Sermón: Santiago 2:5-7 Ricos en Fe

 

Santiago 2:5-7 “Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman? Pero vosotros habéis afrentado al pobre. ¿No os oprimen los ricos, y no son ellos los mismos que os arrastran a los tribunales? ¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros?

 

            Hasta ahora hemos estudiado los primeros cuatro versículos de este capítulo número 2 de la epístola universal de Santiago. Vimos que el tema lo es el de hacer acepción de personas o como también lo llamamos la vez anterior, el favoritismo. Dijimos que a la luz de la Palabra de Dios el favoritismo no debe existir en la Iglesia de Cristo. ¿Por qué? Por va en contra del carácter de Dios. Dios no hace acepción de personas, según Romanos 2:11 “porque no hay acepción de personas para con Dios.” También por el hecho de que tal actitud es contraria al evangelio del Señor Jesucristo. Jesús vino a reconciliarnos no solo con Dios sino también con nuestro prójimo. Y, por último, dijimos, que el favoritismo es incompatible con la fe cristiana. Dios no llama a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Y tal actitud como el favoritismo es contrario a tal llamado de parte de Dios.

            Interesantemente Santiago no termina con ese tema en los primeros cuatro versículos. El continua con ese tema hasta el versículo 13. Y la pregunta que uno se hace es, ¿por qué? ¿Por qué Santiago dedica tanto tiempo a este tema? Y la respuesta es que este es un problema recurrente en la vida de la iglesia. Es un problema recurrente en nuestra sociedad. Tendemos a marginalizar y a menospreciar a los pobres, sean estos pobres económicamente, intelectualmente, físicamente, etc. El pecado que está presente en todo ser humano nos lleva a menospreciar a nuestro prójimo. El pecado nos lleva, como dice el Catecismo de Heidelberg en su pregunta y respuesta número 5, a odiar a Dios y a nuestro prójimo. Es por eso que necesitamos que Dios nos salve. Nos salve de la culpa del pecado, el castigo que merece el pecado. Pero también que nos salve del poder del pecado, ese poder en mi vida que me lleva a desobedecer a Dios, a no creer en Él y a no amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, entre otras cosas.

            Ahora bien, Santiago nos dice algo más. Santiago nos da otras dos razones por la cual nosotros no debemos hacer acepción de personas hacia los pobres. En el contexto de la carta los pobres que habla son los pobres económicamente. Pero sabemos que esos no son los únicos pobres que hay en el mundo. Pero partiendo de los pobres en sentido material podemos extraer un principio que aplique a todo tipo de pobreza. Así que regresamos a la misma pregunta que consideramos la vez pasada. ¿Por qué no debemos hacer acepción de personas? ¿Por qué no debemos menospreciar a los pobres?

I. Por causa de la elección de Dios

            V. 5 “Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo?”. Hermanos, cuán importantes es la doctrina de la elección divina. ¡Cuán práctica es! Aquí Santiago nos dice que esa doctrina es una de las bases por lo cual no debemos hacer acepción de personas. ¿Por qué? Porque Dios ha elegido a los pobres de este mundo para salvación y no solo a los ricos.  Los pobres son preciosos a la vista de Dios. Es más Jesús vino a predicar el evangelio a los pobres y no solo a los ricos. En su primer sermón público Jesús se presenta como cumpliendo la profecía de Isaías 61:1, cuando dijo en Lucas 4:18-19 “El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor.” Hermanos, Jesús vino a salvar a los pobres. Eso somos nosotros. El pecado no solo trae culpa y la ira de Dios por causa del pecado sino también trae sobre nosotros todo tipo de miserias: opresión, depresión, soledad, abusos, enfermedades, insultos, etc. ¿Cómo vamos a despreciar a aquellos que son pobres cuando nosotros también éramos pobres?

            Además, por mucho tiempo las iglesias estaban compuestos primordialmente de gente pobre. Lo podemos ver en el caso de la iglesia de los corintios. 1 Corintios 1:27-28 “sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es”. Hermanos, la misericordia de la elección no se extiende solo a los ricos, los poderosos, los exitosos, sino se extiende a toda clase de personas. La salvación no depende de la dignidad de la persona, sino de la misericordia de Dios. ¿Por qué entonces rechazar a la clase que Dios no ha rechazado? Es más, hay más pobres en la iglesia que ricos. Y la iglesia a la cual Santiago le escribe estaban menospreciando al pobre por ser pobres. Y eso no debe ser así. ¿Por qué? Porque Dios los ha elegido para salvación. Los ha elegido no por ser pobres. Dios no elige en base a pobreza o riqueza. Su elección es incondicional, es decir, no hay nada en la criatura pecadora que le mueve o le obligue a elegirlo, aunque sí tiene todas las razones del mundo para rechazarlo. Dios elige según su misericordia.

            Pero, aunque el mundo menosprecia a los pobres y parece como si estuvieran solos en este mundo, en cuanto a bienes materiales, Dios no se olvida de ellos y ha extendido su salvación a ellos también. Y la elección de pobres para la salvación no excluye la elección de ricos para la salvación también.

            Hermanos, hacemos acepción de personas cuando creemos que la salvación de Dios solo se da o solo se puede dar en ciertos grupos de personas. Cuando decimos: a este sí le podemos hablar del evangelio porque es educado, no viste como un loco, tiene buenos modales; pero aquel no, con tantos tatuajes parece un loco, un mafioso u otra cosa. Hermanos, la mano del Señor no es débil para salvar. Jesús vino a revelar su evangelio no solo a los ricos y pudientes sino también y más aun a los pobres y marginados de la sociedad. Por eso los publicanos, las prostitutas, los adúlteros, los ladrones, etc. iban a Él para salvación. Ellos eran los pobres de la nación y vieron en Jesús El único que se les acercaba, que los trataba con amor, con respeto sin dejar a un lado las demandas de la fe y el arrepentimiento a todo estilo de vida contrario a la Palabra de Dios.

            Además, no debemos hacer acepción de personas, especialmente de los pobres, Dios los eligió para que sean ricos en fe. V. 5 “¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe?”. Serán pobres materialmente hablando, pero son ricos espiritualmente hablando. Fíjate bien lo que dice Santiago. Dios no los elige porque son ricos en fe, sino para que sean ricos en fe. Es posible que a algunos de nosotros Dios no nos ha enriquecido en bienes materiales. Pero nos ha enriquecidos con bienes espirituales, los cuales recibimos por la fe.     

                        Hermanos, la verdadera riqueza es la riqueza espiritual. Dios produce en nosotros el fruto del Espíritu. El produce: amor, bondad, benignidad, templanza, gozo, dominio propio, santidad, etc. Eso realmente hermosea al ser humano más que el dinero. Porque, que fea es una persona soberbia sea rica o pobre. Que fea es una persona sin dominio propio, sin control, que explota cuando algo sale mal o cuando no puede convencer a los demás. Que feo es el abusador, el mentiroso, el egoísta. Pero Dios nos adorna con sus gracias por el evangelio y nos hace hermosos al hacernos ricos en fe: ricos en la verdadera riqueza, las cuales son sus dones y gracias con las cuales nos adorna.

            Dios no solo eligió “a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe [sino también para que sean] herederos del reino que ha prometido a los que le aman”. Dios los eligió para heredar el reino. Ahora bien, ¿qué es el reino? Santiago 1:12 nos lo contesta. “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman." El reino es la corona de la vida eterna. La elección es para la vida eterna. Santiago nos dice que es un reino prometido, no a todos, sino a los que le aman. Calvino: “No que la promesa dependa del amor, pero somos llamados a la esperanza de la vida eterna bajo la condición y con el fin de que le amemos”. Hermanos, somos hijos del Rey. Y como hijos somos herederos de la vida eterna que Dios preparó desde la eternidad para todos los que le aman.

            ¿Por qué no debemos hacer acepción de personas? Por causa de la elección divina, pero también…

II. Por causa de la justicia

            Santiago les está diciendo cuán absurdo e injusto es que menosprecien a los pobres, o para ponerlo en las palabras fuertes que les dice: “Pero vosotros habéis afrentado al pobre.” ¿Por qué absurdo e injusto? Porque era absurdo e injusto apoyar a aquellos que explotan a los pobres, que los llevaban a los tribunales y que para colmo también blasfemaban el bueno nombre que fue invocado sobre vosotros.  V. 6-7 “Pero vosotros habéis afrentado al pobre. ¿No os oprimen los ricos, y no son ellos los mismos que os arrastran a los tribunales? ¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros?”. Y la respuesta a estas tres preguntas es un rotundo, Sí. Ha sido una práctica constante a través de toda la historia que los ricos oprimen y explotan a los pobres. No todos los ricos, pero una buena parte. ¿En qué consiste tal opresión? Normalmente en explotación económica. Todavía eso continua. Cuantos patronos se consideran los dueños de las vidas de sus empleados.

            Además, es común de los ricos perseguir a los pobres. Los arrastraban por causa de ser cristianos y por causa de cobrar sus deudas. Si los pobres fallaban en pagar entonces tenían razón para aumentar la deuda y los pagos, y si no pagaban esos nuevos pagos entonces tenían razón para llevarlos a los tribunales. Y muchas veces se quedaban con las tierras que poseían o adquirían una servidumbre casi perpetua sobre ellos.

            Además, estos ricos que habla Santiago blasfemaban el nombre de Cristo o de Dios. Estos ricos no solo explotaban a los pobres, los llevaban a las cortes por razones económicas sino también blasfemaban en nombre de Cristo o de Dios. Posiblemente el buen nombre que fue invocado sobre vosotros, se refiere a la ceremonia del bautismo. Cuando el creyente hace profesión de fe en Cristo y en el Dios Trino y uno.

            Mira entonces, lo absurdo e injusto de la conducta de estos hermanos. Los hermanos estaban apoyando a los ricos por ser ricos, aunque ellos abusan de los pobres y blasfeman el nombre de Cristo. ¿Cómo es posibles que ellos traten a los ricos con favoritismo? Hermanos, Dios nos llama a que rechacemos toda forma de injusticia, definida esa injusticia por Dios. Hacemos esa declaración, porque la justicia del hombre no es la misma justicia de Dios. Para nosotros la Verdad de Dios es la verdadera verdad. Si Dios es Dios entonces todo lo que Él diga es la Verdad y va por encima de toda opinión de los hombres. Como dice Romanos 3:4 “antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso”. Por eso una buena nalgada a un hijo, como parte de la disciplina, no es maltrato, aunque la psicología moderna diga lo contrario. El matrimonio lo es entre un hombre y una mujer, aunque el tribunal supremo federal diga lo contrario. Dios es el único sabio en este mundo, dejaría de ser Dios si no lo fuera así.  

            Pero Dios nos llama a que nos opongamos a todo tipo de injusticia, porque Dios es juez justo. Porque Cristo es el Juez de toda la tierra y El siempre actúa con justicia. ¿Cómo es posible que los hermanos a quine Santiago les escribe estuvieran apoyando la injusticia, sea de los ricos contra los pobres, o de otra clase? Es absurdo e injusto y sin lugar a dudas pecaminoso.

            Hermanos, el evangelio es el evangelio de la justicia de Dios. Ese es el corazón del evangelio. ¿Cómo puede Dios justificar al injusto sin dejar Dios de ser justo? Ese es el corazón del evangelio. ¿Cómo Dios puede declararnos justos a nosotros quienes somos injustos sin que Dios deje de ser justo? La respuesta la da Pablo en 2 Corintios 5:21. Busquémoslo. “Al que no conoció pecado [¿quién es ese? Cristo], por nosotros lo hizo pecado [¿quién lo hizo? El Padre], para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” ¿Qué es lo que Pablo está diciendo? Lo que Pablo dice es que el Padre “hizo pecado a Jesús”, le imputó nuestros pecados a aquel que nunca conoció pecado, nunca pecó, era justo y santo. A El, el Padre le imputó nuestros pecados, nuestras injusticias y nos imputó su justicia, es decir, la justicia de Cristo, para que fuésemos hecho justicia de Dios en él, y ese él es Cristo. ¡Wao! Ese es el evangelio. Dios no rebaja su justicia. Dios no minimiza su justicia. Y a aquellos que Dios justifica por la justicia de Cristo El produce en nosotros, como dice Mateo 5:6 “hambre y sed de justicia”. Eso somos nosotros. Eso es lo que Dios hace en nosotros. ¿Cómo entonces vamos apoyar las injusticias en este mundo?

III. Aplicaciones

1. La elección de Dios es incondicional. No se basa en la dignidad de la persona: sea rica o pobre, inteligente o no. Dios muchas veces escoge lo necio del mundo, es decir, según los estándares del mundo para avergonzar lo sabio, lo débil para avergonzar lo fuerte, etc. No por ser digno Dios te escogió, sino por su amor y misericordia que Él puso sobre ti. Cómo entonces esta gran verdad debe provocar en nosotros un sentido de humildad hacia las demás personas irrespectivamente de su condición social o económica. Si esto es así, entonces debemos oponernos a todo maltrato de nacionalidades que vemos en nuestro país. Cuantas veces oímos chistes en los cuales se burlan de los haitianos. Pero acaso Dios no tiene pueblo elegido entre los haitianos. Solo tiene pueblo entre los boricuas, dominicanos, cubanos y no haitianos. Dios es soberano en su elección. Su elección es incondicional. No debemos rechazar lo que Dios no ha rechazado.

2. La verdadera riqueza es la riqueza espiritual. Dios nos ha enriquecido con todo don espiritual. El produce en nosotros el fruto del Espíritu. El forma el carácter de Cristo en nosotros. Él nos prepara para los cielos. Nos adorna con las gracias espirituales. Nos bendijo como dice Efesios 1:3 “nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo”. Entonces, ¿Cuándo vamos a valorar esto por encima de los bienes materiales? Hermanos, la vida es breve. Es brevísima. Es como la niebla que se disipa a los primeros rayos el sol. Por tanto, lo importante no es quien prospera aquí materialmente sino quien prospera en el reino de los cielos. Alégrate porque eres rico. Rico con la verdadera riqueza que importa: nuestra salvación en Cristo Jesús. Amén.