Sermón: Los atributos de Dios, la absoluta verdad

Jeremías 10:10 “Mas Jehová es el Dios verdadero; él es Dios vivo y Rey eterno; a su ira tiembla la tierra, y las naciones no pueden sufrir su indignación.” Tito 1:1-2 “Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de Dios y el conocimiento de la verdad que es según la piedad, en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, [Biblia Textual: que no puede mentir] prometió desde antes del principio de los siglos,” 2 Timoteo 2:13 “Si fuéremos infieles, él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo.”

 

            Cuan distinto es la fe cristiana al pensamiento del mundo. Si hay un área en la cual podemos decir que las diferencias son grandes lo es en el área del conocimiento. El pensamiento moderno dice que no hay verdad absoluta. Excepto, claro está, la verdad absoluta que no hay verdades absolutas. Dicen que existen muchas verdades. E incluso que no importa si esas “verdades” son contradictorias la una con la otra. No hay verdad absoluta, dicen, y por tanto no es importante si tu “verdad” choca con mi “verdad”, porque en última instancia: la verdad         depende de cómo veamos las cosas.

            En contra de tal mentalidad irracional, le fe cristiana descansa en una verdad absoluta: Dios. Dios es y Él se ha revelado. Él ha creado todo lo que existe. La realidad la ha definido Dios. Y como Dios se ha revelado nosotros conocemos la verdad. Es más, Dios es infinito, eterno e inmutable en su verdad. La verdad de Dios es el fundamento de todo conocimiento y el fundamento de nuestra fe. Ahora bien, ¿Qué significa que Dios es verdad? ¿Qué implica para nosotros y el mundo que Dios es verdad? Significa e implica que…

I. Dios es verdad en Sí mismo

            Cuando la Biblia nos habla de la verdad de Dios lo primero que señala es el hecho de que Jehová es el único Dios que existe. No existe ningún otro Dios que no sea Jehová. Él es el único Dios verdadero. Como dice Jeremías 10:10 “Mas Jehová es el Dios verdadero; él es Dios vivo y Rey eterno; a su ira tiembla la tierra, y las naciones no pueden sufrir su indignación.” En el capítulo 10 de Jeremías se contrasta al Dios verdadero con los dioses falsos. Se nos dice en Jeremías 10:4-5 “Con plata y oro lo adornan; con clavos y martillo lo afirman para que no se mueva. Derechos están como palmera, y no hablan; son llevados, porque no pueden andar. No tengáis temor de ellos, porque ni pueden hacer mal, ni para hacer bien tienen poder.” Son dioses adornados con oro y plata. Se construyen con martillos y clavos. Hay que usar clavos para que no se caigan. Están derechos como las palmas, pero no pueden andar, por eso son llevados de aquí para allá. Tendrán boca, pero no pueden hablar. Esos son los dioses falsos. Pero dice Jeremías algo más. “No tengáis temor de ellos, porque ni pueden hacer mal, ni para hacer bien tienen poder.” Esos dioses no tienen poder contra nosotros para hacernos mal. Porque temerles. Porque temer a los amuletos, a las muñecas del vudú, a las cartas del Tarot. Ellos no tienen poder para hacernos daño. Ni tampoco pongamos nuestra esperanza en ellos, ni busquemos de ellos bien, prosperidad, éxito, fama, ni bienestar. No hay poder en ellos para hacernos bien.

            En cambio, Jehová es diferente a ellos. V. 6 “No hay semejante a ti, oh Jehová; grande eres tú, y grande tu nombre en poderío. Nadie es igual a Jehová. Él es verdaderamente grande. Los dioses falsos no son grandes. Los harán grandes, pero realmente no lo son. Esos dioses son pequeños. En cambio, el poderío de Dios es grande. Como dice el corito: No hay Dios tan grande como tú, no lo hay, no lo hay, no hay Dios que pueda hacer las cosas como las que haces tú.

            Hermanos, no nos equivoquemos. El único Dios real, que realmente está vivo, es Jehová de los ejércitos. “Él es Dios vivo y Rey eterno”. Los demás dioses están muertos. Solo Él es eterno. No existe Alá, Brahama, Vishnu, ni cualquier otro que se mencione por allí. Solo Jehová es el “Dios verdadero”.

            Pero hermanos, aunque esto es así, no negamos que los seres humanos son creadores de muchos dioses falsos. Calvino decía: “que el corazón del hombre es una fábrica de dioses”. Todas las culturas y sociedades crean sus propios dioses. Dioses en los cuales buscan seguridad, paz, felicidad y prosperidad. Dios es en los cuales ponen su confianza. Algunos son hechos de palo y madera, bien anticuados. Pero hay otros más sofisticados. Y que podrían pasar desapercibidos. E incluso hacernos pensar que son tonterías. Que no hay nada de malo en tenerlos, usarlos y llenar nuestra vida de alegría con ellos. Tenemos que cuidarnos de los dioses de nuestros días. Sí hermanos, hoy día tenemos otros dioses. El pueblo de Israel tenía el templo en Jerusalén para adorar a Dios como Él ordenó. Pero aparte de eso, los israelitas también tenían los lugares altos; tenían miles de ellos. En las colinas, debajo de árboles frondosos, habían altares pequeños para adorar otros dioses. En esto tenemos que cuidarnos. Hay lugares altos en medio nuestro. Y tenemos que cuidarnos de no adorar en esos lugares. Solo Jehová es la Dios verdadero. Como le dijo Jesús a Satanás en Mateo 4:10 “Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. Es fácil pensar que es poca cosa tener lugares altos de adoración aparte de adorar exclusivamente a Jehová. ¿Cuáles son los lugares altos de nuestros tiempos? Los lugares altos de nuestros tiempos son: “Los malles y el materialismo asociado con ellos (el comprar, comprar, comprar). Los deportes, que compiten con la adoración a Dios ya que la mayoría se realizan los domingos. Los juegos de videos, el celular, las redes sociales, la televisión, la diversión. El vivir mi vida como yo quiera vivirla sin que Dios me diga cómo hacerlo”. Y hay miles más. Lo interesante del caso es que muchas de estas cosas no son malas en sí mismas. Pero ellas compiten contra nuestros deberes para con Dios. Ellas anhelan nuestro corazón, buscan nuestra felicidad y paz, en competencia con Dios.

            Pero solo Jehová es el Dios verdadero. Nada debe competir con nuestra íntima relación con Dios. Con nuestro deber de adorarle, servirle, leer su Palabra, orarle y trabajar en su reino. Solo Él puede llenar nuestra alma, darnos paz duradera y sólida, llenar nuestros corazones de alegría permanente, y librarnos de la esclavitud que esos dioses siempre traen con ellos. Solo Jehová es el verdadero Dios. Dios es verdad en Sí mismo. El único que realmente es Dios. Todos los demás dioses son fantasía.  Cuidémonos de no hacer de esas cosas nuestros dioses. La felicidad que venden es pasajera, es temporal, es terrenal. No tienen poder en sí mismos. Y nos esclavizan.

II. Dios es verdad en Su Palabra

            En segundo lugar, cuando hablamos de la verdad de Dios, la Biblia nos lleva a contemplar su Palabra. Todas las Palabras que Dios ha revelado son la verdad, porque Dios es verdad. Fue Jesús quien dijo en Juan 17:17 “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Porque Dios es un Dios de verdad todas sus Palabras son la verdad. Hay una sola verdad y es la verdad de Dios. Lo que Dios ha revelado es la verdad sobre cualquier otra aparente verdad. Y como es así, solo ella tiene un poder transformador. Jesús nos dice que somos santificados por la verdad y esa verdad es su Palabra. La Palabra tiene poder santificador, es decir, transformador, de adentro hacia afuera. No solo cambia nuestra conducta exterior, sino que cambia nuestro corazón. Transforma nuestra forma de pensar, nuestra voluntad, nuestras emociones. Cura la pecaminosidad de nuestra alma. Por eso solamente cuando vivimos bajo esa Palabra y llevamos cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo es que hay transformación que lleva a la vida eterna y encontramos verdadera felicidad. ¿Es esa tu fe? ¿Cuánto realmente confiamos en que lo que Dios revela en la Biblia es la verdad suprema?

            Solo los matrimonios fundados en obediencia a la Palabra de Dios son los que son verdaderamente felices. Pero me dirán: yo conozco matrimonios de cristianos que son infelices y conozco matrimonios entre no cristianos que son felices. ¿Qué respondemos a ello? Respondemos que el matrimonio infeliz de esos cristianos lo es porque no viven en obediencia a la Palabra de Dios. Cristo no es el centro de ese matrimonio. El poder transformador del evangelio no se experimenta allí. Y los matrimonios felices entre no cristianos se debe a la misericordia de Dios quien hace salir su sol sobre justos e injustos. Pero ellos no cumplen el fin por el cual Dios instituyó el matrimonio. ¿Cuál es? Que sean ayudas idóneas, ayudándose mutuamente a servir a Dios. En este camino a la ciudad celestial Dios nos da un compañero(a) de viaje para que juntos nos ayudemos a perseverar en obediencia y fidelidad a Dios. Ese es el propósito principal del matrimonio: la mutua ayuda.

            Solo cuando permitimos que la Palabra de Dios dirija nuestras vidas es que poseeremos la verdad y esa verdad nos hará libres. Juan 8:30-32 “Hablando él estas cosas, muchos creyeron en él. Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” Si permanecemos en la Palabra de Cristo… conoceréis la verdad. Además, si permanecemos en la Palabra de Dios, en obediencia, siguiendo sus directrices, seréis verdaderamente mis discípulos. Y cuando permanecemos en esa verdad seréis verdaderamente libres. ¿Libres de qué? Libres de la condenación del pecado y del poder reinante del pecado. Y libre en todas las áreas de la verdad.  

            Porque Dios es un Dios de verdad todas sus promesas se cumplen. Ninguna de sus Palabras y promesas caen por tierra. Si Dios lo prometió Él lo cumplirá, porque Dios es un Dios de verdad. ¡Si El no cumpliera con sus promesas El no sería Dios! El cumple todas sus promesas porque todas están fundadas en Cristo. Por eso Pablo dice en 2 Corintios 1:20 “porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios. Pero, aunque sus promesas siempre se cumplen, ellas se cumplen en el tiempo del Señor y de la manera que Dios considere es mejor para nosotros. Por ejemplo, una promesa temporal Dios puede “cambiarla” por una promesa espiritual. Puede que a este cristiano no llene sus bolsillos de dinero, pero llena su vida de la gracia de la fe, de paz en su alma, de humildad, etc. que son riquezas más grandes que el mismo dinero. Por eso el apóstol Juan dice en 1 Juan 5:4 “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. Es la obra de Dios en nosotros la que vence el mundo, no las riquezas. Es la fe que Dios nos da la que vence el mundo. No las posesiones.

            Porque Dios es un Dios de verdad Sus juicios también se cumplen. Eso es lo que se implica en Jeremías 10:10 “Mas Jehová es el Dios verdadero; él es Dios vivo y Rey eterno; a su ira tiembla la tierra, y las naciones no pueden sufrir su indignación.” ¿A qué ira se refiere? Al castigo que Dios dará a su pueblo por sus pecados. Dios es un Dios de paciencia. Pero su paciencia tiene un límite. Dios es un Dios de salvación, pero el día de salvación tiene un límite. Habrá un momento donde no habrá más salvación. Y habrá un momento donde Dios dirá basta, no soportaré más tu pecado. Eso fue lo que Dios le dijo al reino del Norte y del Sur. Y les dijo por medio del profeta Amos en el capítulo 7:8 “no lo toleraré más. El que Dios se “tarde” en castigar no significa que nunca vendrá el castigo, porque Dios es un Dios de verdad. Y así como Dios cumple sus promesas de igual forma el cumple sus castigos. Y Dios no solo disciplina a su pueblo. El visita con castigo a los pecadores. Porque Dios es un Dios de verdad Sus juicios también se cumplen. A su tiempo el pie de los pecadores resbalará.

III. Dios es fiel a su pacto

            Dios ha prometido ser nuestro Dios para siempre. Él ha prometido salvarnos, cuidarnos, socorrernos, guiarnos, protegernos, llevarnos a la gloria. Y El cumple su pacto. El siempre permanece fiel a su pacto. 2 Timoteo 2:13 “Si fuéremos infieles, él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo.” Si fallaremos, Él nos disciplinará, pero jamás nos abandonará. ¿Por qué? Porque en su pacto, El prometió ser nuestro Dios eternamente y para siempre. Como dice Hebreos 13:5-6 “No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré Lo que me pueda hacer el hombre.” La obra de salvación que El comenzó la terminará (Filipenses 1:6). Pero junto con ello no nos olvidemos 2 Timoteo 2:12 “Si sufrimos, también reinaremos con él; Si le negáremos, él también nos negará.” El que niega a Dios con su vida, su conducta, con su falta de perseverancia no verá la vida eterna, porque Dios es un Dios de verdad.

            Como Dios es fiel a su pacto El castiga la desobediencia de sus hijos. Amós 3:2 “A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra; por tanto, os castigaré por todas vuestras maldades. Porque ustedes son mis hijos yo os castigaré por vuestros pecados. Dios nos corrige cuando nos desviamos porque El es un Dios de verdad.

            Y como Dios es fiel a su pacto Él no puede mentir. Tito 1:1-2 “Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de Dios y el conocimiento de la verdad que es según la piedad, en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, [Biblia Textual: que no puede mentir] prometió desde antes del principio de los siglos,” El pacto de gracia que Dios ha establecido con nosotros está fundado en la verdad de Dios. ¿Qué significa? Significa que todo lo que allí se contiene es verdadero. Su salvación es verdadera salvación, su paz verdadera paz, la felicidad en los cielos es real no fantasía. Por tanto, nos dice Pablo, la esperanza de la vida eterna es verdadera porque Dios no puede mentir. Nuestra fe no descansa en la fantasía, en un Dios que no existe, pero que se nos hace creer que sí existe. Nuestra fe descansa en el hecho de que Dios es y se ha revelado y nos ha revelado al Salvador Jesucristo. Él es el verdadero Dios y la vida eterna (1 Juan 5:20). 

 

Aplicaciones:

1. Porque Dios es verdad, Él nos llama a hablar la verdad. Efesios 5:1 “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Por tanto, desechamos toda mentira. 1 Pedro 2:1-3 “Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor”. Una media verdad no es una verdad completa. No hay mentiras piadosas. Debemos ser sinceros unos con otros. Ser lo que profesamos ser. Todo engaño, falsedad, mentira, hipocresía debe ser desechado por nosotros. Efesios 4:25 “Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros.

2. Confía plenamente en el Señor. Dios es la Verdad. Confía en su Palabra, en sus doctrinas, en sus enseñanzas. Por encima de lo que dicen los hombres la Verdad de Dios es suprema. Ella te enseña lo que es la realidad de las cosas y cómo estas funcionan correctamente. Por ejemplo: somos criaturas de Dios no el producto del azar. Los hombres son la cabeza en la familia y las mujeres están llamadas a someterse a los maridos. Solo así seremos verdaderamente felices y libres, porque descansamos en el Dios de verdad.