Sermón: Santiago 1:2-4 Gozo en las Pruebas

 

Texto: Santiago 1:2-4 “Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que están en la dispersión: Salud. Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.”

 

    Esta semana pasada fue una semana interesante para mí. Eso es si podemos llamarla interesante. El martes pasado se supone que yo, como todos los martes, suba hacia la iglesia por la mañana. Pero Dios tenía otros planes. Resulta que Joel fue a hacer su matrícula de verano en CORA y la matrícula nos costó prácticamente el triple de lo que normalmente cuesta. Luego de enterarme de la noticia, “tranquilizarme” y aliviarme del síncope cardíaco fui a CORA para averiguar el porqué del precio y saber si estaba correcto o no. La triste noticia es que ese era el precio que había que pagar ya que hace cinco años habían aumentado ese precio, un precio fijo y sale más caro por ser estudiante de ciencias naturales. 

    Luego de eso voy de regreso a casa y me llama Jonathan indicándome que se dañó la cerradura de la puerta que va a la marquesina y que no hay manera de entrar a la casa. Llego a casa y efectivamente estaba dañada, no hay llave de las otras dos puertas así que estamos en la calle. Irma sale del trabajo a las 11:00 am para ver si una llave que ella tiene es de una de las otras puertas. Lamentablemente no era de ninguna de ellas. Me comunico con los ancianos para indicarles que no voy a llegar a la iglesia por la mañana pero que sí iba a llegar por la noche para la visita pastoral. Entonces rompo una de las cerraduras, la más frágil ya que la que se dañó es marca Toledo y es a prueba de golpes. Así que tengo que poner dos cerraduras.

    Voy a Wal-mart y compro las cerraduras y comienzo a montarlas. Ya eran las dos de la tarde. Pero las cerraduras son de doble llave y esas sí que dan trabajo. Yo no sé porque dice la caja que son fáciles de montar porque honestamente no es cierto. Y comienzo a montarlas y no cuadran. Y las pongo y las quito, y las pongo y las quito. Y me funcionan por un lado y no por el otro. Y el tornillo no entra. Después de varias horas a uno le comienzan a doler los dedos de tanto poner y quitar tornillos. A las cuatro llamo de nuevo para informar que no voy a poder llegar ya que todavía no había podido montar tan siquiera una de las dos. Y me excuso de la visitación pastoral y les digo que no voy a ir a la iglesia. Bueno, luego de 4 horas de trabajo por fin monto las contrallas perillas. Subo a lavarme las manos en el baño del segundo piso y el jabón no podía sacar la grasa de las manos así que decido bajar para usar líquido de fregar. Y cuando iba bajando me caigo por las escaleras. Me doy un cantazo en la rodilla derecha. Así finalizó ese día, lo más interesante.

    El miércoles voy de camino a la iglesia y luego de que paso el peaje de Arecibo se enciende la luz del aceite del carro. Y eso es serio. Se supone que uno lo apague inmediatamente. Pero estoy en el expreso, no hay garaje allí. Me estuvo raro porque hacía una semana y media se le había cambiado el aceite y el filtro. A duras penas llego a los Outlets de Barceloneta y me acuerdo que allí hay un car-wash y que cambian también aceite. Cuando llego estaba cerrado. Me voy a una gasolinera que hay cerca y compro dos aceites, pero el tapón del aceite no abre. Lo habían apretado demasiado. Pero veo que detrás del garaje trabajan con mecánica liviana, llevo el carro hacía allá y lo pueden abrir y le echamos el aceite. Gloria a Dios que la luz roja se apagó porque si no tendría que regresar a Isabela.  

    Hermanos, aflicciones y problemas siempre visitan nuestras vidas. Unas más serias que otras. Unas relativamente fáciles y otras terriblemente difíciles. Y la pregunta que debemos hacernos es, cuál debe ser nuestra actitud ante las aflicciones y las pruebas que nos visitan. De eso trata el pasaje que hemos leído. ¿Cuál debe ser nuestra actitud ante cualquier aflicción y prueba que nos visite? ¿Cuál debe ser nuestra actitud? Y Santiago nos dice que debemos tener una actitud…

I.  Positiva: alegre

    V. 2 “tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas”.  Cuál debe ser nuestra actitud ante las pruebas: debe ser una actitud de alegría y gozo. ¿Cóóóómo? Así es. Es más Santiago dice no meramente tened gozo sino sumo gozo. En el original griego es: “Πᾶσαν χαρὰν”, literalmente: todo gozo. Ese es el énfasis del pasaje. Pero, ¿qué quiere decir Santiago cuando dice que debemos tener todo gozo o sumo gozo cuando os halléis en medio de las pruebas? Bueno no significa que nos gozamos por las pruebas en sí mismas. No es decir: me quedé sin trabajo, no tengo dinero para pagar la renta, ni para comida o tengo una enfermedad terrible. ¡Eso es lo mejor que me ha pasado en la vida! Hermanos, la Biblia no nos llama a pensar así. Pero sí nos llama a decir como dijo Job en Job 1:21 “Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.” 

    Así que no es un gozo irracional. No es que no podamos llorar en algún momento. No es que no podamos sentirnos aturdidos en algún momento. Ni tampoco que no podamos traer nuestras quejas delante de Dios como vemos constantemente en los salmos. Si no que la actitud predominante en nuestra vida debe ser la de estar alegres en medio de las pruebas. Debemos tener una actitud positiva en medio de las pruebas. “Tened sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas”. Es un mandato de parte de Dios, no es una sugerencia.   

    Así que no es un gozo irracional, ni tampoco un gozo parcial: como el payaso que ríe por fuera, pero llora por dentro. Dios dice: tened sumo gozo o todo gozo. Tiene que ser un gozo verdadero. No que estemos enseñando el doble seis en todo momento, pero una actitud positiva y de gozo debe caracterizar nuestras vidas cuando estemos en medio de cualquier prueba. 

    Fíjate que Santiago nos dice que debemos tener sumo gozo cuando “os halléis en diversas pruebas”. Y aquí hay dos palabras interesantes.  Una es el verbo halléis “περιπέσητε”: que significa: caer en las manos de. E implica lo inesperado de las pruebas. Se usa en Lucas 10:30 del hombre que “cayó en manos de ladrones” pero fue socorrido por el buen samaritano. Hermanos, cuando menos nos lo imaginamos los problemas y las pruebas vienen a nuestra vida. Pero son pruebas no buscadas por nosotros lo que Santiago habla aquí. No producto de nuestro pecado sino producto de la providencia divina. Y la segunda palabra es la palabra traducida: diversas “ποικίλοις”, que significa: de varias clases o de todas clases. Es decir, no es cuando las pruebas sean sencillas, como las que yo tuve esta semana, sino cualesquiera que sean esas pruebas: sean de salud, económicas, familiares, de todas clases y de cualquier intensidad. La palabra es toda inclusiva: no importa que sea la pérdida de un trabajo, la pérdida de la salud, la pérdida de un ser querido, el mandamiento es el mismo: “Tened sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas”. Debemos tener una actitud positiva ante las pruebas. No debemos tener una actitud derrotista antes las pruebas. Ni una actitud depresiva ante las pruebas. Esa no debe ser nuestra actitud. Y, ¿cómo yo puedo hacer esto? Teniendo nuestros ojos puestos en Jesús.

    Hebreos 12:2-3 “corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,
puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.”
Hermanos, no solo debemos poner nuestra mirada en Jesús como nuestro ejemplo a seguir sino también como nuestro salvador. Y tenemos que tener la actitud que Cristo tuvo en medio de las pruebas. Por el gozo del resultado Jesús menospreció el oprobio, el odio, la burla y el menosprecio del mundo. Y, ¿cuál otra actitud debemos tener?

II.   Solidaria

    V. 2 “Hermanos míos”. En esta pequeña carta Santiago se dirige a los creyentes con esta frase “hermanos míos”. En el original griego el orden de las palabras es importante. ¿Sabes por qué en este caso? Porque Santiago pone esa frase en medio de tened gozo y os halléis en diversas pruebas. Es decir, Santiago se presenta como un intercesor por ellos. Hermanos, en medio de las pruebas no debemos olvidar que no estamos solos. Santiago les quiso comunicar eso mismo a sus hermanos. Ustedes están sufriendo bajo persecución, los ricos los oprimen, han tenido que dejar su país natal, han dejado atrás sus casas, sus familias, sus trabajos. Pero en medio de ello Santiago les dice que hay un pastor que les ama y que está intercediendo por ellos. Y si hay un pastor orando por ellos, hay también una iglesia orando por ellos. 

    Es bien común sentirnos solos en medio de las pruebas. Sentirnos que nos hemos quedado solos aquí en el mundo. Pero eso no es cierto. Hermanos, en medio de la prueba mantén una actitud solidaria. No estás solo en las pruebas. Hay una iglesia que te ama, que se duele de tu dolor, que se identifica con tu dolor y sobre todo que ora a Dios por ti: que Dios te bendiga, te dé fuerzas, te guíe en medio de la oscuridad, que te provea lo necesario para enfrentar las pruebas. Mantén una actitud solidaria.

III. Teleológica: propósito

    V. 3 “sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia”. ¿Por qué podemos enfrentar, con gozo, cualquier tipo de prueba que venga a nuestras vidas? Porque sabemos que Dios tiene un propósito para enviarnos las pruebas, cuál es, que crezcamos en paciencia. Santiago dice: “la prueba… produce paciencia”. Y esto es algo bueno para nosotros. Fíjate lo que está diciendo aquí la palabra de Dios. Dios tiene un propósito en las pruebas. Las pruebas no vienen a nosotros por la casualidad. Dios gobierna este mundo. Y no solo eso. Como nos vienen diversas pruebas y su propósito es que crezcamos en la paciencia, entonces concluimos que Dios se interesa más por nuestro carácter que por nuestro confort.  Lamentablemente nosotros somos al revés: nos interesamos más por nuestro confort que por nuestro carácter. Por eso Dios es Dios. Él sabe lo que hace. 

    La palabra paciencia es una palabra interesante. La palabra es “ὑπομονήν”. Es una palabra compuesta de “ὑπο”, debajo, y “μονήν”, permanecer. Es una palabra activa, es decir, no significa resignación, sino permanecer. En Puerto Rico diríamos “yo no me quito”, es decir, yo me quedo y lucho. No me resigno sino: yo peleo la buena batalla. ¡Cuán distinta es la sicología a la sabiduría de Dios! La sicología te dice: tienes que aceptar que tu padre es alcohólico. Eso es buena sicología, pero mal cristianismo. A lo cual diríamos: yo sé que él es alcohólico, su pecado lo llevó al alcoholismo y él tiene que cambiar. 

    Dios, quien es infinito, eterno e inmutable en su sabiduría nos dice: permanece en la batalla, no te rindas, sigue siendo fiel, confía en mí en medio de tus pruebas. Yo estoy contigo. Esa debe ser nuestra actitud ante las pruebas. 

IV. Espiritual: visión espiritual

    V. 3-4 “la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.” Lo primero que deseo que vean es que las pruebas no son otra cosa que “la prueba de vuestra fe”. Es decir, debemos tener una perspectiva espiritual más que física de las pruebas. Yo sé que muchas de las pruebas que vienen a nuestra vida tocan el cuerpo: dolores de espalda, de pies, de rodillas, de cabeza, de estómagos, del corazón, de la sangre, etc. Pero Dios nos enseña en su palabra que todas y cada una de las pruebas que nos vienen son pruebas de nuestra fe. Dios prueba nuestra fe para ver si somos fieles a El― inamovibles en nuestra fe y fidelidad. 

    Pero nos dice algo más el pasaje. Nos dice: “Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna”. LBLA lo traduce así: “y que la paciencia ha de tener su perfecto resultado, para que seáis perfectos y completos, sin que os falte nada.” ¿Qué significa eso? Significa que hay que dejar que la paciencia llegué a término. No debemos interrumpir el proceso santificador que Dios tiene con respecto a la paciencia. Si interrumpimos el proceso éste no se completa. Por ejemplo: Una persona se rompe una pierna y se le pone un yeso. Y el yeso lo tiene que tener puesto por 3 meses. Pero qué es lo que pasa. Muchas personas no esperan por los 3 meses y se quitan el yeso antes de tiempo. Eso no está bien. La paciencia “ha de tener su perfecto resultado”.   Hay que permitir que el escultor termine su obra, finalice su obra. Y, ¿cuál va a ser el resultado? “Para que seáis perfectos y cabales o completos, sin que os falte nada”. Es decir, para que madures en la totalidad de las áreas de tu vida. No solo que crezcas en la paciencia sino también en la esperanza, en el dominio propio, en el gozo, en la paz, en la mansedumbre, en la templanza; en todo el fruto del Espíritu. 

    Así que hermanos, cultivemos estas actitudes en medio de las pruebas. Seamos positivos: tengamos gozo en medio de las pruebas, seamos solidarios: no estamos solos en medio de ellas, veamos que hay un propósito en las mismas: que seamos pacientes, y que toda prueba es la prueba de vuestra fe: dejemos que el escultor termine su obra en nosotros. Porque el resultado traerá un impacto increíble a favor del cristianismo para la gloria de Dios. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sermón: Santiago 1:1 ¿Quiénes somos?

Texto: Santiago 1:1 “Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que están en la dispersión: Salud.”

            Hoy comenzamos una serie de sermones sobre la epístola de universal de Santiago. Nuestro propósito es exponer toda a epístola de Santiago. Y conocer así todo el consejo de Dios contenido en esta corta pero importante epístola.

            En el día de hoy queremos darle un panorama general de la carta. Queremos darle una introducción de tal manera que les ayude a entender la misma. Desde ahora les sugiero que, como vamos a estudiar esta carta desde principio a fin, la lean toda desde el principio al fin para que sea de mayor provecho para entender los sermones.

I. El Autor

            Ahora bien, la epístola comienza identificando al autor de esta carta. Y nos dice que fue escrita por Santiago. En los tiempos bíblicos era costumbre escribir desde el principio quién era la persona que enviaba la carta. Hoy día es al revés. Para nosotros saber quien escribe la carta tenemos que leer la parte final de la carta donde aparece la firma de quien la envía. En los tiempos bíblicos se identificaba desde el principio.

            Así que el autor de esta carta se llama Santiago. En el griego es: Iácabos, de donde proviene Jacobo. Así que el nombre Jacobo, Santiago y Diego son lo mismo.  ¿Pero quién es esa persona? De los 6 Santiago que se conoce en la Biblia solo 2 se presentan como posibles autores. El primero era el apóstol Santiago, uno de los doce y hermano del apóstol Juan. Pero los eruditos lo han descartado por el hecho de que el apóstol Santiago fue asesinato por Herodes Agripa I en el año 40 DC. Por ejemplo, en Hechos 12:1 “En aquel mismo tiempo el rey Herodes echó mano a algunos de la iglesia para maltratarles. Y mató a espada a Jacobo, hermano de Juan”. El rey Herodes es Herodes Agripa I, nieto de Herodes el Grande el que mandó a matar a todos los niños menor de 2 años buscando matar a Jesús. Su nieto era tan cruel como su abuelo. Se descarta al apóstol Santiago por haber sido asesinado muy temprano en la historia de la iglesia.

            El otro Santiago que los eruditos han considerado como el autor de esta carta lo fue Santiago, el medio hermano de Jesús, hijo de María y José. ¿En qué basan su conclusión? La basan por lo menos por 3 cosas:

1. Santiago, el medio hermano de Jesús, es considerado en la Biblia uno de las columnas de la iglesia de Jerusalén. Si buscamos en Gálatas 2:4 “y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión.” Y como la carta no tiene apellido entienden que como dice Santiago todo iban a pensar en aquel que la columna de la iglesia de Jerusalén. Y a quien en la misma carta a los Gálatas se le da el título genérico de apóstol. Gálatas 1:19 “pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor.”

2. Las palabras que utiliza Santiago en la carta y las que utiliza Santiago en el concilio de Jerusalén, el cual él presidió concuerdan. Hay una gran similitud entre ellas.

3. La historia de la iglesia ha documentado bien el hecho de que fue Santiago, el medio hermano de Jesús, quien escribió esta carta.

            Por estas razones y otras más los eruditos entienden que el Santiago que escribió esta carta lo fue Santiago, o Jacobo el medio hermano de Jesús.

            ¿Qué podemos decir acerca de Santiago? Lo primero, que él, al igual que sus hermanos, al principio no creía, en Jesús. Juan 7:5 “Porque ni aun sus hermanos creían en él.”  Como Jesús decía: no hay profeta sin honra excepto en su propia tierra. Pero después de la resurrección, Jesús se le apareció a Santiago y él vino a ser uno de sus discípulos y un gran líder en la iglesia de Jerusalén. 1 Corintios 15:7 “Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles”. Así que Santiago se convirtió después de la resurrección de Jesús.

II. La Fecha de Composición

            ¿Para cuándo se escribió la carta? Al leer la carta vemos que el cristianismo ya ha sido establecido de tal manera que no solo ya es objeto de persecución sino también de opresión por parte de algunos en la iglesia. Por el hecho de que el Concilio de Jerusalén que aparece en el capítulo 15 del libro de los Hechos y que ocurrió entre los años 48-49 DC., no es mencionado, los estudiosos fijan la fecha de la composición para los primeros años de la década de los 40 DC. ¿Qué implica esto? Implica que la carta de Santiago es el primer libro del NT. Antes que los evangelios fueran escritos ya había sido escrita la carta de Santiago. Es el primer documento del NT.  Así que el primer libro escrito del NT no es Mateo sino la epístola de Santiago. 

III. Los Destinatarios

            ¿A quiénes escribe Santiago? Nos dice Santiago 1:1 “a las doce tribus que están en la dispersión”. Cuando dice a las doce tribus sin lugar a dudas se refiere al pueblo judío. El pueblo que estaba dispersado por todas las regiones de Asia Menor y el Imperio Romano. Pero como les habla acerca de su fe en Cristo entonces entendemos que se refiere en primer lugar a los creyentes judíos quienes eran los primeros cristianos. Los primeros cristianos eran judíos, así como los apóstoles.

            Y como la carta no es enviada a una iglesia o persona en particular, esta carta al igual como Hebreos, 1 y 2 Pedro, 1, 2 y 3 Juan, y Judas son conocidas como las Epístolas Universales, o Generales.   

IV. Mensaje

            ¿Cuál es el mensaje central de la carta? Santiago busca explicar la diferencia entre la religión vana y la religión pura. La vida cristiana es una vida costosa. La gracia que salva no es una gracia barata. Dios no nos salva para que sigamos igual. Cuando Dios nos salva Él nos transforma. El hace que nuestra mente, nuestra voluntad y nuestras emociones sean puesta en una nueva dirección. Y las pruebas y las aflicciones son los instrumentos que Dios utiliza para que demostremos si somos o no cristianos.

            Esta carta es el libro sapiencial del NT, un libro de sabiduría, así como lo es Proverbios. Es un libro práctico que nos llama a vivir para Dios en obediencia a su palabra.

            Ahora bien, qué es lo que Santiago desea enseñarnos en este primer versículo. Santiago procura enseñarnos cómo debemos vernos a nosotros mismos. ¿Cuándo tú te miras en el espejo a quién tú ves? ¿Quién es ese hombre, mujer, joven que tú ves en el espejo?  Santiago nos dice que tenemos que vernos como lo que somos. ¿Qué somos? V. 1 “siervo de Dios y del Señor Jesucristo”. La frase siervo de Dios se refiere en primer a los ministros de la palabra. Por ejemplo, Moisés es llamado en Josué 1:13 “Acordaos de la palabra que Moisés, siervo de Jehová, os mandó diciendo: Jehová vuestro Dios os ha dado reposo, y os ha dado esta tierra.” Así debemos ver a los pastores, ellos son siervos de Dios. Y esto implica que Dios los ha llamado y les ha dado autoridad para hablar en nombre de Él. Pero ellos no son amos, son siervos, son servidores de Dios para tu bien. Así debemos verlos.

            Pero la frase también se usa de todo hijo de Dios, de todo creyente. Romanos 6:22 “Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios”. Todo creyente es un siervo de Dios.  

            Entonces, ¿quién tú eres? Tú eres un siervo de Dios y del Señor Jesucristo. Eres tanto siervo de Dios, es decir, del Padre. Pero eres siervo también del Señor Jesucristo. Eres tanto el siervo de uno como del otro. Y esto implica que Jesús tanto Dios como el Padre es Dios. ¿Por qué? Porque ambos están en el mismo plano. Somos siervos tanto del uno como del otro. No somos más siervos del Padre de lo que somos del Hijo. Somos tanto siervos del Padre como lo somos del Hijo. Y esto implica que nuestro amor por ambos es igual. Y si es igual entonces reconocemos que Jesús es Dios como el Padre. Así que somos siervos tanto de Dios como del Señor Jesucristo.

            Ahora bien, somos siervos de Dios. Y la palabra siervos en griego es “doulos”, que significa esclavo. Somos esclavos de Dios por la gracia de Dios. Le pertenecemos porque Cristo nos ha comprado. Como dice 1 Corintios 6:20 “Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”. Por naturaleza éramos esclavos de Satanás. Y Él es un mal amo. Él es un amo cruel. Él es un amo que busca destruirnos. Servirle a él trae una paga y esa paga es la muerte. Pero Cristo Jesús nos libró de la esclavitud cruel de Satanás. Y el precio de ese rescate lo fue el sacrificio de su vida. El dio su vida por nosotros para rescatarnos de Satanás. Y ahora somos esclavos de Jesús. Pero Jesús es un Amo maravilloso. Es un Amo que busca nuestro bien. Un Amo que no oprime ni maltrata. Un Amo que es santo y digno de imitar. Un Amo que reconoce nuestra debilidad. Uno que no nos abandona, aunque fallemos. Un Amo que nos defiende. Uno que siempre está con nosotros en las buenas y en las malas. Y uno que nos enseña a amar a Dios y nos capacita a servir a Dios con alegría. Que nos fortalece con su fuerza para soportar las pruebas y las tentaciones que nos vienen a diario. Uno que nos lleva a la gloria. Todo eso es lo que implica que Jesús es Señor. ¡Qué hermosos es tener a Jesús como nuestro Señor, Salvaor y Rey!

              Y si somos siervos de Dios y del Señor Jesucristo esto implica que nosotros no vivimos para nosotros mismos. Él es nuestro Amo y nosotros somos sus súbditos. Y nuestro deber es obedecer a nuestro Salvador. Tenemos que pensar como piensan los siervos de Dios.  Nuestra mente es sujeta a la mente de Dios. Y nuestros pensamientos tienen que seguir los pensamientos de Dios porque somos siervos de Dios. No estamos a nuestra propia libertad. Todas nuestras ideas que tenemos sobre el mundo, sobre la vida, etc. deben ser las ideas que Dios tiene de ellas. ¿Por qué? Porque somos siervos, esclavos de Dios y del Señor Jesucristo. Y si esto es así, entonces, nuestras ideas acerca del matrimonio deben ser las ideas que Dios tiene de ellas. Fue Dios quien lo diseñó. Fue Dios quien lo instituyó. Y Él nos dice que los siervos de Dios se casan con las siervas de Dios; el creyente con el creyente. Y si ambos deciden unir sus vidas deben comenzar con el pie derecho. ¿Cuál? Celebrando la misma con una ceremonial formal pública. Hermanos, la convivencia no es la institución divina. Los que conviven viven en desobediencia a Dios. Y nosotros como siervos de Dios somos llamados a vivir como Dios nos manda en su palabra. ¿Por qué? Porque nosotros no vivimos para nosotros sino para Aquel que murió y resucitó para nuestra salvación. Busquemos 2 Corintios 5:15 “y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.” Hermanos, así debemos vernos como aquellos que no vivimos para nosotros mismos con nuestras ideas, nuestra vida, nuestras decisiones, sino para Aquel que sacrificó su vida, fue molido por nuestros pecados para nuestra salvación.

            Si somos siervos debemos pensar como siervos. Y esto implica íntegros en nuestra fe. El siervo es uno íntegro en su palabra. Su Sí es Sí y su No es No. Por ejemplo, si yo acordé encontrarme con alguien a 12:00 pm y por alguna razón no voy a poder llegar es mi deber como siervo de Dios llamar a esa persona con anticipación y excusarme.  Es mi deber cumplir puntualmente con mis compromisos. ¿Por qué? Porque somos siervos de Dios. Yo no creo que Jesús llegara impuntual a un compromiso adrede. Yo no puedo visualizar a un Jesús llegando tarde a una sinagoga un día de reposo.

            Hay un punto importante que señalar. Es la gracia de Dios la única que nos puede capacitar para obedecer como siervos. Es porque somos siervos salvados por la gracia de Dios, cuya gracia necesitamos a diario, que podemos obedecer. Obedecemos por la gracia. Somos salvos para obedecer, no obedecemos para ser salvos. “Por gracia sois salvos”.

            Santiago nos dice algo más en este primer versículo. Fíjate que, aunque Santiago es el medio hermano de Jesús, él no hace alarde de esto. Él se identifica como Santiago siervo del Señor Jesucristo. El reconoció a Jesús como su Salvador. Él no dice: aquí escribe Santiago una de las columnas de la iglesia de Jerusalén. Él se complace en ser llamado siervo de Dios y del Señor Jesucristo. ¡Qué hombre humilde! Así debemos ser por la gracia de Dios. Es la gracia de Dios la única que nos puede hacer humildes, así como Jesús fue humilde. La humildad, es decir, el pensar de nosotros con cordura y no pensar de nosotros más de lo que demos pensar, considerando los demás como superiores a nosotros mismos, debe caracterizar nuestras vidas. Como dice 1 Pedro 5:5 “todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes”. ¿Trabajas en ser un creyente humilde? ¿Reconoces que no lo sabes todo? ¿Consideras a tu hermano que está a tu lado, que tal vez no tiene tu educación, ni tus experiencias, como superior a ti?

            Quiera Dios que aprendamos a vernos cómo realmente somos: siervos de Dios y del Señor Jesucristo, reconociendo que no vivimos para nosotros mismo si no para Aquel que nos rescató de la esclavitud de Satanás y nos da la libertad de los escogidos de Dios para vivir en humildad todos los días de nuestras vidas. Amén.