Sermón: Lucas 1:67-79 El Benedictus

Lucas 1:67-79 “Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo: 68 Bendito el Señor Dios de Israel, Que ha visitado y redimido a su pueblo, 69 Y nos levantó un poderoso Salvador En la casa de David su siervo, 70 Como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio; 71 Salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron; 72 Para hacer misericordia con nuestros padres, Y acordarse de su santo pacto; 73 Del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, Que nos había de conceder 74 Que, librados de nuestros enemigos, Sin temor le serviríamos 75 En santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días. 76 Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; Porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos; 77 Para dar conocimiento de salvación a su pueblo, Para perdón de sus pecados, 78 Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, Con que nos visitó desde lo alto la aurora, 79 Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; Para encaminar nuestros pies por camino de paz.”

 

            Estamos en la época navideña, una época caracterizada por cánticos, jolgorios, parrandas, etc. Es una época para cantar. Y es interesante que el nacimiento de Jesús fue precedido por cánticos o himnos de alabanza. Hay cuatro de ellos en el evangelio de Lucas. El domingo pasado estuvimos estudiando el himno de María llamado el Magnificat, el cual comienza diciendo: “Engrande mi alma al Señor; Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador”. María irrumpe en adoración a Dios por la misericordia que Dios le ha mostrado. Hermanos, sus misericordias sobre nosotros son nuevas cada día. No hay un día en el cual Dios no derrame su bondad sobre nosotros. Por eso, adorar a Dios debe ser algo que fluya diariamente de nuestros labios.

            Hoy continuamos nuestro estudio de los cánticos navideños bíblicos. Y el segundo que tenemos es el himno profético del sacerdote Zacarías conocido históricamente como el Benedictus. Se llama así por la primera palabra de este himno en la traducción de la Biblia al latín conocida como la Vulgata. Y ella comienza diciendo: “Benedictus esto Dominus Deus Israelis”, que significa: Bendito sea el Señor, Dios de Israel.

            Zacarías al igual que María nos recuerda que esta época navideña es una de adoración a Dios. Que por encima de cualquier regalo que podamos recibir hay un regalo que sobrepasa a los demás. Y al entender lo que ese regalo es y significa nos debe llevar también a adorar a Dios. ¿Qué podemos aprender del Benedictus de Zacarías? Por lo menos tres cosas:

I. Dios merece alabanza

            Así comienza este himno profético. V. 68 “Bendito el Señor Dios de Israel”.  Zacarías lleno del Espíritu Santo, es decir, habiendo recibido una unción adicional del Espíritu Santo profetiza o predica acerca de Jesús y de su hijo Juan el bautista. Y lo primero que hace es alabar a Dios por la salvación. Esto es increíble. ¿Por qué? Porque Zacarías acababa de ponerle nombre a su hijo al ser circuncidado. Y lo “lógico” sería adorar a Dios por el privilegio de ser padre aun en la vejez. Pero Zacarías no hace eso. El adora a Dios por la salvación que Dios va a cumplir y que Zacarías ya da por cumplido por medio del Mesías al decir en el versículo 68 “Que ha visitado y redimido a su pueblo”. El habla en tiempo pasado. ¿Por qué? Porque para Zacarías no hay duda alguna de que Dios rescatará a su pueblo. Dios salvará sin lugar a duda a su pueblo. Y esto es materia de adorar a Dios.

            Mira lo que hace Zacarías. Por encima de todo lo demás, por encima del nacimiento del hijo que Dios le ha dado, Zacarías mira a la salvación que Dios ha provisto a su pueblo y adora a Dios.

            Zacarías estuvo mudo por nueve meses y una semana. Y cuando recobra su voz lo primero que hace es alabar a Dios, no por su hijo, sino por la obra de salvación que ya Dios había comenzado a hacer, según era evidente en la vida de Elizabet y María.

            Hermanos, en vez de pensar en sí mismo, él piensa en el reino de Dios, en la obra de salvación. Hermanos, así también debemos pensar. El reino va por encima de nuestros bienes temporales. Debemos ir por encima de nosotros y ver la obra de Dios. No que no veamos que nuestros hijos son una gran bendición de Dios porque lo son. Pero por encima incluso de eso, lo grande es la obra de salvación. Y por eso Dios merece ser adorado. Zacarías por encima del regalo que Dios le dio, él pensó en el regalo del cual se beneficia toda la humanidad, el regalo de la salvación. Y por eso él adora a Dios.

            Hermanos, esta época navideña debe ser una época de adoración a Dios por encima de todo lo demás. Por encima de cualquier regalo, el regalo de la salvación para el mundo entero debe ser el motivo principal para adorar a Dios. ¿Es ese tu sentir? Nuestro deseo constante y oración deben ser: “Venga tu reino”, oh Dios. Padre, que otros conozcan de Cristo. Que nuestros hijos sean instrumentos para dar a conocer el evangelio a los demás. Que yo tenga siempre presente que yo también debo invitar a otros a la iglesia, orar por su conversión, darles libros evangelísticos. En fin, buscar que la Palabra de Cristo llegue a las demás personas. Ese debe ser nuestro deseo constante.   

            Así que Zacarías comienza su himno profético alabando a Dios.  ¿Por qué?

II. Porque Dios ha visitado a su pueblo

            V. 68 “Bendito el Señor Dios de Israel, Que ha visitado y redimido a su pueblo,”. El pueblo de Dios ha tenido el privilegio de que Dios le visite nuevamente. Y aunque Dios puede visitar a un pueblo para juzgarlo por sus pecados, Zacarías nos dice que Dios los ha visitado para redimirlos, para rescatarlos.

            Esto es algo importante, hermanos. Por 400 años no había voz profética en Israel. Dios no había levantado un profeta por cuatro siglos. Así como Zacarías estuvo mudo por 9 meses Dios estuvo callado por 400 años. “El pueblo pudo haber pensado: Dios se olvidó de nosotros. El nos ha desechado. Ya no hay salvación ni esperanza para nosotros”. Pero luego de 400 años de silencio profético Dios envía un ángel a Zacarías con la promesa de un hijo. Y en voz profética Zacarías dice: “Bendito el Señor Dios de Israel, Que ha visitado y redimido a su pueblo,” Hermanos, no hay salvación a menos que Dios esté en medio nuestro. Podemos tener un hermoso templo, podemos servir a la comunidad, podemos incluso hacer obra evangelística, pero si Dios no está en medio nuestro, jamás habrá victoria. Jamás habrá salvación. Nunca olvides la derrota de Horma en Números 14:39-45. Por eso cuando Zacarías ve lo que está sucediendo el adora a Dios por que la salvación ha llegado. Así que lo importante es saber si Dios está en medio nuestro. Y Dios está en donde su palabra es fielmente predicada y enseñada y el pueblo de Dios la obedece. Moisés tenía la verdad y el arca del testimonio, y aun así el pueblo fue derrotado. ¿Por qué? Porque el pueblo no obedecía esa Palabra. ¿Quieren que Dios esté aquí? Vivan la Palabra, crean y vivan el evangelio. Sean fieles en enseñarla y vivirla.  

            Y nos dice más. Nos dice que lo que movió a Dios a venir para redimir a su pueblo lo fue la misericordia de Dios. Y esto lo dice dos veces: V. 72 “Para hacer misericordia con nuestros padres, Y acordarse de su santo pacto;” V. 78 “Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, Con que nos visitó desde lo alto la aurora,”.

            ¡Oh hermanos, cuán importante es esto! Dios viene a salvar a su pueblo no porque lo merecen, no porque se lo han ganado sino por la misericordia y compasión de Dios. Dios es un Dios de entrañable misericordia. Y aunque su pueblo no merece la salvación ni jamás podrán comprarla, ni ganarla, Dios por su entrañable misericordia vino a salvar a su pueblo de sus pecados. ¡Qué gran Dios es el Dios que servimos!

            Zacarías dice más. Dios ha visitado a su pueblo por su fidelidad al pacto Davídico y Abrahámico. V. 69 “Y nos levantó un poderoso Salvador En la casa de David su siervo,” V. 73 “Del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, Que nos había de conceder”. ¿Qué significa esto? Significa que la vendida de Cristo fue en cumplimiento de las promesas que Dios hizo a David y a Abraham. Dios le prometió a David que de su descendencia según la carne vendría un Rey cuyo reino no tendría fin. Que sobre el trono de David se sentaría un Rey justo, poderoso, compasivo, que aseguraría la salvación de su pueblo para siempre. Un Rey que nadie puede derrotar. Y por tanto una salvación invencible.

            Pero que también, ese hijo de David y que es Señor de David, sería de la simiente de Abraham, en quien serían benditas todas las familias de la tierra. Hermanos, quien realmente trae bendición a todas las familias de la tierra lo es el Señor Jesucristo. El regalo gratuito de la salvación, por su muerte y resurrección, es el regalo más importante de la navidad. Así lo anunciaron los santos profetas del AT.

            Hermanos, todo regalo navideño se puede perder, se puede dañar, puede perder su valor, no así Jesús. El es el regalo más valioso del mundo que no se puede perder, que no se puede dañar y que jamás pierde su valor. ¿Quieres ese regalo? Apocalipsis 22:17 “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.”

            ¿Por qué Zacarías adora a Dios? En primer lugar, porque Dios ha visitado a su pueblo y en segundo lugar, porque Dios ha traído salvación.

III. Porque ha traído salvación

            Fíjate lo que dice el versículo 69 “Y nos levantó un poderoso Salvador”. ¿Quién es ese? Ese es Jesús. Todos los versículos del 67-75 tratan de Jesús.

            Zacarías adora a Dios porque en Jesús Dios nos ha dado un poderoso Salvador. Hermanos, Jesús es un poderoso Salvador. El no es un debilucho. Su muerte no fue la desgracia de una persona que padeció por la corrupción del gobierno romano. El vino a dar su vida para rescatar a muchos. Nadie le quitó su vida, sino que él voluntariamente la dio. Y él tenía poder para darla y poder para retomarla de nuevo por sí mismo.

            Ahora bien, en qué consiste la obra de ese poderoso Salvador. Nos dice Zacarías en que ese poderoso Salvador y solo él es quien nos libra de nuestros enemigos. V. 71 “Salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron;” Estos enemigos son enemigos espirituales no físicos. Son ilustrados por enemigos físicos, pero son espirituales. Solo Jesús nos libra de nuestros enemigos espirituales: Satanás, el mundo y nuestro pecado. Si no eres cristiano genuino eres esclavo de Satanás, eres esclavo del mundo y eres esclavo de tus pecados. Solo Jesús tiene la llave de la libertad.

            Jesús es un poderoso Salvador porque solo él nos da luz. Jesús es llamado aquí la aurora, V. 78 “Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, Con que nos visitó desde lo alto la aurora,” La aurora es la primera luz después de la oscuridad de la noche. Jesús es esa luz que quita la oscuridad en el mundo. Sin Jesús estamos en oscuridad, estamos en tinieblas. Juan el bautista vino, nos dice Zacarías, desde el versículo 76 en adelante, para decirle al mundo que Jesús vino V. 79 “Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte”. El mundo está en tinieblas y no solo PR. Y esa oscuridad no desaparece cuando AEE restaure la electricidad. Sin Cristo el mundo entero permanece en tinieblas, aunque tenga luz eléctrica. Si no tienes a Cristo como tu Dios y Señor estás en tinieblas y permanecerás en tinieblas.   

            Jesús es un poderoso Salvador porque solo él nos da la paz. Ese también fue el mensaje de Juan el bautista con respecto a Jesús. V. 79 “Para encaminar nuestros pies por camino de paz.” Sin luz no sabemos por donde ir. En Quebradillas hay una sección en donde no hay luz y se han borrado las líneas de los carriles. Y cuando uno va por la noche uno no sabe por dónde va. No sé si voy en mi carril o el carril contrario o cerca de chocar la valla. De igual manera hermanos, solo Cristo puede guiar nuestros pies por camino de paz. Paz para con Dios, paz para con nuestro prójimo, paz en nuestra familia: con nuestros esposos, esposas, hijos; paz con la vida, paz con nosotros mismos. Cristo es nuestra paz.

            ¿Cuál entonces debe ser nuestra respuesta a este poderoso Salvador?

            La única respuesta sensata es creer en el evangelio. Es recibir a Cristo como la aurora de tu vida. Es rendirte a sus pies como el único que puede rescatarte del pecado, de Satanás, de la ira de Dios. Esto es importante y es serio. Si no crees rechazas la misericordia de Dios. Si no crees rechazas la fidelidad de Dios. Si no crees sigues bajo el dominio de tus enemigos. Si no crees no tendrás luz en tu vida y si no crees no tendrás paz jamás. Ven a Cristo ahora. Esa es la única respuesta sensata a la misericordia de Dios.

            Dios ha visitado a su pueblo en Cristo Jesús y en él nos ha traído salvación para todo aquel que en él cree y por eso Dios debe ser adorado. Amén.