Sermón: Apocalipsis 2:4 Perdiendo el Primer Amor

Apocalipsis 2:4 “Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.”

 

            La gracia de Dios es una gracia que vive. Es una gracia que lucha por vivir y sobrevivir. Es una gracia que nunca deja de ser. Pero es una gracia que puede languidecer. Es una gracia que se puede debilitar. Es una gracia que puede enflaquecer. Ella no posee por sí misma la capacidad de mantener su vigor en todo tiempo. Ella se puede enfermar gravemente. Y puede al así hacerlo llevar a un creyente a vivir una vida cristiana miserable.

            De eso trata el pasaje que tenemos presente. El pasaje de Apocalipsis 2:1-7 trata de una iglesia dinámica. Trata de una iglesia que alguien pudiera pensar es la iglesia ideal. Es una iglesia fajona, trabajadora. Llena de actividades. Una iglesia ortodoxa, celosa por la verdad. Una iglesia que no se deja engañar por los que se dicen ser apóstoles pero que no lo son. Ella los ha desenmascarado. Una iglesia que no tolera el pecado.

            Pero una iglesia con una gran falta. Y esto ha traído una queja de su Señor. Veamos en primer lugar, ¿Cuál es la falta de esa iglesia?

I. La falta de la iglesia

            La iglesia de Éfeso por encima de todos los logros, su arduo trabajo, paciencia e intolerancia hacia los malos, defensora de la verdad, opositora contra los herejes, ella ha dejado, ha abandonado, ha dejado atrás su primer amor por el Señor.

            Ella ha decaído espiritualmente. Ella se ha enfriado espiritualmente. Nuestro vigor espiritual depende del amor, del amor a Dios. Depende del amor a Jesucristo y depende del amor al Espíritu Santo. Lo que nos mueve como cristianos es cuánto nosotros amamos a Dios. Cuán agradecido estamos por haber sido salvados. Haber recibido el perdón de todos nuestros pecados.

            Pero esta iglesia por encima de su gran labor ha decaído espiritualmente, aquí llamado, ha perdido su primer amor. Su primer amor por Dios.

            Si te das cuenta, uno que profesa su fe en Cristo puede decaer espiritualmente. Un genuino creyente puede enfriarse espiritualmente. Si es un creyente genuino tenemos que decir que a la luz de las Escrituras ese creyente jamás podrá perder su salvación. Es imposible que un genuino creyente pierda su salvación. ¿Por qué? Porque Dios lo ha prometido. El ha prometido preservarnos y cuidarnos por su poder omnipotente hasta que lleguemos al cielo, a la vida eterna. 1 Pedro 1:5 “que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.”  Creemos que los santos perseverarán hasta el fin. Y creemos que esta perseverancia hasta el fin es fruto de la preservación divina. Es cierto que el 99% de las iglesias en este país enseñan todo lo contrario. Pero nosotros no seguimos los porcientos sino la verdad de Dios. Y Cristo ha dicho en Juan 10:28 “y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.” Todo verdadero y genuino creyente jamás perecerá, jamás se perderá, nunca irá a parar al infierno porque Jesús con su muerte garantizó para nosotros la vida eterna y El mismo nos preserva con su mano omnipotente para llegar a los cielos.

            Pero aunque eso es cierto también es cierto que un genuino creyente puede decaer espiritualmente. No caer total ni finalmente de la gracia pero sí puede caer terriblemente de su vigor espiritual. Su primer amor lo puede perder. Y si esta condición espiritual no es frenada y revertida podría incluso su fe retroceder. Y esto es serio.

            La Biblia nos habla mucho acerca de esto. Nos habla de que esto es una seria y triste realidad en la vida de muchos creyentes. La iglesia de Éfeso perdió su primer amor. Hablando de esto mismo dice el libro de Lamentaciones 3:18 “Y dije: Perecieron mis fuerzas, y mi esperanza en Jehová.” Salmo 31:10 “Porque mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar; Se agotan mis fuerzas a causa de mi iniquidad”. Salmo 38:10 “Mi corazón está acongojado, me ha dejado mi vigor, Y aun la luz de mis ojos me falta ya.”

            Y como esto es una realidad la Biblia nos da avisos de que esto pudiera ocurrirte a ti. Hebreos 12:15 “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados;” Hebreos 12:12-13 “Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; 13 y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado.”

            ¿Cómo se manifiesta este decaimiento espiritual? Se manifiesta de varias maneras.

1. Se manifiesta cuando no hay pasión por las cosas de Dios.

            a. Cuando no hay ese deleite de orar que antes existía en nosotros.

            b. Cuando nos acercamos a la Palabra de Dios y no sentimos que ella nos habla. Incluso escuchamos la predicación y ella no nos edifica. Queremos que termine rápido porque el deseo de entender esa Palabra no está en mí. Y creemos que no hemos decaído porque todavía la escuchamos y la leemos pero ella no nos impacta no nos lleva a adorar a Dios y no nos lleva a un mayor fervor espiritual, mayor deseo de servir, de entenderla más y más, etc. No nos confronta y si nos confronta no hay ese deseo de poner en práctica esa palabra.

            c. Cuando no hay pasión por venir a la casa de Dios. Y piensan que la razón es que allí se hace lo mismo en vez de preguntarse se enseña con fidelidad la Palabra de Dios. Lo que la iglesia necesita más y más es fiel exposición de la Palabra que nos rete que nos amoneste. Y porque no escuchamos algo que nos, impacte según nuestros gustos y lo que creemos es lo que hay que enseñar, pensamos que el problema es la iglesia y no nuestras personas.

            d. Cuando no hay pasión por servir a los hermanos, ayudarles, cuidarles, servirles. Lo interesante es que ese decaimiento puede existir aún en una iglesia donde hay mucho trabajo arduo por el Señor. Eso es lo que tenemos aquí en Éfeso. Ellos eran celosos y trabajadores por el Señor. Pero no lo hacían con amor, por amor sino porque era su responsabilidad y punto. Hay que hacerlo vamos a hacerlo y nada más.

            Y este decaimiento espiritual generalmente se da poco a poco. Se da aun en medio del uso de los medios de gracia. Se da aun usando la oración, leyendo la Biblia, asistiendo a la iglesia, luchando por la verdad.

            Te pregunto, ¿Has perdido tu primer amor? ¿Hay pasión en ti en conocer más y más su Palabra? ¿Hay esa entrega que tenías antes en servir a Dios en hacer todo para su gloria, en evitar todo pecado por amor a su nombre? ¿Hay deleite en ti al tomar la Santa Cena? ¿Te apasiona escuchar su Palabra predicada?

            Todo esto le sucedió a la iglesia de Éfeso.  Y esto es serio. Tan serio es que Dios mismo le trajo una queja a la iglesia.           

II. La Queja de Dios

            ¿En qué consiste esa queja? “Pero tengo contra ti”. Dios se queja de los hermanos en Éfeso. Es más, es Jesús mismo quien trae esa queja contra la iglesia. Apocalipsis 2:1 “Escribe al ángel de la iglesia en Efeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto:” Jesús dirige esa carta al ángel de la iglesia, es decir, al pastor de la iglesia, porque él es el responsable del cuidado de la iglesia. El es responsable del bienestar espiritual de la iglesia. Y Jesús se identifica como el que tiene las siete estrellas en su diestra, es decir, es Jesús mismo quien tiene a su cargo los ángeles o pastores de las iglesias. No olvidemos que la iglesia es la iglesia de Jesús. El es la Cabeza de la Iglesia, de cada miembro y de cada oficio y ministerio. Él es el Señor de la iglesia. Y algo más. El anda en medio de los candelabros de otro, Jesús mismo anda en medio de su iglesia. Esas dos frases son explicadas en Apocalipsis 1:20 “El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias.” Si te das cuenta el énfasis es en Jesús. Yo mismo soy quien dice esto. No es que el pastor o el apóstol Juan entendió esto. No. Yo mismo he evaluado tu vida, tu conducta. Y estas son mis palabras en base a mi conocimiento personal de todos ustedes.

            Él tiene conocimiento personal de lo que se hace aquí. Y de cómo se hace si mientras se predica estamos “guguliando” con el celular en vez de atender la predicación, o si estamos callados en vez de confesar nuestra fe al unísono, si en vez de cantar solo movemos los labios y si en vez de orar solo pretendemos que estamos orando. El camina en medio de nosotros. El está aquí. El sabe lo que hacemos. Por eso dice el V. 2 “Yo conozco tus obras.

            Y es Jesús mismo quien tiene esa queja contra esa iglesia. Tu decaimiento espiritual, tu frialdad espiritual es algo que yo no apruebo. Tal frialdad me deshonra. Tal actitud es algo que yo no soporto. Todo lo que hacen podrá parecer glorioso pero es nada si no lo hacen con amor. Como dice 1 Corintios 13:1-3 “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. 2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. 3 Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.”

            Hermanos, Dios no aprueba, no tolera, no acepta el que alguien haya perdido su primer amor. Es una reprehensión fuerte, pero es una en amor. Por medio de ella El busca hacer a la iglesia consciente de su necesidad. El no solo desea que le amemos. El desea que le amemos con toda nuestra mente, con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con todas nuestras fuerzas. (Marcos 12:30-31). Que haya en nosotros el deseo como bebés recién nacidos por la leche espiritual. Como dice 1 Pedro 2:2 “desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación,” Que luego de tanto tiempo en la fe cristiana que dejemos de ser niños y seamos maestros de la Palabra. Como dice Hebreos 5:12 “Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido.” Pero no solo ser maestros sino serlo como amor, con pasión, con entrega, con plena dedicación y esfuerzo y celo, siendo nosotros ejemplo mismo en todo. Que cuando vengamos a la iglesia vengamos con gozo porque vamos a adorar a Dios, vamos a encontrarnos con Él, venimos a cantarle, a orarle, a escuchar su Palabra leída y predicada, a ver a mis hermanos. A decir con sinceridad las palabras del Salmo 122:1 “Yo me alegré con los que me decían: A la casa de Jehová iremos.” Que cuando demos nuestras ofrendas lo hagamos no por hacerlo, no porque hay que hacerlo sino porque deseo hacerlo y quiero hacerlo más y si tengo que dar más, Aleluya. Porque Dios bendice, no al que da, sino al dador alegre.

            Dios desea que temblemos ante su Palabra. Como dice Isaías 66:2 “Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.” Temblar porque lo que escuchamos no es palabra de hombres sino la misma voz de Dios. Temblar porque deseamos aprenderla más y más. Temblar porque deseamos ponerla en práctica. Porque deseamos enseñarla a los demás. Porque deseamos compartir lo que hemos aprendido con los demás. Temblar por el deseo que otros que no conocen el evangelio vengan a conocer a Dios por medio de esa Palabra. Ya que la fe es por el oír de la Palabra de Dios.

            Ahora bien. Esta queja de Jesús misma es seria. Tan serio es esto que Jesús mismo da una amenaza a la iglesia de Éfeso si no cambian sus caminos. Apocalipsis 2:5b “si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.” Si no cambian sus caminos, si no se arrepienten y hacen las primeras obras, si no lo haces con pasión y entrega, entonces esta iglesia desaparecerá. Cerraremos la iglesia, le pondremos candado, la venderemos y todo lo que se ha hecho se perderá.

            Pero esto no tiene que ser el caso. Mira el amor de Jesús por su iglesia. El reconoce las cosas buenas que la iglesia ha hecho. Y El no solo señala su queja, identifica el problema, sino también da la solución al mismo.

            ¿Cuál es la solución? V. 5ª “Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras”. El llamado es el mismo para cada creyente que ve en su vida ese decaimiento espiritual del que hablamos. Recuerda cómo amabas antes a Dios. Cómo estabas dispuesto a perder todo incluso la vida por el evangelio. Cómo no te importaba levantarte temprano para las actividades de la iglesia. Ir tres veces a la iglesia en la semana no era una carga sino un gozo. Recuerda que no te molestaba gastar tu dinero para comprar libros que te enseñaban a entender la Biblia. Cómo tomabas la iniciativa para servir sin que nadie te dijera nada. Tu meta era tener una familia educada en el evangelio. Celosos de las cosas de Dios. Amar a mi esposa como Dios espera de mí y tú sujetarte a tu esposo como Dios espera de ti. Había ardor en tu corazón. De ese estado has caído. Acéptalo. Confiesa tu pecado, arrepiéntete y apártate del mismo. Y regresa a servir a Dios con amor y por amor.

            Medita en las cosas hermosas que posee Jesús. Cuán excelente esposo es El. Cuánto te amó y te ama al punto de sufrir el infierno por ti. Cómo El jamás te desecha aunque hayas fallado. Cómo El está dispuesto a acercarse a ti más y más y perdonarte. Cómo El abrió los cielos para ti y ganó para ti riquezas espirituales las cuales comparadas con las riquezas materiales son incalculables. Las riquezas materiales son heno y hojarasca. Pero el verdadero tesoro es El mismo. Piensa en cuán afortunado eres de ser cristiano. Cuánta paz El ha derramado sobre ti. Cuán delicioso es estar en su presencia. En fin, mira lo glorioso que es Jesús en sí mismo y para ti.

            Y entonces, haz las primeras obras. Sírvele con pasión. Sírvele con un corazón que ama mucho. Sé celoso por las cosas de Dios pero hazlo, no porque tienes que hacerlo, sino porque quieres hacerlo por amor a Cristo.