Sermón: Romanos 13:1-7 Requisitos para Gobernar una Nación

Romanos 13:1-7 “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. 2 De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. 3 Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; 4 porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. 5 Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia. 6 Pues por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo. 7 Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra.”

 

            Dentro de un par de días Puerto Rico y los Estados Unidos se enfrentan a un acontecimiento importante en la vida de ambas naciones. Estaremos eligiendo a nuestro gobernador por los próximos 4 años y los estadounidenses a su presidente. Esto es un acontecimiento importante no solo para el pueblo sino también para la iglesia. Y aunque no somos de este mundo sí vivimos en este mundo. Jesús en su oración sacerdotal de Juan capítulo 17 no ora al Padre para que salgamos del mundo, sino que ora al Padre para que seamos preservados del mal.

            Como creyentes que vivimos en este mundo tenemos una responsabilidad dada por Dios con respecto a este mundo. Dios nos llama a ser luz y sal de la tierra. Dios nos llama a participar de las cosas de este mundo desde una perspectiva distinta del mundo. El mundo piensa, escoge, decide según los principios del mundo. Nosotros como creyentes debemos pensar, escoger y decidir según los principios de la Palabra de Dios.

            Nosotros creemos que la Biblia es la Palabra de Dios y que ella es nuestra única regla que nos enseña lo que debemos creer y cómo debemos vivir. Ella es una antorcha que alumbra en un lugar oscuro. Y como ella es nuestra guía para el todo de nuestra vida entendemos que ella es también nuestra guía sobre cómo debemos pensar, decidir y escoger el candidato o candidata a la gobernación de este país.

            La Palabra es una guía en donde podemos extraer los principios que nos deben llevar a elegir responsablemente. La Palabra de Dios es una guía para que nosotros, el pueblo de Dios, podamos votar inteligentemente como cristianos antes que cualquier otra cosa. Antes que ser puertorriqueños, ciudadanos americanos, caribeños y latinoamericanos somos cristianos.  Y debemos pensar como cristianos, analizar las cosas como cristianos antes que como populares, estadistas, independentistas e independientes.

            Para guiarnos a pensar inteligentemente el pasaje de Romanos 13:1-7 nos enseña cuáles son los requisitos que debe poseer una persona que desea gobernar una nación. No vamos a endosar, en este sermón a ningún candidato ni partido político. Eso estaría fuera de mis funciones ministeriales las cuales son tratar exclusivamente lo que es ministerial. Pero la Palabra de Dios es nuestro mapa que, aunque no nos da todos los detalles, nos da unas guías que nos ayuden a reflexionar sobre lo que vamos a hacer dentro de un par de días.

            Entonces, a la luz de Romanos 13:1-7, ¿cuáles son los requisitos que debe poseer una persona que desea gobernar una nación o un país? El primer gran requisito es…

 

I. Reconocer que su autoridad es delegada por Dios antes que delegada por el pueblo

            V.1-2 “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. 2 De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos.”

            Lo primero que podemos señalar es que es Dios quien quita y pone reyes. El gobierno, nos dice Pablo, es una autoridad que es de parte de Dios y ha sido establecida por Dios. Hermanos, el gobierno es una institución divina. Es Dios quien crea el gobierno. Por tanto, no debemos ver el gobierno como un mal necesario sino como un bien de parte de Dios. Y el gobernante se debe ver a sí mismo, en virtud de su oficio como un ministro de Dios. Así lo dice Pablo en el versículo 3-4, el magistrado “es servidor de Dios para tu bien.” Y la palabra para servidor, en el griego es, [διάκονός], la cual puede ser traducido como servidor o ministro. Y nos dice Pablo que el magistrado o gobernante es servidor de Dios para nuestro bienestar. El gobierno no es un mal necesario, es algo bueno para nosotros.

            El gobierno es una institución divina y cada gobernante debe verse a sí mismo como un servidor cuya autoridad proviene primeramente de Dios y no de los hombres. Busquemos Proverbios 8:15-16 “Por mí reinan los reyes, Y los príncipes determinan justicia. Por mí dominan los príncipes, Y todos los gobernadores juzgan la tierra.” Y Jesús hablando con Pilato le dice en Juan 19:11 “Respondió Jesús: Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene.” Jesús reconoce que Pilato tiene autoridad, él era gobernador. Y como posee autoridad debe ser respetado por ello. Pero sobre la autoridad de Pilato se levanta otra autoridad, la autoridad de Dios. Y es Dios quien le ha dado la autoridad que posee ese gobernador.

            Así que el primer requisito es reconocer que la autoridad que tiene proviene primeramente de Dios y no de los hombres.

            El segundo requisito es que como su autoridad proviene primeramente de Dios y no de la Iglesia sino de Dios, él o ella es responsable primeramente a Dios en su encargo. Si es Dios quien en su providencia lo pone como gobernante y en nuestro caso por medio de la elección popular, entonces él es responsable ante Dios en primer lugar. Y esto implica dar cuenta a Dios y no oponerse a Dios, pues es Dios quien lo puso en su cargo. Y nosotros debemos preguntarnos, ¿en su plataforma política apoya las leyes de Dios o se opone a ellas? ¿Nos hemos hecho esa pregunta? ¿O solamente apoyamos al candidato porque es de mi partido político, aunque en su plataforma se opone a las leyes de Dios?  ¿Has pensado en eso? ¿Conoces la plataforma política de los candidatos a la gobernación? Pregúntate, ¿apoya ese candidato el matrimonio bíblico entre un hombre y una mujer? ¿Reconoce su deber de proteger a la Iglesia de Cristo? ¿Cuál es su perspectiva sobre la santidad de la vida con respecto al aborto, la eutanasia? ¿Cuál es su posición sobre la perspectiva de género? Hermanos, estas son preguntas importantes que debemos hacernos. ¿Conoces la plataforma política de los candidatos a la gobernación? ¿Apoyarías a uno que se opone a las leyes de Dios?

            En tercer lugar, ese candidato debe verse a sí mismo como un siervo del pueblo. Pablo dice en el versículo 3-4, el magistrado “es servidor de Dios para tu bien.” Me encanta cómo Pablo lo escribe en el griego. Literalmente Pablo dice: De Dios servidor es para ti para tu bien. Él debe verse como uno que viene a servir y no ser servido. Su único deseo es hacer bien, no es fama, enriquecerse, aparecer en los libros de historia ni buscar su agenda personal sino el bienestar del pueblo. Debe comportarse como un buen padre de familia ya que él es el padre de la nación o la madre de la nación. Y como reconoce que no lo sabe todo debe ser una persona enseñable que reconozca sus errores y no tapar los errores con la frase constante: todo está bien en el gobierno. Y por tanto debe ser íntegro, no manipulador de la data que le informa al pueblo.

            El segundo gran requisito es…

II. Debe poseer una clara visión de la justicia

            V. 3-5 “3 Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; 4 porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. 5 Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia.”

            Su deber es proteger al justo. O como dice Pablo: darle alabaza al justo “Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella”. Debe dar prioridad en proteger a la víctima más que al victimario. Hoy día parece como que se le da más protección al que comete el crimen que al que sufre el crimen. Eso no debe ser así. No negamos que toda persona, irrespectivamente de su crimen, tiene derecho a recibir un juicio rápido, justo e imparcial. Pero debemos darle prioridad a la víctima.

            Su deber es castigar al que hace lo malo. Él está “para infundir temor al que hace el… mal.” Él es “vengador para castigar al que hace lo malo.” El gobernante debe poseer una visión punitiva del crimen. ¿Puede haber rehabilitación? Claro que sí. Pero no se debe dar la idea de que el criminal es impune. Por tanto, no debe tolerar el crimen ni la conducta que le lleva al mismo. Y entiendo yo no favorecer zonas rosadas: donde se permite hacer todo lo manos con miras a evitar el crimen violento. El día que dejemos de lugar contra el crimen, la drogadicción, la prostitución, etc. ese día habremos perdido la guerra contra el crimen.

            Debe apoyar la pena capital. V. 4 “Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo”. Dios ha investido al gobierno con el poder de la espada. ¿Para qué? Pablo dice: “para castigar al que hace lo malo”. Con la espada se castiga al que hace lo malo. Es una clara referencia a la pena capital. ¿Cuál es la opinión de los candidatos a la pena capital?

            Tercer gran requisito:

III. Debe poseer una clara visión del erario público

            V. 6-7 “6 Pues por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo. 7 Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra”.

            Debe reconocer que, aunque tienen el derecho de imponer impuestos al pueblo estos deben ser justos y equitativos sino gobiernan como tiranos y dictadores. Los impuestos no deben ser excesivos, ni menos para cuadrar el mal uso de los fondos públicos.  

            Que los gastos del gobierno no deben ser excesivos y que la sana administración de los fondos públicos comienza por la casa misma, reduciéndose sus salarios. ¿Qué candidatos han propuesto la reducción de los salarios de los senadores o representantes?

            Deben poseer también una clara visión sobre la fiscalización efectiva de la administración. Deben ser firmes contra la corrupción y no tolerarla aún dentro de su propio partido.

Aplicaciones prácticas:

1. No hay un gobierno perfecto, pero es mejor un gobierno imperfecto que no tener gobierno alguno. La anarquía es algo que nunca debemos aspirar ni considerar.

2. ¿Cómo vamos a escoger a un candidato cuando vemos que a la luz de la Palabra de Dios prácticamente todos estás descalificados? La única respuesta es preguntarnos, ¿cuál de los candidatos se acerca más o se aleja menos de los requisitos bíblicos? Haz el análisis tú mismo.

3. Las elecciones nos deben llevar a recordar que hay un Dios que gobierna este mundo poniendo y quitando reyes según su voluntad. Que a veces Dios envía malos gobiernos para castigarnos por nuestros pecados. Y para enseñarnos a no poner nuestra mirada en los hombres sino en el Señor Jesucristo, el Dios-hombre. Quien es el único Gobernante que sí reúne todos los requisitos para ser el Rey del universo ya que Él reina según el corazón de Dios. Él es el único que gobierna con firmeza y dulzura a la vez. El único que jamás podrá ser sobornado porque El no necesita de nadie ni de nada. El único que puede satisfacer todas nuestras necesidades por encima de cualquier gobierno benefactor. El único que puede lograr que todas las cosas obren para el bien de su Iglesia. El único que puede estar en todas partes. El único que posee todos los tesoros de la ciencia y del conocimiento de Dios. Y el único que es realmente nuestro Salvador en todo el sentido de la palabra y para el todo de nuestra vida. Quien con su muerte a beneficio nuestro se sentó en la Majestad de los cielos y desde allí gobierna eficazmente para beneficio de su pueblo. ¿Quién es ese? El Señor Jesucristo, el Señor de la Gloria, ante quien todo rey, presidente, gobernador, primer ministro, deben doblar sus rodillas y decid: “Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; Pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían.Salmo 2:12. Amén. 

 

Sermón: Colosenses 3:23-24 Poniendo la Mirada en el Galardón

 

Colosenses 3:23-24 “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.

 

            Para el siglo 18, Inglaterra contaba con dos grandes predicadores y evangelistas. Los nombres de ellos era John Wesley y George Whitefield. Lo interesante del caso es el hecho de que estos dos hombres de Dios eran grandes evangelistas, pero de teologías distintas. John Wesley era arminiano y Whitefield era calvinista. Y ustedes saben que hay disputas entre esas dos vertientes teológicas. Al punto de que a veces uno a otro se cuestionan, en forma de broma, si irán al cielo.

            Resulta que en medio de esas bromas y preguntas que a veces se hacen le preguntan a John Wesley si en los cielos él vería a George Whitefield. A lo cual Wesley le contesta que no lo verá en los cielos. Y le preguntan nuevamente por qué. Y le contesta Wesley: Porque Whitefield estará tan cerca de Dios que me será imposible verle por lo lejos que estará de mí. 

            ¿Qué quiso decir Wesley con esas palabras? ¿Quiso decir que no todos en el cielo estarán en la misma posición? ¿En el reino de los cielos estarán unos más cerca de Dios qué otros? ¿Implica esto que habrá en los cielos diversos grados de gloria? ¿Qué nos enseña la Biblia al respecto?

            Pablo nos enseña lo siguiente en este pasaje:

1. Que habrá recompensa en los cielos

2. Que esta recompensa será distinta en los salvos

3. Que es una recompensa basada en el servicio hecho a Cristo

4. Que debemos poner nuestra mirada en esa recompensa o galardón

            Vemos cada uno de ellos.

I. Que habrá recompensa en los cielos

            Hermanos, no nos cansamos de decir como se dijo en la Reforma Protestante, en acorde con la Palabra de Dios, que la salvación es por gracia. Como dice Efesios 2:8-9 “Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es un don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”.  2 Timoteo 1:9 “quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos”. Nadie llega a los cielos por sus “buenas obras” sean estas hechas en sinceridad o con buenas intenciones. Nadie merecer la salvación, nadie puede comprar la salvación. Es algo que Jesús mereció y compró por medio de su vida de santidad y sacrificio perfecto. Y esa salvación solo la recibimos por medio de la fe en El.

            Pero Pablo nos enseña en este pasaje que, aunque estas palabras se las dice a los esclavos con respecto a su trabajo, enseñan un principio bíblico: “que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia”. Pablo les dice estas palabras para motivarlos a trabajar con dedicación, con honestidad, con ahínco y esfuerzo. Porque, aunque muchas veces los amos no recompensan a sus esclavos, o los patronos no lo hacen con sus empleados, Cristo Jesús recompensará sus trabajos que busquen hacerlo para la gloria de Dios en Cristo Jesús. O como dice Pablo, cuando busquen hacerlo: “como para el Señor y no para los hombres”. Así que la Biblia nos enseña que Dios recompensará a sus fieles siervos por sus fieles servicios.

            Es más, la Biblia habla de que Dios recompensará a todo hombre según sus obras. Busquemos Romanos 2:6-8 “el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia;” A los justos, a los creyentes, quienes demuestran su fe en perseverar haciendo bien, recibirán dice Pablo: vida eterna, gloria e inmortalidad. A los injustos, a los no creyentes, quienes demuestran su falta de fe al no obedecer la verdad, son contenciosos y obedecen la injusticia, recibirán dice Pablo: ira y enojo. ¿Qué significa? El opuesto de la vida eterna, el castigo eterno. Dios dará a cada uno conforme a sus obras. Sus obras revelan lo que son.

            Si te diste cuenta, la recompensa no es otra cosa que la vida eterna para los creyentes y el castigo eterno para los no creyentes. Y si nos enfocamos en los creyentes, tenemos que decir que la recompensa no es otra cosa que la vida eterna, una herencia gloriosa y eterna. En Romanos 2, Pablo dice que Dios “pagará… vida eterna”. Y en el pasaje de Colosenses 3:23-24, Pablo nos habla de que “recibiréis la recompensa de la herencia”. Es decir, la recompensa que consiste en la herencia.

            2 Corintios 5:10 “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.”

            Mateo 16:27 “Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”.

            Podríamos seguir citando pasaje tras pasaje, pero estos son suficientes para demostrar que habrá recompensa en los cielos. Pero la Biblia nos enseña algo más. Nos enseña…

II. Que esta recompensa será distinta en los salvos

            La Biblia nos enseña que habrá grados de gloria para los santos. La recompensa será igual en un sentido y no será igual en otro sentido. Será igual en el sentido que todos los santos o creyentes, recibirán la vida eterna. No es que unos recibirán vida eterna y otros no. Todos los creyentes recibirán vida eterna. Pero la recibirán en diversos grados.

            Habrá gradaciones en la recompensa de gloria. No todos los santos en gloria serán igual. Ni todos ocuparán el mismo lugar. Unos tendrán más gloria que otros. Me explico con varios ejemplos. Los ejemplos no siempre son perfectos, pero nos dan una idea de lo que queremos decir. “Todos irán en el mismo vuelo, pero algunos en primera clase y otros no. Todos comerán una comida exquisita que sacie plenamente su hambre: un buen biftec encebollado, con arroz blanco y habichuelas rosadas, con amarillitos por el lado; pero otros un filete de mingón, con papas gratinadas y un buen vino o piña colada. Ambas comidas sacian, pero una es más deleitosa que la otra.” O si prefieren la ilustración de Jonathan Edwards: “se lanzan al mar varios vasos y todos salen llenos, pero los vasos más grandes salen con más agua”.

            Eso es lo que Pablo nos enseña en 1 Corintios 15:41-42 “Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en gloria. Así también es la resurrección de los muertos.” Así como la brillantez o la gloria de la luna es menor que la brillantez o gloria del sol, y la brillantez o gloria de las estrellas es diferente de otra en gloria, de igual manera lo es en la resurrección de los muertos. Y aunque el cuerpo celestial será más glorioso que el cuerpo terrenal, aun así, habrá diferentes grados de gloria en ellos como lo es entre los cuerpos celestes. Esa es la idea.

            Daniel 12:2-3 “Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua. Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad.”  Aquí nos enseña Daniel que la resurrección será una general: de justos e injustos en un mismo suceso. Y hablando de los justos nos dice que los entendidos, los creyentes resplandecerán como el resplandor del firmamento. La resurrección de todo creyente será gloriosa. Pero más gloria recibirán los que enseñan la justicia a la multitud, los que evangelizan y son maestros, su resurrección será con las estrellas a perpetua eternidad.

            Esta misma enseñanza la podemos ver en la parábola de las diez minas en Lucas 19:11-27. A sus siervos les estrega una mina, una cantidad de dinero, equivalente a varios meses de trabajo. Cada uno recibe lo mismo. Pero al que con una mina produjo diez minas, el Señor lo recompensa con autoridad para diez ciudades, y el que con la mina ganó cinco, le dio autoridad sobre cinco ciudades. Indicando variedad en la recompensa que cada uno recibirá cuando Jesús venga a pedirnos cuenta de nuestra mayordomía. 

            Entonces podemos hablar que habrá grados de gloria en los cielos. Todos recibirán la corona de gloria, pero no todas tendrán el mismo brillo.

            Pero la Biblia nos enseña algo adicional.

III. Que es una recompensa basada en el servicio hecho a Cristo

            Es justo que así sea. Es justo que haya grados de gloria en los cielos. ¿Por qué? Porque Dios ha prometido dar mayor recompensa a los que trabajan más por el reino que los que trabajan menos.

            No todos trabajan de la misma manera. No todos se esfuerzan de la misma manera. Y Dios ha prometido recompensar con mayor gloria a los que se fajan más.

            Y esta recompensa está basada en el servicio que los santos hayan hecho a Cristo. Fíjate como Pablo les dice a los esclavos en Colosenses 3:23-24. Les dice: fájense en trabajar para sus amos. Pero háganlo correctamente. ¿Cómo? “Hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres”.  Hazlo con sinceridad, no a regañadientes, sino sinceramente, dócilmente, diligentemente. Como si todo lo que haces lo estás haciendo al Señor mismo. En otras palabras, lo que nos debe mover a dar el máximo en todo lo que hacemos es honrar, adorar y servir a Cristo Jesús. Nuestras buenas obras deben ser hechas con diligencia, con esfuerzo, con entrega, con pasión. Como si le estuvieras sirviendo a Cristo. Cuando barres la iglesia, es la casa de Cristo la que estás barriendo. ¿Con cuánta dedicación lo vas a hacer? Pablo llama a la iglesia en 1 Timoteo 3:15, la casa del Dios viviente.  

            Mateo 10:42 “Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.” Cuando nos esforzamos en servir a nuestros hermanos por el hecho de que son discípulos de Cristo recibirá su recompensa. Es interesante que Jesús dice “no perderá su recompensa”. ¿Sabes por qué? Porque a veces cuando damos algo nuestro creemos que lo hemos perdido. Jesús nos dice: esto no es así: “no perderá su recompensa”. Está asegurada.

            Algo importante que señalar. La recompensa nos dice Pablo nos la dará Jesús mismo. Colosenses 3:24 “del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.” Esa recompensa no es algo que nosotros merecemos. Nuestras buenas obras no son perfectas, están manchadas por nuestro pecado. Y aún si no estuvieran manchadas por el pecado, hablando hipotéticamente, solo hicimos nuestro deber. “Siervos inútiles somos”.  Pero, aunque no son perfectas, como Dios ha aceptado nuestras vidas por la mediación de Cristo, El acepta la sinceridad de nuestras buenas obras, aunque sean débiles y frágiles. Y promete recompensarlas en Cristo y por medio de Cristo.

            Con qué propósito Dios hace esto. Dios lo hace con el propósito de motivarnos a servir y trabajar en la viña del Señor con afán santo para lo gloria del Señor. Por eso Dios nos llama a…

IV. Que debemos poner nuestra mirada en esa recompensa o galardón

            Una manera que Dios nos motiva a trabajar afanosamente por el Señor, por su reino, haciendo bien a todos, buscando ser instrumentos para ganar almas para Cristo lo es poniendo nuestra mirada en el galardón. Así los hizo Moisés. En Hebreos 11:24-26 “Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón.”

            Ahora bien, ¿cómo yo hago esto? No pensando de esta manera. “Ah, yo voy a hacer esto y esto porque si lo hago Dios me recompensará con tanto”. O como hacen en algunas iglesias: yo voy a dar diez dólares porque espero que Dios me dé cien”. Esa no es la idea correcta ni bíblica.

            La forma correcta es entender que Dios ha prometido recompensar nuestras buenas obras, nuestro trabajo en el Señor. Y creer que Dios cumplirá su Palabra fielmente. Que mi trabajo por el Señor no es en vano. Que mis sufrimientos por ser fiel, mi trabajo en la casa del Señor, mi esfuerzo en enseñar y en evangelizar serán coronados con gloria por medio de Cristo. Que no hay trabajo pequeño o grande que no recibirá recompensa. Y que de Jesús debo buscar su poder y su gracia para poder server en su reino. Y que Dios ha revelado a mayor trabajo mayor recompensa. Por eso dice Pablo en 2 Corintios 9:6 “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará.”  Dios nos ha dado el privilegio de celebrar 11 años como iglesia. Y esto no ha sido fácil. Ha sido el fruto de su gracia por medio del trabajo de ustedes. Pero todavía hay trabajo que hacer. Todavía hay mucho que crecer y madurar. Todavía hay almas que salvar. Todavía hay mucho, mucho que hacer. Hay mucho pero mucho trabajo. ¿Cómo vas a sembrar para los próximos 11 años? ¿Para quién vas a trabajar en los próximos años? ¿Vas a sembrar escasamente o vas a sembrar generosamente? Mientras más sembramos, mientras más celosamente trabajamos, más gloria recibe Jesús quien nos salvó para que seamos un pueblo celoso de buenas obras. 

            Quiera Dios que cada de uno de nosotros pongamos nuestra mirada en el galardón y que la verdad de a mayor trabajo mayor recompensa nos motive e impulse bajo la gracia de Dios a servir en la viña del Señor con celo y devoción para la gloria de Dios.

 

Sermón: 2 Timoteo 3:16-17 La Biblia, la única regla de fe y conducta, Parte 2

2 Timoteo 3:16-17 “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.”

 

            El domingo pasado predicamos que la regla que Dios nos ha dado lo es su Santa Palabra. Ella es la regla que Dios nos ha dado para dirigirnos sobre cómo podemos glorificarle y disfrutar de El para siempre. Señalamos que la Palabra de Dios contenida en las Escrituras del AT y NT es la Palabra de Dios y por tanto tienen su origen en Dios. Dios es en última instancia el autor de las Escrituras. Las Escrituras son inspiradas por Dios. Mencionamos que Dios se ha revelado y que fue Dios quien puso sus propias palabras en la boca de sus profetas. También que ordenó que sus palabras fuesen dejadas por escrito. Dios ordenó que se escribiesen sus palabras siendo El el primero en hacerlo al El mismo escribir los 10 mandamientos.

            Por tanto, la Biblia por ser la Palabra de Dios, la misma Voz de Dios es nuestra única regla de lo que debemos creer: nuestra teología y de cómo debemos vivir. La Palabra de Dios va por encima de la opinión popular, la opinión de los sicólogos, sobre mi propia opinión, etc. Va por encima de todo y prevalece sobre todo lo que es contrario a la Biblia.

            Hoy vamos a continuar nuestro estudio de la segunda pregunta del catecismo Menor de Westminster y el pasaje que tenemos como base. La segunda pregunta y respuesta del catecismo Menor es: ¿Qué regla ha dado Dios para enseñarnos cómo hemos de glorificarle y gozar de El? La Palabra de Dios contenida en las Escrituras del Antiguo y Nuevo testamento es la única regla que Dios ha dado para enseñarnos cómo hemos de gloricarle y gozar de El.

            Pablo, luego de señalarle a Timoteo, el recipiente de esta carta, que Toda la Escritura es inspirada por Dios, le dice a él y a nosotros que ella es útil. Útil para qué: para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia. Con miras a qué: a fin de que el hombre de Dios [es decir, en primer lugar, el ministro] sea perfecto [completo], enteramente preparado para toda buena obra.

            Fíjate bien lo que Pablo nos dice: las Escrituras por el hecho de que son inspiradas por Dios son útiles. Su utilidad se basa en el hecho de que han sido dadas por inspiración. Es porque son inspiradas que son útiles. ¿Qué quiere decir el apóstol con que ella es útil? La palabra útil en el griego significa: útil, beneficiosa y ventajosa. Es decir, sirve para el propósito para el cual ha sido dada. Lo primero que nos dice Pablo es que la Escritura es útil para enseñar. Tú Timoteo el cual eres un pastor joven tienes que utilizar las escrituras del AT y NT para enseñar en la iglesia. Vas a usar las Escrituras porque, por ser inspiradas, ellas son útiles para enseñar. Solamente las Escrituras vas a utilizar para enseñar en la iglesia. Y por tanto sólo las Escrituras es lo que debemos usar para aprender la mente de Dios. ¿Qué instrumento vas a utilizar para enseñar en la iglesia? Sólo la Palabra de Dios. Lo que ha sido dado por escrito como Palabra de Dios porque sólo ellas son inspiradas por Dios mismo.

            De esto hermanos podemos ver que las Escrituras son necesarias. Son necesarias, no para Dios, quien es omnipotente y no hay nada difícil para El. Son necesarias para nosotros, su pueblo. Pero, ¿Por qué son necesarias? Por varias razones:

1. Por causa de la debilidad de la mente humana. Somos prestos a olvidar las cosas. Nuestra mente no tiene la capacidad de retener, en la conciencia, toda la información que viene a nuestras mentes.

2. Por causa del pecado que todavía hay en nuestros corazones. Somos prestos a tergiversar lo que se nos dice. Que Dios dijo eso, Ja, no lo creo. Estás seguro. No será que lo malentendiste.

3. Por la malicia de Satanás. Satanás y sus secuaces odian la verdad. Procuran oponerse a la misma en todo momento. El se viste como ángel de luz para confundirnos. De aquí que el tener la Palabra de Dios por escrito nos da una mayor seguridad para estudiar la mente de Dios.

4. Para el mayor consuelo de la iglesia. Al tener la Palabra de Dios al alcance de su mano Dios hace que su Palabra more más claramente entre nosotros. Allí podemos consultar la mente de Dios una y otra vez y otra vez. Y deleitarnos una y otra vez en sus promesas, y buscar guía para nuestras vidas en todo momento.

            Por tanto, Timoteo, las Escrituras son necesarias para que puedas cumplir fielmente tu vocación como pastor. ¿Qué vas a enseñar? Únicamente la Palabra de Dios. Es por eso que las Escrituras del AT y NT son la única regla de fe y conducta. Timoteo vas a utilizar únicamente la Biblia para enseñar en la iglesia. Ella es tu única regla de fe.

            De esto podemos señalar el porqué las iglesias protestantes rechazamos los libros apócrifos o deuterocanónicos de la iglesia católica. ¿Por qué no los utilizamos en la iglesia? Porque no son inspirados por Dios y por tanto no son útiles para establecer la verdad. Son útiles como lo son cualquier libro de historia que utilizamos. Tienen valor histórico. Pero no tiene utilizad en la iglesia para ser nuestra regla de fe y conducta por no ser inspirados.  Pero, ¿Cómo sabemos esto? La iglesia protestante y la iglesia judía rechazan los libros deuterocanónicos de la iglesia católica por no ser de inspiración divina por lo siguiente:

1. Aparecieron cuando se reconoce que no había voz profética entre el pueblo de Dios. Entre Malaquías y Juan el Bautista hubo un período de silencio profético. Dios no levantó ningún profeta entre el pueblo de Dios. Por tanto, esos libros no gozan del sello de la inspiración.

2. El pueblo judío a quienes Dios les llamó a ser protectores de las Escrituras del AT no los reconocen como Palabra de Dios. El AT que usan los judíos es el mismo que nosotros usamos.

3. Dios reveló su palabra en el AT en la lengua hebrea y estos libros deuterocanónicos fueron escritos en griego.

4. La iglesia católica los reconoció oficialmente como inspirados en el siglo 16 en la controversia contra los protestantes. Entre otros argumentos.

            La Biblia es la única regla de fe y conducta. Pero, ¿Qué significa que la Biblia es la única regla de fe y conducta? Significa que sólo lo que se enseña la Biblia y podemos probar que lo enseña la Biblia es lo que debemos creer y obedecer. ¿Tú crees que Cristo es Dios? Sí. ¿Y por qué? Porque así lo enseña la Biblia y ella es mi única regla de fe. ¿Tú crees que solamente la sangre derramada de Jesucristo te puede salvar? Sí. ¿Por qué? Por que así lo enseña la Biblia. ¿Tú crees que todos los seres humanos en este mundo son pecadores y merecen el infierno? Sí, porque la Biblia lo enseña así. ¿Y crees que el único Salvador y Redentor de la humanidad lo es únicamente Jesucristo? Lo creo con todas las fuerzas de mi corazón porque Dios, quien no miente, así lo enseña en las Escrituras. ¿Y crees que podemos ser salvos por nuestras buenas obras, nuestras buenas acciones? Claro que no. La Biblia no enseña eso. Si deseas que crea en algo pruébamelo por las sagradas Escrituras.

            De esto se desprende hermanos que, si la Biblia es la única regla de fe, tenemos que concluir qué no hay más revelaciones. Dios se ha revelado y nos ha dejado en la Biblia todo lo que necesitamos saber para la gloria de Dios, para nuestra salvación, nuestra vida y nuestra fe. No hay más profetas, no hay más apóstoles, no hay más revelaciones. La revelación especial ha cesado.

            Para nuestra tristeza muchos grupos cristianos creen que todavía hay revelaciones nuevas. Creen que todavía Dios habla por nuevos profetas, por sueños, es decir, por nuevas revelaciones que no están contenidas en las Escrituras del AT y NT. Para tristeza nuestra tenemos que decir que eso no es correcto. Hermanos lo decimos con respeto de sus personas. No estamos diciendo que no son cristianos. Sólo Dios conoce los suyos. Solamente decimos que esa posición que dice que todavía hay nuevas revelaciones no es bíblica. ¿Por qué nosotros no hablamos en lenguas ni decimos que hay profetas y que Dios me lo reveló? Por que la Biblia nos enseña que sólo las Escrituras del AT y NT son inspiradas por Dios y útiles, y por tanto los medios por lo cuales Dios reveló su voluntad han cesado. Yo espero que todos me hagan la pregunta que espero. ¿Puedes probar por la Biblia que lo que dices es bíblico? Claro que sí. Veamos.

1. Hebreos 1:1-2Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo.” El escritor de Hebreos distingue la manera en cómo Dios se reveló a su pueblo en el AT. En el AT Dios se reveló, es decir, habló muchas veces. No habló una sola vez sino que habló muchas veces a su pueblo.  Pero también habló de muchas maneras: a través de profetas, sueños, visiones, las piedras del Urim y Tumim; a quiénes, a los padres [iglesia] por los profetas. Pero, mira el contraste, en estos postreros días [los días del NT] Dios nos ha hablado por su Hijo. Ya Dios no nos iba a hablar muchas veces ni de muchas maneras. En los días del NT Dios nos ha hablado por su Hijo. El tiempo del verbo “nos ha hablado” es importante. Se encuentra en tiempo aoristo. Y esto denota que la acción se ha alcanzado. La revelación ha llegado a un punto histórico. Se ha logrado lo que Dios se proponía. ¿Qué era? Darnos una revelación final y definitiva por medio de Jesús. Es decir, Cristo Jesús es la revelación final de Dios. Para eso él vino, para revelar a Dios y darnos a conocer su voluntad. Esa era la esperanza del pueblo, que cuando el Mesías viniera él nos enseñaría todas las cosas. Juan 4:25 “Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas.” V.26: “Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.” Es decir, Yo soy el Cristo y vine a declarar todas las cosas, toda la revelación de Dios, todo el mensaje de salvación. Jesús es la revelación final de Dios.

2. Juan 17:4, 8 “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. V.8 porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.” Juan 15:15bYa no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.”

3. Apocalipsis 22:18 “Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro.” El Apocalipsis es tanto Palabra de Dios como los evangelios y las cartas de Pablo. Por tanto, la prohibición de añadir a las palabras de este último libro de la Biblia nos enseña que la revelación de Dios ha cesado.

            Cuando buscamos palabra de Dios fuera de la Biblia negamos que la Biblia sea nuestra única regla de fe y conducta. Proclamamos que ella no es suficiente, que no es completa, que no es suficiente para dirigir nuestras vidas. Pero tal no es el mensaje de Pablo en este pasaje. Pablo le dice a Timoteo que la Escritura es suficiente para prepararte, para equiparte para toda buena obra, no para algunas cosas, sino para toda buena obra. Para buscar una esposa, la Biblia es nuestra única guía: que sea creyente, que busque resolver los problemas bíblicamente, que siga el orden bíblico, etc. Para dirigirnos a buscar un trabajo, la Biblia es nuestra guía: que sea lícito, que sea un medio para proveer para los míos, que no afecte la asistencia a la iglesia, etc. Pero cuando buscamos “profetas” que nos digan con quien me debo casar buscamos un conocimiento de Dios fuera de la Biblia y ese “conocimiento” se convierte en nuestra regla de fe y conducta. Y por tanto rechazamos la Biblia como nuestra única regla. Pablo nos dice que toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para capacitarnos para toda buena obra. Ella es completa no le falta nada.

            Esto implica en último lugar que la Biblia es perspicua, es decir, ella es clara.  Si Dios ha revelado su palabra El desea que la entendamos. Por tanto, si ella es nuestra guía es porque puede ser entendida, ella es clara, ella es perspicua. Aclaro, ella es clara en todo lo que debemos creer y obedecer para nuestra salvación. Todos los que se dediquen a leer con seriedad la Biblia sabrán lo que es necesario creer y obedecer para la salvación. Hay cosas difíciles en la Biblia, no lo negamos, pero lo que es necesario saber para la salvación es dado con claridad en las Santas Escrituras. La Biblia no es un libro oscuro, es un libro claro. Salmo 109:105, 130 “Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino. V.130 La exposición de tus palabras alumbra; Hace entender a los simples.”

            Ella es útil para enseñar y para reargüir, significa reprender. Ella reprende nuestro pecado. Nos muestra en qué cosas no andamos bien. Debemos utilizar la Biblia como nuestro espejo a través del cual veamos si estamos bien vestidos de las cosas de Dios.

            Ella es útil para corregir, o mejorar. No solamente la Biblia nos dice en que estamos mal, sino que también nos enseña que debemos hacer para mejorar. Nos señala lo negativo y nos muestra lo positivo.

            Ella es útil para entrenar o disciplinar en la justicia. Ella no solo nos muestra el camino correcto para servir a Dios sino también para servir a los hombres. La Palabra de Dios es una guía completa. Te capacita para toda buena obra. Ella es la regla del buen vivir.

 

Aplicaciones:

1. Ya que la Biblia es nuestra única regla de fe y conducta es tu deber obedecer la misma. Es Dios quien habla a través de la Biblia y desobedecer sus mandamientos es desobedecer a Dios. Yo he escuchado a personas que dicen no importa lo que dice la Biblia yo no voy a hacer eso. Que la Biblia dice que no debes mentir. Pues no, hay que mentir a veces. Que el domingo es el día del Señor el día en que debe estar en la iglesia y no faltar. Pues no, hay que faltar. Que el hombre es la cabeza de la esposa, Ja, eso era en los tiempos del pasado, papito estamos en el siglo 21. Pero, el mandato es para todos los tiempos. Los tiempos cambian, pero no su Palabra.

            Cuando pensamos así rechazamos, no la voz mía, sino la voz misma de Dios. Nos hacemos nosotros mismos la regla de fe y obediencia en nuestras vidas. Nos hacemos nuestros propios señores. Nos hacemos nuestros propios amos. Entonces hacemos lo que Dios nos prohíbe que hagamos quietarles a las Palabras de Dios. Deuteronomio 4:2 “No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordene.” Cuando no obedecemos le quitamos a la Palabra de Dios.

2. Aunque la Biblia es perspicua, clara, hay cosas difíciles de entender. Es por eso que Dios instituyó el oficio de ministro en la iglesia. Los pastores han sido llamados por Cristo mismo para ser los maestros oficiales de la iglesia. Ellos reciben el entrenamiento para capacitarles a ser intérpretes de las Escrituras. Es por eso hermanos que debemos asistir a la iglesia sin fallar. Es aquí donde recibirás el pan que alimentará tu vida. Es por eso que debes orar por los maestros de la iglesia para que Dios les ayude a entender correctamente la Biblia y así puedan enseñarla fielmente.

3. No olvidemos que el último intérprete de la Biblia lo es la Biblia misma. Si no entendemos algo debemos comparar un pasaje oscuro con un pasaje claro. La Biblia se interpreta así misma.

4. La Biblia es el Juez Supremo. Toda doctrina, toda enseñanza debe ser examinada a la luz de las Escrituras. Cuando no hacemos esto le añadimos a la Palabra de Dios. Dios nos prohíbe esto. No aceptes ninguna persona como maestro que no procure probar por las Escrituras su enseñanza. Pero para ello debes tú conocer la Biblia para poder examinar. Estudia la Biblia diariamente. No seas como aquellos que proclaman ser cristianos y no la leen. Sé un fiel estudiante de Cristo porque para eso somos sus discípulos para ser enseñados por El. 

Sermón: 2 Timoteo 3:16-17 La Biblia, nuestra única regla de fe y conducta

2 Timoteo 3:16-17 “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.”

 

            Dios nos ha creado con un propósito. Y ese propósito es que le glorifiquemos. El merece que toda criatura le alabe. ¿Por qué? Porque Él es digno en Sí mismo. Él es perfecto en todo Su ser y perfecciones. Él nos ha creado y no nosotros a nosotros mismo. Él es el centro de todo. Porque Él es Dios. Y no solo eso. Él nos ha salvado de la condenación eterna. Por eso las Escrituras nos enseñan que todo lo que hacemos, aún las cosas que nos parecen triviales y cotidianas debemos hacerlo de tal manera que Dios sea exaltado. Como pregunta nuestro Catecismo Menor de Fe de Westminster en la pregunta y respuesta número 1 ¿Cuál es el fin principal del hombre? El fin principal del hombre es el de glorificar a Dios y gozar de El para siempre. Y la base bíblica es 1 Corintios 10:31 “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios”.

            Pero, se levanta una pregunta: cómo yo hago esto. ¿Qué guía hay que me pueda enseñar cómo glorificar a Dios y disfrutar de El para siempre? ¿Es esto algo que yo lo hago según mi parecer, según mis buenas intenciones, según yo considere que es bueno? Y la respuesta es que Dios nos ha dado una guía sobre cómo hacerlo. Pero antes de seguir exponiendo sobre este tema veamos cómo el Catecismo Menor de Fe de Westminster en su pregunta y respuesta número dos nos instruyen en esto. P. 2.  ¿Qué regla ha dado Dios para enseñarnos cómo hemos de glorificarle y gozar de él?  R.  La Palabra de Dios que se contiene en las Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento, es la única regla que ha dado Dios para enseñarnos cómo hemos de glorificarle y gozar de él.

            Obviamente aquí hay mucha tela que cortar. Así que hoy nos vamos a limitar a considerar la primera parte de la contestación de esta pregunta. Que dice así, ¿Qué regla nos ha dado Dios para enseñarnos cómo hemos de glorificarle y gozar de Él? ¿Cuál es la respuesta? La Palabra de Dios y punto. Hay una sola regla para enseñarnos, para dirigirnos sobre cómo hemos de glorificar a Dios. ¿Cuál es ese regla? Su Palabra y nada más. Y esa Palabra es nuestra única regla de fe y conducta. Y para exponer este tema vamos a contestar tres preguntas: ¿Qué es la Palabra de Dios?, ¿Qué significa que la Palabra de Dios es la única regla?, ¿Qué implicaciones tiene esto para mi vida? Veamos cada una de ellas.

I. ¿Qué es la Palabra de Dios?

            La Palabra de Dios es la revelación de su voluntad. Hermanos, Dios se ha revelado. Dios se ha dado a conocer. Lo ha hecho en las obras de creación y de providencia. En primer lugar, Dios se ha revelado por medio de la revelación natural. El Salmo 19:1 “Los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia las obras de sus manos”. Si te das cuenta, el salmista nos dice que la creación no es muda. Ella habla. Bueno, no habla por sí misma, sino que como es la obra de Dios, la obra de sus dedos, como dice el Salmo 8, inevitablemente revela las marcas de su Creador. Así como cuando hacemos una obra, ésta revela nuestras características y habilidades, de igual manera, la creación revela a su Hacedor. ¿Qué revela?  Romanos 1:20 nos dice lo que revela: Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. La creación revela que Dios existe. Revela su eternidad, su poder omnipotente. Revela su deidad. Revela que es un Ser que tiene raciocinio y voluntad. Y revela que Él es la fuente de toda clase de vida que existe: sea material o espiritual. Por tanto, nadie tiene excusa de decir yo no sé si Dios existe o no. ¿Por qué? Porque Dios se ha revelado por medio de todo lo creado de tal manera que somos confrontados todos los días con la revelación de Dios. Cada vez que abrimos nuestros ojos vemos la creación y ésta nos revela que Dios es. Por tanto, no tienen excusas si no le adoran ni le sirven.

            En segundo lugar, Dios también se ha revelado por medio de una revelación especial. Se ha revelado proposicionalmente, es decir, en lenguaje y con un mensaje que es entendible por la mente humana. En Hebreos 1:1-2 “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo. Dios ha hablo muchas veces y de muchas maneras. Muchas veces significa que lo ha hecho más de una vez. Y de muchas maneras: por medio de sueños, en voz audible, por medio de profetas y por medio de escritos. Dios escribió los diez mandamientos con su “propia” mano. Como dice Deuteronomio 9:10 “y me dio Jehová las dos tablas de piedra escritas con el dedo de Dios. Fue Dios mismo quien inició el dejar por escrito Sus Palabras. Unas frases constantes en el AT que expresa la idea de revelación son: “Así dice el Señor”, “La Palabra del Señor vino a mí”, etc. Un ejemplo entre cientos lo es Éxodos 9:1 “Entonces Jehová dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón, y dile: Jehová, el Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. Y Génesis 15:1 “Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. Dios se ha revelado proposicionalmente, en un mensaje entendible.

            En tercer lugar, Dios también se ha revelado personalmente en la Persona del Señor Jesucristo. De tal manera que Jesús podía decir, como le dijo a Felipe en Juan 14:9 “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. Y es Jesús quien es según Colosenses 1:15 “Él es la imagen del Dios invisible”. Y Juan 1:18 “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer. La frase “le ha dado a conocer” es una sola palabra en griego: “ἐξηγήσατο”, de donde proviene la palabra exégesis que significa explicación, interpretación. En otras palabras, es Jesús quien nos explica e interpreta quién y cómo es Dios. Nuestra doctrina de Dios depende de lo que Jesús ha revelado acerca de Dios y no lo que nosotros podamos creer o imaginarnos qué y quién es Dios.

            Entonces, a la luz de todo lo anterior podemos decir que la Palabra de Dios es la Voz misma de Dios. Y esto es importante. Repito: la Palabra de Dios es la Voz misma de Dios. La única diferencia es que la Biblia es la Palabra escrita de Dios. Su voz, Su revelación, Sus palabras han sido dejadas por escrito. Sea escrito o sea audible es la misma Palabra. De tal manera es la igualdad que hay entre la Palabra de Dios y la Escritura que la Biblia nos enseña que lo que la Biblia dice es lo que Dios dice. Por ejemplo: Romanos 9:17 “Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra.” “Porque la Escritura dice”. Pero esas palabras a Faraón fueron dichas por Dios mismo por medio de Su profeta Moisés. Otro ejemplo en Gálatas 3:8 “Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones”. Pero quien le dice esas palabras a Abraham fue Dios mismo. ¿Por qué esa identificación? Porque las Escrituras, la Biblia es la Palabra de Dios. Lo que la Biblia dice Dios lo dice. ¿Qué es la Palabra de Dios? Es la revelación de su mente y voluntad para nosotros. Es la Voz de Dios es lenguaje humano, pero es la Voz de Dios y no deja de ser la Voz de Dios porque Dios busque comunicarse en lenguaje humano su voluntad.

II. ¿Qué significa que la Palabra de Dios es la única regla de fe y conducta?

            Significa que como la Biblia es la misma Voz de Dios es ella exclusivamente la que debe determinar nuestra teología y nuestra forma de vivir.

            En primer lugar, nuestra teología. Hermanos, todo lo que necesitamos conocer y creer para conocer a Dios se encuentra solamente en la Biblia. Esta es la enseñan misma de los autores de la Biblia. Dios le dijo esto mismo a Moisés en Deuteronomio 4:2 “No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordeno. Nuestra guía es exclusivamente lo que Dios reveló sin necesidad de añadirle nada más. Los profetas dijeron lo mismo. Isaías 8:20 “A la ley y al testimonio, sino hablaren conforme a esto es porque no les ha amanecido”. Toda doctrina tiene que estar basado exclusivamente en lo que Dios ya ha revelado. Si no, no hay luz en nuestras mentes, no hay sabiduría.

            Esto no solo fue la fe de todos los autores de la Biblia sino también de Jesús mismo. Constantemente vemos a Jesús citando solo la Biblia como la base del por qué Jesús hace lo que hace y cree lo que cree. Sus frases constantes fueron: “Porque está escrito”, “Qué dicen las Escrituras”. Su fe descansaba exclusivamente en lo que Dios había revelado.

            Por eso Pablo podía decir que la iglesia se fundamenta exclusivamente en lo que Dios ha revelado en las Escrituras. Efesios 2:20 “edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo”. El fundamento teológico y doctrinal de la iglesia descansa en las Escrituras de los apóstoles y los profetas.

            Esto significa que es Dios quien se define a Sí mismo. Que es Dios quien define el todo de nuestra vida. Nuestra fe es verdadera solo cuando se conforma a lo que Dios ha revelado. Dios entonces nos define quién es El; lo que es la Verdad; nos define lo que es la vida, cuando ésta comienza y cuándo esta termina. Nos define qué es el matrimonio; cómo debemos criar a nuestros hijos; cómo debe ser organizada nuestras familias con el hombre como cabeza del hogar, etc.

            En segundo lugar, nuestra forma de vivir. O hermanos, cuán importante es esto. Nosotros no nos mandamos a nosotros mismos. Estamos bajo autoridad, la autoridad de Dios daba en la Biblia. Y Dios nos enseña que nuestra manera de pensar y vivir se tiene que extraer exclusivamente de la Palabra de Dios. Nuestros pensamientos deben seguir los pensamientos de Dios. Y te pregunto: ¿regulas tu vida por la Palabra de Dios? ¿Es la Palabra de Dios la que guía tu forma de ser? ¿Puedes decir que tu posición sobre la eutanasia es la posición bíblica? ¿Y qué del uso recreacional de la marihuana, y qué del homosexualismo, y qué del aborto, y qué de la convivencia, y qué de las relaciones sexuales antes del matrimonio o fuera del matrimonio, y qué de la pornografía, qué de los chismes, etc.? Hermanos a veces pienso que la Iglesia de Cristo actúa igualmente que los judíos antes del cautiverio. Pensando que como somos el pueblo de Dios no importa cómo vivamos Dios está con nosotros y nada malo nos pasará. Por eso perseguían a los profetas que les decían así no deben vivir. Dios nos va a castigar por vivir así. Pero no le hicieron caso y sufrieron por eso.

III. ¿Qué implicaciones tiene esto para mi vida?

            Si la Biblia es la revelación de la voluntad de Dios entonces ella es especial. Ella no es cualquier libro. Ella es el libro de los libros. Su contenido no es cualquier cosa: es la revelación de la mente de Dios. Y como ella es la Palabra de Dios ella nos enseña la Verdad. Y no solo la Verdad, sino que la Verdad de Dios tiene que ser por necesidad por encima de todo lo que existe. Todo lo que el hombre venda como verdad que contradiga la Verdad de Dios dada en la Biblia es falsedad. ¿Por qué? Porque nadie sabe más que Dios, o Dios no es Dios. Hermanos, esto es todo o nada.

            ¿Qué implicaciones tiene esto para mi vida? Tiene varias implicaciones. Si la Biblia es la Palabra de Dios entonces, en primer lugar, va por encima de la opinión pública. La Palabra de Dios va por encima de la opinión pública. Hermanos, la Verdad no se determina por voto popular. La Verdad no se determina por el voto del 50% más 1. Eso puede ser una decisión democrática, pero eso no establece que eso es la Verdad si contradice la Biblia. A veces tendemos a pensar que como todo el mundo cree esto, es mi deber creer lo mismo. Eso no es así. Pensar así no es correcto. ¿Por qué? Porque si lo que la opinión pública dice que es la “verdad” y esa “verdad” contradice la Verdad de Dios, entonces la opinión del mundo es mentira. Y no debemos seguir la mentira, no solo porque moralmente no es correcto, sino racionalmente tampoco es bueno. Por ejemplo, quién creó este universo: Dios. Por tanto, Él sabe cómo este universo funciona mejor que todos los ingenieros de la Nasa juntos y revueltos. Quién creó el cuerpo humano: Dios. Por tanto, Él sabe mejor que nadie cómo funciona. Quién instituyó el matrimonio, el trabajo, las relaciones paterno-filiales, etc., Dios. Por tanto, es El quien determina cómo estas deben funcionar y trabajar armoniosamente.

            En segundo lugar, la Palabra de Dios va por encima de la sicología. Hoy día se habla de la sicología como si fuera la última coca-cola del desierto. Si lo sicólogos dicen que esto es normal tiene que ser aceptado como normal. Si los sicólogos dicen que la disciplina corporal es mala, entonces la gente tiene que aceptar que es mala. Si los sicólogos dicen que tiene que haber una absoluta igualdad entre los hombres y las mujeres así debe ser. ¿Pero quién conoce la mente humana más que Dios? ¿Quién estableció las relaciones interpersonales sino Dios?

            En tercer lugar, la Palabra de Dios va por encima de mis opiniones. Cada uno de nosotros tenemos nuestras opiniones sobre las cosas. Pero si la Palabra de Dios es la Voz de Dios y Dios es Dios entonces nuestras opiniones tienen que ceder a la Verdad de Dios. No a la opinión de Dios porque Dios no tiene opiniones. Dios habla la Verdad. Y Su Verdad va por encima de nuestras opiniones. A muchos puede que no le guste que en esta iglesia se diga que el marido es la cabeza de la esposa, y que ella es llamada a someterse a su marido, pero esa es la enseñanza bíblica. A algunos puede que no le guste que aquí se diga que la convivencia no es un matrimonio y los que así viven pecan contra Dios, pero eso lo que Dios enseña en su Palabra. A otros puede que les moleste que aquí digamos que el homosexualismo es una práctica pecaminosa y ningún homosexual mientras lo sea va a heredar el reino de los cielos, pero así lo enseña la Biblia clara y explícitamente. Nuestro deber como iglesia no es inventar doctrinas a nuestra conveniencia. Nuestro deber es ministerial y declarativo, es declarar lo que Dios dice que es la Verdad y punto. Si añadimos a la Biblia seremos condenados, de igual manera si le quitamos y si la tergiversamos. ¿Por qué? Porque al así hacerlo tiramos por tierra la Verdad de Dios, Su autoridad sobre nosotros y mentimos en nuestras funciones ministeriales.   

            En cuarto lugar, la Palabra de Dios va por encima de cualquier revelación nueva. Hermanos, la Biblia es la Palabra de Dios. Y ella es su revelación final. Es una revelación completa. Y si completa no le falta nada. Ya Dios ha finalizado su época de revelación. Toda la revelación que Dios ha querido que la Iglesia tenga para saber cómo glorificarle y gozar de Él está completa en la Biblia. Y si completa, entonces no debemos esperar nuevas revelaciones de parte de Dios. Dios ha sellado su profecía. Los medios que Dios utilizaba para revelarse han cesado con la revelación de Jesucristo. Esa es la enseñanza de la Biblia y debemos ser celosos con esta enseñanza.

            Eso es lo que nos enseña Pablo en 2 Timoteo 3:16-17 “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. En el contexto el “hombre de Dios” se refiere al ministro. La Palabra de Dios es suficiente para prepararlo totalmente para toda tarea ministerial. Para que sea perfecto o completo, enteramente preparado para toda buena obra. Y si la Biblia puede preparar totalmente, completamente para todas las diversas y complejas tareas del ministro cómo no hará lo mismo a todos los creyentes. La Biblia es una revelación suficiente. Y si suficiente no necesitamos más revelación ya que todo está depositado en la Biblia.

            Es por eso que el último libro de la Biblia finaliza con las siguientes palabras en Apocalipsis 22:18-19 “Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.” Nadie tiene el derecho de añadir ni quitar de la revelación que ya Dios ha dado. Por tanto, la Palabra de Dios va por encima de cualquier nueva revelación, o aparente nueva revelación. Los profetas cesaron, los apóstoles cesaron y todo medio utilizado para conocer la revelación de Dios ha cesado.

            Y, en quinto lugar, va por encima de la opinión de los artistas. Sabemos que los artistas tienen su forma de vivir. Y se ufanan de la manera tan perdida en que viven. Pero ellos no son el estándar de cómo debemos vivir ni pensar. Sus vidas están llenas de vanidad, profanidad, libertinaje sexual, drogadicción, alcoholismo, paganismo, irracionalidad, depravación de todo tipo y en grandes cantidades. No hay temor de Dios en sus vidas. Y sus vidas corren ligero y sin freno al infierno.

            Creo que las siguientes palabras de Deuteronomio son tan pertinentes hoy como lo fueron hace tres mil años atrás.  Deuteronomio 12:29-32 “Cuando Jehová tu Dios haya destruido delante de ti las naciones adonde tú vas para poseerlas, y las heredes, y habites en su tierra, guárdate que no tropieces yendo en pos de ellas, después que sean destruidas delante de ti; no preguntes acerca de sus dioses, diciendo: De la manera que servían aquellas naciones a sus dioses, yo también les serviré. No harás así a Jehová tu Dios; porque toda cosa abominable que Jehová aborrece, hicieron ellos a sus dioses; pues aun a sus hijos y a sus hijas quemaban en el fuego a sus dioses. Cuidarás de hacer todo lo que yo te mando; no añadirás a ello, ni de ello quitarás”

            Si queremos conocer la voluntad de Dios, ésta se halla en las páginas de la Biblia. No en la opinión pública, no en la opinión de la sicología, no en mis opiniones ni en nuevas revelaciones, ni en la farándula, ni en los horóscopos, ni en las cartas del tarot, ni en la lectura de la palma de la mano, ni en la ouija, ni en los muertos sino exclusivamente en la Palabra de Dios, las Sagradas Escrituras, es decir, en la Biblia.

 

 

 

Sermón: Hechos 2:42-47 ¿Es Importante la Membresía de la Iglesia?

Hechos 2:42-47 “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.”

 

            La iglesia es la familia de Dios. Todos los creyentes son hermanos y hermanas de un mismo Padre que nos engendró. Es Dios quien hizo esta obra y esta obra es hermosa.

            Cada uno de nosotros somos un solo cuerpo. Y cada uno de nosotros somos miembros uno de los otros. Uno de ustedes es mi brazo derecho, otro es mi brazo izquierdo y otro miembro es los ojos de los demás. Cada uno de nosotros estamos unido con un vínculo que va más allá de este estado de la eternidad ya que permanece desde ahora y hasta por toda la eternidad. Unidos por el vínculo del Espíritu somos llamados a tener una misma mente, un mismo corazón. Y vernos unos a otros como una parte de mí que yo necesito. Mi hermano y mi hermana es una parte de mí que yo necesito. Así como necesito mis uñas, mis dedos, mi piel, de igual manera yo necesito a mis hermanos.

            Dios ha diseñado esto. En su sabiduría Dios ha creado a la iglesia no meramente como un grupo de personas reunidas para hacer cosas en común sino como un cuerpo, como una familia que se ayuda mutuamente según la sabiduría y gracia que nos da nuestro Dios. Como una sociedad y nación cuyo arquitecto y constructor es Dios.

            Hoy día ese concepto de la iglesia se está perdiendo. La práctica de congregarse domingo tras domingo y en otros días de la semana se está considerando como anticuado. Se piensa que la membresía de la iglesia no es necesaria, no es útil y debemos considerarla como algo del pasado.

            ¿Qué podemos responder ante esta interrogante? Respondemos que la membresía de la iglesia es importante. No es un invento de los hombres. Es algo que Dios mismo ha instituido para el bien de sus hijos. De eso trata el sermón de hoy. Hoy vamos a contestar brevemente la siguiente pregunta. ¿Es importante la membresía de la iglesia?  A lo cual respondemos que sí. ¿Por qué? Es importante porque…

I. Es la obra de Dios

            V. 47 “Y el Señor añadía cada día a la iglesia”. Mira lo que Lucas dice aquí: es el Señor. ¿Quién es ese? Ese es Jesús mismo. Lucas usa el título de Señor para referirse a Jesús y no a Dios. Por tanto, es Jesús mismo quien añade a la iglesia.

            Si te das cuenta la iglesia no es una sociedad voluntaria como el Club de los Leones o el “Boys and Girls Club”, o cualquier otro club o asociación. La iglesia es una institución divina. Es Jesús quien edifica a la iglesia. Fue Jesús mismo quien dijo en Mateo 16:18 “Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”.

            Entonces, si es el Señor el que añade, esto significa que es Dios quien nos lleva a amar y a valorar a la iglesia. Y por la iglesia me refiero a todo lo que ella compone: no solo a los creyentes que son la iglesia sino también los oficiales de la iglesia, las reuniones de la iglesia, etc. En fin, todo aquello que Cristo mismo instituyó como parte de su iglesia.

            Ahora bien, ¿qué significa añadir? Añadir no es meramente asistir sino ser parte de la iglesia. Es unirnos en pacto con Dios y unos con otros. ¿Cómo lo sabemos? Lo sabemos por todo el contexto de este pasaje. El énfasis del pasaje lo es la unidad de la iglesia. La iglesia que Jesús crea en un cuerpo unido. ¿Unido en qué? Unido en la doctrina, V.42 “perseveraban en la doctrina de los apóstoles”. Era una iglesia enseñable. Que se sometía a la enseñanza apostólica. Unidad familiar, V. 42 “perseveraban… en la comunión unos con otros”. Los hermanos se veían como una familia y se ayudaban mutuamente. Compartían de lo que tenían. Unidad en la adoración, V. 42 “perseveraban… en el partimiento del pan”. El partimiento del pan es la celebración de la Santa Cena. Y representa la adoración a Dios. Había unidad de adoración. Todos los creyentes participaban de la Santa Cena y de la adoración a Dios. Unida en las actividades de la iglesia, V. 42 “’perseveraban… en las oraciones”. ¿Por qué actividades de la iglesia? Porque no dice perseveraban en la oración en singular sino en las oraciones en plural. Y la referencia era a los diversos cultos de oraciones que la iglesia hacía. La idea no es meramente que se reunían a orar, sino que participaban de los diversos cultos de oraciones que se hacían. V. 44-45 “Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas;
y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno.”
Es decir, velaban por sus necesidades. Estaban pendientes unos a otros de las necesidades de los demás. V. 46 “Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón”. Toda la sección trata de la unidad de la iglesia. No había llaneros solitarios entre el pueblo de Dios. No había creyentes desvinculados de la adoración a Dios. No había creyentes que eran sus propios maestros sino sujetos a la autoridad de los apóstoles o ministros de la Palabra.

            Y todo esto, hermanos, es la obra de Dios. La iglesia no es una asociación voluntaria es una institución divina. Y es Jesús quien añade a la iglesia y nos hace amarla. Y nos lleva no meramente a asistir sino a darnos en cuerpo y alma por la unidad y el bienestar de la iglesia en una misma enseñanza, una misma adoración, en una unidad familiar, en una unidad en las actividades de la iglesia, en un buscar satisfacer nuestras necesidades y en un mismo corazón. Cada uno podía decir: esta es mi iglesia, esta es mi familia, esta es mi casa y este es mi pueblo y estos son mis hermanos.

            Es importante porque…

II. Es el medio que Dios usa para salvarnos

            V. 47 “Y el Señor añadía… a… los que habían de ser salvos”. La Biblia de Jerusalén lo traduce de esta manera: “El Señor agregaba cada día a la comunidad a los que se habían de salvar”.  La iglesia es el medio que Dios usa para salvarnos. Hermanos, Dios usa medios para salvarnos. Dios usa su Palabra predicada para salvarnos. Dice Romanos 10:17 “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” Dios Espíritu Santo usa la Palabra predicada como el medio para convertirnos. Dios usa medios para salvarnos.

            Ahora bien, la salvación es un acto definido en el tiempo, pero es también un proceso. Dios no solo busca convertirnos, El busca glorificarnos. Todos los salvados son llamados a perseverar. Y Dios utiliza a la iglesia como un medio de gracia para ayudarnos a perseverar, para ayudarnos en nuestra salvación. Fíjate cómo lo dice Lucas: “los que habían de ser salvos”.

            Dios instituyó a la iglesia como un medio para confesarle delante de los hombres. Y esto es importante. Jesús dijo en Mateo 10:32-33 “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.” La membresía de la iglesia es el medio que Dios ha instituido para que la iglesia invisible, es decir, los creyentes, los elegidos, los salvos, le confiesen ante los hombres. Hermanos, nuestros vecinos saben si vamos o no a la iglesia. Al ellos vernos salir bien vestidos todos los domingos a la misma hora, ellos saben que vamos a la iglesia. Dios instituyó a la iglesia como un medio para confesarle delante de los hombres para nuestra salvación. Por eso Calvino dijo: “Nadie puede tener a Dios como Padre si no tiene a la iglesia como su Madre”.

            Dios instituyó a la iglesia para que sea un medio de santificación. ¿Cómo así? Es así porque solo los miembros en plena comunión de la iglesia disfrutan de todos los privilegios de ser miembros. Ellos gozan el privilegio de participar del Bautismo y de la Cena del Señor; solo los miembros. Y estos sacramentos son medios de gracia que Dios ha instituido para santificarnos. Solo ellos pueden elegir a su pastor y a sus líderes que cuidan de sus almas. Gozan del cuidado pastoral. Solo ellos pueden votar en las asambleas de la iglesia. Participan de los ministerios de la iglesia: de ser maestros, ancianos, diáconos, del ministerio musical de la iglesia. Solo los miembros tienen esos privilegios. Y al así participar ellos dicen: esta es mi iglesia, esta es mi familia, esta es mi casa, este es mi pueblo y estos son mis hermanos. Y yo no meramente asisto a la iglesia yo soy parte de la iglesia.

Aplicación:

1. Alguien pudiera objetar. ¿Nada de eso establece la membresía formal de la iglesia? La iglesia es descrita en la Biblia como una sociedad, como una nación. Cada nación tiene una manera de certificar quiénes son los ciudadanos de esa nación y quiénes no. Tan pronto nace un niño se registra en el Registro Demográfico. Solo ellos pueden votar en las elecciones, sacar pasaporte, abrir cuentas de bancos, etc. La membresía formal de la iglesia hace eso mismo. Nos dice quiénes son los miembros del cuerpo de Cristo y quiénes tienen derecho a los privilegios de esta sociedad que es la iglesia. Esos privilegios son de los que han profesado su fe en el Señor Jesucristo, descansan únicamente en sus méritos para salvación y han profesado obediencia al Señor Jesucristo. Pero, alguien diría: yo hago eso. Y, ¿te pregunto? Amas a la iglesia como Cristo la ama. Y la iglesia no son solo los miembros. La iglesia a la luz de la Biblia es todo lo que Dios ha instituido para el bienestar de la iglesia: el Ministerio, la palabra, etc.  Dice Hebreos 13:7 “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta”. Dr. Ryan Mcgraw: ¿Cómo pueden los pastores ser responsables de un cuerpo definido de creyentes si ellos no pueden definir los límites de ese cuerpo? ¿Son ellos responsables por aquellas almas que vienen y van según su placer? ¿Pueden esos cristianos obedecer ese mandamiento cuando no tienen un compromiso con la iglesia local o sus oficiales?

            ¿Es importante la membresía en la iglesia? Es importante porque es la obra de Dios y es el medio que Dios usa para salvarnos. Amemos lo que Dios ama y Dios ama a su iglesia con todo lo que esta es. 

Sermón: Santiago 2:8-13 Cumpliendo la Ley de Dios en Verdad

Texto: Santiago 2:8-13 “Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis; pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores. Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos. Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley. Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad. Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio.”

 

            No debemos hacer acepción personas. Este es el mandamiento que Santiago ha venido desarrollando durante todos estos versículos. Ya hemos contestado el por qué no debemos hacerlo. Esto va en contra del carácter de Dios, en contra del evangelio de Jesucristo, en contra de la fe cristiana, en contra de la doctrina bíblica de la elección divina y en contra de la justicia.

            En estos versículos Santiago nos dice algo más. Él quiere que entendamos que la vida cristiana es una vida dirigida por Dios. Nosotros no somos llaneros solitarios en nuestro peregrinar hacia la ciudad celestial. Dios en su misericordia nos ha dejado su ley como nuestra guía. Somos llamados a vivir bajo la ley de Dios. Y esto es bueno. ¿Por qué? Porque como dice Pablo en Romanos 7:12 “la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno.” Nosotros somos guiados por la ley, no como un pacto de obras para merecer la salvación, sino como un medio gracia para vivir una vida que le agrada a Dios. Una vida en obediencia a la ley de Dios es una vida que adorna el evangelio. Además, seremos preservados de muchos errores en nuestro trato con nuestros semejantes.

            Dios nos ha dado su ley. Y esa ley es buena, es santa y es justa. Es llamada la ley de la libertad. ¿Por qué? Porque produce libertad en los que la obedecen. En vez de esclavizarnos ella produce libertad en los hijos de Dios por medio de la obra de santificación en nosotros. Por eso en este pasaje Dios nos llama a que veamos la ley de Dios como algo bueno para nosotros. Como una guía que nos ayudará a ser librados de muchos dolores de cabeza, de muchos sufrimientos.

            Dios nos llama a que busquemos cumplir la ley de Dios en verdad y no en apariencia. Por eso, si cumplimos la ley real en verdad, entonces...

I. Hacemos bien

            V. 8 “Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura… bien hacéis”. Lo primero que nos preguntamos es qué es la ley real. La ley real es sin lugar a dudas la ley moral de Dios: aquí resumida en nuestro deber hacia el prójimo. Fíjate cómo la define: Amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Esa es la ley moral de Dios que no es otra cosa que un resumen de los 10 mandamientos. La ley real es los 10 mandamientos, llamada también la ley moral.

            Pero, ¿por qué se llama la ley real? Se llama real porque proviene de Dios quien es Rey. Se llama real porque esa ley es la ley suprema del mundo y por tanto es superior a cualquier ley creada por los hombres. Todas las demás leyes están subordinadas a la ley de Dios. Tanto es así que toda ley de hombres que conflija con la ley real, no estamos llamados a obedecerla.  Pero tiene que confligir con la ley real, no con nuestros gustos.

            Ahora bien, mira el beneficio que trae el cumplir la ley real. Nos dice “si en verdad cumplís la ley real… bien hacéis”. Si cumplimos en verdad, verdaderamente y no en apariencias con la ley de Dios hacemos bien. Es algo bueno para nosotros. Obedecer la ley de Dios siempre, siempre es beneficioso para nosotros. ¿Por qué? Porque Dios es adorado. Dios recibe honra cuando obedecemos sus leyes. Nosotros honramos a Dios cuando le obedecemos. Y Dios entonces nos honra también.

            No solo adoramos a Dios, sino que también adornamos el evangelio. El mundo ve en nosotros la realidad de lo que Dios hace en nosotros. Hermanos, no tengo la menor duda que el evangelismo en nuestra época está tronchado. ¿Sabes por qué? Porque nosotros no hemos buscado obedecer la ley de Dios consistentemente. Si lo hacemos nuestras vidas serían distintas. El testimonio sería poderoso para la conversión de pecadores. Algo que Dios ha llamado a la iglesia a hacer. Seremos el cristianismo real, la ayuda visual en donde el mundo podrá ver el poder del evangelio.

            Es bueno para nosotros cumplir la ley real. Porque al así hacerlo nos dará paz. Habrá paz de conciencia porque sabremos que si sufrimos no sufrimos por nuestro pecado sino por la voluntad de Dios. Y esto da paz en medio del sufrimiento. Como dice 1 Pedro 3:17-18 “Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal. Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados”. Solo cuando así padecemos emulamos a nuestro Señor. Entonces podemos ver que Jesús está transformándonos para ser semejantes a Él.

            Pero no te olvides. Hacemos bien solo si la cumplimos en verdad, no en apariencia, y con miras a glorificar a Dios. O como dice Santiago en conformidad a la Escritura.  Una cosa es obedecer la ley de Dios a mi parecer y otra cumplir la ley de Dios según nos es revelada. Un creyente puede creer que está cumpliendo con la ley de Dios cuando se queda en su casa, sin una razón justificada, pero ve el culto de adoración por televisión. ¿Es eso cumplir la ley real en verdad? La respuesta es no. Esa persona cree que sí, pero no lo es. No lo es. Yo quisiera saber qué comunión puede tener esa persona con la Iglesia. La respuesta es ninguna. Porque comunión es una unión en común y que unión puede tener a distancia. No la comunión bíblica. Pero Dios nos llama a cumplir la ley real en verdad y no en apariencia.

            Si cumplimos la ley real en verdad, entonces...

II. Amaremos a nuestro prójimo como a nosotros mismo

            V. 8 “Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis”. Santiago nos dice que si hacemos acepción de personas estamos pecando y por tanto no estamos cumpliendo la ley real en verdad. ¿Por qué? Porque no estamos amando a nuestro prójimo como a nosotros mismo. Pero el que cumple la ley real en verdad y no en apariencia ama a su prójimo como a sí mismo.

            ¿Qué implica amar a mi prójimo? ¡Wao! Es tanto que podríamos estar un largo rato aquí. Pero podemos decir algunas cosas. Implica el estar pendiente de él. Hermanos, no estar pendientes de nuestros hermanos no es amarles. Por lo menos, no como nos amamos a nosotros mismos. Tenemos que estar pendientes de nuestro prójimo. Los hijos deben estar pendientes de sus padres y los padres de sus hijos. Los esposos deben estar pendientes uno de otros. Debemos servirnos, llamarnos, visitarnos. Orar los unos por los otros. Asistirles en sus necesidades. Y esto conlleva el desviarnos de nuestros caminos, enrollarnos las mangas para poder servir a los demás, Conlleva el esperar mi turno, el pedir permiso, el no burlarnos de los demás: sea los viejitos, los débiles, los discapacitados, etc. Implica el dar sin esperar recibir nada a cambio.   

            Si cumplimos la ley real en verdad, entonces...

 III. No seremos selectivos en obedecer los mandamientos de Dios

            V. 10-11 “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos. Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley.” Nuestra meta debe ser cumplir todos los mandamientos de Dios. Cada mandamiento es importante. Porque todo mandamiento es dado por Dios. No todo mandamiento es igual en materia de salvación. Pero todo mandamiento es importante.

            Aparentemente estos hermanos a quienes le escribe Santiago tenían la misma mentalidad que hay hoy día entre muchos hermanos cristianos. Ellos no veían la ley de Dios como un todo. Para ellos la vida era una tienda llena de departamentos en la cual nada se relacionada con nada. Todo es independiente y separado. Pero Santiago les dice que eso no es correcto. La ley de Dios es un todo armonioso. El que peca transgrede la ley, no una parte de la ley sino la ley como un todo. Mira cómo lo dice: “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos”. ¿De todos qué? De todos los puntos. Es decir, quebranta toda la ley. ¿Por qué? Porque la ley de Dios es un todo armonioso. Aclaro, eso no significa que cada vez que pecamos quebrantamos cada uno de los diez mandamientos. Esa no es la idea. La idea es que la ley de Dios es una, así como Dios es uno. Y el que quebranta un mandamiento quebranta la ley, toda la ley como ley, aunque no cada mandamiento de la ley en particular. Fíjate cómo lo aclara Santiago V. 11 “Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley.” Tú no tienes que quebrantar cada uno de los 10 mandamientos para quebrantar la ley. Con solo quebrantar uno solo has quebrantado la ley. Pero no cada uno de los mandamientos en particular.

            Por ejemplo: viene una madre y le pregunta a su niño de tres años, con la cara embarrada de bizcocho de chocolate, ¿quién se comió el bizcocho? Y el niño y le dice: yo no sé. Y la madre después de comérselo a besos le dice: ya no hay más para ti y no digas mentiras. ¿Pecó el niño? Pues, claro. No hay que enseñarles a mentir. Ya eso viene de fábrica. El niño mintió, quebrantó el noveno mandamiento, ¿pero quebrantó el séptimo: no adulterarás? Obviamente no. ¿Quebrantó la ley de Dios al mentir? No cabe la menor duda. La ley de Dios es una. Dios es el dador de toda la ley.

            En el contexto de Santiago los hermanos creían que no estaban quebrantando la ley del amor porque amaban a los ricos y menospreciaban a los pobres. Santiago les dice, eso no es así. O cumplimos la ley como un todo o no la cumplimos. Por ejemplo: O una mujer está embarazada o no lo está. O gana Clinton o gana Trump; uno va a ganar y el otro va a perder. O amamos a los ricos y a los pobres o no cumplimos la ley del amor. Un cumplimiento parcial no es cumplir con la ley.      

            Pero hoy día, muchos piensan de la misma manera que los hermanos a quienes Santiago les escribe. Creemos que cumplimos la ley de Dios, aunque la cumplimos parcialmente. Entonces yo no robo dinero, pero robo la señal del televisor, practico la piratería, robo mi salario. ¿Cómo así? Cuando en vez de estar trabajando concentrado en lo que hago estoy “chateando” al enviar mensajes de texto en mi hora de trabajo. No debemos decir mentiras, pero un cristiano bueno y comprensivo me inspeccionó el carro sin haberlo visto. No tienen dioses ajenos, pero tienen amigos con beneficios. Como hoy se dice para llamar bueno a lo que es malo.

            Hermanos, el que cumple la ley real en verdad no es selectivo en el obedecer los mandamientos de Dios. Ni nos escudaremos en decir yo soy salvo por la gracia de Dios y no por las obras, por tanto, la ley no es importante. Porque quien dice eso para justificar sus pecados no conoce a Dios.

            Si cumplimos la ley real en verdad, entonces...

IV. Buscaremos ser consistentes en nuestra teología y vida

            V. 12 “Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad.” Hermanos, debemos buscar vivir lo que predicamos. Y todos nosotros predicamos, o más bien testificamos con nuestras vidas. Todos nosotros somos testigos de lo que creemos. Es imposible no testificar con lo que hablamos y con lo que hacemos. Es más, hay un dicho que dice que una acción vale más que mil palabras.

            Santiago nos dice que nuestro vocabulario y nuestra conducta deben estar fundados en la ley real o la ley de la libertad. Nuestra vida debe concordar con nuestra teología. Y nuestra teología debe moldear nuestra vida. ¿Qué significa? Vive lo que predicas. Habla según la ley de Dios y haz conforme a dicha ley. ¿Por qué? Porque vamos a ser juzgados por esa misma ley.

            Hermanos, al final de los tiempos en el juicio final habrá un juicio de obras. Cada uno de nosotros compareceremos para dar cuenta de nuestras vidas. 2 Corintios 5:10 “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.” Y ese juicio de obras declarará si nuestra fe fue genuina por nuestras obras.

            Así que hablemos y vivamos como aquellos que sabemos que seremos juzgados por la ley que da libertad a los que la obedecen.

            Si cumplimos la ley real en verdad, entonces...

V. Buscaremos juzgar con misericordia

            V. 13 “Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio.” Hermanos, la tendencia del ser humano es mirar la paja del prójimo y no ver la viga en nuestros ojos. Esa es la tendencia de todo ser humano. Si alguien hace algo mal eso es terrible. Pero si yo lo hago hay una razón poderosa para que yo lo hiciera; tienen que entenderme. Pero si cumplimos la ley real en verdad entonces procuraremos ponernos en los zapatos de los demás. Y no seremos más severos con otros de lo que somos con nosotros o esperamos que no sean con nosotros. Entonces juzgaremos con misericordia.

            Tenemos que vestirnos de compasión. Debemos ser comprensivos. Debemos siempre esperar lo mejor de mi prójimo, a menos que me demuestre lo contrario. Un ejemplo: Una muchacha se casa joven con el primer muchacho que se enamora. Fue una decisión apresurada. Pero esa decisión fue motivada por el maltrato que recibía en su casa. Hermanos, el casarse nunca debe ser una decisión apresurada. Y alguien pudiera decir: muchacha no seas loca que no conoces bien a este muchacho, pero a lo mejor no conocemos el infierno que vive en su casa. Esto lo decimos no para justificar malas decisiones sino para tratar de entender la decisión de esa joven en este ejemplo hipotético pero que sucede.  

Aplicación:

1. Hay que cumplir con la ley real. Y hay que cumplirla de veraz. La ley de Dios es norma de nuestra conducta. Y vamos a ser juzgados por ella. Ella es buena para nosotros. Ella es la ley de la libertad. Nos liberta al guiarnos por el camino recto. Nos libra de sinsabores porque habremos hecho lo recto. Habrá paz en nuestra vida porque sabremos que si sufrimos no es porque nos lo merecíamos. ¿Cuántos de nosotros podemos decir como el salmista en el Salmo 119:97 “¡Oh, cuánto amo yo tu ley!
Todo el día es ella mi meditación”.

2. Solo podemos cumplir la ley real cuando estamos sumergidos en una vida de comunión con Dios. El poder de Cristo y su santidad fluye de Jesús a nosotros por medio de nosotros alimentarnos de Cristo. ¿Cómo nos alimentamos? Cuando nos mantenemos en contacto con Jesús. “Separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5).  Para ello necesitamos poner nuestra mirada en Jesús. Y no esperar en una fuerza misteriosa para obedecer sino entender que Dios nos da su fuerza en el cumplimiento de sus mandamientos. En otras palabras, Dios nos da poder al momento mismo que empezamos a caminar.

            ¿Qué nos quiere enseñar Santiago? Que, si cumplimos la ley real en verdad entonces, haremos bien, amaremos a nuestro prójimo, no seremos selectivos en obedecer los mandamientos de Dios, nuestra vida será consistente con nuestra teología y juzgaremos con misericordia, porque la misericordia triunfa sobre el juicio, para la gloria de Dios.  

 

Sermón: Santiago 2:5-7 Ricos en Fe

 

Santiago 2:5-7 “Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman? Pero vosotros habéis afrentado al pobre. ¿No os oprimen los ricos, y no son ellos los mismos que os arrastran a los tribunales? ¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros?

 

            Hasta ahora hemos estudiado los primeros cuatro versículos de este capítulo número 2 de la epístola universal de Santiago. Vimos que el tema lo es el de hacer acepción de personas o como también lo llamamos la vez anterior, el favoritismo. Dijimos que a la luz de la Palabra de Dios el favoritismo no debe existir en la Iglesia de Cristo. ¿Por qué? Por va en contra del carácter de Dios. Dios no hace acepción de personas, según Romanos 2:11 “porque no hay acepción de personas para con Dios.” También por el hecho de que tal actitud es contraria al evangelio del Señor Jesucristo. Jesús vino a reconciliarnos no solo con Dios sino también con nuestro prójimo. Y, por último, dijimos, que el favoritismo es incompatible con la fe cristiana. Dios no llama a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Y tal actitud como el favoritismo es contrario a tal llamado de parte de Dios.

            Interesantemente Santiago no termina con ese tema en los primeros cuatro versículos. El continua con ese tema hasta el versículo 13. Y la pregunta que uno se hace es, ¿por qué? ¿Por qué Santiago dedica tanto tiempo a este tema? Y la respuesta es que este es un problema recurrente en la vida de la iglesia. Es un problema recurrente en nuestra sociedad. Tendemos a marginalizar y a menospreciar a los pobres, sean estos pobres económicamente, intelectualmente, físicamente, etc. El pecado que está presente en todo ser humano nos lleva a menospreciar a nuestro prójimo. El pecado nos lleva, como dice el Catecismo de Heidelberg en su pregunta y respuesta número 5, a odiar a Dios y a nuestro prójimo. Es por eso que necesitamos que Dios nos salve. Nos salve de la culpa del pecado, el castigo que merece el pecado. Pero también que nos salve del poder del pecado, ese poder en mi vida que me lleva a desobedecer a Dios, a no creer en Él y a no amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, entre otras cosas.

            Ahora bien, Santiago nos dice algo más. Santiago nos da otras dos razones por la cual nosotros no debemos hacer acepción de personas hacia los pobres. En el contexto de la carta los pobres que habla son los pobres económicamente. Pero sabemos que esos no son los únicos pobres que hay en el mundo. Pero partiendo de los pobres en sentido material podemos extraer un principio que aplique a todo tipo de pobreza. Así que regresamos a la misma pregunta que consideramos la vez pasada. ¿Por qué no debemos hacer acepción de personas? ¿Por qué no debemos menospreciar a los pobres?

I. Por causa de la elección de Dios

            V. 5 “Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo?”. Hermanos, cuán importantes es la doctrina de la elección divina. ¡Cuán práctica es! Aquí Santiago nos dice que esa doctrina es una de las bases por lo cual no debemos hacer acepción de personas. ¿Por qué? Porque Dios ha elegido a los pobres de este mundo para salvación y no solo a los ricos.  Los pobres son preciosos a la vista de Dios. Es más Jesús vino a predicar el evangelio a los pobres y no solo a los ricos. En su primer sermón público Jesús se presenta como cumpliendo la profecía de Isaías 61:1, cuando dijo en Lucas 4:18-19 “El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor.” Hermanos, Jesús vino a salvar a los pobres. Eso somos nosotros. El pecado no solo trae culpa y la ira de Dios por causa del pecado sino también trae sobre nosotros todo tipo de miserias: opresión, depresión, soledad, abusos, enfermedades, insultos, etc. ¿Cómo vamos a despreciar a aquellos que son pobres cuando nosotros también éramos pobres?

            Además, por mucho tiempo las iglesias estaban compuestos primordialmente de gente pobre. Lo podemos ver en el caso de la iglesia de los corintios. 1 Corintios 1:27-28 “sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es”. Hermanos, la misericordia de la elección no se extiende solo a los ricos, los poderosos, los exitosos, sino se extiende a toda clase de personas. La salvación no depende de la dignidad de la persona, sino de la misericordia de Dios. ¿Por qué entonces rechazar a la clase que Dios no ha rechazado? Es más, hay más pobres en la iglesia que ricos. Y la iglesia a la cual Santiago le escribe estaban menospreciando al pobre por ser pobres. Y eso no debe ser así. ¿Por qué? Porque Dios los ha elegido para salvación. Los ha elegido no por ser pobres. Dios no elige en base a pobreza o riqueza. Su elección es incondicional, es decir, no hay nada en la criatura pecadora que le mueve o le obligue a elegirlo, aunque sí tiene todas las razones del mundo para rechazarlo. Dios elige según su misericordia.

            Pero, aunque el mundo menosprecia a los pobres y parece como si estuvieran solos en este mundo, en cuanto a bienes materiales, Dios no se olvida de ellos y ha extendido su salvación a ellos también. Y la elección de pobres para la salvación no excluye la elección de ricos para la salvación también.

            Hermanos, hacemos acepción de personas cuando creemos que la salvación de Dios solo se da o solo se puede dar en ciertos grupos de personas. Cuando decimos: a este sí le podemos hablar del evangelio porque es educado, no viste como un loco, tiene buenos modales; pero aquel no, con tantos tatuajes parece un loco, un mafioso u otra cosa. Hermanos, la mano del Señor no es débil para salvar. Jesús vino a revelar su evangelio no solo a los ricos y pudientes sino también y más aun a los pobres y marginados de la sociedad. Por eso los publicanos, las prostitutas, los adúlteros, los ladrones, etc. iban a Él para salvación. Ellos eran los pobres de la nación y vieron en Jesús El único que se les acercaba, que los trataba con amor, con respeto sin dejar a un lado las demandas de la fe y el arrepentimiento a todo estilo de vida contrario a la Palabra de Dios.

            Además, no debemos hacer acepción de personas, especialmente de los pobres, Dios los eligió para que sean ricos en fe. V. 5 “¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe?”. Serán pobres materialmente hablando, pero son ricos espiritualmente hablando. Fíjate bien lo que dice Santiago. Dios no los elige porque son ricos en fe, sino para que sean ricos en fe. Es posible que a algunos de nosotros Dios no nos ha enriquecido en bienes materiales. Pero nos ha enriquecidos con bienes espirituales, los cuales recibimos por la fe.     

                        Hermanos, la verdadera riqueza es la riqueza espiritual. Dios produce en nosotros el fruto del Espíritu. El produce: amor, bondad, benignidad, templanza, gozo, dominio propio, santidad, etc. Eso realmente hermosea al ser humano más que el dinero. Porque, que fea es una persona soberbia sea rica o pobre. Que fea es una persona sin dominio propio, sin control, que explota cuando algo sale mal o cuando no puede convencer a los demás. Que feo es el abusador, el mentiroso, el egoísta. Pero Dios nos adorna con sus gracias por el evangelio y nos hace hermosos al hacernos ricos en fe: ricos en la verdadera riqueza, las cuales son sus dones y gracias con las cuales nos adorna.

            Dios no solo eligió “a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe [sino también para que sean] herederos del reino que ha prometido a los que le aman”. Dios los eligió para heredar el reino. Ahora bien, ¿qué es el reino? Santiago 1:12 nos lo contesta. “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman." El reino es la corona de la vida eterna. La elección es para la vida eterna. Santiago nos dice que es un reino prometido, no a todos, sino a los que le aman. Calvino: “No que la promesa dependa del amor, pero somos llamados a la esperanza de la vida eterna bajo la condición y con el fin de que le amemos”. Hermanos, somos hijos del Rey. Y como hijos somos herederos de la vida eterna que Dios preparó desde la eternidad para todos los que le aman.

            ¿Por qué no debemos hacer acepción de personas? Por causa de la elección divina, pero también…

II. Por causa de la justicia

            Santiago les está diciendo cuán absurdo e injusto es que menosprecien a los pobres, o para ponerlo en las palabras fuertes que les dice: “Pero vosotros habéis afrentado al pobre.” ¿Por qué absurdo e injusto? Porque era absurdo e injusto apoyar a aquellos que explotan a los pobres, que los llevaban a los tribunales y que para colmo también blasfemaban el bueno nombre que fue invocado sobre vosotros.  V. 6-7 “Pero vosotros habéis afrentado al pobre. ¿No os oprimen los ricos, y no son ellos los mismos que os arrastran a los tribunales? ¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros?”. Y la respuesta a estas tres preguntas es un rotundo, Sí. Ha sido una práctica constante a través de toda la historia que los ricos oprimen y explotan a los pobres. No todos los ricos, pero una buena parte. ¿En qué consiste tal opresión? Normalmente en explotación económica. Todavía eso continua. Cuantos patronos se consideran los dueños de las vidas de sus empleados.

            Además, es común de los ricos perseguir a los pobres. Los arrastraban por causa de ser cristianos y por causa de cobrar sus deudas. Si los pobres fallaban en pagar entonces tenían razón para aumentar la deuda y los pagos, y si no pagaban esos nuevos pagos entonces tenían razón para llevarlos a los tribunales. Y muchas veces se quedaban con las tierras que poseían o adquirían una servidumbre casi perpetua sobre ellos.

            Además, estos ricos que habla Santiago blasfemaban el nombre de Cristo o de Dios. Estos ricos no solo explotaban a los pobres, los llevaban a las cortes por razones económicas sino también blasfemaban en nombre de Cristo o de Dios. Posiblemente el buen nombre que fue invocado sobre vosotros, se refiere a la ceremonia del bautismo. Cuando el creyente hace profesión de fe en Cristo y en el Dios Trino y uno.

            Mira entonces, lo absurdo e injusto de la conducta de estos hermanos. Los hermanos estaban apoyando a los ricos por ser ricos, aunque ellos abusan de los pobres y blasfeman el nombre de Cristo. ¿Cómo es posibles que ellos traten a los ricos con favoritismo? Hermanos, Dios nos llama a que rechacemos toda forma de injusticia, definida esa injusticia por Dios. Hacemos esa declaración, porque la justicia del hombre no es la misma justicia de Dios. Para nosotros la Verdad de Dios es la verdadera verdad. Si Dios es Dios entonces todo lo que Él diga es la Verdad y va por encima de toda opinión de los hombres. Como dice Romanos 3:4 “antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso”. Por eso una buena nalgada a un hijo, como parte de la disciplina, no es maltrato, aunque la psicología moderna diga lo contrario. El matrimonio lo es entre un hombre y una mujer, aunque el tribunal supremo federal diga lo contrario. Dios es el único sabio en este mundo, dejaría de ser Dios si no lo fuera así.  

            Pero Dios nos llama a que nos opongamos a todo tipo de injusticia, porque Dios es juez justo. Porque Cristo es el Juez de toda la tierra y El siempre actúa con justicia. ¿Cómo es posible que los hermanos a quine Santiago les escribe estuvieran apoyando la injusticia, sea de los ricos contra los pobres, o de otra clase? Es absurdo e injusto y sin lugar a dudas pecaminoso.

            Hermanos, el evangelio es el evangelio de la justicia de Dios. Ese es el corazón del evangelio. ¿Cómo puede Dios justificar al injusto sin dejar Dios de ser justo? Ese es el corazón del evangelio. ¿Cómo Dios puede declararnos justos a nosotros quienes somos injustos sin que Dios deje de ser justo? La respuesta la da Pablo en 2 Corintios 5:21. Busquémoslo. “Al que no conoció pecado [¿quién es ese? Cristo], por nosotros lo hizo pecado [¿quién lo hizo? El Padre], para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” ¿Qué es lo que Pablo está diciendo? Lo que Pablo dice es que el Padre “hizo pecado a Jesús”, le imputó nuestros pecados a aquel que nunca conoció pecado, nunca pecó, era justo y santo. A El, el Padre le imputó nuestros pecados, nuestras injusticias y nos imputó su justicia, es decir, la justicia de Cristo, para que fuésemos hecho justicia de Dios en él, y ese él es Cristo. ¡Wao! Ese es el evangelio. Dios no rebaja su justicia. Dios no minimiza su justicia. Y a aquellos que Dios justifica por la justicia de Cristo El produce en nosotros, como dice Mateo 5:6 “hambre y sed de justicia”. Eso somos nosotros. Eso es lo que Dios hace en nosotros. ¿Cómo entonces vamos apoyar las injusticias en este mundo?

III. Aplicaciones

1. La elección de Dios es incondicional. No se basa en la dignidad de la persona: sea rica o pobre, inteligente o no. Dios muchas veces escoge lo necio del mundo, es decir, según los estándares del mundo para avergonzar lo sabio, lo débil para avergonzar lo fuerte, etc. No por ser digno Dios te escogió, sino por su amor y misericordia que Él puso sobre ti. Cómo entonces esta gran verdad debe provocar en nosotros un sentido de humildad hacia las demás personas irrespectivamente de su condición social o económica. Si esto es así, entonces debemos oponernos a todo maltrato de nacionalidades que vemos en nuestro país. Cuantas veces oímos chistes en los cuales se burlan de los haitianos. Pero acaso Dios no tiene pueblo elegido entre los haitianos. Solo tiene pueblo entre los boricuas, dominicanos, cubanos y no haitianos. Dios es soberano en su elección. Su elección es incondicional. No debemos rechazar lo que Dios no ha rechazado.

2. La verdadera riqueza es la riqueza espiritual. Dios nos ha enriquecido con todo don espiritual. El produce en nosotros el fruto del Espíritu. El forma el carácter de Cristo en nosotros. Él nos prepara para los cielos. Nos adorna con las gracias espirituales. Nos bendijo como dice Efesios 1:3 “nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo”. Entonces, ¿Cuándo vamos a valorar esto por encima de los bienes materiales? Hermanos, la vida es breve. Es brevísima. Es como la niebla que se disipa a los primeros rayos el sol. Por tanto, lo importante no es quien prospera aquí materialmente sino quien prospera en el reino de los cielos. Alégrate porque eres rico. Rico con la verdadera riqueza que importa: nuestra salvación en Cristo Jesús. Amén.  

Sermón: La historia del mundo en las manos del Cordero

Texto: Apocalipsis 5

 El capítulo 5 de Apocalipsis está relacionado con el capítulo anterior, el capítulo 4. Este capítulo 5 es una continuación del capítulo 4. Ellos son un todo armonioso. Son realmente una sola visión, aunque en el capítulo 5 se añaden detalles a lo que se menciona en el capítulo 4.

            Y este capítulo 5 guarda relación con el propósito del libro de Apocalipsis. El propósito del libro de Apocalipsis es exaltar la Persona y la Obra de Cristo Jesús. Todo lo que se revela en este libro no tiene otro propósito que glorificar al Señor Jesucristo, el Rey de reyes y el Señor de señores. Juan así lo enseña en el capítulo 1 versículo 1 cuando dice “La revelación de Jesucristo”. Fíjate que no habla de las revelaciones en plural sino “la revelación de Jesucristo”. En otras palabras, el libro de Apocalipsis no es otra cosa que una revelación de la Persona de Jesucristo. Este busca llevarnos a ver la gloria de Su persona, la dignidad de Su ser, el poder de Su fuerza, la realización de Su reino y el establecimiento de Su pacto. Cristo Jesús es el centro de las revelaciones en Apocalipsis. Y este capítulo 5 abunda en llevarnos a admirar la dignidad de su Persona. No hay nadie en este mundo que sea digno como lo es el Cordero. Ese es el mensaje de este capítulo 5. Solo el Cordero es digno de abrir el libro sellado y de desatar los sellos del mismo. Nadie en la tierra, nadie en el mundo, ni debajo de la tierra es digno de hacerlo.

            Ahora bien, ¿qué significa los símbolos que leemos en este capítulo 5? Y les menciono desde ahora que no voy a dar una explicación exhaustiva de este pasaje. ¿Por qué? Por dos razones: en primer lugar, porque nos tomaría mucho tiempo en hacerlo y en segundo lugar porque ese no es el propósito principal de la literatura apocalíptica.  En este género literario lo importante es dar más énfasis al bosque que a los árboles. Debemos buscar como lo se diría en inglés “the big picture”, la totalidad del cuadro más que cada detalle por separado.

            Veamos ahora los símbolos principales. Tenemos en el capítulo 4 versículo 2 “un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado.” Y el versículo 3 de este capítulo 4 nos dice “Y el aspecto del que estaba sentado era semejante a piedra de jaspe y de cornalina; y había alrededor del trono un arco iris, semejante en aspecto a la esmeralda.” ¿Quién es ese? No cabe la menor duda de que el que está sentado en el trono en el cielo es Dios Padre. Lo sabemos porque en el capítulo 5 Dios Padre es distinguido del Cordero. Y se nos dice en el capítulo 5:1 “Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.” Se nos dice en este versículo que el que está sentado en el trono tiene en su mano derecha un libro escrito por dentro y por fuera sellado con siete sellos. ¿Y qué significa esto? El libro simboliza el decreto eterno de Dios, su plan eterno. ¿Cómo lo sabemos? Lo sabemos porque todo lo que se narra en el libro de Apocalipsis no es otra cosa que la apertura de los siete sellos del libro, que luego dan paso a las siete trompetas y éstas dan paso a las siete copas. 

Hermanos, todo lo que sucede en la historia del mundo ha sido decretado por Dios. La historia del mundo ya ha sido escrita por Dios. Todo lo que sucede en este mundo ocurre según Dios lo ha planificado. Nada de lo que ocurre en este universo ocurre fuera del plan de Dios.  Eso es lo que nos enseña Juan en el símbolo del libro escrito por dentro y por fuera sellado con siete sellos.   

Luego nos dice Juan en el versículo 2 y 3 “Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos? Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.” Es decir, no hay ser en todo el universo que sea digno de abrir el sello. Es interesante la palabra digno. En el griego la palabra digno es “ἄξιος”, es un adjetivo y significa pesado o de peso, de ahí la idea de valioso. La idea es de poner en una balanza algo importante y ver cuánto pesa y a mayor peso mayor valor. Nadie es lo suficientemente pesado, valioso o digno para abrir el libro o tan siquiera para mirarlo.

Entonces se nos dice que Juan lloraba, V. 4 “Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.”

Y en medio de esa frustración, de que no hay nadie en el universo digno de abrir el libro, se nos dice que sí hay alguien digno de abrir el libro, de leerlo y de mirarlo. ¿Quién es ese? Juan recibe la contestación de uno de los 24 ancianos que representan a la iglesia triunfante. Esto es interesante. Es interesante porque es la iglesia triunfante, la que mora en los cielos, la que consuela a la iglesia militante que está en la tierra, representada por Juan. Y es de gran consuelo para nosotros el saber por las Escrituras que nuestros hermanos en Cristo, que han muerto antes que nosotros, están disfrutando de la paz y el amor de nuestro Dios en los cielos. Que, aunque algunos de ellos han sufrido aquí en la tierra, como Lázaro en Lucas capítulo 16 y que en el caso de Lázaro sus únicos amigos fueron los perros que lamían sus heridas, ahora ellos, al igual que Lázaro, gozan de la presencia de Dios en los cielos. Que consuelo eso nos da. Y nosotros también tenemos la promesa de que seremos glorificados al igual que ellos.

 V. 5 “Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.” ¿Quién es el único digno de abrir el libro y desatar los sellos? El León de la Tribu de Judá, la raíz de David, es decir, el Señor Jesucristo. Y de El se nos dice además, V. 6 “Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.” Fíjate bien, los ancianos lo identifican como el León de la tribu de Judá y la raíz de David sin lugar a dudas relacionándolo con las profecías acerca del Mesías. Pero cuando Juan mira hacia el trono él ve en medio del trono a un Cordero como inmolado, como uno que ha muerto. Pero esta muerte no es de derrota sino de victoria. Porque es por su muerte en la cruz ocurrida según el decreto eterno de Dios que hace digno al Cordero para desatar los sellos y abrir el libro. V. 9 “y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación”. Es decir, es por la victoria de su muerte y su poder para salvar que el Cordero es digno de tomar el libro y abrir sus sellos.

¡Hermanos y amigos, cuán importante es esto! ¿Cuál es la enseñanza de todo esto? La enseñanza es que todo lo que sucede en la historia del mundo está en las manos del Cordero. Es El quien desata los sellos, es decir, es El el que hace que lo que Dios ha decretado, lo que Dios ha planificado, se lleve a cabo en la historia.

Nada sucede por el azar. Todas las cosas que suceden han sido planificadas por Dios. Es el Cordero quien dirige la historia del mundo. Y El cumple su propósito infaliblemente.

En los tiempos en que vivimos cuán importante y consolador es esta doctrina bíblica. Cuando miramos a nuestro alrededor lo que vemos es caos, inseguridad. No sabemos lo que sucederá en el mañana. Dentro de poco se celebrarán las elecciones tanto en Puerto Rico como en los EE.UU. y lo primero que nos preguntamos es qué sucederá con Puerto Rico. ¿Qué pasará con la economía de la Isla? ¿Qué pasará con la economía de los EE.UU. que ronda en un déficit de 17 trillones de dólares? Llevamos 10 años con una crisis económica a nivel mundial. En España el desempleo ronda en el 25%, un país más grande que nosotros. El reino Unido se salió de la Unión Europea y otros países piensan hacer lo mismo. El euro se tambalea. Irán en posibles aires de guerra. El precio de la gasolina es inestable. Hay grupos en los EE.UU. que piden por la separación de la Unión. Han declarado que el gobierno federal no está cumpliendo fielmente su labor y desean separarse de los EE.UU. La tierra se ha pasado temblando como nunca desde hace varios años. Hace varios años un súper huracán azotó el este de los EE.UU. con pérdidas de 25 mil millones de dólares.  ¿Qué sucederá con el mundo? ¿Qué le pasará a Puerto Rico? ¿Seremos estado de la nación americana, seremos independientes, seremos libres y soberanos pero asociados con los EE.UU.? ¿Y qué podemos decir de la Junta Fiscal que ha venido solo a cobrar y no a mejorar la economía del país?

¿Y qué de mi vida? ¿Cuánta inseguridad hay en mi vida? Antes se hablaba de trabajos seguros. Eso es ahora cosa del pasado. Compañías sólidas y estables ha desaparecido. Los convenios colectivos que eran una fuente de seguridad de empleo, ahora están a la merced de que se anulen o pospongan indefinidamente o se rescindan. Y así como no hay seguridad permanente de trabajo, tampoco hay seguridad permanente de vivienda, ni de planes médicos, etc. Los galenos se van de Puerto Rico. Hay menos médicos en la Isla. Muchos preparan sus maletas para dar el salto a los EE.UU. Y no los culpo. ¿Cuál es la respuesta a todo esto? 

La respuesta para todo esto es cantar un cántico nuevo “Digno eres [oh Cordero] de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación”.

Hermanos y amigos nuestra paz y seguridad descansa en el hecho de que este mundo es de nuestro Dios. De que la historia del mundo es Su historia. Acuérdate de que el libro del decreto eterno de Dios está en la mano derecha del Padre, indicando su poder y dirección.

Nuestra vida está en las manos de Dios y del Cordero y nada de lo que pase en el mundo me debe asustar, porque estamos en las manos de nuestro Padre. Y su providencia divina gobierna a todos los hombres y todo lo ellos hacen.

Pero sobre todo eso hay una providencia especial para los hijos de Dios. Hay un amor especial para los creyentes que el mundo no disfruta. Todo ha sido ordenado y está subordinación a la salvación de los elegidos. El amor de Dios y su cuidado por nosotros están eterna e infaliblemente asegurados. ¿Cómo lo sabemos? Porque el Cordero fue inmolado por nosotros. Y si Dios nos ha dado a su Hijo y nos lo ha dado de la manera en que lo Dios, jamás deberíamos dudar de que nuestra vida está en las manos de Dios. Como dice el himno “Del Amor Divino”, la segunda estrofa: Todo lo que pasa en mi vida aquí, Dios me lo prepara para bien de mí. En mis pruebas duras Dios me es siempre fiel. ¿Por qué pues las dudas? Yo descanso en El. 

Oh hermanos, cuando entendemos esta verdad y la creemos con todo el corazón entonces podremos con confianza adorar a Dios en medio del caos en el mundo.

Es por eso que el capítulo 5 termina con una doxología, con adoración. Apocalipsis 5:11-14 “Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, 12 que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. 13 Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. 14 Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos.”

Es esta doctrina bíblica la que nos lleva a poner todas las cosas que suceden en el universo y todas las cosas que suceden en nuestra vida en la justa perspectiva. A veces las iglesias predican como si Satanás fuera tan fuerte como Dios. Y ven a Satanás detrás de cada conflicto que viene a nuestras vidas. Pero eso no es correcto. La Biblia nos enseña que Satanás no puede hacer absolutamente nada si Dios no le da permiso. Eso es lo que nos enseña Job. La perspectiva bíblica no es ver a Satanás detrás de todos los problemas de la vida, sino ver a Dios detrás de todas estas cosas. El mundo es de nuestro Dos. Y cuando tenemos tal perspectiva bíblica entonces podremos proclamar como dice Salmo 97:1 “Jehová reina, regocíjese la tierra”. Amén.

 

 

Sermón: Santiago 2:1-4 Evitando el Favoritismo

Santiago 2:1-4 “Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas. Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso, y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: Siéntate tú aquí en buen lugar; y decís al pobre: Estate tú allí en pie, o siéntate aquí bajo mi estrado; ¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos?”

 

            El capítulo número dos de esta carta de Santiago comienza contándonos una historia. Y esa historia es la siguiente. Mientras se daba el culto de adoración llega un hombre rico. Sabemos que es rico por la forma en cómo viste: tiene un anillo de oro en su mano y su ropa no es la ropa de todo el mundo. El viste con una ropa espléndida y más que espléndida, la palabra que usa Santiago es “lamprá” que significa brillante, llamativa. Una ropa que sin lugar a dudas llama la atención. Y no bien entra el rico a la iglesia, detrás de él entra un hombre pobre.  Un hombre que vestía una ropa que también llamaba a atención. No por su brillantez sino por ser andrajosa, rota, sucia y posiblemente maloliente.

            Toda la congregación mira lo que está sucediendo. Y la reacción de la gente fue que miró con agrado al rico, a aquel que tenía la ropa espléndida. Posiblemente pensaban: qué bueno que esa persona nos está visitando. Debe ser un tremendo hombre, nuestra iglesia va por buen camino. El corazón de ellos se inclina a favor de ese hombre. Lo miran con buenos ojos y le dan un trato cortés: Fulano, “Siéntate tú aquí en buen lugar”. Lo miran con buenos ojos y lo tratan con respeto. Le dan un favor especial.

            Pero al pobre que tiene un vestido andrajoso no lo miran con buenos ojos y posiblemente pensaron: qué hace ese tipo aquí. Y lo tratan ásperamente, descortésmente, lo tratan como poca cosa. Y le dice: Mengano, “Estate tú allí en pie, o siéntate aquí bajo mi estrado”. En otras palabras, quédate de pie en la parte de atrás de la iglesia o si no, te puedes sentar en el piso.

            Y Santiago le pregunta a la iglesia, ¿es esa una actitud correcta? ¿Es esto el verdadero cristianismo? ¿Es esta la religión pura y sin mácula delante del Padre? Santiago les dice: esa no debe ser nuestra actitud, hermanos míos, amados míos. Mostráis favoritismo entre ustedes. Esa no debe ser nuestra actitud como cristianos. Entonces, ¿cuál debe ser nuestra actitud?

I. ¿Cuál debe ser nuestra actitud?

            Debemos actuar diferente. Santiago nos dice que debemos evitar el favoritismo. En la iglesia de Cristo no hay lugar para el favoritismo. Dice: “Hermanos míos, que vuestra fe… sea sin acepción de personas”.  Aquí hay un mandato: vuestra fe sea sin acepción de personas. Es un mandamiento, no es una opción. Es algo que debemos evitar hacer y si es algo que hemos hecho o estamos haciendo, entonces es algo que debemos dejar de hacer. Es un “injunction” bíblico: un cese y desista de parte de Dios.

            ¿Qué es el favoritismo? Para poder entender esto, que aparenta ser un mandamiento sencillo, sería bueno explicarlo con más detalle. Así que lo primero que deseo que vemos a la luz de la Biblia lo que no es el favoritismo.

            El favoritismo no nos lleva a negar que Dios ha hecho distinciones entre los miembros de la sociedad.       Hermanos, Dios nos llama a honrar a nuestros padres. Y por padres debemos entender, a la luz de toda la Biblia, no solo a los padres biológicos sino a todos aquellos que Dios nos llama a considerar como padres: sean los pastores, los gobernantes, nuestros mayores en edad o en habilidades. Por ejemplo, a la luz de la Biblia nuestro gobernador es nuestro padre, irrespectivamente sea de mi partido político o no, o esté yo de acuerdo o no a la forma que gobierna el país. El no deja de ser mi padre a la luz de la Palabra de Dios.  Y si él nos visitara en la iglesia es nuestro deber tratarlo con el respeto y la dignidad que conlleva su cargo. Por eso Dios nos dice en 1 Pedro 2:17 “Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey.” Otro ejemplo lo vemos en Levítico 19:32 “Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Yo Jehová.” Es decir, tratarás con respeto a los viejitos y le demostrarás con tu conducta que los respetas. Eso no es favoritismo sino reconocer que Dios ha establecido en la sociedad, en la iglesia y en la familia ciertas distinciones que debemos respetar. Nadie debe pensar que si le cedemos un asiento a un anciano de la iglesia por su condición de anciano debe pensar que estamos actuando pecaminosamente. Estamos honrando las canas.

            Ahora bien, qué es el favoritismo que Santiago nos dice no debe existir entre nosotros. El favoritismo es el tratar desigualmente a las personas en base a cuestiones puramente externas. La frase “sin acepción de personas” en el original griego es una sola palabra “προσωπολημψίαις” y significa “recibir el rostro”. Es el aceptar a esa persona a primera vista, aceptándolo por su apariencia externa y juzgando la clase de persona que es por su apariencia. En el contexto de Santiago es mirar con agrado al rico por ser rico, por su apariencia externa, y mirar con desagrado al pobre por ser pobre.

            Y la tendencia pecaminosa es pensar que como es rico entonces es la persona indicada para estar en la sesión de la iglesia, es la persona indicada para que hagamos excepciones a las reglas de la iglesia, etc. Esa persona puede ser rica económicamente o puede ser rica intelectualmente, educativamente, o rica servicialmente, etc. y se hacen excepciones y se le da trato preferencial sobre los demás. Lo triste del caso es que hay algunos que piensan así. Hay algunos que piensan que como sirven a la iglesia desprendidamente entonces tienen derecho a que las reglas no les apliquen a ellos. Ellos sí pueden llegar tarde, ellos sí pueden ser escusados de irse temprano, ellos sí pueden tener unas excepciones que no se toleran en los demás. Todos eso es favoritismo, otorgado o buscado, intencional o no. 

            La iglesia de Cristo no debe ser así. La iglesia de Cristo debe ser un lugar en donde todos se sientan bien recibidos irrespectivamente de la raza, el sexo, la condición social o económica de las personas. La iglesia no debe tratar a nadie con favoritismo. Nadie debe esperar un trato especial excepto con las excepciones que Dios establece en la Palabra y que ya vimos.

II. ¿Por qué debe ser esa nuestra actitud?

            Porque Dios es así. Dios no hace acepción de personas correctamente entendido. Romanos 2:11 “porque no hay acepción de personas para con Dios”. ¿Cuál es el contexto?   V.6-8 “el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia”. Hermanos, nadie debe pensar que Dios salvará a todas las personas. Dios no excluye a nadie del cielo excepto a los que se excluyen a sí mismos.  El evangelio abre la puerta de los cielos a los que creen y se arrepienten con sinceridad, pero cierra la puerta a los no creyentes y no se arrepienten de sus pecados. Dios jamás dirá: ven a los cielos tú que nunca creísteis en mí salvadoramente y viviste todos los días de tu vida de espaldas ante mí. Dios no hará eso porque El no hace acepción de personas.

            Jesús dijo en Juan 6:37 “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.” Todo el que viene a Cristo, es decir, cree salvadoramente en El y se arrepiente de todos sus pecados Jesús no le echa fuera. El los recibe con los brazos abiertos. Él es el Salvador del mundo.

            ¿Por qué no debemos hacer acepción de personas? Porque Dios no hace acepción de personas y nosotros quienes somos sus hijos debemos imitar a nuestra Padre celestial. Efesios 5:1 “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados”.

            Y además, porque es incompatible con el evangelio de Cristo. Fíjate cómo nos dice Santiago en el versículo 1 “Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas”. ¡Porque nuestra fe descansa en la Persona y Obra de Cristo no debemos hacer acepción de personas, no debemos mostrar favoritismo! El evangelio de Jesús excluye el favoritismo.

            ¿Por qué? Porque el evangelio nos reconcilia con Dios. Antes de ser creyentes nosotros vivíamos sin Dios en este mundo. Había una separación entre Dios y nosotros. Éramos hijos de ira. Éramos enemigos de Dios. Espiritualmente y por nuestros pecados estábamos desnudos, sucios, enfermos desde la coronilla de la cabeza hasta la punta de los pies. Nuestra justicia era como trapo de inmundicia, nos dice Isaías 64:6.  Pero Dios envió al mundo a Jesús a reconciliarnos con Dios. El evangelio nos une salvadoramente con Dios.

            Y el evangelio nos reconcilia con los demás. Dios nos llama a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, Marcos 12:31. A considerar a los demás como dice Filipenses 2:3como superiores a [nosotros] mismo[s]”.

            ¿Por qué no debemos hacer acepción de personas? Porque es incompatible con la fe cristiana. V. 4 “¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos?”. Cuando Santiago hace esa pregunta él espera que los hermanos a quienes les escribe digan: tienes toda la razón. Hemos actuado como jueces con malos pensamientos. Hemos tratado a estas personas con una actitud anti-cristiana. Dios nos llama a algo distinto. Él nos llama a tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran. Mateo 7:12 “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.” Quiero explicar este versículo que ha sido mal interpretado. El pasaje no dice que tratemos con justicia y misericordia a los demás porque queremos que así hagan con nosotros. Eso no es lo que dice. Lo sí dice es que: como nos gustaría que nos trataran así vamos a tratar a los demás. Aunque tal vez y muchas veces sucede, las demás personas no nos traten como nosotros los tratamos.  

III. Aplicaciones prácticas

            Deseo reconocer mi deuda en parte al Dr. Daniel Doriani en algunas de estas aplicaciones. Debemos tratar a los pobres con amor y el respeto. ¿A qué pobres? No solo a los pobres económicamente sino también a los pobres en personalidad: el aburrido, el introvertido, el tímido, etc. Pero también a los pobres intelectualmente: el lento para aprender, el no educado. Y a los pobres en el cuerpo: los viejitos, los calvos, los obesos, etc. Esto tiene un sinnúmero de aplicaciones.  

            Esto implica el no hacer grupitos en la iglesia donde algunos están excluidos por ser “pobres”. En algunas iglesias existen los grupitos de creyentes que son exclusivos. Grupitos de los jóvenes donde se excluyen a otros por razones de dinero, o por que otros no tienen los mismos intereses o no saben cómo relacionarse con los demás. Pero aun los adultos hacen sus grupitos donde un grupo selecto entra. Algunos dirán: nadie es excluido, es cierto, pero solo algunos son invitados. Generalmente los mismos de siempre. Eso sucede en las iglesias y eso no debe ser así.

            Hermanos, cómo vamos a tratar a aquellos que vienen a la iglesia y están llenos de tatuajes que no le caben ni uno más. Hay personas dentro de la iglesia que piensan que debe haber iglesias exclusivas para los que se tatúan. Así como hay iglesias para los negros, para los anglosajones, para los chinos, para los mexicanos, aunque hablen el mismo idioma, así debe haber iglesias para lo que están tatuados desde la cabeza hasta los pies. Hermanos, Jesús con su muerte y resurrección rompió la barrera de separación entre judíos y gentiles y ha hecho de los dos pueblos uno solo. Si esto es así entonces no separemos lo que Dios ha unido.

            ¿Qué debemos hacer? No debemos hacer acepción de personas. Porque eso es compatible con nuestra fe en Dios, con el evangelio de Jesucristo y con el carácter cristiano que Dios forma en nosotros.  

 

           

Sermón: Salmo 73:25-28 Disfrutando a Dios

 

Texto: Sal. 73:25-28 “¿A Quién tengo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre. Porque he aquí, los que se alejan de ti perecerán; Tú destruirás a todo aquel que de ti se aparta. Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; He puesto en Jehová el Señor mi esperanza, Para contar todas tus obras”.

 

            Continuamos nuestra serie de sermones sobre el Catecismo Menor de Fe de Westminster, el cual, junto con el Catecismo Mayor y la Confesión de fe de Westminster, constituyen la base doctrinal de la Iglesia Presbiteriana Ortodoxa y de esta iglesia local.

            En el sermón anterior comenzamos a estudiar la primera pregunta y respuesta del Catecismo Menor que dice: ¿Cuál es el fin principal del hombre? El fin principal del hombre [el propósito de su vida] es el de glorificar a Dios y gozar [o disfrutar] de El para siempre.

            Dios nos ha creado, a todos nosotros, con un propósito. Ese propósito lo es el de glorificarle, el de exaltar su nombre, el de reverenciar su ser. Todo lo que hacemos, aun las cosas que nos parecen de poca importancia, como el comer, el beber, el hacer la compra, el trabajar, el conducir nuestros carros, etc., deben ser hechas para que Dios sea glorificado. Es por eso que deben ser hechas en santidad. Deben ser en conformidad a la Palabra de Dios y por amor a Dios. ¿Por qué yo debo obedecer las leyes de tránsito? Porque Dios me dice en Romanos 13:1 “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas.”   O, ¿por qué yo debo pagar mis impuestos? Porque Dios me dice en Romanos 13:7 “Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra.” O, ¿por qué yo debo cumplir con lo prometido? Porque Dios me dice por medio de Jesús en Mateo 5:37 “Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.” O, ¿por qué yo no debo sacar un chivo o una droguita en los exámenes? Porque Dios me dice en Éxodos 20:16 “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio.” Todo lo que hacemos debemos hacerlo por amor a Él, en agradecimiento por su salvación y en obediencia a su Palabra sacrosanta.

            Pero la respuesta que nos da el catecismo da la apariencia de que hablamos de dos fines principales en vez de uno. Nos dice que el fin principal del hombre lo es el de glorificar a Dios y gozar o disfrutar de El para siempre. Gloricar y disfrutar de Dios. Ahora bien, para poder entender esto debemos ver que el catecismo no nos quiere enseñar que hay dos fines principales, sino que hay dos aspectos de un solo fin principal. Es decir, la primera parte nos habla acerca de nuestro deber principal, el cual es el de glorificar a Dios. La segunda parte nos habla acerca de nuestra principal felicidad, la cual es el disfrutar o gozar de Dios para siempre.

            Hemos sido creados no solo para glorificar a Dios sino también para disfrutar de Dios. Pero, ¿Por qué los teólogos de Westminster han unido el glorificar a Dios con el de disfrutar de Dios para siempre? La respuesta es bien sencilla: porque no podemos glorificar a Dios sin a la vez disfrutar de El. Servir a Dios es un deleite. Los que sirven a Dios se deleitan al hacerlo. Los mandamientos de Dios no son gravosos, no son una carga. Dios bendice cada trabajo en el Señor con deleite, disfrute y alegría. ¡Qué rico es servir a Dios! ¡Qué tremendo es servir a mis hermanos! ¡Qué paz trae a mi alma el obedecer a Dios! Hay muchos hermanos que viven vidas miserables porque no han vivido en obediencia a la Palabra de Dios. Y cuando eso sucede jamás hallarán paz en sus vidas.

            Pero, ¿Por qué mencionamos el glorificar a Dios en primer lugar y después el disfrutar de Dios? Porque la gloria de Dios es de más valor que nuestra felicidad. (John Brown of Haddington). Dios es más importante que nosotros. Su honor es más importante que nuestro honor. Acaso no lo dice así un dicho popular: primero Dios y después sus santos. Isaías 40:17 “Como nada son todas las naciones delante de El; y en su comparación serán estimadas en menos que nada, y que lo que no es”. En comparación con Dios nosotros somos como nada, como si no existiéramos. En comparación con Dios somos como lo que no existe.

            Pero, ¿Qué significa disfrutar o gozar de Dios para siempre? Veamos el pasaje de base.

            Este salmo 73 inicia la tercera división del libro de los salmos. Esta tercera división alcanza desde el salmo 73 hasta el salmo 89. Lo interesante de este salmo es el hecho de que el salmista inicia este salmo acertando la bondad de Dios para con su pueblo: “Ciertamente es bueno Dios para con Israel”. Y señala a quienes Dios derrama de esta su bondad: “Dios es bueno… para con los limpios de corazón”. ¿Quiénes son esos? Son los que con sinceridad se consagran Dios y viven para su gloria. Hermano no debes olvidarte de esto: Dios es bueno para su pueblo. Todo lo que Dios hace es para nuestro bien. Cada lágrima que derramamos en dolor es para nuestro bien. Aun la disciplina del Señor es buena. Dice Hebreos 12:10 “para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad.” Dios es bueno para con su pueblo, el cual amó antes de la fundación del mundo.

            Pero el salmista de momento se confunde. Si Dios es bueno con su pueblo, para con los de limpio corazón, cómo es posible que los impíos prosperen. Y el salmista comienza a luchar acerca de este problema: Dios es bueno y los impíos prosperan. Y nos dice que hasta comenzó a envidiarlos. Porque aparentemente no tienen congojas ni tristezas por su muerte, su vigor está entero, es decir, no les duele una uña. Estos no pasan trabajo como nosotros, ni tienen tantos problemas como nosotros. Como es posible que yo que te sirvo con sinceridad esté “chavao” y los que te aborrecen, los que no te sirven están en las papas. Viven mejor que yo. Esta lucha fue tan grande que el salmista hasta pensó en cambiarse de bando Salmo 73:2-3 “En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; por poco resbalaron mis pasos Porque tuve envidia de los arrogantes, Viendo la prosperidad de los impíos”.

            Pero el salmista aprende teología en la iglesia. V.17 “Hasta que entrando en el santuario de Dios, Comprendí el fin de ellos. Ciertamente los has puesto en deslizaderos; en asolamientos los harás caer”. Es decir, todas las cosas buenas que los malvados reciben de Dios, les será de mayor condenación. El fin de los impíos, de los malvados, de los que no creen en Cristo salvadoramente, será destrucción en el infierno. Cada bien que reciben de Dios calentará el horno del infierno un grado más. Sus sufrimientos serán cada vez más horribles.

            Luego de toda esta lucha el salmista llega a la conclusión que nuestra mayor felicidad lo es el tener a Dios. No hay nadie a quien él ame más en los cielos que a Dios. No hay nada que le dé mayor satisfacción que Dios. No hay nada en la tierra: ni riquezas, ni títulos, ni honores, ni posesiones, ni carros, ni casas, ni esposas, ni hijos, ni nada que le dé mayor felicidad que tener a Dios mismo como su Dios y el ser hijo de Dios. Dios es su mayor felicidad. Así como Dios es nuestro supremo bien, de igual modo Dios es nuestra suprema felicidad.

            Para el creyente no hay nada que le dé mayor gozo y satisfacción que las cosas de Dios.

I. ¿Qué es gozar de Dios?

            El gozar de Dios es el recibir a Dios, el vivir en Dios y en regocijarnos en Dios como nuestra porción. (John Brown of Haddington).

            Fíjate como lo describe el salmista: “¿A Quién tengo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.”

            Para Asaf, el salmista, solo Dios es su esperanza para la vida eterna: “¿A quién tengo en los cielos sino a ti?”. No hay dios que me espere en la vida eterna excepto tú, oh Jehová. Tú eres mi esperanza cuando parta de este mundo. Solo Tú eres quien cuida mi vida, quien dirige mis pasos, quien camina conmigo. Mi protector y mi defensor lo eres Tú.

            Su pasión no se limita a su esperanza en los cielos, sino que Asaf encuentra satisfacción aquí en la tierra solamente en Dios. ¿Qué quiere decir? Lo que quiere decir que, aunque hay muchas cosas en esta vida que nos llenan de alegría ninguna de ellas se compara con la felicidad que encontramos en Dios. Ninguna de ellas puede satisfacer permanentemente ni tan intensamente como Dios.  Por ejemplo, Podemos disfrutar del amor de un hijo, pero ese disfrute, aunque sea hermoso y nos llene de alegría jamás se compara con el disfrute de Dios. ¿Por qué? Porque ellos son criaturas finitas y pecadoras. Se enferman y nosotros nos sentimos morir. Les enseñamos a ser hombres y mujeres de bien y muchas veces no hacen lo que les decimos. Y como en mi caso en quinto grado le bota los zapatos del conserje cuando éste limpiaba un salón de clases, trayendo vergüenza a sus padres. O nos faltan el respeto, o parte de nosotros antes de tiempo. Pero el disfrute de Dios es permanente e intenso. Dios nunca falla, El jamás nos avergüenza, y nunca parte de nosotros. En Cristo encontramos el hijo perfecto, el esposo perfecto, la perfecta compañía, el hermano perfecto. Él es como dice Isaías 9:6 “Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.”

            Solo Dios es la única persona capaz de llenar nuestras almas como nadie más. Sin Dios todas las cosas que poseemos son nada y pura vanidad. Todas las cosas que poseemos son perecederas, se rompen, se pierden, se las roban. Pero el tener a Dios y estar en comunión con Dios es vida. Dice el Salmo 16:11 “En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre”. Fíjate que dice “hay” y no meramente que habrá. Dios provee un gozo presente, ahora para sus hijos. Y ese gozo descansa en vivir en comunión con Dios. Es un gozo y delicia que dura por siempre, en cambio todo lo demás perece con el tiempo. Nuestra alma es diseñada para hallar satisfacción plena en Dios y en El solamente.

II. ¿En qué consiste la naturaleza de este disfrute?

            A la luz de la Biblia hay un doble disfrute de Dios. Disfrutamos de Dios aquí en esta vida y disfrutaremos de Dios en los cielos o en la vida venidera.

            Hay un disfrute de Dios aquí en la tierra en esta vida. Pero este disfrute de Dios es imperfecto por el hecho de que todavía hay pecado en nosotros los hijos de Dios. Este disfrute consiste de dos cosas:

1.  En unión con Dios. Todo verdadero creyente está unido a Cristo por la fe. Y posee por esto un interés salvador en Dios. Es una planta con El. Somos uno en espíritu con Cristo y a través de esto se forma una unión mística o misteriosa entre Cristo y su pueblo. Por esta unión Dios es nuestro Dios y nosotros somos su pueblo. El habita en nosotros y vivimos nosotros en El. Esta unión incluye todo nuestro ser: nuestra alma y nuestro cuerpo físico. Mis manos, mi boca, mis pies están unidos a Cristo y le pertenecen a El. Así como mi alma esta unida a Cristo y Cristo vive en mi alma por su Espíritu. Es esta unión el fundamento y la base de todo disfrute salvador de Dios.

2. En comunión con Dios. A través de los medios de gracia: la palabra de Dios, la oración y el uso de los sacramentos Dios derrama de su amor a nosotros sus hijos. Dios nos otorga su gracia, su paz, su presencia, su favor y las influencias de su Espíritu como expresión su bondad. Dios nos llena con gozo y paz en el creer. Todo verdadero creyente experimenta tal íntima relación con Dios. Y ese disfrute de Dios nos acompaña en nuestra vida. Gozamos de su bondad todos los días. Y cuando vemos que la vida que vivimos la vivimos en Dios, que Él es nuestra vida, que, aunque a veces sufrimos en este mundo de igual manera experimentamos de una manera misteriosa fortaleza, paz, cercanía con Dios, gozo en medio del dolor. Solo un creyente entiende lo que yo digo. Dios nos hace gustar de su bondad. Y cuando recordamos que somos herederos de una herencia incontaminada e inmarcesible y que Dios garantiza cuidarnos hasta que lleguemos a Sion, nuestra vida recibe una dosis de vigor que nos lleva, como llevó a los santos a quien Pedro les escribió en 1 Pedro 1:8 “os alegráis con gozo inefable y glorioso;” aun en medio de las tribulaciones.

            Pero hay, además, un disfrute de Dios en los cielos. Cuando este mundo como lo conocemos no sea más. Este consiste de 5 cosas:

1. En estar en la presencia de Dios. 1 Tesalonicenses 4:16-18 “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.  Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.” Estaremos siempre con el Señor, con Cristo, delante de la presencia de Dios, cerca de su trono, delante de Él; y Él nos mostrará su gloria.

2. En ver a Dios como El es. 1 Juan 3:2 “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.” Tendremos una plena, satisfaciente visión de Dios, de todas sus perfecciones que cautivará nuestras vidas para siempre.

3. En una perfecta unión con El. Apocalipsis 21:3 “Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.” Nuestra unión con Dios será más plena y más perfecta en los cielos. Aquí estamos unidos con El por la fe y su Espíritu. En los cielos Dios hará su morada con su pueblo de una manera más perfecta jamás imaginada.

4. En una plena comunión con El. Esta comunión y disfrute de Dios será mucho más placentera de los que recibimos ahora en esta tierra.

5. En pleno gozo y satisfacción. Nadaremos en un océano de gozo siempre fresco y nuevo para los hijos de Dios.

 

Aplicación:

1. Santidad en la tierra es antes que la felicidad en los cielos, (Thomas Boston). Quien no glorifique a Dios aquí en la tierra no disfrutará de Dios en los cielos. Quien no honre a Dios en la tierra no debe soñar con recibir, honor gloria y felicidad en las mansiones eternas en los cielos.

2. Todo hombre que no tenga a Dios en su alma está vacío. Podrá tener los millones del mundo, las comodidades del mundo, pero sin Cristo no tiene realmente nada. Sin ti nada somos. Nada en la tierra podrá llenar su vida y darle la plena felicidad que Dios otorga. No te olvides de las palabras de Jesús en Lucas 12:15 “Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.”

3. Dios es nuestro sumo bien. Dios es el bien principal. Y porque Dios es Dios sólo El nos puede dar aquella felicidad perfecta y satisfaciente en este mundo y en el mundo venidero. Todo bien en este mundo es pasajero, pero Dios es eterno. Todo bien en este mundo es finito, pero Dios es infinito. Eclesiastés 1:14 “Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu.” Solo aquel que es la perfecta misericordia, bondad, gracia, amor y santidad puede darnos el disfrute de Dios por toda la eternidad. No busques tu felicidad en las cosas de este mundo. Ni el dinero, ni las comodidades, ni las posesiones te darán perfecta felicidad solo Dios. Por eso te digo: Búscalo a El en fe y arrepentimiento. No podemos glorificar al Padre sin su Hijo Jesús. Y no podemos disfrutar de Dios sino a través de Jesús. Cree en el evangelio. Cree en el Señor Jesús y serás salvo tú y tu casa. Vayan a Él todos los que estén trabajados y cargados y hallarán en El descanso y paz para sus almas. Amén.

Sermón: 1 Corintios 10:31 Hacedlo todo para la gloria de Dios

1 Corintios 10:31 “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.”

 

            Una de las preguntas más importantes que uno se puede hacer en la vida es: ¿para qué yo estoy aquí? ¿Cuál es mi propósito en la vida? Todos nosotros en algún momento u otro nos hemos hecho esas preguntas. ¿Para qué yo vine a este mundo?

            Muchos contestarían que no saben para qué vinieron a este mundo. Otros dirían que vinieron a este mundo por un error matemático de parte de sus padres. Algunos dirían que no saben el por qué vinieron al mundo porque no fue planificado por los padres. Otros que están aquí fruto de un accidente. Hermanos y amigos, nada sucede en este mundo fuera de la voluntad de Dios, ni fuera de su propósito. Nadie entra a este mundo sin que Dios lo haya determinado.

            Otros dirían que están en este mundo para hacerse ricos y otros, en forma burlona para tomarse una cerveza.

            Pero el pasaje que tenemos presente nos enseña cuál es el propósito de la vida. Nuestra vida es para vivirla para la gloria de Dios. Dios debe ser el centro de nuestra vida. Todas las cosas que hacemos en la vida deben girar alrededor de Dios. Todas las cosas que hacemos, aún las cosas que aparentan ser las más insignificantes de la vida deben ser hechas centradas en Dios. Eso es lo que nos enseña la palabra de Dios en este pasaje de 1 Corintios 10:31 “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.” Vivimos para la gloria de Dios. Así lo enseña también nuestro Catecismo Menor de Fe de Westminster en la pregunta y respuesta número 1 ¿Cuál es el fin principal del hombre?, en otras palabras, ¿cuál es el propósito de la vida del ser humano? Y la respuesta es: “el fin principal del hombre es el de glorificar a Dios y gozar de El para siempre”. Hoy vamos a limitarnos a explicar y aplicar la primera parte de la contestación del Catecismo y para el próximo domingo explicaremos la segunda parte.

            Hermanos, hay tres preguntas importantes que debemos hacernos para entender el pasaje y el catecismo de nuestra iglesia. Estas preguntas son: ¿Qué es glorificar a Dios? ¿Por qué yo debo glorificar a Dios y ¿Cómo yo puedo glorificar a Dios?

            Veamos cada una de ellas.

I. ¿Qué es glorificar a Dios?

            En primer lugar, tenemos que explicar lo que no es glorificar a Dios. Glorificar a Dios no es hacer a Dios glorioso. Él es glorioso en Sí mismo. Él es perfecto en Sí mismo. Y por tanto Dios no necesita de ninguna criatura para hacerlo glorioso. Él siempre ha sido, es y será eternamente glorioso en Sí mismo y por Sí mismo. Así que Dios no nos creó para añadir a su gloria. Nada ni nadie puede así hacerlo. Dios es infinitamente glorioso.

            La gloria de Dios es la perfección de la totalidad de sus atributos. Es la diadema en la joya de la corona de Dios. Hay perfección en cada uno de los atributos de Dios. Pero la gloria de Dios es la perfección absoluta del conjunto de todos sus atributos. En otras palabras, Dios es perfecto en Sí mismo y por Sí mismo. Nada ni nadie puede hacer a Dios perfecto, glorioso, hermoso. Nosotros no podemos mejorar a Dios. El beneficio que sacamos si somos justos y santos, el cual es nuestro deber, es para nosotros solamente. Job 22:2 “¿Traerá el hombre provecho a Dios? Al contrario, para sí mismo es provechoso el hombre sabio.” En otras palabras, aún si nosotros somos justos nada de eso beneficiará a Dios. Si somos santos quien se beneficia de esto somos nosotros. Dios no necesita de nada ni de nadie. Él es independiente de todo lo creado. Hechos 17:25 “ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas”. Nada ni nadie puede hacer a Dios glorioso.

            Hace unos años atrás cuando mis hijos eran pequeños, yo buscaba un librito cristiano para enseñarles acerca de Dios y su palabra. Y encontré un librito acerca de la creación. Y cuando comencé a leerlo, para revisarlo, me encontré lo siguiente: Dios estaba solo y creó este mundo porque necesitaba compañía. Hermanos, Dios no necesita de nosotros. Él es Dios y eso significa que Dios es auto-suficiente en Sí mismo.  Él es todo suficiente en Sí mismo. Y eso trae consuelo y paz para nosotros.

            Trae consuelo y paz porque nosotros sabemos que no somos todo-suficientes. Sabemos que no tenemos control de prácticamente nada: preparamos una comida suculenta y bien hecha y nos cae mal. Descansamos durante la noche y nos levantamos con el cuello virado. O sintiéndonos enfermos, aunque nos acostamos sanos. Queremos estar tranquilos durante un día y entonces todas las cosas nos salen mal.  No somos auto-suficientes. Pero Dios sí lo es. Y Él es nuestro Padre. El todo lo puede. Y sabemos que todo lo que nosotros necesitamos lo podemos buscar solo en El: sea salud, felicidad, fortaleza, dirección, santidad, paciencia y sobre todo la vida eterna.

            Así que glorificar a Dios no implica que podemos hacer a Dios más glorioso. Él es en Sí mismo glorioso aparte de sus criaturas.

            Pero, aunque no podemos hacer a Dios glorioso sí podemos glorificar a Dios. Si podemos exaltarle, adorarle, servirle, temerle, vivir para El, tenerlo como nuestro bien supremo, en donde reside mi felicidad. Entonces, sí podemos declarar su gloria.

            Todo lo que existe declara la gloria de Dios. Dice el Salmo 19:1 “Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos.” ¿Cómo lo hacen? Revelando que solo un Dios omnipotente, sabio y bueno los ha podido crear.

            Glorificar a Dios, entonces, es exaltar el nombre de Dios sobre todas las cosas. Es hacer que todo redunde para que Dios sea alabado, temido, creído y confiado plenamente. Todo lo que hacemos debemos hacerlo de tal manera que Dios sea exaltado delante de los hombres y en la intimidad de nuestra vida devocional a Dios.

 

II. ¿Por qué yo debo glorificar a Dios?

            Nosotros debemos glorificar a Dios, en primer lugar, por el hecho de que Él nos creó. Nosotros le debemos nuestra vida a Dios. Como dice el Salmo 100:3 “Reconoced que Jehová es Dios; Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.” Nosotros existimos porque Dios nos creó. El nos hizo por medio de una creación especial. No somos producto de la evolución. Somos producto de la actividad creadora de Dios. El creó a Adán y a Eva a su imagen y semejanza. La teoría de la evolución es una teoría falsa, atea e insostenible. Cada uno de nosotros debemos nuestra existencia a Dios. Y nada más por eso nosotros le debemos a Dios amor, obediencia y adoración.

            Todos los seres humanos, sean creyentes o no, le deben adoración a Dios. ¿Por qué? Porque Dios es nuestro Creador. Le debemos nuestra existencia a Dios. Le debemos a Dios cada minuto y segundo de nuestra vida.  Y si no lo hacemos demostramos lo perdida que está la raza humana que no se digna a adorar Aquel que es el autor de la vida. Así lo enseña el Salmo 2:10-12 “Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes; Admitid amonestación, jueces de la tierra. Servid a Jehová con temor, Y alegraos con temblor. Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; Pues se inflama de pronto su ira.” ¿Por qué debemos glorificarle? Porque Él es nuestro Creador.

            Pero debemos glorificar a Dios también por el hecho de que Él nos salvó. Dios envió a su Hijo unigénito al mundo para salvar a nada ni a nadie menos que a nosotros, viles pecadores. Aun cuando por causa del pecado nosotros merecemos la ira y la maldición de Dios y éramos objetos de su ira, Dios envió a su Hijo para salvar a aquellos que eran sus enemigos. Su sangre pagó nuestra deuda. La justicia de Cristo ahora es nuestra. Dios nos ve revestidos de Cristo. Ahora Dios es nuestro Dios. Y le pertenecemos por compra. Porque Dios nos compró con la sangre de Cristo. Por eso dice Pablo en 1 Corintios 6:20 “Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.”

            Hermanos, esto es algo que honestamente es imposible de entender plenamente. Por aquellos que eran sus enemigos, que merecían el infierno mismo, que vivían de espaldas ante Dios, que no querían servir, ni adorar, ni amar, ni glorificar su nombre, Jesús vino a dar su vida para salvarles de la condenación eterna que merecían sus pecados. Si alguien puede entender esto plenamente les suplico que me lo expliquen como si yo fuera un niño de seis años. En cambio, eso fue lo que Cristo Jesús hizo. Como dice 1 Pedro 3:18 “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios”. ¡Cómo no debemos amar con intensidad, con fervor, con cada fibra de nuestro ser a nuestro Dios! ¡Por eso es lógico y es justo y brota de un corazón agradecido el que amemos a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra mente, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas!

            ¿Por qué debemos glorificar a Dios? Porque El no creó y nos ha salvado.

III. ¿Cómo yo glorifico a Dios?

            Nosotros glorificamos a Dios cuando nuestra vida se centra en Dios. Sabes que en AT cuando el pueblo viajaba por el desierto camino a la tierra prometida, el tabernáculo se situaba en el centro de las doce tribus. Todas las doce tribus acampaban alrededor del tabernáculo, para enseñarnos que el centro de sus vidas lo era Dios. ¿Es Dios el centro de tu vida? ¿Es tu vida una vida teocéntrica? Pero ¿cómo yo sé si mi vida es teocéntrica? Cuando hacemos algo o dejamos de hacer algo para que el nombre de Dios sea glorificado. Cuando, por ejemplo, un creyente deja de recibir menos salario o acepta un trabajo de menor paga si el trabajo que tiene actualmente le impide asistir a la iglesia. Pero alguien dirá: ¿hay que comer, hay que trabajar? Eso es cierto, pero adorar a Dios es la actividad más importante de la criatura y sobre todo de la criatura redimida. ¿Acaso no creemos que Dios no nos va a proveer un trabajo bueno para nosotros si nosotros buscamos honrarle al dejar un trabajo que me impide ir a la iglesia? ¿Creemos que Dios es Jehová jireh, el Dios que provee?

            Sabemos que nuestra vida es teocéntrica cuando buscamos agradarle en todo. Pablo dice que sea que comamos o bebamos o hagamos cualquier otra cosa debemos hacerlo todo para la gloria de Dios.

            Nosotros le glorificamos cuando vivimos una vida en santidad. Mateo 5:16 “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” Nuestra vida debe ser una que destelle la luz de la santidad. Santidad no es otra cosa que conformidad a la palabra de Dios.

            Le glorificamos cuando damos mucho fruto. Jesús dijo en Juan 15:8 “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.” Jesús dice es mucho fruto lo que glorifica a Dios. Sin fruto no hay cielo. No porque los frutos son los que nos llevan al cielo, no por eso, sino porque testifican que poseemos la verdadera fe que nos lleva al cielo.  Y es cuando llevamos mucho fruto que Dios es glorificado y testificamos que somos discípulos de Cristo. Por eso Pablo nos dice que Cristo nos redimió para que seamos un pueblo celoso de buenas obras. Tito 2:14 “quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.”

            Esto es importante hermanos. Por ahí se vende a dos por chavo una gracia barata. Una gracia que manda a todas las personas al cielo sin dar frutos. Eso no es cierto. La fe salvadora es una fe fructífera. La fe salvadora no es una fe que producirá frutos, sino que produce frutos. Una fe que produce frutos de obediencia. Y si no hay frutos de obediencia esa persona no posee fe salvadora. Una fe que no le lleve a orar por sí mismo sin que nadie se lo ordene no es fe salvadora. Una fe que no le interese congregarse cuando sí puede hacerlo no es fe salvadora. Una fe que no testifique con su vida que es de Cristo no es fe salvadora. Fue Jesús quien dijo en Mateo 10:32-33 “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.” Y confesarle no es solo de boca sino acompañado de una vida que demuestre que esa confesión es sincera.

            Aquellos a quienes Dios salva los lleva a confesar a los cuatro vientos “yo soy de Cristo”. Y aunque a veces nuestra conducta deja mucho que desear y contradecimos nuestra profesión, la obra de gracia en nuestro corazón nos llevará a aborrecer lo que hemos hecho mal y a pedir perdón de Dios con una genuina resolución de no volver a hacerlo más.

            Para qué hemos venido a este mundo: para glorificar a Dios con todo lo que tenemos y en todas las cosas que hagamos. Que ese sea siempre nuestro norte. Amén. 

Sermón: Colosenses 1:21-23 Permaneced Fundados y Firmes en la Fe

Colosenses 1:21-23 “Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él; si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro.

 

            Desde que el mundo es mundo, los padres tenemos una participación directa en el desarrollo y crecimiento de los hijos. Desde antes de nacer los padres y especialmente las madres hacen todo lo que está a su alcance para lograr que su bebé crezca saludable en su vientre. Por eso ellas visitan a su ginecólogo desde las primeras semanas del embarazo, evitan consumir bebidas alcohólicas, procuran comer alimentos saludables, tomar su ácido fólico, en fin, seguir las directrices del doctor con miras a que su bebé se desarrolle y crezca sanamente.

            Pero ese cuidado antes del nacer o cuidado pre-natal no finaliza allí. Los padres nos preocupamos del crecimiento de nuestros hijos. Y buscamos cuáles son las cosas que debemos hacer para ayudar que a nuestros hijos crezcan bien. Este crecimiento que desean ver en sus hijos no solo se limita al crecimiento físico sino también a un crecimiento emocional, social, educativo. Lo que hoy día se llama un crecimiento holístico, integrado, balanceando todas las áreas.

            Luego de que el hijo crece, él o ella se preocupan también de su propio crecimiento. Queremos ser tan altos como los demás, fuertes como los demás, etc.

            Sabemos que ese crecimiento depende, entre otras cosas, de una buena nutrición. Hay que darles o debemos consumir una dieta balanceada para poder crecer. La meta es crecer saludablemente.

            Eso mismo sucede en la vida cristiana. Para poder crecer saludablemente debemos tener una dieta balanceada. Debemos comer los alimentos espirituales que nos ayudarán a crecer y madurar bien en nuestra fe. Nuestra meta es crecer para la gloria de Dios. Y no solo eso. Es importante saber qué hacer para crecer. Hay que saber cuáles son los alimentos fundamentales para tal crecimiento. De eso Pablo habla en este pasaje. El nos habla de un deber que Dios requiere de nosotros. Pero también nos habla de cómo debemos llevar a cabo ese deber. Veamos lo que Pablo dice. Mira el deber y observa cómo lo podemos llevar a cabo. Dice el versículo 23 “si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe”. Pablo nos dice que debemos permanecer firmes en la fe, ese es nuestro deber. Pero Pablo también nos dice cómo podemos permanecer firmes en la fe. Él dice que la manera por la cual permanecemos firmes en la fe es cuando permanecemos fundados en la fe. Fíjate cómo lo dice: “permanecéis fundados en la fe”.  En otras palabras, para poder estar firmes en la fe hay que estar fundados en la fe. Si estamos fundados en la fe entonces estaremos firmes en la fe. Así que hay un deber: permanecer firmes en la fe y la manera para lograrlo es permanecer fundados en la fe. Veamos ambos puntos de cerca.

I. Es el deber de todo cristiano permanecer firmes en la fe

            ¿Qué quiere decir Pablo con que debemos permanecer firmes en la fe? ¿A qué fe se refiere? Por fe debemos entender la fe que mora en nuestro corazón. La fe que Dios ha implantado en nuestras vidas. La fe que el Espíritu Santo ha producido en nuestro corazón. Hermanos, la fe salvadora es un don de Dios. Es algo que Dios produce en nosotros y que nosotros no podemos producir.

            Pero esa fe debe madurar y puede madurar. Y madurar implica que hubo un momento en que no era madura, era débil, no era firme sino inestable. Cuando una persona se convierte es normal que su fe sea una débil. Digo normal porque no todos los casos son iguales. Como cuando nace un niño ese nuevo bebé es frágil de igual manera una persona recién convertida posee, normalmente una fe frágil, débil e inmadura.

            Pablo nos dice: esa fe debe madurar. Nuestras convicciones deben de ir creciendo más y más. Nuestra fe debe ir fortaleciendo cada día. Nuestros pasos al caminar la vida cristiana deben ser cada vez más firmes, más estables más sólidos. Ese es nuestro deber.

            Es el deber de todo creyente el crecer en su fe cristiana. Si nuestros niños crecen raquíticos es señal de que algo no está bien. De la misma manera si pasan los años y un creyente no crece, no madura en su fe, su caminar no es firme ni consistente, hay algo que no está bien. ¿Por qué? Porque es el deber de todo creyente el crecer en su fe, en su convicción de la fe.

            Eso es lo que nos enseña la Biblia. En Hebreos 5:11-14 “Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír. Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.” El autor de Hebreos reprende a sus hermanos porque habiendo pasado tiempo desde que se convirtieron ya debían ser maestros en el conocimiento de la verdad. Pero al hacerse tardos para oír, lentos en aprender, todavía son niños en la fe con necesidad de leche espiritual y no alimento sólido. Hermanos, es una reprensión que el autor de hebreos les da a estos hermanos. ¿Por qué? Porque debieron haber crecido en su fe y no lo hicieron. Ese era su deber. Su deber era crecer.

            La misma idea la tenemos presente en 2 Pedro 3:18 “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén”. Y yo te pregunto cómo está tu crecimiento espiritual. ¿Puedes ver en tu vida mayor crecimiento? ¿Has madurado en tu fe?

            ¿Cómo yo lo sé? ¿Cómo yo sé si estoy creciendo en la fe? Bueno, pregúntate cómo es tu caminar en la vida cristiana. ¿Cuán consistente eres en tu vivir, en poner en práctica lo que sabes? Cuando vemos a un niño de 10 años que mide 3 pies de alto sabemos que su crecimiento se ha estancado. Algo no está bien. Cuando mides el tiempo que has profesado tu fe en el Señor, ¿cuán alto te percibes? ¿Cuán robusta es tu fe?

            Nuestro deber es permanecer firmes en nuestra fe, firmes en nuestras convicciones, maduros en la fe. Pero cómo yo hago esto.

II. Hay que permanecer fundados en la fe

            Ahora bien. La fe de la que habla Pablo en Colosenses no solo se limita, según el contexto, a la fe subjetiva producida en el corazón por el Espíritu Santo. El contexto demanda que la palabra fe signifique también: las verdades doctrinales de la fe cristiana. Debemos crecer en el conocimiento de la verdad. Debemos crecer en el conocimiento doctrinal de la verdad. Que esto es una correcta interpretación lo podemos ver por el contexto.  Pablo en Colosenses está combatiendo falsas doctrinas acerca de la Persona de Jesús y su Supremacía sobre todas las cosas, acerca de la vida cristiana, acerca de los ángeles, acerca de la santificación. Y el remedio que Pablo da a los errores es: hay que crecer en la teología bíblica, sobre todo en la Cristología, en la doctrina de la Persona y Obra de Cristo. Veamos Colosenses 1:9-10 “Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios”. El énfasis es en el conocimiento de la voluntad de Dios, en la sabiduría e inteligencia espiritual. Y los versículos del 15 al 20 Pablo trata de la Persona y la Obra de Cristo, pura teología. Así que cuando Pablo habla de fundados en la fe sin lugar a dudas incluye el conocimiento doctrinal.

            En otras palabras, cómo podemos permanecer firmes en la fe, cómo podemos crecer en la fe, cuando estamos fundados en la verdadera doctrina cristiana.

            Si alguien preguntara qué debo hacer para crecer y madurar como cristiano. ¿Cuál sería la respuesta? Estudia la doctrina cristiana. Conoce la teología bíblica. Sumérgete en el conocimiento doctrinal de la verdad. Esfuérzate en entender todas las doctrinas fundamentales del cristianismo. Procura no solo entenderlos sino creer en ellas. Procura que cada una de las doctrinas de la fe cristiana moldeen tu forma de pensar. Que creen en tu vida un entendimiento de la vida misma, de la realidad, del mundo, de la vida diaria, de la vida cristiana que sea consistente con esa verdad. Hermanos, solo así creceremos en la vida cristiana. Y solo así creceremos en una vida cristiana balanceada.

            No solo eso. Eso es lo que Dios desea. Todo lo que Dios hace lo hace para producir hijos y una vez hechos, El procura hacernos crecer y busca que nosotros crezcamos en la fe cristiana.

            Él envió a Cristo para hacernos nacer. El evangelio es el evangelio del Señor Jesucristo. Y es por medio de la predicación del evangelio de Cristo que nosotros nacemos de nuevo. Santiago 1:18 dice: “El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.” La palabra de verdad es el evangelio de Jesucristo. Y el evangelio es Cristo mismo. Y luego de hacernos nacer Dios procura que crezcamos a la imagen de Cristo. Hemos sido predestinados para ser conformados a la imagen de Cristo. Él es el fin y meta de nuestro crecimiento. Dice Romanos 8:29 “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.” Y como ser como Cristo es nuestra meta todo lo que Dios hace en nuestra vida es con miras a que lleguemos a esa meta: de ser conformados a la imagen de Cristo. Por eso Dios nos dejó el ministerio de la Palabra para que por ella nos dice Pablo en Efesios 4:15 “crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo”. Por eso Dios ha instituido los sacramentos para que al usarlos dignamente por medio de la fe y la obra santificadora del Espíritu Santo comamos y bebamos del cuerpo y sangre de Cristo para nuestra alimentación espiritual. Para eso Dios instituyó la oración para que por medio de ella crezcamos en nuestra fe. Esa fue la oración de los apóstoles a Jesús en Lucas 17:5 “Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe.” Esa fue una oración, es decir, una petición directamente a Cristo para que Cristo mismo por Su poder y deidad les aumentara su fe en Dios.

            Solo cuando estamos bien fundados en la doctrina cristiana es que podemos crecer. Hay algunos cristianos que no crecen porque no conocen la teología bíblica. Una planta que no está bien arraigada en la tierra no puede crecer. Solo cuando conocemos bien las doctrinas bíblicas somos preservados del error. Hermanos, hay cientos de errores doctrinales en las iglesias, incluso enseñados por pastores. Tristemente enseñados por pastores, que se espera sean lo conocedores de la teología bíblica. Pero lamentablemente no es así. Pero cuando cada uno de nosotros conoce bien la verdad y está bien fundado en las doctrinas bíblicas será preservado de todo error. Y entonces podrá evaluar todo lo que se enseña, no en base a su opinión personal sino en base a la verdad revelada en la Biblia. Y cuando así las conocemos nos dice Pablo seres creyentes maduros y no niños y seremos creyentes firmes, estables en nuestra vida cristiana. Fíjate cómo lo dice en Efesios 4:11-15 “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo,”. Solo cuando seguimos la verdad en amor, es decir, la recibimos con fe y mansedumbre es que podemos crecer en todo, en toda área de la vida cristiana y creceremos en Cristo Jesús, nuestro varón perfecto. Solo cuando conocemos la verdad y la creemos con una firme convicción es que estaremos preparados para poder sufrir por la verdad y soportar por la gracia de Dios la persecución. Y seguiremos firmes y adelante como soldados de Cristo cantando alabanzas a Dios aun cuando lleven nuestros cuerpos a la muerte.

 

            Y por último hermanos, cuando crecemos en nuestra fe alegramos a nuestro Dios, agradamos a nuestro Dios. Porque qué desea todo padre, ver a sus hijos crecer, madurar como hombres y mujeres de bien. ¿Y qué desea Dios? Que crezcamos en la imagen de Su Hijo. Y solo podemos crecer cómo Cristo si nos alimentamos de Cristo. Y nos alimentamos de El por medio de la verdad doctrinal y los medios alimenticios que Cristo mismo ha instituido en Su Palabra. Permaneced firmes en la fe y la manera de hacerlo es estar bien fundados en la verdad.  

Sermón: Santiago 1:26-27 La verdadera Espiritualidad

Santiago 1:26-27 “Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana. La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo.”

 

            Hay un dicho popular que dice que no todo lo que brilla es oro. Y hay otro que dice que el león no es como lo pintan.

            Por ejemplo: una persona va a China town en los EE.UU. buscando un reloj para sí mismo. Y va entusiasmada porque piensa que va a encontrar una buena ganga.  Le dice a la persona que está buscando un reloj de tal o cual marca. Y de momento le traen un reloj que a todas luces parece el reloj original. Y es tan parecido que una persona pudiera hasta dudar de si es el original o no. Y hermanos, algunas copias pueden ser tan parecida que uno mismo se podría confundir. Y si sobre todo, el precio de ese reloj es un precio alto, diríamos unos $800 podríamos pensar, es posible que sea original. Es posible que sea caliente ese reloj. Pero cuando comparamos el precio de ese reloj con lo que normalmente cuesta, el cual es $2,000, concluimos que no cabe la menor duda que ese reloj es una copia. Y a veces las copias pueden ser tan parecidas que nos podemos confundir.

            Santiago toca ese mismo tema en el pasaje que tenemos por delante.

            En este pasaje que finaliza el capítulo 1 Santiago tiene en mente a una persona que profesa ser cristiana. Es fiel en su asistencia a la iglesia. Se expresa como se expresan los cristianos ya que conoce la jerga que es común entre los cristianos. Tal vez llama a su hermano en la fe: varón. Y cuando escucha un mensaje fielmente predicado dice: me estoy gozando. A todas luces parece ser un creyente firme, estable, creciendo en la gracia de Dios. A todas luces es un verdadero hombre espiritual. Pero cuando comparamos su carácter con el carácter que la escritura revela debe poseer todo creyente, encontramos que su espiritualidad carece de sustancia. Santiago nos dice en qué consiste la verdadera espiritualidad, en que consiste la verdadera religión y la contrasta con lo que él llama la religión vana. Obviamente Santiago no cubre todos los aspectos esenciales de lo que es la verdadera religión cristiana. El solo nos da unos puntos importantes de lo que es parte fundamental de la verdadera religión o espiritualidad. ¿Cuáles son las marcas de una verdadera espiritualidad? Las tres marcas de la verdadera espiritualidad son: frenar nuestra lengua, mostrar misericordia a los necesitados y guardarnos sin macha del mundo.

I. Frenar nuestra lengua

            V. 26 “Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana”. Santiago nos dice: el creyente debe profesar su fe en Cristo. Pero profesar su fe en Cristo en sí mismo no salva a menos que se demuestre su fe por medio de frenar su lengua. ¿Por qué la lengua? Porque la lengua revela lo que hay en el corazón del hombre. ¿A quién tiene en mente Santiago? Santiago tiene en mente a esta persona que profesa ser cristiano. Posiblemente es uno que asiste fielmente a la iglesia, es un excelente diezmador, es un fiel servidor en la iglesia, pero es uno que no refrena su lengua. Su conducta se caracteriza por ser un mentiroso, por ser un chismoso. No tiene problemas en ofender a nadie. No le quita el sueño el calumniar a sus hermanos en la fe o a su prójimo. Es una persona que todo lo resuelve gritando o criticando o burlándose de otros. O tiene un chiste colorado cada vez que está entre sus panas. Y esto no es algo que ocurre alguna que otra vez, sino que es un patrón de conducta constante y recurrente en su vida. Santiago no toca aquí el hecho de que todos, en un momento u otro ofendemos a nuestros hermanos u ofendemos a los seres queridos. Esa no es la persona que tiene en mente. Si no a una persona se caracteriza por ser así.

            ¿Qué es lo que Santiago le dice a esa persona? Tal persona “engaña su corazón y la religión de esa persona es vana”. Todo lo que hace para adorar a Dios, todo lo que hace para servir a Dios es en vano. Su adoración no agrada a Dios. Su oración no pasa del techo. Su estudio de la Biblia es en vano. ¿Por qué? Porque su conducta no demuestra que conoce al Señor de una manera salvadora.

            Podemos ser ortodoxos en nuestra doctrina y ser fieles asistentes a los cultos de la iglesia, pero Santiago nos dice que la prueba de la verdadera espiritualidad, de ser un verdadero creyente, yace en la conducta.

            Hermanos, no toda profesión de fe en Cristo es una profesión salvadora si no va acompañada de un carácter consistente con la fe cristiana. Santiago nos está diciendo lo que ya Jesús había dicho que de la abundancia del corazón habla la boca.

            Hablar religiosamente o con un lenguaje religioso es una cosa fácil. Pero lo importante, dijo Pablo, es guardar los mandamientos de Dios. 1 Corintios 7:19 “La circuncisión nada es, y la incircuncisión nada es, sino el guardar los mandamientos de Dios.” Lo importante es una nueva creación en Cristo Jesús. Gálatas 6:15 “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación.”

            Pero los herederos del reino de cielos triunfan sobre estas cosas por Cristo Jesús. Y saben que el pecado no se enseñoreará de nosotros. Dios nos llama a que domemos la lengua o más bien pedirle a Dios que nos dé una lengua y un corazón manso y respetuoso. Que usemos la lengua para glorificar el nombre de Dios. Que usemos la lengua para edificar a todos los que nos oyen. Y si alguien tiene una lengua ligerita, una lengua medio suelta, suplícale a Dios no seas impulsivo en la manera de hablar. Que por la gracia de Dios puedas frenar la lengua, filtrar las cosas que dices, que pienses bien antes de hablar. No pares de suplicarle a Dios que te dé ese corazón y esa lengua mansa.

            Pero hay otra marca que se deduce de esta. Si somos sinceros podemos decir que todos ofendemos de una manera u otra con la lengua. Todos en algún momento u otro hemos sido malcriados, respondones, chismosos sea en llevar el chisme o en darle oído o en no pararlo. Un verdadero creyente cuando confrontado con su pecado es llamado a pedir perdón o a aceptar que lo hizo mal. Y eso conlleva ir a la persona y decirle: perdóname porque lo que hice estuvo mal, no debí reaccionar así. O si confrontado con su pecado, reaccionar como David cuando Natán lo confrontó: “Pequé contra Jehová”, perdóname, no lo volveré a hacer.

            La verdadera espiritualidad nos dice Santiago se traduce también en…

II. Mostrar misericordia a los necesitados

            V. 27 “La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones”. Santiago nos dice que la verdadera religión se compadece de los necesitados, aquí descritos como huérfanos y viudas, la parte representa el todo. Ellos representan a los pobres y a los indefensos de la sociedad.  Y nosotros como creyentes deber mostrar misericordia a estos que sufren. ¿Por qué? Porque así hace Dios. Dios es el defensor de ellos. El mundo les explota, pero Dios les defiende. Salmo 68:5 “Padre de huérfanos y defensor de viudas”. Salmo 146:9 “Jehová guarda a los extranjeros; Al huérfano y a la viuda sostiene…” Y no solo eso, Dios maldice a aquellos de los oprimen, Deuteronomio 27:19 “Maldito el que pervirtiere el derecho del extranjero, del huérfano y de la viuda. Y dirá todo el pueblo: Amén.”

            Tan importante son los huérfanos y las viudas para Dios que Él mandó a que el pueblo de Israel tenía que protegerlos. Deuteronomio 26:12-13 “Cuando acabes de diezmar todo el diezmo de tus frutos en el año tercero, el año del diezmo, darás también al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda; y comerán en tus aldeas, y se saciarán. Y dirás delante de Jehová tu Dios: He sacado lo consagrado de mi casa, y también lo he dado al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, conforme a todo lo que me has mandado; no he transgredido tus mandamientos, ni me he olvidado de ellos.” Se les debía dar la oportunidad de trabajar. Deuteronomio 24:19-21 “Cuando siegues tu mies en tu campo, y olvides alguna gavilla en el campo, no volverás para recogerla; será para el extranjero, para el huérfano y para la viuda; para que te bendiga Jehová tu Dios en toda obra de tus manos. Cuando sacudas tus olivos, no recorrerás las ramas que hayas dejado tras de ti; serán para el extranjero, para el huérfano y para la viuda. Cuando vendimies tu viña, no rebuscarás tras de ti; será para el extranjero, para el huérfano y para la viuda.”

            Juan nos dice lo mismo. Una marca de ser verdaderos creyentes es que no cerramos nuestros ojos a las necesidades de nuestro prójimo. 1 Juan 3:17-18 “Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad”. Mateo 25:34-36 “Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.”

            ¿Por qué debemos hacerlo? Porque nosotros éramos también huérfanos en este mundo.  Antes de ser cristianos andábamos en este mundo sin Dios. Él no era nuestro Padre. Pero por Cristo Jesús hemos recibido la adopción de hijos.

            Hermanos, en esto todos nosotros podemos mejor grandemente. ¿Cuántos necesitamos hay entre nosotros? ¿Qué estamos haciendo por ellos? ¿Cuántos de nosotros hemos ido a visitar a nuestros hermanos que están en el hospital, o a los que están solos en sus casas sea por viudez o por cualquier otra razón? ¿Llamamos cuando alguien entre nosotros está enfermo? ¿Visitamos a los que están en asilos? ¿Cuándo alguien se enferma en medio nuestro lo llamamos? No estamos hablando de darle la pesetita aquel que pide en la calle o de aportar un dólar para el hospital oncológico cuando vamos a Burger King o a Walgreens y nos dicen si queremos aportar a esa causa. Estamos hablando de si nos amamos de tal manera que nos procuramos unos a otros, nos llamamos uno a otros, nos visitamos unos a otros. Cuán importante es la visitación que Santiago nos dice que la religión pura y sin mácula, sin mancha es visitar a los huérfanos y viudas en sus tribulaciones, visitarlos. ¿Cuándo fue la última vez que visitaste a uno de tus hermanos enfermos y que no sean los de tu círculo privado y de siempre? En esto todos podemos crecer, como yo también.

            Tan importante es esto que Jesús nos dice que en el juicio final El evaluará lo genuino de nuestra fe por el servicio que hemos hecho a los necesitados. Busquemos Mateo 25:31-40 “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, 32. y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. 33. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. 34. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. 35. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; 36. estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. 37. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? 38. ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? 39. ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? 40. Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.” Hermanos, Jesús nos dio un corazón que se preocupa del prójimo y sobre todo de los hermanos. Yo sé que nuestra vida tan súper ocupada a veces nos lleva a descuidar de nuestros hermanos. Vayamos a Jesús para que El renueve nuestras fuerzas y aclare nuestras prioridades en la vida para incluir en nuestra agenda a nuestros hermanos en la fe que necesitan de nosotros.

            La verdadera espiritualidad se traduce además en…

III. Guardarnos sin mancha del mundo

            V. 27 “La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta… guardarse sin mancha del mundo.” ¿Qué decir Santiago con esto? Significa que como creyentes debemos mantenernos separados del mundo. Hermanos, estamos en el mundo, pero no somos del mundo.

            El mundo físico es la creación de Dios y Él no nos manda a que huyamos de este. La creación divina es buena y debemos disfrutar de ella. No debemos ser como algunos grupos en la historia de la iglesia que apartarse del pecado significaba huir del mundo, irse a un monasterio o escapar a una cueva y vivir solos. Eso no es bíblico.

            El mundo del que habla Santiago es el sistema de creencias, valores, ideas y filosofías que son opuesta a Dios. De ese mundo debemos separarnos. Con ese mundo no debemos tener amistad, ni parte ni suerte. ¿Por qué? Porque nuestra vida eterna depende de ello. Santiago 4:4 “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios”. 1 Juan 2:14 “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”.

            Ahora bien, la pureza que se nos ordena tener no se logra saliendo de este mundo. La separación no es dejar de ver televisión ni dejar de ir al cine como algunos grupos piensan. Sino en ser sabios en lo que vemos y oímos y no dar lugar a aquellos entretenimientos que promueven y dan gloria al pecado. Hay series de televisión y hay películas que sería bueno que nosotros evaluemos con más detenimiento si es correcto o no verlas. ¿Por qué? Porque en ellas se promueve el pecado, se promueve una vida totalmente vana, profana, diabólica. Y hay series de televisión que han ganado muchos premios en la academia de Hollywood que no son otra cosa que pornografía disfrazada. Hermanos, Jesús nos dijo en Mateo 10:16 “sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas”. Pablo dijo en 1 Corintios 14:20 “Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar.” Gálatas 5:9 “Un poco de levadura leuda toda la masa”.

            Hermanos, esto solo lo podemos hacer si Cristo reina en nuestros corazones. Si somos diligentes en usar los medios de gracia, si tenemos presente que Dios nos llama a luchar contra el pecado bajo el poder de Cristo. 

            ¿Qué nos quiere enseñar Santiago aquí? Nos quiere enseñar que el verdadero amor a Dios es una vida de devoción a Dios que se traduce en una lengua santa, unas manos serviciales al necesitado y un corazón que se mantiene puro separado del mundo. Quiera Dios que todos nosotros podamos crecer en esto cada día.  

Sermón: Santiago 1:22-25 Hacedores de la Palabra

 Texto: Santiago 1:22-25 “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.”

 

            Hermanos, no sé si a ustedes les pasa como a mí mientras leo la epístola de Santiago. Yo me siento alegre al saber que Dios en su misericordia y en su amor nos ha dado instrucciones sobre cómo vivir la vida cristiana. Eso es lo que sin lugar a dudas hace Santiago. Esta carta es un manual, es una guía sobre los principios que deben regir la vida cristiana. Y yo me gozo con ello. ¿Sabes por qué? Porque Dios no nos deja en ignorancia acerca de lo que le agrada y acerca de lo que El promete hacer por nosotros y en nosotros en este peregrinar a la ciudad celestial. Y no solo eso, Dios nos enseña cómo debemos vivir la vida cristiana que agrada a Dios. Y qué es lo que es bueno para nosotros. Hermanos, nosotros no sabemos muchas veces lo que es bueno para nosotros. Pero Dios en su palabra nos muestra el camino correcto a seguir. Y esto es hermoso. Es excelente el saber cómo vivir la vida cristiana que adorna el evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Y yo me imagino que esa es tu pasión. Eso es lo que da gozo a tu vida: vivir para Dios.

            Repasemos brevemente algunas de las cosas que hemos estudiado hasta ahora para poder así engranar en el mensaje de hoy.

            Santiago nos enseñó desde el principio que debemos ver la vida cristiana desde la perspectiva de la eternidad y desde el punto de vista del plan de Dios. Aflicciones vienen a nuestra vida, pero ellas no son nuestros enemigos. Son parte del plan de Dios para nuestras vidas. Por medio de ellas Dios nos madura en la fe, que no es otra cosa que hacernos semejantes a Cristo. Pero como a todos nosotros nos pasa, muchas veces no sabemos qué hacer en medio de las aflicciones y Dios nos da un remedio para ello: si alguno tiene falta de sabiduría, “pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”. Pero esa oración debe ser hecha en fe, con la convicción de que Dios no solo nos oye si no también es poderoso para hacer más allá de los nosotros pedimos y pensamos. 

            Santiago nos recuerda que debemos poner nuestra mirada en lo que Dios ha hecho por nosotros y no en la carencia monetaria que a veces viene a nuestra vida. Y luego nos dice que debemos aceptar nuestras responsabilidades y con humildad reconocer y aceptar que somos responsables por nuestros actos. Si alguno cede a la tentación no diga que es tentado por Dios. Cuando pecamos caemos por nuestro propio peso, por nuestro propio pecado. Eso es fundamental en la vida cristiana, aceptar nuestros errores con valentía y confesión de pecado.

            Pero eso no es todo, Dios muestra su buena voluntad para nosotros al hacernos nacer por medio de la palabra de Dios. La palabra de Dios es instrumental para el nuevo nacimiento. Pero no solo Dios nos ha dado su palabra para que sea el instrumento de nuestra conversión Él nos ha dado su palabra para que sea nuestra guía para el todo de nuestra vida.  Pero es palabra no nos beneficiará si no es recibida con un corazón dócil y humilde, con un corazón que desea y busca luchar contra el pecado.

            La palabra de Dios debe ser céntrica en nuestra vida. Dios en su amor nos ha dado, si podemos decir, una porción de su mente y voluntad, revelada en la Biblia.

            Ahora bien, Dios nos ha dado su palabra. Ha puesto sus oráculos al alcance de nuestras manos y de nuestros oídos. Esto es un gran privilegio. Tener la voz de Dios cerca de nosotros es un regalo al cual no le podemos poner precio. Y con un gran privilegio vienen grandes responsabilidades. Dios nos ha dado su palabra y esta debe ser recibida por todos nosotros con corazones humildes y enseñables. Y de esto surge también un deber. ¿Cuál? Debemos ser hacedores de la palabra de Dios. Hay un deber aquí súper importante.

            Hay por lo menos cuatro cosas importantes en este pasaje corto. Y quisiera que los viéramos desde esta perspectiva: (1) Lo que debemos hacer, (2) Lo que debemos evitar (3) Cómo hacer lo que debemos hacer (4) La bendición de hacer nuestro deber.

I. Lo que debemos hacer

            Debemos ser hacedores de la palabra de Dios y no solo oidores de ella. V. 22 “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores”. He ahí nuestro deber, bien sencillo. Dios nos ha dado su palabra para instruirnos, en primer lugar, sobre qué debemos creer para ser salvos. Pero también nos ha dado su palabra para enseñarnos cómo vivir la vida cristiana luego de ser salvos.

            Hermanos, la vida cristiana es una vida para ser vivida. Y todo lo que se enseña y todo lo que procuramos aprender es con mira a ponerlo por práctica.      

            Hermanos, Dios nos ha dado su palabra no para llenar nuestras mentes de información, si no para iluminar nuestras mentes con la verdad para poder vivir la verdad.

            Sacar tiempo domingo tras domingo para escuchar la palabra predicada, sacar tiempo para leer y estudiar la Biblia es solo la mitad del camino. Montarme en el carro, por sí mismo, no me lleva a ningún sitio.  Tenemos que encender el carro, sacarlo de la marquesina y conducirlo por la carretera para sea un vehículo de transportación. No es bizcocho si solo hacemos la mezcla. Esa mezcla tiene que sea cocinada para que sea un bizcocho.

            De la misma manera nos dice Santiago que no es suficiente con que nosotros oigamos la palabra de Dios. Dios demanda algo más. ¿Qué? Que seamos hacedores de su palabra.

            Jesús mismo lo enseñó una y otra vez no solo como la manera correcta de vivir la vida cristiana sino la marca que distingue a uno que le ama de veras o no meramente de palabra.

            Mateo 7:21, 24 “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca.” Tan fundamental es esto que Jesús nos dice que su familia se caracteriza por la obediencia a sus mandamientos. Lucas 8:21 “Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la hacen.” Y Pablo hablándoles a los romanos les dice lo mismo en Romanos 2:13 “porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados.”

            ¿Qué tú haces con la palabra que se te predica domingo tras domingo, jueves tras jueves? Dios espera de nosotros que nos esforcemos en poner pro práctica su palabra y así demostremos lo que somos hijos de Dios.

            En otras palabras, Dios demanda que no seamos cristianos de meramente caminar con la Biblia debajo del brazo sino que vivamos como creyentes que no viven para sí mismos sino para aquel que los llamó de las tinieblas a la luz verdadera.

            ¿Eres tú un oidor solamente de la palabra o eres un hacedor de la palabra? ¿Cómo tú describirías tu vida: como uno que desea obedecer la palabra de Dios y buscas así hacerlo, o te da lo mismo? ¿Cuándo escuchas de tu deber de ser miembro de la iglesia cómo reaccionas a esta palabra de Dios? ¿Cuándo escuchas que debes ser puntual a la asistencia a la iglesia cómo reaccionas tú? ¿Cuándo se te enseña por la palabra tú deber de sostener económicamente la iglesia, tu iglesia, cómo reaccionas tú? ¿Cuándo se te enseña de tu deber de servir en la iglesia, de ayudar en su limpieza, de ayudar en la reparación de las cosas de la iglesia, qué haces con esa enseñanza?

            Yo espero que todos podamos decir: Heme aquí Señor, envíame a mí. Esta es la voluntad de Dios yo quiero hacerla porque Dios es maravilloso en sí mismo. Él es mi Señor, Él es mi Dueño. Pero sobre todo Él es mi Padre celestial quien ha enviado a Cristo para que muriera y resucitara por mí, por mí, un vil pecador. Y me ha dado esta salvación, esta nueva vida hermosa, cómo yo no voy a demostrarle mi amor al servirle con todas mis fuerzas, con todas mis habilidades, con todo lo que tengo que El mismo me ha dado. Porque todo lo que tengo lo tengo gracias a Él.

            Eso es lo que debemos hacer.

            Santiago también nos da una precaución que hay que evitar.

II. Lo que debemos evitar

            Debemos evitar el engañarnos a nosotros mismos. V. 22 “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos”. ¿Qué quiere decir con engañarnos a nosotros mismos? La palabra engañarnos [παραλογίζομαι] en el griego, en este pasaje significa: razonar falsamente o incorrectamente. ¿Qué quiere decir entonces? Santiago nos quiere decir: no estás pensando correctamente, te estás engañando a ti mismo si crees que agradas a Dios con ser un mero oidor de la palabra y no un hacedor de la palabra. Si haces eso: si eres un oidor meramente y no un hacedor de la palabra: vives engañado. No has aprendido bien el cristianismo. Vives en ignorancia.

            Y lo triste no es eso solamente. Es que te haces daño a ti mismo. ¿De qué manera? Bueno si eres un mero oidor y nunca un hacedor de la palabra demuestras que no eres cristiano. Demuestras que no amas a Jesús. Vives engañado si crees que eres cristiano. Mira las palabras de Jesús. Juan 14:21 “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama”. Juan 14:23 “El que me ama, mi palabra guardará”. Y lo opuesto es cierto también. Juan 14:24 “El que no me ama, no guarda mis palabras”. 1 Juan 2:4 “El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él”.

            Y si eres cristiano y eres selectivo en tu obediencia a la palabra de Dios vives engañado, esa no es la voluntad de Dios para su pueblo. También te haces daño a ti mismo. Cuando nosotros no obedecemos la palabra de Dios inevitablemente nos hacemos daño. Cuando nosotros no seguimos los roles establecidos por Dios en el matrimonio: del hombre ser la cabeza de la familia y la esposa seguir el liderato de su esposo nos hacemos daño. Y no cumplimos el propósito que Dios tiene para el matrimonio: que sea una representación visible de la relación que la iglesia tiene con Cristo, su Salvador. E inevitablemente le hacemos daño a nuestro matrimonio.

            Si escogemos los días que vamos a asistir a la iglesia nos engañamos a nosotros mismos. Porque la palabra de Dios y no de los hombres dice en Hebreos 10:25 “no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre”.  Hermanos, es Dios mismo quien nos llama a congregarnos en su casa domingo tras domingo. No es un invento de los hombres. Es el quien dice en el Salmo 96:8 “Dad a Jehová la honra debida a su nombre; Traed ofrendas, y venid a sus atrios.” Y por tanto no hacerlo es pecar contra Dios.

            Santiago dice más. Nos dice que no pensemos que sacaremos fruto a nuestras vidas si solo somos oidores y no hacedores. V. 23-24 “Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era.” ¿De qué le beneficia a una persona que mire su rostro en el espejo y luego de considerarse a sí mismo, se va y olvida cómo era? No le beneficia en nada. El espejo ha sido creado para que nos veamos tal cual somos. La Biblia es un espejo para que veamos tal cual somos y estamos delante de Dios. Pero si nos limitamos a mirar solamente en el espejo de la Biblia y no hacemos los cambios que demanda en el poder del Espíritu Santo, de nada nos beneficia. No nos engañemos, dice Santiago, en pensar que nos beneficiará la lectura de la palabra si no la ponemos por práctica.

            Pero Santiago nos dice algo más. Nos dice…

III. Cómo lo debemos hacer

            V. 25 “Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad”. Lo primero que debemos hacer es mirar atentamente a la perfecta ley. Es decir, debemos esforzarnos no meramente en leer la Biblia sino en mirar atentamente en ella. Hay que escudriñar la palabra de Dios. Hay que sacar tiempo para poder entenderla. Hay que sacar tiempo para poder memorizarla. El llamado es a no ser lectores casuales de la Biblia sino a ser verdaderos conocedores de la palabra de Dios. La palabra mirar atentamente significa: doblarse para mirar algo más de cerca. Entonces, acércate a mirar de cerca el significado de la palabra de Dios. Para sacarle verdadero provecho usa de diccionarios bíblicos, de biblias de estudio, de mapas bíblicos, de comentarios y no faltes a la escuela dominical, al estudio de los jueves y verás si no aprendes con profundidad en la palabra de Dios.

            En segundo lugar, no solo mires atentamente en la perfecta ley, la palabra de Dios sino mira que ella es la ley de la libertad. Acércate a la Biblia no como una ley que viene a esclavizarte sino todo lo contrario. La ley de Dios produce libertad. Cristo nos hizo libre de la maldición de la ley cuando El mismo fue hecho maldición por nosotros. Nos libertó del poder condenador de la ley para que ahora seamos libre en Cristo bajo la guía y dirección de la ley. Por eso el Salmista podía decir en el Salmo 119:97 “¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación.”

            En tercer lugar, persevera en ella. “mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra”. Es decir, no te canses en ser hacedor de la ley, persevera en ello. No desmayes en estudiar la palabra y en obedecerla. Sigue adelante. No te quites. Piensa que cada vez que así lo haces, perseverando en obedecer más feliz serás. Por eso Santiago nos habla de la bendición que cosecha el que obedece a Dios.

IV. La bendición de hacer nuestro deber

            El pasaje termina con una bendición. Pero es una bendición que nos enseña un principio más acerca de la vida cristiana. Dice: V. 25 “éste será bienaventurado en lo que hace.” ¿Qué significa esta frase? Significa que obedecer a Dios trae en sí mismo su propia recompensa. Fíjate que dice será bienaventurado en lo que hace, no dice: por lo que hace. En otras palabras, el creyente obedece a Dios no por la recompensa de hacer la voluntad de Dios sino por el placer de hacerla voluntad de Dios.

            Obedecer a Dios trae por sí mismo su propia recompensa. Es como el esposo que le hace bien a su esposa no para ganar su favor sino por amor a ella. Servirle a ella es en sí mismo su propia recompensa. Es un placer y un gozo hacerlo así. De igual manera el creyente, obedecer a Dios es una recompensa en sí mismo. Trae placer y felicidad y bien para nuestra vida el ser hacedores de la palabra de Dios. Jesús mismo dijo en Lucas 11:28 “Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan.” Así que tu felicidad en la vida depende de tu obediencia a la palabra de Dios. ¿Quieres ser feliz? Se hacedor de la palabra y no tan solo oidor. ¿Quieres que te vaya bien la vida? Pon en práctica la palabra de Dios. Pero hazlo no para ganar el cielo porque Cristo lo ganó por ti y para ti sino por el placer de servir a Dios. A ese Dios quien nos ha dado a Cristo como nuestro galardón y como la fuente de la vida eterna.

            Quiera Dios que seamos cada un día una iglesia celosa de buenas obras, negándonos a nosotros mismos para hacer la obra de Dios por el solo de hecho de que le amamos y deseamos serle agradables en todo. Amén.

 

            

Sermón: Santiago 1:19-21 Recibiendo con Mansedumbre la Palabra de Dios

Texto: Santiago 1:19-21 “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.”

 

            Hermanos míos, hemos visto en nuestro estudio de esta carta que Dios se ha revelado como un Dios de toda bondad hacia nosotros. Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de Dios sobre nosotros, la iglesia de Cristo. De un Dios que lo único que ha buscado hacer sobre nosotros es bendecirnos. El de su misericordia, libre y voluntariamente nos ha hecho nacer de nuevo por medio del evangelio. Aunque cada uno de nosotros íbamos en la dirección hacia el infierno Dios en su misericordia desvió esa dirección. El cambió el curso de nuestra vida. El interviene en el todo de nuestra vida. Y esto demuestra su gran amor que tiene para con nosotros su pueblo.

            Si cuando una persona es rescatada de ser ahogada siente un sentido de gran deuda a su rescatador, cuánto sentido de deuda debemos tener nosotros ante la gran misericordia de Dios al salvarnos del sufrimiento del infierno por toda la eternidad. ¿Cuánto tú crees que le debemos a Dios?

            Si Dios ha hecho esto con nosotros, entonces nos dice Santiago, se desprende que nosotros, la iglesia, tenemos un gran deber para con Dios. ¿Cuál es? El de recibir su Palabra con un corazón enseñable, dócil y manso que se aparte de todo pecado. Veamos como Dios nos lo enseña por medio de Santiago.

I. Debemos recibir la Palabra

            V. 21 “recibid… la palabra”. Alguien pudiera preguntar, ¿Por qué? Y la respuesta ya la ha dado Santiago: por todo lo que Dios ha hecho con nosotros. Fíjate que el versículo 19 comienza diciendo “Por esto, mis amados hermanos”, conectando esta parte con la anterior. Debemos recibir la palabra por el hecho de que Dios es Dios. Él nos creó y por tanto tiene derecho sobre nosotros. Pero más aún por todo lo que Dios ha hecho en nuestras vidas: el ordena todo para nuestra salvación y santificación y El de su misericordia nos dio el privilegio de ser sus hijos al hacernos nacer por la palabra de verdad, versículo 18. Por tanto, es nuestro deber recibir la palabra.

            Y ¿qué implica recibir la palabra? Implica:

1. Creer en esa palabra. Hermanos, la Biblia es la palabra de Dios por excelencia. Es la palabra de los hombres en tanto y cuanto Dios utilizó hombres para escribir Sus palabras. Pero, aunque Dios utilizó tales hombres, ellos no lo hicieron solos. Ellos fueron guiados, dirigidos, impulsados por el Espíritu Santo para escribir lo que Dios quería comunicar como su voluntad para nosotros. Como dice 2 Pedro 1:21 “porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.” Así que lo que tenemos ante nuestros ojos no es meramente ni únicamente la palabra de los hombres, si no la misma Voz de Dios. No necesitas más Voz de Dios que su misma palabra. Pero algunos quieren oír la Voz de Dios audiblemente. Y dirían que si la oyeran audiblemente creerían al evangelio. ¿Ustedes quieren oír la Voz de Dios de forma audible? Léanla en voz alta. La Biblia es la misma Voz de Dios en forma escrita. No necesitamos más. Y por tanto es nuestro deber creer en su palabra.

2. Creer que ella es la autoridad suprema. Yo diría que este es el gran problema que la Iglesia de Cristo del sigo 21 tiene: la Iglesia no cree que la Biblia es la autoridad suprema. Creemos que la Biblia es la palabra de Dios. Pero no creemos que la Biblia es la autoridad suprema. Si los llamados expertos en las ciencias naturales dicen algo que contradiga la Biblia, muchos en las iglesias aceptan lo que dicen los supuestos expertos por encima de la autoridad de la Biblia, correctamente interpretada. Es absurdo el pensar así. Es una actitud anti-bíblica e irracional. Es anti-bíblica porque Dios nos llama a creer en la autoridad suprema de la Biblia. Isaías 8:20 “¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido.” La luz del amanecer nos les ha llegado a los que contradicen lo que ya Dios ha revelado. E irracional porque si Dios es Dios, es decir, Dios con letra mayúscula, entonces aceptar lo que dice la “ciencia” por encima de lo que dice Dios es absurdo e irracional, porque decimos que los hombres saben más que Dios, lo cual es absurdo a menos que Dios no sea Dios. Por eso con brillantez y lógica consistencia la Biblia dice en Romanos 3:4 “sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso”. Recibid la palabra implica recibirla como la autoridad suprema sobre todo de la vida y sobre mi persona. Así que forma de pensar es basado en la autoridad de Dios y no de los hombres, de igual manera mi concepción acerca del matrimonio, la crianza de mis hijos, la realidad del cosmos, etc.

            Pero Santiago nos dice no solo que debemos recibir la palabra sino cómo debemos hacerla para que tenga efecto transformador en nuestras vidas. Entonces ¿Cómo debemos recibir esa palabra?

1. Con un corazón enseñable. V. 19 “todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar”.  Dice: todo hombre. Santiago usa esa palabra como sinónimo de toda persona. Toda persona tiene que someterse ante la palabra de Dios. Pero, sobre todo: el creyente, porque Dios nos ha hecho nacer por medio de la palabra de verdad, el evangelio.  Ahora bien, la manera correcta de recibir esa palabra lo es con un corazón enseñable. Debemos ser más oidores de la palabra que habladores. Y esto con respecto a recibir la palabra. Jamás podremos enseñar la palabra si primero no la aprendemos. Debemos cultivar un corazón humilde y reconocer que siempre seremos discípulos: llamados a estudiar y aprender de la palabra. Y tomarnos el tiempo de entenderla bien y de que ésta penetre en nuestra vida.

            Hermanos, hay muchos en las iglesias que son expertos hablando a los demás, pero no son expertos hablándose así mismo. Es fácil hablarles a los demás lo que deben hacer. Pero Santiago nos dice que antes de hablar a los demás debemos tener un oído bien dispuesto para aprender. Aprender con miras a vivir. Es imposible vivir la vida cristiana bien vivida a menos que aprendamos correctamente la palabra de Dios.

            Obviamente, aquí hay un principio general de la vida cristiana misma. Debemos ser sabios en el uso de nuestras palabras. Debemos ser personas que nos caractericemos por ser buenos oidores de los demás. Que oigamos de verdad y no que mientras nos hablan estemos locos por hablar. Como dice Proverbios 10:19 “En las muchas palabras no falta pecado; Mas el que refrena sus labios es prudente.”  Proverbios 13:3 “El que guarda su boca guarda su alma; Mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad.” Mira lo serio que es esto: no falta pecado y tendrá calamidad. Y fue Jesús mismo quien dijo en Mateo 12:36-37 “Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.” ¡Cuán comedidos debemos ser en el uso de nuestras palabras!

¿Cómo debemos recibir esa palabra?

2. Con un corazón dócil y manso. V. 19-20 “tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios.” Tan importante es esto que lo menciona nuevamente en el versículo 21: “recibid con mansedumbre la palabra”. ¿Qué queremos decir con un espíritu dócil y manso? Santiago nos dice que pongamos a un lado toda irritabilidad contra la verdad y todo orgullo de corazón. Hermanos, nadie puede aprender la verdad si está constantemente peleando contra esa palabra. Hay algunos que pelean por tonterías que son meras palabras y se creen que son los grandes defensores de la ortodoxia. Debemos defender la ortodoxia, la enseñanza correcta. Y debemos estar dispuestos a morir por el evangelio. Pero hay algunos que como excusa para justificar sus pecados luchan contra esa palabra. Tal actitud no es correcta. Ni, nos dice Santiago, debe creer que esa es la clase de justicia o vida justa que Dios demanda de nosotros.

            Obviamente, hay un principio general aquí; un llamado a ser personas pacíficas. Hay personas que sus actitudes son actitudes fuertes. Son fuertes de carácter. Algunos de nosotros somos así. Yo me incluyo en esa lista. Esas personas tienden a ser explosivas. Y cuando eso sucede han dejado que sus pasiones pecaminosas dicten su conducta en vez de la palabra de Dios. Y ese carácter no es el carácter justo que Dios quiere de nosotros. Santiago nos dice “la ira del hombre no obra la justicia de Dios.” O como lo traduce la NBD “pues la ira humana no produce la vida justa que Dios quiere.” Dios no quiere en nosotros un carácter explosivo ni iracundo.

¿Cómo debemos recibir esa palabra?

3. Con un corazón que se aparte de todo pecado. V. 21 “Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada”. Hermanos, no podemos beneficiarnos de la palabra si no estamos dispuestos a trabajar con nuestro corazón. Debemos luchar contra el pecado que hay en nuestros corazones. Sobre todo, contra el orgullo que nos impide recibir esa palabra con mansedumbre.  O hermanos, cuánto orgullo hay en nuestros corazones. Todos los seres humanos somos orgullosos. Si no lo fuéramos cuán rápidos seríamos en creer en la palabra de Dios y en obedecerla. El que no lo hacemos demuestra que somos orgullosos. Y este orgullo o suciedad espiritual y moral debe ser echada fuera de nuestras vidas o de lo contrario no nos beneficiará la palabra de Dios.

            Pero alguien preguntará, ¿pero tú estás enseñando que somos nosotros los que nos santificamos y no Dios y por tanto es salvación por obras? En primer lugar, yo solo explico la palabra de Dios y eso es lo que Dios nos enseña por medio de Santiago. En segundo lugar, Santiago dice lo mismo que el apóstol Pablo y Pedro. Por ejemplo: Efesios 4:22 “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos”. Efesios 4:31 “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia.” 1 Pedro 2:1 “Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones”. Y podemos multiplicar cientos de pasajes que nos enseñan que el creyente es llamado a luchar contra el pecado. En tercer lugar, ese es nuestro deber: luchar contra el pecado. La santificación es una gracia salvadora pero también un deber, como los pasajes citados lo demuestran. Siempre recordando que nuestra lucha contra el pecado lo es en las fuerzas del Espíritu Santo y no en las nuestras.

            Para finalizar. ¿Por qué yo debo recibir la palabra con un corazón enseñable, dócil y manso que lucha contra todo pecado? ¿Por qué? Porque esa palabra es, nos dice Santiago, V. 21 “la cual puede salvar vuestras almas”. Hermanos, es la palabra de Dios y solo la palabra de Dios, la que fielmente predicada y fielmente recibida, puede salvar y transformar nuestras vidas. No solo somos convertidos por esa palabra, sino somos cambiados, nos transformados, nos sana. Produce en nosotros un cambio radical al hacernos semejantes a Cristo. Hace de nosotros la transformación que Dios quiere ver en nosotros.

            Dios nos ha dado su palabra no solo para convertirnos sino también para santificarnos. Eso es Cristo para nosotros, quien es la Palabra viviente por cuya sangre somos justificados y santificados. En otras palabras, esa palabra de verdad es la única que puede hacer de ti y de mí un creyente digno del nombre hijo de Dios. Pero para eso hay que recibirla con un corazón enseñable, dócil y manso que lucha contra todo pecado del corazón y vida.

            Quiera Dios que nosotros amemos a Dios al amar su palabra. 

Sermón: Santiago 1:12-18 Asignando Responsabilidades

Texto: Santiago 1:12-18 “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. Amados hermanos míos, no erréis. Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.”

 

    Hay un dicho popular que dice: que la culpa es huérfana. Con esto se quiere decir que a nadie le gusta que se le eche la culpa por algo que esa persona hizo. La tendencia del ser humano es echarles la culpa a otras personas o a las circunstancias de la vida del por qué alguien hizo lo que hizo, si esto salió mal. Si salió todo bien la razón de esto es mis habilidades. Si algo salió mal la culpa la tienen otros o las circunstancias que propiciaron que eso malo ocurriera. 

    ¿De dónde viene eso? La Biblia nos enseña que esta práctica viene desde Adán y Eva. Eva le echó la culpa a la serpiente, Génesis 3:13 “La serpiente me engañó, y comí.” Y Adán le echó la culpa a Eva y a Dios mismo cuando dijo en Génesis 3:12 “La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.” Y aun luego de miles de años los seres humanos, cual pecadores, siguen haciendo lo mismo. Nadie quiere asumir responsabilidades. O muchos no quieren hacerlo. 

    De esto mismo trata Santiago en el pasaje que tenemos presente. Santiago trata acerca de asumir nuestras responsabilidades delante de Dios en medio de las pruebas y las tentaciones. El desea corregir un error común que estaba presente entre los hermanos a quienes le dedica la carta. Y él les dice que en medio de las pruebas y las tentaciones tenemos que asumir nuestra responsabilidad y asignarla a la persona correcta. Y para poder hacer esto es necesario aceptar y reconocer tres cosas. Para poder asignar responsabilidades es necesario reconocer tres cosas. ¿Cuáles tres cosas debemos reconocer?

I. Reconocer tu deber

    V. 12 “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman”. Nuestro deber en medio de las pruebas es poner nuestra mirada en el galardón que Dios nos tiene preparado. Fíjate que eso es lo primero que Santiago menciona. Él dice tenemos que reconocer que nosotros, el pueblo de Dios que sufre en este mundo, somos los benditos de Dios. Es bienaventurado el varón o la persona cristiana que soporta la prueba. Yo sé que aparente ser todo lo contrario. Que cuando sufrimos creemos que no gozamos del favor de Dios. Pensamos que Dios no se duele de nuestro dolor y lágrimas. Santiago nos dice que es todo lo contrario. El cristiano que soporta la tentación o más bien la prueba, ya que la palabra en el griego es [periasmós] significa tentación o prueba, el contexto determinará cuál de las dos es la mejor traducción.  El versículo mismo da a entender que la mejor es traducirlo como prueba. 

    Santiago entonces nos dice que en medio de la prueba, cualquiera que esta sea es nuestro deber poner nuestra mirada en el galardón. Somos los benditos, estamos bajo su favor y gozamos de su bendición. ¿Por qué somos benditos? Porque Dios nos ha dado la promesa de la vida eterna. Una vez nuestra vida finalice aquí recibiremos la corona de la vida o otra traducción: la corona que es la vida misma, es decir, la gloria eterna. 

    Santiago entonces nos da una razón adicional para perseverar en medio de las pruebas. En los versículos 2-4 nos dijo que debemos tener sumo gozo cuando nos hallemos en diversas pruebas. ¿Por qué? Por el fruto que esta produce: paciencia, porque por medio de ella maduramos en la fe cristiana. Y por medio de ellas somos transformados a la imagen de Cristo. Pero ahora nos da otra razón: la razón del galardón que Dios ha prometido a quiénes, a los que le aman. En otras palabras, cuando nosotros perseveramos hasta el fin nosotros demostramos que le amamos. La evidencia de amar a Dios es que perseveramos hasta el fin. Y los que perseveran hasta el fin serán glorificados. 

    Fíjate que esta promesa no es para todos los que sufren. Esta promesa es para todos los que permanecen fieles a Dios hasta el fin. “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida”. Algo importante que aclarar. No es meramente resistir la prueba. Hay algunos que resisten porque no les queda más remedio. Están en medio de la prueba y no pueden zafarse de la prueba y tiene que hacer como se dice en Puerto Rico, tiene que chupársela porque no le queda más remedio. Esa no es la idea. La palabra para resistido la prueba en el griego es [dókimos] que significa haber aprobado la prueba. En otras palabras, la bienaventuranza no es para que el soporta la prueba y mientras lo hace maldice a Dios o niega a Dios sino para aquel que es fiel a Dios en medio de la prueba. ¿Cuál prueba? La prueba de la vida. Toda nuestra vida está llena de pruebas. Y son coronados con gloria no los que corren la carrera sino los que llegan a la meta. Los que se rajan en el camino no son coronados. 

    Así que Santiago nos dice: reconoce tu deber. ¿Cuál? Pon tu mirada en el galardón. Tú eres bendito de Dios y recibirás al final de los días la corona de la vida la cual Dios prometió a los que le aman. ¿Qué debo hacer entonces? No pongas tu mirada en las cosas de la tierra: en lo que no tienes, en los problemas que tienes, en los sufrimientos y las pruebas que estás padeciendo, reconoce que te espera una corona de vida al final del camino. Por tu mirada en esa corona que te espera y persevera, sigue luchando. Esa lucha no es en vano. Sé fiel. Mira la gloria que te espera. Dios nos está preparando para la gloria celestial. 

    Eso mismo dijo Pablo en Romanos 8:18 “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.” En otras palabras, cuando comparamos la gloria venidera, es decir, la, paz, la alegría, la santidad y perfección del estado eterno, con las aflicciones de ahora, tenemos que decir: no hay comparación. La gloria venidera sobrepasa por mucho las aflicciones del tiempo presente. 

    Pon tu mirada en la corona que te espera y entonces persevera. Ese es tu deber.  

II. Reconoce tu pecado

    V. 13-15 “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.” Algunas de las pruebas que vienen a nuestra vida vienen en la forma de tentaciones. Somos responsables de luchar contra las tentaciones y así perseverar hasta el fin. Pero a veces pasa que caemos en la tentación. Y la tendencia del ser humano es a echarle la culpa a los demás y a no reconocer nuestra responsabilidad cuando caemos en pecado. Algunos le echan la culpa a los demás, otros le echan la culpa a Satanás y aun otros le echan la culpa a Dios. Dirían: si todas las cosas están bajo el control de Dios, entonces es Dios quien me puso en esta tentación y por tanto si yo peco es culpa de Dios. 

    Santiago nos dice: jamás pienses eso. “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios”. ¿Por qué? Por dos razones: (1) por causa de la naturaleza de Dios “porque Dios no puede ser tentado por el mal”. Dios es santo en todo su ser y por tanto no hay nada en Dios que lo tiente al pecado. No hay un deseo pecaminoso. No hay debilidad en Dios para que le tiemblen las rodillas ante la tentación. (2) por causa de los propósitos de Dios “ni él tienta a nadie”. Ese no es su propósito. Dios no busca que le desobedezcamos. Pero, ¿acaso Dios no nos prueba? Es cierto, Dios prueba a su pueblo. Lo vemos en Génesis 22:1 “Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham”. ¿Con qué propósito? Génesis 22:12 “ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único”. Probar si su amor por Dios es más grande que su amor por tu hijo, su único hijo, el hijo de la promesa. Dios probó su obediencia. 

    De igual manera Dios hace con nosotros. Cuando estamos en diversas pruebas Dios está probando nuestra obediencia a Él, nuestra fidelidad, nuestra confianza en Dios. De que seguiremos en obediencia a Dios no importa lo grande que sea la prueba. Y que podamos decir como dijo el salmista en el Salmo 27:3 “Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado.” ¿Por qué? Salmo 27:1 “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?” 

    Así que cuando caigamos en la tentación reconozcamos que somos responsables por nuestro pecado. Reconozcamos que hay concupiscencia en nuestros corazones, que hay deseos pecaminosos todavía dentro de nosotros que es lo que nos lleva a suceder a la tentación. Y que nuestro deber es resistir la tentación con la sabiduría que da Dios. Aceptemos que somos débiles y que por tanto que no debemos jugar con la tentación porque ella es fuerte, nos arrastra, nos seduce y nos lleva al pecado y con el pecado la muerte.

III. Reconoce a tu Dios

    V. 16-18 “Amados hermanos míos, no erréis. Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas”. Santiago dice: hermanos míos no se equivoquen, Dios siempre nos da cosas buenas. Todo lo bueno proviene de Dios. En medio de las pruebas no te olvides Dios es bueno. Él no nos tienta, es imposible que así sea. ¿Por qué? Porque Dios es el Padre de las luces, no hay tinieblas en El. El siempre da buenas cosas a sus hijos. Él es por nosotros y nunca contra nosotros. ¿Cómo lo sabemos? Por el hecho de quién es El. Él es el Dios inmutable. No hay mudanza en Dios. Él no es hoy una cosa y mañana es otra. Es imposible que Dios sea bueno hoy y mañana sea malo. Eso es imposible. Ni hay la posibilidad de que El varíe. De que hoy desee tu bien y mañana desee tu mal. Jamás eso podrá ocurrir. 

    ¿Cómo lo sabemos? Lo sabemos por lo que Dios ha hecho con nosotros. Él nos ha dado bien: de su voluntad, libre y voluntariamente y por amor, nos hizo nacer por la palabra de verdad, es decir, por medio de la predicación del evangelio.  Fue Dios quien nos convirtió. Ese es su propósito. El desea salvarnos. El desea llevarnos a la gloria. Y al así hacerlos Él quiso que fuéramos las primicias de sus criaturas, los primeros frutos de la cosecha. Somos el comienzo de toda la renovación que Dios va a traer en el mundo para su pueblo. 

    En otras palabras, hermanos, Dios está de nuestro lado. Todo lo que Dios hace es para nuestro bien. Las pruebas son para nuestro bien, recibámoslas no como enemigos sino como amigos nuestros. ¿Cómo podemos hacerlo? Al poner nuestra mirada en el galardón, al reconocer que si caemos en la tentación somos responsables por ello y reconozcamos que nuestro Dios siempre nos da cosas buenas y la prueba de esto lo fue su amor en Cristo Jesús. Porque por Cristo es que recibimos la vida eterna. Por Cristo recibimos la misericordia de Dios. Por Cristo es que se nos predica el evangelio. Por Cristo es que recibimos todo lo bueno de Dios. Y sin Cristo no somos nada. Amén. 

 

 

 

 

 

 

 

Sermón: Santiago 1:9-11 Gloríate en su Exaltación

Texto: Santiago 1:9-11 “El hermano que es de humilde condición, gloríese en su exaltación; pero el que es rico, en su humillación; porque él pasará como la flor de la hierba. Porque cuando sale el sol con calor abrasador, la hierba se seca, su flor se cae, y perece su hermosa apariencia; así también se marchitará el rico en todas sus empresas.”

 

    No es fácil tomar fotografías. No todo el mundo sabe tomar fotos. A veces cuando alguien te toma una foto no le queda bien. Unas veces te corta la cabeza o parte del cuerpo. A veces la persona no le dice a uno que uno no está parado o que hay algo que podría hacer que la foto no salga bien. Otras veces es el foco de la cámara. Te toman una foto y esa cámara no estaba bien enfocada. Generalmente ese es mi problema. Yo estoy bien pendiente de que todo salga bien, pero fallo en el enfoque y la foto se borrosa. Porque cuando la foto sale borrosa pues tienes la imagen, pero distorsionada. 

    Claro está como una medida de corregir esto hoy día hay cámaras que te ayudan con eso de evitar que la foto te salga borrosa.    Curiosamente a veces los cristianos tenemos ideas borrosas acerca de la vida cristiana. Tenemos una imagen de la vida cristiana pero esa imagen está algo borrosa. Nuestros lentes espirituales a veces se desenfocan de lo que debe ser una percepción correcta de la vida cristiana. Y por el hecho de que nosotros hacemos las mismas cosas que todos los seres humanos en esta vida a veces eso ayuda a que nos desenfoquemos. 

    De eso trata el pasaje que tenemos hoy para la predicación. Santiago trata aquí de dos grupos de cristianos en la iglesia, los pobres y los ricos. En un sentido son polos opuestos, pero cuando los examinamos con detenimiento veremos que son más parecidos de lo que a simple vista parecen ser. Y a ambos Santiago busca guiar a que enfoquen la vida desde una perspectiva diferente a la cual están acostumbrados a enfocarla.

    Y a ambos les dice que la vida cristiana conlleva el deber de gloriarnos. A ambos les dice lo mismo, pero con una leve diferencia. ¿Cuál es esa diferencia? Vemos:

    V. 9 “El hermano que es de humilde condición”. Cuando habla aquí del hermano de humilde condición, la palabra humilde, en griego, [tapeinos], significa de baja condición. Y puede referirse a una persona de bajos recursos económicos, como también puede referirse a la condición de ser humilde espiritualmente. Pero como este hermano es contrastado con el rico, entonces, entendemos que se refiere al pobre, al indigente. En aquella época solo había dos clases sociales: los ricos y los pobres. La clase media no vino a existir sino hasta el siglo 15 con la aparición de la burguesía. 

    Si te das cuenta habían pobres y ricos adorando juntos en la misma iglesia. Así es como debe ser. Yo no creo que es la voluntad de Dios que haya iglesia de pobres e iglesias de ricos. Todos somos uno en Cristo. Como dice Pablo en Gálatas 3:28 “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.”

    ¿Qué es lo que les dice Santiago a los pobres? Les dice “que se gloríen”. Es un imperativo es un mandato. Aquí en sentido positivo. Gloríate, regocíjate, enorgullécete. ¿En qué? No en su condición de pobreza. Santiago no está diciendo que la pobreza sea una cosa fácil. Sin lugar a dudas la pobreza es una prueba dura. Y la mayoría en la iglesia de los primeros siglos eran pobres. Y la tendencia de muchos en esa condición es la deprimirse, entristecerse o incluso justificarse delante de Dios y de los hombres. 

    A lo cual Santiago les dice: “gloríese en su exaltación”. Es decir, en medio de la prueba que la pobreza trae, es tu deber no poner tu mirada en tu condición de pobreza material sino en tu condición de riqueza espiritual, en tu exaltación. Tu enfoque debes ajustarlo. Y este debe ser dirigido a comprender lo que Dios ha hecho por ti en Cristo Jesús. ¿Qué ha hecho? Te ha exaltado. Te ha dado el privilegio de ser hijo de Dios. Te ha dado el privilegio de ser considerado el VIP del reino de los cielos. Te da dado el privilegio de que todos tus pecados han sido perdonados. Y no solo que Dios en virtud de la imputación de la justicia de Cristo sobre ti Dios te considera justo delante de Él. Él te ha despojado de tus ropas de pordiosero espiritual y te ha vestido de la ropa de la justicia de Cristo. Al Dios verte te ve vestido de Cristo. Dios te ha dado el privilegio de que el Espíritu Santo mora en ti para siempre. Y quien hace que cada día mueras más y más al pecado y sea restaurada la imagen de Dios en tu vida. El hace que seas cada día más semejante al Señor Jesucristo. Te ha dado el privilegio de que los ángeles que, aunque físicamente son más poderosos que nosotros, ellos son enviados para servirnos. Y que eres heredero de todas las riquezas espirituales que Dios ha preparado para nosotros. 

    Hermanos, no pongamos nuestra mirada en la falta de bienes que no tenemos. Nuestra mirada debe estar puesta en los cielos y en la exaltación que Dios nos ha dado en Cristo Jesús. 

    Santiago tiene también unas palabras para los ricos. V. 10 “pero el que es rico, en su humillación”. ¿Cómo es eso? Santiago se expresa como libro sapiensal en donde presenta varios contrastes. El contrasta el pobre con el rico y la exaltación con la humillación. A los pobres Santiago les dijo: gloríense, regocíjense, enorgullézcanse en su exaltación. Pero a los ricos les dice que se gloríen también. Pero no en sus riquezas. No en las increíbles habilidades que tiene para amasar dinero o producir dinero. Para ellos las riquezas son también una prueba de fe. Para los pobres su pobreza es su prueba de fe. Y para los ricos su riqueza es su prueba de fe. ¿Por qué?

Por la facilidad que tienen de poner su felicidad en los bienes materiales y no en Dios. Por el increíble peligro que tienen de endiosarse. Creerse que son intocables, invencibles. Y que a diferencia de otros ellos no necesitan de la ayuda de Dios. Algunos han hecho de las riquezas su dios, su mamón. Y se pueden olvidar de lo que dijo Jesús en Lucas 12:15 “porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.” 

    Por eso Santiago les dice: “pero el que es rico, [gloríese] en su humillación”. ¿Qué significa esto? Recuérdate quién tú eres. Tú eres hombre como todos los demás. Tú eres un ser humano como todos los demás. Tú no eres inmortal. 

    Me imagino que muchos aquí saben quién era Steve Jobs. Steve Jobs fue el co-fundador y CEO de la compañía Apple. Apple es una de las compañías más poderosas económicamente en el mundo. Fue un hombre billonario. Se estima que su riqueza consistía de alrededor de 5.5 billones de dólares. Pero ni con su dinero ni con ninguno de sus grandes inventos tecnológicos pudo evitar que muriera a los 56 años de cáncer en el páncreas.  

    A los ricos cristianos Santiago les dice: no se gloríen en sus riquezas sino en su humillación. Recuerden que son hombre y no dioses. Por eso Santiago sigue diciendo en el versículo 10 “pero el que es rico, en su humillación; porque él pasará como la flor de la hierba”.  La hierba es de corta duración. Así es la vida de todo ser humano inclusive la vida de los ricos. “Gloríate en tu humillación”.

    En otras palabras, gloríate en tu debilidad. Gloríate en que tú no eres el Señor de este mundo sino Dios en Cristo Jesús. Aprende a humillarte al reconocer que la verdadera riqueza no consiste en las riquezas materiales sino en el hecho de ser adoptado por Dios como hijo por medio de la fe en virtud de la muerte y resurrección de Cristo. Ese debe ser tú enfoques. Así debes aclarar los lentes de la vida cristiana. 

    Y les dice algo más en el versículo 11 “Porque cuando sale el sol con calor abrasador, la hierba se seca, su flor se cae, y perece su hermosa apariencia; así también se marchitará el rico en todas sus empresas.” En este versículo 11 Santiago tiene en mente Isaías 40:6-7 “Voz que decía: Da voces. Y yo respondí: ¿Qué tengo que decir a voces? Que toda carne es hierba, y toda su gloria como flor del campo. La hierba se seca, y la flor se marchita, porque el viento de Jehová sopló en ella; ciertamente como hierba es el pueblo.” Les dice no te olvides que tú eres como la flor del campo. La hierba se seca y la flor se marchita. ¿Por qué? Por el soplo de Jehová. Solo el soplo de Jehová es suficiente para que cualquiera de nosotros partamos de este mundo. Y no te olvides, les dice Santiago a los ricos: ninguna de tus empresas lo podrá evitar. “El rico se marchitará en todas sus empresas”. Es decir, ninguna de ellas podrá evitar que pases de este mundo a la eternidad. Y nada de lo que hiciste te podrás llevar. Como dice Eclesiastés 5:15 “Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene de su trabajo para llevar en su mano.”

    Hermanos, ¿Cómo está tu enfoque espiritual? ¿Cómo ves la vida que te ha tocado vivir? Vives deprimido por tus carencias o vives añorando las riquezas del rico. O vives gloriándote, regocijando en lo que has podido lograr en tu vida. Ninguno, nos dice Santiago ve las cosas con el enfoque correcto. Todos debemos ver las cosas y medir las cosas desde la perspectiva de la eternidad. Debemos gloriarnos en el hecho de que somos hijos de Dios y herederos de las verdaderas riquezas que Cristo compró para nosotros. Riquezas donde los ladrones no hurtan ni el hollín corrompen. ¿En dónde está tu corazón? En las riquezas que no tienes y deseas, o en las riquezas que tienes. A ambos Dios nos llama a gloriarnos no en nosotros sino en Dios mismos. Dice Jeremías 9:23-24 “Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.” Nuestro gloriarnos descansa en Dios mismo. En lo que Dios es en sí mismo y lo que Él ha hecho en Cristo Jesús. ¿Es esa tu perspectiva? ¿Es ese el enfoque de tu vida? ¿Es en Cristo donde descansa tu felicidad? Quiera Dios que sea siempre y solo Cristo para la gloria de Dios. 

 

 

 

 

 

 

 

Sermón: Santiago 1:5-8 Orando por Sabiduría

Texto: Santiago 1:5-8 “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.”

 

    Recientemente leí una noticia que me impactó grandemente. No solo me impactó sino también me llenó de gran consternación y enojo. Resulta que en Malaui, en el sur de África, están secuestrando a los albinos. Desde el 2014 ya han secuestrado 18 albinos. En ese lugar algunos tienen la creencia que los albinos tienen poderes mágicos, que sus huesos producen oro y que su sangre posee poderes mágicos. La noticia cuenta acerca de una madre de Malaui tiene dos hijos albinos. Y resulta que una noche, cuando su esposo no estaba en la casa, entraron para secuestrar a esos niños, uno adolescente y otro de nueve años. Los criminales agarraron al niño de 9 años y ella lo agarró también por la cintura y el adolescente se encontraba detrás de ella. Como veían que la madre lo tenía fuertemente agarrado, uno de los criminales le dio un golpe con un machete en la frente a la madre y le hizo una herida. El golpe la dejó aturdida, allí ella soltó al niño y se lo llevaron. Al poco tiempo las autoridades la llaman para que ella viniera a reconocer la cabeza de su hijo. 

    El domingo pasado vimos que Dios nos dice en Santiago 1:4 “tened sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas”. Y la pregunta es cómo una madre o un padre podría hacer eso cuando le sucede algo tan horrible como lo que le sucedió a esta madre en Malaui. ¿Cómo ella puede tener sumo gozo en una situación así? Honestamente yo no sé. Vimos que Dios nos llama a poner nuestros ojos en Jesús el autor y consumador de nuestra fe y ver cómo El por el gozo puesto en el galardón sufrió el oprobio, la muerte, y todo eso para salvarnos. Nuestra salvación descansa en su perseverancia hasta el fin y en el sacrificio perfecto de su vida. Pero cuando enfrentamos una situación como la que enfrentó esa madre en Malaui u otras situaciones fuertes en nuestra vida nosotros realmente no sabemos qué hacer. 

    De eso trata el pasaje que tenemos por delante en la carta de Santiago. ¿Cómo podemos enfrentar las pruebas? O más bien, ¿Qué podemos hacer para prepararnos para enfrentar las pruebas que vienen a nuestras vidas? Santiago nos dice…

I. Reconocer nuestra necesidad

    V. 5 “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría”. Fíjate la manera tan respetuosa en la cual Santiago les dice a sus hermanos que necesitan sabiduría. Todos nosotros necesitamos sabiduría de Dios. Pero Santiago lo dice de tal manera y sabiduría pastoral que lo que busca es que nosotros nos examinemos y concluyamos en verdad yo no soy sabio. 

    Hermanos, Dios nos ha dado un mandato: “tened sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas”. ¡Wao! Cuando uno escucha eso lo primero que uno piensa es esto es imposible de hacerlo. Hermanos, hay un principio fundamental que debemos grabarlo en nuestra mente y corazón. Para cada mandamiento que Dios nos da El promete su gracia que nos capacita, que nos da la energía para poder cumplir. Y cuando nos enfrentamos con ese mandamiento de tener sumo gozo cuando nos hallemos en diversas pruebas lo primero que debemos hacer es reconocer nuestra necesidad. Reconocer que no somos sabios. Reconocer que necesitamos sabiduría para poder enfrentar todo tipo de adversidad. 

    Pero se levanta una pregunta, ¿qué es la sabiduría? La sabiduría, a la luz de la Biblia, es una virtud que nos capacita a entender la voluntad de Dios y aplicarla a las situaciones del diario vivir. Sabiduría no es lo mismo que conocimiento. Una persona puede tener mucho conocimiento pero carecer de sabiduría. Una persona puede tener mucha educación y haber sacado notas excelentes en la universidad sin ser una persona sabia. La sabiduría presupone conocimiento. Nadie es sabio sin conocimiento, pero una persona puede tener conocimiento sin ser sabio. Es más, un creyente puede haberse memorizado muchos versículos de la Biblia y aun así no ser sabio y no poder enfrentar los problemas de la vida con éxito. 

    ¿Por qué? Porque la sabiduría en la Biblia es una sabiduría práctica más que intelectual. Por eso la Biblia nos dice que si queremos ser sabios debemos observar a las hormigas. Busquemos Proverbios 6:6-8 “Ve a la hormiga, oh perezoso, Mira sus caminos, y sé sabio; La cual no teniendo capitán, Ni gobernador, ni señor, Prepara en el verano su comida, Y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento.” ¿Por qué la hormiga es sabia? Porque ella reconoce la realidad de la vida y se adapta a la realidad: el verano es el tiempo de preparar la comida porque yo sé que no habrá comida en el invierno. En contraste el perezoso es el que ve la misma realidad fracasa en entenderla y adaptarse a ella y al final la realidad misma lo destruye. Jesús dice lo mismo cuando nos habla de los dos constructores uno que edifica sobre la arena y el otro que edifica sobre la roca. El sabio es el que edifica sobre la roca: cree la verdad que está en Jesús, reconoce que va a ser juzgado por ella y obedece a la misma. En cambio, el necio es el que escucha las palabras de Jesús y no las hace, no obedece, y en el día del juicio será destruido. Implica conocer la voluntad de Dios y aplicarla a las situaciones de la vida. 

    De repente vienen los problemas en la vida y nosotros no sabemos cómo resolverlos. Me debo operar o no. Yo no sé qué hacer con este marido mío, yo no sé qué hacer con mi esposa. Yo no sé qué más hacer para que mi hijo me obedezca. Yo no sé qué hacer con mi madre o mi padre. Yo no sé qué hacer con mi jefe, o este trabajo tedioso, este horario esclavizador, este bullying en la escuela, esta búsqueda de trabajo, este dolor insoportable, estos gastos impagables, etc. ¿Qué debo hacer? Lo primero es reconocer que no somos sabios y que necesitamos sabiduría. Ese es el primer paso para ser sabio, reconocer que no lo somos. Necesitamos sabiduría para enfrentar esta crisis. Y yo no soy sabio, humildemente lo reconozco. ¿Y ahora qué? En segundo lugar,

II. Reconocer cómo es Dios

    Hermanos, la Biblia nos dice que Dios es el único sabio. Que no hay sabio en este mundo excepto Dios. Dice Romanos 16:27 “al único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén.” La conjunción “y” no aparece en el original griego. Lo que dice literalmente es el único sabio Dios. Dios es el único sabio. Él es el único sabio en este mundo. Y de Jesús se nos dice en Colosenses 2:2-3 “y de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.” Y como Dios y Cristo son los únicos sabios es de ellos que debemos buscar sabiduría. Es del Dios Trino y uno que debemos buscar sabiduría. “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría”, ¿Qué debe hacer?  “pídala a Dios”. ¿Por qué a Dios? Porque Él es el único sabio en este mundo. Dios es la fuente y el origen de toda sabiduría. Solo Dios puede darla. Así que el llamado no es a leer más libros sobre el matrimonio, ni más libros sobre la crianza de los hijos, ni más libros para trabajar con problemas en el trabajo, y no niego que tengan cierto valor. Pero el llamado es a buscar de Dios la sabiduría porque Él es el único que la posee: Él es el único sabio en el mundo. Así que pídele a Dios sabiduría. 

    Y lo maravilloso de esto es que Dios se goza en darla. V. 5 “el cual da a todos abundantemente”. ¿A qué todos? A todos los que le pidan. No hay límite en el alcance de esa promesa. “El cual da a todos”. Dios es el Dios dador. Él es infinito en su bondad. Él se goza en dar. Nuestro Dios es un Dios deprendido. Es su placer dar. ¿Cómo lo sabemos? Porque El da: abundantemente. Él no es mezquino al dar. El da a manos llenas. La palabra abundantemente denota prontitud en dar, e implica liberalidad al dar. Dios es inclinado a dar con prontitud. Él no es como los que deciden si van a dar o no. Él es presto en dar. Él se goza en dar. El disfruta el dar. 

    Y no solo eso. A Él no le molesta que se le pida. V. 5 “el cual da a todos… y sin reproche”.  Santiago nos está diciendo en lenguaje boricua: no seas bobo pídele a Dios. Pero alguien diría, ¡pero ya yo le pedí! Eso es lo maravilloso de Dios que Dios da sin reproche. ¿Cuál es la idea? La idea es que no tengamos temor en ir y pedir a Dios cuantas veces sea necesario por sabiduría a Dios. El da sin reproche. A Él no le molesta el que vayamos muchas veces a pedir por lo mismo. La palabra sin reproche es “ἁπλῶς” que significa sin mezcla, sinceramente, sin emociones encontradas, sin remordimiento. Hermanos, cuando alguien da algo y le vuelven a pedir esa persona ya tiene la excusa de que ya le dio anteriormente. Por eso no nos atrevemos a pedir de nuevo. Pero eso no es así con Dios. Dios está presto a dar nuevas bendiciones sin fin, sin molestia, sin limitaciones. Así lo enseñó Jesús es Mateo 7:7 “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.” Así que podemos ir a Dios todas las veces que sea necesario pidiendo las mismas cosas y eso no es ninguna molestia a Dios. Nunca estará fuera de tiempo, nunca llamaremos en la hora menos indicada. Él siempre está presto a socorrernos. 

    Sin reproche también implica si sacarte en cara las cosas que te ha dado. Él no es como nosotros los padres que cuando le damos dinero a nuestros hijos y no lo usan sabiamente les decimos: esta es la última vez que te doy dinero. Dios no es así. Nosotros no somos sabios ni buenos administradores de las cosas de Dios y aun así Dios nos da de nuevo si le pedimos y nos da sin reproche, sin echarnos en la cara todas las veces que nos ha bendecido. 

    Pero en esta oración por sabiduría hay un requisito que llenar…

III. Hay que pedir u orar con fe

    V. 6 “Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.” Hermanos, hay que orar con fe. Este es la forma correcta para orar. Hay que orar creyendo que Dios no solo nos escucha sino como dice Efesios 3:20 “es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos”.  

    Hay que orar con fe, “no dudando nada”. Ese es un requisito indispensable para la oración eficaz. Jesús mismo dijo en Mateo 21:21-22 “Respondiendo Jesús, les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no sólo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho. Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.” Por la fe testificamos que esperamos obtener de Dios la gracia que Él ha prometido. Es decir, hay que tener fe en las promesas de Dios. La fe descansa en las promesas de Dios teniendo la seguridad de que obtendremos lo que pedimos. Calvino dijo: “Nuestras oraciones no son escuchadas por Dios excepto cuando tenemos confianza de que obtendremos de Dios lo que hemos pedido”. Tenemos que orar con fe.

    Pero Santiago nos da una advertencia. V. 7 “No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.” El que duda cuando ora no recibirá cosa alguna del Señor. No recibirá nada. Hermanos, Dios castiga la incredulidad de los que dudan de sus promesas. El que duda es comparado “a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra”. Ese es el que ora diciendo: Hoy, Dios sí puede, mañana, Dios no puede. Ahora espero en Dios, mañana tomo las riendas en mis manos. Hoy, no miento al gobierno y espero en el Señor que me defienda, mañana, miento porque no puedo esperar. No podemos dejar que el viento de las circunstancias y de las emociones domine nuestra vida. Tenemos que tomar control de nuestra vida en el poder de Cristo. Y descansar plenamente en que nuestro Dios no solo todo lo puede, sino que es nuestro Padre que nos ama, está al tanto de todo lo que sucede en nuestra vida y que ordena todo para nuestro bien. Cree en esto. 

    En cuarto lugar,

IV. Reconocer que Dios nos llama a tener un carácter consistente

    V. 8 “El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.” Santiago nos dice que hay algunos que son hombres de doble ánimo, literalmente: de dos almas. Hay algunos que vacilan entre fe e incredulidad. Y nos dice que esta actitud se refleja en todas las áreas de la vida. “Es inconstante en todos sus caminos”. ¿Quién es este? Este es el que pide a Dios pero no pide con sinceridad. “Señor ayúdame a ser obediente, pero horita, ahora no”. Es el joven rico en Marcos 10: 17-22 “Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios. Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre. El entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud. Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.” Su pregunta era, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: debes hacer esto. Y qué contestó: no lo haré. Dios nos dice: cásate con un hermano o hermana creyente y rápido pensamos cuáles es la otra alternativa. Dios dice: las casadas sométase a su marido y pensamos cuál es el plan B. Maridos no sean ásperos con sus esposas y respondemos ella se lo buscó. Dios nos dice: cuando vayas a almorzar en la iglesia considera a los demás como superiores a ti mismo, pero qué hacemos no seguimos las reglas, no seguimos un orden, nos colamos, exigimos como si tuviéramos derecho a exigir algo que se nos da gratuitamente y sin necesidad ni obligación sino voluntariamente. 

    Pero nosotros no debemos ser así. Debemos ser un hombre de una sola alma. Hombres, mujeres y niños que confían plenamente en el Señor.  Buscando honrar al Señor en todo. ¿Y cómo yo lo hago? Obedeciendo su palabra, confiando en Dios. Buscando de El sabiduría para obedecer.  

    Quiera Dios que nosotros busquemos la sabiduría en el único que la posee el Señor Jesucristo confiando que Él se goza en darla, la da sin reproche a todos los que la pidan con fe.  

 

Sermón: Santiago 1:2-4 Gozo en las Pruebas

 

Texto: Santiago 1:2-4 “Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que están en la dispersión: Salud. Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.”

 

    Esta semana pasada fue una semana interesante para mí. Eso es si podemos llamarla interesante. El martes pasado se supone que yo, como todos los martes, suba hacia la iglesia por la mañana. Pero Dios tenía otros planes. Resulta que Joel fue a hacer su matrícula de verano en CORA y la matrícula nos costó prácticamente el triple de lo que normalmente cuesta. Luego de enterarme de la noticia, “tranquilizarme” y aliviarme del síncope cardíaco fui a CORA para averiguar el porqué del precio y saber si estaba correcto o no. La triste noticia es que ese era el precio que había que pagar ya que hace cinco años habían aumentado ese precio, un precio fijo y sale más caro por ser estudiante de ciencias naturales. 

    Luego de eso voy de regreso a casa y me llama Jonathan indicándome que se dañó la cerradura de la puerta que va a la marquesina y que no hay manera de entrar a la casa. Llego a casa y efectivamente estaba dañada, no hay llave de las otras dos puertas así que estamos en la calle. Irma sale del trabajo a las 11:00 am para ver si una llave que ella tiene es de una de las otras puertas. Lamentablemente no era de ninguna de ellas. Me comunico con los ancianos para indicarles que no voy a llegar a la iglesia por la mañana pero que sí iba a llegar por la noche para la visita pastoral. Entonces rompo una de las cerraduras, la más frágil ya que la que se dañó es marca Toledo y es a prueba de golpes. Así que tengo que poner dos cerraduras.

    Voy a Wal-mart y compro las cerraduras y comienzo a montarlas. Ya eran las dos de la tarde. Pero las cerraduras son de doble llave y esas sí que dan trabajo. Yo no sé porque dice la caja que son fáciles de montar porque honestamente no es cierto. Y comienzo a montarlas y no cuadran. Y las pongo y las quito, y las pongo y las quito. Y me funcionan por un lado y no por el otro. Y el tornillo no entra. Después de varias horas a uno le comienzan a doler los dedos de tanto poner y quitar tornillos. A las cuatro llamo de nuevo para informar que no voy a poder llegar ya que todavía no había podido montar tan siquiera una de las dos. Y me excuso de la visitación pastoral y les digo que no voy a ir a la iglesia. Bueno, luego de 4 horas de trabajo por fin monto las contrallas perillas. Subo a lavarme las manos en el baño del segundo piso y el jabón no podía sacar la grasa de las manos así que decido bajar para usar líquido de fregar. Y cuando iba bajando me caigo por las escaleras. Me doy un cantazo en la rodilla derecha. Así finalizó ese día, lo más interesante.

    El miércoles voy de camino a la iglesia y luego de que paso el peaje de Arecibo se enciende la luz del aceite del carro. Y eso es serio. Se supone que uno lo apague inmediatamente. Pero estoy en el expreso, no hay garaje allí. Me estuvo raro porque hacía una semana y media se le había cambiado el aceite y el filtro. A duras penas llego a los Outlets de Barceloneta y me acuerdo que allí hay un car-wash y que cambian también aceite. Cuando llego estaba cerrado. Me voy a una gasolinera que hay cerca y compro dos aceites, pero el tapón del aceite no abre. Lo habían apretado demasiado. Pero veo que detrás del garaje trabajan con mecánica liviana, llevo el carro hacía allá y lo pueden abrir y le echamos el aceite. Gloria a Dios que la luz roja se apagó porque si no tendría que regresar a Isabela.  

    Hermanos, aflicciones y problemas siempre visitan nuestras vidas. Unas más serias que otras. Unas relativamente fáciles y otras terriblemente difíciles. Y la pregunta que debemos hacernos es, cuál debe ser nuestra actitud ante las aflicciones y las pruebas que nos visitan. De eso trata el pasaje que hemos leído. ¿Cuál debe ser nuestra actitud ante cualquier aflicción y prueba que nos visite? ¿Cuál debe ser nuestra actitud? Y Santiago nos dice que debemos tener una actitud…

I.  Positiva: alegre

    V. 2 “tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas”.  Cuál debe ser nuestra actitud ante las pruebas: debe ser una actitud de alegría y gozo. ¿Cóóóómo? Así es. Es más Santiago dice no meramente tened gozo sino sumo gozo. En el original griego es: “Πᾶσαν χαρὰν”, literalmente: todo gozo. Ese es el énfasis del pasaje. Pero, ¿qué quiere decir Santiago cuando dice que debemos tener todo gozo o sumo gozo cuando os halléis en medio de las pruebas? Bueno no significa que nos gozamos por las pruebas en sí mismas. No es decir: me quedé sin trabajo, no tengo dinero para pagar la renta, ni para comida o tengo una enfermedad terrible. ¡Eso es lo mejor que me ha pasado en la vida! Hermanos, la Biblia no nos llama a pensar así. Pero sí nos llama a decir como dijo Job en Job 1:21 “Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.” 

    Así que no es un gozo irracional. No es que no podamos llorar en algún momento. No es que no podamos sentirnos aturdidos en algún momento. Ni tampoco que no podamos traer nuestras quejas delante de Dios como vemos constantemente en los salmos. Si no que la actitud predominante en nuestra vida debe ser la de estar alegres en medio de las pruebas. Debemos tener una actitud positiva en medio de las pruebas. “Tened sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas”. Es un mandato de parte de Dios, no es una sugerencia.   

    Así que no es un gozo irracional, ni tampoco un gozo parcial: como el payaso que ríe por fuera, pero llora por dentro. Dios dice: tened sumo gozo o todo gozo. Tiene que ser un gozo verdadero. No que estemos enseñando el doble seis en todo momento, pero una actitud positiva y de gozo debe caracterizar nuestras vidas cuando estemos en medio de cualquier prueba. 

    Fíjate que Santiago nos dice que debemos tener sumo gozo cuando “os halléis en diversas pruebas”. Y aquí hay dos palabras interesantes.  Una es el verbo halléis “περιπέσητε”: que significa: caer en las manos de. E implica lo inesperado de las pruebas. Se usa en Lucas 10:30 del hombre que “cayó en manos de ladrones” pero fue socorrido por el buen samaritano. Hermanos, cuando menos nos lo imaginamos los problemas y las pruebas vienen a nuestra vida. Pero son pruebas no buscadas por nosotros lo que Santiago habla aquí. No producto de nuestro pecado sino producto de la providencia divina. Y la segunda palabra es la palabra traducida: diversas “ποικίλοις”, que significa: de varias clases o de todas clases. Es decir, no es cuando las pruebas sean sencillas, como las que yo tuve esta semana, sino cualesquiera que sean esas pruebas: sean de salud, económicas, familiares, de todas clases y de cualquier intensidad. La palabra es toda inclusiva: no importa que sea la pérdida de un trabajo, la pérdida de la salud, la pérdida de un ser querido, el mandamiento es el mismo: “Tened sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas”. Debemos tener una actitud positiva ante las pruebas. No debemos tener una actitud derrotista antes las pruebas. Ni una actitud depresiva ante las pruebas. Esa no debe ser nuestra actitud. Y, ¿cómo yo puedo hacer esto? Teniendo nuestros ojos puestos en Jesús.

    Hebreos 12:2-3 “corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,
puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.”
Hermanos, no solo debemos poner nuestra mirada en Jesús como nuestro ejemplo a seguir sino también como nuestro salvador. Y tenemos que tener la actitud que Cristo tuvo en medio de las pruebas. Por el gozo del resultado Jesús menospreció el oprobio, el odio, la burla y el menosprecio del mundo. Y, ¿cuál otra actitud debemos tener?

II.   Solidaria

    V. 2 “Hermanos míos”. En esta pequeña carta Santiago se dirige a los creyentes con esta frase “hermanos míos”. En el original griego el orden de las palabras es importante. ¿Sabes por qué en este caso? Porque Santiago pone esa frase en medio de tened gozo y os halléis en diversas pruebas. Es decir, Santiago se presenta como un intercesor por ellos. Hermanos, en medio de las pruebas no debemos olvidar que no estamos solos. Santiago les quiso comunicar eso mismo a sus hermanos. Ustedes están sufriendo bajo persecución, los ricos los oprimen, han tenido que dejar su país natal, han dejado atrás sus casas, sus familias, sus trabajos. Pero en medio de ello Santiago les dice que hay un pastor que les ama y que está intercediendo por ellos. Y si hay un pastor orando por ellos, hay también una iglesia orando por ellos. 

    Es bien común sentirnos solos en medio de las pruebas. Sentirnos que nos hemos quedado solos aquí en el mundo. Pero eso no es cierto. Hermanos, en medio de la prueba mantén una actitud solidaria. No estás solo en las pruebas. Hay una iglesia que te ama, que se duele de tu dolor, que se identifica con tu dolor y sobre todo que ora a Dios por ti: que Dios te bendiga, te dé fuerzas, te guíe en medio de la oscuridad, que te provea lo necesario para enfrentar las pruebas. Mantén una actitud solidaria.

III. Teleológica: propósito

    V. 3 “sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia”. ¿Por qué podemos enfrentar, con gozo, cualquier tipo de prueba que venga a nuestras vidas? Porque sabemos que Dios tiene un propósito para enviarnos las pruebas, cuál es, que crezcamos en paciencia. Santiago dice: “la prueba… produce paciencia”. Y esto es algo bueno para nosotros. Fíjate lo que está diciendo aquí la palabra de Dios. Dios tiene un propósito en las pruebas. Las pruebas no vienen a nosotros por la casualidad. Dios gobierna este mundo. Y no solo eso. Como nos vienen diversas pruebas y su propósito es que crezcamos en la paciencia, entonces concluimos que Dios se interesa más por nuestro carácter que por nuestro confort.  Lamentablemente nosotros somos al revés: nos interesamos más por nuestro confort que por nuestro carácter. Por eso Dios es Dios. Él sabe lo que hace. 

    La palabra paciencia es una palabra interesante. La palabra es “ὑπομονήν”. Es una palabra compuesta de “ὑπο”, debajo, y “μονήν”, permanecer. Es una palabra activa, es decir, no significa resignación, sino permanecer. En Puerto Rico diríamos “yo no me quito”, es decir, yo me quedo y lucho. No me resigno sino: yo peleo la buena batalla. ¡Cuán distinta es la sicología a la sabiduría de Dios! La sicología te dice: tienes que aceptar que tu padre es alcohólico. Eso es buena sicología, pero mal cristianismo. A lo cual diríamos: yo sé que él es alcohólico, su pecado lo llevó al alcoholismo y él tiene que cambiar. 

    Dios, quien es infinito, eterno e inmutable en su sabiduría nos dice: permanece en la batalla, no te rindas, sigue siendo fiel, confía en mí en medio de tus pruebas. Yo estoy contigo. Esa debe ser nuestra actitud ante las pruebas. 

IV. Espiritual: visión espiritual

    V. 3-4 “la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.” Lo primero que deseo que vean es que las pruebas no son otra cosa que “la prueba de vuestra fe”. Es decir, debemos tener una perspectiva espiritual más que física de las pruebas. Yo sé que muchas de las pruebas que vienen a nuestra vida tocan el cuerpo: dolores de espalda, de pies, de rodillas, de cabeza, de estómagos, del corazón, de la sangre, etc. Pero Dios nos enseña en su palabra que todas y cada una de las pruebas que nos vienen son pruebas de nuestra fe. Dios prueba nuestra fe para ver si somos fieles a El― inamovibles en nuestra fe y fidelidad. 

    Pero nos dice algo más el pasaje. Nos dice: “Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna”. LBLA lo traduce así: “y que la paciencia ha de tener su perfecto resultado, para que seáis perfectos y completos, sin que os falte nada.” ¿Qué significa eso? Significa que hay que dejar que la paciencia llegué a término. No debemos interrumpir el proceso santificador que Dios tiene con respecto a la paciencia. Si interrumpimos el proceso éste no se completa. Por ejemplo: Una persona se rompe una pierna y se le pone un yeso. Y el yeso lo tiene que tener puesto por 3 meses. Pero qué es lo que pasa. Muchas personas no esperan por los 3 meses y se quitan el yeso antes de tiempo. Eso no está bien. La paciencia “ha de tener su perfecto resultado”.   Hay que permitir que el escultor termine su obra, finalice su obra. Y, ¿cuál va a ser el resultado? “Para que seáis perfectos y cabales o completos, sin que os falte nada”. Es decir, para que madures en la totalidad de las áreas de tu vida. No solo que crezcas en la paciencia sino también en la esperanza, en el dominio propio, en el gozo, en la paz, en la mansedumbre, en la templanza; en todo el fruto del Espíritu. 

    Así que hermanos, cultivemos estas actitudes en medio de las pruebas. Seamos positivos: tengamos gozo en medio de las pruebas, seamos solidarios: no estamos solos en medio de ellas, veamos que hay un propósito en las mismas: que seamos pacientes, y que toda prueba es la prueba de vuestra fe: dejemos que el escultor termine su obra en nosotros. Porque el resultado traerá un impacto increíble a favor del cristianismo para la gloria de Dios. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sermón: Santiago 1:1 ¿Quiénes somos?

Texto: Santiago 1:1 “Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que están en la dispersión: Salud.”

            Hoy comenzamos una serie de sermones sobre la epístola de universal de Santiago. Nuestro propósito es exponer toda a epístola de Santiago. Y conocer así todo el consejo de Dios contenido en esta corta pero importante epístola.

            En el día de hoy queremos darle un panorama general de la carta. Queremos darle una introducción de tal manera que les ayude a entender la misma. Desde ahora les sugiero que, como vamos a estudiar esta carta desde principio a fin, la lean toda desde el principio al fin para que sea de mayor provecho para entender los sermones.

I. El Autor

            Ahora bien, la epístola comienza identificando al autor de esta carta. Y nos dice que fue escrita por Santiago. En los tiempos bíblicos era costumbre escribir desde el principio quién era la persona que enviaba la carta. Hoy día es al revés. Para nosotros saber quien escribe la carta tenemos que leer la parte final de la carta donde aparece la firma de quien la envía. En los tiempos bíblicos se identificaba desde el principio.

            Así que el autor de esta carta se llama Santiago. En el griego es: Iácabos, de donde proviene Jacobo. Así que el nombre Jacobo, Santiago y Diego son lo mismo.  ¿Pero quién es esa persona? De los 6 Santiago que se conoce en la Biblia solo 2 se presentan como posibles autores. El primero era el apóstol Santiago, uno de los doce y hermano del apóstol Juan. Pero los eruditos lo han descartado por el hecho de que el apóstol Santiago fue asesinato por Herodes Agripa I en el año 40 DC. Por ejemplo, en Hechos 12:1 “En aquel mismo tiempo el rey Herodes echó mano a algunos de la iglesia para maltratarles. Y mató a espada a Jacobo, hermano de Juan”. El rey Herodes es Herodes Agripa I, nieto de Herodes el Grande el que mandó a matar a todos los niños menor de 2 años buscando matar a Jesús. Su nieto era tan cruel como su abuelo. Se descarta al apóstol Santiago por haber sido asesinado muy temprano en la historia de la iglesia.

            El otro Santiago que los eruditos han considerado como el autor de esta carta lo fue Santiago, el medio hermano de Jesús, hijo de María y José. ¿En qué basan su conclusión? La basan por lo menos por 3 cosas:

1. Santiago, el medio hermano de Jesús, es considerado en la Biblia uno de las columnas de la iglesia de Jerusalén. Si buscamos en Gálatas 2:4 “y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión.” Y como la carta no tiene apellido entienden que como dice Santiago todo iban a pensar en aquel que la columna de la iglesia de Jerusalén. Y a quien en la misma carta a los Gálatas se le da el título genérico de apóstol. Gálatas 1:19 “pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor.”

2. Las palabras que utiliza Santiago en la carta y las que utiliza Santiago en el concilio de Jerusalén, el cual él presidió concuerdan. Hay una gran similitud entre ellas.

3. La historia de la iglesia ha documentado bien el hecho de que fue Santiago, el medio hermano de Jesús, quien escribió esta carta.

            Por estas razones y otras más los eruditos entienden que el Santiago que escribió esta carta lo fue Santiago, o Jacobo el medio hermano de Jesús.

            ¿Qué podemos decir acerca de Santiago? Lo primero, que él, al igual que sus hermanos, al principio no creía, en Jesús. Juan 7:5 “Porque ni aun sus hermanos creían en él.”  Como Jesús decía: no hay profeta sin honra excepto en su propia tierra. Pero después de la resurrección, Jesús se le apareció a Santiago y él vino a ser uno de sus discípulos y un gran líder en la iglesia de Jerusalén. 1 Corintios 15:7 “Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles”. Así que Santiago se convirtió después de la resurrección de Jesús.

II. La Fecha de Composición

            ¿Para cuándo se escribió la carta? Al leer la carta vemos que el cristianismo ya ha sido establecido de tal manera que no solo ya es objeto de persecución sino también de opresión por parte de algunos en la iglesia. Por el hecho de que el Concilio de Jerusalén que aparece en el capítulo 15 del libro de los Hechos y que ocurrió entre los años 48-49 DC., no es mencionado, los estudiosos fijan la fecha de la composición para los primeros años de la década de los 40 DC. ¿Qué implica esto? Implica que la carta de Santiago es el primer libro del NT. Antes que los evangelios fueran escritos ya había sido escrita la carta de Santiago. Es el primer documento del NT.  Así que el primer libro escrito del NT no es Mateo sino la epístola de Santiago. 

III. Los Destinatarios

            ¿A quiénes escribe Santiago? Nos dice Santiago 1:1 “a las doce tribus que están en la dispersión”. Cuando dice a las doce tribus sin lugar a dudas se refiere al pueblo judío. El pueblo que estaba dispersado por todas las regiones de Asia Menor y el Imperio Romano. Pero como les habla acerca de su fe en Cristo entonces entendemos que se refiere en primer lugar a los creyentes judíos quienes eran los primeros cristianos. Los primeros cristianos eran judíos, así como los apóstoles.

            Y como la carta no es enviada a una iglesia o persona en particular, esta carta al igual como Hebreos, 1 y 2 Pedro, 1, 2 y 3 Juan, y Judas son conocidas como las Epístolas Universales, o Generales.   

IV. Mensaje

            ¿Cuál es el mensaje central de la carta? Santiago busca explicar la diferencia entre la religión vana y la religión pura. La vida cristiana es una vida costosa. La gracia que salva no es una gracia barata. Dios no nos salva para que sigamos igual. Cuando Dios nos salva Él nos transforma. El hace que nuestra mente, nuestra voluntad y nuestras emociones sean puesta en una nueva dirección. Y las pruebas y las aflicciones son los instrumentos que Dios utiliza para que demostremos si somos o no cristianos.

            Esta carta es el libro sapiencial del NT, un libro de sabiduría, así como lo es Proverbios. Es un libro práctico que nos llama a vivir para Dios en obediencia a su palabra.

            Ahora bien, qué es lo que Santiago desea enseñarnos en este primer versículo. Santiago procura enseñarnos cómo debemos vernos a nosotros mismos. ¿Cuándo tú te miras en el espejo a quién tú ves? ¿Quién es ese hombre, mujer, joven que tú ves en el espejo?  Santiago nos dice que tenemos que vernos como lo que somos. ¿Qué somos? V. 1 “siervo de Dios y del Señor Jesucristo”. La frase siervo de Dios se refiere en primer a los ministros de la palabra. Por ejemplo, Moisés es llamado en Josué 1:13 “Acordaos de la palabra que Moisés, siervo de Jehová, os mandó diciendo: Jehová vuestro Dios os ha dado reposo, y os ha dado esta tierra.” Así debemos ver a los pastores, ellos son siervos de Dios. Y esto implica que Dios los ha llamado y les ha dado autoridad para hablar en nombre de Él. Pero ellos no son amos, son siervos, son servidores de Dios para tu bien. Así debemos verlos.

            Pero la frase también se usa de todo hijo de Dios, de todo creyente. Romanos 6:22 “Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios”. Todo creyente es un siervo de Dios.  

            Entonces, ¿quién tú eres? Tú eres un siervo de Dios y del Señor Jesucristo. Eres tanto siervo de Dios, es decir, del Padre. Pero eres siervo también del Señor Jesucristo. Eres tanto el siervo de uno como del otro. Y esto implica que Jesús tanto Dios como el Padre es Dios. ¿Por qué? Porque ambos están en el mismo plano. Somos siervos tanto del uno como del otro. No somos más siervos del Padre de lo que somos del Hijo. Somos tanto siervos del Padre como lo somos del Hijo. Y esto implica que nuestro amor por ambos es igual. Y si es igual entonces reconocemos que Jesús es Dios como el Padre. Así que somos siervos tanto de Dios como del Señor Jesucristo.

            Ahora bien, somos siervos de Dios. Y la palabra siervos en griego es “doulos”, que significa esclavo. Somos esclavos de Dios por la gracia de Dios. Le pertenecemos porque Cristo nos ha comprado. Como dice 1 Corintios 6:20 “Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”. Por naturaleza éramos esclavos de Satanás. Y Él es un mal amo. Él es un amo cruel. Él es un amo que busca destruirnos. Servirle a él trae una paga y esa paga es la muerte. Pero Cristo Jesús nos libró de la esclavitud cruel de Satanás. Y el precio de ese rescate lo fue el sacrificio de su vida. El dio su vida por nosotros para rescatarnos de Satanás. Y ahora somos esclavos de Jesús. Pero Jesús es un Amo maravilloso. Es un Amo que busca nuestro bien. Un Amo que no oprime ni maltrata. Un Amo que es santo y digno de imitar. Un Amo que reconoce nuestra debilidad. Uno que no nos abandona, aunque fallemos. Un Amo que nos defiende. Uno que siempre está con nosotros en las buenas y en las malas. Y uno que nos enseña a amar a Dios y nos capacita a servir a Dios con alegría. Que nos fortalece con su fuerza para soportar las pruebas y las tentaciones que nos vienen a diario. Uno que nos lleva a la gloria. Todo eso es lo que implica que Jesús es Señor. ¡Qué hermosos es tener a Jesús como nuestro Señor, Salvaor y Rey!

              Y si somos siervos de Dios y del Señor Jesucristo esto implica que nosotros no vivimos para nosotros mismos. Él es nuestro Amo y nosotros somos sus súbditos. Y nuestro deber es obedecer a nuestro Salvador. Tenemos que pensar como piensan los siervos de Dios.  Nuestra mente es sujeta a la mente de Dios. Y nuestros pensamientos tienen que seguir los pensamientos de Dios porque somos siervos de Dios. No estamos a nuestra propia libertad. Todas nuestras ideas que tenemos sobre el mundo, sobre la vida, etc. deben ser las ideas que Dios tiene de ellas. ¿Por qué? Porque somos siervos, esclavos de Dios y del Señor Jesucristo. Y si esto es así, entonces, nuestras ideas acerca del matrimonio deben ser las ideas que Dios tiene de ellas. Fue Dios quien lo diseñó. Fue Dios quien lo instituyó. Y Él nos dice que los siervos de Dios se casan con las siervas de Dios; el creyente con el creyente. Y si ambos deciden unir sus vidas deben comenzar con el pie derecho. ¿Cuál? Celebrando la misma con una ceremonial formal pública. Hermanos, la convivencia no es la institución divina. Los que conviven viven en desobediencia a Dios. Y nosotros como siervos de Dios somos llamados a vivir como Dios nos manda en su palabra. ¿Por qué? Porque nosotros no vivimos para nosotros sino para Aquel que murió y resucitó para nuestra salvación. Busquemos 2 Corintios 5:15 “y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.” Hermanos, así debemos vernos como aquellos que no vivimos para nosotros mismos con nuestras ideas, nuestra vida, nuestras decisiones, sino para Aquel que sacrificó su vida, fue molido por nuestros pecados para nuestra salvación.

            Si somos siervos debemos pensar como siervos. Y esto implica íntegros en nuestra fe. El siervo es uno íntegro en su palabra. Su Sí es Sí y su No es No. Por ejemplo, si yo acordé encontrarme con alguien a 12:00 pm y por alguna razón no voy a poder llegar es mi deber como siervo de Dios llamar a esa persona con anticipación y excusarme.  Es mi deber cumplir puntualmente con mis compromisos. ¿Por qué? Porque somos siervos de Dios. Yo no creo que Jesús llegara impuntual a un compromiso adrede. Yo no puedo visualizar a un Jesús llegando tarde a una sinagoga un día de reposo.

            Hay un punto importante que señalar. Es la gracia de Dios la única que nos puede capacitar para obedecer como siervos. Es porque somos siervos salvados por la gracia de Dios, cuya gracia necesitamos a diario, que podemos obedecer. Obedecemos por la gracia. Somos salvos para obedecer, no obedecemos para ser salvos. “Por gracia sois salvos”.

            Santiago nos dice algo más en este primer versículo. Fíjate que, aunque Santiago es el medio hermano de Jesús, él no hace alarde de esto. Él se identifica como Santiago siervo del Señor Jesucristo. El reconoció a Jesús como su Salvador. Él no dice: aquí escribe Santiago una de las columnas de la iglesia de Jerusalén. Él se complace en ser llamado siervo de Dios y del Señor Jesucristo. ¡Qué hombre humilde! Así debemos ser por la gracia de Dios. Es la gracia de Dios la única que nos puede hacer humildes, así como Jesús fue humilde. La humildad, es decir, el pensar de nosotros con cordura y no pensar de nosotros más de lo que demos pensar, considerando los demás como superiores a nosotros mismos, debe caracterizar nuestras vidas. Como dice 1 Pedro 5:5 “todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes”. ¿Trabajas en ser un creyente humilde? ¿Reconoces que no lo sabes todo? ¿Consideras a tu hermano que está a tu lado, que tal vez no tiene tu educación, ni tus experiencias, como superior a ti?

            Quiera Dios que aprendamos a vernos cómo realmente somos: siervos de Dios y del Señor Jesucristo, reconociendo que no vivimos para nosotros mismo si no para Aquel que nos rescató de la esclavitud de Satanás y nos da la libertad de los escogidos de Dios para vivir en humildad todos los días de nuestras vidas. Amén.