Sermón: Mateo 21:1-11 La Entrada Triunfal

Mateo 21:1-11 “Cuando se acercaron a Jerusalén, y vinieron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió dos discípulos, diciéndoles: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego hallaréis una asna atada, y un pollino con ella; desatadla, y traédmelos. Y si alguien os dijere algo, decid: El Señor los necesita; y luego los enviará. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: Decid a la hija de Sion: He aquí, tu Rey viene a ti, Manso, y sentado sobre una asna, Sobre un pollino, hijo de animal de carga. Y los discípulos fueron, e hicieron como Jesús les mandó; y trajeron el asna y el pollino, y pusieron sobre ellos sus mantos; y él se sentó encima. Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino. Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas! Cuando entró él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es éste? Y la gente decía: Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea.”

 

            Saddam Hussein fue el quinto Presidente de Iraq. Y como tenía muchos enemigos él tenía varios dobles. Cuando fue capturado en la guerra de Iraq y le preguntan quién era él, su respuesta fue Yo soy Saddam Hussein, el Presidente de Iraq. Pero por causa de los dobles era necesario cerciorarse de que en realidad era Saddam Hussein. Le tomaron las huellas digitales, le sacaron sangre, incluso lo afeitaron para corroborar su rostro. Era importante certificar su identidad.

            Eso es lo que Jesús hace en la Entrada Triunfal. Jesús con este acto certifica su identidad. ¿Quién es Jesús? Jesús es el Rey. Pero este Rey es un rey distinto a los reyes de este mundo. Posee unas cualidades que lo llevan a distinguirse y diferenciarse de todos los demás. Y que nos llevan, por tanto, a poner toda nuestra fe y salvación exclusivamente en El. ¿Cuáles son estas cualidades que lo hacen distinto a los demás? Jesús es distinto porque…

I.  Él es Dios

            V. 1-2 “Cuando se acercaron a Jerusalén, y vinieron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió dos discípulos, diciéndoles: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego hallaréis una asna atada, y un pollino con ella; desatadla, y traédmelos.” Jesús sabía de ante mano que habría una asna atada y un pollino en el lugar específico que Él les dijo que estarían. No era una conjetura. Era conocimiento cierto del futuro. Y su conocimiento del futuro prueba que Jesús era divino, porque solo Dios, solo El conoce el futuro.

            Pero alguien diría que si eso fuera así ellos también serían divinos. Porque ellos saben que a las 5:30 pm su esposa tiene su carro estacionado en la marquesina de su casa. ¿Cómo lo saben? Porque ella hace lo mismo todos los días. Pero eso no es cierto. El que ella lo haga todos los días no es garantía que ella lo hará tal día en específico. Pudo ella haber chocado y así evitado que el carro estuviera allí a esa hora. Pudo ese día haberle dado pon a una amiga y haberse desviado y llegar a otra hora. Nadie tiene una garantía que ella o él estará a tal hora en tal lugar porque así lo haya hecho por muchos años. Pero Jesús sabía de ante mano que esos animales habrían de estar allí porque El los necesitaba. De lo contrario su mensaje no se daría.

            Jesús conoce el futuro porque Él es Dios. Y esto lo hace distinto a todos los demás reyes de la tierra. Ninguno de ellos es divino. Solo el Rey Jesús lo es.

            Jesús es distinto porque…

II. Él es el Dueño de todo

            V. 3 “Y si alguien os dijere algo, decid: El Señor los necesita; y luego los enviará.” Los discípulos son enviados a desatar, sin preguntar, una asna y su pollino. Vayan y tráiganlos. “Y si alguien os dijere algo, decid: El Señor los necesita”, pero una traducción literal sería: “El Señor de ellos los necesita”. El Señor de los animales los necesita. Jesús es en última instancia el dueño de todo lo que existe. Los animales “tenían” un dueño inmediato, pero sobre ese dueño Jesús se para como el Dueño absoluto de todo.

            En última instancia nada es nuestro. Lo único que somos es mayordomos de los bienes de Dios. No nos debemos olvidar de eso. No debemos actuar como si nosotros fuéramos los dueños de las cosas. No somos dueños de nuestra vida, por eso no podemos disponer de ella como queramos. No somos dueños de nuestros cuerpos para hacer de ellos lo que nos plazca. Ni somos dueños de nuestra boca para hablar sin pensar, o para ofender. Ni somos dueños de nuestro dinero para disponer de él sin tomar en consideración a los necesitados, o a la iglesia.

            Jesús es Dueño de todo por derecho propio porque como dice Juan 1:3 “Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.” Y Colosenses 1:16 “Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.” ¿Es Jesús tu Dueño? ¿Vives como uno que reconoce que todo lo que tienes es de Jesús: sea mi esposa, mis hijos, mi casa, mi dinero, mi tiempo, mis habilidades y destrezas, mis juegos?

            No hay rey en la tierra que sea dueño de todo excepto Jesús. Eso lo hace distinto de todos.

            Jesús es distinto porque…

III. El espera obediencia por quién es en Sí mismo

            V. 6 “Y los discípulos fueron, e hicieron como Jesús les mandó;”.  Los discípulos obedecieron con prontitud lo que les ordenó Jesús. El esperaba obediencia y recibió obediencia. Pero alguien diría, “pero yo soy padre y también espero obediencia de mis hijos. Eso no prueba nada acerca de Jesús.” Eso es cierto, pero si tomamos la totalidad de la narración bíblica vemos que la cosa es distinta. Los discípulos rinden obediencia a Jesús por el hecho de quién es El en sí mismo. Los padres deben esperar obediencia de sus hijos no por sí mismos sino porque Dios les dio el título y privilegio de ser padres. Nadie tiene autoridad sobre ningún ser humano excepto por permiso de Dios. Porque el único que tiene derecho y autoridad sobre los hombres es Dios.

            Todos procreamos por necesidad. Pero Dios crea, no por necesidad, sino de la abundancia de su bondad.

            Esa obediencia de los discípulos pone a Jesús sobre todos los demás reyes y personas en autoridad en el mundo. Los reyes del mundo reciben obediencia por causa de su oficio y por delegación de Dios. Jesús recibe obediencia por quién es El en Sí mismo: Él es Señor. Él es Dios sobre todas las cosas: Dios bendito por toda la eternidad.

            ¿Obedecemos los mandamientos de Jesús con prontitud? ¿Le damos obediencia por quién es Él? ¿O pensamos que ser cristianos es portarse bien? ¿Qué te motiva a obedecer y vivir como cristiano?

            Jesús es distinto porque…

IV. El recibe adoración

            V. 8-9 “Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino. Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!” Toda la ocasión nos recuerda las celebraciones que se hacían para recibir y honrar a un nuevo rey. Por ejemplo, 2 Reyes 9:12b-13 “Así ha dicho Jehová: Yo te he ungido por rey sobre Israel. Entonces cada uno tomó apresuradamente su manto, y lo puso debajo de Jehú en un trono alto, y tocaron corneta, y dijeron: Jehú es rey.” Pero aquí hay algo distinto. ¿Qué es? La multitud rinde adoración a Jesús. ¿Cómo lo sabemos? Por las palabras de adoración: “¡Hosanna al Hijo de David!” esta alabanza es una cita del Salmo 118:25-26 “Oh Jehová, sálvanos ahora, te ruego; Te ruego, oh Jehová, que nos hagas prosperar ahora. Bendito el que viene en el nombre de Jehová; Desde la casa de Jehová os bendecimos." La oración: “Oh Jehová, sálvanos”, es una sola palabra: Hosanna. En otras palabras, la multitud adora a Jesús al decirle: Jehová, sálvanos. Claro está, para la época de Jesús la palabra Hosanna había adquirido una nueva connotación de mera alabanza. Es a Jesús quien dirigen la alabanza. “¡Hosanna al Hijo de David!

            Jesús es alabado por la multitud al reconocer a Jesús como el Mesías quien posee sangre real. Él es llamado Hijo de David. Por tanto, heredero del trono de David como Rey. Lucas 19:38 así lo reconoce directamente: “¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas!” Jesús es Rey. Y digno de adoración.

            Ningún rey es digno de adoración. Serán dignos de respeto y deferencia por su oficio, pero jamás dignos de adoración. Esto hace a Jesús distinto a todos los demás. ¿Adoras a Jesús? ¿Le adoras con todo tu ser? ¿Haces las cosas con miras a adorar a Jesús?

            Jesús es distinto porque…

 

 

V. Su carácter es puro

            V. 4-5 “Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: Decid a la hija de Sion: He aquí, tu Rey viene a ti, Manso, y sentado sobre una asna, Sobre un pollino, hijo de animal de carga.” El apóstol Juan nos dice que Jesús había llegado a Betania una semana antes de la pascua. Jesús llegó un viernes. Y esperó hasta el domingo para realizar la famosa Entrada Triunfal.  El escoge entrar a Jerusalén montado, no en un caballo, señal de poder militar, sino en un pollino, en un burro. Y esto en cumplimiento de la profecía de Zacarías 9:9. ¿Por qué lo hizo así? Porque Él deseaba mandar un mensaje: yo soy Rey, pero no un rey como los reyes de este mundo. Mi reino no es de este mundo. Mi reino es distinto a los reinos del mundo porque yo soy distinto a los reyes de este mundo. ¿Cuán distintos? Él es manso y humilde. Él es Rey y por tanto Dueño de todo. Él es Dios y por tanto merece obediencia y adoración. Pero Él es un Rey manso y humilde. Eso lo hace distinto a todos los reyes del mundo. Lo hace distinto a todos los “mesías” del mundo.

            Pero, ¿acaso Mahatma Gandhi no fue “manso y humilde” como lo fue Jesús? ¿No es Gandhi el “padre” de la desobediencia civil pacífica? ¿No fue Gandhi un hombre que vivió en la pobreza, que ayunó hasta casi el punto de la muerte? ¿No habla eso de la increíble humildad de Gandhi? ¿Y qué es esto distinto de Jesús?

            Jesús es distinto por el carácter de su persona. Jesús fue sin pecado no así Gandhi. Gandhi practicaba los ayunos para purificarse a sí mismo. Pero Jesús es puro en Sí mismo.

            Jesús es distinto por el propósito de sus actos. Gandhi buscaba dar libertad política y económica al pueblo de la India. Jesús vino a dar su vida para salvar al mundo de su pecado y de la destrucción eterna en el infierno.

            Jesús es distinto por el poder de su obra. La obra de Jesús es una obra que trasciende los tiempos, trasciende las razas y los pueblos y alcanza dimensiones universales. Su obra de salvación se aplica a los santos de todas las eras del mundo desde la misma fundación del mundo. Adán y Eva se salvaron por el poder de la muerte y resurrección de Cristo. Y todos los creyentes de todas las eras pasadas y las futuras se salvan por la virtud infinita la muerte y resurrección de Cristo. Todo esto y mucho más hacen a Jesús distinto y único en este mundo.

            Además, mira la mansedumbre y humildad de Jesús. 1 Pedro 2:21-23 “Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente;”. ¡Cuán distinto es el cristianismo al pensamiento del mundo que nos invita a la venganza, que rechaza la humildad como debilidad! ¡Cuán distinto es el cristianismo al islamismo! El islamismo siempre se ha caracterizado por ser una religión violenta. Mahoma tuvo un ejército, literalmente. Jesús jamás. Él es manso y humilde.

            Y por el hecho de que Jesús es el Salvador de su pueblo, El llama a su pueblo a ser mansos y humildes como Él es. Mateo 11:28-30 “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”. He ahí la clave para vivir como mansos y humildes: aprender de Jesús. Pon tu mirada en Jesús. Mira cómo vivió, cómo habló, cómo reaccionó ante los insultos. Mira a Jesús y serás manso y humilde. Al mirar a Jesús en fe, Dios Espíritu Santo impartirá esas gracias sobre nuestras vidas. Yo creo que la poca mansedumbre y humildad entre el pueblo de Dios hoy día, se debe a que no miramos a Jesús, no aprendemos de Él. ¿Es Jesús el estudio de tu vida? ¿Es Jesús el ejemplo a seguir?

            Hermanos, Jesús es Rey, pero es un rey distinto a cualquier rey en el mundo. Él es distinto a todos los demás, por eso, Jesús es el único Salvador de la humanidad. Solo Él es Dios, es Dueño de todo, merece obediencia por quién es en Sí mismo, merece adoración y es puro en su Ser. ¿Es ese Jesús a quien tú amas? ¿Es Jesús tu Rey y Salvador?

Sermón: Los atributos de Dios, el poder de Dios

Jeremías 32:17 “¡Oh Señor Jehová! he aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti;”

 

            El verso bíblico que tenemos delante de nosotros nos habla acerca del poder de Dios. Es una oración la que tenemos aquí de parte de Jeremías. Cuando el profeta hace esta oración Dios le había revelado que el pueblo de Dios iba a sufrir un exilio. Dios le ordena al profeta que comprara un campo, una heredad. El iba a comprar un campo en Jerusalén antes de la destrucción de la misma y la llegada del exilio. ¿Por qué Dios le ordenó al profeta que comprara un campo? Con este acto de comprar un campo, Dios le decía que, aunque el pueblo iba a sufrir un exilio por parte de los babilonios, llegaría un día en el cual Dios restauraría al pueblo de Israel del exilio. La compra de este campo es la certeza de que Dios, al final, restaurará a su pueblo. Dios es Dios. Es decir, Dios es un Dios justo. El es juez justo que castiga la maldad. Pero también El es un Dios misericordioso. Un Dios dispuesto a perdonar a todo aquel que con arrepentimiento viene a El.

            Jeremías comienza esta oración, de la cual sólo hemos leído una parte, invocando a Dios como Señor. La palabra en el hebreo es Adonai, la cual se traduce como Señor. La idea de este título es la de enfatizar el Señorío de Dios. Tu oh Dios eres Señor de todo. Todo te pertenece por derecho. Dios tiene poder sobre todas las cosas. Es decir, El tiene autoridad sobre todo lo que existe porque todo le pertenece. El es Adonai de todo, es decir, El es Dueño y Señor de todo. Así que cuando hablamos del poder de Dios, la Biblia a veces lo usa para enseñarnos acerca de su autoridad. Su autoridad o poder sobre sus criaturas es absoluto. El tiene Señorío sobre nosotros. Y porque El es Adonai, es Señor, y tiene poder y autoridad sobre todo, Él no tiene que dar cuenta a nadie de lo que hace. Nadie tiene el derecho de cuestionar a Dios el por qué El hace lo que hace. A veces no entendemos lo que El hace. ¿Por qué Dios permite que una niña de tres años de edad muera a manos de su padrastro? ¿Por qué Dios permite que niños vengan al mundo a sufrir de hambre y luego morir? Muchos de nosotros nos hacemos estás preguntas y muchas más. ¿De verdad Dios existe? Y si El es todo poderoso por qué permite tanto mal en el mundo. Y si Dios ama a su pueblo como es posible que El determinara que su pueblo sufra el ataque de sus enemigos y el ser llevados cautivos.

            A lo cual Jeremías en su oración nos enseña a pensar correctamente. Tú, oh Dios, eres soberano. Tú sólo eres Adonai. Y por tanto tienes el derecho y el poder de hacer tu santa voluntad. De hacer cualquier cosa que te plazca. Y esto es suficiente para que callemos ante Dios y le adoremos. Job nos enseña esto mismo. Nadie puede pelear contra Dios y vencer. El hace lo que le plazca. Job. 9:12 “He aquí, arrebatará; ¿quién le hará restituir? ¿Quién le dirá: ¿Qué haces?” Job reconoce que Dios es soberano y sabio. El tiene el derecho de hacer lo que le plazca y nadie tiene el derecho de pelear contra El. Aún el justo y El inocente no pueden reclamarle a Dios. ¿Por qué? Job. 9:3 “Si quisiere contender con él, No le podrá responder a una cosa entre mil.” ¿Hay alguien en este mundo completamente justo? No. No hay hombre que no peque. Y por tanto nadie tiene el derecho de cuestionar a Dios. Dios hace lo que le plazca y qué bueno que sea así. Para nosotros los cristianos el que Dios haga lo que le plazca debe movernos, no a asustarnos, sino a alegrarnos. ¿Por qué?  Porque sabemos que todo lo que Dios hace es bueno. El jamás se equivoca. Todo lo que hace es excelente. Todo lo que hace es perfecto. Y qué deseamos Oh Dios tú que eres perfecto y no hay maldad en ti haz lo que te plazca porque sabemos que es lo mejor. Sigue haciéndolo. Y qué bueno que lo haces. Nosotros muchas veces no sabemos lo que hacemos y esperamos haber hecho lo mejor. Pero no tú Dios. Tú nunca te equivocas. Sigue haciendo tu voluntad que nosotros confiamos incondicionalmente en ti. Debemos tener más respeto a Dios. Debemos reconocerlo por lo que El es, un Dios soberano. Daniel 4:35 “Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?” Así lo expresó el rey Nabucodonosor. Pero alguien dirá ese es el Dios del AT. Para quien piense así mira las palabras de Jesús acerca de sí mismo. En Mateo 20:15a “¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío?” Jesús reconoce y declara que El es Adonai. El es Señor. Y tiene el poder y la autoridad de hacer lo que bien le plazca con lo suyo. En el contexto de Mateo Jesús habla acerca de hacer que los primeros que entren al reino de los cielos recibirán la misma herencia que los últimos que entran al reino. Los primeros creyentes no son más salvos ni más amados por Dios que los últimos creyentes. Todos ellos, los primeros y los últimos reciben la misma salvación. ¿Por qué? Porque Jesús es soberano. El hace lo que quiera con lo suyo.

            Entonces, cuando Jeremías comienza a orar él comienza adorando a Dios. Y así deben comenzar todas nuestras oraciones. Antes de traer delante de Dios tus peticiones, tus sufrimientos, tus necesidades, adora al Rey de los siglos. Reconócelo como Señor de la historia. Como el Señor que dirige este mundo y tu vida. Como aquel que tiene el derecho de juzgar y castigar el pecado. Y hacer y deshacer reinos. El es Adonai.

            Luego, Jeremías reconoce que este Señor es Jehová. El es el Dios eterno. El Dios inmutable. El Dios que no miente. Que cumple sus promesas. El Dios que para sus hijos no es un Dios de lejos sino de cerca. No es un ser extraño sino su Padre celestial. El Dios en quien estamos unidos. El Dios del pacto. Jeremías además reconoce que Dios es omnipotente. El es el creador de los cielos y de la tierra. Y por tanto su poder es infinito. “¡He aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido! Y nada hay difícil para ti.  Jeremías le atribuye a Dios poder sin límite.

Doctrina: Dios es un ser absoluto poder.

I. ¿En qué consiste el poder de Dios?

II. ¿Qué cosas Dios no puede hacer?

III. Aplicaciones prácticas

Veamos:

I. ¿En qué consiste el poder de Dios?

            Por el poder de Dios debemos entender su omnipotencia. Dios puede hacer cualquier cosa que desee. Dios es infinito. Y por tanto su poder no puede incrementar ni disminuir. Es decir, Dios puede hacer cualquier cosa que El desee en la forma en la cual El desee. Las Escrituras le atribuyen a Dios poder sin límite. Veamos.

            En Génesis 18:14 “¿Hay para Dios alguna cosa difícil?” Y la respuesta es NO. No hay nada difícil para Dios. Para El hacer cualquier cosa es algo extremadamente fácil. Salmo 115:3 “Nuestro Dios está en los cielos; Todo lo que quiso ha hecho.” Apocalipsis 19:6 “¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!” Y podríamos seguir multiplicando pasajes tras pasaje en los cuales se dice de forma positiva o de forma negativa que Dios es omnipotente.

            Hermanos, cuan importante es esto. La doctrina de la omnipotencia de Dios nos enseña que el Cristianismo es una religión sobrenatural. Hablar de milagros es parte esencial del Cristianismo. Un Cristianismo en el cual el poder de sanar enfermos, de resucitar muertos, de convertir agua en vino, de caminar sobre las aguas no es posible, no es el Cristianismo bíblico. Algunos nos preguntarán cómo es posible que un mero hombre camine por las aguas. A lo cual les debemos responder un mero hombre no puede hacerlo. Pero Dios sí puede porque El es omnipotente. No es cosa difícil que Dios camine por las aguas. Creer que Dios puede resucitar a los muertos es algo totalmente racional. Creer que un mero hombre puede convertir el agua en vino es ser irracional. Porque el hombre no es omnipotente. El Cristianismo es consistente al postular que Cristo ofreció un sacrificio de valor infinito, que El resucitó de los muertos, que El subió a los cielos y vendrá por segunda vez y todo ojo lo verá, porque nada es imposible para Dios. Para ti y para mí hay cosas imposibles no así para Dios.

            ¿Cómo es el poder de Dios?

1. Su poder es irresistible. Cuando Dios dijo hágase la luz, esta no podía resistir al poder de la voz de Dios. Por eso nos dice la Biblia y fue la luz. Cuando Jesús llamó a Lázaro a salir de la tumba Lázaro no podía resistir. Cuando Jesús con su voz gritó a la tormenta: calla enmudece, ella no podía hacer otra cosa que callar y enmudecer. Porque Jesús es Dios y su poder es irresistible.

2. Su poder no necesita medios. Dios puede hacer su voluntad con medios, sobre los medios, contra los medios o sin medios. Cuando decimos esto lo que queremos decir es que Dios tiene la más perfecta libertad para hacer cualquier cosa. Nosotros necesitamos de materiales para poder hacer las cosas. Dios puede crear de la nada sin utilizar materiales. El puede usar de los medios como utilizó el agua para hacer vino. Puede ir en contra de los medios cuando hizo que un muerto resucitara. O puede no utilizar ninguna como cuando creó. Romanos 4:17 “[Dios] llama las cosas que no son, como si fuesen.”

II. ¿Qué cosas Dios no puede hacer?

            Cuando hablamos de la omnipotencia de Dios nosotros no queremos decir que Dios puede hacerlo todo. El no puede hacer nada que sea contrario a su ser y nada que sea contrario a su naturaleza santa. El no puede mentir, Tito 1:2 “Dios… no miente”; El no puede romper sus promesas, 2 Corintios. 1:20 “porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén,”; el no puede negarse así mismo, 2 Timoteo 2:13 “Él no puede negarse a sí mismo”; ni puede cambiar, Números 23:19 “Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?”.

            Además, Dios no puede hacer lo irracional o lo que se contradice así mismo. Esto es importante. Me imagino que te has encontrado con gente burlona acerca de Dios. Ellos les gusta atacar el cristianismo. Sobre todo, en las universidades. Algunas personas que no saben lo que dicen y se creen muy inteligentes procurarán confundirte y confundir a tus hijos o familiares acerca de Dios. Y algunas de sus burlas lo es en contra el poder de Dios. Y nos dicen que, si Dios todo lo puede, entonces ¿puede hacer un círculo cuadrado? ¿Puede Dios hacer una piedra tan y tan grande que El mismo no la pueda cargar? ¿Puede Dios hacer que dos más dos sean cinco? Hermanos, me tomo el tiempo en esto porque necesitamos estar preparados para responder a tales ataques. Y la respuesta es que Dios no hace cosas irracionales. Dios no hace cosas contradictorias. ¿Por qué? Porque Dios es absoluta razón. Su mente es perfecta y una mente perfecta no acepta como correcto lo irracional, lo que se contradice. Cuando decimos que Dios es omnipotente no queremos decir que Dios lo puede hacer todo. Sino que todo lo que Dios quiere hacer El lo puede hacer con suma facilidad. Dios puede hacer y hace toda su santa voluntad y nadie puede detener su mano y cuestionarle lo que hace.

            No solamente eso. Dios tiene el poder de hacer aún lo que El no quiere hacer. Repito: Dios tiene el poder de hacer aún lo que El no quiere hacer. Y la única razón del por qué Dios no hace algunas cosas, es que El, por razones soberanas, no ha querido hacerlas. Dios tiene autoridad y control sobre su propio poder. Pero cualquier cosa que El quiera hacer El tiene el poder absoluto para hacerlo. Nada es difícil para El. Dios tiene el poder de eliminar el pecado y el sufrimiento del mundo si El quisiera. Dios tiene el poder de salvar a todos los seres humanos y llevarlos a todos a los cielos, pero El no lo hace. Por sabias y santas razones El determinó desde antes de la fundación del mundo, que El no quiere hacerlo.

III. Aplicaciones prácticas.

1. Rechazamos el arminianismo. Si Dios no puede cumplir su voluntad El no es Dios. Si alguien o algo pueden detener o frustrar su propósito entonces Dios no es digno de respeto. Si la criatura puede determinar los planes de Dios, entonces, Dios no es Dios. Es por eso que decimos sin equivocarnos que todas las doctrinas que presenten a un Dios débil, incapaz de hacer algo a menos que se le dé permiso llevan al ateísmo. Es por eso que no podemos aceptar el arminianismo. Esa doctrina que predomina en casi todas las iglesias de Puerto Rico es una doctrina que deshonra a Dios. Niega que Dios sea soberano. O limita la soberanía a los animales o las cosas inanimadas. Si cae un rayo sobre una palma Dios lo envió. Pero si cae sobre una persona fue casualidad. O dicen Dios no puede entrar a mi corazón a menos que yo le dé permiso. Dios puede hacer muchas cosas, pero no puede convertirme. Cristo es un caballero y El no puede entrar a la casa de mi corazón sin que yo se lo permita. ¿Qué clase de Dios es ese? Tal dios nos es digno se ser amado, temido, adorado y servido. Tal dios es un dios que da lástima. Hermanos, Dios es soberano. El es omnipotente. Nada ni nadie puede detener su mano. No hay corazón humano que le resista. No hay voluntad humana que le pueda frenar. Todos los corazones, todas las voluntades están bajo su control y El hace lo que le plazca en el ejército de los cielos y en la tierra. Por eso dice Proverbios 21:1 “Como los repartimientos de las aguas, Así está el corazón del rey en la mano de Jehová; A todo lo que quiere lo inclina.” Mira además Proverbios 16:1 “Del hombre son las disposiciones del corazón; Mas de Jehová es la respuesta de la lengua.”

2. Para los no cristianos. Teme a Dios. Porque el Dios omnipotente está en contra tuya. Tú no puedes vencer contra Dios. ¡Qué locura echarse al Dios omnipotente de enemigo! No hay lugar en el mundo en que te puedas esconder de Dios. Nada ni nadie te puede proteger de este Dios airado contigo. Dios está airado contra el impío todos los días. Y El busca hacer justicia. El busca castigar a los malvados por amor a su nombre. Hebreos 10:31 “¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!” ¡Qué horror, que terrible, es la ira vengativa de Dios!

3. Para los cristianos. No te olvides de la omnipotencia de Dios. Y consuélate en El. Si Dios es contigo quién es contra ti. Romanos 8:37 “Antes, en todas estas cosas [tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro, espada] somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.” En toda necesidad Dios tiene el poder de hacer más de lo que pedimos. Aunque no haya medios disponibles Dios puede hacer las cosas sin medios o contra los medios, El es omnipotente. Ten siempre presente esta verdad que Abraham nos enseña en Génesis 22:14 “Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová proveerá. Por tanto se dice hoy: En el monte de Jehová será provisto.” Hay algo difícil para Dios. No la hay. Pero nosotros debemos aprender a esperar en Dios. Aunque no veas solución a tus problemas El puede darte los deseos de tu corazón con una sola palabra. Refúgiate en el Señor.

 

 

Sermón: Romanos 16:27 Los Atributos de Dios: Perfecto en Sabiduría (6 de 10)

Romanos 16:27 “al único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén.”

 

            La semana pasada estuve con Irma en la playa de Jobos, cerca de las cabañas de Hau. El día estaba precioso: claro, fresco, ventoso. Y el agua tenía un color bello: era un azul verdoso. Verdaderamente espectacular. Merecía un momento Kodak.  Parecía de postales.

            Y hace poco estuvimos en Orocovis, en el miradero. La vista era espectacular. Valía la pena estar allí y venir desde Isabela para contemplar las cosas hermosas que hay en Puerto Rico. Podíamos habernos quedado horas contemplando la hermosura de la creación.

            Verdaderamente podemos decir con el salmista en el Salmo 104:24 “¡Cuán innumerables son tus obras, oh Jehová! Hiciste todas ellas con sabiduría; La tierra está llena de tus beneficios.” Todo lo que Dios ha hecho lo ha hecho con sabiduría. ¿Por qué? Porque Dios es sabio. Más aún, Él es el único sabio Dios. Romanos nos dice que por el hecho de que Dios es el único sabio Dios El merece ser adorado. Entonces, su sabiduría nos debe llevar a admirarlo, buscar de Él la sabiduría que necesitamos y confiar plenamente en todo lo que Él hace en el mundo y en nuestras vidas. 

            Ahora bien, ¿qué significa que Dios es sabio? ¿Y que todo lo que Él hace en el mundo es hecho con sabiduría? Significa que…

I. Dios siempre escoge los mejores fines posibles

            Todo lo que Dios ha planificado tiene un fin que no puede ser mejorado. Todo lo que Dios se propone hacer es lo mejor que debe ser hecho. El no actúa alocadamente. Él tiene un fin claro, definido y que es el mejor fin entre otros fines. Su propósito al hacer las cosas en el mundo y en nuestras vidas es perfecto, porque son hechas en sabiduría. Él es el único sabio Dios.

            El fin último por el cual El hace todas las cosas es su propia gloria. Mejor fin no puede haber. Así como el fin principal de todo ser humano es el de glorificar a Dios. El fin último de Dios al hacer todas las cosas es buscar su propia gloria.

            Pero aparte de ese fin último, Dios tiene otros fines secundarios. Aun estos fines secundarios, subordinados al fin supremo, son los mejores fines que pueden existir. Mira el ejemplo de Job. El fin último en todo lo que le sucedió a Job lo fue la gloria de Dios. Pero, hay otros fines secundarios. Dios buscó probar la fe de Job. ¿Con qué fin? Con el fin de que descubriera cuán frágil es él, con el fin de fortalecer su fe, confirmarlo, entre otros fines o propósitos. Dios no saca nada de la manga. El no improvisa. ¿Por qué? Porque Él es sabio e infinito en su entendimiento. Salmo 147:5 “Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder; Y su entendimiento es infinito.” Él sabe lo que hace.

            Porque su entendimiento es infinito El conoce todas las cosas. El conoce todas las cosas que son posibles en la vida. Por lo infinito de su entendimiento El conoce todas las posibilidades. Pero Él también sabe todas las cosas que son y las que serán. El futuro es desconocido para nosotros, pero no para Él. Dios conoce el futuro porque Él lo ha decretado. Él lo ha planificado. Por tanto, el fin último y los fines secundarios son los mejores que pudo haber escogido. Y yo te pregunto: crees esto. ¿Crees que todo lo que Dios ha planificado en el mundo y en tu vida ha sido planificado sabiamente por Dios? Nada de lo que sucede en tu vida está fuera el propósito de Dios. Absolutamente todo está bajo el propósito de Aquel que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, incluso el permitir nuestros pecados. No para justificarlos sino misteriosamente para su gloria.

            ¿Qué significa que Dios es sabio? Significa que…

II. Dios siempre escoge los mejores medios para lograr sus fines

            Dios no solo escoge los mejores fines que puedan existir sino también escoge los mejores medios posibles para alcanzar sus propósitos. Todo es hecho de una manera armoniosa. Dios es el único sabio en el mundo. 

            Por ejemplo, Dios determinó que el mejor medio para probar a Job lo era por medio de Satanás. Impresionante. Para nosotros parece increíble. Para nosotros eso es incomprensible que Dios utilice incluso a Satanás para llevar a cabo su propósito sin que Dios se contamine con el uso de ese terrible instrumento que es Satanás. Hermanos, Dios es sabio en lo que hace y en cómo lo hace. Para nosotros es incomprensible, pero no para Dios. ¿Por qué? Porque sus pensamientos son superiores a los nuestros. Dice Isaías 55:8-9 “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.
Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.”

            Hermanos, en nuestra vida hay muchas cosas que no podemos entender. Es normal que sea así. Ninguno de nosotros es Dios para comprenderlo todo exhaustivamente. Solo Dios posee tal conocimiento. Pero tenemos que entender que Dios es sabio en todo lo que Él hace y permite que suceda en nuestra vida y en lo que hace en el mundo.

            Ayer estaba leyendo que el actor español Antonio Bandera había sufrido un ataque al corazón el 26 de enero de este año. Él tiene 56 años. Pero esto que parece terrible y lo es le sirvió a él de lección. Dijo él: “he venido castigando mi cuerpo por 37 años porque soy un adicto al trabajo”. Su cuerpo le pagó la factura. Su cuerpo le estaba diciendo esa no es la mejor manera de tratarme y este es el resultado. Ahora aprendió a cuidarse como debía. Tuvo que pasar una experiencia así para que recapacitara. Para que pusiera su vida en orden.

            En la vida de nosotros Dios hace eso y mucho más. Sabes porqué, porque el fin de lo que Dios hace en nuestra vida y en el mundo es el mejor fin posible. Y los medios, la manera en que Dios hace lo que hace es revestido de sabiduría. Por tanto, por qué dudar lo que Dios hace. Él sabe lo que hace. Él sabe el por qué lo hace de esa manera.  Y en esto no debemos dudar.

            A Dios no tenemos que darle el beneficio de la duda. Todo lo que Dios hace es fundado en sabiduría. Ese es el testimonio de toda la Biblia.

            Job 9:4 “Él es sabio de corazón, y poderoso en fuerzas; ¿Quién se endureció contra él, y le fue bien?”.

            Job 12:13 “Con Dios está la sabiduría y el poder; Suyo es el consejo y la inteligencia.”

            Salmo 19:7 “La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo.”

            Apocalipsis 7:12 “La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.

            En la creación, en la providencia y gobierno del mundo y en nuestra salvación Dios revela su sabiduría. Por tanto, Dios merece toda gloria. Como dice Pablo en Romanos 11:33-36 “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.”

 

Aplicación:

1. Proverbios 3:5-8 “Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión; Teme a Jehová, y apártate del mal; Porque será medicina a tu cuerpo, Y refrigerio para tus huesos.” Que es lo que dice Proverbios. Nos dice cuatro cosas:

            1. Cree.  Confía plenamente en Dios, de todo corazón, no parcialmente, ríndete completamente a Él. No descanses en tu aparente sabiduría. No te creas sabio, reconoce tu debilidad y el hecho de que por naturaleza no somos sabios. Aprende a desconfiar en ti.

            2. Ora. Pon todos tus planes delante de Él. Antes de cada plan lleva a Dios en oración. Pregúntate si lo que haces está basado en la voluntad de Dios. Porque si no lo está, no disfrutarás de la bendición de Dios.

            3. Agradece. Confía que en lo que no sabes que deparará del futuro has puesto tus planes en sus manos y El pondrá en orden todas las cosas.

            4. Humilde sumisión. Teme a Dios, busca agradarle en todo lo que haces, vive para Dios y conságrate a Él, apártate del mal.

            5. Cosecha. Y si haces esto recuérdate que si así vives esto te dará aliento para seguir adelante y sanará los males en tu vida. Esa es la verdadera terapia que necesitamos. La salud mental depende de una vida en obediencia a los mandamientos de Dios.

            Quiera Dios que nosotros creamos y descansemos en el hecho de que Dios es sabio en este universo y admiremos su sabiduría, la busquemos de Él y adoremos al único sabio Dios con un corazón que confía plenamente en El para siempre.

Sermón: Los atributos de Dios, la santidad de Dios (5 de 10)

Isaías 6:1-5 “En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. 2 Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. 3 Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria. Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo. 5 Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.”

 

            Tenemos delante de nosotros la visión de la presencia de Dios que tuvo el profeta Isaías.

            El profeta Isaías vivió en Jerusalén en el siglo 8 a. de C. El es llamado el “profeta evangélico” porque en su libro habla mucho acerca de la venida del Mesías, del nacimiento del Mesías de una virgen, de su sabiduría, de su reino glorioso y de su muerte violenta.

            En este capítulo tenemos a Isaías diciendo que él tuvo una visión de Dios en el año en que murió el rey Uzías. Este rey murió para el año 740 a.C. Este Uzías era el rey leproso. Lo interesante de este hombre y su lepra es el por qué Uzías padecía de lepra. Esa lepra fue el castigo de Dios por su pecado. Uzías comienza a reinar en Judea cuando tenía 16 años. Y él era un joven temeroso de Dios. El fue un rey que obedecía a la voz de Dios. El fue un rey que trajo mucho bien a las tribus del sur. Y Dios lo prosperó mucho. Recibió de parte de Dios mucha bendición. Pero lamentablemente como muchas veces pasa el rey en vez de mantenerse humilde y agradecido de las bendiciones de Dios se llenó de orgullo. Creía que él era lo más grande. Y como él era el rey creía que tenía derecho a hacer cualquier cosa que quisiera. Y quiso hacer las funciones de sacerdote. El quería ofrecer el incienso a Dios que les correspondía solamente a los sacerdotes. Y cuando él trató de hacerlo los sacerdotes se le cuadraron delante. Y le dijeron que él no tenía tal derecho. Y aún así él quería hacerlo y fue así que Dios le castigo con lepra. Y de esa lepra él muere. ¿Por qué Dios castigo al rey Uzías con lepra? La respuesta es sencilla porque Dios es santo. Dios aborrece el pecado. Y Dios se separa de toda maldad.

            Y fue en ese año, en que murió el rey Uzías, que Isaías “vio al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo.”  El vio una teofanía o una manifestación visible de Dios. El vio al Hijo de Dios, la segunda persona de la Trinidad, según Juan 12:38-4 “para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías, que dijo: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor? Por esto no podían creer, porque también dijo Isaías: Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón; Para que no vean con los ojos, y entiendan con el corazón, Y se conviertan, y yo los sane. Isaías dijo esto cuando vio su gloria, y habló acerca de él.” Jesús es el Señor sentado sobre un trono alto y sublime y sus faldas, o más bien la parte de abajo de la toga o manto de un juez, que llenaban el templo. Que la referencia lo es a la ropa de un juez en vez de un rey o de un rey actuando como juez, se basa en el hecho de que Dios envía a Isaías a traer juicio de endurecimiento al pueblo de Dios por su pecado.

            Y “por encima de él [Dios] había serafines [ángeles]; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban”. Estos serafines son ángeles de pie ante Dios en espera de sus órdenes, dispuestos a cumplir sus mandamientos a toda prisa, como todo hijo de Dios debe hacer, debe obedecer los mandamientos de Dios sin tardar. Y aunque tenían seis alas volaban con dos, se cubrían el rostro con dos alas y con las otras dos cubrían sus pies. No podían tolerar la gloria del Hijo de Dios. Tenían que cubrir sus caras por el increíble resplandor de su gloria. Pero además cubrían sus pies, lo cual puede significar su condición de criaturas o sus partes privadas como a veces así se utiliza en las Escrituras.

            “Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria. Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo.” Los ángeles daban voces diciendo que Jehová de los ejércitos de tres veces santo, y los encajes de las puertas del templo se estremecieron al clamor del ángel. Y tan pronto Isaías vio al Señor él se sintió morir y dice: “¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.” Al ver la santidad de Dios y conociendo que era un pecador pensó que moriría. Y esto es verdaderamente importante para nosotros. Nos da una enseñanza impresionante. Cuando una persona ve realmente a Dios, no con los ojos de nuestras caras, sino a través del espejo de las Escrituras es inevitable que vea también su pecado. Se reconozca como pecador e indigno de estar delante de la presencia de Dios. Toda soberbia es destruida y un sentido de que Dios es lo más grande que existe y no ser nada delante de Dios es el resultado. Un hombre distinto sale de allí. Un hombre humilde, dependiente de Dios, un vaso dispuesto a ser usado por el Señor. Todo eso produce la santidad de Dios. Dios es santo. Es más, Dios es un Espíritu infinito, eterno e inmutable en su santidad. Pero, ¿Qué es la santidad de Dios? ¿En qué cosas Dios manifiesta su santidad? Y, ¿qué aplicaciones prácticas podemos extraer de esta doctrina? De eso trata el sermón de hoy. Veamos.

I. ¿Qué es la santidad de Dios?

            Cuando hablamos de la santidad de Dios hablamos de la perfección ética y moral de Dios. Y generalmente hablamos acerca de la pureza de Dios. Pero antes de hablar de eso es importante entender que la palabra santo en hebreo proviene de una palabra que significa cortar, separar. Por tanto, por la santidad de Dios debemos entender primeramente su separación de todo lo que existe. Dios es separado de todo. Dios es distinto de todo. Nada ni nadie es igual a Dios. El es único. Busquemos Isaías 40:25 “¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis? dice el Santo.Lo mismo dijo Moisés en Éxodo 15:11 “¿Quién como tú, oh Jehová, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, Terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios?” En última instancia Dios no puede ser comparado con nada ni nadie. Dios no está a la par con nadie. La gente se cree que conoce a Dios. Pero si esa fe no descansa en la Palabra de Dios, en su auto-revelación jamás conocerán correctamente a Dios porque Dios es santo, Él es distinto a todo lo que existe.  

            Este atributo o esta perfección de su ser enfatiza la trascendencia de Dios. El es más allá de este mundo. Él es exaltado sobre todo lo que existe en infinita majestad.  Él es separado de todas sus criaturas. Esto lo podemos ver en el pasaje de Isaías. Lo impresionante de esta visión es el hecho de lo que hacen los ángeles. Los ángeles son seres sin pecado. No hay maldad en ellos. Y aún así tienen que cubrir sus rostros ante el resplandor de la santidad del Hijo de Dios. Para ellos, la santidad de Dios fue la separación, que la presencia del ser de Dios produce en las criaturas.

            La santidad de Dios es, en un sentido, su propio nombre. En su santidad Él es Dios. Habacuc 3:3 “Dios vendrá de Temán, Y el Santo desde el monte de Parán. Su gloria cubrió los cielos, Y la tierra se llenó de su alabanza.” No solo eso. El pasaje nos dice que su santidad es su gloria. La santidad de Dios es Dios mismo.

            La santidad de Dios es también su separación del pecado. Dios es éticamente santo. Dios es separado de todo mal moral. Y en virtud de eso Dios no tiene comunión con el pecado. En Habacuc 1:13 “Muy limpio eres de ojos para ver el mal”. Dios no ve el mal, es decir, El no lo aprueba, ni se deleita en el pecado. El no cree que el pecado sea una tontería. Dios no sólo detesta el pecado, El lo aborrece con todo su ser. Salmo 5:4-6 “Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; El malo no habitará junto a ti. 5 Los insensatos no estarán delante de tus ojos; Aborreces a todos los que hacen iniquidad. 6 Destruirás a los que hablan mentira; Al hombre sanguinario y engañador abominará Jehová.” 1 Juan 1:5 “Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas [maldad] en él.”

            La santidad de Dios es también su excelencia moral y perfección ética. E implica su absoluta pureza. Por tanto, Dios eternamente desea, busca y se consagra a Sí mismo como el único bien que existe. Dios no solo es el bien supremo sino el único bien.

II. ¿En qué cosas Dios manifiesta su santidad?

            Dios revela su santidad de diversas maneras. El revela su santidad en todas sus obras. Como, por ejemplo:

1. En la creación del hombre. En Eclesiastés 7:29 “Dios hizo al hombre recto”. Y Moisés nos dice que Dios creó al hombre en su imagen. Y Pablo nos dice que esa imagen consiste en conocimiento, justicia y santidad. Y es de ese estado de santidad que todos nosotros caímos.

2. En su Providencia, en el gobierno de este universo. Dios muestra su santidad en el castigo con el cual El visita a los pecadores. Thomas Boston: “Todos los terribles juicios los cuales El ha derramado sobre los pecadores surgen de la santidad de Dios y su odio al pecado. Todas las terribles tormentas, enfermedades, guerras, pestilencias, plagas, etc. son enviadas con el propósito de vindicar su santidad y odio al pecado”. El odio al pecado lo vemos cuando Dios decide no salvar a los ángeles que pecaron. No hay salvación para su pecado. Lo vemos también en condenar al infierno de fuego, para ser atormentados, perfectamente, de día y noche, por toda la eternidad, a los pecadores: a los que no creen en Cristo como su Señor y Salvador o no obedecen al evangelio.

            Su odio al pecado lo vemos cuando Dios visita a su propio pueblo con castigo disciplinario. Dios disciplina a sus propios hijos. Dios no tolera el pecado en sus hijos. A veces Dios castiga, en esta vida, más fuertemente, a sus hijos, que a los no creyentes. Mira las vidas de David, Salomón y Jonás. Mira a Moisés, incapaz de entrar a la Tierra Prometida por su pecado. El castigo de Dios sobre su propio pueblo demuestra que Dios odia el pecado como pecado y no porque fue hecho por los peores hombres.

3. En la obra de salvación hecha por Jesús. Aunque Jesús era el Hijo de Dios, El castigo a su Hijo por nuestros pecados. Jesús sufrió. El fue torturado, escupido, azotado, burlado, y asesinado en la cruz del Calvario. ¿Y por qué? Porque El llevó sobre Sí mismo nuestros pecados. 2 Corintios 5:21 “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.. Y porque por nosotros fue hecho pecador, Dios castigo el pecado en su carne. El murió agonizando. El murió sufriendo. El fue abandonado judicialmente por su Padre. Y tal separación fue tan horrible que le llevó a exclamar: “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado”. Jesús sufrió el infierno por nosotros. Sus sufrimientos equivalen a los que sufren los que están en el infierno. Dios odia el pecado. Lo odia porque El es santo.

III. Aplicaciones prácticas.

1. La santidad de Dios me recuerda que yo no soy santo. Me recuerda que yo soy pecador. Y que ningún pecador podrá estar en la presencia de Dios. Me recuerda que jamás podré ofrecer por mí mismo un sacrificio perfecto para poder expiar, cubrir, limpiar y pagar por mi pecado. La santidad de Dios nos debe llevar a la santidad de Jesús. Es porque Jesús es Dios verdadera, hombre verdadero y perfectamente santo que su sacrificio en la Cruz satisface la justicia de Dios. Solo vestido de su santidad, sus méritos, su justicia es que podemos estar presentes delante de Dios.

2. Y esto me recuerda la misericordia de Dios. Yo no puedo ofrecer un sacrificio puro y santo que pague mi deuda de pecado delante de Dios. Porque solo contra Dios pecamos. Pero Dios en su misericordia proveyó un sacrificio, el sacrificio de Cristo en la Cruz. Él no tenía que hacerlo. ¿Por qué tenía que hacerlo? Él nos debe algo. ¿Acaso no caímos y caemos en pecado libre y voluntariamente? ¿No es el pecado rebelión contra Dios? Todo eso es cierto, pero Dios es misericordioso. Podemos caer lo más bajo que alguien se pueda imaginar. Aun allí su misericordia nos puede alcanzar.

3. La santidad de Dios me recuerda lo pequeño e insignificante que somos nosotros en comparación con Dios. Y esto debe producir en nosotros un sentido de humildad y mansedumbre. Isaías 29:19 “Entonces los humildes crecerán en alegría en Jehová, y aun los más pobres de los hombres se gozarán en el Santo de Israel. Esa es la actitud correcta ante la santidad de Dios. Y nos debe llevar a preguntar, ¿Quién soy yo para que Dios tenga de mí memoria? ¿Quién soy yo para que Dios me provea de alimento y me colme de bienes todos los días? ¿Quién soy yo para exaltarme por encima de los demás como superiores a mi prójimo, o mi hermano en la fe? Ellos son tan insignificantes que yo en comparación con Dios.

4. La santidad de Dios me debe llevar a vivir una vida consagrada a Dios. Dios se consagra a Sí mismo. Y nosotros, como sus hijos, debemos vivir vidas consagradas, es decir, separadas del pecado y orientadas hacia Dios. Dios requiere esto de nosotros. “Sed santos, porque Yo soy santo” (1 Pedro 1:16).  Y esto implica que mi vida debe girar en torno a Dios. Todo lo que hago, lo que hablo, lo que vivo debe ser consagrado a Dios. Él debe ser la prioridad en mi vida. Su reino, su Palabra, su adoración, su servicio, debe ser lo primero. ¿Es así en tu vida?

            Quiera Dios que así sea en la vida de cada uno de nosotros.

 

Sermón: Los atributos de Dios, su inmutabilidad (4 de 10)

Malaquías 3:6 “Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos.”

 

            El profeta Malaquías es el último profeta del AT. El escribe durante el ministerio de Esdras y Nehemías. Durante ese tiempo el pueblo de Dios había regresado de su exilio. Y en vez de estar alegres por haber regresado a su tierra natal el pueblo está desmotivado. Están viviendo en la tierra prometida, pero es un pueblo deprimido. El profeta Malaquías los llama a renovar su fe en Dios.

            El pueblo de Dios era un pueblo corrompido por el pecado y fue por eso que fueron llevados en cautiverio durante 70 años. Malaquías les anuncia que el Mesías vendría. Y que este Mesías vendría a purificar la nación. Aunque el pueblo de Dios era un pueblo rebelde Dios prometió perdón de pecados. El Mesías purificaría la nación, pero también castigaría al impío. El justo recibirá la recompensa de Dios, pero el impío recibirá el justo castigo de Dios.

            Fíjate cómo se revela Dios. El se revela como un Dios dispuesto a perdonar a su pueblo. Un Dios dispuesto a bendecir a su pueblo. ¿Y Por qué? ¿Por qué Dios actúa de esa manera con un pueblo rebelde, de dura cerviz, un pueblo que le ha fallado a Dios miles de veces? ¿Por qué Dios está dispuesto a tener misericordia del pueblo de Israel?  El profeta nos dice: porque nuestro Dios es Jehová.  ¡Dios es Jehová! El es el Dios eterno y más aún El es el Dios inmutable. “Porque yo Jehová no cambio”. Jehová es el nombre del Dios del pacto. Dios ha hecho una promesa de ser el Dios de su pueblo para siempre. Aunque el pueblo le abandonó, Dios no abandonó a su pueblo. Dios castiga a su pueblo, pero jamás lo abandona. Su castigo parecerá como un abandono. Pero realmente no es así. Dios es el mismo. El no cambia ni puede ser cambiado. El es inmutable. El es el Dios del pacto. Y es por eso que ustedes hijos de Jacob no habéis sido consumidos. Es porque nuestro Dios es fiel a sus promesas que ustedes no han sido destruidos de la faz de la tierra. Dios no es inconsistente sino todo lo contrario. Dios posee una inmutable constancia.

            Esta expresión es en respuesta a una queja del pueblo de Dios. El pueblo de Israel se estaba quejando de Dios. Quejándose de porqué Dios tardó en rescatarlos de la tierra de cautividad. El pueblo estaba acusando a Dios de crueldad y de negligencia. Dios te tardaste tanto es sacarnos de nuestro sufrir. A lo cual Dios les responde: ¿Tú sabes porque tú estás vivo todavía?, ¿Tú sabes el por qué tú respiras todavía? Tú estás vivo porque yo soy Jehová. Asómbrate de que no hayas sido destruido del todo o fulminado terminantemente. Yo no te he dado lo que tú mereces por tu pecado. Tú estás aquí hoy en la tierra prometida no porque tú eras excelente como pueblo, no porque te has portado bien conmigo sino porque yo soy Jehová que no cambio. Y tú en vez de humillarte ante mí te crees que eres la última coca-cola del mundo.  Estás vivo hoy porque yo soy Jehová. Yo soy inmutable en mi ser, en mis atributos y en mis propósitos.

I. Dios es inmutable en su esencia

II. Dios es inmutable en sus atributos

III. Dios es inmutable en sus propósitos

IV. Aplicación práctica.

 

I. Dios es inmutable en su ser o esencia:

            Todo lo que Dios es hoy El siempre lo ha sido. Dios no puede crecer, desarrollarse o mejorarse, El es inmutable. El no puede cambiar porque si cambia o sería para lo mejor, pero esto no es necesario porque El es perfecto. El no puede cambiar porque si cambia podría ser para lo peor, lo cual es imposible porque El es perfecto. Nada puede cambiar a Dios. Nadie puede cambiar a Dios. Su esencia es perfecta. No puede envejecerse. No puede deteriorarse. El no puede matarse así mismo. El es inmutable en su esencia.

            No solo no hay cambio en Dios, sino que no hay posibilidad alguna de cambio en Dios. ¿Por qué? Porque Él es bueno, es decir, perfecto. La bondad absoluta significa la absoluta perfección de su ser.  

            Todo cambia nuestro alrededor. Hay cambio, hay crecimiento y desarrollo. Inclusive la naturaleza humana de Jesús cambió. El como Dios, en su naturaleza divina no cambia. Hebreos 13:8 “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. Pero Jesús sí cambió en su naturaleza humana. El nació como bebé, se hizo niño y creció hasta convertirse en adulto. No solo su cuerpo creció sino también su alma maduró. Nos dice Lucas 2:52 “Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres. Pero en su naturaleza divina Jesús no cambia porque Él es Dios sobre todas las cosas y bendito por toda la eternidad.

                       

II. Dios es in mutable en sus atributos:

            Todos los atributos o perfecciones de Dios son siempre los mismos. Es imposible que Dios sea algo distinto de lo que El es hoy. Es imposible que Dios deje de ser misericordioso. Nosotros cambiamos. Constantemente cambiamos. Hoy estamos bien mañana mal. Hoy hacemos el bien y mañana hacemos el mal. Hoy prometemos algo y mañana rompemos nuestras promesas. Pero Dios no es así. Dios es santo y siempre será santo. Dios es justo y perpetuamente será así. Dios es fuego consumidor, ira destructora y El siempre permanecerá así. El no puede llamar hoy pecado a lo malo y mañana llamar bueno al pecado. Eso es lo que el mundo espera de Dios que El llame a lo bueno malo y a lo malo bueno. El mundo no soporta la inmutabilidad de Dios. El mundo no puede vivir con ella, porque sabe que la perfección moral de Dios les alcanzará.

            Pero para la Iglesia es un consuelo el saber que Dios no cambia en sus atributos y perfecciones. Su amor es el mismo, su santidad es la misma, su bondad es la misma y jamás se agotará. Nada de lo que El hace agota sus perfecciones. Cuando el creó los cielos y la tierra El no se cansó. Cuando El usa de su omnipotencia El no agota su poder. Todo para El es extremadamente fácil. El no cambia. Cuando trabajamos nos fatigamos, cuando practicamos un deporte por igual. Pero en Dios no existe el cansancio. Nada fatiga a Dios. El es inmutable en sus atributos. Es por eso que la Biblia dice que su verdad permanece para siempre. Salmo 119:89 “Para siempre, oh Jehová, Permanece tu palabra en los cielos.” Y su misericordia es para siempre, Salmo 100:5 “Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, Y su verdad por todas las generaciones.”

III. El es inmutable en su propósito:

            La voluntad de Dios no cambia. Sus propósitos jamás pueden ser cambiados. No pueden ser cambiados por El ni por nadie. Sus propósitos son eternos. Como Dios es perfecto entonces no hay necesidad de que cambie sus planes.  Salmo 33:11 “El consejo de Jehová permanecerá para siempre; Los pensamientos de su corazón por todas las generaciones.” Isaías 46:9-10Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero;”

            Pero si el consejo de Jehová no cambia, entonces sus propósitos no cambian. Pero si esto es así cómo explicamos que la Biblia nos habla del arrepentimiento de Dios. Y esto implica frustración de parte de Dios. Por ejemplo, en Génesis 6:6 “Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón.” Algunos toman estas palabras literalmente y dicen que Génesis da a entender que Dios se arrepintió como si después de haber hecho al hombre y el hombre pecar Dios dijera me equivoqué al crear al hombre. Dios estuvo frustrado.

            Para poder entender este pasaje es importante tener presente toda la Biblia. La Biblia habla de que Dios no cambia. De que sus propósitos no cambian, porque Dios es prefecto en todo lo que hace. Y un pasaje explícitamente dice que es imposible que Dios se arrepienta verdaderamente. Números 23:19Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta [lit. para que El cambie su mente]. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?”.  Este pasaje confirma lo que estamos diciendo que Dios es inmutable en sus propósitos. El no cambia su mente. Lo que El dice El lo cumple. El no miente y por tanto no se arrepiente porque no puede hacer nada malo. Teniendo esto presente, entonces, cuando Génesis habla del arrepentimiento de Dios no podemos entenderlo de un arrepentimiento en el sentido de frustración en Dios o cambio en el ser de Dios o en sus planes. Moisés habla metafóricamente, figuradamente. Y lo que quiere decir es Dios en su plan eterno e inmutable había incluido un cambio en sus tratos con el hombre, y Dios describe ese cambio en lenguaje humano como si fuera un arrepentimiento. Hermanos, en su propósito eterno Dios incluye muchos cambios en el mismo. Hablamos de antes de Cristo o después de Cristo. Hablamos del pacto de la circuncisión y la abolición del pacto de la circuncisión. Tales cambios fueron cambios establecidos en el plan eterno de Dios. Algunos parecen contradictorios para nosotros, como crear al hombre y después destruirlo. Pero tal cambio no ocurre ni el ser de Dios, ni en sus atributos ni en sus propósitos, porque Dios es inmutable.

IV. Aplicaciones prácticas:

1. Mira el amor tan grande que Dios tiene por su pueblo. Su amor por nosotros es inmutable. Su plan de redimirnos y llevarnos a la gloria es inmutable. Dios nunca nos desechará. Aunque nosotros merecemos que nos deseche. Fíjate lo que Dios le dice al pueblo de Israel. Malaquías 3:6-7 “Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos. Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis leyes, y no las guardasteis. Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mas dijisteis: ¿En qué hemos de volvernos?” Dios nos destruyó a su pueblo, aunque tenía razones suficientes para hacerlo. Durante toda su vida el pueblo de Israel ha sido desobediente. “Desde el día de vuestros padres os habéis apartado de mis leyes y no las guardasteis”. ¿Acaso no tenía razones Dios para desechar a un pueblo rebelde y de dura cerviz, es decir, orgulloso? Y la respuesta es que sí. Aun así, Dios es fiel a su pacto. Él es fiel a sus promesas. ¿Y acaso no podemos decir lo mismo de nosotros? ¿Acaso no tiene Dios razones para desecharnos? ¿Le amamos con todo nuestro, corazón nuestra mente, nuestra alma y nuestras fuerzas? ¿Acaso Dios no soporta las veces que le hemos dado una adoración superficial cuando nuestro cuerpo está aquí, pero estamos distraídos mirando a los niños, hablando con el hermano en el culto de adoración cuando deberíamos estar atentos a lo que se hace? ¿Acaso Dios no tiene razón para desecharnos cuando no leemos su Palabra que nos ha dejado para que la estudiemos? ¿Acaso no tiene razón Dios para desecharnos cuando no hemos trabajado con nuestros pecados de orgullo, impaciencia, envidia, vanagloria, pecados sexuales, descontento, mundanalidad, falta de compromiso, inconsistencia en la asistencia a la iglesia, falta de apoyo económico a la iglesia, falta de apoyo a los cultos de la iglesia, insumisión de las esposas y falta de ejercer un liderato fiel, amoroso y respetuoso a nuestras esposas, falta de oración, etc.? ¿No le damos razones todos los días para que nos abandone totalmente? La respuesta es que sí. Dios demuestra su enojo cuando no nos bendice. Si buscamos la bendición de Dios debemos buscarla acompañada de obediencia. Pero, aunque todos los días le damos razones a Dios para que nos deseche, Él ha dicho: Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos. Nuestra salvación descansa exclusivamente en su misericordia. ¡Cómo no debemos darle a Dios la mayor consagración de vida que Él se merece! ¡Cómo esto nos debe llevar a servirle, a servir a su Iglesia, a trabajar por el Señor, a buscar ganar almas para Cristo, a darle a Él lo mejor de nuestro esfuerzo, de nuestro tiempo, nuestros talentos! ¿Cuán agradecidos somos de su misericordia? ¿De su paciencia con nosotros? Todo esto debe impulsarnos a vivir para Dios porque su inmutabilidad implica favor eterno.

            Dios es inmutable en su ser, sus atributos y en sus propósitos. Y porque Dios es así nosotros debemos confiar plenamente en El, viviendo para Él.

 

Sermón: Los Atributos de Dios: la eternidad de Dios (3 de 10)

Salmo 90:1-17 “1. Señor, tú nos has sido refugio De generación en generación.  2. Antes que naciesen los montes Y formases la tierra y el mundo, Desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios. 3. Vuelves al hombre hasta ser quebrantado, Y dices: Convertíos, hijos de los hombres. 4. Porque mil años delante de tus ojos Son como el día de ayer, que pasó, Y como una de las vigilias de la noche. 5. Los arrebatas como con torrente de aguas; son como sueño, Como la hierba que crece en la mañana. 6. En la mañana florece y crece; A la tarde es cortada, y se seca. 7. Porque con tu furor somos consumidos, Y con tu ira somos turbados. 8. Pusiste nuestras maldades delante de ti, Nuestros yerros a la luz de tu rostro. 9. Porque todos nuestros días declinan a causa de tu ira; Acabamos nuestros años como un pensamiento. 10. Los días de nuestra edad son setenta años; Y si en los más robustos son ochenta años, Con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, Porque pronto pasan, y volamos. 11. ¿Quién conoce el poder de tu ira, Y tu indignación según que debes ser temido? 12. Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, Que traigamos al corazón sabiduría. 13. Vuélvete, oh Jehová; ¿hasta cuándo? Y aplácate para con tus siervos. 14. De mañana sácianos de tu misericordia, Y cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días. 15. Alégranos conforme a los días que nos afligiste, Y los años en que vimos el mal. 16. Aparezca en tus siervos tu obra, Y tu gloria sobre sus hijos. 17. Sea la luz de Jehová nuestro Dios sobre nosotros, Y la obra de nuestras manos confirma sobre nosotros; Sí, la obra de nuestras manos confirma.”

 

            Enseñarles a los niños es una cosa maravillosa para hacer. Es una de las cosas más difíciles también. Nos retan para que tratemos de buscar la forma más sencilla y clara de enseñanza. Y la sabiduría que muchas veces revelan es algo que penetra el corazón. Sus preguntas a veces son preguntas que nosotros mismos no nos hemos hecho. Tal vez ni siquiera habíamos considerado lo que los niños consideran. Y si somos honestos a veces sus preguntas revelan que nosotros hemos aceptados las cosas porque se nos han dicho que ellas son así, aunque no las hayamos analizado mucho.

            Una de las doctrinas más difícil de explicar, a parte de la doctrina de la Trinidad, es la doctrina de la eternidad de Dios. Dios es eterno. Suena tan fácil, suena tan sencillo que a veces creemos que comprendemos lo que estamos diciendo. Y cuando le explicamos a nuestros los niños sobre la eternidad de Dios nos damos cuentas que es un tema difícil.

            ¿Qué significa que Dios es eterno? ¿En qué consiste la doctrina bíblica de la eternidad de Dios? ¿Qué valor práctico tiene esta doctrina? De eso vamos a hablar en el día de hoy.

I. ¿Qué significa que Dios es eterno?

            El salmo 90 es el salmo clásico para tratar acerca de la doctrina bíblica de la eternidad. Fue escrito por Moisés, según nos dice el subtítulo del salmo. Esto significa que es el salmo más antiguo del salterio. E implica que fue escrito para los años de 1446-1406 A.C. escrito durante el tiempo de la peregrinación del pueblo de Israel, posiblemente, después del reporte negativo de los 12 espías.

            Moisés escribe como uno que ha tenido que ver la muerte de la generación del pueblo de Dios. Hoy estaban con él, pero mañana no. La muerte perseguía a Moisés durante esos 40 años en el desierto. Y en medio de esa calamidad y esa desestabilidad de la vida Moisés eleva una oración a Dios. Eso es lo que es este salmo, una oración a Dios sobre la eternidad de Dios y la transitoriedad del hombre. Y nos dice en esa oración que Dios es eterno. V. 2 “Antes que naciesen los montes Y formases la tierra y el mundo, Desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.” Fíjate la manera tan concreta en la cual la cultura oriental define las cosas. Moisés describe la eternidad de Dios es relación a la doctrina de la creación. Antes que los montes y la tierra fuera creada ya tú, oh Dios existías. Desde el siglo pasado y hasta el siglo futuro, tú eres y tú permaneces Dios.

            Filosóficamente lo podemos decir así: si algo existe ahora, algo ha existido por toda la eternidad. Si algo existe ahora es porque antes ha existido algo. Porque si no hubiera existido algo antes nada existiría. ¿Por qué? Porque de la nada nada sale. Por tanto, si algo existe ahora, algo o alguien ha existido desde la eternidad pasada. Es inevitable entonces, que algo o alguien estable, firme, auto-definido y que exista por sí mismo debe ser. Y por tanto que sea necesariamente la primera causa de todas las cosas.  Moisés nos dice que ese alguien lo es Dios.

            ¿Qué significa que Dios es eterno? Significa:

            1. Dios nunca ha tenido un comienzo. Dios siempre ha sido. Todos nosotros venimos de alguien. Hubo un momento en el mundo en el cual ni tú ni yo existíamos. Pero no es así con Dios. Él siempre ha sido porque Él es auto-existente. El existe necesariamente. Él es un ser necesario, pero nosotros no lo somos. Salmo 93:2 “Tú eres eternamente.”

            2. Dios nunca tendrá fin. Dios vive para siempre. Dios es inmortal. Salmo 105:25-27 “Desde el principio tú fundaste la tierra, Y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, mas tú permanecerás; Y todos ellos como una vestidura se envejecerán; Como un vestido los mudarás, y serán mudados; Pero tú eres el mismo, Y tus años no se acabarán”.

            Moisés nos dice qué consuelo es el hecho de que Dios es eterno. ¿Meditas en la eternidad de Dios? Eso es lo que llevó a Moisés a esta oración. Fue la eternidad de Dios lo que le dio consuelo. ¿Por qué?

II. La eternidad de Dios nos enseña a estar seguros

            El mundo es inestable. Las cosas del mundo cambian. El hombre cambia. Hoy están con nosotros y a nuestro favor, pero maña tal vez no. Pero Dios es eterno. Y su favor con nosotros es para siempre. V. 1 “Señor, tú nos has sido refugio
De generación en generación.”
La palabra aquí para Señor es en hebreo Adonai y esta significa Señor, Dueño y Amo. Él no es una deidad débil y frágil. El posee toda autoridad y señorío.

            Dios es para nosotros, nos dice Moisés, nuestro refugio. O en otras versiones que recogen mejor el original hebreo: Dios es nuestro lugar de morada, nuestra casa, nuestro hogar. En el hogar en donde yo encuentro paz, tranquilidad, sosiego, reposo y protección. Todas estas ideas están asociadas con la idea de morada.  Eso es lo que Dios es para nosotros. En otras palabras, no debemos tener temor si estamos solos, si las tormentas azotan nuestra vida, si hay la posibilidad de que enfermedades catastróficas vengan a nuestra vida, Dios es nuestro lugar de refugio. En Él y solo en El no encuentro tal seguridad que nada ni nadie me puede dar. No tengamos temor de nada Dios es nuestro refugio perpetuo porque Él es eterno. Y es a El dónde siempre podremos recurrir. Salmo 71:3 “Sé para mí una roca de refugio, adonde recurra yo continuamente. Tú has dado mandamiento para salvarme, Porque tú eres mi roca y mi fortaleza.” Salmo 91:9-10 “Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, Al Altísimo por tu habitación, 10 No te sobrevendrá mal, Ni plaga tocará tu morada”. En otras palabras, nada puede realmente dañar a los hijos de Dios. Podrán tocar nuestros cuerpos, pero jamás tocar nuestra alma.

            No solo eso, la eternidad de Dios nos enseña que Dios ha sido nuestro hogar “De generación en generación”, es decir, por toda la historia de nuestra vida. Dios ha sido nuestro refugio desde antes de nosotros haber nacido. Más aun desde la misma eternidad. Desde antes de nuestra conversión Dios ha cuidado a sus elegidos. Y Dios ordenó todas las cosas en nuestra vida y nos llamó en el día que Él ha planificado. Y nos sigue cuidando de tal manera que ninguno de los elegidos se perderá, sino que llegará a la gloria eterna.

III. La eternidad de Dios nos enseña lo breve y frágil que es la vida

            La eternidad de Dios nos enseña que nuestra vida aquí en la tierra es breve. La vida de Dios es eterna, pero nuestra vida aquí es corta. Nuestro tiempo de vida es limitado. Nuestros días son pocos y están todos contados. Nuestra vida es como el polvo. V. 3 “Vuelves al hombre hasta ser quebrantado, Y dices: Convertíos, hijos de los hombres.” LBLA nos da una mejor traducción V. 3 “Haces que el hombre vuelva a ser polvo, y dices: Volved, hijos de los hombres.”  

            La eternidad de Dios pone en justa perspectiva la brevedad de la vida. Cuando comparado con Dios la vida humana es nada, unas pocas horas. V. 4 “Porque mil años delante de tus ojos Son como el día de ayer, que pasó, Y como una de las vigilias de la noche.” Las vigilias de la noche eran de 4 horas. Un milenio para Dios es como 4 horas del tiempo del ser humano. Las vigilias duraban 4 horas. Somos como una hierba que hoy es mañana no está. V. 5-6 “Como la hierba que crece en la mañana. En la mañana florece y crece; A la tarde es cortada, y se seca.” Así de corta y frágil es nuestra vida.

            Pero, aunque la vida aquí es corta, la vida después de la muerte es eterna. Hay algunos que despertarán a vida eterna, al gozo del Señor, al disfrute de Dios y la vida abundante porque han puesto su fe en Jesucristo. Han hecho de Cristo su refugio eterno. Pero hay otros que despertarán a la muerte eterna. Y esto nos dice Moisés os debe dar temor.

IV. La eternidad de Dios nos enseña a temer su ira

            ¿Por qué la eternidad nos enseña a temer su ira? Porque su ira es eterna. Su ira es justa. V. 7-8 “Porque con tu furor somos consumidos, Y con tu ira somos turbados. Pusiste nuestras maldades delante de ti, Nuestros yerros a la luz de tu rostro”. Dios es justo cuando castiga. Y su ira es fuerte. Toda la generación que salió con Moisés de Egipto, murió en el desierto, excepto Josué y Caleb. Inclusive Moisés y Aarón no entraron a la Tierra Prometida por causa de su pecado.

            Por eso Moisés nos enseña que la ira de Dios es algo incomprensible. No lo podemos entender plenamente. V. 11 “¿Quién conoce el poder de tu ira, Y tu indignación según que debes ser temido?” La respuesta es nadie. Nadie conoce el poder de la ira de Dios. Solo los que están en el infierno conocen algo de la ira de Dios. Pero nadie conoce a cabalidad el poder de su ira. Y porque Dios es eterno su ira es eterna. No habrá un momento de descanso en el infierno. No habrá la más mínima mitigación de su ira allí. Lázaro fue recibido en el seno de Abraham y allí fue consolado, pero el rico ni siquiera recibirá una gota de agua que calme el ardor de su sed, en otras palabras, no habrá la más mínima misericordia en el infierno para los pecadores.

            Pero Jesús es nuestro refugio de la ira de Dios. En la Cruz Jesús recibió la descarga de la ira de Dios por los pecados. El murió en lugar de los pecadores. Y todos los que ponen su fe en El como su Señor y Salvador son librados de la ira de Dios.

            La eternidad de Dios nos debe llevar, entonces, a temer su ira.

            Pero también la eternidad de Dios nos lleva a postrarnos delante de Él.

V. La eternidad de Dios nos enseña a orar

            A orar por sabiduría para entender sobre la brevedad de la vida. V. 12 “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, Que traigamos al corazón sabiduría.” La tendencia de los seres humanos es a actuar como si nunca fuéramos a morir. Como si el tiempo es algo barato y podemos desperdiciarlo como si nada. Pero Moisés nos enseña a que debemos contar nuestros días, discernir lo breve que es. Ver la vida con la seriedad que debemos verla.

            Solo tenemos 168 horas a la semana, 52 semanas al año y como una regla general entre 70 a 80 años de vida. Y en ese tiempo debemos hacer lo que realmente es importante. Por eso debemos orar por sabiduría para hacer lo que verdaderamente cuenta. No tenemos tiempos para perder sino para redimir.

 

            Debemos orar también para que Dios balancee nuestras aflicciones con su bendición. V. 13-15 “13. Vuélvete, oh Jehová; ¿hasta cuándo? Y aplácate para con tus siervos. 14. De mañana sácianos de tu misericordia, Y cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días. 15. Alégranos conforme a los días que nos afligiste, Y los años en que vimos el mal.” En otras palabras, orémosle a Dios que en su misericordia nos envíe bendiciones y alegría a nuestras vidas. Cuando entendemos lo corto que es nuestra vida entonces apreciaremos el beneficio de una vida tranquila y quieta, vivida en santidad y piedad. Entonces apreciamos a disfrutar de las bendiciones de Dios y a evitar todo revolú innecesario. Entonces nos damos cuenta que la vida es muy corta para pelear por tonterías. Dejar de hacer de cosas pequeñas una montaña.

            Y, por último, debemos orar que Dios bendiga a nuestros hijos y perpetúe nuestra obra. V. 16-17 “16. Aparezca en tus siervos tu obra, Y tu gloria sobre sus hijos. 17. Sea la luz de Jehová nuestro Dios sobre nosotros, Y la obra de nuestras manos confirma sobre nosotros; Sí, la obra de nuestras manos confirma.” Cuando partimos de este mundo nosotros no tenemos control de lo que dejamos ahí. Podemos dejar un testamento para que se disponga nuestra última voluntad. Pero en última instancia nosotros no tenemos control de lo que sucede después. Y es nuestro anhelo que nuestros planes permanezcan. Que los nuestros estén bien. Que nuestros hijos sigan por el buen camino. Que la obra de la iglesia siga adelante. Pero, aunque ese es nuestro anhelo, nada de lo que hagamos lo podrá garantizar. Solo Dios puede perpetuar su bendición sobre nuestros hijos porque Dios es eterno.

            Por eso Moisés ora a Dios que El confirme, establezca y preserve a nuestros hijos. Oh Dios, preserva a nuestros hijos en tus caminos. Que sigan el camino recto que les hemos enseñados. Que sean hombres y mujeres de bien. Que sean hombres y mujeres trabajadores. Que se conviertan en los líderes de la iglesia. Que luchen por la verdad del evangelio. Que perseveren en el camino que lleva a la vida eterna. Que Jesús sea para ellos un refugio eterno. Solo Dios puede garantizar esto, porque Él es eterno.

Aplicaciones:

1. La eternidad de Dios nos enseña que Dios interviene en el tiempo. Y que Él tiene un tiempo señalado para todo. Eclesiastés 3:1 “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.” Por tanto, aprendamos a esperar pacientemente el tiempo del Señor. Salmo 40:1-4 “Pacientemente esperé a Jehová, Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, Y confiarán en Jehová. Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza,”.

2. Este es el tiempo de salvación y no hay otro más. Este es el tiempo que cuenta para la vida eterna o la muerte eterna. Lo que hagas ahora cuenta para siempre. ¿Es Cristo Jesús tu único refugio? ¿Es Cristo Jesús en quién te escudas de la ira de Dios sobre el pecado? Así como creer en Él es vida eterna, el rechazarle es muerte eterna. Solo hay dos caminos: vida eterna y muerte eterna. Ven a Jesús.

3. Jesús es refugio eterno a todos lo que en El confían. No temamos el mañana. No temamos la soledad. No temamos las enfermedades. No temamos las tormentas de problemas. Dios ha sido nuestro refugio de generación en generación. Él siempre ha estado con nosotros aun sin ni siquiera nosotros saberlo.  Por tanto, búscalo. Él es tu paz, tu seguridad, tu protección, tu descanso para siempre, porque Él es eterno.

Sermón: Los Atributos de Dios, La infinitud de Dios (2 de 10)

 1 Reyes 8:27 “Pero ¿es verdad que Dios morará sobre la tierra? He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado?”

 

            Te gustaría tener el poder de estar en cualquier sitio sólo con el chasquido de tus dedos. Te gustaría tener el poder de estar hoy aquí y en un par de segundos en España, o en Paris, o en Italia, o en Japón. Te gustaría tal poder. Estamos aquí ahora, pero si mi hijo, que vive en Alemania, me necesitara, me gustaría tener el poder de estar allí en segundos. O si mi padre o mi madre me necesitan, poder estar allí para socorrerlos con tan sólo tronar los dedos. 

            Te gustaría que hubiera dos tú. Dos Roberto, dos Irma, dos Frank, dos Daly, dos Juanita. A veces pensamos: no tengo tiempo, tengo tantas cosas que hacer, si hubiera otro yo entonces podríaa la misma vez estudiar con mi hijo, fregar los trastes, hacer la compra, lavar los carros, leer para divertirme, etc. ¿Te gustaría poseer tales poderes?

            Bueno de algo parecido vamos a hablar hoy.

            Estamos estudiando la pregunta y respuesta del Catecismo Menor de Fe de Westminster. Este catecismo fue escrito para los niños y las personas nuevas en la fe. Contiene todo lo que debemos conocer y creer, como creyentes bíblicos y también todo lo que necesitamos conocer para poder crecer como cristianos maduros en la fe.

            La pregunta y respuesta 4 dice: ¿Qué es Dios? R. Dios es un Espíritu infinito, eterno e inmutable en su ser, sabiduría, poder, santidad, justicia, bondad y verdad.

            Aprendimos que Dios es Espíritu. El no tiene un cuerpo como nosotros. Pero si los ángeles son espíritus también y nuestras almas son espíritus qué distingue entonces a Dios quien es también Espíritu. Lo que lo distingue es que El es un Espíritu infinito, eterno e inmutable en su ser y perfecciones. Y por tanto los tres adjetivos: infinito, eterno e inmutable distinguen y cualifican los 7 nombres que se mencionan en esta respuesta. Es decir, Dios es infinito, eterno e inmutable en su ser y en todas sus perfecciones. El es infinito, eterno e inmutable, en su sabiduría; El es infinito, eterno e inmutable en su poder, en su amor, etc. El es infinito, eterno e inmutable en todas sus perfecciones. Ese es el Dios que adoramos. Ese es el Dios creador de los cielos y de la tierra. Ese es el Dios que servimos.

            Por lo tanto, para poder formar una idea correcta de lo qué es Dios debemos, en primer lugar, quitarle a Él toda imperfección que nosotros vemos en la criatura. Y al hacerlo así adquirimos los atributos incomunicables de Dios, es decir, estas perfecciones que sólo Dios posee y nadie más. Sólo Dios es infinito, eterno e inmutable. Estos son los atributos incomunicables porque no son dados a la criatura. Sólo Dios los posee. Sólo Dios es infinito, solo El es eterno y solo El es inmutable. El es distinto de nosotros. El posee atributos incomunicables.

            En segundo lugar, para formar una idea correcta acerca de lo que es Dios debemos otorgarle a Dios todas las cosas hermosas que vemos en las criaturas. Pero, se las otorgamos en un grado sin límite, en grado superlativo. Entonces decimos que Dios sabio, pero su sabiduría es infinita. Decimos que El es justo, pero su justicia es infinita. Estos son los atributos comunicables de Dios porque la criatura posee estas virtudes: conocimiento, poder, bondad, etc. aunque en grado infinitamente menor de lo que se encuentran en Dios.

            Una nota importante acerca de este ser maravilloso el cual es Dios. ¿Cuál es la relación entre el ser de Dios y sus atributos? ¿Cómo se relacionan? Decimos que todos los atributos o perfecciones en Dios son Dios mismo. Es decir, su sabiduría es Dios mismo conociendo. Su poder es Dios mismo actuando. Su amor es Dios mismo amando. Su bondad es Dios mismo siendo bondadoso. Dios y sus perfecciones son uno y lo mismo.

            Ahora bien, habiendo estudiado acerca de la espiritualidad de Dios, nuestro catecismo o manual de enseñanza, nos dice que Dios es infinito. Hoy vamos a estudiar acerca de la infinitud de Dios a la luz de la Biblia. ¿Qué nos quiere enseñar la Biblia, la Palabra de Dios, cuando dice que Dios es infinito?

I. Dios no tiene límites

            Dios no tiene límites, no tiene barreras. Nada ni nadie puede contener a Dios. Nada ni nadie puede medirle. El es sin límites. Eso es lo que nos enseña 1 Reyes 8:27. En esta oración de Salomón, él reconoce la misericordia de Dios. Dios en su misericordia habita en medio de su pueblo. Dios “desciende” para hacer su morada entre nosotros. Dios “monta” su tienda en medio de su familia. Y esto es un acto de misericordia. Por eso en asombro decía el salmista en el Salmo 8 ¿Qué es el hombre para que tengas de El memoria? No somos nada para que Dios tenga memoria de nosotros. Somos tan insignificantes en comparación con Dios para que El se preocupe por nosotros. A nosotros, que somos menos que nada, que somos como el polvo de la tierra, que somos cenizas, Dios se digna en vivir en medio nuestro y dentro de nosotros. Dios es misericordioso.

            Pero después de reconocer la misericordia y compasión de Dios Salomón reconoce que Dios es más grande que todo lo que existe. El templo construido como casa de adoración no puede contenerle. Si los cielos mismos no pueden contener a Dios cuanto menos este templo construido por nosotros mismos. Dios es infinito. El trasciende todas las cosas. Él es más allá de todo lo creado.

II. Dios es inmenso           

            El catecismo más específicamente nos dice que Dios es infinito en su ser. Y esto significa hermanos que su ser o esencia no tiene límites. Y el término teológico es que Dios es inmenso. Hablamos de la inmensidad de Dios. ¿Qué significa? Significa que Dios lo llena todo. No hay lugar en este universo donde Dios no esté. Él está en estos momentos en este lugar. Él está en su esencia en este lugar. Él está “físicamente” en este lugar. El no solo sabe lo que hacemos aquí, sino que Él está aquí en su ser. Él lo llena todo, Él es inmenso en su ser. No es que Él está en el universo sino todo lo contrario: “En el vivimos, nos movemos y somos” Hechos 17:28.

            No debemos ver esta inmensidad de Dios como cuando uno se acuesta en la cama. Por ejemplo, cuando yo me acuesto en la cama, por el hecho de que soy alto, yo “lleno” la cama con todo mi cuerpo. Pero hay partes de la cama que yo no todo y hay partes de la cama que yo toco más que otras partes. Mis brazos ocupan menos espacio que mi torso. Pero no es así con Dios. Él lo llena todo con la totalidad de su ser.  Dice Jeremías 23:24 “¿Se ocultará alguno, dice Jehová, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra?”

            Salmo 145:3 “Grande es Jehová, y digno de suprema alabanza; Y su grandeza es inescrutable.” Porque Dios es grande, es digno de suprema adoración. Mira la grandeza de Dios y adórale. Algunos nos consideran tontos o ignorantes por adorar a Dios. Pero acaso no es lógico adorar lo perfecto. Acaso no es lógico adorar lo que es infinito en su ser y perfecciones. Es racional adorar a un Dios infinito. Es irracional adorar a la criatura, porque ésta no es perfecta, ni infinita en su ser.

III. Dios es omnipresente

            Porque Dios es infinito, no sólo en su ser, sino también en relación al espacio, Él es omnipresente. El está presente en todo lugar de este universo. Dios está en todas partes. El está presente en los cielos, los cielos son el trono de Dios. El está presente en la tierra, la tierra es el estrado de sus pies. El está presente en lo profundo de la mar. En medio de la iglesia El está. Dios está aun en el infierno, como el fuego de la ira que devora a los que son castigados allí. El está en todas partes. El está presente con su misma esencia, con su propio ser. Salmo 139:7-12 “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba Y habitare en el extremo del mar, Aun allí me guiará tu mano, Y me asirá tu diestra. Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; Aun la noche resplandecerá alrededor de mí. Aun las tinieblas no encubren de ti, Y la noche resplandece como el día; Lo mismo te son las tinieblas que la luz.” Realmente no es que Dios está en todas partes, sino que todas las cosas están delante de Él. Hebreos 4: 13 “Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta. Todo lo que hacemos, todo lo que pensamos, sentimos, lo hacemos delante de Él, frente a Él. Nada escapa a su ojo omnisciente.

IV. Dios es infinito en todos sus atributos    

            El catecismo nos enseña que Dios es infinito en todas sus perfecciones. El es infinito en su sabiduría, en su poder, en su justicia, en todas sus perfecciones. Todo lo que Dios es y posee Él lo posee a la perfección. Su poder es perfecto, su misericordia es perfecta. Él es perfecto.

            El hecho de que Dios es infinito en su ser y perfecciones nos enseña que Dios es incomprensible. No podemos entender plenamente y a capacidad a Dios. Esta doctrina de la incomprensibilidad de Dios es importante, sobre todo en nuestra tarea de confesar a Cristo delante de los hombres. Cada uno de nosotros debe de estar procurando compartir a otras personas lo que está aprendiendo de la Biblia. Hermanos, no podemos entender plenamente a Dios. Por ejemplo: cuando nos encontramos con una persona que no cree en la doctrina de la Trinidad o nos dice que no cree en la doctrina de la Trinidad porque no la entiende, es nuestro deber decirle: Nosotros podemos entender la doctrina de la Trinidad: que Dios es uno en esencia y tres en persona. Pero, aunque lo podemos entender no lo podemos comprender. Dios es infinito es su ser y perfecciones. Y nuestra mente es finita. Nuestra mente es como un vaso de siete onzas y el ser de Dios es como los cinco océanos que hay en este planeta. Es imposible poner toda el agua de los océanos en un vaso de siete onzas. De igual manera es imposible que nuestra mente finita pueda entender a plenitud el ser de Dios. Así que la incomprensibilidad de Dios es un argumento válido en nuestra defensa de la fe y en nuestra tarea evangelística. No nos olvidemos de las palabras de Jonathan Edwards: “no te extrañes que encuentres cosas difíciles de entender acerca de Dios. Dios es infinito en su ser y perfecciones. Es lógico que si tratamos del ser de Dios haya cosas difíciles de entender”.

Aplicación:

1. Es importante el tener una concepción correcta acerca de Dios. Dios no es glorificado si tenemos una idea equivocada acerca de quién es El y cómo es El. Hoy día muchos tienen ideas distorsionadas acerca de Dios. Por eso estamos dedicando tiempo para aprender acerca de Él y así penetrar en una mayor intimidad con Dios. Mientras más conocemos a Dios más le admiramos y más le amaremos. Si nuestras ideas acerca de Dios son errores estaremos sirviendo a un dios desconocido que no el Dios verdadero. Hoy día predomina varias ideas equivocadas acerca de Dios. Para unos Dios es el verdugo que está esperando con ansias el que las personas pequen para castigarlos en el infierno. Para otros, Dios es el abuelito que lo permite todo y no quiere que sus criaturas sufran lo más mínimo. Dios no solo permite que pasemos por tribulaciones, El determina esas tribulaciones, según su sabiduría. Dios no ha prometido que tu vida será color de rosas. Que estará libre de enfermedades, injusticias, sufrimientos. Pero Dios es señor sobre todas estas cosas. Otros piensan que como todas las cosas cambian y evolucionan, Dios también cambia y evoluciona. (Teología del Proceso). Tales ideas son contrarias a la Palabra de Dios. Tal dios no es el Dios de la Biblia. Y estas personas se destruyen a sí mismos con ideas erróneas acerca de Dios. Dios es perfecto en su ser y perfecciones porque Él es infinito. Nuestra meta es conocerle cada día más según Él se nos ha revelado. Nadie tiene derecho de pensar cómo es Dios según su placer. Nuestro deber es pensar y creer acerca de Dios como Dios mismo se ha revelado en la Palabra de Dios. ¿Es tu concepto de Dios uno bíblico?

2. Dios es infinito en su Ser y perfecciones. Por eso cuando vamos delante de el en oración cree que Dios tiene el poder, la sabiduría y la misericordia perfecta para cada una de nuestras necesidades. No dudemos de lo que Dios es y de lo que Él puede hacer. Pero no te olvides, Él es un ser personal. Y Él es soberano en lo que hace. Él no es una máquina que se le pedimos las cosas tres veces El hará lo que le pedimos. Sometámonos a su señorío con la confianza de Dios todo lo puede porque Él es infinito. Pero reconozcamos que como Rey que es El decide lo mejor para nosotros. Y en esto debemos descansar.

3. No hay día que nosotros pequemos. No hay días que nosotros no nos desvíes de la Palabra de Dios. Y nuestros pecados por ser contra Dios en primer y último lugar nos separan de Dios. Pero que consuelo el saber que Dios es infinito en misericordia. No hay pecado tan grande que Dios no pueda perdonar si con verdadero arrepentimiento lo confesamos y nos apartamos de El. La sangre de Jesús es infinita para limpiarnos de toda maldad. El perdón salvador de Dios es “infinito”. El ha dicho que tomará nuestros pecados y los hundirá en lo profundo de la mar. Y dice y no me acordaré más de ellos. No me acordaré jamás de ellos.

4. El Espíritu Santo es infinito en su ser y perfecciones. Nadie puede purificar nuestra mente ni nuestro corazón sino El. Nuestra mayor lucha lo es contra el pecado. Nuestra mente tiene pensamientos impuros. Nuestro corazón deseos carnales. Y nuestros sentimientos emociones pecaminosas. En medio de nuestras tentaciones, impaciencias, temores exagerados, furias, odios, envidias, violencia, depresiones, Dios Espíritu Santo es el agente de la santidad. Busca en el Espíritu infinito la liberación del poder del pecado. Sólo El te santifica. Solo El te ilumina hacia la verdad. Solo El vence el pecado en tu vida. Solo Él te guía hacia la ciudad celestial donde había nuestro Dios infinito.

Sermón: Juan 4:24 Los Atributos de Dios: la espiritualidad de Dios (1 de 10)

 Juan 4:24 “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.

 

            El contexto de este pasaje es increíble. Nos revela que Jesucristo era un verdadero cura. El es un verdadero médico del alma.            Jesús está en Samaria y se encuentra con una mujer y conversa con ella. ¿Y qué tiene de interesante eso? Mucho. Era la costumbre de la sociedad que los hombres no hablaran con las mujeres. Era mal visto socialmente. En esa cultura machista hablar con una mujer en público era socialmente reprendido. Y de todos modos vemos a Jesús hablando con una mujer en público. Jesús no se dejaba controlar por las costumbres de la sociedad que fueran en contra de la Palabra de Dios.

            Los discípulos se preguntarían, pero… qué le pasa a Jesús. ¡Nadie en la sociedad judía hace eso! ¿Por qué tú hablas con una mujer en público? A lo cual Jesús les pudo preguntar, aquí yo imaginándome la escena, ¿y dónde en la Biblia dice que yo no puedo hablar con una mujer en público? ¿Dónde en la Biblia se enseña eso? Hermanos nosotros somos llamados a imitar a Jesús en esto. Nuestra mente debe ser bíblica. Dios no nos manda a que sigamos las costumbres de la sociedad que sean contrarias a la Palabra de Dios. De aquí vemos hermanos, ¡cuán liberador es el evangelio de Jesucristo! ¡Cuán justo, compasivo, y tierno es Jesucristo! Digo es porque Jesús vive para siempre. El evangelio nos libera del pensamiento esclavista de la sociedad.

            No sólo eso. Lo interesante lo acentúa el hecho de que la mujer era samaritana. Y los judíos no se llevan con los samaritanos. Ellos rechazan la raza samaritana por ser una raza mezclada de judíos y gentiles. Pero Jesús no limita su evangelio a una sola raza. El evangelio lo es para todas las razas y lenguas del mundo. Jesús no era una racista. Y nosotros debemos aprender lo mismo de Jesús. En tu trato con personas de otras nacionalidades, ¿te preocupas por su salvación? ¿Te atreves a compartir el evangelio con esas personas? ¿Cómo te sentirías que haitianos o chinos fueran miembros de esta iglesia? El evangelio es para todos los pueblos del mundo, no importa lo distinto que sean de nosotros.

            Luego de que Jesús descubre el pecado de la mujer samaritana y le muestra que sólo El posee agua de vida eterna, Jesús se enfrasca en un debate de teología sistemática. Eso es bueno para nosotros que no nos atrevemos a debatir sobre religión, vemos a Jesús debatiendo con una mujer sobre un tema muy importante, la adoración a Dios. La mujer le dice a Jesús, que los judíos dicen, que debemos adorar a Dios en Jerusalén, mientras que los samaritanos dicen que debe ser en el monte Gerizim. A lo cual Jesús le dice: los judíos tienen la razón. Es en Jerusalén que Dios mandó que le adoráramos. Pero eso estaba a punto de cambiar. V. 21Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.” ¿Por qué no va a ser necesario que se adore en Jerusalén solamente? Porque Dios es Espíritu. El no está limitado a un lugar. El está en todas partes. Hermanos, cuán importante es esto. No podemos limitar a Dios. No debemos limitar a Dios. A Dios no lo podemos encajonar. El es Espíritu libre. El es soberano. Nadie puede controlarle, ni encajonarle. El es como el viento. El sopla de donde quiere y “va” a donde quiere y hace lo que le place. Dios es Espíritu. Y por tanto como El es Espíritu hay que adorarle espiritualmente y conforme a la verdad.

            Fíjate bien lo que Jesús está haciendo. Jesús nos da la doctrina correcta acerca de Dios, El nos da una teología correcta y luego nos da la práctica correcta de la teología. Es decir, para poder adorar a Dios correctamente debemos tener una teología correcta. Nuestra doctrina de Dios debe determinar nuestra adoración.

            Es por eso hermanos que continuamos nuestro estudio del Catecismo Menor de Fe de Westminster con la pregunta número cuatro. Solo cuando conocemos la verdad acerca de Dios es que le podemos dar la adoración correcta que Él se merece. Doctrina y práctica. Ese es el orden correcto.

            Esta pregunta y respuesta número cuatro tiene una historia impresionante. Cuando los teólogos de Westminster se reunieron para tratar acerca de qué es Dios todos ellos frisaron. No sabían cómo contestar esta pregunta tan sublime. A lo cual pensaron que lo más sabio sería buscar de Dios la respuesta. Decidieron que deberían orar de nuevo, pero esta vez deberían escoger al más joven del grupo. ¿Por qué el más joven? Porque Dios nos dice de labios de Jesús en Mateo 11:25En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.” Dios oculta Su sabiduría de los sabios, de los que buscan ser sabios en su propia opinión y no sabios según la sabiduría que da Dios. Dios revela su voluntad a los niños o más bien a los que tienen un corazón de niño. Aquellos que reconocen que no saben nada y que Dios lo sabe todo. Y luego de escoger al más joven entre ellos y preparados sus corazones para orar este joven oró así: Oh Dios tu eres un Espíritu, infinito, eterno e inmutable en tu ser, sabiduría, poder santidad, bondad, justicia y verdad. Luego de terminada la oración uno de ellos se apresuró a escribir el inicio de la oración la cual se convirtió en la contestación de la pregunta 4 del catecismo. Dios había contestado tal oración. Se cree que quien oró lo fue George Gillespie, comisionado de la iglesia de Escocia en la asamblea. ¿Por qué él? Porque él era el más joven, con 33 años de edad.

            La pregunta y respuesta número 4 es la siguiente. ¿Qué es Dios? R. Dios es un Espíritu, infinito, eterno e inmutable en su ser, sabiduría, poder santidad, bondad, justicia y verdad. Y es de esta pregunta y respuesta que nos ocuparemos los próximos domingos.

            Veamos el pasaje de Juan 4:24.

            Jesús nos dice que Dios es Espíritu. Esta oración, aunque dada a la mujer samaritana para propósitos prácticos es también, en un sentido, una definición. Decimos en un sentido porque la Biblia no nos da una definición de Dios. Si buscáramos saber cuál es una definición aproximada de lo que es Dios, Juan 4:24 es la respuesta. Jesús nos dice que Dios es Espíritu. Ahora bien, en el griego el orden es invertido [πνεῦμα ὁ θεός]. La palabra Espíritu es la primera palabra de la oración. Esto significa que el énfasis recae en la palabra Espíritu. Espíritu es Dios. Es decir, Dios es Espíritu por excelencia. Dios es Espíritu en la forma más perfecta que pueda existir. El no es un Espíritu. El es en sí mismo Espíritu en forma absoluta. Así que lo primero que nos enseña el Catecismo Menor es sobre la espiritualidad de Dios.

            Ahora bien, qué nos enseña la Biblia sobre la espiritualidad de Dios. La Biblia nos quiere enseñar varias cosas:

            I. Dios es una substancia.

            Por decir que Dios es una substancia lo que la Biblia nos enseña es que Dios es un ser real. Él no es materia.  Su esencia no es material sino espiritual. Él no es el producto de la imaginación de los hombres. Algunos piensan que Dios es un invento. Y dicen que: la idea de Dios fue inventada para poder explicar las cosas que no entendemos. Los indios taínos tenían muchos dioses. ¿Por qué? Porque para ellos todo lo que era asombroso, lo que no podían explicar, un dios. Como no entendían lo que era un huracán y viendo lo peligroso y poderoso que era decían este es el dios Juracán que viene a castigarnos.  Es por eso que muchos piensan que la idea de Dios es sólo eso, una idea.  Jesús nos dice que Dios es Espíritu. El no es una idea, El posee una substancia espiritual. El existe como un ser real. Él no es fruto es nuestra imaginación. ¿Cómo lo sabemos? Porque El mismo se ha revelado. Nosotros le conocemos porque El mismo ha tomado la iniciativa en darse a conocer. Así que el conocimiento que tenemos de Dios no es creado por nosotros sino impartido hacia nosotros por Dios mismo. Dice Pablo en Romanos 1:19 “porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó.

            II. Dios posee todos los atributos que poseen los espíritus.

            Dios piensa, El actúa. El quiere y desea. El es Espíritu. El sabe lo que haces, cómo lo haces y dónde lo haces. El no solo tiene entendimiento, sino que El actúa. Ya que posee poder para actuar. Por tanto, El posee los atributos de ser consciente de Sí mismo y de actuar por Sí mismo. El entonces, nos entiende. Podemos hablar con Él y saber que Él puede comprender lo que le decimos o le pedimos. Él no es impersonal sino todo lo contrario, Él es personal. Y nos relacionamos a Él como una persona se relaciona con la otra. Y sabemos que cuando oramos y le pedimos que actúe según a Él le plazca, sabemos que El actúa. ¡Cuán absurdo es orar a una piedra, a una estatua, al universo, o a cualquier ser creado! 

            III. Dios es perfecto en su ser.

            Los ángeles son espíritus, pero son espíritus creados. Dios es Espíritu no creado. Nuestras almas son espíritu también. Pero nuestras almas son también creadas y no son absolutamente necesarias como Dios es. Dios es absolutamente necesario. Pero nosotros no. El no necesita de nada ni de nadie. Pero nosotros lo necesitamos absolutamente. Él ha creado nuestras almas. Todo lo que nosotros tenemos lo recibimos de Dios. El poder pensar, el poder desear, el gustar y saborear la comida, nuestros ojos.; todo lo tenemos de Dios. Pero Dios posee sus perfecciones de sí mismo. Nadie le ha dado a El nada. Nadie le ha dado su sabiduría. Nadie le ha dado su fuerza y poder. El lo posee todo de sí mismo. Él es un Ser absoluto. Poseemos a un Dios perfecto en todo su Ser y perfecciones. Y Él es nuestro Padre celestial.

            IV. Dios es incorpóreo.

             El espíritu no tiene un cuerpo como nosotros. Ese es uno de los atributos de todo espíritu. Jesús dijo en Lucas 24:39Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.” Pero un momentito. ¿Acaso la Biblia no habla de los ojos de Dios, del rostro de Dios, del brazo de Dios? Claro que sí. Tal lenguaje es antropomórfico, o lenguaje figurativo. Se habla así de Dios por causa de lo débil de nuestra mente para entender a Dios. Es como cuando le hablamos a un niño. Le hablamos de una manera extremadamente sencilla y concreta para que pueda entendernos. Hay un hablar de bebé en todo esto. Dios desciende a hablarnos como bebés para que podamos entenderle, ya que Él es mucho más grande que lo que nosotros nos podemos imaginar. Por eso hermanos cuando leamos en la Biblia acerca del oído de Dios, o sus ojos, no pensemos que Dios tiene ojos ni oídos, sino que la idea que nos quiere dar es que Dios es omnisciente: todo lo sabe, todo lo conoce. Cuando habla acerca del brazo de Dios debemos entender el poder omnipotente de Dios. De su rostro: su amor y bondad generalmente. Dios es incorpóreo, no tiene un cuerpo.

            V. Dios es invisible.

            No lo podemos ver con los ojos del cuerpo. Nadie lo puede ver. Ni siquiera en los cielos podremos ver a Dios. 1 Timoteo 1:17Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.” Su invisibilidad no implica que no sea real. No vemos la fuerza de la gravedad, ni vemos el dolor, no vemos el amor, pero sabemos que son reales.

Aplicaciones prácticas:

1. Como Dios es Espíritu, Él requiere que su adoración sea en espíritu y en verdad. ¿Qué significa? El busca a adoradores verdaderos, sinceros, genuinos. Dios busca a personas que le adoren con sus labios pero que le adoren con el corazón. Que haya sinceridad en la adoración. Dios aborrece una falsa adoración. Dios aborrece una adoración hipócrita. Dios aborrece un corazón que no se arrodilla, aunque esa persona se arrodilla con sus piernas. Dios no acepta como verdadera adoración cuando nuestro cuerpo está aquí pero no nuestra mente. Cuando nuestros oídos están aquí pero nuestro corazón está en otro sitio. Cuando pensamos en nuestro corazón: Ah, si yo estuviera en otro lugar, yo no sé porque yo pierdo mi tiempo aquí. Dios no acepta nuestros cánticos si no son cantados con un corazón salvado, con un corazón creyente. La adoración que Dios requiere debe ser “con una aprehensión y conocimiento salvador de quien Dios es en Cristo a los pecadores” (Thomas Boston). Dios es Espíritu y requiere por tanto una adoración del corazón. Fíjate que Jesús dice: es necesario que adoren de tal manera, en espíritu y en verdad. Hermanos adorar a Dios no es una tontería. Es algo sumamente importante. Jesús dice que debemos adorar a Dios de una manera especial. No, a nuestro capricho. Debemos ser celosos de nuestra adoración a Dios.

2. Al Jesús decir que Dios es Espíritu nos quiere decir que El es el único que hacer feliz nuestras almas que son espirituales. Nuestras almas no encuentran descanso ni paz verdadera sino en el Padre de los espíritus de toda carne. Números 16:22Y ellos se postraron sobre sus rostros, y dijeron: Dios, Dios de los espíritus de toda carne,” Tú posees un alma inmortal, la cual es más noble que tu mismo cuerpo. Tú te preocupas de alimentar tu cuerpo, de vestirlo, de lavarlo, de cuidarlo. Entonces, cómo no te esmerarás, te esforzarás en cuidar tu alma inmortal. Hay que alimentar el alma, así como alimentamos el cuerpo. La Biblia es la leche espiritual que nos alimenta. La predicación de la Palabra de Dios es el alimento espiritual que nutre nuestro ser. Nuestra mente necesita pensar correctamente y solo la Palabra de Dios lo puede hacer. Hay un vacío natural en nuestra alma que sólo Dios puede llenar. Sin Dios en nuestra alma, nuestra alma está muerta. Procura entonces que tu alma se una cada día más con tu Dios. Búscalo en la intimidad de tu casa. Ora a tu Padre que está en secreto. Eleva tu mente fuera de este mundo para que tu mente sea saturada del pensamiento de Dios. Que Dios llene nuestra mente.

3. Porque Dios es Espíritu, la adoración neo-testamentaria es más espiritual que la adoración carnal del AT. Jesús le dijo a la mujer samaritana y a nosotros que la manera de adorar en el AT iba a cambiar. Juan 4:21 “Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Jerusalén era el centro de adoración del pueblo de Dios en el AT. Y esa forma externa de la adoración en el AT iba a ser abolida. Jesús le decía que el lugar de adoración ya no iba a ser Jerusalén sino en todo lugar donde Dios sea adorado en espíritu y según la verdad. El cambio de lugar implica el cambio en la forma. Porque si no hay templo no hay necesidad de sacerdotes, ni de sacrificios ni nada de la forma de adoración ceremonial externa del AT. Así que no debemos esperar ni buscar reestablecer las formas de adoración del AT. ¡No es correcto entonces usar el shofar, ni construir el arca del pacto, buscar que la adoración del NT sea igual a la del AT! Eso no está bien.  4. Dios tampoco acepta una adoración que no esté basada en la verdad, en la Palabra de Dios. Dios requiere que le adoremos en espíritu, pero también según la verdad, según su Palabra. Pero qué pasa en aquellas iglesias donde se danza en medio del culto de adoración, donde se traen payasos para alegrar a los niños, donde se hacen dramas, pantomimas y el culto de adoración se convierte en un show. ¿Dónde Dios ha mandado esto en su Palabra? Tal adoración no es según la verdad. Y la verdad es lo que Dios ha dicho en su Palabra.

            Dios ha cambiado la forma de la adoración por una más sencilla, pero más espiritual y más eficaz. Dios no nos manda a tener danzores, cantores y toda aquella forma de adoración judaica. Todo eso quedó abolido.

5. Porque Dios es Espíritu, Él es invisible. Entonces es pecaminoso hacer imágenes de Dios. Dios es Espíritu y por tanto no debemos hacer una estatua de Él, un dibujo o una pintura de ninguna de las tres personas de la Trinidad. Dios prohíbe tal práctica. Y cuan común es hoy día en las iglesias evangélicas el tener retratos, dibujos o pinturas de Jesús. Dios prohíbe tal práctica. Hermanos, Dios es el objeto de nuestro entendimiento no de nuestra imaginación. Dios le dijo al pueblo de Israel en el AT en Deuteronomio 4:12, 15-16y habló Jehová con vosotros de en medio del fuego; oísteis la voz de sus palabras, mas a excepción de oír la voz, ninguna figura visteis… Guardad, pues, mucho vuestras almas; pues ninguna figura visteis el día que Jehová habló con vosotros de en medio del fuego; para que no os corrompáis y hagáis para vosotros escultura, imagen de figura alguna, efigie de varón o hembra.” ¿Qué es lo que Dios le dijo al pueblo de Israel? Cuando yo descendí en el monte Sion, tú no viste ninguna figura de mí, no viste ninguna forma de mí, para qué, para que no hagáis escultura, ni imagen de mí. Por tanto, Dios prohíbe el que hagamos imágenes, dibujos, esculturas o pinturas de ninguna de las personas de la Trinidad. Como dice la contestación de la pregunta número 109 del Catecismo Mayor de Westminster: “Los pecados prohibidos en el segundo mandamiento son: todo lo que sea inventar, aconsejar, mandar, usar, y aprobar algún culto religioso, por sabio que sea, pero que no haya sido instituido por Dios; el hacer alguna representación de Dios, ya sea de todos o de alguna de las Tres Personas [de la Trinidad], sea interiormente en nuestra inteligencia, o en lo exterior por alguna clase de imagen o semejanza de alguna criatura cualquiera, toda adoración de ella, de Dios en ella o por ella, etc.” Y lo mismo dice el Catecismo de Heidelberg en la pregunta número 96 ¿Qué pide Dios en el segundo mandamiento? Que no representemos a Dios por medio de alguna imagen o figura, y sólo le rindamos culto como Él ha mandado en su Palabra.

            Cuidémonos de los libros, biblias, materiales para niños o adultos en los cuales hay imágenes de Jesús. Dios prohíbe tal práctica.

            Así que hermanos, nuestro Dios es Espíritu, real, invisible, incorpóreo, perfecto y la fuente inagotable de nuestra felicidad. Quiera Dios que haya siempre en nuestro corazón un deseo y anhelo de adorarle en espíritu y según Él ha revelado en su Palabra por toda la eternidad.

Sermón: Santiago 3:13-18 La Verdadera Sabiduría, parte 2

 Santiago 3:13-18 “13 ¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. 14 Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; 15 porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. 16 Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. 17 Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. 18 Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz.”

 

            Hay dos y solo dos sabidurías en este mundo. Existe la “sabiduría” terrenal y la sabiduría divina. Y ambas son diametralmente opuestas la una de la otra. Son polos opuestos.

            El domingo pasado estuvimos viendo la sabiduría del mundo. Y vimos que esa sabiduría del mundo no proviene de Dios. Dios no es su autor ni tampoco la aprueba. Su origen es terrenal, animal y diabólico. Sus características son: la envidia, el egoísmo y la soberbia. Nada bueno podemos extraer de esa sabiduría del mundo. Y sin lugar a dudas, aunque Santiago no lo dice, esa sabiduría lleva a una persona a la destrucción eterna.

            Pero en oposición a esa sabiduría del mundo hay otra sabiduría. Esa sabiduría es una divina. Y posee ciertas características. Vamos a compararla con la sabiduría del mundo. Y lo vamos a hacer exponiéndolo en tres puntos: con respecto a su origen, con respecto a sus características y con respecto a sus resultados. ¿Cuál es la verdadera sabiduría? ¿Cuáles son sus características?

I. Origen

            Con respecto a su origen, nos dice Santiago que tiene su origen en Dios. V. 17 “Pero la sabiduría que es de lo alto”. En este versículo el énfasis lo es en la frase “que es de lo alto”. Es decir, proviene de Dios. Mientras la sabiduría del mundo proviene de la tierra, es terrenal, animal y diabólica, la verdadera y única sabiduría proviene de Dios y solo de Dios. Dios es el autor de la sabiduría. Esa es la enseñanza invariable de toda la Biblia. Proverbios 2:1-5 “Hijo mío, si recibieres mis palabras, Y mis mandamientos guardares dentro de ti, Haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; Si inclinares tu corazón a la prudencia, Si clamares a la inteligencia, Y a la prudencia dieres tu voz; Si como a la plata la buscares, Y la escudriñares como a tesoros, Entonces entenderás el temor de Jehová, Y hallarás el conocimiento de Dios. Porque Jehová da la sabiduría, Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia.” Santiago repite la misma idea en el capítulo 1:5 “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.” ¿Por qué pedirla a Dios? Porque Él es el único que la puede dar. Ya que todo lo bueno procede de Él. Santiago 1:17 “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.”

            Hay un pasaje en el libro de Proverbios que sé que conocen bien y guarda relación con este tema. Proverbios 1:7 “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.” Es decir, no hay sabiduría sino la que está en contacto y en una relación salvífica con Dios. Nadie que no sea cristiano puede ser estrictamente sabio. ¿Por qué? Porque el principio de la sabiduría es temer a Jehová y sin alguien no teme a Jehová no posee ni siquiera el principio, el comienzo de ser sabio, cuanto menos el ser sabio. Y porque solo cuando estamos unidos a la fuente misma de la sabiduría divina que es Cristo, es que podemos ser verdaderamente sabios. Pablo dijo en Colosenses 2:3 “en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.” Si todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento están en Cristo, entonces del único lugar que podemos extraer la sabiduría es de Jesús. Y solo los que creen en Jesús como su Señor y Salvador poseen verdadera sabiduría. 

            Hermanos, también tenemos que tener presente, que toda la sabiduría del mundo es insensatez para con Dios. De igual manera 1 Corintios 1:25 “Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres”. Lo que los hombres piensan que es insensato en Dios, después que provenga de Dios es más sabio que toda la “sabiduría” del mundo.

            ¿Cuál es el origen de la verdadera sabiduría? La verdadera sabiduría proviene de Dios.

 

II. Las Características de la Verdadera Sabiduría

            Estas siete características de la sabiduría no es meramente lo que ella es en sí misma, sino lo que ella produce en los creyentes. O más bien, lo que Dios produce en nosotros por medio de su Palabra y Espíritu.

            1. Es pura. V. 17 “Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura”. La palabra es “hagné” que significa libre de contaminantes e impurezas. Es pura porque proviene de Dios quien es en sí mismo puro o santo. Y es pura porque purifica el corazón.

            Ahora bien, el contexto puede referirse a sinceridad, a que no hay malas intenciones en esa persona. Un ejemplo: te presto algo no porque deseo más adelante pedirte algo y voy a recordarte que me debes un favor. No hermanos, no debe haber doble intención.

            Pero la palabra pura, “hagné” significa también casto y es sinónimo de santo “hagiós”. Por tanto, la verdadera sabiduría se traduce en una vida de santidad, en conformidad a la voluntad de Dios, a un apartarse del mal. Todo creyente, porque posee a Cristo es sabio. Y la primera manifestación de haber invocado el nombre de Cristo es procurar apartarnos de todo aquello que contradiga nuestra profesión de fe, de que nosotros no nos pertenecemos a nosotros mismos. Nuestra vida le pertenece exclusivamente a Dios. 2 Timoteo 2:19 “Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo.” 

            2. Es pacífica. La palabra es “eireniké”, pacífica. Pertenecinete a la paz, dispuesta a la paz. Busca la paz no a expensas del error sino en la búsqueda de la concordia. Busca subsanar las heridas. Busca pensar lo mejor de mi prójimo. No guarda rencor. Y por eso cuando lo ven inevitablemente dirán de él: he ahí un hijo de Dios. Mateo 5:9 “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.”

            3. Es amable. La palabra es “epieikés”, que significa gentil, considerado, justo, equitativo. RAE la define: Afable, complaciente, afectuoso.

           

 

4. Es complaciente. La RV60 traduce la palabra “eupeithés” como benigna. Pero la palabra significa que la persona es fácilmente persuadida. Por eso algunos lo traducen sumiso, obediente. Pero la idea es que esta persona no está todo el tiempo con el freno. Tiene su convicción sobre algo, pero está dispuesto a cambiar su postura si le dan razones válidas. Él está abierto a la persuasión, no se cierra a ser cambiado. No es esta persona que dice esto es lo que yo creo, aunque sabe que está equivocado, pero no da su brazo a torcer. El sabio está dispuesto a transar, a modificar sus ideas y no tiene problemas en aceptar que se haya equivocado. Y está dispuesto a pedir perdón.

            5. Es llena de misericordia y de buenos frutos. La sabiduría de Dios produce en nosotros compasión por los demás. Y nos lleva a ser bondadoso con el necesitado. Ya Santiago nos había dicho que la verdadera religión se manifiesta en 1:27 “Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones”. También en tratar con respeto a los pobres, proveerles de comida y vestido a un hermano en necesidad, etc. Es decir, como dice Gálatas 6:10 “Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.”

            6. Es firme. La RV60 la traduce “sin incertidumbre”. La palabra es “adiákritos”, que significa imparcial, sin prejuicio, sin vacilación. Es el único lugar en todo el NT en que aparece esta palabra y los eruditos no se ponen de acuerdo en cuanto al significado preciso. El antónimo de la palabra sí aparece en Santiago 1:6 cuando dice: “Pero pida con fe, no dudando”. Dudando es el antónimo. Por eso la RV60 lo traduce “sin incertidumbre”. La persona sabia tiene convicción en lo que cree. No es incierto en su fe sino que posee su fe con convicción. El no vacila en sus opiniones. Hay algunos que cambian tanto de opiniones como de ropa interior. Y por el temor a que dirán o la presión cambian sus ideas. Si están con sus amigos piensan como ellos y si están con sus hermanos cristianos piensan como los cristianos. Eso no es sabiduría. El sabio tiene una firme convicción en lo que cree, porque sabe que su fe proviene de Dios. Y Dios es la absoluta verdad, la fuente de la verdadera sabiduría.

            7. Es sincera.  La sabiduría de Dios produce en nosotros sinceridad. El sincero es el genuino. No es hipócrita. Es transparente. No es una cosa con la boca y otra en su corazón.

 

III. Resultado

            V. 18 “Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz.” Hermanos, el fruto de justicia, de una vida recta, digna de ser llamada cristiana solo puede cosecharse en un ambiente de paz, armonía, amor, en donde brilla el carácter sabio que Santiago a descrito. La iglesia a la cual Santiago les escribe tenía problemas de envidia, egoísmo, el cual produce caos. ¿Pude un creyente crecer en ese ambiente? Esa es la idea. Cuando vimos en sabiduría vivimos en paz en mansedumbre, nos amamos unos a otros, consideramos los hermanos como superiores a nosotros mismos, buscamos ayudarnos desprendidamente, somos sinceros, transparentes, amables unos con otros, es entonces que la iglesia crece y madura en su fe. En medio de luchas, envidias, egoísmo, favoritismo, nada bueno florece. En un campo bombardeado constantemente no crece ninguna planta. Mira Vieques. Pero cuando la iglesia vive la vida santa que Dios produce en nosotros allí los creyentes son amados, respetados, motivados e inevitablemente el fruto de justicia sembrado en la paz produce vidas justas. Los sembradores de paz lo logran.

            Quiera Dios que esa sabiduría florezca cada día en medio nuestro para que el mundo vea a Cristo en nuestras vidas, para la conversión y salvación de sus almas.  

Sermón: Santiago 3:13-16 La Verdadera Sabiduría: parte 1

Santiago 3:13-18 “¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz.”

 

Introducción

            Es común hablar de lo complicado que es la vida. La vida no es fácil, es una oración común por ahí.

            En un sentido es cierto. La vida es compleja y esto la hace complicada. Pero en otro sentido, y desde otro ángulo, la vida no es tan compleja. En última instancia hay solo dos opciones a escoger: obedecer a Dios u obedecer al mundo. Fue Jesús mismo quien nos dijo que hay dos y solo dos puertas y solo dos caminos en la vida: “estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella” (Mateo 7:13-14). Solo hay dos puertas y solo hay dos caminos. Y Jesús nos exhorta: “Entrad por la puerta estrecha”.

            Jesús repite lo mismo al finalizar el Sermón del Monte, cuando dice en Mateo 7:24 “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca.” Y lo compara con el versículo 26 “Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena”. Hay solo dos maneras de edificar en la vida: una edificando en obediencia a las Palabras de Cristo y la otra edificando en desobediencia a la Palabras de Cristo. No hay nada más. Viste qué sencillo es, en un sentido.

            Eso mismo nos dice Santiago en el pasaje que tenemos por delante. En el mundo hay dos y solo dos sabidurías. Una es la verdadera sabiduría. La otra es llamada sabiduría, aunque realmente no lo es. Hay dos clases de sabidurías. Está la sabiduría terrenal y la sabiduría celestial. Estas dos sabidurías son diametralmente opuestas la una de la otra. Hoy vamos a comenzar a estudiar sus características.

 

            Pero antes de ver las características de cada una, Santiago inicia esta sección con una exhortación. V. 13 “¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre.” Es una pregunta de auto-examen. ¿Hay alguno entre ustedes que entiende que es sabio, es decir, que conoce la verdad y sabe cómo aplicarla correctamente a las diversas situaciones de la vida? ¿Hay alguno entre ustedes que posee entendimiento, es decir, posee la suficiente experiencia práctica de la vida? Santiago reconoce que no todos son sabios. Pero si alguien entiende que es sabio y con entendimiento entonces demuéstrelo con una buena conducta que se manifiesta con humildad o mansedumbre que proviene de la sabiduría.

            Si te das cuenta, para Santiago conocimiento no es lo mismo que sabiduría. La sabiduría no es primeramente intelectual sino práctica. El sabio no es sabio porque sabe mucho sino porque sabe cómo aplicar su conocimiento a la realidad de la vida. Es una sabiduría que se ve por la vida que esa persona lleva. La sabiduría la demuestra por tener una conducta buena según la revelación divina. En una vida que se caracteriza por la humildad o la mansedumbre. De esa sabiduría es la que Santiago habla. Hay una sabiduría verdadera que es digna de imitar y admirar. Hay otra “sabiduría” que hay que rechazar. Ambas compiten por nuestro corazón y nuestra mente. Una es de Dios y la otra del diablo.

            Lamentablemente no las podemos estudiar a ambas en el día de hoy. El próximo día veremos la sabiduría según Dios.   Hoy la sabiduría según el mundo.

            Ambas las vamos a estudiar con respecto a tres aspectos: sus orígenes, sus características y sus resultados.

I. La Sabiduría Terrenal

            1. Origen

                        a. No proviene de Dios. V. 15 “porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto” Lo primero que nos dice Santiago en este versículo es que esta “sabiduría” del mundo no desciende de lo alto, es decir, no proviene de Dios. La palabra en griego es “anothen” que se traduce en Juan “nacer de nuevo o de lo alto”. Es decir, nacer de Dios. Dios no es el autor de la “sabiduría” del mundo. Y por tanto no obtiene Su aprobación. No es una bendición de parte de Dios. Y no importa que el mundo diga que es justa, que es compasiva, que es equitativa si no proviene de Dios según es revelada en la Palabra de Dios no goza de la aprobación de Dios. Podrá tener el apoyo de la mayoría de los senadores, representantes, los jueces del supremo, y la mayoría del pueblo, pero si es contraria a la voluntad de Dios, entonces Dios no es su autor ni goza de su aprobación.

            b. Es terrenal. Santiago nos dice que si no proviene de Dios entonces proviene de la tierra, es terrenal. Es opuesta a la sabiduría que proviene de Dios. La idea es que ambas son opuestas la una a la otra. Por tanto, hermanos, la “sabiduría” del mundo es opuesta a la sabiduría que es de Dios. No hay un punto medio. O poseemos la sabiduría de Dios o poseemos la sabiduría del mundo. Aquí no se puede escoger lo mejor de dos mundos. Jesús dijo en Lucas 11:23 “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama.” Para Jesús es: todo o nada.

            Esta “sabiduría” ve la vida desde la perspectiva del ahora y no desde la perspectiva de la eternidad. Su mente es puesta en las cosas de la tierra. Como dice Filipenses 3:19 “el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal.” Esta persona no considera su alma. No piensa si lo que hace afecta su relación con Dios. Esto que hago me acerca a Dios o me aleja de Dios. Fortalece mi vida espiritual o la debilita. Me lleva a servir a Dios o a servirme a mí. Nada de eso pasa por su mente porque solo piensa en lo terrenal, en cómo ganar dinero, cómo adquirir lo que quiero, cómo salirme con las mías.

            c. Es animal. La palabra en griego es “psychike”, que significa: no es espiritual. Es aquel que no tiene el Espíritu Santo en su vida. De ellos nos habla Judas 1:19 “Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu.” Es la “sabiduría” que caracteriza a los no regenerados, a los no creyentes. La naturaleza caída promueve la desobediencia a Dios. Y su mente no se rige por la Palabra de Dios. Y no tienen la mente de Cristo. No son guiados por el Espíritu Santo. Por tanto, piensan como piensan los hombres que no tienen a Dios en su corazón.

            d. Es diabólica. Tiene su origen en Satanás. ¿Por qué Satanás? Porque él es el dios de este siglo. El controla la mentalidad anti-bíblica del mundo. Él ha cegado la mente de los no creyentes y opera sobre los hijos de desobediencia. El error o falsedad proviene de Él.

            Y como su origen no es de Dios sino terrenal, animal y diabólico, entonces posee ciertas características peculiares a esa filosofía. ¿Cuáles son?         

            2. Características

                        a. es envidiosa. V. 14 “Si tenéis celos amargos”. La palabra “zelos” puede ser traducida como envidia. Claro está, no todo celo es pecaminoso. Hay celo de Dios y de su Palabra y ese es un celo bueno. Pero hay un celo pecaminoso o literalmente un celo “salado”, es la misma palabra que en el versículo 12 hablaba de agua salada. La sabiduría de este mundo es celosa, envidiosa de lo que poseen los demás. En vez de alegrase con su prójimo en lo que tiene, lo celan, le envidian. Y esta envidia pueden ser: los bienes materiales, los esposos, los hijos, los títulos, la forma de ser, etc. La sabiduría del mundo es envidiosa.

                        b. es egoísta. V.14 “y contención”. Esta palabra contención “eritheian” es mejor traducirla como lo hace LBLA “ambición personal”. La idea es de ambición egoísta. Es una actitud egoísta que solo piensa en esa persona o grupo de personas y nada más. Yo soy primero, segundo y tercero. Son mis intereses los que cuentan. Un ejemplo: son los que se estacionan en dos estacionamientos. Son los que llegan últimos y quieren ser los primeros. Son los que no esperan su turno porque me tienen que atender ahora porque yo sí tengo necesidades que me llevan que no espere mi turno. 

                        c. es soberbia. V. 14 “no os jactéis, ni mintáis contra la verdad;” Estos hermanos se estaban enorgulleciéndose al tener esas actitudes. Es la frase de hoy día que dice: “es que yo soy así”. Son los más sabios que nadie, los que ya lo han analizado todo y nada se les escapa.

            3. El Resultado

                        a. trae confusión. V. 16 “Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación”. La palabra perturbación es “akatastasía”, que significa desorden, confusión, contiendas, tumulto. Es la palabra común para hablar de la anarquía. Y la anarquía es la falta de sumisión a la autoridad, que produce desorden, sedición. En otras palabras, la sabiduría de este mundo produce caos, desorden, confusión. No hay orden, sino caos. Destruye la unidad, la paz, la mutua sumisión entre los hermanos de la fe. Nada bueno sale de la sabiduría del mundo.

            e. no trae nada bueno. V. 16 “y toda obra perversa.”  El fruto de la sabiduría terrenal es que no trae nada bueno. Todo lo que busca hacer y logra hacer es perverso, malvado, bueno para nada, inútil. De esa “sabiduría” nada bueno podemos sacar. No nos ilusionemos, no seamos ingenuos. De la sabiduría del mundo nada bueno podemos cosechar, sino todo lo contrario. Toda obra perversa sale de la sabiduría del mundo.

Aplicación:

1. Tenemos que pensar antitéticamente. Tenemos que pensar en polos opuestos. La sabiduría del mundo no es buena sino malvada. Y es diametralmente opuesta a la sabiduría de Dios que encontramos en la Biblia. No hay punto medio entre ambas. No seamos ingenuos en pensar que las decisiones contrarias a la Biblia tienen algún mérito porque no lo es así. Si Dios es veraz todo lo se oponga a lo que Dios dice es mentira. Pensemos en polos opuestos. Aquí no podemos escoger lo mejor entre dos mundos.

2. Hermanos, tenemos que ver la sabiduría del mundo de la manera correcta. Tenemos que ver el aborto como lo que es algo diabólico, terrenal, satánico. La gente se opone a aplicar la pena de muerte contra los asesinos, pero no tienen ningún reparo en asesinar a bebés que nada malo han hecho. Tenemos que ver el homosexualismo como lo que es: un gran pecado, una gran perversión. Todos los pecados no son iguales. Nadie diría que uno que ha perjurado en la corte merece la misma condena que uno que ha asesinado. Nadie debe pensar que el homosexualismo es lo mismo que mentir porque eso no es cierto. Todo pecado por más pequeño que sea merece la condenación, pero no todo pecado es igualmente terrible ni igual en tamaño. El homosexualismo es satánico. De igual manera lo es el feminismo. Yo sé que los hombres han abusado de las mujeres, pero eso no les da derecho para ir en contra de la voluntad de Dios. El mal se corrige con el bien no con otro mal o con algo peor. No seamos ingenuos pensando que estas cosas son triviales porque no lo son.  

3. Hermanos, hay falsos profetas hoy día. Y no hablo de los que dice que tienen nuevas revelaciones sino de todos aquellos que buscan apartarnos de la verdad de la palabra. El que haya falsos profetas o falsos pastores no nos debe extrañar. Habían falsos profetas en el AT en la misma corte del rey. Profetas que profetizaban lo que el rey quería escuchar. Profetas que criticaron, se burlaron y persiguieron a los profetas de Dios. No les tengamos temor. No nos dejemos mover de la verdad, aunque ellos hablen con denuedo, con convicción. Porque nada de lo que dicen proviene de Dios.

4. Ningún creyente vive una vida en perfecta sabiduría. Todos nosotros porque vivimos en este mundo caído hemos bebido de la sabiduría de este mundo. Pregúntate, ¿Qué ideas de este mundo yo creo y he abrazado, posiblemente por ignorancia? Es mi concepción del matrimonio el bíblico. Es mi concepción del homosexualismo el bíblico. Y qué del aborto, la eutanasia, el rol de los hombres y de las mujeres en la familia, de la evolución, del uso del dinero, de la pornografía, de la fornicación, el feminismo, etc.

            Examinemos nuestras creencias a la luz de la Palabra de Dios. Y vayamos a Dios y digámosle: Oh, Dios enséñame de tus caminos, ayúdame a pensar bíblicamente, aunque el mundo piense que estoy loco. Ayúdame a soportar el escarnio del mundo, no para mi gloria, si no para la gloria tuya y el bien de mi vida.

            No seamos ingenuos, la sabiduría del mundo no proviene de Dios, es terrenal, animal, diabólica, destructiva y nada bueno podemos sacar de ella. Que Dios nos ayude a verlo así.

Sermón: Santiago 3:3-12 Solo Cristo doma la lengua

Santiago 3:3-12 “He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y dirigimos así todo su cuerpo. Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere. Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce.”

 

            Hermanos, hay muchas cosas en la vida que son contradictorias. Son cosas que nos hacen preguntar el por qué eso es así. Ejemplo de cosas contradictorias lo vemos cuando la Biblia nos habla de que una puerca lavada, limpia, puede regresar de nuevo a revolcarse en el cieno. Y la pregunta es mandatoria: ¿por qué ella hace eso? Y la respuesta es: está en su naturaleza. Ella se comporta de esa manera porque esa es su naturaleza cerdil. Otro ejemplo de contradicción lo vemos en el caso de los perros que luego de haber vomitado se comen su propio vómito. ¡Qué cosa más contradictoria! ¿Por qué lo hace? Lo hace porque está en su naturaleza.

            Otro ejemplo de contradicciones lo vi hace un tiempo atrás en Discovery Channel.  Cuando una leona que se quedó sola y tiene cachorros, si se une con otro león este último va a matar a sus cachorros al frente de ella. Les mata a sus hijos y ella no tiene el más mínimo problema de que eso sea así. Y luego de matarlos se parea con ella para tener sus propios cachorros. ¿No es eso contradictorio que una madre haga eso? ¿Por qué lo hace? Está en su naturaleza. Ella se comporta según su naturaleza leónica.

            Santiago nos dice que nosotros también actuamos contradictoriamente. Y nos dice que eso no debe ser así.

            Santiago regresa nuevamente al tema de la lengua. Es más, este es un tema recurrente en Santiago. En todos los capítulos Santiago va a tocar este tema. Lo vimos en el Santiago 1:19 “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse”. Lo toca de nuevo como parte de lo que distingue a la verdadera religión en Santiago 1:26 “Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana.” Lo vimos cuando nos enseñaba de que había algunos que pudiendo ayudar a los hermanos en necesidad solo tenían palabras lindas que no son suficientes para saciar un estómago o cubrir del frío en Santiago 2:16 “y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?”. Y lo tocará nuevamente en el capítulo 4 y el capítulo 5. ¿Por qué Santiago discute tanto el tema de la lengua? Lo hace porque es un problema recurrente en el ser humano. Es un pecado recurrente en todos nosotros. No usamos siempre la lengua de la manera correcta. En esto todos pecamos.

            Y en esta sección que nos toca exponer, Santiago nos dice algo que verdaderamente nos humilla como seres humanos: ningún hombre puede domar la lengua. Hay un problema serio: la lengua, ningún la puede domar. Pero hay una solución a ese problema. Veamos cómo Santiago nos enseña acerca del problema de la lengua y la solución al mismo. Veamos primero…

I. La Maldad de la Lengua

            Lo primero que deseo que noten es cómo Santiago nos describe la maldad de la lengua. Con la lengua podemos hacer cosas terribles. Fíjate cómo Santiago describe el poder maligno de la lengua. V. 6 “Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno.” Es un fuego que destruye, es un pequeño microcosmo de toda la maldad que hay en el mundo. Posiblemente no hay un pecado en el mundo que no esté asociado con el pecado de la lengua. Con la lengua se contamina el cuerpo o a la persona y con ela contaminamos a los demás. Así dijo Jesús en Marcos 7:20-23 “Pero decía, que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.” Todo lo que está en nuestro corazón sale por medio de la lengua. Y eso es lo que contamina al ser humano, no el comer con las manos lavas ceremonialmente.  

            Santiago nos dice que también inflama la rueda de la creación, es decir, enciende la rueda de la vida afectando al mundo entero. Lo vemos en las peleas que se forman entre las personas por los insultos, los chismes, las mentiras, las calumnias. Naciones enteras han entrado a la guerra por causa de la lengua. Y para colmo es inflamada por el mismísimo infierno, es decir, por Satanás mismo, por medio de sus tentaciones y maldad.

            El versículo 8 nos dice que está llena de veneno mortal, así como las serpientes. Lo mismo decía Pablo en Romanos 3:13-14ª “Sepulcro abierto es su garganta; Con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; Su boca está llena de maldición y de amargura”.

            La maldad de la lengua lo podemos ver en la conducta contradictoria de la lengua. V. 9 “Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios.” Mira que contradicción. Usamos la misma lengua para adorar a Dios, para bendecirle. Y con esa misma lengua maldecimos a los hombres, les deseamos lo peor del mundo. Los ofendemos, los insultamos, los humillamos, nos burlamos de ellos, los criticamos, somos chismosos, etc. Hacemos todo eso a los seres humanos que han sido credos a la imagen de Dios. Todo ser humanos ha sido creado a la imagen de Dios: poseen una voluntad, una mente, una capacidad creativa como Dios, demostrando así que el ser humano es exaltado sobre toda la creación. Pero aun así, los maldecimos: los insultamos, les mentimos, los herimos con nuestras palabras. ¡Qué increíble contradicción!

            Y todos nosotros hemos sido culpables y somos culpables de semejantes pecados.

            ¿Qué nos enseña esto? Nos enseña la realidad del pecado que hay en nosotros. Pecamos porque somos pecadores. Actuamos de esa manera porque somos pecadores. Todo esto confirma la doctrina bíblica de la total depravación del ser humano. El pecado ha corrompido toda nuestra naturaleza. De tal manera que no hay un área de nuestra vida que no esté corrompida por el pecado. Nuestra mente, nuestra voluntad, nuestras emociones están corrompidas por el pecado. Y lo triste del caso es que nadie puede cambiar esa situación por sí mismo. De nuestra parte esta condición es irreparable. Podremos contenerla, pero no sanarla. Podemos poner un toro en una jaula de la cual él no pueda salir, pero no podemos cambiar su naturaleza; él sigue siendo salvaje. De igual manera también nosotros. Nada que el hombre haga podrá realmente sanar nuestra naturaleza corrompida por el pecado.

            Es por eso que el mundo necesita de Cristo Jesús. No solo porque la maldad de la lengua trae la ira de Dios sino también por…

II. La Imposibilidad de Domarla

            Santiago nos dice que los seres humanos hemos podio domar toda clase de animales en el mundo. V. 7 “Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana”. Cuando Dios creó a Adán y a Eva les dio dominio sobre los animales del mundo. Y el hombre ha demostrado su superioridad al domarlos. Pero, aunque eso es así hay algo que no puede domar por sí mismo: la lengua.

            Les hemos puesto frenos a los caballos y aunque ellos son más fuertes y grandes que nosotros, por medio de los frenos, podemos dirigirlos hacia donde queremos que vayan. De igual manera hemos hecho con los barcos. Serán grandes, y serán arrastrados por vientos impetuosos, pero con un pequeño timón hemos podido gobernarlas y que naveguen por donde queramos.  Pero con la lengua no es así. Aunque es pequeña y se jacta de grandes cosas, porque muchas veces ha hecho grandes cosas positivas también ha traído gran destrucción. La lengua es como un fuego que, aunque sea pequeño es capaz de destruir un bosque entero.

            Por eso Santiago dice en el versículo 8 “pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal.” Ese es el problema. Pero como dijimos, el problema de la lengua es algo que está detrás de la lengua. La lengua por sí mismo no hace nada. Ella en sí misma es un órgano del cuerpo. Pero la lengua es el vehículo del alma. La maldad de la lengua y la incapacidad del hombre por sí mismo de domarla, aunque un miembro pequeño del cuerpo, revela la maldad del ser humano y su inhabilidad de cambiar por sí mismo su naturaleza caída. No hay educación en el mundo, no hay pastilla en el mundo, no hay siquiatra en el mundo, ni consejero en el mundo, ni buenas resoluciones, que puedan sanar y transformar nuestra naturaleza pecaminosa.

            Pero hay algo que sí puede hacerlo. Santiago nos dice indirectamente que lo que lo puede hacer es…

III. El Poder del Evangelio

            V. 10 “De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.” Santiago reconoce la contradicción que es que de una misma boca procedan bendición y maldición. ¿De quiénes está hablando Santiago? No de los inconversos sino de los creyentes. ¿Cómo lo sabemos? Porque les llama hermanos. Y les dice: hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Por qué? Porque somos cristianos. Claro está, Santiago no lo dice así, pero presupone que los hermanos entienden lo que les está hablando.

            Nosotros somos cristianos y como cristianos nosotros somos diferentes, pensamos diferentes, actuamos diferentes a los demás no cristianos. Y la manera que hablamos debe reflejar el cambio que Dios ha operado en nuestras vidas. ¿Por qué no debe proceder de nuestra boca bendición y maldición? Porque Dios nos ha transformado, Dios nos ha dado una nueva naturaleza. V. 11 “¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? ¿Cuál es la contestación? No. Una fuente de agua dulce echa agua dulce y lo mismo una fuente de agua amarga solo echa agua amarga. Mira lo absurdo que es que de una misma fuente de agua salga agua dulce y amarga. Es absurdo. No solo es absurdo es imposible V. 12bninguna fuente puede dar agua salada y dulce.”

            Santiago les da otra ilustración de la misma idea. V.12a Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Y la respuesta es No. Es imposible que sea así. La higuera solo produce higos y la vid solo produce aceitunas. Lo otro es absurdo e imposible. ¿Por qué? Por causa de su naturaleza. La naturaleza de la higuera es producir higos y de la vid producir aceitunas. Una mujer no puede parir un caballo por más que se esfuerce. ¿Por qué? Porque está en su naturaleza dar a luz seres humanos.

            De igual manera debe ser con nosotros. Es absurdo que un creyente bendiga a Dios y maldiga a su prójimo porque éste ha sido creado a la imagen de Dios y por tanto es digno de nuestro mayor respeto. ¿Pero y si me ofende, si me insulta? ¿Qué nos dice las Escrituras? Romanos 12:14 y siguientes “Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. V. 17 No paguéis a nadie mal por mal. V. 19 No os venguéis vosotros mismos. V. 20 Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber”. Y Jesús dijo en Mateo 5:43-45 “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.” Un pecado no justifica otro pecado. Si pecan contra mí, eso no me da derecho para pecar contra el que peca contra mí.

            ¿Pero es que yo no puede amar a mis enemigos ni bendecir a los que me maldice? Yo lo sé. Eso demuestra nuestra maldad e impotencia para cambiar. Por eso necesitamos de Jesús porque con su muerte y resurrección El venció el pecado y no solo nos libra de la culpa condenatoria del pecado sino también del poder reinante del pecado en nuestros corazones. Es decir, solo Cristo puede cambiar nuestras vidas. El cambia las vidas de los creyentes. Lo que la sicología no puede hacer, lo que las pastillas no pueden hacer ni las resoluciones de última año pueden hacer el poder de la muerte de Cristo y la virtud de su resurrección sí puede en los que se rinden al El por medio de la fe.

 

Aplicaciones:

1. La santificación es una obra en todo el hombre. Dios cambia nuestra naturaleza. Y esa obra de transformación por medio del Espíritu de Cristo toca a cada aspecto de nuestro ser: nuestra mente, nuestra voluntad, nuestras emociones, nuestra forma de hablar, pensar, vivir. Nuestra nueva naturaleza debe llevarnos a vivir con una boca limpia. De nuestra boca no deberían salir: las mentiras, los chismes, los insultos, las burlas, las difamaciones, males palabras, chistes colorados, etc. Ese debe ser nuestro norte. ¿Por qué? Porque somos cristianos. Porque somos nuevas criaturas. Porque Dios no solo nos ha llamado a amarle sino a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos porque ellos han sido creados a la imagen de Dios. Debeos actuar por lo que somos. Así como los puertorriqueños hablamos español boricua, de igual manera, los creyentes deben hablar el lenguaje de los cielos. Glorificar a Dios con nuestras lenguas.

2. Cuando fallemos no nos olvidemos que tenemos un abogado en los cielos, a Jesús. 1 Juan 2:1 “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.” Jesús intercede por nosotros presentando ante el Padre su sacrificio expiatorio en nuestro lugar. Nos presenta como cubiertos con su justicia y con su sangre. Nuestra salvación descansa no en nuestra perfección sino en la de Jesús. No es nuestra obediencia perfecta a la ley de Dios sino en la obediencia perfecta de Jesús en nuestro lugar y para nuestro beneficio. Y esto nos debe dar consuelo. Pero no es un cheque para pecar sino para descansar en El.

3. Cuando perdamos los estribos y pequemos con la lengua no busquemos justificar nuestros pecados. Y decir: “es que estaba cansado, o me levanté por el lado izquierdo de la cama, o es que el calor me tiene irritado, o es que vengo ya caliente del trabajo, o he pasado un día perro en la calle o en la casa”. Pidamos perdón y no justifiquemos el pecado. Y si alguien provocó a otra persona, el que provocó debe también pedir perdón. A veces pasa con los hijos. Hijo(a) vota la basura, recoge tus zapatos, has esto o lo otro. Y muchas veces no lo hacen y nos sacan por el techo y perdemos los estribos y les decimos de arroz y masa. ¿Qué debemos hacer? Debemos pedir perdón. ¿Quiénes? Los padres por perder los estribos y los hijos por provocar a sus padres. Ambos no lo hicieron bien. Solo así nuestras relaciones se fortalecerán.

4. Sobre todo, no olvidemos que, así como no podemos por nosotros mismos domar nuestra lengua, Jesús sí puede en nosotros. Busca de su gracia, depende del Espíritu Santo, sé lleno del Espíritu. ¿Cómo? Depende del Espíritu por medio de los medios de gracia. Ora, medita en la Palabra, medita en los sacramentos. Vigila tu corazón.

            Quiera Dios que no olvidemos que solo Jesús es el único que puede domar la lengua en nuestras vidas. Vayamos siempre a Él como nuestra justicia y nuestra santificación.

 

Sermón: Santiago 3:1-2 ¡Cuidado, hay excedente de Pastores!

Santiago 3:1-2 “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación. Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo.”

 

            Hay un dicho popular en nuestros días que dice: la ignorancia es atrevida. Y yo diría que muchas veces en mi vida yo he retratado vívidamente esa oración. Resulta que hace varios años atrás me monté en una de esas montañas rusas que hay en Disney. Normalmente yo no tengo problemas en montarme en montañas rusas. Pero esta vez fue algo distinto. No recuerdo el nombre de la atracción que me monté, pero sí recuerdo vívidamente cómo me sentí por un momento. La montaña rusa comienza un viaje horizontal y de momento su coloca en posición vertical, prácticamente de noventa grados. Y me acuerdo lo que pensé cuando el carro en que estaba sentado comenzó a subir y yo miraba los cielos. Y me decía a mí mismo: que rayos yo hago montado aquí. Obviamente ya no podía hacer nada. Por un momento pensé que saldría en los periódicos del día siguiente: hombre de cuarenta años no pudo con la montaña rusa de Disney.

            A veces uno no piensa las cosas con detenimiento. E impulsados por hacer algo, muchas veces no medimos las consecuencias de tales actos. Debemos pensar antes de actuar. Y debemos ser realistas con respecto a lo que vamos a hacer, si lo podemos hacer y la responsabilidad que conlleva lo que vamos a hacer.

            De eso trata el pasaje de Santiago. El pasaje es un llamado a reflexionar. Es más, es un aviso de precaución. ¿A quiénes? Principalmente a los que aspiran el oficio de maestro en la iglesia de Cristo.  ¿Y qué les dice Santiago a esas personas? Les dice: que piensen con detenimiento lo que quieren hacer. Es un llamado a considerar las implicaciones del oficio de maestro en la iglesia. No entren apresuradamente a tal oficio sin antes considerar tres cosas importantes. ¿Cuáles son esas tres cosas importantes a considerar a quien aspira el oficio de maestro en la iglesia? Así que debe considerar…

 

I. El llamado del oficio

            V. 1a “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros”. ¿De qué está hablando aquí Santiago? Santiago habla aquí del oficio público de maestro en la iglesia. La palabra maestros en el griego es “didaskaloi”. Y se refiere a uno de los tres oficios más importantes en la iglesia. Los podemos ver en 1 Corintios 12:28 “Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, etc.” Es llamado aquí el tercer oficio después de los apóstoles y profetas. Los vemos nuevamente en Hechos 13:1 “Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros…” Efesios 4:11 “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros”. Es muy probable que los últimos oficios que menciona Pablo aquí sean uno solo en vez de dos. Y los eruditos entienden que la mejor traducción sería: “Y él constituyó a unos… pastores-maestros”. Así que cuando Santiago habla acerca de maestros en el versículo 1 se refiere a los maestros oficiales de la iglesia quienes reciben remuneración por su oficio. ¿De quiénes hablamos? De los pastores.

            ¿Y qué les dice Santiago a estos que aspiran al oficio de maestro en la iglesia? Les dice: “no os hagáis maestros muchos de vosotros”. En otras palabras, nadie debe entrar al oficio de maestro en la iglesia sin antes considerar lo que implica ser maestro en la iglesia.

            El aspirante debe considerar que el oficio de maestro es una vocación y no meramente un trabajo. Es Dios quien llama al oficio. Aspirar a tal oficio es algo bueno. Pablo lo dice así en 1 Timoteo 3:1 “Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea.” Pero aunque es algo bueno, es tan serio es importante que nadie debe entrar al mismo sin un llamado al mismo. Y movido por las razones correcta de servir a Dios, edificar a la iglesia y buscar a los perdidos. 

            Aparentemente, muchos estaban aspirando al oficio de maestro en la iglesia por el prestigio que acompaña al mismo. Y en búsqueda de ese prestigio muchos estaban aspirando el oficio de maestro. Y Santiago les da una advertencia: “no os hagáis maestros muchos de vosotros”. No seáis muchos de ustedes maestros.

            Todavía tenemos ese mismo problema hoy día. Tenemos una contradicción. La mies es mucha y los obreros son pocos, es decir, los buenos obreros son pocos. Tenemos muchos malos obreros. Tenemos un excedente de pastores que están en el ministerio por la fama y gloria que puede acompañar el mismo. Pero son pocos los que verdaderamente son pastores dignos del oficio de maestros en la iglesia.

            Así que Santiago les dice: tienen que considerar que el oficio de maestro es una vocación, requiere un llamado. Es cierto es una buena obra tal aspiración. Pero debemos aspirar a tal oficio por las razones correctas de servir a Dios, edificar a la iglesia y ser instrumento en la conversión de pecadores. Y como es un llamado no creo que Dios ha llamado a todo el mundo. Todos quieren ser caciques y nadie quiere ser naboría. Así que el que aspire al oficio de maestro debe considerar el llamado al oficio.

            En segundo lugar, debe considerar…

II. La seriedad del oficio

            V. 1b “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación.” ¿En qué consiste la seriedad del oficio? En que recibiremos mayor condenación. ¿Qué quiere decir Santiago aquí? En primer lugar, la palabra condenación en el griego es “krina” y significa juicio, condenación. Su significado primario es juicio y es ese el que debemos tomar aquí. Así que una mejor traducción sería: “recibiremos mayor juicio”.

            Es decir, la seriedad del oficio de maestros en la iglesia los expone a mayor escrutinio. La iglesia clava su mirada en la vida de los maestros ya que por medio de sus vidas ellos aprender a vivir como Cristo espera de ellos. La vida de los maestros debe reflejar sus enseñanzas. Por eso las faltas que ellos cometen son más graves. ¿Por qué? Jesús dijo en Lucas 12:48 “porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará”. Y aunque todos pecamos, el pecado que cometen los maestros, aunque sea el mismo que comete cualquier miembro de la iglesia, tiene el agravante de que fue hecho por uno que sabe más. Y acompaña más que a ninguno el estigma de hipocresía.

            Además, el fracaso de ser fieles traerá mayor castigo. De los escribas judíos infieles dijo Jesús en Marcos 12:38-40 “Y les decía en su doctrina: Guardaos de los escribas, que gustan de andar con largas ropas, y aman las salutaciones en las plazas, y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas; que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones. Estos recibirán mayor condenación.” Mateo 5:19 “De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.”.

            Santiago entonces les dice a todos los que aspiran al oficio de maestro en la iglesia, considera que todo el mundo va a poner su mirada en ti y en los tuyos. Ellos van a evaluar tu caminar, toda tu vida. Y si no eres fiel a tu llamado, sabes que recibirás mayor castigo de parte de Dios, porque tú posees mayor conocimiento y se espera más, mucho más de ti.

            Y considera no solo el llamado del oficio y la seriedad del mismo, pero también considera…

III. La enorme responsabilidad

            V. 2 “Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo.” La preposición “porque”, une el versículo 1 con el versículo 2.

            ¿Qué Santiago quiere decir aquí? Mira la enorme responsabilidad que tienen los maestros. Ellos están llamados a enseñar y el instrumento principal de enseñanza es la lengua. Pero hay un problema con ello. ¿Cuál es? Todos ofendemos muchas veces. El énfasis no es a la cantidad sino a la variedad de formas. Todos, incluyendo a Santiago, pecamos muchas veces, es decir, en malas crianzas, en insultos, en burlas, en chismes, en quejas, etc. Y como eso es así y nadie queda excluido ni siquiera yo mismo, Santiago, tienes que considerar la gran responsabilidad que tienen los maestros de la Palabra.

            Con la lengua podemos hacer mucho bien, pero también podemos hacer mucho mal. Con la lengua podemos edificar, consolar, aconsejar, guiar, instruir, amostrar, exhortar. Y eso es una bendición increíble el poder servir a la iglesia. Pero con la lengua podemos ofender y hacer mucho daño al punto de destruir una iglesia. Entonces considera la enorme responsabilidad que poseen los maestros en la iglesia de Cristo.

            Tan fácil es pecar con la lengua que si alguien controla la misma, es un hombre perfecto, capaz de conquistar los demás miembros del cuerpo. Pero Santiago nos va a decir más adelante que nadie por sí mismo puede controlar la lengua. Solo por la gracia de Dios puede ser controlada hasta cierto punto.

 

Aplicaciones:

1. Todos tenemos problemas con la lengua. Uno más que otros. Los maestros no están exentos de este pecado. Y así como Santiago llama a los que aspiran el oficio de maestros en la iglesia a considerar el peligro del uso de la lengua, de igual modo nosotros debemos considerar el peligro de nuestra lengua. De ti y de mí debemos decir: todos ofendemos muchas veces. ¿Por qué? Porque somos pecadores. Y con nuestra lengua revelamos lo que hay en nuestro corazón: pecado. Con ella ofendemos inclusive a aquellos que más nos aman. Es por eso que necesitamos de la gracia de Dios en Cristo Jesús para que nos santifique más y más y así usemos la lengua sabiamente y para edificación. Por nosotros mismos no podemos controlarla necesitamos de la ayuda de Dios. Eso fue lo que hizo David en el Salmo 141:3 “Pon guarda a mi boca, oh Jehová; Guarda la puerta de mis labios.” Pídele a Dios que te haga humilde, sensible a las demás personas. Aprendamos de Cristo que Él es manso y humilde de corazón.

2. Si aspiras al oficio de maestro buena obra deseas. Es un privilegio el servir como maestro. Pero antes de moverte en esa dirección considera el costo y la responsabilidad de ser maestro en la casa de Dios. Pídele a Dios que te dirija y que si entras al mismo sea habiendo considerados el llamado, la seriedad del oficio y la enorme responsabilidad del mismo. Y la iglesia tiene la responsabilidad de ver que eso sea así. 

Sermón: Santiago 2:20-26 Somos Justificados por las Obras

Santiago 2:20-26 “¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe. Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.”

 

            Cuando uno estudia la historia de la iglesia uno ve de una forma palpable lo que significa amar al prójimo. Desde tiempos inmemoriales la iglesia ha sido una que ha salido de las cuatro paredes. Ha sido uno que se duele del dolor de su prójimo y ha estado dispuesta a demostrar con los hechos que la obra que Dios hace en nuestras vidas se traduce en servicio, abnegación y sacrificio sirviendo a los demás.

            Sabemos siervos y siervas de Dios que establecieron escuelas, hospitales, orfanatorios o sirvieron de enfermeras para socorrer a los necesitados. En algunos casos expusieron sus vidas cuando en medio de plagas ellos sacrificialmente se quedaron en los pueblos para cuidar de los contagiados. Su fe fue puesta en obras. ¿Cuánto de esto podemos nosotros aprender e imitar?

            Santiago nos dice que la fe sin obras es muerta. No es que estuvo viva en algún momento, sino que nunca estuvo viva. La fe salvadora es una fe que obra por el amor: por amor a Dios y el amor al prójimo. Es una fe obediente. Es una fe que es acompañada de las otras gracias del Espíritu Santo. Somos justificados por la fe solamente pero no por una fe que es sola. Santiago también nos dice que la fe salvadora es más que creer una doctrina correcta. No existe sin una doctrina correcta, pero es más que eso. Es una fe que se traduce necesariamente en un abrazar esa doctrina y un vivir la verdad de Dios.

            Ahora bien, Santiago nos dice algo más. Nos dice algo que es chocante a nuestros oídos protestantes. Nos dice que nosotros somos justificados por las obras y no solo por la fe. Fíjate cómo lo dice en el versículo 24 “el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe.” Ese es el énfasis de esta sección. Y aunque sé que estas palabras son chocantes a nuestros oídos protestantes y reformados nuestro deber como creyentes de la infalibilidad de la Biblia es creer lo que ella enseña con la plena confianza que nunca nos llevará por el camino equivocado. Hermanos, tenemos que temblar ante la Palabra de Dios y creer todo lo que ella nos enseñe tal como la enseña. Y no es piadoso querer acomodar los pasajes de las Escrituras a nuestro sistema teológico, sino que es nuestro deber formular nuestro sistema de doctrina basados en las enseñanzas de la Palabra de Dios sin adulterar.  Santiago nos dice aquí de una manera clara e inequívoca que “el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe.” Hermanos, somos justificados por las obras y no solamente por la fe, correctamente entendido.

            Eso es lo que Santiago procura probar. Fíjate que el versículo 20 es una pregunta formulada por Santiago que una supuesta persona formula. La persona no es real, sino que Santiago se pregunta lo que alguien estuviera preguntando.  V. 20 “¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?” Es como si dijera pruébame que la fe sin obras es muerta. La palabra muerta realmente es: vana, estéril, inútil. Una fe sin obras no sirve para nada. ¿Por qué? Porque no salva a la persona. Así que la pregunta es pruébame que la fe sin obras es inútil. Y Santiago prueba su caso con dos ejemplos. Con dos ejemplos cual más opuestos el uno del otro: la fe de Abraham y la fe de Rahab.

            Santiago entonces nos prueba que Abraham y Rahab fueron justificados por las obras y no solo por la fe.

            ¿Cuál es el mensaje de Santiago en esta sección? Que el ejemplo de Abraham y Rahab nos confirman que las obras justifican lo genuino de la fe justificante.

I. Las obras justificaron, para con Dios, lo genuino de la fe de Abraham

            V. 21-24 “¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe”. ¿Qué es lo que Santiago quiere decir aquí? En primer lugar, Santiago nos enseña que Abraham fue justificado delante de Dios, declarado justo delante de Dios por la fe solamente. Fíjate cómo lo dice: “Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios.” No hay conflicto alguno entre Santiago y el apóstol Pablo. Ambos creyeron y enseñaron lo mismo: el ser humano es justificado, declarado justo delante de Dios no por las obras sino por la fe solamente. Qué esto es así lo vemos porque por la fe Abraham fue llamado amigo de Dios. Porque Abraham creyó en Dios, fue justificado y se estableció entonces una íntima amistad con Dios. Hermanos, nadie es amigo de Dios sino por medio de la fe. Solo los creyentes disfrutamos de una íntima amistad con Dios. Él es nuestro amigo. Y esto implica: mutuo amor, mutua compañía, mutuo deleite. Implica el compartir nuestros más íntimos secretos. El contar todas las cosas que no le contamos a nadie. Solo los creyentes disfrutan de esa comunión con Dios.

            Santiago nos dice algo interesante. Nos dice que cuando Abraham ofreció a su hijo Isaac en el altar, 30 años después de haber sido declarado justo delante de Dios por la fe, tal acto cumplió la escritura que dice que Abraham creyó a Dios y le fue contado por justicia. ¿Qué significa eso? Significa que, aunque Abraham vivió por fe durante toda su vida fue ese hecho que sin lugar a dudas demostró contundentemente que su fe era una fe viva y no una fe muerta. ¿Por qué? Porque es fácil ser cristiano cuando todas las cosas están bien. Pero cuando vienen las pruebas que Dios envía a nuestras vidas es entonces que verdaderamente demostramos en dónde descansa nuestra fe. Cuando no hay comida en la casa, cuando no hay dinero para pagar la renta, cuando nos traiciona nuestro cónyuge, cuando nos visita una enfermedad incurable, cuando nuestros hijos están al borde de la muerte, etc., allí es que demostramos si nuestra fe en viva y no una fe muerte. Cuando Dios le dijo a Abraham en Génesis 22:2 “Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.” Allí Dios probó sin lugar a dudas cuán real era su fe para con Dios. ¿Y qué hizo Abraham? Abraham fue obediente porque su fe era una fe viva. Y su obediencia a Dios justificó su fe, declaró lo genuina que era su fe. Abraham fue justificado por las obras y no solo por la fe, es decir, por meramente decir que tenía fe.

            “La fe actuó juntamente con sus obras, y… la fe se perfeccionó por las obras”. ¿Qué significa que la fe se perfeccionó por las obras? No significa que las obras dan vida a la fe o que las obras mejoran la fe sino que la fe probó ser verdadera por las obras. De igual manera hermanos, una vida de obediencia a Dios en su Palabra es la clara evidencia que poseemos una fe viva, una fe justificante. Y somos así justificados por las obras. Probamos que nuestra fe no es un juego sino real.

            Santiago nos da otro ejemplo y nos dice…

II.  Las obras justificaron, para con los, lo genuino de la fe de Rahab

            V. 25-26 “Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.” Es interesante lo que Santiago hace aquí. El escoge dos personajes diametralmente opuestos para ilustrar su enseñanza. Mira los contrastes que hace Santiago: Abraham: un hombre, Rahab: una mujer. Abraham: un hombre íntegro, Rahab: una prostituta. Abraham: heredero de la promesa hecha a Adán, Rahab: heredera de la maldición de los Cananeos.

            La Biblia no nos dice que Rahab creyó a Dios y le fue contada su fe como justicia. No nos dice nada acerca de lo justa que era Rahab, sino que no era justa sino injusta por su vida impía. Pero nos dice Santiago que cuando ella arriesgo arriesgó su vida al recibir a los mensajeros y enviarlos por otro camino para protegerlos, tales obras justificaron a Rahab. ¿En qué sentido? En el sentido de que probaron, testificaron que ella poseía, sin lugar a dudas, una fe viva.  La fe que justifica es una fe que obra. Es imposible que no sea así.

 

III. Aplicaciones:

 

1. Esto nos debe ayudar en el evangelismo de la iglesia. Es importante que en el evangelismo se enseñe que la fe salvadora es una fe obediente. Que nadie es salvo si no posee una fe obediente a Dios. Mucho del evangelismo que se predica por allí es un falso evangelismo porque presenta una fe salvadora barata. Una fe que no obedezca no es una fe salvadora. Una fe que no busque unirse a la iglesia de Cristo no es una fe salvadora. Hechos 2:38 “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.” Una fe en Cristo que no produzca santidad no es fe salvadora.

2. Esta verdad nos debe llevar a evaluar la vida de nuestros hijos. Algunos de nuestros hijos han sido criados en el evangelio. Puede que conozcan del evangelio, pero mientras no deben fruto de obediencia sincera en las marcas que distinguen a un creyente de un no creyente, son objeto de evangelismo también. Y las marcas de ser creyentes no es pintar la iglesia, cantar en el coro de la iglesia, limpiar la iglesia, ofrendar o diezmar a la iglesia. Todas estas cosas las puede hacer un inconverso. Las marcas distintivas de un genuino cristiano lo son: el fruto del Espíritu, el obedecer la Palabra de Dios de corazón, santidad de vida, las bienaventuranzas, etc. No asumamos que porque son hijos del pacto necesariamente son creyentes. Jesús dijo por sus frutos los conoceréis. Así también debemos evaluar a nuestros hijos. Por los frutos del Espíritu que veamos en ellos sabremos si son creyentes o no. Mientras no veamos esos frutos en ellos no dejemos de evangelizarlos.

3. En el juicio final Jesús evaluará si hemos hecho o no buenas obras. Y ellas darán testimonio de lo genuino de nuestra fe. Todos compareceremos ante ese juicio. Y nadie podrá engañar a ese juez. Y se abrirá el libro en donde está escrito todo lo que hemos hecho mientras estábamos en el cuerpo.  Mateo 25:34-40 “Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.” En ese día, ¿qué Dios dirá de ti? 

Sermón: Santiago 2:14-19 ¿Es tu fe una fe viva?

Santiago 2:14-19 “Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan.”

 

            Una de las cosas que más me incomodan es la de ir a comprar cosas de joyería. E incomodan porque, honestamente, yo no sé si el precio que me dicen que vale la prenda realmente lo vale. Si me dicen que una cadena es de oro 14 quilates, yo no sé si lo que me dicen es cierto o no. Alguien pudiera comprar una pulsera de 18 quilates cuando en verdad era de 14 quilates. Y es posible que mí, que soy menos que un neófito en ese departamento me vendan como oro unas pulseras que sean en enchape de oro. Y es por eso que a mí no me gusta comprar cosas de joyería a menos que vaya acompañado. Y, aun así, me han cogido de soquete. 

            Tal vez a ti te ha pasado algo parecido. Nos hemos “enamorado” de un producto y luego que lo hemos comprado resulta que no era lo que decía que era. A veces las cosas no son como aparentar ser. Esto mismo sucede en la vida cristiana. Hay algunos que aparentan ser cristianos cuando tristemente no lo son.

            Hermanos, no todos los que profesan la fe cristiana son necesariamente salvos. Hay una fe en Cristo que no salva. Esto es importante. No toda fe en Cristo es fe salvadora. Una persona puede decir que es cristiana sin serlo realmente.

            Hay ejemplos en la Biblia de personas que profesaron fe en Jesús y nunca fueron salvos. El ejemplo modelo lo tenemos en Simón el Mago. Veamos Hechos 8:9-23. Se nos dice que Simón creyó e incluso fue bautizado y por tanto unido a la membresía de la iglesia, V. 13.  Pero su conducta demostró que su profesión de fe no era sincera. Que su fe no era fe salvadora, V. 20-21 “Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero. No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios”. Había profesado su fe externamente y había sido recibido en la membresía de la iglesia, pero había algo en él que no estaba bien. ¿Qué cosa? Su corazón. Su corazón no había sido cambiado. Había hecho profesión de fe al punto de bautizarse, pero su conducta demostraba que su fe no era una fe salvadora. No toda fe en Cristo es fe salvadora.

            Otro ejemplo lo vemos durante el ministerio de Jesús. En Juan 2:23-25 “Estando en Jerusalén en la fiesta de la pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía. Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre.” Aquí se nos dice explícitamente que estas personas creyeron en el nombre de Jesús. “muchos creyeron en su nombre”. Y no dice Juan la causa instrumental que provocó dicha fe: al ver los milagros que hizo Jesús. “viendo las señales que hacía”. Es decir, estas personas estaban impresionadas por la manifestación de poder por parte de Jesús. Vieron sus milagros, se gozaron con ellos, escucharon sus palabras y vieron en Jesús algo que no habían visto en los demás hombres. Y creyeron en Jesús. Tenían fe en Jesús. Pero no eran salvos. ¿Cómo lo sabemos? Por lo que nos dice Juan “Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre”. Jesús sabía que la fe que profesaban en El, no era una fe salvadora. No toda fe en Jesús es fe salvadora.

            Ahora bien, Santiago trata este tema súper importante en esta sección. Es súper importante porque esto es una materia de vida o muerte. Una persona puede creer que es salvo cuando realmente no lo sea. Y si esta persona se equivoca en este punto crucial le puede costar su destino eterno. Por eso Santiago procura describirle a la iglesia cuáles son las marcas la fe salvadora. ¿Cuáles son esas marcas? Veamos lo que nos dice Santiago.

I. La fe salvadora es una fe que obra

            V. 14 “Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?” Lo primero que podemos ver es que Santiago está hablando de la fe que salva, de la fe salvadora. Lo sabemos porque al final pregunta “¿Podrá la fe salvarle?”. ¿Esa fe que hemos estado describiendo podrá salvarle? ¿Es esa una fe salvadora?

            En este versículo 14 Santiago comienza una nueva sección. Y es una nueva sección súper importante. ¿Sabes por qué? Porque esta sección, que va desde los versículos 14 hasta el 26, son el corazón de esta epístola. Santiago procura llevar a los hermanos a entender que la fe que salva es una fe viva. Es una gracia salvífica implantada por Dios Espíritu Santo en los corazones de los creyentes. Y esa fe viva es una fe que obra.

            Hermanos, la fe verdadera es una fe que inevitablemente produce frutos de obediencia. Si no hay frutos de obediencia a la Palabra de Dios esa persona no posee la fe que salva. En otras palabras, una vida de santidad es necesaria para la salvación. Como dice el autor de la epístola a los Hebreos 12:14 “sin santidad nadie verá al Señor”. Fue Jesús quien dijo en Juan 14:21 “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él”.

            Hermanos, aunque nosotros no somos salvos por las obras nadie puede ser salvo sin obras. Eso es lo que Santiago pregunta en el versículo 14, “Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?”. Hay dos preguntas aquí. La contestación a la primera es: esa fe sin obras no aprovecha. Y la contestación a la segunda es: no podrá salvarle. Una fe estéril no es la fe que salva. Solo la fe que nos une a Cristo y nos hace una planta con Él es la fe que salva. Y esa fe verdadera que salva es una fe que obra.

            Pablo nos dice en Gálatas 5:6 “porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor.” La fe verdadera obra por el amor. ¿Cuál amor? El amor a Dios. Servimos a los hermanos porque amamos a Dios. Le demostramos a Dios que le amamos cuando amamos a nuestros hermanos, sus hijos. El amor a Dios es de la esencia de la fe salvadora nos dice Jesús: El que me ama guarda mis mandamientos. Si no hay obras no hay fe salvadora.

            Ahora bien, Santiago nos dice en qué consiste esas buenas obras. Entre muchas cosas, consiste en proveer para las necesidades de nuestros hermanos en le fe. V. 15-16 “Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?”. Santiago nos da un ejemplo de lo que es hacer buenas obras. Y el ejemplo es el amor que debe haber entre los hermanos. Si yo veo que un hermano o hermana tiene necesidad de las cosas más básicas de la vida: ropa y comida, y pudiendo ayudarle no lo hago, y solo le digo: ve en paz. O le dice: gracias por la información, voy a orar por ti. ¿la fe de esa persona, será una fe salvadora? ¿De qué aprovecha tener esa fe en Dios? ¿De qué sirve tal clase de cristianismo? No sirve de nada. Esa es la idea. V. 17 “Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.” En el contexto: obras de misericordia, de amor, de servicio, de abnegación. Pero sin lugar a dudas incluye una vida de santidad, de consagración a Dios, de separación del pecado y esfuerzo de agradar a Dios en todo.  

            Así lo enseñó Juan el Bautista en Lucas 3:11 “El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo.” Lo mismo enseña el apóstol Juan en 1 Juan 3:17-18 “Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.”

            Hablamos de aquél que tiene cómo ayudar, pero no lo hace. Si hay una persona que tiene una necesidad de pagar $200 de renta y le pide ayuda a uno que solo tiene $35 en el banco, si él le dice me gustaría ayudarte, pero no tengo dinero, pero oraré por ti que Dios abra puertas, ¿es eso malo? Obviamente no. Pero eso no quita la realidad de que la fe salvadora obra por el amor: el amor a Dios y el amor al prójimo.

            Santiago nos dice que hay una segunda marca de la fe salvadora.

II. La fe salvadora nunca va sola

            V. 18 “Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.” Santiago levanta una objeción en nombre de alguna persona. Y este le dice a Santiago, pero Santiago, Dios es soberano en distribuir sus dones: a unos Él les da fe “Tú tienes fe” y a otros Él les da obras “y yo tengo obras”. Pero Santiago les dice que la fe salvadora, aunque ella sola es la base de nuestra justificación, no es una fe que está sola. Ese es todo el argumento del pasaje. La fe que salva es una fe viva, es una fe que obra, es una fe obediente, es una fe que produce santidad. Esto no es una elección: escoge tú tener fe salvadora sin obra que yo escojo tener fe salvadora con obras. Santiago dice, eso no es así. Somos justificados por la fe solamente, pero no por una fe que es sola. La fe salvífica va acompañada del fruto del Espíritu: en amor, fe, paciencia, benignidad, dominio propio, bondad, etc. Se manifiesta porque lucha contra el pecado y anhela ser como Cristo Jesús.

            De la parábola del sembrador Jesús nos dice en Mateo 13:23 “Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.” La salvación no produce una sola gracia: fe, sino produce varias gracias salvadoras.   Juan 15:8 “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.”

            Santiago nos dice que hay una tercera marca de la fe salvadora.

III. La fe salvadora es mucho más que creer la doctrina correcta.

            V. 19 “Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan.” Santiago nos dice que una persona puede poseer la teología correcta, puede conocer y entender correctamente la Palabra de Dios y aún así no ser salvo. El ejemplo lo son los demonios. Ellos saben quién es Dios. Ellos saben que hay un solo Dios vivo y verdadero. Saben que Dios es trino. Que Jesús es el Salvador del mundo. Conocen acerca de los cielos, del infierno, de la fe salvadora, del perdón de pecados, de la doctrina de la santificación. Conocen acerca de la iglesia. Todo ese conocimiento ortodoxo, bíblico y correcto que poseen los demonios no es suficiente para salvarlos.

            De la misma manera, una persona puede conocer de la Palabra de Dios y todo lo que conoce ser excelente, impecable, ortodoxo, y aun así no ser salvo. Puede deleitarse en el conocimiento de los cielos, estar impresionado por la doctrina del infierno, de la Persona de Cristo, de los Atributos de Dios, tener una colección de los mejores libros de teología en su casa y disfrutar el estudiarlos y enseñarlos correctamente a los santos en la iglesia y aun así no ser salvo. Oh hermanos, yo he conocido a creyentes reformados que honestamente yo no creo que sean salvos. Sus vidas demuestran que la verdad flota en sus mentes y nunca ha llegado con poder transformador a sus corazones.

            La fe salvadora es más que conocer la doctrina correcta, los demonios la conocen y tiemblan. Tiemblan porque no les produce paz sino terror porque saben que no aman a Dios y porque nada de lo que conocen o han experimentado en sus vidas demuestran que poseen la fe salvadora, aunque Santiago nos dice que ellos creen. No hay frutos de santidad en sus vidas. Y tiemblan porque saben que al fin terminarán en el mismo infierno.

 

Aplicaciones:

 

1. Pregúntate, ¿poseo yo la fe salvadora? Porque si no la posees y solo dices que la posee, no eres salvo. Las promesas de salvación no son a los que profesan su fe solamente sino a los que poseen la fe salvadora. ¿Hay frutos en tu vida de obediencia? ¿Hay frutos en tu vida de santidad?

 

2. Hay muchos en la Iglesia de Cristo que viven engañados acerca de su salvación. Creen que son salvos cuando en realidad sus vidas no demuestran obediencia a Dios. En sus vidas no hay diferencia entre el mundo y un cristiano. Piensan como el mundo, actúan como el mundo, poseen los mismos valores. Pero se engañan porque para los cielos no van. Fue Jesús quien dijo en Mateo 5:20 “Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.”

            Quiera Dios que cada uno de nosotros jamás nos olvidemos que la fe salvadora es una fe que obra, es una fe acompañada de otras gracias salvíficas y que es mucho más que tener la doctrina correcta si esta no va acompañada de una vida de santidad y obediencia.  

             

Sermón: Mateo 6:25-34 Prioridades en la vida cristiana

Mateo 6:25-3425 Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? 26 Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? 27 ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? 28 Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; 29 pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. 30 Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? 31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? 32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. 33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. 34 Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.”

 

            Un nuevo año ha comenzado. Y es común en estos días el hacer análisis de las cosas que hicimos en el año pasado. Miramos qué cosas no hicimos y qué debimos haber hecho. Y también nos ponemos metas y retos para este nuevo año que ha comenzado.  En otras palabras, este es el tiempo de hacer nuevas resoluciones para el nuevo año. Sentar las bases sobre lo que debemos hacer y establecer prioridades en nuestra vida. ¿Y qué podemos decir al respecto? Decimos que eso es excelente.

            El creyente no debe vivir vidas sin planificar. Ese es uno de los males de nuestros tiempos. Vivimos vidas al garete. Planificamos más nuestras vacaciones que lo que planificamos nuestro día a día. Pero el creyente no debe vivir así. Hay que vivir vidas organizadas. Y hay que poner en orden las prioridades en nuestras vidas. Hay muchas cosas que hacer. Pero es imposible hacerlas todas. Para ello es importante que entre todas las cosas que deseamos hacer no descuidemos aquellas que son las más importantes. Hay algunas cosas que son medulares para la vida del creyente. Y que nosotros no debemos olvidar. Hay áreas en nuestras vidas que debemos trabajar con ellas porque son el fundamento para las demás cosas de la vida.

            De eso trata el sermón de hoy. Vamos a preguntarnos ¿cuáles son aquellas áreas de nuestra vida que debemos siempre poner en alta prioridad? No solo en este año sino en el todo de nuestra vida.

            De eso trata el pasaje que tenemos presente. ¿Qué Jesús nos quiere enseñar aquí? Jesús quiere enseñarnos acerca de las prioridades de la vida. Hay que poner las cosas en su justa perspectiva. Aún las cosas que son esenciales para la vida: como lo son la comida y el vestido tienen que tener su lugar correcto en la vida del creyente. Vamos a ver cómo Jesús lo presenta aquí como parte de su sermón del Monte.

            Lo primero que deseo que vean es que Jesús habla de las emociones. Él nos dice: nuestras emociones tienen un lugar en la vida de creyente. El creyente es llamado a sentir. Nuestras emociones son importantes.  Es Dios mismo quien nos llama a amarle a El sobre todas las cosas y a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Las emociones son parte de la vida de creyente. Pero lo que Jesús nos dice es que no debemos ser controlados por las emociones. No podemos dejar que nuestras emociones controlen nuestra vida. Fíjate como Jesús lo dice: “No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir.” Todos tenemos necesidades. Y estas necesidades son las básicas de la vida: comer, beber, cuidar nuestro cuerpo, el vestirnos. Jesús habla de lo que es básico y esencial en la vida. No de las necesidades creadas sino de las básicas y esenciales. Y nos dice que no debemos afanarnos por adquirirlas. No debemos dejar que las emociones controlen nuestra vida. Tenemos necesidad de ellas, sí. Y debemos buscar adquirirlas, sí. Pero sin afán, sin desesperación.

            Este año comenzó con un anuncio: el gobierno no tiene dinero para pagar la nómina de febrero. Esto nos llena de ansiedad. Y nos preguntamos si los chavos nos van a dar. Si habrá dinero para pagar la luz, el agua, comprar comida, comprar las medicinas que nos recetan. Y a todos nos da el frío olímpico. Y decimos “no se puede vivir en Puerto Rico”. Pero Jesús nos dice: ten calma, contrólate, no dejes que estas cosas quiten de ti la paz. No pongas tu mirada únicamente en ellas. No dejes que las emociones te controlen.

            Y cuál es la solución a ese afán: poner nuestra fe en nuestro Padre celestial quien nos ama y nos considera la corona de su creación. V. 26 “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?” Yo me imagino que los idólatras de los animales están rabiando con este pasaje. Jesús nos dice: tu Padre celestial cuida de su creación. El cuida de las aves: es decir de su creación. El provee para ellos. El las alimenta. Y si Dios hace eso con las aves y con los animales cuánto más no hará por ti que vales mucho más que ellas. Si Dios provee para ellas no proveerá para ti que eres la corona de su creación, creados a imagen de Él. Pon tu mirada en el amor que Dios tiene por ti. Él te ama. Y Dios no es uno que ama de palabra y nada más. El siempre actúa por el bien de su pueblo. Y nos da mucho más de lo que pedimos. Por eso Él es digno de toda adoración y alabanza. Como dice Pablo en Efesios 3:20-21Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, 21a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.” Dijo San Agustín: “Dios no es un engañador, que se ofrece para sostenernos y cuando nos inclinamos a El busque desligarse de nosotros.”

            En otras palabras, hermanos, nuestra fe y nuestra paz sobre nuestro futuro debe descansar en Dios y en su amor y cuidado paternal por nosotros.

            Jesús nos dice que los afanes se combaten, además, reconociendo nuestro lugar en el mundo. Es decir, tenemos que entender que nosotros no somos Dios, somos criaturas y Él es el creador. Hay que mantener la distinción entre Creador y criatura. V. 27 “¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?” Hay ciertas cosas que nosotros podemos cambiar, pero hay ciertas cosas que nosotros no podemos cambiar porque no somos Dios. El crecimiento humano le pertenece a Dios. Esa área de la vida está bajo el dominio de Dios. Por tanto, es absurdo el afanarnos por ello. Nuestro deber es cumplir nuestro deber, el resto está en las manos de Dios.

            Así que no nos afanemos por la vida, o por el vestido, o por la comida. Nuestras emociones no deben controlar nuestra vida. No debemos ser controlados por las emociones. Así que nuestra prioridad en este año debe ser confiar en el amor y cuidado providencial de Dios. Y reconocer que Él es Dios y no nosotros.

            En segundo lugar, una prioridad importante en nuestra vida debe ser vivir distinto a como vive el mundo. V. 31-32 “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? 32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas”. El estar afanados por las cosas de la vida caracteriza la vida de los gentiles, es decir, del mundo. Y Dios nos ha salvado del mundo. Por eso somos iglesia, en griego “ecclesía”. Porque somos los “kletos”, es decir, los llamados por Dios fuera del mundo. Nosotros no podemos vivir como vive el mundo. Nosotros no debemos comportarnos como el mundo se comporta. Nuestras prioridades deben ser distintas. Nuestra visión de lo que es la vida debe ser distinta. Si creemos que Dios es Dios y que El gobierna todo lo que sucede en la vida y que Él nos ama y tiene conocimiento de todas nuestras necesidades, entonces nos dice Jesús: esto se tiene que traducir necesariamente en una distinta a la vida del mundo. El mundo se afana por la vida. Nosotros debemos vivir como aquellos que sabemos que no estamos solos en este mundo. Dios gobierna este mundo para el bien de su iglesia.

            Pero sobre todo lo que se ha dicho hasta ahora Jesús nos dice que hay una prioridad suprema. Y esa prioridad suprema sobre la comida, la bebida, el cuerpo y el vestido, lo es dedicarnos en cuerpo y alma por el reino de Dios. V. 33 “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” Fíjate en el énfasis que Jesús pone: buscad, primeramente. Esa debe ser nuestra prioridad sobre las necesidades básicas de la vida. Dios debe ser lo primero en nuestra vida. Y todo lo relacionado con su reino: con su dominio, con sus leyes, con su evangelio, con todo lo que Él ha revelado en su palabra.

Y en esto quisiera que viéramos varias prioridades en nuestra vida relacionada con el reino de Dios y su prioridad en nuestras vidas.

1. Debemos darle la prioridad al uso de todos los medios de gracia. Y quiero enfatizar: de todos los medios de gracia. Nosotros tendemos a ser místicos en el uso de los medios de gracia. Y uso la palabra místico en el sentido puertorriqueño de la palabra. El místico es el que cuando le dan un plato de comida se pasa sacando las cosas que no le gustan. Así tendemos a ser con los medios de gracia. Sacamos tiempo para leer la Biblia porque sabemos que ella es la palabra de Dios, y con razón. Pero descuidamos la oración o el uso correcto de los sacramentos. O dedicamos tiempo a la oración y no leemos la Biblia. No debemos ser místicos sino usar todos los medios de gracia que Dios ha instituido. ¿Cómo está tu vida devocional? ¿Lees la Biblia consistentemente? ¿Oras a diario? ¿te preparas cuando se va a administrar la Santa Cena?

2. Debemos dar prioridad al culto familiar. ¿Te reúnes con tu esposa e hijos para juntos estudiar la Biblia, orar y cantar? El culto familiar se instituyó antes del culto público. Las familias adoraban juntas en sus casas. El padre es el responsable primario de que el culto familiar se dé cada día en el hogar. Lo vemos desde Génesis 4:26 “Y a Set también le nació un hijo, y llamó su nombre Enós. Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová.”

3. Debemos dar prioridad a catequizar a nuestros hijos y esposas. Así hicieron con Timoteo su madre y su abuela. Desde niño les enseñaban las Escrituras. 2 Timoteo 3:15 “y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.” ¿Cuándo fue la última vez que leíste un libro con tu esposa o le recomendaste que leyera un libro? Algunos delegan la educación cristiana de sus hijos exclusivamente a la iglesia cuando los padres son los responsables primarios de la educación cristiana en el hogar.

4. Debemos dar prioridad a nuestra alma. Proverbios 4:23 “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.” Oh hermanos. Algo muy importante que debemos tener presente es que nosotros en las iglesias reformadas tenemos que cuidarnos de lo que es la “ortodoxia muerta”. ¿Sabes lo que eso significa? Significa que una persona sabe correctamente la verdad, pero no la vive. De eso habla Pablo en 1 Corintios 8:1-3 “En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica. 2Y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo. 3Pero si alguno ama a Dios, es conocido por él.” Pablo no está en contra del conocimiento. Pero el conocimiento solo sin amor, envanece. El conocimiento sin amor por los hermanos, sin buscar el bien de toda la iglesia, no edifica. Decía Thomas Boston: “El conocimiento salvador hace humilde al alma y santifica nuestra conducta.” Tenemos que tener cuidado de la “ortodoxia muerta”. Debemos ser celosos de la doctrina bíblica. Debemos cada uno de nosotros ser buenos teólogos. Pero teólogos ortodoxos prácticos. Debemos procurar como decía John Murray: “una piedad inteligente”.

5. Debemos dar prioridad a la iglesia. La iglesia ha sido instituida por Dios para preservar la verdadera religión en el mundo. La iglesia existe porque el mundo está en tinieblas. Y la iglesia existe para predicar el evangelio a un mundo perdido. Pero también existe como la escuela de los discípulos. En esta escuela todo creyente es llamado a matricularse. Y su graduación llega cuando partamos de esta vida. No faltes a clases. De la misma manera que en la escuela secular hay muchas clases de igual manera hay varias clases en la iglesia: cultos de oración, estudios bíblicos, escuela dominical, culto de adoración, etc. No seamos selectivos. Vayamos a todas las clases. Solo así desarrollamos una educación cristiana balanceada. Y damos honor a la iglesia la cual Cristo ama. Calvino dijo: “Nadie puede servir a Dios propiamente a menos que haya sido enseñado en Su escuela [la iglesia]”.

Quiera Dios que cada uno de nosotros podamos poner en justa perspectiva nuestras prioridades en este nuevo año. 

Sermón: Isaías 9:6 La Persona y Obra del Mesías (4)

Isaías 9:6 “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.”

 

            El mundo entero desea la paz. Eso es lo que se nos dice por los medios de comunicación. Yo no estoy seguro cuán ciertas sean esas expresiones. Constantemente escuchamos peticiones y oraciones por la paz mundial. Inclusive el Papa ora por la paz mundial. El mundo busca la paz, pero no la halla. Buscan paz entre las naciones y piensan que esta se centra en estar mejor armados que sus enemigos. Buscan paz entre los seres humanos, pero esta se centra en déjame vivir mi vida como yo quiera, no me molestes que yo no te molesto. Otros buscan la paz como satisfacción en los bienes materiales, en el desenfreno de los deleites carnales: sea la diversión, el sexo, el alcohol, los chinchorros, la droga, etc.

            Todos nosotros anhelamos tener paz. Tener una paz sólida, permanente. Tener tranquilidad en nuestra conciencia. Poseer sosiego, quietud, serenidad. Deseamos tener un momento de paz en nuestras vidas. ¿Es eso algo malo? En sí mismo no. Paz y tranquilidad es el ideal que deseamos tener. Ese era el orden normal de la creación. Adán y Eva vivían en la paz y tranquilidad en el jardín del Edén. Había paz en ese matrimonio. Y si había paz en ellos habría paz en los hijos que tuvieran. Entonces, había armonía en la relación matrimonial entre Adán y Eva. No había lucha de poder entre ellos. Había también armonía entre el hombre y el ambiente. No había espinos y cardos en la naturaleza. No existía temor entre los animales salvajes y los domésticos. La tierra producía sus frutos por sí mismos sin mucho esfuerzo. No había pecado, no existía la frustración del trabajo. Era sin lugar a dudas un paraíso.

            Pero el pecado irrumpió en el mundo. Adán y Eva desobedecieron a Dios y cayeron del estado de santidad y justicia con que fueron creados. La armonía que existía entre Adán y Eva se desquebrajó. Se avergonzaron el uno del otro el verse desnudos. Perdieron la comunión con Dios. Perdieron el favor de Dios. Lo vemos porque se ocultaron de Dios. Y lo vemos también cuando Dios los expulsa del paraíso y les prohíbe regresar al mismo. Si te das cuenta esa armonía descansaba en el hecho de que el hombre gozaba del favor de Dios. Su paz residía en Dios y en la comunión que Adán y Eva gozaban con Dios.

            Todos anhelamos un Edén. Todos anhelamos un paraíso. Pero eso paraíso no puede existir sin Dios. No puede existir sin el amor de Dios ni sin el amor a Dios. No puede existir sin: amor, santidad, justicia ni verdad. Y estos como dones de Dios.

            El mundo busca la paz, pero la busca en los lugares donde no existe.

            Isaías nos enseña en esta profecía en dónde el mundo debe buscar la paz. Y nos enseña en qué consiste la paz que solo el Mesías puede otorgar. Así que, ¿en dónde podemos encontrar esa paz que traiga verdadera tranquilidad del alma y que sea una paz perdurable? ¿En dónde la podemos encontrar? La respuesta es en el único que es el Príncipe de Paz.

I. ¿Por qué se llama al Mesías, Príncipe?

            V. 6 “y se llamará su nombre Admirable… Príncipe de Paz”. En hebreo la palabra es: Śar-Šhālôm. La palabra en hebreo para príncipe es: Śar con s. Se acuerdan del famoso Zar de la droga. Ese zar era con zeta. El Zar de la droga iba a ser la persona encargada de perseguir y luchar contra todo lo relacionado con el tráfico y consumo de la droga con miras a eliminarla. Y no bien lo nombran en Puerto Rico, a la semana renuncia al puesto indicando que luego de ver la película “Traffic” se dio cuenta que es imposible la erradicación de la droga. Tenía la autoridad, tenía grandes recursos, pero no tenía poder para lograr su misión.

            Pero Jesús no es el Zar con zeta, Él es el verdadero Śar, el que posee, no solo autoridad sobre todas las cosas, sino el poder para llevar a cabo todos sus planes. Nos dice Mateo 28:18 “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.” Jesús posee toda potestad y toda autoridad en el mundo entero. Todas las naciones están bajo su mano y control. El corazón de todos los hombres está también bajo su control. Nadie está por encima del poder y la autoridad del Señor Jesucristo. Es por eso que luego de decirles esto a los discípulos les encomienda a hacer discípulos de todas las naciones. ¿Por qué? Porque como Śar que Él es, como Príncipe y Señor de todo el universo El garantiza el éxito de la iglesia en convertir a sus elegidos por todo el mundo. Y nadie puede detener ese logro.

            Isaías nos dice que el Mesías es el Śar. Es el único que puede traer verdadera paz en este mundo. El único que no solo la trae, paz verdadera, paz duradera, sino el único que puede lograr que así sea. Esa paz solo se encuentra en Dios por medio del Señor Jesús. Por eso Él es llamado Príncipe. Solo El como Dios-hombre puede traer verdadera paz en el mundo. Isaías 26:12 “Jehová, tú nos darás paz, porque también hiciste en nosotros todas nuestras obras.” Es Dios quien nos da paz. Paz verdadera, paz permanente. Esa paz proviene únicamente de Dios. Esa paz reside en Jesús y es dispensada por Jesús. Así fue profetizado. Miqueas 5:2, 4-5a “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad. V. 4 Y él estará, y apacentará con poder de Jehová, con grandeza del nombre de Jehová su Dios; y morarán seguros, porque ahora será engrandecido hasta los fines de la tierra. Y éste será nuestra paz.” LBLA traduce la primera parte del versículo 5 “Y El será nuestra paz.” Más claramente, Efesios 2:13-14a “Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz”.

            ¿En dónde buscas la paz? ¿En dónde buscas la tranquilidad de tu vida? ¿En dónde buscas el sosiego para tu alma? ¿En dónde buscas la paz para sobrellevar tu familia, tu trabajo, tus vecinos, la paz de conciencia? Esa paz solo se encuentra en Jesús. Solo Él es el Príncipe de Paz. Solo de El fluye la paz que necesitamos.

II. ¿Qué significa que Él es el Príncipe de Paz?

            La palabra paz en hebreo es “Šhālôm”. Me imagino que todos han escuchado esa palabra alguna que otra vez, la cual significa paz, tranquilidad. La idea detrás de la palabra es totalidad, lo completo. Es paz en todas las dimensiones de la vida. Paz en todas las áreas de la vida. Es decir, la paz que nos da Jesús es una paz completa, para todo nuestro ser, para todas las áreas y dimensiones de la vida humana. ¿Cómo así? ¿Cómo es posible que sea para todas las áreas y dimensiones de la vida?

            Porque la paz que obtenemos en Jesús y por Jesús es su misma paz. Es la paz que Jesús mismo posee. Es su paz. Esa misma paz que Jesús poseía y posee, es la que El mismo nos da. Busquemos Juan 14:27 “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da.” Fíjate el amor de Jesús por sus discípulos. Él está a punto de partir y regresar al Padre. Y Él sabía que esto les iba a traer ansiedad y turbación. Por eso les dice que, aunque Él se iba les iba a dejar la paz. Pero no es cualquier paz. No es la paz que el mundo da: en vicios, en placeres terrenales, sino la paz que El mismo posee: “mi paz os doy”. ¿Cuál es esa paz?

            A. Reconciliación con Dios. Dijo el Padre acerca de Jesús: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.” (Mateo 3:17) Pero nosotros somos pecadores. El pecado nos ha separado de Dios. Somos hijos de ira. Por tanto, nos dice Isaías 48:22 “No hay paz para los malos, dijo Jehová.” Pero Jesús con su obediencia perfecta, su muerte y resurrección reconcilia a todos los que creen en El. Nos reconcilia con Dios, trayéndonos paz con Dios. Isaías 53:5 “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.” ¿Qué quiere decir con el castigo de nuestra paz? Significa que el castigo que es necesario dar para que haya paz fue sobre El. Dios castigó a Jesús para que los que en El creen no sean castigados sino reconciliados con Dios.

            B. Paz de Conciencia.  Hermanos, así como nuestro mejor amigo es tener una buena conciencia, de igual manera nuestro pero enemigo es tener una mala conciencia. Y yo creo que la crisis de salud mental que tenemos en Puerto Rico es producto de la mala conciencia que tienen los puertorriqueños al vivir de espaldas a Dios. Pero Jesús con su muerte y resurrección trae paz de conciencia sobre el pecador arrepentido. Ahora, él sabe que ya Dios no ese enemigo, porque ha sido reconciliado. Él sabe que su relación paternal con Dios es permanente. “Que ni la vida, ni la muerte, ni lo presente ni lo porvenir lo podrás separar jamás del amor de Dios en Cristo Jesús”. (Romanos 8:38-39)

            C. Paz y tranquilidad en el alma. Dios promete a su pueblo guardarlos en completa paz. Isaías 26:3 “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.” Claro está, esto no significa ausencia absoluta de problemas porque vivimos en un mundo de pecado. Sino una paz, como dice la RSB, que guardará nuestros corazones y mentes en medio de grandes pruebas. Aquí nos dice Isaías que la clave es poner nuestra mirada no en los problemas sino solo en Jesús. “a aquel cuyo pensamiento en ti persevera”. Pon todas las cosas en las manos de Dios por medio de la oración, nos dice Pablo, y entonces Filipenses 4:7 “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.

            D. Paz en nuestras relaciones personales. Así como el pecado destruye puentes entre los seres humanos, la gracia construye puentes entre los seres humanos. Tan grande es el poder de la gracia de Dios que incluso hace que nuestros enemigos tengan paz con nosotros. Proverbios 16:7 “Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová, Aun a sus enemigos hace estar en paz con él.” ¿Qué significa esto? Significa que vivir en obediencia a Dios tiene un efecto reconciliador y sanador en las relaciones interpersonales.

III. ¿Cómo yo aplico esto a mi vida?

            A. Si no eres cristiano no hay paz entre tú y Dios. No importa lo que hagas: no importa lo buen hijo(a) que seas, lo buen esposo(a) que seas, lo buen ciudadano que seas, nada de esto logrará adquirir la paz que solo se obtiene por medio de la fe en Jesús. Romanos 5:1 “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. Solo los adquieren el perdón de todos sus pecados por medio de la fe en Jesús tienen paz con Dios. Todos los que buscan salvarse por lo que Cristo hizo en la cruz del Calvario, todos los que lo reciben como su profeta, sacerdote y rey de sus vidas son los que disfrutan de la paz con Dios. Si no eres genuino creyente no hay paz en tu vida, ni la habrá jamás. Podrás tener la “paz” del mundo, si es que podemos llamarla paz. Pero jamás tendrás la paz que permanece para siempre. La paz que solo se encuentra en Jesús.

            B. Si eres creyente no te olvides que la paz que Jesús nos da puede ser incrementada en nuestra vida o puede ser disminuida. Jamás la perderemos totalmente. Pero un genuino creyente puede tener su paz grandemente disminuida sino pone todas sus cargas en Jesús o si no consagra todas las cosas para Dios. Nuestra paz se disminuye si no vivimos en obediencia a Dios. De igual manera nuestra paz crecerá abundantemente si vivimos para Dios, en obediencia a Él, descansando en El, siendo sinceros en nuestra profesión de fe.  

            Recuerda Jesús es tu Príncipe de Paz: bebe de su paz por medio de la fe y vive entonces en paz. 

Sermón: Isaías 9:6 La Hermosura de la Obra del Mesías (Parte 2)

Isaías 9:6 “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.”

 

            De momento los padres se han puesto las botas y han decido, en esta navidad, entregar los regalos de una forma distinta. Tienen varios regalos que darles a sus hijos. Y se los van a dar de una forma interesante. Los van a poner en diferentes sitios alrededor de la casa y ellos tienen que ir por todas partes buscándolos. Pero lo padres le han hecho la vida fácil. Le han dado claves sobre dónde podrían estar los regalos. Así que al llegar el 25 de diciembre y buscar debajo del árbol que encuentran son el mapa en donde se encuentran los regalos. ¿Qué tiene que hacer? Tienen que salir a buscarlos. Pero hay algo más: cada regalo es más grande que el otro. Así que cada vez que abren uno dicen: ¡Wao! ¡Gracias, no lo puedo creer! ¡Este es mejor y más grande que el anterior!

            Bueno, hermanos, yo espero que no nos hayamos metido en un lío en estas navidades con este ejemplo.

            ¿Qué tiene que ver eso con el pasaje que tenemos presente? Tiene que ver lo siguiente. Cada uno de esos nombres dados al Mesías, dado a Jesús en forma profética es como un hermoso regalo que se pone mejor según lo vamos estudiando. La alegría que nos debe producir a cada uno a de nosotros al contemplar la Hermosura de la Persona y la Obra del Mesías. 

            Hemos visto hasta ahora que el Mesías prometido es verdadero hombre, verdadero Dios y verdadero Rey. Él es nuestro Consejero Maravilloso o Milagroso. En dónde vamos a buscar verdadera sabiduría sino en Jesús. ¿Por qué? Porque en Él “están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Colosenses 2:3). Nadie sabe más que Dios. Por eso debemos buscar su guía y sabiduría para nuestra vida.

            La alegría y la paz que debemos respirar en la Navidad se desprende del hecho de quien es Jesús, por lo que Él es en sí mismo y lo que El hace por nosotros. 

            Si te has dado cuenta todos estos nombres o títulos del Mesías son lo que Él es en sí mismo y lo que Él es para nosotros. Él es nuestro regalo por excelencia. Fíjate cómo lo dice Isaías 9:6 “un niño nos es nacido, hijos nos es dado”. Eso nos es para nuestro beneficio. Dios nos ha dado a Jesús para nuestro beneficio, nuestro bien. Él es nuestro Maravilloso Consejero. Pero Él es para nosotros algo más. ¿Qué más es El? Él es…

I. Dios fuerte

            V. 6 “y se llamará su nombre… Dios fuerte”.  En hebreo es “El gibor”. Es significativo esto, sabes por qué. Es significativo porque se le está dando el nombre de Dios al Mesías. Jesús no es un dios, como algunos dicen: sino que Él es Dios.  No es la única vez que se le atribuye a Jesús deidad en la Biblia. Hay muchos pasajes en los cuales se enseña que Jesús es Dios, de forma directa e indirecta. Claro está, no vamos a estudiar con detenimiento esto. Solo les refiero otro pasaje del NT 1 Juan 5:20 “Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna.

            Oh hermanos, el hecho de que Jesús es: Dios fuerte nos debe de llenar de gran consuelo y alegría. ¿Sabes por qué? Porque yo sé que yo no soy fuerte. Tenemos que ser sinceros con nosotros mismos. Tenemos que tener una opinión correcta de nosotros mismos. Y esta opinión nos lleva a entender que no somos fuertes.

            Todos nosotros experimentamos casi a diario esa debilidad. Y si no a diario, constantemente. Luchamos con los problemas de la vida y a veces nos sentimos desfallecer. Nos sentimos que nos abruman los problemas, las responsabilidades. Nos sentimos muchas veces impotentes. A veces nos sentimos que estamos cargando el mundo sobre nuestros hombros.

             Luchamos muchas veces con nuestros hijos para que hagan las cosas bien y a veces nos sentimos que quisiéramos meternos por dentro de ellos para que despierten y piensen con cordura y claridad. Luchamos contra un esposo o esposa difícil: tal vez porque tiene una adicción que no logra vencer, o un carácter difícil, o con la idea que ya no me ama como antes. Luchamos con hijos inconversos, esposos o esposas inconversas.

            Luchamos contra las enfermedades, contra las condiciones de salud: dolor de rodillas, espalda, cintura, artritis, problemas con los riñones, los divertículos, la escoliosis. Y éstas parecen eternas. Luchamos con problemas económicos y nos sentimos que donde quiera que vamos se nos cierran las puertas.

            Problemas en el trabajo, con exceso de trabajo o con compañeros de trabajo que son un dolor de cuello para nosotros. O luchamos contras las injusticias que vienen sobre nosotros. Y eso como tratar de subir una pesada piedra sobre la montaña que cuando vamos tal vez por la mitad, ésta se nos cae y tenemos que volver a empezar de nuevo.

            O tenemos una lucha contra un pecado en particular. Y luchamos contra él con fuerza y cuándo creemos que lo hemos vencido, regresa de nuevo.

            Nuestra fragilidad se deja ver cuando cosas a veces triviales nos sacan por el techo. Hacemos una tormenta en un vaso de agua. 

            Pero también hay una lucha con la realidad de la muerte. Somos creyentes, sí. Sabemos que moraremos en los cielos por toda la eternidad. Sabemos que allí Dios enjugará todas nuestras lágrimas, seremos inefablemente felices: paz por doquier y conoceremos cómo fuimos conocidos. Pero la realidad es que la realidad de la muerte nos puede asustar. La muerte de un ser querido que nos deja solo o que nosotros le dejemos solo. O la realidad de que somos débiles para creer plenamente en la realidad de la vida en los cielos.

            Pero aquí nos dice Isaías, Jesús es Dios fuerte. Es Dios fuerte para ti. Jesús es nuestro defensor. Y la Biblia usa ese título “fuerte” “gibor” de Dios especialmente cuando El pelea por su pueblo. Deuteronomio 10:17-18 “Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso [gibor] y temible, que no hace acepción de personas, ni toma cohecho; que hace justicia al huérfano y a la viuda; que ama también al extranjero dándole pan y vestido”.  Isaías 42:13 “Jehová saldrá como gigante [gibor], y como hombre de guerra despertará celo; gritará, voceará, se esforzará sobre sus enemigos.” Aunque nosotros somos débiles no debemos tener temor de nuestros enemigos. Él es gibor, Dios fuerte, grande, poderoso, gigante y valeroso guerrero. Quien lucha por nosotros. Es de Jesús que debemos buscar fuerzas para luchar contra el pecado. Es de Jesús que debemos buscar fuerzas contra Satanás. Y es de El que debemos buscar fuerzas contra la muerte misma. Y por qué El venció la muerte, El venció a Satanás y El venció el pecado clavándolos en la cruz. ¡Alabado sea su nombre!

            Por eso debemos como dice Pablo en Efesios 6:10 “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor [Jesús], y en el poder de su fuerza.” Es de El que debemos buscar las fuerzas en toda lucha. Nuestras fuerzas se podrán acabar, pero no las fuerzas del Dios fuerte. De Dios fuerte jamás se acabarán.

            Jamás te olvides de Romanos 8:35-39 “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.”

¿Qué más es El? Él es…

II. Padre eterno

            V. 6 “y se llamará su hombre… Padre eterno”. Es interesante que aquí se llame al Mesías, Padre. Ya hemos visto que el Mesías es Jesús. Y Jesús es el Hijo de Dios. Nunca es el Hijo de Dios llamado Padre. La primera persona de la Trinidad es el Padre. Y Él no es el Hijo, ni el Hijo es Padre. ¿Qué quiere decir entonces Isaías cuando llama al Mesías, Padre? Comentando sobre esto dice Calvino que el nombre Padre es sustituto de Autor. Es decir, el Mesías es el Autor de la eternidad, en el sentido de que con su muerte Él nos da la inmortalidad y la vida eterna. Pero, aunque eso es cierto yo creo que hay algo más.

            Entiendo que la idea aquí es, como dijo John Piper, que debemos ver al Mesías como aquel que, con firmeza y autoridad, pero con ternura cuida y protege a sus hijos.

            Nosotros necesitamos de un Padre firme en nuestra vida. Y eso es Jesús para nosotros. La idea de un Jesús que carece de firmeza no es cierto. Jesús tenía un carácter firme y decidido. Jesús hablaba fuerte. Mira Mateo 12:30 “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama.” Juan 6:64-67 “Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar.
Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre. Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros?”

            Pero Jesús es tierno con sus hermanos. Y como Padre, El cuida de nosotros. Él envía a sus ángeles para que nuestro pie no tropieza sobre la roca. Como dice el Salmo 91:11-12 “Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, Que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, Para que tu pie no tropiece en piedra.” O el Salmo 34:7 “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, Y los defiende.”

            Pero a diferencia de nuestros padres que envejecen y dejan de ser nuestro Padre, es un Padre eterno. Siempre estará con nosotros. Nunca nos dejará. Nunca abandona a sus hijos. Y quien nos acompaña cada paso que damos y va con nosotros hasta la eternidad. Isaías 63:16 “Pero tú eres nuestro padre, si bien Abraham nos ignora, e Israel no nos conoce; tú, oh Jehová, eres nuestro padre; nuestro Redentor perpetuo es tu nombre.”

            Te pregunto, por qué cosas vas a dar gracias esta Navidad. Es pero que sobre todas las cosas des gracias por tu glorioso Salvador quien nació en Belén hace 2 mil años para tu bien, para salvarte, cuidarte, estar contigo y llevarte a la gloria. ¿Es esa tu fe? Descansa en El.

            

 

Sermón: Isaías 9:6 La Hermosura de la Obra del Mesías

Isaías 9:6 “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.”

 

            Los ángeles irrumpen la tranquilidad de la noche con estas palabras en Lucas 2:10-11 “No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.” El nacimiento de Jesús, su encarnación, son buenas nuevas en verdad. Son nuevas no solo de gozo sino de gran gozo. Y estas nuevas de gran gozo contrastan con la oscuridad en la cual el ser humano se encuentra, no solo cuando es pecador, sino aun, a veces, cuando es cristiano. El no cristiano vive en tinieblas, pero nosotros muchas veces caminamos en oscuridad. Y yo diría que hay mucha oscuridad en la vida. Hay decisiones que tomar y a veces no saber qué decidir. Hay momentos en los cuales no tenemos la fuerza física, emocional y espiritual para reaccionar ante los problemas de la vida. Hay momentos en los cuales nos sentimos abandonados en este mundo, nos sentimos solos. En algún momento de tu vida y en algunos cristianos más que en otros la oscuridad está presente, casi a diario.

            Pero hay noticias de grande gozo: Dios nos ha dado a su Hijo, el Salvador del mundo. Él es el Mesías prometido. Y El vino a hacer una obra que nadie puede hacer: traer salvación verdadera. Poner las cosas en la justa perspectiva.

            Si miramos el contexto del capítulo 9 se nos dice Isaías 9:2 “El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.” ¿Por qué andaban en tinieblas? Andaban en tinieblas porque ellos habían sido invadidos por los Asirios en el año 732 a.C. Las tribus del norte habían sufrido una invasión, su territorio había sido devastado. Tristeza y dolor llena sus corazones. ¿Por qué sufrieron tal invasión? Lo sufrieron por una sola razón: infidelidad a Dios. Y Dios trajo castigo sobre ellos. Pero, aunque Dios castiga, El también sana. El pueblo anhelaba ser sanado. Pero la sanidad que buscaban era solo sanidad física: tener casas, no tener enfermedades, tener trabajo, tener dinero. Pero Dios les dice: “una luz resplandeció sobre ellos”.  La luz resplandeció porque Dios les enviaría la sanidad que ellos realmente necesitaban. Esa sanidad se encontraría únicamente en la Persona y Obra del Mesías.

            Que Isaías está hablando del Mesías, el cual es Jesús, lo podemos ver por el hecho de que Mateo cita este pasaje y nos dice que halla su cumplimiento en la venida de Jesús y su ministerio en Galilea. Mateo 4:12-16 “Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, volvió a Galilea; 13 y dejando a Nazaret, vino y habitó en Capernaum, ciudad marítima, en la región de Zabulón y de Neftalí, 14 para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: 15 Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, Camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles; 16 El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; Y a los asentados en región de sombra de muerte, Luz les resplandeció.”

            La luz que el mundo necesita es la luz que solo se halla en Jesús. Solo El disipa las tinieblas; cualesquiera que éstas sean. Y esta luz se centra en la hermosura de la Persona y Obra del Mesías.

            El domingo pasado vimos la hermosura de la Persona de Jesús: Él es verdadero hombre, verdadero Dios y verdadero Rey.  Hoy vamos a ver la hermosura de la Obra de Jesús. Veremos el primer título que se le da a Jesús en esta profecía. Y nos contestaremos la pregunta: ¿cómo es posible que Jesús es el único que puede disipar las tinieblas en el mundo? Lo puede hacer porque Él es aquí llamado…

I. Admirable Consejero

            V. 6 “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero”. Jesús es llamado aquí Admirable Consejero. La RV60 separa ambas palabras: admirable, consejero. Y esa es una buena traducción. Pero hay una mejor traducción. LBLA traduce: Admirable Consejero. ¿Por qué? Porque en los demás títulos que se le otorga al Mesías se le dan como una palabra compuesta de dos palabras. Así que es altamente probable que la uniformidad del pasaje requiera que se hable de cuatro títulos en vez de cinco y que todos sean compuestos de dos palabras: Admirable Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno y Príncipe de Paz. Él es Admirable Consejero.

            La palabra: admirable, en hebreo es “pele” y significa: milagroso, maravilloso. Esa palabra se usa de los actos portentosos de Dios en el mundo. Nos habla de algo inusual y maravilloso que Dios ha hecho en el mundo. Así lo deja ver Éxodos 15:11 “¿Quién como tú, oh Jehová, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, Terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios?” Aquí es traducida: hacedor de prodigios. Él no es meramente Admirable Consejero, sino que es un Consejero Milagroso, Prodigioso, Maravilloso.

            En primer lugar, Él es Consejero. El mundo busca salvarse según su propia sabiduría. Buscan gloria en las posesiones. Buscan salvación en los placeres. Buscan inmortalidad en la fama. Buscan significado en la vida en ser cívicos, altruistas, amantes de la humanidad y del planeta. Pero ninguno busca el consejo de Dios mismo sobre cuál es el camino que realmente trae salvación. Y ese camino es exclusivamente Jesús. Y Dios mismo nos ha dicho en Hechos 4:12 “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” 2 Timoteo 2:10 “todo lo soporto por amor de los escogidos, para que ellos también obtengan la salvación que es en Cristo Jesús con gloria eterna.” La salvación es en Cristo Jesús y solo en Cristo Jesús por medio de la fe salvadora en El. Pero el mundo cree que es más sabio que Dios. Pero hay una sola luz en este mundo que disipa toda tinieblas; y ese es Jesús. Juan 8:12 “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.” Todos los que no le siguen andan en tinieblas y solo el que cree en Él tiene la luz de la vida. Pero el mundo se cree que por sí mismos pueden conocer el camino que lleva a la vida eterna. Pero el no creyente anda en tinieblas y no puede ver la luz. ¿Puede el ciego ver la luz del sol? No puede. Hasta tanto sus ojos no sean abiertos, sanados, nunca podrán ver la luz del día. Por eso necesitan a Jesús como luz en sus vidas y como el único que sabe cuál es el camino de salvación. En esto, solo Jesús es el único Consejero. 

            Para nosotros, los creyentes, a quienes Dios ha abierto nuestros ojos para ver la luz verdadera, Él es verdaderamente nuestro Consejero por excelencia. Hermanos, el que Jesús sea Consejero nos recuerda que nosotros no somos sabios. Nos recuerda que en esta vida necesitamos que alguien nos guíe. Y ese alguien lo es Jesús. Adán y Eva antes de la caída dependían de la revelación especial, de la voz misma de Dios para poder guiar sus vidas. ¿Cuánto más nosotros que somos seres caídos? Redimidos sí, pero todavía hay pecado en nosotros. Si ellos necesitaban una guía, más nosotros.

            Para todas las decisiones en nuestra vida debemos buscar el consejo de Jesús. Debemos buscar su sabiduría, su dirección, su Palabra. Él es la guía de nuestra vida. ¿Por qué? Porque Dios es el único sabio Dios. El único sabio que existe en este mundo es Dios. No hay nadie más. Romanos 16:27 “al único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén.” La RV60 le añade la conjunción “y” que no aparece en el original griego. En el griego dice: “μόνῳ σοφῷ θεῷ”, literalmente el único sabio Dios. El único que es sabio en este mundo es Dios. ¿De dónde buscaremos sabiduría en medio de las decisiones de la vida? De Dios únicamente, del único que es sabio. Ni tú ni yo somos sabios como lo es Dios. Y la sabiduría que haya en nosotros se la debemos a Dios. Pero nuestra sabiduría es débil. No lo sabemos todo. Nos equivocamos constantemente.  Por eso nos dice Proverbios 3:5-6a “Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión”. En otras palabras, busca de Dios la dirección para cada situación en tu vida. Busca a Cristo porque en Él, nos dice Pablo en Colosenses 2:3 “están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.” Y todos esos tesoros son para ti porque eres hijo de Dios por la fe en Jesús.

            ¿Pero en dónde están esos tesoros? Están en Cristo mismo y en la revelación de Su sabiduría en las Escrituras.  

            En Jesús se hayan los tesoros de la sabiduría y del conocimiento de Dios. ¿Cómo así? Porque Él es Dios. De aquí hermanos, que una vida de oración seria, consistentemente, es indispensable para recibir de Dios esa sabiduría. Santiago 1:5 “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.” Y con esto hay algo importante: hay que pedir bien. Santiago 4:3 “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.” Santiago nos dice que es posible que un cristiano pida mal. Él nos exhorta a pedir, pero nos exhorta a pedir bien, con las prioridades correctas y con el fin correcto. Un ejemplo: Un creyente puede pedir por un esposo o una esposa, lo cual es bueno, pero puede pedirlo porque quiere satisfacer sus necesidades sexuales. Que, aunque ese propósito es uno válido, no es el propósito principal del matrimonio. El propósito principal del matrimonio es la mutua ayuda, para la gloria de Dios.

            Esa sabiduría se encuentra en las Escrituras. Tenemos que estudiar las palabras de Cristo en las Santas Escrituras. Tenemos que devorar esas palabras. Tenemos que memorizar esas palabras. Buscar la dirección de Dios en esas palabras. Y tenemos que obedecer esas palabras. Oh, hermanos, cuantos errores hemos cometido en nuestras vidas por no seguir esas palabras. O por no conocerlas porque no las hemos estudiado, o porque hemos buscado “sabiduría” según el mundo y no según Dios.

            La vida cristiana no es portarnos bien y no meternos en líos. Hay muchos cristianos que viven una “buena vida”, pero no viven una vida de obediencia a los principios cristianos. Alimentar a nuestros hijos es bueno, llevarlos a la escuela es bueno también. Pero hacer solo eso no es lo único que se espera de los padres cristianos. Es orar por ellos y con ellos. Es estudiar con ellos la Palabra. Es enseñarles a pensar según la Palabra. Es modelarle la Palabra, de tal manera que ellos vean por el ejemplo lo que es seguir a Cristo, aunque el mundo nos rechace. Que no le digamos: no mientan y nosotros mentimos. Sé paciente y nosotros no busquemos ser pacientes. Pide perdón, pero nosotros no pedimos perdón. Sé humilde, pero nosotros somos orgullosos. No seas malcriado, pero nosotros lo somos hacia ellos o hacia los demás. No todo “valor” que el mundo valora es bíblico. Podrá sonar bonito, nos parecerá sensato, pero no siempre es bíblico. ¿Cuáles de esos abrazamos?

            Alguien me dirá: pero hermano pastor eso ya yo lo sé, por qué vuelven con lo mismo. Te voy a decir por qué. Me encontrado con creyentes que piensan de esta manera. “En mi casa yo le dejo todas las decisiones a mi esposa porque yo no quiero problemas. Y porque yo no quiero problemas, entonces, yo le dejo que tome todas las decisiones”. Hermanos, esa relación matrimonial podrá funcionar, pero no es el orden divino. La relación matrimonial debe reflejar la relación que hay entre Cristo y la iglesia. Eso es lo que nos enseña Pablo en Efesios 5:21-33. Dios nos llama a obedecer todos sus mandamientos. Él fue quien instituyó el matrimonio y éste funciona como debe solo en obediencia a sus mandamientos.

            Hermanos, en las Escrituras hay sabiduría de Dios para criar a los hijos, trabajar con esposos o esposas difíciles, enfrentar crisis, buscar empleo, ordenar una familia, usar sabiamente los bienes de este mundo, escoger las mejores decisiones en la vida y cómo tener una mente clara y saber qué hacer cuando las cosas nos salen mal. Todo eso se encuentra en su Palabra.

            ¿Es esa tu fe y confianza en Jesús y en Su Palabra? Muchas veces buscamos la sabiduría de los hombres antes que buscar afanosamente de la sabiduría de Dios. No quito el valor relativo y la utilidad de los psicólogos. Pero la sabiduría verdadera y transformadora se encuentra solo en Dios. Por tanto, busca esa sabiduría en la Biblia, Lee libros cristianos fundados en esa Palabra. Si tienes hijos o vas a tenerlos: lee libros cristianos que te enseñan cómo criarlos. Si te vas a casar o estás casado lee buenos libros sobre cómo tu familia debe ser organizada. Si vas a descubrir cuál es tu profesión hay buenos libros que te pueden ayudar. Además, Dios te ha puesta en la iglesia donde hay hombres y mujeres maduros en la fe, versados en la Palabra que pueden ser buenos consejeros y guías para ti, mientras ellos siguen a Cristo. Como dijo Pablo en 1 Corintios 11:1 “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo”.

            En segundo lugar, Jesús no solo es Consejero sino un Consejero Milagroso, maravilloso. El poder de su Palabra hace maravillas. Y no me refiero a los milagros extraordinarios que Dios hace. Me refiero al poder transformador que la Palabra de Dios produce en nosotros.  O hermanos, yo creo en el poder milagroso de la Palabra de Dios. Cuando creemos a Su Palabra y la obedecemos, vemos maravillas. La historia de la iglesia está llena de testimonios de cómo el evangelio de Jesús transformó completamente las vidas e impactó a la sociedad. De Pablo, un perseguidor de la Iglesia lo convirtió en un gran apóstol. De Agustín de Hipona, la Palabra de Dios lo transformó en uno de los grandes maestros de todos los tiempos.  

            La Palabra de Dios hace que las cosas funcionen como deben funcionar. Hace de los matrimonios un paraíso. Hace de los hijos una fuente de gozo. Hace del trabajo un lugar de refinamiento. Hace de la vida un lugar de alegría. La Palabra de Dios hace maravillas en las vidas de los creyentes. Como nos dice el Salmo 19:7-8 “La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos.” Pero requiere de nosotros obediencia a esa Palabra. Cuando las cosas no funcionan bien en el matrimonio, o en mi vida, se debe en la mayoría de los casos, a que alguien no vive por la Palabra, sino que ha dejado que el pecado, los valores no cristianos rijan en esa situación.

            Es cierto, nadie vive en obediencia perfecta a la Palabra de Dios. Es por eso que necesitamos a Jesús como nuestro Maravilloso Consejero.  Lo necesitamos para que nos guíe por el camino correcto, no solo para que las cosas salgan bien, sino para que nos guíe cuando las cosas salen mal. Para toda circunstancia Jesús es nuestro Maravilloso Consejero. El vino al mundo para darnos conocimiento. Así como Él es el Cristo, el Ungido, de igual manera Él nos ha ungido con su Espíritu Santo que nos capacita para entender Su voluntad. Nos dice Juan en 1 Juan 2:20 “Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas.” El Espíritu Santo nos capacita para conocer o entender todas las cosas reveladas.

            ¿Es Jesús tu Maravilloso Consejero? ¿Es de El que buscas la sabiduría? ¿En las decisiones de tu vida buscas ser guiado por la Palabra de Jesús en la Biblia? ¿Eres sabio en tu propia opinión? ¿Te esfuerzas para que tu vida sea dirigida por la palabra de Dios? ¿Estudias la Biblia con ese fin? Si no la estudias, no buscas ese fin.

            Quiera Dios que todos nosotros busquemos ser guiados plenamente por la Palabra Viviente, el cual es Jesús, y por las palabras de Jesús en la Vida. Él es un Maravilloso Consejero para ti. Haz una cita con El diariamente por medio de la oración y el estudio de su Palabra.  

Sermón: Isaías 9:6-7 La Gloria de la Persona y Obra de Cristo

Isaías 9:6-7 “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.”

 

            Ya se siente el ambiente navideño. Las tiendas se han adornado, en las casas se están colocando las luces, los árboles, en fin, todos guindalejos asociados a la Navidad.  Inclusive ya se sienten las mañanas más frescas y nos damos cuenta de que hay algo distinto en el ambiente. Los niños, los jóvenes y los adultos están entusiasmados sobre lo que recibirán este año en las navidades. Es sin lugar a dudas un momento de mucha alegría.

            Esto contrasta muchas veces con el hecho de que hay muchos en nuestro país que la época navideña es un período difícil para ellos. Algunos no tienen el dinero para pintar su casa, o arreglarla o dinero para comprar los regalos de navidad o no tienen expectativa de trabajo o siente más que nunca la soledad. Es una época fuerte para muchas personas. Incluso se sabe que en esta época tristemente es una en la cual aumentan los suicidios.

            Pero eso no tiene que ser así. En este pasaje Dios tiene palabra de consuelo para nuestras vidas. Y esa palabra de consuelo, de paz, de seguridad y de esperanza se encuentra nada más ni nada menos en la Persona y Obra del Señor Jesucristo. Oh, sí hermanos, no se encuentra en nosotros. En esta época navideña Dios nos llama nuevamente a poner nuestra mirada: no en los regalos sino en el Verdadero Regalo, no en la comida sino en la Verdadera Comida, no en los guindalejos sino en el Verdadero Adorno, no en las fiestas sino en la Verdadera Fiesta y Cena que Dios tiene con nosotros en una íntima comunión con Él. Y todo esto descansa en la Persona y Obra de Cristo. Hoy tocaremos lo que nos dice sobre la Persona de Jesús y el próximo día sobre la Obra de Jesús. Claro está hermanos, no podemos separar la una de la otra: Su Persona define su Obra y Su Obra explica Su persona.

            ¿Qué nos dice Isaías 9:6-7 acerca de la Persona y Obra del Mesías? Nos dice…

I. Sobre Su Persona

            A. Verdadero hombre

            Que ese Mesías, quien es nuestro Salvador Jesús será un hombre verdadero. V.6 “Porque un niño nos es nacido”. Oh hermanos, cuán importante es la humanidad de Jesús. El nació y esto habla de su humanidad. El que nuestro Salvador fuera hombre, cien por ciento hombre me trae consuelo. ¿Sabes por qué? Porque me enseña que Él era como uno de nosotros de carne y hueso. Él es uno que pudo y puede identificarse con nosotros. El sufrió en carne propia lo que es sentirse solo cuando todos los discípulos lo abandonaron. Él sabe lo que es entirse ignorado cuando ni siquiera su propia familia creía en El. Él sabe lo que es padecer hambre y no tener seguridad de hogar, cuando dijo en Mateo 8:20 “Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza.” Es como si dijera las zorras y las aves están mejor que yo. Él sabe lo que es sentirse rechazado por un ser querido, Su Padre lo abandonó en la Cruz del Calvario. Él sabe lo que es el dolor en el cuerpo ya que fue crucificado por nosotros. Él sabe lo que es la angustia y la depresión, lo sabemos porque Lucas 22:44 nos dice “Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.” Él sabe lo que es la fatiga, el estar exhausto luego de un día arduo e trabajo, tan es así que cuando se durmió en la barca no podían despertarlo. Ni las olas, ni el viento de una tormenta podían despertarlo.

            Su humanidad entonces me enseña que este Salvador es uno que sabe lo que yo siento. Es uno que se ha identificado con nosotros los seres humanos. Un Salvador de cerca y no de lejos. Uno que puede entender perfectamente las alegrías, las frustraciones y las dificultades de la vida. Pero, sobre todo, uno cual perfecta humanidad poda pagar por mis pecados, porque yo no puedo. Yo no puedo pagar por mis pecados. Yo no puedo por mí mismo pagar mi deuda ante Dios. Yo no soy ni santo, ni justo, ni bueno para poder satisfacer por mis pecados. Solo el único Salvador quien es verdadero hombre y perfectamente justo podía pagar por mis pecados delante de Dios. Y en eso yo tengo paz. 

           

 

            B. Verdadero Dios

            Isaías nos dice que este niño que es nacido es también un hijo que nos es dado. V. 6 “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado”.  Que este niño el cual es hijo es Dios sobre todas las cosas se desprende del contexto. ¿Cómo lo sabemos? Los sabemos por sus nombres. Él es llamado Dios Fuerte, Padre Eterno, títulos que implican deidad. ¡Qué maravilloso que este Salvador, quien es Jesús, es Verdadero Dios! ¡No un dios sino el Dios Verdadero! ¿Sabes por qué? Porque, así como su humanidad me trae paz al saber que mi Salvador se ha identificado conmigo; se ha puesto como se dice: mis zapatos. El hecho de que Él es Verdadero Dios aumenta mi paz exponencialmente al saber que su obra de salvación en favor nuestro es perfecta, indestructible, permanente. Que en Él sin lugar a dudas a derrotado a Satanás. Que El sin lugar a dudas, por medio de su sacrificio, ha satisfecho plenamente la justicia de Dios. Y yo no tengo que satisfacerla porque Cristo la satisfizo perfectamente por mí. Mi deuda ha sido saldada totalmente; eternamente y para siempre. Por eso dice Hebreos 10:14 “porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.”  Su ofrenda es su sacrificio y nos dice que con su ofrenda nos ha hecho perfectos para siempre. Nuestra deuda ha sido saldada. Y si saldada no puede ser exigida nunca más. Una deuda saldada se extingue. Ya no tenemos más deuda ara con Dios. Pero no solo eso. El hecho de que Jesús es Dios me asegura que la limpieza que Dios opera en nuestras vidas transforma verdaderamente. Y esta obra en nuestro favor produce en nosotros santificación. Jesús por medio del Espíritu de Cristo aplica esa limpieza en nuestros corazones.

            Somos santos y somos santificados más y más diariamente. El Espíritu de Cristo aplica el poder de su muerte y la virtud de su resurrección capacitándonos a morir más y más al pecado y vivir cada día agradándole en todo. El pecado nunca se enseñoreará más en la vida de un creyente. Es cierto que todavía hay pecado en nosotros y a veces parece que prevalece, pero nunca es un pecado reinante, nunca. Pero como dice nuestra Confesión de Fe. 23.3: “la parte regenerada [nuestra] vence, mediante el continuo suministro de la fuerza del Espíritu santificador de Cristo; de manera que los santos crecen en gracia, perfeccionado la santidad en el temor de Dios”. Hermanos, no hay pecado que el poder santificador del Espíritu Santo no pueda vencer en nosotros. Él es el único que puede vencer en cualquier pecador la soberbia, la vanagloria, el orgullo, la ira, la pornografía, la insumisión, la mundanalidad, el materialismo, el consumismo, la idolatría, la homosexualidad, la dejadez, la frialdad, la depresión, la infelicidad. En fin, Él es Dios y El venció el pecado sobre todos sus hijos, los que creen en El para salvación de la culpa del pecado y del poder del pecado.

            C. Verdadero Rey

            V. 6 “y el principado sobre su hombro”. ¿Qué quiere decir Isaías con estas palabras? Que nuestro Salvador es Verdadero Rey. Pero no solo eso. El gobierno está sobre sus hombros. Él es el único que verdaderamente sostiene su reino. El reino de gracia que El establece en los corazones de su pueblo al darles fe y arrepentimiento, ese reino es estable, es un reino permanente, es un reino eterno porque es sostenido por Jesús quien es Dios mismo. Esa idea se amplía en le versículo 7 cuando dice: “Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.” El reino que establece es un reino extenso, sin límite. ¿Por qué? Porque Él es Verdaderamente Rey. Aunque se levanten contra El, en oposición, en rebelión y guerra, es no es nada para El. Como dice el Salmo 2:1-5 “¿Por qué se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan cosas vanas? Se levantarán los reyes de la tierra, Y príncipes consultarán unidos Contra Jehová y contra su ungido, diciendo: Rompamos sus ligaduras, Y echemos de nosotros sus cuerdas. El que mora en los cielos se reirá; El Señor se burlará de ellos. Luego hablará a ellos en su furor, Y los turbará con su ira.” En otras palabras, nada ni nadie puede destruir a la iglesia. Nuestra salvación es segura. Nadie puede arrebatar a las ovejas de Jesús. Por eso su reino es un reino eterno. Un reino estable en juico y justicia. Y un reino cuya paz no tiene límites. ¿Qué significa? Todo su reino es un reino de paz, de perfección, de armonía, de reconciliación. La obra de salvación trae reconciliación entre Dios y nosotros, pero también entre nuestro prójimo. Trae paz en el vivir, paz en la familia, paz entre vecinos, paz en nuestro interior. Y ese reino es nuestro por medio de la fe en Jesús.

            Hermanos, por encima de la alegría temporal de los regalos, la comida, los guindalejos está la Persona y la Obra de Cristo. Tu mayor felicidad no descansa en estas cosas materiales que acompañan la celebración de la navidad sino el hecho de que hemos sido recibidos en el reino de Dios por medio de la fe en Jesucristo. ¿Es esa tu mayor alegría en la navidad? Yo sé que Sí y yo espero que Sí. Que esta navidad sea un momento para reflexionar sobre la Persona y Obra de Jesús y así comprende aún más lo que significa que Él es un Regalo de Dios para nosotros.  

Sermón: Lo que Principalmente Enseñan las Escrituras

 

 2 Timoteo 1:13 “Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús.”

 

            La segunda epístola o carta de Pablo a Timoteo es su última carta escrita. Probablemente durante su cuarto viaje misionero entre los años 64 al 68 d.C. El propósito de esta carta es el de proveer una carta final para motivar a Timoteo en su ministerio. En segundo lugar, para dirigir a Timoteo en su viaje a Roma, dándole instrucciones sobre a quién qué debe traer con él.

            Esta carta exhibe una fuerte preocupación por la sana doctrina. “Falsos maestros, Timoteo, siempre traerán problemas a la iglesia. Y por eso te escribo esta carta para motivarte a permanecer firme en la verdad contra los falsos maestros del evangelio, diría Pablo”.

            Nosotros también hermanos debemos estar alertas contra toda falsa doctrina que pueda meterse dentro de la iglesia.

            Pablo reconoce que los seres humanos son muy prestos a apartarse de la verdad. Hay en todos nosotros una tendencia a rechazar la verdad, llamada en nuestro pasaje “sana doctrina”. Es bien común en nosotros pensar o sentir: “esto está muy fuerte, esto está muy exagerado, y que se cree esto. Yo no creo que Dios esté mandando esto. Esto no me gusta y como no me gusta no me lo como.” Puede ser que lo digas delante de los demás. O puede ser que no se lo digas a nadie. Y que sea algo que solamente has pensado o sentido. En todos nosotros hay ese deseo de apartarnos de la verdad. Y si no llegamos al extremo de rechazar toda la verdad, por la gracia de Dios, es posible que no procuremos dar el máximo en nuestra obediencia a Dios. Hermanos tal actitud no es bíblica. Dios demanda que abracemos la verdad tal como él la ha enseñado en su Palabra. Debemos creer a la verdad y ser tan estrictos por la verdad como Dios nos la ha dado. No debemos ser más estrictos que Dios ni menos tampoco.

            Es de ese contexto que Pablo le dice a Timoteo: retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste. ¿Qué quiere decir Pablo con la palabra retén? La palabra en griego significa: tener, sostener, preservar, tener como la propia posesión de uno. Es el verbo que comúnmente se traduce tener, tengo. La idea es la de preservar, no dejes que se pierda o se te vaya de las manos. Esa es la idea. “Timoteo, como pastor, te diré vendrán muchos que no tienen la verdad de Dios. Que desearán que tú aceptes sus doctrinas como la verdad de Dios. No les hagas caso. No te apartes de la sana doctrina. Timoteo vendrán muchos que, aunque hablan de la verdad niegan el poder de la verdad. Poseen una ortodoxia muerta. Conocen de la verdad, pero no viven la verdad. Cuídate de los tales, le decía Pablo”.

            Nosotros también como creyentes debemos hacer lo mismo. Y te pregunto ¿Estás aprendiendo de lo que se te enseña? Hermanos porque yo conozco hermanos que dicen sí, sí, a lo que se enseña cuando lo que quieren decir es no, no. No estoy de acuerdo con eso, no me gusta eso, no me interesa eso. ¡Y no dicen nada! Debemos retener la verdad. Y para retener la verdad es necesario conocer la verdad. Conocimiento es necesario a la fe. No podemos creer lo que no conocemos. Pero esto no es suficiente. Debemos creer con convicción lo que se nos enseña. Creer con convicción es estar convencidos que esta es la verdad y que la misma no puede ser de otra manera.

            Pablo le dice a Timoteo y a nosotros que debemos retener la forma de las sanas palabras. La forma, es decir: el modelo, el ejemplo, el prototipo, o literalmente: la copia calcada, o la fotocopia de las sanas palabras. La idea del original griego es la de una marca producida por un golpe. Esa marca es el modelo a seguir. La traducción de la RV60 para mí es buena porque nos enseña que debemos imitar la forma de la enseñanza. Es como cuando le enseñamos a los niños a escribir. Le dibujamos la A y le decimos esto es la A, hazla igual al ejemplo. Así que hermanos debemos retener la forma de las enseñanzas bíblicas tal como se nos ha enseñado de la Biblia. Calvino: “Timoteo debes regular la manera de la enseñanza según esta regla que te he dado.” Debemos reproducir las doctrinas bíblicas tal como se nos han enseñado. Es por esto que predicamos y enseñamos el catecismo de esta iglesia.  A través del catecismo aprendes la forma de las sanas palabras. Y es esta forma que todo ministro o maestro en esta iglesia debe reproducir. ¿Qué le vamos a enseñar a nuestros hijos? La forma de las sanas palabras de este catecismo, porque el mismo es una reproducción de lo que enseña la Biblia, la Palabra de Dios. Estamos reteniendo esas Palabras. Esto implica no solo escucharlas sino aprenderlas, memorizarlas. Aprenderlas como se nos ha enseñado. Las palabras del catecismo tienen una razón de ser, de igual manera lo son las palabras de la Biblia. Debemos retener la forma porque sin ese modelo a seguir podemos desviarnos sin darnos cuenta. Mira un ejemplo: Cuando alguien le cuanta algo a una persona y la otra la reproduce a su manera y la tercer lo reproduce a su manera y la cuarta a su manera.  Cuando llegue a le décima persona, ¡cuán distinta será lo que se cuente ahora de lo que era el original! Solo cuando retenemos la forma, el modelo, es que seremos preservados del error. Así que nuestro deber es retener la forma de las sanas palabras.

            Fíjate como Pablo desea que veamos las palabras del evangelio. Ellas son “sanas palabras”. Ellas son puras y son el medio para sanar nuestra alma. La Palabra de Dios purifica el alma, sana nuestro muerto corazón, ilumina nuestra mente, estimula nuestros deseos, te hace semejante al Señor Jesucristo. Las palabras de Jesús son verdad y vida, porque reflejan como en un espejo la vida y la obran de Jesús.
            Dice Pablo: “Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús.” Por fe y amor debemos entender el contenido o resumen de la sana doctrina. La doctrina verdadera se resume en lo que debemos creer y lo debemos obedecer. Puede ser traducida también: retenlas… con fe y amor; lo cual es correcto. Debemos retener la doctrina cristiana y esto se logra creyendo la verdad, creyendo como verdadera esa doctrina, amándola y atesorándola en nuestros corazones y viviendo y poniendo por práctica la verdad. Pero como el énfasis del texto bíblico lo es en la forma de las sanas palabras, esa es la primera palabra que aparece en el griego, entiendo que es mejor ver la frase en la fe y amor como el resumen del contenido de las sanas palabras.

            De aquí que la pregunta y respuesta 3 del catecismo menor nos dice; P. ¿Qué es lo que principalmente enseñan las Escrituras? R. Lo que principalmente enseñan las Escrituras es lo que el hombre ha de creer acerca de de Dios y el deber que Dios requiere del hombre.

            De esta pregunta podemos aprender que no todo lo que se habla en las Sagradas Escrituras es de igual importancia. La Biblia habla de muchas cosas y el propósito del mismo no es enseñarnos de esas cosas en primer lugar. Nos habla de aves, árboles, ríos, la agricultura, las costumbres de las naciones etc. El propósito principal no es enseñarnos de esas cosas. No es el propósito enseñarnos cuántos ríos hay en Palestina ni cuántas uvas se cultivaban allí. Estas cosas se enseñan con miras a enseñarnos acerca de la fe y la obediencia de un creyente. Por ejemplo, cuando en Ezequiel nos habla acerca de la vid, la planta de uvas, el propósito es ilustrarnos que, así como hay plantas estériles que no dan fruto también hay personas que profesan ser cristianos y no dan frutos, son estériles en su vida espiritual. Están un tiempo con nosotros y se van porque no han nacido de nuevo. Pero, aunque no todo tiene el mismo peso de importancia todo lo que enseña la Biblia debe ser creído porque Dios es el autor de las Escrituras. Aunque no todo es de igual importancia.

            Todo lo que Dios revela en las Escrituras se puede resumir en estos dos puntos: o trata acerca de lo que debe ser creído o trata acerca de lo que debe ser obedecido. El catecismo menor de Westminster se divide en dos partes: las primeras 38 preguntas tratan acerca de lo que debemos creer: el ser de Dios, los planes de Dios, el cuidado de Dios de su creación, la creación del hombre, su pecado, la persona de Cristo y la salvación comprada por El, el perdón de pecados, la santificación, los cielos y el infierno. La segunda parte, de la 39 a la 107, trata acerca de la obediencia que le debemos a Dios en agradecimiento por salvarnos. Esta sección trata acerca de la ley moral de Dios resumida en los 10 mandamientos, los sacramentos del bautismo y la Cena del Señor y el Padre nuestro. Hemos estado estudiando lo que debemos creer acerca de Dios.

            Fe y obediencia es el resumen de todo lo que Dios nos da en la Biblia. Se levantan dos preguntas ¿Cuál es la clase de fe que la Biblia requiere? Y ¿Cuál es la relación de la fe a la obediencia?

            La fe que requiere Dios es la fe salvadora. Una persona puede creer que la Biblia es la Palabra de Dios. Puede creer que Jesús es Hijo de Dios. Que vino al mundo hace 2,000 años atrás. Que nació en Belén. Que María y José fueron sus padres. Que murió en la cruz del Calvario. Que él murió para salvarnos. Que él es el salvador del mundo. Y aún así no ser salvo. La fe que salva es la fe salvadora. Es una fe que Dios imparte por Su poder omnipotente en el corazón del pecador. La gracia de la fe capacita a la persona a creer para la salvación de su alma. Es una obra del Espíritu de Cristo en el corazón de los elegidos. No es algo que podemos crear. No es algo que podemos producir por nosotros mismos. Es un don de Dios. Busquemos Efesios 1:17-19 “para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza,”. La gracia de la fe salvadora es una obra de Dios. Es un don de Dios. Es Dios quien nos hace creer. Hermanos, todo lo que principalmente enseña la Escritura acerca de Dios, todo eso debemos creer con fe salvadora. Sin la fe salvadora el conocimiento que aprendas no te salvará, te condenará más. Cada sermón que escuches, cada letra de la Biblia que leas, cada vez que se hable del amor de Cristo, de su sangre preciosa, del poder de su resurrección será para tu mayor destrucción. Hermanos, abraza con fe salvadora la Palabra de Dios. Descansa totalmente en la persona y la obra salvadora de Cristo. Recibe a Cristo y descansa sólo en él para el perdón de todos tus pecados. Acepta, recibe y descansa sólo en Cristo para la santificación de tu alma. Acepta, recibe y descansa sólo en Cristo para obtener la vida eterna. Ese es tu deber. Clama a Dios que te salve si a El le place. Dependes para la salvación totalmente de la misericordia y la compasión de Dios. El no tiene la obligación de salvarte. El tiene la libertad de condenarte porque eres un pecador. Pero El está dispuesto, El está presto, es su deleite y placer salvar a los que creen y se arrepienten de sus pecados. Mira su muerte en el Calvario. El Justo muere por el injusto para llevarnos a Dios. El vino a morir voluntariamente, porque es su placer el salvar. Es su deleite el perdonar pecados. Según la Biblia, le produjo gozo El ver el resultado de su muerte en la salvación de pecadores. Hebreos 12:2puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.” La fe es un don de Dios.

            No sólo somos llamados a creer todo lo que la Biblia nos enseña acerca de Dios. La Biblia nos enseña cuál es el deber que Dios requiere del hombre. Fe y obediencia van juntas. Esto es muy importante. El catecismo nos quiere enseñar que no hay fe salvadora si no hay obediencia a Dios y su palabra. Jesús mismo dijo: “Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará;” (Juan 15:2). (NVI) “Toda rama que en mí no da fruto, la corta.” Esta rama no sirve. Un árbol frutal que no da fruto no sirve. De qué me sirve un bolígrafo que no escribe. ¿Qué hacemos con él? Lo botamos. Dios nos llama no sólo a creer en El sino a vivir toda nuestra vida para El. Dios demanda de ti sólo dos cosas: fe y obediencia.

            Pero, ¿Cuál es la relación de fe y obediencia?

1. La fe es el fundamento o la base de nuestro deber. Lo que debemos creer debe ir antes de lo que debe ser obedecido. Tito 3:8Palabra fiel es ésta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres.” En el pacto de gracia, es decir, en el plan de la salvación, fe es primero y obediencia a Dios surge del amor y gratitud por la salvación adquirida. Vivimos santamente por amor a El en gratitud por habernos salvado.

2. Toda obra si fe es una obra muerta. Y por tanto no pueden agradar a Dios. Romanos 14:23todo lo que no proviene de fe, es pecado.” Ninguna obra que hagas por más “noble” que sea puede merecer la salvación. Las buenas obras de los creyentes son aceptadas por Dios porque ya ellos eran salvos. Son aceptadas no para ganar o comprar la salvación sino porque ya sus personas han sido aceptadas por Dios.

3. El nuevo nacimiento o regeneración y la unión salvadora con Cristo, la cual nos hace una planta con él, es la fuente de toda verdadera obediencia. Jamás podremos producir frutos si no estamos unidos a él. Y es en unión con él y en dependencia de él que podemos producir frutos. Necesitamos la savia del árbol para poder crecer. Necesitamos recibir los minerales del tallo para producir frutos. Necesitamos la gracia de Dios recibida a través de Cristo y una fe viva para poder crecer en la imagen del Hijo de Dios. Jesús dijo: “separados de mí nada podéis hacer.” (Juan 15:5).

 

Aplicación:

1. Es necesario que te examines para ver si eres o no un creyente verdadero. Mira si hay en ti ese deseo de servir a Dios con todo tu corazón. Mira si descansas solamente en la sangre de Cristo para salvar tu vida, o si estés poniendo tu seguridad de salvación en tus obras. Sólo Cristo puede salvarte de tu peor enemigo. Y tu peor enemigo no lo es la falta de dinero, la falta de trabajo, la falta de tiempo, la hipocresía de algunos cristianos; tu peor enemigo lo es el pecado que mora en tu corazón. Este es tu cáncer que te va a matar a menos de Cristo, el cirujano, te opere salvadoramente. Esa operación para extirpar el cáncer del pecado lo es en el ahora. Después de muerto no hay operación.

2. Tu que eres creyente examina tu vida y ve cómo está tu obediencia a Dios. Cuán obediente eres a las Palabras de Dios. Cómo está tu vida de oración, cómo está tu vida de servicio a la iglesia, cómo está tu servicio y amor por tus hermanos, cómo está tu humildad, cómo estás luchando contra tu pecado que aún mora en ti, cómo está tu amor al mundo y las cosas del mundo, cómo está la pureza de tu corazón: cuán limpios son tus pensamientos, tus deseos, tus prioridades en tu vida, a quién sirves más.

            Que Dios nos dé su gracia y poder para poder servirle con sinceridad y esfuerzo. Amén