Sermón: 2 Corintios 13:14 La Doctrina Bíblica de la Trinidad en el NT

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2 Corintios 13:14 “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén.”

 

            Estamos estudiando la doctrina bíblica de la Trinidad. Y hasta ahora hemos visto la importancia práctica de la doctrina. Ella es esencial para poder tener una clara concepción acerca de Dios. No podemos pensar en Dios correctamente a menos lo que veamos tal cual Él es: un solo Dios en tres personas. Ella es esencial porque es necesaria para salvación. Nadie puede ser salvo sin creer en esta doctrina. Señalamos también que ella es esencial a nuestra experiencia cristiana. Nuestra vida como cristianos está condicionada al hecho de que Dios es un Dios en tres personas. Le oramos a Dios Padre en el nombre del Señor Jesucristo y en el poder del Espíritu Santo.   

            El domingo pasado estuvimos estudiando la doctrina de la Trinidad desde la enseñanza del AT. Y señalamos que allí se enfatizaba la unidad de Dios. El pueblo de Israel vivía en medio del politeísmo y por eso era importante enfatizar el hecho de que hay un solo Dios vivo y verdadero. Junto con ello vimos que hay un énfasis en la absoluta dependencia no solo de Dios, Elohim, sino también de la Palabra y el Espíritu de Dios. Por último, vimos que el AT también enfatiza que en el ser de Dios hay una pluralidad de personas. No nos dice cuántas personas son. Pero sí revela que hay más personas dentro del ser de Dios.

            Hoy vamos a estudiar la doctrina de la Trinidad desde la perspectiva del NT. El NT no contradice el AT. Todo lo que está presente en el NT en una forma clara está presente en el AT, pero en una forma oscura. El NT clarifica, amplía y solidifica la doctrina tal como aparece en el AT.

            Hoy vamos a procurar contestar a la siguiente pregunta: ¿Cómo Dios reveló su triple personalidad en el NT?

I. Enfatizando la unidad de Dios

            No solo el AT enfatiza la unidad de Dios: “Oye Israel, Jehová nuestro Dios, Jehová uno es” (Deuteronomio 6:4), sino que en el NT también se enfatiza el hecho de que hay un solo Dios vivo y verdadero.

            Juan 17:3 “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.” Dios es el único Dios verdadero. No hay otro en el mundo que sea Dios. Algo importante que señalar en este pasaje. Conocer a Dios es de dos maneras: intelectual y salvífico. Conocer a Dios con nuestras mentes. Debemos conocer la verdad acerca de Dios. Y esta debe ser conocida intelectualmente. Pero sobre todo salvíficamente. Nadie puede decir que conoce a Dios a menos que tal conocimiento lo lleve a una vida de piedad y santidad. Conocer a Dios no es algo meramente de la mente sino más aún del corazón.

            Hermanos, hay un solo Dios vivo y verdadero. 1 Corintios 8:6 “para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él.”

            1 Timoteo 2:5 “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,” Así como hay un solo Dios, hay solo un Mediador entre Dios y los hombres. Ninguna otra persona: femenina o masculina, ni ningún ángel es mediador entre Dios y los hombres sino solo Jesucristo.

            Santiago 2:19 “Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan.” Ahora bien, no es suficiente creer que Dios es uno. No es suficiente creer en Dios. Los demonios creen en Dios. Pero aun así no son salvos. Su teología es correcta. Conocen la doctrina correcta. Incluso conocen la Biblia mejor que nosotros, pero aun así no son salvos. De igual manera hay muchos cuya fe es la misma fe que la de los demonios. Creen que Dios existe. Creen que hay un solo Dios vivo y verdadero, pero no son salvos. Y al no ser salvos al cielo no irán. ¿Por qué los demonios no son salvos? Porque para ellos Cristo no es su Rey. Ellos no han rendido el trono de su corazón a Jesús. Ellos quieren guiar sus vidas y no que Cristo la guíe. Para ellos Cristo no es su Profeta. Ellos no someten su mente a la voluntad de Jesús. Ellos no llevan sujetos sus pensamientos a los pensamientos de Jesús. Ellos son su propia ley. Tampoco tienen el sacrificio de Cristo como el único sacrificio que limpia los pecados y nos reconcilia con Dios. Por todo esto no son salvos.

            Así que vemos que el NT al igual que el AT enfatiza la unidad de Dios. Hay un solo Dios y vivo y verdadero.

II. Enfatizando la absoluta dependencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo para la salvación

            Eso es lo que vemos aquí en el pasaje fundamento del sermón. Tenemos en 2 Corintios 13:14 la bendición apostólica. Y a simple vista vemos que es trinitaria. Hay tres personas involucradas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Cada una de esas tres personas son esenciales a nuestra salvación. De los tres recibimos la bendición de Dios. ¡Oh, hermanos, cuán importante es la bendición de Dios! La bendición de Dios es lo que hace la diferencia en la vida. Por tanto, el NT enfatiza la doctrina bíblica de la Trinidad al enfatizar la absoluta dependencia que tenemos del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo para la salvación.

            Dependemos, en primer lugar, del amor de Dios, es decir, del amor del Padre. ¿Si es el amor del Padre por qué se habla primero de la gracia del Señor Jesucristo? Porque nosotros, al ser pecadores, no hubiéramos conocido de ese amor de Dios por nosotros mismos sino fuera por medio de un Mediador.  Así que tenemos en primer lugar el amor del Padre. Hermanos, sin el amor del Padre ninguno de nosotros estaría aquí. Porque solo un Padre puede ver a un hijo que le ha deshonrado, que se ha rebelado, que le ha odiado, y verle con amor. Solo Dios puede tener ese amor infinito. Y es ese amor el fundamento de nuestra salvación. Porque fue el Padre quien planificó nuestra salvación, Hechos 4:28. Fue el Padre quien envió a su Hijo para que muriera por nosotros, Juan 3:16. Fue el Padre quien envió al Espíritu Santo como nuestro santificador, Juan 14:16. Fue El quien nos escogió en Cristo desde antes de la fundación del mundo para que fuéramos santos y sin mancha delante de Él, Efesios 1:4. Es El quien nos llama eficaz e irresistiblemente a la comunión con su Hijo, 1 Corintios 1:9. Y todo esto y mucho más Él lo ha hecho por amarnos.

            Dependemos, en segundo lugar, de la gracia del Señor Jesucristo. ¿A qué se refiere Pablo cuando habla de la gracia del Señor Jesucristo? No se refiere al favor inmerecido que hemos recibido, sino a la misma salvación que hemos recibido. Aquí Pablo le pide a Dios en la bendición apostólica que Dios mismo nos otorgue todos los beneficios de la salvación que Cristo compró. Jesús compró una salvación perfecta y completa que solo Dios puede procurar. Solo Dios perdona pecados y eso fue lo que Jesús hizo. Por eso cuando Jesús decía: hijo, tus pecados te son perdonados, los judíos decían que él blasfemaba porque solo Dios puede perdonar pecados, Marcos 2:7-11. Por eso El lleva el nombre de Jesús porque solo El salvará a su pueblo de sus pecados, Mateo 1:21.  Ese salvador revela que es Dios cuando nos enseña que Dios era su mismo Padre, haciendo así igual con Dios, Juan 5:18. A Él le debemos nuestra existencia porque todo fue creado por medio de Él y para Él, Colosenses 1:16. Él también envía al Espíritu Santo para que sea también nuestro Consolador y santificador, Juan 15:26. El no solo da su vida por sus ovejas sino que nadie se la quita. Él tiene el poder para ponerla y poder para volverla a tener, Juan 10:18.

            En tercer lugar, dependemos también, de la comunión del Espíritu Santo. Sabemos que el Padre es una persona y que el Hijo es una persona, pero ¿es el Espíritu Santo una persona? Claro que sí. El pasaje habla de la comunión del Espíritu Santo. No podemos tener comunión con una fuerza, no podemos tener comunión con dones espirituales. Por eso el NT enfatiza constantemente que el Espíritu Santo es una persona el señalar que Él nos enseñará la verdad, 1 Juan 2:27. Que podemos contristarle, Efesios 4:30. Y que mentir al Espíritu Santo es mentir a Dios mismos, Hechos 5:4. Es el Espíritu Santo quien nos ha regenerado, Tito 3:5. Dios mora en nosotros porque el Espíritu Santo mora en nosotros y así somos templo de Dios, 1 Corintios 6:19. El Espíritu Santo escudriña lo más profundo de Dios y por eso es nuestro revelador, 1 Corintios 2:10. Él nos aplica la redención comprada por Cristo al obrar la fe en nosotros, Efesios 2:8. El no santifica, 2 Tesalonicenses 2:13. El distribuye múltiples dones a la iglesia, pero, aunque son muchos es un solo Dios, un solo Señor y un solo Espíritu, 1 Corintios 12:4-7.

            Hermanos, Dios nos revela que la obra de la salvación es efectuada por tres personas. Y solo el hecho de que esas tres son Dios, las mismas en substancia, iguales en poder y gloria es que nuestra salvación depende. En la gran obra de salvación en el NT Dios revela su triple personalidad de una manera más clara que en el AT.

Aplicaciones:

1. Ama al Padre. ¿Cuánto pensamos en el Padre? Generalmente el Padre solo es mencionado cuando vamos a orar. Pero el Padre es le fuente de nuestra salvación. Es su amor la causa que lo impulsa, lo constriñe a hacerlo. Y El derrama de su amor por nosotros. Derrama tu amor hacia el Padre. En tus devociones no te olvides de honrar al Padre y de devolverle de su amor por ti.

2. Ama al Hijo. Vida eterna tienes por su vida, muerte y resurrección. Él ha comprado para ti la adopción de hijo. Solo tú disfrutas de ese privilegio. Mientras los demás son hijos por ser criaturas de Dios, solo tú eres hijo que disfruta el cuidado paternal, la consolación paternal, tienes acceso directo al mismo trono de Dios, eres provisto de todas tus necesidades, disciplinado, etc., gracias al sacrificio de Cristo por ti. Amar a Cristo significa obedecer sus mandamientos. Y buscar el reino de Dios como lo primero y lo prioritario en tu vida.

3. Ama al Espíritu Santo. Tú eres hijo de Dios por adopción y también por nacimiento. Y ese nacimiento se lo debes al Espíritu Santo. Es El quien hace que la misma Trinidad more en ti, porque el Padre y el Hijo moran en ti por el Espíritu Santo. Él te ha sellado para el día de la redención. Y es El quien derrama el amor de Dios en tu vida. Y quien aplica a Cristo y su salvación a tu vida. Quien te hace sentir que Dios es real. Y que la paz que experimentas y puede experimentar a un grado mayor la recibes de Él. Ama al Espíritu como Él te ha amado. No lo contristes con tu pecado. No lo apagues al menospreciar las profecías, es decir, la Palabra de Dios.

            Quiera Dios que todos aprendiéramos a disfrutar de cada una de las personas de la Trinidad sin olvidar que ese el único Dios vivo y verdadero quien te salva.