Espera en Dios

 

¿Por qué te abates, oh alma mía,
Y te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.
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Salmos 42:5

¿Tienes idea de cómo el creer a las promesas de Dios llenará tu alma de fe? ¿Tienes idea cuanto de tu día y de tu cotidianidad cambiará por qué cuentas con las promesas de Dios, que esta cerca? El salmista reconocía que muchos de los problemas que tenía era el fruto de un alma angustiada.

En tres ocasiones en el salmo 42 y 43 Él pregunta a su alma:

“¿Por qué te abates, oh alma mía,
Y te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.“

Fíjate bien, que la raíz de su abatimiento no era falta de conocimiento. El salmista también describe también en estos salmos a un Dios pleno, bondadoso, soberano, con amor paternal y paciencia para la humanidad. Así como él, muchas veces la raíz del abatimiento del creyente recae en no actualizar su alma con la verdades de Dios que ya conoce. Se rebela nuestra alma con insatisfacción e impaciencia así que alimenta tu alma de las promesas inmutables de Dios.

Amigo, una cosa es que tengas problemas externos (todos los tenemos) y otra muy diferente es que tu mente construya un diálogo destructivo que te arrebate la esperanza.¿Cuántas veces se levantan a tu pensamiento preocupaciones que invaden tu vida de incredulidad, inseguridad y angustia?

¿Le puedes decir a tu alma como el salmista?; Espera, ¿por qué estas abrumado sin ninguna razón? Y si tienes hoy razones para turbarte: ¿podrías confiar este momento en las manos de Dios?

¿Cuan importante es aplicarnos las palabra a nosotros mismos? Innumerables hombres y mujeres de fé han descubierto la importancia de meditar en la palabra de Dios en todo tiempo y de aplicarnos a nosotros mismos la mismas palabras de Dios. Y si “el que guarda su palabra permanece en Él” entonces debemos desempolvar las promesas a lo largo de la Biblia y aplicarlas a nuestra vida. Sera un fruto seguro y estable, segarás esperanza a lo largo tus días.

Amigo, te sugiero; si tienes 365 días al año, esto son 365 promesas que puedes aplicar a tu propia vida, una por día. Cada día mientras estas leyendo tu Biblia subraya una porción que puedas memorizar. Una porción bíblica que sea llena de esperanza.

“Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas”. -Josué 1:9

Es cierto, que esto fue dado en un contexto particular, en una época particular y una persona en particular. Absorbe todo esto. Y recuerda que no solo es Josué quien tiene una misión divina. Es para ti también creyente que estas palabras resuenan hoy en tu vida.

Debes levantarte, hoy para hacer tus tareas, diligencias, compartir tu vida, trabajar o ser diagnosticado, así que por lo tanto : “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente...” resuena en el corazón de todos los hijos de Dios. El Omnipresente esta en todo lugar:“porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas”. Tú, no eres Josué y no puedes serlo. Puedes deleitarte en las palabras de Dios para los hijos de Dios.

¿Cómo puedes tu remplazar la desesperanza y la altivez, la rebeldía de tu alma si no es con las mismas palabras de Dios? Es que solo así, saturados de su palabra nuestras angustias se desintegran. Solo así llenos de fé los temores son devorados por las promesas del Dios vivo. Solo así, en la plenitud del Espíritu, le podemos predicar a nuestra propia alma y someterla a la sabiduría de Dios. Pon tu alma en perspectiva hoy y dile: ¡espera¡ por qué aún haz de alabarle. Recuérdale a tu alma las palabras de Dios en todo tiempo.