Sermón: Juan 10:27-30 Las Bendiciones de los Convertidos

Juan 10:27-30 “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre uno somos”.

 

            Cuando hay tormenta todo se torna oscuro. Las nubes negras arropan el cielo. La intensa lluvia evita que veamos claramente lo que está aún cerca de nosotros. Y junto con ello se nos olvida de que hay un sol en los cielos que sigue brillando. Que hay un cielo azul que no se ha ido. Y que el verdor de la hierba se nutre del agua de las nubes.

            A veces en nuestra vida sucede lo mismo. Las aflicciones del diario vivir nos hacen pensar que no hay algo más detrás de todo esto. Y podemos perder de perspectiva que hay un Dios detrás del dolor. Un Dios que, lejos de ser indiferente, es un Padre compasivo sobre sus hijos. Y un Dios que nos ha enriquecido con toda bendición espiritual.   

            Hemos estado estudiando sobre lo que es la verdadera conversión. “No todos los que dicen Señor, Señor entrarán en el reino de los cielos, sino los que hacen la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. Mateo 7:21-22. Ni todos los que son miembros de la iglesia visible necesariamente son miembros de la iglesia invisible.  Juntamente con ello hemos visto la necesidad de la conversión. Ella es necesaria para poder entrar en los cielos y ser salvos. No hay salvación sin conversión.

            Hoy vamos a estudiar sobre las bendiciones que poseen los que son convertidos genuinamente. 

            Hermanos, Dios nos ha enriquecido con toda bendición espiritual. Pero esas bendiciones no son para todo el mundo, sino solo para los que verdaderamente se han convertido. Solo ellos disfrutan de tales bendiciones. Solo ellos disfrutan del favor de Dios. Por tanto, hoy vamos a contestar la siguiente pregunta. ¿Cuáles son algunas de las bendiciones que poseen los convertidos?

            Jesús mismo nos contesta a esta pregunta. Y es importante que estemos atentos porque hoy vamos a contar no dinero que se pierde y se gasta sino verdaderas riquezas. Aquellas que sobrepasan las riquezas del mundo. ¿Cuáles son algunas de las bendiciones que poseen los convertidos? ¿Cuáles son algunos de esos privilegios?

I. El escuchar la voz de Cristo

            V. 27 “Mis ovejas oyen mi voz… y me siguen”.  Es cierto que estas palabras nos enseñan una característica distintiva de todo genuino cristiano: todo genuino cristiano oye, es decir, escucha las palabras, los mandamientos de Cristo y ve que son la verdad y no meramente las opiniones de un gran maestro. Para él no son palabras de hombre sino Palabras de Dios. El cree esa palabra y busca vivir esa palabra. Su vida se define por ser guiados en todo momento de su vida por esa palabra. Son palabras de vida. Buscan escuchan con el propósito de obedecer. Y por tanto una evidencia de genuina conversión lo es la obediencia a esas palabras de Cristo.

            Pero, aunque la idea del versículo lo es lo que nos distingue y caracteriza, eso mismo es una bendición de parte de Dios. Nosotros escuchamos porque hemos sido enseñados por Dios. Dice Juan 6:44-45 “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero. Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí.”  Hermanos, por naturaleza somos incapaces de venir a Cristo para salvación. Somos incapaces de hacerlo. Hay una inhabilidad espiritual y moral en nosotros. Venimos a Cristo porque el Padre nos ha atraído eficazmente. El nos ha convertido. Y esa conversión o ese llamamiento eficaz es llamado aquí el ser “enseñados por Dios”. En otras palabras, Dios nos ha dado un oído espiritual para oír la voz de Cristo. Y esto es un gran privilegio.

            Antes de ser convertidos tú y yo estábamos sordos a las cosas de Dios. Escuchábamos su Palabra y no nos conmovía. Escuchábamos sobre el cielo y la vida eterna y era como si estuvieran diciendo: los indios vienen. Pero Dios destapó nuestros oídos sordos. Sordos por el cerumen del pecado. Y ahora escuchamos su voz. Y ahora oímos en ella de su amor y compasión, de su santidad, de su paciencia y su perdón. Y creemos esa palabra. Y nos esforzamos en obedecer esa palabra. Esa palabra nos define, nos controla, nos moldea. Nos deleitamos en escuchar su voz. Deseamos escuchar su voz constantemente. En todo momento su voz está presente en nuestra mente. Queremos conocer más de esa voz. Y no nos cansamos de escucharla predicada. Queremos que se nos predique más y más de esa voz. Porque sabemos que cada vez que escuchamos esas palabras de Cristo le conocemos más, le amaremos más. Sus palabras traen paz a nuestra vida. Nos llenan de alegría. Nos llenan de consuelo. Y nos llevan a conocerle. Antes Dios era un desconocido. Ahora un Padre que me ama y me habla, me consuela con su amor, paz, bondad y dulzura.

            ¡Qué gran privilegio es oír las palabras de Cristo! Ser enseñados por Dios. Pero hay más, muchos más. En segundo lugar…

II. El ser adoptados

            V. 10 “Mis ovejas”.  Todos los creyentes somos ovejas de Cristo. Dios nos ha adoptado como sus hijos.  Solo los genuinos creyentes son hijos de Dios. Juan 1:11-13 “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” Muchos no reciben a Cristo como Señor y Salvador. Pero a los que recibieron a Cristo, es decir, se convirtieron a Él, les dio del derecho, el privilegio de ser hechos hijos de Dios. En este contexto, hijos por regeneración o nuevo nacimiento. Por eso dice que estos hijos de Dios “no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”

            Pero Jesús nos dice algo más. Somos ovejas porque hemos sigo elegidos por el Padre. El nos escogió y nos llevó eficazmente a Cristo. Juan 6:37 “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.” Venimos a Cristo porque hemos sido dados por el Padre a Cristo. Mira lo que dice aquí Jesús. La conversión es fruto de la elección. Por eso Lucas podía decir en Hechos 13:48 “Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.” La causa de nuestra conversión es que hemos sido escogidos para salvación. La elección divina, la predestinación divina es la causa de ser ovejas de Cristo. Por eso Jesús dijo en Juan 10:29 “Mi Padre que me las dio”.  

            Hay algo glorioso que dice Cristo con respecto al oír las palabras de Cristo. Nosotros no son hacemos ovejas por el oír la palabra, sino que oímos la palabra, creemos esa palabra, porque somos ovejas de Cristo. Jesús mismo dijo en Juan 10:26 “pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho.”

            Hermanos qué gran privilegio es haber sido escogidos por Dios para ser ovejas de Cristo. Y ser adoptado como ovejas tiene un enorme privilegio. ¿Sabes cuál? Dios nos ha dado a Jesús como nuestro Buen Pastor. Somos ovejas bajo el cuidado, la dirección del Buen Pastor. De este Buen Pastor que hace todo lo posible e imposible por cuidar, proteger y salvar a sus ovejas. Lo da todo por sus ovejas incluso da su propia vida por ellas. Dios nos ha dado a Cristo y con ello nos ha dado todas las cosas.  

            En tercer lugar…

III. El ser conocidos por Dios

            V. 27 “y yo las conozco”.  Conocer en la Biblia es sinónimo de amor y de una íntima relación. Por ejemplo, Adán conoció a Eva y ella concibió un hijo.

            Así que cuando dice que Jesús nos conoce la idea es que El nos ama y ha establecido una íntima relación con nosotros. Oh hermanos, cuán importante es tener siempre presente que tenemos una relación personal con Dios. El no es una cosa que la tomamos y dejamos a nuestro placer. Que como lata de refresco la dejamos en la mesa y al otro día la buscamos y no pasó nada. Con la conversión se establece una relación personal íntima con Dios: con el padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Y esa relación se cultiva. No olvidemos esa gran verdad.

            Hermanos, Cristo nos conoce, es decir, nos ama. Este amor de que habla el pasaje lo es exclusivo de las ovejas, de los creyentes. Su amor por nosotros es el verdadero amor. Es un amor puro que da y da libre, espontáneamente, desinteresadamente, abundantemente. Es un amor que le lleva a dar su vida por su amada. Que le lleva a dar todo su Ser: alma, cuerpo, vida, salud, tranquilidad. Un amor que está dispuesto a sufrir todo, absolutamente todo por su esposa. Inclusive hacerse El mismo maldición por su amada iglesia. Sufrir totalmente la ira de Dios para que ella no sufra esa ira. Estar dispuesto a ser considerado la escoria del mundo, un farsante, un vividor, quedarse totalmente solo, ser abusado: físicamente, verbalmente, emocionalmente no solo por los que le odiaban sino por aquellos que había amado hasta el fin: sus propios discípulos. Un amor que todo lo da y nada retiene.

            Pero es también un amor que conoce a su amada totalmente. Que conoce su levantarse y su acostarse. Que conoce su dolor, aunque el mundo crea que ríe y que todo está bien. Que conoce cada lágrima, cada suspiro, que conoce lo que es estar desesperado. Y que no se sienta ni es indiferente ni impotente ante tal dolor. Porque El siempre trabaja. Él es Jehová-jireh, El provee para sus hijos. Y El prevé sus necesidades. Y por tanto nos dice que no estemos ansiosos por nuestras necesidades porque “vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.” Mateo 6:32. El sabe y El provee. Tú sabes esto. Tú has experimentado esto en tu vida. ¿No es así? Cuando no veías solución a tu problema, Dios ordena todas las cosas y éstas caen como anillo al dedo.

            ¡Qué hermosas son esas promesas! Y ellas son solo para los genuinos convertidos. Esas perlas les pertenecen solo a ellos.

IV. Nos da la vida eterna

            V. 28 “y yo les doy vida eterna”. ¿Qué quiere decir con vida eterna? ¿Cómo Juan presenta el tema de la vida eterna? Según el evangelio de Juan la vida eterna no solo es una promesa sino una posesión que tenemos ahora. Juan 5:24 “’De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.” Juan lo repite en su epístola. 1 Juan 5:13 “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios”. Al momento de creer y convertirnos somos poseedores de la vida eterna. Y comenzamos a disfrutar de ella desde ahora. Así que en un sentido no es algo futuro sino presente. Y esa vida eterna la poseemos porque hemos poseído a Cristo por la fe. Y en virtud de estar unidos con Él.

            Es vida porque antes estábamos muerto. Y ahora es realmente que vivimos. Solo los convertidos están vivos en este mundo. Ahora realmente vivimos. Porque para nosotros el vivir es Cristo. Y aun la muerte es ganancia no pérdida. Ahora puedo gozar de Dios en todo y gozar de todo en Dios. Ahora la playa no es meramente una playa sino un regalo de Dios para yo disfrutarla y cuidarla como mayordomo que somos de los bienes de Dios. Pero también en lugar en el cual podemos encontrarnos con Dios y disfrutar de Dios en la playa. Esto sí es vida. Esto sí es vivir.

            Es vida eterna porque nunca acabará. Dios nos otorga la inmortalidad. Viviremos para siempre. La muerte ya no tendrá más dominio sobre nosotros.  Seremos total y absolutamente transformados en cuerpo y en alma. Nuestros cuerpos resucitarán en victoria. Un cuerpo caracterizado según lo describe Pablo: incorruptible, con poder, con brillo. Poseeremos un cuerpo en su estado perfecto y óptimo.

            Y no solo eso. Seremos libre de todo pecado. Veremos a Dios. Conoceremos como hemos sido conocidos. Entraremos a nuestro reposo. tendremos absoluta paz, felicidad, alegría, satisfacción, deleite. Todo en Dios, por Dios y para Dios. Será una vida realmente abundante. Juan 10:10 “yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.”.

V. Somos preservados

            V. 28-30 “y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre uno somos.” ¡Qué hermosa promesa! Somos ovejas de Dios. ¿Cuál es la idea detrás? Esto significa lo débiles que somos. Lo fácil que es que nos descarriemos del camino. Lo vulnerable que somos ante nuestros enemigos. Lo fácil que es ser presas de las fauces de Satanás, del engaño del mundo y de los deseos de nuestros pecados. Si fuera por nuestras propias fuerzas cada uno de nosotros nos caemos por el precipicio.

            Pero somos ovejas de Dios. Cristo es el Buen Pastor. Y El garantiza que nunca jamás pereceremos. La vida que Dios nos dio jamás la perderemos. Nadie nos podrá arrebatar de la mano ni de Cristo ni del Padre. Y sin lugar a duda llegaremos a la gloria. ¿Cómo así? Porque es Dios mismos quien nos preserva. ¿Perseverará un creyente hasta el fin? Claro que sí. Eso es lo que enseña aquí Jesús. No perecerán jamás. ¿Por qué llegaran a la gloria? ¿Por su libre albedrío, por sus fuerzas, por sus habilidades? No. Por la preservación del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

            Cuanto consuelo es esta doctrina. Y cuanto debemos luchar por entenderla correctamente, creerla y vivirla. Dios nunca deja las cosas inconclusas. Filipenses 1:6 “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo;”.

            ¿Cuáles son algunas de las bendiciones de los convertidos? Ellos son enseñados por Dios mismo, son adoptados, somos amados íntimamente, se nos da la vida eterna y somos preservados por el pode Dios para alcanzar la vida eterna. Todo esto y mucho más son las cosas que Dios ha preparado para los que le aman. Es tuyo si eres convertido genuinamente. Y si no lo eres: te lo estás perdiendo. No lo pierdas: Ven a Cristo, ríndete a sus pies y vive.

Sermón: Juan 3:1-8 La Necesidad de la Conversión

Juan 3:1-8 “Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. 2 Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. 3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. 4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? 5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. 7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. 8 El viento[b] sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.”

 

            El domingo pasado vimos la diferencia entre la verdadera conversión y la falsa conversión. La verdadera conversión es la obra de Dios en el corazón de los pecadores. Y se traduce en abrazar a Cristo con todo el corazón habiendo visto la ira de Dios y la increíble misericordia de Dios sobre los pecadores. Y no solo sobre los pecadores sino sobre mí mismo. La salvación es personal. Cristo vino salvar a los pecadores que se arrepienten y creen en el evangelio. Yo me he arrepentido sinceramente, Cristo vino a salvarme a mí. La fe salvadora recibe a Cristo como su Profeta, Sacerdote y Rey. Y descansa en él, en su Persona y en su Obra: en su obediencia perfecta a la ley de Dios y en el sacrificio perfecto que Cristo hizo para pagar nuestra deuda con Dios.

            La importancia de saber distinguir entre la verdadera y falsa conversión es súper importante. Y nos da paso a estudiar algo tan importante como lo que ya hemos expuesto. Y esto es la necesidad de la conversión. La conversión es algo necesario para todo ser humano. Todos necesitamos ser convertidos genuinamente. Y las razones que da la Biblia, la Palabra de Dios son de vital importancia. ¿Sabes por qué? Porque hay algunos que no saben o no tiene la idea correcta del por qué alguien necesita ser convertido.

            Por ejemplo, yo he escuchado que algunos hermanos u otras personas han dado unas razones equivocadas del por qué una persona necesita ser convertida. Algunas de esas ideas son:

            1. antes yo era feliz y desde que busqué a Dios ahora soy más feliz. Ahora bien, hermanos, servir a Dios sin lugar a duda produce felicidad en los creyentes. Tenemos ejemplos bíblicos de personas que al convertirse fueron llenas de gran gozo. Es más, los creyentes deberían tener siempre gozo en sus vidas. Pablo decía: “Estad siempre gozosos” 1 Tesalonicenses 5:16. Pero esa no es la razón correcta para una persona buscar de Dios y ser convertida.

            2. busca de Dios para que pongas orden a tu vida. De esto podemos decir que cuando un creyente busca ser dirigido exclusivamente por la Palabra de Dios habrá orden en su vida. El pecado traer desorden y confusión y la santidad orden y paz. Pero esa no es una razón correcta para buscar de Dios.

            3. busca de Dios para salvar a tu hijo, hija, matrimonio, problemas económicos o problemas de salud. Para ello tenemos que decir nuevamente que Dios es un Dios de poder. No hay nada difícil para Dios. Y Dios sana, transforma, restaura matrimonios, restaura relaciones familiares, provee para sus hijos de tal manera que “no hay un justo desamparado ni su descendencia que mendigue pan” Salmo 37:25. Aunque todo esto es cierto esas no son razones correctas del por qué ser convertidos.

            Claro está, Dios utiliza las aflicciones para enseñarnos que debemos buscar de Él. Que hemos vivido de espaldas a Dios. Y que solo en El hay salvación y paz.

            Siendo esto así, se levanta una pregunta, ¿por qué es necesaria la conversión? ¿Por qué todo el mundo necesita ser convertido? ¿Por qué tú necesitas ser convertido si no lo has hecho aún? Jesús mismo nos dice por qué. ¿por qué es necesaria la conversión?

I. Porque sin ella no puedes entrar a los cielos y ser salvo

            V. 5 “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” Jesús está hablando con Nicodemo, el cual era un fariseo y “un principal (líder) entre los judíos”, y quien vino de noche para ver a Jesús. El que sea fariseo es importante porque ellos eran una secta dentro del judaísmo. Y estos fariseos eran los más celosos y estrictos en observar la ley de Dios. Y Jesús le dice en el versículo 3 “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.” Es decir, no por ser estrictos en el cumplimiento de la ley entrarás en el reino de Dios. Necesitas nacer de nuevo. Necesitas que Dios Espíritu Santo te haga nacer. Sin ese nacimiento “no puedes ver el reino de los cielos”, no puedes ver la hermosura de Cristo, no puedes creer en el evangelio. Sin ese nuevo nacimiento no puedes V. 5 “entrar entre en el reino de los cielos”, es decir, convertirte y ser salvo. Mira la lógica de Jesús: el Espíritu Santo es el único que puede hacerte nacer de nuevo, ese nacimiento es necesario para la conversión y esa conversión es necesaria para poder entrar en el reino de Dios y ser salvo.

            Hermanos y amigos, ¿por qué es necesaria la conversión? Porque sin ella no puedes entrar en el reino de los cielos y ser salvo. Solo los convertidos, los que creen en Jesús como su Salvador y Señor y se han arrepentido de todos sus pecados para con Dios, son los que entran a la vida eterna. ¿Por qué alguien debe buscar a Dios? Porque sin El estamos perdidos y solo los que creen reciben la vida eterna. Juan 3:16-18 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”

            Esta es la razón principal y todas las demás razones que mencionaremos se desprenden de esta.

II. Sin la conversión no puedes gozar del favor de Dios

            Es cierto que Dios envía cosas buenas a todos los seres humanos. Jesús mismo dijo en Mateo 5:45 “vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.” Lucas 6:35 “Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos.” Dios envía bienes sobre todos los seres humanos sean ellos ingratos y malos. Pero esto no significa que ellos gozan del favor de Dios. El presidiario come todos los días, va al médico, sale a la cancha, pero no goza del favor del estado. De la misma manera, solo el creyente goza del favor de Dios.

            El no convertido no goza de ese favor. Dios no es su Dios. Por eso dice Efesios que los no creyentes viven sin Dios en este mundo, es decir, sin su favor. Efesios 2:12 “En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.” En otras palabras, nadie puede pensar que Dios se agrada de esa persona porque todas las coas le van bien en sus negocios, en su casa, en el mundo, porque nada de eso significa que gozan del favor de Dios. Porque Dios “es benigno hacia los ingratos y malos”. Ni ningún creyente debe pensar que Dios ha dejado de amarle cuando las cosas no le van bien en este mundo.

            Solo los convertidos gozan del favor de Dios. ¿Cuál es ese favor? El de ser recipientes de Dios mismo. El mora en nosotros y está con nosotros todos los días. El ser recipientes de su amor paternal, el gustar de su bondad, el de conocer la plenitud de las bendiciones del pacto. El de tener una íntima relación de amistad con Dios. Salmo 25:14 “La comunión íntima de Jehová es con los que le temen,
Y a ellos hará conocer su pacto.”

III. Sin la conversión jamás podrás poseer a Cristo

            Es importante entender que hay una conexión entre el nuevo nacimiento, la conversión y el recibir a Jesús como Salvador. Las tres cosas se dan en el contexto de Juan capítulo 3. Sin el nuevo nacimiento no puede haber conversión y la conversión es creer en Cristo para vida eterna. Por eso tenemos que conectar a Juan 3:3-5 con Juan 3:16.  

            Fíjate que hemos dicho poseer a Cristo. Una persona puede creer en Cristo sin poseerle. No toda conversión es una genuina a menos que poseamos a Cristo en nuestro corazón. ¿Cómo lo poseemos? Cuando no solo creemos en él sino que lo recibimos y descansamos en él para vida eterna. Hay muchos que creen en Cristo pero no descansan en él. Creen que Cristo es el Salvador del mundo, pero buscan salvarse por sus obras. Creen que Cristo es el Santo de Dios, pero buscan salvación por su justicia y bondad. Creen que Cristo es el Salvador de la culpa del pecado, pero no del poder del pecado. Creen que Cristo es el Profeta de Dios pero no el Rey de sus vidas. Por eso no poseen a Cristo. Nadie puede tener a Cristo como su Salvador a menos que lo reciban y descansen en él como el único que los puede salvar por Su santidad y el sacrificio perfecto de El en la cruz del Calvario.

IV. Sin la conversión no puedes adorar a Dios correctamente

            Dios acepta la adoración imperfecta de sus hijos porque Él ya ha aceptado sus personas. Y aunque muchas veces fallamos en la adoración a Dios, nuestras mentes divagan, se pierden, se distraen, o nuestro corazón está frío (espiritualmente hablando), Dios en su compasión acepta la sinceridad de nuestra adoración.

            Pero el no convertido no adora a Dios correctamente o apropiadamente. ¿Por qué? Porque ni su corazón ni su mente se han rendido a los pies de Cristo. Podrán adorar de labios, pero no de corazón. Y Dios no acepta una adoración de labios solamente. Isaías 29:13 “Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado;”

            Si no eres convertido no adoras a Dios propiamente. Dios no solo demanda de nosotros una adoración de labios sino más una adoración de corazón. Una adoración de un hombre y una mujer que le amen, le admiren, busquen exaltarle. La adoración bíblica es una adoración espiritual, es decir, impulsada por el Espíritu Santo. Pero el Espíritu Santo no mora sino en los creyentes. La adoración bíblica es una adoración cristiana cuando los adoradores se acercan a Dios descansando en la mediación y en los méritos de Cristo. Cuando nos acercamos a El con un profundo sentido de asombro ante su majestad y pureza, junto con la realidad de nuestra pecaminosidad. Y nos acercamos a El con gratitud y gozo, con alabanza por la inmerecida salvación que El nos ha otorgado por medio de Cristo. Pero un no convertido no puede hacer esto. Su corazón no se ha rendido a Cristo. Jesús no es su Rey, ni descansa en los méritos de Cristo ni se goza de la salvación la cual no posee. Por eso necesita ser convertido para que pueda adorar a Dios correctamente. Hemos sido creados para adorar a Dios. Sin la conversión no cumplimos el propósito de nuestra creación.

            ¿Por qué es necesaria la conversión? Porque sin ella no puedes ser salvo, no gozas de su favor, no posees a Cristo ni puedes adorar a Dios correctamente.

            Ahora te toca preguntarte, ¿Te has convertido a Cristo? ¿Has rendido tu corazón a Él? ¿Amas a Cristo?   ¿Lo has recibido y descansas en El para salvación y vida eterna y no en tus obras, tu justicia, tu bondad? Ven a Cristo. Ven ahora.

Sermón: Joel 2:12-13 ¿Qué es la Conversión?

Joel 2:12-13 “Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento. 13 Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo.”

 

            En el día de hoy todos nosotros nos matriculamos en la escuela de explosivos. Todos vamos a ser entrenados en desmantelar bombas. Una de las cosas que debemos aprender es que no todos los cables que se corten para detener la explosión son los cables verdaderos. Hay cables que desconectan la bomba y hay cables que lo que hacen es acelerar la explosión. Así que más no vale que aprendamos cuáles son los cables correctos no sea que la bomba nos explote en la cara. Por tanto, esta clase es algo seria. Es una clase de vida o muerte. Y es una clase en la cual debemos estar súper atentos no sea que entendamos mal la clase y al final nos explote la bomba en la cara.

            El tema de hoy es la conversión.  Es un tema importantísimo. Es uno de vital importancia no solo para ti sino también para los tuyos. Y nos debe llevar a hacernos varias preguntas: ¿Me he convertido verdaderamente? ¿Son mis hijos, esposo, esposa, padre, madre, hermanos, amigos, familiares, convertidos?

            La Biblia habla sobre la conversión verdadera. Pero también habla de la conversión falsa. Jesús mismo decía lo siguiente cuando explicaba la parábola del sembrador. No toda la semilla cae en buena tierra. Hay una que cae en suelo pedregoso. Y Jesús explica qué significa eso en Lucas 8:13 “Los de sobre la piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan.” Esto es un ejemplo de una falsa conversión. Y como esto es posible cada uno de nosotros debería preguntarse: ¿Es mi conversión una verdadera, genuina o falsa? ¿Cómo yo sé si me he convertido verdaderamente? Siendo esto tan importante para ti y para los nuestros, vamos a predicar sobre lo que es la verdadera conversión y lo que no es la verdadera conversión. Para esto Joel 2:12-13 es medular. Veamos en primer lugar lo que no es la conversión.

I. Lo que no es la Conversión

            1. La palabra de Dios por medio de Joel nos dice que no es un cambio de conducta externa V. 13Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos”. Los judíos, como parte de su cultura, cuando había algo que les afligía, les molestada o era algo terrible, lo manifestaban rasgando su ropa. El rasgar su ropa era supuestamente una forma externa de demostrar su enojo en el corazón. Pero aquí Dios nos dice que la verdadera conversión no es rasgar el vestido y sino “rasgar el corazón”.

            Hay muchos que piensan que convertirse es meramente dejar de hacer las cosas malas. Ya no voy a fumar, ir a los bailes, ir al cine, dejar de ver películas pornográficas, dejar de hablar malo, etc. Pero eso no es la conversión. La conversión verdadera no es dejar de hacer lo malo por dejar de hacer lo malo, sea porque me dicen que eso es malo o porque yo haya llegado a creer que eso es malo. Toda esa forma de actuar no necesariamente es conversión.

            Una persona puede creer que es convertida porque ha dejado de hacerlo malo y ahora hace lo que es bueno. Ahora voy a la iglesia, leo la Biblia, hablo como “cristiano”. Llamo a las mujeres varonas y a los hombres varón. Cuando escucho un sermón digo: me estoy gozando del sermón. Nada de eso es sinónimo de genuina conversión. Toda esa conducta es meramente externa y no es equivalente a ser convertido.

            Si te das cuenta la conversión es algo del corazón, de nuestra alma, de la fibra más profunda que define lo que somos: “Rasgad vuestro corazón”.

            2. No es un cambio parcial V. 12 “convertíos a mí con todo vuestro corazón”. Hay algunos que no se convierte con todo el corazón. Algunos se convierten con los pies solamente: ahora asisten a la iglesia. O se convierten de los ojos solamente: ahora no voy al cine, o no veo películas clasificadas R. O se convierten de los labios solamente: ya no digo malas palabras. O se da una combinación de algunas de ellas.

            Yo me acuerdo cuando adolescente lo estricto que yo era. Cuando iba a jugar baloncesto yo les decía a mis amigos que me iba a ir y llevar mi bola de baloncesto si ellos hablaban malas palabras. Y tan pronto alguien hablaba malo yo me iba. Pero no me motivaba el amor a Dios ni la gracia de Dios. estaba buscando salvarme por las obras y no por la gracia de Dios.

            La conversión verdadera afecta a todo nuestro ser. No hay verdadera conversión si no es una con todo nuestro corazón. Cuando nos rendimos total y absolutamente a Dios para salvación y vida.

            3. No es un cambio producido solo por ver la ira de Dios “Por eso pues, ahora,”. Cuando dice “Por eso pues, ahora” del versículo 12 conecta este versículo con los primeros 11 del capítulo 2. Y al principio de este capítulo Joel nos habla del día de Jehová. Y ese día de Jehová en el contexto inmediato es cuando Dios visite con su ira a las naciones que han perseguido a Israel. Pero en el caso de Joel Dios revela que su ira se derramará incluso sobre su pueblo no convertido verdaderamente. 

            Ese día es un día terrible. Mira cómo es descrito por Joel y otros profetas. Joel 2:2 “Día de tinieblas y de oscuridad, día de nube y de sombra”. V. 11 “grande es el día de Jehová, y muy terrible; ¿quién podrá soportarlo?” Sofonías 1:15 “Día de ira aquel día, día de angustia y de aprieto, día de alboroto y de asolamiento, día de tiniebla y de oscuridad, día de nublado y de entenebrecimiento,” Amós 5:18 “¡Ay de los que desean el día de Jehová! ¿Para qué queréis este día de Jehová? Será de tinieblas, y no de luz;”  

            Hermanos, Dios juzgará a todos los seres humanos. Y todos los que no se hayan convertido a Jesús serán destruidos. Y como esto es cierto Joel dice: V.11-12 “porque grande es el día de Jehová, y muy terrible; ¿quién podrá soportarlo? 12 Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento.” Todo el mundo sabe que hay un infierno. Y como es tan terrible nadie quiere hablar de eso. Y muchos cambian su forma de ser y comportarse porque no quieren ir al infierno. Pero eso no es una genuina conversión. No es un cambio producido por ver la ira de Dios meramente y así evitar el castigo.

            Es cierto que Joel nos dice que el contemplar la realidad de la ira de Dios en el juicio final es un motivo para convertirnos, pero no es el único motivo en le verdadera conversión. Si el terror que infunde el infierno te motiva a buscar de Dios eso es bueno. Es como cuando un doctor le dice al paciente: no puedes regresar a tu casa hoy, tienes que ir inmediatamente al hospital o no verás el día de mañana. El paciente puede decir: pero doctor no me asustes. Si es bueno y necesario para ti, entonces el susto es bueno.  

            Ahora bien, entonces qué es la verdadera conversión.

II. Lo que sí es la Conversión

            1. Es un cambio total del corazón “convertíos a mí con todo vuestro corazón”. Todo nuestro corazón significa todo nuestro ser: nuestra mente, nuestra voluntad, nuestras emociones, nuestros valores, nuestra forma de ver la vida, la esencia de nuestro ser, de lo más profundo de nuestro ser y que nos define lo que somos. Es un cambio total de vida. Tan es así que es llamado en la Biblia “un pasar de muerte o vida”. Es un pasar “del reino de Satanás al reino del Señor Jesucristo”. Ahora El es mi Señor y Dueño y yo le pertenezco a El en cuerpo y alma.

            Mi alma le pertenece porque El la ha redimido. Y ahora hablar de Jesús, pensar en Jesús, consagrarme a Jesús, vivir para El es mi pasión. Mi corazón tiene ahora un solo dueño y ese es Jesús. Es un cambio de 180 grados. Cambia totalmente la dirección de nuestra vida.  

            Y ese cambio es acompañado con dolor y odio por el pecado “con ayuno y lloro y lamento”. Pero es dolor y odio por el pecado como pecado (por lo sucio y odioso que es) y no meramente por el castigo y las consecuencias del pecado (problemas, pérdida de dinero). Yo conocí a una mujer que avergonzada por haber abortado comenzó a ir a la iglesia. Pero su sentido de culpa no era porque el pecado en sí mismo es odioso ya que ofende a Dios sino por la vergüenza de que ella no había sido criada así. La conversión nos lleva a odiar el pecado porque es una ofensa a mi Esposo que me ama y yo deseo agradarle en todo. Y odio lo que El odia al igual que amo lo que El ama.

                        La verdadera conversión conlleva un apartarse del pecado. 1 Juan 3:9 Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. Una vida que no se aparte del pecado no ha conocido a Dios salvadoramente.

            2. Es una conversión hacia Jehová “convertíos a Jehová vuestro Dios”. El no creyente no tiene a Dios como su Dios. Podrá profesar su fe en Dios, podrá hacerse miembro de la iglesia, incluso podrá ser bautizado, pero Dios no reina supremo en su vida. En cambio, en la conversión verdadera el creyente escogerá Dios como su Dios. Ahora Dios es lo más importante en su vida. Y todas las cosas giran alrededor de Dios. Procura con plena resolución de vivir para El y solo para Él. Como dice el Salmo 73:25-26 “¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. 26 Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.”

            3. Es un cambio producto de ver la ira y la misericordia de Dios. La verdadera conversión reconoce la realidad de que Dios es un Dios airado contra el pecado. Y sabe que Dios tiene toda la razón del mundo para castigarlo. El ve que sus pecados merecen castigo. Que su vida es una sucia por causa del pecado. Y está consiente que si no se convierte será condenado. Pero junto con ello ve que Dios es un Dios de perdón. Y por la fe ve la misericordia y compasión de Dios en Cristo a los que se arrepienten. V. 13 “porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo.” Él cree lo que la Palabra de Dios dice acerca de Dios. Ve que Dios ha venido a buscar y a salvar lo que se ha perdido. Que Dios es misericordioso, que El es compasivo. Que Dios se duele del castigo, pero que nunca considerará inocente al impío y pecador. Ve que Dios desea salvar y se goza en salvar. Que no hay pecado horrible que Dios no pueda perdonar. Que en Cristo Jesús Dios ha provisto salvación y perdón para siempre. Que su perdón es pleno y total. Que El nunca se acordará de sus pecados jamás. Y que nos da el privilegio de ser sus hijos y heredar la vida eterna.

            4. Es un cambio producido por la gracia de Dios, su Palabra y Espíritu. Hay algo importante que tener presente. La conversión es nuestra responsabilidad. Somos nosotros los que nos hemos desviados y somos nosotros los responsables en venir a Cristo para tener vida. Pero este venir es la obra de Dios en nosotros por medio de su Palabra y Espíritu. Nadie tiene el poder para convertirse por sí mismo. En última instancia es Dios quien nos convierte. Fue Jesús mismos quien dijo en Juan 6:44 “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.” Cuando Pedro confesó que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente, Jesús dijo, Mateo 16:17 “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.”

            ¿Qué es la conversión entonces? Es un cambio producido en la vida de un creyente por medio de la Palabra y el Espíritu de Dios, cambiando a la persona totalmente en un verdadero adorador de Dios. Es un cambio del corazón al ver no solo la ira de Dios por el pecado sino la misericordia de Dios en Cristo a los que se arrepienten. Es una transformación total y que lleva a abrazar a Dios con toda el alma y a consagrar nuestra vida absolutamente a su voluntad.

Sermón: 1 Juan 2:1-2 Jesucristo, nuestro abogado

1 Juan 2:1 “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. 2 Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.”

 

            Tenemos ante nosotros uno de los pasajes más importantes con respecto a lo que Dios hace para salvarnos. Lo importante radica en el hecho de que nos ayuda a comprender mejor la salvación que es por pura gracia basada en la justicia de Cristo.

            Cuando nosotros enseñamos que la salvación es por la gracia de Dios, por lo que Cristo hizo en la cruz de Calvario y no por nuestras buenas obras, muchos podrían pensar que se está dando a los creyentes una licencia para pecar. Lejos de la verdad. El evangelio de Jesucristo es el evangelio de la salvación, pero también el evangelio del consuelo. Es de salvación para librarnos del pecado y es de consuelo porque es el evangelio de la gracia.

            Juan nos enseña cuál es la relación entre el cristiano y el pecado.

            La obra de salvación es una obra transformadora. Es una obra tan radical y enorme que es llamada una nueva creación. Pero hay algo importante que nunca debemos olvidar: somos transformados en principio. Nuestra total y absoluta transformación vendrá cuando estemos en los cielos. Mientras tanto nosotros tenemos un reto, ¿cómo trabajar con la realidad del pecado en nuestras vidas? ¿Cómo podemos trabajar con el pecado en nuestras vidas de tal manera que no destruyamos la gracia del perdón ni consideremos poca cosa la realidad de lo que es el pecado?

            De eso trata el pasaje que tenemos por delante. Hay un triple llamado aquí con respecto al pecado, la gracia y la acción de gracias. Vamos a ver cada uno de ellos.

 

I. El llamado a no pecar

            El apóstol Juan nos dice que el propósito del evangelio es llevarnos a no pecar. Cristo Jesús vino al mundo para salvarnos, no con nuestros pecados sino, de nuestros pecados.  Y aquí Juan nos dice que el propósito de él escribir esta epístola es para que no pequemos más. “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis”. Fíjate en la ternura con la cual el apóstol Juan se dirige a estos hermanos. En toda la epístola él utiliza esta frase de amor y dulzura. ¿Cuál es el propósito? Recordarles que él les ama.   Que, aunque él usa frases radicales y fuertes en toda la epístola, él lo hace porque les ama y punto.

            Hermanos, Dios nos salva para una vida de santidad y no de pecado. La obra que Dios hace por nosotros y en nosotros nos capacita para vivir una vida de santidad. Ese es nuestro norte.

            Jesús no vino para que nuestros pecados fueran perdonados y nada más. Jesús vino para que nuestra vida se apartara del pecado y se consagrara a Dios. Por tanto, Dios nos llama a no pecar.

            Es nuestro deber como creyentes, bajo el poder del Espíritu Santo, evitar todo tipo de pecado.  Ese es nuestro norte. Ese debe ser la meta de todo creyente. Mira lo que Jesús le dijo a la mujer cogida en adulterio. En Juan 8:11 “vete, y no peques más.” Jesús no le dice: “hija trata de evitar caer en adulterio”. Pero si caes no te preocupes yo estoy contigo. Eso no es el evangelio de Jesucristo. Ella sin lugar a duda se arrepintió de su pecado y fue perdonada por Jesús. Pero luego del perdón hay un llamado a apartarnos de todo pecado, “vete, y no peques más.”

            Lo mismo le enseñó Pablo a Timoteo en 2 Timoteo 2:18 “Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo.” Si invocamos el nombre de Cristo hemos proclamado que le pertenecemos a Él, que hemos dedicado nuestra vida para vivir para Él. Que El es nuestro esposo y que seremos vírgenes santas delante de Jesús. Ese es nuestro voto cuando fuimos bautizados. Y este voto demanda apartarnos de toda iniquidad: sea de pensamiento, palabra y obras.

            Así que es nuestro deber apartarnos de todo pecado.

            Pero también debemos evitar todo aquello que nos lleve a pecar. Si hemos pecado por medio de la internet en algunos websites que hay, entonces evítalos. Apártate de ellos, es más debes considerar apartarte de la internet por un buen tiempo si ella es el medio que te lleva a pecar. Así de radical Dios nos llama a hacer. Busquemos Mateo 5:27-30 “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. 28 Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. 29 Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. 30 Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno”. Fíjate que la cirugía es radical. Debemos cortar con todo aquello que nos lleve a pecar. No pases por la casa de la mujer ajena, no veas los programas o la televisión, no leas las revistas, aléjate de todo aquello que te esclaviza y te lleva a pecar. Si la internet te es ocasión de pecado: sácala y échala de ti. Si la televisión te es ocasión de caer: sácala y échala de ti. Si Facebook te es ocasión de caer: sácalo y échalo de ti. O totalmente o por un tiempo razonable. Muchas de estas cosas no son malas en sí mismo, pero pueden ser instrumentos o medios para pecar y si eso es así en nuestras vidas entonces Dios demanda una separación radical. 

            Si te das cuenta, el cristianismo nos enseña que todos los genuinos cristianos tienen como su meta evitar todo pecado. El desea y buscar vivir en obediencia a Dios. Y él busca vivir una vida que le agrade a Dios. Y tan pronto como descubre que ha estado haciendo algo mal busca con rapidez enmendar sus caminos. Ese deseo hacia la santidad y ese deseo de apartarse de todo pecado ha sido implantado en él. Dios le ha dado un nuevo corazón, una nueva mente, un nuevo deseo, una nueva actitud, una nueva meta. Su corazón ya no es suyo, le pertenece a Cristo. Y no puede sino evitar amarle y buscar agradarle.

            Pero, aunque ese es nuestro norte sabemos que somos pecadores. La perfección solo se logrará en los cielos. ¿Cuál debe ser nuestra reacción ante la triste realidad de que todavía pecamos? Juan nos dice…

II. El llamado a buscar a Cristo

            Fíjate que Juan sabe que todos pecamos todos los días. No hay un día en el cual no pequemos. Pero, si te das cuenta, Juan presenta el pecado como un caso hipotético. ¿Por qué? Porque él no quiere dar la idea de que tenemos libertad para pecar. Nadie tiene libertad para pecar. Nadie tiene libertad para hacer lo malo. Por eso él dice “y si alguno hubiere pecado”. ¿Qué debe hacer?  Debemos tratar con el pecado bíblicamente.

            Sabes qué, el mundo sabe que somos pecadores y nosotros también debemos saberlo. Es decir, ninguno de nosotros debe actuar como si nunca pecara, como si ya no caminara sino flotara. Uno de los grandes problemas con la iglesia es cómo tratamos con nuestro pecado. La tendencia es a esconder el pecado y decir aquí no ha pasado nada. Eso no es correcto. El pecado debe ser reconocido y no ocultado. Debemos ser lo suficientemente honestos y humildes para reconocer nuestros pecados. Dios espera eso. El mundo espera eso y así debe ser. Debemos tener una actitud de no justificar nuestro pecado sino confesarlo y apartarnos de Él.  Y buscar crecer en humildad. El pecado nos hunde, pero nos hunde más cuando lo justificamos y no lo confesamos ni nos apartamos. Y si hemos ofendido a alguien, es nuestro deber pedirle perdón, buscar la reconciliación y estar preparados para asumir las consecuencias del pecado.

            Pero Juan nos dice algo más. Si hemos pecado, Dios ha provisto un remedio para tratar con el mismo: Busca a Jesucristo porque Él es tu abogado.  

            Jesucristo es nuestro abogado. Esto implica varias cosas.

            En primer lugar, Él es nuestro representante. Dios Padre lo escogió para ser nuestro representante. Isaías 42:1 “He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones.” No solo eso. El mismo se identificó como nuestro representante en su bautismo. Mateo 3:15 “Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó.” Jesús en quien no había pecado se sometió al bautismo de arrepentimiento de Juan. El no tenía ningún pecado que confesar. Pero al someterse al ritual del bautismo Jesús se identificaba con los pecadores. El es nuestro representante ante el Padre.

            Y como nuestro abogado El defiende nuestras personas. El defiende nuestro testimonio. Y aunque como pecadores somos acusados: por Satanás, por nuestra conciencia, por nuestro prójimo y por Dios mismo, según consta en el libro de las memorias de Dios, libro de las obras, Cristo Jesús, como nuestro abogado defiende nuestro estatus delante de Dios. ¿Cómo El lo hace?

            Nos dice Juan, intercediendo por nosotros. El es nuestro abogado y por tanto es nuestro abogado defensor. ¿Cómo El presenta su defensa?

            Juan nos dice presentando delante del Padre su propia justicia. “abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.” Jesús presenta su defensa en primer lugar, señalando que Él es el único cualificado para presentarse delante del Juez de toda la tierra.  Un ejemplo: “si yo como abogado me presento en la corte a defender un criminal, yo necesito tener unos requisitos. Y un requisito fundamental es que yo no sea un criminal. Que yo no esté en violación a la ley. De lo contrario tanto mi cliente como yo seremos lanzados a la cárcel”. Ahora bien, ¿quién podrá presentarse delante de Dios y defenderse delante de Dios? Solo el que esté libre de pecados. Ni tú ni yo podemos defendernos de nuestros pecados delante del Juez justo de toda la tierra. De ese Juez que lo ve todo, lo sabe todo y aborrece el más mínimo pecado. Pero hay alguien que hacerlo. ¿Quién? “Jesucristo el justo”. ¿Cómo Jesús presenta su defensa? Presentándose delante del Padre como el único cualificado para defendernos. El único justo en toda la tierra. El único que no tiene pecado. El único digno de delante del Padre. El único que puede abogar nuestra causa. “Jesucristo el justo”.

            Pero no solo eso. Jesús presenta su defensa, en segundo lugar, presentando la eficacia de su sacrificio ante el Padre. V. 2 “Y él es la propiciación por nuestros pecados”. Esa palabra propiciación es sumamente importante. ¿Sabes lo que significa? Significa que Jesús, con el sacrificio de su muerte, apaciguó la ira de Dios sobre nosotros. En su defensa Jesús presenta ante El Padre que la deuda por nuestros pecados ha sido saldada. Que los pecados han sido cubiertos. Que ya no hay más lugar para la ira porque la justicia ha sido satisfecha. Que ahora hay paz entre Dios y nosotros. Que jamás la ira de Dios se encenderá sobre nosotros. Que todos los creyentes estamos vestidos con la ropa de la justicia de Cristo. Que Él y nosotros somos uno. Que nuestra cuenta está llena de los méritos de Cristo. Que el arrepentimiento que tenemos por nuestros pecados es sincero porque El mismo nos lo ha dado. Que la fe que poseemos, aunque débil, ha sido dada por El. Que nuestra promesa de obediencia es sincera, aunque frágil, porque es fruto de su muerte. Así intercede Jesús por nosotros.

            Y esto que Jesús hace, no solo los hace por nosotros quienes hemos creído. Juan nos dice, está salvación lo es para todo aquel en el mundo que cree en Jesucristo. “y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.”

III. El llamado a proclamarlo al mundo

            Es cierto que Juan no habla directamente de ir por todo el mundo y predicar el evangelio en este mismo pasaje. Pero la idea está presente.

            La iglesia tiene la encomienda de decir al mundo, solo Jesucristo el justo es la propiciación para tus pecados. No solo para los judíos sino también para los no judíos, los gentiles. No hay nada que puedas hacer para evitar que la ira de Dios te alcance, sino poner tu fe en Jesús. No hay salvador en el mundo que te reconcilie con Dios excepto al poner tu fe en Señor Jesucristo. No hay santidad, bondad, justicia de nuestra parte que logre apaciguar la ira de Dios solo la justicia de Cristo. Ese es el evangelio.

Aplicaciones:

1. El evangelio transforma las vidas. Su gracia nos capacita para luchar contra el pecado. Por tanto, aquél que vive en pecado o aquel que no busca cambiar su vida de pecado ni es sensible al pecado, no es un genuino creyente. Como tu trabajas con el pecado es evidencia de haber pasado de muerte a vida o evidencia de permanecer en la muerte.

2. A ti creyente que amas a Dios y buscas agradarle con una vida de santidad, Dios te dice Cristo es tu abogado. El defiende tu causa, no presentando tus obras sino las suyas. El no solo te defiende sino también aboga para que Dios derrame sobre ti todos los beneficios de la salvación que El ganó para ti. Él vive para interceder por ti. Jamás ha perdido un caso. El conoce la sinceridad de tu corazón. Sabe que somos frágiles. Y conoce tus lágrimas cuando te has avergonzado por tus pecados. Aun así, El no deja de rogar por ti, de orar por ti. Ni jamás dejará de llamarte su hermano. Confiesa tus pecados, apártate de los mismos, vístete de la justicia de Cristo.

3. Pero algún creyente sincero podría pensar: cómo Dios puede perdonarme. Lo que yo he hecho no merece perdón. Qué decimos al respecto: tienes razón, todo pecado merece en sí mismo la ira de Dios. Pero Dios ama a su pueblo y jamás los desecha. Mira a David. Mira los horrible de sus pecados: adulterio y asesinato. Dios no lo desechó. Su arrepentimiento fue sincero, mira el Salmo 32, 51. Mira a Pedro: negó a su Señor tres veces. Todo pecado es una negación de Jesús como nuestro Señor. Su arrepentimiento fue sincero: lloró amargamente. ¡Y no solo lo perdonó, sino que lo restauró de nuevo al oficio de pastor de su pueblo! ¡Cuán grande es su misericordia!

            Hermanos, Dios no llama a vivir una vida apartada de todo pecado. Hay una realidad en nuestras vidas: el pecado sigue presente. Si pecamos tenemos delante del Padre al único abogado que puede defendernos: a “Jesucristo el justo”. Ve a Él, en fe y arrepentimiento, y alcanza perdón y consuelo para tu vida.

Sermón: Juan 10:34-36 La Inerrancia e Infalibilidad de las Escrituras

Juan 10:34-36 “Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois? 35 Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada), ¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy?”

 

            El domingo pasado estuvimos estudiando tres atributos de las Escrituras: la inspiración, la autoridad y la suficiencia de la Biblia. Vimos que el testimonio de la Biblia sobre sí misma es que ella es la Palabra de Dios. Y que toda ella es inspirada por Dios. Nunca los escritores de la Biblia escribieron por sí mismo. Ellos escribieron según fueron movidos, impulsados y dirigidos por el Espíritu Santo.

            Vimos que si la Biblia es la Palabra de Dios y ella es inspirada Por Dios mismo entonces ella posee suprema autoridad. Es obvio que la Palabra de Dios vaya por encima de las palabras de los hombres por el hecho de que Dios es Dios y nosotros no. El es nuestro creador y nosotros somos sus criaturas. Le debemos todo a Él.  Por tanto, es nuestro deber ver si lo que creemos y cómo vivimos está en acorde con lo que Dios ha enseñado en su Palabra. Por ejemplo, Dios define lo que es el matrimonio. Dios define lo que es el ser humano. Dios explica cómo el universo fue creado. Dios revela cuál es el destino del hombre. Dios revela lo que es la verdadera sexualidad. Dios determina cuáles son los roles de los esposos en el matrimonio. En fin, todo lo que Dios revela es de suprema autoridad sobre nosotros. Vimos también que esto implica que no creer ni obedecer la Palabra de Dios es no creer ni obedecer a Dios mismo.

            También vimos que la Biblia es toda suficiente para darnos el conocimiento de Dios para la salvación, sobre lo que debemos creer y sobre todo lo que tiene que ver con nuestra vida cristiana, de una vida que le agrada a Dios. Y si ella es suficiente no necesitamos ninguna otra guía: no necesitamos entonces el horóscopo, no necesitamos las cartas del Tarot, no necesitamos consultar a los muertos, ni debemos buscar ningún “médium, ni large o extra-large” en nuestras vidas. Ni tampoco necesitamos el modelaje de los “ídolos” de Hollywood.

            Ahora bien, qué podemos decir de todas aquellas historias de la Biblia que a simple vista parecen fantasiosas, inverosímiles, contradictorias y que desafían las leyes de la lógica y la ciencia. Por ejemplo: qué podemos decir de: la historia de un hombre que fue tragado por un gran pez y estuvo en el vientre del mismo, tres días y tres noches, y pudo sobrevivir sin que le faltara oxígeno o muriera por los jugos gástricos del gran pez. Qué podemos decir de los años que poseían los que vivieron antes del diluvio, como por ejemplo de Adán que vivió 930 años, de Set 912 y qué decir de Matusalén que vivió 969 años. ¿Con quién se casó Caín? ¿Cómo podemos explicar que todos descendemos de Adán y Eva y hablamos de tres diferentes razas: blanca, negra y amarilla? ¿Cómo podemos hablar de la resurrección física de una persona realmente muerta por cuatro días? ¿Y qué de aquellos pasajes que aparentan ser “incorrectos”: como uno que dice que somos ovejas de su mano y pueblo de su prado? Entre muchas otras cosas.

            Hermanos, todo esto nos lleva a discutir con ustedes dos atributos adicionales de las Escrituras: la inerrancia e infalibilidad de las Escrituras. Y de ellos nos habla Jesús en este pasaje. Para Jesús las Escrituras son inerrantes.

I. Las Escrituras son inerrantes

            ¿Qué queremos decir con que las Escrituras son inerrantes? Significa que ellas no poseen errores en los escritos originales. Hermanos, si la Biblia es la Palabra de Dios, ella es la misma voz de Dios. Y si Dios se encargó de mover, impulsar y dirigir a los hombres que escribieron la Biblia entonces podemos decir que Dios se encargó que ellos escribieran su Palabra y hace de esta una Palabra inerrante. La Biblia, en sus escritos originales no tiene errores.

            Eso es lo que Jesús enseña en este pasaje. El domingo pasado vimos lo que Pablo enseña de las Escrituras. Hoy vemos lo que Jesús mismo enseñó y creía sobre las Escrituras.

            En este pasaje Jesús buscó defenderse del cargo de blasfemia. Los judíos acusaban a Jesús de blasfemar porque según ellos “tú, siendo hombre, te haces Dios.” Juan 10:33. ¿Cómo Jesús se defiende? Jesús cita la Biblia, cita la ley. En este caso cita un salmo. Cita el Salmo 82:6 que dice: “Yo dije: Vosotros sois dioses”. ¿Cuál es su argumento? El argumento de Jesús es uno de menor a mayor, de menos a más. Así como la Biblia llama dioses a los reyes y jueces porque representan la justicia divina y a ellos vino la Palabra de Dios, entonces no es incorrecto que yo diga que soy Hijo Dios, quien en mí mismo soy la Palabra de Dios y he ido consagrado y enviado por Dios mismo para ser Salvador. Esa es la idea.  

            Jesús basa su argumento en la enseñanza de la Biblia. La Biblia llama dioses a los reyes y jueces quienes legislan y juzgan en el nombre de Dios. Y si la Biblia usa la palabra dioses de la esa manera, entonces es correcto que yo también la use así. ¿Por qué? Jesús dice: Porque “la Escritura no puede ser quebrantada”. Aunque una paráfrasis, la TLA nos da la idea correcta: “Y ella siempre dice la verdad.” Esa es la idea. La Escritura no puede ser quebrantada, la Escritura no puede equivocarse. Ellas no pueden errar, ni enseñar el error.

            Lo que Jesús dice implica que Dios se encargó de preservar su Palabra libre de errores en los escritos originales. Eso es lo que Jesús creía y enseñaba. Y eso es lo que debemos creer porque Jesús es Dios.

            Miremos otro pasaje. Mateo 5:18 “Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.” Ni la letra más pequeña del alfabeto hebreo (la jota o yod) “ni una tilde” (ni un punto) “pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido”.

            Miremos otro más. Lucas 16:17 “Pero más fácil es que pasen el cielo y la tierra, que se frustre una tilde de la ley.” Y también, Mateo 24:35 “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.”

            Y porque la Biblia no posee errores en los escritos originales ella es totalmente confiable. Para Jesús las Escrituras no pueden ser quebrantadas, son inerrantes. Pero también son infalibles.

II. Las Escrituras son infalibles

            ¿Qué significa que son infalibles? Significa que ellas, por no poseer errores, jamás nos llevan al error. Porque son inerrantes, es decir, exentas de error, ellas son infalibles, no pueden errar. Y, por tanto, son seguras, ciertas, indefectibles, totalmente confiables en su enseñanza.

            Jesús confiaba plenamente en la Biblia. Por eso cuando fue tentado por Satanás El se defendía citando las Escrituras. Y cuando fue tentado por los saduceos que no creían que existían los ángeles, los espíritus ni la resurrección, Jesús destruye sus argumentos citando la Biblia. Y les dijo en Mateo 22:29 “Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios.” Mateo 22:31-32 “Pero respecto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios, cuando dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.” Jesús cita Éxodos 3:6.

            Porque Dios movió, impulsó y dirigió a los escritores bíblicos a escribir sus Palabras, la Biblia está exenta de errores ella es inerrante y si es inerrante ella es también infalible, jamás me lleva al error. Por tanto, yo no tengo dudas para poder creer que Jonás sobrevivió en el vientre del gran pez, aunque yo no entienda cómo es eso posible. No hay límite al poder de Dios. No necesito estudiar el sistema estomacal de las ballenas para convencerme de que eso fue así.  Yo confío plenamente en las Escrituras porque ellas son la Palabra de Dios y jamás me llevan al error.

            Yo no tengo temor en disciplinar a mis hijos con la vara o con la correa, con moderación y cuidado, porque Dios me enseña en la Biblia en Proverbios 22:15 “La necedad está ligada en el corazón del muchacho; Mas la vara de la corrección la alejará de él.” Eso no significa que la disciplina corporal es mi primera ni mi única opción. Y que puedo usarla irresponsablemente. Pero si la usamos con moderación, sabiamente, en casos extremos, jamás me llevará al error.

            Esta doctrina implica que es Dios quien define nuestra sexualidad y no yo. Y como El ha determinado que solo existen dos sexos yo no tengo el derecho ni la libertad de decidir que hay 15 o veinte: que hay hombres; que hay mujeres; que hay hombres por la mañana y mujeres por la noche o viceversa; o que hay algunos totalmente indefinidos. Y es Dios quien decide el uso de mi vida sexual: dentro del matrimonio en un pacto público y formal.    

            Y por tanto si yo vivo mi vida dirigida por la Palabra de Dios ella jamás me lleva al error, si no todo lo contrario. Es allí donde viviré en plena libertad, en felicidad, en orden, en paz, agrando a Dios en todo.

            Te pregunto: ¿es esa tu fe? ¿Cuánta confianza tienes en la Palabra de Dios para dirigir tu vida? ¿Vives en obediencia a la Palabra de Dios? ¿Procuras que tu relación matrimonial refleje la relación que Cristo tiene con su iglesia? ¿Te sometes a la Palabra de Dios?

            Quiera Dios que cada uno de nosotros consideremos la Biblia con la plena confianza que Jesús tuvo con ella. Para Jesús la Biblia era inerrante e infalible. ¿Lo es para ti?

Sermón: 2 Timoteo 3:16-17 La Inspiración, Autoridad y Suficiencia de las Escrituras

2 Timoteo 3:16-17 “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”.

 

            El domingo pasado vimos que Dios nos llama a vivir una vida consagrada. Hemos sido comprados por precio. El precio pagado lo fue la sangre preciosa del Señor Jesucristo. Esta consagración de vida incluye el cuerpo físico: nuestros brazos, nuestros pies, nuestra lengua, nuestros ojos, nuestras partes íntimas. Todo lo pertenece a Dios. Dijimos también que Dios nos llama a renovar nuestra mente. Debemos cambiar nuestra forma de pensar. Y el medio para esa renovación intelectual lo es la Palabra de Dios. Debemos leerla, estudiarla, comprenderla en un todo. Debemos conocer cada una de sus partes, cada uno de sus libros y cada mensaje que Dios ha dado con cada uno de esos libros.

            Siendo esto así, nos toca repasar nuestra confianza en la Palabra de Dios. Ella es el medio para nuestra transformación moral y espiritual a la imagen de Jesús.

            Dios nos ha dado su Palabra. Tenemos delante nuestros ojos y al alcance de nuestras manos nada más ni nada menos que la misma Voz de Dios. La Biblia es Vox Dei. Ella es también Verbum Dei, la Palabra escrita de Dios. Y como ella es su Palabra, ésta debe poseer ciertos atributos que la distinguen de todo lo demás. Por tanto, hoy vamos a contestar la siguiente pregunta: ¿cuáles son los atributos o cualidades que poseen las Escrituras como Palabra de Dios? Es imposible contestar esa pregunta completamente en el día de hoy. Por eso solo vamos a limitarnos a tres de ellos: la inspiración, la autoridad y la suficiencia de las Escrituras.

            ¿Cuáles son los atributos o cualidades que poseen las Escrituras como Palabra de Dios?      

I. Ella es inspirada por Dios

            Miremos el versículo 16 “Toda la Escritura es inspirada por Dios”. ¿A qué Escritura se refiere Pablo? El contexto inmediato se refiere a las Escrituras del AT. ¿Cómo lo sabemos? Miremos los versículos 14-15 “Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; 15 y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.” Pablo le dice a Timoteo un joven pastor: persiste, continúa firme en tu fe, en lo que has aprendido y estas persuadido y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras. ¿Cuáles? El AT. Timoteo era hijo de una mujer judía y padre griego. Y su madre y su abuela se encargaron que desde niño Timoteo aprendiera las Sagradas Escrituras. De ellas Pablo dice “Toda la Escritura es inspirada por Dios”. El AT es inspirado por Dios. ¿Pero solo el AT es inspirado por Dios? El contexto inmediato se refiere al AT. Pero cuando tomamos conocimiento de todo el contexto de las epístolas pastorales sabemos que incluye también el NT. Miremos 1 Timoteo 5:17-18 “Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar. 18 Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario.”  Pablo basa el salario de los ancianos en dos pasajes bíblicos o como Pablo dice aquí: “Pues la Escritura dice”. El primer pasaje de la Escritura que cita lo es Deuteronomio 25:4No pondrás bozal al buey que trilla”. Cuando el buey esté trillando, es decir, trabajando en recortar el trigo no le tapes la boca. Déjale que coma de su trabajo, esa es la idea. Pero lo que nos interesa aquí es que Pablo cita otro pasaje para fundamentar el argumento del salario de los ancianos citando, como Escritura Lucas 10:7, que dice: “Digno es el obrero de su salario.” Si te das cuenta para Pablo la frase “toda la Escritura” se refiere tanto al AT como al NT.

            Y no dice Pablo, toda ella es inspirada por Dios. ¿Qué significa la palabra inspirada? La palabra en griego es “theopneustos”, que significa exhalada por Dios. Esto es súper importante. Hermanos, el que “toda la Escritura es exhalada por Dios” implica dos cosas:

            (1) Dios es el autor de las Escrituras. Es cierto, Dios utilizó hombres para que redactaran su mensaje. Pero Dios se encargó que lo que redactaran no fuera otra cosa que su misma Palabra. Miremos 2 Pedro 1:21 “porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.” En este pasaje la palabra traducida “inspirada” es una palabra distinta en el griego. Es la palabra “φερόμενοι”. Y esta puede ser traducida: movida, impulsada o dirigida. La BDHH traduce el pasaje: “porque los profetas nunca hablaron por iniciativa humana; al contrario, eran hombres que hablaban de parte de Dios, dirigidos por el Espíritu Santo.” La NVI traduce: “Porque la profecía no ha tenido su origen en la voluntad humana, sino que los profetas hablaron de parte de Dios, impulsados por el Espíritu Santo.” La Biblia de Jerusalén traduce: “hombres movidos por el Espíritu Santo, han hablado de parte de Dios”. Dios es al autor de las Escrituras. La Biblia es la Palabra de Dios cuyo origen es divino. Fue Dios quien la exhaló. Fue El quien la produjo. No fue que los hombres se dijeron vamos a dejar por escrito lo que nosotros creemos es la voluntad de Dios. No. Fue Dios mismo quien los impulso a escribir. Fue El quien los comisionó para que escribieran sus Palabras. Como traduce la NVI: “la profecía no ha tenido su origen en la voluntad humana”. Ha tenido su origen en Dios. El es el autor de las Escrituras.

            (2) El resultado de la exhalación de Dios es que tenemos en la Biblia una Escritura inspirada. El producto de la obra de Dios es una Biblia inspirada. Fue El quien movió a los santos hombres para que escribieran su misma voz. La Biblia no es en última instancia un escrito humano, sino divino. Ella es en la forma más clara y sencilla de decirlo: La misma voz de Dios.

            ¿Qué otro atributo posee las Escrituras?

II.  Ella posee suprema autoridad

            La Biblia posee suprema autoridad. Esto se desprende de que ella es inspirada por Dios. Si Dios es el autor de las Escrituras y El se aseguró en impulsar a los hombres para que escribieran sus Palabras, El exhaló las Escrituras y ellas son en última instancia divinas y no humanas, o más bien la Palabra de Dios en lenguaje humano. Entonces, concluimos que ellas al ser Palabra de Dios tiene suprema autoridad sobre todo.

            Por tanto, ella de ser creída en todo lo que enseña. Ella debe ser obedecida en todo lo que ordena. Por eso dice la CFW.I.4: “La autoridad de las Santas Escrituras, por la que ellas deben ser creídas y obedecidas, no depende del testimonio de ningún hombre o iglesia, sino exclusivamente del testimonio de Dios (quien en sí mismo es la verdad), el autor de ellas; y deben ser creídas, porque son la Palabra de Dios”.

            No creer el mensaje y la enseñanza de la Biblia es no creer a Dios. De igual manera, desobedecer a las Escrituras es desobedecer a Dios mismo, porque ella es su Palabra. Por eso Pablo elogia a los tesalonicenses porque cuando recibieron el mensaje de los apóstoles lo recibieron como lo que realmente era: el mensaje de Dios mismos. Busquemos 1 Tesalonicenses 2:13 “Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.”

            Hermanos, esto es importante y sumamente serio. Dios nos ha dado su Palabra. Y su palabra es su voluntad revelada para nosotros. Cuando Dios nos dice: confía, es nuestro deber confiar; cuando nos dice: cree, es nuestro deber creer; cuando nos dice: obedece: es nuestro deber obedecer. Cuando leemos la Palabra de Dios o cuando la enseñamos y la predicamos, no es cualquier cosa. No es una tontería. No creer y no obedecer la Palabra de Dios es rebelarnos contra Dios. Y la rebelión contra Dios lleva a la perdición. Torcer la Palabra de Dios, hacer que diga lo que no dijo, es algo serio. Cuan terriblemente serio es predicarla, enseñarla. 2 Pedro 3:15-16 “Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, 16 casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición.” Torcer las Escrituras es para nuestra propia perdición.

            Dios es el autor de las Escrituras, por tanto, ellas poseen suprema autoridad sobre todo: sobre toda idea, sobre todo valor, sobre toda enseñanza, sobre toda filosofía, sobre toda opinión de los hombres.

            Mira a Jesús y su autoridad. Mateo 5:43-45 “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. 44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; 45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.” Por encima de las opiniones de los hombre está la autoridad de Dios.

            ¿Qué otro atributo posee las Escrituras?

III. Ella es suficiente         

            Miremos 2 Timoteo 3:16-17 “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. Ella es útil para enseñar la voluntad de Dios para nuestra salvación, es útil para redargüirnos de pecado, para corregirnos si nos hemos desviado del camino correcto y es útil para instruirnos en justicia, es decir, en el camino de la santidad. Pero alguien pudiera decir: Pablo dice que la Biblia es útil para muchas cosas pero no que es suficiente.

            Miremos el versículo 17:a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. Por el hombre de Dios debemos entender en primer lugar el ministro de la Palabra. Esa es la manera en que Pablo la usa en las cartas pastorales. Y la idea es que la Biblia es suficiente para que el ministro sea capaz de cumplir todos sus deberes ministeriales: “sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. Y si la Biblia es suficiente para el ministro cuanto más lo es para todo creyente.

            Ahora bien, ¿suficiente para qué? No para pasar el examen de matemática, ni el examen de inglés, ni para enseñarte cómo pintar una casa, etc. Suficiente para darte el conocimiento necesario para la salvación, para saber cómo debemos glorificar a Dios, lo que debemos creer y todo lo necesario para vivir la vida celestial que a Dios le agrada y demanda. En todo eso ella es suficiente y no necesitamos nada más. Como dice la CFW.I.6: “El consejo completo de Dios tocante a todas las cosas necesarias para su propia gloria y para la salvación, fe y vida del hombre, está expresamente expuesto en las Escrituras, o se puede deducir de ellas por buena y necesaria consecuencia,”.

            Hermanos, Dios nos ha dado su Palabra y esto es un acto de increíble misericordia. ¿Sabes por qué? Porque el mundo sin la Palabra de Dios está en tinieblas.  No conocen el camino de salvación. No saben cómo agradar a Dios ni cómo glorificarle, ni cómo ordenar sus vidas de tal manera que agrade a Dios. Pero Dios en su misericordia nos ha dado su Palabra. Nos ha traído la luz del evangelio. Nos ha revelado a Cristo. Su ha revelado así mismo. Nos ha dado una porción de su mente. Nos ha revelado su corazón.

            En última instancia, ¿qué es la Biblia para ti? ¿Es un libro cualquiera o es la palabra de Dios?

            Para la iglesia de Cristo, ella tiene su origen en Dios. Posee suprema autoridad. Y es suficiente para capacitarnos para darnos el conocimiento de la salvación, la gloria de Dios, lo que debemos creer y cómo debemos vivir. Espero que esa sea tu convicción.

 

 

Sermón: Romanos 12:1-2 Cambiando Nuestra Forma de Pensar

Romanos 12:1-2 “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. 2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”

 

            Un nuevo año se aproxima. Y esto implica nuevas cosas. No sabemos lo que el nuevo año traerá o más bien lo que Dios nos traerá en el nuevo año. Pero una cosa sí sabemos: “que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 8:38-39).

            No hay mejor manera de enfrentar un nuevo año sino con una nueva mentalidad, con nuevos propósitos, nuevos sueños, nuevos planes. La vida continúa. Lo pasado quedó atrás. Nosotros seguimos hacia adelante hacia “a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:14).

            Y que mejor pasaje para ayudarnos a coordinar nuestros planes futuros que el pasaje que tenemos aquí de Romanos 12:1-2.

            Dios nos ha salvado, hermanos y amigos, para vivir para Él. No somos nuestros. Le pertenecemos en cuerpo y en alma a Dios. Y Él nos llama a vivir una vida consagrada a Él, con una mente transformada totalmente por su voluntad. De eso trata el pasaje de Romanos.

            Mira cómo Pablo desarrolla ese llamado a una vida consagrada a Dios.

            V. 1 “Así que hermanos”. Me gusta más la traducción de la LBLA “Por consiguiente, hermanos”. La palabra en griego es “οὖν” y puede ser traducida: por tanto. Hermanos, en nuestro estudio de la Biblia es importante que miremos cómo comienzan las oraciones de los versículos. A veces encontramos palabras claves que nos ayudan a entender mejor el pasaje. Y una de ellas es este “Así que” o “por consiguiente”. ¿Por qué? Porque esa palabra une el capítulo 12 con todo lo que Pablo ha dicho. Y él nos ha hablado acera del pecado, de la gracia de la justificación, de la santificación de la elección divina, de los planes que Dios tiene con los judíos y los gentiles. ¿Cuál es la idea? Pablo quiere que tú y yo miremos lo que Dios ha hecho para salvarnos. El quiere que sintamos el peso de todo lo que Dios ha hecho con nosotros para darnos vida eterna, para salvarnos. Tú y yo estábamos muertos en nuestros pecados y delitos. Éramos esclavos del pecado. In capaces de salir de ese estado y condición de pecado y miseria. Estábamos destituido de la gloria de Dios. No éramos justos, no buscábamos a Dios. Sepulcro abierto era nuestra garganta. No conocíamos el camino de paz. No nos sujetábamos a la ley de Dios y tampoco podíamos hacerlo. Éramos enemigos de Dios. Éramos débiles para poder salir de ese estado y condición.

            Pero Dios nos salvó. Dios nos perdonó, Él nos justificó por medio de la fe en el Señor Jesucristo. Y nos dio paz de conciencia. Derramó su espíritu Santo sobre nosotros. Nos hizo templo de Dios. No crucificó con Cristo y nos resucitó para una nueva vida. El pecado ya no reina en nosotros. Nos dio su Espíritu Santo y es El quien nos guía. Somos herederos con Cristo. Y esperamos la bienaventuranza de la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

            Y todo es parte de los planes de Dios. El nos escogió desde antes de la fundación del mundo y nos predestinó para ser hechos conforme a la imagen de su Hijo. Todo eso y mucho más Dios ha hecho por nosotros.

            Por consiguiente, hermanos, por todo lo que Dios ha hecho por nosotros y en nosotros, dice Pablo, “os ruego por las misericordias de Dios”, por el hecho de que Dios ha derramado su gran misericordia sobre nosotros, os ruego que sigáis consagrándoos a Dios. Esa es la idea. ¿Por qué decimos que sigáis? Porque ya Pablo había tratado el tema de la santificación en el capítulo 6 de Romanos y ahora continua con ese mismo tema. Hermanos, cuán importante es esto. La base de nuestra obediencia a Dios descansa en la gracia de Dios, en lo que Dios ha hecho por nosotros. El mundo pagano busca hacer las cosas bien para ganar la misericordia de los dioses. Pero en el cristianismo, buscamos obedecer por la misericordia que ya Dios nos ha otorgado. Dios nos salva para obedecer. 1 Pedro 1:2 “elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo”. ¿Acaso no hacemos nosotros lo mismo con nuestros hijos? Nosotros les damos la vida si es necesario. ¿Y qué esperamos? Que obedezcan en agradecimiento por todo lo que hemos hecho por ellos. Así es Dios. El espera que vivamos para El en agradecimiento por sus misericordias.  

            Ahora bien, Dios no llama a una vida consagrada, a una transformación total de nuestra forma de pensar y a un disfrute y deleite de la voluntad de Dios. Veamos cada punto.

I. Consagración

            Fíjate cómo Pablo lo presenta. V. 1 “que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.” Pablo tiene detrás de su mente la adoración en el AT, cuando el creyente traía ante Dios su sacrificio. Y Pablo nos dice, nosotros también debemos presentar un sacrificio. ¿Cuál? El sacrificio de nuestro cuerpo. Esto es importantísimo.

            La santificación y consagración a Dios incluye nuestro cuerpo físico. Cristo vino a salvar a nuestro cuerpo y no solo nuestra alma. 1 Corintios 6:20 “Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo”. ¿Cuál es la idea? Pablo la explica en Romanos 6:13 “ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.” ¿Qué significa? Oh hermanos, muchas veces usamos nuestro cuerpo para el pecado. Usamos nuestra lengua para los chismes, o para ofender a nuestro prójimo, burlarnos de él. Usamos nuestros oídos para escuchar lo que no nos conviene ni edifica. Usamos nuestras manos para hacer daño, para golpear y maltratar. Usamos nuestros ojos para ver lo que no nos conviene como cristianos.  Pero Dios nos llama a presentar nuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo agradable a Dios. A usar nuestro cuerpo de una manera santa, que agrade a Dios.

            Hay cristianos que piensan que tienen libertad en Cristo para hacer cualquier cosa que deseen, o ver cualquier cosa que deseen ver. Eso no es cierto. Hace un tiempo atrás yo puse en el Facebook de la iglesia un artículo hablando sobre el sexo en la serie de HBO “Game of Throne”. Y hubo personas que se indignaron por ello. Hermanos, muchas de las series de televisión hoy día son pornográficas. Y no es sabio ni prudente verlas. Dios nos llama a consagrar nuestro cuerpo porque El lo compró. y El demanda y espera que sus hijos usen su cuerpo como instrumento de justicia no impiedad. Miremos 1 Corintios 6:13 “Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo.” V. 15 “¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo.” Vuestros cuerpos son miembros de Cristo, mi unión con Cristo no solo es una unión espiritual sino también física.

            ¿Cuál es la idea de todo esto? La idea es consagrar mi cuerpo al Señor. Todo mi cuerpo le pertenece a Él. Consagra tu cuerpo, úsalo como instrumento para bien. Haz lo mismo que hizo Job. Job 31:1 “Hice pacto con mis ojos;
¿Cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?”.
El consagró sus ojos a Dios: que no miraría a un virgen para codiciarla. Mis ojos son del Señor: no son para la pornografía. Mi boca es del Señor, no es para ofender. Mis partes íntimas son del Señor, no para usarlas sino cuando me case formalmente con mi esposa.

            La santificación y la consagración conlleva la consagración de nuestra mente. Vimos que conlleva la consagración de nuestro cuerpo físico, pero también la consagración de nuestra mente. V. 1 “que es vuestro culto racional.” La palabra racional es importante. ¿Sabes por qué? Porque Dios espera que le sirvamos también con nuestra mente. Es más, es imposible consagrar nuestro cuerpo a Dios si no hemos usados nuestra mente. ¿Por qué? Porque Dios espera que nuestra adoración no sea mecánica, automática. Esto es importante.

            Dios desea que le amemos no solo con todo nuestro cuerpo sino también con toda nuestra alma.  Marcos 12:30. Dios espera que le sirvamos con nuestra mente y con nuestra voluntad.  ¿Qué implica esto? Implica que le sirvamos con amor y por amor. Servir a Dios no debe ser una carga para nosotros. Debe ser algo que surja espontáneamente. Dios debe estar presente en todos nuestros pensamientos. Todo lo hacemos pensando: ¿le agradará a Dios lo que yo hago? ¿Cómo yo puedo servirle mejor? ¿De qué manera yo puedo estar más involucrado en el servicio a Dios en la iglesia? Tal vez no puedo barrer, pero puedo fregar, traer galletitas para los niños, comprar productos de limpieza, darle pon a alguien, comprar papel de baño, llamar a mi hermano. ¿Por qué? Porque amo a Dios, amo a su iglesia de la cual formo parte.

            Dios nos llama a vivir una vida consagrada. Nuestro cuerpo le pertenece a Dios y también nuestra alma. Somos distintos del mundo por lo que Dios ha hecho en nosotros.  Por eso Dios nos llama a pensar de una manera distinta. Él nos llama a la transformación.  

II. Transformación

            V. 2 “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” Ahora bien. Esta transformación tiene un aspecto negativo y uno positivo. Veamos cada uno.

            El aspecto negativo es separarnos del mundo, “No os conforméis a este siglo”. ¿Qué quiere decir Pablo por siglo? Por siglo Pablo quiere decir la forma de pensar, vivir, actuar y valorar que posee el mundo que no tiene a Dios. Lo podemos llamar la filosofía del mundo o la mentalidad del mundo, los valores del mundo, la forma de pensar del mundo. De un mundo que no tiene a Dios como su Dios y Rey. De un mundo que no obedece a la Palabra de Dios. De un mundo que no busca ser gobernado por Dios. Ese es el siglo del cual Pablo nos dice: “no os conforméis”.

            Esa separación no es una física necesariamente sino moral y espiritual. Cuando digo física me refiero que no significa encerrarnos en nuestras casas y no tener contacto con el mundo externo. De esa mentalidad surgió el monaquismo, lo monasterio, los anacoretas. Esa no es la idea. Dios nos llama a una vida moral y espiritual distinta a la vida que vive el mundo. Nuestra ética es distinta del mundo porque es una ética basada en la Palabra de Dios no en la democracia, sociología, en la estadística, etc.

            Nuestra vida no debe conformarse al mundo. ¿Cómo pensamos acerca del matrimonio? ¿Cómo pensamos acerca de las relaciones sexuales fuera del matrimonio? ¿Cómo pensamos acerca de criar a nuestros hijos? ¿Cómo pensamos acerca del aborto, del homosexualismo? ¿Cómo pensamos acerca de nuestro prójimo? ¿Cómo debemos reaccionar ante el paso del huracán María: solo pensamos en nosotros y nos ocupamos de nosotros y después que todo esté bien pues que cada cual se salve como pueda? ¿A quiénes hemos servido a parte de nosotros mismos y los que nos rodean, nuestros familiares y qué del prójimo?

            Esta trasformación tiene también un aspecto positivo y ese es: renovando nuestra mente. V. 2 “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento”. Hermanos, Dios nos llama a cambiar nuestra forma de pensar. No podemos consagrar nuestro cuerpo ni apartarnos del mundo de una forma correcta a menos que cambiemos nuestra forma de pensar. Tiene que haber una metamorfosis intelectual. Nuestra forma de pensar ha sido afectada por el pecado y necesitamos que esta sea cambiada completamente.

            Pero esa renovación no viene sino por medio de la Palabra de Dios. No viene sino por el estudio consciente, dedicado, arduo, consistente de la Palabra de Dios. No viene sino por el estudio de buenos libros que nos ayudan a entender la Palabra e Dios. No viene sino por exponernos constantemente al ministerio educativo de la iglesia: sea escuela dominical, estudio bíblico los jueves y la predicación de la Palabra.  No viene sino por la constante meditación de la Palabra de Dios. No viene sino por evaluar toda forma de pensar a la luz de la Biblia. pero no podemos evaluar correctamente a menos que conozcamos la Palabra de Dios, a menos que escudriñemos la Palabra de Dios. Ni viene a menos que reconozcamos que ella es la Palabra de Dios y que yo debe someterme en alma y corazón a esa Palabra.  

            Solo podremos “comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” ¿Qué significa eso? Significa que solo cuando nuestra mente es transformada por la Palabra de Dios podremos decir verdaderamente la voluntad de Dios es agradable, es buena para mí, es perfecta, no tengo nada más que buscar. Eso es lo que yo necesito. Eso es lo que necesita el mundo. Que buena es esa Palabra. Lo mejor que me ha sucedido es conocerla y vivirla.

            Hermanos, Dios nos da dado el regalo más grande que alguien puede dar en este mundo: la salvación. Su gran misericordia sobre nosotros ha sido abundante. Dios no ha retenido ninguna bendición para nosotros. ¿Qué pide de nosotros? Que le amemos como nos ha amado. Que consagremos toda nuestra vida a El de una manera consciente, inteligente y voluntaria. Que ese sea tu resolución para este nuevo año: vivir una vida totalmente consagrada para Él. 

Sermón: Lucas 2:25-32 El Nunc Dimittis

Lucas 2:25-32 “Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. 26   Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor. 27 Y movido por el Espíritu, vino al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de la ley, 28 él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo: 29 Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, Conforme a tu palabra; 30 Porque han visto mis ojos tu salvación, 31 La cual has preparado en presencia de todos los pueblos; 32 Luz para revelación a los gentiles, Y gloria de tu pueblo Israel.”

 

            Hemos venido predicando sobre los cánticos navideños que precedieron y siguieron el nacimiento del Señor Jesús. Y así debió ser. Dios merece toda adoración y que manera más hermosa que adorarle por medio de los cánticos. Cuando hay alegría es momento de cantar. Y Dios en su soberana sabiduría nos dio estos hermosos cánticos de adoración en la venida de nuestro glorioso Salvador el Señor Jesucristo.

            En los últimos dos domingos hemos estudiado el Magnificat de María. Hermoso cántico o salmo si me permiten identificarlo de esa manera. Un salmo que no revela lo increíble que era María. Que mujer piadosa. Que mujer poderosa en las Escrituras. Pero sobre todo que increíble privilegio el ser la madre de nuestro Señor, según la carne. El domingo pasado estuvimos estudiando el Benedictus de Zacarías. Y allí vimos cómo Zacarías por encima de darle gracias a Dios por darle un hijo en su vejez él le da gracias a Dios por acordarse de su pueblo y proveer para Israel y el mundo un poderoso Salvador.

            Hoy tenemos ante nosotros el cuarto cántico navideño conocido históricamente como el Nunc Dimittis, por las primeras palabras de ese cántico en Latín: “Nunc Dimittis servum tuum Domine” (Ahora, despide a tu siervo Señor).

            Este cántico fue pronunciado por un hombre llamado Simeón. Nada sabemos de ese hombre fuera de este pasaje de la Biblia. Todo lo que podemos saber de él está contenido en este hermoso pasaje. Y lo que nos dice de él este pasaje es suficiente para tenerle en alta estima.   

            Miremos lo que se dice de él, V. 25 “Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso”. V. 26 “que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor”. Estas palabras no enseñan que él era un hombre viejo. Que sus días habían llegado a sin fin entre nosotros pero que Dios le había prometido que no vería la muerte antes de ver al Ungido del Señor, literalmente del griego al “Cristo del Señor”. La palabra Cristo significa ungido. Pero aparte de ser anciano era todo un verdadero cristiano. El era un hombre justo: dikaios, es decir, íntegro en su trato a su prójimo. Fiel a la segunda tabla de la ley. Todos podían confiar en él. No tenían problema al dejar dinero en la mesa ya que sabían que jamás se lo llevaría. Ningún esposo tendría problema en dejarle a su esposa a su cuidado. Era íntegro en sus palabras: para él el sí es sí y el no es no. Un hombre que respeta a la autoridad sin importar si esa persona es más joven que él o menos inteligente que él, o menos educado. Pero no solo eso. El era un hombre piadoso: eulabes, es decir, devoto, temeroso de Dios, reverente. Y en el contexto del pasaje: un hombre que toma en serio las promesas y la Palabra de Dios. Que confía en todo lo que Dios ha revelado en su Palabra. Que sabe que Dios espera que le sirvamos con sinceridad, con el corazón. Que vivir para Dios es la vida de su alma. El no solo sirve a Dios, él se entrega al servicio de Dios. El no es un cristiano de nombre. Uno de esos que caminan con la Biblia debajo del brazo, pero su vida no demuestra que conocen al Señor.

            Oh hermanos, así debemos ser siempre. Y así debemos envejecer. ¡Qué hermoso es ver a un anciano lleno de canas y lleno de piedad, fiel a Dios íntegro en su conducta ante los hombres y ante Dios!

            Pero el pasaje nos dice algo más. Y ese algo a mí me llena de regocijo. Y espero que a ti también. Nos dice el versículo 25 cuál era su esperanza. V. 25 Simeón “esperaba la consolación de Israel”. La palabra consolación ustedes la conocen:paraklesis”, de donde sale la palabra Parakletos. ¿Quién es el Parakletos? El Espíritu Santo. Simeón esperaba la consolación de Israel. Esperaba que Dios cumpliera su promesa de dar genuino y permanente consuelo a su pueblo. Y es de esa consolación que vamos a hablar hoy. Y vamos a contestar varias preguntas:

I. ¿Quién es la consolación de Israel?

            El cántico de Simeón nos dice que esa consolación nos viene por medio del hijo de María y José. Cuando María y José fueron al templo para circuncidar a Jesús Simeón lo coge en sus brazos y él ve en Jesús el Ungido del Señor. Él es la consolación de Israel. Simeón bendice a Dios V. 30 “Porque han visto mis ojos tu salvación”. Jesús mismo es nuestra salvación.   Es por su muerte y resurrección que nosotros podemos disfrutar de una perfecta consolación.

            Oh hermanos, la tendencia nuestra es buscar consolación sólida y permanente en las cosas del mundo. Dios ha diseñado este mundo con cosas que nos consuelan. Un amigo, un hermano, la hermosura de la creación, una esposa, un esposo, el trabajar, etc. Son cosas que en un sentido producen satisfacción y cierto consuelo. Pero todas estas cosas Dios nos la da para que busquemos en El la fuente de todo consuelo.  Todos estos consuelos son débiles y efímeros. Nuestros amigos se van o parten de este mundo. Las riquezas son inciertas. Pero Dios es permanente. Simeón nos dice que es en el Ungido del Señor, en el Cristo de Dios en todo nosotros debemos buscar toda consolación.

            Jesús puede consolar porque El fue ungido por Dios para traer consolación. Ese es parte de su ministerio. Miremos Isaías 61:1-3 “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; 2 a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; 3 a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.” Según Lucas 4:18-19, las palabras de Isaías se cumplen en Jesús. El fue ungido con el Espíritu Santo para ser nuestro Consolador.

            Y como El fue experimentado en quebranto El puede consolar a todos sus hermanos que sufren. Como Él fue menospreciado incluso por sus discípulos El puede consolar cuando somos menospreciados por los seres más íntimos nuestros. El sabe lo que es sentirse solo, abandonado, rechazado. Y con su presencia y Espíritu dar consuelos a sus hijos.

            Pero el consuelo mayor descansa en el hecho de que solo El nos puede dar el consuelo fruto de su muerte y resurrección. Dice Romanos 5:12 “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;” Qué consuelo es saber que Dios no es nuestro enemigo. Que realmente puedo decir que Dios es mi amigo, que El camina conmigo. Ese privilegio es solo de los creyentes. Nadie disfruta de ese beneficio. Solo gracias a Jesús. Solo gracias al Dios y Padre del Señor Jesucristo. Y solo gracias al Espíritu Santo.

II. ¿En qué consiste esa consolación?

            Consiste en que Jesús traerá V. 32 “Luz para revelación a los gentiles”. Sin Jesús el mundo está en tinieblas. El paganismo, la idolatría, la irracionalidad arropa este mundo que dice ser un mundo intelectual, un mundo avanzado. Nos libra de las cartas del Tarot, de la ouija, del horóscopo, de dar igual o mayor valor a los animales que a los seres humanos, nos libra de la práctica del aborto, de la eutanasia, etc. Jesús trae consigo mismo la verdad porque El es la luz del mundo.

            Consiste en que ella es V. 32 “Y gloria de tu pueblo Israel”. Para el pueblo de Israel significó ser la nación de la cual vendría el Salvador. Un gran privilegio que ninguna nación ha tenido ni tendrá en este mundo.

            Pero lo grande de esa consolación es el hecho de que capacita a un creyente a enfrentar la muerte con paz. Mira a Simeón. Cuando él vio a Jesús y lo tomó en sus brazos él dijo, V. 29-30 “Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, Conforme a tu palabra; 30 Porque han visto mis ojos tu salvación”. Simeón podía enfrentar la muerte en paz por dos razones. En primer lugar, porque él vio que Dios cumple su Palabra. Dios le reveló por el Espíritu Santo que él no moriría hasta que viera al Ungido del Señor. “despides a tu siervo en paz, Conforme a tu palabra”. Y Dios cumplió su Palabra. En segundo lugar, porque Simeón tuvo en sus manos la salvación de Dios. El tuvo en sus manos la seguridad de que Dios salva a su pueblo. De que todo lo que Dios había prometido cumplir para la salvación se estaba cumpliendo con Jesús.

            Lo grande de esa consolación para todos nosotros hoy día es que Cristo ya compró nuestra salvación. Cuando Jesús dijo en la cruz: Consumado es, ya había revelado que no hay que hacer nada más por la salvación de nuestras vidas. No hay nada que hacer para adquirir los cielos: excepto tener fe salvadora en el Señor Jesucristo y arrepentirnos de nuestros pecados para con Dios.

            Lo grande de esa consolación es que nosotros ahora podemos enfrentar la muerte en paz y sin temor. Porque, qué es la muerte sino el paso a una mejor vida. Qué es la muerte sino el reposo de nuestras vidas. Qué es la muerte sino el poder ver a Dios cara a cara. Qué es la muerte sino el experimentar en carne propia la más perfecta felicidad, santidad, paz, amor, gozo, en donde ya no hay más dolor ni tristeza. Y esa paz se acompaña con la seguridad que, así como Dios ha cuidado mi vida El cuidará de cada cabello de los miembros de mi familia. Solo la fe en Cristo nos reviste de esa paz. Solo Cristo da esa paz. ¿Cómo un creyente puede enfrentar la muerte en verdadera paz? ¿No una paz fingida, no una paz basada en la ignorancia sino una paz verdadera, real y que no avergüenza? Porque Jesús es el consolador para el mundo y especialmente para ti y para mí.

            Por eso Dios merece toda alabanza y gloria. Amén.

Sermón: Lucas 1:67-79 El Benedictus

Lucas 1:67-79 “Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo: 68 Bendito el Señor Dios de Israel, Que ha visitado y redimido a su pueblo, 69 Y nos levantó un poderoso Salvador En la casa de David su siervo, 70 Como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio; 71 Salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron; 72 Para hacer misericordia con nuestros padres, Y acordarse de su santo pacto; 73 Del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, Que nos había de conceder 74 Que, librados de nuestros enemigos, Sin temor le serviríamos 75 En santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días. 76 Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; Porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos; 77 Para dar conocimiento de salvación a su pueblo, Para perdón de sus pecados, 78 Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, Con que nos visitó desde lo alto la aurora, 79 Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; Para encaminar nuestros pies por camino de paz.”

 

            Estamos en la época navideña, una época caracterizada por cánticos, jolgorios, parrandas, etc. Es una época para cantar. Y es interesante que el nacimiento de Jesús fue precedido por cánticos o himnos de alabanza. Hay cuatro de ellos en el evangelio de Lucas. El domingo pasado estuvimos estudiando el himno de María llamado el Magnificat, el cual comienza diciendo: “Engrande mi alma al Señor; Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador”. María irrumpe en adoración a Dios por la misericordia que Dios le ha mostrado. Hermanos, sus misericordias sobre nosotros son nuevas cada día. No hay un día en el cual Dios no derrame su bondad sobre nosotros. Por eso, adorar a Dios debe ser algo que fluya diariamente de nuestros labios.

            Hoy continuamos nuestro estudio de los cánticos navideños bíblicos. Y el segundo que tenemos es el himno profético del sacerdote Zacarías conocido históricamente como el Benedictus. Se llama así por la primera palabra de este himno en la traducción de la Biblia al latín conocida como la Vulgata. Y ella comienza diciendo: “Benedictus esto Dominus Deus Israelis”, que significa: Bendito sea el Señor, Dios de Israel.

            Zacarías al igual que María nos recuerda que esta época navideña es una de adoración a Dios. Que por encima de cualquier regalo que podamos recibir hay un regalo que sobrepasa a los demás. Y al entender lo que ese regalo es y significa nos debe llevar también a adorar a Dios. ¿Qué podemos aprender del Benedictus de Zacarías? Por lo menos tres cosas:

I. Dios merece alabanza

            Así comienza este himno profético. V. 68 “Bendito el Señor Dios de Israel”.  Zacarías lleno del Espíritu Santo, es decir, habiendo recibido una unción adicional del Espíritu Santo profetiza o predica acerca de Jesús y de su hijo Juan el bautista. Y lo primero que hace es alabar a Dios por la salvación. Esto es increíble. ¿Por qué? Porque Zacarías acababa de ponerle nombre a su hijo al ser circuncidado. Y lo “lógico” sería adorar a Dios por el privilegio de ser padre aun en la vejez. Pero Zacarías no hace eso. El adora a Dios por la salvación que Dios va a cumplir y que Zacarías ya da por cumplido por medio del Mesías al decir en el versículo 68 “Que ha visitado y redimido a su pueblo”. El habla en tiempo pasado. ¿Por qué? Porque para Zacarías no hay duda alguna de que Dios rescatará a su pueblo. Dios salvará sin lugar a duda a su pueblo. Y esto es materia de adorar a Dios.

            Mira lo que hace Zacarías. Por encima de todo lo demás, por encima del nacimiento del hijo que Dios le ha dado, Zacarías mira a la salvación que Dios ha provisto a su pueblo y adora a Dios.

            Zacarías estuvo mudo por nueve meses y una semana. Y cuando recobra su voz lo primero que hace es alabar a Dios, no por su hijo, sino por la obra de salvación que ya Dios había comenzado a hacer, según era evidente en la vida de Elizabet y María.

            Hermanos, en vez de pensar en sí mismo, él piensa en el reino de Dios, en la obra de salvación. Hermanos, así también debemos pensar. El reino va por encima de nuestros bienes temporales. Debemos ir por encima de nosotros y ver la obra de Dios. No que no veamos que nuestros hijos son una gran bendición de Dios porque lo son. Pero por encima incluso de eso, lo grande es la obra de salvación. Y por eso Dios merece ser adorado. Zacarías por encima del regalo que Dios le dio, él pensó en el regalo del cual se beneficia toda la humanidad, el regalo de la salvación. Y por eso él adora a Dios.

            Hermanos, esta época navideña debe ser una época de adoración a Dios por encima de todo lo demás. Por encima de cualquier regalo, el regalo de la salvación para el mundo entero debe ser el motivo principal para adorar a Dios. ¿Es ese tu sentir? Nuestro deseo constante y oración deben ser: “Venga tu reino”, oh Dios. Padre, que otros conozcan de Cristo. Que nuestros hijos sean instrumentos para dar a conocer el evangelio a los demás. Que yo tenga siempre presente que yo también debo invitar a otros a la iglesia, orar por su conversión, darles libros evangelísticos. En fin, buscar que la Palabra de Cristo llegue a las demás personas. Ese debe ser nuestro deseo constante.   

            Así que Zacarías comienza su himno profético alabando a Dios.  ¿Por qué?

II. Porque Dios ha visitado a su pueblo

            V. 68 “Bendito el Señor Dios de Israel, Que ha visitado y redimido a su pueblo,”. El pueblo de Dios ha tenido el privilegio de que Dios le visite nuevamente. Y aunque Dios puede visitar a un pueblo para juzgarlo por sus pecados, Zacarías nos dice que Dios los ha visitado para redimirlos, para rescatarlos.

            Esto es algo importante, hermanos. Por 400 años no había voz profética en Israel. Dios no había levantado un profeta por cuatro siglos. Así como Zacarías estuvo mudo por 9 meses Dios estuvo callado por 400 años. “El pueblo pudo haber pensado: Dios se olvidó de nosotros. El nos ha desechado. Ya no hay salvación ni esperanza para nosotros”. Pero luego de 400 años de silencio profético Dios envía un ángel a Zacarías con la promesa de un hijo. Y en voz profética Zacarías dice: “Bendito el Señor Dios de Israel, Que ha visitado y redimido a su pueblo,” Hermanos, no hay salvación a menos que Dios esté en medio nuestro. Podemos tener un hermoso templo, podemos servir a la comunidad, podemos incluso hacer obra evangelística, pero si Dios no está en medio nuestro, jamás habrá victoria. Jamás habrá salvación. Nunca olvides la derrota de Horma en Números 14:39-45. Por eso cuando Zacarías ve lo que está sucediendo el adora a Dios por que la salvación ha llegado. Así que lo importante es saber si Dios está en medio nuestro. Y Dios está en donde su palabra es fielmente predicada y enseñada y el pueblo de Dios la obedece. Moisés tenía la verdad y el arca del testimonio, y aun así el pueblo fue derrotado. ¿Por qué? Porque el pueblo no obedecía esa Palabra. ¿Quieren que Dios esté aquí? Vivan la Palabra, crean y vivan el evangelio. Sean fieles en enseñarla y vivirla.  

            Y nos dice más. Nos dice que lo que movió a Dios a venir para redimir a su pueblo lo fue la misericordia de Dios. Y esto lo dice dos veces: V. 72 “Para hacer misericordia con nuestros padres, Y acordarse de su santo pacto;” V. 78 “Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, Con que nos visitó desde lo alto la aurora,”.

            ¡Oh hermanos, cuán importante es esto! Dios viene a salvar a su pueblo no porque lo merecen, no porque se lo han ganado sino por la misericordia y compasión de Dios. Dios es un Dios de entrañable misericordia. Y aunque su pueblo no merece la salvación ni jamás podrán comprarla, ni ganarla, Dios por su entrañable misericordia vino a salvar a su pueblo de sus pecados. ¡Qué gran Dios es el Dios que servimos!

            Zacarías dice más. Dios ha visitado a su pueblo por su fidelidad al pacto Davídico y Abrahámico. V. 69 “Y nos levantó un poderoso Salvador En la casa de David su siervo,” V. 73 “Del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, Que nos había de conceder”. ¿Qué significa esto? Significa que la vendida de Cristo fue en cumplimiento de las promesas que Dios hizo a David y a Abraham. Dios le prometió a David que de su descendencia según la carne vendría un Rey cuyo reino no tendría fin. Que sobre el trono de David se sentaría un Rey justo, poderoso, compasivo, que aseguraría la salvación de su pueblo para siempre. Un Rey que nadie puede derrotar. Y por tanto una salvación invencible.

            Pero que también, ese hijo de David y que es Señor de David, sería de la simiente de Abraham, en quien serían benditas todas las familias de la tierra. Hermanos, quien realmente trae bendición a todas las familias de la tierra lo es el Señor Jesucristo. El regalo gratuito de la salvación, por su muerte y resurrección, es el regalo más importante de la navidad. Así lo anunciaron los santos profetas del AT.

            Hermanos, todo regalo navideño se puede perder, se puede dañar, puede perder su valor, no así Jesús. El es el regalo más valioso del mundo que no se puede perder, que no se puede dañar y que jamás pierde su valor. ¿Quieres ese regalo? Apocalipsis 22:17 “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.”

            ¿Por qué Zacarías adora a Dios? En primer lugar, porque Dios ha visitado a su pueblo y en segundo lugar, porque Dios ha traído salvación.

III. Porque ha traído salvación

            Fíjate lo que dice el versículo 69 “Y nos levantó un poderoso Salvador”. ¿Quién es ese? Ese es Jesús. Todos los versículos del 67-75 tratan de Jesús.

            Zacarías adora a Dios porque en Jesús Dios nos ha dado un poderoso Salvador. Hermanos, Jesús es un poderoso Salvador. El no es un debilucho. Su muerte no fue la desgracia de una persona que padeció por la corrupción del gobierno romano. El vino a dar su vida para rescatar a muchos. Nadie le quitó su vida, sino que él voluntariamente la dio. Y él tenía poder para darla y poder para retomarla de nuevo por sí mismo.

            Ahora bien, en qué consiste la obra de ese poderoso Salvador. Nos dice Zacarías en que ese poderoso Salvador y solo él es quien nos libra de nuestros enemigos. V. 71 “Salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron;” Estos enemigos son enemigos espirituales no físicos. Son ilustrados por enemigos físicos, pero son espirituales. Solo Jesús nos libra de nuestros enemigos espirituales: Satanás, el mundo y nuestro pecado. Si no eres cristiano genuino eres esclavo de Satanás, eres esclavo del mundo y eres esclavo de tus pecados. Solo Jesús tiene la llave de la libertad.

            Jesús es un poderoso Salvador porque solo él nos da luz. Jesús es llamado aquí la aurora, V. 78 “Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, Con que nos visitó desde lo alto la aurora,” La aurora es la primera luz después de la oscuridad de la noche. Jesús es esa luz que quita la oscuridad en el mundo. Sin Jesús estamos en oscuridad, estamos en tinieblas. Juan el bautista vino, nos dice Zacarías, desde el versículo 76 en adelante, para decirle al mundo que Jesús vino V. 79 “Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte”. El mundo está en tinieblas y no solo PR. Y esa oscuridad no desaparece cuando AEE restaure la electricidad. Sin Cristo el mundo entero permanece en tinieblas, aunque tenga luz eléctrica. Si no tienes a Cristo como tu Dios y Señor estás en tinieblas y permanecerás en tinieblas.   

            Jesús es un poderoso Salvador porque solo él nos da la paz. Ese también fue el mensaje de Juan el bautista con respecto a Jesús. V. 79 “Para encaminar nuestros pies por camino de paz.” Sin luz no sabemos por donde ir. En Quebradillas hay una sección en donde no hay luz y se han borrado las líneas de los carriles. Y cuando uno va por la noche uno no sabe por dónde va. No sé si voy en mi carril o el carril contrario o cerca de chocar la valla. De igual manera hermanos, solo Cristo puede guiar nuestros pies por camino de paz. Paz para con Dios, paz para con nuestro prójimo, paz en nuestra familia: con nuestros esposos, esposas, hijos; paz con la vida, paz con nosotros mismos. Cristo es nuestra paz.

            ¿Cuál entonces debe ser nuestra respuesta a este poderoso Salvador?

            La única respuesta sensata es creer en el evangelio. Es recibir a Cristo como la aurora de tu vida. Es rendirte a sus pies como el único que puede rescatarte del pecado, de Satanás, de la ira de Dios. Esto es importante y es serio. Si no crees rechazas la misericordia de Dios. Si no crees rechazas la fidelidad de Dios. Si no crees sigues bajo el dominio de tus enemigos. Si no crees no tendrás luz en tu vida y si no crees no tendrás paz jamás. Ven a Cristo ahora. Esa es la única respuesta sensata a la misericordia de Dios.

            Dios ha visitado a su pueblo en Cristo Jesús y en él nos ha traído salvación para todo aquel que en él cree y por eso Dios debe ser adorado. Amén.

Sermón: Lucas 1:46-55 El Magnificat

Lucas 1:46-55 “Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; 47 Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. 48 Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. 49 Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre, 50 Y su misericordia es de generación en generación A los que le temen. 51 Hizo proezas con su brazo; Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. 52 Quitó de los tronos a los poderosos, Y exaltó a los humildes. 53 A los hambrientos colmó de bienes, Y a los ricos envió vacíos. 54 Socorrió a Israel su siervo, Acordándose de la misericordia 55 De la cual habló a nuestros padres, Para con Abraham y su descendencia para siempre.”

 

            Tenemos ante nosotros el himno de alabanza de María conocido históricamente como el Magnificat. Se le llama así porque en la Biblia latina “La Vulgata” comienza el primer verso del himno con las palabras: “Magnificat anima mea Dominum”.

            Este himno de alabaza es maravilloso. Revela la increíble piedad de María. Entre una de las cosas que podemos ver del pasaje que nos debe impresionar es su gran conocimiento de la Biblia. En este himno María cita directa e indirectamente más de doce pasajes bíblicos. Ella corre por todo el AT. Ella cita de los Salmos, de Job, de Génesis, de Isaías, de Éxodos, de 1 Samuel, de Malaquías. María conocía la Biblia. Sin lugar a duda, María la había memorizado y grabado en su corazón. ¿Cuántos de nosotros podemos citar de todos estos lugares de la Biblia? ¿Cuántos de nosotros podemos combinar pasajes bíblicos para formar un todo armonioso? Sus padres verdaderamente se ocuparon de educar a su hija en la Palabra de Dios. Para la familia judía el memorizar y atesorar la Palabra de Dios era algo prioritario. El ocuparse de los que hijos aprendieran su Biblia no era algo dejado a los sacerdotes exclusivamente. Ellos sabían que eran responsables de criar a sus hijos con la Palabra de Dios. Y que debían enseñársela en todo momento, de día, de noche, cuando salían de la casa, cuando jugaban, cuando comían. En todo momento la familia era saturada y centrada en la Palabra de Dios. Y María es un vivo ejemplo aquí de cuán serio e importante es criar a nuestros hijos y nietos en la Palabra de Dios.

            María es una creyente modelo. El Magnificat es un himno de alabanza a Dios. Y en este himno de alabanza ella nos enseña cómo adorar a Dios correctamente. Nos enseña acerca de la actitud, el objeto y la razón de la adoración a Dios.  

I. La actitud propia en la adoración

            ¿Cuál debe ser la actitud propia de la adoración?

            1. Debemos adorar a Dios con el corazón. V. 46-47 “Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; 47 Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.” Hermanos, adorar a Dios no es algo meramente de los labios o del cuerpo. Adorar a Dios no es meramente ponernos de pie cuando se cantan los cánticos. Ni es meramente abrir nuestras Biblias cuando se va a leer la Palabra. Adorar a Dios es algo del corazón. Mira como María lo dice: “Mi alma engrandece al Señor; mi espíritu se regocija… en Dios”. Dios demanda de nosotros: “hijo mío dame tu corazón” como dice el libro de Proverbios. Nuestra alma y nuestro espíritu, que son lo mismo, deben adorar a Dios, deben gozarse en el Señor. Oh hermanos, cuando vienes a la casa del Señor yo sé que viene tu cuerpo. ¿Pero viene también tu alma? Dios demanda que le adores con tu corazón y no solo con tus labios. No es suficiente el estar presente en la casa del Señor.

            2. Debemos adorar a Dios con intensidad. V. 46-47 “Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; 47 Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.” Mira cómo María lo hace. Ella no le da una adoración fría a Dios. Ella no le da una adoración superficial. No le da una adoración mecánica. Ella adora con todo su ser y con intensidad. Su alma engrandece al Señor. No que podemos hacer más grande a Dios de lo que lo es. Eso es imposible. Pero ella exalta y honra a su Señor y Dios y se regocija en Dios su Salvador. Son palabras de intensidad. Dios merece lo mejor. Y El merece una adoración no fría ni superficial sino con pasión, con entrega, como quien su vida depende de ello.

            3. Debemos adorar humildemente. En el versículo 48 ella habla de “la bajeza de su sierva”. Ella reconoce que socialmente no es nada. Ella no es rica sino la desposada de un carpintero. María, en ningún momento se enorgullece por ser la Madre del Señor. Ella adora humildemente. Se acerca al Señor reconociendo que Dios lo es todo y ella nada. Que El es Soberano y su Rey. Hermanos, solo los humildes adoran a Dios. Por eso Santiago dice que “Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes”.

II. El Objeto de la adoración

            Dios es el objeto de la adoración. María misma no es el objeto de la adoración. Ella reconoce que es a Dios y solo a El a quien debemos adorar. María menciona tres atributos de Dios que nos deben llevar a rendir gloria a Dios.

            1. Dios es Todopoderoso. V. 49 “me ha hecho grandes cosas el Poderoso”. Hermanos, Dios es Todopoderoso. ¿Crees esto? Yo sé que lo crees intelectualmente, con tu mente. ¿Pero lo crees en tu corazón? No hay nada difícil para Dios. Hacer que María queda embarazada sin la intervención de un hombre no es algo difícil para Dios. Él es Todopoderoso. Crear los cielos y la tierra fue algo sencillo para Él.  Y El puede cumplir nuestras peticiones con suma facilidad. Si aún no ha contestado nuestras oraciones no es que El no puede hacer lo que le pedimos, sino que Él sabe mejor que nosotros lo que nos conviene.

            2. Dios es santo. ¿Por qué menciona María este atributo de Dios? La santidad de Dios aquí implica su imposibilidad de hacer mal. Dios hace bien a sus hijos porque El es santo. Lucas 11:11-13 “¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? 12 ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? 13 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”

            3. Dios es misericordioso. V. 50 “Y su misericordia es de generación en generación A los que le temen.” Tres cosas podemos ver en este versículo. Dios es misericordioso. El tiene compasión de los que sufren. El se compadece de los que están en la miseria: sea económica, espiritual, emocional. Él es misericordioso. El es eternamente misericordioso “de generación en generación”. O podemos decir también sobre nuestras generaciones. Dios ha incluido en su pacto a nuestros hijos. Cuando los bautizamos testificamos que ellos están incluidos en el pacto. Son hijos del pacto. Hermanos, Dios busca salvar a su pueblo en medio de nuestras generaciones. Y promete hacerlo hasta mil generaciones. Cuando nuestros hijos, nietos o tataranietos o chornos vienen a los pies de Cristo es Dios cumpliendo su promesa de ser el Dios de nuestra simiente por mil generaciones. Y algo más nos dice el versículo. Su misericordia es particular, es para los que le temen, es decir, los genuinos cristianos. Aquellos que le adoran con el corazón, con intensidad, con humildad, que tienen a Cristo como el Rey de sus vidas, como su Salvador exclusivo, como su Profeta, cuya Palabra es sacrosanta y debe ser obedecida con todo el corazón.

III. La razón para nuestra adoración.

            1. María reconoce que Dios es su Salvador. V. 47 “Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.” Ella no es salvadora. Ella no es corredentora, ni mediadora, ni dispensadora de gracia. Dios es su Salvador. ¿Y esto es importante para la adoración? Nosotros no adoramos a Dios meramente porque El es el creador de los cielos y de la tierra. Eso es cierto. Pero sobre todo porque Dios es nuestro Salvador. Para María Dios no solo es el Dios que salva en el sentido que libra de las aflicciones y nos levanta cuando hemos caído. Para ella Dios es su Salvador del pecado y del infierno. Ella sabía que el Santo ser que nacerá será “llamado Hijo de Dios”. Lucas 1:35. Ella sabía que su hijo se llamaría Jesús porque “él salvará a su pueblo de sus pecados”. Mateo 1:21. Nosotros al igual que María hemos venido a adorar a Dios con todo nuestra alma y nuestro espíritu, con humildad e intensidad porque Dios nos ha salvado. Ha tenido compasión de nosotros. Y nos ha dado el privilegio de ser salvos para siempre. Por eso le adoramos.

            2. Agradecida de su compasión hacia ella. V. 48 “Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. 49 Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre”. Dios no se ha olvidado de ella. Aunque ella era una mujer pobre, socialmente desconocida, sin fama alguna, Dios no se ha olvidado de ella. Y le ha dado la bendición de ser la madre del Señor. Dios la ha enriquecido de esa manera sin dinero. Las riquezas no son el dinero. Es más, una persona puede tener mucho dinero y ser realmente pobre: sin amistades, si amor, sin alegría, sin paz y sin la salvación. Dios nos ha enriquecido con la salvación. Pero también nos ha enriquecido con muchas bendiciones. Cada día disfrutamos de nuevas bendiciones: la vida, los hijos, la creación, el estudiar, el servir, el amar y ser amados, etc.

            3. Agradecida por lo que Dios hace con su pueblo. María no solo piensa en sí sino también en los demás: en todo creyente disperso y muy en particular su propio pueblo. V. 50, 54-55 “Y su misericordia es de generación en generación A los que le temen. 54 Socorrió a Israel su siervo, Acordándose de la misericordia 55 De la cual habló a nuestros padres, Para con Abraham y su descendencia para siempre.” La adoración a Dios es colectiva. Nunca olvidemos que somos arte de una familia. Que al adorar aquí nos acompañan los ángeles que velan la adoración del pueblo de Dios. Pero también adoramos juntos en espíritu con toda la iglesia católica o universal. Cuando adoremos a Dios no nos olvidemos de sus promesas, eso es lo que hizo María. Ella trajo a la memoria la misericordia de Dios: “Socorrió a Israel su siervo, Acordándose de la misericordia 55 De la cual habló a nuestros padres, Para con Abraham y su descendencia para siempre.” Trae a la memoria la fidelidad de Dios. Y ello te impulsará a adorar con mayor fervor y alegría. Cristo conoce a sus ovejas una por una. Y por cada una de ellas murió y resucitó. Tan grande es su amor que El no olvida ninguna de ellas. Y deja a las 99 que están bien y va a buscar a la descarriada. El no dice: tengo 99 y solo se me perdió una, Ok. Jamás, hermanos. El ama a cada una de ellas y cuida de cada una de ellas. Las llama por su nombre. Y cumple su Palabra con cada una de ellas. Hermanos, ninguna promesa de Dios para ti caerá por tierra. Recuerda esto y alaba a Dios.

            4. Dios es el defensor de su pueblo. V. 51-53 “Hizo proezas con su brazo; Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. 52 Quitó de los tronos a los poderosos, Y exaltó a los humildes. 53 A los hambrientos colmó de bienes, Y a los ricos envió vacíos.” Hermanos, Dios hace justicia en la tierra. Y El es el gran transformador del mundo. El quebranta a los soberbios, quita a los reyes que se levantan contra El y a los ricos opresores El envía vacíos. Y El exalta a los humildes, da comida a los hambrientos. Con su brazo hace proezas. Dios transforma este mundo. Dios es el defensor de su pueblo. Dios te defiende. Dios es enemigo de aquellos que buscan tu mal. El que se levante contra nosotros en gran lío se ha metido, porque no se levanta meramente contra nosotros sino contra nuestro Padre celestial quien es nuestro defensor.  El es nuestro escudo y protector.

            Hermanos, cuál debe ser nuestra actitud en la adoración a Dios: debemos adorar con el corazón, intensamente y con humildad. Debemos adorar solo Dios y reverenciar su poder, su santidad y su misericordia. Siempre recordando que El es nuestro Salvador para siempre.

Sermón: Efesios 1:3-4 Dando Gracias por la Salvación

Efesios 1:3-4 “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,”

 

            Si existe una persona que debe estar agradecida todos los días por las misericordias de Dios, esa persona es el cristiano. A la luz de la Palabra de Dios revelada en la Biblia el dar gracias a Dios es el corazón y alma del cristiano. No se puede ser cristiano a menos que haya en nosotros un sentido de adoración y una deuda de amor a Dios por todo lo que Dios ha hecho por nosotros y hace en nosotros. En Hebreos 13:15 se nos dice “Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.” Debemos ofrecer siempre a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, adoración y alabanzas por quién Dios es y por lo que El hace por nosotros. Pero fíjate que el autor de Hebreos nos dice “ofrezcamos siempre”. ¿Por qué siempre? Porque Dios derrama sus misericordias siempre a sus hijos.

            Todos los días Dios derrama su bendición sobre nosotros. Y aunque Dios bendice a todas sus criaturas o más bien hace bien a todos, a nosotros Dios las derrama como expresión de su amor paternal.

            Es nuestro deber el dar gracias a Dios por sus múltiples bendiciones materiales. Le damos gracias por la comida, el techo, la familia, el trabajo, la salud, etc. Y eso es correcto. Debemos darle a Dios gracias porque todo eso lo recibimos de parte de Dios.

            Pero por encima de todas las bendiciones materiales que Dios nos otorga diariamente hay unas bendiciones que sobrepasan a las demás. Hay unas bendiciones que Dios nos otorga que tienen mayor peso sobre otras bendiciones. Y esas bendiciones son las bendiciones espirituales.

            Lo triste del caso es que muchas veces se nos olvida recordar esas bendiciones. Pocas veces las enumeramos como las bendiciones superiores y primarias en nuestras vidas. Pero ellas lo son. Y por ellas debemos dar gracias a Dios siempre.

            Eso es lo que nos enseña Pablo en este pasaje. Pablo, luego de la salutación a la iglesia de Éfeso comienza adorando a Dios diciendo: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo”. Fíjate que Pablo dirige su adoración al Padre. ¿Por qué al Padre? Porque es el Padre autor y diseñador de la salvación. Y Pablo nos dice a qué se debe esa adoración. “que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo”. Hermanos, Dios nos ha bendecido con toda bendición espiritual. Pablo adora a Dios el Padre al reconocer que Él nos ha bendecido rica y abundantemente. Pablo desea que la iglesia adore a Dios al reconocer lo desprendido que ha sido Dios en bendecirnos.

            Ahora bien, lo interesante es que Pablo nos llama a bendecir a Dios no por las bendiciones materiales que Dios nos ha dado sino por las bendiciones espirituales que Dios nos ha dado en Cristo Jesús. Debemos dar agracias a Dios por todas sus bendiciones. Pero por encima de las bendiciones materiales se levantan las bendiciones espirituales.

            Y dentro de todas las bendiciones espirituales que Pablo pudiera señalar, él señala la elección eterna. V. 4 “según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,”. ¿Qué nos enseña Dios aquí? Nos enseña que debemos dar gracias por las bendiciones espirituales y sobre todo por nuestra elección eterna.

I. Debemos dar gracias por las bendiciones espirituales

            En el Día de Acción de Gracias nos reunimos, en la iglesia o entre la familia, para dar gracias a Dios por sus misericordias. Lo normal es dar gracias por la salud, la familia, el trabajo, los hijos, la mano de Dios en nuestra vida, las libertades que gozamos. Pero generalmente hay algo que se olvida mencionar: las bendiciones espirituales. Generalmente no damos gracias: por la salvación, por el perdón de pecados, por la santificación, por la adopción de hijos, por la morada del Espíritu Santo en nosotros, por los dones espirituales que Dios no ha dado para servir a los demás, etc.  Es bueno tener trabajo, gozar de salud, tener una familia. Esas son bendiciones incalculables. Pero por sobre ellas las bendiciones espirituales son mayores.

            Miremos el Salmo 103:1-5 “Bendice, alma mía, a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias; El que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias; El que sacia de bien tu boca De modo que te rejuvenezcas como el águila.” David da gracias a Dios por sus múltiples bendiciones. Pero fíjate la primera que David menciona: “Él es quien perdona todas tus iniquidades”. Para él, el primer lugar en la lista de bendiciones es el perdón de Dios.

            Hermanos, el hecho de que Dios nos ha salvado debe ser la razón principal para darle gracias a Dios. ¿Por qué?

            1. Porque ella exalta más que nada la gracia y la misericordia de Dios. Dios es glorificado al bendecirnos con bienes materiales. Pero su grandeza brilla aun más al darnos la salvación. Dice Efesios 1:6 “para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado,” Todo lo que Dios hace en nuestra salvación, lo hace para “la alabanza de la gloria de su gracia”.

            Crear a un mundo de la nada es glorioso. Pero recrear a un mundo caído en pecado es indescriptible.

            2.

 

II. Debemos dar gracias por las bendiciones espirituales y sobre todo por nuestra elección eterna.

            Hermanos, Dios nos ha bendecido con toda bendición espiritual. No hay favor de Dios que El no nos ha otorgado o nos otorgará en Cristo Jesús. Y por ello debemos dar acción de gracias. Pero Pablo nos enseña que dentro de las bendiciones espirituales la elección eterna tiene un lugar principal. ¡Cuán importante esto! Casi nunca pensamos así. Pero la elección eterna es el primer acto de misericordia que Dios nos otorga. Por eso él comienza señalando la misma.

            ¿Por qué por la elección eterna?

1. Porque ella es la madre de todas las bendiciones espirituales. Ella es la “fuente” de la cual todas las demás bendiciones espirituales fluyen. Por eso Pablo comienza mencionado el amor electivo de Dios. Miremos el pasaje de nuevo “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,” Hermanos es el amor electivo de Dios la base para recibir toda bendición espiritual. De su amor electivo nos viene el regalo de Cristo para salvación. Somos elegidos en Cristo desde antes de la fundación del mundo. Y esto implica que fuimos unidos a Cristo desde la eternidad. Fuimos dado a El en pacto de redención. Desde allí Cristo era nuestro y nosotros de Cristo. Nos quejamos hoy día de matrimonios arreglados. Pero esto fue un matrimonio arreglado por Dios desde la eternidad. Y a esto solo tengo que decir: Aleluya.

            Hermanos, toda gracia que poseemos la debemos a la elección eterna. Eso es lo que Pablo hace. Mira las bendiciones que tenemos gracias a la elección eterna:

            1. V. 4 Santidad: “escogidos… para ser santos y sin mancha delante de Él”.

            2. V. 5 Adopción: “en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo”.

            3. V. 7 Redención: “en quien tenemos redención por su sangre”.

            4. V. 9 Llamamiento eficaz o conversión: “dándonos a conocer el misterio de su voluntad”.

            5. V. 11 Herencia celestial: “En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad,”

            6. V. 13-14 Sellado con el Espíritu como garantía perpetua de salvación: “fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida”.

            En fin, toda bendición que disfrutamos, como las que hemos mencionado y todas las demás como: paz, gozo, amor, dominio propio, cuidado, protección, etc. todas y cada una de ellas fluyen del amor electivo de Dios. Como no debemos bendecir a Dios y darle gracias mil gracias por sus bendiciones espirituales.

Aplicaciones:

1. Te pregunto: ¿Cuán agradecidos estamos de sus bendiciones espirituales? ¿Las valoramos más que las bendiciones materiales? Dios nos escogió para ser ricos en bendiciones espirituales y no necesariamente para ser ricos en bendiciones materiales. ¿Es eso importante para ti?

2. Agradeces el amor electivo de Dios. ¿Quién te distingue? ¿Qué tienes que no has recibido de Dios? Hermanos, es Dios quien nos distingue. Es Dios quien nos hace cristianos. Fue El quien os dio la fe salvadora y el arrepentimiento para vida. Y El lo hizo libre y soberanamente. Te escogió a ti y no escogió a otros. Y esto no porque eras mejor que los demás sino porque a El le plació así. ¡Como esto no nos debe llevar a vivir eternamente agradecido! ¡Como esto no nos debe llevar a consagrarnos a El en cuerpo y en alma!

3. Incluye en tus acciones de gracias las bendiciones espirituales. Ellas son superiores a las bendiciones materiales. Las bendiciones materiales las pueden tener todo el mundo, pero las espirituales solo tú, oh hijo de Dios.

            Quiera Dios que siempre tengamos en nuestros labios el dar gracias por sus bendiciones espirituales, sobre todo la elección eterna.

Sermón: 2 Corintios 13:14 La Doctrina Bíblica de la Trinidad en el NT

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2 Corintios 13:14 “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén.”

 

            Estamos estudiando la doctrina bíblica de la Trinidad. Y hasta ahora hemos visto la importancia práctica de la doctrina. Ella es esencial para poder tener una clara concepción acerca de Dios. No podemos pensar en Dios correctamente a menos lo que veamos tal cual Él es: un solo Dios en tres personas. Ella es esencial porque es necesaria para salvación. Nadie puede ser salvo sin creer en esta doctrina. Señalamos también que ella es esencial a nuestra experiencia cristiana. Nuestra vida como cristianos está condicionada al hecho de que Dios es un Dios en tres personas. Le oramos a Dios Padre en el nombre del Señor Jesucristo y en el poder del Espíritu Santo.   

            El domingo pasado estuvimos estudiando la doctrina de la Trinidad desde la enseñanza del AT. Y señalamos que allí se enfatizaba la unidad de Dios. El pueblo de Israel vivía en medio del politeísmo y por eso era importante enfatizar el hecho de que hay un solo Dios vivo y verdadero. Junto con ello vimos que hay un énfasis en la absoluta dependencia no solo de Dios, Elohim, sino también de la Palabra y el Espíritu de Dios. Por último, vimos que el AT también enfatiza que en el ser de Dios hay una pluralidad de personas. No nos dice cuántas personas son. Pero sí revela que hay más personas dentro del ser de Dios.

            Hoy vamos a estudiar la doctrina de la Trinidad desde la perspectiva del NT. El NT no contradice el AT. Todo lo que está presente en el NT en una forma clara está presente en el AT, pero en una forma oscura. El NT clarifica, amplía y solidifica la doctrina tal como aparece en el AT.

            Hoy vamos a procurar contestar a la siguiente pregunta: ¿Cómo Dios reveló su triple personalidad en el NT?

I. Enfatizando la unidad de Dios

            No solo el AT enfatiza la unidad de Dios: “Oye Israel, Jehová nuestro Dios, Jehová uno es” (Deuteronomio 6:4), sino que en el NT también se enfatiza el hecho de que hay un solo Dios vivo y verdadero.

            Juan 17:3 “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.” Dios es el único Dios verdadero. No hay otro en el mundo que sea Dios. Algo importante que señalar en este pasaje. Conocer a Dios es de dos maneras: intelectual y salvífico. Conocer a Dios con nuestras mentes. Debemos conocer la verdad acerca de Dios. Y esta debe ser conocida intelectualmente. Pero sobre todo salvíficamente. Nadie puede decir que conoce a Dios a menos que tal conocimiento lo lleve a una vida de piedad y santidad. Conocer a Dios no es algo meramente de la mente sino más aún del corazón.

            Hermanos, hay un solo Dios vivo y verdadero. 1 Corintios 8:6 “para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él.”

            1 Timoteo 2:5 “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,” Así como hay un solo Dios, hay solo un Mediador entre Dios y los hombres. Ninguna otra persona: femenina o masculina, ni ningún ángel es mediador entre Dios y los hombres sino solo Jesucristo.

            Santiago 2:19 “Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan.” Ahora bien, no es suficiente creer que Dios es uno. No es suficiente creer en Dios. Los demonios creen en Dios. Pero aun así no son salvos. Su teología es correcta. Conocen la doctrina correcta. Incluso conocen la Biblia mejor que nosotros, pero aun así no son salvos. De igual manera hay muchos cuya fe es la misma fe que la de los demonios. Creen que Dios existe. Creen que hay un solo Dios vivo y verdadero, pero no son salvos. Y al no ser salvos al cielo no irán. ¿Por qué los demonios no son salvos? Porque para ellos Cristo no es su Rey. Ellos no han rendido el trono de su corazón a Jesús. Ellos quieren guiar sus vidas y no que Cristo la guíe. Para ellos Cristo no es su Profeta. Ellos no someten su mente a la voluntad de Jesús. Ellos no llevan sujetos sus pensamientos a los pensamientos de Jesús. Ellos son su propia ley. Tampoco tienen el sacrificio de Cristo como el único sacrificio que limpia los pecados y nos reconcilia con Dios. Por todo esto no son salvos.

            Así que vemos que el NT al igual que el AT enfatiza la unidad de Dios. Hay un solo Dios y vivo y verdadero.

II. Enfatizando la absoluta dependencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo para la salvación

            Eso es lo que vemos aquí en el pasaje fundamento del sermón. Tenemos en 2 Corintios 13:14 la bendición apostólica. Y a simple vista vemos que es trinitaria. Hay tres personas involucradas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Cada una de esas tres personas son esenciales a nuestra salvación. De los tres recibimos la bendición de Dios. ¡Oh, hermanos, cuán importante es la bendición de Dios! La bendición de Dios es lo que hace la diferencia en la vida. Por tanto, el NT enfatiza la doctrina bíblica de la Trinidad al enfatizar la absoluta dependencia que tenemos del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo para la salvación.

            Dependemos, en primer lugar, del amor de Dios, es decir, del amor del Padre. ¿Si es el amor del Padre por qué se habla primero de la gracia del Señor Jesucristo? Porque nosotros, al ser pecadores, no hubiéramos conocido de ese amor de Dios por nosotros mismos sino fuera por medio de un Mediador.  Así que tenemos en primer lugar el amor del Padre. Hermanos, sin el amor del Padre ninguno de nosotros estaría aquí. Porque solo un Padre puede ver a un hijo que le ha deshonrado, que se ha rebelado, que le ha odiado, y verle con amor. Solo Dios puede tener ese amor infinito. Y es ese amor el fundamento de nuestra salvación. Porque fue el Padre quien planificó nuestra salvación, Hechos 4:28. Fue el Padre quien envió a su Hijo para que muriera por nosotros, Juan 3:16. Fue el Padre quien envió al Espíritu Santo como nuestro santificador, Juan 14:16. Fue El quien nos escogió en Cristo desde antes de la fundación del mundo para que fuéramos santos y sin mancha delante de Él, Efesios 1:4. Es El quien nos llama eficaz e irresistiblemente a la comunión con su Hijo, 1 Corintios 1:9. Y todo esto y mucho más Él lo ha hecho por amarnos.

            Dependemos, en segundo lugar, de la gracia del Señor Jesucristo. ¿A qué se refiere Pablo cuando habla de la gracia del Señor Jesucristo? No se refiere al favor inmerecido que hemos recibido, sino a la misma salvación que hemos recibido. Aquí Pablo le pide a Dios en la bendición apostólica que Dios mismo nos otorgue todos los beneficios de la salvación que Cristo compró. Jesús compró una salvación perfecta y completa que solo Dios puede procurar. Solo Dios perdona pecados y eso fue lo que Jesús hizo. Por eso cuando Jesús decía: hijo, tus pecados te son perdonados, los judíos decían que él blasfemaba porque solo Dios puede perdonar pecados, Marcos 2:7-11. Por eso El lleva el nombre de Jesús porque solo El salvará a su pueblo de sus pecados, Mateo 1:21.  Ese salvador revela que es Dios cuando nos enseña que Dios era su mismo Padre, haciendo así igual con Dios, Juan 5:18. A Él le debemos nuestra existencia porque todo fue creado por medio de Él y para Él, Colosenses 1:16. Él también envía al Espíritu Santo para que sea también nuestro Consolador y santificador, Juan 15:26. El no solo da su vida por sus ovejas sino que nadie se la quita. Él tiene el poder para ponerla y poder para volverla a tener, Juan 10:18.

            En tercer lugar, dependemos también, de la comunión del Espíritu Santo. Sabemos que el Padre es una persona y que el Hijo es una persona, pero ¿es el Espíritu Santo una persona? Claro que sí. El pasaje habla de la comunión del Espíritu Santo. No podemos tener comunión con una fuerza, no podemos tener comunión con dones espirituales. Por eso el NT enfatiza constantemente que el Espíritu Santo es una persona el señalar que Él nos enseñará la verdad, 1 Juan 2:27. Que podemos contristarle, Efesios 4:30. Y que mentir al Espíritu Santo es mentir a Dios mismos, Hechos 5:4. Es el Espíritu Santo quien nos ha regenerado, Tito 3:5. Dios mora en nosotros porque el Espíritu Santo mora en nosotros y así somos templo de Dios, 1 Corintios 6:19. El Espíritu Santo escudriña lo más profundo de Dios y por eso es nuestro revelador, 1 Corintios 2:10. Él nos aplica la redención comprada por Cristo al obrar la fe en nosotros, Efesios 2:8. El no santifica, 2 Tesalonicenses 2:13. El distribuye múltiples dones a la iglesia, pero, aunque son muchos es un solo Dios, un solo Señor y un solo Espíritu, 1 Corintios 12:4-7.

            Hermanos, Dios nos revela que la obra de la salvación es efectuada por tres personas. Y solo el hecho de que esas tres son Dios, las mismas en substancia, iguales en poder y gloria es que nuestra salvación depende. En la gran obra de salvación en el NT Dios revela su triple personalidad de una manera más clara que en el AT.

Aplicaciones:

1. Ama al Padre. ¿Cuánto pensamos en el Padre? Generalmente el Padre solo es mencionado cuando vamos a orar. Pero el Padre es le fuente de nuestra salvación. Es su amor la causa que lo impulsa, lo constriñe a hacerlo. Y El derrama de su amor por nosotros. Derrama tu amor hacia el Padre. En tus devociones no te olvides de honrar al Padre y de devolverle de su amor por ti.

2. Ama al Hijo. Vida eterna tienes por su vida, muerte y resurrección. Él ha comprado para ti la adopción de hijo. Solo tú disfrutas de ese privilegio. Mientras los demás son hijos por ser criaturas de Dios, solo tú eres hijo que disfruta el cuidado paternal, la consolación paternal, tienes acceso directo al mismo trono de Dios, eres provisto de todas tus necesidades, disciplinado, etc., gracias al sacrificio de Cristo por ti. Amar a Cristo significa obedecer sus mandamientos. Y buscar el reino de Dios como lo primero y lo prioritario en tu vida.

3. Ama al Espíritu Santo. Tú eres hijo de Dios por adopción y también por nacimiento. Y ese nacimiento se lo debes al Espíritu Santo. Es El quien hace que la misma Trinidad more en ti, porque el Padre y el Hijo moran en ti por el Espíritu Santo. Él te ha sellado para el día de la redención. Y es El quien derrama el amor de Dios en tu vida. Y quien aplica a Cristo y su salvación a tu vida. Quien te hace sentir que Dios es real. Y que la paz que experimentas y puede experimentar a un grado mayor la recibes de Él. Ama al Espíritu como Él te ha amado. No lo contristes con tu pecado. No lo apagues al menospreciar las profecías, es decir, la Palabra de Dios.

            Quiera Dios que todos aprendiéramos a disfrutar de cada una de las personas de la Trinidad sin olvidar que ese el único Dios vivo y verdadero quien te salva.

Sermón: Génesis 1:26 La Doctrina Bíblica de la Trinidad en el AT

Génesis 1:26 “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”.

 

            El domingo pasado estuvimos estudiando sobre la doctrina bíblica de la Trinidad. Y señalamos que la revelación del ser de Dios que tenemos en el NT sobrepasa la revelación del ser del Dios en el AT. Dios se ha revelado más claramente en el NT que en el AT. Esto significa que la revelación es progresiva y que va desde lo menos claro a lo más claro. Pero todo lo que tenemos en el NT estaba presente en el AT en forma de una semilla. Por ejemplo, una semilla de árbol contiene dentro de sí todo lo que sería después un árbol frondoso. Claro está, no vemos todavía las raíces, las ramas, las hojas, los frutos. Pero todo eso está allí en potencia y en principio. El que no veamos las ramas ni las raíces no significa que esa semilla no sea la semilla de ese árbol. De la misma manera podemos decir con respecto a la doctrina de la Trinidad. Ella está presente desde el mismo principio. ¿Por qué? Porque Dios siempre ha sido Trino y Él no puede revelarse sino como Él es: el Dios Trino y uno.  

            Hermanos, que esta doctrina es una doctrina sumamente práctica. Toda cada fibra de la vida espiritual del creyente. Solo a la luz de esta doctrina es que nosotros podemos tener paz, alegría y seguridad en el creer.

            Aunque el NT revela de una forma explícita y clara la doctrina bíblica de la Trinidad ésta se haya presente en el AT. Hay muchos que han negado que esta doctrina se encuentre en AT. Vamos a ver que eso no es cierto. La doctrina de la Trinidad o más bien el hecho de que hay un solo Dios y que en Dios subsisten tres personas se enseña en el AT. Pero se enseña de una manera no tan clara como en el NT.

            Hay algo importante que tener en mente. La revelación del NT nos ayuda a entender la revelación del AT. Y usamos el sol del NT para poder entender mejor la linterna del AT. Y por eso decimos que el NT no corrige el AT sino más bien “perfecciona, extiende y alarga” la doctrina del AT.

             

            Hoy vamos a estudiar acerca de la doctrina bíblica de la Trinidad en AT. ¿Cómo Dios reveló su triple personalidad en el AT?

I. Enfatizando su unidad

            Hermanos, por causa del pecado el conocimiento de Dios ha sido borrado del hombre. El pecado lleva al ser humano a suprimir la verdad de Dios. De aquí que el ser humano es idólatra y en la mayoría de los casos politeísta. Por eso cuando Dios sacó a Israel de Egipto para que habitara en Canaán, en una tierra politeísta fue necesario que Dios enfatizara el hecho de que hay un solo Dios vivo y verdadero. Que todos los demás dioses no existen. Y que solo Jehová es Dios. Hay entonces un énfasis en la unidad de Dios. Dios es uno. Deuteronomio 6:4 Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es”. Fíjate lo que Moisés nos enseña. Nosotros tenemos un solo Dios. Y ese Dios es Jehová. Él es nuestro Dios, no porque nosotros lo hayamos escogió, sino porque Él nos escogió. Y eso nos hace benditos. Como dice el Salmo 65:4 “Bienaventurado el que tú escogieres y atrajeres a ti, Para que habite en tus atrios; Seremos saciados del bien de tu casa, De tu santo templo.” El hecho de que hay un solo Dios vivo y verdadero fue el mensaje constante de los profetas. ¿Por qué adoran a lo que no existe, ni puede salvar, solo Jehová es Dios? Isaías 44:6 “Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios.” Isaías 45:21-22 “Proclamad, y hacedlos acercarse, y entren todos en consulta; ¿quién hizo oír esto desde el principio, y lo tiene dicho desde entonces, sino yo Jehová? Y no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí. 22 Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más.”

            Este mismo mensaje es el que tenemos que proclamar como creyentes y como iglesia. Solo Jehová es el único Dios vivo y verdadero. Solo El llama las cosas que no son como si fuesen. Solo Él puede salvar. Por tanto, es solo en El que debemos poner toda nuestra confianza y esperanza, y no en los hombres. Salmo 20:7 “Estos confían en carros, y aquéllos en caballos; Mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria.” Toda victoria se centra no en nosotros sino en Dios.

            ¿Cómo Dios reveló su triple personalidad en el AT? En primer lugar, enfatizando su unidad. En segundo lugar…

II. Enfatizando una dependencia en Dios, en la Palabra y en el Espíritu de Dios

            Desde el principio Dios enfatizó que el pueblo de Dios depende de Dios mismo para todo. Al principio Dios se reveló con el nombre: Dios, en hebreo es Elohim. Fue Elohim quien creó los cielos y la tierra, Génesis 1:1. Por tanto, debemos nuestra existencia a Elohim. Lo interesante es que este nombre es en plural, es un plural de intensidad. Lo plural denota la plenitud y abundancia de vida y poder que posee Dios. Por tanto, el pueblo de Israel aprendió y nosotros también que solo en Dios hay plenitud de todo lo que nosotros necesitamos. Hay en Dios una fuente inagotable de bienes y riquezas.

            Pero este Elohim crea por medio de su Palabra. Génesis 1:3 “Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.” Esa Palabra no es como la nuestra. Es una Palabra que crea algo de la nada. Es una Palabra que procede de Dios, y que es a la vez distinta de Dios. Además, en sí misma posee un poder irresistible, con solo hablar crea. Es ley que no puede sino ser obedecida. Salmo 33:6, 9 “Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, 9 Porque él dijo, y fue hecho; Él mandó, y existió.”  El no solo crea por poder sino con sabiduría también. Y esta sabiduría no le viene a Dios de afuera, sino que está con Dios desde siempre.

            No solo eso. Elohim crea al enviar su Espíritu. El crea no solo por su Palabra sino también por su Espíritu. Génesis 1:1-2 “En el principio creó Dios los cielos y la tierra… y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.” Por su Espíritu el hermosea todo lo que existe, Job 26:13 “Su espíritu adornó los cielos”, renueva la faz de la tierra Salmo 104:30 “Envías tu Espíritu, son creados, Y renuevas la faz de la tierra.”, da vida al hombre Job 33:4 “El espíritu de Dios me hizo, Y el soplo del Omnipotente me dio vida.”, nos da entendimiento y sabiduría Job 32:8 “Ciertamente espíritu hay en el hombre, Y el soplo del Omnipotente le hace que entienda.” y hace la que hierba se seque y se marchite la flor Isaías 40:7 “La hierba se seca, y la flor se marchita, porque el viento de Jehová sopló en ella; ciertamente como hierba es el pueblo.” El pueblo de Dios aprende a depender absolutamente de la Palabra y el Espíritu de Dios como la fuente de la cual mana la vida. ¿Cómo Dios reveló su triple personalidad en el AT? En primer lugar, enfatizando su unidad. En segundo lugar, enfatizando su dependencia sobre Dios mismo, su palabra y Espíritu. Y en tercer lugar…

III. Enfatizando que hay una pluralidad en el ser de Dios

            Eso es lo que podemos ver en Génesis 1:26 “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”. Fíjate que no dice voy a hacer al hombre sino hagamos, primera persona plural: nosotros. La misma idea se revela en Génesis 3:22 “Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal”. También Génesis 11:7 “Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero.” E Isaías 6:8 “Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?”. En todos estos pasajes se nos habla de una pluralidad de personas en el ser de Dios. No indican una trinidad de personas, pero sí indican una pluralidad de personas.

            La pluralidad de personas lo podemos ver aún más claro en algunos de los pasajes que nos hablan del Ángel de Jehová. No es meramente Elohim quien salva sino Jehová, el Dios del pacto quien salva. Y este lo hace principalmente por el Ángel de Jehová. Este ángel no es un ser creado sino uno que es Dios mismo y quien se distingue de Jehová. Busquemos Génesis 16:7-13 “Y la halló el ángel de Jehová junto a una fuente de agua en el desierto, junto a la fuente que está en el camino de Shur. 8 Y le dijo: Agar, sierva de Sarai, ¿de dónde vienes tú, y a dónde vas? Y ella respondió: Huyo de delante de Sarai mi señora. 9 Y le dijo el ángel de Jehová: Vuélvete a tu señora, y ponte sumisa bajo su mano. 10 Le dijo también el ángel de Jehová: Multiplicaré tanto tu descendencia, que no podrá ser contada a causa de la multitud. 11 Además le dijo el ángel de Jehová: He aquí que has concebido, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Ismael, porque Jehová ha oído tu aflicción. 12 Y él será hombre fiero; su mano será contra todos, y la mano de todos contra él, y delante de todos sus hermanos habitará. 13 Entonces llamó el nombre de Jehová que con ella hablaba: Tú eres Dios que ve; porque dijo: ¿No he visto también aquí al que me ve?”  Fíjate que el ángel es llamado el Ángel de Jehová y habla como Jehová, aunque se distingue de Jehová. Agar reconoce que ella misma vio a Dios. “Tú eres Dios que ve; porque dijo: ¿No he visto también aquí al que me ve?”.

            Y por último hermanos, tenemos el Sal. 110:1 “Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies”. David reconoce que tiene dos Señores. Obviamente Jehová es su Señor, pero este Jehová que es su Señor habla con el otro Señor de David. El Mesías es la persona con quien habla Jehová y es al Mesías a quien Jehová le promete poner a sus “enemigos por estrado de sus pies”. Pero no podemos servir a dos Señores, dice Jesús, a menos que este Señor con quien habla Jehová sea también Dios. Una nota importante. Pablo en el NT señala que es a Jesús a quien Jehová le da la promesa de que El pondrá a sus enemigos por estrado de sus pies en 1 Corintios 15:25.

Aplicaciones prácticas:

1. Desde la creación Dios nos enseña que nosotros dependemos no solo de Dios sino de Palabra y su Espíritu. Una de las preguntas que nos hacemos inocentemente es qué yo necesito en mi vida para poder vivir en victoria, para poder sobrellevar las cargas, tener la sabiduría en medio de las decisiones de la vida, etc. No te olvides que nuestro Dios es Elohim. El posee toda la plenitud de gracia, fortaleza, sabiduría, salvación, bondad, etc. Dios no se cansa como nosotros. El no carece de nada, sino que todo lo posee en absoluta abundancia. ¿A quién buscarás para el sostén, el perdón, la sanidad, la dirección de tu vida sino solo a Elohim, a Dios? Es de El que procede su Palabra y es ella quien te revela la voluntad de Dios para tu vida. Sumérgete en esa Palabra revelada. Que ella se tan familiar a tu vida que puedas hasta respirarla. Pero también dependemos de su Espíritu. Oh, hermanos que el Espíritu de Dios no sea una persona ignorada en nuestras vidas. Dios obra por medio de su Espíritu sus planes en nosotros. Depende del Espíritu Santo. Él es tu guía, tu fortaleza, tu maestro. El mora en ti.

2. Pero no te olvides que es Jehová quien te salva. Él te salva no como un extraño sino como un hijo. Él te provee, no como provee Fema a los necesitados, sino como un Padre que no puede ver a sus hijos en necesidad sin afligirse. Y que cuando estos caen, caen como dice Deuteronomio 33:27 “sobre los brazos eternos”.

Sermón: Mateo 28:18-20 La Importancia Práctica de la Doctrina Bíblica de la Trinidad

Mat. 28:18-20 “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. 19Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.”

 

            Dice Éxodos 3:1-6 “Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios. 2 Y se le apareció el Angel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. 3 Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. 4 Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. 5 Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. 6 Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.”

            ¡Qué experiencia más increíble! Cualquiera de nosotros podría pensar: “que bendición tuvo Moisés en ver tal escena. Si yo hubiera tenido esa experiencia de ver a Dios. ¡Wao! ¡Cuán grande es esa bendición!”. Sabes qué, nosotros experimentamos una bendición más grande que la que experimentó Moisés en ese momento. Dios se reveló en el AT a los patriarcas de una manera impresionante. Pero esa revelación de Dios era en un sentido obscura si la comparamos con la revelación de Dios en el NT. Tú y yo tenemos una más clara visión de Dios que la que tuvieron los santos en el AT. No hay nada que envidiar a Moisés. El NT se revela de una manera más clara el ser de Dios y su naturaleza trinitaria, en la obra de redención obrada por Cristo y en el derramamiento y obra del Espíritu santo sobre su iglesia.

            Continuamos nuestro estudio de la Catecismo Menor de fe de Westminster, el cual junto al Catecismo Mayor y la Confesión de Fe forman la base doctrinal de nuestra iglesia.

            Veamos las preguntas 5 y 6 del Catecismo Menor.

            5. ¿Hay más de un Dios? R. No hay sino uno solo, el Dios vivo y verdadero.

            6. ¿Cuántas personas hay en la Divinidad? R. Hay tres personas en la Divinidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y estas tres son un solo Dios, las mismas en sustancia, iguales en poder y gloria.

            Hoy comenzamos a predicar sobre la doctrina bíblica de la Trinidad. Pero nos vamos a concentrar en el día de hoy en su importancia. Y vamos a contestar por qué es importante esa doctrina. ¿Por qué es importante la doctrina de la Trinidad?

I. Porque revela con claridad el ser de Dios

            Fíjate las palabras de la Gran Comisión. Jesús luego de su resurrección nos indica que El, en su oficio como Mediador entre Dios y los hombres, recibió todo poder en la tierra y en los cielos. “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.” Hermanos, todo poder le pertenece a Jesús. No hay poder en este mundo más grande que el poder que posee Jesús. No hay nación, ni armamento más grande que el que posee Jesús. Toda potestad le ha sido dada a Él. Y como el posee todo poder Él puede ordenar a la iglesia a predicar el evangelio a todas las naciones. Ninguna nación tiene la potestad de evitar que el evangelio sea predicado en su suelo porque todo poder le ha sido dado a Jesús, como Mediador. ¿Qué autoridad tienen los predicadores de entrar por ejemplo en Iraq para predicar el evangelio? La autoridad que Jesús les da.

            Y nos dice Jesús que la Comisión de hacer discípulos a todas las naciones conlleva dos cosas: administrar la Palabra y los sacramentos. Mira como lo dice: “bautizándolos… y enseñándoles”, Palabra y sacramento. Eso es todo lo que la iglesia necesita para llevar a cabo la Gran Comisión: predicar el evangelio a toda criatura y administrar los sacramentos instituidos por Cristo.

            Pero hay algo más que nos enseña Jesús. Él no dice que los discípulos de Jesús son bautizados en el nombre, y habla en singular. Fíjate que no dice en los nombres sino en el nombre. El nombre en singular enfatiza el hecho de que estos tres nombres que se mencionan son uno solo. Ellos se convierten en discípulos de un solo Dios. Pero este Dios tiene tres nombres.

            Si te das cuenta Jesús nos enseña que la doctrina de la Trinidad es parte esencial de la revelación de Dios. No podemos conocer a Dios correctamente a menos que lo conozcamos como uno y como tres: como un solo Dios en tres personas. Dios no es una sola persona y esto es esencial a un correcto entendimiento de quien es Dios. Tan importante es la doctrina de la Trinidad que Jesús nos enseña que es parte esencial de la predicación del evangelio, de la Gran Comisión de la iglesia. Sin la misma la Iglesia predica a otro dios que no es el Dios de la Biblia.

            Solo la doctrina de la Trinidad nos da una clara y correcta concepción de quien es Dios. Si no creemos en que Dios es un solo Dios que posee tres personas, nuestra idea de Dios es errónea. E ahí la importancia de la doctrina de la Trinidad. esta nos da una clara idea del ser de Dios.

II. Porque es esencial para la salvación

            La Gran Comisión es la responsabilidad ineludible de la Iglesia. Es el deber de la Iglesia ir por todo el mundo y predicar el evangelio. Jesús dijo: “Por tanto, Id y haced discípulos a todas las naciones”. Y en su prédica la Iglesia proclama el evangelio.

            El contenido del evangelio conlleva una declaración del ser de Dios y de los actos de Dios. La iglesia es llamada a dar a conocer no solo lo que Dios ha hecho para salvar a los pecadores sino también quién es el Dios verdadero que salva a los pecadores. La iglesia predica quién es ese Dios vivo y verdadero. La meta de la predicación es conocer a Dios de una manera salvadora. Por eso la Biblia nos enseña que ese conocimiento verdadero y correcto de Dios es esencial a la salvación. Veamos Juan 17:3 “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. Conocer a Dios y a Jesucristo es la vida eterna.

            Es por eso que Jesús vino. El hombre por naturaleza no conoce a Dios. El mundo es ignorante acerca de Dios. Y no desea conocer acerca de Dios. No busca a Dios. Y si busca conocer algo de Dios cuando escucha del Dios verdadero revelado en la Biblia huye de Él. Pero Jesús vino para darnos a conocer a Dios. Juan 1:18 “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer. Y Jesús nos ha dado a conocer a Dios tal y cual Dios es.

            Y ese Dios nos dice Jesús en la Gran Comisión es un Dios en tres personas. Por tanto, la Iglesia siempre ha dicho que nadie puede ser salvo a menos que tenga un conocimiento correcto a acerca de Dios. Por eso decimos que la doctrina de la Trinidad es esencial a la salvación. ¿Por qué es importante la doctrina de la Trinidad? Porque es esencial para la salvación.

III. Porque es esencial a la experiencia religiosa cristiana

            Una de las cosas que siempre debemos tener presente es que la vida cristiana es una vida de comunión con Dios. Dios es un ser personal y nosotros nos relacionamos con El de una manera íntima. Dios mora en nosotros por su Espíritu. Hablamos con El por medio de la oración. Él nos habla por medio de su Palabra predicada y leída. El vigila nuestros pasos. Y Él siempre está presente en nuestros pensamientos. Le amamos porque Él nos amó primero. Y cada creyente experimenta en su vida y en su corazón el amor de Dios.

            No solo eso, sino que cada creyente tiene comunión con cada una de las tres personas de la Trinidad. Su gozo y paz y su íntima relación con Dios demanda que cada una de esas personas sea Dios. Cada creyente lo experimenta así. Es esencial para su vida cristiana, para la paz, gozo e íntima comunión. Nuestra vida cristiana no sería lo que es si Dios no fuera Trino y uno.

            Cada creyente sabe que solo un Salvador que sea Dios mismo puede traer paz a su vida. Cuando miramos nuestra vida y vemos lo faltos que somos en cumplir con los mandamientos de Dios, aprendemos solo un Salvador que sea Dios puede pagar por mis deudas a Dios. Tú y yo somos pecadores. Y nada de lo que hagamos podrá jamás merecer la salvación. Ninguno de nosotros puede por más que se esfuerce satisfacer nuestra deuda, pagar por nuestros a un Dios tres veces santo. Nunca podemos ofrecer una obediencia perfecta a un Dios que demanda que seamos perfectos como Él es perfecto. (Mateo 5:48). Por tanto, nuestra paz descansa en que Jesús quien es Dios mismo ofreció un sacrificio perfecto, de valor infinito como mi sustituto satisfaciendo así las demandas de la justicia de Dios. Si El no fuera Dios jamás yo tendría paz. Siempre tendría el temor de pensar habrá satisfecho Jesús plenamente por mis pecados o debo yo también satisfacer, pagar esa deuda. Por eso la Biblia nos enseña en Hebreos 10:14 “porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. ¿Cómo Jesús podía ofrecer a Dios un sacrificio perfecto que nos hiciera perfectos delante del tribunal de Dios? La Biblia nos dice en Hebreos 9:14 “¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?El Espíritu eterno se refiere a la naturaleza divina de Jesús. Aunque la sangre de Cristo era finita, quien ofreció esa sangre era una Persona divina, dándole así valor infinito y perfecto a su sacrificio. Y por eso tenemos paz para con Dios los que hemos creído para la salvación de nuestras almas.

            No solo eso. Solo un Salvador quien es Dios puede ser un perfecto Sumo Sacerdote. Un Sumo Sacerdote capaz de compadecerse con nuestras debilidades. Ningún hombre es más compasivo que Dios. Ni ninguno más justo que Dios. Por eso David siempre pedía que fuera Dios quien lo juzgara y no los hombres, porque entendía lo justo, compasivo, misericordioso, entendido como Dios. Por eso podemos ir ante el Padre por medio de un Sumo Sacerdote divino con la seguridad que El defenderá mi caso de una manera perfecta. Él es nuestro Paracleto, nuestro abogado por excelencia defendiendo nuestro caso delante de Dios a la perfección. Sabiendo que todo lo que le pidiéramos al Padre en el nombre de Jesús lo tendremos porque Dios como Dios posee la misma mente y voluntad de Dios.

            De la misma manera podemos decir que cada creyente sabe que solo un Santificador, el cual es Dios también, es la fuente de su paz, gozo y misericordia. Solo Dios Espíritu Santo puede darme a plena seguridad de que moraremos en las mansiones celestiales. ¿Cómo lo sabemos? Porque Dios mora en nosotros por medio del Espíritu Santo. Y Dios nos sella con su Espíritu como la garantía de que iremos a morar en los cielos y somos herederos de la vida eterna. Solo un Santificador el cual es Dios, puede garantizar mi constante santificación y así lograr que nosotros perseveremos hasta el fin. Todos nosotros tenemos una vagancia para las cosas espirituales. Todos nosotros en alguna manera u otra hemos arrastrado los pies para seguir a Dios. Pero nos da paz el saber que el Espíritu Santo, el cual es Dios, seguirá sin descansar, santificándonos cada día hasta la que la obra esté completa cuando partamos de este mundo. Solo Dios Espíritu Santo puede vencer mis deseos pecaminosos, limpiar mi conciencia, doblegar mi terquedad y ser la luz que me lleve a comprender la voluntad de Dios revelada en la Biblia.

            De aquí hermanos, cuán importante y cuán practica es la doctrina bíblica de la Trinidad. Ella me asegura que aquí en la tierra Dios mismo mora conmigo. Disfruto poco a poco de la plenitud de Dios. Comienzo aquí a gustar del amor de Dios, de su presencia, de su paz, de todo lo que Dios es. Y ese mismo Dios que ha estado conmigo me acompaña todos los días de mi vida aquí y me acompañará también cuando los ángeles lleven nuestra alma a morar en los cielos. Y ese mismo Dios Trino y uno que me ama y que está conmigo está también con todos mis hermanos en la fe: sean estos primos, cuñados, esposas, hijos, vecinos, miembros de la iglesia. Yo nunca estoy solo, ni ellos tampoco. Cuando partamos de este mundo realmente no nos separamos de ellos, porque somos uno como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo es uno. Somos una sola familia. Algunos se adelantarán a disfrutar de Dios con mayor plenitud. Pero nunca nos abandonan porque ese mismo Dios que adoramos mora en cada uno de sus hijos y el que mora el ellos y que murió por ellos, es Dios.

            ¿Cuán importante es la doctrina de la Trinidad? Es vitalmente importante para la proclama del evangelio, para la salvación y para una vida cristiana plena. 

Sermón: Jeremías 6:16 Preguntad por las sendas antiguas

Jeremías 6:16 “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos.”

 

            Una de las cosas que me gusta del 2017 es que el año pasado fue un año electoral y ahora tenemos cuatro años antes de las próximas elecciones. Cada cuatro años es un reto. Un reto de escoger el candidato para gobernar el país. El reto se hace más difícil cuando uno desea escoger no por partidos político sino por los méritos de los candidatos. Y si los candidatos no tienen mérito, pues la elección se hace aún más difícil, por no decir casi imposible. Muchas veces qué difícil es escoger algo. Queremos escoger lo mejor y muchas veces no sabemos qué es lo que nos conviene. A veces yo desearía que alguien escogiera por mí y así zafarme del problema y la responsabilidad.

            Pero eso no siempre está bien. Nosotros somos responsables de nuestras decisiones. Dios nos ha hecho seres moralmente responsables de nuestras decisiones. Y aunque esto es así Dios en su misericordia nos ayuda en nuestra elección. Eso fue lo que hizo con el pueblo de Dios en el AT y lo mismo lo hace hoy día con nosotros. El en un sentido nos chotea cuál es la decisión correcta. Él nos llama a escoger el buen camino. Él nos dirige a la elección correcta. 

            En conjunto con ello, deseo que nosotros también veamos el buen camino que nos dejaron los reformadores del siglo 16 ya que estamos celebrando el Día de la Reforma. Ellos bajo la misericordia de Dios nos dejaron el camino que debemos seguir. ¿Cuál va a ser nuestra decisión? ¿Cuál va a ser nuestra elección hoy? Vamos a ver hoy, en primer lugar, cuál es la base de nuestra elección. Luego cuál es la elección correcta. En tercer lugar, el beneficio de una buena elección. Y en cuatro lugar: el peligro de una mala elección.

           

I. La base de nuestra elección

            1. La gracia de Dios. En el pasaje de Jeremías vemos que Dios les da el privilegio de escoger de nuevo. Él pudo haber destruido el pueblo de Judá desde antes. Por siglos el pueblo de Dios ha estado atesorando la ira de Dios. Por siglos ha sido un pueblo desobediente. De aquí que Dios no tenía la más mínima obligación de darles otra oportunidad. Hoy día decimos que todo el mundo tiene el derecho de una segunda oportunidad. Y qué de la oportunidad número 500. Aun así, Dios les da el permiso para escoger. Dios pone delante de ellos la vida y la muerte. Y les da la oportunidad de escoger nuevamente la vida. Fíjate cómo lo dice: “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad… cuál sea el buen camino, y andad por él”.

            De igual manera nos sucede a nosotros, la iglesia de Cristo del siglo 21. Dios nos da el permiso para escoger. En su gracia y misericordia nos da a escoger la vida, el camino correcto.

            Hermanos, en los últimos 167 años hemos visto un abandono de la teología de la Reforma en las iglesias protestantes. La teología de la Reforma era una centrada en Dios basada exclusivamente en la Palabra de Dios. La meta del creyente era vivir para la gloria de Dios en todas las áreas de la vida, negándose a sí mismos y tomando la cruz todos los días.  Hoy día tenemos una teología centrada en el hombre basada en una religiosidad terapéutica: Dios desea y busca que estés feliz en todo momento. Todo lo que te cause angustia y dificultad no es bueno para ti. Sigue los deseos de tu corazón. Mucha de esa teología ha sido abrasada por las iglesias protestantes hoy día.

            Te pregunto a ti en esta mañana. ¿Hay algo de esa teología moderna que has abrasado? ¿Habrá alguno de nosotros que haya abrasado la teología del confort, de la comodidad y se arropan con la sabana de: no me ajoren mucho que quiero evitar la fatiga o se arropan con la sabana de la cruz? Hoy día se vende los cielos sin la cruz. Eso es querer comprar la rosa sin espina.

            En medio de esto Dios en su gracia nos llama a escoger la vida, la verdad, la cruz. Y esto en su misericordia.   

II. Cuál es la elección correcta

            1. La elección correcta es escoger “las sendas antiguas”. “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él”. La lección correcta es conocer, aprender las sendas antiguas, el camino correcto de antaño y caminarlo, creerlo, atesorarlo y sobre todo vivirlo. Ese camino no es uno nuevo, es uno antiguo. Tiene su origen desde el jardín del Edén. Y ese mismo camino fue proclamado en la Reforma Protestante. Es ese el buen camino que debemos andar. Y los reformadores nos lo enseñaron. ¿Cuál es ese camino?

                        a. la autoridad final de las Sagradas Escrituras. Los reformadores nos enseñaron que la verdad de Dios es la autoridad final sobre la autoridad de los hombres. Hay una sola verdad: la verdad de Dios. Y esta va por encima de la autoridad de los hombres. La sabiduría de los hombres es necedad en comparación con la sabiduría de Dios. Para ello, nosotros herederos de la Reforma, debemos abrazar con convicción que Dios es el único sabio. Y que su Palabra es la sabiduría celestial que necesitamos para salvarnos y para vivir en este mundo.

            Para ellos, toda doctrina, toda filosofía, todo pensamiento estaba sujeto a la Palabra de Dios. Y que solo en obediencia a la Palabra de Dios es que seremos verdaderamente libres y felices. Ella es la guía suprema sobre qué debemos creer y observar para ser salvos y sobre cómo yo debo vivir, pensar, sentir, hablar.

            Pero hoy día, lamentablemente, eso no es así. Para muchos la Biblia no es la autoridad final sino la psicología, lo que hacen los ricos y famosos, lo que me llena de alegría. Hablar de que el cristiano tiene que vivir una vida de auto-negación, tomando la cruz diariamente es legalismo. Es querernos salvar por las obras. Se olvidan que fue Jesús mismo quien dijo esas palabras. Decir que es más correcto escoger leer la Biblia versus ver televisión o estar conectado a face-book es llamarnos fanáticos. Decir que asistir a la iglesia es uno de los más grandes privilegios y un deber sagrado. Y que ausentarse a la misma sin una razón justificada es pecado, para muchos es caer en una mentalidad sectaria. En cambio, Dios nos llama a vivir para El negándonos a nosotros mismos. Dando prioridad a su reino. Creyendo que lo que Dios dice es la única sabiduría que debemos seguir. Que obedecer su palabra es vida, es libertad y felicidad. 

                        b. la salvación por la sola gracia de Dios. Los reformadores, basados correctamente en la Palabra de Dios, nos enseñaron que es Dios quien nos salva. Nadie puede salvarse a sí mismo. Dios nos salva, no por algo bueno que hayamos hecho, ni porque hemos vivido una vida honesta y buena sin hacer daño a nadie; no por ser buenos padres o madres o hijos; ni por ser celosos de las cosas religiosas o espirituales somos salvos. La salvación no es algo que se gana. No la reciben los mejores del mundo. Cristo no vino a llamar a los justos sino a los pecadores a la salvación. Lo necio del mundo escogió Dios. Las rameras y los publicanos, es decir, las prostitutas y los pillos entraban primero al reino de los cielos que los mismos líderes religiosos. Por gracia sois salvos por medio de la fe.  

            Los reformadores también no enseñaron que la salvación que Dios obra en nosotros es salvación de la culpa del pecado y también del poder del pecado. Una fe estéril no es la fe que salva. Una fe que no cambia a la persona no es fe salvadora. Una persona que profesa ser cristiano sin dar frutos de obediencia no es salva. La fe salvadora obra. Obra por el amor: amor a Dios y amor al prójimo.

            Cuando distinto es lo que se enseña hoy día. Hoy día se enseña que una persona puede ser salvo, aunque no dé frutos de arrepentimiento. Que la ley de Dios no tiene nada que ver con el evangelio de la gracia. Esa no es la senda antigua.

                        c. la doctrina bíblica de la iglesia. Los reformadores nos enseñaron que la iglesia son los elegidos que han sido, son y serán reunidos en uno bajo Cristo Jesús. Y que esa iglesia invisible se hace visible por medio de la profesión de fe en conjunto con sus hijos. Que una persona puede estar en la iglesia sin ser de la iglesia. Que muchos de los miembros de la iglesia no se salvarán porque la iglesia no salva sino Cristo.

            También nos enseñaron que nadie puede salvarse, normalmente, separado de la iglesia visible. Que nadie puede crecer correctamente separados de la iglesia. Que nos hacemos daño a nosotros mismos y a nuestras familias cuando no estamos comprometidos con la iglesia local. Que quedarse en la casa orando no es un sustituto. Y que demuestra la debilidad espiritual en que se encuentra esa persona. Claro está a menos que haya una razón justificada.

            Y que la iglesia visible profesa la verdadera religión junto con sus hijos. Y esto implica conocer la verdadera religión, creerla, vivirla y enseñársela a nuestros hijos de palabra y de modelaje. Y esa profesión lo es hasta que la muerte nos llegue. El creyente jamás deja de profesar su fe con lo que hace y con lo que deja de hacer.

            Y esto implica separarnos del mundo. No del mundo físico porque ha sido creado por Dios, pero sí de la filosofía del mundo. No porque todo el mundo lo hace yo lo debo hacer ni está correcto. Lamentablemente, muchos en la Iglesia de Cristo siguen las prácticas del mundo.

                        d. la correcta adoración. Los reformadores nos enseñaron cuál es la correcta forma de adorar a Dios. No es por medio de imágenes sea de Jesús, el Espíritu Santo, ni debemos usar ninguna imagen de Dios en la adoración ni como ayuda en la enseñanza de la iglesia. Y que lo que se hace en la adoración se hace para que Dios reciba toda la gloria. Era una adoración centrada en Dios y no en los hombres: sean estos mujeres, hombres o niños.

            Pero hoy día la adoración se centra en el hombre. En algunos sitios es un verdadero espectáculo. Donde lo importante es cómo agradar a las visitas y no cómo agradar a Dios. En la iglesia católica la misa es el centro de la adoración. En las iglesias de la Reforma lo era el púlpito, la predicación y enseñanza de la Palabra de Dios. Hoy día lo es la música, las danzas, las pantomimas, en otras palabras, el teatro.

            Debemos regresar a los principios bíblicos de la verdadera adoración. Dios es el centro de la adoración. Y El merece ser adorado con toda la reverencia y seriedad en un espíritu alegre y únicamente según Él ha ordenado en su Palabra.   

III. El beneficio de nuestra elección

            1. “hallaréis descanso para vuestra alma”.  

                        a. paz con Dios. Solo el creyente goza de paz con Dios. ¿Por qué? Porque ha sido reconciliado con Dios. Antes de ser creyentes éramos enemigos de Dios. Éramos lo ammi, no pueblo de Dios. Pero por la fe en el sacrificio expiatorio de Jesús hemos sido reconciliados. Hemos sido adoptados a la familia de Dios. Hay paz entre nosotros.

            Pero esa paz, fruto de la justificación, nos da derecho a una paz en el interior. Y esa paz se incrementa según nuestra vida se conforma a Cristo. Solo en obediencia a Dios esa paz interior se fortalece por medio de la obra del Espíritu Santo.

                        b. seguridad del amor de Dios. Los creyentes gozan de la seguridad del amor de Dios. Nada nos podrá separar del amor de Dios en Cristo Jesús.

                        c. gozo en el Espíritu Santo. Uno de los frutos del Espíritu Santo es el gozo. Pero ese fruto el Espíritu Santo lo produce en conjunto con la comunión con Cristo. Es por medio de la fe en Jesús, en su suficiencia, en su amor y gracia y seguridad de salvación que nuestro gozo incrementa.

                        d. herencia entre los santificados. Los que reciben la Palabra de Dios son los que heredan las mansiones celestiales. Solo los santos heredan los cielos. Buscad la paz y la santidad sin la cual nadie verá al Señor.

IV. Una mala elección

            Dios les dio la oportunidad de escoger el buen camino. ¿Y cuál fue su respuesta? “Mas dijeron: No andaremos.” ¿Qué significa esa respuesta?

            1. no arrepintieron. Pero, aunque Dios le dio una elección al pueblo de Dios en a AT ellos escogieron no andar en sus caminos. Es decir, no se arrepintieron de sus pecados. Por eso vino sobre ellos gran destrucción. Esto es importante. ¿Sabes por qué? Porque…

                        a. no andar en el buen camino es andar en el mal camino. No hay camino neutral. O estamos con Dios o estamos con el diablo. No hay punto medio. O abrazamos las sendas antiguas o las rechazamos y andamos por el camino del error. Y como consecuencia…

                        b. no hay paz para ellos. Solo hay paz en la verdad y en obediencia a esa verdad. Hay muchos en la iglesia de Cristo que sufren enormemente. Algunos de ellos porque no hay seguido las sendas antiguas. No han vivido en fe en Dios ni en obediencia a Él. No han creído en sus promesas. Han sido selectivos en cómo negarse a sí mismo. Han querido ser sus propios maestros, sus propios pastores. Y no han encontrado paz. Llegarán al reino de los cielos, pero con la espalda pela. La paz que Cristo prometió y que comenzamos a disfrutar en esta vida no la disfrutaron por ser sabios en su propia opinión.

            Dios es un Dios de misericordia. Él nos llama a buscar y escoger el buen camino, la sendas antiguas. Si no lo hemos escogido antes todavía hay tiempo. Arrepiéntete y ordena tus caminos.

            Debemos aprender del pasado y corregir nuestros caminos. Debemos abrazar la Fe de la Reforma con plena convicción, con todo el corazón y vivir el evangelio no satisfaciendo los deseos de la carne. Viviendo bajo la autoridad de la Palabra. Tomando a Jesús como nuestra salvación del pecado y de nosotros mismos. Nunca es tarde para aprender. Nunca es tarde para corregir. Solo así tendremos paz.

 

 

 

El 31 de octubre de 2017 se conmemoran los 500 años de la Reforma Protestante iniciada por Martín Lutero. Esta celebración es significativa. Lo es, porque en los últimos 167 años hemos visto un abandono de la teología de la Reforma. La teología de la Reforma era una centrada en Dios basada exclusivamente en la Palabra de Dios. La meta del creyente era vivir para la gloria de Dios en todas las áreas de la vida, negándose a sí mismos y tomando la cruz.  Hoy día tenemos una teología centrada en el hombre basada en una religiosidad terapéutica: Dios desea y busca que estés feliz en todo momento. Todo lo que te cause angustia y dificultad no es bueno para ti. Sigue los deseos de tu corazón.

             ¿Cuánto de esa mentalidad es parte de ti hoy día? ¿Cuánto nosotros hemos absorbido de esa teología? ¿Qué debemos hacer? ¿Debemos seguir viviendo de esa manera o viviremos según aprendimos de nuestros padres espirituales los reformadores el camino que le agrada a Dios?

            Esas mismas preguntas le hizo Dios al pueblo de Judá. Dios les puso en sus manos su responsabilidad ante El. Ustedes son responsables de sus decisiones. Y Dios les dice lo que deben hacer. Deben escoger andar en las sendas antiguas. Esa es nuestra misma responsabilidad como pueblo de somos. ¿Qué debes hacer? ¿Cuál es la correcta elección? ¿Cuál es la naturaleza de una elección correcta de nuestra parte?

 

 

 

 

 

Yo me imagino que tú te puedes identificar conmigo cuando digo que muchas de las cosas antiguas eran hechas con mejor calidad de lo que tenemos hoy día. Por ejemplo, las baterías de los relojes duraban antes 4 años, hoy día duran un año y medio o a lo más dos. Las sillas eran más duraderas. Incluso los radios y los televisores duraban mucho más de lo que duran hoy día. Muchas de las cosas de antes, las cosas antiguas eran hechas con más dedicación, con miras a que duraran mucho. Mientras que hoy día la meta no es hacer que algo dure sino hacer que algo dure menos para que tengas que volver a comprarlo de nuevo.

            Hay algo en la antigüedad que le da un sabor distinto y mejor. Se habla de que el vino añejo es el mejor. Y que hay algunas cosas que saben mejor después de un tiempo que al mismo momento en que fueron creadas. Hay un cierto valor especial en las cosas antiguas, sobre todo si estas cosas son buenas.

            En una forma similar Dios le habla al pueblo de Dios en este pasaje de Jeremías. Él les llama a mirar al pasado. No mirar el pasado por ser pasado sino las cosas buenas del pasado. Por aquellas que ellos conocían y que les iba a llevar por el camino recto. Ellos deben escoger ese camino. Pero ellos deben escogerlo por sí mismo. Pero, así como existe la verdad existe la mentira. Hay un camino bueno y un camino malo. ¿Cuál vas a escoger? Dios nos llama hoy día a hacer una elección. ¿Cuál camino vas a elegir? ¿Cuál va a ser tu elección?

Iglesia Presbiteriana Ortodoxa Jesús es la Verdad

Lcdo. Roberto Quiñones Cardona

Sermón: Jeremías 6:16 Preguntad por las sendas antiguas

 

Texto: Jeremías 6:16 “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos.”

 

            Una de las cosas que me gusta del 2017 es que el año pasado fue un año electoral y ahora tenemos cuatro años antes de las próximas elecciones. Cada cuatro años es un reto. Un reto de escoger el candidato para gobernar el país. El reto se hace más difícil cuando uno desea escoger no por partidos político sino por los méritos de los candidatos. Y si los candidatos no tienen mérito, pues la elección se hace aún más difícil, por no decir casi imposible. Muchas veces qué difícil es escoger algo. Queremos escoger lo mejor y muchas veces no sabemos qué es lo que nos conviene. A veces yo desearía que alguien escogiera por mí y así zafarme del problema y la responsabilidad.

            Pero eso no siempre está bien. Nosotros somos responsables de nuestras decisiones. Dios nos ha hecho seres moralmente responsables de nuestras decisiones. Y aunque esto es así Dios en su misericordia nos ayuda en nuestra elección. Eso fue lo que hizo con el pueblo de Dios en el AT y lo mismo lo hace hoy día con nosotros. El en un sentido nos chotea cuál es la decisión correcta. Él nos llama a escoger el buen camino. Él nos dirige a la elección correcta. 

            En conjunto con ello, deseo que nosotros también veamos el buen camino que nos dejaron los reformadores del siglo 16 ya que estamos celebrando el Día de la Reforma. Ellos bajo la misericordia de Dios nos dejaron el camino que debemos seguir. ¿Cuál va a ser nuestra decisión? ¿Cuál va a ser nuestra elección hoy? Vamos a ver hoy, en primer lugar, cuál es la base de nuestra elección. Luego cuál es la elección correcta. En tercer lugar, el beneficio de una buena elección. Y en cuatro lugar: el peligro de una mala elección.

           

I. La base de nuestra elección

            1. La gracia de Dios. En el pasaje de Jeremías vemos que Dios les da el privilegio de escoger de nuevo. Él pudo haber destruido el pueblo de Judá desde antes. Por siglos el pueblo de Dios ha estado atesorando la ira de Dios. Por siglos ha sido un pueblo desobediente. De aquí que Dios no tenía la más mínima obligación de darles otra oportunidad. Hoy día decimos que todo el mundo tiene el derecho de una segunda oportunidad. Y qué de la oportunidad número 500. Aun así, Dios les da el permiso para escoger. Dios pone delante de ellos la vida y la muerte. Y les da la oportunidad de escoger nuevamente la vida. Fíjate cómo lo dice: “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad… cuál sea el buen camino, y andad por él”.

            De igual manera nos sucede a nosotros, la iglesia de Cristo del siglo 21. Dios nos da el permiso para escoger. En su gracia y misericordia nos da a escoger la vida, el camino correcto.

            Hermanos, en los últimos 167 años hemos visto un abandono de la teología de la Reforma en las iglesias protestantes. La teología de la Reforma era una centrada en Dios basada exclusivamente en la Palabra de Dios. La meta del creyente era vivir para la gloria de Dios en todas las áreas de la vida, negándose a sí mismos y tomando la cruz todos los días.  Hoy día tenemos una teología centrada en el hombre basada en una religiosidad terapéutica: Dios desea y busca que estés feliz en todo momento. Todo lo que te cause angustia y dificultad no es bueno para ti. Sigue los deseos de tu corazón. Mucha de esa teología ha sido abrasada por las iglesias protestantes hoy día.

            Te pregunto a ti en esta mañana. ¿Hay algo de esa teología moderna que has abrasado? ¿Habrá alguno de nosotros que haya abrasado la teología del confort, de la comodidad y se arropan con la sabana de: no me ajoren mucho que quiero evitar la fatiga o se arropan con la sabana de la cruz? Hoy día se vende los cielos sin la cruz. Eso es querer comprar la rosa sin espina.

            En medio de esto Dios en su gracia nos llama a escoger la vida, la verdad, la cruz. Y esto en su misericordia.   

II. Cuál es la elección correcta

            1. La elección correcta es escoger “las sendas antiguas”. “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él”. La lección correcta es conocer, aprender las sendas antiguas, el camino correcto de antaño y caminarlo, creerlo, atesorarlo y sobre todo vivirlo. Ese camino no es uno nuevo, es uno antiguo. Tiene su origen desde el jardín del Edén. Y ese mismo camino fue proclamado en la Reforma Protestante. Es ese el buen camino que debemos andar. Y los reformadores nos lo enseñaron. ¿Cuál es ese camino?

                        a. la autoridad final de las Sagradas Escrituras. Los reformadores nos enseñaron que la verdad de Dios es la autoridad final sobre la autoridad de los hombres. Hay una sola verdad: la verdad de Dios. Y esta va por encima de la autoridad de los hombres. La sabiduría de los hombres es necedad en comparación con la sabiduría de Dios. Para ello, nosotros herederos de la Reforma, debemos abrazar con convicción que Dios es el único sabio. Y que su Palabra es la sabiduría celestial que necesitamos para salvarnos y para vivir en este mundo.

            Para ellos, toda doctrina, toda filosofía, todo pensamiento estaba sujeto a la Palabra de Dios. Y que solo en obediencia a la Palabra de Dios es que seremos verdaderamente libres y felices. Ella es la guía suprema sobre qué debemos creer y observar para ser salvos y sobre cómo yo debo vivir, pensar, sentir, hablar.

            Pero hoy día, lamentablemente, eso no es así. Para muchos la Biblia no es la autoridad final sino la psicología, lo que hacen los ricos y famosos, lo que me llena de alegría. Hablar de que el cristiano tiene que vivir una vida de auto-negación, tomando la cruz diariamente es legalismo. Es querernos salvar por las obras. Se olvidan que fue Jesús mismo quien dijo esas palabras. Decir que es más correcto escoger leer la Biblia versus ver televisión o estar conectado a face-book es llamarnos fanáticos. Decir que asistir a la iglesia es uno de los más grandes privilegios y un deber sagrado. Y que ausentarse a la misma sin una razón justificada es pecado, para muchos es caer en una mentalidad sectaria. En cambio, Dios nos llama a vivir para El negándonos a nosotros mismos. Dando prioridad a su reino. Creyendo que lo que Dios dice es la única sabiduría que debemos seguir. Que obedecer su palabra es vida, es libertad y felicidad. 

                        b. la salvación por la sola gracia de Dios. Los reformadores, basados correctamente en la Palabra de Dios, nos enseñaron que es Dios quien nos salva. Nadie puede salvarse a sí mismo. Dios nos salva, no por algo bueno que hayamos hecho, ni porque hemos vivido una vida honesta y buena sin hacer daño a nadie; no por ser buenos padres o madres o hijos; ni por ser celosos de las cosas religiosas o espirituales somos salvos. La salvación no es algo que se gana. No la reciben los mejores del mundo. Cristo no vino a llamar a los justos sino a los pecadores a la salvación. Lo necio del mundo escogió Dios. Las rameras y los publicanos, es decir, las prostitutas y los pillos entraban primero al reino de los cielos que los mismos líderes religiosos. Por gracia sois salvos por medio de la fe.  

            Los reformadores también no enseñaron que la salvación que Dios obra en nosotros es salvación de la culpa del pecado y también del poder del pecado. Una fe estéril no es la fe que salva. Una fe que no cambia a la persona no es fe salvadora. Una persona que profesa ser cristiano sin dar frutos de obediencia no es salva. La fe salvadora obra. Obra por el amor: amor a Dios y amor al prójimo.

            Cuando distinto es lo que se enseña hoy día. Hoy día se enseña que una persona puede ser salvo, aunque no dé frutos de arrepentimiento. Que la ley de Dios no tiene nada que ver con el evangelio de la gracia. Esa no es la senda antigua.

                        c. la doctrina bíblica de la iglesia. Los reformadores nos enseñaron que la iglesia son los elegidos que han sido, son y serán reunidos en uno bajo Cristo Jesús. Y que esa iglesia invisible se hace visible por medio de la profesión de fe en conjunto con sus hijos. Que una persona puede estar en la iglesia sin ser de la iglesia. Que muchos de los miembros de la iglesia no se salvarán porque la iglesia no salva sino Cristo.

            También nos enseñaron que nadie puede salvarse, normalmente, separado de la iglesia visible. Que nadie puede crecer correctamente separados de la iglesia. Que nos hacemos daño a nosotros mismos y a nuestras familias cuando no estamos comprometidos con la iglesia local. Que quedarse en la casa orando no es un sustituto. Y que demuestra la debilidad espiritual en que se encuentra esa persona. Claro está a menos que haya una razón justificada.

            Y que la iglesia visible profesa la verdadera religión junto con sus hijos. Y esto implica conocer la verdadera religión, creerla, vivirla y enseñársela a nuestros hijos de palabra y de modelaje. Y esa profesión lo es hasta que la muerte nos llegue. El creyente jamás deja de profesar su fe con lo que hace y con lo que deja de hacer.

            Y esto implica separarnos del mundo. No del mundo físico porque ha sido creado por Dios, pero sí de la filosofía del mundo. No porque todo el mundo lo hace yo lo debo hacer ni está correcto. Lamentablemente, muchos en la Iglesia de Cristo siguen las prácticas del mundo.

                        d. la correcta adoración. Los reformadores nos enseñaron cuál es la correcta forma de adorar a Dios. No es por medio de imágenes sea de Jesús, el Espíritu Santo, ni debemos usar ninguna imagen de Dios en la adoración ni como ayuda en la enseñanza de la iglesia. Y que lo que se hace en la adoración se hace para que Dios reciba toda la gloria. Era una adoración centrada en Dios y no en los hombres: sean estos mujeres, hombres o niños.

            Pero hoy día la adoración se centra en el hombre. En algunos sitios es un verdadero espectáculo. Donde lo importante es cómo agradar a las visitas y no cómo agradar a Dios. En la iglesia católica la misa es el centro de la adoración. En las iglesias de la Reforma lo era el púlpito, la predicación y enseñanza de la Palabra de Dios. Hoy día lo es la música, las danzas, las pantomimas, en otras palabras, el teatro.

            Debemos regresar a los principios bíblicos de la verdadera adoración. Dios es el centro de la adoración. Y El merece ser adorado con toda la reverencia y seriedad en un espíritu alegre y únicamente según Él ha ordenado en su Palabra.   

III. El beneficio de nuestra elección

            1. “hallaréis descanso para vuestra alma”.  

                        a. paz con Dios. Solo el creyente goza de paz con Dios. ¿Por qué? Porque ha sido reconciliado con Dios. Antes de ser creyentes éramos enemigos de Dios. Éramos lo ammi, no pueblo de Dios. Pero por la fe en el sacrificio expiatorio de Jesús hemos sido reconciliados. Hemos sido adoptados a la familia de Dios. Hay paz entre nosotros.

            Pero esa paz, fruto de la justificación, nos da derecho a una paz en el interior. Y esa paz se incrementa según nuestra vida se conforma a Cristo. Solo en obediencia a Dios esa paz interior se fortalece por medio de la obra del Espíritu Santo.

                        b. seguridad del amor de Dios. Los creyentes gozan de la seguridad del amor de Dios. Nada nos podrá separar del amor de Dios en Cristo Jesús.

                        c. gozo en el Espíritu Santo. Uno de los frutos del Espíritu Santo es el gozo. Pero ese fruto el Espíritu Santo lo produce en conjunto con la comunión con Cristo. Es por medio de la fe en Jesús, en su suficiencia, en su amor y gracia y seguridad de salvación que nuestro gozo incrementa.

                        d. herencia entre los santificados. Los que reciben la Palabra de Dios son los que heredan las mansiones celestiales. Solo los santos heredan los cielos. Buscad la paz y la santidad sin la cual nadie verá al Señor.

IV. Una mala elección

            Dios les dio la oportunidad de escoger el buen camino. ¿Y cuál fue su respuesta? “Mas dijeron: No andaremos.” ¿Qué significa esa respuesta?

            1. no arrepintieron. Pero, aunque Dios le dio una elección al pueblo de Dios en a AT ellos escogieron no andar en sus caminos. Es decir, no se arrepintieron de sus pecados. Por eso vino sobre ellos gran destrucción. Esto es importante. ¿Sabes por qué? Porque…

                        a. no andar en el buen camino es andar en el mal camino. No hay camino neutral. O estamos con Dios o estamos con el diablo. No hay punto medio. O abrazamos las sendas antiguas o las rechazamos y andamos por el camino del error. Y como consecuencia…

                        b. no hay paz para ellos. Solo hay paz en la verdad y en obediencia a esa verdad. Hay muchos en la iglesia de Cristo que sufren enormemente. Algunos de ellos porque no hay seguido las sendas antiguas. No han vivido en fe en Dios ni en obediencia a Él. No han creído en sus promesas. Han sido selectivos en cómo negarse a sí mismo. Han querido ser sus propios maestros, sus propios pastores. Y no han encontrado paz. Llegarán al reino de los cielos, pero con la espalda pela. La paz que Cristo prometió y que comenzamos a disfrutar en esta vida no la disfrutaron por ser sabios en su propia opinión.

            Dios es un Dios de misericordia. Él nos llama a buscar y escoger el buen camino, la sendas antiguas. Si no lo hemos escogido antes todavía hay tiempo. Arrepiéntete y ordena tus caminos.

            Debemos aprender del pasado y corregir nuestros caminos. Debemos abrazar la Fe de la Reforma con plena convicción, con todo el corazón y vivir el evangelio no satisfaciendo los deseos de la carne. Viviendo bajo la autoridad de la Palabra. Tomando a Jesús como nuestra salvación del pecado y de nosotros mismos. Nunca es tarde para aprender. Nunca es tarde para corregir. Solo así tendremos paz.

 

 

 

El 31 de octubre de 2017 se conmemoran los 500 años de la Reforma Protestante iniciada por Martín Lutero. Esta celebración es significativa. Lo es, porque en los últimos 167 años hemos visto un abandono de la teología de la Reforma. La teología de la Reforma era una centrada en Dios basada exclusivamente en la Palabra de Dios. La meta del creyente era vivir para la gloria de Dios en todas las áreas de la vida, negándose a sí mismos y tomando la cruz.  Hoy día tenemos una teología centrada en el hombre basada en una religiosidad terapéutica: Dios desea y busca que estés feliz en todo momento. Todo lo que te cause angustia y dificultad no es bueno para ti. Sigue los deseos de tu corazón.

             ¿Cuánto de esa mentalidad es parte de ti hoy día? ¿Cuánto nosotros hemos absorbido de esa teología? ¿Qué debemos hacer? ¿Debemos seguir viviendo de esa manera o viviremos según aprendimos de nuestros padres espirituales los reformadores el camino que le agrada a Dios?

            Esas mismas preguntas le hizo Dios al pueblo de Judá. Dios les puso en sus manos su responsabilidad ante El. Ustedes son responsables de sus decisiones. Y Dios les dice lo que deben hacer. Deben escoger andar en las sendas antiguas. Esa es nuestra misma responsabilidad como pueblo de somos. ¿Qué debes hacer? ¿Cuál es la correcta elección? ¿Cuál es la naturaleza de una elección correcta de nuestra parte?

 

 

 

 

 

Yo me imagino que tú te puedes identificar conmigo cuando digo que muchas de las cosas antiguas eran hechas con mejor calidad de lo que tenemos hoy día. Por ejemplo, las baterías de los relojes duraban antes 4 años, hoy día duran un año y medio o a lo más dos. Las sillas eran más duraderas. Incluso los radios y los televisores duraban mucho más de lo que duran hoy día. Muchas de las cosas de antes, las cosas antiguas eran hechas con más dedicación, con miras a que duraran mucho. Mientras que hoy día la meta no es hacer que algo dure sino hacer que algo dure menos para que tengas que volver a comprarlo de nuevo.

            Hay algo en la antigüedad que le da un sabor distinto y mejor. Se habla de que el vino añejo es el mejor. Y que hay algunas cosas que saben mejor después de un tiempo que al mismo momento en que fueron creadas. Hay un cierto valor especial en las cosas antiguas, sobre todo si estas cosas son buenas.

            En una forma similar Dios le habla al pueblo de Dios en este pasaje de Jeremías. Él les llama a mirar al pasado. No mirar el pasado por ser pasado sino las cosas buenas del pasado. Por aquellas que ellos conocían y que les iba a llevar por el camino recto. Ellos deben escoger ese camino. Pero ellos deben escogerlo por sí mismo. Pero, así como existe la verdad existe la mentira. Hay un camino bueno y un camino malo. ¿Cuál vas a escoger? Dios nos llama hoy día a hacer una elección. ¿Cuál camino vas a elegir? ¿Cuál va a ser tu elección?

Iglesia Presbiteriana Ortodoxa Jesús es la Verdad

Lcdo. Roberto Quiñones Cardona

Sermón: Jeremías 6:16 Preguntad por las sendas antiguas

 

Texto: Jeremías 6:16 “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos.”

 

            Una de las cosas que me gusta del 2017 es que el año pasado fue un año electoral y ahora tenemos cuatro años antes de las próximas elecciones. Cada cuatro años es un reto. Un reto de escoger el candidato para gobernar el país. El reto se hace más difícil cuando uno desea escoger no por partidos político sino por los méritos de los candidatos. Y si los candidatos no tienen mérito, pues la elección se hace aún más difícil, por no decir casi imposible. Muchas veces qué difícil es escoger algo. Queremos escoger lo mejor y muchas veces no sabemos qué es lo que nos conviene. A veces yo desearía que alguien escogiera por mí y así zafarme del problema y la responsabilidad.

            Pero eso no siempre está bien. Nosotros somos responsables de nuestras decisiones. Dios nos ha hecho seres moralmente responsables de nuestras decisiones. Y aunque esto es así Dios en su misericordia nos ayuda en nuestra elección. Eso fue lo que hizo con el pueblo de Dios en el AT y lo mismo lo hace hoy día con nosotros. El en un sentido nos chotea cuál es la decisión correcta. Él nos llama a escoger el buen camino. Él nos dirige a la elección correcta. 

            En conjunto con ello, deseo que nosotros también veamos el buen camino que nos dejaron los reformadores del siglo 16 ya que estamos celebrando el Día de la Reforma. Ellos bajo la misericordia de Dios nos dejaron el camino que debemos seguir. ¿Cuál va a ser nuestra decisión? ¿Cuál va a ser nuestra elección hoy? Vamos a ver hoy, en primer lugar, cuál es la base de nuestra elección. Luego cuál es la elección correcta. En tercer lugar, el beneficio de una buena elección. Y en cuatro lugar: el peligro de una mala elección.

           

I. La base de nuestra elección

            1. La gracia de Dios. En el pasaje de Jeremías vemos que Dios les da el privilegio de escoger de nuevo. Él pudo haber destruido el pueblo de Judá desde antes. Por siglos el pueblo de Dios ha estado atesorando la ira de Dios. Por siglos ha sido un pueblo desobediente. De aquí que Dios no tenía la más mínima obligación de darles otra oportunidad. Hoy día decimos que todo el mundo tiene el derecho de una segunda oportunidad. Y qué de la oportunidad número 500. Aun así, Dios les da el permiso para escoger. Dios pone delante de ellos la vida y la muerte. Y les da la oportunidad de escoger nuevamente la vida. Fíjate cómo lo dice: “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad… cuál sea el buen camino, y andad por él”.

            De igual manera nos sucede a nosotros, la iglesia de Cristo del siglo 21. Dios nos da el permiso para escoger. En su gracia y misericordia nos da a escoger la vida, el camino correcto.

            Hermanos, en los últimos 167 años hemos visto un abandono de la teología de la Reforma en las iglesias protestantes. La teología de la Reforma era una centrada en Dios basada exclusivamente en la Palabra de Dios. La meta del creyente era vivir para la gloria de Dios en todas las áreas de la vida, negándose a sí mismos y tomando la cruz todos los días.  Hoy día tenemos una teología centrada en el hombre basada en una religiosidad terapéutica: Dios desea y busca que estés feliz en todo momento. Todo lo que te cause angustia y dificultad no es bueno para ti. Sigue los deseos de tu corazón. Mucha de esa teología ha sido abrasada por las iglesias protestantes hoy día.

            Te pregunto a ti en esta mañana. ¿Hay algo de esa teología moderna que has abrasado? ¿Habrá alguno de nosotros que haya abrasado la teología del confort, de la comodidad y se arropan con la sabana de: no me ajoren mucho que quiero evitar la fatiga o se arropan con la sabana de la cruz? Hoy día se vende los cielos sin la cruz. Eso es querer comprar la rosa sin espina.

            En medio de esto Dios en su gracia nos llama a escoger la vida, la verdad, la cruz. Y esto en su misericordia.   

II. Cuál es la elección correcta

            1. La elección correcta es escoger “las sendas antiguas”. “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él”. La lección correcta es conocer, aprender las sendas antiguas, el camino correcto de antaño y caminarlo, creerlo, atesorarlo y sobre todo vivirlo. Ese camino no es uno nuevo, es uno antiguo. Tiene su origen desde el jardín del Edén. Y ese mismo camino fue proclamado en la Reforma Protestante. Es ese el buen camino que debemos andar. Y los reformadores nos lo enseñaron. ¿Cuál es ese camino?

                        a. la autoridad final de las Sagradas Escrituras. Los reformadores nos enseñaron que la verdad de Dios es la autoridad final sobre la autoridad de los hombres. Hay una sola verdad: la verdad de Dios. Y esta va por encima de la autoridad de los hombres. La sabiduría de los hombres es necedad en comparación con la sabiduría de Dios. Para ello, nosotros herederos de la Reforma, debemos abrazar con convicción que Dios es el único sabio. Y que su Palabra es la sabiduría celestial que necesitamos para salvarnos y para vivir en este mundo.

            Para ellos, toda doctrina, toda filosofía, todo pensamiento estaba sujeto a la Palabra de Dios. Y que solo en obediencia a la Palabra de Dios es que seremos verdaderamente libres y felices. Ella es la guía suprema sobre qué debemos creer y observar para ser salvos y sobre cómo yo debo vivir, pensar, sentir, hablar.

            Pero hoy día, lamentablemente, eso no es así. Para muchos la Biblia no es la autoridad final sino la psicología, lo que hacen los ricos y famosos, lo que me llena de alegría. Hablar de que el cristiano tiene que vivir una vida de auto-negación, tomando la cruz diariamente es legalismo. Es querernos salvar por las obras. Se olvidan que fue Jesús mismo quien dijo esas palabras. Decir que es más correcto escoger leer la Biblia versus ver televisión o estar conectado a face-book es llamarnos fanáticos. Decir que asistir a la iglesia es uno de los más grandes privilegios y un deber sagrado. Y que ausentarse a la misma sin una razón justificada es pecado, para muchos es caer en una mentalidad sectaria. En cambio, Dios nos llama a vivir para El negándonos a nosotros mismos. Dando prioridad a su reino. Creyendo que lo que Dios dice es la única sabiduría que debemos seguir. Que obedecer su palabra es vida, es libertad y felicidad. 

                        b. la salvación por la sola gracia de Dios. Los reformadores, basados correctamente en la Palabra de Dios, nos enseñaron que es Dios quien nos salva. Nadie puede salvarse a sí mismo. Dios nos salva, no por algo bueno que hayamos hecho, ni porque hemos vivido una vida honesta y buena sin hacer daño a nadie; no por ser buenos padres o madres o hijos; ni por ser celosos de las cosas religiosas o espirituales somos salvos. La salvación no es algo que se gana. No la reciben los mejores del mundo. Cristo no vino a llamar a los justos sino a los pecadores a la salvación. Lo necio del mundo escogió Dios. Las rameras y los publicanos, es decir, las prostitutas y los pillos entraban primero al reino de los cielos que los mismos líderes religiosos. Por gracia sois salvos por medio de la fe.  

            Los reformadores también no enseñaron que la salvación que Dios obra en nosotros es salvación de la culpa del pecado y también del poder del pecado. Una fe estéril no es la fe que salva. Una fe que no cambia a la persona no es fe salvadora. Una persona que profesa ser cristiano sin dar frutos de obediencia no es salva. La fe salvadora obra. Obra por el amor: amor a Dios y amor al prójimo.

            Cuando distinto es lo que se enseña hoy día. Hoy día se enseña que una persona puede ser salvo, aunque no dé frutos de arrepentimiento. Que la ley de Dios no tiene nada que ver con el evangelio de la gracia. Esa no es la senda antigua.

                        c. la doctrina bíblica de la iglesia. Los reformadores nos enseñaron que la iglesia son los elegidos que han sido, son y serán reunidos en uno bajo Cristo Jesús. Y que esa iglesia invisible se hace visible por medio de la profesión de fe en conjunto con sus hijos. Que una persona puede estar en la iglesia sin ser de la iglesia. Que muchos de los miembros de la iglesia no se salvarán porque la iglesia no salva sino Cristo.

            También nos enseñaron que nadie puede salvarse, normalmente, separado de la iglesia visible. Que nadie puede crecer correctamente separados de la iglesia. Que nos hacemos daño a nosotros mismos y a nuestras familias cuando no estamos comprometidos con la iglesia local. Que quedarse en la casa orando no es un sustituto. Y que demuestra la debilidad espiritual en que se encuentra esa persona. Claro está a menos que haya una razón justificada.

            Y que la iglesia visible profesa la verdadera religión junto con sus hijos. Y esto implica conocer la verdadera religión, creerla, vivirla y enseñársela a nuestros hijos de palabra y de modelaje. Y esa profesión lo es hasta que la muerte nos llegue. El creyente jamás deja de profesar su fe con lo que hace y con lo que deja de hacer.

            Y esto implica separarnos del mundo. No del mundo físico porque ha sido creado por Dios, pero sí de la filosofía del mundo. No porque todo el mundo lo hace yo lo debo hacer ni está correcto. Lamentablemente, muchos en la Iglesia de Cristo siguen las prácticas del mundo.

                        d. la correcta adoración. Los reformadores nos enseñaron cuál es la correcta forma de adorar a Dios. No es por medio de imágenes sea de Jesús, el Espíritu Santo, ni debemos usar ninguna imagen de Dios en la adoración ni como ayuda en la enseñanza de la iglesia. Y que lo que se hace en la adoración se hace para que Dios reciba toda la gloria. Era una adoración centrada en Dios y no en los hombres: sean estos mujeres, hombres o niños.

            Pero hoy día la adoración se centra en el hombre. En algunos sitios es un verdadero espectáculo. Donde lo importante es cómo agradar a las visitas y no cómo agradar a Dios. En la iglesia católica la misa es el centro de la adoración. En las iglesias de la Reforma lo era el púlpito, la predicación y enseñanza de la Palabra de Dios. Hoy día lo es la música, las danzas, las pantomimas, en otras palabras, el teatro.

            Debemos regresar a los principios bíblicos de la verdadera adoración. Dios es el centro de la adoración. Y El merece ser adorado con toda la reverencia y seriedad en un espíritu alegre y únicamente según Él ha ordenado en su Palabra.   

III. El beneficio de nuestra elección

            1. “hallaréis descanso para vuestra alma”.  

                        a. paz con Dios. Solo el creyente goza de paz con Dios. ¿Por qué? Porque ha sido reconciliado con Dios. Antes de ser creyentes éramos enemigos de Dios. Éramos lo ammi, no pueblo de Dios. Pero por la fe en el sacrificio expiatorio de Jesús hemos sido reconciliados. Hemos sido adoptados a la familia de Dios. Hay paz entre nosotros.

            Pero esa paz, fruto de la justificación, nos da derecho a una paz en el interior. Y esa paz se incrementa según nuestra vida se conforma a Cristo. Solo en obediencia a Dios esa paz interior se fortalece por medio de la obra del Espíritu Santo.

                        b. seguridad del amor de Dios. Los creyentes gozan de la seguridad del amor de Dios. Nada nos podrá separar del amor de Dios en Cristo Jesús.

                        c. gozo en el Espíritu Santo. Uno de los frutos del Espíritu Santo es el gozo. Pero ese fruto el Espíritu Santo lo produce en conjunto con la comunión con Cristo. Es por medio de la fe en Jesús, en su suficiencia, en su amor y gracia y seguridad de salvación que nuestro gozo incrementa.

                        d. herencia entre los santificados. Los que reciben la Palabra de Dios son los que heredan las mansiones celestiales. Solo los santos heredan los cielos. Buscad la paz y la santidad sin la cual nadie verá al Señor.

IV. Una mala elección

            Dios les dio la oportunidad de escoger el buen camino. ¿Y cuál fue su respuesta? “Mas dijeron: No andaremos.” ¿Qué significa esa respuesta?

            1. no arrepintieron. Pero, aunque Dios le dio una elección al pueblo de Dios en a AT ellos escogieron no andar en sus caminos. Es decir, no se arrepintieron de sus pecados. Por eso vino sobre ellos gran destrucción. Esto es importante. ¿Sabes por qué? Porque…

                        a. no andar en el buen camino es andar en el mal camino. No hay camino neutral. O estamos con Dios o estamos con el diablo. No hay punto medio. O abrazamos las sendas antiguas o las rechazamos y andamos por el camino del error. Y como consecuencia…

                        b. no hay paz para ellos. Solo hay paz en la verdad y en obediencia a esa verdad. Hay muchos en la iglesia de Cristo que sufren enormemente. Algunos de ellos porque no hay seguido las sendas antiguas. No han vivido en fe en Dios ni en obediencia a Él. No han creído en sus promesas. Han sido selectivos en cómo negarse a sí mismo. Han querido ser sus propios maestros, sus propios pastores. Y no han encontrado paz. Llegarán al reino de los cielos, pero con la espalda pela. La paz que Cristo prometió y que comenzamos a disfrutar en esta vida no la disfrutaron por ser sabios en su propia opinión.

            Dios es un Dios de misericordia. Él nos llama a buscar y escoger el buen camino, la sendas antiguas. Si no lo hemos escogido antes todavía hay tiempo. Arrepiéntete y ordena tus caminos.

            Debemos aprender del pasado y corregir nuestros caminos. Debemos abrazar la Fe de la Reforma con plena convicción, con todo el corazón y vivir el evangelio no satisfaciendo los deseos de la carne. Viviendo bajo la autoridad de la Palabra. Tomando a Jesús como nuestra salvación del pecado y de nosotros mismos. Nunca es tarde para aprender. Nunca es tarde para corregir. Solo así tendremos paz.

 

 

 

El 31 de octubre de 2017 se conmemoran los 500 años de la Reforma Protestante iniciada por Martín Lutero. Esta celebración es significativa. Lo es, porque en los últimos 167 años hemos visto un abandono de la teología de la Reforma. La teología de la Reforma era una centrada en Dios basada exclusivamente en la Palabra de Dios. La meta del creyente era vivir para la gloria de Dios en todas las áreas de la vida, negándose a sí mismos y tomando la cruz.  Hoy día tenemos una teología centrada en el hombre basada en una religiosidad terapéutica: Dios desea y busca que estés feliz en todo momento. Todo lo que te cause angustia y dificultad no es bueno para ti. Sigue los deseos de tu corazón.

             ¿Cuánto de esa mentalidad es parte de ti hoy día? ¿Cuánto nosotros hemos absorbido de esa teología? ¿Qué debemos hacer? ¿Debemos seguir viviendo de esa manera o viviremos según aprendimos de nuestros padres espirituales los reformadores el camino que le agrada a Dios?

            Esas mismas preguntas le hizo Dios al pueblo de Judá. Dios les puso en sus manos su responsabilidad ante El. Ustedes son responsables de sus decisiones. Y Dios les dice lo que deben hacer. Deben escoger andar en las sendas antiguas. Esa es nuestra misma responsabilidad como pueblo de somos. ¿Qué debes hacer? ¿Cuál es la correcta elección? ¿Cuál es la naturaleza de una elección correcta de nuestra parte?

 

 

 

 

 

Yo me imagino que tú te puedes identificar conmigo cuando digo que muchas de las cosas antiguas eran hechas con mejor calidad de lo que tenemos hoy día. Por ejemplo, las baterías de los relojes duraban antes 4 años, hoy día duran un año y medio o a lo más dos. Las sillas eran más duraderas. Incluso los radios y los televisores duraban mucho más de lo que duran hoy día. Muchas de las cosas de antes, las cosas antiguas eran hechas con más dedicación, con miras a que duraran mucho. Mientras que hoy día la meta no es hacer que algo dure sino hacer que algo dure menos para que tengas que volver a comprarlo de nuevo.

            Hay algo en la antigüedad que le da un sabor distinto y mejor. Se habla de que el vino añejo es el mejor. Y que hay algunas cosas que saben mejor después de un tiempo que al mismo momento en que fueron creadas. Hay un cierto valor especial en las cosas antiguas, sobre todo si estas cosas son buenas.

            En una forma similar Dios le habla al pueblo de Dios en este pasaje de Jeremías. Él les llama a mirar al pasado. No mirar el pasado por ser pasado sino las cosas buenas del pasado. Por aquellas que ellos conocían y que les iba a llevar por el camino recto. Ellos deben escoger ese camino. Pero ellos deben escogerlo por sí mismo. Pero, así como existe la verdad existe la mentira. Hay un camino bueno y un camino malo. ¿Cuál vas a escoger? Dios nos llama hoy día a hacer una elección. ¿Cuál camino vas a elegir? ¿Cuál va a ser tu elección?

 

 

 

             

 

 

 

 

             

 

 

 

 

             

 

 

Sermón: Filipenses 4:11-13 Contentamiento en Tiempos de Adversidad

Filipenses 4:11-13 “No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. 12 Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. 13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.”

 

            El domingo pasado estuvimos estudiando el deber de estar contentos en cualquiera que sean nuestras circunstancias. Vimos que este deber se dirige a dos períodos distintos: el estar contentos en tiempos de abundancia y el de estar contentos en tiempos de escasez.

            Explicamos también que el contentamiento es la armonía de nuestros deseos con la voluntad de Dios. Es Dios quien marca nuestro destino y en muchas ocasiones lo que Dios ha decretado es un tiempo de aflicción para nosotros. En otras, un tiempo de abundancia. En ambas circunstancias es nuestro deber el estar contentos. Sabemos que es mucho más “fácil” el estar contento en tiempos de abundancia en comparación con el tiempo de aflicción. Pero vimos que aún en tiempos de abundancia podríamos estar inconformes o descontentos, siempre deseando más y más.  Dijimos que para bregar con ello, en tiempo de abundancia, es necesario tomar en cuenta varias cosas:

            1. Evitar el poner nuestra felicidad en los bienes materiales. Lucas 12:15 “…la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.”

            2. Usar los bienes que se nos da para ayudar a los demás. 2 Corintios 8:14 “sino para que en este tiempo, con igualdad, la abundancia vuestra supla la escasez de ellos…”

            3. El estar preparados, por si acaso Dios nos llama a abandonarlos.

            Hoy nos toca exponer sobre el deber de estar contentos en el tiempo de la adversidad o la escasez. Y decimos que “Debemos aprender de Cristo a estar contentos, satisfechos, en medio de la adversidad y de la escasez”. Fíjate como lo dice Pablo, V. 12 “Sé vivir humildemente… en todo y por todo estoy enseñado, así para… tener hambre, … como para padecer necesidad”.  

            Hermanos, el estar contentos, satisfechos, en tiempos de adversidad es algo que tenemos que aprender. Y esto no es algo que se aprende meramente en los libros. Pablo aprendió por experiencia propia lo que es el estar contento en medio de la adversidad. Él podía estar en paz con Dios, en paz consigo mismo y con los demás en medio de la aflicción. A tal punto que él podía decir lo siguiente en 2 Corintios 4:7-10 “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, 8 que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; 9 perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; 10 llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos.”

            Ahora bien, ¿cómo yo hago esto? ¿Cómo yo puedo estar contento en medio de la adversidad y la escasez?

            1. Considera la fuente de nuestra fortaleza, la cual es Jesús. Pablo dijo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Hermanos, esto es medular. Fue Jesús quien dijo en Juan 15:5 “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos [RV 2015: Yo soy la vid, y vosotros las ramas]; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.” La fortaleza que necesitamos proviene de Jesús. ¿Cómo? En primer lugar, por el estar unidos a él con una fe viva y salvífica. Todo genuino creyente está unido a Jesús por medio de la fe. Y en virtud de esa unión recibimos todas las gracias que se hallan en Jesús en plenitud. Sin Jesús, la gracia del contentamiento jamás será nuestra. En segundo lugar, por medio del ejercicio de la fe, por medio de poner la fe en acción, nos alimentamos de la savia espiritual para crecimiento. Hermanos, hay que confiar en Dios de veras. Hay que poner la fe en acción. Hay que descansar en El plenamente. Para ello necesitamos ser como niños quienes confían en el poder muscular de sus padres y en su amor. De igual manera debemos confiar en el poder omnipotente de Dios y en su amor.  Como le dijo uno de los nietos a Grace: “abuela, por qué estas preocupada por abuelo si ya tú oraste a Dios por él”.

            2. Medita en lo que has traído al mundo y lo que te llevarás de él. Nada trajimos al mundo cuando nacimos y nada nos llevaremos del mundo cuando muramos. El meditar en esto llevó a Pablo al contentamiento. Busquemos 1 Timoteo 6:7-8 “porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. 8 Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.” Lo mismo dijo Job en Job 1:21 “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá.” Hermanos, estemos contentos con tener lo necesario para la vida. Lo necesario para la vida no es comer en restaurantes, ir al cine, entre otros lujos. Hay que recordar que hay muchas necesidades creadas. “Hace poco me pidieron en la calle un peso. Y no tenía cambio y le dije: no tengo cambio, pero si me dices para qué es a lo mejor te puedo ayudar. Me dijo que era para comprar cigarrillos. Yo le digo: para vicios yo no tengo dinero”.

            3. Aprendamos a estar contentos con lo que tenemos, sin olvidar sus promesas. Hebreos 13:5-6 “Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; 6 de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré Lo que me pueda hacer el hombre.” El contentamiento es con cosas presentes no con cosas futuras, las cuales son inciertas. Pero hay algo cierto: Dios jamás desampara a sus hijos. Él es nuestro ayudador. Y esta promesa contiene en sí misma todo favor y bendición de Dios para con nosotros. Dios ha prometido que a los que le temen no carecerán de ninguna cosa (Salmo 34:10); que Dios suplirá todas nuestras necesidades (Filipenses 4:19); que su gracia es suficiente para nosotros (2 Corintios 12:9); que la piedad tiene promesa en esta vida y en la venidera (1 Timoteo 4:8); y que gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento (1 Timoteo 6:6).

            4. Recuerda nuestra herencia en la gloria. Cuando miramos nuestras aflicciones no te olvides que éstas son poca cosa en comparación con la herencia en los cielos. Hebreos 11:24-26 “Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, 25 escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, 26 teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón.” Y Romanos 8:18 “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.”

            5. Recuerda que el capitán de nuestra embarcación es Dios. Hermanos, el mundo es de nuestro Dios y El dirige cada minúscula parte del mismo. Tenemos que creer que todo está bajo el control absoluto y soberano de Dios. “Cuando regresamos a casa el domingo los cuatro en el carro se duermen. Duermen tranquilos porque papi está conduciendo. Aunque saben que a veces yo lucho contra el sueño.” Así debemos vivir: debemos dormir seguros que el carro de la vida es conducido por Dios, quien no se duerme, quien es un excelente conductor, que no se distrae y nada es imprevisto para Él. “Cuando falleció mi hermana yo le dije a mi madre que yo me iba a encargar de todo. Y cuando alguien hablaba con mi madre ella lo refería a mí. Si iban a cobrar, venían a mí”. Así debe ser nuestra confianza con Dios. Todo está en sus manos. El da cuenta por sus hijos, El saca la cara por ellos, El responde por ellos.

            Hermanos, Dios nos llama a “Aprender de Cristo a estar contentos, satisfechos, en medio de la adversidad y de la escasez”. ¿Cómo yo hago esto? (1) Buscando la fuente de nuestra fortaleza en Jesús (2) Recordando que nada trajimos al mundo y nada nos llevaremos (3) Aprendiendo a estar contento con lo que tenemos ahora sin olvidar sus promesas (4) Meditando en la herencia en gloria que nos espera y (5) Recuerda que Dios conduce el carro de nuestra vida. Él tiene el control. El responde por sus hijos. Confía en Dios y sé fiel.

Sermón: Filipenses 4:11-13 Contentamiento en medio de la abundancia

Filipenses 4:11-13 “No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. 12 Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. 13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.”

 

            Uno de los propósitos de Pablo al escribir esta epístola es la de agradecer a los filipenses el donativo que le enviaron cuando estaba en la cárcel. Aunque los filipenses tenían el deseo de ayudar a Pablo, no habían tenido la oportunidad, como dice al final del versículo 10 “pero os faltaba la oportunidad”. Aparentemente había un problema de logística: no tenían a un mensajero que llevara el donativo o no se habían organizado de tal manera que pudieran tener el donativo a tiempo. Algo parecido pasa en Puerto Rico. Tenemos un problema de logística en la distribución de los alimentos y artículos de primera necesidad.

            Cuando Pablo recibe el donativo nos dice en el versículo 10 “En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí”. Y para que nadie mal entienda estas palabras de Pablo como si fueran una queja sobre los filipenses, él les dice que, aunque tenían el deseo de ayudar no habían tenido la oportunidad de hacerlo.

            Pablo entonces aclara que sus palabras no son de quejas. Él no se estaba quejando de ellos ni se estaba quejando de su condición actual. Mira cómo lo dice: “No lo digo porque tenga escasez”. Tengo escasez, pero no lo digo por esa causa. ¿Por qué? “pues he aprendido a contentarme [a sentirme satisfecho], cualquiera que sea mi situación.” Pablo habla del contentamiento en cualquiera que sea su situación. Generalmente pensamos en que debemos aprender a estar contentos en medio de la adversidad, los problemas. Pero Pablo nos enseña que debemos aprender a estar contentos no solo en la adversidad sino también en la prosperidad, cuando todo nos va bien. ¿Qué es lo que Pablo desea enseñarnos aquí? El desea enseñarnos que “Debemos aprender de Cristo a estar contentos, satisfechos, en medio de la abundancia y de la escasez”. Hoy nos limitaremos a hablar de la prosperidad y el próximo día hablaremos de la escasez. Miremos nuevamente el versículo 11 “No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación”.Debemos aprender de Cristo a estar contentos, satisfechos, en medio de la abundancia”.

            Lo primero que podemos ver del pasaje es que no podemos estar contentos a menos que hayamos aprendido a estar contentos. Pablo dice: “pues he aprendido”. Dos cosas son importantes aquí. 

            1. Fue Pablo quien aprendió. Hermanos, el contentamiento es algo que se aprende individualmente. Esto no es algo que se aprende por cabeza ajena. Fíjate que Pablo no dice: es escuchado que debo estar contento cualquiera que sea mi situación, sino he aprendido. No es suficiente escuchar cuál es nuestro deber, debemos aprender nuestro deber. Una cosa es escuchar, otra cosa el aprender. Una cosa es cocinar, otra cosa es el comer. Cada uno de nosotros en nuestro carácter particular somos llamados a aprender a estar contentos, satisfechos, cualquiera que sea nuestra situación. Esto es algo individual. Nadie lo va a prender por ti. Tú y solo tú debes aprender esto.

            2. Es algo que se aprende. Hermanos, el contentamiento bíblico es una gracia divina. No es algo con la cual nacemos, sino algo que Dios nos otorga, algo que se aprende. Es una gracia que está en acorde con la doctrina del evangelio y la providencia divina. No hablamos de la actitud de aquellos que dicen que debemos embarrarnos de vaselina y que todo nos resbale. Ni tampoco de aquellos que dicen que debemos suprimir toda emoción en medio de los problemas para evitar que nos hagan daño. Eso podrá ser buena filosofía, pero es mal cristianismo. El contentamiento de que hablamos es una gracia que solo los creyentes poseen. Por eso es unida a la piedad. 1 Timoteo 6:6 “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento;”

            Lo segundo que deseo que veamos del pasaje es que el contentamiento es algo que aprendemos de Cristo Jesús. V. 13 “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” Pablo aprendió de Cristo el estar contento, satisfecho, en cualquiera que sea su situación. No solo aprendió de Cristo el estar contento en medio de la escasez sino también en medio de la abundancia. Su tranquilidad en medio de cualquier situación se debió no a su increíble habilidad de analizar todo y dejar todo bien cuadrado. No se debió a que su voluntad era fuerte. No se debió a que era una persona segura en sí misma y que no dejaba que sus emociones la dominaran. Su contentamiento en medio de cualquier circunstancia se debió a Cristo Jesús. Es de Jesús que nosotros aprendemos a estar contentos en medio de la abundancia y en medio de la escasez. Es de Jesús que nosotros debemos buscar la fortaleza, la paz y el sosiego para estar contentos cualquiera que sea nuestra condición.  Así lo repite Pablo en 1 Timoteo 1:12, donde reconoce que su fortaleza para el ministerio se debe a Cristo Jesús quien lo consideró fiel.  “Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio,” Y cuando Pablo estaba a punto de morir por el evangelio y fue abandonado por sus amigos en la hora de la muerte fue Jesús quien lo sostuvo. 2 Timoteo 4:17 “Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león.” Y es la fortaleza que da Jesús, la gracia que nos da Cristo suficiente para sobrellevar cualquier carga que venga sobre nuestras vidas. 2 Corintios 12:9 “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.” En medio de cualquier circunstancia es la fortaleza y la gracia de Jesús nuestra mejor defensa. El auxilio viene de Jesús más que de familiares, amigos, resolución, astucia, etc.

            Lo tercero que deseo que vean es que Pablo nos dice que él aprendió en cualquier circunstancia a estar contento, satisfecho, incluso en la abundancia. V. 12 “…sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado… así para tener abundancia”.  Hermanos, hay que aprender a tener abundancia. Hay que aprender a estar contento en medio de la abundancia. Esto implica que podemos estar descontentos, inconformes, incluso en medio de la abundancia. “Ay, mi celular inteligente solo tiene 24 mega, si tuviera 124 estaría mejor, y el de 124 dice: si tuviera 500 estaría mejor. Ay, tengo acondicionador de aire en cada cuarto, si lo tuviera en toda la casa como mi vecino.” Siempre hay algo más. Por eso dice Eclesiastés 1:8 “nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír.”

            Así que Pablo nos llama a estar contentos, satisfechos, en medio de la abundancia. ¿Cómo yo hago esto?

            1. Reconociendo que ésta proviene de Dios. Es la bendición de Dios la que prospera. Eclesiastés 5:18 “Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes, y le da también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios.” Todo lo que podemos adquirir lo tenemos de parte de Dios. Dale gracias por las mismas.

            2. Reconociendo que somos mayordomos de los bienes de Dios. Todos los bienes que tenemos son de Dios. Hay un solo dueño de todo y ese es Dios. Salmo 24:1 “De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan.” Somos llamados a cuidar de lo que le pertenece a otro.

            3. Evitando poner nuestra felicidad en los bienes materiales. Fue Jesús quien dijo en Lucas 12:15 “Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.” Somos llamados a usarlos como si no los poseyéramos. 1 Corintios 7:30-31 “y los que compran, como si no poseyesen; y los que disfrutan de este mundo, como si no lo disfrutasen; porque la apariencia de este mundo se pasa.” No es que no los disfrutemos, sino que estos bienes nos lleven a Dios. Que veamos a Dios detrás de cada uno de ellos.

            4. En usarlos para ayudar a los demás. Un creyente maceta es una contradicción. Dios nos bendice para que de la abundancia que nos da demos a los que necesitan. 2 Corintios 8:14 “sino para que en este tiempo, con igualdad, la abundancia vuestra supla la escasez de ellos, para que también la abundancia de ellos supla la necesidad vuestra, para que haya igualdad,”

            5. En estar preparados, por si acaso Dios nos llama a abandonarlos. Pablo nos dice que él aprendió a vivir en abundancia y a vivir en escasez. Y en toda circunstancia él estuvo contento o satisfecho. Conociendo los cambios que Dios en su providencia hace es importantes aprender a vivir despegados que los bienes que tenemos. Es bueno tener acondicionador de aire, un buen abanico, agua fría, internet, etc. Pero nada de eso es la base de nuestra felicidad. Pero nosotros lo hacemos así.

            Para ello necesitamos de Jesús. Él vivió su vida satisfecho de la suerte que Dios le marcó. Él era rico siendo Dueño y Señor de todo como Dios. Él vivía en la íntima, tranquila y dulce comunión con el Padre. Los ángeles se servían en todo momento. Pero él no tuvo problemas en dejarlo todo y hacerse pobre por nuestra salvación. Jesús se humilló: vivió en una condición baja, pobre, sujeto a la ley de Dios, a la burla y escarnio del mundo, a las dificultades de la vida, a la escasez. Quien decía que no tenía donde recostar su cabeza. Que las aves del cielo y las zorras estaban mejor que él, con casa propia. Por eso es que de él necesitamos su fortaleza, su gracia, su humildad y ausencia de codicia y envidia para poder estar contento cualquiera que sea nuestra situación. Busca aprender de Jesús a estar contento en medio de la abundancia.

 

Sermón: Salmo 107:43 Meditando en la Providencia Divina

Salmo 107:43 “¿Quién es sabio y guardará estas cosas, Y entenderá las misericordias de Jehová?”

 

            Cuando María, la madre de Jesús, recibió a los pastores quienes le contaron la visión celestial que habían tenido, y viendo todo lo que estaba aconteciendo alrededor de ella, nos dice Lucas cuál fue su reacción, en Lucas 2:19 “Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.” Lo mismo había hecho Jacob cuando escuchó el sueño de José de que “el sol y la luna y once estrellas se inclinaban [hacia él]”. Y la reacción de Jacob fue según nos enseña Génesis 37:11 “Y sus hermanos le tenían envidia, mas su padre meditaba en esto.” Y el predicador en Eclesiastés 7:13 nos dice: “En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él.” La palabra considera es “רָאָה rā’āh”, que significa mira, es decir mira para que aprendas. Mira lo que está sucediendo para que aprendas.

            Es eso mismo lo que el versículo 43 del salmo 107 nos quiere enseñar. Es un llamado a meditar en la Providencia divina. Hermanos, nada de lo que sucede en este mundo está fuera del control de Dios. Nada se mueve en este universo sin el permiso de Dios. El gobierna los cielos y la tierra. Nada sucede por el azar. Por eso el salmista nos llama a meditar en lo que Dios hace en este mundo. Saca tiempo para que medites, pienses, veas lo que Dios ha hecho y está haciendo en medio de nosotros: en el país, en nuestras vidas, en las vidas de los demás, en la vida de la iglesia. Ese es el llamado. “¿Quién es sabio y guardará estas cosas?”

            Ahora bien, se levanta una pregunta. ¿Cómo yo lo hago? Y el salmista nos dice: mira lo que Dios hace en este mundo. Y nos da cuatro ejemplos:

            1. Versículos 4-9. Hay algunos que se perdieron en el desierto. No encontraban el camino hacia una ciudad para refugio. En su desesperación clamaron a Dios. ¿Y qué Dios hizo? V. 6-7 “Entonces clamaron a Jehová en su angustia, Y los libró de sus aflicciones. Los dirigió por camino derecho, Para que viniesen a ciudad habitable.”

            2. Versículos 10-16. Hay algunos que han sido llevados presos. Fueron llevados cautivos como castigo por no obedecer a Dios.  Y no había quién los ayudase. Pero clamaron a Dios. ¿Y qué Dios hizo? V. 13-14 “Luego que clamaron a Jehová en su angustia, Los libró de sus aflicciones; Los sacó de las tinieblas y de la sombra de muerte, Y rompió sus prisiones.”

            3. Versículos 17-22. Hay algunos insensatos, pecadores, rebeldes que no quieren aprender por amor al pecado. Y por causa de su pecado están terriblemente enfermos. Enfermos de muerte. Aun ellos clamaron a Dios. ¿Y qué hizo Dios? V. 19-20 “Pero clamaron a Jehová en su angustia, Y los libró de sus aflicciones. Envió su palabra, y los sanó, Y los libró de su ruina.” Y la misma palabra que menospreciaron fue el medio para sanarlos.

            4. Versículos 23-32.  Hay algunos que son comerciantes y mercaderes. Y en medio de su viaje por mar Dios levanta una tormenta. V. 25 “Porque habló, e hizo levantar un viento tempestuoso, Que encrespa sus ondas.” En medio de la tormenta están desesperados. Nada de lo que estudiaron en la escuela de navegación les sirve para nada. V. 27 “Y toda su ciencia es inútil.” Y en medio de ello, clamaron a Dios. ¿Y qué hizo Dios? V. 28-29 “Entonces claman a Jehová en su angustia, Y los libra de sus aflicciones. Cambia la tempestad en sosiego, Y se apaciguan sus ondas.”

            Así que hermanos, mira lo que Dios hace en este mundo. Dios ejecuta juicio en este mundo. Pero también derrama su misericordia, no solo sobre sus hijos, sino también sobre aquellos que no son sus hijos. Y nada bueno merece. Pero Dios es bueno y por tanto merece ser alabado. V. 31 “Alaben la misericordia de Jehová, Y sus maravillas para con los hijos de los hombres.” Iglesia de Cristo mira lo que Dios hace en este mundo. Medita en ello. Mira en estas cosas su severidad, pero también mira su compasión. Y si Dios tiene compasión sobre los hijos de los hombres, cuanto más tendrá compasión sobre ti que eres su hijo, e hija. Su amor para con nosotros es amor eterno. Medita en ello y adora a Dios. V.1 “Alabad a Jehová, porque él es bueno; Porque para siempre es su misericordia.”

            Ahora bien, ¿qué beneficio obtengo al meditar en la providencia divina? El versículo 43 nos menciona por lo menos dos:

            1. Serás sabio. Fíjate cómo comienza el versículo “¿Quién es sabio?” La idea es que son pocas las personas que meditan en la Providencia divina. Son pocos los que meditan en lo que Dios hace en este mundo. Y por tanto jamás serán sabios. Porque, ¿quién es el sabio? Es el que ve a Dios detrás de todas las cosas. Que busca vivir por la sabiduría divina y no su “sabiduría”. Para El Jesús es su sabiduría. Es uno que aprende. Como dice Proverbios 13:1 “El hijo sabio recibe el consejo del padre; Mas el burlador no escucha las reprensiones.” Es uno que acepta corrección, Proverbios 9:8 “No reprendas al escarnecedor, para que no te aborrezca; Corrige al sabio, y te amará.” Es uno que habla con propiedad, Proverbios 15:2 “La lengua de los sabios adornará la sabiduría; Mas la boca de los necios hablará sandeces.”

            Hermanos, cuando meditamos en lo que Dios ha hecho y está haciendo en el mundo, y guiados por la Palabra de Dios, aprendemos por experiencia propia cómo debemos vivir. Nos ayuda a madurar. Creemos en la fe. Crecemos en la paciencia. Seremos sabios. Nos ayudará a no cometer los mismos errores. A esperar en Dios. A confiar en Él.

            2. A entender las misericordias de Jehová. Solo el creyente puede entender esto. Ya que solo en ellos Cristo Jesús, en virtud de su obra salvadora, abre su entendimiento para que comprendan la voluntad de Dios. Lucas 24:45 “Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras;” ¿Y qué cosas podemos entender de sus misericordias?

                        a. que Dios nunca está ocioso. Juan 5:17 “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo.” Hermanos, Dios está obrando en medio nuestro. El nunca descansa. El actúa para nuestro bien.

                        b. que su cuidado sobre nosotros es especial. Salmo 33:18-19 “He aquí el ojo de Jehová sobre los que le temen, Sobre los que esperan en su misericordia, Para librar sus almas de la muerte, Y para darles vida en tiempo de hambre.” Tan especial es que El cuida nuestros huesos. Salmo 34:19-20 “Muchas son las aflicciones del justo, Pero de todas ellas le librará Jehová. El guarda todos sus huesos; Ni uno de ellos será quebrantado.” Nuestras lágrimas las colecciona en una botella y las pone en su libro de memorias. Salmo 56:8 “Mis huidas tú has contado; Pon mis lágrimas en tu redoma; ¿No están ellas en tu libro?” Dios está pendiente de todo lo que acontece en nuestra vida, aun de aquellas cosas pequeñas como nuestro cabello. Mateo 10:30 “Pues aun vuestros cabellos están todos contados.”

            ¿Por qué ese amor tan especial por nosotros solamente? Porque Jesús con su muerte y resurrección nos hizo aceptos ante Dios. Efesios 1:6 “para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado,” Hebreos 10:19 “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo,”. Salmo 107:1 “Alabad a Jehová, porque él es bueno; Porque para siempre es su misericordia.”

Sermón: Salmo 29 Dios es Rey sobre los Desastres Naturales

Salmo 29 “Tributad a Jehová, oh hijos de los poderosos, Dad a Jehová la gloria y el poder. 2. Dad a Jehová la gloria debida a su nombre; Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad. 3. Voz de Jehová sobre las aguas; Truena el Dios de gloria, Jehová sobre las muchas aguas. 4. Voz de Jehová con potencia; Voz de Jehová con gloria. 5. Voz de Jehová que quebranta los cedros; Quebrantó Jehová los cedros del Líbano. 6. Los hizo saltar como becerros; Al Líbano y al Sirión como hijos de búfalos. 7. Voz de Jehová que derrama llamas de fuego; 8. Voz de Jehová que hace temblar el desierto; Hace temblar Jehová el desierto de Cades. 9. Voz de Jehová que desgaja las encinas, Y desnuda los bosques; En su templo todo proclama su gloria.10. Jehová preside en el diluvio, Y se sienta Jehová como rey para siempre. 11. Jehová dará poder a su pueblo; Jehová bendecirá a su pueblo con paz.”

 

            Al mediodía del miércoles habían comenzado las lluvias del Huracán Irma en San Sebastián. Fue una lluvia fuerte, pero pasó rápido. Lo mismo ocurrió en Isabela. Cuando las noticias decían que ya Irma estaba pasando y lo peor ya había ocurrido, las noticias, como siempre, se refieren a San Juan. Desde las 11:00 pm hasta las 3:00 am los vientos fuertes de Irma se sintieron en Isabela. Y sin mentirles, los vientos daban miedo. Gracias a Dios el Huracán no pasó sobre Puerto Rico. De haberlo hecho la historia habría sido distinta. El 75% de la isla no tenía electricidad. Imagínate si hubiera pasado por el medio de Puerto Rico.

            El Hemisferio Occidental está activo. Tenemos el Huracán Irma, Katia y José. México sufrió el embate de Katia y de un terremoto de 8.1 en magnitud. Más de 58 personas han muerto por causa del terremoto. Para mí los terremotos y los tornados son peores que los huracanes. ¿Sabes por qué? Porque son impredecibles. Con los huracanes tienes tiempo suficiente para prepararte. Pero no así para los tornados y terremotos.

            En medio de todo esto el Salmo 29 viene que como un balde de agua fría que sacia nuestra sed. Es un ancla en medio de la tempestad.

            David escribió este salmo. Un salmo compuesto cuando se encontraba en medio de una tormenta de rayos. Una tormenta impresionante. Una tormenta de rayos y centellas. Una tormenta que hace estremecer lo que creíamos que era imposible que se estremeciera. Tal tormenta revela poder. Infunde terror. Nos hace sentir indefensos.  Con este salmo David procura enseñarnos ¿Cuál debe ser nuestra actitud ante los fenómenos naturales? ¿Cómo debemos reaccionar ante la furia de la naturaleza? Y David nos dicen en primer lugar,

I. Adorando a Dios

            V. 1-2 “Tributad a Jehová, oh hijos de los poderosos, Dad a Jehová la gloria y el poder. 2. Dad a Jehová la gloria debida a su nombre; Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad.” Este salmo es un llamado a la adoración. Hermanos, por encima del temor, la ansiedad, nuestra impotencia ante tales fenómenos atmosféricos, Dios nos llama a adorarle. Todo lo que hemos visto en estos días nos debe llevar a postrarnos delante de Dios y decir: ‘Solo Tú eres Dios, a ti sea la gloria’.

            Hay algo interesante en cómo comienza el salmo. Comienza con un llamado a adorar a Dios de parte de los “hijos de los poderosos”, en el hebreo esa frase es literalmente “hijos de Dios, o hijos de los dioses”. ¿Quiénes son estos? La frase se usa en el AT para referirse a la iglesia. Por ejemplo, en Génesis 6:2 la referencia debe ser a la simiente de Adán vía Enós. “que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas.” Aquí Moisés nos enseña que una de las causas por las cuales vino el diluvio lo fue que “los hijos de Dios”, es decir la iglesia, los creyentes, se casaron con las “hijas de los hombres”, es decir, mujeres no creyentes.  La frase también se usa mayormente para referirse a los ángeles o seres celestiales. Job 1:6 “Un día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, entre los cuales vino también Satanás.” Job 38:7 “Cuando alababan todas las estrellas del alba,
Y se regocijaban todos los hijos de Dios?”
¿Cuál es la idea? Si los ángeles que son más poderosos que nosotros son llamados a adorar a Dios en medio de tal manifestación del poder de Dios en la tormenta, cuánto más nosotros: hombres y mujeres de carne y hueso. Ante la tormenta tú y yo y los ángeles somos débiles. Pero no Dios. Él es grande en majestad y gloria. Y por tanto debe ser adorado.

            Se levanta una pregunta ¿Cómo lo hacemos? David nos dice:

                        1. Dando a Dios toda gloria y poder. “Dad a Jehová la gloria y el poder. 2. Dad a Jehová la gloria debida a su nombre”. Todo esto nos debe llevar a reconocer que no hay nadie como Jehová. Nos debe llevar a admirar la majestad de Dios. Y decir: Tú eres grande, Tú eres poderoso, Tú eres perfecto en todo lo que haces. Mereces toda gloria. Sí, la tormenta es grande. Pero más grande eres Tú. La tormenta, el huracán, el tornado, el terremoto tienen mucho poder, pero jamás sobrepasan el tuyo. Ellos no tienen dirección por sí mismos. Ellos actúan sin una mente. Pero Tú oh, Dios diriges su caminar. Tú eres la mente detrás de todo esto. Me postro delante de Tu gloria y Tu poder. Me postro ante Tu furia y Tu misericordia.

                        2. Reconociendo que quien está detrás de todo esto es Jehová, nuestro Dios que nos escogió para ser su pueblo especial. Nos escogió libre y soberanamente para Sí. David menciona el nombre de Jehová 16 veces en 11 versículos. ¿Cuál es el énfasis? Que detrás de la tormenta, el terremoto, el tornado nunca debemos olvidar que Jehová quien es nuestro Dios, nuestro Padre, está con nosotros. Jehová es el nombre del Dios del pacto. Él es nuestro esposo. Somos su pueblo. El jamás nos abandona. Detrás de la oscuridad está El velándonos. Adoramos a Dios cuando creemos que su amor y cuidado están con nosotros aun cuando tengamos pérdidas. La tormenta puede destruir todo. Puede dejarnos sin nada. En ese momento la fe descansa en que Jehová, mi esposo amante está conmigo. Su amor, cuidado, interés jamás decaen.  

                        3. Reconociendo que la actitud propia para adorar a Dios lo es “en la hermosura de la santidad”. Esto implica dos cosas: uno, solo los salvados, los convertidos genuinamente pueden así hacerlo, al estar vestidos de la justicia de Cristo. Solo los creyentes pueden adorar a Dios con un corazón que le ama y busca exaltar su gloria. Dos, el pueblo de Dios debe acercarse a Dios en santidad. Buscando agradarle con una vida santa, una vida obediente a Dios, una en donde Dios es lo primero en nosotros. Debemos tener una actitud correcta para adorar a Dios. Dios no es adorado cuando le cantamos de su amor y prometemos obediencia y no se la damos. Adorar a Dios requiere un corazón que desea y busca vivir para Él. No siendo yo el Dueño de mi vida sino El.

II. Reconociéndolo detrás de todo fenómeno natural

            1. Reconociendo que el poder de la naturaleza es prestado. La luna no brilla por su propio poder sino por la luz del sol. De igual manera lo es la naturaleza.”. Como creyentes bíblicos nosotros creemos en las causas secundarias, es decir, creemos que Dios creó el sol y que el sol brilla poderosamente. Creemos que las nubes traen lluvia, no es Dios quien está llorando. Pero detrás del sol está Dios. Él es su Creador. Y es El quien lo sustenta y lo gobierna. Así con todas las cosas creadas. Así lo enseña el Salmo 104:3-5, 10-11, 14-15 “3 Que establece sus aposentos entre las aguas, El que pone las nubes por su carroza, El que anda sobre las alas del viento; 4 El que hace a los vientos sus mensajeros, Y a las flamas de fuego sus ministros. 5 El fundó la tierra sobre sus cimientos; No será jamás removida. 10 Tú eres el que envía las fuentes por los arroyos; Van entre los montes; 11 Dan de beber a todas las bestias del campo; Mitigan su sed los asnos monteses. 14 El hace producir el heno para las bestias, Y la hierba para el servicio del hombre, Sacando el pan de la tierra, 15 Y el vino que alegra el corazón del hombre, El aceite que hace brillar el rostro, Y el pan que sustenta la vida del hombre.” La naturaleza tiene poder, pero ese poder en última instancia descansa en Dios su Creador. El mundo no es una máquina que funciona sola. Dios no es el dios de los deístas que decían que luego de que Dios creó el mundo, el mundo sigue su camino solo. Eso no es verdad. Detrás de la tormenta debemos ver el poder omnipotente y la gloria y excelencia de Dios. No hacerlo es quitar a Dios del mundo. En cambio, debemos reconocer que detrás de todo fenómenos atmosférico la gloria y el poder de Dios brillan. Eso es vital en la adoración a Dios.

            2. Hermanos, la tormenta revela la majestad y el poder del Dios de Israel. Él es el único Dios vivo y verdadero. Este salmo es una protesta, es un salmo apologético en contra de la religión cananea. Para los cananeos Baal era el dios de la fertilidad y de la tormenta, y Yam era el dios del mar y del caos. En cambio, David dice que es la voz de Jehová quien está detrás de la tormenta. V. 3-4 “3. Voz de Jehová sobre las aguas; Truena el Dios de gloria, Jehová sobre las muchas aguas. 4. Voz de Jehová con potencia; Voz de Jehová con gloria.” No es Baal quien envía la tormenta. No es Yam quien hace el mar picado. No es la madre naturaleza quien levanta la tormenta. Es Jehová Dios quien lo hace. Así que pueblo de Dios jamás pensemos como piensa el mundo con respecto a los fenómenos atmosféricos. Es Dios quien los envía. Es Dios quien envía los rayos V. 7 “Voz de Jehová que derrama llamas de fuego”. Y al hacerlo se burla de los proclamados dioses paganos.

            En este salmo Dios se burla de los dioses falsos. Para los cananeos, los dioses habitaban en los montes y en los bosques. Esas eran sus moradas de tranquilidad. En cambio, qué hace Jehová. Él hace que salten como cabritos. V. 5-6 “5. Voz de Jehová que quebranta los cedros; Quebrantó Jehová los cedros del Líbano. 6. Los hizo saltar como becerros; Al Líbano y al Sirión como hijos de búfalos.” Los dioses falsos no se comparan con el Dios de Israel. Ninguno de los dioses que se han creado se comparan con Jehová. Ni la genética, ni la democracia, ni el estado benefactor, ni los partidos políticos, ni el entretenimiento, son dioses comparados con Jehová. Dios hizo saltar el internet, el celular, la televisión, acondicionador de aire, etc. que son buenos en sí mismos, pero jamás más deseables que Dios mismo.

             3. Pero, aunque todo esto revela la gloria y la majestad de Dios, nada de eso se compara con la gloria de Dios en el templo “En su templo todo proclama su gloria.” “Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento anuncia la obra de sus manos, pero solo la ley de Jehová convierte el alma”. (Salmo 19:1-2, 7). No hay nada en este mundo que le dé a Dios más gloria que su Iglesia. La Iglesia es la Corona de la Gloria de Dios. Allí por encima de cualquier cosa creada “En su templo todo proclama su gloria.” Porque revela el amor de Dios y el deseo de Dios de salvar. Revela el poder de Dios al hacerlo. La creación revela el poder de Dios. Pero la redención proclama no solo su poder sino su misericordia, su gracia, su ira, su amor, su justicia, su sabiduría, su paciencia, etc. Revela que Dios es incomparable.  

III. Buscando en Jehová nuestra paz

            1. Dios es rey sobre todo: sobre el diluvio, la tormenta, el huracán, el terremoto. V. 10Jehová preside en el diluvio, Y se sienta Jehová como rey para siempre.” El diluvio va a donde Dios lo envía. La tormenta no es dueño y señor de su vida. Es dirigido por Dios. Él es rey no por un tiempo sino para siempre. Los reyes son temporeros, pero no Jehová. El sigue presidiendo, el sigue reinando, gobernando por siempre. Pero por siempre para su pueblo. En el AT Dios destruyó la tierra con el diluvio, pero salvó a Noé y su familia porque “Noé, varón justo, era perfecto en sus generaciones; con Dios caminó Noé”. Génesis 6:9. De igual manera Dios cuida a los justos en esta época. Los cuida preservando sus vidas. O los cuida llamándolos a su morada donde tendrán absoluta protección de todo mal. En medio de toda conmoción el pueblo de Dios descansa en Dios mismo, el Rey eterno de los cielos. 

            2. V. 11 “Jehová dará poder a su pueblo; Jehová bendecirá a su pueblo con paz.” El propósito del salmo es exaltar la grandeza y el poder de Dios con miras no solo a adorarle sino con miras a que vivamos en paz. Dios nos dará poder, nos dará fuerzas en medio del diluvio. Dios nos bendecirá con paz. La tranquilidad viene cuando vemos que de Dios viene el poder y la paz. En medio del diluvio yo me lleno de ansiedad, de pavor, me siento impotente, pequeño, sin control. Es allí donde debemos recordar que somos pueblo de Dios. Nosotros le pertenecemos. “Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos.” (Romanos 14:8). “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia”. (Filipenses 1:23) Y no olvidemos el Salmo 28:8-9 “Jehová dará poder a su pueblo; Jehová bendecirá a su pueblo con paz.” Salmo 46:1-3 “Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, Y se traspasen los montes al corazón del mar; Aunque bramen y se turben sus aguas, Y tiemblen los montes a causa de su braveza.” Hay quietud, en medio de la tormenta, para aquellos que pertenecen al pueblo de Dios.

            En medio de la tormenta: alaba a Dios, no pongas tu mirada solo en los vientos, la lluvia, los rayos, sino en Jehová quien te ama, y quien es Rey de todo esto y el que los gobierna. Solo Jehová es tu paz, y El busca darte paz. Lo sabemos cuando El mismo hizo la paz con nosotros en la muerte de Jesús. Por medio de Jesús ya Dios no es nuestro enemigo. Para los enemigos de Dios la tormenta es señal de juicio. Pero no para nosotros. Gracias a Jesús por su muerte. Porque sin ella, la tormenta sería mensaje de destrucción sobre nosotros. Pero su muerte nos ha reconciliado con Dios para siempre.

            ¿Qué nos enseña este salmo? Es un llamado a adorarle, a verle detrás de todos los fenómenos de la naturaleza. Es un llamado a buscar en Dios nuestra paz y en El nuestro refugio.