemos tener un hermoso templo, podemos servir a la comunidad, podemos incluso hacer obra evangelística, pero si Dios no está en medio nuestro, jamás habrá victoria. Jamás habrá salvación. Nunca olvides la derrota de Horma en Números 14:39-45. Por eso cuando Zacarías ve lo que está sucediendo el adora a Dios por que la salvación ha llegado. Así que lo importante es saber si Dios está en medio nuestro. Y Dios está en donde su palabra es fielmente predicada y enseñada y el pueblo de Dios la obedece. Moisés tenía la verdad y el arca del testimonio, y aun así el pueblo fue derrotado. ¿Por qué? Porque el pueblo no obedecía esa Palabra. ¿Quieren que Dios esté aquí? Vivan la Palabra, crean y vivan el evangelio. Sean fieles en enseñarla y vivirla.  

            Y nos dice más. Nos dice que lo que movió a Dios a venir para redimir a su pueblo lo fue la misericordia de Dios. Y esto lo dice dos veces: V. 72 “Para hacer misericordia con nuestros padres, Y acordarse de su santo pacto;” V. 78 “Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, Con que nos visitó desde lo alto la aurora,”.

            ¡Oh hermanos, cuán importante es esto! Dios viene a salvar a su pueblo no porque lo merecen, no porque se lo han ganado sino por la misericordia y compasión de Dios. Dios es un Dios de entrañable misericordia. Y aunque su pueblo no merece la salvación ni jamás podrán comprarla, ni ganarla, Dios por su entrañable misericordia vino a salvar a su pueblo de sus pecados. ¡Qué gran Dios es el Dios que servimos!

            Zacarías dice más. Dios ha visitado a su pueblo por su fidelidad al pacto Davídico y Abrahámico. V. 69 “Y nos levantó un poderoso Salvador En la casa de David su siervo,” V. 73 “Del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, Que nos había de conceder”. ¿Qué significa esto? Significa que la vendida de Cristo fue en cumplimiento de las promesas que Dios hizo a David y a Abraham. Dios le prometió a David que de su descendencia según la carne vendría un Rey cuyo reino no tendría fin. Que sobre el trono de David se sentaría un Rey justo, poderoso, compasivo, que aseguraría la salvación de su pueblo para siempre. Un Rey que nadie puede derrotar. Y por tanto una salvación invencible.

            Pero que también, ese hijo de David y que es Señor de David, sería de la simiente de Abraham, en quien serían benditas todas las familias de la tierra. Hermanos, quien realmente trae bendición a todas las familias de la tierra lo es el Señor Jesucristo. El regalo gratuito de la salvación, por su muerte y resurrección, es el regalo más importante de la navidad. Así lo anunciaron los santos profetas del AT.

            Hermanos, todo regalo navideño se puede perder, se puede dañar, puede perder su valor, no así Jesús. El es el regalo más valioso del mundo que no se puede perder, que no se puede dañar y que jamás pierde su valor. ¿Quieres ese regalo? Apocalipsis 22:17 “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.”

            ¿Por qué Zacarías adora a Dios? En primer lugar, porque Dios ha visitado a su pueblo y en segundo lugar, porque Dios ha traído salvación.

III. Porque ha traído salvación

            Fíjate lo que dice el versículo 69 “Y nos levantó un poderoso Salvador”. ¿Quién es ese? Ese es Jesús. Todos los versículos del 67-75 tratan de Jesús.

            Zacarías adora a Dios porque en Jesús Dios nos ha dado un poderoso Salvador. Hermanos, Jesús es un poderoso Salvador. El no es un debilucho. Su muerte no fue la desgracia de una persona que padeció por la corrupción del gobierno romano. El vino a dar su vida para rescatar a muchos. Nadie le quitó su vida, sino que él voluntariamente la dio. Y él tenía poder para darla y poder para retomarla de nuevo por sí mismo.

            Ahora bien, en qué consiste la obra de ese poderoso Salvador. Nos dice Zacarías en que ese poderoso Salvador y solo él es quien nos libra de nuestros enemigos. V. 71 “Salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron;” Estos enemigos son enemigos espirituales no físicos. Son ilustrados por enemigos físicos, pero son espirituales. Solo Jesús nos libra de nuestros enemigos espirituales: Satanás, el mundo y nuestro pecado. Si no eres cristiano genuino eres esclavo de Satanás, eres esclavo del mundo y eres esclavo de tus pecados. Solo Jesús tiene la llave de la libertad.

            Jesús es un poderoso Salvador porque solo él nos da luz. Jesús es llamado aquí la aurora, V. 78 “Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, Con que nos visitó desde lo alto la aurora,” La aurora es la primera luz después de la oscuridad de la noche. Jesús es esa luz que quita la oscuridad en el mundo. Sin Jesús estamos en oscuridad, estamos en tinieblas. Juan el bautista vino, nos dice Zacarías, desde el versículo 76 en adelante, para decirle al mundo que Jesús vino V. 79 “Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte”. El mundo está en tinieblas y no solo PR. Y esa oscuridad no desaparece cuando AEE restaure la electricidad. Sin Cristo el mundo entero permanece en tinieblas, aunque tenga luz eléctrica. Si no tienes a Cristo como tu Dios y Señor estás en tinieblas y permanecerás en tinieblas.   

            Jesús es un poderoso Salvador porque solo él nos da la paz. Ese también fue el mensaje de Juan el bautista con respecto a Jesús. V. 79 “Para encaminar nuestros pies por camino de paz.” Sin luz no sabemos por donde ir. En Quebradillas hay una sección en donde no hay luz y se han borrado las líneas de los carriles. Y cuando uno va por la noche uno no sabe por dónde va. No sé si voy en mi carril o el carril contrario o cerca de chocar la valla. De igual manera hermanos, solo Cristo puede guiar nuestros pies por camino de paz. Paz para con Dios, paz para con nuestro prójimo, paz en nuestra familia: con nuestros esposos, esposas, hijos; paz con la vida, paz con nosotros mismos. Cristo es nuestra paz.

            ¿Cuál entonces debe ser nuestra respuesta a este poderoso Salvador?

            La única respuesta sensata es creer en el evangelio. Es recibir a Cristo como la aurora de tu vida. Es rendirte a sus pies como el único que puede rescatarte del pecado, de Satanás, de la ira de Dios. Esto es importante y es serio. Si no crees rechazas la misericordia de Dios. Si no crees rechazas la fidelidad de Dios. Si no crees sigues bajo el dominio de tus enemigos. Si no crees no tendrás luz en tu vida y si no crees no tendrás paz jamás. Ven a Cristo ahora. Esa es la única respuesta sensata a la misericordia de Dios.

            Dios ha visitado a su pueblo en Cristo Jesús y en él nos ha traído salvación para todo aquel que en él cree y por eso Dios debe ser adorado. Amén.

Sermón: Lucas 1:46-55 El Magnificat

Lucas 1:46-55 “Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; 47 Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. 48 Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. 49 Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre, 50 Y su misericordia es de generación en generación A los que le temen. 51 Hizo proezas con su brazo; Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. 52 Quitó de los tronos a los poderosos, Y exaltó a los humildes. 53 A los hambrientos colmó de bienes, Y a los ricos envió vacíos. 54 Socorrió a Israel su siervo, Acordándose de la misericordia 55 De la cual habló a nuestros padres, Para con Abraham y su descendencia para siempre.”

 

            Tenemos ante nosotros el himno de alabanza de María conocido históricamente como el Magnificat. Se le llama así porque en la Biblia latina “La Vulgata” comienza el primer verso del himno con las palabras: “Magnificat anima mea Dominum”.

            Este himno de alabaza es maravilloso. Revela la increíble piedad de María. Entre una de las cosas que podemos ver del pasaje que nos debe impresionar es su gran conocimiento de la Biblia. En este himno María cita directa e indirectamente más de doce pasajes bíblicos. Ella corre por todo el AT. Ella cita de los Salmos, de Job, de Génesis, de Isaías, de Éxodos, de 1 Samuel, de Malaquías. María conocía la Biblia. Sin lugar a duda, María la había memorizado y grabado en su corazón. ¿Cuántos de nosotros podemos citar de todos estos lugares de la Biblia? ¿Cuántos de nosotros podemos combinar pasajes bíblicos para formar un todo armonioso? Sus padres verdaderamente se ocuparon de educar a su hija en la Palabra de Dios. Para la familia judía el memorizar y atesorar la Palabra de Dios era algo prioritario. El ocuparse de los que hijos aprendieran su Biblia no era algo dejado a los sacerdotes exclusivamente. Ellos sabían que eran responsables de criar a sus hijos con la Palabra de Dios. Y que debían enseñársela en todo momento, de día, de noche, cuando salían de la casa, cuando jugaban, cuando comían. En todo momento la familia era saturada y centrada en la Palabra de Dios. Y María es un vivo ejemplo aquí de cuán serio e importante es criar a nuestros hijos y nietos en la Palabra de Dios.

            María es una creyente modelo. El Magnificat es un himno de alabanza a Dios. Y en este himno de alabanza ella nos enseña cómo adorar a Dios correctamente. Nos enseña acerca de la actitud, el objeto y la razón de la adoración a Dios.  

I. La actitud propia en la adoración

            ¿Cuál debe ser la actitud propia de la adoración?

            1. Debemos adorar a Dios con el corazón. V. 46-47 “Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; 47 Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.” Hermanos, adorar a Dios no es algo meramente de los labios o del cuerpo. Adorar a Dios no es meramente ponernos de pie cuando se cantan los cánticos. Ni es meramente abrir nuestras Biblias cuando se va a leer la Palabra. Adorar a Dios es algo del corazón. Mira como María lo dice: “Mi alma engrandece al Señor; mi espíritu se regocija… en Dios”. Dios demanda de nosotros: “hijo mío dame tu corazón” como dice el libro de Proverbios. Nuestra alma y nuestro espíritu, que son lo mismo, deben adorar a Dios, deben gozarse en el Señor. Oh hermanos, cuando vienes a la casa del Señor yo sé que viene tu cuerpo. ¿Pero viene también tu alma? Dios demanda que le adores con tu corazón y no solo con tus labios. No es suficiente el estar presente en la casa del Señor.

            2. Debemos adorar a Dios con intensidad. V. 46-47 “Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; 47 Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.” Mira cómo María lo hace. Ella no le da una adoración fría a Dios. Ella no le da una adoración superficial. No le da una adoración mecánica. Ella adora con todo su ser y con intensidad. Su alma engrandece al Señor. No que podemos hacer más grande a Dios de lo que lo es. Eso es imposible. Pero ella exalta y honra a su Señor y Dios y se regocija en Dios su Salvador. Son palabras de intensidad. Dios merece lo mejor. Y El merece una adoración no fría ni superficial sino con pasión, con entrega, como quien su vida depende de ello.

            3. Debemos adorar humildemente. En el versículo 48 ella habla de “la bajeza de su sierva”. Ella reconoce que socialmente no es nada. Ella no es rica sino la desposada de un carpintero. María, en ningún momento se enorgullece por ser la Madre del Señor. Ella adora humildemente. Se acerca al Señor reconociendo que Dios lo es todo y ella nada. Que El es Soberano y su Rey. Hermanos, solo los humildes adoran a Dios. Por eso Santiago dice que “Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes”.

II. El Objeto de la adoración

            Dios es el objeto de la adoración. María misma no es el objeto de la adoración. Ella reconoce que es a Dios y solo a El a quien debemos adorar. María menciona tres atributos de Dios que nos deben llevar a rendir gloria a Dios.

            1. Dios es Todopoderoso. V. 49 “me ha hecho grandes cosas el Poderoso”. Hermanos, Dios es Todopoderoso. ¿Crees esto? Yo sé que lo crees intelectualmente, con tu mente. ¿Pero lo crees en tu corazón? No hay nada difícil para Dios. Hacer que María queda embarazada sin la intervención de un hombre no es algo difícil para Dios. Él es Todopoderoso. Crear los cielos y la tierra fue algo sencillo para Él.  Y El puede cumplir nuestras peticiones con suma facilidad. Si aún no ha contestado nuestras oraciones no es que El no puede hacer lo que le pedimos, sino que Él sabe mejor que nosotros lo que nos conviene.

            2. Dios es santo. ¿Por qué menciona María este atributo de Dios? La santidad de Dios aquí implica su imposibilidad de hacer mal. Dios hace bien a sus hijos porque El es santo. Lucas 11:11-13 “¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? 12 ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? 13 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”

            3. Dios es misericordioso. V. 50 “Y su misericordia es de generación en generación A los que le temen.” Tres cosas podemos ver en este versículo. Dios es misericordioso. El tiene compasión de los que sufren. El se compadece de los que están en la miseria: sea económica, espiritual, emocional. Él es misericordioso. El es eternamente misericordioso “de generación en generación”. O podemos decir también sobre nuestras generaciones. Dios ha incluido en su pacto a nuestros hijos. Cuando los bautizamos testificamos que ellos están incluidos en el pacto. Son hijos del pacto. Hermanos, Dios busca salvar a su pueblo en medio de nuestras generaciones. Y promete hacerlo hasta mil generaciones. Cuando nuestros hijos, nietos o tataranietos o chornos vienen a los pies de Cristo es Dios cumpliendo su promesa de ser el Dios de nuestra simiente por mil generaciones. Y algo más nos dice el versículo. Su misericordia es particular, es para los que le temen, es decir, los genuinos cristianos. Aquellos que le adoran con el corazón, con intensidad, con humildad, que tienen a Cristo como el Rey de sus vidas, como su Salvador exclusivo, como su Profeta, cuya Palabra es sacrosanta y debe ser obedecida con todo el corazón.

III. La razón para nuestra adoración.

            1. María reconoce que Dios es su Salvador. V. 47 “Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.” Ella no es salvadora. Ella no es corredentora, ni mediadora, ni dispensadora de gracia. Dios es su Salvador. ¿Y esto es importante para la adoración? Nosotros no adoramos a Dios meramente porque El es el creador de los cielos y de la tierra. Eso es cierto. Pero sobre todo porque Dios es nuestro Salvador. Para María Dios no solo es el Dios que salva en el sentido que libra de las aflicciones y nos levanta cuando hemos caído. Para ella Dios es su Salvador del pecado y del infierno. Ella sabía que el Santo ser que nacerá será “llamado Hijo de Dios”. Lucas 1:35. Ella sabía que su hijo se llamaría Jesús porque “él salvará a su pueblo de sus pecados”. Mateo 1:21. Nosotros al igual que María hemos venido a adorar a Dios con todo nuestra alma y nuestro espíritu, con humildad e intensidad porque Dios nos ha salvado. Ha tenido compasión de nosotros. Y nos ha dado el privilegio de ser salvos para siempre. Por eso le adoramos.

            2. Agradecida de su compasión hacia ella. V. 48 “Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. 49 Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre”. Dios no se ha olvidado de ella. Aunque ella era una mujer pobre, socialmente desconocida, sin fama alguna, Dios no se ha olvidado de ella. Y le ha dado la bendición de ser la madre del Señor. Dios la ha enriquecido de esa manera sin dinero. Las riquezas no son el dinero. Es más, una persona puede tener mucho dinero y ser realmente pobre: sin amistades, si amor, sin alegría, sin paz y sin la salvación. Dios nos ha enriquecido con la salvación. Pero también nos ha enriquecido con muchas bendiciones. Cada día disfrutamos de nuevas bendiciones: la vida, los hijos, la creación, el estudiar, el servir, el amar y ser amados, etc.

            3. Agradecida por lo que Dios hace con su pueblo. María no solo piensa en sí sino también en los demás: en todo creyente disperso y muy en particular su propio pueblo. V. 50, 54-55 “Y su misericordia es de generación en generación A los que le temen. 54 Socorrió a Israel su siervo, Acordándose de la misericordia 55 De la cual habló a nuestros padres, Para con Abraham y su descendencia para siempre.” La adoración a Dios es colectiva. Nunca olvidemos que somos arte de una familia. Que al adorar aquí nos acompañan los ángeles que velan la adoración del pueblo de Dios. Pero también adoramos juntos en espíritu con toda la iglesia católica o universal. Cuando adoremos a Dios no nos olvidemos de sus promesas, eso es lo que hizo María. Ella trajo a la memoria la misericordia de Dios: “Socorrió a Israel su siervo, Acordándose de la misericordia 55 De la cual habló a nuestros padres, Para con Abraham y su descendencia para siempre.” Trae a la memoria la fidelidad de Dios. Y ello te impulsará a adorar con mayor fervor y alegría. Cristo conoce a sus ovejas una por una. Y por cada una de ellas murió y resucitó. Tan grande es su amor que El no olvida ninguna de ellas. Y deja a las 99 que están bien y va a buscar a la descarriada. El no dice: tengo 99 y solo se me perdió una, Ok. Jamás, hermanos. El ama a cada una de ellas y cuida de cada una de ellas. Las llama por su nombre. Y cumple su Palabra con cada una de ellas. Hermanos, ninguna promesa de Dios para ti caerá por tierra. Recuerda esto y alaba a Dios.

            4. Dios es el defensor de su pueblo. V. 51-53 “Hizo proezas con su brazo; Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. 52 Quitó de los tronos a los poderosos, Y exaltó a los humildes. 53 A los hambrientos colmó de bienes, Y a los ricos envió vacíos.” Hermanos, Dios hace justicia en la tierra. Y El es el gran transformador del mundo. El quebranta a los soberbios, quita a los reyes que se levantan contra El y a los ricos opresores El envía vacíos. Y El exalta a los humildes, da comida a los hambrientos. Con su brazo hace proezas. Dios transforma este mundo. Dios es el defensor de su pueblo. Dios te defiende. Dios es enemigo de aquellos que buscan tu mal. El que se levante contra nosotros en gran lío se ha metido, porque no se levanta meramente contra nosotros sino contra nuestro Padre celestial quien es nuestro defensor.  El es nuestro escudo y protector.

            Hermanos, cuál debe ser nuestra actitud en la adoración a Dios: debemos adorar con el corazón, intensamente y con humildad. Debemos adorar solo Dios y reverenciar su poder, su santidad y su misericordia. Siempre recordando que El es nuestro Salvador para siempre.