Para que no se vuelvan a la locura

 

Escucharé lo que hablará Jehová Dios;
Porque hablará paz a su pueblo y a sus santos,
Para que no se vuelvan a la locura.
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Salmos 85:8

Despiertas, respiras, ves cualquier paisaje. Ya tienes suficiente evidencia de Dios.

"Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido.”
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Romanos 1:20-21

Podrás ver las montañas majestuosas y compararlo con la hermosura de Dios, podrás mirar la intensidad del sol y recordar el esplendor y poder de Dios. Pero escapar al monte para oír la voz de Dios, no será suficiente. Por más que te esfuerces no podrás oír las palabras claras de Dios en el libro de la naturaleza. La naturaleza es un poderoso eco que nos da evidencia de Dios pero nos deja sin suficientes respuestas para vivir en este mundo.

La locura de no glorificar a Dios
El problema no es falta de información, Dios se hace evidente por medio de la naturaleza, el problema radica en una voluntad naturalmente hostil a Dios. Inhabilidad moral. Todos tenemos suficiente información como para adorar a Dios y sin embargo, no lo hacemos. Adicional a esto, nuestras facultades naturales están distorsionadas, e incapacitadas por causas sobrenaturales, para ver con claridad la estampa de la creación de Dios en el mundo y en su revelación particular; La palabra de Dios.

“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.”
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1 Corintios 2:14 (RV1960)

Por otro lado, todo nuestro esfuerzo y conocimiento como humanidad, será insuficiente para descifrar los pensamientos de Dios.

"¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría. Agrado a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación."
-1 Corintios 1:20-21 (RV1960)

Adicional a esto, hay una lucha espiritual que impide que brille la revelación del evangelio a los incrédulos:

“Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo (Satanás) cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.”
-2 Corintios 4:3-4 (RV1960)

La locura que salvará al mundo
Pero no todas las locuras son iguales. Hay una locura que salvará al mundo: la locura de la predicación del evangelio. Él escuchar las buenas noticias de paz nos recuerdan que donde hubo enemistad con Dios, Él mismo trajo la reconciliación. Donde hubo oscuridad Él mismo se reveló con una claridad inigualable. Perdón donde hubo ira, Identidad, donde hubo confusión.

El salmista confiesa:

“Escucharé lo que hablará Jehová Dios;
Porque hablará paz a su pueblo y a sus santos,
Para que no se vuelvan a la locura.”

-Salmos 85:8 (RV1960)

El hombre natural podrá subestimar la manera ordinaria que Dios hace las cosas, pero al otro lado de lo que pareciera ser locura para algunos, radica el poder de Dios para todo aquel que cree.

"Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios."

—1 Cor 1:18 (RV1960)

El mismo Dios que hablo a su pueblo a través de su palabra revelada; la Biblia, poniendo en alto la obra completa de la cruz en Cristo, nos habla hoy a través de ella, consolándonos y edificándonos por el Espíritu Santo. En este salmo, Dios da suficiente esperanza para no desmayar. Para no caer en la locura de la cultura de despreciar la misericordia de Dios y la verdad de Dios. Para reconocer que cuando Dios habla paz a su pueblo y a sus santos, ellos se fortalecen. Pero mas aún, es una promesa de que Dios estará con su pueblo hasta el fin. El mismo Dios que hirió con confusión el orgullo de Babel y con locura al tirano Nabucodonosor, te preservará con palabras de paz para no caer en lo mismo.