Mateo 1 y 2 ¿Cómo conozco la voluntad de Dios?

Mateo 1 y 2

 

            Continuamos con nuestro estudio de todo el evangelio de Mateo. Ya hemos estudiado todo el capítulo 1 y parte del capítulo número dos. Me acerco a este sermón partiendo de la premisa de que has estado aquí y has aprendido de los primeros tres sermones y has leído estos primeros dos capítulos. Es por eso que no hemos leído ningún pasaje como siempre hacemos sino que damos por presumido que conoces esa porción de las Escrituras porque has estado aquí.

            Me imagino que a ti te ha pasado como a mí que hemos visto cosas increíbles y sobrenaturales en estos dos capítulos. Y una de las cosas que me ha llamado la atención, y me imagino que a ti también te la ha llamado, es el hecho de que Dios dirigió de una manera sobrenatural la vida y las decisiones de algunos de los personajes bíblicos estudiados. Por ejemplo vimos que Dios en su providencia orquestó el árbol genealógico de Jesús de tal manera que Jesús el Cristo fuera de la descendencia de David y de Abraham según la carne, 1:1-17. Vimos que cuando José había decidido divorciarse de María que un ángel del Señor le habló en sueños sobre lo que Dios estaba haciendo en la vida de ella y su embarazo. Y le reveló cuál debía ser su nombre y su significado, etc. 1:18-25. Vimos también cómo Dios en su providencia dirigió a los magos a Jerusalén por medio de una estrella. Y allí en consulta el rey con los líderes o expertos en la ley de Dios fueron dirigidos a la ciudad de Belén donde la Palabra escrita de Dios, por medio del profeta Miqueas, revelaba que allí era donde nacería el guiador o gobernante que pastorearía al pueblo de Israel, según la versión LBLA, 2:1-12.

            Fíjate cómo Dios dirigió la vida de los descendientes de Jesús, la vida de José y María, la vida de los magos para llevar a cabo la voluntad de Dios. Dios les habló por sueños y ángeles. Dios los dirigió por medio de una estrella. Dios los dirigió por medio de la enseñanza de los líderes del pueblo de Dios.

            Así que la pregunta es obligatoria. ¿Debemos esperar que Dios nos guie de esa manera hoy día? o más bien el punto principal es ¿Cómo yo conozco la voluntad de Dios para mi vida? Ellos hicieron la voluntad de Dios pero fueron dirigidos, guiados por Dios de una manera sobrenatural. Yo también deseo hacer la voluntad de Dios. ¿Cómo yo conozco la voluntad de Dios para mi vida? ¿Debo cambiar de trabajo? ¿Qué debo estudiar? ¿Con quién me debo casar? ¿Cuándo me debo someter a una operación? Son preguntas que todos nosotros nos hacemos a diario.

            Los primeros dos capítulos nos dan la respuesta a ello. Sacando lo que fue exclusivo de ellos ya que el Mesías ya nació y no tenemos que ir a Jerusalén para encontrarlo allí. Contestamos a la pregunta ¿Cómo yo conozco la voluntad de Dios para mi vida?

I. Cuando somos guiados por la Palabra de Dios

            Fíjate que la Palabra de Dios es céntrica en todo lo que se ha estudiado. Dios había prometido que el Cristo nacería de la descendencia de David y de Abraham. Eso es lo que Dios había hablado y revelado desde el AT. A Abraham Dios le dijo en Génesis 22:18 “En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.” A David Dios le dijo en 2 Samuel 7:12-13 “Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. 13 El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino.” El pueblo de Israel esperaba la venida del Mesías porque Dios lo había dicho que El nacería de Abraham y de David según la carne.

            A José Dios le habló sobre lo que tenía que hacer con María y el niño que llevaba en su vientre. Mateo 1:20 “he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo”. El ángel es solo el instrumento para dar a conocer la voluntad de Dios. Lo que lo guiaba no era el ángel sino la Palabra de Dios que El reveló por medio de un ángel. Lo mismo sucede en la iglesia. Lo que debe guiar a tu vida no es el pastor en sí mismo sino la Palabra de Dios que debe salir fielmente de los labios del pastor.

            Aunque no sabemos cómo los magos del oriente sabían del nacimiento del Rey de lo judíos sí sabemos que el lugar en dónde iba a nacer ese rey era en Belén de Judea porque Dios lo había así revelado.

            ¿Qué nos enseña esto? Nos enseña que la iglesia siempre ha sido guiada por la Palabra de Dios. En tu vida y en la mía debemos ser siempre guiados por la Palabra de Dios. Dios es la verdad y por tanto su Palabra es la verdad absoluta. Dios es el único sabio Dios. El único que es sabio en este mundo. Tenemos confiar en la Palabra de Dios. Lo que tenemos en nuestras manos no es en última instancia la palabra de los hombres sino la misma voz de Dios en forma escrita. No deja de ser Palabra de Dios por ser escrita. Y ella es nuestra guía por excelencia. La iglesia siempre ha sido guiada por la Palabra de Dios. 

            La Palabra de Dios se encuentra hoy día en las Escrituras del A y NT, es decir la Biblia.  Ella nos revela todo lo que es necesario creer para ser salvos y también cómo debemos vivir.

            Pero ¿la Biblia no me dice con quién me debo casar? ¿Ni me dice qué trabajo debo escoger? Es cierto, la Biblia no va a esos detalles específicos. Pero sí da principios generales que son nuestra guía en la toma de decisiones. ¿Cómo entonces yo tomo decisiones? Usando los principios generales de la Biblia. Varios ejemplos, ¿Tengo un examen de matemática mañana y no he estudiado qué debo hacer? ¿Me hago el enfermo? ¿Corto clases?  La Biblia dice: no. No te hagas el enfermo porque la Biblia, la Palabra de Dios dice en el noveno mandamiento: “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio”, es decir no mentirás, Éxodos 20:16. ¿El examen es mañana? Sí. Este próximo pasaje debió haber guiado tus decisiones. Proverbios 27:1 “No te jactes del día de mañana; Porque no sabes qué dará de sí el día.” Tú no controlas el mañana ni sabes lo que será el mañana, por tanto como dicen en PR: no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy. Debiste poner en prioridad tus estudios. No lo dejes para lo último. ¿Pero el examen es mañana? Fájate como nunca antes. Da el todo por el todo. Porque la Escritura dice: “En lo que requiere diligencia, no perezosos”, Romanos 12:11.

            Si te das cuenta la Palabra de Dios es nuestra guía y debe ser nuestra guía en todas nuestras decisiones. La iglesia siempre ha sido guiada por la Palabra de Dios. Pero esto requiere estudio diligente de la Palabra. Esto requiere que sometamos nuestra razón ante Dios y su Palabra. No seamos sabios en nuestra propia opinión.

II. Ponerlo todo en las manos de Dios

            Hermanos, de los primeros dos capítulos podemos ver que Dios dirige este mundo. Dios hace su voluntad incluso por encima del pecado de sus criaturas. Y aunque hay una dirección especial en estos capítulos por el hecho de quién iba a nacer, en la historia de la redención, no deja de reforzar lo que Dios enseña claramente en toda la Biblia: “Jehová reina, regocíjese la tierra”, Salmo 97:1. Nuestra vida está en la manos de Dios. El dirige todos nuestros pasos. Incluso él permite nuestras malas decisiones para enseñarnos con los golpes a vivir para Él.

            Y aunque Dios gobierna a todas sus criaturas y todas sus acciones, El tiene un cuidado providencial especial por ti gracias a la muerte y resurrección de Cristo. El ha planificado el todo de tu vida desde antes de la fundación del mundo. Por amor te llamó a la fe en Cristo, te regeneró, te santifica y te preserva a la gloria eterna. Como dice Filipenses 1:6 “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo;” Y esto incluye todo lo que pasa en nuestra vida. Jesús dijo en Mateo 10:29-31 “¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. 30 Pues aun vuestros cabellos están todos contados. 31 Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos.”

            Por tanto, ten fe en la Providencia divina. Pero alguien preguntaría ¿pero yo prefiero que me dirija un ángel antes que tomar yo las decisiones? Hermanos, Dios hace las cosas con sabiduría. La dirección angelical, de la manera que vemos en los primeros dos capítulos, es con respecto a la historia de la redención. Dios se aseguraba con esto que nada iba a impedir que el Salvador del mundo naciera de una virgen en Belén de Judea y su entrada al mundo fuera una sobrenatural porque la persona que allí nace no es otro que Dios miso hecho hombre. Pero esa no es la manera común de Dios hacerlo. El desea que tú, quien eres su hijo, confíes plenamente en El como tu Padre. El te da su Palabra como guía y te ha dado una mente para que la uses en entender esa Palabra y la apliques a tu situación particular lo mejor que puedas. Claro está hay un sentido de inseguridad porque nosotros no sabemos qué pasará en el futuro. Pero Dios desea que tengas esa inseguridad en tu vida para que aprendas a descansar en El. Para que puedas decir con el salmista en el Salmo 20:7 “Estos confían en carros, y aquéllos en caballos; Mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria.”

            Confía en la Providencia divina y llévalo todo a Dios en oración. La oración es el reconocimiento de que Dios gobierna este mundo. Es un acto de adoración. Salmo 55: 17 “Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, Y él oirá mi voz”. Llévalo todo a Dios en oración. El es el único que puede anchar tus caminos y es su bendición la que hace la diferencia en nuestras vidas.

III. Traerlo a la consideración de la iglesia

            Uno de los males que hay en nuestra cultura es el individualismo. Yo vivo mi vida como a mí me da la gana. Para ello tenemos que decir: cuidado con el individualismo. Todas nuestras decisiones no solo nos afectan a nosotros solos sino a otros también. Pensar de esa manera individualista no es bíblico, no es correcto. Dice Proverbios 11:14 “Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo; Mas en la multitud de consejeros hay seguridad.”

            Por tanto, es bueno y prudente consultar con hermanos maduros en la fe. No cualquiera sino hermanos maduros en la fe. Hermanos con experiencia y conocedores de la Palabra de Dios. No es buscar quien me dice lo que yo deseo oír sino que me digan lo que necesito oír. Pero con amor, respeto y fundados en los principios de la Palabra de Dios.

            Pero también es bueno y sabio consultarlo con los líderes de la iglesia. El rey Herodes consultó con los líderes del pueblo de Israel para indagar acerca de dónde nacería el Rey de los judíos. Mateo 1:4 “Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo.”

            Hermanos, todo nosotros por causa de Jesús hemos sido adoptados como hijos de Dios. Y todos somos hermanos y hermanas los unos de los otros. Somos una familia. Y como familia tenemos que aprender a compartir nuestras cosas. Abrir nuestro corazón a nuestros hermanos. Somos una iglesia. Esto es cómo el Credo de los apóstoles describe a la iglesia: creo en la comunión de los santos. Comunión es en griego kiononía: es una unión en común, implica una relación cercana como la relación cercana entre los esposos. En Hechos 2:42 lo describe como una de las marcas de la iglesia primitiva “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.” El Espíritu Santo nos ha unido en un solo cuerpo y todos somos miembros los unos de los otros. Hay una unidad en el Espíritu en el vínculo de la paz. La iglesia no es la presencia de personas que vienen a adorar juntos. La iglesia es la comunión de los santos. Los santos están unidos. Comparten sus alegrías y tristezas. Por eso debemos valorar tanto el culto de oración porque allí abrimos nuestro corazón a los hermanos y les pedimos: ayúdenme a orar por esto. Que bendición ser parte de una iglesia. Tener hermanos y líderes que cuiden de nosotros. Búscalos, consúltalos. Dios los ha puesto para ayudarte en la toma de decisiones en tu vida.