Sermones

Sermón: Santiago 3:13-18 La Verdadera Sabiduría, parte 2

 Santiago 3:13-18 “13 ¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. 14 Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; 15 porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. 16 Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. 17 Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. 18 Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz.”

 

            Hay dos y solo dos sabidurías en este mundo. Existe la “sabiduría” terrenal y la sabiduría divina. Y ambas son diametralmente opuestas la una de la otra. Son polos opuestos.

            El domingo pasado estuvimos viendo la sabiduría del mundo. Y vimos que esa sabiduría del mundo no proviene de Dios. Dios no es su autor ni tampoco la aprueba. Su origen es terrenal, animal y diabólico. Sus características son: la envidia, el egoísmo y la soberbia. Nada bueno podemos extraer de esa sabiduría del mundo. Y sin lugar a dudas, aunque Santiago no lo dice, esa sabiduría lleva a una persona a la destrucción eterna.

            Pero en oposición a esa sabiduría del mundo hay otra sabiduría. Esa sabiduría es una divina. Y posee ciertas características. Vamos a compararla con la sabiduría del mundo. Y lo vamos a hacer exponiéndolo en tres puntos: con respecto a su origen, con respecto a sus características y con respecto a sus resultados. ¿Cuál es la verdadera sabiduría? ¿Cuáles son sus características?

I. Origen

            Con respecto a su origen, nos dice Santiago que tiene su origen en Dios. V. 17 “Pero la sabiduría que es de lo alto”. En este versículo el énfasis lo es en la frase “que es de lo alto”. Es decir, proviene de Dios. Mientras la sabiduría del mundo proviene de la tierra, es terrenal, animal y diabólica, la verdadera y única sabiduría proviene de Dios y solo de Dios. Dios es el autor de la sabiduría. Esa es la enseñanza invariable de toda la Biblia. Proverbios 2:1-5 “Hijo mío, si recibieres mis palabras, Y mis mandamientos guardares dentro de ti, Haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; Si inclinares tu corazón a la prudencia, Si clamares a la inteligencia, Y a la prudencia dieres tu voz; Si como a la plata la buscares, Y la escudriñares como a tesoros, Entonces entenderás el temor de Jehová, Y hallarás el conocimiento de Dios. Porque Jehová da la sabiduría, Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia.” Santiago repite la misma idea en el capítulo 1:5 “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.” ¿Por qué pedirla a Dios? Porque Él es el único que la puede dar. Ya que todo lo bueno procede de Él. Santiago 1:17 “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.”

            Hay un pasaje en el libro de Proverbios que sé que conocen bien y guarda relación con este tema. Proverbios 1:7 “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.” Es decir, no hay sabiduría sino la que está en contacto y en una relación salvífica con Dios. Nadie que no sea cristiano puede ser estrictamente sabio. ¿Por qué? Porque el principio de la sabiduría es temer a Jehová y sin alguien no teme a Jehová no posee ni siquiera el principio, el comienzo de ser sabio, cuanto menos el ser sabio. Y porque solo cuando estamos unidos a la fuente misma de la sabiduría divina que es Cristo, es que podemos ser verdaderamente sabios. Pablo dijo en Colosenses 2:3 “en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.” Si todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento están en Cristo, entonces del único lugar que podemos extraer la sabiduría es de Jesús. Y solo los que creen en Jesús como su Señor y Salvador poseen verdadera sabiduría. 

            Hermanos, también tenemos que tener presente, que toda la sabiduría del mundo es insensatez para con Dios. De igual manera 1 Corintios 1:25 “Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres”. Lo que los hombres piensan que es insensato en Dios, después que provenga de Dios es más sabio que toda la “sabiduría” del mundo.

            ¿Cuál es el origen de la verdadera sabiduría? La verdadera sabiduría proviene de Dios.

 

II. Las Características de la Verdadera Sabiduría

            Estas siete características de la sabiduría no es meramente lo que ella es en sí misma, sino lo que ella produce en los creyentes. O más bien, lo que Dios produce en nosotros por medio de su Palabra y Espíritu.

            1. Es pura. V. 17 “Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura”. La palabra es “hagné” que significa libre de contaminantes e impurezas. Es pura porque proviene de Dios quien es en sí mismo puro o santo. Y es pura porque purifica el corazón.

            Ahora bien, el contexto puede referirse a sinceridad, a que no hay malas intenciones en esa persona. Un ejemplo: te presto algo no porque deseo más adelante pedirte algo y voy a recordarte que me debes un favor. No hermanos, no debe haber doble intención.

            Pero la palabra pura, “hagné” significa también casto y es sinónimo de santo “hagiós”. Por tanto, la verdadera sabiduría se traduce en una vida de santidad, en conformidad a la voluntad de Dios, a un apartarse del mal. Todo creyente, porque posee a Cristo es sabio. Y la primera manifestación de haber invocado el nombre de Cristo es procurar apartarnos de todo aquello que contradiga nuestra profesión de fe, de que nosotros no nos pertenecemos a nosotros mismos. Nuestra vida le pertenece exclusivamente a Dios. 2 Timoteo 2:19 “Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo.” 

            2. Es pacífica. La palabra es “eireniké”, pacífica. Pertenecinete a la paz, dispuesta a la paz. Busca la paz no a expensas del error sino en la búsqueda de la concordia. Busca subsanar las heridas. Busca pensar lo mejor de mi prójimo. No guarda rencor. Y por eso cuando lo ven inevitablemente dirán de él: he ahí un hijo de Dios. Mateo 5:9 “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.”

            3. Es amable. La palabra es “epieikés”, que significa gentil, considerado, justo, equitativo. RAE la define: Afable, complaciente, afectuoso.

           

 

4. Es complaciente. La RV60 traduce la palabra “eupeithés” como benigna. Pero la palabra significa que la persona es fácilmente persuadida. Por eso algunos lo traducen sumiso, obediente. Pero la idea es que esta persona no está todo el tiempo con el freno. Tiene su convicción sobre algo, pero está dispuesto a cambiar su postura si le dan razones válidas. Él está abierto a la persuasión, no se cierra a ser cambiado. No es esta persona que dice esto es lo que yo creo, aunque sabe que está equivocado, pero no da su brazo a torcer. El sabio está dispuesto a transar, a modificar sus ideas y no tiene problemas en aceptar que se haya equivocado. Y está dispuesto a pedir perdón.

            5. Es llena de misericordia y de buenos frutos. La sabiduría de Dios produce en nosotros compasión por los demás. Y nos lleva a ser bondadoso con el necesitado. Ya Santiago nos había dicho que la verdadera religión se manifiesta en 1:27 “Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones”. También en tratar con respeto a los pobres, proveerles de comida y vestido a un hermano en necesidad, etc. Es decir, como dice Gálatas 6:10 “Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.”

            6. Es firme. La RV60 la traduce “sin incertidumbre”. La palabra es “adiákritos”, que significa imparcial, sin prejuicio, sin vacilación. Es el único lugar en todo el NT en que aparece esta palabra y los eruditos no se ponen de acuerdo en cuanto al significado preciso. El antónimo de la palabra sí aparece en Santiago 1:6 cuando dice: “Pero pida con fe, no dudando”. Dudando es el antónimo. Por eso la RV60 lo traduce “sin incertidumbre”. La persona sabia tiene convicción en lo que cree. No es incierto en su fe sino que posee su fe con convicción. El no vacila en sus opiniones. Hay algunos que cambian tanto de opiniones como de ropa interior. Y por el temor a que dirán o la presión cambian sus ideas. Si están con sus amigos piensan como ellos y si están con sus hermanos cristianos piensan como los cristianos. Eso no es sabiduría. El sabio tiene una firme convicción en lo que cree, porque sabe que su fe proviene de Dios. Y Dios es la absoluta verdad, la fuente de la verdadera sabiduría.

            7. Es sincera.  La sabiduría de Dios produce en nosotros sinceridad. El sincero es el genuino. No es hipócrita. Es transparente. No es una cosa con la boca y otra en su corazón.

 

III. Resultado

            V. 18 “Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz.” Hermanos, el fruto de justicia, de una vida recta, digna de ser llamada cristiana solo puede cosecharse en un ambiente de paz, armonía, amor, en donde brilla el carácter sabio que Santiago a descrito. La iglesia a la cual Santiago les escribe tenía problemas de envidia, egoísmo, el cual produce caos. ¿Pude un creyente crecer en ese ambiente? Esa es la idea. Cuando vimos en sabiduría vivimos en paz en mansedumbre, nos amamos unos a otros, consideramos los hermanos como superiores a nosotros mismos, buscamos ayudarnos desprendidamente, somos sinceros, transparentes, amables unos con otros, es entonces que la iglesia crece y madura en su fe. En medio de luchas, envidias, egoísmo, favoritismo, nada bueno florece. En un campo bombardeado constantemente no crece ninguna planta. Mira Vieques. Pero cuando la iglesia vive la vida santa que Dios produce en nosotros allí los creyentes son amados, respetados, motivados e inevitablemente el fruto de justicia sembrado en la paz produce vidas justas. Los sembradores de paz lo logran.

            Quiera Dios que esa sabiduría florezca cada día en medio nuestro para que el mundo vea a Cristo en nuestras vidas, para la conversión y salvación de sus almas.  

Sermón: Santiago 3:13-16 La Verdadera Sabiduría: parte 1

Santiago 3:13-18 “¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz.”

 

Introducción

            Es común hablar de lo complicado que es la vida. La vida no es fácil, es una oración común por ahí.

            En un sentido es cierto. La vida es compleja y esto la hace complicada. Pero en otro sentido, y desde otro ángulo, la vida no es tan compleja. En última instancia hay solo dos opciones a escoger: obedecer a Dios u obedecer al mundo. Fue Jesús mismo quien nos dijo que hay dos y solo dos puertas y solo dos caminos en la vida: “estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella” (Mateo 7:13-14). Solo hay dos puertas y solo hay dos caminos. Y Jesús nos exhorta: “Entrad por la puerta estrecha”.

            Jesús repite lo mismo al finalizar el Sermón del Monte, cuando dice en Mateo 7:24 “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca.” Y lo compara con el versículo 26 “Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena”. Hay solo dos maneras de edificar en la vida: una edificando en obediencia a las Palabras de Cristo y la otra edificando en desobediencia a la Palabras de Cristo. No hay nada más. Viste qué sencillo es, en un sentido.

            Eso mismo nos dice Santiago en el pasaje que tenemos por delante. En el mundo hay dos y solo dos sabidurías. Una es la verdadera sabiduría. La otra es llamada sabiduría, aunque realmente no lo es. Hay dos clases de sabidurías. Está la sabiduría terrenal y la sabiduría celestial. Estas dos sabidurías son diametralmente opuestas la una de la otra. Hoy vamos a comenzar a estudiar sus características.

 

            Pero antes de ver las características de cada una, Santiago inicia esta sección con una exhortación. V. 13 “¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre.” Es una pregunta de auto-examen. ¿Hay alguno entre ustedes que entiende que es sabio, es decir, que conoce la verdad y sabe cómo aplicarla correctamente a las diversas situaciones de la vida? ¿Hay alguno entre ustedes que posee entendimiento, es decir, posee la suficiente experiencia práctica de la vida? Santiago reconoce que no todos son sabios. Pero si alguien entiende que es sabio y con entendimiento entonces demuéstrelo con una buena conducta que se manifiesta con humildad o mansedumbre que proviene de la sabiduría.

            Si te das cuenta, para Santiago conocimiento no es lo mismo que sabiduría. La sabiduría no es primeramente intelectual sino práctica. El sabio no es sabio porque sabe mucho sino porque sabe cómo aplicar su conocimiento a la realidad de la vida. Es una sabiduría que se ve por la vida que esa persona lleva. La sabiduría la demuestra por tener una conducta buena según la revelación divina. En una vida que se caracteriza por la humildad o la mansedumbre. De esa sabiduría es la que Santiago habla. Hay una sabiduría verdadera que es digna de imitar y admirar. Hay otra “sabiduría” que hay que rechazar. Ambas compiten por nuestro corazón y nuestra mente. Una es de Dios y la otra del diablo.

            Lamentablemente no las podemos estudiar a ambas en el día de hoy. El próximo día veremos la sabiduría según Dios.   Hoy la sabiduría según el mundo.

            Ambas las vamos a estudiar con respecto a tres aspectos: sus orígenes, sus características y sus resultados.

I. La Sabiduría Terrenal

            1. Origen

                        a. No proviene de Dios. V. 15 “porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto” Lo primero que nos dice Santiago en este versículo es que esta “sabiduría” del mundo no desciende de lo alto, es decir, no proviene de Dios. La palabra en griego es “anothen” que se traduce en Juan “nacer de nuevo o de lo alto”. Es decir, nacer de Dios. Dios no es el autor de la “sabiduría” del mundo. Y por tanto no obtiene Su aprobación. No es una bendición de parte de Dios. Y no importa que el mundo diga que es justa, que es compasiva, que es equitativa si no proviene de Dios según es revelada en la Palabra de Dios no goza de la aprobación de Dios. Podrá tener el apoyo de la mayoría de los senadores, representantes, los jueces del supremo, y la mayoría del pueblo, pero si es contraria a la voluntad de Dios, entonces Dios no es su autor ni goza de su aprobación.

            b. Es terrenal. Santiago nos dice que si no proviene de Dios entonces proviene de la tierra, es terrenal. Es opuesta a la sabiduría que proviene de Dios. La idea es que ambas son opuestas la una a la otra. Por tanto, hermanos, la “sabiduría” del mundo es opuesta a la sabiduría que es de Dios. No hay un punto medio. O poseemos la sabiduría de Dios o poseemos la sabiduría del mundo. Aquí no se puede escoger lo mejor de dos mundos. Jesús dijo en Lucas 11:23 “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama.” Para Jesús es: todo o nada.

            Esta “sabiduría” ve la vida desde la perspectiva del ahora y no desde la perspectiva de la eternidad. Su mente es puesta en las cosas de la tierra. Como dice Filipenses 3:19 “el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal.” Esta persona no considera su alma. No piensa si lo que hace afecta su relación con Dios. Esto que hago me acerca a Dios o me aleja de Dios. Fortalece mi vida espiritual o la debilita. Me lleva a servir a Dios o a servirme a mí. Nada de eso pasa por su mente porque solo piensa en lo terrenal, en cómo ganar dinero, cómo adquirir lo que quiero, cómo salirme con las mías.

            c. Es animal. La palabra en griego es “psychike”, que significa: no es espiritual. Es aquel que no tiene el Espíritu Santo en su vida. De ellos nos habla Judas 1:19 “Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu.” Es la “sabiduría” que caracteriza a los no regenerados, a los no creyentes. La naturaleza caída promueve la desobediencia a Dios. Y su mente no se rige por la Palabra de Dios. Y no tienen la mente de Cristo. No son guiados por el Espíritu Santo. Por tanto, piensan como piensan los hombres que no tienen a Dios en su corazón.

            d. Es diabólica. Tiene su origen en Satanás. ¿Por qué Satanás? Porque él es el dios de este siglo. El controla la mentalidad anti-bíblica del mundo. Él ha cegado la mente de los no creyentes y opera sobre los hijos de desobediencia. El error o falsedad proviene de Él.

            Y como su origen no es de Dios sino terrenal, animal y diabólico, entonces posee ciertas características peculiares a esa filosofía. ¿Cuáles son?         

            2. Características

                        a. es envidiosa. V. 14 “Si tenéis celos amargos”. La palabra “zelos” puede ser traducida como envidia. Claro está, no todo celo es pecaminoso. Hay celo de Dios y de su Palabra y ese es un celo bueno. Pero hay un celo pecaminoso o literalmente un celo “salado”, es la misma palabra que en el versículo 12 hablaba de agua salada. La sabiduría de este mundo es celosa, envidiosa de lo que poseen los demás. En vez de alegrase con su prójimo en lo que tiene, lo celan, le envidian. Y esta envidia pueden ser: los bienes materiales, los esposos, los hijos, los títulos, la forma de ser, etc. La sabiduría del mundo es envidiosa.

                        b. es egoísta. V.14 “y contención”. Esta palabra contención “eritheian” es mejor traducirla como lo hace LBLA “ambición personal”. La idea es de ambición egoísta. Es una actitud egoísta que solo piensa en esa persona o grupo de personas y nada más. Yo soy primero, segundo y tercero. Son mis intereses los que cuentan. Un ejemplo: son los que se estacionan en dos estacionamientos. Son los que llegan últimos y quieren ser los primeros. Son los que no esperan su turno porque me tienen que atender ahora porque yo sí tengo necesidades que me llevan que no espere mi turno. 

                        c. es soberbia. V. 14 “no os jactéis, ni mintáis contra la verdad;” Estos hermanos se estaban enorgulleciéndose al tener esas actitudes. Es la frase de hoy día que dice: “es que yo soy así”. Son los más sabios que nadie, los que ya lo han analizado todo y nada se les escapa.

            3. El Resultado

                        a. trae confusión. V. 16 “Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación”. La palabra perturbación es “akatastasía”, que significa desorden, confusión, contiendas, tumulto. Es la palabra común para hablar de la anarquía. Y la anarquía es la falta de sumisión a la autoridad, que produce desorden, sedición. En otras palabras, la sabiduría de este mundo produce caos, desorden, confusión. No hay orden, sino caos. Destruye la unidad, la paz, la mutua sumisión entre los hermanos de la fe. Nada bueno sale de la sabiduría del mundo.

            e. no trae nada bueno. V. 16 “y toda obra perversa.”  El fruto de la sabiduría terrenal es que no trae nada bueno. Todo lo que busca hacer y logra hacer es perverso, malvado, bueno para nada, inútil. De esa “sabiduría” nada bueno podemos sacar. No nos ilusionemos, no seamos ingenuos. De la sabiduría del mundo nada bueno podemos cosechar, sino todo lo contrario. Toda obra perversa sale de la sabiduría del mundo.

Aplicación:

1. Tenemos que pensar antitéticamente. Tenemos que pensar en polos opuestos. La sabiduría del mundo no es buena sino malvada. Y es diametralmente opuesta a la sabiduría de Dios que encontramos en la Biblia. No hay punto medio entre ambas. No seamos ingenuos en pensar que las decisiones contrarias a la Biblia tienen algún mérito porque no lo es así. Si Dios es veraz todo lo se oponga a lo que Dios dice es mentira. Pensemos en polos opuestos. Aquí no podemos escoger lo mejor entre dos mundos.

2. Hermanos, tenemos que ver la sabiduría del mundo de la manera correcta. Tenemos que ver el aborto como lo que es algo diabólico, terrenal, satánico. La gente se opone a aplicar la pena de muerte contra los asesinos, pero no tienen ningún reparo en asesinar a bebés que nada malo han hecho. Tenemos que ver el homosexualismo como lo que es: un gran pecado, una gran perversión. Todos los pecados no son iguales. Nadie diría que uno que ha perjurado en la corte merece la misma condena que uno que ha asesinado. Nadie debe pensar que el homosexualismo es lo mismo que mentir porque eso no es cierto. Todo pecado por más pequeño que sea merece la condenación, pero no todo pecado es igualmente terrible ni igual en tamaño. El homosexualismo es satánico. De igual manera lo es el feminismo. Yo sé que los hombres han abusado de las mujeres, pero eso no les da derecho para ir en contra de la voluntad de Dios. El mal se corrige con el bien no con otro mal o con algo peor. No seamos ingenuos pensando que estas cosas son triviales porque no lo son.  

3. Hermanos, hay falsos profetas hoy día. Y no hablo de los que dice que tienen nuevas revelaciones sino de todos aquellos que buscan apartarnos de la verdad de la palabra. El que haya falsos profetas o falsos pastores no nos debe extrañar. Habían falsos profetas en el AT en la misma corte del rey. Profetas que profetizaban lo que el rey quería escuchar. Profetas que criticaron, se burlaron y persiguieron a los profetas de Dios. No les tengamos temor. No nos dejemos mover de la verdad, aunque ellos hablen con denuedo, con convicción. Porque nada de lo que dicen proviene de Dios.

4. Ningún creyente vive una vida en perfecta sabiduría. Todos nosotros porque vivimos en este mundo caído hemos bebido de la sabiduría de este mundo. Pregúntate, ¿Qué ideas de este mundo yo creo y he abrazado, posiblemente por ignorancia? Es mi concepción del matrimonio el bíblico. Es mi concepción del homosexualismo el bíblico. Y qué del aborto, la eutanasia, el rol de los hombres y de las mujeres en la familia, de la evolución, del uso del dinero, de la pornografía, de la fornicación, el feminismo, etc.

            Examinemos nuestras creencias a la luz de la Palabra de Dios. Y vayamos a Dios y digámosle: Oh, Dios enséñame de tus caminos, ayúdame a pensar bíblicamente, aunque el mundo piense que estoy loco. Ayúdame a soportar el escarnio del mundo, no para mi gloria, si no para la gloria tuya y el bien de mi vida.

            No seamos ingenuos, la sabiduría del mundo no proviene de Dios, es terrenal, animal, diabólica, destructiva y nada bueno podemos sacar de ella. Que Dios nos ayude a verlo así.

Sermón: Santiago 3:3-12 Solo Cristo doma la lengua

Santiago 3:3-12 “He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y dirigimos así todo su cuerpo. Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere. Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce.”

 

            Hermanos, hay muchas cosas en la vida que son contradictorias. Son cosas que nos hacen preguntar el por qué eso es así. Ejemplo de cosas contradictorias lo vemos cuando la Biblia nos habla de que una puerca lavada, limpia, puede regresar de nuevo a revolcarse en el cieno. Y la pregunta es mandatoria: ¿por qué ella hace eso? Y la respuesta es: está en su naturaleza. Ella se comporta de esa manera porque esa es su naturaleza cerdil. Otro ejemplo de contradicción lo vemos en el caso de los perros que luego de haber vomitado se comen su propio vómito. ¡Qué cosa más contradictoria! ¿Por qué lo hace? Lo hace porque está en su naturaleza.

            Otro ejemplo de contradicciones lo vi hace un tiempo atrás en Discovery Channel.  Cuando una leona que se quedó sola y tiene cachorros, si se une con otro león este último va a matar a sus cachorros al frente de ella. Les mata a sus hijos y ella no tiene el más mínimo problema de que eso sea así. Y luego de matarlos se parea con ella para tener sus propios cachorros. ¿No es eso contradictorio que una madre haga eso? ¿Por qué lo hace? Está en su naturaleza. Ella se comporta según su naturaleza leónica.

            Santiago nos dice que nosotros también actuamos contradictoriamente. Y nos dice que eso no debe ser así.

            Santiago regresa nuevamente al tema de la lengua. Es más, este es un tema recurrente en Santiago. En todos los capítulos Santiago va a tocar este tema. Lo vimos en el Santiago 1:19 “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse”. Lo toca de nuevo como parte de lo que distingue a la verdadera religión en Santiago 1:26 “Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana.” Lo vimos cuando nos enseñaba de que había algunos que pudiendo ayudar a los hermanos en necesidad solo tenían palabras lindas que no son suficientes para saciar un estómago o cubrir del frío en Santiago 2:16 “y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?”. Y lo tocará nuevamente en el capítulo 4 y el capítulo 5. ¿Por qué Santiago discute tanto el tema de la lengua? Lo hace porque es un problema recurrente en el ser humano. Es un pecado recurrente en todos nosotros. No usamos siempre la lengua de la manera correcta. En esto todos pecamos.

            Y en esta sección que nos toca exponer, Santiago nos dice algo que verdaderamente nos humilla como seres humanos: ningún hombre puede domar la lengua. Hay un problema serio: la lengua, ningún la puede domar. Pero hay una solución a ese problema. Veamos cómo Santiago nos enseña acerca del problema de la lengua y la solución al mismo. Veamos primero…

I. La Maldad de la Lengua

            Lo primero que deseo que noten es cómo Santiago nos describe la maldad de la lengua. Con la lengua podemos hacer cosas terribles. Fíjate cómo Santiago describe el poder maligno de la lengua. V. 6 “Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno.” Es un fuego que destruye, es un pequeño microcosmo de toda la maldad que hay en el mundo. Posiblemente no hay un pecado en el mundo que no esté asociado con el pecado de la lengua. Con la lengua se contamina el cuerpo o a la persona y con ela contaminamos a los demás. Así dijo Jesús en Marcos 7:20-23 “Pero decía, que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.” Todo lo que está en nuestro corazón sale por medio de la lengua. Y eso es lo que contamina al ser humano, no el comer con las manos lavas ceremonialmente.  

            Santiago nos dice que también inflama la rueda de la creación, es decir, enciende la rueda de la vida afectando al mundo entero. Lo vemos en las peleas que se forman entre las personas por los insultos, los chismes, las mentiras, las calumnias. Naciones enteras han entrado a la guerra por causa de la lengua. Y para colmo es inflamada por el mismísimo infierno, es decir, por Satanás mismo, por medio de sus tentaciones y maldad.

            El versículo 8 nos dice que está llena de veneno mortal, así como las serpientes. Lo mismo decía Pablo en Romanos 3:13-14ª “Sepulcro abierto es su garganta; Con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; Su boca está llena de maldición y de amargura”.

            La maldad de la lengua lo podemos ver en la conducta contradictoria de la lengua. V. 9 “Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios.” Mira que contradicción. Usamos la misma lengua para adorar a Dios, para bendecirle. Y con esa misma lengua maldecimos a los hombres, les deseamos lo peor del mundo. Los ofendemos, los insultamos, los humillamos, nos burlamos de ellos, los criticamos, somos chismosos, etc. Hacemos todo eso a los seres humanos que han sido credos a la imagen de Dios. Todo ser humanos ha sido creado a la imagen de Dios: poseen una voluntad, una mente, una capacidad creativa como Dios, demostrando así que el ser humano es exaltado sobre toda la creación. Pero aun así, los maldecimos: los insultamos, les mentimos, los herimos con nuestras palabras. ¡Qué increíble contradicción!

            Y todos nosotros hemos sido culpables y somos culpables de semejantes pecados.

            ¿Qué nos enseña esto? Nos enseña la realidad del pecado que hay en nosotros. Pecamos porque somos pecadores. Actuamos de esa manera porque somos pecadores. Todo esto confirma la doctrina bíblica de la total depravación del ser humano. El pecado ha corrompido toda nuestra naturaleza. De tal manera que no hay un área de nuestra vida que no esté corrompida por el pecado. Nuestra mente, nuestra voluntad, nuestras emociones están corrompidas por el pecado. Y lo triste del caso es que nadie puede cambiar esa situación por sí mismo. De nuestra parte esta condición es irreparable. Podremos contenerla, pero no sanarla. Podemos poner un toro en una jaula de la cual él no pueda salir, pero no podemos cambiar su naturaleza; él sigue siendo salvaje. De igual manera también nosotros. Nada que el hombre haga podrá realmente sanar nuestra naturaleza corrompida por el pecado.

            Es por eso que el mundo necesita de Cristo Jesús. No solo porque la maldad de la lengua trae la ira de Dios sino también por…

II. La Imposibilidad de Domarla

            Santiago nos dice que los seres humanos hemos podio domar toda clase de animales en el mundo. V. 7 “Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana”. Cuando Dios creó a Adán y a Eva les dio dominio sobre los animales del mundo. Y el hombre ha demostrado su superioridad al domarlos. Pero, aunque eso es así hay algo que no puede domar por sí mismo: la lengua.

            Les hemos puesto frenos a los caballos y aunque ellos son más fuertes y grandes que nosotros, por medio de los frenos, podemos dirigirlos hacia donde queremos que vayan. De igual manera hemos hecho con los barcos. Serán grandes, y serán arrastrados por vientos impetuosos, pero con un pequeño timón hemos podido gobernarlas y que naveguen por donde queramos.  Pero con la lengua no es así. Aunque es pequeña y se jacta de grandes cosas, porque muchas veces ha hecho grandes cosas positivas también ha traído gran destrucción. La lengua es como un fuego que, aunque sea pequeño es capaz de destruir un bosque entero.

            Por eso Santiago dice en el versículo 8 “pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal.” Ese es el problema. Pero como dijimos, el problema de la lengua es algo que está detrás de la lengua. La lengua por sí mismo no hace nada. Ella en sí misma es un órgano del cuerpo. Pero la lengua es el vehículo del alma. La maldad de la lengua y la incapacidad del hombre por sí mismo de domarla, aunque un miembro pequeño del cuerpo, revela la maldad del ser humano y su inhabilidad de cambiar por sí mismo su naturaleza caída. No hay educación en el mundo, no hay pastilla en el mundo, no hay siquiatra en el mundo, ni consejero en el mundo, ni buenas resoluciones, que puedan sanar y transformar nuestra naturaleza pecaminosa.

            Pero hay algo que sí puede hacerlo. Santiago nos dice indirectamente que lo que lo puede hacer es…

III. El Poder del Evangelio

            V. 10 “De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.” Santiago reconoce la contradicción que es que de una misma boca procedan bendición y maldición. ¿De quiénes está hablando Santiago? No de los inconversos sino de los creyentes. ¿Cómo lo sabemos? Porque les llama hermanos. Y les dice: hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Por qué? Porque somos cristianos. Claro está, Santiago no lo dice así, pero presupone que los hermanos entienden lo que les está hablando.

            Nosotros somos cristianos y como cristianos nosotros somos diferentes, pensamos diferentes, actuamos diferentes a los demás no cristianos. Y la manera que hablamos debe reflejar el cambio que Dios ha operado en nuestras vidas. ¿Por qué no debe proceder de nuestra boca bendición y maldición? Porque Dios nos ha transformado, Dios nos ha dado una nueva naturaleza. V. 11 “¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? ¿Cuál es la contestación? No. Una fuente de agua dulce echa agua dulce y lo mismo una fuente de agua amarga solo echa agua amarga. Mira lo absurdo que es que de una misma fuente de agua salga agua dulce y amarga. Es absurdo. No solo es absurdo es imposible V. 12bninguna fuente puede dar agua salada y dulce.”

            Santiago les da otra ilustración de la misma idea. V.12a Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Y la respuesta es No. Es imposible que sea así. La higuera solo produce higos y la vid solo produce aceitunas. Lo otro es absurdo e imposible. ¿Por qué? Por causa de su naturaleza. La naturaleza de la higuera es producir higos y de la vid producir aceitunas. Una mujer no puede parir un caballo por más que se esfuerce. ¿Por qué? Porque está en su naturaleza dar a luz seres humanos.

            De igual manera debe ser con nosotros. Es absurdo que un creyente bendiga a Dios y maldiga a su prójimo porque éste ha sido creado a la imagen de Dios y por tanto es digno de nuestro mayor respeto. ¿Pero y si me ofende, si me insulta? ¿Qué nos dice las Escrituras? Romanos 12:14 y siguientes “Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. V. 17 No paguéis a nadie mal por mal. V. 19 No os venguéis vosotros mismos. V. 20 Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber”. Y Jesús dijo en Mateo 5:43-45 “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.” Un pecado no justifica otro pecado. Si pecan contra mí, eso no me da derecho para pecar contra el que peca contra mí.

            ¿Pero es que yo no puede amar a mis enemigos ni bendecir a los que me maldice? Yo lo sé. Eso demuestra nuestra maldad e impotencia para cambiar. Por eso necesitamos de Jesús porque con su muerte y resurrección El venció el pecado y no solo nos libra de la culpa condenatoria del pecado sino también del poder reinante del pecado en nuestros corazones. Es decir, solo Cristo puede cambiar nuestras vidas. El cambia las vidas de los creyentes. Lo que la sicología no puede hacer, lo que las pastillas no pueden hacer ni las resoluciones de última año pueden hacer el poder de la muerte de Cristo y la virtud de su resurrección sí puede en los que se rinden al El por medio de la fe.

 

Aplicaciones:

1. La santificación es una obra en todo el hombre. Dios cambia nuestra naturaleza. Y esa obra de transformación por medio del Espíritu de Cristo toca a cada aspecto de nuestro ser: nuestra mente, nuestra voluntad, nuestras emociones, nuestra forma de hablar, pensar, vivir. Nuestra nueva naturaleza debe llevarnos a vivir con una boca limpia. De nuestra boca no deberían salir: las mentiras, los chismes, los insultos, las burlas, las difamaciones, males palabras, chistes colorados, etc. Ese debe ser nuestro norte. ¿Por qué? Porque somos cristianos. Porque somos nuevas criaturas. Porque Dios no solo nos ha llamado a amarle sino a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos porque ellos han sido creados a la imagen de Dios. Debeos actuar por lo que somos. Así como los puertorriqueños hablamos español boricua, de igual manera, los creyentes deben hablar el lenguaje de los cielos. Glorificar a Dios con nuestras lenguas.

2. Cuando fallemos no nos olvidemos que tenemos un abogado en los cielos, a Jesús. 1 Juan 2:1 “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.” Jesús intercede por nosotros presentando ante el Padre su sacrificio expiatorio en nuestro lugar. Nos presenta como cubiertos con su justicia y con su sangre. Nuestra salvación descansa no en nuestra perfección sino en la de Jesús. No es nuestra obediencia perfecta a la ley de Dios sino en la obediencia perfecta de Jesús en nuestro lugar y para nuestro beneficio. Y esto nos debe dar consuelo. Pero no es un cheque para pecar sino para descansar en El.

3. Cuando perdamos los estribos y pequemos con la lengua no busquemos justificar nuestros pecados. Y decir: “es que estaba cansado, o me levanté por el lado izquierdo de la cama, o es que el calor me tiene irritado, o es que vengo ya caliente del trabajo, o he pasado un día perro en la calle o en la casa”. Pidamos perdón y no justifiquemos el pecado. Y si alguien provocó a otra persona, el que provocó debe también pedir perdón. A veces pasa con los hijos. Hijo(a) vota la basura, recoge tus zapatos, has esto o lo otro. Y muchas veces no lo hacen y nos sacan por el techo y perdemos los estribos y les decimos de arroz y masa. ¿Qué debemos hacer? Debemos pedir perdón. ¿Quiénes? Los padres por perder los estribos y los hijos por provocar a sus padres. Ambos no lo hicieron bien. Solo así nuestras relaciones se fortalecerán.

4. Sobre todo, no olvidemos que, así como no podemos por nosotros mismos domar nuestra lengua, Jesús sí puede en nosotros. Busca de su gracia, depende del Espíritu Santo, sé lleno del Espíritu. ¿Cómo? Depende del Espíritu por medio de los medios de gracia. Ora, medita en la Palabra, medita en los sacramentos. Vigila tu corazón.

            Quiera Dios que no olvidemos que solo Jesús es el único que puede domar la lengua en nuestras vidas. Vayamos siempre a Él como nuestra justicia y nuestra santificación.

 

Sermón: Santiago 3:1-2 ¡Cuidado, hay excedente de Pastores!

Santiago 3:1-2 “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación. Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo.”

 

            Hay un dicho popular en nuestros días que dice: la ignorancia es atrevida. Y yo diría que muchas veces en mi vida yo he retratado vívidamente esa oración. Resulta que hace varios años atrás me monté en una de esas montañas rusas que hay en Disney. Normalmente yo no tengo problemas en montarme en montañas rusas. Pero esta vez fue algo distinto. No recuerdo el nombre de la atracción que me monté, pero sí recuerdo vívidamente cómo me sentí por un momento. La montaña rusa comienza un viaje horizontal y de momento su coloca en posición vertical, prácticamente de noventa grados. Y me acuerdo lo que pensé cuando el carro en que estaba sentado comenzó a subir y yo miraba los cielos. Y me decía a mí mismo: que rayos yo hago montado aquí. Obviamente ya no podía hacer nada. Por un momento pensé que saldría en los periódicos del día siguiente: hombre de cuarenta años no pudo con la montaña rusa de Disney.

            A veces uno no piensa las cosas con detenimiento. E impulsados por hacer algo, muchas veces no medimos las consecuencias de tales actos. Debemos pensar antes de actuar. Y debemos ser realistas con respecto a lo que vamos a hacer, si lo podemos hacer y la responsabilidad que conlleva lo que vamos a hacer.

            De eso trata el pasaje de Santiago. El pasaje es un llamado a reflexionar. Es más, es un aviso de precaución. ¿A quiénes? Principalmente a los que aspiran el oficio de maestro en la iglesia de Cristo.  ¿Y qué les dice Santiago a esas personas? Les dice: que piensen con detenimiento lo que quieren hacer. Es un llamado a considerar las implicaciones del oficio de maestro en la iglesia. No entren apresuradamente a tal oficio sin antes considerar tres cosas importantes. ¿Cuáles son esas tres cosas importantes a considerar a quien aspira el oficio de maestro en la iglesia? Así que debe considerar…

 

I. El llamado del oficio

            V. 1a “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros”. ¿De qué está hablando aquí Santiago? Santiago habla aquí del oficio público de maestro en la iglesia. La palabra maestros en el griego es “didaskaloi”. Y se refiere a uno de los tres oficios más importantes en la iglesia. Los podemos ver en 1 Corintios 12:28 “Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, etc.” Es llamado aquí el tercer oficio después de los apóstoles y profetas. Los vemos nuevamente en Hechos 13:1 “Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros…” Efesios 4:11 “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros”. Es muy probable que los últimos oficios que menciona Pablo aquí sean uno solo en vez de dos. Y los eruditos entienden que la mejor traducción sería: “Y él constituyó a unos… pastores-maestros”. Así que cuando Santiago habla acerca de maestros en el versículo 1 se refiere a los maestros oficiales de la iglesia quienes reciben remuneración por su oficio. ¿De quiénes hablamos? De los pastores.

            ¿Y qué les dice Santiago a estos que aspiran al oficio de maestro en la iglesia? Les dice: “no os hagáis maestros muchos de vosotros”. En otras palabras, nadie debe entrar al oficio de maestro en la iglesia sin antes considerar lo que implica ser maestro en la iglesia.

            El aspirante debe considerar que el oficio de maestro es una vocación y no meramente un trabajo. Es Dios quien llama al oficio. Aspirar a tal oficio es algo bueno. Pablo lo dice así en 1 Timoteo 3:1 “Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea.” Pero aunque es algo bueno, es tan serio es importante que nadie debe entrar al mismo sin un llamado al mismo. Y movido por las razones correcta de servir a Dios, edificar a la iglesia y buscar a los perdidos. 

            Aparentemente, muchos estaban aspirando al oficio de maestro en la iglesia por el prestigio que acompaña al mismo. Y en búsqueda de ese prestigio muchos estaban aspirando el oficio de maestro. Y Santiago les da una advertencia: “no os hagáis maestros muchos de vosotros”. No seáis muchos de ustedes maestros.

            Todavía tenemos ese mismo problema hoy día. Tenemos una contradicción. La mies es mucha y los obreros son pocos, es decir, los buenos obreros son pocos. Tenemos muchos malos obreros. Tenemos un excedente de pastores que están en el ministerio por la fama y gloria que puede acompañar el mismo. Pero son pocos los que verdaderamente son pastores dignos del oficio de maestros en la iglesia.

            Así que Santiago les dice: tienen que considerar que el oficio de maestro es una vocación, requiere un llamado. Es cierto es una buena obra tal aspiración. Pero debemos aspirar a tal oficio por las razones correctas de servir a Dios, edificar a la iglesia y ser instrumento en la conversión de pecadores. Y como es un llamado no creo que Dios ha llamado a todo el mundo. Todos quieren ser caciques y nadie quiere ser naboría. Así que el que aspire al oficio de maestro debe considerar el llamado al oficio.

            En segundo lugar, debe considerar…

II. La seriedad del oficio

            V. 1b “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación.” ¿En qué consiste la seriedad del oficio? En que recibiremos mayor condenación. ¿Qué quiere decir Santiago aquí? En primer lugar, la palabra condenación en el griego es “krina” y significa juicio, condenación. Su significado primario es juicio y es ese el que debemos tomar aquí. Así que una mejor traducción sería: “recibiremos mayor juicio”.

            Es decir, la seriedad del oficio de maestros en la iglesia los expone a mayor escrutinio. La iglesia clava su mirada en la vida de los maestros ya que por medio de sus vidas ellos aprender a vivir como Cristo espera de ellos. La vida de los maestros debe reflejar sus enseñanzas. Por eso las faltas que ellos cometen son más graves. ¿Por qué? Jesús dijo en Lucas 12:48 “porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará”. Y aunque todos pecamos, el pecado que cometen los maestros, aunque sea el mismo que comete cualquier miembro de la iglesia, tiene el agravante de que fue hecho por uno que sabe más. Y acompaña más que a ninguno el estigma de hipocresía.

            Además, el fracaso de ser fieles traerá mayor castigo. De los escribas judíos infieles dijo Jesús en Marcos 12:38-40 “Y les decía en su doctrina: Guardaos de los escribas, que gustan de andar con largas ropas, y aman las salutaciones en las plazas, y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas; que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones. Estos recibirán mayor condenación.” Mateo 5:19 “De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.”.

            Santiago entonces les dice a todos los que aspiran al oficio de maestro en la iglesia, considera que todo el mundo va a poner su mirada en ti y en los tuyos. Ellos van a evaluar tu caminar, toda tu vida. Y si no eres fiel a tu llamado, sabes que recibirás mayor castigo de parte de Dios, porque tú posees mayor conocimiento y se espera más, mucho más de ti.

            Y considera no solo el llamado del oficio y la seriedad del mismo, pero también considera…

III. La enorme responsabilidad

            V. 2 “Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo.” La preposición “porque”, une el versículo 1 con el versículo 2.

            ¿Qué Santiago quiere decir aquí? Mira la enorme responsabilidad que tienen los maestros. Ellos están llamados a enseñar y el instrumento principal de enseñanza es la lengua. Pero hay un problema con ello. ¿Cuál es? Todos ofendemos muchas veces. El énfasis no es a la cantidad sino a la variedad de formas. Todos, incluyendo a Santiago, pecamos muchas veces, es decir, en malas crianzas, en insultos, en burlas, en chismes, en quejas, etc. Y como eso es así y nadie queda excluido ni siquiera yo mismo, Santiago, tienes que considerar la gran responsabilidad que tienen los maestros de la Palabra.

            Con la lengua podemos hacer mucho bien, pero también podemos hacer mucho mal. Con la lengua podemos edificar, consolar, aconsejar, guiar, instruir, amostrar, exhortar. Y eso es una bendición increíble el poder servir a la iglesia. Pero con la lengua podemos ofender y hacer mucho daño al punto de destruir una iglesia. Entonces considera la enorme responsabilidad que poseen los maestros en la iglesia de Cristo.

            Tan fácil es pecar con la lengua que si alguien controla la misma, es un hombre perfecto, capaz de conquistar los demás miembros del cuerpo. Pero Santiago nos va a decir más adelante que nadie por sí mismo puede controlar la lengua. Solo por la gracia de Dios puede ser controlada hasta cierto punto.

 

Aplicaciones:

1. Todos tenemos problemas con la lengua. Uno más que otros. Los maestros no están exentos de este pecado. Y así como Santiago llama a los que aspiran el oficio de maestros en la iglesia a considerar el peligro del uso de la lengua, de igual modo nosotros debemos considerar el peligro de nuestra lengua. De ti y de mí debemos decir: todos ofendemos muchas veces. ¿Por qué? Porque somos pecadores. Y con nuestra lengua revelamos lo que hay en nuestro corazón: pecado. Con ella ofendemos inclusive a aquellos que más nos aman. Es por eso que necesitamos de la gracia de Dios en Cristo Jesús para que nos santifique más y más y así usemos la lengua sabiamente y para edificación. Por nosotros mismos no podemos controlarla necesitamos de la ayuda de Dios. Eso fue lo que hizo David en el Salmo 141:3 “Pon guarda a mi boca, oh Jehová; Guarda la puerta de mis labios.” Pídele a Dios que te haga humilde, sensible a las demás personas. Aprendamos de Cristo que Él es manso y humilde de corazón.

2. Si aspiras al oficio de maestro buena obra deseas. Es un privilegio el servir como maestro. Pero antes de moverte en esa dirección considera el costo y la responsabilidad de ser maestro en la casa de Dios. Pídele a Dios que te dirija y que si entras al mismo sea habiendo considerados el llamado, la seriedad del oficio y la enorme responsabilidad del mismo. Y la iglesia tiene la responsabilidad de ver que eso sea así. 

Sermón: Santiago 2:20-26 Somos Justificados por las Obras

Santiago 2:20-26 “¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe. Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.”

 

            Cuando uno estudia la historia de la iglesia uno ve de una forma palpable lo que significa amar al prójimo. Desde tiempos inmemoriales la iglesia ha sido una que ha salido de las cuatro paredes. Ha sido uno que se duele del dolor de su prójimo y ha estado dispuesta a demostrar con los hechos que la obra que Dios hace en nuestras vidas se traduce en servicio, abnegación y sacrificio sirviendo a los demás.

            Sabemos siervos y siervas de Dios que establecieron escuelas, hospitales, orfanatorios o sirvieron de enfermeras para socorrer a los necesitados. En algunos casos expusieron sus vidas cuando en medio de plagas ellos sacrificialmente se quedaron en los pueblos para cuidar de los contagiados. Su fe fue puesta en obras. ¿Cuánto de esto podemos nosotros aprender e imitar?

            Santiago nos dice que la fe sin obras es muerta. No es que estuvo viva en algún momento, sino que nunca estuvo viva. La fe salvadora es una fe que obra por el amor: por amor a Dios y el amor al prójimo. Es una fe obediente. Es una fe que es acompañada de las otras gracias del Espíritu Santo. Somos justificados por la fe solamente pero no por una fe que es sola. Santiago también nos dice que la fe salvadora es más que creer una doctrina correcta. No existe sin una doctrina correcta, pero es más que eso. Es una fe que se traduce necesariamente en un abrazar esa doctrina y un vivir la verdad de Dios.

            Ahora bien, Santiago nos dice algo más. Nos dice algo que es chocante a nuestros oídos protestantes. Nos dice que nosotros somos justificados por las obras y no solo por la fe. Fíjate cómo lo dice en el versículo 24 “el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe.” Ese es el énfasis de esta sección. Y aunque sé que estas palabras son chocantes a nuestros oídos protestantes y reformados nuestro deber como creyentes de la infalibilidad de la Biblia es creer lo que ella enseña con la plena confianza que nunca nos llevará por el camino equivocado. Hermanos, tenemos que temblar ante la Palabra de Dios y creer todo lo que ella nos enseñe tal como la enseña. Y no es piadoso querer acomodar los pasajes de las Escrituras a nuestro sistema teológico, sino que es nuestro deber formular nuestro sistema de doctrina basados en las enseñanzas de la Palabra de Dios sin adulterar.  Santiago nos dice aquí de una manera clara e inequívoca que “el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe.” Hermanos, somos justificados por las obras y no solamente por la fe, correctamente entendido.

            Eso es lo que Santiago procura probar. Fíjate que el versículo 20 es una pregunta formulada por Santiago que una supuesta persona formula. La persona no es real, sino que Santiago se pregunta lo que alguien estuviera preguntando.  V. 20 “¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?” Es como si dijera pruébame que la fe sin obras es muerta. La palabra muerta realmente es: vana, estéril, inútil. Una fe sin obras no sirve para nada. ¿Por qué? Porque no salva a la persona. Así que la pregunta es pruébame que la fe sin obras es inútil. Y Santiago prueba su caso con dos ejemplos. Con dos ejemplos cual más opuestos el uno del otro: la fe de Abraham y la fe de Rahab.

            Santiago entonces nos prueba que Abraham y Rahab fueron justificados por las obras y no solo por la fe.

            ¿Cuál es el mensaje de Santiago en esta sección? Que el ejemplo de Abraham y Rahab nos confirman que las obras justifican lo genuino de la fe justificante.

I. Las obras justificaron, para con Dios, lo genuino de la fe de Abraham

            V. 21-24 “¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe”. ¿Qué es lo que Santiago quiere decir aquí? En primer lugar, Santiago nos enseña que Abraham fue justificado delante de Dios, declarado justo delante de Dios por la fe solamente. Fíjate cómo lo dice: “Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios.” No hay conflicto alguno entre Santiago y el apóstol Pablo. Ambos creyeron y enseñaron lo mismo: el ser humano es justificado, declarado justo delante de Dios no por las obras sino por la fe solamente. Qué esto es así lo vemos porque por la fe Abraham fue llamado amigo de Dios. Porque Abraham creyó en Dios, fue justificado y se estableció entonces una íntima amistad con Dios. Hermanos, nadie es amigo de Dios sino por medio de la fe. Solo los creyentes disfrutamos de una íntima amistad con Dios. Él es nuestro amigo. Y esto implica: mutuo amor, mutua compañía, mutuo deleite. Implica el compartir nuestros más íntimos secretos. El contar todas las cosas que no le contamos a nadie. Solo los creyentes disfrutan de esa comunión con Dios.

            Santiago nos dice algo interesante. Nos dice que cuando Abraham ofreció a su hijo Isaac en el altar, 30 años después de haber sido declarado justo delante de Dios por la fe, tal acto cumplió la escritura que dice que Abraham creyó a Dios y le fue contado por justicia. ¿Qué significa eso? Significa que, aunque Abraham vivió por fe durante toda su vida fue ese hecho que sin lugar a dudas demostró contundentemente que su fe era una fe viva y no una fe muerta. ¿Por qué? Porque es fácil ser cristiano cuando todas las cosas están bien. Pero cuando vienen las pruebas que Dios envía a nuestras vidas es entonces que verdaderamente demostramos en dónde descansa nuestra fe. Cuando no hay comida en la casa, cuando no hay dinero para pagar la renta, cuando nos traiciona nuestro cónyuge, cuando nos visita una enfermedad incurable, cuando nuestros hijos están al borde de la muerte, etc., allí es que demostramos si nuestra fe en viva y no una fe muerte. Cuando Dios le dijo a Abraham en Génesis 22:2 “Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.” Allí Dios probó sin lugar a dudas cuán real era su fe para con Dios. ¿Y qué hizo Abraham? Abraham fue obediente porque su fe era una fe viva. Y su obediencia a Dios justificó su fe, declaró lo genuina que era su fe. Abraham fue justificado por las obras y no solo por la fe, es decir, por meramente decir que tenía fe.

            “La fe actuó juntamente con sus obras, y… la fe se perfeccionó por las obras”. ¿Qué significa que la fe se perfeccionó por las obras? No significa que las obras dan vida a la fe o que las obras mejoran la fe sino que la fe probó ser verdadera por las obras. De igual manera hermanos, una vida de obediencia a Dios en su Palabra es la clara evidencia que poseemos una fe viva, una fe justificante. Y somos así justificados por las obras. Probamos que nuestra fe no es un juego sino real.

            Santiago nos da otro ejemplo y nos dice…

II.  Las obras justificaron, para con los, lo genuino de la fe de Rahab

            V. 25-26 “Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.” Es interesante lo que Santiago hace aquí. El escoge dos personajes diametralmente opuestos para ilustrar su enseñanza. Mira los contrastes que hace Santiago: Abraham: un hombre, Rahab: una mujer. Abraham: un hombre íntegro, Rahab: una prostituta. Abraham: heredero de la promesa hecha a Adán, Rahab: heredera de la maldición de los Cananeos.

            La Biblia no nos dice que Rahab creyó a Dios y le fue contada su fe como justicia. No nos dice nada acerca de lo justa que era Rahab, sino que no era justa sino injusta por su vida impía. Pero nos dice Santiago que cuando ella arriesgo arriesgó su vida al recibir a los mensajeros y enviarlos por otro camino para protegerlos, tales obras justificaron a Rahab. ¿En qué sentido? En el sentido de que probaron, testificaron que ella poseía, sin lugar a dudas, una fe viva.  La fe que justifica es una fe que obra. Es imposible que no sea así.

 

III. Aplicaciones:

 

1. Esto nos debe ayudar en el evangelismo de la iglesia. Es importante que en el evangelismo se enseñe que la fe salvadora es una fe obediente. Que nadie es salvo si no posee una fe obediente a Dios. Mucho del evangelismo que se predica por allí es un falso evangelismo porque presenta una fe salvadora barata. Una fe que no obedezca no es una fe salvadora. Una fe que no busque unirse a la iglesia de Cristo no es una fe salvadora. Hechos 2:38 “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.” Una fe en Cristo que no produzca santidad no es fe salvadora.

2. Esta verdad nos debe llevar a evaluar la vida de nuestros hijos. Algunos de nuestros hijos han sido criados en el evangelio. Puede que conozcan del evangelio, pero mientras no deben fruto de obediencia sincera en las marcas que distinguen a un creyente de un no creyente, son objeto de evangelismo también. Y las marcas de ser creyentes no es pintar la iglesia, cantar en el coro de la iglesia, limpiar la iglesia, ofrendar o diezmar a la iglesia. Todas estas cosas las puede hacer un inconverso. Las marcas distintivas de un genuino cristiano lo son: el fruto del Espíritu, el obedecer la Palabra de Dios de corazón, santidad de vida, las bienaventuranzas, etc. No asumamos que porque son hijos del pacto necesariamente son creyentes. Jesús dijo por sus frutos los conoceréis. Así también debemos evaluar a nuestros hijos. Por los frutos del Espíritu que veamos en ellos sabremos si son creyentes o no. Mientras no veamos esos frutos en ellos no dejemos de evangelizarlos.

3. En el juicio final Jesús evaluará si hemos hecho o no buenas obras. Y ellas darán testimonio de lo genuino de nuestra fe. Todos compareceremos ante ese juicio. Y nadie podrá engañar a ese juez. Y se abrirá el libro en donde está escrito todo lo que hemos hecho mientras estábamos en el cuerpo.  Mateo 25:34-40 “Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.” En ese día, ¿qué Dios dirá de ti? 

Sermón: Santiago 2:14-19 ¿Es tu fe una fe viva?

Santiago 2:14-19 “Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan.”

 

            Una de las cosas que más me incomodan es la de ir a comprar cosas de joyería. E incomodan porque, honestamente, yo no sé si el precio que me dicen que vale la prenda realmente lo vale. Si me dicen que una cadena es de oro 14 quilates, yo no sé si lo que me dicen es cierto o no. Alguien pudiera comprar una pulsera de 18 quilates cuando en verdad era de 14 quilates. Y es posible que mí, que soy menos que un neófito en ese departamento me vendan como oro unas pulseras que sean en enchape de oro. Y es por eso que a mí no me gusta comprar cosas de joyería a menos que vaya acompañado. Y, aun así, me han cogido de soquete. 

            Tal vez a ti te ha pasado algo parecido. Nos hemos “enamorado” de un producto y luego que lo hemos comprado resulta que no era lo que decía que era. A veces las cosas no son como aparentar ser. Esto mismo sucede en la vida cristiana. Hay algunos que aparentan ser cristianos cuando tristemente no lo son.

            Hermanos, no todos los que profesan la fe cristiana son necesariamente salvos. Hay una fe en Cristo que no salva. Esto es importante. No toda fe en Cristo es fe salvadora. Una persona puede decir que es cristiana sin serlo realmente.

            Hay ejemplos en la Biblia de personas que profesaron fe en Jesús y nunca fueron salvos. El ejemplo modelo lo tenemos en Simón el Mago. Veamos Hechos 8:9-23. Se nos dice que Simón creyó e incluso fue bautizado y por tanto unido a la membresía de la iglesia, V. 13.  Pero su conducta demostró que su profesión de fe no era sincera. Que su fe no era fe salvadora, V. 20-21 “Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero. No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios”. Había profesado su fe externamente y había sido recibido en la membresía de la iglesia, pero había algo en él que no estaba bien. ¿Qué cosa? Su corazón. Su corazón no había sido cambiado. Había hecho profesión de fe al punto de bautizarse, pero su conducta demostraba que su fe no era una fe salvadora. No toda fe en Cristo es fe salvadora.

            Otro ejemplo lo vemos durante el ministerio de Jesús. En Juan 2:23-25 “Estando en Jerusalén en la fiesta de la pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía. Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre.” Aquí se nos dice explícitamente que estas personas creyeron en el nombre de Jesús. “muchos creyeron en su nombre”. Y no dice Juan la causa instrumental que provocó dicha fe: al ver los milagros que hizo Jesús. “viendo las señales que hacía”. Es decir, estas personas estaban impresionadas por la manifestación de poder por parte de Jesús. Vieron sus milagros, se gozaron con ellos, escucharon sus palabras y vieron en Jesús algo que no habían visto en los demás hombres. Y creyeron en Jesús. Tenían fe en Jesús. Pero no eran salvos. ¿Cómo lo sabemos? Por lo que nos dice Juan “Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre”. Jesús sabía que la fe que profesaban en El, no era una fe salvadora. No toda fe en Jesús es fe salvadora.

            Ahora bien, Santiago trata este tema súper importante en esta sección. Es súper importante porque esto es una materia de vida o muerte. Una persona puede creer que es salvo cuando realmente no lo sea. Y si esta persona se equivoca en este punto crucial le puede costar su destino eterno. Por eso Santiago procura describirle a la iglesia cuáles son las marcas la fe salvadora. ¿Cuáles son esas marcas? Veamos lo que nos dice Santiago.

I. La fe salvadora es una fe que obra

            V. 14 “Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?” Lo primero que podemos ver es que Santiago está hablando de la fe que salva, de la fe salvadora. Lo sabemos porque al final pregunta “¿Podrá la fe salvarle?”. ¿Esa fe que hemos estado describiendo podrá salvarle? ¿Es esa una fe salvadora?

            En este versículo 14 Santiago comienza una nueva sección. Y es una nueva sección súper importante. ¿Sabes por qué? Porque esta sección, que va desde los versículos 14 hasta el 26, son el corazón de esta epístola. Santiago procura llevar a los hermanos a entender que la fe que salva es una fe viva. Es una gracia salvífica implantada por Dios Espíritu Santo en los corazones de los creyentes. Y esa fe viva es una fe que obra.

            Hermanos, la fe verdadera es una fe que inevitablemente produce frutos de obediencia. Si no hay frutos de obediencia a la Palabra de Dios esa persona no posee la fe que salva. En otras palabras, una vida de santidad es necesaria para la salvación. Como dice el autor de la epístola a los Hebreos 12:14 “sin santidad nadie verá al Señor”. Fue Jesús quien dijo en Juan 14:21 “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él”.

            Hermanos, aunque nosotros no somos salvos por las obras nadie puede ser salvo sin obras. Eso es lo que Santiago pregunta en el versículo 14, “Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?”. Hay dos preguntas aquí. La contestación a la primera es: esa fe sin obras no aprovecha. Y la contestación a la segunda es: no podrá salvarle. Una fe estéril no es la fe que salva. Solo la fe que nos une a Cristo y nos hace una planta con Él es la fe que salva. Y esa fe verdadera que salva es una fe que obra.

            Pablo nos dice en Gálatas 5:6 “porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor.” La fe verdadera obra por el amor. ¿Cuál amor? El amor a Dios. Servimos a los hermanos porque amamos a Dios. Le demostramos a Dios que le amamos cuando amamos a nuestros hermanos, sus hijos. El amor a Dios es de la esencia de la fe salvadora nos dice Jesús: El que me ama guarda mis mandamientos. Si no hay obras no hay fe salvadora.

            Ahora bien, Santiago nos dice en qué consiste esas buenas obras. Entre muchas cosas, consiste en proveer para las necesidades de nuestros hermanos en le fe. V. 15-16 “Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?”. Santiago nos da un ejemplo de lo que es hacer buenas obras. Y el ejemplo es el amor que debe haber entre los hermanos. Si yo veo que un hermano o hermana tiene necesidad de las cosas más básicas de la vida: ropa y comida, y pudiendo ayudarle no lo hago, y solo le digo: ve en paz. O le dice: gracias por la información, voy a orar por ti. ¿la fe de esa persona, será una fe salvadora? ¿De qué aprovecha tener esa fe en Dios? ¿De qué sirve tal clase de cristianismo? No sirve de nada. Esa es la idea. V. 17 “Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.” En el contexto: obras de misericordia, de amor, de servicio, de abnegación. Pero sin lugar a dudas incluye una vida de santidad, de consagración a Dios, de separación del pecado y esfuerzo de agradar a Dios en todo.  

            Así lo enseñó Juan el Bautista en Lucas 3:11 “El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo.” Lo mismo enseña el apóstol Juan en 1 Juan 3:17-18 “Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.”

            Hablamos de aquél que tiene cómo ayudar, pero no lo hace. Si hay una persona que tiene una necesidad de pagar $200 de renta y le pide ayuda a uno que solo tiene $35 en el banco, si él le dice me gustaría ayudarte, pero no tengo dinero, pero oraré por ti que Dios abra puertas, ¿es eso malo? Obviamente no. Pero eso no quita la realidad de que la fe salvadora obra por el amor: el amor a Dios y el amor al prójimo.

            Santiago nos dice que hay una segunda marca de la fe salvadora.

II. La fe salvadora nunca va sola

            V. 18 “Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.” Santiago levanta una objeción en nombre de alguna persona. Y este le dice a Santiago, pero Santiago, Dios es soberano en distribuir sus dones: a unos Él les da fe “Tú tienes fe” y a otros Él les da obras “y yo tengo obras”. Pero Santiago les dice que la fe salvadora, aunque ella sola es la base de nuestra justificación, no es una fe que está sola. Ese es todo el argumento del pasaje. La fe que salva es una fe viva, es una fe que obra, es una fe obediente, es una fe que produce santidad. Esto no es una elección: escoge tú tener fe salvadora sin obra que yo escojo tener fe salvadora con obras. Santiago dice, eso no es así. Somos justificados por la fe solamente, pero no por una fe que es sola. La fe salvífica va acompañada del fruto del Espíritu: en amor, fe, paciencia, benignidad, dominio propio, bondad, etc. Se manifiesta porque lucha contra el pecado y anhela ser como Cristo Jesús.

            De la parábola del sembrador Jesús nos dice en Mateo 13:23 “Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.” La salvación no produce una sola gracia: fe, sino produce varias gracias salvadoras.   Juan 15:8 “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.”

            Santiago nos dice que hay una tercera marca de la fe salvadora.

III. La fe salvadora es mucho más que creer la doctrina correcta.

            V. 19 “Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan.” Santiago nos dice que una persona puede poseer la teología correcta, puede conocer y entender correctamente la Palabra de Dios y aún así no ser salvo. El ejemplo lo son los demonios. Ellos saben quién es Dios. Ellos saben que hay un solo Dios vivo y verdadero. Saben que Dios es trino. Que Jesús es el Salvador del mundo. Conocen acerca de los cielos, del infierno, de la fe salvadora, del perdón de pecados, de la doctrina de la santificación. Conocen acerca de la iglesia. Todo ese conocimiento ortodoxo, bíblico y correcto que poseen los demonios no es suficiente para salvarlos.

            De la misma manera, una persona puede conocer de la Palabra de Dios y todo lo que conoce ser excelente, impecable, ortodoxo, y aun así no ser salvo. Puede deleitarse en el conocimiento de los cielos, estar impresionado por la doctrina del infierno, de la Persona de Cristo, de los Atributos de Dios, tener una colección de los mejores libros de teología en su casa y disfrutar el estudiarlos y enseñarlos correctamente a los santos en la iglesia y aun así no ser salvo. Oh hermanos, yo he conocido a creyentes reformados que honestamente yo no creo que sean salvos. Sus vidas demuestran que la verdad flota en sus mentes y nunca ha llegado con poder transformador a sus corazones.

            La fe salvadora es más que conocer la doctrina correcta, los demonios la conocen y tiemblan. Tiemblan porque no les produce paz sino terror porque saben que no aman a Dios y porque nada de lo que conocen o han experimentado en sus vidas demuestran que poseen la fe salvadora, aunque Santiago nos dice que ellos creen. No hay frutos de santidad en sus vidas. Y tiemblan porque saben que al fin terminarán en el mismo infierno.

 

Aplicaciones:

 

1. Pregúntate, ¿poseo yo la fe salvadora? Porque si no la posees y solo dices que la posee, no eres salvo. Las promesas de salvación no son a los que profesan su fe solamente sino a los que poseen la fe salvadora. ¿Hay frutos en tu vida de obediencia? ¿Hay frutos en tu vida de santidad?

 

2. Hay muchos en la Iglesia de Cristo que viven engañados acerca de su salvación. Creen que son salvos cuando en realidad sus vidas no demuestran obediencia a Dios. En sus vidas no hay diferencia entre el mundo y un cristiano. Piensan como el mundo, actúan como el mundo, poseen los mismos valores. Pero se engañan porque para los cielos no van. Fue Jesús quien dijo en Mateo 5:20 “Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.”

            Quiera Dios que cada uno de nosotros jamás nos olvidemos que la fe salvadora es una fe que obra, es una fe acompañada de otras gracias salvíficas y que es mucho más que tener la doctrina correcta si esta no va acompañada de una vida de santidad y obediencia.  

             

Sermón: Isaías 9:6 La Persona y Obra del Mesías (4)

Isaías 9:6 “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.”

 

            El mundo entero desea la paz. Eso es lo que se nos dice por los medios de comunicación. Yo no estoy seguro cuán ciertas sean esas expresiones. Constantemente escuchamos peticiones y oraciones por la paz mundial. Inclusive el Papa ora por la paz mundial. El mundo busca la paz, pero no la halla. Buscan paz entre las naciones y piensan que esta se centra en estar mejor armados que sus enemigos. Buscan paz entre los seres humanos, pero esta se centra en déjame vivir mi vida como yo quiera, no me molestes que yo no te molesto. Otros buscan la paz como satisfacción en los bienes materiales, en el desenfreno de los deleites carnales: sea la diversión, el sexo, el alcohol, los chinchorros, la droga, etc.

            Todos nosotros anhelamos tener paz. Tener una paz sólida, permanente. Tener tranquilidad en nuestra conciencia. Poseer sosiego, quietud, serenidad. Deseamos tener un momento de paz en nuestras vidas. ¿Es eso algo malo? En sí mismo no. Paz y tranquilidad es el ideal que deseamos tener. Ese era el orden normal de la creación. Adán y Eva vivían en la paz y tranquilidad en el jardín del Edén. Había paz en ese matrimonio. Y si había paz en ellos habría paz en los hijos que tuvieran. Entonces, había armonía en la relación matrimonial entre Adán y Eva. No había lucha de poder entre ellos. Había también armonía entre el hombre y el ambiente. No había espinos y cardos en la naturaleza. No existía temor entre los animales salvajes y los domésticos. La tierra producía sus frutos por sí mismos sin mucho esfuerzo. No había pecado, no existía la frustración del trabajo. Era sin lugar a dudas un paraíso.

            Pero el pecado irrumpió en el mundo. Adán y Eva desobedecieron a Dios y cayeron del estado de santidad y justicia con que fueron creados. La armonía que existía entre Adán y Eva se desquebrajó. Se avergonzaron el uno del otro el verse desnudos. Perdieron la comunión con Dios. Perdieron el favor de Dios. Lo vemos porque se ocultaron de Dios. Y lo vemos también cuando Dios los expulsa del paraíso y les prohíbe regresar al mismo. Si te das cuenta esa armonía descansaba en el hecho de que el hombre gozaba del favor de Dios. Su paz residía en Dios y en la comunión que Adán y Eva gozaban con Dios.

            Todos anhelamos un Edén. Todos anhelamos un paraíso. Pero eso paraíso no puede existir sin Dios. No puede existir sin el amor de Dios ni sin el amor a Dios. No puede existir sin: amor, santidad, justicia ni verdad. Y estos como dones de Dios.

            El mundo busca la paz, pero la busca en los lugares donde no existe.

            Isaías nos enseña en esta profecía en dónde el mundo debe buscar la paz. Y nos enseña en qué consiste la paz que solo el Mesías puede otorgar. Así que, ¿en dónde podemos encontrar esa paz que traiga verdadera tranquilidad del alma y que sea una paz perdurable? ¿En dónde la podemos encontrar? La respuesta es en el único que es el Príncipe de Paz.

I. ¿Por qué se llama al Mesías, Príncipe?

            V. 6 “y se llamará su nombre Admirable… Príncipe de Paz”. En hebreo la palabra es: Śar-Šhālôm. La palabra en hebreo para príncipe es: Śar con s. Se acuerdan del famoso Zar de la droga. Ese zar era con zeta. El Zar de la droga iba a ser la persona encargada de perseguir y luchar contra todo lo relacionado con el tráfico y consumo de la droga con miras a eliminarla. Y no bien lo nombran en Puerto Rico, a la semana renuncia al puesto indicando que luego de ver la película “Traffic” se dio cuenta que es imposible la erradicación de la droga. Tenía la autoridad, tenía grandes recursos, pero no tenía poder para lograr su misión.

            Pero Jesús no es el Zar con zeta, Él es el verdadero Śar, el que posee, no solo autoridad sobre todas las cosas, sino el poder para llevar a cabo todos sus planes. Nos dice Mateo 28:18 “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.” Jesús posee toda potestad y toda autoridad en el mundo entero. Todas las naciones están bajo su mano y control. El corazón de todos los hombres está también bajo su control. Nadie está por encima del poder y la autoridad del Señor Jesucristo. Es por eso que luego de decirles esto a los discípulos les encomienda a hacer discípulos de todas las naciones. ¿Por qué? Porque como Śar que Él es, como Príncipe y Señor de todo el universo El garantiza el éxito de la iglesia en convertir a sus elegidos por todo el mundo. Y nadie puede detener ese logro.

            Isaías nos dice que el Mesías es el Śar. Es el único que puede traer verdadera paz en este mundo. El único que no solo la trae, paz verdadera, paz duradera, sino el único que puede lograr que así sea. Esa paz solo se encuentra en Dios por medio del Señor Jesús. Por eso Él es llamado Príncipe. Solo El como Dios-hombre puede traer verdadera paz en el mundo. Isaías 26:12 “Jehová, tú nos darás paz, porque también hiciste en nosotros todas nuestras obras.” Es Dios quien nos da paz. Paz verdadera, paz permanente. Esa paz proviene únicamente de Dios. Esa paz reside en Jesús y es dispensada por Jesús. Así fue profetizado. Miqueas 5:2, 4-5a “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad. V. 4 Y él estará, y apacentará con poder de Jehová, con grandeza del nombre de Jehová su Dios; y morarán seguros, porque ahora será engrandecido hasta los fines de la tierra. Y éste será nuestra paz.” LBLA traduce la primera parte del versículo 5 “Y El será nuestra paz.” Más claramente, Efesios 2:13-14a “Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz”.

            ¿En dónde buscas la paz? ¿En dónde buscas la tranquilidad de tu vida? ¿En dónde buscas el sosiego para tu alma? ¿En dónde buscas la paz para sobrellevar tu familia, tu trabajo, tus vecinos, la paz de conciencia? Esa paz solo se encuentra en Jesús. Solo Él es el Príncipe de Paz. Solo de El fluye la paz que necesitamos.

II. ¿Qué significa que Él es el Príncipe de Paz?

            La palabra paz en hebreo es “Šhālôm”. Me imagino que todos han escuchado esa palabra alguna que otra vez, la cual significa paz, tranquilidad. La idea detrás de la palabra es totalidad, lo completo. Es paz en todas las dimensiones de la vida. Paz en todas las áreas de la vida. Es decir, la paz que nos da Jesús es una paz completa, para todo nuestro ser, para todas las áreas y dimensiones de la vida humana. ¿Cómo así? ¿Cómo es posible que sea para todas las áreas y dimensiones de la vida?

            Porque la paz que obtenemos en Jesús y por Jesús es su misma paz. Es la paz que Jesús mismo posee. Es su paz. Esa misma paz que Jesús poseía y posee, es la que El mismo nos da. Busquemos Juan 14:27 “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da.” Fíjate el amor de Jesús por sus discípulos. Él está a punto de partir y regresar al Padre. Y Él sabía que esto les iba a traer ansiedad y turbación. Por eso les dice que, aunque Él se iba les iba a dejar la paz. Pero no es cualquier paz. No es la paz que el mundo da: en vicios, en placeres terrenales, sino la paz que El mismo posee: “mi paz os doy”. ¿Cuál es esa paz?

            A. Reconciliación con Dios. Dijo el Padre acerca de Jesús: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.” (Mateo 3:17) Pero nosotros somos pecadores. El pecado nos ha separado de Dios. Somos hijos de ira. Por tanto, nos dice Isaías 48:22 “No hay paz para los malos, dijo Jehová.” Pero Jesús con su obediencia perfecta, su muerte y resurrección reconcilia a todos los que creen en El. Nos reconcilia con Dios, trayéndonos paz con Dios. Isaías 53:5 “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.” ¿Qué quiere decir con el castigo de nuestra paz? Significa que el castigo que es necesario dar para que haya paz fue sobre El. Dios castigó a Jesús para que los que en El creen no sean castigados sino reconciliados con Dios.

            B. Paz de Conciencia.  Hermanos, así como nuestro mejor amigo es tener una buena conciencia, de igual manera nuestro pero enemigo es tener una mala conciencia. Y yo creo que la crisis de salud mental que tenemos en Puerto Rico es producto de la mala conciencia que tienen los puertorriqueños al vivir de espaldas a Dios. Pero Jesús con su muerte y resurrección trae paz de conciencia sobre el pecador arrepentido. Ahora, él sabe que ya Dios no ese enemigo, porque ha sido reconciliado. Él sabe que su relación paternal con Dios es permanente. “Que ni la vida, ni la muerte, ni lo presente ni lo porvenir lo podrás separar jamás del amor de Dios en Cristo Jesús”. (Romanos 8:38-39)

            C. Paz y tranquilidad en el alma. Dios promete a su pueblo guardarlos en completa paz. Isaías 26:3 “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.” Claro está, esto no significa ausencia absoluta de problemas porque vivimos en un mundo de pecado. Sino una paz, como dice la RSB, que guardará nuestros corazones y mentes en medio de grandes pruebas. Aquí nos dice Isaías que la clave es poner nuestra mirada no en los problemas sino solo en Jesús. “a aquel cuyo pensamiento en ti persevera”. Pon todas las cosas en las manos de Dios por medio de la oración, nos dice Pablo, y entonces Filipenses 4:7 “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.

            D. Paz en nuestras relaciones personales. Así como el pecado destruye puentes entre los seres humanos, la gracia construye puentes entre los seres humanos. Tan grande es el poder de la gracia de Dios que incluso hace que nuestros enemigos tengan paz con nosotros. Proverbios 16:7 “Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová, Aun a sus enemigos hace estar en paz con él.” ¿Qué significa esto? Significa que vivir en obediencia a Dios tiene un efecto reconciliador y sanador en las relaciones interpersonales.

III. ¿Cómo yo aplico esto a mi vida?

            A. Si no eres cristiano no hay paz entre tú y Dios. No importa lo que hagas: no importa lo buen hijo(a) que seas, lo buen esposo(a) que seas, lo buen ciudadano que seas, nada de esto logrará adquirir la paz que solo se obtiene por medio de la fe en Jesús. Romanos 5:1 “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. Solo los adquieren el perdón de todos sus pecados por medio de la fe en Jesús tienen paz con Dios. Todos los que buscan salvarse por lo que Cristo hizo en la cruz del Calvario, todos los que lo reciben como su profeta, sacerdote y rey de sus vidas son los que disfrutan de la paz con Dios. Si no eres genuino creyente no hay paz en tu vida, ni la habrá jamás. Podrás tener la “paz” del mundo, si es que podemos llamarla paz. Pero jamás tendrás la paz que permanece para siempre. La paz que solo se encuentra en Jesús.

            B. Si eres creyente no te olvides que la paz que Jesús nos da puede ser incrementada en nuestra vida o puede ser disminuida. Jamás la perderemos totalmente. Pero un genuino creyente puede tener su paz grandemente disminuida sino pone todas sus cargas en Jesús o si no consagra todas las cosas para Dios. Nuestra paz se disminuye si no vivimos en obediencia a Dios. De igual manera nuestra paz crecerá abundantemente si vivimos para Dios, en obediencia a Él, descansando en El, siendo sinceros en nuestra profesión de fe.  

            Recuerda Jesús es tu Príncipe de Paz: bebe de su paz por medio de la fe y vive entonces en paz. 

Sermón: Isaías 9:6 La Hermosura de la Obra del Mesías (Parte 2)

Isaías 9:6 “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.”

 

            De momento los padres se han puesto las botas y han decido, en esta navidad, entregar los regalos de una forma distinta. Tienen varios regalos que darles a sus hijos. Y se los van a dar de una forma interesante. Los van a poner en diferentes sitios alrededor de la casa y ellos tienen que ir por todas partes buscándolos. Pero lo padres le han hecho la vida fácil. Le han dado claves sobre dónde podrían estar los regalos. Así que al llegar el 25 de diciembre y buscar debajo del árbol que encuentran son el mapa en donde se encuentran los regalos. ¿Qué tiene que hacer? Tienen que salir a buscarlos. Pero hay algo más: cada regalo es más grande que el otro. Así que cada vez que abren uno dicen: ¡Wao! ¡Gracias, no lo puedo creer! ¡Este es mejor y más grande que el anterior!

            Bueno, hermanos, yo espero que no nos hayamos metido en un lío en estas navidades con este ejemplo.

            ¿Qué tiene que ver eso con el pasaje que tenemos presente? Tiene que ver lo siguiente. Cada uno de esos nombres dados al Mesías, dado a Jesús en forma profética es como un hermoso regalo que se pone mejor según lo vamos estudiando. La alegría que nos debe producir a cada uno a de nosotros al contemplar la Hermosura de la Persona y la Obra del Mesías. 

            Hemos visto hasta ahora que el Mesías prometido es verdadero hombre, verdadero Dios y verdadero Rey. Él es nuestro Consejero Maravilloso o Milagroso. En dónde vamos a buscar verdadera sabiduría sino en Jesús. ¿Por qué? Porque en Él “están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Colosenses 2:3). Nadie sabe más que Dios. Por eso debemos buscar su guía y sabiduría para nuestra vida.

            La alegría y la paz que debemos respirar en la Navidad se desprende del hecho de quien es Jesús, por lo que Él es en sí mismo y lo que El hace por nosotros. 

            Si te has dado cuenta todos estos nombres o títulos del Mesías son lo que Él es en sí mismo y lo que Él es para nosotros. Él es nuestro regalo por excelencia. Fíjate cómo lo dice Isaías 9:6 “un niño nos es nacido, hijos nos es dado”. Eso nos es para nuestro beneficio. Dios nos ha dado a Jesús para nuestro beneficio, nuestro bien. Él es nuestro Maravilloso Consejero. Pero Él es para nosotros algo más. ¿Qué más es El? Él es…

I. Dios fuerte

            V. 6 “y se llamará su nombre… Dios fuerte”.  En hebreo es “El gibor”. Es significativo esto, sabes por qué. Es significativo porque se le está dando el nombre de Dios al Mesías. Jesús no es un dios, como algunos dicen: sino que Él es Dios.  No es la única vez que se le atribuye a Jesús deidad en la Biblia. Hay muchos pasajes en los cuales se enseña que Jesús es Dios, de forma directa e indirecta. Claro está, no vamos a estudiar con detenimiento esto. Solo les refiero otro pasaje del NT 1 Juan 5:20 “Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna.

            Oh hermanos, el hecho de que Jesús es: Dios fuerte nos debe de llenar de gran consuelo y alegría. ¿Sabes por qué? Porque yo sé que yo no soy fuerte. Tenemos que ser sinceros con nosotros mismos. Tenemos que tener una opinión correcta de nosotros mismos. Y esta opinión nos lleva a entender que no somos fuertes.

            Todos nosotros experimentamos casi a diario esa debilidad. Y si no a diario, constantemente. Luchamos con los problemas de la vida y a veces nos sentimos desfallecer. Nos sentimos que nos abruman los problemas, las responsabilidades. Nos sentimos muchas veces impotentes. A veces nos sentimos que estamos cargando el mundo sobre nuestros hombros.

             Luchamos muchas veces con nuestros hijos para que hagan las cosas bien y a veces nos sentimos que quisiéramos meternos por dentro de ellos para que despierten y piensen con cordura y claridad. Luchamos contra un esposo o esposa difícil: tal vez porque tiene una adicción que no logra vencer, o un carácter difícil, o con la idea que ya no me ama como antes. Luchamos con hijos inconversos, esposos o esposas inconversas.

            Luchamos contra las enfermedades, contra las condiciones de salud: dolor de rodillas, espalda, cintura, artritis, problemas con los riñones, los divertículos, la escoliosis. Y éstas parecen eternas. Luchamos con problemas económicos y nos sentimos que donde quiera que vamos se nos cierran las puertas.

            Problemas en el trabajo, con exceso de trabajo o con compañeros de trabajo que son un dolor de cuello para nosotros. O luchamos contras las injusticias que vienen sobre nosotros. Y eso como tratar de subir una pesada piedra sobre la montaña que cuando vamos tal vez por la mitad, ésta se nos cae y tenemos que volver a empezar de nuevo.

            O tenemos una lucha contra un pecado en particular. Y luchamos contra él con fuerza y cuándo creemos que lo hemos vencido, regresa de nuevo.

            Nuestra fragilidad se deja ver cuando cosas a veces triviales nos sacan por el techo. Hacemos una tormenta en un vaso de agua. 

            Pero también hay una lucha con la realidad de la muerte. Somos creyentes, sí. Sabemos que moraremos en los cielos por toda la eternidad. Sabemos que allí Dios enjugará todas nuestras lágrimas, seremos inefablemente felices: paz por doquier y conoceremos cómo fuimos conocidos. Pero la realidad es que la realidad de la muerte nos puede asustar. La muerte de un ser querido que nos deja solo o que nosotros le dejemos solo. O la realidad de que somos débiles para creer plenamente en la realidad de la vida en los cielos.

            Pero aquí nos dice Isaías, Jesús es Dios fuerte. Es Dios fuerte para ti. Jesús es nuestro defensor. Y la Biblia usa ese título “fuerte” “gibor” de Dios especialmente cuando El pelea por su pueblo. Deuteronomio 10:17-18 “Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso [gibor] y temible, que no hace acepción de personas, ni toma cohecho; que hace justicia al huérfano y a la viuda; que ama también al extranjero dándole pan y vestido”.  Isaías 42:13 “Jehová saldrá como gigante [gibor], y como hombre de guerra despertará celo; gritará, voceará, se esforzará sobre sus enemigos.” Aunque nosotros somos débiles no debemos tener temor de nuestros enemigos. Él es gibor, Dios fuerte, grande, poderoso, gigante y valeroso guerrero. Quien lucha por nosotros. Es de Jesús que debemos buscar fuerzas para luchar contra el pecado. Es de Jesús que debemos buscar fuerzas contra Satanás. Y es de El que debemos buscar fuerzas contra la muerte misma. Y por qué El venció la muerte, El venció a Satanás y El venció el pecado clavándolos en la cruz. ¡Alabado sea su nombre!

            Por eso debemos como dice Pablo en Efesios 6:10 “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor [Jesús], y en el poder de su fuerza.” Es de El que debemos buscar las fuerzas en toda lucha. Nuestras fuerzas se podrán acabar, pero no las fuerzas del Dios fuerte. De Dios fuerte jamás se acabarán.

            Jamás te olvides de Romanos 8:35-39 “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.”

¿Qué más es El? Él es…

II. Padre eterno

            V. 6 “y se llamará su hombre… Padre eterno”. Es interesante que aquí se llame al Mesías, Padre. Ya hemos visto que el Mesías es Jesús. Y Jesús es el Hijo de Dios. Nunca es el Hijo de Dios llamado Padre. La primera persona de la Trinidad es el Padre. Y Él no es el Hijo, ni el Hijo es Padre. ¿Qué quiere decir entonces Isaías cuando llama al Mesías, Padre? Comentando sobre esto dice Calvino que el nombre Padre es sustituto de Autor. Es decir, el Mesías es el Autor de la eternidad, en el sentido de que con su muerte Él nos da la inmortalidad y la vida eterna. Pero, aunque eso es cierto yo creo que hay algo más.

            Entiendo que la idea aquí es, como dijo John Piper, que debemos ver al Mesías como aquel que, con firmeza y autoridad, pero con ternura cuida y protege a sus hijos.

            Nosotros necesitamos de un Padre firme en nuestra vida. Y eso es Jesús para nosotros. La idea de un Jesús que carece de firmeza no es cierto. Jesús tenía un carácter firme y decidido. Jesús hablaba fuerte. Mira Mateo 12:30 “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama.” Juan 6:64-67 “Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar.
Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre. Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros?”

            Pero Jesús es tierno con sus hermanos. Y como Padre, El cuida de nosotros. Él envía a sus ángeles para que nuestro pie no tropieza sobre la roca. Como dice el Salmo 91:11-12 “Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, Que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, Para que tu pie no tropiece en piedra.” O el Salmo 34:7 “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, Y los defiende.”

            Pero a diferencia de nuestros padres que envejecen y dejan de ser nuestro Padre, es un Padre eterno. Siempre estará con nosotros. Nunca nos dejará. Nunca abandona a sus hijos. Y quien nos acompaña cada paso que damos y va con nosotros hasta la eternidad. Isaías 63:16 “Pero tú eres nuestro padre, si bien Abraham nos ignora, e Israel no nos conoce; tú, oh Jehová, eres nuestro padre; nuestro Redentor perpetuo es tu nombre.”

            Te pregunto, por qué cosas vas a dar gracias esta Navidad. Es pero que sobre todas las cosas des gracias por tu glorioso Salvador quien nació en Belén hace 2 mil años para tu bien, para salvarte, cuidarte, estar contigo y llevarte a la gloria. ¿Es esa tu fe? Descansa en El.

            

 

Sermón: Isaías 9:6 La Hermosura de la Obra del Mesías

Isaías 9:6 “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.”

 

            Los ángeles irrumpen la tranquilidad de la noche con estas palabras en Lucas 2:10-11 “No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.” El nacimiento de Jesús, su encarnación, son buenas nuevas en verdad. Son nuevas no solo de gozo sino de gran gozo. Y estas nuevas de gran gozo contrastan con la oscuridad en la cual el ser humano se encuentra, no solo cuando es pecador, sino aun, a veces, cuando es cristiano. El no cristiano vive en tinieblas, pero nosotros muchas veces caminamos en oscuridad. Y yo diría que hay mucha oscuridad en la vida. Hay decisiones que tomar y a veces no saber qué decidir. Hay momentos en los cuales no tenemos la fuerza física, emocional y espiritual para reaccionar ante los problemas de la vida. Hay momentos en los cuales nos sentimos abandonados en este mundo, nos sentimos solos. En algún momento de tu vida y en algunos cristianos más que en otros la oscuridad está presente, casi a diario.

            Pero hay noticias de grande gozo: Dios nos ha dado a su Hijo, el Salvador del mundo. Él es el Mesías prometido. Y El vino a hacer una obra que nadie puede hacer: traer salvación verdadera. Poner las cosas en la justa perspectiva.

            Si miramos el contexto del capítulo 9 se nos dice Isaías 9:2 “El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.” ¿Por qué andaban en tinieblas? Andaban en tinieblas porque ellos habían sido invadidos por los Asirios en el año 732 a.C. Las tribus del norte habían sufrido una invasión, su territorio había sido devastado. Tristeza y dolor llena sus corazones. ¿Por qué sufrieron tal invasión? Lo sufrieron por una sola razón: infidelidad a Dios. Y Dios trajo castigo sobre ellos. Pero, aunque Dios castiga, El también sana. El pueblo anhelaba ser sanado. Pero la sanidad que buscaban era solo sanidad física: tener casas, no tener enfermedades, tener trabajo, tener dinero. Pero Dios les dice: “una luz resplandeció sobre ellos”.  La luz resplandeció porque Dios les enviaría la sanidad que ellos realmente necesitaban. Esa sanidad se encontraría únicamente en la Persona y Obra del Mesías.

            Que Isaías está hablando del Mesías, el cual es Jesús, lo podemos ver por el hecho de que Mateo cita este pasaje y nos dice que halla su cumplimiento en la venida de Jesús y su ministerio en Galilea. Mateo 4:12-16 “Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, volvió a Galilea; 13 y dejando a Nazaret, vino y habitó en Capernaum, ciudad marítima, en la región de Zabulón y de Neftalí, 14 para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: 15 Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, Camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles; 16 El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; Y a los asentados en región de sombra de muerte, Luz les resplandeció.”

            La luz que el mundo necesita es la luz que solo se halla en Jesús. Solo El disipa las tinieblas; cualesquiera que éstas sean. Y esta luz se centra en la hermosura de la Persona y Obra del Mesías.

            El domingo pasado vimos la hermosura de la Persona de Jesús: Él es verdadero hombre, verdadero Dios y verdadero Rey.  Hoy vamos a ver la hermosura de la Obra de Jesús. Veremos el primer título que se le da a Jesús en esta profecía. Y nos contestaremos la pregunta: ¿cómo es posible que Jesús es el único que puede disipar las tinieblas en el mundo? Lo puede hacer porque Él es aquí llamado…

I. Admirable Consejero

            V. 6 “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero”. Jesús es llamado aquí Admirable Consejero. La RV60 separa ambas palabras: admirable, consejero. Y esa es una buena traducción. Pero hay una mejor traducción. LBLA traduce: Admirable Consejero. ¿Por qué? Porque en los demás títulos que se le otorga al Mesías se le dan como una palabra compuesta de dos palabras. Así que es altamente probable que la uniformidad del pasaje requiera que se hable de cuatro títulos en vez de cinco y que todos sean compuestos de dos palabras: Admirable Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno y Príncipe de Paz. Él es Admirable Consejero.

            La palabra: admirable, en hebreo es “pele” y significa: milagroso, maravilloso. Esa palabra se usa de los actos portentosos de Dios en el mundo. Nos habla de algo inusual y maravilloso que Dios ha hecho en el mundo. Así lo deja ver Éxodos 15:11 “¿Quién como tú, oh Jehová, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, Terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios?” Aquí es traducida: hacedor de prodigios. Él no es meramente Admirable Consejero, sino que es un Consejero Milagroso, Prodigioso, Maravilloso.

            En primer lugar, Él es Consejero. El mundo busca salvarse según su propia sabiduría. Buscan gloria en las posesiones. Buscan salvación en los placeres. Buscan inmortalidad en la fama. Buscan significado en la vida en ser cívicos, altruistas, amantes de la humanidad y del planeta. Pero ninguno busca el consejo de Dios mismo sobre cuál es el camino que realmente trae salvación. Y ese camino es exclusivamente Jesús. Y Dios mismo nos ha dicho en Hechos 4:12 “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” 2 Timoteo 2:10 “todo lo soporto por amor de los escogidos, para que ellos también obtengan la salvación que es en Cristo Jesús con gloria eterna.” La salvación es en Cristo Jesús y solo en Cristo Jesús por medio de la fe salvadora en El. Pero el mundo cree que es más sabio que Dios. Pero hay una sola luz en este mundo que disipa toda tinieblas; y ese es Jesús. Juan 8:12 “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.” Todos los que no le siguen andan en tinieblas y solo el que cree en Él tiene la luz de la vida. Pero el mundo se cree que por sí mismos pueden conocer el camino que lleva a la vida eterna. Pero el no creyente anda en tinieblas y no puede ver la luz. ¿Puede el ciego ver la luz del sol? No puede. Hasta tanto sus ojos no sean abiertos, sanados, nunca podrán ver la luz del día. Por eso necesitan a Jesús como luz en sus vidas y como el único que sabe cuál es el camino de salvación. En esto, solo Jesús es el único Consejero. 

            Para nosotros, los creyentes, a quienes Dios ha abierto nuestros ojos para ver la luz verdadera, Él es verdaderamente nuestro Consejero por excelencia. Hermanos, el que Jesús sea Consejero nos recuerda que nosotros no somos sabios. Nos recuerda que en esta vida necesitamos que alguien nos guíe. Y ese alguien lo es Jesús. Adán y Eva antes de la caída dependían de la revelación especial, de la voz misma de Dios para poder guiar sus vidas. ¿Cuánto más nosotros que somos seres caídos? Redimidos sí, pero todavía hay pecado en nosotros. Si ellos necesitaban una guía, más nosotros.

            Para todas las decisiones en nuestra vida debemos buscar el consejo de Jesús. Debemos buscar su sabiduría, su dirección, su Palabra. Él es la guía de nuestra vida. ¿Por qué? Porque Dios es el único sabio Dios. El único sabio que existe en este mundo es Dios. No hay nadie más. Romanos 16:27 “al único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén.” La RV60 le añade la conjunción “y” que no aparece en el original griego. En el griego dice: “μόνῳ σοφῷ θεῷ”, literalmente el único sabio Dios. El único que es sabio en este mundo es Dios. ¿De dónde buscaremos sabiduría en medio de las decisiones de la vida? De Dios únicamente, del único que es sabio. Ni tú ni yo somos sabios como lo es Dios. Y la sabiduría que haya en nosotros se la debemos a Dios. Pero nuestra sabiduría es débil. No lo sabemos todo. Nos equivocamos constantemente.  Por eso nos dice Proverbios 3:5-6a “Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión”. En otras palabras, busca de Dios la dirección para cada situación en tu vida. Busca a Cristo porque en Él, nos dice Pablo en Colosenses 2:3 “están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.” Y todos esos tesoros son para ti porque eres hijo de Dios por la fe en Jesús.

            ¿Pero en dónde están esos tesoros? Están en Cristo mismo y en la revelación de Su sabiduría en las Escrituras.  

            En Jesús se hayan los tesoros de la sabiduría y del conocimiento de Dios. ¿Cómo así? Porque Él es Dios. De aquí hermanos, que una vida de oración seria, consistentemente, es indispensable para recibir de Dios esa sabiduría. Santiago 1:5 “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.” Y con esto hay algo importante: hay que pedir bien. Santiago 4:3 “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.” Santiago nos dice que es posible que un cristiano pida mal. Él nos exhorta a pedir, pero nos exhorta a pedir bien, con las prioridades correctas y con el fin correcto. Un ejemplo: Un creyente puede pedir por un esposo o una esposa, lo cual es bueno, pero puede pedirlo porque quiere satisfacer sus necesidades sexuales. Que, aunque ese propósito es uno válido, no es el propósito principal del matrimonio. El propósito principal del matrimonio es la mutua ayuda, para la gloria de Dios.

            Esa sabiduría se encuentra en las Escrituras. Tenemos que estudiar las palabras de Cristo en las Santas Escrituras. Tenemos que devorar esas palabras. Tenemos que memorizar esas palabras. Buscar la dirección de Dios en esas palabras. Y tenemos que obedecer esas palabras. Oh, hermanos, cuantos errores hemos cometido en nuestras vidas por no seguir esas palabras. O por no conocerlas porque no las hemos estudiado, o porque hemos buscado “sabiduría” según el mundo y no según Dios.

            La vida cristiana no es portarnos bien y no meternos en líos. Hay muchos cristianos que viven una “buena vida”, pero no viven una vida de obediencia a los principios cristianos. Alimentar a nuestros hijos es bueno, llevarlos a la escuela es bueno también. Pero hacer solo eso no es lo único que se espera de los padres cristianos. Es orar por ellos y con ellos. Es estudiar con ellos la Palabra. Es enseñarles a pensar según la Palabra. Es modelarle la Palabra, de tal manera que ellos vean por el ejemplo lo que es seguir a Cristo, aunque el mundo nos rechace. Que no le digamos: no mientan y nosotros mentimos. Sé paciente y nosotros no busquemos ser pacientes. Pide perdón, pero nosotros no pedimos perdón. Sé humilde, pero nosotros somos orgullosos. No seas malcriado, pero nosotros lo somos hacia ellos o hacia los demás. No todo “valor” que el mundo valora es bíblico. Podrá sonar bonito, nos parecerá sensato, pero no siempre es bíblico. ¿Cuáles de esos abrazamos?

            Alguien me dirá: pero hermano pastor eso ya yo lo sé, por qué vuelven con lo mismo. Te voy a decir por qué. Me encontrado con creyentes que piensan de esta manera. “En mi casa yo le dejo todas las decisiones a mi esposa porque yo no quiero problemas. Y porque yo no quiero problemas, entonces, yo le dejo que tome todas las decisiones”. Hermanos, esa relación matrimonial podrá funcionar, pero no es el orden divino. La relación matrimonial debe reflejar la relación que hay entre Cristo y la iglesia. Eso es lo que nos enseña Pablo en Efesios 5:21-33. Dios nos llama a obedecer todos sus mandamientos. Él fue quien instituyó el matrimonio y éste funciona como debe solo en obediencia a sus mandamientos.

            Hermanos, en las Escrituras hay sabiduría de Dios para criar a los hijos, trabajar con esposos o esposas difíciles, enfrentar crisis, buscar empleo, ordenar una familia, usar sabiamente los bienes de este mundo, escoger las mejores decisiones en la vida y cómo tener una mente clara y saber qué hacer cuando las cosas nos salen mal. Todo eso se encuentra en su Palabra.

            ¿Es esa tu fe y confianza en Jesús y en Su Palabra? Muchas veces buscamos la sabiduría de los hombres antes que buscar afanosamente de la sabiduría de Dios. No quito el valor relativo y la utilidad de los psicólogos. Pero la sabiduría verdadera y transformadora se encuentra solo en Dios. Por tanto, busca esa sabiduría en la Biblia, Lee libros cristianos fundados en esa Palabra. Si tienes hijos o vas a tenerlos: lee libros cristianos que te enseñan cómo criarlos. Si te vas a casar o estás casado lee buenos libros sobre cómo tu familia debe ser organizada. Si vas a descubrir cuál es tu profesión hay buenos libros que te pueden ayudar. Además, Dios te ha puesta en la iglesia donde hay hombres y mujeres maduros en la fe, versados en la Palabra que pueden ser buenos consejeros y guías para ti, mientras ellos siguen a Cristo. Como dijo Pablo en 1 Corintios 11:1 “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo”.

            En segundo lugar, Jesús no solo es Consejero sino un Consejero Milagroso, maravilloso. El poder de su Palabra hace maravillas. Y no me refiero a los milagros extraordinarios que Dios hace. Me refiero al poder transformador que la Palabra de Dios produce en nosotros.  O hermanos, yo creo en el poder milagroso de la Palabra de Dios. Cuando creemos a Su Palabra y la obedecemos, vemos maravillas. La historia de la iglesia está llena de testimonios de cómo el evangelio de Jesús transformó completamente las vidas e impactó a la sociedad. De Pablo, un perseguidor de la Iglesia lo convirtió en un gran apóstol. De Agustín de Hipona, la Palabra de Dios lo transformó en uno de los grandes maestros de todos los tiempos.  

            La Palabra de Dios hace que las cosas funcionen como deben funcionar. Hace de los matrimonios un paraíso. Hace de los hijos una fuente de gozo. Hace del trabajo un lugar de refinamiento. Hace de la vida un lugar de alegría. La Palabra de Dios hace maravillas en las vidas de los creyentes. Como nos dice el Salmo 19:7-8 “La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos.” Pero requiere de nosotros obediencia a esa Palabra. Cuando las cosas no funcionan bien en el matrimonio, o en mi vida, se debe en la mayoría de los casos, a que alguien no vive por la Palabra, sino que ha dejado que el pecado, los valores no cristianos rijan en esa situación.

            Es cierto, nadie vive en obediencia perfecta a la Palabra de Dios. Es por eso que necesitamos a Jesús como nuestro Maravilloso Consejero.  Lo necesitamos para que nos guíe por el camino correcto, no solo para que las cosas salgan bien, sino para que nos guíe cuando las cosas salen mal. Para toda circunstancia Jesús es nuestro Maravilloso Consejero. El vino al mundo para darnos conocimiento. Así como Él es el Cristo, el Ungido, de igual manera Él nos ha ungido con su Espíritu Santo que nos capacita para entender Su voluntad. Nos dice Juan en 1 Juan 2:20 “Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas.” El Espíritu Santo nos capacita para conocer o entender todas las cosas reveladas.

            ¿Es Jesús tu Maravilloso Consejero? ¿Es de El que buscas la sabiduría? ¿En las decisiones de tu vida buscas ser guiado por la Palabra de Jesús en la Biblia? ¿Eres sabio en tu propia opinión? ¿Te esfuerzas para que tu vida sea dirigida por la palabra de Dios? ¿Estudias la Biblia con ese fin? Si no la estudias, no buscas ese fin.

            Quiera Dios que todos nosotros busquemos ser guiados plenamente por la Palabra Viviente, el cual es Jesús, y por las palabras de Jesús en la Vida. Él es un Maravilloso Consejero para ti. Haz una cita con El diariamente por medio de la oración y el estudio de su Palabra.  

Sermón: Isaías 9:6-7 La Gloria de la Persona y Obra de Cristo

Isaías 9:6-7 “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.”

 

            Ya se siente el ambiente navideño. Las tiendas se han adornado, en las casas se están colocando las luces, los árboles, en fin, todos guindalejos asociados a la Navidad.  Inclusive ya se sienten las mañanas más frescas y nos damos cuenta de que hay algo distinto en el ambiente. Los niños, los jóvenes y los adultos están entusiasmados sobre lo que recibirán este año en las navidades. Es sin lugar a dudas un momento de mucha alegría.

            Esto contrasta muchas veces con el hecho de que hay muchos en nuestro país que la época navideña es un período difícil para ellos. Algunos no tienen el dinero para pintar su casa, o arreglarla o dinero para comprar los regalos de navidad o no tienen expectativa de trabajo o siente más que nunca la soledad. Es una época fuerte para muchas personas. Incluso se sabe que en esta época tristemente es una en la cual aumentan los suicidios.

            Pero eso no tiene que ser así. En este pasaje Dios tiene palabra de consuelo para nuestras vidas. Y esa palabra de consuelo, de paz, de seguridad y de esperanza se encuentra nada más ni nada menos en la Persona y Obra del Señor Jesucristo. Oh, sí hermanos, no se encuentra en nosotros. En esta época navideña Dios nos llama nuevamente a poner nuestra mirada: no en los regalos sino en el Verdadero Regalo, no en la comida sino en la Verdadera Comida, no en los guindalejos sino en el Verdadero Adorno, no en las fiestas sino en la Verdadera Fiesta y Cena que Dios tiene con nosotros en una íntima comunión con Él. Y todo esto descansa en la Persona y Obra de Cristo. Hoy tocaremos lo que nos dice sobre la Persona de Jesús y el próximo día sobre la Obra de Jesús. Claro está hermanos, no podemos separar la una de la otra: Su Persona define su Obra y Su Obra explica Su persona.

            ¿Qué nos dice Isaías 9:6-7 acerca de la Persona y Obra del Mesías? Nos dice…

I. Sobre Su Persona

            A. Verdadero hombre

            Que ese Mesías, quien es nuestro Salvador Jesús será un hombre verdadero. V.6 “Porque un niño nos es nacido”. Oh hermanos, cuán importante es la humanidad de Jesús. El nació y esto habla de su humanidad. El que nuestro Salvador fuera hombre, cien por ciento hombre me trae consuelo. ¿Sabes por qué? Porque me enseña que Él era como uno de nosotros de carne y hueso. Él es uno que pudo y puede identificarse con nosotros. El sufrió en carne propia lo que es sentirse solo cuando todos los discípulos lo abandonaron. Él sabe lo que es entirse ignorado cuando ni siquiera su propia familia creía en El. Él sabe lo que es padecer hambre y no tener seguridad de hogar, cuando dijo en Mateo 8:20 “Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza.” Es como si dijera las zorras y las aves están mejor que yo. Él sabe lo que es sentirse rechazado por un ser querido, Su Padre lo abandonó en la Cruz del Calvario. Él sabe lo que es el dolor en el cuerpo ya que fue crucificado por nosotros. Él sabe lo que es la angustia y la depresión, lo sabemos porque Lucas 22:44 nos dice “Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.” Él sabe lo que es la fatiga, el estar exhausto luego de un día arduo e trabajo, tan es así que cuando se durmió en la barca no podían despertarlo. Ni las olas, ni el viento de una tormenta podían despertarlo.

            Su humanidad entonces me enseña que este Salvador es uno que sabe lo que yo siento. Es uno que se ha identificado con nosotros los seres humanos. Un Salvador de cerca y no de lejos. Uno que puede entender perfectamente las alegrías, las frustraciones y las dificultades de la vida. Pero, sobre todo, uno cual perfecta humanidad poda pagar por mis pecados, porque yo no puedo. Yo no puedo pagar por mis pecados. Yo no puedo por mí mismo pagar mi deuda ante Dios. Yo no soy ni santo, ni justo, ni bueno para poder satisfacer por mis pecados. Solo el único Salvador quien es verdadero hombre y perfectamente justo podía pagar por mis pecados delante de Dios. Y en eso yo tengo paz. 

           

 

            B. Verdadero Dios

            Isaías nos dice que este niño que es nacido es también un hijo que nos es dado. V. 6 “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado”.  Que este niño el cual es hijo es Dios sobre todas las cosas se desprende del contexto. ¿Cómo lo sabemos? Los sabemos por sus nombres. Él es llamado Dios Fuerte, Padre Eterno, títulos que implican deidad. ¡Qué maravilloso que este Salvador, quien es Jesús, es Verdadero Dios! ¡No un dios sino el Dios Verdadero! ¿Sabes por qué? Porque, así como su humanidad me trae paz al saber que mi Salvador se ha identificado conmigo; se ha puesto como se dice: mis zapatos. El hecho de que Él es Verdadero Dios aumenta mi paz exponencialmente al saber que su obra de salvación en favor nuestro es perfecta, indestructible, permanente. Que en Él sin lugar a dudas a derrotado a Satanás. Que El sin lugar a dudas, por medio de su sacrificio, ha satisfecho plenamente la justicia de Dios. Y yo no tengo que satisfacerla porque Cristo la satisfizo perfectamente por mí. Mi deuda ha sido saldada totalmente; eternamente y para siempre. Por eso dice Hebreos 10:14 “porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.”  Su ofrenda es su sacrificio y nos dice que con su ofrenda nos ha hecho perfectos para siempre. Nuestra deuda ha sido saldada. Y si saldada no puede ser exigida nunca más. Una deuda saldada se extingue. Ya no tenemos más deuda ara con Dios. Pero no solo eso. El hecho de que Jesús es Dios me asegura que la limpieza que Dios opera en nuestras vidas transforma verdaderamente. Y esta obra en nuestro favor produce en nosotros santificación. Jesús por medio del Espíritu de Cristo aplica esa limpieza en nuestros corazones.

            Somos santos y somos santificados más y más diariamente. El Espíritu de Cristo aplica el poder de su muerte y la virtud de su resurrección capacitándonos a morir más y más al pecado y vivir cada día agradándole en todo. El pecado nunca se enseñoreará más en la vida de un creyente. Es cierto que todavía hay pecado en nosotros y a veces parece que prevalece, pero nunca es un pecado reinante, nunca. Pero como dice nuestra Confesión de Fe. 23.3: “la parte regenerada [nuestra] vence, mediante el continuo suministro de la fuerza del Espíritu santificador de Cristo; de manera que los santos crecen en gracia, perfeccionado la santidad en el temor de Dios”. Hermanos, no hay pecado que el poder santificador del Espíritu Santo no pueda vencer en nosotros. Él es el único que puede vencer en cualquier pecador la soberbia, la vanagloria, el orgullo, la ira, la pornografía, la insumisión, la mundanalidad, el materialismo, el consumismo, la idolatría, la homosexualidad, la dejadez, la frialdad, la depresión, la infelicidad. En fin, Él es Dios y El venció el pecado sobre todos sus hijos, los que creen en El para salvación de la culpa del pecado y del poder del pecado.

            C. Verdadero Rey

            V. 6 “y el principado sobre su hombro”. ¿Qué quiere decir Isaías con estas palabras? Que nuestro Salvador es Verdadero Rey. Pero no solo eso. El gobierno está sobre sus hombros. Él es el único que verdaderamente sostiene su reino. El reino de gracia que El establece en los corazones de su pueblo al darles fe y arrepentimiento, ese reino es estable, es un reino permanente, es un reino eterno porque es sostenido por Jesús quien es Dios mismo. Esa idea se amplía en le versículo 7 cuando dice: “Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.” El reino que establece es un reino extenso, sin límite. ¿Por qué? Porque Él es Verdaderamente Rey. Aunque se levanten contra El, en oposición, en rebelión y guerra, es no es nada para El. Como dice el Salmo 2:1-5 “¿Por qué se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan cosas vanas? Se levantarán los reyes de la tierra, Y príncipes consultarán unidos Contra Jehová y contra su ungido, diciendo: Rompamos sus ligaduras, Y echemos de nosotros sus cuerdas. El que mora en los cielos se reirá; El Señor se burlará de ellos. Luego hablará a ellos en su furor, Y los turbará con su ira.” En otras palabras, nada ni nadie puede destruir a la iglesia. Nuestra salvación es segura. Nadie puede arrebatar a las ovejas de Jesús. Por eso su reino es un reino eterno. Un reino estable en juico y justicia. Y un reino cuya paz no tiene límites. ¿Qué significa? Todo su reino es un reino de paz, de perfección, de armonía, de reconciliación. La obra de salvación trae reconciliación entre Dios y nosotros, pero también entre nuestro prójimo. Trae paz en el vivir, paz en la familia, paz entre vecinos, paz en nuestro interior. Y ese reino es nuestro por medio de la fe en Jesús.

            Hermanos, por encima de la alegría temporal de los regalos, la comida, los guindalejos está la Persona y la Obra de Cristo. Tu mayor felicidad no descansa en estas cosas materiales que acompañan la celebración de la navidad sino el hecho de que hemos sido recibidos en el reino de Dios por medio de la fe en Jesucristo. ¿Es esa tu mayor alegría en la navidad? Yo sé que Sí y yo espero que Sí. Que esta navidad sea un momento para reflexionar sobre la Persona y Obra de Jesús y así comprende aún más lo que significa que Él es un Regalo de Dios para nosotros.  

Sermón: 2 Timoteo 3:16-17 La Biblia, la única regla de fe y conducta, Parte 2

2 Timoteo 3:16-17 “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.”

 

            El domingo pasado predicamos que la regla que Dios nos ha dado lo es su Santa Palabra. Ella es la regla que Dios nos ha dado para dirigirnos sobre cómo podemos glorificarle y disfrutar de El para siempre. Señalamos que la Palabra de Dios contenida en las Escrituras del AT y NT es la Palabra de Dios y por tanto tienen su origen en Dios. Dios es en última instancia el autor de las Escrituras. Las Escrituras son inspiradas por Dios. Mencionamos que Dios se ha revelado y que fue Dios quien puso sus propias palabras en la boca de sus profetas. También que ordenó que sus palabras fuesen dejadas por escrito. Dios ordenó que se escribiesen sus palabras siendo El el primero en hacerlo al El mismo escribir los 10 mandamientos.

            Por tanto, la Biblia por ser la Palabra de Dios, la misma Voz de Dios es nuestra única regla de lo que debemos creer: nuestra teología y de cómo debemos vivir. La Palabra de Dios va por encima de la opinión popular, la opinión de los sicólogos, sobre mi propia opinión, etc. Va por encima de todo y prevalece sobre todo lo que es contrario a la Biblia.

            Hoy vamos a continuar nuestro estudio de la segunda pregunta del catecismo Menor de Westminster y el pasaje que tenemos como base. La segunda pregunta y respuesta del catecismo Menor es: ¿Qué regla ha dado Dios para enseñarnos cómo hemos de glorificarle y gozar de El? La Palabra de Dios contenida en las Escrituras del Antiguo y Nuevo testamento es la única regla que Dios ha dado para enseñarnos cómo hemos de gloricarle y gozar de El.

            Pablo, luego de señalarle a Timoteo, el recipiente de esta carta, que Toda la Escritura es inspirada por Dios, le dice a él y a nosotros que ella es útil. Útil para qué: para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia. Con miras a qué: a fin de que el hombre de Dios [es decir, en primer lugar, el ministro] sea perfecto [completo], enteramente preparado para toda buena obra.

            Fíjate bien lo que Pablo nos dice: las Escrituras por el hecho de que son inspiradas por Dios son útiles. Su utilidad se basa en el hecho de que han sido dadas por inspiración. Es porque son inspiradas que son útiles. ¿Qué quiere decir el apóstol con que ella es útil? La palabra útil en el griego significa: útil, beneficiosa y ventajosa. Es decir, sirve para el propósito para el cual ha sido dada. Lo primero que nos dice Pablo es que la Escritura es útil para enseñar. Tú Timoteo el cual eres un pastor joven tienes que utilizar las escrituras del AT y NT para enseñar en la iglesia. Vas a usar las Escrituras porque, por ser inspiradas, ellas son útiles para enseñar. Solamente las Escrituras vas a utilizar para enseñar en la iglesia. Y por tanto sólo las Escrituras es lo que debemos usar para aprender la mente de Dios. ¿Qué instrumento vas a utilizar para enseñar en la iglesia? Sólo la Palabra de Dios. Lo que ha sido dado por escrito como Palabra de Dios porque sólo ellas son inspiradas por Dios mismo.

            De esto hermanos podemos ver que las Escrituras son necesarias. Son necesarias, no para Dios, quien es omnipotente y no hay nada difícil para El. Son necesarias para nosotros, su pueblo. Pero, ¿Por qué son necesarias? Por varias razones:

1. Por causa de la debilidad de la mente humana. Somos prestos a olvidar las cosas. Nuestra mente no tiene la capacidad de retener, en la conciencia, toda la información que viene a nuestras mentes.

2. Por causa del pecado que todavía hay en nuestros corazones. Somos prestos a tergiversar lo que se nos dice. Que Dios dijo eso, Ja, no lo creo. Estás seguro. No será que lo malentendiste.

3. Por la malicia de Satanás. Satanás y sus secuaces odian la verdad. Procuran oponerse a la misma en todo momento. El se viste como ángel de luz para confundirnos. De aquí que el tener la Palabra de Dios por escrito nos da una mayor seguridad para estudiar la mente de Dios.

4. Para el mayor consuelo de la iglesia. Al tener la Palabra de Dios al alcance de su mano Dios hace que su Palabra more más claramente entre nosotros. Allí podemos consultar la mente de Dios una y otra vez y otra vez. Y deleitarnos una y otra vez en sus promesas, y buscar guía para nuestras vidas en todo momento.

            Por tanto, Timoteo, las Escrituras son necesarias para que puedas cumplir fielmente tu vocación como pastor. ¿Qué vas a enseñar? Únicamente la Palabra de Dios. Es por eso que las Escrituras del AT y NT son la única regla de fe y conducta. Timoteo vas a utilizar únicamente la Biblia para enseñar en la iglesia. Ella es tu única regla de fe.

            De esto podemos señalar el porqué las iglesias protestantes rechazamos los libros apócrifos o deuterocanónicos de la iglesia católica. ¿Por qué no los utilizamos en la iglesia? Porque no son inspirados por Dios y por tanto no son útiles para establecer la verdad. Son útiles como lo son cualquier libro de historia que utilizamos. Tienen valor histórico. Pero no tiene utilizad en la iglesia para ser nuestra regla de fe y conducta por no ser inspirados.  Pero, ¿Cómo sabemos esto? La iglesia protestante y la iglesia judía rechazan los libros deuterocanónicos de la iglesia católica por no ser de inspiración divina por lo siguiente:

1. Aparecieron cuando se reconoce que no había voz profética entre el pueblo de Dios. Entre Malaquías y Juan el Bautista hubo un período de silencio profético. Dios no levantó ningún profeta entre el pueblo de Dios. Por tanto, esos libros no gozan del sello de la inspiración.

2. El pueblo judío a quienes Dios les llamó a ser protectores de las Escrituras del AT no los reconocen como Palabra de Dios. El AT que usan los judíos es el mismo que nosotros usamos.

3. Dios reveló su palabra en el AT en la lengua hebrea y estos libros deuterocanónicos fueron escritos en griego.

4. La iglesia católica los reconoció oficialmente como inspirados en el siglo 16 en la controversia contra los protestantes. Entre otros argumentos.

            La Biblia es la única regla de fe y conducta. Pero, ¿Qué significa que la Biblia es la única regla de fe y conducta? Significa que sólo lo que se enseña la Biblia y podemos probar que lo enseña la Biblia es lo que debemos creer y obedecer. ¿Tú crees que Cristo es Dios? Sí. ¿Y por qué? Porque así lo enseña la Biblia y ella es mi única regla de fe. ¿Tú crees que solamente la sangre derramada de Jesucristo te puede salvar? Sí. ¿Por qué? Por que así lo enseña la Biblia. ¿Tú crees que todos los seres humanos en este mundo son pecadores y merecen el infierno? Sí, porque la Biblia lo enseña así. ¿Y crees que el único Salvador y Redentor de la humanidad lo es únicamente Jesucristo? Lo creo con todas las fuerzas de mi corazón porque Dios, quien no miente, así lo enseña en las Escrituras. ¿Y crees que podemos ser salvos por nuestras buenas obras, nuestras buenas acciones? Claro que no. La Biblia no enseña eso. Si deseas que crea en algo pruébamelo por las sagradas Escrituras.

            De esto se desprende hermanos que, si la Biblia es la única regla de fe, tenemos que concluir qué no hay más revelaciones. Dios se ha revelado y nos ha dejado en la Biblia todo lo que necesitamos saber para la gloria de Dios, para nuestra salvación, nuestra vida y nuestra fe. No hay más profetas, no hay más apóstoles, no hay más revelaciones. La revelación especial ha cesado.

            Para nuestra tristeza muchos grupos cristianos creen que todavía hay revelaciones nuevas. Creen que todavía Dios habla por nuevos profetas, por sueños, es decir, por nuevas revelaciones que no están contenidas en las Escrituras del AT y NT. Para tristeza nuestra tenemos que decir que eso no es correcto. Hermanos lo decimos con respeto de sus personas. No estamos diciendo que no son cristianos. Sólo Dios conoce los suyos. Solamente decimos que esa posición que dice que todavía hay nuevas revelaciones no es bíblica. ¿Por qué nosotros no hablamos en lenguas ni decimos que hay profetas y que Dios me lo reveló? Por que la Biblia nos enseña que sólo las Escrituras del AT y NT son inspiradas por Dios y útiles, y por tanto los medios por lo cuales Dios reveló su voluntad han cesado. Yo espero que todos me hagan la pregunta que espero. ¿Puedes probar por la Biblia que lo que dices es bíblico? Claro que sí. Veamos.

1. Hebreos 1:1-2Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo.” El escritor de Hebreos distingue la manera en cómo Dios se reveló a su pueblo en el AT. En el AT Dios se reveló, es decir, habló muchas veces. No habló una sola vez sino que habló muchas veces a su pueblo.  Pero también habló de muchas maneras: a través de profetas, sueños, visiones, las piedras del Urim y Tumim; a quiénes, a los padres [iglesia] por los profetas. Pero, mira el contraste, en estos postreros días [los días del NT] Dios nos ha hablado por su Hijo. Ya Dios no nos iba a hablar muchas veces ni de muchas maneras. En los días del NT Dios nos ha hablado por su Hijo. El tiempo del verbo “nos ha hablado” es importante. Se encuentra en tiempo aoristo. Y esto denota que la acción se ha alcanzado. La revelación ha llegado a un punto histórico. Se ha logrado lo que Dios se proponía. ¿Qué era? Darnos una revelación final y definitiva por medio de Jesús. Es decir, Cristo Jesús es la revelación final de Dios. Para eso él vino, para revelar a Dios y darnos a conocer su voluntad. Esa era la esperanza del pueblo, que cuando el Mesías viniera él nos enseñaría todas las cosas. Juan 4:25 “Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas.” V.26: “Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.” Es decir, Yo soy el Cristo y vine a declarar todas las cosas, toda la revelación de Dios, todo el mensaje de salvación. Jesús es la revelación final de Dios.

2. Juan 17:4, 8 “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. V.8 porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.” Juan 15:15bYa no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.”

3. Apocalipsis 22:18 “Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro.” El Apocalipsis es tanto Palabra de Dios como los evangelios y las cartas de Pablo. Por tanto, la prohibición de añadir a las palabras de este último libro de la Biblia nos enseña que la revelación de Dios ha cesado.

            Cuando buscamos palabra de Dios fuera de la Biblia negamos que la Biblia sea nuestra única regla de fe y conducta. Proclamamos que ella no es suficiente, que no es completa, que no es suficiente para dirigir nuestras vidas. Pero tal no es el mensaje de Pablo en este pasaje. Pablo le dice a Timoteo que la Escritura es suficiente para prepararte, para equiparte para toda buena obra, no para algunas cosas, sino para toda buena obra. Para buscar una esposa, la Biblia es nuestra única guía: que sea creyente, que busque resolver los problemas bíblicamente, que siga el orden bíblico, etc. Para dirigirnos a buscar un trabajo, la Biblia es nuestra guía: que sea lícito, que sea un medio para proveer para los míos, que no afecte la asistencia a la iglesia, etc. Pero cuando buscamos “profetas” que nos digan con quien me debo casar buscamos un conocimiento de Dios fuera de la Biblia y ese “conocimiento” se convierte en nuestra regla de fe y conducta. Y por tanto rechazamos la Biblia como nuestra única regla. Pablo nos dice que toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para capacitarnos para toda buena obra. Ella es completa no le falta nada.

            Esto implica en último lugar que la Biblia es perspicua, es decir, ella es clara.  Si Dios ha revelado su palabra El desea que la entendamos. Por tanto, si ella es nuestra guía es porque puede ser entendida, ella es clara, ella es perspicua. Aclaro, ella es clara en todo lo que debemos creer y obedecer para nuestra salvación. Todos los que se dediquen a leer con seriedad la Biblia sabrán lo que es necesario creer y obedecer para la salvación. Hay cosas difíciles en la Biblia, no lo negamos, pero lo que es necesario saber para la salvación es dado con claridad en las Santas Escrituras. La Biblia no es un libro oscuro, es un libro claro. Salmo 109:105, 130 “Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino. V.130 La exposición de tus palabras alumbra; Hace entender a los simples.”

            Ella es útil para enseñar y para reargüir, significa reprender. Ella reprende nuestro pecado. Nos muestra en qué cosas no andamos bien. Debemos utilizar la Biblia como nuestro espejo a través del cual veamos si estamos bien vestidos de las cosas de Dios.

            Ella es útil para corregir, o mejorar. No solamente la Biblia nos dice en que estamos mal, sino que también nos enseña que debemos hacer para mejorar. Nos señala lo negativo y nos muestra lo positivo.

            Ella es útil para entrenar o disciplinar en la justicia. Ella no solo nos muestra el camino correcto para servir a Dios sino también para servir a los hombres. La Palabra de Dios es una guía completa. Te capacita para toda buena obra. Ella es la regla del buen vivir.

 

Aplicaciones:

1. Ya que la Biblia es nuestra única regla de fe y conducta es tu deber obedecer la misma. Es Dios quien habla a través de la Biblia y desobedecer sus mandamientos es desobedecer a Dios. Yo he escuchado a personas que dicen no importa lo que dice la Biblia yo no voy a hacer eso. Que la Biblia dice que no debes mentir. Pues no, hay que mentir a veces. Que el domingo es el día del Señor el día en que debe estar en la iglesia y no faltar. Pues no, hay que faltar. Que el hombre es la cabeza de la esposa, Ja, eso era en los tiempos del pasado, papito estamos en el siglo 21. Pero, el mandato es para todos los tiempos. Los tiempos cambian, pero no su Palabra.

            Cuando pensamos así rechazamos, no la voz mía, sino la voz misma de Dios. Nos hacemos nosotros mismos la regla de fe y obediencia en nuestras vidas. Nos hacemos nuestros propios señores. Nos hacemos nuestros propios amos. Entonces hacemos lo que Dios nos prohíbe que hagamos quietarles a las Palabras de Dios. Deuteronomio 4:2 “No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordene.” Cuando no obedecemos le quitamos a la Palabra de Dios.

2. Aunque la Biblia es perspicua, clara, hay cosas difíciles de entender. Es por eso que Dios instituyó el oficio de ministro en la iglesia. Los pastores han sido llamados por Cristo mismo para ser los maestros oficiales de la iglesia. Ellos reciben el entrenamiento para capacitarles a ser intérpretes de las Escrituras. Es por eso hermanos que debemos asistir a la iglesia sin fallar. Es aquí donde recibirás el pan que alimentará tu vida. Es por eso que debes orar por los maestros de la iglesia para que Dios les ayude a entender correctamente la Biblia y así puedan enseñarla fielmente.

3. No olvidemos que el último intérprete de la Biblia lo es la Biblia misma. Si no entendemos algo debemos comparar un pasaje oscuro con un pasaje claro. La Biblia se interpreta así misma.

4. La Biblia es el Juez Supremo. Toda doctrina, toda enseñanza debe ser examinada a la luz de las Escrituras. Cuando no hacemos esto le añadimos a la Palabra de Dios. Dios nos prohíbe esto. No aceptes ninguna persona como maestro que no procure probar por las Escrituras su enseñanza. Pero para ello debes tú conocer la Biblia para poder examinar. Estudia la Biblia diariamente. No seas como aquellos que proclaman ser cristianos y no la leen. Sé un fiel estudiante de Cristo porque para eso somos sus discípulos para ser enseñados por El. 

Sermón: 2 Timoteo 3:16-17 La Biblia, nuestra única regla de fe y conducta

2 Timoteo 3:16-17 “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.”

 

            Dios nos ha creado con un propósito. Y ese propósito es que le glorifiquemos. El merece que toda criatura le alabe. ¿Por qué? Porque Él es digno en Sí mismo. Él es perfecto en todo Su ser y perfecciones. Él nos ha creado y no nosotros a nosotros mismo. Él es el centro de todo. Porque Él es Dios. Y no solo eso. Él nos ha salvado de la condenación eterna. Por eso las Escrituras nos enseñan que todo lo que hacemos, aún las cosas que nos parecen triviales y cotidianas debemos hacerlo de tal manera que Dios sea exaltado. Como pregunta nuestro Catecismo Menor de Fe de Westminster en la pregunta y respuesta número 1 ¿Cuál es el fin principal del hombre? El fin principal del hombre es el de glorificar a Dios y gozar de El para siempre. Y la base bíblica es 1 Corintios 10:31 “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios”.

            Pero, se levanta una pregunta: cómo yo hago esto. ¿Qué guía hay que me pueda enseñar cómo glorificar a Dios y disfrutar de El para siempre? ¿Es esto algo que yo lo hago según mi parecer, según mis buenas intenciones, según yo considere que es bueno? Y la respuesta es que Dios nos ha dado una guía sobre cómo hacerlo. Pero antes de seguir exponiendo sobre este tema veamos cómo el Catecismo Menor de Fe de Westminster en su pregunta y respuesta número dos nos instruyen en esto. P. 2.  ¿Qué regla ha dado Dios para enseñarnos cómo hemos de glorificarle y gozar de él?  R.  La Palabra de Dios que se contiene en las Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento, es la única regla que ha dado Dios para enseñarnos cómo hemos de glorificarle y gozar de él.

            Obviamente aquí hay mucha tela que cortar. Así que hoy nos vamos a limitar a considerar la primera parte de la contestación de esta pregunta. Que dice así, ¿Qué regla nos ha dado Dios para enseñarnos cómo hemos de glorificarle y gozar de Él? ¿Cuál es la respuesta? La Palabra de Dios y punto. Hay una sola regla para enseñarnos, para dirigirnos sobre cómo hemos de glorificar a Dios. ¿Cuál es ese regla? Su Palabra y nada más. Y esa Palabra es nuestra única regla de fe y conducta. Y para exponer este tema vamos a contestar tres preguntas: ¿Qué es la Palabra de Dios?, ¿Qué significa que la Palabra de Dios es la única regla?, ¿Qué implicaciones tiene esto para mi vida? Veamos cada una de ellas.

I. ¿Qué es la Palabra de Dios?

            La Palabra de Dios es la revelación de su voluntad. Hermanos, Dios se ha revelado. Dios se ha dado a conocer. Lo ha hecho en las obras de creación y de providencia. En primer lugar, Dios se ha revelado por medio de la revelación natural. El Salmo 19:1 “Los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia las obras de sus manos”. Si te das cuenta, el salmista nos dice que la creación no es muda. Ella habla. Bueno, no habla por sí misma, sino que como es la obra de Dios, la obra de sus dedos, como dice el Salmo 8, inevitablemente revela las marcas de su Creador. Así como cuando hacemos una obra, ésta revela nuestras características y habilidades, de igual manera, la creación revela a su Hacedor. ¿Qué revela?  Romanos 1:20 nos dice lo que revela: Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. La creación revela que Dios existe. Revela su eternidad, su poder omnipotente. Revela su deidad. Revela que es un Ser que tiene raciocinio y voluntad. Y revela que Él es la fuente de toda clase de vida que existe: sea material o espiritual. Por tanto, nadie tiene excusa de decir yo no sé si Dios existe o no. ¿Por qué? Porque Dios se ha revelado por medio de todo lo creado de tal manera que somos confrontados todos los días con la revelación de Dios. Cada vez que abrimos nuestros ojos vemos la creación y ésta nos revela que Dios es. Por tanto, no tienen excusas si no le adoran ni le sirven.

            En segundo lugar, Dios también se ha revelado por medio de una revelación especial. Se ha revelado proposicionalmente, es decir, en lenguaje y con un mensaje que es entendible por la mente humana. En Hebreos 1:1-2 “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo. Dios ha hablo muchas veces y de muchas maneras. Muchas veces significa que lo ha hecho más de una vez. Y de muchas maneras: por medio de sueños, en voz audible, por medio de profetas y por medio de escritos. Dios escribió los diez mandamientos con su “propia” mano. Como dice Deuteronomio 9:10 “y me dio Jehová las dos tablas de piedra escritas con el dedo de Dios. Fue Dios mismo quien inició el dejar por escrito Sus Palabras. Unas frases constantes en el AT que expresa la idea de revelación son: “Así dice el Señor”, “La Palabra del Señor vino a mí”, etc. Un ejemplo entre cientos lo es Éxodos 9:1 “Entonces Jehová dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón, y dile: Jehová, el Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. Y Génesis 15:1 “Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. Dios se ha revelado proposicionalmente, en un mensaje entendible.

            En tercer lugar, Dios también se ha revelado personalmente en la Persona del Señor Jesucristo. De tal manera que Jesús podía decir, como le dijo a Felipe en Juan 14:9 “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. Y es Jesús quien es según Colosenses 1:15 “Él es la imagen del Dios invisible”. Y Juan 1:18 “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer. La frase “le ha dado a conocer” es una sola palabra en griego: “ἐξηγήσατο”, de donde proviene la palabra exégesis que significa explicación, interpretación. En otras palabras, es Jesús quien nos explica e interpreta quién y cómo es Dios. Nuestra doctrina de Dios depende de lo que Jesús ha revelado acerca de Dios y no lo que nosotros podamos creer o imaginarnos qué y quién es Dios.

            Entonces, a la luz de todo lo anterior podemos decir que la Palabra de Dios es la Voz misma de Dios. Y esto es importante. Repito: la Palabra de Dios es la Voz misma de Dios. La única diferencia es que la Biblia es la Palabra escrita de Dios. Su voz, Su revelación, Sus palabras han sido dejadas por escrito. Sea escrito o sea audible es la misma Palabra. De tal manera es la igualdad que hay entre la Palabra de Dios y la Escritura que la Biblia nos enseña que lo que la Biblia dice es lo que Dios dice. Por ejemplo: Romanos 9:17 “Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra.” “Porque la Escritura dice”. Pero esas palabras a Faraón fueron dichas por Dios mismo por medio de Su profeta Moisés. Otro ejemplo en Gálatas 3:8 “Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones”. Pero quien le dice esas palabras a Abraham fue Dios mismo. ¿Por qué esa identificación? Porque las Escrituras, la Biblia es la Palabra de Dios. Lo que la Biblia dice Dios lo dice. ¿Qué es la Palabra de Dios? Es la revelación de su mente y voluntad para nosotros. Es la Voz de Dios es lenguaje humano, pero es la Voz de Dios y no deja de ser la Voz de Dios porque Dios busque comunicarse en lenguaje humano su voluntad.

II. ¿Qué significa que la Palabra de Dios es la única regla de fe y conducta?

            Significa que como la Biblia es la misma Voz de Dios es ella exclusivamente la que debe determinar nuestra teología y nuestra forma de vivir.

            En primer lugar, nuestra teología. Hermanos, todo lo que necesitamos conocer y creer para conocer a Dios se encuentra solamente en la Biblia. Esta es la enseñan misma de los autores de la Biblia. Dios le dijo esto mismo a Moisés en Deuteronomio 4:2 “No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordeno. Nuestra guía es exclusivamente lo que Dios reveló sin necesidad de añadirle nada más. Los profetas dijeron lo mismo. Isaías 8:20 “A la ley y al testimonio, sino hablaren conforme a esto es porque no les ha amanecido”. Toda doctrina tiene que estar basado exclusivamente en lo que Dios ya ha revelado. Si no, no hay luz en nuestras mentes, no hay sabiduría.

            Esto no solo fue la fe de todos los autores de la Biblia sino también de Jesús mismo. Constantemente vemos a Jesús citando solo la Biblia como la base del por qué Jesús hace lo que hace y cree lo que cree. Sus frases constantes fueron: “Porque está escrito”, “Qué dicen las Escrituras”. Su fe descansaba exclusivamente en lo que Dios había revelado.

            Por eso Pablo podía decir que la iglesia se fundamenta exclusivamente en lo que Dios ha revelado en las Escrituras. Efesios 2:20 “edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo”. El fundamento teológico y doctrinal de la iglesia descansa en las Escrituras de los apóstoles y los profetas.

            Esto significa que es Dios quien se define a Sí mismo. Que es Dios quien define el todo de nuestra vida. Nuestra fe es verdadera solo cuando se conforma a lo que Dios ha revelado. Dios entonces nos define quién es El; lo que es la Verdad; nos define lo que es la vida, cuando ésta comienza y cuándo esta termina. Nos define qué es el matrimonio; cómo debemos criar a nuestros hijos; cómo debe ser organizada nuestras familias con el hombre como cabeza del hogar, etc.

            En segundo lugar, nuestra forma de vivir. O hermanos, cuán importante es esto. Nosotros no nos mandamos a nosotros mismos. Estamos bajo autoridad, la autoridad de Dios daba en la Biblia. Y Dios nos enseña que nuestra manera de pensar y vivir se tiene que extraer exclusivamente de la Palabra de Dios. Nuestros pensamientos deben seguir los pensamientos de Dios. Y te pregunto: ¿regulas tu vida por la Palabra de Dios? ¿Es la Palabra de Dios la que guía tu forma de ser? ¿Puedes decir que tu posición sobre la eutanasia es la posición bíblica? ¿Y qué del uso recreacional de la marihuana, y qué del homosexualismo, y qué del aborto, y qué de la convivencia, y qué de las relaciones sexuales antes del matrimonio o fuera del matrimonio, y qué de la pornografía, qué de los chismes, etc.? Hermanos a veces pienso que la Iglesia de Cristo actúa igualmente que los judíos antes del cautiverio. Pensando que como somos el pueblo de Dios no importa cómo vivamos Dios está con nosotros y nada malo nos pasará. Por eso perseguían a los profetas que les decían así no deben vivir. Dios nos va a castigar por vivir así. Pero no le hicieron caso y sufrieron por eso.

III. ¿Qué implicaciones tiene esto para mi vida?

            Si la Biblia es la revelación de la voluntad de Dios entonces ella es especial. Ella no es cualquier libro. Ella es el libro de los libros. Su contenido no es cualquier cosa: es la revelación de la mente de Dios. Y como ella es la Palabra de Dios ella nos enseña la Verdad. Y no solo la Verdad, sino que la Verdad de Dios tiene que ser por necesidad por encima de todo lo que existe. Todo lo que el hombre venda como verdad que contradiga la Verdad de Dios dada en la Biblia es falsedad. ¿Por qué? Porque nadie sabe más que Dios, o Dios no es Dios. Hermanos, esto es todo o nada.

            ¿Qué implicaciones tiene esto para mi vida? Tiene varias implicaciones. Si la Biblia es la Palabra de Dios entonces, en primer lugar, va por encima de la opinión pública. La Palabra de Dios va por encima de la opinión pública. Hermanos, la Verdad no se determina por voto popular. La Verdad no se determina por el voto del 50% más 1. Eso puede ser una decisión democrática, pero eso no establece que eso es la Verdad si contradice la Biblia. A veces tendemos a pensar que como todo el mundo cree esto, es mi deber creer lo mismo. Eso no es así. Pensar así no es correcto. ¿Por qué? Porque si lo que la opinión pública dice que es la “verdad” y esa “verdad” contradice la Verdad de Dios, entonces la opinión del mundo es mentira. Y no debemos seguir la mentira, no solo porque moralmente no es correcto, sino racionalmente tampoco es bueno. Por ejemplo, quién creó este universo: Dios. Por tanto, Él sabe cómo este universo funciona mejor que todos los ingenieros de la Nasa juntos y revueltos. Quién creó el cuerpo humano: Dios. Por tanto, Él sabe mejor que nadie cómo funciona. Quién instituyó el matrimonio, el trabajo, las relaciones paterno-filiales, etc., Dios. Por tanto, es El quien determina cómo estas deben funcionar y trabajar armoniosamente.

            En segundo lugar, la Palabra de Dios va por encima de la sicología. Hoy día se habla de la sicología como si fuera la última coca-cola del desierto. Si lo sicólogos dicen que esto es normal tiene que ser aceptado como normal. Si los sicólogos dicen que la disciplina corporal es mala, entonces la gente tiene que aceptar que es mala. Si los sicólogos dicen que tiene que haber una absoluta igualdad entre los hombres y las mujeres así debe ser. ¿Pero quién conoce la mente humana más que Dios? ¿Quién estableció las relaciones interpersonales sino Dios?

            En tercer lugar, la Palabra de Dios va por encima de mis opiniones. Cada uno de nosotros tenemos nuestras opiniones sobre las cosas. Pero si la Palabra de Dios es la Voz de Dios y Dios es Dios entonces nuestras opiniones tienen que ceder a la Verdad de Dios. No a la opinión de Dios porque Dios no tiene opiniones. Dios habla la Verdad. Y Su Verdad va por encima de nuestras opiniones. A muchos puede que no le guste que en esta iglesia se diga que el marido es la cabeza de la esposa, y que ella es llamada a someterse a su marido, pero esa es la enseñanza bíblica. A algunos puede que no le guste que aquí se diga que la convivencia no es un matrimonio y los que así viven pecan contra Dios, pero eso lo que Dios enseña en su Palabra. A otros puede que les moleste que aquí digamos que el homosexualismo es una práctica pecaminosa y ningún homosexual mientras lo sea va a heredar el reino de los cielos, pero así lo enseña la Biblia clara y explícitamente. Nuestro deber como iglesia no es inventar doctrinas a nuestra conveniencia. Nuestro deber es ministerial y declarativo, es declarar lo que Dios dice que es la Verdad y punto. Si añadimos a la Biblia seremos condenados, de igual manera si le quitamos y si la tergiversamos. ¿Por qué? Porque al así hacerlo tiramos por tierra la Verdad de Dios, Su autoridad sobre nosotros y mentimos en nuestras funciones ministeriales.   

            En cuarto lugar, la Palabra de Dios va por encima de cualquier revelación nueva. Hermanos, la Biblia es la Palabra de Dios. Y ella es su revelación final. Es una revelación completa. Y si completa no le falta nada. Ya Dios ha finalizado su época de revelación. Toda la revelación que Dios ha querido que la Iglesia tenga para saber cómo glorificarle y gozar de Él está completa en la Biblia. Y si completa, entonces no debemos esperar nuevas revelaciones de parte de Dios. Dios ha sellado su profecía. Los medios que Dios utilizaba para revelarse han cesado con la revelación de Jesucristo. Esa es la enseñanza de la Biblia y debemos ser celosos con esta enseñanza.

            Eso es lo que nos enseña Pablo en 2 Timoteo 3:16-17 “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. En el contexto el “hombre de Dios” se refiere al ministro. La Palabra de Dios es suficiente para prepararlo totalmente para toda tarea ministerial. Para que sea perfecto o completo, enteramente preparado para toda buena obra. Y si la Biblia puede preparar totalmente, completamente para todas las diversas y complejas tareas del ministro cómo no hará lo mismo a todos los creyentes. La Biblia es una revelación suficiente. Y si suficiente no necesitamos más revelación ya que todo está depositado en la Biblia.

            Es por eso que el último libro de la Biblia finaliza con las siguientes palabras en Apocalipsis 22:18-19 “Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.” Nadie tiene el derecho de añadir ni quitar de la revelación que ya Dios ha dado. Por tanto, la Palabra de Dios va por encima de cualquier nueva revelación, o aparente nueva revelación. Los profetas cesaron, los apóstoles cesaron y todo medio utilizado para conocer la revelación de Dios ha cesado.

            Y, en quinto lugar, va por encima de la opinión de los artistas. Sabemos que los artistas tienen su forma de vivir. Y se ufanan de la manera tan perdida en que viven. Pero ellos no son el estándar de cómo debemos vivir ni pensar. Sus vidas están llenas de vanidad, profanidad, libertinaje sexual, drogadicción, alcoholismo, paganismo, irracionalidad, depravación de todo tipo y en grandes cantidades. No hay temor de Dios en sus vidas. Y sus vidas corren ligero y sin freno al infierno.

            Creo que las siguientes palabras de Deuteronomio son tan pertinentes hoy como lo fueron hace tres mil años atrás.  Deuteronomio 12:29-32 “Cuando Jehová tu Dios haya destruido delante de ti las naciones adonde tú vas para poseerlas, y las heredes, y habites en su tierra, guárdate que no tropieces yendo en pos de ellas, después que sean destruidas delante de ti; no preguntes acerca de sus dioses, diciendo: De la manera que servían aquellas naciones a sus dioses, yo también les serviré. No harás así a Jehová tu Dios; porque toda cosa abominable que Jehová aborrece, hicieron ellos a sus dioses; pues aun a sus hijos y a sus hijas quemaban en el fuego a sus dioses. Cuidarás de hacer todo lo que yo te mando; no añadirás a ello, ni de ello quitarás”

            Si queremos conocer la voluntad de Dios, ésta se halla en las páginas de la Biblia. No en la opinión pública, no en la opinión de la sicología, no en mis opiniones ni en nuevas revelaciones, ni en la farándula, ni en los horóscopos, ni en las cartas del tarot, ni en la lectura de la palma de la mano, ni en la ouija, ni en los muertos sino exclusivamente en la Palabra de Dios, las Sagradas Escrituras, es decir, en la Biblia.

 

 

 

Sermón: Hechos 2:42-47 ¿Es Importante la Membresía de la Iglesia?

Hechos 2:42-47 “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.”

 

            La iglesia es la familia de Dios. Todos los creyentes son hermanos y hermanas de un mismo Padre que nos engendró. Es Dios quien hizo esta obra y esta obra es hermosa.

            Cada uno de nosotros somos un solo cuerpo. Y cada uno de nosotros somos miembros uno de los otros. Uno de ustedes es mi brazo derecho, otro es mi brazo izquierdo y otro miembro es los ojos de los demás. Cada uno de nosotros estamos unido con un vínculo que va más allá de este estado de la eternidad ya que permanece desde ahora y hasta por toda la eternidad. Unidos por el vínculo del Espíritu somos llamados a tener una misma mente, un mismo corazón. Y vernos unos a otros como una parte de mí que yo necesito. Mi hermano y mi hermana es una parte de mí que yo necesito. Así como necesito mis uñas, mis dedos, mi piel, de igual manera yo necesito a mis hermanos.

            Dios ha diseñado esto. En su sabiduría Dios ha creado a la iglesia no meramente como un grupo de personas reunidas para hacer cosas en común sino como un cuerpo, como una familia que se ayuda mutuamente según la sabiduría y gracia que nos da nuestro Dios. Como una sociedad y nación cuyo arquitecto y constructor es Dios.

            Hoy día ese concepto de la iglesia se está perdiendo. La práctica de congregarse domingo tras domingo y en otros días de la semana se está considerando como anticuado. Se piensa que la membresía de la iglesia no es necesaria, no es útil y debemos considerarla como algo del pasado.

            ¿Qué podemos responder ante esta interrogante? Respondemos que la membresía de la iglesia es importante. No es un invento de los hombres. Es algo que Dios mismo ha instituido para el bien de sus hijos. De eso trata el sermón de hoy. Hoy vamos a contestar brevemente la siguiente pregunta. ¿Es importante la membresía de la iglesia?  A lo cual respondemos que sí. ¿Por qué? Es importante porque…

I. Es la obra de Dios

            V. 47 “Y el Señor añadía cada día a la iglesia”. Mira lo que Lucas dice aquí: es el Señor. ¿Quién es ese? Ese es Jesús mismo. Lucas usa el título de Señor para referirse a Jesús y no a Dios. Por tanto, es Jesús mismo quien añade a la iglesia.

            Si te das cuenta la iglesia no es una sociedad voluntaria como el Club de los Leones o el “Boys and Girls Club”, o cualquier otro club o asociación. La iglesia es una institución divina. Es Jesús quien edifica a la iglesia. Fue Jesús mismo quien dijo en Mateo 16:18 “Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”.

            Entonces, si es el Señor el que añade, esto significa que es Dios quien nos lleva a amar y a valorar a la iglesia. Y por la iglesia me refiero a todo lo que ella compone: no solo a los creyentes que son la iglesia sino también los oficiales de la iglesia, las reuniones de la iglesia, etc. En fin, todo aquello que Cristo mismo instituyó como parte de su iglesia.

            Ahora bien, ¿qué significa añadir? Añadir no es meramente asistir sino ser parte de la iglesia. Es unirnos en pacto con Dios y unos con otros. ¿Cómo lo sabemos? Lo sabemos por todo el contexto de este pasaje. El énfasis del pasaje lo es la unidad de la iglesia. La iglesia que Jesús crea en un cuerpo unido. ¿Unido en qué? Unido en la doctrina, V.42 “perseveraban en la doctrina de los apóstoles”. Era una iglesia enseñable. Que se sometía a la enseñanza apostólica. Unidad familiar, V. 42 “perseveraban… en la comunión unos con otros”. Los hermanos se veían como una familia y se ayudaban mutuamente. Compartían de lo que tenían. Unidad en la adoración, V. 42 “perseveraban… en el partimiento del pan”. El partimiento del pan es la celebración de la Santa Cena. Y representa la adoración a Dios. Había unidad de adoración. Todos los creyentes participaban de la Santa Cena y de la adoración a Dios. Unida en las actividades de la iglesia, V. 42 “’perseveraban… en las oraciones”. ¿Por qué actividades de la iglesia? Porque no dice perseveraban en la oración en singular sino en las oraciones en plural. Y la referencia era a los diversos cultos de oraciones que la iglesia hacía. La idea no es meramente que se reunían a orar, sino que participaban de los diversos cultos de oraciones que se hacían. V. 44-45 “Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas;
y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno.”
Es decir, velaban por sus necesidades. Estaban pendientes unos a otros de las necesidades de los demás. V. 46 “Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón”. Toda la sección trata de la unidad de la iglesia. No había llaneros solitarios entre el pueblo de Dios. No había creyentes desvinculados de la adoración a Dios. No había creyentes que eran sus propios maestros sino sujetos a la autoridad de los apóstoles o ministros de la Palabra.

            Y todo esto, hermanos, es la obra de Dios. La iglesia no es una asociación voluntaria es una institución divina. Y es Jesús quien añade a la iglesia y nos hace amarla. Y nos lleva no meramente a asistir sino a darnos en cuerpo y alma por la unidad y el bienestar de la iglesia en una misma enseñanza, una misma adoración, en una unidad familiar, en una unidad en las actividades de la iglesia, en un buscar satisfacer nuestras necesidades y en un mismo corazón. Cada uno podía decir: esta es mi iglesia, esta es mi familia, esta es mi casa y este es mi pueblo y estos son mis hermanos.

            Es importante porque…

II. Es el medio que Dios usa para salvarnos

            V. 47 “Y el Señor añadía… a… los que habían de ser salvos”. La Biblia de Jerusalén lo traduce de esta manera: “El Señor agregaba cada día a la comunidad a los que se habían de salvar”.  La iglesia es el medio que Dios usa para salvarnos. Hermanos, Dios usa medios para salvarnos. Dios usa su Palabra predicada para salvarnos. Dice Romanos 10:17 “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” Dios Espíritu Santo usa la Palabra predicada como el medio para convertirnos. Dios usa medios para salvarnos.

            Ahora bien, la salvación es un acto definido en el tiempo, pero es también un proceso. Dios no solo busca convertirnos, El busca glorificarnos. Todos los salvados son llamados a perseverar. Y Dios utiliza a la iglesia como un medio de gracia para ayudarnos a perseverar, para ayudarnos en nuestra salvación. Fíjate cómo lo dice Lucas: “los que habían de ser salvos”.

            Dios instituyó a la iglesia como un medio para confesarle delante de los hombres. Y esto es importante. Jesús dijo en Mateo 10:32-33 “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.” La membresía de la iglesia es el medio que Dios ha instituido para que la iglesia invisible, es decir, los creyentes, los elegidos, los salvos, le confiesen ante los hombres. Hermanos, nuestros vecinos saben si vamos o no a la iglesia. Al ellos vernos salir bien vestidos todos los domingos a la misma hora, ellos saben que vamos a la iglesia. Dios instituyó a la iglesia como un medio para confesarle delante de los hombres para nuestra salvación. Por eso Calvino dijo: “Nadie puede tener a Dios como Padre si no tiene a la iglesia como su Madre”.

            Dios instituyó a la iglesia para que sea un medio de santificación. ¿Cómo así? Es así porque solo los miembros en plena comunión de la iglesia disfrutan de todos los privilegios de ser miembros. Ellos gozan el privilegio de participar del Bautismo y de la Cena del Señor; solo los miembros. Y estos sacramentos son medios de gracia que Dios ha instituido para santificarnos. Solo ellos pueden elegir a su pastor y a sus líderes que cuidan de sus almas. Gozan del cuidado pastoral. Solo ellos pueden votar en las asambleas de la iglesia. Participan de los ministerios de la iglesia: de ser maestros, ancianos, diáconos, del ministerio musical de la iglesia. Solo los miembros tienen esos privilegios. Y al así participar ellos dicen: esta es mi iglesia, esta es mi familia, esta es mi casa, este es mi pueblo y estos son mis hermanos. Y yo no meramente asisto a la iglesia yo soy parte de la iglesia.

Aplicación:

1. Alguien pudiera objetar. ¿Nada de eso establece la membresía formal de la iglesia? La iglesia es descrita en la Biblia como una sociedad, como una nación. Cada nación tiene una manera de certificar quiénes son los ciudadanos de esa nación y quiénes no. Tan pronto nace un niño se registra en el Registro Demográfico. Solo ellos pueden votar en las elecciones, sacar pasaporte, abrir cuentas de bancos, etc. La membresía formal de la iglesia hace eso mismo. Nos dice quiénes son los miembros del cuerpo de Cristo y quiénes tienen derecho a los privilegios de esta sociedad que es la iglesia. Esos privilegios son de los que han profesado su fe en el Señor Jesucristo, descansan únicamente en sus méritos para salvación y han profesado obediencia al Señor Jesucristo. Pero, alguien diría: yo hago eso. Y, ¿te pregunto? Amas a la iglesia como Cristo la ama. Y la iglesia no son solo los miembros. La iglesia a la luz de la Biblia es todo lo que Dios ha instituido para el bienestar de la iglesia: el Ministerio, la palabra, etc.  Dice Hebreos 13:7 “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta”. Dr. Ryan Mcgraw: ¿Cómo pueden los pastores ser responsables de un cuerpo definido de creyentes si ellos no pueden definir los límites de ese cuerpo? ¿Son ellos responsables por aquellas almas que vienen y van según su placer? ¿Pueden esos cristianos obedecer ese mandamiento cuando no tienen un compromiso con la iglesia local o sus oficiales?

            ¿Es importante la membresía en la iglesia? Es importante porque es la obra de Dios y es el medio que Dios usa para salvarnos. Amemos lo que Dios ama y Dios ama a su iglesia con todo lo que esta es. 

Sermón: Santiago 2:8-13 Cumpliendo la Ley de Dios en Verdad

Texto: Santiago 2:8-13 “Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis; pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores. Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos. Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley. Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad. Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio.”

 

            No debemos hacer acepción personas. Este es el mandamiento que Santiago ha venido desarrollando durante todos estos versículos. Ya hemos contestado el por qué no debemos hacerlo. Esto va en contra del carácter de Dios, en contra del evangelio de Jesucristo, en contra de la fe cristiana, en contra de la doctrina bíblica de la elección divina y en contra de la justicia.

            En estos versículos Santiago nos dice algo más. Él quiere que entendamos que la vida cristiana es una vida dirigida por Dios. Nosotros no somos llaneros solitarios en nuestro peregrinar hacia la ciudad celestial. Dios en su misericordia nos ha dejado su ley como nuestra guía. Somos llamados a vivir bajo la ley de Dios. Y esto es bueno. ¿Por qué? Porque como dice Pablo en Romanos 7:12 “la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno.” Nosotros somos guiados por la ley, no como un pacto de obras para merecer la salvación, sino como un medio gracia para vivir una vida que le agrada a Dios. Una vida en obediencia a la ley de Dios es una vida que adorna el evangelio. Además, seremos preservados de muchos errores en nuestro trato con nuestros semejantes.

            Dios nos ha dado su ley. Y esa ley es buena, es santa y es justa. Es llamada la ley de la libertad. ¿Por qué? Porque produce libertad en los que la obedecen. En vez de esclavizarnos ella produce libertad en los hijos de Dios por medio de la obra de santificación en nosotros. Por eso en este pasaje Dios nos llama a que veamos la ley de Dios como algo bueno para nosotros. Como una guía que nos ayudará a ser librados de muchos dolores de cabeza, de muchos sufrimientos.

            Dios nos llama a que busquemos cumplir la ley de Dios en verdad y no en apariencia. Por eso, si cumplimos la ley real en verdad, entonces...

I. Hacemos bien

            V. 8 “Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura… bien hacéis”. Lo primero que nos preguntamos es qué es la ley real. La ley real es sin lugar a dudas la ley moral de Dios: aquí resumida en nuestro deber hacia el prójimo. Fíjate cómo la define: Amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Esa es la ley moral de Dios que no es otra cosa que un resumen de los 10 mandamientos. La ley real es los 10 mandamientos, llamada también la ley moral.

            Pero, ¿por qué se llama la ley real? Se llama real porque proviene de Dios quien es Rey. Se llama real porque esa ley es la ley suprema del mundo y por tanto es superior a cualquier ley creada por los hombres. Todas las demás leyes están subordinadas a la ley de Dios. Tanto es así que toda ley de hombres que conflija con la ley real, no estamos llamados a obedecerla.  Pero tiene que confligir con la ley real, no con nuestros gustos.

            Ahora bien, mira el beneficio que trae el cumplir la ley real. Nos dice “si en verdad cumplís la ley real… bien hacéis”. Si cumplimos en verdad, verdaderamente y no en apariencias con la ley de Dios hacemos bien. Es algo bueno para nosotros. Obedecer la ley de Dios siempre, siempre es beneficioso para nosotros. ¿Por qué? Porque Dios es adorado. Dios recibe honra cuando obedecemos sus leyes. Nosotros honramos a Dios cuando le obedecemos. Y Dios entonces nos honra también.

            No solo adoramos a Dios, sino que también adornamos el evangelio. El mundo ve en nosotros la realidad de lo que Dios hace en nosotros. Hermanos, no tengo la menor duda que el evangelismo en nuestra época está tronchado. ¿Sabes por qué? Porque nosotros no hemos buscado obedecer la ley de Dios consistentemente. Si lo hacemos nuestras vidas serían distintas. El testimonio sería poderoso para la conversión de pecadores. Algo que Dios ha llamado a la iglesia a hacer. Seremos el cristianismo real, la ayuda visual en donde el mundo podrá ver el poder del evangelio.

            Es bueno para nosotros cumplir la ley real. Porque al así hacerlo nos dará paz. Habrá paz de conciencia porque sabremos que si sufrimos no sufrimos por nuestro pecado sino por la voluntad de Dios. Y esto da paz en medio del sufrimiento. Como dice 1 Pedro 3:17-18 “Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal. Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados”. Solo cuando así padecemos emulamos a nuestro Señor. Entonces podemos ver que Jesús está transformándonos para ser semejantes a Él.

            Pero no te olvides. Hacemos bien solo si la cumplimos en verdad, no en apariencia, y con miras a glorificar a Dios. O como dice Santiago en conformidad a la Escritura.  Una cosa es obedecer la ley de Dios a mi parecer y otra cumplir la ley de Dios según nos es revelada. Un creyente puede creer que está cumpliendo con la ley de Dios cuando se queda en su casa, sin una razón justificada, pero ve el culto de adoración por televisión. ¿Es eso cumplir la ley real en verdad? La respuesta es no. Esa persona cree que sí, pero no lo es. No lo es. Yo quisiera saber qué comunión puede tener esa persona con la Iglesia. La respuesta es ninguna. Porque comunión es una unión en común y que unión puede tener a distancia. No la comunión bíblica. Pero Dios nos llama a cumplir la ley real en verdad y no en apariencia.

            Si cumplimos la ley real en verdad, entonces...

II. Amaremos a nuestro prójimo como a nosotros mismo

            V. 8 “Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis”. Santiago nos dice que si hacemos acepción de personas estamos pecando y por tanto no estamos cumpliendo la ley real en verdad. ¿Por qué? Porque no estamos amando a nuestro prójimo como a nosotros mismo. Pero el que cumple la ley real en verdad y no en apariencia ama a su prójimo como a sí mismo.

            ¿Qué implica amar a mi prójimo? ¡Wao! Es tanto que podríamos estar un largo rato aquí. Pero podemos decir algunas cosas. Implica el estar pendiente de él. Hermanos, no estar pendientes de nuestros hermanos no es amarles. Por lo menos, no como nos amamos a nosotros mismos. Tenemos que estar pendientes de nuestro prójimo. Los hijos deben estar pendientes de sus padres y los padres de sus hijos. Los esposos deben estar pendientes uno de otros. Debemos servirnos, llamarnos, visitarnos. Orar los unos por los otros. Asistirles en sus necesidades. Y esto conlleva el desviarnos de nuestros caminos, enrollarnos las mangas para poder servir a los demás, Conlleva el esperar mi turno, el pedir permiso, el no burlarnos de los demás: sea los viejitos, los débiles, los discapacitados, etc. Implica el dar sin esperar recibir nada a cambio.   

            Si cumplimos la ley real en verdad, entonces...

 III. No seremos selectivos en obedecer los mandamientos de Dios

            V. 10-11 “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos. Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley.” Nuestra meta debe ser cumplir todos los mandamientos de Dios. Cada mandamiento es importante. Porque todo mandamiento es dado por Dios. No todo mandamiento es igual en materia de salvación. Pero todo mandamiento es importante.

            Aparentemente estos hermanos a quienes le escribe Santiago tenían la misma mentalidad que hay hoy día entre muchos hermanos cristianos. Ellos no veían la ley de Dios como un todo. Para ellos la vida era una tienda llena de departamentos en la cual nada se relacionada con nada. Todo es independiente y separado. Pero Santiago les dice que eso no es correcto. La ley de Dios es un todo armonioso. El que peca transgrede la ley, no una parte de la ley sino la ley como un todo. Mira cómo lo dice: “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos”. ¿De todos qué? De todos los puntos. Es decir, quebranta toda la ley. ¿Por qué? Porque la ley de Dios es un todo armonioso. Aclaro, eso no significa que cada vez que pecamos quebrantamos cada uno de los diez mandamientos. Esa no es la idea. La idea es que la ley de Dios es una, así como Dios es uno. Y el que quebranta un mandamiento quebranta la ley, toda la ley como ley, aunque no cada mandamiento de la ley en particular. Fíjate cómo lo aclara Santiago V. 11 “Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley.” Tú no tienes que quebrantar cada uno de los 10 mandamientos para quebrantar la ley. Con solo quebrantar uno solo has quebrantado la ley. Pero no cada uno de los mandamientos en particular.

            Por ejemplo: viene una madre y le pregunta a su niño de tres años, con la cara embarrada de bizcocho de chocolate, ¿quién se comió el bizcocho? Y el niño y le dice: yo no sé. Y la madre después de comérselo a besos le dice: ya no hay más para ti y no digas mentiras. ¿Pecó el niño? Pues, claro. No hay que enseñarles a mentir. Ya eso viene de fábrica. El niño mintió, quebrantó el noveno mandamiento, ¿pero quebrantó el séptimo: no adulterarás? Obviamente no. ¿Quebrantó la ley de Dios al mentir? No cabe la menor duda. La ley de Dios es una. Dios es el dador de toda la ley.

            En el contexto de Santiago los hermanos creían que no estaban quebrantando la ley del amor porque amaban a los ricos y menospreciaban a los pobres. Santiago les dice, eso no es así. O cumplimos la ley como un todo o no la cumplimos. Por ejemplo: O una mujer está embarazada o no lo está. O gana Clinton o gana Trump; uno va a ganar y el otro va a perder. O amamos a los ricos y a los pobres o no cumplimos la ley del amor. Un cumplimiento parcial no es cumplir con la ley.      

            Pero hoy día, muchos piensan de la misma manera que los hermanos a quienes Santiago les escribe. Creemos que cumplimos la ley de Dios, aunque la cumplimos parcialmente. Entonces yo no robo dinero, pero robo la señal del televisor, practico la piratería, robo mi salario. ¿Cómo así? Cuando en vez de estar trabajando concentrado en lo que hago estoy “chateando” al enviar mensajes de texto en mi hora de trabajo. No debemos decir mentiras, pero un cristiano bueno y comprensivo me inspeccionó el carro sin haberlo visto. No tienen dioses ajenos, pero tienen amigos con beneficios. Como hoy se dice para llamar bueno a lo que es malo.

            Hermanos, el que cumple la ley real en verdad no es selectivo en el obedecer los mandamientos de Dios. Ni nos escudaremos en decir yo soy salvo por la gracia de Dios y no por las obras, por tanto, la ley no es importante. Porque quien dice eso para justificar sus pecados no conoce a Dios.

            Si cumplimos la ley real en verdad, entonces...

IV. Buscaremos ser consistentes en nuestra teología y vida

            V. 12 “Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad.” Hermanos, debemos buscar vivir lo que predicamos. Y todos nosotros predicamos, o más bien testificamos con nuestras vidas. Todos nosotros somos testigos de lo que creemos. Es imposible no testificar con lo que hablamos y con lo que hacemos. Es más, hay un dicho que dice que una acción vale más que mil palabras.

            Santiago nos dice que nuestro vocabulario y nuestra conducta deben estar fundados en la ley real o la ley de la libertad. Nuestra vida debe concordar con nuestra teología. Y nuestra teología debe moldear nuestra vida. ¿Qué significa? Vive lo que predicas. Habla según la ley de Dios y haz conforme a dicha ley. ¿Por qué? Porque vamos a ser juzgados por esa misma ley.

            Hermanos, al final de los tiempos en el juicio final habrá un juicio de obras. Cada uno de nosotros compareceremos para dar cuenta de nuestras vidas. 2 Corintios 5:10 “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.” Y ese juicio de obras declarará si nuestra fe fue genuina por nuestras obras.

            Así que hablemos y vivamos como aquellos que sabemos que seremos juzgados por la ley que da libertad a los que la obedecen.

            Si cumplimos la ley real en verdad, entonces...

V. Buscaremos juzgar con misericordia

            V. 13 “Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio.” Hermanos, la tendencia del ser humano es mirar la paja del prójimo y no ver la viga en nuestros ojos. Esa es la tendencia de todo ser humano. Si alguien hace algo mal eso es terrible. Pero si yo lo hago hay una razón poderosa para que yo lo hiciera; tienen que entenderme. Pero si cumplimos la ley real en verdad entonces procuraremos ponernos en los zapatos de los demás. Y no seremos más severos con otros de lo que somos con nosotros o esperamos que no sean con nosotros. Entonces juzgaremos con misericordia.

            Tenemos que vestirnos de compasión. Debemos ser comprensivos. Debemos siempre esperar lo mejor de mi prójimo, a menos que me demuestre lo contrario. Un ejemplo: Una muchacha se casa joven con el primer muchacho que se enamora. Fue una decisión apresurada. Pero esa decisión fue motivada por el maltrato que recibía en su casa. Hermanos, el casarse nunca debe ser una decisión apresurada. Y alguien pudiera decir: muchacha no seas loca que no conoces bien a este muchacho, pero a lo mejor no conocemos el infierno que vive en su casa. Esto lo decimos no para justificar malas decisiones sino para tratar de entender la decisión de esa joven en este ejemplo hipotético pero que sucede.  

Aplicación:

1. Hay que cumplir con la ley real. Y hay que cumplirla de veraz. La ley de Dios es norma de nuestra conducta. Y vamos a ser juzgados por ella. Ella es buena para nosotros. Ella es la ley de la libertad. Nos liberta al guiarnos por el camino recto. Nos libra de sinsabores porque habremos hecho lo recto. Habrá paz en nuestra vida porque sabremos que si sufrimos no es porque nos lo merecíamos. ¿Cuántos de nosotros podemos decir como el salmista en el Salmo 119:97 “¡Oh, cuánto amo yo tu ley!
Todo el día es ella mi meditación”.

2. Solo podemos cumplir la ley real cuando estamos sumergidos en una vida de comunión con Dios. El poder de Cristo y su santidad fluye de Jesús a nosotros por medio de nosotros alimentarnos de Cristo. ¿Cómo nos alimentamos? Cuando nos mantenemos en contacto con Jesús. “Separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5).  Para ello necesitamos poner nuestra mirada en Jesús. Y no esperar en una fuerza misteriosa para obedecer sino entender que Dios nos da su fuerza en el cumplimiento de sus mandamientos. En otras palabras, Dios nos da poder al momento mismo que empezamos a caminar.

            ¿Qué nos quiere enseñar Santiago? Que, si cumplimos la ley real en verdad entonces, haremos bien, amaremos a nuestro prójimo, no seremos selectivos en obedecer los mandamientos de Dios, nuestra vida será consistente con nuestra teología y juzgaremos con misericordia, porque la misericordia triunfa sobre el juicio, para la gloria de Dios.  

 

Sermón: Colosenses 1:21-23 Permaneced Fundados y Firmes en la Fe

Colosenses 1:21-23 “Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él; si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro.

 

            Desde que el mundo es mundo, los padres tenemos una participación directa en el desarrollo y crecimiento de los hijos. Desde antes de nacer los padres y especialmente las madres hacen todo lo que está a su alcance para lograr que su bebé crezca saludable en su vientre. Por eso ellas visitan a su ginecólogo desde las primeras semanas del embarazo, evitan consumir bebidas alcohólicas, procuran comer alimentos saludables, tomar su ácido fólico, en fin, seguir las directrices del doctor con miras a que su bebé se desarrolle y crezca sanamente.

            Pero ese cuidado antes del nacer o cuidado pre-natal no finaliza allí. Los padres nos preocupamos del crecimiento de nuestros hijos. Y buscamos cuáles son las cosas que debemos hacer para ayudar que a nuestros hijos crezcan bien. Este crecimiento que desean ver en sus hijos no solo se limita al crecimiento físico sino también a un crecimiento emocional, social, educativo. Lo que hoy día se llama un crecimiento holístico, integrado, balanceando todas las áreas.

            Luego de que el hijo crece, él o ella se preocupan también de su propio crecimiento. Queremos ser tan altos como los demás, fuertes como los demás, etc.

            Sabemos que ese crecimiento depende, entre otras cosas, de una buena nutrición. Hay que darles o debemos consumir una dieta balanceada para poder crecer. La meta es crecer saludablemente.

            Eso mismo sucede en la vida cristiana. Para poder crecer saludablemente debemos tener una dieta balanceada. Debemos comer los alimentos espirituales que nos ayudarán a crecer y madurar bien en nuestra fe. Nuestra meta es crecer para la gloria de Dios. Y no solo eso. Es importante saber qué hacer para crecer. Hay que saber cuáles son los alimentos fundamentales para tal crecimiento. De eso Pablo habla en este pasaje. El nos habla de un deber que Dios requiere de nosotros. Pero también nos habla de cómo debemos llevar a cabo ese deber. Veamos lo que Pablo dice. Mira el deber y observa cómo lo podemos llevar a cabo. Dice el versículo 23 “si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe”. Pablo nos dice que debemos permanecer firmes en la fe, ese es nuestro deber. Pero Pablo también nos dice cómo podemos permanecer firmes en la fe. Él dice que la manera por la cual permanecemos firmes en la fe es cuando permanecemos fundados en la fe. Fíjate cómo lo dice: “permanecéis fundados en la fe”.  En otras palabras, para poder estar firmes en la fe hay que estar fundados en la fe. Si estamos fundados en la fe entonces estaremos firmes en la fe. Así que hay un deber: permanecer firmes en la fe y la manera para lograrlo es permanecer fundados en la fe. Veamos ambos puntos de cerca.

I. Es el deber de todo cristiano permanecer firmes en la fe

            ¿Qué quiere decir Pablo con que debemos permanecer firmes en la fe? ¿A qué fe se refiere? Por fe debemos entender la fe que mora en nuestro corazón. La fe que Dios ha implantado en nuestras vidas. La fe que el Espíritu Santo ha producido en nuestro corazón. Hermanos, la fe salvadora es un don de Dios. Es algo que Dios produce en nosotros y que nosotros no podemos producir.

            Pero esa fe debe madurar y puede madurar. Y madurar implica que hubo un momento en que no era madura, era débil, no era firme sino inestable. Cuando una persona se convierte es normal que su fe sea una débil. Digo normal porque no todos los casos son iguales. Como cuando nace un niño ese nuevo bebé es frágil de igual manera una persona recién convertida posee, normalmente una fe frágil, débil e inmadura.

            Pablo nos dice: esa fe debe madurar. Nuestras convicciones deben de ir creciendo más y más. Nuestra fe debe ir fortaleciendo cada día. Nuestros pasos al caminar la vida cristiana deben ser cada vez más firmes, más estables más sólidos. Ese es nuestro deber.

            Es el deber de todo creyente el crecer en su fe cristiana. Si nuestros niños crecen raquíticos es señal de que algo no está bien. De la misma manera si pasan los años y un creyente no crece, no madura en su fe, su caminar no es firme ni consistente, hay algo que no está bien. ¿Por qué? Porque es el deber de todo creyente el crecer en su fe, en su convicción de la fe.

            Eso es lo que nos enseña la Biblia. En Hebreos 5:11-14 “Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír. Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.” El autor de Hebreos reprende a sus hermanos porque habiendo pasado tiempo desde que se convirtieron ya debían ser maestros en el conocimiento de la verdad. Pero al hacerse tardos para oír, lentos en aprender, todavía son niños en la fe con necesidad de leche espiritual y no alimento sólido. Hermanos, es una reprensión que el autor de hebreos les da a estos hermanos. ¿Por qué? Porque debieron haber crecido en su fe y no lo hicieron. Ese era su deber. Su deber era crecer.

            La misma idea la tenemos presente en 2 Pedro 3:18 “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén”. Y yo te pregunto cómo está tu crecimiento espiritual. ¿Puedes ver en tu vida mayor crecimiento? ¿Has madurado en tu fe?

            ¿Cómo yo lo sé? ¿Cómo yo sé si estoy creciendo en la fe? Bueno, pregúntate cómo es tu caminar en la vida cristiana. ¿Cuán consistente eres en tu vivir, en poner en práctica lo que sabes? Cuando vemos a un niño de 10 años que mide 3 pies de alto sabemos que su crecimiento se ha estancado. Algo no está bien. Cuando mides el tiempo que has profesado tu fe en el Señor, ¿cuán alto te percibes? ¿Cuán robusta es tu fe?

            Nuestro deber es permanecer firmes en nuestra fe, firmes en nuestras convicciones, maduros en la fe. Pero cómo yo hago esto.

II. Hay que permanecer fundados en la fe

            Ahora bien. La fe de la que habla Pablo en Colosenses no solo se limita, según el contexto, a la fe subjetiva producida en el corazón por el Espíritu Santo. El contexto demanda que la palabra fe signifique también: las verdades doctrinales de la fe cristiana. Debemos crecer en el conocimiento de la verdad. Debemos crecer en el conocimiento doctrinal de la verdad. Que esto es una correcta interpretación lo podemos ver por el contexto.  Pablo en Colosenses está combatiendo falsas doctrinas acerca de la Persona de Jesús y su Supremacía sobre todas las cosas, acerca de la vida cristiana, acerca de los ángeles, acerca de la santificación. Y el remedio que Pablo da a los errores es: hay que crecer en la teología bíblica, sobre todo en la Cristología, en la doctrina de la Persona y Obra de Cristo. Veamos Colosenses 1:9-10 “Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios”. El énfasis es en el conocimiento de la voluntad de Dios, en la sabiduría e inteligencia espiritual. Y los versículos del 15 al 20 Pablo trata de la Persona y la Obra de Cristo, pura teología. Así que cuando Pablo habla de fundados en la fe sin lugar a dudas incluye el conocimiento doctrinal.

            En otras palabras, cómo podemos permanecer firmes en la fe, cómo podemos crecer en la fe, cuando estamos fundados en la verdadera doctrina cristiana.

            Si alguien preguntara qué debo hacer para crecer y madurar como cristiano. ¿Cuál sería la respuesta? Estudia la doctrina cristiana. Conoce la teología bíblica. Sumérgete en el conocimiento doctrinal de la verdad. Esfuérzate en entender todas las doctrinas fundamentales del cristianismo. Procura no solo entenderlos sino creer en ellas. Procura que cada una de las doctrinas de la fe cristiana moldeen tu forma de pensar. Que creen en tu vida un entendimiento de la vida misma, de la realidad, del mundo, de la vida diaria, de la vida cristiana que sea consistente con esa verdad. Hermanos, solo así creceremos en la vida cristiana. Y solo así creceremos en una vida cristiana balanceada.

            No solo eso. Eso es lo que Dios desea. Todo lo que Dios hace lo hace para producir hijos y una vez hechos, El procura hacernos crecer y busca que nosotros crezcamos en la fe cristiana.

            Él envió a Cristo para hacernos nacer. El evangelio es el evangelio del Señor Jesucristo. Y es por medio de la predicación del evangelio de Cristo que nosotros nacemos de nuevo. Santiago 1:18 dice: “El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.” La palabra de verdad es el evangelio de Jesucristo. Y el evangelio es Cristo mismo. Y luego de hacernos nacer Dios procura que crezcamos a la imagen de Cristo. Hemos sido predestinados para ser conformados a la imagen de Cristo. Él es el fin y meta de nuestro crecimiento. Dice Romanos 8:29 “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.” Y como ser como Cristo es nuestra meta todo lo que Dios hace en nuestra vida es con miras a que lleguemos a esa meta: de ser conformados a la imagen de Cristo. Por eso Dios nos dejó el ministerio de la Palabra para que por ella nos dice Pablo en Efesios 4:15 “crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo”. Por eso Dios ha instituido los sacramentos para que al usarlos dignamente por medio de la fe y la obra santificadora del Espíritu Santo comamos y bebamos del cuerpo y sangre de Cristo para nuestra alimentación espiritual. Para eso Dios instituyó la oración para que por medio de ella crezcamos en nuestra fe. Esa fue la oración de los apóstoles a Jesús en Lucas 17:5 “Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe.” Esa fue una oración, es decir, una petición directamente a Cristo para que Cristo mismo por Su poder y deidad les aumentara su fe en Dios.

            Solo cuando estamos bien fundados en la doctrina cristiana es que podemos crecer. Hay algunos cristianos que no crecen porque no conocen la teología bíblica. Una planta que no está bien arraigada en la tierra no puede crecer. Solo cuando conocemos bien las doctrinas bíblicas somos preservados del error. Hermanos, hay cientos de errores doctrinales en las iglesias, incluso enseñados por pastores. Tristemente enseñados por pastores, que se espera sean lo conocedores de la teología bíblica. Pero lamentablemente no es así. Pero cuando cada uno de nosotros conoce bien la verdad y está bien fundado en las doctrinas bíblicas será preservado de todo error. Y entonces podrá evaluar todo lo que se enseña, no en base a su opinión personal sino en base a la verdad revelada en la Biblia. Y cuando así las conocemos nos dice Pablo seres creyentes maduros y no niños y seremos creyentes firmes, estables en nuestra vida cristiana. Fíjate cómo lo dice en Efesios 4:11-15 “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo,”. Solo cuando seguimos la verdad en amor, es decir, la recibimos con fe y mansedumbre es que podemos crecer en todo, en toda área de la vida cristiana y creceremos en Cristo Jesús, nuestro varón perfecto. Solo cuando conocemos la verdad y la creemos con una firme convicción es que estaremos preparados para poder sufrir por la verdad y soportar por la gracia de Dios la persecución. Y seguiremos firmes y adelante como soldados de Cristo cantando alabanzas a Dios aun cuando lleven nuestros cuerpos a la muerte.

 

            Y por último hermanos, cuando crecemos en nuestra fe alegramos a nuestro Dios, agradamos a nuestro Dios. Porque qué desea todo padre, ver a sus hijos crecer, madurar como hombres y mujeres de bien. ¿Y qué desea Dios? Que crezcamos en la imagen de Su Hijo. Y solo podemos crecer cómo Cristo si nos alimentamos de Cristo. Y nos alimentamos de El por medio de la verdad doctrinal y los medios alimenticios que Cristo mismo ha instituido en Su Palabra. Permaneced firmes en la fe y la manera de hacerlo es estar bien fundados en la verdad.  

Sermón: Santiago 1:26-27 La verdadera Espiritualidad

Santiago 1:26-27 “Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana. La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo.”

 

            Hay un dicho popular que dice que no todo lo que brilla es oro. Y hay otro que dice que el león no es como lo pintan.

            Por ejemplo: una persona va a China town en los EE.UU. buscando un reloj para sí mismo. Y va entusiasmada porque piensa que va a encontrar una buena ganga.  Le dice a la persona que está buscando un reloj de tal o cual marca. Y de momento le traen un reloj que a todas luces parece el reloj original. Y es tan parecido que una persona pudiera hasta dudar de si es el original o no. Y hermanos, algunas copias pueden ser tan parecida que uno mismo se podría confundir. Y si sobre todo, el precio de ese reloj es un precio alto, diríamos unos $800 podríamos pensar, es posible que sea original. Es posible que sea caliente ese reloj. Pero cuando comparamos el precio de ese reloj con lo que normalmente cuesta, el cual es $2,000, concluimos que no cabe la menor duda que ese reloj es una copia. Y a veces las copias pueden ser tan parecidas que nos podemos confundir.

            Santiago toca ese mismo tema en el pasaje que tenemos por delante.

            En este pasaje que finaliza el capítulo 1 Santiago tiene en mente a una persona que profesa ser cristiana. Es fiel en su asistencia a la iglesia. Se expresa como se expresan los cristianos ya que conoce la jerga que es común entre los cristianos. Tal vez llama a su hermano en la fe: varón. Y cuando escucha un mensaje fielmente predicado dice: me estoy gozando. A todas luces parece ser un creyente firme, estable, creciendo en la gracia de Dios. A todas luces es un verdadero hombre espiritual. Pero cuando comparamos su carácter con el carácter que la escritura revela debe poseer todo creyente, encontramos que su espiritualidad carece de sustancia. Santiago nos dice en qué consiste la verdadera espiritualidad, en que consiste la verdadera religión y la contrasta con lo que él llama la religión vana. Obviamente Santiago no cubre todos los aspectos esenciales de lo que es la verdadera religión cristiana. El solo nos da unos puntos importantes de lo que es parte fundamental de la verdadera religión o espiritualidad. ¿Cuáles son las marcas de una verdadera espiritualidad? Las tres marcas de la verdadera espiritualidad son: frenar nuestra lengua, mostrar misericordia a los necesitados y guardarnos sin macha del mundo.

I. Frenar nuestra lengua

            V. 26 “Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana”. Santiago nos dice: el creyente debe profesar su fe en Cristo. Pero profesar su fe en Cristo en sí mismo no salva a menos que se demuestre su fe por medio de frenar su lengua. ¿Por qué la lengua? Porque la lengua revela lo que hay en el corazón del hombre. ¿A quién tiene en mente Santiago? Santiago tiene en mente a esta persona que profesa ser cristiano. Posiblemente es uno que asiste fielmente a la iglesia, es un excelente diezmador, es un fiel servidor en la iglesia, pero es uno que no refrena su lengua. Su conducta se caracteriza por ser un mentiroso, por ser un chismoso. No tiene problemas en ofender a nadie. No le quita el sueño el calumniar a sus hermanos en la fe o a su prójimo. Es una persona que todo lo resuelve gritando o criticando o burlándose de otros. O tiene un chiste colorado cada vez que está entre sus panas. Y esto no es algo que ocurre alguna que otra vez, sino que es un patrón de conducta constante y recurrente en su vida. Santiago no toca aquí el hecho de que todos, en un momento u otro ofendemos a nuestros hermanos u ofendemos a los seres queridos. Esa no es la persona que tiene en mente. Si no a una persona se caracteriza por ser así.

            ¿Qué es lo que Santiago le dice a esa persona? Tal persona “engaña su corazón y la religión de esa persona es vana”. Todo lo que hace para adorar a Dios, todo lo que hace para servir a Dios es en vano. Su adoración no agrada a Dios. Su oración no pasa del techo. Su estudio de la Biblia es en vano. ¿Por qué? Porque su conducta no demuestra que conoce al Señor de una manera salvadora.

            Podemos ser ortodoxos en nuestra doctrina y ser fieles asistentes a los cultos de la iglesia, pero Santiago nos dice que la prueba de la verdadera espiritualidad, de ser un verdadero creyente, yace en la conducta.

            Hermanos, no toda profesión de fe en Cristo es una profesión salvadora si no va acompañada de un carácter consistente con la fe cristiana. Santiago nos está diciendo lo que ya Jesús había dicho que de la abundancia del corazón habla la boca.

            Hablar religiosamente o con un lenguaje religioso es una cosa fácil. Pero lo importante, dijo Pablo, es guardar los mandamientos de Dios. 1 Corintios 7:19 “La circuncisión nada es, y la incircuncisión nada es, sino el guardar los mandamientos de Dios.” Lo importante es una nueva creación en Cristo Jesús. Gálatas 6:15 “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación.”

            Pero los herederos del reino de cielos triunfan sobre estas cosas por Cristo Jesús. Y saben que el pecado no se enseñoreará de nosotros. Dios nos llama a que domemos la lengua o más bien pedirle a Dios que nos dé una lengua y un corazón manso y respetuoso. Que usemos la lengua para glorificar el nombre de Dios. Que usemos la lengua para edificar a todos los que nos oyen. Y si alguien tiene una lengua ligerita, una lengua medio suelta, suplícale a Dios no seas impulsivo en la manera de hablar. Que por la gracia de Dios puedas frenar la lengua, filtrar las cosas que dices, que pienses bien antes de hablar. No pares de suplicarle a Dios que te dé ese corazón y esa lengua mansa.

            Pero hay otra marca que se deduce de esta. Si somos sinceros podemos decir que todos ofendemos de una manera u otra con la lengua. Todos en algún momento u otro hemos sido malcriados, respondones, chismosos sea en llevar el chisme o en darle oído o en no pararlo. Un verdadero creyente cuando confrontado con su pecado es llamado a pedir perdón o a aceptar que lo hizo mal. Y eso conlleva ir a la persona y decirle: perdóname porque lo que hice estuvo mal, no debí reaccionar así. O si confrontado con su pecado, reaccionar como David cuando Natán lo confrontó: “Pequé contra Jehová”, perdóname, no lo volveré a hacer.

            La verdadera espiritualidad nos dice Santiago se traduce también en…

II. Mostrar misericordia a los necesitados

            V. 27 “La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones”. Santiago nos dice que la verdadera religión se compadece de los necesitados, aquí descritos como huérfanos y viudas, la parte representa el todo. Ellos representan a los pobres y a los indefensos de la sociedad.  Y nosotros como creyentes deber mostrar misericordia a estos que sufren. ¿Por qué? Porque así hace Dios. Dios es el defensor de ellos. El mundo les explota, pero Dios les defiende. Salmo 68:5 “Padre de huérfanos y defensor de viudas”. Salmo 146:9 “Jehová guarda a los extranjeros; Al huérfano y a la viuda sostiene…” Y no solo eso, Dios maldice a aquellos de los oprimen, Deuteronomio 27:19 “Maldito el que pervirtiere el derecho del extranjero, del huérfano y de la viuda. Y dirá todo el pueblo: Amén.”

            Tan importante son los huérfanos y las viudas para Dios que Él mandó a que el pueblo de Israel tenía que protegerlos. Deuteronomio 26:12-13 “Cuando acabes de diezmar todo el diezmo de tus frutos en el año tercero, el año del diezmo, darás también al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda; y comerán en tus aldeas, y se saciarán. Y dirás delante de Jehová tu Dios: He sacado lo consagrado de mi casa, y también lo he dado al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, conforme a todo lo que me has mandado; no he transgredido tus mandamientos, ni me he olvidado de ellos.” Se les debía dar la oportunidad de trabajar. Deuteronomio 24:19-21 “Cuando siegues tu mies en tu campo, y olvides alguna gavilla en el campo, no volverás para recogerla; será para el extranjero, para el huérfano y para la viuda; para que te bendiga Jehová tu Dios en toda obra de tus manos. Cuando sacudas tus olivos, no recorrerás las ramas que hayas dejado tras de ti; serán para el extranjero, para el huérfano y para la viuda. Cuando vendimies tu viña, no rebuscarás tras de ti; será para el extranjero, para el huérfano y para la viuda.”

            Juan nos dice lo mismo. Una marca de ser verdaderos creyentes es que no cerramos nuestros ojos a las necesidades de nuestro prójimo. 1 Juan 3:17-18 “Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad”. Mateo 25:34-36 “Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.”

            ¿Por qué debemos hacerlo? Porque nosotros éramos también huérfanos en este mundo.  Antes de ser cristianos andábamos en este mundo sin Dios. Él no era nuestro Padre. Pero por Cristo Jesús hemos recibido la adopción de hijos.

            Hermanos, en esto todos nosotros podemos mejor grandemente. ¿Cuántos necesitamos hay entre nosotros? ¿Qué estamos haciendo por ellos? ¿Cuántos de nosotros hemos ido a visitar a nuestros hermanos que están en el hospital, o a los que están solos en sus casas sea por viudez o por cualquier otra razón? ¿Llamamos cuando alguien entre nosotros está enfermo? ¿Visitamos a los que están en asilos? ¿Cuándo alguien se enferma en medio nuestro lo llamamos? No estamos hablando de darle la pesetita aquel que pide en la calle o de aportar un dólar para el hospital oncológico cuando vamos a Burger King o a Walgreens y nos dicen si queremos aportar a esa causa. Estamos hablando de si nos amamos de tal manera que nos procuramos unos a otros, nos llamamos uno a otros, nos visitamos unos a otros. Cuán importante es la visitación que Santiago nos dice que la religión pura y sin mácula, sin mancha es visitar a los huérfanos y viudas en sus tribulaciones, visitarlos. ¿Cuándo fue la última vez que visitaste a uno de tus hermanos enfermos y que no sean los de tu círculo privado y de siempre? En esto todos podemos crecer, como yo también.

            Tan importante es esto que Jesús nos dice que en el juicio final El evaluará lo genuino de nuestra fe por el servicio que hemos hecho a los necesitados. Busquemos Mateo 25:31-40 “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, 32. y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. 33. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. 34. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. 35. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; 36. estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. 37. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? 38. ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? 39. ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? 40. Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.” Hermanos, Jesús nos dio un corazón que se preocupa del prójimo y sobre todo de los hermanos. Yo sé que nuestra vida tan súper ocupada a veces nos lleva a descuidar de nuestros hermanos. Vayamos a Jesús para que El renueve nuestras fuerzas y aclare nuestras prioridades en la vida para incluir en nuestra agenda a nuestros hermanos en la fe que necesitan de nosotros.

            La verdadera espiritualidad se traduce además en…

III. Guardarnos sin mancha del mundo

            V. 27 “La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta… guardarse sin mancha del mundo.” ¿Qué decir Santiago con esto? Significa que como creyentes debemos mantenernos separados del mundo. Hermanos, estamos en el mundo, pero no somos del mundo.

            El mundo físico es la creación de Dios y Él no nos manda a que huyamos de este. La creación divina es buena y debemos disfrutar de ella. No debemos ser como algunos grupos en la historia de la iglesia que apartarse del pecado significaba huir del mundo, irse a un monasterio o escapar a una cueva y vivir solos. Eso no es bíblico.

            El mundo del que habla Santiago es el sistema de creencias, valores, ideas y filosofías que son opuesta a Dios. De ese mundo debemos separarnos. Con ese mundo no debemos tener amistad, ni parte ni suerte. ¿Por qué? Porque nuestra vida eterna depende de ello. Santiago 4:4 “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios”. 1 Juan 2:14 “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”.

            Ahora bien, la pureza que se nos ordena tener no se logra saliendo de este mundo. La separación no es dejar de ver televisión ni dejar de ir al cine como algunos grupos piensan. Sino en ser sabios en lo que vemos y oímos y no dar lugar a aquellos entretenimientos que promueven y dan gloria al pecado. Hay series de televisión y hay películas que sería bueno que nosotros evaluemos con más detenimiento si es correcto o no verlas. ¿Por qué? Porque en ellas se promueve el pecado, se promueve una vida totalmente vana, profana, diabólica. Y hay series de televisión que han ganado muchos premios en la academia de Hollywood que no son otra cosa que pornografía disfrazada. Hermanos, Jesús nos dijo en Mateo 10:16 “sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas”. Pablo dijo en 1 Corintios 14:20 “Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar.” Gálatas 5:9 “Un poco de levadura leuda toda la masa”.

            Hermanos, esto solo lo podemos hacer si Cristo reina en nuestros corazones. Si somos diligentes en usar los medios de gracia, si tenemos presente que Dios nos llama a luchar contra el pecado bajo el poder de Cristo. 

            ¿Qué nos quiere enseñar Santiago aquí? Nos quiere enseñar que el verdadero amor a Dios es una vida de devoción a Dios que se traduce en una lengua santa, unas manos serviciales al necesitado y un corazón que se mantiene puro separado del mundo. Quiera Dios que todos nosotros podamos crecer en esto cada día.  

Sermón: Santiago 1:22-25 Hacedores de la Palabra

 Texto: Santiago 1:22-25 “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.”

 

            Hermanos, no sé si a ustedes les pasa como a mí mientras leo la epístola de Santiago. Yo me siento alegre al saber que Dios en su misericordia y en su amor nos ha dado instrucciones sobre cómo vivir la vida cristiana. Eso es lo que sin lugar a dudas hace Santiago. Esta carta es un manual, es una guía sobre los principios que deben regir la vida cristiana. Y yo me gozo con ello. ¿Sabes por qué? Porque Dios no nos deja en ignorancia acerca de lo que le agrada y acerca de lo que El promete hacer por nosotros y en nosotros en este peregrinar a la ciudad celestial. Y no solo eso, Dios nos enseña cómo debemos vivir la vida cristiana que agrada a Dios. Y qué es lo que es bueno para nosotros. Hermanos, nosotros no sabemos muchas veces lo que es bueno para nosotros. Pero Dios en su palabra nos muestra el camino correcto a seguir. Y esto es hermoso. Es excelente el saber cómo vivir la vida cristiana que adorna el evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Y yo me imagino que esa es tu pasión. Eso es lo que da gozo a tu vida: vivir para Dios.

            Repasemos brevemente algunas de las cosas que hemos estudiado hasta ahora para poder así engranar en el mensaje de hoy.

            Santiago nos enseñó desde el principio que debemos ver la vida cristiana desde la perspectiva de la eternidad y desde el punto de vista del plan de Dios. Aflicciones vienen a nuestra vida, pero ellas no son nuestros enemigos. Son parte del plan de Dios para nuestras vidas. Por medio de ellas Dios nos madura en la fe, que no es otra cosa que hacernos semejantes a Cristo. Pero como a todos nosotros nos pasa, muchas veces no sabemos qué hacer en medio de las aflicciones y Dios nos da un remedio para ello: si alguno tiene falta de sabiduría, “pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”. Pero esa oración debe ser hecha en fe, con la convicción de que Dios no solo nos oye si no también es poderoso para hacer más allá de los nosotros pedimos y pensamos. 

            Santiago nos recuerda que debemos poner nuestra mirada en lo que Dios ha hecho por nosotros y no en la carencia monetaria que a veces viene a nuestra vida. Y luego nos dice que debemos aceptar nuestras responsabilidades y con humildad reconocer y aceptar que somos responsables por nuestros actos. Si alguno cede a la tentación no diga que es tentado por Dios. Cuando pecamos caemos por nuestro propio peso, por nuestro propio pecado. Eso es fundamental en la vida cristiana, aceptar nuestros errores con valentía y confesión de pecado.

            Pero eso no es todo, Dios muestra su buena voluntad para nosotros al hacernos nacer por medio de la palabra de Dios. La palabra de Dios es instrumental para el nuevo nacimiento. Pero no solo Dios nos ha dado su palabra para que sea el instrumento de nuestra conversión Él nos ha dado su palabra para que sea nuestra guía para el todo de nuestra vida.  Pero es palabra no nos beneficiará si no es recibida con un corazón dócil y humilde, con un corazón que desea y busca luchar contra el pecado.

            La palabra de Dios debe ser céntrica en nuestra vida. Dios en su amor nos ha dado, si podemos decir, una porción de su mente y voluntad, revelada en la Biblia.

            Ahora bien, Dios nos ha dado su palabra. Ha puesto sus oráculos al alcance de nuestras manos y de nuestros oídos. Esto es un gran privilegio. Tener la voz de Dios cerca de nosotros es un regalo al cual no le podemos poner precio. Y con un gran privilegio vienen grandes responsabilidades. Dios nos ha dado su palabra y esta debe ser recibida por todos nosotros con corazones humildes y enseñables. Y de esto surge también un deber. ¿Cuál? Debemos ser hacedores de la palabra de Dios. Hay un deber aquí súper importante.

            Hay por lo menos cuatro cosas importantes en este pasaje corto. Y quisiera que los viéramos desde esta perspectiva: (1) Lo que debemos hacer, (2) Lo que debemos evitar (3) Cómo hacer lo que debemos hacer (4) La bendición de hacer nuestro deber.

I. Lo que debemos hacer

            Debemos ser hacedores de la palabra de Dios y no solo oidores de ella. V. 22 “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores”. He ahí nuestro deber, bien sencillo. Dios nos ha dado su palabra para instruirnos, en primer lugar, sobre qué debemos creer para ser salvos. Pero también nos ha dado su palabra para enseñarnos cómo vivir la vida cristiana luego de ser salvos.

            Hermanos, la vida cristiana es una vida para ser vivida. Y todo lo que se enseña y todo lo que procuramos aprender es con mira a ponerlo por práctica.      

            Hermanos, Dios nos ha dado su palabra no para llenar nuestras mentes de información, si no para iluminar nuestras mentes con la verdad para poder vivir la verdad.

            Sacar tiempo domingo tras domingo para escuchar la palabra predicada, sacar tiempo para leer y estudiar la Biblia es solo la mitad del camino. Montarme en el carro, por sí mismo, no me lleva a ningún sitio.  Tenemos que encender el carro, sacarlo de la marquesina y conducirlo por la carretera para sea un vehículo de transportación. No es bizcocho si solo hacemos la mezcla. Esa mezcla tiene que sea cocinada para que sea un bizcocho.

            De la misma manera nos dice Santiago que no es suficiente con que nosotros oigamos la palabra de Dios. Dios demanda algo más. ¿Qué? Que seamos hacedores de su palabra.

            Jesús mismo lo enseñó una y otra vez no solo como la manera correcta de vivir la vida cristiana sino la marca que distingue a uno que le ama de veras o no meramente de palabra.

            Mateo 7:21, 24 “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca.” Tan fundamental es esto que Jesús nos dice que su familia se caracteriza por la obediencia a sus mandamientos. Lucas 8:21 “Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la hacen.” Y Pablo hablándoles a los romanos les dice lo mismo en Romanos 2:13 “porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados.”

            ¿Qué tú haces con la palabra que se te predica domingo tras domingo, jueves tras jueves? Dios espera de nosotros que nos esforcemos en poner pro práctica su palabra y así demostremos lo que somos hijos de Dios.

            En otras palabras, Dios demanda que no seamos cristianos de meramente caminar con la Biblia debajo del brazo sino que vivamos como creyentes que no viven para sí mismos sino para aquel que los llamó de las tinieblas a la luz verdadera.

            ¿Eres tú un oidor solamente de la palabra o eres un hacedor de la palabra? ¿Cómo tú describirías tu vida: como uno que desea obedecer la palabra de Dios y buscas así hacerlo, o te da lo mismo? ¿Cuándo escuchas de tu deber de ser miembro de la iglesia cómo reaccionas a esta palabra de Dios? ¿Cuándo escuchas que debes ser puntual a la asistencia a la iglesia cómo reaccionas tú? ¿Cuándo se te enseña por la palabra tú deber de sostener económicamente la iglesia, tu iglesia, cómo reaccionas tú? ¿Cuándo se te enseña de tu deber de servir en la iglesia, de ayudar en su limpieza, de ayudar en la reparación de las cosas de la iglesia, qué haces con esa enseñanza?

            Yo espero que todos podamos decir: Heme aquí Señor, envíame a mí. Esta es la voluntad de Dios yo quiero hacerla porque Dios es maravilloso en sí mismo. Él es mi Señor, Él es mi Dueño. Pero sobre todo Él es mi Padre celestial quien ha enviado a Cristo para que muriera y resucitara por mí, por mí, un vil pecador. Y me ha dado esta salvación, esta nueva vida hermosa, cómo yo no voy a demostrarle mi amor al servirle con todas mis fuerzas, con todas mis habilidades, con todo lo que tengo que El mismo me ha dado. Porque todo lo que tengo lo tengo gracias a Él.

            Eso es lo que debemos hacer.

            Santiago también nos da una precaución que hay que evitar.

II. Lo que debemos evitar

            Debemos evitar el engañarnos a nosotros mismos. V. 22 “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos”. ¿Qué quiere decir con engañarnos a nosotros mismos? La palabra engañarnos [παραλογίζομαι] en el griego, en este pasaje significa: razonar falsamente o incorrectamente. ¿Qué quiere decir entonces? Santiago nos quiere decir: no estás pensando correctamente, te estás engañando a ti mismo si crees que agradas a Dios con ser un mero oidor de la palabra y no un hacedor de la palabra. Si haces eso: si eres un oidor meramente y no un hacedor de la palabra: vives engañado. No has aprendido bien el cristianismo. Vives en ignorancia.

            Y lo triste no es eso solamente. Es que te haces daño a ti mismo. ¿De qué manera? Bueno si eres un mero oidor y nunca un hacedor de la palabra demuestras que no eres cristiano. Demuestras que no amas a Jesús. Vives engañado si crees que eres cristiano. Mira las palabras de Jesús. Juan 14:21 “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama”. Juan 14:23 “El que me ama, mi palabra guardará”. Y lo opuesto es cierto también. Juan 14:24 “El que no me ama, no guarda mis palabras”. 1 Juan 2:4 “El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él”.

            Y si eres cristiano y eres selectivo en tu obediencia a la palabra de Dios vives engañado, esa no es la voluntad de Dios para su pueblo. También te haces daño a ti mismo. Cuando nosotros no obedecemos la palabra de Dios inevitablemente nos hacemos daño. Cuando nosotros no seguimos los roles establecidos por Dios en el matrimonio: del hombre ser la cabeza de la familia y la esposa seguir el liderato de su esposo nos hacemos daño. Y no cumplimos el propósito que Dios tiene para el matrimonio: que sea una representación visible de la relación que la iglesia tiene con Cristo, su Salvador. E inevitablemente le hacemos daño a nuestro matrimonio.

            Si escogemos los días que vamos a asistir a la iglesia nos engañamos a nosotros mismos. Porque la palabra de Dios y no de los hombres dice en Hebreos 10:25 “no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre”.  Hermanos, es Dios mismo quien nos llama a congregarnos en su casa domingo tras domingo. No es un invento de los hombres. Es el quien dice en el Salmo 96:8 “Dad a Jehová la honra debida a su nombre; Traed ofrendas, y venid a sus atrios.” Y por tanto no hacerlo es pecar contra Dios.

            Santiago dice más. Nos dice que no pensemos que sacaremos fruto a nuestras vidas si solo somos oidores y no hacedores. V. 23-24 “Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era.” ¿De qué le beneficia a una persona que mire su rostro en el espejo y luego de considerarse a sí mismo, se va y olvida cómo era? No le beneficia en nada. El espejo ha sido creado para que nos veamos tal cual somos. La Biblia es un espejo para que veamos tal cual somos y estamos delante de Dios. Pero si nos limitamos a mirar solamente en el espejo de la Biblia y no hacemos los cambios que demanda en el poder del Espíritu Santo, de nada nos beneficia. No nos engañemos, dice Santiago, en pensar que nos beneficiará la lectura de la palabra si no la ponemos por práctica.

            Pero Santiago nos dice algo más. Nos dice…

III. Cómo lo debemos hacer

            V. 25 “Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad”. Lo primero que debemos hacer es mirar atentamente a la perfecta ley. Es decir, debemos esforzarnos no meramente en leer la Biblia sino en mirar atentamente en ella. Hay que escudriñar la palabra de Dios. Hay que sacar tiempo para poder entenderla. Hay que sacar tiempo para poder memorizarla. El llamado es a no ser lectores casuales de la Biblia sino a ser verdaderos conocedores de la palabra de Dios. La palabra mirar atentamente significa: doblarse para mirar algo más de cerca. Entonces, acércate a mirar de cerca el significado de la palabra de Dios. Para sacarle verdadero provecho usa de diccionarios bíblicos, de biblias de estudio, de mapas bíblicos, de comentarios y no faltes a la escuela dominical, al estudio de los jueves y verás si no aprendes con profundidad en la palabra de Dios.

            En segundo lugar, no solo mires atentamente en la perfecta ley, la palabra de Dios sino mira que ella es la ley de la libertad. Acércate a la Biblia no como una ley que viene a esclavizarte sino todo lo contrario. La ley de Dios produce libertad. Cristo nos hizo libre de la maldición de la ley cuando El mismo fue hecho maldición por nosotros. Nos libertó del poder condenador de la ley para que ahora seamos libre en Cristo bajo la guía y dirección de la ley. Por eso el Salmista podía decir en el Salmo 119:97 “¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación.”

            En tercer lugar, persevera en ella. “mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra”. Es decir, no te canses en ser hacedor de la ley, persevera en ello. No desmayes en estudiar la palabra y en obedecerla. Sigue adelante. No te quites. Piensa que cada vez que así lo haces, perseverando en obedecer más feliz serás. Por eso Santiago nos habla de la bendición que cosecha el que obedece a Dios.

IV. La bendición de hacer nuestro deber

            El pasaje termina con una bendición. Pero es una bendición que nos enseña un principio más acerca de la vida cristiana. Dice: V. 25 “éste será bienaventurado en lo que hace.” ¿Qué significa esta frase? Significa que obedecer a Dios trae en sí mismo su propia recompensa. Fíjate que dice será bienaventurado en lo que hace, no dice: por lo que hace. En otras palabras, el creyente obedece a Dios no por la recompensa de hacer la voluntad de Dios sino por el placer de hacerla voluntad de Dios.

            Obedecer a Dios trae por sí mismo su propia recompensa. Es como el esposo que le hace bien a su esposa no para ganar su favor sino por amor a ella. Servirle a ella es en sí mismo su propia recompensa. Es un placer y un gozo hacerlo así. De igual manera el creyente, obedecer a Dios es una recompensa en sí mismo. Trae placer y felicidad y bien para nuestra vida el ser hacedores de la palabra de Dios. Jesús mismo dijo en Lucas 11:28 “Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan.” Así que tu felicidad en la vida depende de tu obediencia a la palabra de Dios. ¿Quieres ser feliz? Se hacedor de la palabra y no tan solo oidor. ¿Quieres que te vaya bien la vida? Pon en práctica la palabra de Dios. Pero hazlo no para ganar el cielo porque Cristo lo ganó por ti y para ti sino por el placer de servir a Dios. A ese Dios quien nos ha dado a Cristo como nuestro galardón y como la fuente de la vida eterna.

            Quiera Dios que seamos cada un día una iglesia celosa de buenas obras, negándonos a nosotros mismos para hacer la obra de Dios por el solo de hecho de que le amamos y deseamos serle agradables en todo. Amén.

 

            

Sermón: Santiago 1:19-21 Recibiendo con Mansedumbre la Palabra de Dios

Texto: Santiago 1:19-21 “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.”

 

            Hermanos míos, hemos visto en nuestro estudio de esta carta que Dios se ha revelado como un Dios de toda bondad hacia nosotros. Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de Dios sobre nosotros, la iglesia de Cristo. De un Dios que lo único que ha buscado hacer sobre nosotros es bendecirnos. El de su misericordia, libre y voluntariamente nos ha hecho nacer de nuevo por medio del evangelio. Aunque cada uno de nosotros íbamos en la dirección hacia el infierno Dios en su misericordia desvió esa dirección. El cambió el curso de nuestra vida. El interviene en el todo de nuestra vida. Y esto demuestra su gran amor que tiene para con nosotros su pueblo.

            Si cuando una persona es rescatada de ser ahogada siente un sentido de gran deuda a su rescatador, cuánto sentido de deuda debemos tener nosotros ante la gran misericordia de Dios al salvarnos del sufrimiento del infierno por toda la eternidad. ¿Cuánto tú crees que le debemos a Dios?

            Si Dios ha hecho esto con nosotros, entonces nos dice Santiago, se desprende que nosotros, la iglesia, tenemos un gran deber para con Dios. ¿Cuál es? El de recibir su Palabra con un corazón enseñable, dócil y manso que se aparte de todo pecado. Veamos como Dios nos lo enseña por medio de Santiago.

I. Debemos recibir la Palabra

            V. 21 “recibid… la palabra”. Alguien pudiera preguntar, ¿Por qué? Y la respuesta ya la ha dado Santiago: por todo lo que Dios ha hecho con nosotros. Fíjate que el versículo 19 comienza diciendo “Por esto, mis amados hermanos”, conectando esta parte con la anterior. Debemos recibir la palabra por el hecho de que Dios es Dios. Él nos creó y por tanto tiene derecho sobre nosotros. Pero más aún por todo lo que Dios ha hecho en nuestras vidas: el ordena todo para nuestra salvación y santificación y El de su misericordia nos dio el privilegio de ser sus hijos al hacernos nacer por la palabra de verdad, versículo 18. Por tanto, es nuestro deber recibir la palabra.

            Y ¿qué implica recibir la palabra? Implica:

1. Creer en esa palabra. Hermanos, la Biblia es la palabra de Dios por excelencia. Es la palabra de los hombres en tanto y cuanto Dios utilizó hombres para escribir Sus palabras. Pero, aunque Dios utilizó tales hombres, ellos no lo hicieron solos. Ellos fueron guiados, dirigidos, impulsados por el Espíritu Santo para escribir lo que Dios quería comunicar como su voluntad para nosotros. Como dice 2 Pedro 1:21 “porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.” Así que lo que tenemos ante nuestros ojos no es meramente ni únicamente la palabra de los hombres, si no la misma Voz de Dios. No necesitas más Voz de Dios que su misma palabra. Pero algunos quieren oír la Voz de Dios audiblemente. Y dirían que si la oyeran audiblemente creerían al evangelio. ¿Ustedes quieren oír la Voz de Dios de forma audible? Léanla en voz alta. La Biblia es la misma Voz de Dios en forma escrita. No necesitamos más. Y por tanto es nuestro deber creer en su palabra.

2. Creer que ella es la autoridad suprema. Yo diría que este es el gran problema que la Iglesia de Cristo del sigo 21 tiene: la Iglesia no cree que la Biblia es la autoridad suprema. Creemos que la Biblia es la palabra de Dios. Pero no creemos que la Biblia es la autoridad suprema. Si los llamados expertos en las ciencias naturales dicen algo que contradiga la Biblia, muchos en las iglesias aceptan lo que dicen los supuestos expertos por encima de la autoridad de la Biblia, correctamente interpretada. Es absurdo el pensar así. Es una actitud anti-bíblica e irracional. Es anti-bíblica porque Dios nos llama a creer en la autoridad suprema de la Biblia. Isaías 8:20 “¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido.” La luz del amanecer nos les ha llegado a los que contradicen lo que ya Dios ha revelado. E irracional porque si Dios es Dios, es decir, Dios con letra mayúscula, entonces aceptar lo que dice la “ciencia” por encima de lo que dice Dios es absurdo e irracional, porque decimos que los hombres saben más que Dios, lo cual es absurdo a menos que Dios no sea Dios. Por eso con brillantez y lógica consistencia la Biblia dice en Romanos 3:4 “sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso”. Recibid la palabra implica recibirla como la autoridad suprema sobre todo de la vida y sobre mi persona. Así que forma de pensar es basado en la autoridad de Dios y no de los hombres, de igual manera mi concepción acerca del matrimonio, la crianza de mis hijos, la realidad del cosmos, etc.

            Pero Santiago nos dice no solo que debemos recibir la palabra sino cómo debemos hacerla para que tenga efecto transformador en nuestras vidas. Entonces ¿Cómo debemos recibir esa palabra?

1. Con un corazón enseñable. V. 19 “todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar”.  Dice: todo hombre. Santiago usa esa palabra como sinónimo de toda persona. Toda persona tiene que someterse ante la palabra de Dios. Pero, sobre todo: el creyente, porque Dios nos ha hecho nacer por medio de la palabra de verdad, el evangelio.  Ahora bien, la manera correcta de recibir esa palabra lo es con un corazón enseñable. Debemos ser más oidores de la palabra que habladores. Y esto con respecto a recibir la palabra. Jamás podremos enseñar la palabra si primero no la aprendemos. Debemos cultivar un corazón humilde y reconocer que siempre seremos discípulos: llamados a estudiar y aprender de la palabra. Y tomarnos el tiempo de entenderla bien y de que ésta penetre en nuestra vida.

            Hermanos, hay muchos en las iglesias que son expertos hablando a los demás, pero no son expertos hablándose así mismo. Es fácil hablarles a los demás lo que deben hacer. Pero Santiago nos dice que antes de hablar a los demás debemos tener un oído bien dispuesto para aprender. Aprender con miras a vivir. Es imposible vivir la vida cristiana bien vivida a menos que aprendamos correctamente la palabra de Dios.

            Obviamente, aquí hay un principio general de la vida cristiana misma. Debemos ser sabios en el uso de nuestras palabras. Debemos ser personas que nos caractericemos por ser buenos oidores de los demás. Que oigamos de verdad y no que mientras nos hablan estemos locos por hablar. Como dice Proverbios 10:19 “En las muchas palabras no falta pecado; Mas el que refrena sus labios es prudente.”  Proverbios 13:3 “El que guarda su boca guarda su alma; Mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad.” Mira lo serio que es esto: no falta pecado y tendrá calamidad. Y fue Jesús mismo quien dijo en Mateo 12:36-37 “Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.” ¡Cuán comedidos debemos ser en el uso de nuestras palabras!

¿Cómo debemos recibir esa palabra?

2. Con un corazón dócil y manso. V. 19-20 “tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios.” Tan importante es esto que lo menciona nuevamente en el versículo 21: “recibid con mansedumbre la palabra”. ¿Qué queremos decir con un espíritu dócil y manso? Santiago nos dice que pongamos a un lado toda irritabilidad contra la verdad y todo orgullo de corazón. Hermanos, nadie puede aprender la verdad si está constantemente peleando contra esa palabra. Hay algunos que pelean por tonterías que son meras palabras y se creen que son los grandes defensores de la ortodoxia. Debemos defender la ortodoxia, la enseñanza correcta. Y debemos estar dispuestos a morir por el evangelio. Pero hay algunos que como excusa para justificar sus pecados luchan contra esa palabra. Tal actitud no es correcta. Ni, nos dice Santiago, debe creer que esa es la clase de justicia o vida justa que Dios demanda de nosotros.

            Obviamente, hay un principio general aquí; un llamado a ser personas pacíficas. Hay personas que sus actitudes son actitudes fuertes. Son fuertes de carácter. Algunos de nosotros somos así. Yo me incluyo en esa lista. Esas personas tienden a ser explosivas. Y cuando eso sucede han dejado que sus pasiones pecaminosas dicten su conducta en vez de la palabra de Dios. Y ese carácter no es el carácter justo que Dios quiere de nosotros. Santiago nos dice “la ira del hombre no obra la justicia de Dios.” O como lo traduce la NBD “pues la ira humana no produce la vida justa que Dios quiere.” Dios no quiere en nosotros un carácter explosivo ni iracundo.

¿Cómo debemos recibir esa palabra?

3. Con un corazón que se aparte de todo pecado. V. 21 “Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada”. Hermanos, no podemos beneficiarnos de la palabra si no estamos dispuestos a trabajar con nuestro corazón. Debemos luchar contra el pecado que hay en nuestros corazones. Sobre todo, contra el orgullo que nos impide recibir esa palabra con mansedumbre.  O hermanos, cuánto orgullo hay en nuestros corazones. Todos los seres humanos somos orgullosos. Si no lo fuéramos cuán rápidos seríamos en creer en la palabra de Dios y en obedecerla. El que no lo hacemos demuestra que somos orgullosos. Y este orgullo o suciedad espiritual y moral debe ser echada fuera de nuestras vidas o de lo contrario no nos beneficiará la palabra de Dios.

            Pero alguien preguntará, ¿pero tú estás enseñando que somos nosotros los que nos santificamos y no Dios y por tanto es salvación por obras? En primer lugar, yo solo explico la palabra de Dios y eso es lo que Dios nos enseña por medio de Santiago. En segundo lugar, Santiago dice lo mismo que el apóstol Pablo y Pedro. Por ejemplo: Efesios 4:22 “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos”. Efesios 4:31 “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia.” 1 Pedro 2:1 “Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones”. Y podemos multiplicar cientos de pasajes que nos enseñan que el creyente es llamado a luchar contra el pecado. En tercer lugar, ese es nuestro deber: luchar contra el pecado. La santificación es una gracia salvadora pero también un deber, como los pasajes citados lo demuestran. Siempre recordando que nuestra lucha contra el pecado lo es en las fuerzas del Espíritu Santo y no en las nuestras.

            Para finalizar. ¿Por qué yo debo recibir la palabra con un corazón enseñable, dócil y manso que lucha contra todo pecado? ¿Por qué? Porque esa palabra es, nos dice Santiago, V. 21 “la cual puede salvar vuestras almas”. Hermanos, es la palabra de Dios y solo la palabra de Dios, la que fielmente predicada y fielmente recibida, puede salvar y transformar nuestras vidas. No solo somos convertidos por esa palabra, sino somos cambiados, nos transformados, nos sana. Produce en nosotros un cambio radical al hacernos semejantes a Cristo. Hace de nosotros la transformación que Dios quiere ver en nosotros.

            Dios nos ha dado su palabra no solo para convertirnos sino también para santificarnos. Eso es Cristo para nosotros, quien es la Palabra viviente por cuya sangre somos justificados y santificados. En otras palabras, esa palabra de verdad es la única que puede hacer de ti y de mí un creyente digno del nombre hijo de Dios. Pero para eso hay que recibirla con un corazón enseñable, dócil y manso que lucha contra todo pecado del corazón y vida.

            Quiera Dios que nosotros amemos a Dios al amar su palabra. 

Sermón: Santiago 1:12-18 Asignando Responsabilidades

Texto: Santiago 1:12-18 “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. Amados hermanos míos, no erréis. Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.”

 

    Hay un dicho popular que dice: que la culpa es huérfana. Con esto se quiere decir que a nadie le gusta que se le eche la culpa por algo que esa persona hizo. La tendencia del ser humano es echarles la culpa a otras personas o a las circunstancias de la vida del por qué alguien hizo lo que hizo, si esto salió mal. Si salió todo bien la razón de esto es mis habilidades. Si algo salió mal la culpa la tienen otros o las circunstancias que propiciaron que eso malo ocurriera. 

    ¿De dónde viene eso? La Biblia nos enseña que esta práctica viene desde Adán y Eva. Eva le echó la culpa a la serpiente, Génesis 3:13 “La serpiente me engañó, y comí.” Y Adán le echó la culpa a Eva y a Dios mismo cuando dijo en Génesis 3:12 “La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.” Y aun luego de miles de años los seres humanos, cual pecadores, siguen haciendo lo mismo. Nadie quiere asumir responsabilidades. O muchos no quieren hacerlo. 

    De esto mismo trata Santiago en el pasaje que tenemos presente. Santiago trata acerca de asumir nuestras responsabilidades delante de Dios en medio de las pruebas y las tentaciones. El desea corregir un error común que estaba presente entre los hermanos a quienes le dedica la carta. Y él les dice que en medio de las pruebas y las tentaciones tenemos que asumir nuestra responsabilidad y asignarla a la persona correcta. Y para poder hacer esto es necesario aceptar y reconocer tres cosas. Para poder asignar responsabilidades es necesario reconocer tres cosas. ¿Cuáles tres cosas debemos reconocer?

I. Reconocer tu deber

    V. 12 “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman”. Nuestro deber en medio de las pruebas es poner nuestra mirada en el galardón que Dios nos tiene preparado. Fíjate que eso es lo primero que Santiago menciona. Él dice tenemos que reconocer que nosotros, el pueblo de Dios que sufre en este mundo, somos los benditos de Dios. Es bienaventurado el varón o la persona cristiana que soporta la prueba. Yo sé que aparente ser todo lo contrario. Que cuando sufrimos creemos que no gozamos del favor de Dios. Pensamos que Dios no se duele de nuestro dolor y lágrimas. Santiago nos dice que es todo lo contrario. El cristiano que soporta la tentación o más bien la prueba, ya que la palabra en el griego es [periasmós] significa tentación o prueba, el contexto determinará cuál de las dos es la mejor traducción.  El versículo mismo da a entender que la mejor es traducirlo como prueba. 

    Santiago entonces nos dice que en medio de la prueba, cualquiera que esta sea es nuestro deber poner nuestra mirada en el galardón. Somos los benditos, estamos bajo su favor y gozamos de su bendición. ¿Por qué somos benditos? Porque Dios nos ha dado la promesa de la vida eterna. Una vez nuestra vida finalice aquí recibiremos la corona de la vida o otra traducción: la corona que es la vida misma, es decir, la gloria eterna. 

    Santiago entonces nos da una razón adicional para perseverar en medio de las pruebas. En los versículos 2-4 nos dijo que debemos tener sumo gozo cuando nos hallemos en diversas pruebas. ¿Por qué? Por el fruto que esta produce: paciencia, porque por medio de ella maduramos en la fe cristiana. Y por medio de ellas somos transformados a la imagen de Cristo. Pero ahora nos da otra razón: la razón del galardón que Dios ha prometido a quiénes, a los que le aman. En otras palabras, cuando nosotros perseveramos hasta el fin nosotros demostramos que le amamos. La evidencia de amar a Dios es que perseveramos hasta el fin. Y los que perseveran hasta el fin serán glorificados. 

    Fíjate que esta promesa no es para todos los que sufren. Esta promesa es para todos los que permanecen fieles a Dios hasta el fin. “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida”. Algo importante que aclarar. No es meramente resistir la prueba. Hay algunos que resisten porque no les queda más remedio. Están en medio de la prueba y no pueden zafarse de la prueba y tiene que hacer como se dice en Puerto Rico, tiene que chupársela porque no le queda más remedio. Esa no es la idea. La palabra para resistido la prueba en el griego es [dókimos] que significa haber aprobado la prueba. En otras palabras, la bienaventuranza no es para que el soporta la prueba y mientras lo hace maldice a Dios o niega a Dios sino para aquel que es fiel a Dios en medio de la prueba. ¿Cuál prueba? La prueba de la vida. Toda nuestra vida está llena de pruebas. Y son coronados con gloria no los que corren la carrera sino los que llegan a la meta. Los que se rajan en el camino no son coronados. 

    Así que Santiago nos dice: reconoce tu deber. ¿Cuál? Pon tu mirada en el galardón. Tú eres bendito de Dios y recibirás al final de los días la corona de la vida la cual Dios prometió a los que le aman. ¿Qué debo hacer entonces? No pongas tu mirada en las cosas de la tierra: en lo que no tienes, en los problemas que tienes, en los sufrimientos y las pruebas que estás padeciendo, reconoce que te espera una corona de vida al final del camino. Por tu mirada en esa corona que te espera y persevera, sigue luchando. Esa lucha no es en vano. Sé fiel. Mira la gloria que te espera. Dios nos está preparando para la gloria celestial. 

    Eso mismo dijo Pablo en Romanos 8:18 “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.” En otras palabras, cuando comparamos la gloria venidera, es decir, la, paz, la alegría, la santidad y perfección del estado eterno, con las aflicciones de ahora, tenemos que decir: no hay comparación. La gloria venidera sobrepasa por mucho las aflicciones del tiempo presente. 

    Pon tu mirada en la corona que te espera y entonces persevera. Ese es tu deber.  

II. Reconoce tu pecado

    V. 13-15 “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.” Algunas de las pruebas que vienen a nuestra vida vienen en la forma de tentaciones. Somos responsables de luchar contra las tentaciones y así perseverar hasta el fin. Pero a veces pasa que caemos en la tentación. Y la tendencia del ser humano es a echarle la culpa a los demás y a no reconocer nuestra responsabilidad cuando caemos en pecado. Algunos le echan la culpa a los demás, otros le echan la culpa a Satanás y aun otros le echan la culpa a Dios. Dirían: si todas las cosas están bajo el control de Dios, entonces es Dios quien me puso en esta tentación y por tanto si yo peco es culpa de Dios. 

    Santiago nos dice: jamás pienses eso. “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios”. ¿Por qué? Por dos razones: (1) por causa de la naturaleza de Dios “porque Dios no puede ser tentado por el mal”. Dios es santo en todo su ser y por tanto no hay nada en Dios que lo tiente al pecado. No hay un deseo pecaminoso. No hay debilidad en Dios para que le tiemblen las rodillas ante la tentación. (2) por causa de los propósitos de Dios “ni él tienta a nadie”. Ese no es su propósito. Dios no busca que le desobedezcamos. Pero, ¿acaso Dios no nos prueba? Es cierto, Dios prueba a su pueblo. Lo vemos en Génesis 22:1 “Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham”. ¿Con qué propósito? Génesis 22:12 “ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único”. Probar si su amor por Dios es más grande que su amor por tu hijo, su único hijo, el hijo de la promesa. Dios probó su obediencia. 

    De igual manera Dios hace con nosotros. Cuando estamos en diversas pruebas Dios está probando nuestra obediencia a Él, nuestra fidelidad, nuestra confianza en Dios. De que seguiremos en obediencia a Dios no importa lo grande que sea la prueba. Y que podamos decir como dijo el salmista en el Salmo 27:3 “Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado.” ¿Por qué? Salmo 27:1 “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?” 

    Así que cuando caigamos en la tentación reconozcamos que somos responsables por nuestro pecado. Reconozcamos que hay concupiscencia en nuestros corazones, que hay deseos pecaminosos todavía dentro de nosotros que es lo que nos lleva a suceder a la tentación. Y que nuestro deber es resistir la tentación con la sabiduría que da Dios. Aceptemos que somos débiles y que por tanto que no debemos jugar con la tentación porque ella es fuerte, nos arrastra, nos seduce y nos lleva al pecado y con el pecado la muerte.

III. Reconoce a tu Dios

    V. 16-18 “Amados hermanos míos, no erréis. Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas”. Santiago dice: hermanos míos no se equivoquen, Dios siempre nos da cosas buenas. Todo lo bueno proviene de Dios. En medio de las pruebas no te olvides Dios es bueno. Él no nos tienta, es imposible que así sea. ¿Por qué? Porque Dios es el Padre de las luces, no hay tinieblas en El. El siempre da buenas cosas a sus hijos. Él es por nosotros y nunca contra nosotros. ¿Cómo lo sabemos? Por el hecho de quién es El. Él es el Dios inmutable. No hay mudanza en Dios. Él no es hoy una cosa y mañana es otra. Es imposible que Dios sea bueno hoy y mañana sea malo. Eso es imposible. Ni hay la posibilidad de que El varíe. De que hoy desee tu bien y mañana desee tu mal. Jamás eso podrá ocurrir. 

    ¿Cómo lo sabemos? Lo sabemos por lo que Dios ha hecho con nosotros. Él nos ha dado bien: de su voluntad, libre y voluntariamente y por amor, nos hizo nacer por la palabra de verdad, es decir, por medio de la predicación del evangelio.  Fue Dios quien nos convirtió. Ese es su propósito. El desea salvarnos. El desea llevarnos a la gloria. Y al así hacerlos Él quiso que fuéramos las primicias de sus criaturas, los primeros frutos de la cosecha. Somos el comienzo de toda la renovación que Dios va a traer en el mundo para su pueblo. 

    En otras palabras, hermanos, Dios está de nuestro lado. Todo lo que Dios hace es para nuestro bien. Las pruebas son para nuestro bien, recibámoslas no como enemigos sino como amigos nuestros. ¿Cómo podemos hacerlo? Al poner nuestra mirada en el galardón, al reconocer que si caemos en la tentación somos responsables por ello y reconozcamos que nuestro Dios siempre nos da cosas buenas y la prueba de esto lo fue su amor en Cristo Jesús. Porque por Cristo es que recibimos la vida eterna. Por Cristo recibimos la misericordia de Dios. Por Cristo es que se nos predica el evangelio. Por Cristo es que recibimos todo lo bueno de Dios. Y sin Cristo no somos nada. Amén. 

 

 

 

 

 

 

 

Sermón: Santiago 1:9-11 Gloríate en su Exaltación

Texto: Santiago 1:9-11 “El hermano que es de humilde condición, gloríese en su exaltación; pero el que es rico, en su humillación; porque él pasará como la flor de la hierba. Porque cuando sale el sol con calor abrasador, la hierba se seca, su flor se cae, y perece su hermosa apariencia; así también se marchitará el rico en todas sus empresas.”

 

    No es fácil tomar fotografías. No todo el mundo sabe tomar fotos. A veces cuando alguien te toma una foto no le queda bien. Unas veces te corta la cabeza o parte del cuerpo. A veces la persona no le dice a uno que uno no está parado o que hay algo que podría hacer que la foto no salga bien. Otras veces es el foco de la cámara. Te toman una foto y esa cámara no estaba bien enfocada. Generalmente ese es mi problema. Yo estoy bien pendiente de que todo salga bien, pero fallo en el enfoque y la foto se borrosa. Porque cuando la foto sale borrosa pues tienes la imagen, pero distorsionada. 

    Claro está como una medida de corregir esto hoy día hay cámaras que te ayudan con eso de evitar que la foto te salga borrosa.    Curiosamente a veces los cristianos tenemos ideas borrosas acerca de la vida cristiana. Tenemos una imagen de la vida cristiana pero esa imagen está algo borrosa. Nuestros lentes espirituales a veces se desenfocan de lo que debe ser una percepción correcta de la vida cristiana. Y por el hecho de que nosotros hacemos las mismas cosas que todos los seres humanos en esta vida a veces eso ayuda a que nos desenfoquemos. 

    De eso trata el pasaje que tenemos hoy para la predicación. Santiago trata aquí de dos grupos de cristianos en la iglesia, los pobres y los ricos. En un sentido son polos opuestos, pero cuando los examinamos con detenimiento veremos que son más parecidos de lo que a simple vista parecen ser. Y a ambos Santiago busca guiar a que enfoquen la vida desde una perspectiva diferente a la cual están acostumbrados a enfocarla.

    Y a ambos les dice que la vida cristiana conlleva el deber de gloriarnos. A ambos les dice lo mismo, pero con una leve diferencia. ¿Cuál es esa diferencia? Vemos:

    V. 9 “El hermano que es de humilde condición”. Cuando habla aquí del hermano de humilde condición, la palabra humilde, en griego, [tapeinos], significa de baja condición. Y puede referirse a una persona de bajos recursos económicos, como también puede referirse a la condición de ser humilde espiritualmente. Pero como este hermano es contrastado con el rico, entonces, entendemos que se refiere al pobre, al indigente. En aquella época solo había dos clases sociales: los ricos y los pobres. La clase media no vino a existir sino hasta el siglo 15 con la aparición de la burguesía. 

    Si te das cuenta habían pobres y ricos adorando juntos en la misma iglesia. Así es como debe ser. Yo no creo que es la voluntad de Dios que haya iglesia de pobres e iglesias de ricos. Todos somos uno en Cristo. Como dice Pablo en Gálatas 3:28 “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.”

    ¿Qué es lo que les dice Santiago a los pobres? Les dice “que se gloríen”. Es un imperativo es un mandato. Aquí en sentido positivo. Gloríate, regocíjate, enorgullécete. ¿En qué? No en su condición de pobreza. Santiago no está diciendo que la pobreza sea una cosa fácil. Sin lugar a dudas la pobreza es una prueba dura. Y la mayoría en la iglesia de los primeros siglos eran pobres. Y la tendencia de muchos en esa condición es la deprimirse, entristecerse o incluso justificarse delante de Dios y de los hombres. 

    A lo cual Santiago les dice: “gloríese en su exaltación”. Es decir, en medio de la prueba que la pobreza trae, es tu deber no poner tu mirada en tu condición de pobreza material sino en tu condición de riqueza espiritual, en tu exaltación. Tu enfoque debes ajustarlo. Y este debe ser dirigido a comprender lo que Dios ha hecho por ti en Cristo Jesús. ¿Qué ha hecho? Te ha exaltado. Te ha dado el privilegio de ser hijo de Dios. Te ha dado el privilegio de ser considerado el VIP del reino de los cielos. Te da dado el privilegio de que todos tus pecados han sido perdonados. Y no solo que Dios en virtud de la imputación de la justicia de Cristo sobre ti Dios te considera justo delante de Él. Él te ha despojado de tus ropas de pordiosero espiritual y te ha vestido de la ropa de la justicia de Cristo. Al Dios verte te ve vestido de Cristo. Dios te ha dado el privilegio de que el Espíritu Santo mora en ti para siempre. Y quien hace que cada día mueras más y más al pecado y sea restaurada la imagen de Dios en tu vida. El hace que seas cada día más semejante al Señor Jesucristo. Te ha dado el privilegio de que los ángeles que, aunque físicamente son más poderosos que nosotros, ellos son enviados para servirnos. Y que eres heredero de todas las riquezas espirituales que Dios ha preparado para nosotros. 

    Hermanos, no pongamos nuestra mirada en la falta de bienes que no tenemos. Nuestra mirada debe estar puesta en los cielos y en la exaltación que Dios nos ha dado en Cristo Jesús. 

    Santiago tiene también unas palabras para los ricos. V. 10 “pero el que es rico, en su humillación”. ¿Cómo es eso? Santiago se expresa como libro sapiensal en donde presenta varios contrastes. El contrasta el pobre con el rico y la exaltación con la humillación. A los pobres Santiago les dijo: gloríense, regocíjense, enorgullézcanse en su exaltación. Pero a los ricos les dice que se gloríen también. Pero no en sus riquezas. No en las increíbles habilidades que tiene para amasar dinero o producir dinero. Para ellos las riquezas son también una prueba de fe. Para los pobres su pobreza es su prueba de fe. Y para los ricos su riqueza es su prueba de fe. ¿Por qué?

Por la facilidad que tienen de poner su felicidad en los bienes materiales y no en Dios. Por el increíble peligro que tienen de endiosarse. Creerse que son intocables, invencibles. Y que a diferencia de otros ellos no necesitan de la ayuda de Dios. Algunos han hecho de las riquezas su dios, su mamón. Y se pueden olvidar de lo que dijo Jesús en Lucas 12:15 “porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.” 

    Por eso Santiago les dice: “pero el que es rico, [gloríese] en su humillación”. ¿Qué significa esto? Recuérdate quién tú eres. Tú eres hombre como todos los demás. Tú eres un ser humano como todos los demás. Tú no eres inmortal. 

    Me imagino que muchos aquí saben quién era Steve Jobs. Steve Jobs fue el co-fundador y CEO de la compañía Apple. Apple es una de las compañías más poderosas económicamente en el mundo. Fue un hombre billonario. Se estima que su riqueza consistía de alrededor de 5.5 billones de dólares. Pero ni con su dinero ni con ninguno de sus grandes inventos tecnológicos pudo evitar que muriera a los 56 años de cáncer en el páncreas.  

    A los ricos cristianos Santiago les dice: no se gloríen en sus riquezas sino en su humillación. Recuerden que son hombre y no dioses. Por eso Santiago sigue diciendo en el versículo 10 “pero el que es rico, en su humillación; porque él pasará como la flor de la hierba”.  La hierba es de corta duración. Así es la vida de todo ser humano inclusive la vida de los ricos. “Gloríate en tu humillación”.

    En otras palabras, gloríate en tu debilidad. Gloríate en que tú no eres el Señor de este mundo sino Dios en Cristo Jesús. Aprende a humillarte al reconocer que la verdadera riqueza no consiste en las riquezas materiales sino en el hecho de ser adoptado por Dios como hijo por medio de la fe en virtud de la muerte y resurrección de Cristo. Ese debe ser tú enfoques. Así debes aclarar los lentes de la vida cristiana. 

    Y les dice algo más en el versículo 11 “Porque cuando sale el sol con calor abrasador, la hierba se seca, su flor se cae, y perece su hermosa apariencia; así también se marchitará el rico en todas sus empresas.” En este versículo 11 Santiago tiene en mente Isaías 40:6-7 “Voz que decía: Da voces. Y yo respondí: ¿Qué tengo que decir a voces? Que toda carne es hierba, y toda su gloria como flor del campo. La hierba se seca, y la flor se marchita, porque el viento de Jehová sopló en ella; ciertamente como hierba es el pueblo.” Les dice no te olvides que tú eres como la flor del campo. La hierba se seca y la flor se marchita. ¿Por qué? Por el soplo de Jehová. Solo el soplo de Jehová es suficiente para que cualquiera de nosotros partamos de este mundo. Y no te olvides, les dice Santiago a los ricos: ninguna de tus empresas lo podrá evitar. “El rico se marchitará en todas sus empresas”. Es decir, ninguna de ellas podrá evitar que pases de este mundo a la eternidad. Y nada de lo que hiciste te podrás llevar. Como dice Eclesiastés 5:15 “Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene de su trabajo para llevar en su mano.”

    Hermanos, ¿Cómo está tu enfoque espiritual? ¿Cómo ves la vida que te ha tocado vivir? Vives deprimido por tus carencias o vives añorando las riquezas del rico. O vives gloriándote, regocijando en lo que has podido lograr en tu vida. Ninguno, nos dice Santiago ve las cosas con el enfoque correcto. Todos debemos ver las cosas y medir las cosas desde la perspectiva de la eternidad. Debemos gloriarnos en el hecho de que somos hijos de Dios y herederos de las verdaderas riquezas que Cristo compró para nosotros. Riquezas donde los ladrones no hurtan ni el hollín corrompen. ¿En dónde está tu corazón? En las riquezas que no tienes y deseas, o en las riquezas que tienes. A ambos Dios nos llama a gloriarnos no en nosotros sino en Dios mismos. Dice Jeremías 9:23-24 “Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.” Nuestro gloriarnos descansa en Dios mismo. En lo que Dios es en sí mismo y lo que Él ha hecho en Cristo Jesús. ¿Es esa tu perspectiva? ¿Es ese el enfoque de tu vida? ¿Es en Cristo donde descansa tu felicidad? Quiera Dios que sea siempre y solo Cristo para la gloria de Dios.