¿Era posible que Jesús pecara?

Esta pregunta no puede ser contestada por una declaración directa de las Escrituras. Tenemos que deducirlo de la Biblia usando el principio interpretativo “por buena y necesarias consecuencias”.

Por un lado, nadie afirmaría que siendo Jesús ciento por ciento Dios (Juan 1:1) pueda pecar. Dios no puede pecar. Al mismo tiempo, sin embargo, la Biblia dice que Jesús tomó para sí mismo la verdadera naturaleza humana. Él estuvo en la misma condición y situación de Adán antes de pecar. Pero distinto a Adán, él también poseía una naturaleza Divina incapaz de pecar. Cristo fue hecho en todo semejante a nosotros pero sin pecado (Hebreos 4:15). Eso no quiere decir que no pudiera ser tentado por el diablo, pero no podía pecar. Las razones son:

  1. Era el plan de Dios desde la eternidad que Jesús nunca pecara. 
  2. Jesús sabía la terrible calamidad que el pecado de Adán había causado al mundo, y él vino a revertir esa realidad.
  3. La naturaleza humana en Cristo es distinta a la Divina, pero no está separa de ella en su persona como Hijo de Dios.
  4. Él sabía que era la voluntad del Padre que resistiera y venciera la tentación.
  5. 5. Jesús sólo escogió desde la eternidad hacer la voluntad de Dios, y sólo en hacerlo estaba su placer.

Ahora bien, de ninguna manera caigamos en el error de minimizar la tentación de Jesús. Cierto es que él no tuvo una naturaleza pecaminosa como nosotros que lo atrajera hacia el pecado, pero eso no quiere decir que Satanás en persona no le pusiera más presión en la tentación que a nosotros. Él, al igual que el primer Adán antes de la caída, no tenía una naturaleza pecaminosa, pero eso no quiere decir que no fuera tentado por el mismo diablo más de lo que fue Adán. A mayor resistencia, mayor debió ser la fuerza e intensidad de la tentación.

Finalmente, no olvidemos que Cristo no pasó como el primer Adán por un periodo de prueba para escoger entre la obediencia y la desobediencia. Cristo vino a obedecer al Padre venciendo el pecado y la tentación. A garantizar para su pueblo la victoria sobre el pecado y Satanás. En el último análisis, Cristo no tuvo la habilidad de pecar, sino la habilidad de no pecar por tener en su persona una naturaleza humana inseparablemente unida a la Divina.