Sermón: Santiago 3:13-16 La Verdadera Sabiduría: parte 1

Santiago 3:13-18 “¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz.”

 

Introducción

            Es común hablar de lo complicado que es la vida. La vida no es fácil, es una oración común por ahí.

            En un sentido es cierto. La vida es compleja y esto la hace complicada. Pero en otro sentido, y desde otro ángulo, la vida no es tan compleja. En última instancia hay solo dos opciones a escoger: obedecer a Dios u obedecer al mundo. Fue Jesús mismo quien nos dijo que hay dos y solo dos puertas y solo dos caminos en la vida: “estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella” (Mateo 7:13-14). Solo hay dos puertas y solo hay dos caminos. Y Jesús nos exhorta: “Entrad por la puerta estrecha”.

            Jesús repite lo mismo al finalizar el Sermón del Monte, cuando dice en Mateo 7:24 “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca.” Y lo compara con el versículo 26 “Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena”. Hay solo dos maneras de edificar en la vida: una edificando en obediencia a las Palabras de Cristo y la otra edificando en desobediencia a la Palabras de Cristo. No hay nada más. Viste qué sencillo es, en un sentido.

            Eso mismo nos dice Santiago en el pasaje que tenemos por delante. En el mundo hay dos y solo dos sabidurías. Una es la verdadera sabiduría. La otra es llamada sabiduría, aunque realmente no lo es. Hay dos clases de sabidurías. Está la sabiduría terrenal y la sabiduría celestial. Estas dos sabidurías son diametralmente opuestas la una de la otra. Hoy vamos a comenzar a estudiar sus características.

 

            Pero antes de ver las características de cada una, Santiago inicia esta sección con una exhortación. V. 13 “¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre.” Es una pregunta de auto-examen. ¿Hay alguno entre ustedes que entiende que es sabio, es decir, que conoce la verdad y sabe cómo aplicarla correctamente a las diversas situaciones de la vida? ¿Hay alguno entre ustedes que posee entendimiento, es decir, posee la suficiente experiencia práctica de la vida? Santiago reconoce que no todos son sabios. Pero si alguien entiende que es sabio y con entendimiento entonces demuéstrelo con una buena conducta que se manifiesta con humildad o mansedumbre que proviene de la sabiduría.

            Si te das cuenta, para Santiago conocimiento no es lo mismo que sabiduría. La sabiduría no es primeramente intelectual sino práctica. El sabio no es sabio porque sabe mucho sino porque sabe cómo aplicar su conocimiento a la realidad de la vida. Es una sabiduría que se ve por la vida que esa persona lleva. La sabiduría la demuestra por tener una conducta buena según la revelación divina. En una vida que se caracteriza por la humildad o la mansedumbre. De esa sabiduría es la que Santiago habla. Hay una sabiduría verdadera que es digna de imitar y admirar. Hay otra “sabiduría” que hay que rechazar. Ambas compiten por nuestro corazón y nuestra mente. Una es de Dios y la otra del diablo.

            Lamentablemente no las podemos estudiar a ambas en el día de hoy. El próximo día veremos la sabiduría según Dios.   Hoy la sabiduría según el mundo.

            Ambas las vamos a estudiar con respecto a tres aspectos: sus orígenes, sus características y sus resultados.

I. La Sabiduría Terrenal

            1. Origen

                        a. No proviene de Dios. V. 15 “porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto” Lo primero que nos dice Santiago en este versículo es que esta “sabiduría” del mundo no desciende de lo alto, es decir, no proviene de Dios. La palabra en griego es “anothen” que se traduce en Juan “nacer de nuevo o de lo alto”. Es decir, nacer de Dios. Dios no es el autor de la “sabiduría” del mundo. Y por tanto no obtiene Su aprobación. No es una bendición de parte de Dios. Y no importa que el mundo diga que es justa, que es compasiva, que es equitativa si no proviene de Dios según es revelada en la Palabra de Dios no goza de la aprobación de Dios. Podrá tener el apoyo de la mayoría de los senadores, representantes, los jueces del supremo, y la mayoría del pueblo, pero si es contraria a la voluntad de Dios, entonces Dios no es su autor ni goza de su aprobación.

            b. Es terrenal. Santiago nos dice que si no proviene de Dios entonces proviene de la tierra, es terrenal. Es opuesta a la sabiduría que proviene de Dios. La idea es que ambas son opuestas la una a la otra. Por tanto, hermanos, la “sabiduría” del mundo es opuesta a la sabiduría que es de Dios. No hay un punto medio. O poseemos la sabiduría de Dios o poseemos la sabiduría del mundo. Aquí no se puede escoger lo mejor de dos mundos. Jesús dijo en Lucas 11:23 “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama.” Para Jesús es: todo o nada.

            Esta “sabiduría” ve la vida desde la perspectiva del ahora y no desde la perspectiva de la eternidad. Su mente es puesta en las cosas de la tierra. Como dice Filipenses 3:19 “el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal.” Esta persona no considera su alma. No piensa si lo que hace afecta su relación con Dios. Esto que hago me acerca a Dios o me aleja de Dios. Fortalece mi vida espiritual o la debilita. Me lleva a servir a Dios o a servirme a mí. Nada de eso pasa por su mente porque solo piensa en lo terrenal, en cómo ganar dinero, cómo adquirir lo que quiero, cómo salirme con las mías.

            c. Es animal. La palabra en griego es “psychike”, que significa: no es espiritual. Es aquel que no tiene el Espíritu Santo en su vida. De ellos nos habla Judas 1:19 “Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu.” Es la “sabiduría” que caracteriza a los no regenerados, a los no creyentes. La naturaleza caída promueve la desobediencia a Dios. Y su mente no se rige por la Palabra de Dios. Y no tienen la mente de Cristo. No son guiados por el Espíritu Santo. Por tanto, piensan como piensan los hombres que no tienen a Dios en su corazón.

            d. Es diabólica. Tiene su origen en Satanás. ¿Por qué Satanás? Porque él es el dios de este siglo. El controla la mentalidad anti-bíblica del mundo. Él ha cegado la mente de los no creyentes y opera sobre los hijos de desobediencia. El error o falsedad proviene de Él.

            Y como su origen no es de Dios sino terrenal, animal y diabólico, entonces posee ciertas características peculiares a esa filosofía. ¿Cuáles son?         

            2. Características

                        a. es envidiosa. V. 14 “Si tenéis celos amargos”. La palabra “zelos” puede ser traducida como envidia. Claro está, no todo celo es pecaminoso. Hay celo de Dios y de su Palabra y ese es un celo bueno. Pero hay un celo pecaminoso o literalmente un celo “salado”, es la misma palabra que en el versículo 12 hablaba de agua salada. La sabiduría de este mundo es celosa, envidiosa de lo que poseen los demás. En vez de alegrase con su prójimo en lo que tiene, lo celan, le envidian. Y esta envidia pueden ser: los bienes materiales, los esposos, los hijos, los títulos, la forma de ser, etc. La sabiduría del mundo es envidiosa.

                        b. es egoísta. V.14 “y contención”. Esta palabra contención “eritheian” es mejor traducirla como lo hace LBLA “ambición personal”. La idea es de ambición egoísta. Es una actitud egoísta que solo piensa en esa persona o grupo de personas y nada más. Yo soy primero, segundo y tercero. Son mis intereses los que cuentan. Un ejemplo: son los que se estacionan en dos estacionamientos. Son los que llegan últimos y quieren ser los primeros. Son los que no esperan su turno porque me tienen que atender ahora porque yo sí tengo necesidades que me llevan que no espere mi turno. 

                        c. es soberbia. V. 14 “no os jactéis, ni mintáis contra la verdad;” Estos hermanos se estaban enorgulleciéndose al tener esas actitudes. Es la frase de hoy día que dice: “es que yo soy así”. Son los más sabios que nadie, los que ya lo han analizado todo y nada se les escapa.

            3. El Resultado

                        a. trae confusión. V. 16 “Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación”. La palabra perturbación es “akatastasía”, que significa desorden, confusión, contiendas, tumulto. Es la palabra común para hablar de la anarquía. Y la anarquía es la falta de sumisión a la autoridad, que produce desorden, sedición. En otras palabras, la sabiduría de este mundo produce caos, desorden, confusión. No hay orden, sino caos. Destruye la unidad, la paz, la mutua sumisión entre los hermanos de la fe. Nada bueno sale de la sabiduría del mundo.

            e. no trae nada bueno. V. 16 “y toda obra perversa.”  El fruto de la sabiduría terrenal es que no trae nada bueno. Todo lo que busca hacer y logra hacer es perverso, malvado, bueno para nada, inútil. De esa “sabiduría” nada bueno podemos sacar. No nos ilusionemos, no seamos ingenuos. De la sabiduría del mundo nada bueno podemos cosechar, sino todo lo contrario. Toda obra perversa sale de la sabiduría del mundo.

Aplicación:

1. Tenemos que pensar antitéticamente. Tenemos que pensar en polos opuestos. La sabiduría del mundo no es buena sino malvada. Y es diametralmente opuesta a la sabiduría de Dios que encontramos en la Biblia. No hay punto medio entre ambas. No seamos ingenuos en pensar que las decisiones contrarias a la Biblia tienen algún mérito porque no lo es así. Si Dios es veraz todo lo se oponga a lo que Dios dice es mentira. Pensemos en polos opuestos. Aquí no podemos escoger lo mejor entre dos mundos.

2. Hermanos, tenemos que ver la sabiduría del mundo de la manera correcta. Tenemos que ver el aborto como lo que es algo diabólico, terrenal, satánico. La gente se opone a aplicar la pena de muerte contra los asesinos, pero no tienen ningún reparo en asesinar a bebés que nada malo han hecho. Tenemos que ver el homosexualismo como lo que es: un gran pecado, una gran perversión. Todos los pecados no son iguales. Nadie diría que uno que ha perjurado en la corte merece la misma condena que uno que ha asesinado. Nadie debe pensar que el homosexualismo es lo mismo que mentir porque eso no es cierto. Todo pecado por más pequeño que sea merece la condenación, pero no todo pecado es igualmente terrible ni igual en tamaño. El homosexualismo es satánico. De igual manera lo es el feminismo. Yo sé que los hombres han abusado de las mujeres, pero eso no les da derecho para ir en contra de la voluntad de Dios. El mal se corrige con el bien no con otro mal o con algo peor. No seamos ingenuos pensando que estas cosas son triviales porque no lo son.  

3. Hermanos, hay falsos profetas hoy día. Y no hablo de los que dice que tienen nuevas revelaciones sino de todos aquellos que buscan apartarnos de la verdad de la palabra. El que haya falsos profetas o falsos pastores no nos debe extrañar. Habían falsos profetas en el AT en la misma corte del rey. Profetas que profetizaban lo que el rey quería escuchar. Profetas que criticaron, se burlaron y persiguieron a los profetas de Dios. No les tengamos temor. No nos dejemos mover de la verdad, aunque ellos hablen con denuedo, con convicción. Porque nada de lo que dicen proviene de Dios.

4. Ningún creyente vive una vida en perfecta sabiduría. Todos nosotros porque vivimos en este mundo caído hemos bebido de la sabiduría de este mundo. Pregúntate, ¿Qué ideas de este mundo yo creo y he abrazado, posiblemente por ignorancia? Es mi concepción del matrimonio el bíblico. Es mi concepción del homosexualismo el bíblico. Y qué del aborto, la eutanasia, el rol de los hombres y de las mujeres en la familia, de la evolución, del uso del dinero, de la pornografía, de la fornicación, el feminismo, etc.

            Examinemos nuestras creencias a la luz de la Palabra de Dios. Y vayamos a Dios y digámosle: Oh, Dios enséñame de tus caminos, ayúdame a pensar bíblicamente, aunque el mundo piense que estoy loco. Ayúdame a soportar el escarnio del mundo, no para mi gloria, si no para la gloria tuya y el bien de mi vida.

            No seamos ingenuos, la sabiduría del mundo no proviene de Dios, es terrenal, animal, diabólica, destructiva y nada bueno podemos sacar de ella. Que Dios nos ayude a verlo así.