Sermón: Hageo 1:1-11 ¿Cuál es tu prioridad?

Hageo 1:1-11 “En el año segundo del rey Darío, en el mes sexto, en el primer día del mes, vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, diciendo: 2 Así ha hablado Jehová de los ejércitos, diciendo: Este pueblo dice: No ha llegado aún el tiempo, el tiempo de que la casa de Jehová sea reedificada. 3 Entonces vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo, diciendo: 4 ¿Es para vosotros tiempo, para vosotros, de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está desierta? 5 Pues así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad bien sobre vuestros caminos. 6 Sembráis mucho, y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto. 7 Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad sobre vuestros caminos. 8  Subid al monte, y traed madera, y reedificad la casa; y pondré en ella mi voluntad, y seré glorificado, ha dicho Jehová. 9 Buscáis mucho, y halláis poco; y encerráis en casa, y yo lo disiparé en un soplo. ¿Por qué? dice Jehová de los ejércitos. Por cuanto mi casa está desierta, y cada uno de vosotros corre a su propia casa. 10 Por eso se detuvo de los cielos sobre vosotros la lluvia, y la tierra detuvo sus frutos. 11  Y llamé la sequía sobre esta tierra, y sobre los montes, sobre el trigo, sobre el vino, sobre el aceite, sobre todo lo que la tierra produce, sobre los hombres y sobre las bestias, y sobre todo trabajo de manos.”

 

            Es la convicción de la sesión de esta iglesia y de su pastor que este libro del profeta Hageo es importante para la vida de esta iglesia. Ya hemos estudiado este profeta cuando estuvimos estudiando los profetas del AT. Hoy damos inicio a una pequeña serie de sermones acerca de este libro importante. Será pequeño en cantidad de capítulos y versículos, pero es grande en contenido. Veamos los primeros tres versículos para entender el contexto del libro.

            V.1 “En el año segundo del rey Darío, en el mes sexto, en el primer día del mes”. Hageo es uno de los profetas menores. Y estos se le llama así por el hecho de lo poco que escriben. Hageo solo consta de dos capítulos si los comparamos por ejemplo con Isaías que contiene 66 capítulos. Lo interesante de estas palabras de inicio es que Hageo nos da la fecha exacta del comienzo de su profecía dada en forma de cuatro sermones. Y nos dice que su mensaje profético se dio “En el año segundo del rey Darío, en el mes sexto, en el primer día del mes”. Este rey Darío de Persia es Darío Hyptases quien reinó Persia entre los años del 522-486 A.C.  Por tanto, si es el segundo año estamos hablando del año 520 A.C. El mes sexto en el calendario babilónico lo es agosto y el mes primero lo es el 29. Así que Hageo ubica su profecía en el 29 de agosto de 520 A.C. Y esto es importante par poder entender la profecía de Hageo. Significa que si el rey Ciro de Persia dejó ir a los cautivos de Babilonia en el 538 A.C. entonces han pasado casi veinte años desde que los judíos han llegado a Israel. ¿Para qué regresaron? El libro de Esdras nos dice en Esdras 1:1-3 “En el primer año de Ciro rey de Persia, para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, despertó Jehová el espíritu de Ciro rey de Persia, el cual hizo pregonar de palabra y también por escrito por todo su reino, diciendo: 2 Así ha dicho Ciro rey de Persia: Jehová el Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá. 3 Quien haya entre vosotros de su pueblo, sea Dios con él, y suba a Jerusalén que está en Judá, y edifique la casa a Jehová Dios de Israel (él es el Dios), la cual está en Jerusalén.” Dios movió el corazón de un rey pagano para que dejara ir a los judíos a Jerusalén para que “edifiquen la casa a Jehová Dios de Israel”. Su misión principal es la de reconstruir el templo de Salomón que Nabucodonosor había destruido. Pero han pasado veinte años y eso no ha ocurrido.

            El proyecto se inició y se construyó el altar de sacrificios. Pero al poco tiempo la obra se detuvo. ¿Por qué? Porque los samaritanos y otros pueblos se opusieron al proyecto. El pueblo se desanimó y abandonaron la tarea de reconstruir el templo.

            Entonces nos dice el versículo 1 “vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo”. ¿Quién es Hageo? Aparte de lo que leemos en este su libro y lo que aparece en el libro de Esdras no sabemos nada más. Hageo no menciona como otros profetas su tribu, ni su padre, ni su profesión. Sabemos que es uno de los profetas de la restauración, uno de los profetas pos-exílicos. Pero lo importante no es el vaso de barro sino su contenido. Ha Dios le ha placido poner su tesoro en vasos de barro para que la gloria sea solo suya.

            Nos dice además este versículo primero a quién fue dirigida este primer sermón de cuatro.  “vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, diciendo:” El mensaje es dirigido en primer lugar a los líderes del pueblo de Israel: a Zorobabel quien era gobernador de Judá nombrado por el rey, y quien era descendiente del rey David. Es dirigido también a Josué quien era el sumo sacerdote y quien era descendiente del sacerdote Zadoc, nombrado por Salomón.  ¿Por qué a ellos? Porque ellos, como líderes del pueblo son responsables, en primer lugar, de poner por práctica la palabra de Dios y buscar que el pueblo de Dios obedezca a esa palabra. Pero el mensaje no se limita a ellos. El mensaje es para la iglesia de Dios. Este mensaje es para ti.

            ¿Cuál es el contenido de este primer sermón de Hageo? El contenido lo es desde los versículos 2-11. ¿Qué dice Dios?

            V. 2 “Así ha hablado Jehová de los ejércitos, diciendo: Este pueblo dice: No ha llegado aún el tiempo, el tiempo de que la casa de Jehová sea reedificada.”    Dios se queja de las actitudes de su pueblo. El pueblo de Israel dice que todavía no ha llegado el tiempo, el momento adecuado, el momento perfecto para que cumplamos la voluntad de Dios de reconstruir el templo. Oh hermanos. El tiempo de obedecer a Dios es ahora, no es mañana, ni pasado. Es ahora el momento de servir a Dios. Todo tiempo es el tiempo perfecto para obedecer a Dios. Hermanos, Dios no aprueba cuando obedecemos con el freno puesto. O cuando somos lentos en obedecer. Por eso en la oración del Padre nuestro Jesús nos dice que debemos orar: “Sea hecha tu voluntad en la tierra como en los cielos”. ¿Y cómo se hace la voluntad de Dios en los cielos? Con rapidez, con prontitud. Por eso los ángeles son descritos con alas que indican lo veloz que son en cumplir con la voluntad de Dios.

            Hermanos, Dios nos llama a ser celosos de su palabra, a ser celosos en obedecer. A no dejar para mañana lo que debes hacer hoy. A demostrarle a Dios que El no nos ha redimido en vano. En ver que es un gran privilegio el servir a tan maravilloso Dios que nos salvó para sí.

            El profeta Hageo nos dice que no veas la reprensión del Señor como algo negativo sino todo lo contrario. Dios reprende la dejadez de su pueblo para estimularlos al deber. Y esto es también un acto de misericordia. Dios no nos deja andar sueltos como cabetes. El nos dice cuál es su voluntad.

            ¿Cuál es entonces su voluntad?

            V. 3-4 “Entonces vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo, diciendo: 4 ¿Es para vosotros tiempo, para vosotros, de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está desierta?” La voluntad de Dios es: ponme a mí como tu prioridad número uno. Dios les dice: ustedes no tienen tiempo para mí, pero yo veo que si tienen tiempo para vosotros. No tienen tiempo para reconstruir mi casa, pero sí tienen tiempo no solo para construir las suyas sino para decorarlas a esplendidez. Yo no “puedo” habitar en mi casa, pero ustedes habitan en “casas artesonadas”. “Mi casa está desierta”, o en ruinas, pero sus casas están bien construidas. Ustedes dicen que no tienen tiempo que siempre están ocupados, pero yo veo que sí tienen tiempo para ustedes.

            Pero Jehová les dice: tus prioridades están equivocadas. No hay tiempo para reedificar mi casa, pero sí hay tiempo para construir las tuyas. No hay tiempo para empañetar mi casa de adoración, pero si hay tiempo para hacerlo para tu casa. Mi casa está desierta y la tuya bien construida “casa artesonada”, es decir, con todas las comodidades: pintada, la grama recortada, con varios televisores, con la nevera que necesitas, con el abanico que lograste conseguir, sellaste el techo, compraste un nuevo acondicionador de aire, la silla que querías, etc., pero para mí, para mi casa no has sacado tiempo.

            Hermanos, en esto los felicito. Felicito a toda la iglesia porque se ha pintado el templo, se compraron sillas nuevas, se limpió el estacionamiento, se compraron baños nuevos, se le compró al pastor una silla nueva, se compraron dos carpas, se compró una nevera nueva, tenemos una nueva estufa, se compraron dos acondicionadores nuevos. Todo eso era necesario hacerlo. Y los felicito porque procuraron adornar el templo. Sigan así. No dejen que este santuario se nos caiga encima. Hay que estar encima de él todo el tiempo. Pero todavía hay cosas que hacer. La obra no se ha terminado.

            Y la obra de edificar la casa de Dios no se limita ni consiste únicamente en pintar la iglesia, comprar sillas, etc. Ni es la prioridad número uno tampoco. La iglesia es el pueblo del Señor. La iglesia son las ovejas de Cristo, por quienes él dio su vida para rescatarlas. La iglesia somos nosotros. Y por tanto la tarea principal de la iglesia es la de discipular a los creyentes. Es la de edificarnos unos a otros. Jesús lo dijo así en la Gran Comisión en Mateo 28:19-20 “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.”
Dios no nos llama a hacer meros convertidos sino a hacer discípulos. Y esos discípulos tienen que ser discipulados hasta que partan de esta vida. Hay que enseñarles que guarden todas las cosas que Cristo ha mandado. Y eso es mucho trabajo. Hay mucho que hacer porque hay mucho que aprender. Y hay mucho que poner en práctica.

            Nuestra prioridad número uno debe ser edificar la iglesia de Cristo. Cada uno de nosotros está llamado a edificar a su hermano. No solo los pastores tienen esa responsabilidad. Todos somos responsables en edificar la iglesia de Cristo. Busquemos 1 Tesalonicenses 5:9-11 “Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, 10 quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él. 11 Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis.” Porque Dios nos ha escogido para salvación por medio de Jesucristo quien murió por nosotros para que ya sea que estemos vivos o muramos siempre estará con nosotros, entonces, por la salvación que nos ha dado y la unión permanente que tenemos con Cristo, animaos unos a otros y edificaos unos a otros.

¿Cómo yo lo hago?

            Yo como miembro de la iglesia de Cristo lo hago de varias maneras:

1. con nuestra presencia en todos los cultos de la iglesia. Cada culto ha sido diseñado para tu edificación. Y la presencia de todos los hermanos nos anima. De igual manera su ausencia nos desanima. Pero Dios nos llama a animarnos unos a otros como agradecimiento de que Dios no nos ha puesto para ira, es decir, para ir al infierno. ¿Cuán agradecido estás de que Dios no te haya puesto para ir al infierno? Dios no te ha puesto para ira no porque lo bueno que tu eres, lo honrado que eres, la buena madre que eres, el buen ser humano que eres. No porque nos lo merecemos sino por su libre voluntad. El no estaba obligado a hacerlo. Tenía todas las razones del mundo para no hacerlo. Pero te escogió por que le agradó hacerlo así. Romanos 9:16 “Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.”

            Los cultos de los jueves dan pena. Allí es el lugar perfecto para cumplir la voluntad de Cristo cuando él al añadir a la iglesia los que han de ser salvos como dice Hechos 2:47, vemos que la iglesia poseía estas marcas Hechos 2:42 “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.” Y en las oraciones se refiere a los cultos de oraciones. ¿Cómo lo sabemos? Porque Lucas está hablando lo que la iglesia hacía en conjunto. En conjunto: tomaban la Santa Cena (partimiento del pan), compartían juntos (comunión unos con otros), escuchaban sermones (perseveraban en la doctrina de los apóstoles) y se reunían juntos a orar (en las oraciones).

2. En servir como maestros y en enseñar la palabra. ¿Por qué los maestros de la iglesia son los mismos de siempre? ¿Acaso Dios no sigue dando dones a la iglesia? Todo creyente anhela conocer más y más a su Dios que lo ha salvado. Anhela aprender más y más de la palabra. Anhela dar a conocer a Cristo a los pecadores. Pero hoy día vivimos vidas muy cómodas cuando se refiere a la iglesia de Cristo.

            En apoyar la escuela dominical. Hay hermanos que en vez de subir se quedan abajo hablando. Lo mismo hacen los jueves.

3. En pintar, en cuidar, arreglar el templo que Dios nos ha dado. Pero ¿acaso no nos alabaste por ello? Sí los alabo. Pero todavía podemos mejor en esto. El trabajo recayó nuevamente en pocas manos, en pocas manos. Y siempre son los mismos. ¿Pero es que no tengo tiempo? Eso mismo dijeron los judíos en este pasaje y Dios los reprendió por ello. No hay tiempo para mi casa, pero sí para su casa.

            Hermanos, sin que crea que los creyentes se salvan por las buenas obras hay que decir esto. Hay que admirar a Doña Mery. Porque aún con sus dificultades para caminar y moverse ella trabaja físicamente en la casa del Señor. Ella saca tiempo para limpiar las copas cuando se da la Santa Cena. Ella asiste los jueves al culto de oración. Ella ayudó por una semana completa a cocinar cuando vinieron los misioneros en el verano hace dos años atrás. No me vengan a decir que no se puede. Que es difícil, que no tengo tiempo.  Dios nos dice Yo, mi casa, mi reino, mi iglesia, debe ser la prioridad número uno de nuestras vidas.

            Dios les dice algo adicional. El les dice no esperen mi bendición si no lo hacen así. V. 6 “Sembráis mucho, y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto.” V. 9-11 “Buscáis mucho, y halláis poco; y encerráis en casa, y yo lo disiparé en un soplo. ¿Por qué? dice Jehová de los ejércitos. Por cuanto mi casa está desierta, y cada uno de vosotros corre a su propia casa. 10 Por eso se detuvo de los cielos sobre vosotros la lluvia, y la tierra detuvo sus frutos. 11 Y llamé la sequía sobre esta tierra, y sobre los montes, sobre el trigo, sobre el vino, sobre el aceite, sobre todo lo que la tierra produce, sobre los hombres y sobre las bestias, y sobre todo trabajo de manos.” Hermanos, no podemos esperar la bendición en todo lo que hacemos si no le damos a Dios la prioridad número uno en nuestras vidas. Trabajaremos y el dinero se nos escapará como el agua en las manos. Nos esforzaremos en ahorrar y será en vano. Lo poco que ahorramos se van en reparar la nevera, la planta eléctrica, el televisor, el carro, etc. No saldremos del plato.

            ¿Qué Dios espera de nosotros en este mensaje? Que meditemos en nuestros caminos. V. 5 “Pues así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad bien sobre vuestros caminos.” Y lo repite en versículo 7. Cada uno de nosotros debe meditar y preguntarse si Dios, su reino, su iglesia, su servicio es la prioridad número uno de sus vidas. Y debemos preguntarnos que si lo es así en nuestro corazón. Y también si lo es así en lo que hacemos.

            ¿Por qué yo debo darle la prioridad número uno? Porque solo así Dios es honrado. V. 8 “Subid al monte, y traed madera, y reedificad la casa; y pondré en ella mi voluntad, y seré glorificado, ha dicho Jehová.” Dios es honrado cuando El es la prioridad número uno en nuestras vidas. Cuando su reino, su iglesia es la prioridad número uno por encima de la nuestra.

            ¿Es Dios y su iglesia la prioridad número uno en tu vida? Yo espero que sí.