Sermones

Sermón: Mateo 12:22-32 La Blasfemía contra el Espíritu Santo

Mateo 12:22-32 “22 Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo; y le sanó, de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba. 23 Y toda la gente estaba atónita, y decía: ¿Será éste aquel Hijo de David? 24 Mas los fariseos, al oírlo, decían: Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios. 25 Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá. 26 Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino? 27 Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces. 28 Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios. 29 Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa. 30 El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama. 31 Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. 32 A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero”.

 

            La oposición al Señor Jesús ha seguido creciendo. Tan seria es la oposición que Jesús les advierte que pueden estar cometiendo el pecado imperdonable. Jesús nos dice que hay pecados que son perdonables. Obviamente si hay genuino arrepentimiento. Pero hay también un pecado que es imperdonable.  Que Dios mismo ha dicho que jamás será perdonado ni en esta vida ni en la vida venidera.

            ¿Cuál es ese pecado imperdonable? Jesús lo llama la blasfemia contra el Espíritu Santo. ¿Qué es ese pecado? ¿Quiénes son los que lo han cometido? ¿Algún amigo mío, o familiar: sea hijo(a) o cónyuge ha sido culpable de cometer ese pecado? ¿He cometido yo ese pecado? De eso vamos a predicar en el día de hoy. Veremos tres puntos. 1. ¿Cuál es el contexto del pasaje que propicia tal conversación? 2. ¿Qué es la blasfemia contra el Espíritu Santo? 3. ¿Quiénes pueden cometerlo?

I. ¿Cuál es el contexto del pasaje que propicia tal conversación?

            Mateo no nos dice cuándo ocurrió el incidente. Solo se limita a decir: “entonces”. V. 22-23 22 Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo; y le sanó, de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba. 23 Y toda la gente estaba atónita, y decía: ¿Será éste aquel Hijo de David? Si te das cuenta Mateo va a toda prisa en su narración. La obra de sanidad él la discute de una manera bien corta porque él está interesado en cubrir el tema de la blasfemia contra el Espíritu Santo. Este es un tema sumamente importante. Verdaderamente serio.

            Ahora bien, el contexto es el siguiente. Le traen a Jesús a un endemoniado, a una persona poseída por un demonio. Y aparentemente el demonio provocó que esta persona estuviera ciega y muda. Había afectado dos de los 5 sentidos. Y de una manera sencilla nos dice Mateo que Jesús le sanó. No nos dice cómo lo hizo. Pero sí nos dice dos cosas importantes. Una, que la obra de sanidad fue completa y perfecta. “le sanó, de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba”.  Y aunque Mateo no nos dice cómo lo hizo, lo que hizo fue algo grande, fue verdaderamente impresionante. Lo sabemos por la reacción de la gente. “Toda la gente estaba atónita”. No lo podían creer. Era algo tan grande que se dieron cuenta que era algo sobrenatural. Al punto de preguntarse: “¿será éste aquel Hijo de David?”. ¿Será aquel Hijo de David que Dios había prometido en el AT y cuyo reino no tendría fin? En otras palabras: ¿será éste el Mesías prometido?

            A lo cual respondieron los fariseos. V. 24 “24 Mas los fariseos, al oírlo, decían: Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios”. Fíjate que hay un contraste. “Toda la gente… mas los fariseos”. Viendo lo que había ocurrido. Viendo que Jesús realmente había sacado un demonio del cuerpo de esa persona. Viendo el milagro con sus propios ojos. Y reconociendo que eso era así y no fantasía. Dicen: “Este” [y la palabra éste es en forma de desprecio] no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios”. Ya habíamos visto esa palabra. La palabra Beelzebú es una palabra filistea. Está compuesta de Beel que proviene de la palabra: Baal que significa Señor. Y la palabra zebú proviene de la palabra moscas. Así que Beelzebú significa literalmente el Señor de las moscas. Y es sinónimo de Satanás mismo. En otras palabras, los fariseos, aunque vieron el milagro y no lo podían refutar ni negar, dijeron con profunda convicción que Jesús expulsó el demonio por el poder mismo de Satanás.

            A lo cual Jesús les contesta con dos puntos. V. 25-26 “25 Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá. 26 Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino?”. Piensen por un momento lo absurdo de lo que dicen. Si yo hago este milagro de expulsar el demonio por el poder mismo de Satanás entonces Satanás está divido contra sí mismo. Satanás está peleando contra sí mismo. “Todo reino dividido contra sí mismo es asolado” y la palabra asolado aquí significa totalmente destruido. Y si Satanás echa fuera a Satanás su reino no podrá permanecer, sino que Satanás se está destruyendo a sí mismo. Satanás se disparó a sí mismo en el pie. Eso es absurdo.

            Y el segundo punto es V. 27 “27 Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces”. ¿Quiénes son vuestros hijos aquí? Por los hijos se refiere a los discípulos de los fariseos. En el AT se habla de los hijos de los profetas en el libro de Samuel para indicar a los discípulos de los profetas. Aquellos que seguían y aprendían de los profetas el ministerio profético. Era el seminario del AT. Aquí Jesús reconoce que los fariseos tenían unos discípulos que practicaban el exorcizar demonios. Y les dice: “27 Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces”.

            Entonces Jesús concluye. V.28-29 “28 Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios. 29 Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa”. Jesús les dice: este milagro fue hecho por mí en el poder del Espíritu Santo. Y esto demuestra lo que yo he predicado: el reino de Dios ha llegado a vosotros. El reino de Dios no es algo totalmente futuro. Ha llegado con la venida del Hijo de Dios. El reino de Dios es donde Jesús es recibido como Rey y Señor. Nosotros somos el reino de Dios o de Cristo porque Dios nos ha hecho creer el evangelio y recibir a Cristo como nuestro Dios y Señor y Rey y el todo de nuestra vida. Y yo he sanado a este hombre porque Satanás no puede contra mí. Aunque Satanás es el hombre fuerte yo pude echarlo fuera de este hombre porque yo soy más fuerte que él. Yo le he atado y he saqueado su casa, es rescatado a los que estaban presos por Satanás.

            Y les dice más: V. 3030 El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama”. En esto no hay neutralidad. El que no es conmigo, ni apoya mi obra, ni sigue mis caminos, ni se opone al reino de Satanás, ni me recibe como lo que soy el Rey Salvador “contra mí es”. “y el que conmigo no recoge, desparrama”. El simbolismo es del mundo animal. Los animales tienden a desparramarse por el terreno. Si alguien los ve y no los recoge es culpable de desparramarlos. Como se dice en P.R., el que calla otorga. El que no es con Jesús está en contra de Jesús. O somos seguidores de Jesús o somos seguidores de Satanás. O somos hijos de Dios o somos hijos de Satanás. No hay término medio. Así son los reclamos de Jesús. Y te pregunto ¿a qué bando perteneces? ¿Es Cristo Jesús tu Señor? Si no le sigues estás en contra de Él.

            Ese es el contexto del pasaje que propicia tal conversación. Entonces Jesús les hace una advertencia. Y les habla del hecho de que hay un pecado imperdonable. ¿Qué es ese pecado imperdonable?

II. ¿Qué es la blasfemia contra el Espíritu Santo?

            Mira lo que dice Jesús. V. 31-32 “31 Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. 32 A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero”.  ¿Cuáles son sus características? Vamos a enumerarlas:

1.                 Es un pecado que no es fruto de la ignorancia. Por ignorancia uno puede cometer grandes y terribles pecados. Como por ejemplo ser un blasfemo e injuriador contra la iglesia de Cristo. Pablo fue un blasfemo y perseguidor de la iglesia. Pero Dios tuvo misericordia de él porque fue hecho por ignorancia. 1 Timoteo 1:13 “13 habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad”. Pero incluso blasfemar contra el Hijo del Hombre, blasfemar contra Jesús tiene perdón si hay genuino arrepentimiento. En Hechos 3:14-15, 17 “14 Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida, 15 y matasteis al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos. 17 Mas ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes”. Por eso Jesús cuando estaba colgado en la cruz su primera palabra fue: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). No dejan de ser pecadores. Su muerte fue un acto de pecado. Pero fue por ignorancia. No vieron en Jesús al Hijo de Dios y Salvador. Vieron en El a un engañador y blasfemo. Ese no es el caso aquí. Así que no es un pecado cometido por ignorancia o debilidad. Por eso dice Jesús, V. 32ª “A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado”. Le será perdonado si hay genuino arrepentimiento.

2.                 Es un pecado realizado con convicción contra la obra del Espíritu Santo. Los fariseos habían visto el milagro. Sabían que no lo podían negar ni contradecir. Sabían que su oposición era absurda. Que inclusive sus hijos o discípulos procuraban hacer lo mismo que hizo Jesús. Sabían que la única explicación era que fue hecho por Dios mismo. Aun así, declararon que fue obra de Satanás. Se opusieron con convicción en contra de la obra del Espíritu Santo. Con la convicción de que sabían que no era cierto lo que decían. Pero no les importó decir la gran mentira, aunque sabían que mentían.

3.                 Es un pecado que no se limita a blasfemar con las palabras, sino que lo acompaña una rebelión, odio y oposición contumaz de la verdad. Lo vemos claramente en la carta de los Hebreos 6:4-6 “4 Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, 5 y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, 6 y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio”. Aquí se habla de una profunda convicción de la verdad. Se habla de aquellos que a todas luces parecen ser cristianos. Recibieron la palabra de Dios con gozo. Fueron bautizados. Se hicieron miembros de la iglesia. Posiblemente recibieron algunos dones del Espíritu Santo. Pero recayeron. Se apartaron de la fe con rebelión y contumacia. Tal situación endurece su corazón de tal manera que jamás podrán arrepentirse. Y esto como un juicio de Dios por su pecado.

            Ese es el pecado imperdonable. Es imperdonable porque Dios ha dicho que jamás será perdonado quien cometa tal pecado. Ni en este mundo ni en el venidero. O como lo dice Marcos 3:29 “29 pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno”.

            Ahora bien. Se levanta una pregunta. ¿Quiénes pueden cometerlo?

III. ¿Quiénes pueden cometerlo?

            Desde el punto de vista humano todos los que han escuchado el evangelio del Señor Jesús pueden cometer la blasfemia contra el Espíritu Santo. Todos nosotros por causa del pecado remanente en nosotros podríamos, dejados a nosotros mismos, cometer este pecado. Nuestros hijos podrían cometer este pecado. Nuestros cónyuges podrían cometerlo también. Algunos de nuestros familiares podrían cometerlo y posiblemente hemos conocido a alguien cercano a nosotros que lo haya cometido o que esté a punto de cometerlo.

            Pero desde el punto de vista de la gracia de Dios sobre nosotros y en virtud del pacto de gracia, un genuino creyente jamás lo cometerá. ¿Por qué no?

1. Porque Jesús vino para destruir las obras de Satanás por nosotros y para nosotros. Esto no es por casualidad sino intencional. Su obra de salvación incluye la destrucción del reino de Satanás al cual pertenecemos por naturaleza. Dice Hebreos 2:14 “14 Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo”. Cristo vino a destruir con su muerte y resurrección el pecado y el reino de Satanás. Cristo Jesús es más poderoso que Satanás. Él es el único que puede atar al hombre fuerte porque Él es Dios hecho carne. Tú, oh creyente, jamás podrás vencer a Satanás por ti mismo. Por tus propias fuerzas. Pero fortalecido con el poder de su fuerza y vestido con la armadura de Dios podrás vencer a Satanás. Podrás resistir sus tentaciones. Podrás resistir a Satanás y huirá de ti. Porque lo has vencido en Cristo Jesús.

2. Un genuino creyente jamás podrá cometer ese pecado porque la gracia de Dios lo sostiene. Eso es lo que entiendo yo dice el apóstol Juan en 1 Juan 5:18 “18 Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca”. Si eres de Cristo en espíritu y en verdad Dios te preserva hasta el fin. El lo prometió. Jesús dijo en Juan 10:27-29 “27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, 28 y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. 29 Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre”. Ese es el amor de Dios por ti en Cristo Jesús.

            Por eso da gracias al Padre “13 el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo,”. Colosenses 1:13. Y esto por pura gracia sin nosotros merecerlo. Si eres genuino creyente duerme tranquilo que Cristo cuida de ti.   

Sermón: Mateo 12:9-14 Hagamos bien en el día de reposo 

Mateo 12:9-14 “9 Pasando de allí, vino a la sinagoga de ellos. 10 Y he aquí había allí uno que tenía seca una mano; y preguntaron a Jesús, para poder acusarle: ¿Es lícito sanar en el día de reposo? 11 Él les dijo: ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si ésta cayere en un hoyo en día de reposo, no le eche mano, y la levante? 12 Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Por consiguiente, es lícito hacer el bien en los días de reposo. 13 Entonces dijo a aquel hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y le fue restaurada sana como la otra. 14 Y salidos los fariseos, tuvieron consejo contra Jesús para destruirle”.  

 

Jesús es el Señor del día de reposo. Y con ese énfasis quisiera que viéramos 

las enseñanzas del pasaje de hoy. Jesús es el Señor del día de reposo. El es quien lo instituyó. Y es El quien nos enseña que el cuarto mandamiento de la ley moral de Dios sigue vigente para el día de hoy. Y ese cuarto mandamiento nos enseña que por medio de la fe en Jesús es que nosotros entramos en el reposo de Jehová. Cada domingo, que es el día de reposo para la iglesia del NT, nos recuerda que Cristo venció la muerte. Y que nosotros la hemos vencido en El. Que aunque todos moriremos, porque la paga del pecado es muerte, lo cierto es que para el creyente la muerte es la puerta al reino de los cielos. Y allí, en los cielos, comenzamos a disfrutar del reposo eterno de los santos. Allí nos espera Jesús, los ángeles de Dios y las almas de los justos hechas perfectas en santidad.  

Como Señor del día de reposo Jesús nos enseña que la ley moral y nuestro amor al prójimo, por amor a Dios, tiene precedencia sobre la ley ceremonial. Que aunque la ley ceremonial fue instituida por Dios mismo no fue hecha para destruir la misericordia y la compasión al necesitado. Y en este pasaje Jesús nos enseña algo más sobre cuál es la manera correcta de guardar el día de reposo. Y aquí podemos ver tres cosas importantes: 1. Una pregunta engañosa. 2. Una respuesta correcta. 3. Una obra gloriosa. Veamos cada uno de ellos.  

I. Una pregunta engañosa 

 V. 9-10 “9 Pasando de allí, vino a la sinagoga de ellos. 10 Y he aquí había allí uno que tenía seca una mano; y preguntaron a Jesús, para poder acusarle: ¿Es lícito sanar en el día de reposo?”. Luego de pasar por medio de los sembradíos Jesús llega a la sinagoga de ellos, de los fariseos. Y allí se encuentra una persona que tenía “seca una mano”. Lucas nos indica que es la mano derecha. Acuérdate que Lucas era médico y es común que Lucas nos dé ciertos detalles relacionados con la medicina. ¿Qué es una mano seca? Es una mano paralizada y que por causa de no poder usarla ha perdido masa muscular. Y esto implica que lleva tiempo con ese problema. Esto no es algo que ocurre de un día para otro. Tenemos aquí una condición seria de mucho tiempo.  

Ahora bien, los fariseos, buscando que Jesús fallara o pecara según las leyes rabínicas y así poder acusarle contra el gobierno o contra el sanedrín, la corte judía, le hacen esta pregunta: “¿Es lícito sanar en el día de reposo?”. Fíjate que ellos no están interesados realmente en aprender. Para ellos el único interés no es el bien de la persona con una condición de salud seria. Su interés es destruir a Jesús. A aquel que en dondequiera que iba procuraba hacer bien.  

La pregunta es interesante por esta razón. Las leyes rabínicas decían que una persona podía recibir “sanidad” o atención médica en el día de reposo únicamente si la vida de la persona estaba en peligro. Pero ese no es el caso aquí. No era una condición de vida o muerte. Era una condición incapacitante pero no totalmente. El podía trabajar con una sola mano. Para los fariseos si no era de vida o muerte la persona afectaba debía esperar al otro día para recibir asistencia médica.  

Pero nos dice Lucas 6:8 “8 Mas él conocía los pensamientos de ellos; y dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate, y ponte en medio. Y él, levantándose, se puso en pie”. Jesús quien como Dios conocía los pensamientos de ellos sabía que la intención de ellos era destruirle. Aún así no reusó contestar la pregunta.  

Hermanos, el mundo está pendiente de lo que hacemos. Y no te extrañes que su interés sea, en algunas ocasiones, el buscar una excusa para hablar mal de cristianismo. Y nosotros reconociendo que somos pecadores a veces pensamos que lo mejor es ni siquiera decir que somos cristianos. Pero esa no debe ser la respuesta. Dios nos ha salvado en Cristo Jesús para que representemos su nombre. Para que les enseñamos que su obra de salvación produce un nuevo hombre que verdaderamente ama a Dios y a la criatura en la correcta proporción y balance. Y que tenemos el llamado ineludible de “ser celosos de buenas obras” porque somos un nuevo pueblo lavados con la sangre de Cristo. Por tanto, nunca nos echemos para atrás ni nos acobardemos cuando veamos que el mundo desea vernos caer. La gracia de Dios es suficiente para sostenernos. Y si nos caemos, nuestro Dios no nos desecha. Pidámosle perdón, enmendemos nuestros errores y sigamos adelante con el favor de Dios.   

Ahora bien. Los fariseos deseaban buscar un error o pecado en Jesús para poder acusarle. La pregunta no es en amor ni interés del necesitado. Jesús conociendo los pensamientos de ellos le da una respuesta correcta. 

II. Una respuesta correcta 

¿Cuál es la respuesta? Jesús les hace unas preguntas. En otras palabras, Jesús responde a su pregunta con varias preguntas. V. 11-12 “11 El les dijo: ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si ésta cayere en un hoyo en día de reposo, no le eche mano, y la levante? 12 Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja?”. Marcos nos dice algo más. En Marcos 3:3-4 “3 Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte en medio. 4 Y les dijo: ¿Es lícito en los días de reposo hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla? Pero ellos callaban”. Hermanos no hay una contradicción aquí. Jesús pudo haber hecho más preguntas y cada evangelista usa lo necesario para su escrito.  

Jesús les dice: ¿quién de ustedes si su oveja no se cae en un hoyo no es movido a misericordia y compasión por la oveja y procura hacer lo posible por sacarla de allí? ¿Y lo hacen sin importar que sea el día de reposo? Es posible que Jesús haya visto algo así. Y luego dice algo súper importante para nuestros días. V. 12 “¿cuánto más vale un hombre que una oveja?”. Si estamos dispuestos a rescatar una oveja cuanto más a un hombre que vale más que una oveja. ¡Oh hermanos, cuánto ciega el pecado a los hombres! Hoy día se trata a los animales como si ellos valieran lo mismo que una persona. Y en algunos casos más que una persona. Metemos preso a una persona por matar un carey. Pero sustentamos el aborto con dinero del pueblo. Como decía R.C. Sproul: “hoy día el lugar más peligroso para un ser humano lo es en el vientre de una madre”. Pero Jesús nos dice que nosotros valemos más que las ovejas, más que cualquier animal que existe en este mundo porque solo nosotros hemos sido creados a la imagen de Dios. Lo triste del caso es que hemos llegado como sociedad al punto de destruir a la misma humanidad. Y le hemos quitado de su dignidad como creación de Dios. Hemos comparado al ser humano a los monos, a los mosquitos, a la harina. E incluso se ha exaltado a la criatura por encima del Creador. Cuando hacemos esto perdemos el valor del ser humano y lo degradamos peor que los mismos animales. Y esto nos lleva a perder compasión del dolor humano desde una perspectiva correcta. Pero Jesús nos enseña a poner las cosas en orden. A cuidar a los animales, a reconocer que son criaturas de Dios, pero son inferiores al hombre. Pero también a preocuparnos por nuestro prójimo y a amarle como nos amamos a nosotros mismos. A tener más misericordia por la vida humana que por la vida animal. Y a no colar el mosquito y dejar pasar el camello. 

Nos dice Marcos algo adicional. En Marcos 3:5ª “5 Entonces, mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones,”. Jesús se enojó. ¿Cuál fue la causa del enojo? La tristeza que le produjo la dureza del corazón de ellos. La causa lo fue el pecado. Sí hermanos, enojarnos en sí mismo no es pecado. Jesús se enojó y El nunca pecó. Pablo nos dice en Efesios 4:26 “26 Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo,”. No es pecado el enojo si es dirigido a la causa correcta: el pecado. Nuestro enojo no puede llegar al punto de dejar de amar a nuestro prójimo y hacerles bien. Y de perdonar sus ofensas. 

Entonces Jesús, nos dice Marcos y Lucas, pone al hombre de la mano derecha seca y qué hace. Hace una obra gloriosa.  

III. Una obra gloriosa 

Mateo 12:13 “13 Entonces dijo a aquel hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y le fue restaurada sana como la otra”. Jesús solo dice: “extiende tu mano”. No hace nada más. No le pone barro. No hace una oración. Solo “extiende tu mano”. Hermanos, Jesús nos enseña con eso que su obra de sanidad no es magia sino poder divino. Porque la mano le fue restaurada sana como la otra.  

Jesús con su milagro probó que era el mensajero de Dios. Probó que Dios estaba con Él. Y por tanto, que todo lo que dijo sobre el reposo es cierto porque El goza de la aprobación de Dios. Que Él es Señor del día de reposo. Por eso cuando vieron esto los fariseos, en vez de ver la obra de Dios y alabarle por su misericordia y poder, nos dice Lucas 6:11 “11 Y ellos se llenaron de furor, y hablaban entre sí qué podrían hacer contra Jesús”. Y Marcos nos dice en Marcos 3:6 “6 Y salidos los fariseos, tomaron consejo con los herodianos contra él para destruirle”. Los herodianos eran hombres de influencia, un partido político, que apoyaban el reinado de la familia de Herodes sobre Palestina. Siempre se presentan asociados con los fariseos. El dicho es cierto: el enemigo de mi enemigo es mi amigo.  

¿Qué nos enseña Jesús de todo esto? Jesús mismo nos aplica toda esta enseñanza y nos instruye en cómo guardar el cuarto mandamiento. V. 12b “Por consiguiente, es lícito hacer el bien en los días de reposo”.  

Hermanos y amigos, el domingo es el día de reposo cristiano. La resurrección de Cristo ha cambiado el día de reposo del séptimo día al primer día de la semana. Y es el día que Dios ha designado para que sea el día en que nos reunamos como iglesia para adorarle. Descansamos de un día de trabajo secular para que podamos venir a la casa de Dios para adorar a aquel que nos ha creado y ha salvado de nuestros pecados. Para adorar a aquel que nuestra alma ama. Es un día centrado en la adoración a Dios.  

Pero Jesús nos dice: es un día en cual no solo podemos hacer bien sino debemos hacer bien a los demás. El día de reposo nos debe enseñar que el día no se centra en nosotros. Es el día del Señor. Pero es un día en el cual debemos hacer bien. No sé si te has dado cuenta al leer los evangelios de cómo Jesús sanó muchas veces en el día de reposo. Para recordarnos acerca de tener misericordia y compasión. Así como Dios ha tenido misericordia y compasión de nosotros. No te olvides el pecado no solo nos ha introducido en un estado de pecado sino también en un estado de miseria y sufrimiento. Y al procurar traer alivio al que sufre nosotros ilustramos la obra de salvación de Jesús. El vino para sanarnos de nuestros pecados. El vino para pagar por nuestra culpa. El vino paraa limpiarnos de nuestros pecados. En misericordia vino a dar su vida para rescatarnos. Y cuando visitamos a los enfermos en ese día del Señor, el domingo, o procuramos servir a los necesitados, buscar el cómo hacer bien a los que sufren, estamos nosotros enseñándoles con nuestras buenas obras que habrá un día en que Dios nos librará de todas nuestras angustias a todos los que creen en Jesús. Que Dios no solo se ocupa de nuestra alma sino también de nuestros cuerpos.   

Esto es algo en que la iglesia ha perdido su norte. El cuarto mandamiento nos debe enseñar a no vivir en una burbuja separados del mundo. Sí es el día de adoración y culto y no debemos descuidarlo como algunos tienen por costumbre. Pero Jesús nos enseña más. Es el día por excelencia para ser bien por el más excelente bien que Dios nos ha dado: la salvación de nuestras almas. Aprovecha: visita los enfermos, llama a los que están solos, consuela a los enlutados, socorre al necesitado. Es lícito hacer bien en el día de reposo. Entonces qué esperas. Sal de la burbuja y no pienses solo en ti.   

Sermón: Mateo 11:25-30 Soberanía y responsabilidad

Mateo 11:25-30 “25 En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. 26 Sí, Padre, porque así te agradó. 27 Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. 28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. 29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; 30 porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”.

 

            Hemos llegado a una porción bíblica de las más queridas por la iglesia. Por lo menos en lo que respecta a los versículos 28-30. En esos versículos tenemos una increíble invitación a la salvación y al descanso de parte de los labios del Señor Jesús. Estos dos últimos versículos no tiene paralelo en los demás evangelistas. Pero su enseñanza en de la mayor importancia. Ya que Jesús en una manera tan sencilla nos ha revelado un caudal de enseñanza maravillosa.

            Pero no podemos entender correctamente esos tres versículos finales de este capítulo si no lo colocamos en el contexto de lo que vimos anteriormente.

            En los versículos anterior vimos de parte del Señor Jesús unas palabras fuertísimas. Capernaum, Betsaida y Corazín habían visto al Señor Jesús caminar en medio de ellos. Y además escucharon su mensaje de salvación y vieron sus milagros. ¿Y cuál fue su reacción? La mayoría de ellos no se arrepintieron de sus pecados. Esto es increíble. Dios mismo encarnado caminó entre medio de ellos. Dios mismo encarnado les habló como un amigo le habla a otro amigo. Dios encarnado sanó leprosos, resucitó muertos, curó enfermedades, liberó a aquellos que estaban poseídos por Satanás. Y nadie negó que todos sus milagros eran ciertos y verdaderos. Y aun así la mayoría no se convirtió a Él. La mayoría no dijo: verdaderamente he aquí el Hijo de Dios. Ni vieron sus ternura, ni su misericordia, ni el hecho que El no vino a condenar al mundo sino a que el mundo fuera salvo por Él. Así de terrible es el pecado. El pecado ciega los ojos y la mente porque cauteriza el corazón del hombre. El ser humano no puede ver la luz de la gloria de Cristo porque está ciego espiritualmente.

            Entonces Jesús declara algo fuerte: que el castigo será mayor sobre los que escucharon el evangelio y no se arrepintieron que sobre las naciones que nunca escucharon el evangelio. V. 22 y 24. ¿Por qué es así? Porque rechazaron la voz misma de Dios. Rechazaron el mensaje de salvación de labios mismo de Dios. Han rechazado la invitación a salvación. Si Jesús fuera meramente un hombre como cualquiera de nosotros tal amenaza fuera sin impacto. Pero cuando tal amenaza proviene de labios mismo del Dios encarnado entonces la cosa cambia.

            Oh hermano y amigo. Si has escuchado el mensaje de salvación de que somos pecadores y por tanto Dios está airado contra nosotros. Y aun en su misericordia Dios ha provisto un camino de salvación totalmente gratuito en la persona y obra del Señor Jesús. Y no te has arrepentido de todos tus pecados y no has recibido a Cristo como tu Señor y Salvador y no te has rendido a sus pies. A ti te dijo tu castigo será mayor en el infierno. Y tú hijo de padres cristiano que has sido criado en la iglesia si realmente no te has convertido y Cristo no es tu Dios y sus Palabras son lo más importante para tu vida y vives para agradarle, servirle, adorarle, conocerle más y más, tu castigo será mayor en el infierno que el castigo de aquellos que nunca conocieron el evangelio como tú lo conoces.

            Ahora bien hermanos. Se levanta una pregunta. ¿A qué se debe todo esto? ¿Por qué esto sucede así? ¿Hay alguna explicación? Jesús nos dice que sí.  Y la contestación que da Jesús mismo es increíble. Para poder entender esto nos dice Jesús necesitamos, como discípulos suyos, entender dos cosas medulares: la soberanía de Dios y la responsabilidad humana.  Así que veremos hoy la soberanía de Dios en la salvación y la responsabilidad humana en la salvación.

I. La soberanía de Dios en la salvación

            V. 25-26 “25 En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. 26 Sí, Padre, porque así te agradó”. Lo primero que yo deseo que vean es que Jesús nos quiere enseñar a nosotros quienes somos sus discípulos lo mismo que les enseñó a sus apóstoles. ¿Qué cosa? Que Dios es soberano en la salvación de pecadores.

            Hermanos, conocer sobre la soberanía de Dios en la salvación de pecadores es parte del discipulado cristiano. Esto no es una doctrina únicamente para los maduros en la fe. Conocer y estudiar la soberanía de Dios es parte fundamental de la instrucción cristiana. Todos nosotros debemos ser conocedores del hecho de que Dios es soberano no solo sobre el mundo y las cosas materiales sino también sobre la salvación de cada alma que se convierte en este mundo. ¿Conoces de la doctrina como se te ha enseñado? ¿La has abrazado como Cristo mismo la ha abrazado?   

            ¿Cómo Jesús la enseña en este pasaje? Fíjate que Jesús comienza diciendo: “En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo”. Mateo no nos dice en qué tiempo en particular. Si te das cuenta es muy vago. No nos da detalles. Pero el pasaje paralelo en Lucas 10:21-22 se da en el contexto del reporte de los 70 misioneros enviados por Jesús a evangelizar. Así que se da en un contexto evangelístico. Y yo creo que eso es cómo debemos verlo aquí. Mateo nos dice que luego de que Jesús anunciara el castigo a los que escucharon y vieron y no se arrepintieron Jesús procura explicarnos el por qué es así.

            Y qué es lo primero que Jesús hace: el adora al Padre. Mira cómo lo narra Lucas 10:21 “21 En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra,”. Mateo 11:25 “25 En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra”. Aquí Jesús nos enseña algo muy importante. La doctrina bíblica de la soberanía de Dios en la salvación de pecadores debe ser motivo de adoración. Si esta no te lleva a postrarte delante de Dios y confesar: “oh Dios, tú eres Dios, tú eres Rey, tú eres Señor, todo lo que existe es tuyo y tú tienes todo el derecho de hacer lo que tú quieras con lo tuyo y mi alma se regocija en esto”. Es que no has entendido la doctrina. Así que lo primero que Jesús hace cuando ve que muchos no se han arrepentido ante su mensaje es adorar al Padre.

            Y no solo eso: Jesús confiesa que el Padre es soberano. “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra”. Es decir, yo Padre reconozco que tú eres Señor, que significa Dueño, Propietario, Rey del cielo y de la tierra. El es Rey, Dueño y Señor absoluto de todo lo que existe. Como dice el Salmo 24:1 “1 De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan”. Ese es el concepto de Dios que debemos tener nos dice Jesús. Y por tanto Dios tiene el derecho de hacer lo que quiera con lo suyo.

            Y nos dice algo más que es chocante: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños”. Aquí Jesús reconoce hermanos, que Dios Padre tiene la libertad de revelar su salvación a unos y no revelarla a otros. A unos el Padre les “escondió estas cosas”. ¿Cuáles? Las que pertenecen a la salvación; ese es el contexto. Y a otros se las reveló. He ahí el misterio de la doctrina de la elección soberana. Pablo dice en Romanos 9:15 “15 Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca”. Dios es libre en tener misericordia de quien El quiera y de compadecerse de quién quiera. Por eso dijo Jesús en Mateo 13:10-11 “10 Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? 11 El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado”.

            Pero alguien pudiera preguntar eso es producto del pecado del pueblo. ¿Qué contesta Jesús? Jesús atribuye todo esto a la soberana voluntad de Dios Padre. V. 26 “26 Sí, Padre, porque así te agradó”. A ti Padre te agradó revelar tu gracia salvadora a los niños, es decir, a los que por tu gracia suavizadora has hechos recipientes de tu mensaje sean estos niños, jóvenes o adultos. Sean estos eruditos, o sin educación. A aquellos que por tu gracia reconocen que dependen totalmente de ti. Que sin ti no son nada. Y la has escondido de aquellos pecadores que se creen que por su sabiduría y astucia no necesitan de ti ni de tu salvación.

            Pero nos dice algo más Jesús. Nos dice que esta salvación depende absolutamente de la libre soberanía del Hijo de revelar al Padre a quien el Hijo quiera. V. 27 “27 Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar”. Todas las cosas referente a la salvación le han sido entregadas por su Padre. En la eternidad tu nombre fue grabado por el Padre en el corazón del Hijo, metafóricamente. El Padre ama salvar. El Padre tu misericordia de los pecadores que vio como caídos y envió a su Hijo para que muriera por ellos. Hay armonía en el plan de salvación entre las personas de la Trinidad.

            Y así como el Padre es soberano en ocultar y revelar estas cosas según su libre voluntad de igual manera tiene libertad el Hijo al Padre y su salvación “aquel a quien el Hijo lo quiera revelar”.

            Hermanos, Dios es soberano en la salvación de pecadores. Dios no es un monigote que podemos nosotros manipular a nuestro antojo. El no es un dios que tiene que pedirle permiso a alguien porque todo es de Él. Nosotros todos somos pecadores y no merecemos nada bueno de parte de Dios excepto su ira y condenación. “Porque todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios”, Romanos 3:23. Y el pecado nos había cegado espiritualmente. Nosotros también no podíamos ver la gloria de Dios en el rostro del Señor Jesús. Nosotros también no creíamos, ni le amábamos. Y por causa del pecado jamás íbamos a venir a Jesús para tuviéramos vida.

            Pero Dios en su misericordia puso su amor sobre ti desde antes de la fundación del mundo. Y Jesús vino con la encomienda de dar su vida en rescate de ellos. El como el Buen Pastor vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.

            No te olvides que no eres tú quien buscas a Dios sino que es Dios quien te busca a ti. Todo lo que eres como cristiano, como hijo de Dios, como heredero del reino de cielos se lo debes al amor electivo de Dios Padre y al sacrificio perfecto de Cristo y al poder omnipotente del Espíritu Santo llamándote irresistiblemente. Y esto de pura gracia.

            Es esta verdad la que Jesús nos dice: debe producir en nuestras vidas un sentido de asombro ante la grandeza de Dios. Debe producir un sentido de humildad de que cómo es posible que Dios me escogiera para ser su hijo a un vil pecador como yo.

            Pero entonces se levanta una pregunta. Si Dios es soberano en la salvación de pecadores. ¿Qué pito yo tomo en este asunto? Jesús nos enseña acerca de la responsabilidad humana en la salvación de pecadores.

II. La responsabilidad humana en la salvación

            V. 28 “28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. Jesús nos dice que aunque Dios es soberano en la salvación de pecadores el hombre es responsable ante el mensaje de salvación.

            Hermanos, no te asombres cuando muchos no quieren escuchar nuestro mensaje. Todo está en las manos de Dios y bajo su control.

            ¿Qué debemos hacer cuando eso pasaje? Hacer lo que Jesús hizo. Llamó con amor y misericordia a los pecadores así mismo. Y les dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. El llamado es universal. Como dice Pablo en Hecho 17:30 “manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan”.

            Aquí Jesús nos enseña hermanos que el pecado produce un sentido de trabajo y de peso o carga. Por causa del pecado todos estamos trabajados y cargados. Todo el sufrimiento del mundo es fruto del pecado de Adán y Eva. Cuando Jesús dice: trabajados y cargados lo que hace Jesús es que veas la realidad del pecado en el mundo y en nuestras vidas a través de la realidad de la miseria que hay en el mundo. Todos sentimos fatiga. Todos nos sentimos afanados, angustiados, llenos de ansiedad, llenos de temores. Con frustraciones a todos lados. Frustraciones económicas, de salud, del caos en la sociedad, de soledad, de inseguridad, etc. Todo eso revela que hay pecado en el mundo y que nosotros también somos pecadores.

            Pero aquí Jesús nos revela que para todo trabajo y carga El es nuestro descanso. Todos los que vienen a El en fe y en arrepentimiento, con todos sus trabajos y cargas, con todas sus frustraciones y luchas y con todos sus pecados Él les dará descanso. Quitará de nuestras espaldas el peso de la culpa del pecado. Quitará nuestra ansiedad de las enfermedades al saber que El puede sanarnos ahora y que al final, en la resurrección nos espera resucitar con un cuerpo glorioso, inmoral y libres de pecado. Que el temor de Jehová absorbe todos los temores porque nuestro Dios es soberano absolutamente sobre todo.

            Pero hay algo más. Esta oferta de salvación requiere no solo venir a El sino también: V. 29-30 “29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; 30 porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”. Conlleva llevar sobre nosotros el yugo de Cristo. Aceptar que El es el Dueño de nuestras vidas. Que su autoridad sobre nosotros es absoluta. Que vivimos para Él. Y que su Palabra es la verdad absoluta sobre nuestras vidas.

            Pero no te asustes porque su yugo es fácil y ligera es su carga. Servirle a El nos libera. Tenerle como Señor y Salvador nos lleva a vivir en alegría, en paz, en seguridad. Y podemos disfrutar de la seguridad del amor de Dios, del gozo en el Espíritu Santo, de la seguridad de la vida eterna, de la compañía de los demás creyentes, de la protección de los ángeles. El saber que todos nuestros pasos son ordenado por Dios para nuestro bien. Que tenemos en Jesús no solo un Salvador sino un Rey que nos defiende, que nos hace obedientes, que nos regresa al camino recto cuando nos apartamos, que su Espíritu Santo nos da vida y fortaleza en el creer. Que Jesús es nuestro hermano mayor que ha ido al frente de nosotros marcándonos cuáles son las pisadas que debemos pisar. En fin hermanos, venir a Cristo dará paz a nuestras almas cual el mundo no puede dar. Ven a Cristo. Ven ahora y descansa en El.

Sermón: Mateo 10:34-39 Lo que cuesta seguir a Cristo

Mateo 10:34-39 “34 No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. 35 Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; 36 y los enemigos del hombre serán los de su casa. 37 El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; 38 y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. 39 El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará.”

 

            Sabes qué, una de las cosas que a mí no me gusta es que no me hablen claro. A veces cuando uno habla con un vendedor sea de comida o cualquier otra cosa ellos se limitan a decir los esencial sin entrar en detalles para así asegurar una venta. Y luego cuando uno compra el producto y comienza a usarlo o a espulgarlo uno descubre que no es lo que uno esperaba. Cuando esto ocurre es inevitable que uno se frustre o se decepcione.

            En esto como en otras cosas Jesús es distinto a los vendedores que hemos ilustrado. Jesús hablaba claro. Tú sabías a ciencia cierta con quién hablabas y lo que El desea de nosotros.

            Lamentablemente algunos con deseos que ganar almas para Cristo ocultan el costo del discipulado. Ocultan lo que implica seguir a Cristo. ¿Con qué propósito? Para que nadie se engañe. Para que nadie diga: me han engañado, yo no sabía lo difícil que era ser cristiano. Yo no sabía lo que implicaba recibir a Cristo como mi Profeta, Sacerdote y Rey. Por eso Jesús les dice aquí en este pasaje a los apóstoles y a nosotros lo que implica y lo que cuesta ser cristianos. Sí, hay bendiciones. Sí, recibimos la vida eterna. Disfrutamos de tener a Dios como Padre y de su cuidado paternal. Sabemos que Dios ordena todas las cosas para nuestro bien porque amamos a Dios. Pero también incluye un costo de seguir a Cristo. Y de eso trata el pasaje de Mateo 10:34-39. ¿Cuál es el costo de seguir a Cristo? Nos va a costar: 1. La ruptura de lazos familiares. 2. Reorganizar los afectos familiares. 3. Perder la vida para hallarla.

¿Cuál es el costo de seguir a Cristo?

I. La ruptura de lazos familiares

            V. 34-36 “34 No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. 35 Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; 36 y los enemigos del hombre serán los de su casa.”

            Hermanos amados, es increíble que Jesús diga esas palabras. ¿Sabes por qué? Porque desde el AT Dios había revelado que el Mesías sería un “Príncipe de paz, Isaías 9:6. Y dice más Isaías 9:7 “Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite”. Además cuando los ángeles que anunciaron a los pastores que guardaban las vigilias de la noche recibieron la noticia en Lucas 2:14 “14 ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!”. En cambio Jesús nos dice aquí: “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada”. ¿Cómo podemos entender esto?

            Lo que Jesús nos está enseñando es aunque el evangelio anuncia la paz y logra la reconciliación entre Dios y los hombres no siempre el mundo aceptará esa oferta de paz y reconciliación. Muchos rechazan el evangelio.

            Y Jesús dice más: y no te asombres si también tu propia familia te rechaza a ti. En otras palabras, el efecto que produce el evangelio por causa del pecado del ser humano es inevitablemente que muchos lazos familiares se rompan. No porque nosotros deseamos romperlos. No porque Dios desea romperlos. Si no porque aún nuestra propia familia muchos nos rechazarán por nosotros seguir a Cristo. Por eso Jesús nos dice que El no vino para traer paz solamente a la tierra, sino también mi evangelio es como una espada que divide incluso lo lazos más importantes en la familia. Al punto nos dice Jesús en el V. 36 “36 y los enemigos del hombre serán los de su casa.” Y los enemigos del hombre, de cualquier hombre y mujer cristiana serán tristemente los de su casa.

            De esta triste realidad muchos cristianos pueden testificar. Algunos diciendo que desde que se hicieron cristianos sus padres no quieren saber de él. Piensan que les han lavado el cerebro. Y tal ve alguno de nosotros podemos testificar de cómo muchos en nuestra propia familia nos sacan el cuerpo. Y dicen: “bueno, podemos ir para tal sitio si no va fulano de tal”. Y algunos hacen actividades familiares sin notificarnos. E incluso he sabido de hermanos que han acusado a su hermano en el departamento de la familia por la manera en la cual educan y disciplinan en el temor del Señor a sus sobrinos.

            Así que Jesús nos dice: seguirme cuesta. Tú quieres ser mi discípulo, tú quieres el perdón de pecados en base a mi sacrificio, tú deseas ser limpio de tus pecados, y convertirte en hijo de Dios y disfrutar de todos los privilegios y de todas las libertades que ellos disfrutan. Entonces, entiende que ser mi discípulo te costará la pérdida de lazos familiares. Muchos de ellos se cortarán. ¿Estás dispuesto a soportarlo? No es que es algo que tú busques a hacer. Ningún cristiano debe buscar romper lazos familiares. Pero por seguir a Cristo fielmente, como debe ser, en obediencia a sus mandamientos, viviendo para Él, producirá tal ruptura de tu familia hacia ti.

            Pero eso no es todo. El costo de seguir a Cristo conlleva también, se segundo lugar, reorganizar los afectos familiares.

II. Reorganizar los afectos familiares

            V. 37 “37 El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí;” Hermanos, nadie debe pensar que Dios no nos llama a amar a nuestros padres ni a nuestras madres ni a nuestros hijos o hijas. Es todo lo contrario. Es más la última profecía del AT y la primera profecía del NT hablan acerca de cómo la salvación que Cristo trae al mundo produce un cambio de corazón y reconciliación entre los padres y los hijos. Dice Malaquías 4:5-6 “5 He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. 6 El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición”. La transformación que Jesús produce en nosotros por su Espíritu Santo es amor, respecto, fidelidad, dedicación y cuidado hacia nuestros padres, madres, hijos e hijas.

            Pero Jesús nos dice: a veces el amor a los padres, madres, hijos e hijas entrará en competencia con mi amor. Cuando esto suceda no te olvides que tu amor por ellos no puede ser mayor que tu amor por mí. Este es el primero y grande mandamiento. Dice Marcos 12:30-31 “30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. 31 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos”.

            ¿Sabes qué? Nosotros debemos amar a nuestros padres grandemente. Todos deben ser amados. Y muchos son verdaderamente dignos de amar. Nos han traído al mundo. Nos han cuidado. Nos han mimado. Han estado con nosotros en las buenas y en las malas. Se han desvivido por nosotros. ¿Cómo no debemos amarlos intensamente?

            Pero Dios Padre sobre pasa la grandeza, amor, bondad y cuidado que nuestros mejor padres terrenales pueden darnos. El nos cuidad 24/7. El ordena todas las cosas para nuestro bien. El no solo nos dio la vida sino que la sostiene cada segundo. Cada palpitar de nuestro corazón se la debemos a Dios. Y sobre todo aunque merecíamos la muerte eterna en el infierno, El envió a su Hijo unigénito para sufrir en pago por nuestros pecados. Para que todos y cada uno de ellos fueran perdonados gratuitamente.  Si grandes son algunos de nuestros padres más grande es el Padre que está en los cielos, Padre de nuestro Señor Jesucristo.

            Y Jesús nos dice algo más. El que ama a su padre, madre, hijo o hija más que a mí “no es digno de mí”. Lucas 14:26 lo pone más fuerte: “26 Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo.” Y si no podemos ser discípulos de Cristo porque hemos puesto a nuestra familia en primer lugar antes que a Cristo, no seremos salvos.

            Así que hermano, seguir a Cristo cuesta. Nos costará a veces decirle a nuestros padres e hijos: lo lamento, hacer lo que me pide van en contra de lo que Jesús manda, va en contra de mi fe, de mi amor por Jesús, va en contra de mi compromiso de vivir y seguir a Jesús en las buenas y en las malas.

            Pero eso no es todo. ¿Cuál es el costo de seguir a Cristo? Nos costará el perder la vida para hallarla.


III. Perder la vida para hallarla

            V. 38-39 “38 y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. 39 El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará”. ¿Qué significa tomar la cruz? Aunque todavía Jesús no había anunciado su muerte y los apóstoles ni se imaginaban que Jesús moriría crucificado. Para los discípulos era común relacionar el llevar la cruz con la muerte. La crucifixión en aquella época era común. Así que lo que Jesús desea que tengamos presente es que el que no esté dispuesto a seguirme incluso hasta la muerte, si se nos requiere, no es digno de mí. Y esto no solo para los ministros sino para todo cristiano.

            Y no solo eso. El versículo 39 tiene dos partes:

1. El que pierda la vida en martirio la hallará en la resurrección de los muertos. No por haberla merecido, lejos esté de nosotros ese pensamiento. Si no como promesa de Dios a los que sean llamados a sellar su fe con su sangre. Y…

2. El que pierda su vida al hacerla morir cada día al negarnos a nosotros mismos por seguir a Cristo también recibiremos la recompensa de la vida. Mateo 19:29 “29 Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.”

            Que podemos decir de todo esto. Lamentablemente hay muchos en las iglesias que creen que seguir a Cristo no debe costar nada. Y cuando se encuentran con la realidad se apartan del evangelio. O procuran buscar una iglesia en donde no les recuerden el costo.

            Pero hermanos amados en el Señor, la vida cristiana es la vida más hermosa que podemos tener en este mundo. Es la única que nos sostiene en tiempos de prueba y nos capacita para superar con una mente sana toda prueba. ¿Cómo así? Porque Como dice Hebreos 12:5b-6 “No te desampararé, ni te dejaré; 6 de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré Lo que me pueda hacer el hombre”.

            Pero esas bendiciones y gracia de parte de Dios implican unas responsabilidades y conlleva un costo. Si no estás dispuesto a pagar el costo, tristemente y con dolor en el alma te digo: no eres digno de Jesús. Quiera Dios que cada uno de nosotros cuente el costo de seguir a Cristo y no vivamos engañados.  

Sermón: Hechos 4:19 El Deber de la Desobediencia Civil (parte 2)

Hechos 4:19 “19 Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios;”

        Amada iglesia en el estudio de este pasaje que comenzamos el domingo pasado señalamos que podemos ver por los menos tres cosas importantes del mismo: 1. Que es nuestro deber obedecer las autoridades superiores. 2. Que en algunas circunstancias es nuestro deber desobedecer las autoridades superiores y 3. ¿Cómo Jesús, los apóstoles y la iglesia primitiva lo hicieron?

            El domingo pasado estudiamos la primera. Y allí recordamos que es el deber de todo ser humano y de todo creyente obedecer a las autoridades superiores, es decir, el Magistrado civil o el gobierno. La base de esto descansa en que es Dios quien instituye el gobierno. La autoridad que posee el gobierno no deriva del pueblo sino de Dios mismos. Claro está, reconocemos que la forma que ese gobierno adquiere varia de nación a nación y que esa forma debe su origen a la creación del pueblo. Eso lo vemos claramente tanto en el gobierno de los EE. UU. como en el gobierno de Puerto Rico. Por eso el apóstol Pedro 1 Pedro 2:13-14 (diciendo esencialmente lo mismo que dice Pablo en Romanos 13) nos dice “13 Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, 14 ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien.” En un sentido el gobierno es una institución humana. La forma en que se crea varia de nación a nación pero su autoridad última descansa en Dios quien lo creó.

            Así que de Hechos 4:19 podemos ver que es justo delante de Dios obedecer a las autoridades superiores. Aunque estas autoridades sean impías, aunque lo que legislen sea difícil, molestoso y oneroso (como cuando legislan que tenemos que pagar impuestos), aún así somos llamados a obedecer a las autoridades superiores. Pero su autoridad es delegada por Dios mismos y él tiene la responsabilidad de dar cuentas ante Dios de su autoridad delegada. Somos llamados a obedecer.

            ¿Pero cuando el gobierno no solo ordena leyes difíciles, molestosas y onerosas sino que traspasa sus límites establecidos por Dios cuál es nuestro deber? ¿Debemos siempre obedecer? ¿Cuándo sí y cuándo no?

            A la luz de Hechos 4:19 hay algunas circunstancias en que es el deber del cristiano desobedecer al estado.  

II. En algunas circunstancias es nuestro deber desobedecer las autoridades superiores

            Mira como lo dice Pedro: En lo que piden, en lo que se nos ordena de que “en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús.”, dice Pedro “No es justo obedecer a ustedes antes que a Dios”. Es decir, aunque somos llamados a obedecer a las autoridades superiores, al gobierno civil, o todos aquellos que estén en autoridad sobre nosotros, nuestra obediencia es primeramente a Dios.  Si te das cuenta tales palabras significan que nuestra obediencia a Dios está por encima de la obediencia a los hombres. Y en el contexto significa que no podemos obedecerles si nos prohíben algo que Dios nos ha ordenado. Y si nos prohíben hacer algo que Dios nos ha ordenado no nos queda otro remedio que desobedecer tal orden humana. Por eso cuando se les prohibió predicar acerca de Jesús y de la resurrección ellos dijeron V. 20 “20 porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.” Y aunque Dios nos llama a obedecer a las autoridades civiles también Dios nos llama a desobedecerlas cuando ellas nos ordenan a no hacer lo que Dios manda o a hacer lo que Dios prohíbe. Esta es la base de la desobediencia civil bíblica.

            Fíjate que Pedro da a entender que tal desobediencia no es opcional para el cristiano. Al decir en el V. 20no podemos dejar” está diciendo: esto no es una opción para nosotros. Si tu me dices que debo pagar por el gasto de agua que se consuma en la iglesia, o de luz o impuestos de la propiedad al Crim, con eso no hay problema alguno. Pero no nos puedes prohibir predicar lo que hemos visto y oído, si nos prohíbes predicar la Palabra te tenemos que decir que no podemos hacer eso: “no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.” No es una opción para nosotros porque no es justo delante de Dios que los obedezcamos a ustedes antes que a Dios.

            ¿Cómo reaccionó el sanedrín? V. 21 “Ellos entonces les amenazaron y les soltaron, no hallando ningún modo de castigarles, por causa del pueblo”. El sanedrín esperaba que los apóstoles se acobardaran y cumplieran la orden que les dieron. ¿Cumplieron los apóstoles? Claro que no. En Hechos capítulo 5 se nos narra que cuando los apóstoles son nuevamente apresados y Dios los saca de la cárcel milagrosamente y regresan a enseñar en el templo el jefe de la guardia los busca pero esta vez los trae al sanedrín sin violencia y el sumo sacerdote les dice en Hechos 5:28 “28 ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre.” ¿Cómo respondieron los apóstoles a la interrogación? V. 29 “29 Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.” Los apóstoles desobedecieron la orden de no predicar el evangelio. ¿Por qué? Porque para ellos como para cualquier cristiano Dios está por encima de todos. Y cuando hay un conflicto de obediencias el cristiano sabe que debe obedecer a Dios antes que a los hombres. Y si es necesario debe desobedecer a las autoridades civiles, es decir, al gobierno. Tal desobediencia al estado, al gobierno civil, es obediencia a Dios.

            Y esto nos recuerda que nuestro amor supremo lo es a Dios antes que a cualquier criatura. Dice Marcos 12:30-31 “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. 31 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.” El cristiano no puede sino amar a Dios sobre todas las cosas. Yo le amo porque Él me ha amado primero “y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.” (1 Juan 4:10).  

            ¿Pero tal desobediencia nos podría llevar a la cárcel u otro castigo incluyendo multas? La respuesta es que eso es posible.  Los apóstoles sufrieron cárceles por su desobediencia civil. Fueron perseguidos. Algunos fueron asesinados.  

            Ellos supieron cómo hacerlo.

III. ¿Cómo Jesús, los apóstoles y la iglesia primitiva lo hicieron?

            Jesús, los apóstoles y la iglesia primitiva practicaron la desobediencia civil. ¿Cómo lo hicieron?

            A. ¿Cómo lo hizo la iglesia primitiva?

            Cuando los romanos conquistaban a los pueblos no les prohibían que estos siguieran adorando a sus dioses.  Los cristianos en la iglesia primitiva no fueron perseguidos por ser meramente cristianos y creer que Jesús es Dios y que la salvación es por gracia y no por obras. A los romanos no les molestaba ni les importaba eso. En el imperio romanos tú podías creer prácticamente cualquier religión sin prácticamente tener problemas. Pero el estado requería de todos sus súbditos, alguna que otra vez, ofrecieran incienso al emperador romano como un dios. Y tenían que proclamar Kyrios Cesar (César es el Señor). ¡Eso es todo! Para un cristiano es: ¡imposible tal declaración! Y por no hacerlo fueron llevados al circo para ser despedazados por las fieras. Nerón los guindaba de postes y los encendía en fuego para alumbrar sus jardines de noche. La iglesia primitiva practicó la desobediencia civil. Para ellos obedecer a Dios es más importante que su misma vida. Ellos hicieron suyos las palabras de Jesús en Lucas 14:26 “26 Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo.” Un creyente aborrece su vida, es decir, ama a Jesús por encima de su propia vida.

            Pero no solo la iglesia primitiva practicó la desobediencia civil  sino también Pablo además de Pedro. Veamos.

            B.  Los apóstoles  ejemplificados por Pablo

                        1. Hechos 23:1-7 “1 Entonces Pablo, mirando fijamente al concilio, dijo: Varones hermanos, yo con toda buena conciencia he vivido delante de Dios hasta el día de hoy. 2 El sumo sacerdote Ananías ordenó entonces a los que estaban junto a él, que le golpeasen en la boca. 3 Entonces Pablo le dijo: ¡Dios te golpeará a ti, pared blanqueada! ¿Estás tú sentado para juzgarme conforme a la ley, y quebrantando la ley me mandas golpear? 4 Los que estaban presentes dijeron: ¿Al sumo sacerdote de Dios injurias? 5 Pablo dijo: No sabía, hermanos, que era el sumo sacerdote; pues escrito está: No maldecirás a un príncipe de tu pueblo. 6 Entonces Pablo, notando que una parte era de saduceos y otra de fariseos, alzó la voz en el concilio: Varones hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo; acerca de la esperanza y de la resurrección de los muertos se me juzga. 7 Cuando dijo esto, se produjo disensión entre los fariseos y los saduceos, y la asamblea se dividió.” No olvidemos que Pablo está detenido ilegalmente. A él se le violaron sus derechos como ciudadano romano. La autoridad es legal pero el procedimiento es ilegal. Pablo estaba nuevamente ante el sanedrín, la corte o concilio judío. Y cuando comienza a presentar su defensa el sumo sacerdote le ordena a los que estaban junto a él que le dieran en la boca. A lo cual Pablo responde V. 3 “3 Entonces Pablo le dijo: ¡Dios te golpeará a ti, pared blanqueada! ¿Estás tú sentado para juzgarme conforme a la ley, y quebrantando la ley me mandas golpear?” ¿Qué principios podemos ver aquí?

                                    a. todos tenemos derecho a defendernos en las cortes.

                                    b. las cortes están sujetas a la ley de Dios. Ellos deben actuar en conformidad a la ley y no estar por encima de la ley. La ley tiene autoridad sobre las cortes, el gobierno y el estado. Ningún gobierno tiene la autoridad de estar por encima de la ley. La ley es rey y no el gobierno es rey.

                                    c. es nuestro deber como cristianos respetar a las autoridades superiores. V. 5 “escrito está: No maldecirás a un príncipe de tu pueblo.” Esto es una cita de la ley civil del AT en Éxodos 22:28 que establece el principio de honrar y respetar a aquellos que están en autoridad sobre nosotros.

                                    d. en nuestra defensa debemos tener una estrategia. Es decir, debemos y podemos defendernos con toda estrategia y astucia: divide y conquista. V. 6-7 “6 Entonces Pablo, notando que una parte era de saduceos y otra de fariseos, alzó la voz en el concilio: Varones hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo; acerca de la esperanza y de la resurrección de los muertos se me juzga. 7 Cuando dijo esto, se produjo disensión entre los fariseos y los saduceos, y la asamblea se dividió”.  

            2.  Hechos 25:10-12 “10 Pablo dijo: Ante el tribunal de César estoy, donde debo ser juzgado. A los judíos no les he hecho ningún agravio, como tú sabes muy bien. 11 Porque si algún agravio, o cosa alguna digna de muerte he hecho, no rehúso morir; pero si nada hay de las cosas de que éstos me acusan, nadie puede entregarme a ellos. A César apelo. 12 Entonces Festo, habiendo hablado con el consejo, respondió: A César has apelado; a César irás.” Pablo tenía una doble ciudadanía: era judío y era ciudadano romano también. Al igual que nosotros para bien o para mal. Vemos aquí cómo Pablo utiliza su derecho como ciudadano romano para la protección de las leyes. El procurador romano Festo estaba violando la ley romana al detener a Pablo por dos años sin juicio por congraciarse con los judíos; esto fuerza a Pablo a apelar al César. Así que para Pablo el gobierno no es un mal necesario como diría San Agustín o Abraham Kuyper sino una institución humana establecida por Dios para preservar el orden, la ley y la justicia.

            C. Y qué podemos decir de Jesús.

                        1. Jesús mismo enseña que el pueblo judío tenía que obedecer las autoridades eclesiásticas de la época, pero con una condición. Mateo 23:2-4 “2 En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. 3 Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen. 4 Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.”

                        2. Jesús ante Pilatos en Juan 19:9-11 “9 Y entró otra vez en el pretorio, y dijo a Jesús: ¿De dónde eres tú? Mas Jesús no le dio respuesta. 10 Entonces le dijo Pilato: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte? 11 Respondió Jesús: Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene.” Jesús le dice a Pilato que su autoridad sobre Él fue delegada “si no te fuese dada de arriba”. Así mismo dijo Pablo. Pero lo interesante del caso es el silencio de Jesús ante la autoridad de Pilato. ¿Por qué no contestó? Jesús no contestó porque su caso ya había sido ventilado. Pilato no había encontrado nada digno de muerte en Jesús. V. 6b “Tomadle vosotros, y crucificadle; porque yo no hallo delito en él.” Aún así Jesús se sometió a un procedimiento ilegal y vicioso para nuestra salvación.

            Así que Dios nos llama a obedecer a las autoridades superiores, es decir, al estado. Pero hay momento en cuanto desobedecer es un deber. Para ello debemos recordar que nuestro amor y obediencia a Dios es supremo sobre todas las cosas y sobre toda institución humana. Para nosotros Dios es primero y agradarle a Él es más grande que agradarnos a nosotros mismos. Obedecer a Dios va por encima de obedecer a los hombres.

            Lamentablemente el gobierno en nuestros días se está atribuyendo poderes que van por encima de los que Dios les ha delegado. ¿Qué podemos hacer nosotros al respecto?

            1. Debemos orar por el gobierno. 1 Timoteo 2:1-2.  

            2. Debemos demostrarles que somos ciudadanos ejemplares que obedecemos la leyes aunque sean onerosas y difíciles de cumplir. Como aquellos que pagamos nuestros impuestos. Tito 3:1 “1 Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra.” Al decir: recuérdales Pablo nos enseña que por causa del pecado y una equivocada creencia acerca del Señorío de Cristo ha llevado a la iglesia a menospreciar a las autoridades superiores. Por eso Pablo les recuerda que el hecho de que sean cristianos no les libra de obedecer al gobierno.

            3. Debemos influenciar al gobierno. Somos llamados a ser la luz del mundo y la sal de la tierra. Debemos alumbrar a todos y debemos sazonar a todos con la Verdad del evangelio y de toda Verdad dada por Dios en todas las áreas de la vida. No seamos como decía Bruce Lee en su supuesta filosofía de vida: seamos agua. Jesús nos dice se sal y se luz. Busca estar salado con la sal del evangelio.

            4. Debemos seguir predicando el evangelio porque solo el evangelio cambia las vidas. Pero para ello necesitamos recuperar nuestra plena confianza de la Palabra de Dios. Debemos creer en su inerrancia, en su infalibilidad, en su inspiración verbal y plenaria. Y debemos vivir como ciudadanos del reino de los cielos.

            5. Pedro pudo decir lo que dijo sabes por qué porque él estaba lleno del Espíritu Santo. Hechos 4:8. Esa llenura es el fruto de la comunión con Cristo en donde dejamos que la Palabra de Dios more ricamente en nuestros corazones y nos moldee según su voluntad. Esa es la base para poder ser fieles a Dios por encima de la autoridad de los hombres.

            Y por último, 6. No debemos temer a los hombres. Ellos solo pueden tomar nuestro cuerpo por un poco de tiempo pero jamás para siempre. Porque Cristo compró nuestro cuerpo y nuestra alma con su preciosa sangre. Mi cuerpo y mi alma están unidos a El espiritual pero realmente. Y yo soy de Él y Él es mío para siempre. Amén.

 

Sermón: Hechos 4:19 El Deber de la Desobediencia Civil

Hechos 4:19 “19 Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios;”

            Aquí en Puerto Rico sabemos que es nuestro deber no solo como ciudadanos sino como cristianos el obedecer a las autoridades superiores, es decir, el gobierno. Pero pregunto yo: ¿Es ese deber absoluto? ¿Puede el creyente por alguna circunstancia meritoria desobedecer al estado? ¿Qué nos enseña la Biblia al respecto? De eso mismo trata el versículo bíblico que hemos leído.

            Pero antes de ver lo que nos enseña el pasaje debemos ver cuál es el contexto de pasaje. El contexto tiene su origen en la sanidad que Pedro y Juan le hicieron a un hombre cojo de nacimiento. Y a la predicación de Pedro acerca de Jesús y la resurrección. La acusación de Pedro de que las autoridades judías se habían unido con los romanos para matar al Santo y al Justo prefiriendo en su lugar a un homicida, sin lugar a dudas una referencia clara a Barrabás, exacerbó los ánimos de las autoridades judías. Ellos por envidia y resentidos de que se predicara al pueblo en el recinto del templo ordenan al capitán de la guardia del templo que arreste Pedro y a Juan y como era tarde en la noche los pone en la cárcel. Esto es dirigido por el sanedrín que es la corte judía o concilio. Ellos tienen autoridad para tratar asuntos relacionados con el judaísmo. Y tienen autoridad de poner a alguien en la cárcel.

            Al día siguiente reunido el concilio con Pedro y Juan y la presencia del excojo le preguntan V. 7 “¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto?”. En otras palabras, quién les dio la autoridad para hacer lo que están haciendo. A lo cual contestan en el V. 10-12 “en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano. 11 Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. 12 Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” Es como si dijeran: “Nosotros: Juan y yo actuamos bajo la autoridad y en el nombre del Señor Jesucristo, en el único nombre en el cual podemos ser salvos. Bajo tal poder y autoridad se ha hecho este milagro”.

            Lo triste del caso es la reacción de tales autoridades. Ya que viendo que un milagro se había hecho y no lo podían refutar, en vez de humildemente sentarse a escuchar con fe lo que los apóstoles les tenían que decir, actuaron irracional y absurdamente. Mira los V. 14-18 “Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba en pie con ellos, no podían decir nada en contra. 15 Entonces les ordenaron que saliesen del concilio; y conferenciaban entre sí, 16 diciendo: ¿Qué haremos con estos hombres? Porque de cierto, señal manifiesta [NVI: “milagro evidente”] ha sido hecha por ellos, notoria a todos los que moran en Jerusalén, y no lo podemos negar. 17 Sin embargo, para que no se divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno en este nombre. 18 Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús.” Se les amenazó y se les dio una orden prohibiéndoles que predicaran a hombre alguno las buenas nuevas del evangelio del Señor Jesús.

            A lo cual respondieron: “Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios;”

            De este pasaje podemos ver por lo menos tres cosas: 1. Es nuestro deber obedecer las autoridades superiores. 2. Que en algunas circunstancias es nuestro deber desobedecer las autoridades superiores y 3. ¿Cómo Jesús, los apóstoles y la iglesia primitiva lo hicieron? Hoy solo vamos a exponer el primer punto: es nuestro deber obedecer a las autoridades superiores. Veamos.

I. Es nuestro deber obedecer a las autoridades superiores

            Mira cómo lo dice Pedro: “es justo delante de Dios obedecer a vosotros”. Es el deber de todo cristiano y de toda persona el obedecer las autoridades superiores. ¿Por qué? ¿Por qué el gobierno tiene su origen en un contrato social con el pueblo? ¿Por qué el gobierno deriva sus poder del poder de los gobernados? No. Es nuestro deber obedecer a las autoridades superiores porque mismo Dios las ha instituido. Mira Romanos 13:1-6 “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. 2 De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. 3 Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; 4 porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. 5 Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia. 6 Pues por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo.” Este es uno de los pasajes más importante con respecto a la teoría política según la Biblia. Y aquí hay varias cosas aquí que son importantes.

            1. El gobierno debe su origen y creación a Dios mismo. Dice: “no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas.” Hermanos, el estado no es un invento de los hombres sino que debe su origen a Dios mismo. Y es Dios mismo quien nos ordena someternos a tales autoridades.

            Pero hay varias cosas importantes que debemos tener presente:

                        a.  la autoridad del gobierno es delegada por Dios mismo. Esto implica que el gobierno tiene una responsabilidad ante Dios quien es el que delega tal responsabilidad. El estado es “ministro” de Dios, es decir, es servidor de Cristo quien es el Rey de reyes y Señor de señores. La autoridad del estado emana de Dios y no de los hombres.

                        b. Ninguna forma de gobierno debe procurar ser absolutista ya que su autoridad es delegada por Dios quien es el único que retiene todos los poderes en sí mismo.

                        c. Ningún gobierno tiene la libertad de gobernar separado de la autoridad divina. La separación de la iglesia y el estado no es separación del estado de Dios mismo. El estado no puede ni debe buscar separarse de Dios mismo quien fue quien lo creó y le dio la autoridad que posee.

                        d.  Ningún estado en el mundo tiene la libertad de crear leyes contrarias a la voluntad de Dios. Hacer tales leyes es rebelarse contra Dios y el resultado será que actuará tiránicamente, yéndose más allá de sus poderes delegados por Dios mismo.

            Ahora bien, continuando con el tema de la obediencia al estado, decimos del pasaje de Romanos 13:1-7, que…

            2. Esa obediencia al estado no descansa últimamente en el hecho de que el estado tiene la autoridad de castigar la desobediencia sino también por el hecho de que nuestra conciencia está atada al mandamiento de Dios de obedecerles. V. 55 Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia.

            3. Nuestro deber de obedecer al estado no depende de si nos gusta o no sus leyes. Pueden haber leyes difíciles, molestosas y onerosas aun así es nuestro deber obedecerlas. Mira lo que dice Pablo:  V. 66 Pues por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo”. ¿A quién le gusta pagar la dolorosa? Pero aunque es una ley molestosa y onerosa somo llamados a someternos porque Dios ha instituido el gobierno civil y nos llama a que nos sometamos a su autoridad.

            4. Es nuestro deber obedecer al estado aun cuando el mismo sea uno idolátrico, impío e inmoral como lo era el imperio romano. Es a ese gobierno tiránico que Pablo nos dice: sométase toda alma a las autoridades superiores.

            Todo esto está muy bien. ¿Pero cuando el gobierno no solo ordena leyes difíciles, molestosas y onerosas sino que traspasa sus límites establecidos por Dios cuál es nuestro deber? ¿Debemos siempre obedecer? ¿Cuándo sí y cuándo no?

            A la luz de Hechos 4:19 hay algunas circunstancias en que es el deber del cristiano desobedecer al estado.  De eso hablaremos el próximo día.

Aplicaciones prácticas:

1. A la luz de la Palabra de Dios es nuestro deber honrar al gobierno. Y verlo no como un mal necesario sino como dice Pablo: “un servidor de Dios para tu bien”, V. 4.

2. Y por tanto es nuestro deber el orar constantemente por el gobierno. La tarea de gobernar una nación no es tarea fácil. Y el gobierno tiende muchas a veces a asumir poderes que no les corresponden. Y orar para que el gobierno no estorbe la obra de la iglesia en predicar el evangelio y no perseguir a la iglesia. Por eso Pablo ordena a la iglesia en 1 Timoteo 2:1-4 “1 Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; 2 por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. 3 Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, 4 el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.” ¿Cuántas veces oras por el gobierno? ¿Cuántas veces oras por la conversión de los gobernantes? Sí hermanos Dios puede salvar a los políticos del país. El quiere que todos los hombres, es decir, toda clase de hombres incluyendo a los políticos del país sea salvos y vengan al conocimiento de la verdad. Tal vez lo que estamos cosechando hoy día es fruto de nuestra falta de oración.

3. No pongas tu fe no en los hombres sino en el Señor Jesús. Solo Él gobierna con perfecta justicia, verdad y misericordia. Solo Él puede escuchar como nadie una causa justa y hacer justicia y juicio entre los hombres en esta era o en la era venidera. En toda búsqueda de justicia Él es el primer juez que debes procurar. Él es el verdadero siervo de Dios para tu bien. Pero Él requiere que te sometas a su Señorío. Ya que Él es el Salvador y libertador de los que se rinden a su nombre. Ven al Señor Jesús solo Él es el Rey de reyes y Señor de señores. Amén.

Sermón: Efesios 5:15-17 Entendiendo nuestros tiempos

Efesios 5:15-17 “15 Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, 16 aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. 17 Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.”

             Hay un dicho popular que dice: cuando estés en Roma haz lo que hacen los romanos. Hay otra manera de decir este refrán: a donde fueres, haz lo que vieres. ¿Cuál es el mensaje de este dicho? El mensaje es ajústate a tu entorno. Haz lo que todo el mundo hace.

            ¿Qué podemos decir al respecto? Tal refrán es uno soberano disparate en la mayoría de los casos, claro está. Todo el contexto del capítulo 5 de Efesios nos dice todo lo contrario. Nosotros los hijos de luz debemos caminar como hijos de luz, aunque el mundo camine en tinieblas. Así lo dice el versículo 8 “8 Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz”.  Nosotros éramos por naturaleza tinieblas. Pero Dios es su gracia nos salvó. Nos hizo sus hijos. Y así como El es luz y Jesús es la luz del mundo, el Espíritu Santo nos hizo luz en el Señor. Y como somos luz en el Señor debemos andar como hijos de luz en esta generación que nos ha tocado vivir. Pero para poder andar como hijos de luz en esta generación necesitamos entender y discernir los tiempos en que vivimos.

            Hermanos, la vida cristiana se vive con entendimiento. Dios, decía John Owen, nos ha creado con una trinidad de facultades: la mente, la voluntad y las emociones. Y de esas tres es la mente el motor rector nuestro. Es a través de la mente que Dios llega al corazón y a los afectos. Por eso la vida cristiana se vive entendiendo los tiempos en que vivimos. De eso trata el pasaje que tenemos aquí en Efesios. Para poder discernir y entender los tiempos que nos ha tocado vivir: ¿qué cosas yo debo tener presente? Tres cosas básicas: (1) los días son malos (2) debemos andar como sabios (3) debemos conocer la voluntad de Dios.

            En primer lugar, los días que nos ha tocado vivir son días malos.

I. Los días son malos

            El versículo 16 nos dice: “aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.” Lo interesante del caso es que Pablo dice esto de sus propios días. Y qué es lo que caracterizaba sus días. Él nos lo dice en los versículos 3-5 “3 Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos; 4 ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias. 5 Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios.” Eso es lo que caracteriza los días de Pablo. Y no tenemos que mirar muy lejos para decir que esto mismo caracteriza nuestros días.

            Hermanos, la maldad se ha multiplicado en nuestros días. Y no podemos taparnos los ojos y pensar que no es así. Ni tampoco podemos nosotros aceptar como bueno lo que Dios mismo llama malo. Y uno de los retos que tenemos es que tan común es la maldad e impiedad en nuestros días que nosotros perdamos la capacidad de discernir entre la verdad y el error. Que tanto está dando la gota en la piedra que le haga un hoyo. En otras palabras, que nosotros veamos tales conductas pecaminosas como si fuera algo normal. Como si fuera de poca importancia. Y como si la Palabra de Dios fuera anticuada y obsoleta para nuestros tiempos.

            Hay algo importante que debemos tener presente para poder entender el mundo moderno en que vivimos. Y es contestar a ¿qué se debe que estemos hoy día como estamos? ¿Acaso el cristianismo no había impactado positivamente en el pasado a la sociedad en que vivimos? La respuesta es que sí. Pero lamentablemente esos tiempos han pasado. La influencia de la iglesia y junto con ello la influencia de la verdad de Dios y del evangelio de Cristo han ido perdiendo fuerza. La iglesia ha dejado en gran parta de ser la luz del mundo y la sal de la tierra en Cristo Jesús. Y esto ha provocado un cambio de mentalidad. ¿Cuál es ese cambio? Ese cambio es la abolición de la Verdad según Dios. El mundo no solo se ha rebelado en contra de la Verdad de Dios con respecto al evangelio sino que ha rechazado la Verdad de Dios en todas las áreas del saber. Para el mundo no existe la Verdad y punto. Para el mundo no hay Verdad absoluta sino valorizaciones. Y esto ha llegado a tal manera que toda racionalidad está siendo destruida a pasos agigantados. Al punto de decir: 2+2 no siempre es 4.

            En el pasado cuando tú decías algo como verdadero su opuesto era considerado falso. Ya ese mismo criterio o pensamiento no es así. Para el mundo ya no existen gente buena o gente mala, solo existen gentes. Para el mundo el aborto tiene olor a libertad. Ya no hablamos de héroes y villanos sino de anti-héroes, es decir: “justicieros” que toman la justicia en sus manos, violando todas las leyes para poder traer “justicia”, que no es otra cosa que venganza enmascarada como justicia.

            Se está destruyendo la Verdad en todas las áreas de la vida. Y se dice tú tienes el poder de crear tu propia realidad, incluso en biología. Si naces hombre pero te siente mujer puedes cambiar tu fisionomía para hacerte mujer. Y no solo eso sino que pretenden que todos los consideren como personas que saben experiencialmente lo que menstruar. Y procuran que su certificado de nacimiento diga que nacieron mujer en vez de hombre.

            ¿Qué podemos decir al respecto? Podemos decir lo que dijo Pablo en 1 Corintios 1:19-20 “19 Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, Y desecharé el entendimiento de los entendidos. 20 ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo?”  Y la respuesta es Sí. Dios ha entregado este mundo a la locura por haber rechazado la Verdad de Dios. Y la consecuencia es que no solo el ser humano está perdido en sus delitos y pecados sino también está perdiéndose en su humanidad y en su racionalidad. Lo absurdo y la irracionalidad es ahora la verdad absoluta.  

            En virtud de todo esto Pablo nos dice: aprovecha bien el tiempo. La palabra aprovechar significa: rescatar por compra. Es la misma palabra que se utiliza para hablar de que los creyentes hemos sido comprados con la sangre preciosa de Jesús. Y la palabra tiempo significa: oportunidades. En otras palabras en medio de este mundo que nos ha tocado vivir debemos aprovechar, rescatar toda oportunidad para hacer bien. Debemos aprovechar toda oportunidad para hablar la Verdad de Dios. Para amar al mundo que se pierde en pecado. Para ser celosos de buenas obras. Pero también para fortalecer nuestras almas en el Señor. Para vestirnos cada día con la armadura de Dios. Para fortalecer y establecer las gracias salvadoras: de la fe, la esperanza y el amor.  Para tener presente que Dios nos llama a vivir por fe y no por vista. Que estamos en medio de la batalla de nuestra fe. Y como soldados no podemos eludir entrar en la batalla espiritual a la cual Dios mismos nos ha llamado.

            Por eso Pablo nos dice: que por causa del mal en que vivimos nosotros debemos andar como sabios.  

II. Andando como sabios

            V. 15 “15 Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios,” Ahora bien, el adverbio diligencia significa: “con precisión, con exactitud. En estricta conformidad a un estándar o norma con miras a una cuidadosa atención, acertada, y cuidadosamente”. Ok. Además tenemos el adverbio con diligencia que está en medio de dos verbos. Y tiene dos posibles traducciones: (1) mirad con diligencia cómo andéis; o (2) mirad que andéis con diligencia o precisión o exactitud. ¿Cuál es la mejor traducción? Yo diría que irrespectivamente cuál de las dos es la mejor traducción el énfasis del versículo es en caminar con cuidado, caminar con exactitud y precisión y mirad cómo estamos caminando y cómo Dios espera de nosotros que caminemos.

            ¿Cómo Dios espera que caminemos? El nos lo dice: Debemos andar como sabios y no como necios. ¿Qué es andar como sabio? Según Proverbios el sabio es el que reconoce la realidad en que vive y se adapta a esa realidad. Por eso en Proverbios 6 se nos llama a ir y ver la hormiga.  Mira Proverbios 6:6-8 “Ve a la hormiga, oh perezoso, Mira sus caminos, y sé sabio; 7 La cual no teniendo capitán, Ni gobernador, ni señor, 8 Prepara en el verano su comida, Y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento.” Ella reconoce su realidad: en el verano es el tiempo de recoger comida porque llegará el invierno en donde no habrá comida. Ella entiende esa realidad y se adapta a ella.  De igual manera, el sabio es el que reconoce su realidad y se adapta a la misma y al final no es destruido.

            ¿En el contexto del pasaje cuál es esa realidad? La realidad es que hay un Dios en este mundo al cual daremos cuenta de todo lo que hacemos. Y también  que nosotros somos hijos de Dios y como tal debemos andar imitando a Dios como hijos amados (V.1). Andar en amor sacrificial como Cristo mismos nos amó, (V. 2). No participar de las obras de las tinieblas sino reprenderlas (V. 7). Caminar en el fruto del Espíritu en toda bondad, justicia y verdad, (V. 9). Todo esto no es otra cosa que adornar el evangelio de Jesucristo. Y te pregunto a ti. ¿Estas caminando como sabio o como necio? ¿Estás consciente de la realidad en que vives y conoces cómo Dios espera que vivas?  

            Por último, Pablo nos dice cuál es la guía y el mapa que debemos usar para poder andar como sabios. Ese mapa y guía es: conocer la voluntad del Señor.

III. Conociendo la voluntad de Dios

            V. 17 “17 Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.” Aquí Pablo reprende a la iglesia de los efesios y les dice: por tanto, es decir, por todo lo anterior no seáis insensatos. Y la palabra insensato significa según el diccionario Vine: “la carencia de la percepción razonable de la realidad de las cosas naturales y espirituales”. Y ser entendidos significa según BDAG: “es asir intelectualmente de algo que reta nuestro pensamiento y práctica. Y se traduce: entender o comprender.” En otras palabras hermanos, Dios nos ha dado su Palabra para que puedas caminar en medio de esta generación perversa. Y este regalo maravilloso de su Palabra El te la ha dado como parte de nuestra relación pactual con Él. En su gracia y misericordia Él te ha dado la luz de Cristo. La Biblia es la revelación de Cristo. Pero nuestro deber en el pacto es no ser insensatos: no ser ignorantes de la Palabra de Dios. Debemos asir intelectualmente la Palabra de Dios. Debemos procurar con diligencia conocerla, entenderla para poder practicarla. Ella es la Verdad. Y ella nos revela la voluntad del Señor, de Jesús.

            La palabra voluntad aquí significa su deseo. Debemos vivir bajo los deseos de Dios y no bajo nuestros deseos. Debemos someter nuestra voluntad a la voluntad de Cristo. Debemos seguir detrás de los pensamientos de Dios caminando en cada paso que El nos ha marcado en Palabra para que los pisemos.

            Así que, ¿cómo debemos vivir en medio de la generación perversa en que vivimos?  Debemos vivir reconociendo que los tiempos son malos. Que el mundo no solo ha rechazado la Verdad del evangelio de Jesús sino toda Verdad de Dios en todas las áreas de la vida. Debemos aprovechar toda oportunidad para hacer bien, enseñar la Verdad de Dios y vivir como sabios. Es decir, vivir imitando a Dios como hijos amados, andando como lo que somos hijos de luz en el Señor. No procurando hacer nuestra voluntad ni los deseos nuestros sino los deseos de nuestro Señor y Salvador, el Señor Jesús. Amén.

 

 

Sermón: Mateo 8:23-27 Jesús es el Dios de la naturaleza (La Prueba de la fe)

Mateo 8:23-27 “23 Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron. 24 Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía. 25 Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! 26 Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza. 27 Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?”

            Yo no sé si a ti a veces te ha dado el deseo de salir por ahí con el carro a la deriva, es decir, hasta dónde la “carretera” nos lleve. Salir por ahí sin rumbo explorando cosas nuevas, comer en cualquier lugar que encontremos, quedándonos a dormir en donde nos coja la noche. A veces como que deseamos hacer lago y no sabemos qué hacer o a dónde ir pero nos gustaría hacer algo distinto a lo de siempre. A veces yo he tenido ese sueño “loco”. Solo que hay dos cosas importantes que me lo impiden: el tiempo y el dinero.

            En esto yo pienso que a veces vemos la vida que nos rodea como algo que está a la deriva. Como si la vida que vivimos y las cosas que pasan en el mundo y alrededor nuestro suceden al azar. Pero hermanos, si Dios se ha revelado como un Ser racional que actúa en base a un plan todo abarcador y soberano, entonces no es lógico pensar así. Todo lo que sucede en este mundo es la historia del plan de Dios. Y todo lo que sucede en nuestras vidas es parte de lo que Dios ha determinado que suceda con un propósito que solo El sabe a ciencia cierta. Pero hay algo que sí podemos entender y tener claro: Todo lo que sucede es parte del entrenamiento que Dios ha desarrollado para fortalecer nuestra fe.

            Y es eso mismo lo que vemos aquí en la perícopa, o porción bíblica, de Mateo 8:23-27, Jesús calma la tempestad. Todo lo que pasa en tu vida Dios lo ha diseñado para fortalecer tu fe. Así que en este pasaje hay por lo menos tres cosas: La prueba de la fe, lo débil de la fe y la fortaleza de la fe. Veamos en primer lugar: la prueba de la fe.

I. La Prueba de la fe

            V. 23-24 “23 Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron. 24 Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía.” El versículo 23 continúa el hecho de que Jesús iba a cruzar el Mar de Galilea hacia el lado este que hemos visto en el versículo 18. El suceso de Jesús calmar el mar aparece en los evangelios sinópticos esto es Mateo, Marcos y Lucas. Todos son complementarios siendo Mateo el más breve.

            Jesús entra en la barca y sus discípulos le siguen. Marcos nos dice que otras barcas, o barcos de pesca de aproximadamente 27 pies de largo y 7 pies y medio de años, acompañaban la barca en donde Jesús estaba. Los discípulos aquí son los 12 apóstoles y tal vez alguno que otro seguidor. Y en medio del Mar se desata una tormenta tan grande que las olas cubrían la barca, al punto de que comenzaba a hundirse. En Marcos 4:37 se nos dice que la barca “ya se anegaba”. Y Lucas 8:23 decía adicional “y peligraban”.

            Pero Jesús estaba allí mismo en medio de todo esto. Y nos dice Mateo que Jesús estaba profundamente dormido. Dice: “pero él dormía”. El verbo se encuentra en el imperfecto es decir es una acción continua en el pasado. El continuaban durmiendo sería una mejor traducción. Es decir, todo este revolú llevaba un tiempo ocurriendo. Posiblemente se desató el viento, las olas comenzaron a mover la barca, el movimiento del barco y el viento y las olas se siguen intensificando y en medio de todo esto Jesús permanece dormido. No cabe la menor duda que cuando Jesús se durmió El descansaba en los brazos de Dios. Dormía exhausto, pero dormía tranquilo; dormía en paz. Él podía decir el Salmo 4:8 “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado.” ¿Por qué podía dormir así? Podía dormir así porque Jesús tenía la confianza de que su Padre velaba sus sueños. Porque Él es su Hijo amado en quien Dios tiene complacencia. Y si esto es así podemos decir que esto que está sucediendo es parte del plan de Dios para probar la fe de sus hijos, de los discípulos.

            Hermanos, Dios revela muchas veces: que no podían tocar a Jesús porque su hora no había llegado. En una ocasión iban a lanzar a Jesús por un precipicio. Y nos dice Lucas 4:30 “30 Mas él pasó por en medio de ellos, y se fue.” Así que lo que tenemos aquí no fue algo que ocurrió por la casualidad. No hay casualidades en este mundo. Lo será para nosotros pero no para Dios quien ha preordenado todo lo que sucede y todas las acciones de los hombres.

            Podemos decir entonces que todo lo que nos sucede es una prueba de nuestra fe. Dios nos prueba constantemente por varias razones. A veces nos prueba para que veamos cuán fieles somos a Dios de veras. Mira el caso de David cuan infiel fue a Dios, a su esposa, al reino que Dios le había dado, al oficio que Dios lo puso. Él nos prueba para purificar nuestra fe. Así nos enseña Pedro. 1 Pedro 1:6-7 “6 En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, 7 para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo,”

            Así que hermanos si esto es así entonces todo lo que está pasando en el mundo y en Puerto Rico con los temblores, las tormentas y el Covid-19 no es otra cosa que una prueba de fe que Dios nos ha mandado. Para que veas con tus propios ojos cuán fiel eres a Dios, cuán comprometido eres a su causa y para enseñarnos de una vez y por todas cuán débil puede ser nuestra fe a veces sin nosotros saberlo. Es más creyéndonos fuertes descubrimos en medio de la prueba que no siempre es así. A veces tenemos una fe débil. Así que vemos en segundo lugar a una fe débil.

II. Lo Débil de la fe

            V. 25-26 “25 Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! 26 Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza.” Los discípulos llevan un rato tratando de bregar con el asunto de la tormenta. Y no habían despertado a Jesús posiblemente pensando que en cualquier momento se iba a despertar con la conmoción y saldría a salvarlos. Pero cuando vieron que el tiempo pasaba y que la barca comenzaba a hundirse se llenaron de pánico. Tal vez pensaron que era necesario que Jesús estuviera despierto para que El pudiera salvarles. ¡Cuán lejos están de la verdad! Hermanos, nuestro Dios no duerme ni se fatiga como dice Isaías 40:28 “¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance.” Pero a veces se nos olvida esa gran verdad que nos llena de consuelo. Y cuando vemos que las cosas no se resuelven al momento creemos que Dios duerme y que hay que despertarlo.

            Entonces los discípulos procuran despertar a Jesús y le dicen: “¡Señor, sálvanos, que perecemos!”. Y Jesús les dice: ¿Por qué teméis? No hay razón para temer. ¿Por qué están asustados? Cualquiera diría que es una pregunta de indiferencia. Estamos en peligro. La posibilidad de morir es una real. ¿No nos asustamos cuando algo así sucede? ¿No nos asustamos cuando anuncian que un huracán viene para PR? Después de María ya estamos asustados cuando se nos dice que ya ha comenzado la temporada de huracanes. Y es normal que así sea.

            Pero Jesús les reprende con amor. ¿Por qué les reprende? V. 26 “Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe?”. Aquí hay una reprensión amorosa de parte de Jesús. Y aunque amorosa no deja de ser una represión. ¿Cuál es la causa? Jesús les dice: su poca fe. Su poca confianza en Dios. Su poca confianza de que Dios tiene control de todo. No es que tuvieran temor en sí mismo. Todas estas cosas producen temor en nosotros. Es que su temor fue más allá del correcto. Cuando vieron que la situación no se arreglaba inmediatamente pensaron que si Dios existe no se preocupa de nosotros. Miremos Marcos 4:38 “Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?”. ¿No te importa lo que está sucediendo? Tal actitud demuestra que su miedo estaba fuera de proporción. ¿Por qué esto? Por su poca fe. A veces Dios permite estas cosas para enseñarnos a pensar con cordura sobre nosotros mismos. Y esto lo podemos ver con respecto al Covid-19. Hay muchos hermanos en la fe que su temor es exagerado. ¿Qué esto es algo serio? No lo puedo negar. Que la prensa, los médicos y otros lo han sacado de proporción no cabe la menor duda.

            Y yo te pregunto ¿Cómo te sientes con respecto al mismo? ¿En medio de todo lo que nos está pasando en dónde tú estás parado? Esta misma pregunta le hizo Jesús a los discípulos según Lucas 8:25 “Y les dijo: ¿Dónde está vuestra fe?”. Por qué estás amedrentado les dice en Marcos. Yo estoy con vosotros. Nada pasa al azar. ¿En quién pones tu fe?  Los discípulos demostraron que en medio de la prueba su fe era una débil. Jesús deseaba que ellos pensaran de sí mismo correctamente. Hay muchos de nosotros que nos creemos que somos fuertes. Y hay veces que somos fuertes para una cosas pero cuando viene la prueba allí nos caemos.

            Ten siempre esto presente. Muchas veces Dios espera hasta el último momento en el cual a veces se piensa que ya no hay esperanzas para así mostrar la grandeza de su poder. Pero hermanos, Dios tiene control de la naturaleza. Y Jesús es Dios. Porque como Dios es el creador de la naturaleza y solo El la controla, la dirige, la somete. Jesús reprende los vientos y al mar, ambas cosas. Y hubo una gran calma. Así como hubo una gran tormenta. Y gran susto o temor, Jesús trajo a ellos, al mar, a los vientos una gran calma.

            En todo esto Jesús prueba su deidad. El no solo sanó inmediatamente la salud de aquellos que estaban al borde de la muerte y les restablece sus fuerzas inmediatamente, El calma los vientos y el mar inmediatamente con la Palabra de su poder. Mateo 8:26b “Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza”. Marcos 3:39 “39 Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza.” Es Jesús, es Dios, es el Espíritu Santo el único que puede producir una gran calma en medio de las pruebas. ¿A quién vas a acudir? ¿En quién pones tu fe?

            Todo esto sucedió para fortalecerles su fe en Dios.

III. La fortaleza de la fe.

            V. 27 “27 Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?” ¿Qué nos enseña Jesús aquí? Nos enseña que cuando entendemos quién es Jesús realmente en sí mismo y lo que El es para nosotros nuestra fe se va fortaleciendo. En otras palabras, nuestra fe se fortalece cuando entendemos y creemos que Jesús, nuestro Salvador y Dios no es cualquier persona. ¿Qué hombre es este? ¿Qué clase de hombre es este? NO hay nadie como El en el mundo ni en el universo. No hay parámetros para compararlo. No hay profeta, maestro ni nadie como Él. No hay comparación. Eso es lo que Dios busca con nosotros que aprendamos de una vez para siempre que no hay absolutamente nadie como nuestro Dios. Que el Rey que vino a salvarnos es incomparable. Solo El puede salvarnos del pecado porque solo Él hace que “los vientos y el mar le obedezcan”. El es el Dios de la naturaleza porque El es el creador de la naturaleza. No hay una madre naturaleza. Hay un Padre de la naturaleza y ese es el Dios Trino y uno.

            Pero hay algo más que podemos ver en este pasaje me enseñó D. Martyn Lloyd Jones. Aquí podemos ver la naturaleza de la fe verdadera. La fe verdadera aunque  a veces es débil siempre corre a los pies de Jesús.

            Y yo diría algo más. La fe verdadera puede ser débil o fuerte. Pero si es verdadera ha sido implantada por Dios Espíritu Santo derivando su gracia de la unión con Cristo por medio de la fe. Y por tanto, es una fe victoriosa. Es una fe que vence al mundo.

            ¿Cómo está tu fe en estos momentos? ¿En medio de todo esto está tu fe débil? ¿Está tu fe firme? Ruégale a Dios cada día: Señor auméntame la fe. Ayúdame a serte fiel en medio de esta prueba y de todas ellas. Ayúdame a pensar de mí con cordura. Ayúdame a creer que aunque parezca que estás dormido siempre estás conmigo. Reconócelo como el Dios de la naturaleza. Cree que Dios ha preordenado todo lo que sucede según su infalible presciencia. Y por tu fe en el incomparable Jesús tú Salvador y Rey y ten paz. Amén.  

Sermón: Mateo 8:18-22 Lo que cuesta seguir a Cristo

Mateo 8:18-22 “18 Viéndose Jesús rodeado de mucha gente, mandó pasar al otro lado. 19 Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. 20 Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza. 21 Otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre. 22 Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos.”

             Posiblemente tú conoces de alguien que por causa de la necesidad de tener un empleo decide enlistarse en el ejército. O tal vez el glamor de vestirse de soldado, los beneficios económicos y de educación han movido a muchos a enfilarse en la línea del ejército. Entran al mismo con una idea equivocada de lo que es ser soldado. Y cuando ven que conlleva largas horas de trabajo arduo, una disciplina rígida, una separación de su familia, un convertirse prácticamente en propiedad del ejército, entonces comienzan a aprender en dónde el grillo tiene la manteca.

            De alguno de ellos yo he escuchado que no bien han entrado ya están pensando en cómo salirse del mismo. E incluso algunos han llamado a sus padres llorando para ver cómo pueden lograr conseguir a alguien que logre sacarlos del ejército luego de haber firmado. Estos se enlistaron en las filas sin haber considerado lo que cuesta ser soldado.

            De esto habla nuestro Señor Jesús en esta perícopa del evangelio de Mateo.

            Aquí vemos a dos personas que han respondido favorablemente a la predica y las enseñanzas de Jesús. Habiendo oído las enseñanzas de Jesús, habiendo sido expuesto al evangelio de la gracia de Dios, viendo la autoridad de Jesús en sus enseñanzas y habiendo visto u oído de los milagros de sanidad de Jesús han decido “seguir” a Jesús. Es más ya uno de ellos, el segundo, era un discípulo o uno que ya había comenzado a seguir a Jesús. No necesariamente implica uno dentro del círculo de los 12 sino uno que ya ha comenzado a ir detrás de Jesús.

            ¿Cómo reaccionó Jesús? ¿Cómo reaccionamos nosotros si alguien nos dice que desea hacerse miembro de Jesús es la verdad? ¿Cómo reaccionan muchas iglesias ante tal situación? Muchas iglesias reaccionan con mucha alegría y rápidamente lo recibe como miembro de sus iglesias. ¿Pero es así como Jesús reaccionó? Jesús reaccionó hablándoles claro acerca de lo que cuesta seguirle. ¡Cuán importante para la iglesia y para cada uno de nosotros es considerar lo que cuesta seguir a Cristo! Jesús nos dice: cuesta el negarnos a nosotros mismos y cuesta el poner a Cristo primero sobre todo lo demás. Veamos.

I. Negarse a uno mismo

            V. 18 “18 Viéndose Jesús rodeado de mucha gente, mandó pasar al otro lado.” Jesús se encuentra en el lado oeste del Mar de Galilea (el cual no es realmente un Mar sino un lago). Y viéndose rodeado de mucha gente, mandó pasar al otro lado o el lado oriental del Mar de Galilea. ¿Y nos preguntamos por qué hace esto Jesús? La gente le rodea. La gente le busca. ¿No debió Jesús aprovechar ese momento para seguir evangelizando y sanar a todos los enfermos que le trajeran? ¿Acaso Jesús no era un excelente evangelista? Claro que sí. Pero hermanos, no olvidemos que aunque Jesús es Dios sobre todas las cosas, El es también hombre. Y esto implicbaa que El también se cansaba. Y por tanto necesitaba tiempo a solas para descansar y para poder orar a Dios tranquilamente.

            Pero antes de partir al otro lado nos dice Mateo en el V. 19 “19 Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas.” Lo primero que deseo que vean es la persona que hace esa promesa. El es un escriba. Y esto significa que es una persona verdaderamente culta. Los escribas pertenecían a una clase de profesores y educadores quienes eran expertos en la Tora, es decir, en la ley de Moisés. Su vida era una dedicada a sus estudios y a enseñar. Era una vida intelectual. Pero este escriba y maestro llama a Jesús: maestro. Reconoce la superioridad de Jesús como maestro. Y le hace una promesa. Fíjate que no le pregunta a Jesús si puede ser su discípulo, sino que inmediatamente le promete: seguirle a dondequiera que Jesús fuera.

            ¿Y cómo reacciona Jesús? Jesús no cuestiona su sinceridad. El hombre aparenta ser sincero. Pero Jesús le dice: V. 20 “20 Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza.” Jesús le contesta diciéndole que lo que pide incluye un sacrificio. El escriba no entendía que seguir a Jesús implica abnegación, sacrificio, servicio y sufrimiento. Y le dijo Jesús: Yo no tengo un techo en dónde resguardarme. Mi condición en un sentido es peor que las zorras y las aves. Ellas tienen guarida y nido y yo no tengo ninguno.

            Es más, esa fue la realidad de toda su vida y ministerio. Judea lo rechaza (Juan 5:18), Galilea lo expulsa (Juan 6:66), en Gadara le ruegan que se vaya de sus contornos (Mateo 8:34), en Samaria no quieren darle hospedaje (Lucas 9:53), y el mundo mismo no lo quiere aunque sí quieren a Barrabas (Mateo 27:23), y los cielos mismos lo desamparan (Mateo 27:46). Eso es lo que significa la frase el Hijo del hombre. Yo soy el Dios encarnado pero me encuentro en mi estado de humillación. Por tanto, considera lo que implica seguirme. Conlleva negarnos a nosotros mismo. Conlleva cierto grado de dificultad e incomodidad. Conlleva estar a la merced de la caridad de la gente. En otras palabras, seguir a Jesús implica abnegación y sacrificio. Sí hay bendiciones por seguir a Jesús. Hay riquezas espirituales. Pero siempre el camino es tortuoso y difícil. El camino que lleva a los cielos lo es a través del camino de la vía dolorosa.

            Hermanos, ser cristiano no es nada fácil. No es seguir mi vida como siempre pero que ahora digo que soy cristiano. No. Conlleva reconocer que nuestra vida sin Cristo no era vida realmente. Conlleva no vivir según vive el mundo ni seguir a la carne sino conlleva andar en el Espíritu, no satisfaciendo los deseos de la carne. Conlleva vivir en castidad antes del matrimonio, durante el matrimonio y después del matrimonio si eres viuda(o) o te has divorciado.  Conlleva hacer morir lo terrenal en nosotros: el orgullo, la vanidad, la soberbia, la carnalidad y apartarnos y luchar contra todo pecado sea grande o pequeño. Conlleva rechazar la pornografía y la práctica de convivir con mi novio(a). Y conlleva dejar la comodidad personal. Eso era lo que no entendía el escriba. El pensaba seguir a Jesús pero pensando que podía seguir viviendo una vida tranquila, cómoda. Una vida respetable delante de la sociedad. Continuar viviendo una vida meramente intelectual en su seguir a Jesús. Y Jesús le dice: la vida cristiana no es así. La vida cristiana no es una vida cómoda. Si a mí me odiaron a ti también de odiaran. Y si a mí me llamaron Belcebú, príncipe de los demonios, a ustedes también. Por eso Pablo nos habló claro en 2 Timoteo 3:12 “12 Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución;” Yo sé que no todo es negativo. Disfrutaremos del amor de Dios, de su cuidado paternal, de su provisión , de su perdón, de su presencia consoladora, de la comunión de los santos, de la comunión con los ángeles, con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, de la justificación, de la santificación, de la adopción como hijos, y de la vida eterna, etc. Pero nunca es una vida sencilla. Siempre, siempre habrá que segarnos a nosotros mismos y tomar la cruz diariamente.

            ¿Y te pregunto a ti? Tú que dices ser cristiano: ¿te estás negando por seguir a Cristo? ¿Estás tomando tu cruz todos los días? En otras palabras, está muriendo todos los días por seguir a Cristo. ¿O estás viviendo la vida cristiana cómoda? Jesús nos dice: que tal vida cómoda no es la vida cristiana. Seguir a Cristo cuesta el negarnos a nosotros mismos. Pero no solo eso, cuesta algo más nos dice Jesús.

II. Preferir a Jesús sobre todo lo demás

            V. 21 “21 Otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre.” Ya mencionamos que en este contexto ser discípulo no significa pertenecer al círculo íntimo de los seguidores de Jesús.

            Y antes de pasar al otro lado este “discípulo” le pone una condición a Jesús. Le llama Señor, lo cual implica un respeto a la persona o el reconocimiento que Jesús es Dueño soberano de todo. Y le pide permiso para primero ir a enterrar a su padre. A simple vista la petición parece una sensata. Es el deber de los hijos honrar a sus padres al ocuparse de enterrarlos una vez fallezcan. Como los judíos no “embalsamaban” como los egipcios era costumbre enterar a los muertos lo más rápido posible. Lo vemos claramente en el caso de Lázaro. Cuando Jesús llega ya hacía cuatro días que había muerto. Y lo vemos claramente en el caso de Ananías y Zafira. En Hechos 5:5-6 “5 Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron. 6 Y levantándose los jóvenes, lo envolvieron, y sacándolo, lo sepultaron.” V. 9-10 “9 Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti. 10 Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró; y cuando entraron los jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto a su marido.”

            Si te das cuenta al pedirle permiso de ir primero a enterrar a mi padre, se presume con esas palabras que su padre aún no ha muerto. Es posible que esté a punto de morir. Y también es posible que le falte algo de tiempo. Suena una petición razonable. Es el deber de los hijos honrar a sus padres.

            Pero qué le dijo Jesús. V. 22 “22 Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos.” ¡Wao! Increíble. ¿Qué quiere decir: deja que los muertos entierren a sus muertos? La idea es deja que los que están espiritualmente muertos sean los que se encarguen de entrar a los que están físicamente muertos. ¿Fue Jesús insensible? ¿Está Jesús pidiendo algo irrazonable? No. La palabra clave para entender este versículo es el adverbio: “primero” [en el griego es proton]. Significa primero, en primer lugar. Y Jesús le dice: No. Nadie puede tener el primer lugar sobre tu vida y sobre tu corazón.

            El creyente verdadero es uno que reconoce que Jesús es lo primero en su vida. Para él o para ella Jesús es lo primero. Y esto por encima de su propia familia, sus bienes e incluso sobre su propia vida. Posteriormente Jesús lo va a decir explícitamente para que no haya dudas de sus palabras. Busquemos Lucas 14:25-27 “25 Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: 26 Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27 Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.” No es que no amemos a nuestros padres, ni que no amemos a nuestros cónyuges e hijos, ni que no cuidemos de nuestra vida. Si no que nada debe competir con el Señor Jesucristo. Jesús es el número uno en la vida de cada genuino creyente. Mi amor supremo lo es Jesús. Nuestro amor por Jesús debe siempre ser lo primero por encima de nuestro amor por nuestros esposas(os), hijos(as), hermanos(as) y aun también por encima de nuestra propia vida. Es decir, serle fiel a Jesús es más importante que mi propia vida. Y si por serle fiel tengo que morir: ¡Así sea!

            Hermanos, Dios nos escogió para sí. El nos rescató para hacernos sus hijos. Para que El sea nuestro Padre principal. Y nos ha dado su Espíritu Santo para hacernos moral y espiritualmente como El es. Nuestros padres y nuestra familia deben ser escalones que nos lleven a amar supremamente a Dios. No es que no los amemos. Es que los amemos pero que amemos primero y más a nuestro Creador y Redentor: el Dios trino y uno.

            ¿Qué es ser un creyente verdadero? Un creyente verdadero nos dice Jesús es uno que reconoce que Jesús es lo más maravilloso en su vida. Que El es su misma vida. Que ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. El es el todo. Tenerlo todo y no tenerle a El es realmente no tener nada. El creyente vive para Él. Vive agradecido del amor perdonador de Dios en Cristo Jesús. Mi vida El la define. Mi vida El la moldea. Temerle a El y buscar a gradarle en todo es el gozo del creyente. Y conlleva una vida de servicio, de sufrimiento, de negaciones y de darle la prioridad a El sobre todo lo demás. Eso es lo que Jesús nos enseña aquí. Seguir a Jesús es maravilloso. No hay nada en este mundo ni nadie en este mundo que satisfaga ni llene nuestro corazón y alma que el Señor Jesús. El es el único que perdona todos, todos nuestros pecados. El único que puede morar verdaderamente en nosotros. Consolarnos como nadie lo puede hacer. Salvarnos de la ira misma de Dios y darnos la vida eterna: llena de gozo, paz, felicidad. Pero conlleva negarnos a nosotros mismos y ponerle a El primero sobre todas las cosas. ¿Es esa tu fe? ¿Es eso lo que caracteriza tu vida? ¿Examinémonos y veamos si estamos en la fe? Amén.

 

Sermón: Mateo 8:1-17 Jesús el único sanador

Mateo 8:1-17 “Cuando descendió Jesús del monte, le seguía mucha gente. 2 Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. 3 Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció. 4 Entonces Jesús le dijo: Mira, no lo digas a nadie; sino ve, muéstrate al sacerdote, y presenta la ofrenda que ordenó Moisés, para testimonio a ellos. 5 Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, 6 y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. 7 Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. 8 Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. 9 Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. 10 Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe. 11 Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos; 12 mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. 13 Entonces Jesús dijo al centurión: Ve, y como creíste, te sea hecho. Y su criado fue sanado en aquella misma hora. 14 Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de éste postrada en cama, con fiebre. 15 Y Tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía. 16 Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos; 17 para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.”

 

            El evangelio según San Mateo procura enseñarnos acerca del Rey Jesús. Es el evangelio del reino en donde Cristo es Rey supremo. Y Mateo procura darnos detalles para que podamos ver en Jesús a la simiente de la mujer que vino a aplastar la cabeza de Satanás y a su simiente.

            Vimos desde el principio cómo Mateo procura identificarnos al Mesías. Jesús es hijo de David e hijo de Abraham. El es el heredero al trono de David y El es de la simiente de Abraham el padre de la fe. Su nacimiento no fue cualquier cosa. El nació de una virgen en cumplimiento de la profecía de Isaías 7:14. El nació en Belén de Judea como se profetizó que ocurriría según Miqueas 5:2. Él fue tentado en el desierto como lo fue el pueblo de Israel. Pero a diferencia de ellos El venció la tentación. El comenzó su ministerio llamado a los hombres al arrepentimiento y a la fe en El.

            Luego Mateo nos presenta el primero de los 5 grandes discursos de Jesús que aparecen en este evangelio. Y vimos el Sermón del Monte, en dónde Jesús nos enseña el carácter de vida que deben poseer todos aquellos que pertenecen al reino de Dios. Es interesante el énfasis de Jesús. El da mayor énfasis al carácter del cristiano que a las habilidades del cristiano. Y nos enseña que la vida del cristiano es una vida transformada. El vino a salvar. El vino a transformar las vidas que han sido destruidas por el pecado. Y todos quedaron impactados por las palabras de Jesús porque “29 …les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.” (Mateo 7:29)

            Ahora Mateo interrumpe la enseñanza de Jesús y le dedica tiempo a una serie de milagros que Jesús hizo. El orden de esta narrativa es un orden temático y no cronológico. Es decir, cuando comparamos lo que Mateo tiene aquí con los otros evangelios sinópticos (Marcos y Lucas) vemos que Mateo coloca los hechos de Jesús según el énfasis temático que desea señalar aunque no sigue el orden cronológico que vemos en los demás evangelios.

            ¿Cuál es el énfasis de Mateo aquí? El busca enfatizar la autoridad de Jesús sobre todas las cosas. Más específicamente: el poder de Jesús, la misericordia de Jesús y la relación entre su sacrificio y la redención. De esas tres cosas vamos a exponer hoy.

            Miremos la autoridad de Jesús sobre todas las cosas reveladas por el poder de Jesús.            

I. El poder de Jesús

            Cuando vemos la historia aquí y no hemos perdido la sensibilidad a lo que aquí se nos narra acerca de Jesús, nuestra reacción debe ser: ¡Wao! ¡Increíble! ¡Impresionante! Esto está fuera de liga.

            Tres cosas entre muchas podemos señalar.

            1. Su poder se demostró en que sanó inmediatamente. Este es uno de los énfasis del pasaje. V. 3 “3 Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció.” V. 13 “13 Entonces Jesús dijo al centurión: Ve, y como creíste, te sea hecho. Y su criado fue sanado en aquella misma hora.” V. 15 “15 Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía.” No solamente la persona quedó sana inmediatamente sino que también recobraron inmediatamente su fuerzas. Por lo menos lo vemos en el caso de la suegra de Pedro. Tan pronto tocó su mano, y la fiebre la dejó, se levantó y les servía. Sí, hermanos, el primer “Papa” tenía esposa. Así como los demás apóstoles.

            2. Su poder se demostró en que sus métodos variaban. El sanó de cerca al leproso y sanó de cerca a la suegra de Pedro. Pero El sanó de lejos al criado o joven esclavo del centurión. El no necesitaba estar cerca para que pudiera sanar a los enfermos. Hermanos, esto no es magia. Es el poder mismo de Dios quien lo sana. Eso mismo reconoce el centurión. Cuando el centurión le dice a Jesús acerca de su criado Jesús le dice: V.7-8 “Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. 8 Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará.” El poder de Jesús no tiene límites. Si El es Dios como enseñan las Escrituras y como todo esto evidencia, entonces El no necesita seguir un mismo método para sanar. Porque el poder de sanar procede de Él. No pongas tu mirada en el método sino en Jesús quien sana por su propio poder porque El es Dios. Dios no siempre hace las cosas de la misma manera. El es libre en su obrar. El es soberano al actuar. El actúa según le place. Y nosotros no debemos encajonar a Dios.  

            3. Su poder se demostró en que Jesús sana todo tipo de enfermedades. Hay algo que no debemos perder de perspectiva. El leproso que viene a Jesús para que lo sane, su enfermedad estaba en un estado avanzado. Dice Lucas 5:12ª “Sucedió que estando él en una de las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra”. Cuando eso sucede significa que la enfermedad ha avanzado de tal manera que su condición es irrevocable. Él está al borde de la muerte. Aún así él no pierde las esperanzas y va a Jesús. Lo mismo vemos en el caso del criado. Mateo nos dice que el criado V. 6 “está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado.” Esta parálisis debió haber sido algo inmediato. No sabemos si fue que se cayó o se enfermó al punto de parálisis. Sí sabemos que el joven vivía un infierno: era “gravemente atormentado”. Y más específicamente nos dice Lucas 7:2 que “estaba enfermo y a punto de morir.” Ya el joven estaba a la entrada de la muerte. Y de la suegra de Pedro se nos dice en Lucas 4:38 “La suegra de Simón tenía una gran fiebre”. Indicando que la condición era seria. Y a todos ellos los sana por el poder de su Palabra. No importa la condición o la enfermedad sea lepra, parálisis, fiebre, covid-19, etc.; no hay nada difícil para Dios. No importa que según los hombres y la ciencia el estado es irrevocable o irreversible, para Dios nada es imposible. No limites el poder de Dios. No pierdas tu fe en el Señor. Sigue luchando hasta el fin. Sigue clamando hasta el fin. Pero clama como clamó el leproso, 8:2 “Señor, si quieres, puedes limpiarme.” Y decir: Yo sé que tú puedes pero no se haga mi voluntad sino la tuya. Ve con una actitud humilde ante Dios. Y ve con fe en el poder sin límites de nuestro Dios.  

            Pero en todos estos milagros no solo se enfatiza la deidad y la autoridad de Jesús por medio de los milagros que hizo sino se enfatiza también su misericordia.

II. La misericordia de Jesús

            Vemos la misericordia de Jesús de varias maneras.

            1. La vemos en su deseo de sanar. El leproso se acerca a Jesús y le habla humildemente. Marcos nos dice que “hincó la rodilla”, Lucas “se postró con el rostro en tierra” y Mateo se “postró ante El”.   El no vino demandando: Jesús tienes que sanarme. Yo no merezco lo que estoy sufriendo. Yo no he hecho nada malo. Así que sáname. No. El vino y le dice: “Señor, si quieres, puedes limpiarme.” Y qué le dijo Jesús: “Quiero; sé limpio.”

            Lo mismo vemos en el caso del criado del centurión. El centurión no le pidió que lo sanara. Jesús dedujo que si le contaba lo que le pasaba al joven el centurión deseaba que lo sanara. Y antes que le pidiera sánalo, Jesús ya había dispuesto en su corazón sanarlo. Él se adelanta a nuestras peticiones. Es cierto que el centurión vino rogándole pero antes que le pidiera que lo sanara Jesús le dice en Mateo 8:7 “7 Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré.”

            2. La misericordia de Jesús no solo la vemos en su disposición de sanar cuando le rogaron y le pidieron. Lo interesante del caso es que en el caso de la suegra de Pedro Mateo no menciona que le pidieran que la sanara. Curiosamente Pedro no le pidió a Jesús que sanara a su suegra. Interesante. Es una broma. Y aunque en Lucas 4:38 se nos dice que todos rogaron por ella “y le rogaron por ella.” Lo que Mateo desea que tú y yo tengamos claro es que Jesús conoce nuestros corazones y nuestras peticiones aun antes de que le pidamos. Por eso no menciona el ruego de los discípulos. A Aquel que es la misericordia misma encarnada no necesita que le tuerzan el brazo para ser misericordioso.

            3. Pero hay algo que deseo que no perdamos de perspectiva. La misericordia de Jesús se ve en su compasión a los que son menospreciados en la sociedad. ¿Qué era un leproso en aquella sociedad? Era uno menospreciado por la sociedad. Su enfermedad era extremadamente contagiosa. Tenían que tapar su boca si hablaban. Tenían que guardar distanciamiento social de todos, incluso su familia. Tenía que anunciar que era leproso si alguien se acercaba. No podía ir al templo porque la ley ceremonial le prohibía hacerlo, estaba inmundo. No podía acercarse a nadie y si se acercaba buscando ayuda, ya que no podía trabajar, la gente salía huyendo. Incluso los líderes religiosos salían corriendo, enrollándose la ropa para que ésta no tuviere contacto con el leproso. Eran considerados la escoria. En cambio, cuando se acerca a Jesús El no huye. Porque Jesús tiene compasión del sufrimiento humano. Ese es el Salvador del mundo. Ese es el Salvador de todos los que creen en El.

            Y en el caso del centurión tenemos aquí a un gentil. Y ustedes saben que los fariseos consideraban a los gentiles como malditos. Como gentes contaminadas y si tenían contactos con ellos inmediatamente iban a lavarse las manos para limpiarse de toda contaminación. Para colmo este hombre era un centurión, un soldado romano a cargo de un batallón de alrededor de 100 hombres a cargo de hacer cualquier cosa que el imperio romano demandara. El pertenecía al pueblo opresor. El representaba al imperio romano que tenía “esclavizado” al pueblo judío. ¿Y qué hace Jesús? Él no le dice: “quién eres tú para pedirme ayuda cuando tu pueblo, los romanos, nos han esclavizados, nos han quitado la libertad como pueblo. Imponen leyes sobre nosotros. Tenemos que pagar impuestos al pueblo opresor.” Ni Jesús le da una bofetada, ni le insulta. Ni piensa: cuando vaya a su casa se la voy a desbaratar.” No. Jesús le dice: “Yo iré y le sanaré”. El estaba dispuesto no solo a ir a la casa de un gentil sino a entrar a la casa del gentil “opresor” y mostrar misericordia a ese joven esclavo que estaba a punto de morir. Aprendan de Jesús el movimiento de “Black Lives Matters”.

            Lo vemos también al sanar la suegra de Pedro. ¿Por qué lo decimos? Porque en la cultura judía las mujeres eran despreciadas. En contra de la enseñanza del AT que nos enseña que hombres y mujeres son igualmente dignos porque ambos han sido creados a la imagen de Dios. Y por tanto ninguno es superior al otro aunque haya diferencias biológicas y emocionales. El pueblo judío despreciaba a las mujeres. Pero no Jesús. Aun antes de que le pidieran que la sanara Jesús va la toca, Lucas nos dice que Jesús “reprende a la fiebre” y ella queda totalmente sana.  Jesús es el Dios de misericordia.

            Es por eso que podemos ir donde El y podemos poner toda nuestras cargas ante El. Y podemos esperar recibir su compasión y misericordia, sostén en medio de toda prueba. Ve a Jesús. Corre hacia Él.

            Y por último hermanos. Mateo nos enseña cuál es la relación entre el sacrificio de Jesús y la redención.

III. El sacrificio de Jesús y la redención

            ¿Por qué hablamos de esto? Por varias razones.

            1. Porque luego de haber sanado a la suegra de Pedro nos dice Mateo en el V. 16 “16 Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos;” A todos los sanó con la Palabra. El leproso, el centurión y la suegra de Pedro fueron sanados por la Palabra que proviene de los labios de Jesús. Solo la Palabra de Dios sana no solo el cuerpo sino principalmente el alma. Solo esa Palabra da vida. Solo esa Palabra transforma las vidas. ¿Es esa tu convicción? ¿Cuando lees la Palabra te acercas a ella con la convicción del poder de esa Palabra? ¿Cuando vienes a la iglesia a adorar a Dios vienes con la convicción del poder sanador de esa Palabra? ¿No es tu deseo que aquí se predique y se enseña constantemente esa Palabra y como dice Pablo la sana doctrina? Solo Jesús tiene Palabras de vida eterna.

            2. Porque Mateo nos dice que toda esta obra de sanidad es V. 17 “17 para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.” La referencia es a Isaías 53:4 que en Isaías no nos habla de “enfermedades físicas” sino a la “enfermedad” del pecado que el sacrificio del Siervo Sufriente solo puede quitar. ¿Qué quiso decir Mateo con esa cita? Que el único que puede limpiarnos del pecado que nos mata y nos destruye es el mismo que puede limpiarnos de nuestras enfermedades. Es decir, Cristo vino no solo a sacarnos del estado de pecado sino también del estado de miseria producto del pecado. Si solo Jesús puede sanar el cuerpo solo Jesús puede sanar el alma. Y su obra de redención incluye no solo la sanidad del alma sino también la sanidad del cuerpo. Porque es solo por su muerte que El venció el pecado y es solo por su resurrección que El venció la muerte. Y todos los que estamos unidos a El por una fe verdadera hemos vencido por El y en El el pecado y la muerte.  

            Por tanto Jesús es el único Sanador. Él nos sana del pecado. El sana nuestra alma. Tal vez en ti hay amarguras, hay resentimiento fruto de alguna traición, menosprecio, te han herido, te ha rechazado, el pecado te ha ensuciado feamente o te sientes perdido, inseguro. A ti te digo ve a Jesús: Él es tu Sanador. Amén.

Sermón: Salmo 42 Espera en Dios

Salmo 42:5 “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. 2 Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios? 3 Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios? 4 Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí; De cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios, Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta. 5 ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío. 6 Dios mío, mi alma está abatida en mí; Me acordaré, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán, Y de los hermonitas, desde el monte de Mizar. 7 Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas; Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí. 8 Pero de día mandará Jehová su misericordia, Y de noche su cántico estará conmigo, Y mi oración al Dios de mi vida. 9 Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo? 10 Como quien hiere mis huesos, mis enemigos me afrentan, Diciéndome cada día: ¿Dónde está tu Dios? 11 ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.”

 

            Una de las característica del libro de los Salmos es la abundancia de Salmos de Lamentos que aparecen allí. Es como si la vida de creyente se caracterizara en muchas ocasiones con momento de dolor, ansiedad y depresión.  Y es eso mismo lo que vemos aquí en el Salmo 42.

            Interesantemente el Salmo 42 y 43 era originalmente uno solo Salmo. Lo sabemos por varias razones. El tema es el mismo. Hay un estribillo o un versículo que se repite tres veces entre los dos salmos. ¿Por qué te abates oh alma mía y te turbas dentro de mí? se repite en el 42:5; 42:11 y 43:5. Ambos son Salmos de Lamentos y en este libro segundo de los salmos prácticamente todos tienen títulos excepto el 43.

            ¿Cuál es el trasfondo de este salmo? ¿A qué se debe que el salmista está llorando? El salmista, posiblemente un levita de los descendientes de Coré, llora porque no puede estar en Jerusalén adorando a Dios en el templo. Una crisis ha provocado que este adorador de Jehová no pueda estar en la asamblea de los santos para dar gloria y alabanza a Jehová. Su anhelo es estar allí. Y su ausencia ha provocado en su vida un sentido de vacío, ansiedad y depresión. Hay una sed de Dios en su vida. Hay un clamor de angustia semejante al que emite un ciervo con sed que anhela las corrientes de agua. Él dice: “Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo”. Anhelo su cercanía. Deseo experimentar de nuevo su presencia. Deseo la comunión no de un dios muerto sino del Dios vivo. Del Dios con quien puedo conversar. Que me escucha y me entiende. Del Dios que responde. Que realmente puede cambiar las cosas. De un Dios real y no imaginario.

            Hermanos y amigos, en tiempos de crisis nuestra alma se angustia. Nos llenamos de ansiedad, a veces nos deprimimos. Y nuestra alma busca ansiosamente algo que refresque la sed de nuestra alma. Que calme nuestras ansiedades. Que nos saque de este estado de depresión provocado por la crisis.    

            ¿Quién de ustedes no se siente como el salmista? Estamos en un tiempo de crisis. Vemos en las noticias y nos llenamos de ansiedad, de temor, nos sentimos asustados con los número del covi-19. Nos sentimos alarmados de la abierta oposición a Dios y al cristianismo. Nos frustramos, nos deprimimos y hasta a veces rabiamos al ver el libertinaje, la inmoralidad, la corrupción que hay en todas partes y no solo en el gobierno. Tal parece que nadie es fiel, no hay integridad, no hay compromiso de parte de muchos en las iglesias, hay una ortodoxia muerta en algunos casos. Iglesias justifican y promueven el pecado directa e indirectamente. Hay una carrera por la gobernación y la presidencia y cuando uno mira a los candidatos de los partidos en ambos países uno dice: esto es más de lo mismo. Se perpetúan los puestos de gobierno. Y muchos que aspiran a un puesto político son los menos cualificados al mismo pero son lo que más se mueven y hacen sentir su voz en el partido. ¿Y quién no se indigna de todo eso?

            En medio de todo esto algunos han elevado a la categoría de dios a la ciencia. Ella es la que nos va a salvar. Pero son los mismos científicos y médicos los que nos tienen del tingo al tango: usa mascarilla, no uses mascarillas a menos que estés contagiado, no, usa mascarilla aunque no estés contagiado. Deben tener cuidado las personas mayores, los jóvenes y los niños no tienen grandes problemas. Pero después resulta que sí tienen problemas. No se contagian los animales con esto.  Pero hay dos tigres en NJ contagiados. Y uno de los primeros perros contagiados murió recientemente.

            El desempleo se ha disparado. Los que solicitan no reciben lo solicitado porque hay un punto controvertible: y nos les dicen qué y qué pueden hacer. Y las filas para buscar un turno eran kilométricas. Y luego te dicen que los chavos se acabaron. Y después que van a ver una nueva ayuda económica. Pero cómo así si la primera no llegó.

            Entonces aparecen las teoría de conspiración. Que si esto es culpa de China; o del billonario Bill Gates. Que si la cura del covid-19 es darse un palo de baking soda, con limón, respirar vapor de agua hervida. Otros más sofisticados dicen: el consumo de la medicina anti-malaria la hidroxicloroquina (plaquenil). Unos doctores dicen que funciona. Y adivina qué: otros doctores dicen que no funciona.

            Y para colmo de males llegó la temporada de huracanes. E Isaías venía pa’ encima, y aunque no nos atravesó ha dejado mucha lluvia, zonas inundadas, áreas sin electricidad y sin saber cuándo reciben la preciada luz.  

            Y para nosotros los cristianos la cereza en el tope del mantecado lo es el no poder asistir con plena libertad a la casa de Dios en medio del pueblo de Dios mis amados hermanos.

            Y en medio de todo esto quién no se siente turbado, confundido, asustado, frustrado con lo que está pasando en el mundo y en nuestro país.

            Hermanos grandes calamidades tienden a producir esto mismo en cada persona. Así como te sientes así mismo se sintió el salmista en medio de la crisis que le tocó vivir.

            Ahora bien, cómo reaccionó el salmista y cómo procuró trabajar con su vida en medio de la crisis que le tocó vivir. Y cómo nosotros debemos trabajar con nuestra vida en medio de nuestra crisis particular.

I. Sus primeras reacciones

            ¿Cuál fue su primera reacción? Su primera reacción fue el preguntarse ¿cuándo pasará todo esto? V. 2 “¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?”. Cuando podré regresar a la casa de Dios para adorarle como antes hacía. Lo mismo hacemos nosotros. ¿Cuándo terminará esto de la pandemia? ¿Cuándo regresaremos a la normalidad? ¿Cuándo dejaremos de usar las mascarillas y dejar de estar asustado de lo que tocamos y de si podemos salir de nuestras casas libremente? ¿Te has preguntado eso?

            Su segunda reacción fue: sentarse a llorar todo el día. V. 3 “Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche,”. Lo que dominaba su mente era pensar en su sufrimiento, en la crisis que le había tocado vivir. Eso dominaba su mente y lo llevaba a la depresión y a llorar en todo momento. Hermanos, nosotros también estamos “llorando”. Nuestro tema de conversación principal es el Covid-19. Los problemas de la economía, el desempleo, las restricciones, los contagios, las muertes. Y lloramos el no poder salir como antes. Lloramos la pérdida de nuestras libertades. Todo esto es nuestro tema de conversación.

            Su tercera reacción fue: recordar los buenos tiempos del pasado. V. 4 “4 Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí; De cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios, Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta.” El recordaba de la libertad y el privilegio que tenía de poder estar en la casa de Dios para adorar a Dios libremente. Y de cómo como levita él ayudaba con su presencia y dirección conducía a los otros peregrinos a adorar a Dios en las tres fiestas anuales judías: la pascua, pentecostés y los tabernáculos. Y lo mismo hacemos nosotros. Te acuerdas cuándo íbamos al cine. Cuando no teníamos que hacer filas para entrar a los supermercados o a Marshals. Podíamos ir a la barbería sin hacer cita y sentarnos a esperar un turno vacío. No teníamos que usar hand sanitizer, ni alcohol, ni mascarillas, ni fase shiled. Íbamos libremente a las playas, podíamos irnos de viaje con más libertad.

II. ¿Cómo trabajó con sus crisis?

            Lo primero que el salmista hace para luchar con la crisis de la depresión es amonestarse a sí mismo. Eso es lo que tú o yo debemos hacer. Sacúdete esa actitud de depresión. Deja de cogerte pena. V. 5 “¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí?”. ¿Por qué sigues deprimida, oh alma? ¿Por qué persistes en seguir turbada en seguir deprimida? Sí, sé que estás triste. Sí, sé que te has deprimido. Pero para ya. Para eso ya. ¿Por qué te turbas? Es decir: por qué sigues en ese estado. Sí, es normal que te sientas triste y deprimida. A todos nos pasa. Pero no es correcto que permanezcas en ese estado de depresión.

            Hermanos, hay algunos que les gusta sentirse deprimidos. Hay algunos que les gusta que le cojan pena. Y siempre están en todo momento cabizbajos. Nada les sale bien. Siempre hay dolor en su corazón como si eso les gustara y les diera razón de vivir. El salmista dice: sacude esa actitud. Deja ya esa conducta. Tienes que predicarte a ti mismo. Tienes que hablar con tu alma y decirla basta ya. Levántate del letargo. Levántate de la cama. Lávate la cara. Ten nuevos bríos.

            Y nos dice más. Hermanos, esto no es sicología del mundo. Fíjate que el llamado no es a decir como decía Walter Mercado: dios está en ti, tú eres dios. Tal basura no es lo que enseña la Escritura. El salmista nos dice: deja de estar turbada y abatida. Quita tu mirada de ti y ponla en Dios. V. 5b “Espera en Dios”.   

            ¿Qué quiere decir con esperar en Dios? Esperar en Dios es confiar y creer que Dios cumplirá todos sus promesas para mí. Todo lo que Dios me ha prometido para mí en el pacto de gracia sin lugar a dudas se cumplirá. Y esta confianza y fe descansa en lo que Jesús hizo. Fíjate lo que dice Pablo acerca de las promesas de Dios en Cristo Jesús. 2 Corintios 1:20 “porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.” Y no solo eso. El salmista confía en que Dios le concederá su petición cuando es conforme a Su voluntad. V. 5c “Espera en Dios; porque aún he de alabarle”.

            Conlleva también esperar el tiempo de Dios de contestar nuestras peticiones con la convicción de que Dios contestará. Salmo 38:15 “Porque en ti, oh Jehová, he esperado; Tú responderás, Jehová Dios mío.”

            Y no olvidar que solo Jehová es nuestra salvación y que no estamos solos porque Jehová es nuestro Dios. “Salvación mía y Dios mío.”. Aquí bien importante. Esa espera no es la espera del mundo. El mundo espera en el hombre: en la ayuda de Trump, la de Wanda, la de OMS, la de la farmacéutica Moderna con la vacuna. Ni es tampoco la famosa frase boricua: la espera que desespera. Hermanos, ¿quién es tu Salvador? Solo Jehová. El es el Salvador de todo: no solo del pecado sino de toda crisis, de toda aflicción, de toda tribulación.

            Así que en dondequiera que estemos. En el lugar que estemos y en medio de cualquier circunstancia en que estemos: sea que esté aquí, en el hospital, en otro país, en otro pueblo, en salud o en enfermedad, solo o acompañado el salmista jamás se olvida de su Dios. Cuando estamos turbados y abatidos la tendencia nuestra es a olvidarnos de Dios. Tal vez no al principio. Muchas veces al principio clamamos a Dios pero cuando no vemos la respuesta que deseamos no olvidamos de Él. Pero el salmista nos dice: no te olvides de Dios. V. 6 “6 Dios mío, mi alma está abatida en mí; Me acordaré, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán, Y de los hermonitas, desde el monte de Mizar.” Me acordaré que eres mi Dios. Que tu amor por mí jamás cambia. Que estás conmigo en todas partes.

            ¿Qué más hace el salmista? El reconoce que todo el caos que hay en el mundo y en mi vida está en la manos de Dios. V. 7b “Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.” Las ondas y las olas del mar son en la Biblia un símbolo de caos, de destrucción. Pero el salmista toma consuelo en saber que “todas son tus ondas y toda son tus olas”. Son las ondas y las olas de Dios. Las cosas no suceden al azar. Las cosas no suceden porque suceden. Porque tienen que pasar. Y pasan porque en este universo no tiene quien lo gobierne. Eso no es así. Amós 3:4-6 “4 ¿Rugirá el león en la selva sin haber presa? ¿Dará el leoncillo su rugido desde su guarida, si no apresare? 5 ¿Caerá el ave en lazo sobre la tierra, sin haber cazador? ¿Se levantará el lazo de la tierra, si no ha atrapado algo? 6 ¿Se tocará la trompeta en la ciudad, y no se alborotará el pueblo? ¿Habrá algún mal en la ciudad, el cual Jehová no haya hecho?” Hermanos, Dios no nos creó y luego se olvidó de nosotros. El no solo nos creó. El cuida de nosotros. El dirige todas las cosas incluso las cosas terribles que pasan en tu vida y en la mía. Eso no significa que podamos entenderlas pero sí nos da consuelo el saber que mi Dios y mi Salvador controla todo y dirige todo al fin que El se ha propuesto. ¿Así piensas tú? ¿Trae paz a tu vida la doctrina de la providencia divina?

            Pero el salmista no solo eleva su mente a Dios quien está detrás de todas las cosas sino él sabe que Dios es un Dios de misericordia. Y no solo eso. Dios nos da su misericordia. V. 8 “8 Pero de día mandará Jehová su misericordia, Y de noche su cántico estará conmigo, Y mi oración al Dios de mi vida.” Dios no dejará que al mal venza. El confía en Dios. Y sabe que recibirá de Dios misericordia. Y por eso en la noche le cantará salmos a Jehová y continuará orando a Dios.  

            ¿Qué más hace el salmista? El salmista le trae sus quejas a Dios mismo. V. 9 “9 Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo?”. ¡Wao! ¿Qué derecho tenemos nosotros de traerle a Dios nuestras quejas? Nosotros perdimos todo derecho de acercarnos a Dios por nuestro pecado. Pero por Cristo Jesús tienes derecho de acercarte ante el trono mismo de Dios y traerle tus cargas a Él. Pero trae tus quejas a Dios con fe. Tráele tus quejas con la convicción de que Dios no es tu enemigo. El es tu Roca: tu protector, tu defensor.

            Y por último, recuerda que la vida cristiana tiene sus altas y sus bajas. A veces estamos en las altas, otras en las bajas Y luego regresamos a las altas. ¿Y qué debemos hacer cuando esto nos suceda de nuevo?  Hacer lo que hizo el salmista. Volvió hacer exactamente lo mismo. No buscó nuevos métodos. No buscó nuevas revelaciones. No buscó los nuevos profetas que te dan “nuevos métodos” que funcionan. El hizo lo que había antes aprendido y hecho. V. 11 “11 ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.”

            En este mundo de pecado siempre habrán crisis. Y estas nos abruman y nos llenan de ansiedad y depresión. Nuestra fe es débil. ¿En esos momentos qué vas a hacer? Predicante a ti mismo. Tu sabes que Dios tiene el control de todo. Espera en El. Confía en El. Esta crisis es Su crisis. Persevera en la fe. Su misericordia jamás te faltará. Tráele tus quejas a Aquel que es tu Roca. Todo esto se lo debes a Cristo quien nos ha reconciliado con Dios y nos ha dado acceso al Padre. Descansa en El.

Sermón: Mateo 6:22-24 Llenos de luz y un solo Señor

Mateo 6:22-24 “La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; 23 pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas? 24 Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.”

 

            Decía Aristóteles que de todos los 5 sentidos que tenemos el más importante es el de la vista. Por medio de la vista se nos abre el mundo. Y decía que la vista es la puerta del alma.

            ¡Qué don más hermoso que el don de la vista! Si nuestros ojos están bien entonces podemos apreciar todos los detalles de las cosas que nos rodean. Podremos caminar con seguridad y sin tropezar. Pero cuando nuestros ojos no ven bien caminamos por ahí inseguros, tropezando y muchas veces nos caeremos.

            Jesús utiliza esa verdad de la vida para ilustrarnos la importante de que nos examinemos y nos preguntemos cómo están nuestros ojos. Porque hay ojos sanos y hay ojos que están enfermos. Y lo más triste es que hay ojo completamente ciegos. Veamos cómo Jesús distingue lo que es un ojo bueno de un ojo malo. Y cómo eso en última instancia se relaciona sobre quién es el Señor de tu vida.

            En primer lugar, veamos lo que significa tener un ojo bueno.  

I. Un ojo bueno

            Lo primero que hace Jesús es describir la función del ojo. El ojo es la lámpara del cuerpo. Bueno no absolutamente porque el ojo no es la fuente de la luz pero ella captura la luz y así puede ver claramente y en ese sentido es como una lámpara. Y si es la lámpara del cuerpo entonces es lo que trae luz a nuestro cuerpo. Jesús habla aquí en sentido metafórico. Aunque usa lenguaje físico la enseñanza es espiritual.

            Ahora bien, si tu ojo es bueno, está sano, entonces todo tu cuerpo se beneficia y estará lleno de luz.

            Pero nos preguntamos. ¿Qué es un ojo sano? Un ojo sano es uno que pone su mirada en Dios y es dirigido por la Palabra y la voluntad de Dios. Es un ojo que sabe quién es él y qué Dios espera de él. Es un ojo que tiene su norte claro y sabe hacia dónde debe ir. E uno que tiene sus prioridades en orden y procura vivir y ser dirigido por la mente sujeta a la Palabra de Dios y no por los sentimientos, las emociones o los deseos de la carne.

            Lamentablemente hermanos y amigos, se dice que, por encima de la crisis mundial del coronavirus, hay una crisis mayor que está destruyendo y matando al mundo. Es una crisis que lleva más de 60 años destruyendo. ¿Sabes cuál es? Es la crisis de la identidad. En siglos anteriores y por la influencia del cristianismo el mundo occidental sabía quiénes eran ellos: ellos creían que eran criaturas hechas a la imagen de Dios, varón y hembra nos creó. El es quien nos creó y por tanto es El quien  define lo que somos.  Pero con el rechazo de la Biblia como la Palabra de Dios y el rechazo mismo de la existencia y/o intervención de Dios en el mundo, el mundo ha decidido definirse a sí mismo. Y ha llegado a conclusión de que ellos mismos son los que se definen sin referencia alguna a Dios.  Y algunos dicen: somos criaturas, otros: somos animales, otros: somos moléculas, otros: somos un accidente de la evolución, somos primates, somos seres sin propósito y sin valor, somos hombres, somos mujeres, ni somos hombres ni mujeres, no tenemos géneros, o definimos nuestro género o nuestro género es cambiante según me sienta durante el día (me levanté sintiendo mujer, pero a la media hora me siento hombre, durante el día me siento que soy un pedazo de carne que camina sin rumbo ni propósito, etc.). No en balde hay tanto problema de salud mental en el mundo.

            Tristemente, nos pasa lo mismo a los cristianos. Influenciados por el mundo nosotros hemos caído en la misma crisis. ¿Quién soy yo? ¿Cuál es mi propósito en la vida? Algunos piensan que yo soy el hijo de un Rey y por tanto con derecho a recibir ahora, de ese Rey, todas las riquezas que El me ha prometido. Promesa que para ellos son principalmente físicas y económicas. Otros, que el propósito de Dios para mi vida es que yo sea feliz siempre. Otros, que después que tú seas sincero, amable, cariñoso y “ames al Señor Jesús” es lo importante aunque seas homosexual. Otros piensan que porque soy salvo por la gracia de Dios y es El quien me santifica solo tengo que dejar que Dios haga la obra, yo solo soy recibidor de su gracia y cuando esa gracia venga a mí entonces yo caminaré en los caminos de Dios.

            Pero Jesús nos dice: No. ¿Tienes tú un ojo bueno? Un ojo bueno es uno que pone su mirada en Dios. Sabe quién es él y sabe lo que Dios espera de él. ¿Quiénes somos nosotros? Nosotros somos hijos de Dios y siervos del Señor Jesucristo. Y nuestro norte es amarle más y más y servirle cada día con todas nuestras fuerzas y buscar que otros también amen al Señor Jesús y vivan para Él. Ese es un ojo bueno. Ese es el ojo que hace que todo nuestro cuerpo esté lleno de luz. Y si lleno de luz entonces caminará sin tropezar, caminará rectamente por los caminos que Dios mismo ha trazado para él. Como dice Pablo en Efesios 2:10 “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”

            Pero lamentablemente hay otro ojo. Hay un ojo que no es bueno. Y es descrito por Jesús como un ojo malo.

II. Un ojo malo

            V. 23 “pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas.” Si tu ojo es maligno, es malo, está enfermo, entonces inevitablemente todo tu cuerpo, es decir, toda tu vida estará en tinieblas. Palabras fuertes de Jesús. A nadie le gusta que le digan que está equivocado. Y Jesús nos dice que todos aquellos que tienen ojos malos, es decir, ojos que no miran a Dios, ni le aman, ni le adoran, ni viven para El ni dirigen su vida por la Palabra de Dios, todos ellos están en tinieblas aunque crean que tienen luz. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

            Con esto mismo confrontó Jesús a los fariseos quienes crían que tenían ojos buenos. En Juan 8:12 “Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.” Jesús es la luz del mundo y solo los que le siguen, los que creen y confían en Jesús como su Dios y Salvador no andarán en tinieblas sino que tendrán la luz de la vida en ellos. Todos los demás, los que no me siguen, ni creen ni confían en mi ni me reciben como Señor y Redentor andan en tinieblas. Y Jesús demuestra que Él es la luz del mundo al sanar a un ciego de nacimiento. Y a todo esto qué respondieron los fariseos en Juan 9:40-41 “¿Acaso nosotros somos también ciegos? 41 Jesús les respondió: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; mas ahora, porque decís: Vemos, vuestro pecado permanece.”

            Así que un ojo malo es uno que no tiene la luz de Jesús en su vida porque no ha creído ni confiado en El y por tanto todo su cuerpo, toda su vida anda en tinieblas.

            Jesús dice además “Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?” ¿Qué nos enseña Jesús aquí. Jesús nos llama a que nos examinemos y nos preguntemos qué clase de luz hay en nosotros. >Tenemos luz verdadera o nuestra luz es tinieblas? Porque si la luz que realmente hay en ti es tinieblas, entonces en donde no hay nada de luz las tinieblas son peores.

            Yo te pregunto, ¿cuál es tu ojo?  ¿Tienes un ojo bueno o tienes un ojo malo? ¿Sabes quién eres tú? ¿Tienes claro cuáles son tus prioridades en la vida? ¿Vives para Dios? ¿Vives para adorar a Dios y vivir para Él? ¿Eres dirigido por la Palabra de Dios?

            Ahora bien, Jesús no solo nos dice que nuestra vida debe estar marcada con el reconocimiento de quiénes somos nosotros y cuál es el propósito de nuestra vida como cristianos sino también reconocer que de tras de todo esto es el hecho de que solo podemos tener un solo Señor.

III. Un solo Señor

            V. 24 “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.” Jesús nos habla de una imposibilidad. Ninguno, nadie, es imposible servir a dos señores.

            El verbo servir servir aquí en el griego es importante. Servir aquí significa servir como esclavo no como empleado. No podemos servir a Dios y servir a las riquezas. Es el uno o el otro. O el norte de mi vida es Dios o lo son el buscar hacerme rico. Ambos no pueden subsistir en el creyente. O amamos a Dios o amamos al mundo. Es el uno o el otro. No podemos tener aquí lo mejor de dos mundos. Jesús dice: ninguno puede hacerlo. No te engañes.

            Pero aquí hay un principio importante que señalar. Y es que el creyente tiene a Dios como su Amo y lo ha escogido para servirle exclusivamente a Él. Nosotros somos discípulos de Cristo. Esa es la gran comisión, la de hacer discípulos en todas las naciones. Y el discipulado no es part-time. No podemos ser discípulos parciales. Y decirle a Dios: Sí, Señor Dios yo te sirvo con parte de mis cosas. Te sirvo con parte de mi tiempo, parte de mi dinero, parte de mi devoción, parte de mi compromiso, para de mi entrega. Jesús no. Somos llamados a amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con toda nuestra mente y con todas nuestras fuerzas (Marcos 12:30).

            Muchos pueden tener dos o tres trabajos y así tener dos o tres patronos. Pero solo lo pueden hacer si sus otros trabajos son a tiempo parcial. Y cuando uno exige más tiempo tenemos que escoger y dejar uno y quedarnos con dos o con uno solo. En cambio, Dios demanda todo: todo nuestro tiempo, dinero, compromiso, todo. En todo momento, en toda circunstancia, en todo lugar sea que estemos solos o rodeados de gente, el creyente debe demostrar que tiene a Dios como su Señor y Amo.

            Pero alguien pudiera decir: no estoy de acuerdo. La relación entre Dios y nosotros no es la relación de Amo y propiedad sino de Padre a hijo. Y yo pregunto ¿por qué no? Sería incompatible si Dios fuera un Padre amoroso y un Amo tirano y cruel. Pero ese no es el caso. El Dios que nos ha adoptado no es otro que el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Él es nuestro Padre y nosotros somos sus siervos. Así como Jesús es el Hijo de Dios pero también el Siervo de Dios. Isaías 42, 49, 50, 52-53 nos describen al Mesías como el Siervo de Dios. Y Jesús mismo nos dice que El vino no a hacer su voluntad sino la voluntad del que lo envió (Juan 6:38). ¿Por qué? Porque para Jesús era su deleite amar al Padre que lo ha amado tanto. Y al escuchar su Palabra y obedecerla Jesús sabía que ese era el camino que debía recorrer y así alegrar a su Padre amoroso.

            Y con esto finalizo. ¿Es Jesús el Señor, Amo y Dueño de tu vida? Yo espero que sí. Así que en estos tiempos del corona virus Jesús nos llama a considerar quiénes somos nosotros, cómo estamos dirigiendo nuestras vidas, cuáles son nuestras prioridades. Y todo esto testificará quién es el Señor de nuestras vidas: si Dios o el mundo y sus riquezas.

Sermón: Proverbios 31:10-31 La Mujer Virtuosa

Proverbios 31:10-31

             Hoy celebramos el Día de las Madres de una manera distinta. Por causa del toque de queda muchos se han visto privados de visitar a sus madres con la misma libertad que normalmente se hace. Pero aunque esto es así no queremos pasar desapercibido que hoy se celebra en PR y en otras partes del mundo el Día de las Madres. Claro está, por encima de ello hoy es el Día del Señor. Y reunidos queremos honrar a las madres y considerar el carácter de una madre y esposa según delineada en la Biblia, la cual es digna de honor.

            Creo que ésta es la primera vez que voy a predicar sobre todo este pasaje. Y del mismo podemos ver por lo menos tres cosas importante del carácter de esta mujer. Y podemos decir que todo esto se resume en que ella es una mujer, madre y esposa dedicada. ¿Dedicada en qué? Dedicada en tres áreas: en la familia, a su casa y a su Señor. Veamos:

I. Dedicada a su familia

            Lo primero que menciona el pasaje es lo raro que es una mujer así. Ella es de gran valor. Tan valiosa es ella que su valor sobrepasa a las piedras preciosas. Fíjate cómo lo dice: “su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas”. Su valor para la familia, para la iglesia y para la sociedad no es igual al valor de las piedras preciosas. Su valor sobrepasa largamente a todas ellas juntas.

            Ahora bien. ¿En qué consiste su gran valor? Ella es una mujer dedicada. ¿Dedicada a qué? Dedicada a su familia. Y lo primero que menciona es que ella es dedicada a su esposo. Ella vive de tal manera que su esposo confía plenamente en ella. V. 11 “El corazón de su marido está en ella confiado”. El no tiene temor de que hable con otros hombres porque él sabe que tiene a su lado a una mujer fiel. Y si hay problemas en el matrimonio él sabe que ella no saldrá corriendo a otros brazos sino que buscará con él cómo resolver el mismo. ¿Por qué? Porque ella es una mujer virtuosa. Y además, V. 12 Ella “Le da ella bien y no mal Todos los días de su vida.”  Y aunque su esposo tiene muchas faltas ella no se pasa pregonando las mismas a los demás.

            El carácter de ella es de tal manera que todos hablan bien de él por causa de ella. V. 23 “Su marido es conocido en las puertas, Cuando se sienta con los ancianos de la tierra.” Sentarse en las puertas era sinónimo de ser un líder en la sociedad. E indica que el carácter dedicado y consagrado de ella provoca que hablen bien de él. Y digan: este hombre debe ser un hombre excelente al tener una mujer tan noble, casta, y ejemplar.

            Ella es dedicada no solo a su familia y a su esposo, sino que ella es dedicada también a sus hijos. Ella está pendiente de sus hijos y los miembros de su familia. V. 15 “Se levanta aun de noche Y da comida a su familia Y ración a sus criadas.” La noche no evita que ella siga atenta a todo lo que sucede en la familia. Ella está pendiente no solo de las necesidades inmediatas sino también de las futuras. V. 21 “No tiene temor de la nieve por su familia, Porque toda su familia está vestida de ropas dobles.”

            No en balde sus hijos y su esposo la alaban. V. 28 “Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; Y su marido también la alaba:” Ellos la honran con sus palabras. No se quedan cayados ni piensan: yo no le digo que la amo porque ella lo sabe. No. Ellos le dicen que la aman, que la valoran, que ella es la mejor mamá y esposa que hayan conocido. Y esta honra no se limita a las palabras de vez en cuando o una vez al año. No. Ellos la honran de hecho y en verdad en todo momento: hablándole con respeto, ayudándola, cuidando de ella.

            En segundo lugar, esta mujer virtuosa no solo es dedicada a su familia sino también a su casa.

II. Dedicada a su casa

            Ella no tiene complejo de inferioridad ni de que su vida no se ha realizado porque se ha dedicado a su casa y a su familia.

            ¿Qué más podemos decir de ella? Ella es una mujer trabajadora. V. 13 “Busca lana y lino, Y con voluntad trabaja con sus manos.” Ella no está en la casa viendo telenovelas todo el día. No. Ella es hacendosa. V. 14 “Es como nave de mercader; Trae su pan de lejos.”

            Ella es sabia en el manejo del dinero y sabe cómo invertir. V. 16-19 “Se levanta aun de noche Y da comida a su familia Y ración a sus criadas. 17 Considera la heredad, y la compra, Y planta viña del fruto de sus manos. 18 Ciñe de fuerza sus lomos, Y esfuerza sus brazos. 19 Ve que van bien sus negocios; Su lámpara no se apaga de noche.” Es una excelente administradora. V. 27 “Considera los caminos de su casa, Y no come el pan de balde.” Ella está pendiente de todo en los negocios y en su casa. Y sabe que dará cuenta de su mayordomía.

            Y nos preguntamos: ¿De dónde saca sus fuerzas? Ella es trabajadora, hacendosa, fajona. ¿de dónde saca sus fuerzas? Te diré de dónde. De ser una mujer dedicada a su Señor y Salvador.

III. Dedicada a su Señor

            Para ella su Señor y Salvador Jesús es lo número 1 en su vida. Ella sabe que por encima de su belleza exterior vale más su belleza interior. No que no cuide de su apariencia porque ella está pendiente de cómo se viste. Ella saca tiempo para satisfacer sus necesidades. Pero ella sabe V. 30 Que “Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.” Por tanto su fortaleza sale de su temor a Jehová. Ella vive para agradar y servir a su Dios. Su fortaleza sale de su amor y comunión con su Redentor. Ella sabe que su fortaleza para monumental tarea de ser madre, esposa, trabajadora y ser misericordiosa con todos no sale sino de Dios. El centro de su vida no es ella sino Dios. Por tanto, ella saca tiempo para estar a solas con Dios, medita en la Palabra de Dios, orar a Dios, luchar con su pecado porque sin la gracia de Dios ella nada puede hacer.

            De aquí que ella procura cultivar un corazón. Y que el adorno por excelencia es, como dice 1 Pedro 3:4 “el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.”

            Ella adorna también sus palabras. Ella es una mujer sabia y dulce en su hablar. V. 26 “Abre su boca con sabiduría, Y la ley de clemencia está en su lengua.” Así que todos, incluso su esposo puede buscar de ella sabiduría. Ella es respetuosa al hablar a todos e incluso a su marido.

            Hay algo importante que no podemos dejar de señalar. Ella no solo piensa en su casa sino piensa también en los demás, en especial los necesitados. V. 20 “Alarga su mano al pobre, Y extiende sus manos al menesteroso.” Ella no es individualista pensado que cada cual se salve como pueda. No. Ella es servicial y es desprendida: alarga su mano al pobre y extiende su mano, es decir, ella da a manos llena.

            Pero quién puede llegar a esos estándares que se mencionan. El pasaje lo dice: la mujer que teme a Jehová. No lo logrará a la perfección. Pero si ella teme verdaderamente al Señor procurará por su gracia dirigirse a esa meta que no es otra que ser semejante a Jesús.

            Por todo lo anterior nos dice Salomón: ella es digna de ser honrada por sí misma. Ella no es un apéndice de su marido. Por todo lo anterior ella es digna de ser honrada. ¿De qué manera? Es digna de ser públicamente alabada. V. 31 “Dadle del fruto de sus manos, Y alábenla en las puertas sus hechos.” Su vida y labor no deben ser menospreciadas sino todo lo contrario. Una mujer piadosa es un bendición y un arma poderosa en la familia, en la iglesia y en la sociedad. Por tanto, deben ser alabadas es decir, respetadas, reconocidas, valoradas, amadas, protegidas, obedecidas. Te pregunto a ti ¿cuidas, amas, respetas, proteges a tu madre? ¿lo haces durante todo el año o solo en el Día de las Madres? ¿Y si es anciana cuidas de ella voluntariamente o porque la corte te obliga?

            Hermanos, la gracia de Dios nos ha hecho nuevos hijos e hijas de Dios. Somos nosotros los debemos dar cátedra de cómo cuidar a nuestras madres y respetar a nuestras suegras. Quiera Dios que nosotros aprendamos cada día a honrarlas y no pensar que son una carga sino una gran bendición para nosotros.

Sermón: Habacuc 2:4 El justo vive por la fe

Habacuc 2:4 “He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá.”

             Amada iglesia, durante mi adolescencia yo veía mucho la lucha libre. Yo era fanático de Carlitos Colón, el Invader #1 entre otros. Era un deleite ver las acrobacias que esos luchadores hacían en el cuadrilátero. Es una lucha cuerpo a cuerpo con picadas de ojos, la yeguita voladora, la dormilona, etc. Era un entretenimiento pero también era un reto de fe. Cuando el campeón estaba perdiendo, cuando habíamos perdido las esperanzas de victoria de la nada le salían fuerzas al luchador y vencía contra todo lo que pensamos era imposible lograr.

            En un sentido eso es lo que tenemos aquí en el libro de Habacuc. El profeta tiene una lucha en su interior. Hay una lucha entre lo que él cree y lo que él ve que sucede en el mundo. Hay una lucha entre lo que él cree acerca del carácter de Dios por las Escrituras y lo que Habacuc ve está sucediendo en medio de ellos. Hay una lucha entre la fe y la vista, entre la fe y los hechos. ¿Cómo confiar en Dios en medio de todo lo que Dios va a hacer y hará? A veces las cosas que ocurren en nuestra vida y en el mundo retan nuestra fe. Dios pone a prueba nuestra fe más preciada que el oro. En medio de todo lo que está pasando el PR y en el mundo: los problemas de la economía, el covid-19 y los temblores ¿cuál debe ser la actitud y conducta del creyente? De eso trata el pasaje bíblico que tenemos presente.

            Tenemos aquí un contraste. Habacuc contrasta el carácter y la actitud de dos personas ante los sucesos de la vida. Veamos en primer lugar el carácter y conducta de los incrédulos.

I. El carácter y la conducta de los incrédulos

            Lo primero que podemos ver es que Habacuc nos dice que hay dos y solo dos tipos de personas o almas en el mundo. Hay almas rectas y por implicación hay almas no rectas. Cuando dice: “He aquí que aquel cuya” da a entender que no todos son almas rectas. Este es un veredicto de parte de Dios mismo.

            Hermanos, no todos son creyentes. No es de todos la fe. No todos son salvos. Ni todos van a ir a morar en los cielos con Dios. Hay creyentes y hay incrédulos. Hay justos y hay injustos. Hay santos y hay impíos. Hay almas rectas y hay almas que no son rectas.

            Yo sé que hoy día se enseña que lo único que hay que hacer para ir a los cielos es morirse. Pero esa no es la enseñanza de la Biblia y este pasaje lo corrobora. Por tanto, hay justos y hay injustos según ellos hayan rendido su corazón al Señor Jesucristo.

            Ahora bien, cómo podemos distinguir el uno del otro. Habacuc nos dice por su carácter. ¿Cuál es la característica del alma no recta? Habacuc nos dice: el alma no recta, “se enorgullece”. El no creyente es orgulloso. No se postra delante de Dios ni reconoce que Dios es o que El es digno de fe, confianza y obediencia. Ni reconoce a Jesús como el único Salvador y como el Rey Medianero a quien Dios ha puesto como cabeza sobre todas las cosas sobre su Iglesia.  

            Y cuando ve el tumulto que está sucediendo en el mundo en vez de arrodillarse ante Dios y pedirle perdón o suplicarle su misericordia no lo hace. No ora a Dios porque cree que es autosuficiente en sí mismo para tener que pedirle a Dios. El o ella cree que tiene la sabiduría suficiente, poder en sus manos suficiente para vencer todo caos y superar toda crisis. No es totalmente incrédulo porque pone su fe en el poder del ser humano para superarse. Pone su fe en la ciencia y proclama que la salvación se encuentra en la ciencia o en nosotros mismos. Dicen ellos: Lo que el mundo necesita para salvarse es una buena educación, una mejor distribución del dinero, un mejor acceso a la tecnología, y ser libres de todos los tabúes que el cristianismo ha impuesto en la sociedad.

            El alma que no es recta se caracteriza por buscar su salvación en sí mismo y no en Dios. Y por tanto, no viven para Dios, ni le sirven ni le adoran ni buscan de El la guía de sus vidas. Y si le oran lo hacen buscando la ayuda de Dios pero no buscando a Dios mismo.

            Pero todo eso es edificar sobre la arena. Es poner la fe en un dios que no salva. Y lo triste del caso es que Dios dice: esa alma no es recta para conmigo. Yo no me agrado de esa vida.

            En cambio, Habacuc nos dice que hay otra persona en el mundo. Hay otros en el mundo cuya alma es recta. Veamos el carácter y la conducta del justo.

II. El carácter y la conducta del justo

            Si te das cuenta hay un contraste aquí. A diferencia del alma que no es recta, Habacuc nos habla del que es justo. Y la idea es que el justo posee un alma recta.

            Ahora bien, quién es esa persona. Habacuc nos dice por sus frutos lo conoceréis. ¿Cuál es el carácter y conducta del alma recta? Nos dice Habacuc: él vive por su fe: “el justo por su fe vivirá”. El justo es el que ha creído que Dios es y que El gobierna el mundo. No es arrogante. Él se postra delante de Dios y le dice: que tú oh Dios deseas que yo haga. Reconoce que Dios ha puesto a Cristo como el Rey de este mundo. Y por tanto busca honrar, amar y obedecer al Rey Jesús. Busca de El su protección. Le ora no solo porque tiene que hacerlo sino porque es un deleite hablar con Dios. Pone todas sus cargas ante El. Pone la seguridad de su vida en las manos de Dios. No cree que él tiene el poder para salvarse a sí mismo ni que el ser humano tiene el poder de hacerlo. Usa la ciencia, se educa, es generoso con el necesitado pero no pone su salvación en el hombre ni en sus obras. ¿Por qué? Porque “el justo por su fe vivirá”.  El sabe que Dios es su Protector, su Defensor. Y la salvación de la humanidad se encuentra solo en Dios por medio de Cristo Jesús.

            De aquí que el justo sabe que la verdadera sabiduría se encuentra en Jesús. Y sabe que vivir por la Palabra de Dios es lo más sabio, lógico y recto. Y que aunque las cosas del mundo parezcan otra cosa El confía plenamente en Dios. Por tanto, él camina por fe y no por vista. Aunque sus ojos le dicen: hay caos en el mundo, parece que todo va a la deriva, el mundo parece un barco sin timón; él sabe que no es así. El sabe que Jehová reina y esto le trae paz. ¿Por qué? Porque él sabe que Dios es su Padre. Y que Dios tiene las riendas del timón del mundo en sus manos.

            El sabe que él es justo no por sí mismo sino por la misericordia de Dios. ¿Cómo así? Porque sabe que solo Dios es su Salvador. De lo contrario sería él mismo quien se salvara. Pero él sabe que en su carne no hay nada bueno. Que sus mejores obras están lejísimo de la perfección que Dios demanda, por que Dios es perfecto y solo acepta perfección. Como dijo Jesús en Mateo 5:45 “Sed vosotros perfectos como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. Y sabe que su fidelidad a Dios es fruto de la gracia de Dios en él.

            Quisiera hermanos hacer un par de aplicaciones prácticas adicionales al pasaje.

III. Aplicaciones prácticas

            Si te das cuenta Dios nos llama a vivir con una fe que abraza incondicionalmente la voluntad de Dios. Busca Habacuc 3:16-18 “Oí, y se conmovieron mis entrañas; A la voz temblaron mis labios; Pudrición entró en mis huesos, y dentro de mí me estremecí; Si bien estaré quieto en el día de la angustia, Cuando suba al pueblo el que lo invadirá con sus tropas. 17 Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; 18 Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación.” Podemos decir como dijo Job en Job 13:15 “He aquí, aunque él me matare, en él esperaré”.

            Hermanos, no dudemos de la sabiduría de Dios. No dudemos de su presencia en medio de nuestro. Ni dudemos de su poder y soberanía sobre todas las cosas. Nuestra fe debe siempre descansar en Dios y no en los hombres ni en las circunstancias.

            Yo sé que hay lucha entre lo que vemos y lo que creemos acerca de Dios. Pero Dios nos llama a perseverar. Y perseverar no es otra cosa que vivir en obediencia a Dios descansando en Él y sus promesas y en su obra de Redención. Dios nos llama a serle fiel. Sigue adelante. Vive por fe. Corre la carrera que tienes por delante pero poniendo tus ojos en Jesús el autor y consumador de la fe.

            Y no te olvides de esta gran verdad. Que aunque nuestra fe puede menguar Dios jamás permitirá que ésta se apague en ti. ¿Por qué? Porque nuestra salvación y nuestra fe descansa, no en nuestras obras, sino en la obra de Cristo Jesús en la cruz. Por eso Pablo dice en Filipenses 1:6 “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo;” Amén.