Sermón: Hageo 2:10-19 Santificados para la Obra de Dios

Hageo 2:10-1910 A los veinticuatro días del noveno mes, en el segundo año de Darío, vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo, diciendo: 11 Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Pregunta ahora a los sacerdotes acerca de la ley, diciendo: 12 Si alguno llevare carne santificada en la falda de su ropa, y con el vuelo de ella tocare pan, o vianda, o vino, o aceite, o cualquier otra comida, ¿será santificada? Y respondieron los sacerdotes y dijeron: No. 13 Y dijo Hageo: Si un inmundo a causa de cuerpo muerto tocare alguna cosa de estas, ¿será inmunda? Y respondieron los sacerdotes, y dijeron: Inmunda será. 14 Y respondió Hageo y dijo: Así es este pueblo y esta gente delante de mí, dice Jehová; y asimismo toda obra de sus manos; y todo lo que aquí ofrecen es inmundo. 15 Ahora, pues, meditad en vuestro corazón desde este día en adelante, antes que pongan piedra sobre piedra en el templo de Jehová. 16 Antes que sucediesen estas cosas, venían al montón de veinte efas, y había diez; venían al lagar para sacar cincuenta cántaros, y había veinte. 17 Os herí con viento solano, con tizoncillo y con granizo en toda obra de vuestras manos; mas no os convertisteis a mí, dice Jehová. 18 Meditad, pues, en vuestro corazón, desde este día en adelante, desde el día veinticuatro del noveno mes, desde el día que se echó el cimiento del templo de Jehová; meditad, pues, en vuestro corazón. 19 ¿No está aún la simiente en el granero? Ni la vid, ni la higuera, ni el granado, ni el árbol de olivo ha florecido todavía; mas desde este día os bendeciré.”

 

            De nuestro estudio del libro del profeta Hageo vemos cómo Dios nos enseña cuál es la manera correcta de servirle. Hemos visto que Dios espera que nosotros le demos la prioridad número uno todo lo que tiene que ver con su reino. No es que no cuides tu casa. No es que no proveas para los tuyos. Todo eso es válido. Pero por encima de todo eso la prioridad número uno debe ser “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia y todas las demás cosas os serán añadidas.” Servir a Dios en su iglesia, trabajar para su reino, como maestros, diáconos, ancianos, pastores, líderes, pero también estar involucrados en todo lo que tiene que ver por el bienestar y el adelanto del reino de Dios, sea en evangelismo directo, o directo al invitar a otros, etc. eso debe ocupar lo principal de nuestro tiempo, trabajo, dinero. Dios demanda precedencia y prioridad sobre todo.

            Hemos visto también que Dios espera que le adoremos cuando escuchemos su Palabra predicada. Es Dios quien nos habla por medio de su siervo. Es su palabra misma la que escuchamos cuando la predicación es fiel a la revelación bíblica. No necesitamos nuevos profetas para conocer la voluntad de Dios porque esta se encuentra en las páginas de la Biblia. La Biblia es la voz de Dios dada por escrito. Y cuando esta Palabra es fielmente predicada debe ser recibida. ¿Cómo? Nos dice Hageo con un corazón obediente, con un corazón que ve la voz de Dios detrás del mensaje, con un corazón creyente, humilde, que reconoce el gran privilegio de que Dios nos hable.

            Y vimos también en el último sermón de Hageo 2:1-9 que Dios espera de nosotros que trabajemos en su reino, en su obra con esfuerzo y dedicación descansando en sus promesas mirando al futuro. La tarea de trabajar en el reino nos fue encomendada. Y qué gran privilegio es. Es tu trabajo y es tu vocación. Y Dios espera que te esfuerces en esa obra. Que dés lo máximo y no lo mínimo en la obra del Señor. El no la encomendó a ángeles sino que la encomendó a la iglesia de Cristo. Es nuestra responsabilidad.

            Ahora bien, qué tenemos aquí en los versículos del 10-19 de Hageo capítulo 2. Lo primero que podemos ver en nuevamente la fecha del mensaje profético. V. 10 “A los veinticuatro días del noveno mes, en el segundo año de Darío, vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo, diciendo:” Aquí tenemos el tercer sermón profético que Dios envió por medio del profeta Hageo. La fecha el día 24 del mes noveno, es decir, el 18 de diciembre de 520 A.C. El primer mensaje ocurrió hace cuatro meses atrás en el mes de agosto. Y este tercero ocurre a dos meses después del segundo sermón en octubre.

            Pero antes de darle el mensaje al pueblo de Israel, Hageo consulta con los sacerdotes. Le presenta un caso hipotético para que ellos resuelvan según la ley ceremonial prescrita por Dios. ¿Cuál es el caso hipotético o la pregunta hipotética? V. 12 “Si alguno llevare carne santificada en la falda de su ropa, y con el vuelo de ella tocare pan, o vianda, o vino, o aceite, o cualquier otra comida, ¿será santificada? Y respondieron los sacerdotes y dijeron: No.” ¿Puede la carne que ha sido consagrada en el altar santificar cualquier otra comida? La respuesta es no. La pureza ritual no trasmite físicamente. La santidad ceremonial no se transmite. ¿Pero si la santidad ritual no se transmite ocurre lo mismo con la contaminación ritual? V. 13 “Y dijo Hageo: Si un inmundo a causa de cuerpo muerto tocare alguna cosa de estas, ¿será inmunda? Y respondieron los sacerdotes, y dijeron: Inmunda será.” Si una persona se ha contaminado con muerto y por tanto es inmundo según la ley ceremonial, ¿su inmundicia contamina las demás cosas? La respuesta es sí. La contaminación ritual sí se transmite.

            Entonces Hageo aplica el principio al pueblo de Israel. V. 14 “Y respondió Hageo y dijo: Así es este pueblo y esta gente delante de mí, dice Jehová; y asimismo toda obra de sus manos; y todo lo que aquí ofrecen es inmundo.” Este pueblo y esta gente están contaminados. Y por tanto, toda la obra de sus manos está inmunda. ¿Cómo se han contaminado? Se han contaminado por la actitud negativa que han tenido por las cosas de Dios. Se han contaminado al tener prioridades equivocadas: todo para mí y poco para Dios. Se han contaminado al promover actitudes derrotistas sobre la obra del Señor: es que no es tan gloriosa, tan grande como tiempos antiguos. Se han contaminado porque no se han esforzado en la obra del Señor, en trabajar por su reino con dedicación, esfuerzo, industria. Por pensar: es un fastidio hacer la obra del Señor con tantas cosas que tengo que hacer. Yo no sé para qué hacemos esto si somos pocos, si esto no se compara con lo que hacen otras iglesias. No hay nada más que hacer aquí.

            Hermanos, nuestras actitudes y conductas afectan la adoración a Dios. Si nosotros hacemos las cosas del reino con un corazón molesto, incómodo, irritados, sin fe en lo que hacemos, tal servicio y adoración son rechazados por Dios. Si venimos a la iglesia por venir y no porque deseamos venir estamos fallando ante Dios. Si nuestro cuerpo está aquí pero no nuestro corazón estamos fallando ante Dios. Si no nos esforzamos a servir a Dios nuestra adoración falla ante Dios. Dios dice en 1 Samuel 15:22 “Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros.” E Isaías 29:13 “Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado”. Hermanos, Dios espera que le sirvamos de corazón, por amor, con un deseo de honrarle y servirle. Debemos deleitarnos en el servicio del Señor. Hacerlo con pasión, con dedicación. De lo contrario nada de lo que hagamos le agradará a Dios.

            ¿Cuál es la solución a este problema? V. 15 “Ahora, pues, meditad en vuestro corazón desde este día en adelante, antes que pongan piedra sobre piedra en el templo de Jehová.” Reflexiona sobre lo que hemos dicho y hecho, y cambia tu actitud antes de poner manos a la obra. “antes que pongan piedra sobre piedra en el templo de Jehová.” Porque no es suficiente hacer la obra hay que hacerla con un corazón recto. Con una actitud correcta de honrar a Dios, de adorarle con un corazón obediente. Fidelidad del corazón y no solo de los brazos. Dios pide fidelidad de la cabeza, el corazón y las manos. El pueblo está contaminado porque ellos se han apartado de Dios. El mero hecho de reconstruir el Templo no los santifica a menos que incluya un cambio de corazón y vida. Dios desea que le sirvamos de corazón. No es obediencia ni amor cuando le decimos a nuestro hijo bota la basura y la coge de mala gana y la restrilla en el dron. Ni cuando le decimos a la hija recoge la cama y nos dice: ¡ya voy, ya voy!  y la recoge de mala gana. De igual manera cuando hacemos las cosas de la iglesia de su reino pero no con un corazón humilde, por amor y deseo de adorar a Dios con un corazón alegre, no le agrada a Dios lo que hacemos. La solución: arrepiéntete de tus pecados. Tan sencillo como eso. Reconoce que has fallado. Confiesa: oh Padre mis prioridades han sido las equivocadas, no he tenido una actitud correcta ante la predicación de tu Palabra, no me he esforzado en tu obra. Y si he hecho algo lo que he hecho para cumplir no por amor a Dios, no por deseo de honrarte, tal vez por vanagloria, para que me admiren y no para que tú recibas gloria.

            Ahora bien. Dios desea que mediten en su vida y conducta antes de reiniciar la reconstrucción del Templo. V. 16 “16 Antes que sucediesen estas cosas, venían al montón de veinte efas, y había diez; venían al lagar para sacar cincuenta cántaros, y había veinte.” Antes de todo esto veían que sus cultivos no prosperaban: buscaban veinte efas y solo encontraban diez; iban a buscar cincuenta cántaros de vino y solo recogían 20. ¿Por qué todo esto? Porque yo los castigaba por su desobediencia. Dios enviaba esto para llevarles a recapacitar. ¿Por qué nos viene esto? ¿Será porque estamos pecando? Dios envía esos males para llevarnos a reflexionar en nuestras vidas y preguntarnos: ¿estamos siendo fieles a Dios, hay algún pecado que estamos atesorando? A veces las cosas nos salen mal y no nos sentamos a preguntarnos y a auto-examinar nuestras vidas. Cuando vienen males a nuestra vida debemos preguntarnos si estamos en desobediencia a Dios. Claro está, no toda aflicción viene por causa de la desobediencia. El caso de Job es un ejemplo. Pero eso no significa que muchas de nuestras aflicciones son producto de nuestra desobediencia. Y Dios nos envía males para forzarnos a reflexionar y llevarnos a confesar nuestros pecados y a apartarnos de ellos.

            V. 17 “Os herí con viento solano, con tizoncillo y con granizo en toda obra de vuestras manos; mas no os convertisteis a mí, dice Jehová.” El viento solano es el siroco, un viento del este que seca todo lo que encuentra a su paso. Tizoncillo es un hongo negro en el cereal. Y granizo ustedes saben lo que es. Dios les dio en donde más le duele: en el bolsillo. Su trabajo arduo no prosperó como esperaban y por tanto su entrada económica se disminuía. ¿Con qué propósito? Para que se conviertan a Jehová. Pero no lo hicieron. Hay hermanos en las iglesias donde vemos que viven en desobediencia a Dios y vemos que todo le sale mal y no quieren aprender que la razón de todo esto es su pecado de desobediencia. Y mientras sigan pecando: mientras Dios no sea lo primero en sus vidas, mientras no vivamos consagrando todo lo nuestro a Dios jamás tendrán paz en sus vidas. Se esforzarán en resolver sus problemas pero no lo lograrán porque no tienen la bendición de Dios. Trabajan y no ganan. ¿Por qué? ¿Porque no se esfuerzan? No. Me imagino que los israelitas se fajaban: esperaban 50 cántaros de vino, es decir, trabajaron para cincuenta cántaros, pero como no tenían la bendición de Dios por su desobediencia solo recogieron 20, menos de la mitad. Hermanos, solo la bendición de Dios es la que prospera. Pero Dios bendice la obediencia no la desobediencia.

            Hermanos, no recibimos la bendición de Dios para nuestras vidas mientras no pongamos el reino de Dios, su iglesia, como la prioridad número uno en nuestras vidas. No busquemos excusas delante de Dios. El que siempre tiene excusas delante de Dios sabe que tiene un abogado y cliente por tonto. No excusemos nuestro pecado. El que excusa su pecado jamás prosperará. Pero el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia. Proverbios 28:13 “El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.”

            Entonces Dios nuevamente llama al pueblo a reflexionar. V. 18 Reflexiona en esto. No dejes pasar este momento para reflexionar y arreglar tu vida.

            Pero Dios es un Dios de misericordia. V. 19 “¿No está aún la simiente en el granero? Ni la vid, ni la higuera, ni el granado, ni el árbol de olivo ha florecido todavía; mas desde este día os bendeciré.” Él les da una promesa si hacen lo que Él les dice: si se arrepienten y sirven a Dios con todo su corazón.

            Todavía “Ni la vid, ni la higuera, ni el granado, ni el árbol de olivo ha florecido”. Aún no están en el granero. Es diciembre y por tanto el producto está sembrado y solo nos queda esperar cual va a ser el resultado de la cosecha. Pero Dios les promete: “mas desde este día os bendeciré.” Aunque ustedes han sido desobedientes, aunque ustedes están inmundos por su corazón desobediente e incrédulo, si hoy escuchan mi Palabra y se arrepienten, desde hoy mismo verán mi bendición. RSB: “La gracia de Dios vence por encima del pecado y la contaminación del pueblo. Aunque Dios los disciplina al final la misericordia triunfa sobre el juicio”. Hermanos, Dios está presto a bendecir a todo corazón que se arrepiente. Y desde ese mismo momento comienza a recibir la bendición de Dios. Dios nos les dice cuando yo vea terminado el Templo entonces os bendeciré. No. Desde hoy. Desde el día mismo en que te arrepentiste comienzas a recibir mi bendición. “mas desde este día os bendeciré.”

            ¿Acaso eso no es lo que Dios siempre hace? ¿Acaso eso no es lo que Dios siempre ha hecho con nosotros? Aunque nosotros éramos inmundos delante de Dios por nuestro pecado, Dios proveyó salvación por medio de Cristo. “[Y] Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” 2 Corintios 5:21.  Y desde el mismo momento de nuestro arrepentimiento creyente ya tenemos vida eterna. Desde ese mismo momento hemos pasado de muerte a vida. Desde ese mismo momento somos justificados delante de Dios libres de culpa para siempre y herederos de Dios y coherederos con Cristo. Así dice la Escritura. Juan 5:24 “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.” Juan 6:54 “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”

            Hermanos, Dios no solo espera que le demos a El la prioridad número uno en nuestras vidas por encima de nuestras necesidades básicas de supervivencia: comida, bebida y vestido. También espera que obedezcamos a su Palabra. Que le sirvamos con esfuerzo y dedicación. Pero que lo hagamos con amor. Demuéstrale a Dios cuanto lo amas. Un amor que solo existe en el corazón no es amor verdadero. Un amor que no actúa, ni sufre, ni padece no es el amor que proviene de Dios. Dice 1 Corintios 13:4-5, 7 “El amor es sufrido, es benigno, no busca lo suyo, Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.”

            Sirve a Dios con esfuerzo, con pasión, en obediencia y por amor, agradecidos del amor de Dios por ti en Cristo Jesús.